Los indios de América del Sur en la iconografía polaca del siglo XIX.

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Estudios Latinoamericanos 6, p. II (1980), pp. 174-191
Los indios de América del Sur en la iconografía polaca del
siglo XIX.
Maria Paradowska*
Desde el descubrimiento del Nuevo Mundo las noticias sobre sus
habitantes autóctonos llegaban a Polonia por diferentes caminos. Al
principio estas informaciones fueron poco numerosas y a menudo
falsas, pero con el tiempo se transformaron en relaciones cada vez
más documentadas. Ya en el siglo XVIII los polacos contaban con
cierta orientación sobre las tribus indígenas y su cultura1. Sin
embargo esa orientación fue casi nula como para poder reflejar la
imagen verdadera de la vida de los indios. En cambio fue un
fundamento para la formación de varias, y fantásticas visiones del
«indio salvaje». La carencia del probo conocimiento y la falta de la
asignatura científica, que pudiera abarcar las informaciones
conseguidas en forma científica favorecían frecuentemente la
extención de las noticias totalmente inverosímiles. También
permanecían en la situación parecida durante largo tiempo otros
países europeos.
El indígena en la imaginación de los polacos en los siglos XVI-XVIII (y
más de una vez también en los años posteriores) aparecía
principalmente en el papel de un salvaje quien está defendiendo los
mitológico tesoros, un pagano a quien es menester bautizado, o por
fin como un bárbaro de los costumbres asquerosas quien nunca,
pudiera igualarse con un europeo. En forma un tanto diferente
Traducido por Barbara Stawicka y Zyta Świeżyńska
J. Tazbir, Szlachta a konkwistadorzy, Warszawa 1969; tenże, Rzeczpospolita i świat, Wrocław 1971;
tenże, Rzeczpospolita szlachecka wobec wielkich odkryć, Warszawa 1973: I. Turnau, Materiały
etnograficzne w polskich czasopismach XVIII wieku, «Etnografia Po1ska», t. 6: 1962: R, Wrób1ewski,
Znajomość Ameryk w Polsce okresu Odrodzenia, Warszawa 1977.
*
1
formabase la opinión acerca de los incas - especialmente en el siglo
XVIII cuando ya se empezaba a apreciar el alto nivel de la cultura
del Estado de Perú y expresar compasión por la mala suerte que tocó
a sus habitantes.
En la segunda mitad del siglo XVIII el saber acerca de los indios cobró
en Polonia unos acentos poco más vivos. Aunque el interés de la
sociedad polaca por América fue más bien moderado no obstante no
fue menor que en otros países europeos los cuales en similitud con
Polonia no han tomado parte en los grandes descubrimientos
geográficos. Hay que subrayar que fue precisamente en el siglo
XVIII cuando se ha formado la base de las futuras ideas e
imaginaciones acerca de los indios las cuales funcionaban luego en la
sociedad polaca del siglo XIX. Pero no es sino hasta la segunda
mitad del siglo XIX cuando la sociedad polaca tuvo amplias
posibilidades para conocer mejor a los indios de América del Sur.
En el cambio cualitativo y cuantitativo de la información sobre la
población indígena influyó, por una parte, el desarrollo de las
investigaciones realizadas en América del Sur por viajeros y
exploradores de Europa occidental y, por otra, la emigración masiva
de polacos que se dirigieron a diferentes países latinoamericanos,
particularmente a Brasil y Argentina2.
Las informaciones que llegaron a Polonia sobre los indígenas de
América del Sur en el siglo XIX, fueron dadas a conocer en varias
publicaciones que recogieron los textos de autores polacos que
mantenían un contacto directo con la población indígena, o que
escribían sobre ella basándose en las relaciones de otros informantes.
Junto con esta bibliografía se tradujeron al polaco las investigaciones
de los científicos europeos (Ch. Darwin, A. Humboldt, J. Arago, y
otros), así como los trabajos de investigación de los evolucionistas
anglosajones. Otra fuente importante fueron las compilaciones que se
hicieron en Polonia de las publicaciones extranjeras, entre las que se
destacan los manuales escolares, numerosos términos enciclopédicos,
los libros de divulgación científica, las novelas de viajes.
2
H. M. Bailey, A. P. Nasatir, Dzieje Ameryki Łacińskiej (tyt. oryg. Latin America, The Development of
Its Civilization), Warszawa 1965; K. Groniowski, Polska emigracja zarobkowa w Brazylii, 1871-1914,
Wrocław 1972; M. Paradowska, Polacy w Ameryce Południowej, Wrocław 1977.
Información de distinto carácter sobre la población autóctona de
América del Sur se publicó en numerosas revistas polacas, como en
«El viajero» («Wędrowiec»), «Misiones católicas» («Misje
Katolickie») y «El semanario ilustrado» («Tygodnik Ilustrowany»)3.
Entre las numerosas y variadas publicaciones del siglo XIX se encuentra
el material iconográfico que presenta a los indios de América del
Sur. Esas imágenes se transformaron con el tiempo en uno de los más
importantes elementos constitutivos del mito que se formó en la
sociedad polaca del siglo XIX sobre el indio de América. Gracias a
esa iconografía se desarrolló progresivamente el conocimiento de los
habitantes autóctonos del continente americano. La función del signo
pictórico en el proceso del desarrollo de ese conocimiento resultó
más efectiva que la influencia de los textos escritos en el mismo
proceso. Ese fenómeno se debe al hecho de que el material
iconográfico se encontraba en casi todas las publicaciones, por lo que
fue accesible a todos los niveles sociales. Su fuerza expresiva fue
más grande que la del texto que no se prestaba fácilmente a la
imaginación del continente lejano y de sus habitantes. Hay que tomar
en cuenta que en la Polonia del siglo anterior, aparte de la
aristocracia y de la alta burguesía que eran las clases sociales cultas,
el nivel del analfabetismo fue notable sobre todo entre los
campesinos. Eso quiere decir que para un gran porcentaje de la
sociedad polaca la iconografía significaba a menudo la única fuente
de información sobre la cultura indígena. (No se mencionan aquí las
cartas de los emigrados ni tampoco las transmiciones orales que
basaban sobre las noticias publicadas en los periódicos).
La iconografía polaca de la pasada centuria que presenta a los habitantes
autóctonos de América del Sur se divide en tres grupos, considerando
la personalidad del autor de las ilustraciones como el criterio de la
división propuesta. Al primer grupo pertenecen las ilustraciones
realizadas por los polacos que mantuvieron el contacto directo con la
población indígena. El segundo grupo contiene el material ilustrado
de los grabadores extranjeros, reimpreso en las publicaciones
traducidas al polaco. Y al tercer grupo pertenece la iconografía cuya
proveniencia es desconocida. Este último grupo constituye la mayor
3
M. Paradowska, Obraz Indian Ameryki Południowej w Polsce XIX-go wieku, Ossolineum (w druku).
parte del material iconográfico que está a nuestra disposición
científica. Los dibujos fueron copiados de los libros extranjeros o
realizados a base de los informes que proporcionaban a los autores
polacos las revistas. A veces formaban parte de ese grupo las
ilustraciones auténticas cuyos autores mantenían el contacto directo
con los indígenas, pero lo último no lo podemos asegurar
definitivamente.
La calidad técnica, pero sobre todo, el valor fidedigno de las
ilustraciones fue determinado por el carácter de su proveniencia, que
podía ser la observación directa, la publicación extranjera o, en fin, la
transmisión oral. En todos los casos influyó bastante la actitud
subjetiva del autor. Pero a pesar de los defectos de la realización
técnica de los dibujos y de las fotos, de la deformación de sus
proporciones y de las inexactitudes que resultaban de la ignorancia
del autor, todos esos dibujos que logran registrar los aspectos de una
cultura hasta fecha desconocida, poseen el valor inefable de la
autenticidad4.
El material iconográfico del siglo XIX se distingue también por su
grado de diferenciación, debido al hecho mismo de que entre los
autores se encontraban tanto los observadores directos del ambiente
reproducido, como las personas que nunca mantuvieron ese contacto.
En la iconografía realizada por éstos últimos, a base de las
informaciones que les llegaban de segunda mano, dominaban los
elementos cuya fuente está en la fantasía y en la imaginación del
autor y no en la visión auténtica de la realidad presentada. Otra razón
de estas diferencias fue un conocimiento poco desarrollado del tema
que interesó tanto a los autores polacos en el curso del siglo anterior.
Por eso mismo en dicha iconografía de la primera mitad del siglo
XIX dominaba el retrato muy esquematizado de la cabeza del indio,
representante de la población autóctona de América del Sur. En
cambio las ilustraciones de la segunda mitad y de finales del
mencionado siglo eran más numerosas en su contenido y en sus
detalles. Es obvio que en la medida en que se desarrollaba el
conocimiento de los indios de América Latina, se fue ampliando
4
T. Seweryn. Ikonografia etnograficzna. «Lud»; t. 39, 1952.
progresivamente la escala de los motivos presentados en la
iconografía.
Su contenido se componía de los elementos y de los detalles
relacionados con la vida de los indígenas. Eran numerosos los
dibujos y las fotos de las casas y de su interior, de los vestidos y de
sus adornos, de las armas, de la alimentación y del proceso de su
preparación, de la cultura agraria, de la pesca y de los grupos
indígenas: las madres con sus hijos, los jefes de las tribus, los
guerreros, todos en posición estática o en movimiento. No faltaron
tampoco las ilustraciones de las danzas, preparativos antes de la
batalla, diferentes ritos y ceremonias mágicas.
Un análisis más profundo de esta iconografía y de su contenido nos
permite constatar que todos los dibujos reflejaban ciertas imágenes
esquematizadas de los indios de América del Sur que se hicieron
características de Polonia y de los países europeos. Tanto los textos
como el material ilustrado5 dieron origen a ciertos mitos de la
población autóctona del continente americano, que circulaban en la
sociedad polaca del siglo XIX.
Entre esas imágenes se destacan algunos motivos dominantes que de
una parte resultaban de las tendencias y corrientes científicas o
sociopolíticas contemporáneas, que formaron el carácter de las
noticias que llegaban a Polonia, y de otra fueron modelados por lo
que los polacos, en su situación histórica (el período de la partición
de Polonia), deseaban ver en esas informaciones. Hay que afirmar
que ese modelo del indio tan esquematizado, tuvo sus principios en
el período anterior, empezaba a formarse en el siglo XVII y se
desarrollaba en el siglo XVIII. El siglo XIX significó la época de
apogeo en la que se formaron definitivamente sus rasgos
característicos, que en el caso particular de Polonia, se debían ante
todo a las necesidades sociales.
Entre los estereotipos que encontraron su reflejo en la iconografía
polaca, y que fueron relacionados con la visión general del indio de
América Latina, el de más preferencia fue el modelo del indio
representante de la población indígena de la gran cultura, el modelo
del hombre bravo y civilizado, que con dignidad y valentía luchaba
5
M. Paradowska, Obraz Indian, op. cit.
para salvar su independencia. Así fue sobre todo el modelo de los
incas y de algunas otras tribus, entre otras, la de los araucanos. En la
sociedad polaca se mantenía la opinión según la cual los araucanos
eran indios salvajes y rebeldes. A favor de los incas habló
probablemente el conocimiento del nivel muy alto de su cultura. El
estereotipo del indio bravo y civilizado fue cercano a la cultura
europea. La situación de los incas, desprovistos de la libertad,
cruelmente exterminados por los conquistadores, encontró una
comprensión muy viva en Polonia, sobre todo por el sentimiento de
la comunidad y la similitud del destino político de las dos naciones.
Esa preferencia por el estereotipo del indio bravo, defensor de su
independencia, se reflejó en el material iconográfico, en varios
dibujos que representaban tanto los monumentos de la cultura
antigua de los incas, como su época contemporánea, es decir, las
condiciones de su existencia en el siglo XIX. La iconografía
dedicada a los araucanos fue muchomenos numerosa6.
El otro motivo dominante en el material gráfico fue el concepto del
buen salvaje can el que se designaba a las indias obedientes a las
enseñanzas de las misioneros y a la influencia de las conquistadores.
A este grupo pertenecían las «buenas y trabajadores» guaranies,
miembros, durante varias años, de la organizacion jesuita, y otras
tribus numerosas sin proveniencia determinanda. Las informes sobre
la actividad misional de las jesuitas y otros sacerdotes,
correspondieron a la creencia de las católicas quienes vieran en esta
actividad el apoyo moral para la existencia de la Iglesia. El
estereotipo del indio convertido sirvió como el modelo de un hombre
honesto cuyos valores de carácter se formaron gracias al esfuerzo de
las misioneros, y a la fe católica. En el material iconografico se
encuentran varias ilustraciones que representan, sobre todo, a los
guaraníes convertidos7.
Aparte de estos dos estereotipos, funcionaba también el modelo del
indio mentalmente cerrado que nunca sería capaz de entender los
6
Ilustracje m.in. w: B. Platz, Człowiek, jego pochodzenie, rasy i dawność, Warszawa 1892;
Encyklopedia Powszechna S. Orgelbranda, Warszawa 1898, t. 1; «Wędrowiec» 1864, 1880, 1881;
«Misje Katolickie» 1897.
7
Podróż malownicza około świata, Warszawa 1836; F. Hellwald, Ziemia i jej mieszkańcy, Warszawa
1876; A. Schweiger-Lerchenfeld, Geografia powszechna ilustrowana, Warszawa 1897.
conceptos intelectuales, porque simplemente no tenia los rasgos del
ser pensante. Ese mito causó la opinión de que estos indios nunca
lograrían mejorar las condiciones de su existencia. Entre ellos se
mencionaba como a los más primitivos y subdesarrollados los
habitantes de la Tierra del Fuego, a varias tribus de los indios
brasileños, de algunas tribus de la Amazonia, y a otras del continente
americano. En la formación de ese estereotipo influyó mucho su
atractivo que resultaba del hecho de que fue tan distinto de lo que
ofrecía la cultura europea, por eso se encontraba con más frecuencia
en el material ilustrado de los libros y de las publicaciones8.
En fin, el cuarto estereotipo fue la imagen del indio salvaje capaz de
asumir las actitudes bárbaras y violentas, en una palabra, de un
caníbal. Según la opinión común, a ese grupo pertenecían, sobre
todo, los habitantes de la selva brasileña. La falta de la
documentación adecuada a la realidad y el desconocimiento
profundo de los habitantes de esa región, hizo verlos como una
población desprovista de rasgos particulares. En la medida en que
llegaban a Polonia más informaciones se empezaban a distinguir las
distintas tribus brasileñas y sus propias costumbres, pero a pesar de
eso, todavía en la primera mitad del siglo XX el conocimiento del
tema seguía siendo insuficiente. Las investigacianes de los científicos
europeos y norteamericanos se desarrollaban muy lentamente. Por
eso en la existencia común de la sociedad polaca se mantenía tanto
tiempo el modelo de los habitantes autóctonos de Brasil como de la
gente salvaje y bárbara. Esas imágenes dominaron las demás y
causaron la creación del estereotipo del indio caníbal y sanguinario,
cuya existencia se localizaba sobre todo en Brasil. Como ejemplo se
puede citar la tribu de los botokudos. El material ilustrado de las
publicaciones polacas del siglo XIX, presentaba con frecuencia a los
indios canibales9.
Antedichas imaginaciones sobre los indios latinoamericanos que
encontraron su reflejo en la iconografía polaca fueron los más
populares estereotipos entre divulgados en la sociedad polaca. Estas
8
«Wędrowiec» 1886; «Misje Katolickie» 1887, 1893.
J. Siemiradzki, Szlakiem wychodźców, Warszawa 1900; W. Anczyc, Przygody prawdziwe żeglarzy' i
podróżników pośród dzikich ludów kuli ziemskiej, Warszawa 1870; Wielka encyklopedia powszechna
ilustrowana, Warszawa 1893, t. 9.10; «Wędrowiec» 1872, 1898; «Misje Katolickie» 1885, 1896, 1897.
9
imaginaciones o ideas fueron compuestas en gran parte por las
informaciones sobre los indios que formaban contenido de los
materiales fidedignos (transmisiones escritas y orales e ilustraciones)
todas ellas influyeron en esta forma de punto de vista sobre la
población indígena de América del Sur o sobreponíanlo. De los datos
informativos afluentes sacabanse generalmente de forma consciente
o a menudo desavisada justamente estos que permitían la creación de
un estereotipo socialmente deseable. Por consiguiente sucedía una
asociación precisa entre las informaciones que contenían las
relaciones y las ideas o nociones que se consolidaban.
Estas imaginaciones no fueron un rigido esquema y aunque por lo
regular liabanse con un grupo étnico concreto, eran muy fluidos sus
limites por la existencia de muchos y varios atributos para más de un
estereotipo. El indio bondadoso y pacífico pudo ser igualmente un
tipo primitivo y atrasado y también asi fue el indio – un antropófago
salvaje. Atrasado y salvaje creíase también al araucano muy a
menudo identificado con un símbolo de la lucha por la
independencia. Las tribus atrasadas, salvajes y crueles con que
reprobadas, por otra parte fueron admiradas por su aspiración a la
libertad y aversión a hacerse depender de alguien. Por consiguiente a
pesar de expresivas distinciones entre respectivas y concretas
imaginaciones existían entre ellas muchos atributos comunes.
Juntabanse ellas entre sí por la comunidad de una serie de rasgos
caracterológicos aunque al mismo tiempo diferenciabanse
cardinalmente siendo tan diferentes. Esa comunidad de rasgos creaba
una plataforma que unía respectivos estereotipos cuando la raíz
principal fue lo que los diferenciaba.
Además de los datos fidedignos los quienes contribuían en la formación
cual sin embargo permitía ciertas liberaciones de un estereotipo
extendido en reflexionar y dejaba abarcar las cuestiones relacionadas
con la población autóctona de América del Sur de una forma más
amplia. Particularmente los materiales iconográficos contenían
bastante menudos detalles que salían fuera de los estereotipos
imaginarios y en unión con las transmisiones escritas permitían
profundizar las informaciones y noticias sobre los indios de América
del Sur. Fueron muy diversas esas noticias las cuales concernían
entre otras: la apariencia o aspecto físico de los indígenas, los rasgos
característicos de su raza y también los datos liados con su ambiente
natural, las ilustraciones y grabados de sus bosques, sus ríos y
torrentes, las riberas la flora y la fauna.
Aun hay que subrayar que igualmente en el material iconográfico como
en todas las transmisiones originales que concernían a los indios de
América del Sur destaca de una forma muy expresiva la
predisposición centrica-europea. Esa predisposición se ha marcado
de modo muy vigoroso, particularmente en las imaginaciones
relacionadas con las tribus brasileñas y los habitantes de Tierra del
Fuego. Lo menos se ha presentado en el caso de los incas aunque
aquí la admiración dirigida hacia ellos fue tan grande, singularmente
en la consideración a hecho de que tan alto nivel de cultura lo
formaron los indígenas. Si lo hubieran conseguido los europeos
estaría reconocido como un hecho evidente y normal. Las noticias
afluentes llevaban los modelos de cultura convenientemente
comentados, diferentes e incomprensibles para un europeo, lo que en
la mayoría de los casos ha contribuido en la formación de las
relaciones de desaprobación para el costumbrismo indio y su modo
de vivir. En el siglo XIX los europeos no se esforzaban por entender
a los indígenas ni también a reconocerlos como la gente normal que
se diferencian únicamente por expresarse en distintas formas de
cultura. No se han presentado en modos algunos las tendencias hacia
recíproca comprensión y aceptación. Fue así porque igualmente que
para los europeos fueron los indios unos seres muy extraños y poco
parecidos al quien pudiera definirse con el nombre de representantes
de la raza humana – así como para los indios fueron precisamente los
europeos unos seres enteramente incomprensibles.
En conclusión, podemos constatar que un análisis detallado de la
iconografía, nos permite conocer la imagen de los indios que se había
formado en Polonia en el siglo XIX. Por desgracia, hasta la fecha no
se aprovechó suficientemente de toda esta documentación ilustrada
que puede servir como la fuente científica en el proceso de
conocimiento de la cultura de los indios de América del Sur. Hace
poco apareció un libro de una investigadora alemana dedicado a los
métodos de las investigaciones realizadas a base de la iconografía de
los indios brasileños10. Ese material espera todavía su
documentación. Su análisis puede abrir paso a las nuevas
posibilidades científicas, gracias también a la iconografía polaca
dedicada al indio de América del Sur.
10
T. Hartmann, A contribuição de iconografia para o conhecimento de Indios Brasileiros de seculo
XIX, São Paulo 1975; por. także L. Grajewski, Bibliografia ilustracji w czasopismach polskich XIX i
początku. XX w. (do 1918 r.). Warszawa 1972.
Fig. 1. Los botocudos.
Según B. Platz, Człowiek, jego pochodzenie, rasy i dawność [El hombre, si origen, razas y
antigüedad], Warszawa 1892, pp. 361-362.
Fig. 2. Los incas – el templo del sol
Según Podróż tajemnicza około świata [El viaje misterioso alrededor del mundo],
Warszawa 1836, cuadro 34
Fig. 3. Los indios de América del Sur
Según W. Wicherkiewicz, Geografia popularna [Geografía popular], Warszawa 1889, t. 1,
p. 192
Fig. 4. Mujeres guaraníes
Según F. Hellwald, Ziemia i jej mieszkańcy [La tierra y sus habitantes], Warszawa 1876, t.
p. 277
Fig. 5. Mujer guaraní
Según A. Schweiger-Lerchenfeld. Geografia powszechna ilustrowana [Geografía universal
ilustrada], Warszawa 1897, t. 1, p. 187
Fig. 6. Un shipibo
Según B. Platz, Człowiek, jego pochodzenie, rasy i dawność [El hombre, su origen, razas y
antigüedad], Warszawa 1892, pp. 389-390.
Fig. 7. Mujer incaica.
Según B. Platz, Człowiek, jego pochodzenie, rasy i dawność [El hombre, su origen, razas y
antigüedad], Warszawa 1892, pp. 551-552
Fig. 8. Un indígena
Según A. Jeske, Geografia [Geografía], Warszawa 1896, p. 106, ilustr. 123
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