NGONDRO: Las cuatro prácticas extraordinarias que confieren bendiciones a los seres vivos. NO ALCANZAMOS A VALORAR EN DEMASÍA las cuatro prácticas preliminares, ya que trabajan justamente con aquellas cosas que diariamente nos traen dificultades y nos impiden vivir y expresar nuestra naturaleza iluminada. El principal obstáculo es la mente que se apega a diferentes impresiones que cambian constantemente. Por ejemplo, si una persona que no estaba colérica hace unos instantes y tampoco lo estará dentro de cinco minutos, cree que su rabia en ese momento es verdadera y actúa con base en ella, impulsa y genera, de esta manera, nuevos sufrimientos para el futuro. Este movimiento permanente en un círculo vicioso involuntario es nuestro estado usual. No tenemos la libertad de escoger lo que nos gustaría vivir. El Buda, en cambio, desea que experimentemos aquello que está en nosotros desde tiempos sin principio: el abierto, claro e ilimitado estado de nuestra mente. Esta es abierta como el espacio, sin forma, color o peso, claramente luminosa, llena de capacidades y sin ningún tipo de limitaciones, es decir, todo lo sabe y todo lo puede. Su verdadera esencia es una alegría gigantesca, una compasión activa y una firmeza total. Para poder vivir permanentemente en un estado en el cual ya no surgen dificultades ni sufrimientos, el Buda enseñó varios métodos: en el nivel externo explicó la ley de causa y efecto, para que estemos seguros de poder vivir en el futuro la felicidad, en vez del dolor. A las personas con más fuerza les dio las enseñanzas sobre la compasión y la sabiduría, y a aquellas que tenían una confianza espontánea en su naturaleza búdica, les develó los medios especiales que actúan en el nivel absoluto y nos permiten vivir directamente la verdad atemporal. Lo más importante es el reconocimiento de la vacuidad de todas las cosas, el entendimiento de que nada existe en forma permanente. Todo surge debido a condiciones determinadas, se transforma con ellas y otra vez se disuelve. Pero no sólo el cómo experimentamos las cosas sino también lo que experimentamos, depende de los estados de nuestra mente. La experiencia de la vacuidad de todas las cosas se puede entender de una manera errónea o de una manera correcta: es que si la entendemos bien, surge una sensación de libertad y de espacio ilimitado. Para poder alcanzar esto, necesitamos dos tipos de acumulación: primero, la de experiencias positivas en la memoria, de impresiones firmes, llenas de fortaleza, a las cuales siempre nos podemos remitir. Como todavía estaremos durante mucho tiempo sujetos a impresiones transitorias, es mejor que éstas sean agradables. Esta acumulación continúa, hasta que hayamos construido un capital indestructible de impresiones positivas. Esto le da confianza a la mente y ganas de mirar dentro de sí misma. La segunda acumulación es construir la sabiduría. Con ello no estamos hablando de la sabiduría general mundana, como por ejemplo la que nos enseñan en la escuela o en la universidad; aquí no se trata de meterle más conocimientos a la mente, sino de volverla espontánea y fluida. Se trata ante todo de que logremos expandir infinitamente el primer momento de la experiencia antes de comenzar a clasificar las impresiones en sistemas de gustos y aversiones y así vivir todo con frescura y en forma directa. Esto nos hace capaces de actuar con espontaneidad. La acumulación de impresiones positivas aumenta la comprensión profunda y espontánea y así reconocemos el sentido de la acción positiva. La riqueza interna, la fortuna de ver las cosas con claridad y sin filtros y la capacidad de descansar en aquello que es, se entrelazan. Justamente todo esto es lo que obtenemos mediante las cuatro prácticas preliminares. Las cuatro prácticas fueron dadas por el Buda mismo hace 2500 años. Aparecen por primera vez recopiladas en una obra, aproximadamente quinientos años más tarde, en la Universidad de Nalanda. Cuando la floreciente cultura del budismo en la India fue destruida, al igual que sus monasterios y lugares de meditación, por la invasión de los musulmanes entre los años 800 y 1000, aquellos que conocían las prácticas tántricas budistas especiales, huyeron por las montañas hacia el Tibet. Gracias al comercio y a otros contactos en el Norte y el Sur ya habían ocurrido unas cuantas cosas. En parte el shamanismo de la vieja religión Bon ya había asimilado la idea de la iluminación, pero tan pronto el famoso Gurú Rinpoche trajo las enseñanzas completas al Tibet, alrededor del año 740, Yeshe Tsogyal, su consorte principal, guardó las enseñanzas, hasta que el Rey Langdharma destruyó casi todo otra vez, impuso la vieja religión shamánica del Bon, la cual, en gran medida, obtenía su fuerza ión. La renovación del budismo ocurrió gracias a Marpa, El Traductor. Entre los años 950 y 1000 viajó tres veces a la India. En total permaneció allí dieciséis años y volvió a traer las enseñanzas tántricas más importantes al Tibet. Desde entonces las postraciones son un elemento inseparable de la cultura budista tibetana. Hay tibetanos que han hecho las prácticas preliminares hasta veinticinco veces. Gracias a la experiencia de vivencias indestructibles emanan una fuerza especial, que no tiene nada que demostrar. Son firmes como una roca en el oleaje del mar. Kalu Rinpoche lo ilustra con el ejemplo de una media: si para lavarla, se hunde en el agua una sola vez no quedará limpia; con esto señala la ventaja de repetir las preparaciones para el Mahamudra varias veces. El noveno Karmapa Wangtschuk Dorje enseñó este camino que se desarrolla por la cual la iluminación es la base, el camino y la meta. Hacemos surgir un aspecto de la iluminación como forma de luz y energía, nos concentramos en ella, recitamos su mantra y finalmente nos disolvemos uniéndonos con ella. Gracias a estas formas de energía y luz, ya todo sucede en una tierra pura. Así nuestra sabiduría espontánea se puede desarrollar más y más y gracias a las prácticas preliminares se van dando las distintas etapas de percatación espóntanea* que llevan a la sabiduría absoluta del Mahamudra, al reconocimiento de la naturaleza de todas las cosas, internas y externas. La primera práctica, tomar refugio haciendo las postraciones y desarrollando la actitud iluminada, debe limpiar nuestros canales energéticos internos y acumular fuerza y confianza. Es un ejercicio físico muy vigoroso que aumenta sobre todo el primer tipo de acumulación. La segunda práctica, la meditación sobre Mente Adamantina (Dorje Sempa), no sólo acumula mucho mérito sino que también hace que desarrollemos constantemente más sabiduría. Aún cuando todavía sea necesario limpiar en el nivel relativo las impresiones negativas, sin embargo, en los momentos de fusión, las experiencias y vivencias que también se expresan en sueños, ya están mucho más cerca de lo que es la verdadera sabiduría. La vida todavía lo toca a uno de una manera muy personal, pero los instantes de claridad en la mente se hacen más consistentes. La tercera parte de las prácticas preliminares, la ofrenda del Mandala, edifica por igual sabiduría y acciones positivas. Ofrecemos los Mandalas y regalamos a los Budas todo lo bello de innumerables universos. Reconocemos que estos Budas a los cuales hacemos la ofrenda y nuestro propio ser interno son uno solo. La fase de fusión es más larga y surge nítidamente la unidad entre nosotros que ofrecemos, los Mandalas que son lo ofrecido y los Budas a los cuales les hacemos las ofrendas. La última práctica, la meditación sobre el Lama, sirve sobre todo para edificar la sabiduría. Es una meditación sobre nuestro maestro, el Karmapa. Se originan en la meditación de las tres luces, a la cual le anteceden algunas oraciones y preciosas enseñanzas del Mahamudra. Sobre la base de la purificación por medio de las dos primeras prácticas y de la riqueza interna obtenida por las ofrendas del Mandala, en esta última práctica se hace posible la unificación atemporal del cuerpo, la palabra y la mente de nuestro maestro, el Karmapa, con nosotros mismos. Nuestra entrega a él nos abre, recibimos su bendición y experimentamos la más elevada sabiduría. Para aquellos que hasta ahora no han trabajado con estas prácticas y por primera vez escuchan hablar de ellas, puede que todo les suene un poco mecánico, pero el mejor medio para liberar cada vez más la naturaleza búdica, es la práctica de las repeticiones. Hasta los pensamientos más lucidos, que ahora nos parecen muy útiles, son como una bomba de jabón: explotan cuando morimos. Sólo aquello que se ha vuelto una costumbre sólida en la mente, sólo aquello que toca nuestra totalidad, es una verdadera ayuda no sólo mientras estamos con vida, sino también después de la muerte Cuando morimos se despiertan las diferentes energías iluminadas, nos encontramos con los Budas, los yidams y los protectores, los reconocemos y nos disolvemos en ellos. Así como nuestras perturbaciones se crean repitiendo costumbres y conceptos que nos traen dolor, el antídoto es la repetición de las prácticas liberadoras. Mediante éstas se eliminan los velos que nos impiden vivir la naturaleza de nuestra mente, y aparecen la firmeza y la fuerza. Las prácticas preliminares del Mahamudra son el primer paso en este camino hacia la iluminación. Las cien mil repeticiones de cada una de las prácticas, apuntan directamente hacia la verdadera esencia de nuestra mente y cercenan todas las ilusiones. Las muchas repeticiones nos obligan a saltar por encima de nuestra sombra cultural. Esto sólo es posible por nuestra profunda confianza en las enseñanzas del Buda. Pero sólo si queremos obtener la iluminación en beneficio de todos los seres podemos esperar lograr la realización más alta. Unicamente así todo en la vida cobra sentido y recibimos apoyo de los deseos de todos los seres. En el Camino del Diamante empleamos nuestra totalidad, es decir, trabajamos con cuerpo, palabra y mente y no sólo con nuestras conceptualizaciones. Si la mente se dispersa, queda el habla con el mantra, y si aquí también disminuye la concentración, por lo menos el cuerpo retiene las impresiones de la práctica. Yo creo que nosotros en Occidente ya hemos desarrollado gran parte de la unidireccionalidad que se aprende con estas prácticas. Debido a la presión que se ejerce en las escuelas y la universidad para mejorar el rendimiento, tenemos una mejor capacidad de concentración que aquellos que no han recibido una formación intelectual y estamos vacunados contra la mayoría de las tentaciones, ante las cuales las personas del Oriente hoy en día sucumben. Debido a esto la mayoría de nosotros seguramente no requiere hacer el Ngöndro veinticinco veces. Sin embargo, hacerlo por lo menos una vez es imprescindible. Durante las prácticas preliminares reconocemos cada vez más y más la grandeza del refugio. Si nos abrimos a la bendición del maestro podemos trabajar con nuestra mente y hasta podemos recorrer un buen trecho de nuestro camino hacia la Kagyü. Pero esa fuerza sólo la podemos mantener mediante nuestra propia práctica. Gracias a ella cambia todo nuestro mundo de vivencias. Ya que las prácticas no son ni fáciles ni rápidas de hacer, puede surgir el deseo de meditar directamente sobre la mente. Aunque parezca moderno enseñar esto, no se puede sin una purificación adecuada. Si después de estar una hora meditando, revisamos cuánto tiempo el meditante en verdad vivenció claridad y alegría, encontramos que a lo máximo son unos minutos. La mayoría del tiempo sigue sus pensamientos y sentimientos o se encuentra en el pasado o en el futuro. Al principio a de nuestra práctica no es estamos dormidos por dentro. No se trata de matar los pensamientos o de congelar la mente, porque en definitiva queremos descubrir cuán ricos somos internamente nuestra inteligencia. Cuando nosotros, que tenemos una formación muy intelectual, queremos comenzar a meditar, nos damos cuenta de que si bien nuestro cuerpo está sentado en un solo sitio, nuestra mente anda deambulando o se vuelve obtusa. El estar sentado solamente no es meditación. Por ello en el budismo tibetano, en el Camino del Diamante, las meditaciones que calman llamadas Shiné o Shámata eran impartidas sólo después de haber realizado las cuatro prácticas preliminares y sólo en casos excepcionales se daban también simultáneamente. Mediante la práctica del Camino del Diamante, más allá de cualquier sentimentalismo y artificialidad, todo es llevado al nivel de la más elevada pureza y alegría. Esto se simboliza mediante el árbol del Refugio, Mente Adamantina, el Mandala y sobre todo la corona negra del Karmapa. Mediante la permanente fusión con estos aspectos desaparece la costumbre de diferenciar entre la verdad interna y la externa. A pesar de que la mente no tiene forma, color, peso u olor y no se puede observar desde ningún sitio, es posible vivenciar la perfección de sus cualidades como los distintos Budas. Entonces sólo tenemos que ser naturales. Cuando nos queda claro definitivamente que todos los seres quieren ser felices y evitar el sufrimiento, entonces trabajamos para ellos lo mejor que podemos. La práctica de las preliminares no lleva a la somnolencia, más bien hace que nuestra mente sea como un diamante, brillante y luminoso. El estado de consciencia clara que alcanzamos, es el pleno florecer de todas nuestras facultades y la preparación para ello es la purificación del cuerpo, la palabra y la mente. La primera de estas práctica, las postraciones, trabajan especialmente sobre el cuerpo. Por supuesto que también influyen sobre el habla y la mente, pero en especial sobre el cuerpo. De hecho, todo es mente. Como probablemente saben, si no hay nada, es la naturaleza como el espacio, si hay algo, es su claridad, y que ambas estén ahí, es su naturaleza ilimitada. Todos estos cuerpos que vemos aquí, no son más que mente condensada. De hecho, todo el mundo entero es mente, todo lo que es como el espacio es la mente intuitiva, todo el aire es la transformación de los celos, todo lo que da calor es la transformación del apego, todo lo fluido es la transformación de la ira y todo lo sólido es la transformación del orgullo. Entonces, todo este mundo y nuestros cuerpos y todo lo demás, si realmente observamos, son mente. Si vemos la molécula más pequeña y la dividimos y llegamos a los cluones y leptones y si hacemos que choquen a gran velocidad y precisión, obtenemos espacio. Si hacemos una cámara vacía (sin partículas), se llenará de partículas que surgen del espacio mismo, y todas las cosas, bien sean que puedan ser reconocidas físicamente o no, todas las cosas deben ser vistas como de la misma naturaleza básica. Las personas que han ganado los premios Nobel en los últimos años, han solidificado la luz en partículas, lo cual es imposible porque no tiene masa. Han disuelto otras cosas en el espacio. Todas las categorías que pensábamos eran y no eran, con materia y sin materia, todo en la actualidad está en cuestionamiento y debemos decir, que es la misma totalidad que se manifiesta de diferentes formas. Es la única manera en que podemos entenderlas. Hay una totalidad que a veces es espacio y a veces es forma, y que ambas son aspectos de su esencia ilimitada. Las postraciones parecen una práctica física, donde nos deslizamos 100.000 veces, en toda nuestra extensión y de hecho producimos un caballo de fuerza. Un caballo de fuerza es lo que levanta 75 kg, 1mt, en 1 seg. Así que si toman su peso, y la altura de su centro de gravedad y miden el tiempo que les toma subir y bajar en las postraciones, van a tener una idea de cuántos HP están produciendo. Es bastante! Aunque las postraciones se vean muy físicas, pues uno suda, los músculos se fortalecen y tenemos más energía, también influyen sobre la mente. Lo que sucede es que a través del deslizamiento constante, de ese movimiento, es como forzar agua a través de un tubo que no ha sido utilizado, de donde sale un poco de arena, algunas arañas, trozos de madera, etc. Hasta que al final el agua sale pura. Lo mismo, estamos haciendo aquí. Estamos entrenando el mecanismo de nuestro cuerpo y mente a través del deslizamiento continuo. En el budismo trabajamos con un canal central, un eje positivo y negativo, un campo de energía polarizado de arriba abajo, como el campo polar de la tierra (todo tiene este campo magnético), y a través de este estiramiento hacia arriba y hacia abajo, constante, mientra limpiamos el nivel energético, la mente, que es ambas (consciencia y energía) va a poder moverse más rápidamente en el cuerpo, de un lugar a otro, y va a ser capaz de expandirse más fácilmente y veremos que lo que parece ser algo físico, va a beneficiar bastante nuestra mente. Entonces, primero hay una purificación del cuerpo, de manera de poder ir a donde uno quiera. Los tibetanos, en especial Gendun Rinpoche, menciona que remueve el orgullo. Esa es una visión, pero yo pensé que más relevante es la visión de que da fortaleza, que hace de nuestro cuerpo un instrumento que podemos utilizar, podemos hacer más, tenemos más fuerza. Por su puesto que nadie puede cargar 100kg por 100 Km, es muy difícil, pero si a los pocos Kms uno se estrella, esto deja de ser un gran drama, uno se levanta de nuevo. Si después, a otros Kms uno se estrella de nuevo, tampoco es un gran drama. Tu cuerpo se vuelve una herramienta que se puede utilizar con facilidad, ya que no tiene cabida el drama. Los grandes dramas se remueven a través de esta práctica, y el cuerpo se vuelve algo que uno puede utilizar de forma inteligente. La siguiente práctica es con el mantra de la purificación. De nuevo, esto básicamente es la mente. El mantra de las 100 sílabas que repetimos es muy efectivo pues va directo a la mente. No trabaja de la misma forma como lo hacen algunos sicólogos, quienes cambian las cadenas viejas, de hierro oxidado, por unas de oro, que son igualmente pesadas, es decir, se pasa de identificaciones negativas a otras positivas, pero donde ambas nos limitan. Aquí por el contrario, se trata de hacer de la mente espontánea, donde todo sale, todo lo vemos, todo pasa, se entiende y seguimos a partir de ahí. Esta meditación es muy útil, realmente va al subconsciente. Pienso que es maravilloso que las personas sean valientes. Se dice que el valiente muere una vez y el cobarde mil veces. Sin embargo, hay un tipo de valentía que no recomiendo, y esta es la de caminar por la vida con un subconsciente sin ser tratado, con un subconsciente que puede explotar como una depresión o un gran problema en cualquier lugar, en cualquier momento. Este es un tipo de coraje que yo mismo no tengo y que nadie debería tener. Esto también, por el bien de otros. Si de pronto estamos trabajando para los demás y nos caemos de narices con nuestras propias cosas, no es impresionante para los demás y no es útil para nadie. Esta práctica en Mente de Diamante, realmente nos permite llegar a fondo y quemar las semillas de futuros sufrimientos y remover todo aquello que nos hubiese dolido y realmente perturbado, lo cual creo es algo maravilloso. Lo tercero que sigue es donde llenamos de nuevo. Con las prácticas anteriores limpiamos los canales internos, abrimos el subconsciente y removimos cantidad de cosas. Ahora, queremos llenarlo de riquezas. Queremos poner cantidad de cosas buenas en esta aspiradora que hemos creado, de forma que siempre podamos dar, compartir, ser bondadosos, que siempre podamos hacer cosas buenas por los demás, y esto es lo que sucede a través de los Regalos del Mandala, u Ofrendas del Mandala. La riqueza en sí, se refiere a la riqueza del espacio, y eso es lo que estamos ofreciendo. Aquí nos concentramos en todo lo maravilloso, en riquezas, y los damos en cantidades ilimitadas, a la vez que no necesitamos llevarlo a casa. Entonces, tenemos la oportunidad de poseer grandes riquezas, sin necesidad de tener que construir un cuarto nuevo para guardar todo esto, porque pertenece al espacio y lo tomamos y ofrecemos todo el tiempo. Así, después de haber purificado principalmente el cuerpo a través de las postraciones, y principalmente el habla y la mente a través del mantra de las 100 sílabas, y de haber llenado ese espacio potencial que tenemos, con todas estas riquezas, por medio de imaginar todo lo mejor en el mundo, y dándolo constantemente, y construyéndolo de nuevo, para darlo otra vez, que entonces nos volvemos personas llenas de riquezas y podemos hacer el verdadero contacto, por lo que seguimos al Guru Yoga. El Guru Yoga es maravilloso. El texto es Mahamudra puro, son enseñanzas del Gran Sello. El Noveno Karmapa también hizo muchas enseñanzas interesantes sobre el Gran Sello o Mahamudra, las cuales están incluidas. Entonces, tenemos tanta riqueza, que podemos recibir la bendición de la transmisión para que podamos pasarla. La mayoría de las prácticas las hacemos en nuestro propio idioma, a excepción de las repeticiones de los mantras que las hacemos en tibetano, tal y como ellos lo hicieron de la misma forma con el sánscrito del Buda, pero para el resto utilizamos nuestro idioma. ...Y estas, son las cuatro prácticas, las cuales siguen una secuencia lógica.