el teatro español anterior a 1936

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TEMA 4.- EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A 1936
Panorama general
En las primeras décadas del siglo XX, se produjeron diversos intentos de renovación del panorama teatral,
que en las últimas décadas de la centuria anterior había estado dominado por el modelo del drama realista y las
obras de José Echegaray (1832-1916). Este autor llevó a los escenarios españoles un recrudecimiento del
romanticismo, con el planteamiento de situaciones v conflictos extremos y un gran apasionamiento verbal y gestual.
Coinciden en esta época las siguientes corrientes:
1.- Un teatro puramente comercial, con tres manifestaciones:
1.- Jacinto Benavente: Frente a la exuberancia de Echegaray, Benavente compuso una obra caracterizada
por la mesura en la composición de situaciones y de caracteres y por el minucioso realismo de la puesta en escena
de sus dramas. Éstos se centran en las preocupaciones de su público habitual, la alta burguesía, y con ellos alcanzó
gran éxito en las primeras décadas del siglo.
2.- Teatro cómico: Fue uno de los preferidos por el público. Incluye música, canto y baile y reúne una
importante variedad de especies. En esta línea, destacan los hermanos Álvarez Quintero, el astracán de Pedro
Muñoz Seca y la tragedia grotesca de Carlos Arniches.
3.- Teatro en verso: Sigue la efímera moda del teatro francés, con el modelo del Cyrano de Rostand. Aborda
temas históricos o fantásticos y emplea metros modernistas. Sus principales cultivadores son Eduardo Marquina,
Francisco Villaespesa y los hermanos Machado.
B.- Una serie de intentos de renovación con algunos dramaturgos de ruptura: Los primeros intentos de renovación
teatral fueron llevados a cabo, entre otros dramaturgos, por Jacinto Grau, que ensayó diversas vías; por Unamuno,
con su teatro desnudo; y por Azorín, con su pretendido antirrealismo.
C.- Sin embargo, el teatro español de las primeras décadas del siglo XX sólo alcanzó la cima con la obra de Ramón
Mª del Valle-lnclán y de Federico García Lorca. Ellos son los únicos que lograron una calidad indudable en la
renovación teatral que muchos habían pretendido. Sus obras, además de influir decisivamente en el teatro español
posterior, siguen representándose aún hoy, y cada vez más, en todo el mundo.
Estos cambios llevaron aparejado un creciente interés por la escenografía. Los teóricos insistían en la
necesidad de armonía de los componentes escénicos, con especial relevancia de la iluminación para crear
situaciones y ambientes y concentrar la atención en la acción. Los debates de la crítica especializada destacaban
sobre todo la figura del director de escena, hasta entonces confundida con la del primer actor o la del empresario.
1. Teatro comercial
1.1. Jacinto Benavente
La fecunda producción dramática de Jacinto Benavente (172 obras) gozó del favor de su público habitual, la
burguesía. En líneas generales, su teatro compone una crónica, casi siempre amable, de las preocupaciones y los
prejuicios de esta clase social, por medio del empleo de una suave ironía.
1.1.1. Concepción del drama
Sus dramas responden a lo que él mismo escribió que debía ser el teatro: un medio o instrumento de ilusión
y de evasión. En todas sus obras, sobresale el diálogo, natural, fluido, con tendencia a lo sentencioso. Benavente
sustituye la acción por la narración, la alusión y el diálogo, y los momentos clave de sus dramas siempre acontecen
fuera de escena o entre un acto y otro.
1.1.2. Los intereses creados: Se desarrolla el tema del poder del dinero por medio de personajes tipo que proceden
de la commedia dell'arte italiana.
1.1.3. La malquerida (1913): Se encuadra dentro de los dramas rurales benaventianos, en los que destaca el sentido
de la honra. Los personajes son campesinos y encarnan las pasiones humanas en su forma primaria, no controladas
por las normas de la educación urbana. El lenguaje utilizado intenta reproducir el popular.
1.2. El teatro cómico.
En las primeras décadas del siglo XX, predomina el género cómico que, con frecuencia, aparece
acompañado de elementos líricos (música, canto y baile). La finalidad básica de este teatro, que logró un
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significativo éxito de taquilla, era el entretenimiento del público. Podemos encontrar los siguientes tipos o géneros:
A) Obras con música
Opereta: asuntos frívolos, gran importancia de los aspectos visuales y la música.
Revista: espectáculos que hacen hincapié en los elementos eróticos y ambientes cosmopolitas.
Vodevil: (Del francés voix de ville: canciones populares urbanas.) Comedia frívola, ligera y picante, que
posee una intriga muy compleja en la que destacan las agudezas o dichos de autor.
B) Obras sin música:
Juguete cómico: comedia que convierte el enredo en embrollo y prescinde de toda verosimilitud.
Sainete: Se basa el mundo popular madrileño, con temas relacionados con el amor, los celos o el poder.
Astracán: Se basa en el disparate cómico, al que se supeditan acciones y personajes.
1.2.1. Los hermanos Álvarez Quintero
Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944) Álvarez Quintero estrenaron gran cantidad de obras en las que
predomina el ambiente andaluz. Sus piezas tratan de reflejar la vida de forma amable y superficial, sin pretensiones
de interpretación. La acción carece de complicaciones y sobresale el empleo de un diálogo gracioso. Destacan El
traje de luces (1898), Mariquilla Terremoto (1930), y el drama Malvaloca (1912).
1.2.2. Pedro Muñoz Seca y el astracán
Pedro Muñoz Seca (1881-1936) fue el creador del astracán, que en un principio se representaba sólo en
Pascuas en el Teatro de la Comedia de Madrid, como descanso del teatro “serio” nacional o extranjero. Solo o en
colaboración, estrenó más de trescientas obras, entre las que cabe citar La venganza de don Mendo (1918), parodia
en verso de los dramas históricos neorrománticos, y Los extremeños se tocan (1926).
1.2.3. Carlos Arniches y la tragedia grotesca
La decadencia del sainete hacia 1910 llevó a Arniches a adoptar dos formas nuevas: el sainete extenso y la
tragedia grotesca. La tragedia grotesca simultanea lo cómico y lo trágico, jugando con la comicidad externa y la
profunda gravedad del contenido. Este tipo de obras encierra una voluntad de crítica, de denuncia de la realidad
nacional, caracterizada por la ignorancia, el inmovilismo, la hipocresía, la crueldad y el vacío espiritual. Entre las
tragedias grotescas de Carlos Arniches destacan La señorita de Trevélez (1916), ¡Que viene mi marido! (1918), Los
caciques (1920), La heroica villa (1 921) y Es mi hombre (1 921).
1.3. El teatro en verso
Como reacción al teatro realista naturalista triunfante, surgió el teatro en verso. Conectado en un principio
con el modernismo y las tendencias europeas renovadoras, esta influencia pronto fue desplazada por la del teatro
del Siglo de Oro. En su vertiente histórica, el teatro en verso rescató mitos nacionales.
1.3.1. Eduardo Marquina
Eduardo Marquina (1879-1946) cultivó el drama histórico y el drama rural, ambos en verso. Entre sus obras
se encuentran: Las hijas del Cid (1908), Doña María la Brava (1909), En Flandes se ha puesto el sol (1910),
2. Intentos de renovación teatral
Los primeros intentos de renovación del panorama escénico español fueron llevados a cabo por los
escritores de fin de siglo: Jacinto Grau, Unamuno y Azorín. A estas tentativas innovadoras se sumaron, además de
Valle y Lorca, autores como Rafael Alberti y Max Aub, que desarrollaron buena parte de su producción dramática en
el exilio, y Miguel Hernández.
2.1. Jacinto Grau
Jacinto Grau (1877-1958) pretendió superar la estética naturalista con la restauración de la tragedia.
Aunque consiguió bellas creaciones literarias (Entre llamas, 1905; El conde Alarcos, 1907; El hijo pródigo, 1917), sus
obras carecían de una visión trágica auténtica: constituyeron un teatro falso y convencional que no logró superar al
que él mismo criticaba, y que fue rechazado por crítica y público.
Jacinto Grau alcanzó su mayor logro con la farsa, que inició con El señor de Pigmalión (1921).
2.2. Miguel de Unamuno
Coincidiendo con las corrientes renovadoras europeas, Unamuno se propuso llevar al público a un
dramatismo esencial, lejos de la excesiva ornamentación escénica. Sus obras no fueron bien acogidas por las
compañías teatrales, ya que consideraban improbable el éxito comercial.
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2.2.1. Concepción del drama
Unamuno abogó por un teatro desnudo, que conllevaba una vuelta a la fuente poética del drama. Esta
concepción implicaba la supresión de todos los efectos que no dependieran directamente de la palabra (decorados,
trajes, utilería), y también de la ornamentación retórica del lenguaje verbal. Suponía la reducción de los personajes
al mínimo, de las pasiones a su núcleo, y el esquematismo de la acción: en sus obras se repite un esquema fijo con
fuerzas enfrentadas. La acción dramática apenas existe y es sustituida por la palabra. Para Unamuno, el teatro era
un medio de desvelar la interioridad. El dramaturgo busca la última realidad del hombre por medio del teatro, que
se constituye en un método de conocimiento. Algunas obras son Fedra (1910), El otro (1926) y El hermano Juan
(1929).
2.3. Azorín
También pretendió incorporar el teatro español a las nuevas tendencias europeas, especialmente a las
francesas. Combatió la estética naturalista y propuso un teatro que incluyera lo subconsciente y lo maravilloso.
2.3.1. Concepción del drama
Azorín escribió gran cantidad de artículos en los que expresó sus ideas acerca del teatro. Planteaba la
necesidad de renovarlo en una línea antirrealista, en busca de “otra realidad más sutil, más tenue, más etérea” y “a
la vez más sólida, más consistente, más perdurable”. Consideraba que los temas debían buscarse en el mundo
interior, en el espíritu y en la imaginación. A esta nueva estética la denominó superrealismo. Las obras dramáticas
de Azorín se estructuran generalmente en tres actos, a los que añade con frecuencia un prólogo y un epílogo.
Azorín insistió en la importancia del director de escena. En su dramaturgia destacan tres aspectos: el
diálogo, el tratamiento de los temas y la función de la iluminación.
Diálogo: Debe aproximarse a la lengua hablada, con todos los rasgos que presenta en la conversación
ordinaria (repeticiones, retrocesos, falsos comienzos...)
Temas: Los temas básicos del teatro azoriniano son la búsqueda de la felicidad, el tiempo y la muerte.
Iluminación: Es importante en sus obras para subrayar lo que se encuentra más allá de la realidad; su
ausencia momentánea se emplea para marcar el transcurso de los años.
3. Dramaturgos de ruptura:
3.1 Valle-lnclán y el teatro en libertad
En su trayectoria dramática, Valle mostró una constante voluntad de renovación formal y temática, así como una
pretensión de romper con el teatro de su época. Progresivamente, evolucionó hacia su creación máxima, el
esperpento, cuyos elementos se observan de manera incipiente en sus primeras obras.
3.1. Inicios dramáticos: dramas decadentistas
Con estas obras, Valle introdujo el modernismo aplicado al drama, que la estética simbolista había
cristalizado en el denominado teatro poético. Sin embargo, Valle se alejó del teatro simbolista mediante la
incorporación de algunos personajes con lenguaje y actitudes realistas, tratados de forma irónica y hasta
caricaturesca. Destacan El yermo de las almas y El marqués de Bradomín.
3.2. Dramas de ambiente galaico
El crítico Ruiz Ramón agrupa la trilogía de las Comedias bárbaras y Divinas palabras bajo la denominación
de “ciclo mítico”. Todas estas obras, relacionadas por sus temas, personajes, atmósferas y significado, se localizan
en una Galicia mítica, intemporal. Se trata de una sociedad arcaica, elegida para presentar una visión de un mundo
en el que la existencia humana se rige por fuerzas primarias. Los conflictos se centran en la lujuria, la soberbia, la
crueldad, el despotismo, el pecado, el sacrilegio, la superstición, la magia.
Comedias bárbaras: Esta trilogía, compuesta por Cara de plata (1922), Águila de blasón (1907) y Romance de lobos
(1908), dramatiza la tragedia de la familia de los Montenegro.
Divinas palabras: En los personajes y las situaciones de este drama de 1920, confluyen, en violento contraste, el
mundo distorsionado de los esperpentos y la estilización decadentista. En este sentido, destaca el personaje de
Mari-Gaila, que oscila entre ambos e incluso se separa de ellos, alcanzando así profunda humanidad.
3.3. El esperpento
La producción dramática de Valle culmina en el esperpento. Él mismo denominó así a cuatro de sus obras:
Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán
(1927), estas tres últimas publicadas juntas bajo el título Martes de carnaval, en 1930.
El esperpento, definido en Luces de bohemia, constituye una estética que se refiere a una visión particular
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del mundo, resultado de una posición crítica. El esperpento deforma determinados aspectos del personaje y de las
situaciones, produciendo una visión caricaturizada, alternativamente cómica y macabra. De este modo, se destruye
de forma sistemática la realidad, transformando por completo su imagen aparente y revelándola tal y como es. El
esperpento funciona, así, como un instrumento de desenmascaramiento.
Luces de bohemia: En este drama, se cuenta el dantesco viaje de Max Estrella, poeta ciego, guiado por Latino de
Hispalis por diversos lugares madrileños, hasta su muerte en la puerta de su propia casa.
De la crítica de Luces de bohemia no se libra nadie, desde la monarquía hasta el último plebeyo, pasando
por la estéril bohemia: la queja es, así, total y aparece por primera vez una crítica colectiva. La obra constituye una
feroz sátira política y social de la España del momento, un mundo de injusticia, miseria, estupidez, arbitrariedad y
violencia, sin otra salida que la muerte.
Los sucesos históricos se proyectan de manera grotesca; de este modo, evidencian su carácter absurdo,
aunque presentan consecuencias serias y aun desastrosas. El público, al analizarlos distanciadamente, aprenderá a
ser crítico.
3.2. Dramaturgos de ruptura: Lorca y el espectáculo total
Federico García Lorca creó el verdadero teatro poético: “El teatro es poesía que se levanta del libro y se
hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera”, dijo el dramaturgo. Su producción dramática
expresa, de manera profunda, los problemas de la vida y de la historia, a través de un lenguaje cargado de
connotaciones. En su teatro, además de la palabra, cobran importancia otros componentes como la música, la
danza y la escenografía.
4.1. Primeros dramas: Sus primeras obras están emparentadas con el teatro modernista: Entre ellas destacan El
maleficio de la mariposa y Mariana Pineda.
4.2. Farsas para guiñol y para personas: Desarrollan el conflicto derivado del matrimonio de conveniencia entre el
viejo y la joven. Destacan Tragicomedia de don Cristóbal y la Señá Rosita (1923), La zapatera prodigiosa (1929),
Amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1929),
4.3.Comedias “imposibles”: Bajo la denominación “teatro imposible” se reúnen tres comedias, El público, Así que
pasen cinco años y Comedia sin título, en las que se aprecia la influencia del surrealismo. El “teatro imposible”
lorquiano anticipa posteriores hallazgos del teatro europeo: la ruptura de la lógica espacio-temporal, el
desdoblamiento de la personalidad y la posibilidad de varias interpretaciones.
4.4. Tragedias y dramas: En las tragedias lorquianas, el argumento tiene escasa importancia, hay pocos personajes
principales e intervienen coros. Se desarrollan en un ambiente rural en el que las fuerzas naturales imponen un
destino trágico. Destacan Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936)
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