Movilidad social ascendente. Miradas de personas privadas

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Movilidad social ascendente. Miradas de personas
privadas de su libertad
Eduardo Soto
“Las ideas dominantes en cualquier época no han sido
nunca más que las ideas de la clase dominante.”
(Karl Marx)
“…cometieron el error de educarnos…”
(Un estudiante privado de su libertad)
Introducción
La movilidad social ascendente es un tema que ha atravesado a los estudios sociológicos
desde la segunda mitad el siglo XX. Diversos autores (Lipset y Bendix: 1962; Germani: 1987)
han dedicado gran parte de su producción teórica a analizar este hecho social.
Definimos a la movilidad social como la posibilidad que tienen los agentes de generar
cambios de posición dentro del espacio social a partir de distintas variables: ocupación,
jerarquía ocupacional, niveles de instrucción, nivel socioeconómico.
Si bien, la ciencia sociológica ha tomado lo ocupacional como referencia para observar las
posibilidades de modificación dentro del espacio social, pensamos que hay otros
componentes que determinan el ascenso social. Entre ellos, la educación, en todos sus
niveles, es un determinante que permite la observación de esa posibilidad en individuos y
colectivos.
Por esta razón, hemos decidido reflexionar sobre este tema, lo educacional, a partir de un
hecho particularmente interesante como es el dictado de estudios universitarios en una
institución carcelaria.
Nos referimos concretamente a la experiencia en la Unidad Penitenciaria N° 48 del partido
de San Martín, donde se cursa la Licenciatura en Sociología que depende de la Universidad
del mismo partido de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente se encuentran funcionando
1° y 2° año de la etapa de formación de grado.
Para nuestro trabajo hemos recolectado datos a partir de la realización de un grupo de
discusión con la colaboración de los internos/estudiantes de 2° año.
La preocupación inicial que nos incentivó a esta pequeña investigación fue: ¿Es posible
pensar movilidad social en estos agentes a partir de sus estudios académicos? ¿Qué
perspectivas se abren para los internos /estudiantes? Dado que aún no ha recibido su título
universitario ninguno de ellos, se observó que analizar concretamente una movilidad social
era prematuro.
Por eso, pareció más pertinente reflexionar sobre las rupturas que podrían producirse entre
los internos y sus grupos primarios a partir de los estudios universitarios de aquellos. A la
vez, se intentará también explorar, a partir de los relatos registrados en el grupo de
discusión, acerca de por qué decidieron estudiar Sociología y cómo se ven en un futuro
próximo como profesionales de esta disciplina.
Para enmarcar este tema creemos conveniente hacer un rápido recorrido acerca de la
desigualdad social en la Argentina reciente, sobre todo el aumento de la pobreza, las
transformaciones que han vivido los sectores populares y sus consecuencias en las
subjetividades y señalaremos algunos conceptos con respecto a la educación. Luego
trabajaremos con los datos apuntados en la reunión de la Unidad Penitencia con los
estudiantes, el jueves 17 de junio de 2.010. Concluiremos con algunos comentarios que
intenten articular el abordaje teórico con nuestros datos.
2. Industrialización/Desindustrialización
La literatura sociológica argentina ha investigado abundantemente las transformaciones
económicas, políticas, sociales y culturales que se han producido en nuestro país en las
últimas décadas. Basta acceder a algunos autores que pueden precisar esta realidad.
La socióloga Susana Torrado (1992) ha estudiado tres períodos económicos de nuestra
historia reciente: el modelo justicialista (1945–1955), el modelo desarrollista (1958–1972) y el
modelo aperturista (1976– 983). La autora señala en cada momento cuáles fueron los
objetivos y estrategias de cada administración, cuál fue la acción del Estado en relación a la
economía, un balance de los sectores de empleo, un balance del desarrollo social y de la
movilidad social, sin duda alguna, desde el primer período, donde se impulsó un fuerte
desarrollo de la industria como sustituto de las importaciones que produjo un acelerado
crecimiento del empleo urbano, y a la vez de una mayor expansión de la clase media
autónoma, la clase media asalariada y la clase obrera asalariada, hasta el tercer momento
estudiado, el modelo aperturista donde “donde la estrategia más eficiente debía consistir en
una modificación drástica de las condiciones económicas funcionales que habían alentado
históricamente el desarrollo de la clase obrera, es decir, en una modificación drástica de los
modelos industrializadores” (Torrado, 1992: 431). Decíamos que, sin lugar a dudas, la
estructura social vivió profundas modificaciones.
Por su lado, Luis Becaria considera que: “hacia mediados de los 70 comienza un deterioro
de la situación social en la Argentina que se extiende hasta el presente, como lo evidencia el
aumento de la desigualdad distributiva y de la pobreza absoluta” (Becaria, 2002: 27).
Mientras Maristella Svampa afirma que “los cambios económicos y sociales que arrancaron
en los 70 y se acentuaron en los 90, reconfiguraron el mundo popular urbano, cuya identidad
colectiva se había estructurado en torno a la dignidad del trabajador.” (Svampa, 2005:159).
Podríamos seguir recurriendo a otros autores, pero nos parece que los tres citados explican
los conceptos iniciales acerca de los cambios producidos en la Argentina en las últimas
décadas. En forma resumida podríamos decir que, la estructura social de nuestro país se vio
fuertemente afectada por los vaivenes económicos y políticos, y que, fue a causa,
principalmente de la desindustrialización, la degradación de las condiciones laborales y la
falta de redistribución de los ingresos, como se generó un crecimiento de la desigualdad
social.
El pasaje de la fábrica al barrio
Nos parece pertinente desarrollar un apartado donde resaltar las dimensiones de las
transformaciones sufridas por los sectores populares, que como ya apuntamos, se vieron
afectados por los cambios en la economía.
Tal como señala Maristella Svampa en su texto La sociedad excluyente, la
desindustrialización tuvo como corolario el quiebre del mundo obrero y la progresiva
territorialización y fragmentación de los sectores populares. Considera a la vez que este
proceso fue sintetizado por la sociología argentina como “el pasaje de la fábrica al barrio”
(Svampa, 2005:160), para señalar el ocaso del universo de los trabajadores urbanos, y la
emergencia del mundo comunitario de los pobres. A la vez, el empobrecimiento conllevó un
proceso de descolectivización, que se tradujo en profundos cambios dentro del tejido social
popular.
Entre estos cambios nos interesa resaltar las redefiniciones en las subjetividades, ya que al
verse afectadas por las modificaciones en las identidades laborales y en la identidades
políticas (esto último a consecuencia de los antiguas identificaciones con el peronismo), se
produjo, fundamentalmente en los jóvenes, la experiencia de la desaparición de los marcos
sociales y culturales, la entrada en la precariedad y la pérdida de soportes sociales y
materiales que durante décadas habían marcado las identidades sociales. Así, podemos
argumentar que muchos jóvenes (y también personas adultas) tienden a naturalizar la
situación de inestabilidad, sin avizorar en su futuro otra cosa que la precariedad duradera
(Svampa, 2005:173).
¿Cuáles serían entonces las estrategias para vivir, dadas la incertidumbre, la inestabilidad y
la precariedad?
Muchos optarán por la inserción en ramas de trabajo no formal que les permita acceder a
escasos bienes para su subsistencia cotidiana. Muchos otros, dada la desaparición de
marcos normativos, producto de la degradación social reinante, oscilarán entre la legalidad y
la ilegalidad para obtener medios de subsistencia.
Nos resulta interesante resaltar unos conceptos trabajados por Alejandro Portes y Kelly
Hoffman: “En el nuevo mercado de todos contra todos promovido por la ideología dominante
(neoliberalismo), no es sorprendente que algunos de los miembros de la sociedad menos
favorecidos busquen justicia dejando de lado el marco normativo existente. En la mayoría de
las grandes ciudades latinoamericanas se aprecia en consecuencia una mayor criminalidad
e inseguridad ciudadana” (Portes y Hoffman, 2003: 373).
En los últimos años de los 90 circulaba en la sabiduría popular un dicho que nos permitirá
graficar esta dolorosa cuestión: “en los noventa se cerraron fábricas y se abrieron cárceles”.
Esta frase ilustra la situación que emergió a partir de la desindustrialización y la degradación
del mundo laboral. Muchas personas se inclinaron a delinquir ante la gravedad de las
condiciones económicas que tuvieron que soportar. No es nuestra intención justificar la
transgresión a la ley. Sin embargo, a partir del crecimiento de la desigualdad social,
creemos, pueden entenderse algunas conductas, y que el pasaje de la fábrica al barrio, se
transformó muchas veces el pasaje de la fábrica a la cárcel como medio de control social.
La educación: Un mecanismo de ascenso social
Desde principios del siglo XX, la educación universitaria ha sido considerada socialmente
como un mecanismo por excelencia para el ascenso social (Buchbinder, 2005: 99).
No sólo los textos académicos lo señalan, sino también la literatura teatral da cuenta de la
importancia que la sociedad le asignaba a la Universidad. La obra “M´hijo el dotor” de
Florencio Sanchez manifiesta esta realidad que caracterizó a la sociedad por aquellos
tiempos. Un dato que también muestra este libro son las rupturas que se producen en las
familias a partir de que uno de sus miembros accede a estudios superiores y la consecuente
conflictividad.
En otros términos, pero manifestando la misma idea, Pierre Bourdieu señala que: “se puede
representar al mundo social en forma de espacio (de varias dimensiones) construido sobre la
base de principios de diferenciación o distribución constituidos por el conjunto de las
propiedades (capitales) que actúan en el universo social en cuestión, es decir, las
propiedades capaces de conferir a quien las posea con fuerza, poder en ese universo”
(Bourdieu, 1990: 281).
Como hemos señalado anteriormente, la educación es uno de los mecanismos que permite
indagar movilidad dentro del espacio social. De hecho, Gino Germani considera que es una
de las categorías a tener en cuenta a la hora de clasificar a los agentes en clases sociales
(Germani, 1987:143).
Estas breves referencias a la educación como generadora de ascenso social nos permite
introducirnos en el tema que nos convoca: la movilidad social de personas en situación de
encierro carcelario que cursan la Licenciatura en Sociología en la Unidad Penitenciaria N° 48
del partido de San Martín.
Un grupo de discusión con Internos/Estudiantes
El jueves 17 de junio nos reunimos con 13 internos (por distintas razones algunos estaban
ausentes) que cursan 2° año de Sociología. El docente que dicta la asignatura “Metodología
de la investigación” cedió generosamente su clase para realizar esta actividad.
Nos acomodamos en ronda para llevar adelante la discusión, ya que este formato es el
apropiado para este tipo de prácticas, dado que facilita la comunicación verbal y observar,
dentro de lo posible, la comunicación paraverbal (gestos, miradas, etc).
En primer lugar nos presentamos, se explicó los motivos del encuentro, aunque, por
supuesto ya estaban al tanto, y seguidamente se presentaron los estudiantes diciendo
nombre y edad, según se lo requerimos. Un primer dato que surge es la edad promedio: 33
años.
Luego, se les preguntó sobre su grupo familiar: como estaba compuesto y los niveles se
instrucción alcanzado. En este aspecto encontramos variaciones que van desde madres y
padres sin primario (1); con primario incompleto (4); primario completo (3); secundario
completo (3) y estudios universitarios (2). La madre de uno de los internos además de haber
alcanzado el nivel primario había realizado estudios de enfermería.
En el caso de los hermanos hay muchas variaciones ya que algunos han hecho solo el nivel
primario, otros cursaron o están cursando el nivel secundario y en algunos casos tienen
hermanos que accedieron al nivel universitario.
Queremos detenernos en las madres y padres: se observa que la gran mayoría de ellos son
personas que no han accedido al nivel secundario de enseñanza, y que sólo dos han
terminado el secundario. Lo cual nos permite pensar que en el caso que los
internos/estudiantes concluyan sus estudios académicos se producirá una clara ruptura en
cuanto a la instrucción alcanzada por algunos de sus padres. Podríamos pensar que un
futuro no muy lejano se produciría una movilidad intergeneracional ascendente, lo cual nos
resulta interesante, ya que nos permite postular que estas personas, más allá de estar
privadas momentáneamente o no de su libertad, estarían en condiciones de modificar su
lugar dentro del espacio social.
Avanzada la reunión se les preguntó: ¿Por qué decidieron estudiar Sociología?
La mayoría manifestó su intención de aprovechar el tiempo: “…para no perder el tiempo”;
“…para aprovechar el tiempo que paso adentro (del penal)”. Otros manifestaron que era una
oportunidad, y que habían decidido utilizarla. Alguien manifestó que soñaba mejorar su
calidad de vida a través del estudio. Otro interno dijo que estarían menos marginados si
estudiaban. También que estudiaba porque era un derecho y una última intervención
consideró que el estudio los hacia más libres.
Una última pregunta que se realizó, fue: ¿Cómo se ven como futuros profesionales de la
Sociología? De todas las repuestas obtenidas vamos a resaltar las siguientes: “…tratando de
cambiar el barrio…”; “…tratando de cambiar la realidad…”; “… creando conciencia en el
pueblo, el poder y el Estado.”; “…la realidad se la puede transformar…”.
Nos resulta significativo el deseo de cambiar una realidad socio-económica que quizá no
siempre los ha favorecido a ellos y su entorno (familia, barrio, etc). Dada la desigualdad
social que analizamos más arriba causada por las transformaciones económicas de las
últimas décadas argentinas, resulta interesante que los internos/ estudiantes, que
posiblemente hayan sido afectados por esos cambios sociales, manifiesten ese interés en
modificar su vida individual y colectiva signada muchas veces por la inestabilidad y la
incertidumbre.
Por último, queremos resaltar las procedencias territoriales: la mayoría de los internos son
habitantes del mismo partido de San Martín (localidad bonaerense caracterizada por su vida
fabril) y uno de ellos es del partido de La Matanza (territorio primordialmente de clase
obrera). Lo cual nos permite observar que pertenecen a lugares donde la crisis económica
de los últimos años golpeó especialmente a las familias.
Conceptos finales
Hemos tratado de reflexionar sobre la movilidad social ascendente en un contexto histórico
como lo es el argentino de las últimas décadas. En este marco socioeconómico la teoría
sociológica manifiesta importantes grados de desigualdad social. Los agentes que nos
permitieron relevar datos para nuestra monografía inscriben su existencia en esta estructura.
Por lo tanto, también ellos seguramente han sido afectados por las transformaciones
económicas.
Que sean personas privadas de su libertad y estudiantes universitarios despertó nuestro
deseo de identificar algunos elementos que nos permitan pensar que pueden modificar su
situación social dentro o fuera del penal. Esto podría funcionar como respuesta al imaginario
social que muchas veces sostiene que estas personas, sólo por su condición no gozan de
ciertos derechos. Escuchamos cotidianamente a través de los medios de comunicación
muchos conceptos absolutamente discriminatorios contra las personas que por distintas
razones han sido recluidas en una institución carcelaria.
Creemos que los estudiantes con los que nos hemos reunido manifiestan un fuerte deseo
por modificar su condición y mejorar no sólo su propia existencia, sino también de su entorno
fuertemente afectado por sucesivas crisis económicas.
Queremos resaltar que en el grupo de discusión se debatió acerca de aquellos
internos/estudiantes que recuperan su libertad, ya que muchos de ellos, según se manifestó,
no pueden continuar sus estudios por razones económicas y por falta de oportunidades
laborales. Se insistió en la necesidad de que el Estado, a través del sistema universitario, se
ocupe de esta cuestión.
Para cerrar nuestro trabajo, y a modo de futuros interrogantes, creemos pertinente volver
sobre el tema que originó este escrito: ¿Podrán estos agentes privados de su libertad
generar condiciones para ascender en la escala social? ¿Qué elementos aportará la
sociedad para que esto suceda? El sistema universitario ¿qué prácticas propondrá para dar
continuidad a una futura vida profesional de estas personas? ¿Bastará con el dictado de
clases y la entrega de títulos? ¿Qué lugar les espera dentro del espacio universitario? Si se
dedican a la investigación ¿el conocimiento que puedan producir, al no pertenecer a las
clases dominantes, producirá los mismos efectos en la sociedad?
Bibliografía
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del siglo XX”, en VVAA: Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, Buenos Aires,
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Portes, Alejandro y Hoffman, Kelly (2003), “La estructura de clases en América Latina:
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Svampa, Maristella (2005), La Sociedad excluyente, Buenos Aires, Taurus.
Torrado, Susana (1992), Estructura social de la Argentina 1945 -1983, Buenos Aires,
Ediciones de la Flor.
Fuentes
Grupo de discusión con internos del Penal N° 48 del partido de San Martín. Provincia de
Buenos Aires. Se realizó el 17 de junio de 2010. Estaban presentes 13 estudiantes y el
docente de la cátedra de “Metodología de la Investigación”, Licenciado Martín Hornes.
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