El arte de adaptarse al ambiente Rodman R. Clayson, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Día tras día, de un modo u otro, uno se esfuerza en adaptarse a la vida y a lo que a menudo se menciona como los vaivenes o altibajos de ésta. Nadie está exento de las vicisitudes de la vida; todos las tenemos en cierto grado. Muchos sienten necesidad de seguridad y madurez emocional, de independencia de pensamiento y acción, de libre consideración tanto de los valores inmateriales como de los materiales. El adaptarse al ambiente implica un arte. Con ello procura el hombre traer orden y estabilidad a su vida; se esfuerza en dar a ésta valor y significación; desea lograr cierto sentido de valía personal, aún sentirse satisfecho de sí mismo, y muy decididamente, tener la sensación de haber alcanzado el éxito. Asimismo, el individuo (que desea ser apreciado y respetado) procura obtener la aceptación de los demás, lograr cierto grado de reconocimiento. La adaptación ayuda a atraer adelanto y desarrollo personal, además de la paz mental, el bienestar, y un ambiente de armonía. Infortunadamente, muchos, en su propio ambiente titubean en aceptar cambios, nuevas ideas y experiencias. Pero paradójicamente, pónganlos fuera de ese ambiente y parecerán personas diferentes. Inmediatamente se adaptan a la nueva serie de circunstancias y adquieren una nueva perspectiva. Como esto puede parecer contradictorio, pensemos en el que viaja por tierras extranjeras. Hoy día muchos viajan como turistas por tierras extrañas, viéndose obligados a pasar por nuevas experiencias y a ajustarse a ellas rápidamente. Saben que cada día va a traer consigo molestias y dificultades y determinan afrontarlas filosóficamente y, si es posible, aún verles el lado humorístico. Se adaptan inmediatamente a condiciones que son distintas de lo que están acostumbrados a ver en su país. Hay la diferencia de idioma, las costumbres del país y de su gente. También el problema del cambio de moneda. En ciertas ocasiones hay una forma muy singular o anticuada de transportación. Frecuentemente hay problemas con la alimentación y el agua. Además, hay cientos de inconveniencias. Pero la mayoría de los que viajan por tierras extrañas, muy pronto se adaptan a todas estas cosas. En realidad, tácitamente, todo turista encuentra ocasión de buscar y descubrir cuanto es curioso y raro, así como de interés histórico. Su entusiasmo se despierta y aviva, y fija su atención en miles de cosas pequeñas tales como la belleza del paisaje, la arquitectura, las escenas callejeras, y los bazares típicos. El visitante observa con atención a las gentes que encuentra a su paso por la calle, mientras que en el lugar donde vive, probablemente hubieran pasado inadvertidas. El viajero El viajero toma nota de todas estas cosas interesantes, a fin de describirlas a sus amigos cuando llegue de regreso a su país. Hasta quizá le agregue algunos detalles en su imaginación a sus experiencias. Después de todo, la imaginación reviste de su encanto aun a la más desagradable experiencia. Así pues, ocurre esta interesante paradoja en la generalidad de las personas que viajan por tierras extranjeras. Como turista, viaja por su libre voluntad. No se le ha obligado a ir, como quizá hubiera podido ser el caso si hubiera estado en algún servicio de las armas o en algún empleo de gobierno. Sabía que encontraría las cosas diferentes a como son en su país, pero no se opuso a estas condiciones; se enfrentó a ellas de buen grado, y se ajustó a ellas. Como resultado, se divirtió y disfrutó plenamente de su viaje. En su sitio de residencia en cambio, sin la oportunidad de viajar, esta misma persona es menos observadora. Se molesta o incomoda por las inconveniencias y demoras, en efecto, no trata de avenirse a las experiencias negativas de la vida diaria. Es necesario desarrollar una perspectiva ideal: vernos y sentirnos sanos, felices, bien acoplados; ser agradables y simpáticos con los demás; tener siempre una palabra de aliento, procurando ver lo bueno en las gentes; manifestar paciencia, manteniéndonos al mismo tiempo lo suficientemente ocupados para que no haya tiempo de sentirnos molestos, impacientes o mórbidos. Necesitamos estar conscientes de nuestra propia responsabilidad, darnos cuenta de que la vida es un problema individual. Es cuestión de economía el encontrar la clave para ser felices. Ver la vida y todas sus condiciones con un sentido práctico y realista, a través de un enfoque claro y preciso. Esto es un arte que hay que lograr, un arte que ayuda al hombre a gozar de la vida lo mejor posible. Realmente, el progreso se mide en términos de la vida humana. Nuestra experiencia de hoy es el resultado de nuestra experiencia del ayer y está condicionada por ésta última. Nuestra intuición nos dirá de aún mayores experiencias por venir, pero debemos estar preparados para recibirlas. No debemos excedernos o extralimitamos demasiado o colocarnos en una situación que nos agobie y nos oprima. Debemos aprender a escoger y rechazar, a elegir, a actuar con juicio y discernimiento, y sin ansiedad. Después de todo, lo que pensamos y hacemos a diario esta, irremisiblemente, creando y modelando nuestro futuro. Nadie puede vivir por nosotros nuestra vida. Sí somos sensatos empezaremos nuestro día sabiamente; nos encaminaremos hacia lo que preferimos ser y hacia lo que deseamos hacer, con una feliz perspectiva en nuestra mente. Todo esto constituye adaptación a la vida. Es un problema individual. Varía con el temperamento, con el ambiente y con los hábitos mentales del individuo. Características de generosidad Aquellos que han aprendido a pensar y ocasionalmente hacen un examen de si mismos, son generalmente conscientes de sus errores y tratan de hacer algo para corregirlos. Muchos hay que tienen necesidad de este proceso de adaptación. Tienen necesidad de valor, ánimo y estímulo. Nos esforzamos en desarrollar y perfeccionar un sentimiento de bien hacia nuestros semejantes. Esta bien en caso de desacuerdo con nuestros amigos, mantener el mismo espíritu y tolerancia para ver las cosas, que esperamos de ellos, recordando que tenemos en común mas puntos de acuerdo que de desacuerdo. Es mejor ser tolerante con las gentes y tener caridad hacía ellas, que esperar que ellas sean como nosotros. No hay mayor evidencia en una persona de la posesión de una grande y generosa naturaleza, que el perdonar y olvidar inmediatamente toda injuria, ya sea imaginada o de cualquier otra forma; elevándose así sobre los mezquinos sentimientos de resentimiento, orgullo y rencor, que resultan en perjuicio tanto del que los sustenta como del que ha cometido la injuria. Indudablemente, somos nosotros los culpables si sufrimos, porque todo depende de nuestra actitud y de la forma en que nos ajustemos o adaptemos al ambiente. Debemos aprender a distinguir sabia y prudentemente, a ser prácticos, nunca sentirnos descorazonados. Cada día requiere una dedicación renovada. Nuevas ideas y nuevas fuerzas vendrán a nosotros, según el grado en que nos hagamos receptivos a ellas. Podemos estar a la altura prácticamente, de cualquier tarea. La adversidad puede transmutarse, cambiarse. ¿No sería algo maravilloso llegar al convencimiento de que podemos elevarnos al nivel de toda ocasión; de que es definitivamente un paso hacia el dominio propio el enfrentar la adversidad, y aceptar lo placentero en la vida con un amplio espíritu filosófico, así como el elevarnos sobre todas las circunstancias negativas y hacernos superiores a todos los pensamientos y temores que una vez nos subyugaron con su poder? La prueba de la vida Es, en verdad, una fortuna que tengamos el valor y la fortaleza necesarios para sostenemos a través de las pruebas severas. Somos aun más afortunados cuando estamos imbuidos con el deseo de ser mejores y tenemos la voluntad de persistir con férrea determinación para vencer. De esta manera desarrollamos un arte, una técnica en nuestro modo de realizar los ajustes o adaptaciones necesarios en la vida, tal como lo haríamos si fuéramos a visitar a Francia, Egipto, Grecia, Japón o países de la América Latina. Todos hemos experimentado esos momentos, cuando serenamente nos enfrentamos a nuestros temores, nuestras dudas, y nuestras inciertas opiniones, y calmadamente las descartamos. Después, fueron impotentes porque vimos su gran absurdo. La mitad de la batalla está ganada cuando vemos nuestro error y nos damos cuenta de las potencialidades y posibilidades en su justo valor. Entonces dominamos la situación; somos con mayor fuerza de realidad, más profundamente, nosotros mismos. Con un poco de reflexión y buen deseo, todos nosotros podemos adquirir el arte, o sea, la posición que ha de ayudarnos a adaptarnos en la vida. Toda penosa experiencia fortalece y aparta las tendencias de nuestros caracteres del temor, la congoja y la duda. El ajuste requiere de nosotros el mantener una actitud apropiada hacia la vida y sus problemas. Debemos estar dispuestos a aceptar un cambio de opinión, o un cambio de punto de vista. Con un cambio de opinión y comprensión acerca de alguna cosa cuando es necesario, surge como resultado una nueva dirección de la voluntad, la cual se armonizan las fuerzas de nuestro ser para, en concordancia con ella, darnos el necesario conocimiento y comprensión para el ajuste, aun cuando tengamos que confrontar disgustos y frustraciones. En esta agitada época en que vivimos, necesitamos reposo, calma. No debemos permitir que nos sobrecoja una alta tensión ni debemos ser demasiado activos. Cuando estamos sobreexcitados (en tensión, por decirlo así) luchamos con nosotros mismos, en indecisión. Nos sentimos nerviosos; leemos este libro o aquél; miramos televisión; vamos al teatro o a las carreras. Puede ser que tratemos de alejar de nuestras mentes lo que nos está molestando, pero continuamos dejando que nos perturbe y nos excite. Lo que necesitamos es refrenarnos, evitar el caer en tal excitación. Deberíamos gustosamente, olvidarnos en ciertas ocasiones de nuestros problemas, nuestras congojas, hasta quizá de todo aquello que es moderno, y leer libros de los grandes autores que han escrito para todos los tiempos, o alguna historia o trabajo científico que nos transporte al pasado o que haga conjeturar sobre el futuro. Esto nos da un sentido del tiempo, de las épocas pasadas, del progreso. Ritmo adecuado Parece haber un ritmo correspondiente a la vida humana, con sus fluctuantes aspectos de cambio alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, etc., como demuestra la Historia. Ocasionalmente recordamos lo que hemos leído acerca del encumbramiento y caída de las naciones, acerca de su civilización y cultura, y pensamos que ahora, al fin, quizá todo irá bien, pero entonces, viene otro intervalo negativo. Sin embargo, el intervalo entre estos altibajos o alternativas de la vida, suele ser a menudo demasiado largo para un discernimiento de corto alcance. Mientras más pensamos en una dificultad, cualquiera que ella sea, mas olvidamos que de seguro, surgirá un nuevo día y que siempre habrá más altos que bajos. Pero a su debido tiempo estas experiencias contrastantes se transformaran en un patrón o sistema, según reflexionemos sobre su significado, y los períodos de circunstancias adversas vendrán a ser cada vez menores. Así, pues, trabajamos con empeño para adaptarnos a la vida, para dominarnos a nosotros mismos, para modelar nuestros propios destinos. Tratamos de poner las cosas dentro de su correspondiente perspectiva. Adquirimos la estabilidad emocional, la madurez, la paz mental necesarias. Hallamos que hay más armonía en nuestras vidas. Hay quienes creen que quizás una mano más poderosa y una voluntad más profunda que la nuestra se revela en todo esto. No siempre podemos discernir el curso apropiado antes de que llegue el momento preciso. El momento viene a menudo inesperadamente. Pero ciertamente viene a aquellos que van en su busca y que se esfuerzan por conseguirlo. Todo esto está implícito en el arte de adaptarse al ambiente. Debemos tener siempre presente el ideal del ajuste y adaptación en la vida. El esfuerzo es recompensado Mantenemos una vida de disciplina para lograr la independencia de pensamiento y acción; llevamos adelante nuestros propios proyectos, y adquirimos nuevos valores de nobleza y dignidad personal. El orden y estabilidad que creamos en nuestras vidas, traen una nueva riqueza y singularidad, y un sentido de los valores humanos. La vida no es un juego de azar; el éxito viene a aquel que se esfuerza en alcanzarlo. Thomas A. Edison dijo sobre la búsqueda de la felicidad, que era "la búsqueda mayor de la humanidad" y al mismo tiempo preguntó cuántas personas son realmente felices. ¡Tantos de nosotros queremos lo que no tenemos y vamos insatisfechos con lo que poseemos! Con relación a esto, alguien ha dicho que habrá un mínimo de ocasio nes de necesidad o miseria y un máximo de ocasiones de felicidad y de éxito en nuestra vida, según el grado en que nos adaptemos a nuestros logros y la apreciación y comprensión que tengamos de ellos. No vivimos para el momento que pasa, sino para una continua y balanceada estabilidad. Emerson dijo: "Mantened vuestros ojos fijos en lo eterno, y se desarrollará vuestro intelecto." Si mantenemos la finalidad en mente (la apreciación del conocimiento fundamental y primordial) tendremos ante nosotros una perspectiva ideal. Este arte requiere persistencia, pero el resultado de un total ajuste o adaptación conduce a la realización de lo más en vez de lo menos, de la abundancia de la vida. La felicidad que trae consigo, bien vale el esfuerzo por lograrlo.