Cádiz es la ciudad más vieja de España. Pero no cuenta con una impresionante Semana Santa como la de Sevilla o una feria tan festiva como la de Jerez de la Frontera. ¡Cádiz no tiene ni siquiera una plaza de toros! Quizá sea por eso que el gaditano se lance con tal pasión a celebrar el carnaval. ío de Janeiro, Santa Cruz de Tenerife, Venecia, blecieron en Cádiz y trajeron muchas de sus costumbres. Montevideo... En esta ¡lustre enumeración de ciudades Disfrazados con los trajes y máscaras que ellos introdujeron, en las que se celebra el carnaval de un modo especial, podía desfogarse desen-frenadamente la población, y ense- se incluye Cádiz con sus coros. Las influencias de otras cul- guida se tiñó la fiesta de un carácter anárquico. Los notables turas, que llegan a una ciudad portuaria como lo más natural, de la ciudad hubieran preferido suspender la fiesta, pero ya se hicieron a través de los siglos que la de Cádiz también fuese había hecho demasiado popular. En lugar de ello formularon una fiesta única. La historia del carnaval de Cádiz comienza reglas para evitar el posible peligro. A mediados del siglo XIX en el periodo inmediato después de la Reconquista, es decir, los coros tenían que pedir licencias, los textos eran controla- la baja Edad Media. Surgió entonces una fiesta cristiana de dos de antemano y se fijaban las rutas. En caso de infracción, cuaresma que enseguida tomó forma y color gracias a los co- todo el coro compuesto de treinta y cinco miembros acababa merciantes genoveses que, huyendo de los turcos, se esta- en chirona para unos días. Aunque las reglas eran un método de control, se puede constatar a posteriori que también ejercieron una no pretendida influencia positiva. Gracias al dinero del ayuntamiento, a que la creatividad era estructurada y se fomentaba la competencia, pudo ir convirtiéndose el carnaval hasta el fantástico espectáculo que es hoy día. Primero llega un hombre vestido en un mono con un cable de treinta metros a hombros que intenta seguir andando sin parar sin lograrlo. Un poco más tarde aparece alguien en uniforme de bombero que hace como si viniera a controlar las medidas de seguridad contra incendios. A él también se le impide entrar. Los porteros del Gran Teatro Falla no dan abasto en la noche del Gran Final del Carnaval de Cádiz, noche en la que los mejores grupos musicales -coros, comparsas, chirigotas y cuarteras- apuestan por el primer premio. Las mil quinientas entradas del teatro están agotadas ya desde hace meses. "Si pudiésemos vender cincuenta mil entradas, se agotarían también." Fuera se venden entradas en el circuito clandestino por quinientos florines y se hacen buenos negocios. La televisión y la radio no sólo emiten en directo la final sino también las semifinales. El día siguiente es el día de la Cabalgata. Las hay más, pero la más importante, más bonita y más larga es la del primer domingo del carnaval, la Gran Cabalgata Magna que pasa a todo lo largo de la Avenida de Andalucía. El ambiente es desbordante, las chicas a penas van vestidas y la música salsa hace el resto: ¿Estamos en Río? A lo largo de las calles hay niños que se divierten recogiendo confeti o bailando al compás de una música con mucho ritmo. Llevan disfraces preciosos, mucho más bonitos que sus padres, que generalmente no se han Sólo Cádiz misma se libra de la burla esforzado mucho. A simple vista abundan los vampiros, diablos, piratas y vikingos, pero brillan por su ausencia los típicos atuendos españoles como trajes de sevillanas o de toreros. Parece ser que estos resultan aburridos, pues te los puedes poner en cualquier fiesta. Esta tarde estaban estos niños excéntricos alrededor de la Carpa, un pabellón para fiestas tan grande como un campo de fútbol, donde se celebran las elecciones de la diosa de la juventud. Un abigarrado ensayo para la semana que viene que se celebrará la Cabalgata de la juventud. Entre tanto la Gran Cabalgata Magna ha llegado a su punto de destino. Todo el mundo se desperdiga por las callejuelas para una nueva noche de carnaval. Desde su carroza saluda Alicia, la diosa del carnaval, por última vez a las masas que celebran y que le devuelven el saludo, aunque en muchas de las canciones también ella y sus ninfas son blanco de sátiras. Pero bueno, sólo Cádiz misma se libra de la burla.