LA JUVENTUD DE MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI

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LA JUVENTUD DE MIGUEL LÓPEZ DE
LEGAZPI
Antonio Prada Santamaría
LA JUVENTUD DE MIGUEL LÓPEZ
DE LEGAZPI
Introducción
Segundo hijo varón de la familia más importante que había en Zumarraga en la
época de su nacimiento, Miguel López de Legazpi no alcanzó hasta su senectud ni la
importancia real ni la fama con la que se le considera en la actualidad, tras aceptar y
llevar a cabo la propuesta de dirigir y mandar la expedición que partió rumbo a las Islas
Filipinas en 1564.
Su niñez, adolescencia y juventud las pasó en su población natal, en medio de su
influyente y poderosa familia. Durante los años en que él estuvo en Zumarraga, ni sus
familiares más allegados ni ninguno de sus vecinos, ni siquiera él mismo, pudieron
sospechar que, décadas más tarde, al otro lado del mundo, se convertiría en pieza
esencial en la colonización del archipiélago filipino, desarrollándola e impulsándola de
tal modo que, aún siglos más tarde, conservan en aquellas tierras un buen recuerdo de su
paso por la puesta en marcha de una administración que trató del modo más humano
posible en aquella época a los nativos, procurando conjugar su obligación de ponerlos
bajo la Corona castellana con un más que acendrado cristianismo, el cual le impidió
actuar como lo hicieron décadas antes otros conquistadores castellanos en la América
Central y del Sur.
De nuevo en el Zumarraga que le vio nacer, lo inserto en un entorno familiar
privilegiado para la época. Su abuelo paterno tuvo una cierta importancia a nivel
provincial, dentro del bando de los oñacinos, el cual, junto con el de los gamboínos,
optaba al control socio-político y económico del espacio vasco de la época. De ese
abuelo le llegó a Miguel y a sus hermanos la todavía por entonces imponente casa fuerte
donde residió hasta su alejamiento rumbo a Méjico.
Del padre de Miguel, puedo señalar que regresó a Zumarraga una vez cumplida
su etapa de soldado a las órdenes del Gran Capitán en Italia; llegó a ser Señor de la Casa
Jauregui Haundia1, e intervino como capitán de tropas guipuzcoanas durante el ataque
de las tropas francesas a tierras guipuzcoanas y navarras, para reponer a los monarcas
1
En lengua vasca significa Palacio Grande.
navarros de procedencia francesa que habían sido derrotados por las huestes castellanas
al mando del duque de Alba en el año 1512. Una vez en su tierra natal, desarrolló el
oficio de escribano de la Alcaldía Mayor de Arería, una de las tres que permanecían en
Gipuzkoa en aquella época, junto con las de Sayaz y Aiztondo, demostrando que llegó a
tener notable influencia en ella, pues fue nombrado Alcalde Mayor de la misma
Alcaldía2.
De su hermano mayor, fue Alcalde Mayor o Principal de Arería en la legislatura
1525-1526, además de ser la persona a la que correspondió ser dueño y propietario de la
casa común y natal de todos los hermanos a la muerte del padre, en 1527, en virtud de la
ancestral costumbre del mayorazgo.
Sin duda, esa fue la razón por la que Miguel, al poco tiempo de lograr una
escribanía3, abandonó su población natal, dirigiéndose a las recién descubiertas tierras
de Nueva España, afincándose por fin de una forma estable en la ciudad de Méjico,
donde llegó a poseer una excelente posición social, llegando a ser Escribano Mayor del
cabildo, e incluso Alcalde ordinario de la ciudad.
Contaba más de sesenta años de edad cuando aceptó el encargo de desplazarse a
colonizar las Islas Filipinas, acompañado de Andrés de Urdaneta, quien volvió a
Méjico, estableciendo así las coordenadas precisas para realizar el tornaviaje Filipinas –
Nueva España. Una vez en aquellas islas, Legazpi las introdujo en la Corona de Castilla
por medio de la negociación y de los acuerdos pacíficos básicamente, refundando
Manila en 1571. En nuestros días, y dada la imborrable imagen que ha quedado de él
aún entre sus habitantes, los gobernantes de dos ciudades filipinas, Legazpi y
Tagbilaran, capitales de las islas de Albay y Bohol, respectivamente, se dirigieron a
Zumarraga con la intención de realizar pactos de hermanamiento, felizmente concluidos
en 1975 y 1991, respectivamente.
Hoy en día la República de las Islas Filipinas es la única nación asiática que es
mayoritariamente católica, siendo también uno de los países más occidentalizados de
ese continente, lo cual, en buena medida, se debe a la colonización efectuada por
2
En GUERRA, Juan Carlos de, Ensayo de un padrón histórico de Guipúzcoa según el orden de sus
familias pobladoras, San Sebastián, Casa Baroja, 1929, pág. 343.
3
El historiador zumarragarra Nicolás de Soraluce, y a partir de él otros varios, llegan a señalar, aunque
sin ninguna prueba directa o indirecta, que realizó estudios de jurisprudencia. Dada la ausencia total de
fuentes directas sobre el particular, no puedo corroborar ni desmentir ese dato. En NICOLÁS SORALUCE
Y ZUBIZARRETA, en su Historia General de Guipúzcoa, tomo I, Vitoria, Viuda de Egaña e hijos, año
1870, pág. 395; IGNACIO DE BELAUSTEGUI E ITURBE, en la inédita Noticia histórica de la villa de
Zumarraga, pág. 66; y JOSÉ SANZ Y DIAZ, en Lopez de Legazpi (Primer Adelantado y Conquistador de
Filipinas), Madrid, ed. Gran Capitán, 1950, pág. 21,.
Legazpi, así como a la posterior administración que realizó España en aquellas tierras
hasta 1898.
A lo largo de las líneas y páginas siguientes trataré de desentrañar, en la medida
de lo posible, el periodo más desconocido de la vida de Miguel López de Legazpi, desde
su niñez hasta su juventud, que prolongaré hasta 1528, cuando se encontraba ya en
Nueva España. Hasta esa fecha, y dada la ausencia clamorosa de datos históricos,
intentaré dar una visión novedosa sobre la fecha en que pudo nacer nuestro protagonista,
bosquejando cómo era la familia en que nació y vivió, su casa natal (hoy, y desde el año
1945, Monumento Histórico-Artístico Nacional), y la población donde transcurrieron
sus primeros años.
El año de su nacimiento
La carencia de fuentes directas que nos aproximen a la fecha exacta en que pudo
nacer Miguel López de Legazpi, tales como las partidas de nacimiento, vigentes para la
totalidad de las provincias de la monarquía española a partir de la puesta en marcha de
la Ley de 17 de julio de 1870, del Registro Civil, o las anteriores partidas de bautismo,
de obligatoria custodia y conservación en el interior de la institución eclesiástica
solamente a partir del Concilio de Trento4, además de la ausencia de otro tipo de
4
No fue necesario que en el concilio tridentino se hiciese una alusión directa o explícita al deber u
obligación que tenían los párrocos de asentar por escrito y en un libro los bautismos realizados en cada
parroquia de la cristiandad, pues eso era algo que ya se hacía así por un número significativo de
parroquias. Lo que sí era evidente para los allí reunidos fue la necesidad de ordenar el que, simplemente,
se preocupasen los párrocos o los encargados temporalmente de ese oficio de cuidar y conservar los
documentos que ya poseían desde fechas anteriores, por lo que en el pensamiento de los reunidos en
Trento debió de estar la preocupación de esa expresa conservación de los libros de bautizados. A ello vino
a coadyuvar el que, para los reinos hispánicos y lugares bajo ellos dependientes, Felipe II otorgase la real
cédula del 12 de julio de 1564, por la cual se adoptaban por firmes las disposiciones logradas en el
concilio. En relación a los registros parroquiales, más allá va Rosa María Pascual Martín, quien llega a
asentar que, por medio de esa Real Cédula “se imponía la obligatoriedad de los libros de bautismos y
matrimonios, dictándose normas precisas para su elaboración y conservación”, si bien admite que los
libros de bautismos "suelen ser los primeros que aparecen en el tiempo; algunos datan de finales del siglo
XV, siendo frecuentes a partir de las primeras del siglo XVI." La aportación de Pascual Martín en
ARTOLA GALLEGO, Miguel (dir.), Diccionario Temático de la Enciclopedia de Historia de España,
Madrid, Alianza Editorial, 1995, pág. 1033, concretamente en la voz “Registro Parroquial”.
Por lo que respecta a una alusión expresa a esos libros en el tridentino, hay una mención indirecta a ellos
cuando se señala en la Sesión XXIV, celebrada el 11 de noviembre de 1563 bajo el magisterio de Pío IV, y
más concretamente en el Decreto sobre la reforma del matrimonio, capítulo II, que han de quedar
reflejadas las personas que adquieran el parentesco espiritual con el bautizado, habiendo adquirido el
párroco previamente al acto en sí del bautismo los informes pertinentes de las personas que han de
responsabilizarse del bautizando, pudiendo ellos solamente tenerle en la pila bautismal, escribiendo sus
nombres por escrito en el libro, y haciéndoles ver el parentesco contraído, para que en el futuro no
pudiesen alegar ninguna clase de ignorancia.
Contrasta esta alusión directa a la existencia de libros donde anotar las partidas de bautismo con la más
explícita llamada del concilio en el capítulo I de las más arriba citadas sesión y decreto a que existiese un
libro donde anotar los matrimonios celebrados, señalando con detalle en él los nombres de los
fuentes, como pudieran ser documentos oficiales o personales donde él mismo o una
persona muy cercana a él confesara por escrito la fecha de su nacimiento, tiende un gran
velo sobre el día, e incluso año, de su venida al mundo.
Así pues, nos hallamos ante una insoslayable dificultad, mitigable solamente con
fuentes indirectas, las cuales, recogidas por varios autores, han abierto un amplio campo
de posibilidades sobre el año en que nació. Así, y entre otros, José de Arteche5, José
contrayentes y de los testigos, el día y el lugar en que se contrajo el matrimonio, e imponiendo con
severidad al párroco la guardia y custodia de dicho libro.
De todas formas, y en relación con nuestro obispado, las primeras referencias oficiales que informan
sobre la necesidad de que haya libros de registro de bautismos las encuentro en las constituciones
sinodales del Obispo Pedro de la Fuente, conseguidas y publicadas en 1583, a las que les siguen las
constituciones publicadas en 1590.
En las constituciones sinodales de 1583 se refleja el dato proveniente del año 1531 y del cardenal
Cessarino, quien fue Obispo de Pamplona de 1520 a 1537-1538, en el que se ordena que los rectores y
vicarios tengan libro de bautizados, aunque, curiosamente, la razón que impulsa a Cessarino a dar esa
orden, no tiene que ver con el propio sacramento del bautismo, sino con el del matrimonio, pues
asienta:“Desseando apartar toda materia de pleitos y contiendas mayormente en los casos matrimoniales,
y sobre probar la hedad, y porque somos informados que por no haber memoria ni libros de bapticados, ni
estar hechos en forma se siguen muchos ylicitos ayuntamientos y se impiden otros licitos por malos
testigos, por ende estatuimos y mandamos que de aquí en adelante todos los rectores y todos los vicarios
de todo nuestro obispado tengan en sus iglesias un libro de tres manos de papel, el cual compre el
mayordomo a costa de la iglesia, en el cual asienten los que baptican, como se llaman ellos y sus padres y
los padrinos, y el que los bautiza, poniendo por letras dia, mes y año, y si es legitimo o no, y si es de
padres incognitos, y se asiente el nombre del padrino o madrina que lo tuvo a la pila, y este asiento firme
el rector o vicario, y el padrino u otros testigos si supiesen firmar, y este libro este en la iglesia a muy
buen recaudo…”(sic). En Libro original de las Constituciones Sinodales del Obispado de Pamplona,
Libro 3º, De Bautismo, en tiempos del Obispo Pedro de la Fuente, celebrado en la ciudad de Pamplona en
1583, y conservado en la biblioteca auxiliar interior del Archivo Diocesano de Pamplona.
Sea como fuere, el hecho es que en muchas de las parroquias guipuzcoanas, entre la que se incluye la
zumarragarra de Santa María, posteriormente de la Asunción de Santa María, se conservan los bautismos
en libro anteriormente a cualquiera de las fechas señaladas; en concreto, el primer libro de bautizados de
Zumarraga abarca las fechas extremas de 1521 a 1569, y está obrante en el Archivo Histórico Diocesano
de San Sebastián bajo la signatura 3321/001-01, y en el microfilm M190-14. Se anota en este momento
que la primera parroquia guipuzcoana de la que se conservan formalmente los libros de bautismos es la de
Nuestra Señora de la Piedad, de Antzuola, abarcando el primero de sus libros las fechas de 1498 a 1551,
encontrándose en ese mismo archivo bajo la signatura 1247/001-01, al igual que en el microfilm 347-01.
En un intento de buscar en los diferentes reinos hispánicos algún vestigio que muestre que de forma
anterior al tridentino había obligación de llevar en un registro específico los bautismos efectuados en la
respectiva feligresía, puedo señalar que, según la obra publicada por Lídia ARMENGOL VILA, La
parroquia
d´Ordino
al
segle
XIX:
Estudi
demogràfic
històric,
Institut d’Estudis Andorrans, Centre de Perpinyà, Collecció Quaderns d’Història, 2, 1997, el registro de
nacimientos se desarrolló en Europa Occidental desde finales de la Edad Media, consiguiendo un carácter
religioso que perduraría durante varios siglos, llegando a ser objeto de normalización en varios sínodos:
Avignon (1509), Sevilla (1512), Veszprem-Hungria (1515), llegándose al año 1614 cuando el papa Pablo
V impuso el ritual romano, obligando a efectuar registros específicos de los bautismos, confirmaciones,
matrimonios y defunciones. Por mi parte, he de acreditar que, sin embargo a todo lo anterior, a pesar de
las recomendaciones que se citan más arriba, en 1749 Fernando VI hubo de otorgar una real orden sobre
la custodia de los libros sacramentales, con lo que estoy en disposición de afirmar que anteriormente a
dicho monarca, y en el ámbito de todas las parroquias de los reinos hispánicos, no se tendrían muy en
cuenta las especificaciones ofrecidas por todo el conjunto de normas que al respecto habían dispuesto
tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles.
5
ARTECHE, JOSÉ, Legazpi. Historia de la conquista de Filipinas, San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana
de Ediciones y Publicaciones, S.A., 1972.
Sanz y Diaz6, Leandro Tormo7, Manuel Lucena8, Antonio Prada9, o Ángel Cruz Jaca10
han especulado sobre el particular, abriendo un amplio abanico de posibilidades que nos
ofrecen una horquilla que va desde 1500 hasta 1511.
Sin duda, las aportaciones más interesantes sobre este punto en el estado actual
de nuestros conocimientos, y sin dejar de lado las muy interesantes conclusiones del
profesor Tormo para otros extremos, aunque poco afortunado a la hora de señalar el
posible año de nacimiento del Adelantado de Filipinas11, siguen siendo la novísima de
Manuel Lucena y la más veterana del autor de estas líneas, por cuanto son las únicas
que, además de parecer conocer la fundamental aportación de Sebastián Insausti en el
artículo “Miguel López de Legazpi, escribano de Arería”12, contrastada fehacientemente
por quien esto escribe con la documentación original13, nos sitúa en el encargo realizado
por el rey Carlos I de Castilla al Consejo de la Cámara en la fecha del 12 de abril de
1527 para que examinase de escribano numeral14 a Miguel López de Legazpi, vista la
6
SANZ Y DÍAZ, JOSÉ, López de Legazpi...
TORMO SANZ, LEANDRO, “Cuando nació Legazpi”, en Revista de Indias, vol. XXXI , nº 123-124,
Madrid, Ins. G. Fernández de Oviedo, CSIC, 1971, págs. 351-375.
8
LUCENA SALMORAL, Manuel, “La conquista del Pacífico. Legazpi”, en La Aventura de la Historia,
nº 57, Año 5, de julio de 2003, págs. 60-65.
9
PRADA SANTAMARÍA, ANTONIO, “Miguel López de Legazpi”, en Revista de Información Histórica
del Ayuntamiento de Zumarraga, nº 1, Zumarraga, Ayuntamiento de Zumarraga, 1997.
10
JACA LEGORBURU, ÁNGEL CRUZ, El solar de los Legazpi, San Sebastián, Diputación Foral de
Gipuzkoa, 1992.
11
Conociendo el dato ofrecido por el virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, del 9 de febrero de
1561, cuando informó a Felipe II que Legazpi era “de edad de cincuenta años y más de veintinueve que
está en Nueva España”, no desconoce Tormo que había ya en su época cierta bibliografía que señalaba
que Legazpi debía de tener en el momento de la partida de la flota, en 1564, cincuenta y nueve años,
aunque dicha bibliografía es considerada como errónea por dicho autor. Pues bien, para intentar
demostrar que Legazpi debió nacer en 1510-11, y basándose principalmente en hipótesis sobre los
posibles años de nacimiento y casamientos de hijos y nietos de Legazpi, Tormo hace casarse a Teresa, la
primera de las hijas de Legazpi, a los siete años, teniendo a su vez hijos antes de los catorce años,
operación que intenta realizar con el nieto así nacido, y todo ello para poder demostrar que el viaje de
tornavuelta fue dirigido por Urdaneta y comandado por Felipe de Salcedo, uno de los nietos de Legazpi, a
la edad de dieciocho años, lo cual, en opinión del autor de estas líneas, es altamente improbable.
Esta información ofrecida por Tormo, en su ya citado artículo, fundamentalmente en las págs. 358-375.
12
En Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, Año XXX, Cuadernos 1 y 2, San
Sebastián, ed. Por la R.S.B.A.P., pág. 257. Finalmente el autor de estas líneas ha decidido poner la forma
verbal “parecer conocer”, pues el profesor Lucena no demuestra suficientemente ese conocimiento,
además de cometer algún error en su artículo, como por ejemplo el denominar al padre de Miguel como
“Juan López de Legazpi”, cuando es sabido por el conjunto de la historiografía que su nombre era Juan
Martínez de Legazpi.
13
En Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, Cédulas, nº 75, folio 438 vuelto – 439. La
signatura del documento en cuestión ha sido lograda del propio artículo de Insausti.
14
Los escribanos numerales son a los que hoy llamaríamos escribanos titulares, en cuanto afectos
exclusivamente a una demarcación. Al contrario, los escribanos reales eran nombrados directamente por
el rey, y no tenían porque tener una demarcación expresa donde ejercer su oficio. Extraído de
AROCENA, Fausto, “Las escribanías de Guipúzcoa”, en Los protocolos guipuzcoanos: reseña e índices,
San sebastián, Diputación de Guipúzcoa, 1947, pág. XI.
7
vacante producida en la escribanía numeral15 de esta población de Zumarraga y de la
Alcaldía Mayor16 de Arería por muerte de quien fuera su anterior ocupante y padre de
Miguel, Juan Martínez de Legazpi, y ello, en cualquier caso, después de que fuese el
órgano colegiado municipal correspondiente (el hoy Ayuntamiento) quien decidiese
cubrir la plaza vacante con el candidato por él presentado17. Todo ello me hace señalar,
con grandes visos de verosimilitud, que nuestro personaje no pudo nacer, en el más
tardío de los casos, después del 12 de abril de 1502, pudiendo ser posible que naciese
años antes.
La razón de tal afirmación la obtengo del mencionado encargo real, ya que el
escribano, en el ejercicio de su puesto y cargo, podía verse en la obligación de aportar
información suficiente a la autoridad judicial que tuviese que definir y dilucidar sobre
bienes o posesiones, o resolver litigios sobre ellos, denotaba que era un claro oficio que
podía conllevar, aunque fuese de forma indirecta, carga de justicia18, puesto que una
posible disputa sobre ese bien litigioso, además de dar fe, implicaba, por ejemplo, la
correcta y veraz redacción de escrituras notariales, de documentos oficiales
administrativos, de propiedad, de tomas de posesión de diversos oficios, ya fuesen
laicos, ya eclesiásticos, etc., etc.
15
Para la provincia de Gipuzkoa y sus escribanías numerales era aplicable la legislación que emanaba del
real Privilegio de la Reina doña Juana, expedido en Valladolid el 13 de agosto de 1513, por el que dejaba
vía libre para que cada una de las villas y lugares de la provincia nombrasen “una buena persona habil y
suficiente natural de la dicha villa o lugar”. A partir del día de la elección, esa persona tendría que enviar
a la Corte en el plazo de veinte días, si esta estuviere a este lado de los puertos, y si estuviese más allá de
ellos, en el plazo de cuarenta días, la elección en ella realizada, para así poder obtener carta de
confirmación. Si no lo hacía así, quedaba invalidado el nombramiento hecho por la villa o el lugar,
pasando el derecho de nombramiento a la Corte. La razón de ese privilegio estriba en el agradecimiento
por la defensa que realizaban los naturales de la provincia cuando Francia atacaba el país. Lo
entrecomillado en AROCENA, Fausto, “Las escribanías de Guipúzcoa”, en Los protocolos
guipuzcoanos..., pág. X; también, Titulo XIV, ley 1ª de las leyes y ordenanzas guipuzcoanas, en
INSAUSTI, Sebastián de (edit), RECOPILACIÓN DE LEYES Y ORDENANZAS DE LA M.N. Y M.L.
PROVINCIA DE GUIPÚZCOA por el lic. Cristóbal López de Zandategui y Luis Cruzat (1583), San
Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1983, págs. 87-88.
16
Las Alcaldías Mayores guipuzcoanas eran verdaderas instituciones supramunicipales que formaban
parte de la tierra llana, la cual estaba sometida directamente a los antiguos usos y derechos, anteriores
formalmente al reino de Castilla, y que estaban protegidas por el amparo que podían ofrecerle los nobles
locales, y ello a pesar de estar insertas nominalmente bajo el sistema de realengo rural. Por ello, las
poblaciones insertas en una Alcaldía Mayor estaban subordinadas a una jurisdicción común ejercida por
un caballero vitaliciamente, con el título de Alcalde Mayor por concesión del Rey. A partir de la Edad
Media hubo tres Alcaldías Mayores en la provincia: Sayaz, Aiztondo y Arería, tal y como ha sido
señalado más arriba.
17
En cualquier caso, debía preceder al examen de suficiencia la presentación ante el Consejo real del
título de posesión de numería expedido por el municipio.
18
En la práctica, y aunque no era el juez que pudiese resolver esos posibles pleitos, era la única persona
que podía influir decisivamente en esa autoridad judicial, ya fuese esta el Alcalde, o, pongo también por
ejemplo, el Corregidor, lo cual indica la importancia real del oficio de escribano, y las cautelas tenidas
para su más correcto nombramiento.
Para gozar de ese empleo era ineludible el que, además de poseer la hidalguía y
la renta de quinientos ducados19, al menos oficialmente se tuviesen cumplidos los
veinticinco años de edad en el momento de examinarse20, lo que nos lleva a pensar que
con toda seguridad Legazpi ya contara con esa edad en esa fecha, no pudiendo saber, a
ciencia cierta en qué fecha nació21.
A poder afinar más aun si cabe la posible fecha de nacimiento ayuda el dato
ofrecido por la ordenanza municipal de elecciones de Zumarraga aprobada el 29 de
septiembre de 1526, en la cual aparece Legazpi como miembro integrante de la
asamblea plenaria sobre esa importante cuestión, lo cual,
posiblemente, le hace
equiparable a la posterior figura del concejante, apareciendo también como uno de los
tres testigos de calidad al final del propio documento22.
En el intento de hacer un análisis exhaustivo de dicho documento en relación al
tema que nos ocupa, compruebo cómo precisamente en ese día del año, festividad de
San Miguel, acostumbraban a cambiar las corporaciones municipales en Zumarraga y en
muchas poblaciones guipuzcoanas (y ello al menos en los cargos de Alcalde y Jurado,
presentes junto con el Fiel en las corporaciones de la época), cesando la anterior
19
En AROCENA, Fausto, “Las escribanías de Guipúzcoa”, en Los protocolos guipuzcoanos..., pág. XII.
Tal y como se recoge en el tomo III, Título XV, Ley II de la Novísima Recopilación, mandada hacer
por Carlos IV, recogiendo toda la legislación de los reinos de los que era monarca desde principios del
siglo XIV, no debía ser admitido, ni podía ser escribano del número, ni del concejo, ni de los reinos, el
que no tuviere veinticinco años cumplidos, encomendándose a los miembros del Consejo de la Cámara de
Castilla que fuesen especialmente celosos en ese punto. De todas formas, el hecho de que esto se asentase
por escrito a lo largo de los años en varias ocasiones podía significar, y no tiene ninguna duda de ello
quien esto escribe, que era posible que se proveyesen escribanías en personas de menos de los veinticinco
años.
21
Pudo ser complicado para Miguel López de Legazpi demostrar fehacientemente y por documento
admisible por el Consejo de la Cámara de Castilla su edad, siempre que su aspecto físico no delatase de
forma evidente lo contrario. De todas formas, y a falta de partidas sacramentales, una posible línea de
investigación, una vez comprobada esa ausencia de documentos escritos oficiales, puede estar en la
siguiente hipótesis antropológica, contrastada convenientemente con profesores universitarios de esa rama
del conocimiento: una vez fallecido el padre de familia y jefe del linaje, el hijo mayor del fallecido y
hermano de Miguel, Pero López de Legazpi, pasó a ostentar la jefatura del linaje, recayendo también en
él la necesidad de ayudar a sus restantes hermanos varones. Siendo Miguel su inmediato hermano,
posiblemente en Pero López de Legazpi recaería la necesidad de proveerle un medio de vida digno al
segundón, ya que, comprobada la existencia del mayorazgo, sólo el hijo mayor debía permanecer en la
posesión de la casa y de las tierras. Así, es posible que Pero hiciese las gestiones oportunas para presentar
a Miguel en la escribanía vacante en Zumarraga tras la muerte del padre común, pudiendo garantizar con
la debida certificación al tribunal, en cualquier caso, la suficiencia en todos los aspectos y condiciones
exigibles al candidato para que éste pudiera hacer el examen.
22
Actualmente usamos la palabra concejal para referirnos al entonces concejante.
Esa ordenanza es el mejor ejemplo que muestra en nuestra población el régimen del concejo cerrado, si
bien, y para la aprobación de esa ordenanzas de elecciones se reunió en Zumarraga lo que Lourdes
SORIA ha dado bien en llamar la asamblea plenaria, algo que denota, junto al hecho de que no aparezcan
todavía formalmente regidores, que todavía no se había dado el paso en Zumarraga para la constitución
del regimiento. Para una mejor visión de conjunto de todo este proceso en el ámbito provincial
guipuzcoano, ver SORIA SESÉ, María Lourdes, Derecho Municipal Guipuzcoano, Oñate, IVAP, 1992,
págs. 141-145.
20
corporación y eligiéndose la nueva, que había de gobernar el concejo hasta igual fecha
del año siguiente. Pues bien, además de aparecer nuestro protagonista como uno de los
que aprobaban dicha ordenanza, figuraba también en dicho documento Pero López de
Legazpi, hermano mayor de Miguel, y persona importante en la población, pues aparece
con el cargo de Alcalde Principal de Areria.
Para poder asistir con voz y voto, y al menos como miembro en esa asamblea
plenaria de Zumarraga23, y al igual que para cualquier otra población guipuzcoana, se
requería cumplir ciertas condiciones, entre las que estaban ser vecino, hidalgo,
contribuyente y radicado en la población o en la tierra guipuzcoana, y además, la
mayoría de edad legal, citada entonces en veinticinco años, siempre que el cargo a
desempeñar incluyese capacidad jurisdiccional, reduciéndose en caso contrario a los
veinte años la edad mínima a poseer cuando se iba a desempeñar un cargo con
funciones sólo gubernativas24; incluso había la posibilidad de poseer menos de veinte
años de edad cuando se asistía a las asambleas plenarias en calidad de simple
contribuyente que representaba a una determinada familia en los temas importantes al
municipio.
Pero el hecho de que Legazpi no ostentase cargo de justicia, ni siquiera
funciones gubernativas simples, no quiere decir que no tuviese veinticinco años o más
de edad ese 29 de septiembre de 1526, pues recuérdese que sí que debía de demostrar
tener cumplida esa edad algunos meses después, en abril de 1527, como más arriba he
23
A la cual, además y lógicamente, podían asistir con un mayor poder de decisión o, al menos de
influencia, los posteriormente denominados oficios superiores, que en la cercana villa de Azpeitia
correspondían a las figuras del Alcalde y del Fiel; también lo podían hacer los detentadores ese año de los
oficios inferiores, como el Jurado. De la misma forma, podían acudir los contribuyentes simples, sin
posibilidad de detentar oficio público, como los anteriores (componían, sin embargo, la mayoría de los
asistentes a esas asambleas plenarias, y en clase de tal aparece Miguel López de Legazpi).
La mayor o menor contribución para poder ocupar cada uno de los cargos públicos aludidos, ya sean
superiores o inferiores, o incluso los simples contribuyentes que no tienen mayor poder de decisión, sino
simplemente voz y voto, viene dada por la suma del valor de los respectivos bienes raíces, fijándose la
capacitación en función de los miles de maravedíes por los que la fortuna obliga a contribuir, exigiéndose
para cada cometido y cargo político una carga fiscal mínima correspondiente al valor, estimado en
millares de maravedíes, de una determinada fortuna. En SORIA SESÉ, María Lourdes, Derecho
municipal..., pág. 388.
La generalización en los siglos posteriores de este tipo de base tributaria condicionó igualmente hasta el
mismo vocabulario, designándose como millares la capacidad de contribución mínima que debía poseer
cada individuo para poder gozar de los oficios municipales. Sería precisamente la demostración implícita
o explícita de la posesión de esos millares la que permitía actuar en el teatro político municipal a los
individuos; además, y siempre figuradamente, esos millares actuarían como futura fianza que pondría a
disposición del municipio el cargo público en el juicio de residencia postrer a su mandato, y con los
cuales debería responder ante una posible gestión municipal negativa. De esa palabra deriva también la de
millaristas, con la cual se designa a las personas que desde entonces y hasta el final del Antiguo Régimen,
con el comienzo del régimen liberal, coparon los oficios municipales en estas villas.
24
SORIA SESÉ, María Lourdes, Derecho Municipal..., págs. 391-392.
señalado. En cualquier caso, sí que es interesante señalar que las corporaciones
municipales eran renovadas cada año, y que el 29 de septiembre de 1526 habían de
comparecer en el Ayuntamiento dos corporaciones, la saliente y la entrante, pudiendo
estar presente Legazpi en una o en las dos corporaciones, dado cuenta de la costumbre
de la tierra y de la época, que consistía en elegir para los cargos y para los regidores en
general de entre las mismas personas, alternando simplemente los cargos entre una
docena o docena y media de personas. En este sentido, lo que puedo demostrar es que
Legazpi, ese 29 de septiembre de 1526 actuó en la asamblea plenaria convocada por la
corporación que comenzó sus trabajos el mismo día del año 1525, siendo el día en que
se aprobó esa ordenanza de elecciones el último de esa corporación municipal, puesto
que su hermano Pero López de Legazpi aparece en el acta que se confeccionó ese día
como Alcalde principal de Arería por Zumarraga, y a esta población le correspondía
nombrar a ese Alcalde principal el 29 de septiembre de 1525, no en 152625. A asentar
este dato incontrovertible viene a ayudar la lógica del funcionamiento ordinario
municipal, pues, comoquiera que la elaboración y posterior aprobación de una
ordenanza municipal debía de formar un expediente de cierta complejidad, con la
consiguiente duración en el tiempo, su aprobación no podría llevarse a cabo en la
primera sesión de una corporación, y como quiera que se efectuó un 29 de septiembre,
eso sólo nos puede indicar que se llevó a cabo el último día del año municipal 15251526.
También es interesante señalar que el hecho de estar en la misma corporación
dos hermanos de la misma familia (en el caso presente siendo Pero López de Legazpi
Alcalde Mayor de Arería, y Miguel miembro de la asamblea plenaria exclusivamente
zumarragarra), gozando ambos de la misma residencia familiar, y no teniendo millares o
bienes raíces separados totalmente era totalmente inviable en la época26, por lo que
deduzco que, al hallarse ambos hermanos dentro de la misma corporación, se está
denotando indirectamente que Miguel debía de tener, al menos, la suficiente solvencia
económica como para ser contribuyente27, o al menos la tuviese adjudicada en una
25
En Archivo Municipal de Zumarraga, Sección B, Negociado 1, Libro 1, Expediente 11.
Y eso era así tanto en Gipuzkoa como en Bizkaia. En las dos provincias aparece estipulado esa
condición de forma clara. Para el caso de Bizkaia, ver, por ejemplo, ZABALA MONTOYA, Mikel,
“Erregimendu eta Udalbatzak Goi Aro Berriko Bizkaian: adiskidetasun eta aurkakotasunetarako
topagune”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, LIX, nº 1, 2003, págs. 135162, y lo referenciado en págs. 142-143.
27
Pongo en este momento esta afirmación en relación con el dato ya señalado anteriormente de que al
menos tenía que tener una renta de quinientos ducados, la cual era exigible para poder presentar su
candidatura a la escribanía vacante en abril de 1527.
26
hipotética, por ejemplo, capitulación matrimonial efectuada entre el padre de ambos
hermanos, Juan Martínez de Legazpi, y el hijo que había de heredar la casa y sus tierras,
y para poder efectuar actuaciones derivadas de esa tenencia de bienes, estando presente,
por ejemplo, en la asamblea plenaria del 29 de septiembre de 1526, lógicamente podría
hacerlo teniendo un número suficiente de años.
Su familia
Descendiente de la familia más importante de la población, hay autores que
ascienden por su linaje hasta el año 1320, en concreto hasta Bernat de Ibáñez de
Legazpia, aunque esta información no está lo suficientemente contrastada ni probada
con la documentación que sería menester, pues hasta 1383 no hay ningún documento
que aluda a nombres de personas que habitaban o habían habitado anteriormente en la
por entonces colación de Zumarraga28, y ello tras aparecer en 1366 por primera vez en
28
Guiados de la mano de Juan Carlos de Guerra, quien hace derivar a la familia de los Legazpi de los
gamboínos Balda, varios investigadores han concluido que Bernat Ibáñez de Legazpia “vivió por los años
de 1320”, y sus descendientes pudieron haber usado indistintamente los apellidos Legazpi y Zumarraga,
siendo algunos de ellos Lope Bernárdez de Zumarraga, vecino de Tolosa en 1346; García López de
Zumarraga, que fue Alcalde Mayor de Arería en 1384, y que entró por escritura de 4 de febrero de ese
año en la vecindad de Segura, obligándose a contribuir en ella por los bienes que poseía tanto en Lazkao
como en Zumarraga; Juan García de Zumarraga, quien firmó, como testigo de calidad, la escritura de
unión de los habitantes de la colación de Zumarraga a Villarreal de Urrechua, en la que no entraron los de
Legazpi-Jauregui; o Juan López y Martín López de Legazpia, supuestos vecinos de Zumarraga en 1464.
Toda esta información, en GUERRA, Juan Carlos de, Ensayo de un Padrón Histórico de Guipúzcoa
según el orden de sus familias pobladoras, San Sebastián, Casa Baroja, 1929, pág. 341.
Pues bien, si hasta aquí el propio Juan Carlos de Guerra ofrece estas noticias, aunque sin probarlas de
forma suficiente, tampoco prueban esas noticias, al menos de una forma clara, otros que también se
refieren a ellas, como por ejemplo José SANZ Y DIAZ, cuando, refiriéndose a Bernat Ibáñez de
Legazpia, llega a decir de él “que vivió por el año 1320, de lo cual existe constancia escrita”. De la
misma forma, SANZ Y DIAZ se refiere a los sucesores de Bernat Ibáñez, no probando de ningún modo lo
que llega a asentar sobre ellos. En la ya citada anteriormente López de Legazpi (Primer Adelantado y
Conquistador de Filipinas), págs. 13 y 14. Parecido dato es el de los vecinos de Zumarraga en 1464 Juan
López y María Martín López de Legazpia, y que es ofrecido por AYCART ORBEGOZO, José María,
“Miguel López de Legazpi, Hombre de Leyes y Conquistador Magnánimo” en Gran Enciclopedia de
España y América, serie Los Vascos y América, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, pág. 324. Como en el caso
de lo señalado para lo escrito por Juan Carlos Guerra, creo que tampoco en el caso de Aycart está probada
suficientemente la línea de parentesco con nuestro principal protagonista.
De otro estilo son los datos que se ofrecen a partir de 1470, pues como admite el mismo GUERRA, están
probados “por instrumentos auténticos”, coincidiendo esa mayor seguridad con la aparición en la historia
del propio abuelo de Miguel, Pero López de Legazpi, quien tuvo por hijos a Juan Martínez de Legazpi, a
Marina, y a Catalina, siendo el primero de ellos el padre de nuestro protagonista.
Juan Martínez de Legazpi, del que informa Guerra que fue escribano del Rey y Alcalde Mayor de Arería
en 1525, tuvo por hijos a Pero López de Legazpi, su sucesor, a nuestro Miguel, a Juan, quien fue
sacerdote en Zumarraga hasta la fecha de su muerte, en 1573, a Catalina y a Periza.
Del hermano mayor de Miguel, Pero López de Legazpi, destaco que fue Alcalde Ordinario de Zumarraga,
tal y como he señalado más arriba, al aprobarse las primeras ordenanzas conocidas de Zumarraga, el 29
de septiembre de 1526. Guerra le hace ser también escribano de Arería en 1527. A su vez, y como dato
interesante para conocer la posterior evolución de la casa solar de los Legazpi, se casó con Ana de Gauna,
no teniendo hijos varones ese matrimonio, por lo que heredó dicha casa su hija, Francisca de Legazpi,
quien se casó con Amador de Arriaran en 1535, siendo desde esa fecha ambos Señores de LegazpiJauregui.
la historia el nombre de Zumarraga, con motivo de la donación, por parte del
pretendiente Enrique de Trastamara, futuro Enrique II, del monasterio de Zumarraga a
Francisco López de Lazcano, Señor de Lazcano, en plena guerra civil por el control del
trono de Castilla29.
Sea como fuere, el hecho es que el familiar con el que más nos podemos
retrotraer en el tiempo de una forma segura es Pero López de Legazpi, abuelo de nuestro
protagonista, y de quien puedo señalar que era Señor del palacio de Legazpi en 1470,
estando casado con Jordana de Aguirre, hija de los Señores del Palacio de Aguirre, en
Gabiria.
Tuvo este personaje cierta importancia en el bando de los oñacinos, pues fue uno
de los desterrados por Enrique IV a tierras de frontera con los musulmanes por la
sentencia de 21 de abril de 1457, de donde volvió a los pocos años con el perdón real
tras jurar, con los demás personajes nobles desterrados, que no iría contra la hermandad
de las villas guipuzcoanas. También regresó con nuevas ideas sobre arquitectura, que
puso en práctica en su casa-torre, la que encontró desmochada por orden del mismo
rey30. Fue también uno de los escribanos de la Alcaldía Mayor de Arería31.
Su hijo, y padre de nuestro Miguel, Juan Martínez de Legazpi, alcanzó fama en
Italia como oficial con mando de milicias vascas a las órdenes del Gran Capitán,
Gonzalo Fernández de Córdoba, a quien se hace decir por Zurita «que mucho más
Por mi parte, y tal y como he señalado en el texto principal, pienso que es al menos aventurado creer en
las hipótesis sin contrastar lanzadas por Guerra al hablar de personas anteriores a 1470. A su vez, y a
partir de la expresa confesión de este autor cuando señala que, a partir de esta última fecha cuenta con
“instrumentos auténticos”, señalo cierta endeblez en sus argumentos, ya que Pero López de Legazpi era
verdaderamente Alcalde Principal de Arería en la corporación que se prolongó desde el 29 de septiembre
de 1525 al mismo día de 1526, no pudiendo, por tanto ostentar el mismo cargo Juan Martínez de Legazpi,
su padre, lo cual puedo demostrar por existir de forma original la documentación que lo prueba en
A.M.Z., Sección A, Negociado 6, Libro 1, Expediente 1.
De todas formas y por lo que concierne a los más antiguos antecesores de los Legazpi, siguen a Guerra en
sus informaciones, entre otros, A. Y A. GARCÍA CARRAFFA, en su obra El Solar Vasco-Navarro, tomo
cuarto, editado en 1967 en San Sebastián por la Librería Internacional, concretamente en las páginas 410
y 411; Endika de MOGROBEJO, en su obra de 1991 Blasones y linajes de Euskalerria, editada en Bilbao
por la Editorial Amigos del Libro Vasco, concretamente en las páginas 143 y 144; Angel Cruz Jaca, en su
obra El solar de los Legazpi, editada en 1992 y en San Sebastián por la Diputación Foral de Gipuzkoa,
págs. 38 y 41; y también José Luis ORELLA UNZUÉ y Xosé ESTÉVEZ RODRÍGUEZ, quienes, como
coordinadores, publicaron en 1996 y en San Sebastián Casas-Torre y Palacios de Gipuzkoa, obra que fue
editada por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Gipuzkoa, págs. 377 y 380.
29
En LIZASO, Domingo de (reimpresión de 1901), Nobiliario de los Palacios, Casas Solares y Linajes
Nobles de la M.N. y M.L. Provincia de Guipúzcoa, tomo I, San Sebastián, Imprenta de la Provincia, pág.
9.
30
Datos entresacados de ORELLA UNZUE, José Luis, Instituciones de Gipuzkoa y Oficiales Reales en la
Provincia (1491-1530), San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1995, pág. 113; y ORELLA
UNZUE, José Luis, y ESTÉVEZ RODRÍGUEZ, Xosé (coord.), 1996, Casas-Torre y Palacios de
Gipuzkoa, San Sebastián, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Gipuzkoa, pág. 377.
31
En AYCART ORBEGOZO, Ibídem.
quisiera ser leonero que tener cargo de aquella nación», es decir, de soldados vascos32.
Sin abandonar las tierras italianas, y siempre según Jaka Legorburu, Luis María de
Lojendio señala que fue quien condujo prisionero al antiguo cardenal y posterior
soldado e importante militar y político Cesar Borgia, desde Nápoles al castillo de
Chinchilla33, inaugurando en la práctica esa prisión este hijo del papa Alejandro VI.
De regreso en tierras de Guipúzcoa, Juan Martínez de Legazpi tomó parte como
capitán en la guerra promovida por los franceses para restaurar en el trono de Pamplona
a Andrés de Foix, y más tarde, fracasada esta intentona, pudo participar como capitán
cuando también los franceses intentaron entrar en Castilla por las guipuzcoanas Irún y
Hondarribia, pudiendo mandar también tropas vascas de Zumarraga en esa batalla34.
Gozó de cierta importancia a nivel local, pues desempeñó el cargo de una de las
escribanías de la Alcaldía Mayor de Arería, lo cual hizo hasta su fallecimiento, en 1527.
A su muerte, y por la tradicional costumbre del mayorazgo, heredó la casa y
tierras de los Legazpi el hijo primogénito, Pero López de Legazpi, lo cual obligó a los
demás hermanos, en general, y a Miguel en particular, a abandonar la casa natal.
Recordemos que el mayorazgo aconsejaba que la mayor parte de la herencia de
una familia se transmitiese a uno de los sucesores, normalmente el hijo mayor,
asegurando así de forma indivisa la explotación agraria e incluso el grueso de la posible
fortuna familiar, pues un hipotético reparto entre todos los hijos rompería el criterio de
la rentabilidad.
En virtud de esa costumbre casa, tierras y la mayor parte de los bienes muebles
permanecían bajo el control del sucesor del mayorazgo, por lo que los hermanos del
sucesor, o abandonaban la casa natal para dedicarse, en caso de permitírselo su
condición familiar, a la carrera militar, eclesiástica o de la administración, o
permanecían en ella a las órdenes del heredero
A nivel general, tanto en Zumarraga como en la práctica totalidad de las
poblaciones guipuzcoanas de la época, la mejora experimentada por el sucesor del
mayorazgo con el goce y posesión de esos bienes se veía compensada para los demás
miembros de la familia (hermanos y hermanas del sucesor, normalmente) con una serie
de dotes y obligaciones por las legítimas paternas y maternas, las cuales eran, en
32
Apud ARTECHE, José de, Legazpi, Historia de la conquista..., pág. 74.
En Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán”, editado por Espasa-Calpe, págs. 152, 242 y
243, apud JACA LEGORBURU, Ángel Cruz, El solar de los Legazpi, San Sebastián, Diputación Foral de
Guipúzcoa, 1992, págs. 47 y 48.
34
En ARTECHE, Legazpi. Historia de la conquista..., pág. 75.
33
ocasiones, aseguradas por los padres del sucesor en las capitulaciones matrimoniales
efectuadas para la preparación de un matrimonio por los padres de los futuros esposos, o
ante la inminencia del matrimonio del heredero. Por ello, a nivel general, todo
descendiente del anterior propietario no elegido como su sucesor se veía condenado a la
emigración35, al arrendamiento de otra casa y tierras, o a la dedicación a la artesanía,
industria ferrona o, simplemente, a criado de otro propietario rural. A su vez, y para el
sucesor directo en el mayorazgo, el cumplimiento de las obligaciones para con los
demás parientes del sucesor podía acarrear un grave endeudamiento36.
Volviendo al hermano mayor de Miguel, Pero, por su privilegiada situación en
Zumarraga, representó el 19 de junio de 1521, bien por sí mismo, bien por su padre, al
conjunto de la Alcaldía Mayor de Arería como capitán de ella en la elección de los
cargos de coronel y maestre de campo de las tropas guipuzcoanas37. Posteriormente, y
ya dentro de los considerados oficios de paz, ocupó una de las escribanías existentes en
Zumarraga en 1524 - 152538, desempeñando en la legislatura del siguiente año, que se
extiende desde el 29 de septiembre de 1525 al mismo día del año 1526, el cargo de
Alcalde Principal de la Alcaldía Mayor de Areria, tal y como aparece recogido en el
acta de la reunión del concejo cerrado de Zumarraga celebrada el último día de esa
legislatura, al cual también pudieron acudir ex profeso, y en forma de asamblea
35
En FERNÁNDEZ DE PINEDO, Emiliano, "Estructura de los sectores agropecuario y pesquero vascos
(1700-1870)", en Noveno Congreso de Estudios Vascos, Bilbao, Eusko Ikaskuntza, 1983, pág. 98. Para
este autor, el sistema de herencias utilizado en Gipuzkoa consistía en acumular en uno de los herederos
las legítimas y el tercio de la libre disposición. Así, sin desheredar totalmente al resto de los hijos, como
sucedía en la zona foral vizcaína, se concentraba la mayoría del patrimonio en uno para evitar su
disgregación. "De todas formas, las causas de la emigración no se hallan en los sistemas de herencia". En
la obra del mismo autor fechada en 1993, La emigración vasca a América, siglos XIX y XX, colección
"Cruzar el Charco", ediciones Júcar, Principado de Asturias y Caja de Ahorros de Asturias, págs. 15-16.
36
Sobre las legítimas paternas y maternas, en ocasiones hubo verdaderas amenazas de juicios, efectuadas
normalmente por el que se casaba con la persona o una de las personas a quien se había de dar “las
legítimas”, pues no se habían satisfecho dichos derechos por la persona que ostentaba la propiedad de la
casa de donde había salido la novia.
Además, el hecho de tener que ser satisfechas en metálico podía implicar la correspondiente hipoteca del
caserío, dadas las dificultades de la época para conseguir dinero.
En el caso de incumplimiento de esas obligaciones familiares, la única alternativa era la fragmentación de
la explotación. En cualquier caso, las soluciones que podía haber a ese problema, bien a través de la
contratación de un censo, bien a través de una sobrecarga de residentes en el caserío, podían contribuir al
naufragio del pequeño propietario. En FERNANDEZ ALBADALEJO, Pablo, La crisis del Antiguo
Régimen en Guipúzcoa. 1766-1833. Cambio económico e historia, Madrid, Akal, 1975, pág. 287.
37
En Archivo Municipal de Hernani, Sección E, Negociado 5, Serie II, Libro 1, y en Archivo General de
Gipuzkoa, Sección 3, Negociado 4, Legajo 7, todo lo cual está recogido en ORELLA UNZUÉ, José Luis,
Instituciones de Gipuzkoa y Oficiales..., pág. 61.
38
De lo cual nos da noticia JACA LEGORBURU, cuando le hace redactar el acta de rendición de cuentas
anuales al patronato colegiado de la fábrica de la parroquia de Santa María de Zumarraga, siendo
mayordomos Joanes de Legazpi, Domingo de Leturia y Martín de Gaztañagazabaleta. En El solar de Los
Legazpi, págs. 49 y 50. Curiosamente, en el texto principal JACA señala a Pero López de Legazpi como
plenaria, los vecinos de la población con el fin de tratar del importante asunto de la
aprobación de una ordenanza de elecciones. Curiosamente, en el acta que se redactó de
dicha reunión figura la presencia de Miguel López de Legazpi, quien actuaba como uno
más de los vecinos hidalgos, lo que le obligaba, en cualquier caso, a tener una cierta
edad, que no tenía por qué ser la de los veinticinco años, necesaria para detentar cargo
público con carga de justicia en la época. Es la primera ordenanza conservada en la
historia de Zumarraga.
Pero López de Legazpi murió en 153339, dejando a su viuda, Ana de Gauna, y a
su hija, Francisca, como poseedoras y señoras de la casa natal. Comoquiera que la viuda
se refugió en el templo parroquial de Santa María, sirviendo en él como serora, o
persona que ayudaba al mantenimiento del templo, fundamentalmente en el aspecto de
cuidado de imágenes, ornamentos, vestiduras, telas, lienzos, etc., se ocupó de los
derechos de la casa la hija, quien a sus diecinueve años desposó con Amador de
Arriaran40.
Un forzado resumen de las personas que detentaron la jefatura de la casa natal y
de la familia de nuestro protagonista me lleva a la conclusión de que hasta su abuelo
Pero López de Legazpi, esa familia ejerció, o al menos estuvo en disposición de ejercer,
un cierto control sobre casas, caseríos y habitantes de Zumarraga por la fuerza de las
armas, dada la inestabilidad política de la época conocida como Guerra de Bandos,
ejerciendo
una
supremacía
socioeconómica
y
cultural
con
todos
ellos,
fundamentalmente a partir del abuelo Pero López de Legazpi, continuándose ese control
con el padre y el hermano mayor de Miguel, sirviendo como ejemplo de ello que este
último fue Alcalde Principal de Arería en los años centrales de la década que comenzó
en 1521, además de ostentar el padre común una de sus escribanías; siendo, por lo
demás, en 1525-1526 el propio Miguel miembro de la asamblea plenaria de la
población, lo cual no era común en las poblaciones guipuzcoanas de la época.
Su población natal
Durante el tiempo que estuvo en Zumarraga, Miguel vivió en una población que
tenía a la mayoría de entre sus setecientos y ochocientos habitantes41 residiendo en
mayordomo del templo parroquial, lo que se desdice rápidamente al leer la entresaca que, del documento
principal, expone el mismo autor.
39
JACA LEGORBURU, Ibídem, pág. 50
40
Ibídem, pág. 52
41
Aunque las fuentes originales de la época (proceso judicial incoado con motivo de la solicitud de los
pobladores para que el Señor de Lazcano pudiese mayor número de clérigos en el templo parroquial,
cuatro barrios de caseríos, en el monte, siendo denominados dichos barrios Zoraitz,
Aramburu, Elgarresta y Leturia, concentrándose por entonces la mayor parte de caseríos
en el primero de los barrios señalados, donde estaba el templo parroquial, el cual,
además de servir como base principal de las festividades religiosas, servía también
como lugar de reuniones de los oficiales del concejo, desarrollándose éstas en el interior
del templo en los días de mal tiempo meteorológico, y en su exterior cuando la
climatología así lo permitiese.
Ya en esa época había también un barrio urbano consolidado, conocido con el
nombre de Eizaga, al pie del monte, en la zona más cercana al barrio de Zoraitz, al que
había que unir el nacimiento de otro barrio también urbano, situado en la zona más
cercana al río Urola, y conocido como Zufiaurre42, habiendo casas aisladas que unían
ambos barrios urbanos.
incrementando de forma significativa sus emolumentos, en A.M.Z., Sección E, Negociado 4, Serie III,
Libro 1, Expediente 2) manifiestan que la población podía alcanzar las 1.700 personas, esta cifra de
habitantes para aquel Zumarraga no parece resistir ningún análisis serio. Zumarraga llevaba poco más de
cien años de historia escrita (era una población reciente, que razonablemente podía estar experimentando,
en aquella época, un aumento de población). Así las cosas, no poseo otros datos directos de aquella época
con los cuales contrastar ese número de habitantes, aunque sí de algunas décadas después, cuando el
número de pobladores pretendidamente había crecido. Efectivamente, según cálculos estimativos tomados
del número de casas y caseríos existentes en la década de 1530 y 1540, ofrecidos por los registros
recaudatorios municipales de esos años, y multiplicados por los coeficientes que la demografía histórica
considera aptos, tanto para las unidades residenciales del entorno rural (caseríos), como para las unidades
residenciales en entorno urbano, la población podría estimarse en unas 700-800 personas. La fuente
principal es el primer libro de cuentas municipales conservado en Zumarraga, en A.M.Z., Sección C,
Negociado 2, Libro 1, Expediente 1. Por otra parte, datos obtenidos del último cuarto del siglo XVI,
señalan que Zumarraga contaba con 170 casas (de esa cifra total, 45 serían caseríos), y con los mismos
análisis demográficos anteriores puedo señalar una cifra aproximativa para esos años de entre 800 y 900
personas.
Por otra parte, datos directos del siglo XIX sitúan a Zumarraga con 1.015 habitantes en 1820 y 1.456
habitantes en 1848. Para aquella época la población había crecido bastante, comparándola con el siglo
XV, por ello, considero que es del todo punto imposible la existencia de 1700 personas en Zumarraga a
finales del siglo XV, por lo que tanto el documento original de ese tiempo como lo señalado por JACA
son una exageración clamorosa. Lo que respecta a JAKA, en Ángel Cruz JAKA LEGORBURU, La
Antigua. Santa María de Zumarraga, catedral de las ermitas, San Sebastián, Kutxa Fundazioa, 1996,
pág. 70.
Lo que sí que puede ser razonable pensar es que asistiesen a los servicios religiosos personas ajenas a la
población de lo que hoy es Zumarraga, con lo que se incrementaría el número de población a estimar.
También es factible pensar que, habida cuenta del motivo para el que se tomó la información que
señalaba esas 1.700 personas en la época (recordemos, la solicitud del aumento del número de clérigos
para atender a la población), esa cifra estuviese interesadamente aumentada en relación a lo que era la
realidad.
42
Si durante la primera etapa de poblamiento las gentes habían efectuado las primeras edificaciones en el
monte, deseando evitar los peligros de avenidas del río, con el consiguiente riesgo de destrucción de las
cosechas que pudiesen plantarse en esa zona, así como con el posible peligro de encharcamiento de las
zonas de ribera, peligrando entonces la propia salubridad de la zona por la existencia de mosquitos e
insectos, en la época de nacimiento y juventud de Miguel López de Legazpi las laderas ya habían sido
ocupadas por todos los caseríos posibles, ofreciendo todo su potencial agrícola y ganadero. A esas alturas
de la historia, ya no podrían sustentarse más personas con las mismas bases económicas, por lo que a
finales del siglo XV debieron plantearse la colonización del valle, determinándose en hacerlo por la zona
A menos de cien metros de este último núcleo de población estaba la villa real
de Urretxu, de la que tan sólo les separaba el río Urola, el cual, justo en esa zona, era
cruzado por el puente “de Zufiaurre”, fuerte y seguro, por ser efectuado “de cal y
canto”43. En dicho río y sus pequeños afluentes se podía pescar según el método
tradicional y más natural, no pudiéndose pescar con cualquier otro medio que estropease
ni el río ni a los propios peces44.
También en el fondo del valle, junto al río, se encontraba la casa natal de
Miguel, alejada de los dos barrios urbanos en aproximadamente medio kilómetro de
distancia, pero situándose relativamente cercana al cruce al que desembocaban los
caminos que iban hacia la población de Legazpi, a unos cuatro kilómetros y medio, y de
Antzuola – Bergara, en el inicio por esta zona del valle del Deba.
Además del templo parroquial de Santa María, situado en el corazón de Zoraitz,
cada barrio de los urbanos contaba con su propia ermita, siendo denominada como
Santa Engracia la ubicada en Eizaga45, y estando aun sin denominación la del barrio de
Zufiaurre. Por su parte, había también otras dos ermitas en Zumarraga, la de San
Cristóbal, en el barrio de caseríos de Aramburu, y la de San Martín, en el barrio de
caseríos de Aginaga46, que aunque eclesiásticamente dependía del templo de Santa
María, de nuestra población, civilmente dependía de Azkoitia.
Lógicamente, no contaba esta población en aquellos días con un sistema de
carreteras como el de hoy en día. Sí que contaba con una buena red de caminos
vecinales, públicos por tanto, siendo el más importante de ellos el que, proveniente de
Urretxu, accedía a nuestra población por Zufiaurre, ascendiendo hacia Eizaga para
después descender hacia Ezkio y Gabiria. También contaba con otros caminos
más cercana al monte, en Eizaga. A mediados del siglo XVI ya estaba la población totalmente asentada
junto al río, en el ya mencionado grupo de casas de Zufiaurre.
43
En A.M.Z, Sección C, Negociado 5, Serie I, Libro 1, Expediente 1.
44
Ni en aquella época ni en tiempos posteriores se podían usar argucias no legales para lograr una mayor
pesca: no se podía “sacar ningún río ni regata de su madre, divirtiendo las aguas por otro curso”, ni
tampoco podía echarse a las aguas productos tóxicos (como la cal o ciertas plantas), que permitiesen una
mayor y más fácil pesca. Eso fue recogido por primera vez en las ordenanzas municipales de nuestra
población de 1645.En A.M.Z., Sección A, Negociado 6, Libro 1, Expediente 2.
45
Desde el siglo XVIII aparece comúnmente denominada esta ermita con el nombre de San Gregorio, tal
y como se le conoce hoy en día. Antes del siglo XVIII aparece también ocasionalmente en las fuentes esta
denominación, conviviendo con la más asidua y generalizada de Santa Engracia.
46
Las primeras noticias sobre estas cuatro ermitas están fechadas el 20 de agosto de 1540, y aparecen en
el entorno de una Santa Visita, en concreto de la efectuada por el Obispo Pedro Pacheco. En A.M.Z.,
Sección E, Negociado 4, Serie I, Libro 1, Expediente 1. Aunque en 1540 Legazpi ya no vivía en
Zumarraga, es evidente que las noticias de la Santa Visita estaban haciendo referencia, al menos, a tres
ermitas que pudo contemplar, con toda seguridad, nuestro protagonista, pudiendo no hacerlo solamente en
el caso de la ermita de Zufiaurre, pues quizás la ausencia de nombre en 1540 se debiese a su construcción
en las fechas más cercanas a ese año.
vecinales, pero de menor importancia a este, y que conectaban principalmente las
diferentes zonas de caseríos, o incluso algún caserío de cierta importancia. Había
también una tupida red de caminos particulares.
Los caminos públicos eran construidos y mantenidos por el concejo, bien por
pobladores de todo el término municipal cuando se trataba de caminos generales, bien
por los residentes en un cierto barrio de caseríos cuando afectaba esa vía de
comunicación a ese barrio en exclusiva, recurriéndose normalmente a la fórmula del
auzolan, por el que se encargaban los propios vecinos y pobladores de poner la mano de
obra tendente a construir o a solucionar los problemas que hubiese en el camino en
cuestión, además del acarreo del material en muchas ocasiones, corriendo el concejo
comúnmente con el costo de los materiales, y de los refrescos que se ofrecía a los
trabajadores.
Las fiestas patronales de la población se celebraban teniendo como día central el
dos de julio, festividad de la Visitación de Santa María a su Prima Santa Isabel47. No
hay razones para dudar de que Miguel asistiese a los festejos que se organizarían, sin
duda, en torno al día once de noviembre, en honor a San Martín, en el lindante
municipio de Urretxu, o incluso a las fiestas patronales de las poblaciones más cercanas,
como la de la población de Legazpi, la cual se sitúa a unos cuatro kilómetros de
distancia de la población y de la casa natal de nuestro protagonista.
Su casa
Construida en fecha desconocida, no he podido encontrar fuentes primarias o
directas que me puedan ayudar mínimamente a ofrecer con ciertos visos de coherencia
histórica una fecha cierta para su construcción. No creo, pues, con fundamento
científico las fechas ofrecidas por Ángel Cruz JACA, cuando menciona que ya en el
siglo XIV “habitaban en la torre de “JAUREGUI-LEGAZPI” los Señores de Legazpi,
entre los que destacaba en el año 1320 Bernat de Ibáñez de Legazpia, cuyo hijo se llamó
Lope de Zumarraga, al que le sigue como Señor de la Torre, su nieto Pedro de Legazpi,
casado con Doña Jordana de Aguirre”48.
Efectivamente, basándonos sólo en el hecho cierto de que este último Pero
López de Legazpi fue afectado por la orden de expulsión de Enrique IV, redactada en
47
Hoy en día, y desde hace pocos años, la Iglesia celebra esa fiesta el 31 de mayo, perviviendo no
obstante el día 2 de julio como fecha principal de las fiestas patronales en la actualidad en nuestra
población, celebrándose parte de los más importantes actos festivos en el interior de la hoy ermita de
Santa María de Zumarraga, en aquella época sede del templo parroquial.
Santo Domingo de La Calzada en 1457, tuvieron que ser excesivamente longevos,
mucho más de lo que hoy sería normal, y más incluso para lo que podía ser normal en
aquella época, padre y abuelo de este Pero López de Legazpi, por lo que es altamente
improbable que, datando sólo con visos de realidad histórica a Pero López de Legazpi,
su padre y abuelo habitasen la Casa en las fechas señaladas por este autor.
Dejando de lado los datos de compleja prueba ofrecidos por JACA, la mayoría
de los autores que han investigado sobre este edificio49 señalan su construcción por
algún miembro o aliado de los Balda, ofreciendo como única razón para ese asentar esta
afirmación la de que a esta casa corresponden las armas de Legazpi, las cinco bandas
negras en campo de oro50.
Ninguno de esos autores acierta a ofrecer una fecha concreta de la construcción,
pero datos eminentemente indirectos, como pueden ser el que ninguno de sus ocupantes
aparezca en los documentos zumarragarras de 138351 o posteriores52, nos hace al menos
creíble el pensar que esta casa difícilmente haya sido construida por algún personaje
histórico anterior en mucho tiempo a Pero López de Legazpi, quien, como fecha
claramente contrastable a nivel histórico, aparece en Zumarraga y en la historia como
uno de los desterrados a tierras de frontera con los musulmanes, a mediados del siglo
XIV, en el entorno de la conocida como Guerra de Bandos.
Este personaje estaba políticamente asociado al bando de los oñacinos53, cuya
cabeza era el Señor de Lazcano, el cual, y desde 1366 poseía la cuasipropiedad del
templo parroquial de Zumarraga, como ya he señalado cedido por el pretendiente
48
En JACA LEGORBURU, Ángel Cruz, El solar de los Legazpi, pág. 41.
YRIZAR, Joaquín de, “La Casa de Legazpi”, en La Casa de Legazpi, San Sebastián, Diputación
Provincial de Guipúzcoa, 1964, págs. 11-20; AYERZA, Ramón, “Restauración y rehabilitación de la
Casa Torre Jáuregui-Legazpi”, en El solar de los Legazpi, San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa,
1992.
50
En ARTECHE, José de, “Legazpi”, en La Casa de Legazpi, San Sebastián, Diputación Provincial de
Guipúzcoa, 1964, pág. 32.
51
Por ejemplo en las escrituras de agregación de la colación de Zumarraga a la vecindad de Villarreal de
Urrechua, de once de diciembre de 1383, o en laudo arbitral celebrado entre ambas entidades el nueve de
marzo de 1384. Ambos en A.M.Z., Sección B, Negociado 1, Libro 1, Expediente 3.
52
“En el año del Señor de MCCCCXLVI (1446) años, obieron una pelea Juan Lopes de Lezcano e
Ladron de Valda, que eran partidos e contrarios en Çumarraga, estando ayuntados e asonados muchas
gentes de Ones (Oñaz) e Gamboa, e fue vencido el dicho Ladron de Valda, e los Ganuoynos, e morieron
LXX omes dellos, e quemaron la villa de Escoytia (Azkoitia), que era del vando del dicho Ladron de
Valda” (sic). Extractado de GARCÍA DE SALAZAR, Lope, Las bienandanzas e fortunas, Bilbao,
Diputación Foral de Vizcaya, 1984, pág. 171.
53
Y ello a pesar de que algunos autores, como ya ha sido citado más arriba, hayan asociado a los Legazpi
primeramente asociados a los Balda, gamboínos, porque de ellos hacen venir el significado y la forma del
escudo de los Legazpi. Sinceramente, no he encontrado en el estado actual de nuestros conocimientos
elementos científicos que prueben de forma suficiente que los Legazpi, en cualquier tiempo, estuvieron
asociados a los gamboínos.
49
Enrique de Trastamara. Como tal, fue expulsado por la ya conocida orden de Enrique
IV, y sobre la casa recayó directamente la orden de destrucción de sus elementos
defensivos54.
Precisamente, el recién ofrecido dato de 1366, año de plena guerra civil por el
control del trono castellano, incide en el hecho de que se pueda considerar al menos de
forma improbable que coexistan en el tan pequeño espacio físico de la población de
Zumarraga de la época dos poderes tan importantes y enfrentados entre sí, pues por un
lado parece estar contrastado el dato de la donación del monasterio (la parroquia) al
cabeza de los oñacinos, y por otro lado estaría el hipotético dato, ofrecido por la
historiografía tradicional, que señala a la casa de los Legazpi como dentro del bando de
los gamboínos.
De lo que no cabe duda para el autor de estas líneas es que a partir de la entrada
cierta de esta casa en la historia, y hasta que Enrique IV desterrara a su posesor y dueño
a tierra de frontera con moros, mandando posteriormente eliminar sus elementos
militares, hubo de desempeñar un papel importante en el control que los oñacinos
impusieron sobre la población de esta zona, fundamentalmente la zumarragarra,
sirviendo como casa fortificada donde el señor del territorio tenía casa habitación, a la
vez que núcleo fortificado y habitado por sus soldados, a modo de mesnadas locales,
que le ayudaban a imponer su ley a los habitantes de la zona, controlando a los caseríos
de la colación de esta población y a las familias que en ellos habitaban de una forma
directa, y de una forma indirecta a las casas y habitantes de la villa real urretxuarra.
A partir de la disminución del poder de los bandos y de los Parientes Mayores
en las provincias vascas, y del asentamiento de las villas y de su hermandad, esta casa
conservó un alto status entre todas las de la población, pero ya no fue jamás la sede de
un señor de la guerra con su campamento militar, el lugar desde el que un lugarteniente
de los Lazcano, en su lucha por el poder, controlaba el territorio. Los últimos años de la
vida de Pero López de Legazpi contemplaron una casa importante, pero una casa
eminentemente civil, sin mayores expectativas de poder llegar a ser lo que antes fue.
De igual forma, y una vez regresado de su oficio guerrero lejos de Zumarraga
Juan Martínez de Legazpi, la casa siguió ofreciendo a su habitante principal un
acomodo digno para una familia de nobles, un buen lugar donde nacer Pero, Miguel, y
los demás hijos del matrimonio, puesto que sin duda mantuvo su todavía preeminencia
54
Estoy así en desacuerdo con los autores que, siguiendo al bachiller Martínez de Zaldibia, sostienen que
a esta casa no le afectó la real orden otorgada por Enrique IV.
mientras vivieron los propios Juan Martínez de Legazpi y su hijo Pero López de
Legazpi, e incluso los primeros años de la hija de éste, Francisca, quien tras casarse en
1544 con Amador de Arriaran, aseguró una familia de alcurnia en la casa. Pero al
tiempo de morir primeramente ella, y después su marido, pocos años de la anterior
importancia le quedaban a la casa, pues a partir de que el hijo de ambos, también de
nombre Amador de Arriaran, mudase la residencia principal de su familia a Urretxu, el
edificio perdió mucha de su tradicional alcurnia, llegándose a convertir de allí a no
muchos años en una casa de campesinos.
Así permaneció hasta las primeras décadas del siglo XX, tras ser salvada de su
destrucción en la década de los años 60 del XIX por Nicolás de Soraluce, otro
importante zumarragarra, pues la habían amenazado de forma importante las obras de
construcción del ferrocarril que construyó la Sociedad General del Crédito Mobiliario.
Con su cesión por parte de la familia Yarza a la diputación guipuzcoana, fue
rehabilitada en varias fases, convirtiéndose en museo hispano-filipino en 1964.
Por fin, y tras una profunda renovación efectuada en 1990-1991, hoy en día se
alza y erige como sede de la escuela de música de la villa, sirviendo asimismo como
lugar de referencia cultural en todos los sentidos, albergando en su interior reuniones
científicas, conferencias, etc.
Zumarraga, inserto en la Alcaldía Mayor de Arería
Civilmente, la población donde nació Legazpi se hallaba inserta en la Alcaldía
Mayor de Arería de facto desde el 26 de marzo de 141155, con pruebas fehacientes de
55
Fecha en que Juan II de Castilla aprobó la segregación que solicitaron de la poderosa villa de Segura las
villas de Villarreal de Urrechua y la población zumarragarra, lo cual fue ratificado en la iglesia
urretxuarra en 7 de octubre siguiente. Habían entrado bajo su jurisdicción en 1405, buscando una
protección que sólo esa villa les podía ofrecer tras los intentos del Señor de Lazcano por absorber, desde
1383, villa y población. Pues bien, en el mencionado marzo de 1411, y después de numerosas vicisitudes,
ambas entidades de población quedaron libres de la protección de Segura, cayendo sin remedio
Zumarraga bajo el control del Señor de Lazcano. Sólo Villarreal de Urrechua, por su privilegiada
condición de villa real, pudo librarse de caer formalmente en el dominio del de Lazcano.
Los complicados primeros años de la vida de la población zumarragarra pueden seguirse en PRADA
SANTAMARÍA, ANTONIO, Historia eclesiástica de Zumarraga. Los templos de Santa María,
Zumarraga, Parroquia de Santa María de la Asunción, 1999, págs. 23-47.
A su vez, y sobre el nombre de la vecina población de Villarreal de Urrechua, hasta el 11 de julio de 1979
esta población se denominó con este nombre. En ese día, previo expediente incoado por el Ayuntamiento
de la villa, el Consejo General del País Vasco (antecesor del actual Gobierno Vasco en esta época de
democracia), reunido en Bilbao, acordó que esa villa pasase a denominarse oficialmente con el nombre de
Urretxu, denominación que usaré a partir de ahora en esta ponencia, a pesar de que en la documentación
original de este expediente figure el nombre de Villarreal de Urrechua.
dominio por los Lazcano ya el 26 de febrero de 145456, y total y formalmente enclavada
en dicha organización desde el 21 de marzo de 147057.
El hecho de estar incluida en dicha Alcaldía Mayor impidió a nuestra pequeña
población relacionarse con las poblaciones de su entorno, e incluso con las instituciones
provinciales, de una forma independiente, por cuanto dependía para ello de esa Alcaldía
Mayor58; de igual forma que dependía de esa superior organización a nivel institucional,
toda la estructura municipal era dependiente del Alcalde Mayor de Arería, el cual llegó
a ser durante un buen número de años el propio Señor de Lazcano59.
Sin embargo, la evolución de los acontecimientos políticos que se estaba
experimentando en Guipúzcoa, con el envalentonamiento de los nobles que, divididos
en bandos, llevaban luchando desde hacía un número importante de décadas, agrupados
en torno a los Parientes Mayores, llevó a que luchasen, como ha sido señalado más
arriba, en Zumarraga en 1446, prosiguiendo de la misma forma sus acciones contra las
villas, atreviéndose a incendiar y quemar Mondragón en 1448, a la vez que a desafiar a
56
Ya el 25 de julio de 1452 se envió una carta por el rey de Castilla, Juan II, a Martín López de Lazcano,
uno de los hijos del Señor de esa Casa, Juan López de Lazcano, por la que le concedía el título vitalicio de
Alcalde Mayor de Arería en sustitución de su padre, quien había renunciado a él, no sin antes haber
solicitado del propio monarca que le concediese a su hijo ese cargo con todos los derechos y prerrogativas
que él había disfrutado. En ese documento, el rey ordenó a los habitantes de las poblaciones que estaban
bajo la Alcaldía Mayor que recibiesen a dicho Martín López de Lazcano como su Alcalde Mayor,
contribuyéndole con todos los derechos y salarios de dicho cargo, del mismo modo que antes los disfrutó
su padre. Pues bien, entre las personas a las que se hizo saber el 26 de febrero de 1454 el contenido de esa
carta, por afectarles directamente, estaban los pobladores de Olaberria, de Gabiria, de Ezkio, de Itsaso, y
también los representantes de Zumarraga Juan Pérez de Aizpuru, Martín López de Eguia, Pedro de
Sagastiberria, Ochoa de Aristi y también Miguel de Sagastiberria, actuando este último como “Jurado de
la tierra e unibersidad de la colacion de Santa María de Zumarraga”. Todos ellos juraron tener como
Alcalde Mayor de Arería a Martín López de Lazcano, reconociéndole los mismos derechos y salarios que
reconocieron a su padre. En A.D.P., C) 3. 064, Nº 6, págs. 289 y siguientes. Publicado en PRADA
SANTAMARIA, ANTONIO, Historia eclesiástica de Zumarraga..., pág. 47.
57
“En 1470 los vecinos de Zumarraga “entraron en la unión e compañía e vezindad e hermandad e
juzgado e sumisión de la merçed e previllejo nuevo conçejil que el Rey nuestro Señor dio al Conçejo de
Areria” y se comprometieron a “ser e permanesçer en la unión e cuerpo e conpañía de los vezinos e
moradores hermanos del dicho Conçejo, fuere de aquí en adelante en Gaviria e parte de Ezquioga, Isaso,
Arriaran, Lazcano e Çelaya y en el juzgado y comisión del dicho pervillejo de Arería (incluido en un
traslado de 1524; AMU Sec.B/Neg.1/Carp.1/Exp.8”. En TRUCHUELO GARCIA, SUSANA, La
representación de las corporaciones locales guipuzcoanas en el entramado político provincial (siglos
XVI - XVII), San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1997, pág. 49.
58
Lo compruebo, por ejemplo, en 1457, cuando “por las Ordenanzas de la Hermandad, se impidió acudir
a las colaciones personalmente a las Juntas”, siendo Zumarraga una mera colación de Arería. En
TRUCHUELO GARCÍA, Susana, Ibídem, pág. 48, quien lo recoge de BARRENA OSORO, Elena,
Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa (1375-1463), San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1982.
59
A pesar de que fuese el rey quien nombrase al Alcalde Mayor, los poderosos nobles de la Casa de
Lazcano llegaron a patrimonializar el cargo hasta mediados de la década que se inició en 1451. De todas
formas, eso no quiere decir que los señores de dicha Casa detentasen el cargo directamente en todas las
ocasiones, puesto que pudieron nombrar a personas que gozasen de dicho título, tutelándoles en todo
momento.
ocho villas de la hermandad guipuzcoana60, lo que provocó una urgente petición de
socorro al rey, supremo garante de su supervivencia, el cual, tras venir a Gipuzkoa y
desbaratar los intentos de los banderizos, desde Santo Domingo de la Calzada fulminó
sentencia de destierro contra los más importantes nobles a tierras de fronteras con los
musulmanes de Granada, fundamentalmente a Ximena, Olmedo y Estepona. Entre los
expulsados estaba, lógicamente, el Señor de Lazcano, al que acompañaron otras
personas adheridas a su bando, como Pero López de Legazpi, señor de esta casa y
abuelo de nuestro Miguel.
Una de las reacciones subsidiarias del rey contra los banderizos, y que afectaba
directamente a nuestra Alcaldía Mayor, fue el despojar del título de Alcalde Mayor a los
Lazcano, sustituyéndole por Fortuño de Anuncibay61. A esa medida le acompañaron
otras, entre las que destacó la orden de destrucción de la casa-torre de los Lazcano en
1457, a la que se unió la eliminación de los elementos belicosos de la Casa-Torre de los
Legazpi62.
De todas formas, al poco tiempo de detentar la vara de la Alcaldía Mayor de
Arería, Anuncibay renunció a ella, cediendo sus derechos a las poblaciones insertas en
ellas, si bien, eso sí, realizó esa cesión después del intermedio que supuso el periodo en
que fue Alcalde Mayor de dicha institución Pedro López de Aguirre, Señor del Palacio
de Aguirre, de Gabiria, quien detentó la vara de Alcalde Mayor hasta su renuncia, el 5
de septiembre de 146063, volviendo de nuevo la titularidad de la Alcaldía Mayor a
Anuncibay.
60
Ese desafío de los Parientes Mayores lo encabezaban Juan López de Lazcano, Señor de Lazcano, y
Gamboa, Señor de Olaso. Sus causas fueron el haber constituido hermandad las villas contra ellos, luchando
de todas formas posibles y hasta las últimas consecuencias contra los Parientes Mayores. En ORELLA
UNZUÉ, Instituciones de Gipuzkoa y Oficiales Reales..., págs. 77-78.
61
Con diversas denominaciones aparece esta persona: Anuncibay, Nuncibay, Nunciabay,...
62
Precisamente, al volver de su destierro andaluz Pedro de Legazpi, “pudo reconstruir su casa-torre en
ladrillo -estaba prohibido construir en piedra por orden real- con estilo mudéjar, aprendido en el
destierro”; en cualquier caso, lo que pudo suceder con esta casa es que, a pesar de que su almenado se
destruyó, probablemente no fue desmochada, sino que fue convertida en casa rural. Lo entrecomillado en
ORELLA y ESTÉVEZ, Casas-Torre y Palacios..., pág. 377, lo no entrecomillado en esa misma obra,
págs, 377 y 379. Frente a todo esto, el bachiller MARTÍNEZ DE ZALDIVIA, escritor del XVI, nos
señala que ni esta casa ni sus señores participaron en las guerras de bandos, por lo que no sufrieron los
efectos de la orden de Enrique IV. En la anteriormente citada La Casa de Legazpi, págs. 11-12.
Vista la documentación existente, ni que decir tiene que me inclino por creer que efectivamente esta casa
sufrió las consecuencias más directas de la orden de Enrique IV.
63
En ORELLA UNZUE, JOSÉ LUIS, Instituciones de Gipuzkoa y Oficiales Reales en la Provincia (14911530), San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1995, pág. 113.
Tras la renuncia final de éste, la reunión de la Junta General guipuzcoana en
Bergara aprobó el traspaso jurisdiccional64, lo cual fue definitivamente confirmado por
el rey en Segovia el 12 de marzo de 1461, concediéndole a la Alcaldía Mayor el fuero
de San Sebastián, además de la facultad de nombrar de forma anual las poblaciones
insertas en ella a sus propios Alcaldes Ordinarios y al Alcalde Mayor, dotándole a esta
figura con el poder para juzgar todo tipo de causas que ante ella se presentasen, pues
para ello serían elegidos como jueces de personas y bienes, tanto en causas civiles como
criminales, siendo sus sentencias apelables ante el Rey, ante los Oidores de la Audiencia
o ante el Alcalde Mayor de las alzadas de la Provincia de Gipuzkoa65.
A partir de esos años, y hasta el 30 de agosto de 1660, la nueva Alcaldía Mayor
de Arería siguió detentando el control político-administrativo sobre Zumarraga, aunque
de forma más independiente que en épocas anteriores con respecto al Señor de Lazcano.
De todas formas, y al menos como mero símbolo que recordaba la fuerte unión que
hubo en un tiempo anterior, la vara de la Alcaldía siguió conservándose en el palacio de
los Lazcano.
A pesar de las limitaciones a las que he hecho referencia, la vida políticoeconómico-institucional bajo la Alcaldía Mayor de Arería no fue especialmente
negativa para Zumarraga, ni tampoco para otras poblaciones que poseían relativa
importancia en dicha Alcaldía Mayor, como Gabiria y Lazkao o, en menor medida,
Itsaso. Prueba de ello es que, una vez que gozaron del fuero de San Sebastián,
redactaron unas ordenanzas que habían de regular la vida conjunta de todas las
poblaciones insertas en la Alcaldía Mayor, deduciéndose de los setenta y tres artículos
de dichas ordenanzas un mayor reparto del poder en beneficio de las tres primeras
poblaciones a las que acabo de hacer referencia.
Así, y en el apartado político-institucional, los oficiales comunes en todos las
poblaciones de la Alcaldía fueron un Alcalde Mayor, o Principal, dos Alcaldes
ordinarios, tres Jurados66, un Fiel Regidor y un Procurador en las Juntas provinciales.
64
En ORELLA UNZUE, JOSÉ LUIS, Régimen municipal de Guipúzcoa en el siglo XV: (hasta la
constitución de la hermandad en 1451 y el nacimiento de la Diputación en 1461), San Sebastián, [s.n.],
ejemplar impreso en ciclostil, 1982, pág. 60.
65
Es muy interesante y esclarecedor el aludido privilegio, pues nos ilustra perfectamente acerca de cómo
eran las relaciones de los vecinos y moradores antes y después de la concesión de ese privilegio el 12 de
marzo de 1461. Fue posteriormente confirmado por los Reyes Católicos el 15 de septiembre de 1476 en
Salamanca. En A.D.P. C) 3. 064, Nº 6. Toda esta nota, apud PRADA SANTAMARIA, ANTONIO, Ibídem,
pág. 47, y también en ORELLA UNZUE, JOSÉ LUIS, Ibídem.
66
En 1524 eran Jurados Juan de Arriaran, proveniente de Arriaran; Juan de Eguizabal, del concejo de
Itsaso; y Juan de Aranzadi, provenientes de Ezkio. En Archivo Municipal de Urretxu, Sección B,
Negociado 1, Libro 1, Expediente 8.
Solían reunirse todos estos cargos en la Casa Torre del Concejo de la Alcaldía Mayor, la
cual pudo estar radicada en las poblaciones de Lazkao u Olaberria hasta, al menos,
1462, año en que Enrique IV otorgó un privilegio a los concejos de Ezkio, Gabiria e
Itsaso sobre la ubicación de la Audiencia, Auditorio y Sede de la Alcaldía Mayor67.
Ahondando en lo señalado en el documento de confirmación real del 12 de
marzo de 1461, sobre el Alcalde Mayor, elegido entre todas las poblaciones68, recaía la
responsabilidad de juzgar las causas civiles y criminales (al igual que los otros dos
Alcaldes ordinarios), pero poseía en exclusiva la capacidad de ser el Juez en todos
aquellos casos que pudiesen significar pena de muerte para la persona juzgada. Además,
tenía la más alta autoridad, la cual podía usar para hacer los diferentes repartimientos
económicos entre los pobladores, enviar el procurador a las Juntas Generales, enviar un
capitán, un alférez y una bandera a los llamamientos de personal que, para casos de
guerra, se solicitase. Era también de su responsabilidad el mantenimiento de los
caminos públicos, de los terrenos públicos, de mantener una estricta vigilancia para que
no se hiciesen ningún tipo de juegos prohibidos, convocar reuniones (en esas reuniones,
Zumarraga, al igual que Itsaso, Lazkao y Gabiria, tenía derecho a aportar dos
representantes; Ezkio, Olaberria y Arriaran aportaban sólo un representante). Junto con
todo esto, podía excepcionalmente poner precios o tasar los diferentes productos que en
la Alcaldía se podían poner a la venta: por extrapolación con otros tiempos,
seguramente eran el vino, el aguardiente, la carne, el aceite, las velas, etc.
Los tres jurados de la Alcaldía eran las personas designadas para defender los
intereses de las personas económicamente poco pudientes, ejerciendo el cargo de
abogados de oficio. Además de ello, eran los encargados de hacer ejecutar las penas a
las que eran condenados las personas juzgadas por los Alcaldes, penas que, en la mayor
parte de los casos, eran pecuniarias, de privación de libertad (en casa de uno de los
jurados habrían de cumplir los reos esa pena), de inhabilitación de oficios e, incluso, de
destierros (a la hora de hacer cumplir esas penas, su seguridad se garantizaba con el
establecimiento de graves castigos para aquellos que opusiesen resistencia, de cualquier
67
Ibídem.
Aunque no todas las poblaciones tenían derecho a elegirlo por igual número de veces en un
determinado número de años. Así, entre 1473 y 1556 Zumarraga lo eligió en dieciocho ocasiones, Ezkio
en cuatro, Arriaran en doce, Lazkao en catorce, Itsaso en doce, Gabiria en veinte y Olaberria en cuatro,
correspondiendo a Zumarraga en los años 1473, 1478, 1483, 1487, 1492, 1497, 1501, 1506, 1511, 1515,
1520, 1525, 1529, 1534, 1539, 1543, 1548 y 1553. Puede consultarse un completísimo rol de tandas y el
año que correspondía la elección de cada Alcaldía Mayor a cada población en Archivo Municipal de
Zumarraga, Sección B, Negociado 1, Libro 1, Expediente 11.
68
tipo que fuese; la negligencia de los Jurados para hacer cumplir esas mismas penas le
acarreaba el tener que hacerse cargo de las deudas de los ausentados). Además, habían
de hacer que se celebrasen las reuniones convocadas por los Alcaldes.
El Fiel era el encargado directo de llevar la parte hacendística y económica de la
Alcaldía, fundamentalmente vigilando los mercados para que no hubiese fraudes de
ningún tipo en la compraventa de mercancías. Los delitos comerciales más frecuentes
eran: la venta a un precio mayor del permitido, el fraude en la medidas, usando falsos
instrumentos de medición, la mezcla de vinos o aguar el vino, la venta fraudulenta de
pan, etc. Además de todo esto, era también el tasador de los precios de los productos a
comerciar, desempeñando también el encargo de controlador y cobrador del dinero de
los repartimientos efectuados por el Alcalde.
Zumarraga contó en todo momento con uno de los dos Alcaldes ordinarios,
siempre bajo la autoridad del Alcalde Mayor. Además, y mientras nuestra población
estuvo inserta en esta institución, hubo en ella un auditorio, o lugar donde se hacían los
juicios, para lo cual contaba con tres escribanías de las nueve que gozaba la Alcaldía
Mayor (las otras seis estaban repartidas entre Lazkao y Gabiria, poseyendo cada una de
ellas, y al igual que Zumarraga, un auditorio, en cada uno de los cuales trabajaban,
igualmente, tres escribanos). También contó nuestra población con tres escribanos
numerales.
A pesar de contar con esas ventajas respecto a otras poblaciones insertas en la
Alcaldía Mayor, Zumarraga ansió desde pronto ser totalmente independiente. Así,
intentó desligarse de ella revocando el contrato y su unión entre 1508 y 1510. Pero, no
habiendo logrado ver con éxito su intento, en 1511 y 1512 solicitó la anulación del
contrato que unía a las dos entidades69. Tan sólo logró desligarse de dicha institución
siglo y medio después, en la ya anunciada fecha del 30 de agosto de 1660, tras
comprobar la decidida apuesta de la monarquía de la época por conceder villazgos,
mercedes, y solicitudes varias de cualquiera de las poblaciones de la monarquía a
cambio de una importante contraprestación económica70. Al año siguiente, comoquiera
que se había quedado omitido el nombramiento del título de villa que implicaba la
69
En Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Pleitos civiles. Escribanía Quevedo. Pleitos
fenecidos 1285/4, leg. 288, y 1285/2, leg. 288 de la misma escribanía y pleitos.
70
En concreto, Zumarraga hubo de afrontar el pago de cien ducados entregados al Contador Pedro de
Ibarrola, los cuales fueron utilizados para ayuda de las octavas que se hicieron en los conventos del Santo
Cristo de la Ciencia y de San Agustín de Madrid.
separación de Zumarraga de la Alcaldía Mayor de Arería, el mismo Rey otorgó una real
cédula, concretamente el 16 de octubre de 1661, por la cual Zumarraga pasó a tener la
categoría de villa, para lo cual, por aquella vez, debía de pagar la media anata, derecho
que se había de satisfacer por la obtención de títulos, que ascendió a 938 maravedíes,
cantidad que tendría que seguir pagando cada quince años, pues de no hacerlo así
perdería los beneficios obtenidos71.
Fuera ya de la relación directa con la Alcaldía Mayor, aunque no de la relación
que mantuvo nuestra población con la Casa de Lazcano, la parroquia zumarragarra
estaba bajo la férula de dichos nobles desde 1366, en virtud de la donación del
monasterio72 de Zumarraga que el pretendiente Enrique de Trastamara, actuando ya
como rey, efectuó a Francisco Gómez de Lazcano para compensarle de la ayuda que ya
le había prestado hasta ese momento, e incluso de la ayuda que le prestaría en adelante
para ganar la guerra que sostenía contra su hermanastro, Pedro I, por el control del trono
castellano.
Pues bien, en virtud de esa donación, y también del poder que logró acumular la
Casa de Lazcano sobre esta zona geográfica, la población zumarragarra estaba
prácticamente sometida y ahogada por la autoridad de este poderoso señor feudal,
cabeza de los oñacinos: recuérdese que para intentar salir de ese dominio veinticuatro
personas (fundamentalmente zumarragarras, aunque también alguna de poblaciones
extremadamente cercanas) acudieron a principios de octubre de1383 hasta Segovia, el
lugar donde estaba el rey, para solicitar la fundación de una villa real, resultando de esa
petición la concesión por Juan I a los solicitantes de la carta de población y erección de
la villa de Villarreal de Urrechua (Urretxu), villa a la cual se adhirieron en diciembre de
ese mismo año la totalidad de pobladores de Zumarraga, con sus posesiones. A pesar de
la confirmación real de esa adhesión, los esfuerzos del Señor de Lazcano llevaron al
traste dicha unión, lo mismo que hicieron malograr la adhesión que, siempre en el
intento de buscar protección, llevaron a cabo años más tarde Zumarraga y Urretxu en el
interior de la poderosa villa de Segura.
Durante décadas los Lazcano mantuvieron totalmente sometidos a los habitantes
de esta población, y eso siguió siendo así a pesar de que dejaron de ser los Alcaldes
71
En PRADA SANTAMARÍA, Antonio, “La relación de Zumarraga con la organización de la Alcaldía
Mayor de Arería”, en Euskonews & Media, nº 113, del 2 al 9 de marzo de 2001, y consultable en
http://www.euskonews.com, la revista electrónica de Eusko Ikaskuntza – Sociedad de Estudios Vascos.
72
En el origen de las parroquias en el País Vasco, muchos templos parroquiales aparecen denominados
con ese nombre, que no tiene que ver con el clero regular actual, sino con el entonces secular.
Mayores de Arería a finales de la década que comenzó en 1451, al menos hasta 1479,
cuando en la alavesa población de Contrasta los lugareños mataron a Juan López de
Lazcano, Señor de la Casa de Lazcano.
Aprovechando ese descabezamiento momentáneo de la Casa, y con la
presunción de la inexistencia de un Señor fuerte, la universidad73 de Zumarraga
aprovechó en 1486 para solicitar de la Católica Isabel I que obligase a los Lazcano a
contribuir con más dinero al personal eclesiástico, a la vez que le solicitaron que pusiese
más clérigos que atendiesen espiritualmente a la población, puesto que hasta entonces,
los Lazcano sólo ponían un clérigo, naturalmente mal pagado, para atender a las
aproximadamente setecientas personas que por entonces podía tener Zumarraga.
Comenzó así un proceso judicial que, sin duda, puede ser catalogado como uno
de los más importantes dentro de la historia de nuestra población en todos los tiempos,
puesto que la reina tomó cartas en el asunto, enviando al licenciado en teología Diego
Beltrán de Yanguas, el cual, sobre el terreno, evaluó las características y las necesidades
de la población, así como los diezmos con que ésta contribuía a los Lazcano, decidiendo
finalmente obligar a éstos a poner un vicario y tres beneficiados al servicio de los
feligreses, aumentando sus emolumentos directos a un tercio de los diezmos que
llevaban los Señores de Lazcano, además de todas las oblaciones, mortuarios74, y
obsequios a dichos clérigos.
No contentos con lo dictado por Yanguas, los Lazcano recurrieron lo
establecido. El proceso llegó hasta el tribunal de la Chancillería, el cual, tras largas
deliberaciones, pruebas, sentencias, etc., concluyó el 14 de agosto de 1489 de forma
similar a lo establecido por Yanguas en 148675.
73
Según el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, en su vigésima primera
edición, tomo II, pág. 2047, universidad es el conjunto de poblaciones o de barrios que estaban unidos por
intereses comunes, bajo una misma representación jurídica.
74
Cantidad que se satisfacía al eclesiástico por hacer todo lo necesario para la salvación del alma de una
persona, desde que ésta fallecía hasta que era enterrada (comúnmente en aquella época, y durante siglos,
en el interior del templo parroquial).
75
La información sobre este primer pleito la podemos ver en el Archivo de la Real Chancillería de
Valladolid. Pleitos Civiles. Escribanía de Zarandona y Wals. Pleitos Olvidados. C 430/2 – L 94, en
A.M.Z., Sección E, Negociado 4, Serie III, Libro 1, Expediente 1, A.M.Z., Sección E, Negociado 4, Serie
III, Libro 1, Expediente 2, y A.M.Z., Sección E, Negociado 4, Serie III, Libro 1, Expediente 4.,
fundamentalmente.
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