Merecimiento y Gastos Improcedentes Una vieja propaganda en TV mostraba un niño -de esos malcriados hijos de familias bien- que exige al mayordomo, de una manera poco educada e insolente, más jugo “Tan”. El mayordomo, como servidor de la familia, no le queda más remedio que servirle y cerrar la propaganda con un concluyente !…no se lo merece!. Dicha ilustración sirve de perlas para la presentación de un tema poco tratado dentro de los variopintos análisis del gasto público, el merecimiento de beneficios, subsidios, gastos y prebendas que devienen del Estado, o mejor de la sociedad. Asumimos que existen tres tipos de merecimiento: uno, el dirigido a personas o poblaciones en condiciones de marginamiento, marginalidad, pobreza o, alternativamente, de objeto de políticas pública que pretenden mejorar diferentes tipos de condiciones consideradas como meritorias (esas mejoras). Un segundo grupo corresponde a beneficiarios contractuales del Estado, entre los cuales se encuentran los servidores públicos y los suministradores de bienes y servicios. El merecimiento, en este grupo idealmente se debería dar como una transacción neutra: El beneficiario recibe el equivalente de lo que entrega y recíprocamente el Estado recibe lo que paga. Un tercer grupo, que similarmente es objeto de políticas públicas, corresponde a un selecto grupo de beneficiarios, los cuales obtienen gracias estatales, por proveer o mejorar factores o condiciones económicas (inversión, empleo, atención social, oferta de bienes, y servicios meritorios, etc.). Es el caso de prebendas tributarias (gasto tributario): menores tasas impositivas, devolución o eliminación de impuestos. O del tipo subsidio, transferencias o fuentes de financiación que se entregan sin contraprestación, preferentemente a grupos, entidades o empresas con alto nivel De injerencia en las decisiones de Estado . El gasto orientado a beneficios que se sustentan en loables conceptos de redistribución o de promoción de desarrollo social o económico tiene su envés (careta del patas) en opacos devengos políticos - al cuerpo político de nuestro país, le resulta más atractivo el administrar esquemas de regalar el pez en vez de enseñar a pescar-. En la segunda categoría es muy frecuente encontrar la apropiación irregular de recursos (contratistas que reciben mucho más de lo que entregan). Y en todos los formatos es corriente encontrar muchísimas condiciones de ineficiencia e inequidad. No es difícil encontrar dobles pagos por un mismo beneficios o subsidio, pagos a fallecidos; compra de bienes o servicios sin esos bienes o servicios o en calidad o cantidad menor a lo pagado, o prebendas tributarias que no agregan valor o si lo hacen lo hacen en menor proporción al gasto en que el Estado incurre. Los pingües retornos que se obtienen en capital político (o del otro) y el reducido interés por que la cosa cambie, ha llevado a que se cohoneste con malas prácticas, que van en contra de eso que podríamos llamar el principio del merecimiento. El no aplicar de manera recta ese principio promueve la injusticia y va en contra de otros principios esenciales: la equidad y la eficiencia. En una economía como la nuestra, con un incontable cúmulo de necesidades, el tema del merecimiento debería ser objeto de una evaluación técnica, un análisis objetivo y serias propuesta de ajuste y corrección de las malas prácticas. Pero, el merecimiento para acceder a beneficios (sociales o financieros) provenientes del erario, está muy lejos de haberse analizado de manera integral y seria. Por ende, las decisiones que debieron haberse tomado no se han realizado. Una especie de análisis de merecimiento tiene un reconocimiento, medición y evaluación en los Estados Unidos. La GAO publica anualmente un informe basado la ley 107-300 del año 2002 (IPIA - ImproperPayments Information Act). Con dicho informe se identifican las entidades (agencias), programas y actividades estatales susceptibles de incurrir en pagos erróneos, reportarlos y dejar evidencia sobre las acciones para reducirlos. Con todo y aunque desde el año 2003 se viene aplicando ese ley, los gastos improcedentes en USA ascendieron en el año 2013 a $105.8 miles de millones de dólares. El año previo, 2012, los mismos ascendieron a $107.1 miles de millones de dólares. (http://www.gao.gov/products/GAO-14-737T). Una reflexión surge de lo anterior: Si el rigor y calidad de los registros, las cifras, las estadísticas, el control y los sistemas de información de USA son reconocidos en su rigor y calidad y con todo se presenta esa situación, es muy probable que en un país el cual se caracteriza por debilidades en esas categorías, el fenómeno sea proporcionalmente más acentuado. La medición de los gastos improcedentes, es una actividad o informe en el cual se está en mora atender por el organismo de control que tiene a su cargo el ídem sobre los resultados de la administración. Por ende, el próximo gran reto de la Contraloría General de la República es insertar dentro de sus ejercicios anuales la evaluación y análisis de los gastos improcedentes, sustentado en los principios de merecimiento, eficiencia y equidad. Dentro de los temas conocidos que presuntamente incorporan gastos con el potencial de ser improcedentes tenemos: 1. Afiliaciones simultáneas o de “fantasmas” entre regímenes de salud: Contributivo, subsidiado, fuerzas militares y docentes. 2. Pagos del sistema de salud por atención no realizada o medicamentos no entregados. 3. Pagos a colegios (en concesión u oficiales) por alumnos inexistentes, no atendidos o por múltiples registros. 4. Dobles asignaciones a servidores públicos. 5. Beneficios simultáneos por programas del ICBF, SENA, programas de asistencia social (DPS, Desplazados etc.), a personas sin las condiciones para ser beneficiarios 6. Sentencias con pagos por bienes o servicios no recibidos o cuyo costo final excede el valor de lo efectivamente recibido. 7. Pagos por prestación de servicios no prestados o sin generar el producto pactado. 8. Desperdicio de recursos 9. Contratos Fantasma (Reciente ejemplo en la Unidad Nacional de Protección) Jorge Alberto Lopez Ruiz Proyecto Colombia Gestión y Resultados [email protected] Publicado en: www.asdeccol.org.co