El Orden del Inca - Acuerdo Institucional Sanmarquino

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Sábado, 2 de noviembre de 2013. Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria
El sorprendente orden del inca
MANUEL BURGA. HISTORIADOR DOCENTE UNIVERSITARIO
EL ORDEN DEL INCA es el título del libro que acaban de publicar Andrés Chirinos y Martha
Zegarra, un estudioso de las culturas y pueblos andinos y una experimentada lingüista
sanmarquina. Ambos conocen muy bien el quechua de la región inca. Hace ya más de una década
que trabajan y publican juntos libros, ensayos y estudios sobre poblaciones cusqueñas, así como
sobre las poblaciones campesinas de otros departamentos. Además, Andrés Chirinos, en 2010,
publicó Quipus del Tahuantinsuyo, que sorprendió a los que hemos seguido su constante trabajo.
Ahora nos sorprenden de nuevo con este libro que desde el título retoma la agenda oculta de Juan
Polo de Ondegardo en los Andes, entender y descifrar el orden del inca.
Publican dos textos de este licenciado del siglo XVI, de manera paralela, uno frente al otro, como
confrontándolos. El primero se llama Tratado de un cartapacio, a manera de borrador, que quedó
en los papeles del Licenciado Polo de Ondegardo acerca (sic) del linaje de los ingas y cómo
conquistaron. El segundo, Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no
guardar a los indios sus fueros. Ambos son manuscritos de 1571 que se encuentran en la
Biblioteca Nacional de España en Madrid.
Afirman que ambos textos parecen ser un solo documento, obra de copistas de ese siglo, pero al
mismo tiempo nos advierten que los dos tratados tienen cosas propias que los hacen distintos,
complementarios, y recomiendan leerlos con esa visión. El segundo es más largo y lógicamente
más completo. Publican también un tercer documento que le llaman Respuestas a la Ynstrucción
del Rey, que son las respuestas de Polo de Ondegardo a las preguntas formuladas por
funcionarios reales para averiguar lo que se podía interrogando a “los indios viejos” y consultando
a los quipus. Es un documento de 1561.
Polo de Ondegardo, quien probablemente nació hacia 1519 en Valladolid, llegó en 1543 a los
Andes dentro del séquito del virrey Núñez Vela. Raúl Porras tuvo mucha admiración por este
licenciado, que no era precisamente un cronista ni interesado en la historia, sino comisionado para
“describir cuáles eran los bienes que se contribuían para el inca y cómo se distribuían los trabajos
necesarios para dichas contribuciones”, nos dicen los editores. Se interesaba en las leyes, los
fueros que se conservaban en el quipo y que conformaban el misterioso orden del inca, que les
daba tanta legitimidad como gobernantes. Polo de Ondegardo era un funcionario leal y un
encomendero afortunado, que por el estudio y la indagación disciplinada se convirtió en gran
conocedor del Tahuantinsuyo. Vino como jurista a conocer esas leyes del inca, pero también se le
encargó conocer e informar sobre las “hechicerías” de aquella época y sobre eso escribió informes
que fueron utilizados por los religiosos para corregir los errores de las poblaciones conquistadas.
Conoció muy bien el Cusco, donde fue corregidor de 1558 a 1561, y allí, como un protoetnógrafo,
describió las huacas que se ordenaban en los ceques cusqueños, que creaban un sentido propio al
manejo político de los espacios andinos. Ceques, o líneas, que partían desde el centro del
Coricancha y se dirigían al horizonte imaginario. Originalmente ordenaban espacios nucleares en
el Cusco y después en todo el Tahuantinsuyo. Este documento lo conocemos por las referencias
del cronista Bernabé Cobo de 1652.
Este licenciado consultado por los virreyes también fue un importante funcionario y beneficiario del
orden colonial. Corregidor dos veces de Cusco, prolijo en sus funciones cuando descubrió las
momias de Pachacuti y Huayna Cápac. El Inca Garcilaso recuerda en Comentarios que Polo le
mostró las momias de sus antepasados en 1559, antes de partir a la Península, las que eran
adoradas y, en consecuencia, fueron enviadas a Lima y destruidas subrepticiamente.
Fue muy cercano a Francisco de Toledo (1569-1581), lo acompañó en su famosa visita de cinco
años y fue quien lo designó corregidor de Cusco por otro período. Afortunado porque poseyó una
rica encomienda en Cochabamba y una veta de plata en Potosí. Era seguramente un hombre con
fortuna cuando murió en 1575 en La Plata (Chuquisaca).
¿Pero qué pretendía este personaje y por qué los especialistas le dan tanta importancia? R. Tom
Zuidema no hubiera podido describir los ceques ni el calendario inca sin estos documentos. John
Murra y John Rowe lo utilizaron asiduamente. Pero ahora, cuando poseemos un conocimiento más
avanzado de los incas, los estudiosos le plantean nuevas preguntas, incluso tratando de entender
los misteriosos quipus que usaba su burocracia.
Algunas de sus afirmaciones parecen mostrarlo como crítico del sistema: por ejemplo, nos dice que
los españoles en cuatro años hicieron más daño a las poblaciones indígenas que los incas en 400.
O que estudia el “orden del inca” para aconsejar un buen gobierno a través del respeto a los
“fueros” incas. Además, promovía el respeto a la cultura y leyes de los pueblos conquistados.
Curioso colono del siglo XVI.
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