14 - Unión de Periodistas de Cuba

Anuncio
El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 14)
Juicio contra Otto Meruelo
Juan Marrero
Sin título de periodista y sin ser
colegiado, Otto Meruelo Baldarraín
tuvo un programa de televisión durante
varios años, denominado “Por Cuba”,
desde el cual difamó, calumnió,
amenazó e incitó al asesinato de
revolucionarios y opositores al régimen
de Batista.
Meruelo fue juzgado por los
tribunales revolucionarios en abril de
1959. En este juicio se demostró que
no sólo cumplió el deleznable papel de
vocero televisivo de la dictadura, sino
que actuaba como agente policiaco
represivo. Tenía los grados de capitán
honorario, un automóvil de chapa
oficial, participaba en interrogatorios a revolucionarios detenidos en los
cuarteles y llegó incluso a usar su programa para delatar el paradero de
opositores al régimen. En una ocasión, por ejemplo, supo que un revolucionario
estaba escondido en la Asociación de Repórters de La Habana, debido a estar
perseguido por el coronel Ventura Novo, y a través de su programa de
televisión Meruelo convocó a las fuerzas policiacas a darle muerte en “su
madriguera”. Ese revolucionario, quien compareció en el juicio, había
abandonado ese lugar minutos antes de que se apareciesen allí las fuerzas de
Ventura.
En el juicio (Causa 351 de 1959), efectuado en la Fortaleza de la Cabaña,
actuó como acusador el comandante Juan Nuiry. Una larga crónica sobre el
interrogatorio a Otto Meruelo apareció en la Sección en Cuba de la revista
Bohemia:
"Frente al tribunal, con el rumor indignado del público a la espalda, está de pie,
ahora tembloroso y vencido, el sujeto que tantas veces, a lo largo del
martirologio revolucionario, fue la estampa televisiva del vejamen batistiano.
Durante los años agónicos de la
dictadura, esa figura endeble, de
facciones fofas y expresión
resentida, ha vertido veneno con
gesto y palabra sobre la Cuba
combatiente, que se esforzaba por
conquistar sus libertades. No existe
evidencia mayor contra ningún
acusado de la justicia revolucionaria.
No hay repugnancia popular más
viva que la que circunda y aplasta
moralmente a Otto Meruelo.
Murmullos hondos recorren la sala...
Empieza el interrogatorio fiscal, del
que se van desprendiendo las líneas
generales del acusado: colaborador
activo del régimen depuesto, a
través del programa "Por Cuba",
intruso del periodismo, portador de
una suculenta prebenda en el
Ministerio de Agricultura.
--¿Usted pertenecía en alguna forma a los grupos represivos del régimen de
Batista?
--En ninguna forma --casi balbucea Otto Meruelo.
--¿Nunca usó uniforme?
--Nunca lo usé --responde contrariado.
--¿Y para que se fotografió vistiendo uniforme?
--No dije que nunca me lo había puesto, sino que nunca lo había usado,
ensaya sofísticamente el reo.
Seguidamente, "explica" el hecho: se trataba de obtener un nombramiento
honorario para lograr acceso a oficinas públicas vistiendo uniforme, se
facilitaban gestiones. Todo muy convencional... Muy normal...
Le enseñan la fotografía y la reconoce:
--Sí, ese uniforme me lo prestaron para hacérmela. Me lo prestó un oficial de la
policía, ayudante del doctor Santiago Rey…
--Pero cuando usted iba de civil, llevaba también una insignia de tres galones
en la solapa. ¿También para identificarse?
--Se trataba de un adorno.
--¿Usaba armas?
--Yo usaba arma corta siempre.
--Y, como capitán honorario, tenía automóvil de chapa oficial número 219...
--Es cierto.
--Ese carro, en ocasión de los sucesos del Príncipe, ofreció sus servicios al
carro 35 de la policía...
Meruelo palidece, mira en derredor, como suplicante, y al cabo dice, con voz
débil:
--No recuerdo eso.
--Pues se le probará oportunamente, porque está grabado. De su automóvil se
dijo, entre otras cosas, que se ofrecía con su personal "para lo que fuera
necesario".
--¿Usted dijo que solamente usaba arma corta, pero aquí hay una fotografía
donde aparece usted, en compañía de Río Chaviano y el coronel Barreras,
interrogando a un soldado rebelde, de apellido Escalona. Y se le ve portando
arma larga. Por lo visto, también interrogaba usted, señor Meruelo.
--Yo auxiliaba, no interrogaba --se defiende malamente el acusado. En el viaje
a Santiago, cuando se tomaron esas fotos, iban otros periodistas del sector
militar.
--Y cómo da la casualidad que solamente aparece usted en la foto --pregunta
irónicamente el fiscal.
--Los demás periodistas pueden testificar el hecho.
--¿También estaban en el fiestón que dieron Río Chaviano y José María Salas
Cañizares, donde usted aparece abrazado con esos altos oficiales de la
tiranía?
--Sí, todos estaban allí.
--¿Recuerda sus artículos en relación con la Universidad de Oriente? ¿Sabe
que el doctor José Luis Galbe, exiliado español, fue conducido al BRAC por
una denuncia que usted formuló?
--No lo denuncié. Era una polémica pública permitida en Cuba.
--¿Se permitía hacer esas imputaciones?
--Yo solía hacerlas --admite sorprendentemente Otto Meruelo.
--Además de hacerle imputaciones al señor Galbe, usted arremetió contra la
Universidad de Oriente...
--Es que se estaba infiltrando una tendencia antidemocrática en la vida cultural,
en aquellos momentos.
Asombra el desvelo "democrático" de Meruelo. El fiscal ataca por otro flanco:
--En ocasión de haber sido detenido Arnaldo Escalona Almeida, ¿recuerda
usted haber dicho que "a las ratas había que matarlas en la madriguera" y que
Escalona era un delincuente?
Por supuesto, lo niega.
--¿Y los epítetos que vertió por la televisión?
--Eso no lo niego.
--¿Por ejemplo, los insultos que dirigió a los asilados que fueron asesinados en
la embajada de Haití? ¿Y cuando el tiroteo, a fines de 1957, en los bajos del
Retiro Odontológico?
Nuevas negativas.
--¿Recuerda cuando Armando Cubría fue detenido en el Buró de
Investigaciones?
--Conversé con él.
--¿Y además, le dieron a firmar en presencia suya unas declaraciones que
aparecieron publicadas después?
Meruelo balbucea:
--Yo me fui antes de que firmara. Conocí al capitán Cubría en aquel momento y
tuve un gran concepto de él.
Se vuelve a la esfera de la televisión. El fiscal hace mención de otros conocidos
epítetos empleados por el acusado contra hombres de la revolución.
--¿Llamó a Raúl Castro "el de la melena larga y cara dudosa?
--Lo dije en tres programas, nada más... Le voy a explicar. Ese adjetivo no fue
creado por mí, ni era exclusivo mío. Se usó en varias ocasiones.
Improvisa una interpretación retorcida, aduciendo que la expresión quiere decir
que "Raúl Castro es de cara agradable, joven, aunque se le considera de mano
dura..."
--¿Recuerda como motejaba a Fidel Castro de "lidercillo filocomunista" y de
"muerde y huye"?
--Era un adjetivo de propaganda para indicar la táctica de guerrillas. No es un
insulto... No soy responsable, el gobierno daba la información y me obligaba...
--¿También le obligaban a decir que el comandante Guevara estaba a sueldo
de Moscú?
--Era información que me daba el gobierno.
--Mis comparecencias en la televisión y mis escritos --se justifica Otto Meruelo-, tenían siempre marcada tendencia político-electoral, porque el gobierno se
oponía al hecho insurreccional y trataba de abrir caminos y soluciones de paz.
De ahí que saliera yo electo en las últimas elecciones, pues fui devoto siempre
de que la solución cubana se buscara por el camino de la paz.
--¡La paz de Ventura! --exclama alguien del público.
--¿Usted desconocía que los señores Ventura, Carratalá y comparsa
asesinaban?
--Me era totalmente desconocido, afirma Meruelo, en medio de fuertes rumores
del público.
--¡Qué explicación les daba a esos muertos que aparecían en todas las
ciudades de Cuba, empezando por La Habana?
--Estábamos en guerra y existían hechos manifiestos de terrorismo, combates y
muertes de parte y parte. Creo que esas actividades se realizaban solamente
por los grupos represivos y no había razón para que yo las conociera. No
daban noticias oficiales...
--¡Recuerda haber insultado a Pelayo Cuervo, llamándole cobarde por la
televisión?
--No lo hice cuando se produjo su muerte...
--¿Cree que Pelayo Cuervo murió, como usted dice, en una guerra?
--No he dicho eso.
Otro miembro del tribunal, Oscar Alvarado, interroga:
--Usted dijo que había muertos de parte y parte. Explique al tribunal cuántos
muertos tuvieron las fuerzas represivas en Humboldt 7, donde fueron
asesinados Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, José Machado y Carbó
Serviá.
--No lo recuerdo.
--¿Y cuántos miembros de la fuerza pública cayeron cuando el asesinato de
Pelayo Cuervo?
Confuso, abrumado, Meruelo cabecea, negándolo todo.
Según él, se ha visto obligado a presentar a Masferrer en su programa
televisado “para no perder el concepto que se tenía de él como hombre del
gobierno”.
Flotan en la memoria de los asistentes los diálogos serviles del acusado con el
director de Tiempo en Cuba, hoy prófugo, y el ensañamiento de ambos contra
las figuras más prestigiosas de la revolución.
Meruelo trata de defenderse diciendo que “los partes (de guerra) eran de puño
y letra de Batista” y hasta se declara engañado por Batista.
Nuiry le pregunta:
--¿Qué edad tiene usted?
--Treinta y nueve años.
--Tenía ya bastantes años para no dejarse engañar.
Toda la ambición del acusado es convencer al tribunal de que ha sido un mero
robot, sin voluntad, decisión ni entendimiento.
--¡Usted es responsable personalmente de lo que decía! Cuando elogiaba a
esos sicarios los estaba estimulando a continuar sus crímenes.
Se dispone por el tribunal que se ponga la última transmisión de Otto Meruelo
por televisión, el 31 de diciembre de 1958. Las mil personas que se apiñan en
el teatro de La Cabaña dividen sus sentimientos entre la risa y la indignación,
escuchando el último programa del acusado, en el cual felicita a Batista, a
Pedraza y a Pilar García, llama “vendepatria” a Fidel Castro y a los heroicos
rebeldes que ya asestaban en Las Villas los últimos golpes a la dictadura, y
anuncia la caída de Che Guevara, ufanándose de que “hay muertos que están
bien muertos”.
Meruelo insiste en que “nunca usó la televisión para levantar pasiones entre
hermanos ni para incitar el crimen”. Segundos después, se desploma en el
banquillo, sudoroso, agotado, abatido. No se le escapa que la prueba le ha sido
desfavorable.
Falta todavía la parte testifical.
La testigo Aida Pelayo, a nombre de las mujeres martianas, acusa
enérgicamente a Otto Meruelo “como responsable directo de las muertes de
Gerardo Abreu Fontán, Oscar Alvarado y otros muchos revolucionarios”.
--Este hombre diariamente levantaba la voz para ofender la dignidad de la
revolución, llamó “cuatreros” a nuestros gloriosos “barbudos” y “marihuaneros”
a los que empuñaron las armas por defender la libertad del pueblo.
Un testigo más importante aún es Arnaldo Escalona.
--En la oportunidad en que yo estaba escondido en la Asociación de Repórters,
debido a la persecución de Ventura, Otto Meruelo me dedicó una transmisión
completa. Fue un acto de delación, pues él sabía donde me ocultaba. Ventura
no tuvo tiempo de cogerme, pues pude salir de Cuba, escondido en la bodega
de un barco.
El profesor José Luis Galbe, de la Universidad de Oriente, refiere que Meruelo
produjo una denuncia contra los cuarenta catedráticos de dicho centro docente,
señalándolo como “una cueva de comunistas”, y que denunció al BRAC
falsamente que el declarante y Juan Chabas eran rojos, lo que produjo la
muerte al último, en virtud de padecer del corazón.
--Yo no tuve polémica alguna con ese señor. Lo que hizo fue delatarme. Es un
delator, no un polemista. Incitaba al crimen y ha hecho más daño que muchos
asesinos de los que tenía Batista a su lado... En aquella ocasión me presenté
yo mismo al BRAC, y el teniente Castaño me estuvo interrogando durante
cuatro horas. Al final me dijo: “Yo no lo hubiera citado, pero no me quedaba
más remedio, después de la denuncia formulada contra usted por Otto
Meruelo...”
Otto Meruelo fue condenado a 30 años de prisión, de los cuales cumplió 20.
Descargar