PERSEO. (Primera Parte) Acrisio, rey de Argos, emprendió viaje a

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PERSEO.
(Primera Parte)
Acrisio, rey de Argos, emprendió viaje a Delfos para consultar
a la Pitia. Esta anciana a veces con la ayuda de los dioses podía
predecir el futuro. El rey le preguntó:
- ¿Tendré algún día un hijo?
- No, Acrisio, jamás. Sin embargo, tu nieto, te matará… ¡y ocupará el
trono de Argos!
Acrisio volvió a Argos y en su cabeza no paraba de repetirse:
- ¡Tengo que evitar que mi hija Dánae tenga un hijo! ¡No ha de
nacer!
Así ordenó que su hija fuera encerrada en una prisión sin
puerta ni ventana y ordenó que nadie se le acercara. Dánae pensó
que no tardaría en morir de pena.
Pero desde el Olimpo, Zeus, conmovido por su infortunio y,
sobre todo, seducido por su belleza, decidió acudir en su ayuda.
Una noche, el rey de todos los dioses, penetró en la celda en forma
de lluvia dorada y adquirió forma humana como un apuesto joven.
-¡No temas, Dánae! Te facilitaré la huida…
Dánae se rindió ante los encantos de Zeus y meses después dio
a luz a un niño de una hermosura y una fuerza excepcionales.
-Te llamaré Perseo.
Pero un día, Acrisio, oyó los gritos del recién nacido y
descubrió que su hija sostenía en brazos al precioso niño.
-¡Padre, perdónanos la vida!
Entonces metió a Dánae y a su nieto en un gran baúl. Mandó
que cerraran y sellaran el cofre y luego le dijo al capitán de la galera
real:
-Carga el cofre en tu barco y ordena a tus hombres que lo tiren al
mar lejos de toda tierra habitada.
* * * *
Tiraron el cofre por encima de la borda y, después de varios
días flotando a merced de las corrientes, llegó a una playa donde un
pescador descerrajó el oxidado candado.
-Son hermosos como dioses… ¡Pobrecillos están medio muertos!
Dictis, el pescador, los protegió y cuidó durante años, mientras
Perseo se convertía en un muchacho fuerte y valiente.
Un día, Polidectes, tirano de la isla de Séfiros y hermano del
pescador, atraído por la belleza de Dánae, se los llevó a palacio.
Polidectes se había enamorado de ella y la cortejaba continuamente
hasta que Dánae no tuvo más remedio que acceder a casarse con
Polidectes para asegurar su supervivencia y la de su hijo.
La fiesta fue suntuosa y cada invitado llevó un regalo como
exigía la costumbre. Polidectes dijo de repente dirigiéndose a Perseo:
- Y bien, Perseo, ¿qué te parecen todos estos regalos?
- Majestad, no veo más que objetos vulgares y corrientes.
- ¡Presuntuoso! ¿Qué cosa tan original querías que me trajeran?
- ¡Qué sé yo…, la cabeza de Medusa, por ejemplo!
Un murmullo de pavor corrió por entre los invitados: Medusa era la
mayor y la más peligrosa de las tres Gorgonas. Sus cabellos eran
serpientes venenosas y aquel que se atreviera a mirarla de frente se
quedaba petrificado, además nadie sabía dónde vivían aquellas tres
hermanas monstruosas.
- Te voy a tomar la palabra, Perseo. Te ordeno que me traigas la
cabeza de Medusa. No vuelvas a aparecer por palacio sin ella.
Al día siguiente, Perseo recorría la costa de Séfiros sin saber
adónde ir. De repente, Hermes, el mensajero de los dioses, el de los
pies alados, se presentó ante él:
- ¡En menudo lío te has metido, muchacho! No sé dónde se ocultan
las Gorgonas, pero sus tres hermanas, las Grayas, sí que lo saben.
Además poseen tres cosas que son necesarias para que lleves a cabo
tu misión. Súbete a mi espalda que yo te llevaré.
Hermes lo llevó a una región árida y sombría donde habitaban
las tres Grayas. No tenían ni un solo diente y las cuencas de sus ojos
estaban vacías. Discutían acaloradamente, mientras se pasaban
incansablemente de una a otra… ¡un ojo y un diente! Entonces,
Perseo les arrebató el ojo y el diente mientras se lo pasaban:
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¡Devuélvenos nuestro diente y nuestro
ojo!
- Con estas dos condiciones: que me digáis dónde puedo encontrar a
las Gorgonas y que me deis las tres cosas que me permitirán luchar
contra ellas.
-Está bien. Las hallarás en una cueva en los confines del mundo y
aquí tienes las sandalias que te permitirán llegar hasta allí, el zurrón
mágico y el casco del dios Plutón que te hará invisible. ¡Y ahora
devuélvenos lo nuestro!
Antes de partir a los confines del mundo, Hermes le dijo:
- Cuídate de no mirar a Medusa ni a sus hermanas o te quedarás
convertido en piedra. Ah, toma: te regalo mi hoz de oro; te será útil.
Cuando llegó a la guarida de las Gorgonas, por los alrededores
no se veían más que estatuas de piedra. Eran todos los que se habían
enfrentado a ellas y que habían quedado petrificados por su mirada.
Sin embargo, se adentró hasta el fondo de la caverna. Viendo lo
difícil que le resultaría su empresa, imploró a Atenea que acudiera
en su ayuda. Un resplandor iluminó la gruta… y Atenea apareció con
su coraza y sus armas.
-Me conmueve tu valor, Perseo. Aquí tienes mi escudo. ¡Enfréntate a
Medusa sirviéndote de su reflejo!
* * * *
Perseo comprendió que podría acercarse de espaldas a los tres
monstruos presentándoles el escudo de la diosa, liso y bruñido como
un espejo. Eran verdaderamente repugnantes, el cuerpo cubierto de
escamas y puntiagudos colmillos en las fauces.
Perseo, siempre de espaldas y guiado por el reflejo del escudo,
llegó hasta Medusa. Entonces se volvió y con la hoz que le había
dado Hermes (Mercurio) le cortó la cabeza de un tajo.
En seguida cogió el zurrón y metió dentro de él la cabeza. Vio
que del cuerpo decapitado de Medusa salía un gran chorro de sangre
y que de aquel líquido surgieron dos seres fabulosos. Uno de ellos,
un caballo alado de resplandeciente blancura, Pegaso.
Perseo, en ese momento, se puso el casco de Plutón e
inmediatamente se hizo invisible. Cuando alcanzó la salida, de un
salto subió a lomos del caballo alado y remontaron el vuelo. Del
zurrón que llevaba en la mano caían gotas de sangre y cada una de
ellas, al llegar al suelo, se convertía en una serpiente. Por eso, hoy
día, hay tantas en el desierto.
* * * *
Cuando Perseo llegó a la isla de Séfiros se presentó ante el rey
Polidectes. El soberano le dijo furioso:
-¡Dánae ha huido! Se ha refugiado con mi hermano Dictis en un
templo convencida de que los dioses los protegerán. Los tengo
asediados. ¿Y tú, de dónde sales?
- Señor, he cumplido lo que me ordenaste: aquí te traigo la cabeza de
Medusa.
- ¿Te burlas de mí? ¡Ya me gustaría a mí verla!
Perseo agarró la cabeza de Medusa y se la plantó delante a
Polidectes, el cual se quedó convertido en estatua de piedra.
Entonces Perseo fue a liberar a su madre y a su fiel protector, Dictis.
Los habitantes de la isla de Séfiros, cuando se vieron liberados
del tirano Polidectes, le pidieron que se convirtiera en su rey.
Pero Perseo les respondió:
- No, el único trono al que puedo aspirar legítimamente es el de
Argos, mi patria. Y hacia allí voy a dirigirme.
Pero esa…, esa es otra historia…
SERES FABULOSOS: http://elarlequindehielo.obolog.com/apuntes-cultura-clasica-seres-fabulosos-mitologia-324493
NOMBRE: …………………………………………………………………………………..
CUESTIONARIO
(Perseo I)
1. ¿Dónde gobierna el rey Acrisio? ….…….. ¿Cómo se llama su hija?............
2. ¿Por qué la encerró en una prisión sin puerta ni ventana?
3. ¿Quién acudió en su ayuda? …………………….. ¿Por qué? …
4. ¿Cómo penetró en la celda?
5. ¿Quiénes son los padres de Perseo? ……………………….. y …………………
6. ¿Qué hizo Acrisio cuando oyó el llanto del niño?
7. ¿Quién es Dictis?
8. ¿Por qué tuvo que ir Perseo por la cabeza de Medusa?
9. ¿Quién es Medusa? ¿Qué poder tiene?
10. ¿Qué dios ayuda a Perseo para conseguir la cabeza de Medusa?
11. ¿Cómo son las Grayas?
12. ¿Cómo consiguió Perseo que las Grayas le dijeran dónde vivían sus
hermanas las Gorgonas?
13. ¿Qué tres objetos le dan para que consiga llegar hasta allí?
14. ¿Qué le entregó Hermes y qué hizo Perseo con ese objeto?
15. ¿Por qué la guarida de las Gorgonas estaba rodeada de estatuas?
16. ¿Qué le ofrece Atenea para vencer a las Gorgonas? ¿Para qué tiene que
usarlo?
17. ¿Cuál es el nombre del caballo alado? …………………………..
CONTESTA POR DETRÁS DEL FOLIO A LAS TRES ÚLTIMAS PREGUNTAS:
18. ¿Por qué, según el mito, hay tantas serpientes en el desierto?
19. Cuando regresa Perseo, ¿dónde está su madre?
20. ¿Por qué le ofrecieron a Perseo ser el rey de la isla de Séfiros? ¿Por qué
no acepta?
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