Vol 5, nro 20. Julio-Septiembre 2007 - First

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ISSN 1666-9606
20
Volumen 5, Nº 20
julio-setiembre de 2007
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
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es la revista electrónica de la Unidad de Docencia e
Investigaciones Sociohistóricas de América Latina (UDISHAL),
con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Área
Sociología Histórica), Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires. e-l@tina es una revista de
publicación trimestral que busca promover un enfoque
transdisciplinario de las sociedades latinoamericanas.
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La UDISHAL es un espacio de articulación entre actividades de
enseñanza y actividades de investigación, generación de conocimiento
científico y de material de difusión sobre las sociedades
latinoamericanas, espacio en el cual los resultados de éstas proveen de
"materia" a aquéllas, al tiempo que el desarrollo de contenidos a través
del ejercicio docente estimula la búsqueda de nuevos conocimientos
mediante la investigación. El objetivo principal de la Unidad es la
formación de latinoamericanistas. La dirección del conjunto de
actividades de ella está a cargo de Waldo Ansaldi. Institucionalmente, la
UDISHAL es una estructura informal que funciona dentro de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. En materia de
investigación, sus actividades forman parte de las realizadas por el Área
Sociología Histórica del Instituto de Investigaciones Gino Germani.
La UDISHAL está constituida por: 1) el Equipo Docente de Historia
Social Latinoamericana; 2) el Seminario Permanente de Estudios de
América Latina; 3) el Taller de Investigación de Sociología Histórica de
América Latina; 4) el Área de Informática Aplicada a las Ciencias
Sociales; 5) el Área de Difusión.
La UDISHAL tiene como símbolo distintivo una de las esculturas erigidas
en el Memorial da América Latina, en Sâo Paulo, Brasil, diseñada por
Oscar Niemeyer. Ella es una mano de concreto armado, de siete metros
de altura, con los dedos abiertos, en un gesto de desesperación. En la
palma, un mapa esquematizado de América Latina, de color rojo,
representa la sangre y los sufrimientos de la región y, según el propio
Niemeyer,
los “negros tiempos que el Memorial registra con su
mensaje de esperanza y solidaridad”.
El Memorial da América Latina fue construido, entre enero de 1988 y
marzo de 1989, por iniciativa del ex gobernador paulista Orestes
Quércia, con el propósito de promover la integración de América Latina
y representar el testimonio vivo de los brasileños de Sâo Paulo en favor
de la unión de los pueblos latinoamericanos. Oscar Niemeyer fue el
responsable del proyecto arquitectónico y el antropólogo Darcy Ribeiro,
el autor del proyecto cultural.
“El Memorial es eso: una presencia física de latinoamericanidad (...). Él
marcará, como obra de arte, nuestra generación en el tiempo, un
tiempo en el que el sueño de una América, unida e fraterna, volvió a
ganar nuevos alientos” (Darcy Ribeiro).
La fotografía aquí reproducida fue tomada por Marisa Montrucchio, en
agosto de 1999, y digitalizada en nuestra Área de Informática Aplicada
a las Ciencias Sociales.
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Los miembros del Colectivo Editorial
tienen a su cargo la administración,
redacción y dirección de la revista.
Además, se desempeñan como docentes
e investigadores en Historia Social
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Investigación de Sociología Histórica de
América Latina, en la Carrera de
Sociología, Facultad de Ciencias Sociales,
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ellos podrá encontrarse en la página web
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(Historiador. Universidad Nacional de Rosario)
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(Historiadora, Universidade de São Paulo)
Domingo Rivarola
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Ángel Rivera Quintero
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CONTENIDO
Artículos
Immanuel Wallerstein, Perspectivas de la reconstrucción de América Latina
y el Caribe
3
Eduardo Azcuy Ameghino, El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad:
actores, características y desarrollo de la acción colectiva de protesta
Luciano Alonso, Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras
iberoamericanas. Un esbozo de comparación
17
33
Tendencias y debates
Fco. Javier Irisarri Vázquez, Nuevo paradigma: la ciencia ciudadana. La
observación y experimentación científica realizada por no científicos
como la nueva ciencia ciudadana
59
Resúmenes / Abstracts
77
Congresos, reuniones, jornadas
81
Concursos, becas, subsidios
101
América Latina en los libros
103
Normas para colaboradores
Buscando América Latina
Avisos de cortesía
Laboratorium: Revista rusa de investigación social
Cahiers ALHIM: La construcción del Estado-Nación en América Latina
Revista Historia Crítica, Universidad de los Andes Colombia
Novamérica. La revista de la Patria Grande
Artículos para Temas y Debates
16
76
80
100
102
Cómo citar
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Artículos
PERSPECTIVAS DE LA RECONSTRUCCIÓN
DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE∗
IMMANUEL WALLERSTEIN∗∗
Celebramos el XX° Congreso de ALAS y discutimos las perspectivas de la reconstrucción de la
América Latina y el Caribe. No es un tema nuevo. Se lo discute en América Latina desde 1945, si no
desde el siglo XVIII. ¿Qué podemos decir ahora que sea diferente de lo que ya se ha dicho?
Creo que nos encontramos en un momento de bifurcación fundamental en el desarrollo del
sistema-mundo. Pienso que, no obstante, lo discutimos como si se tratara de una transición ordinaria
mas en el cauce de una evolución cuasi-predestinada. Lo que debemos hacer es "impensar" no sólo el
desarrollismo neoclásico tradicional, sino también el desarrollismo de sus críticos de izquierda, cuyas
tesis resurgen regularmente a pesar de todos sus rechazos, pero que en realidad comparten la misma
epistemología.
Yo voy elaborar dos tesis principales en esta ponencia.
Tesis No. 1: Es absolutamente imposible que la América Latina se desarrolle, no importa
cuales sean las políticas gubernamentales, porque lo que se desarrolla no son los países. Lo que se
desarrolla es únicamente la economía-mundo capitalista y esta economía-mundo es de naturaleza
polarizadora.
Tesis No. 2: La economía-mundo capitalista se desarrolla con tanto éxito que se está
destruyendo, y por eso nos encontramos frente a una bifurcaciòn histórica que señala la
desintegración de este sistema-mundo, sin que se nos ofrezca a cambio ninguna garantía de
mejoramiento de nuestra existencia social...
A pesar de todo, pienso que les traigo a Vds. un mensaje de esperanza. Veamos.
Empecemos con la Tesis No. 1. Las fuerzas dominantes del sistema-mundo han sostenido,
desde por lo menos los comienzos del siglo XIX, que el desarrollo económico fue un proceso muy
natural, que todo lo que se requiere para realizarlo es liberar las fuerzas de producción y permitir a
los elementos capitalistas crecer rápidamente, sin impedimentos. Evidentemente, también fue
∗ Conferencia magistral en el XX° Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, (ALAS)
México DF, 2 al 6 de octubre de 1995. Se reproduce con autorización del autor, concedida en ocsión de su
visita a Buenos Aires para participar del 50º aniversario de la creción de la Cerrera de Sociología de la
Universidad de Buenos Aires. Se reproruce la versión original. Pese a que la conferencia tiene sus años, nos
parece que matinene vigencia y, sobre todo ofrece, líneas sugerentes para el debate.
∗∗ Presidente de la Comisión Gulbenkian para la restauración de las ciencias sociales.
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Immanuel Wallerstein
Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
esencial la voluntad. Cuando el Estado francés empezaba a reconstruir la vida económica de sus
colonias a principios del siglo XX, se llamaba a esta política "la mise en valeur des territoires" ("la
valorización de los territorios"). Eso lo dice todo. Antes los territorios no valían nada, y luego (con el
desarrollo impuesto por los franceses) valen algo.
Desde 1945, la situación geopolítica cambiaba fundamentalmente con el alcance político del
mundo no-europeo o no-occidental. Políticamente el mundo no-occidental se dividía en dos
sectores, el Bloque Socialista (llamado comunista), y el otro denominado Tercer Mundo. Desde el
punto de vista del Occidente, y evidentemente sobre todo de los Estados Unidos, el bloque
comunista fue “dejado” a su propia cuenta, para que sobreviviera económicamente como pudiera. Y
este bloque eligió un programa estatal de industrialización rápida con el objetivo de "superar" al
Occidente. Jruschov prometía "enterrar" a los Estados Unidos en el año 2000.
La situación en el Tercer Mundo fue bastante diferente. En los primeros años después de 1945,
Estados Unidos concentró todos sus esfuerzos en ayudar a Europa Occidental y al Japón a
"reconstruirse." Al principio, ignoró largamente al Tercer Mundo, con la excepción parcial de la
América Latina, campo de preferencia para los Estados Unidos desde largo tiempo antes. Lo que
predicaba los Estados Unidos en América Latina era la tradicional canción neoclásica: abrir las
fronteras económicas, permitir la inversión extranjera, crear la infraestructura necesaria para
fomentar el desarrollo, concentrarse en las actividades para las cuales tienen estos países una "ventaja
comparativa." Una nueva literatura científica comenzaba a aparecer en los Estados Unidos sobre el
"problema" del desarrollo de los países subdesarrollados.
Los intelectuales de la América Latina fueron muy recalcitrantes a esta prédica. Reaccionaron
bastante ferozmente. La primera reacción importante fue la de la nueva institución internacional, la
CEPAL, presidida entonces por Raúl Prebisch, cuya creación misma fue contestada enérgicamente
por el gobierno estadounidense. La CEPAL negaba los beneficios de una política económica de
fronteras abiertas y abogaba en contra por un rol regulador de los gobiernos a fin de reestructurar
las economías nacionales. La recomendación principal fue la de promover la sustitución de importaciones
para la protección de las industrias nacientes, una política ampliamente adoptada. Cuando resumimos
las acciones sugeridas por la CEPAL, vemos que lo esencial fue que si el Estado seguía una política
sabia podría asegurar el desarrollo nacional y, en consecuencia, un aumento serio en el producto
nacional bruto per capita.
Hasta cierto punto, las recomendaciones de CEPAL fueron seguidas por los gobiernos
latinoamericanos y efectivamente hubo una mejoría económica, aunque limitada, en los años
cincuenta y sesenta. Sabemos ahora que esta mejoría no perduró y fue, en primer término,
consecuencia de la tendencia general de las actividades económicas a nivel mundial de un período
Kondratieff-A. En todo caso, la mejora de la situación media en América Latina parecía
insignificante para la mayoría de los intelectuales latinoamericanos que decidieron radicalizar el
lenguaje y los análisis de la CEPAL. Hemos llegado a la época de los dependentistas, primera versión
(entre otros Dos Santos, Marini, Caputo, Cardoso de los años 60, y Frank, lo mismo que Amin fuera
de América Latina).
Los dependentistas pensaban que tanto los análisis como los remedios preconizados por la
CEPAL eran muy tímidos. De un lado, pensaban que para desarrollarse, los gobiernos de los países
periféricos deberían ir mucho más allá de una simple sustitución de importaciones; deberían, en las
palabras de Amin, desconectarse definitivamente de la economía-mundo capitalista (según,
implícitamente, sucedía con el modelo de los países comunistas).
De otro lado, los análisis de los dependentistas fueron mucho más políticos. Incorporaron a
sus razonamientos las situaciones políticas presentes en cada país y en el sistema-mundo.
Consideraban en consecuencia las alianzas existentes y potenciales y en fin los obstáculos efectivos
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Immanuel Wallerstein
Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
para una reestructuración económica. Por supuesto, aceptaban que el rol de las sociedades
transnacionales, de los gobiernos occidentales, del FMI, del Banco Mundial y todos los otros
esfuerzos imperialistas, eran negativos y nefastos. Pero, al mismo tiempo, y con una igual pasión, si
no más vigorosa, atacaban a los partidos comunistas latinoamericanos y detrás de ellos a la Unión
Soviética. Sostenían que la política defendida por aquellos partidos -una alianza entre los partidos
socialistas y los elementos progresistas de la burguesía-, equivalía al fin de cuentas a las
recomendaciones de los imperialistas, a un reforzamiento del rol político y social de las clases medias,
y que con tal política no podría jamás lograrse una Revolución popular. En suma, sostenían que eso
no era ni revolucionario, ni eficaz, si el objetivo de verdad era una transformación social profunda.
Los dependentistas escribían en un momento de euforia de la izquierda mundial: la época del
Che y del foquismo, de la revolución mundial de 1968, de la victoria de los vietnamitas, de un
maoísmo furioso que se expandía a prisa a través del mundo. Pero el Oriente no era ya tan rojo
como se proclamaba. Todo eso no tomaba en consideración los comienzos de una fase KondratieffB. O mejor dicho, la izquierda latinoamericana y mundial pensaba que el impacto de un
estancamiento de la economía-mundo afectaría en primer lugar las instituciones políticas y
económicas del “Primer Mundo”, el capitalista. En realidad, el impacto más inmediato de la crisis fue
sobre los gobiernos llamados revolucionarios en el Tercer Mundo y en el bloque comunista. Desde
los años setenta, todos estos gobiernos se hallaron en dificultades económicas y presupuestarias
enormes que no podían resolver, ni siquiera parcialmente, sin comprometer sus políticas estatales tan
publicitadas y sus retóricas tan acariciadas. Comenzaba el repliegue generalizado.
A nivel intelectual fue introducido el tema del desarrollo dependiente (Cardoso de los años 70
y otros). Es decir, un poco de paciencia, compañeros; un poco de sabiduría en la manipulación del
sistema existente, y podremos hallar algunas posibilidades intermedias que son al menos un paso en
la buena dirección. El mundo científico y periodístico iniciaba el concepto de los NICs (New Industrial
Countries). Y los NICs eran propuestos como los modelos a imitar.
Con el estancamiento mundial, la derrota de los guevarismos, y el repliegue de los intelectuales
latinoamericanos, los poderosos no necesitaban más las dictaduras militares, no mucho más en todo
caso, para frenar los entusiasmos izquierdistas. ¡Olé!, viene la democratización. Sin duda, vivir en un
país pos-dictadura militar era inmensamente más agradable que vivir en las cárceles o en el exilio.
Pero, visto con más cuidado, los "vivas" por la democratización de América Latina fueron un poco
exagerados. Con esta democratización parcial (incluidas las amnistías para los verdugos) venían los
ajustes à la FMI y la necesidad para los pobres de apretarse los cinturones aún mas. Y debemos notar
que si en los años 70 la lista de los nichos principales incluía normalmente a México y Brasil, al lado
de Corea y Taiwan, en los años 80 México y Brasil desaparecían de estas listas, dejando solos a los
cuatro dragones de Asia Oriental.
Vino luego el choque producido por la caída de los comunismos. El repliegue de los años 70 y
80 se convirtió en fuga desordenada durante los años 90. Una gran parte de los izquierdistas de ayer
se convertían en heraldos del mercado y los que no seguían este camino buscaban ansiosamente
senderos alternativos. Rechazaban, sin duda, los senderos luminosos, pero no querían renunciar a la
posibilidad de alguna, cualquier luminosidad. Desgraciadamente, no fue fácil encontrarla.
Para no desmoronarse frente al júbilo de una derecha mundial resucitada, que se felicita de la
confusión de las fuerzas populares en todas partes, debemos analizar con ojos nuevos, o al menos
nuevamente abiertos, la historia del sistema- mundo capitalista de los últimos siglos. ¿Cuál es el
problema principal de los capitalistas en un sistema capitalista? La respuesta es clara: individualmente,
optimizar sus beneficios y, colectivamente, asegurar la acumulación continua e incesante de capital.
Hay ciertas contradicciones entre estos dos objetivos, el individual y el colectivo, pero no voy a
discutir eso aquí. Voy a limitarme al objetivo colectivo. ¿Como hacerlo? Es menos obvio de lo que se
piensa a menudo. Los beneficios son la diferencia entre los ingresos para los productores y los costes
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Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
de producción. Evidentemente, si se amplía el foso entre los dos, aumentan los beneficios. Luego, ¿si
se reducen los costes, aumentan los beneficios? Lo parece, a condición de que no afecte la cantidad
de ventas. Pero, sin duda, si se reducen los costes, es posible que se reduzcan los ingresos de los
compradores potenciales. De otra parte, ¿si se aumentan los precios de venta, aumentan los
beneficios? Lo parece, a condición de que no afecte la cantidad de ventas. Pero, si se aumentan los
precios, los compradores potenciales pueden buscar otros vendedores menos caros, si existen. ¡Claro
que las decisiones son delicadas!
No son, además, los únicos dilemas. Hay dos variedades principales de costes para los
capitalistas: los costes de la fuerza de trabajo (incluso la fuerza de trabajo para la producción de todos
los insumos) y los costes de las transacciones. Pero lo que reducen los costes de la fuerza de trabajo
podría acrecentar los costes de las transacciones y viceversa. Esencialmente, es una cuestión de
ubicación. Para minimizar los costes de transacciones, es menester concentrar las actividades
geográficamente, es decir, en zonas de altos costes de fuerza de trabajo. Para reducir los costes de
fuerza de trabajo, es útil dispersar las actividades productivas, pero eso afecta negativamente los
costes de las transacciones. Por lo tanto, desde hace por lo menos 500 años, los capitalistas reubican
sus centros de producción de acá para allá, cada 25 años más o menos, en correlación esencial con
los ciclos de Kondratieff. En las fases A, priman los costes de transacciones y hay centralización, y en
las fases B, priman los costes de fuerza de trabajo y hay la fuga de fábricas a la periferia.
El problema se complica aún más. No es suficiente obtener beneficios. Debe hacerse lo
necesario para guardarlos. Son los costes de protección. ¿Protección contra quienes y contra qué?
Contra los bandidos, por supuesto. Pero también, y sin duda más importante, contra los gobiernos.
No es tan obvio cómo protegerse contra los gobiernos si se es capitalista de un nivel poco
interesante, porque necesariamente tal tipo de capitalista no trata habitualmente con múltiples
gobiernos. Podría defenderse contra un gobierno débil (donde se ubican fuerzas de trabajo baratas)
para evitar impuestos y eludir sobornos, pero necesita para ello de una fuerte influencia de los
gobiernos centrales sobre los gobiernos débiles, influencia por la que debe pagar un nueva renta. Es
decir, a fin de reducir la renta periférica, deben pagar una cierta renta central. Para protegerse contra
el robo de los gobiernos, deben sostener financieramente los gobiernos.
Finalmente, para hacer ganancias mayores y no menores, los capitalistas necesitan monopolios,
por lo menos monopolios relativos, al menos monopolios en ciertos rincones de la vida económica,
por algunas décadas. ¿Y cómo obtener estos monopolios? Claro que toda monopolización exige un
rol fundamental de los gobiernos, sea legislando o decretando, sea impidiendo a otros gobiernos
legislar o decretar. De otro lado, los capitalistas deben crear los canales culturales que favorezcan
tales redes monopolísticas, y para eso necesitan el apoyo de los creadores y mantenedores de
patrones culturales. Todo esto resulta en costes adicionales para las capitalistas.
A pesar de todo esto (o tal vez a causa de todo esto), es posible ganar magníficamente, como
puede verse estudiando la historia del sistema-mundo capitalista desde sus principios. Sin embargo,
en el siglo XIX aparecía una amenaza a esta estructuración, que podía hacer caer el sistema. Con una
fuerte centralización de la producción acrecentada, emergía la amenaza de "las clases peligrosas,"
sobre todo en Europa Occidental de la primera mitad del siglo XIX. En el lenguaje de la antigüedad,
que fue introducido en nuestra armadura intelectual por la Revolución Francesa, hablamos del
problema del “proletariado”.
Los proletarios de la Europa Occidental comenzaron a ser militantes en la primera mitad del
siglo XIX y la reacción inicial de los gobiernos fue reprimirlos. En este época el mundo político se
dividía, principalmente, entre conservadores y liberales, entre los que denegaban por completo los
valores de la Revolución Francesa y los que trataban, en el seno de un ambiente hostil, de recuperar
su empuje para continuar la construcción de un Estado constitucional, laico y reformista. Los
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Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
intelectuales de izquierda, denominados demócratas, o republicanos, o radicales, o jacobinos, o
algunas veces socialistas, no eran más que una pequeña banda.
Fue la revolución "mundial" de 1848 lo que sirvió como choque para las estructuras del
sistema-mundo. Mostró dos cosas. La clase obrera era verdaderamente peligrosa y podía desbaratar
el funcionamiento del sistema. En consecuencia, no era sabio ignorar todas sus reivindicaciones. Del
otro lado, la clase obrera no era lo bastante fuerte como para hacer caer el sistema con sublevaciones
casi espontáneas. Es decir, el programa de los reaccionarios fue autodestructor, pero lo mismo era el
programa de los partidarios de conspiraciones izquierdistas. La conclusión a derecha y a izquierda fue
esencialmente centrista. La derecha se decía que sin duda algunas concesiones deberían hacerse
frente a las reclamaciones populares. Y la izquierda naciente se decía que debería organizarse para
una lucha política larga y difícil a fin de llegar al poder. Entraba en escena el conservadurismo
moderno y el socialismo científico. Seamos claros: el conservadurismo moderno y el socialismo
científico son o llegaron a ser dos alas, dos avatares del liberalismo reformista, intelectualmente ya
triunfante.
La construcción del estado liberal "europeo" (europeo en sentido amplio) fue el hecho político
principal del siglo XIX y la contrapartida esencial de la ya consumada conquista europea del mundo
entero basada sobre el racismo teorizado. Llamo a esto la institucionalización de la ideología liberal
como geocultura de la economía-mundo capitalista. El programa liberal para los Estados del centro,
Estados en los cuales la amenaza de las clases peligrosas aparecía como inminente, sobre todo en el
período 1848- 1914, fue triple. Primero, dar progresivamente a todo el mundo el sufragio. La lógica
era que el voto satisfaría el deseo de participación, creando para los pobres un sentido de pertenencia
a la "sociedad" y, de ese modo, no exigirían mucho más. Segundo, aumentar progresivamente los
ingresos reales de las clases inferiores a través del bienestar estatal. La lógica era que los pobres
estarían tan contentos de cesar de vivir en la indigencia, que aceptarían quedar más pobres que las
clases superiores. Los costes de esas transferencias de plusvalía serían menores que los costes de
insurrecciones y en todo caso serían pagados por el Tercer Mundo. Y tercero, crear la identidad
nacional y también transnacional blanco-europea. La lógica era que las luchas de clases serían
sustituidas por las luchas nacionales y globales raciales y de esa manera las clases peligrosas de los
países del centro se ubicarían en el mismo lado que sus elites.
Debemos reconocer que este programa liberal fue un éxito enorme. El estado liberal logro la
doma de los clases peligrosas en el centro, es decir, de los proletariados urbanos (incluso si éstos
estaban bien organizados, sindicalizados y politizados). El célebre consentimiento de éstos a las
políticas nacionales de guerra en 1914, es la más evidente prueba del fin de la amenaza interna para
las clases dominantes.
Sin embargo, en el momento mismo en que se resolvía ese problema para los poderosos, surgía
una nueva amenaza de otras clases peligrosas, las clases populares del Tercer Mundo. La revolución
mexicana de 1910 fue una señal importante, pero seguramente no la única. Pensemos en las
revoluciones en Afganistán, Persia y China. Y pensemos en la revolución de liberación nacional rusa,
que fue esencialmente una revolución por pan, por tierra, pero ante todo, por la paz, es decir, con el
fin de no seguir una política nacional que servía principalmente a los intereses de las grandes
potencias de Occidente.
¿Se diría que todas estas revoluciones, incluso la mexicana, fueron ambiguas? Cierto, pero no
existen revoluciones no ambiguas. ¿Se diría que todas estas revoluciones, incluso la mexicana, fueron
finalmente recuperadas? Cierto, pero no existe revoluciones nacionales que no fueran recuperadas al
seno de este sistema-mundo capitalista. No es esta la cuestión interesante.
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Desde el punto de vista de los poderosos del mundo, la posible sublevación global de los
pueblos periféricos y descuidados constituía una grave amenaza para la estabilidad del sistema, al
menos tan grave como la posible sublevación europea de los proletarios.
Tenían que tomar cuenta de eso y decidir cómo hacerle frente. En especial, porque los
bolcheviques en Rusia se presentaban, para la izquierda mundial, como un movimiento con una
posición verdaderamente antisistémica. Los bolcheviques afirmaban que la política de
"centrificación" de los socialdemócratas debería ser descartada. Querían encabezar una sublevación
global renovada.
El debate derecha-centro sobre el método para combatir las clases peligrosas se repetía. Como
lo hizo en el caso de los proletariados europeos en la primera mitad del siglo XIX, la derecha de
nuevo favorecía la represión, pero esta vez en forma racista-popular (es decir, el fascismo). El centro
favorecía la reforma recuperadora. El centro fue encarnado por dos líderes sucesivos en los Estados
Unidos, Woodrow Wilson y Franklin Delano Rossevelt, que adaptaron las tácticas decimonónicas del
liberalismo a la nueva escena mundial. Woodrow Wilson proclamó el principio de la
autodeterminación de los pueblos. Este principio fue el equivalente global del sufragio nacional. Una
persona, un voto; un pueblo, un país soberano. Como en el caso del sufragio, no se pensaba dar todo
a todos inmediatamente. Para Wilson, esa fue, más o menos, la salida ante la desintegración de los
imperios derrotados austro-húngaro, otomano y ruso. No intento aplicarlo al Tercer Mundo, como
es obvio, pues el mismo Wilson fue quien intervino en México para vencer a Pancho Villa. Pero en
1933, con la Política del Buen Vecino, Roosevelt incluyó, al menos teóricamente, la América Latina.
Y en la Segunda Guerra Mundial, extendió la doctrina a los imperios oeste-europeos en
desintegración, aplicándolo primeramente al Asia y más tarde al África y al Caribe.
Además, cuando Roosevelt incluía en sus Cuatro Libertades "la libertad de la necesidad"
("freedom from want"), hablaba de la redistribución de la plusvalía. Pero no fue muy específico. Unos
años después, su sucesor Traman proclamo en su Discurso Inaugural cuatro prioridades nacionales.
El único punto que recordamos fue el celebre Punto Cuatro, con el afirmaba que los Estados Unidos
debían "lanzarse en un programa nuevo y audaz" en ayuda de los países "subdesarrollados."
Comenzó lo que era el equivalente del estado de bienestar a nivel nacional, esto es, el desarrollo del
Tercer Mundo a través de un keynesianismo mundial.
Este programa liberal mundial patrocinado por los Estados Unidos, poder hegemónico, tuvo
también un éxito enorme. Sus razones se remontan a 1920, al Congreso de Bakú, convocado por los
bolcheviques. En el momento en que Benin y los otros vieron que era imposible impulsar a los
proletariados europeos hacia una verdadera vuelta a la izquierda, decidieron no esperar a Godot.
Giraron hacia el Oriente, hacia los Movimientos de Liberación Nacional del Tercer Mundo como
aliados para la supervivencia del régimen soviético. A las revoluciones proletarias las substituían
efectivamente con las revoluciones antiimperialistas. Pero con eso aceptaron lo esencial de la
estrategia liberal-wilsoniana. El antiimperialismo fue un vocabulario más fanfarroneado y más
impaciente que la misma autodeterminación de los pueblos. Desde este momento, los bolcheviques
se transformaron en el ala izquierda del liberalismo global. Con la Segunda Guerra Mundial, Stalin
prosiguió este camino más allá. En Yalta acepto un rol limitado y consagrado en el seno del sistema
que los Estados Unidos pensaban crear en el período de posguerra. Y cuando en los años cincuenta y
después, los soviéticos predicaban la "construcción socialista" de esos países, en el fondo utilizaban
un vocabulario más fanfarroneado y más impaciente para el mismo concepto de desarrollo de los
países subdesarrollados, predicado por los Estados Unidos. Y cuando, en Asia y África, una colonia
después de otra podía obtener su independencia, con luchas de una facilidad variable, fue con el
consentimiento tal vez oculto y todavía prudente, pero no obstante importante, de los Estados
Unidos.
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Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
Cuando digo que la estrategia liberal mundial fue un gran éxito, pienso en dos cosas. Primero,
entre 1945 y 1970, en la gran mayoría de países del mundo, los movimientos herederos de los temas
de la Vieja Izquierda del siglo XIX llegaron al poder, utilizando varias etiquetas: comunista, alrededor
de la Unión Soviética; movimientos de liberación nacional, en África y Asia; socialdemócrata, en
Europa occidental; populista, en América Latina. Segundo, el resultado del hecho de que tantos
movimientos de la Vieja Izquierda hayan llegado al poder estatal, supuso una euforia debilitadora y, al
mismo tiempo, también el ingreso de todos estos movimientos en la maquinaria del sistema histórico
capitalista. Cesaron de ser antisistémicos y pasaron a ser pilares del sistema sin dejar de gargarizar un
lenguaje izquierdista, esta vez con lengua de madera (langue de bois). Ese éxito, por tanto, fue más
frágil de lo que pensaban los poderosos, y en todo caso no fue tan destacado como la recuperación
de la clase obrera blanca- occidental. Hubo dos diferencias fundamentales entre las situaciones
nacionales de los países del centro y la del sistema-mundo globalmente. El coste de una distribución
nacional ampliada de la plusvalía a los obreros occidentales no fue enorme como porcentaje del total
mundial y pudo ser pagado en gran parte por las clases populares del Tercer Mundo. Hacer una
redistribución significativa hacia las poblaciones del Tercer Mundo, por el contrario, habría tenido
que ser pagado necesariamente por los poderosos y eso habría limitado gravemente las posibilidades
de una acumulación de capital en el futuro. De otra parte, fue imposible utilizar la carta del racismo
para integrar los pueblos de color en el sistema-mundo. Si todo el mundo era considerado como
"nosotros" ¿quién iba a ser el otro a denegar y despreciar? El desprecio racial hacia afuera había sido
un elemento crucial en la construcción de la lealtad de los nativos de sangre privilegiada hacia sus
naciones. Pero esta vez, no existía un Tercer Mundo para el Tercer Mundo.
En el año 1968 marco el comienzo de un desmoronamiento rápido de todo lo que los
poderosos erigieron en el sistema-mundo con la geocultura liberal después de 1945. Dos elementos
concurrían. El alza fenomenal de la economía-mundo alcanzó sus límites e íbamos a entrar en la faseB de nuestro ciclo Kondratieff actual. Políticamente, habíamos llegado a la cima de los esfuerzos
antisistémicas mundiales Vietnam, Cuba, el comunismo con rostro humano en Checoslovaquia, el
movimiento de poder negro en los Estados Unidos, los inicios de la revolución cultural en China, y
tantos otros movimientos no previstos en los años cincuenta. Eso culminaba con las revoluciones de
1968, revoluciones sobre todo estudiantiles, pero no exclusivamente, en muchos países.
Vivimos después las consecuencias de la ruptura histórica generada por esta segunda
revolución mundial, una ruptura que ha tenido sobre las estrategias políticas un impacto tan grande
como el impacto de la primera revolución mundial, que fue esa de 1848. Claro que los
revolucionarios han perdido en lo inmediato. Los múltiples incendios impresionantes a través del
mundo durante tres años, se extinguieron para terminar en la creación de varias pequeñas sectas
maoizantes que desaparecieron pronto.
Sin embargo, 1968 dejó heridas y agonizantes a dos víctimas no poco importantes: la ideología
liberal y los movimientos de la Vieja Izquierda. Para la ideología liberal, el golpe más serio fue la
pérdida de su rol como la única ideología imaginable de la modernidad racional. Entre 1789 e 1848,
el liberalismo existía ya, pero solamente como una ideología posible, confrontado por un
conservadurismo duro y un radicalismo naciente. Entre 1848 e 1968, a mi juicio, como vengo de
afirmar, el liberalismo llego a ser la geocultura del sistema-mundo capitalista. Los conservadores y los
socialistas (o radicales) se han convertido en avatares del liberalismo. Después de 1968, los
conservadores y los radicales han retrocedido a sus actitudes anteriores a 1848, negando la validad
moral del liberalismo. La Vieja Izquierda, comprometida con el liberalismo, hizo esfuerzos valientes
para cambiar de piel, adoptando un barniz de Nueva Izquierda, pero no lo logró en realidad. Más
bien, ha incidido negativamente en los pequeños movimientos de la Nueva Izquierda, mucho más de
lo éstos incidieran a su vez en la Vieja Izquierda. Seguía así, inevitablemente, el declive global de los
movimientos de la Vieja Izquierda.
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Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe
Al mismo tiempo, sufríamos los azares de una fase-B de otro ciclo Kondratieff. No es
necesario rememorar ahora los itinerarios en detalle. Recordemos únicamente dos momentos. En
1973 la OPEP lanzó al alza los precios del petróleo. Observemos las varias consecuencias. Fue una
bonanza en renta para los países productores incluso en América Latina, México, Venezuela y
Ecuador. Fue una bonanza para las empresas transnacionales de petróleo. Fue una bonanza para los
bancos transnacionales en los cuales fue depositada la renta no gastada en seguida. Ayudaba, por un
cierto tiempo, a los Estados Unidos en su competencia con la Europa Occidental y con el Japón,
porque los Estados Unidos eran menos dependientes de la importación de petróleo. Fue un desastre
para todos los países del Tercer Mundo y del bloque comunista que no eran productores de petróleo.
Los presupuestos nacionales cayeron en déficits dramáticos. Complicó las dificultades de los países
centrales reduciendo aún más la demanda global para sus productos.
¿Cuál fue el resultado? Hubo dos etapas. Primeramente, los bancos transnacionales, con el
apoyo de los gobiernos centrales, ofrecían enérgicamente empréstitos a los gobiernos pobres en
situaciones desesperadas, e inclusive a los propios gobiernos productores de petróleo. Claro que los
gobiernos pobres acogieron este salvavidas para mantenerse contra la amenaza de tumultos
populares y los gobiernos productores de petróleo se aprovecharon de tal ofrecimiento para
"desarrollarse" rápidamente. Al mismo tiempo, estos empréstitos redujeron los problemas
económicos de los países centrales aumentando su posibilidad de vender sus productos en el
mercado mundial.
La única pequeña dificultad con esta bella solución era que había que rembolsar los
empréstitos. En unos años, el interés compuesto de las deudas llego a ser un porcentaje enorme de
los presupuestos anuales de los países deudores. Fue imposible controlar ese sumidero galopante de
los recursos nacionales. La Polonia debe su crisis de 1980 a éste problema. Y en 1982 México
anuncio que no podía continuar pagando como antes.
Tal crisis de la deuda perduró en la prensa unos años y luego esa prensa la olvidó. Para los
países endeudados, sin embargo, la crisis perdura todavía, no solamente como una carga
presupuestaria, sino como un castigo en la forma de las exigencias draconianas que el FMI impuso
sobre estos Estados. El nivel de vida en todos estos Estados ha caído abruptamente, sobre todo para
el estrato más pobre, que es un 85-95% de la población.
Quedaron los dilemas de una economía-mundo en estancamiento. Si no era posible atenuar
más este estancamiento mundial con los empréstitos a países pobres, era necesario hallar en los años
ochenta otros expedientes. El mundo financiero-político ha inventado dos. Un nuevo prestador se
presentó, los Estados Unidos que, bajo Reagan, practicaba una política keynesiana oculta. Como lo
sabemos, la política de Reagan ha sostenido ciertas grandes empresas estadounidenses y ha limitado
el desempleo, pero acentuando la polarización interna. Así ha ayudado a sostener los ingresos en
Europa Occidental y Japòn. Pero evidentemente el mismo problema iba a presentarse. El interés
sobre la deuda empezaba a ser demasiado pesado. De nuevo sobrevino una crisis de deuda nacional.
Los Estados Unidos se hallaron en una situación tan desconcertante, que para jugar el rol de líder
militar del mundo en la Guerra del Golfo en 1991, fue necesario que Japón, Alemania, Arabia Saudita
y Kuwait pagaran lo esencial de los gastos. ¡Sic transit gloria!. A fin de impedir un poco un ocaso
precipitado que estaba en marcha, los Estados Unidos recurren a la solución FMI, infligiéndose su
propio castigo. Se llama "El Contrato para América." Exactamente como insiste el FMI para los
países pobres, los EE.UU. están reduciendo el nivel de vida de los pobres propios, sin perjuicio de
mantener, inclusive aumentar, las posibilidades de acumulación para una minoría de su población.
El segundo expediente resultó del hecho de que un aspecto fundamental de toda fase-B de los
ciclos Kondratieff, es la dificultad acentuada de obtener grandes beneficios en el sector productivo.
O para ser más precisos, la fase B se caracteriza, se explica, por la restricción de beneficios. Eso no
llega a ser un obstáculo para un gran capitalista. Si no hay un margen suficiente de beneficios en la
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producción, se vuelve hacia el sector financiero para sacar ganancias de la especulación. En las
decisiones económicas de los años ochenta, vemos que esto se traducía en el fenómeno del súbito
control (takeover) de grandes corporaciones por medio de los llamados "junk bonds" o bonos ilícitos.
Visto desde el exterior, lo que sucede es que las grandes corporaciones se están endeudando, con la
misma consecuencia, en el corto plazo que podría suponer para la economía-mundo, una inyección
de actividad económica para luchar contra el estancamiento. Pero luchan con las mismas limitaciones
de los demás. Deben pagar las deudas. Cuando eso se muestra imposible, la empresa va a la
bancarrota o entra un "FMI privado" que impone la reestructuración, es decir, la despedida de
empleados. Lo que ocurre muchísimo en estos días.
De estos acontecimientos tristes, casi indecentes, de los años 1970-1995, ¿qué conclusiones
políticas han sacado las masas populares? Me parece obvio.
La primera conclusión es que la perspectiva de reformas graduales que permitirían la eliminación
del foso rico-pobre, desarrollado-subdesarrollado, no es posible en la situación actual y que todos los
que lo habían sostenido fueron mentirosos o manipuladores. Pero, ¿quiénes fueron éstos? Ante
todo, fueron los movimientos de la Vieja Izquierda.
La revolución de 1968 ha sacudido la fe en el reformismo, incluso el tipo de reformismo que se
llamaba revolucionario. Los veinticinco años posteriores de eliminación de las ganancias económicas
de los años 1945-1970, destruyeron las ilusiones que aún persistían. País tras país, el pueblo dio un
voto de no-confianza a los movimientos herederos de la Vieja Izquierda, sea populista, sea de
liberación nacional, sea social-demócrata, sea leninista. El derrumbe de los comunismos en 1989 fué
la culminación de la revolución de 1968, la caída de los movimientos que pretendían ser los más
fuertes y los más militantes. Su pérdida de apoyo popular fue ultra-dramático y para muchas
personas, incluso evidentemente para muchos intelectuales de las Américas, fue un desarreglo de
toda una vida mental y espiritual.
Los coyotes del capitalismo gritaron victoria. Pero los defensores más sofisticados del sistema
actual sabían mejor. La derrota del leninismo, y es una derrota definitiva, es un catástrofe para los
poderosos. Eliminó el último y mejor escudo político, su única garantía, como fue el hecho de que
las masas creyeran en la certidumbre de un éxito del reformismo. Y en consecuencia, ahora esas
masas no están más dispuestas a ser tan pacientes como en el pasado. La caída de los comunismos es
un fenómeno muy radicalizarte para el sistema. Lo que se derrumbó en 1989 fue precisamente la
ideología liberal.
Lo que proporcionaba el liberalismo a las clases “peligrosas” fue sobre todo la esperanza, o
mejor, la seguridad del progreso. Fue una esperanza muy materialista, todo el mundo finalmente
tendría un nivel de vida confortable y saludable, una educación, una posición honorable para sí
mismo y sus descendientes. Y lo fue prometido si no para hoy, pues para un próximo mañana. La
esperanza justificaba las demoras, a condición de que hubiera ciertas reformas gubernamentales
visibles y alguna también visible actividad militante de parte de los que la esperaban. Mientras tanto,
los pobres trabajaron, votaron y sirvieron en los ejércitos. Es decir, hicieron funcionar el sistema
capitalista.
Empero, si debían perder esta esperanza, ¿qué harían las clases “peligrosas”? Lo sabemos,
porque lo vivimos actualmente. Renuncian a su fe en los Estados, no únicamente en el Estado en
manos de los "otros," sino en todo Estado. Llegan a ser muy cínicos en lo que concierne a los
políticos, los burócratas y también respecto de los líderes llamados revolucionarios. Empiezan a
abrazar un anti-estatismo radical. Es poco menos que querer hacer desaparecer los Estados que no
dan ninguna confianza. Podemos ver esta actitud en el Tercer Mundo, en el mundo ex-socialista, así
como también en los países centrales. ¡En los Estados Unidos lo mismo que en México!
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¿Están contentas, la gente ordinaria, con esta nueva postura? Tampoco. Al contrario, tienen
mucho miedo. Los Estados fueron sin duda opresivos, desconfiables, pero fueron también, al mismo
tiempo, fuentes de seguridad cotidiana. En ausencia de fe en los Estados, ¿quiénes van garantizar la
vida y la propiedad personal? Llega a ser necesario retornar al sistema pre-moderno: debemos
proveernos de nuestra propia seguridad. Funcionamos como la policía, el recaudador de impuestos y
el maestro escolar. Además, porque es difícil asumir todas estas tareas, nos sometemos a "grupos"
construidos de múltiples maneras y con varias etiquetas. Lo nuevo no es que estos grupos se
organicen, sino que comiencen a asumir las funciones que otrora pertenecían a la esfera estatal. Y al
hacer eso, las poblaciones están menos y menos listas a aceptar lo que los gobiernos les impongan
para estas actividades. Después de cinco siglos de fortalecimiento de las estructuras estatales, en el
seno de un sistema interestatal también en fortalecimiento continuado, vivimos actualmente la
primera gran retracción del rol de los Estados y necesariamente por tanto también del rol del sistema
interestatal.
No es algo menor. Es un terremoto en el sistema histórico del cual somos participantes. Estos
grupos a los cuales nos sometemos representan una cosa muy distinta de las naciones que
construíamos en los dos últimos siglos. Los miembros no son "ciudadanos," porque las fronteras de
los grupos no son definidos jurídicamente sino mímicamente, no para incluir sino para rechazar.
¿Es esto bueno o malo? ¿Y para quiénes? Desde el punto de vista de los poderosos, es un
fenómeno muy volátil. Desde el punto de vista de una derecha resucitada, da la posibilidad de
erradicar el estado de bienestar y permitir el florecimiento de los egoísmos de corta duración ("après
moi le déluge!"). Desde el punto de vista de las clases oprimidas, es una espada de doble filo y tampoco
están seguras de si deberían luchar contra la derecha porque sus proposiciones les producen daños
inmediatos graves o apoyar la destrucción de un Estado que les ha defraudado.
Pienso que el colapso de la fe popular en la inevitabilidad de una transformación igualizante es el más serio
golpe para los defensores del sistema actual, pero seguramente no es el único. El sistema-mundo capitalista está
desagregándose a causa de un conjunto de vectores. Podríamos decir que esta desagregación es muy
sobredeterminada. Voy a discutir brevemente algunos de estos vectores inquietantes para el
funcionamiento del sistema-mundo.
Antes de hacerlo, debo decir que no se presenta como un problema de tecnología. Algunos
sostienen que el proceso continuo de mecanización de la producción resultará en la eliminación de
empleos posibles. No lo creo. Podemos todavía inventar otras tareas para la fuerza de trabajo. Otros
declaran que la revolución informática acarreará un proceso de globalización que en sí hace caduco el
rol de los estados. No lo creo tampoco, porque la globalidad ha sido elemento esencial de la
economía-mundo capitalista desde el siglo XVI. No es nada nuevo. Si estos fueron los únicos
problemas de los capitalistas en el siglo SXXI., estoy seguro que podrían hacer lo necesario a fin de
mantener el impulso de la acumulación incesante de capital. Hay cosas peores.
Primero, para los empresarios hay dos dilemas que son casi imposibles de resolver:
a) la desruralización del mundo
b) la crisis ecológica.
Los dos son buenos ejemplos de procesos que van de cero a ciento por ciento y cuando llegan
cerca de la asíntota, pierden valor como mecanismos de ajuste. Esto constituye la fase última de una
contradicción interna.
¿Cómo ocurrió que el mundo moderno se haya desruralizado progresivamente? Una
explicación tradicional es que la industrialización exige la urbanización. Pero no es verdad. Todavía
quedan industrias localizadas en las regiones rurales y hemos ya notado la oscilación cíclica entre la
concentración y la dispersión geográfica de la industria mundial. La explicación es diferente. Cada
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vez que hay estancamiento cíclico en la economía-mundo, uno de los resultados al fin de estos
períodos es una movilización acrecentada de los proletarios urbanos contra la declinación de su
poder de compra. Así se crea una tensión que los capitalistas resisten, por supuesto. Sin embargo, la
organización obrera aumenta y comienza a ser peligrosa. Al mismo tiempo, las reorganizaciones
empresariales alcanzan un momento en que podrían relanzar la economía-mundo sobre la base de
nuevos productos monopolizados. Pero falta un elemento, la demanda global suficiente.
Frente a esto, la solución es clásica: alzar los ingresos de los proletarios, sobre todo de los
obreros calificados, incluso facilitar para algunos el ingreso en esas categorías. Del mismo golpe,
resuelven los problemas de la tensión política y de la falta de demanda suficiente. Pero hay una
contrapartida. El porcentaje de plusvalía que corresponde a los propietarios ha disminuido. Para
compensar esta caída de plusvalía relativa, de nuevo existe una solución clásica: transferir algunos
sectores de actividad económica que no son más muy rentables, hacia zonas donde hay una
población rural importante, una parte de la cual podría ser atraída a nuevas localidades urbanas de
producción, por salarios que representan para ellos un aumento de sus entradas familiares, pero que
en la escena mundial representan costes de trabajo industrial mínimos. En efecto, a fin de resolver las
dificultades recurrentes de los estancamientos cíclicos, los capitalistas fomentan cada vez una
desruralización parcial del mundo. Pero, ¿y si no hay más poblaciones a desruralizar? Hoy nos
acercamos a esta situación. Las poblaciones rurales, todavía hace no mucho fuertes en la propia
Europa, han desaparecido enteramente de muchas regiones del mundo y disminuyen en todas partes.
Probablemente, son menos de 50% mundialmente hoy y dentro de 25 años la cifra va ser menos de
25%. La consecuencia es clara. No habrá nuevas poblaciones de bajo pago para compensar los salarios más
elevados de los sectores proletarizados anteriormente. En efecto, el coste de trabajo aumentará mundialmente,
sin que los capitalistas puedan evitarlo.
Lo mismo pasa con la ecología. ¿Por qué existe hoy una crisis ecológica? No es complicado
explicarlo. A fin de maximizar los beneficios, hay dos recursos principales para un capitalista: no
pagar demasiado a los obreros y no pagar demasiado por el proceso de producción. ¿Como hacer
esto? De nuevo es obvio: hacerlo pagar en gran parte por "otros." Se llama "la externalización de
costes." Hay dos métodos principales de externalizar costes. Uno es esperar que el estado pague por
la infraestructura necesaria por la producción y la venta de los productos. La desagregación de los
estados representa una amenaza aguda para esto. Pero el segundo y más importante método es no
pagar los costes ecológicos: por ejemplo, no reemplazar los bosques cortados o no pagar por la
limpieza de desperdicios tóxicos.
Mientras existían otros bosques, o zonas aún no utilizadas, luego no tonificadas, el mundo y
los capitalistas podían ignorar las consecuencias. Pero hoy tocan los límites de la externalización de
costes. No hay más muchos bosques. Los efectos negativos de una toxificación excesivamente
aumentada de la tierra, implican impactos serios y múltiples que nos anuncian los científicos
avisados. Por eso han surgido movimientos verdes. Desde un punto de vista global, hay únicamente
dos soluciones: hacer pagar los costes por los capitalistas; y/o aumentar los impuestos. Pero esto
último es poco probable, dadas las tendencias de reducir el rol de los Estados. Y lo primero implica
una reducción seria en las ganancias de los capitalistas.
Hay otros vectores que representan dilemas, no para los empresarios, pero sí para los Estados.
Primero, la polarización socio-económica cada día más aguda del mundo corre parejas con la
polarización demográfica del mundo. Cierto, hay una transformación demográfica en proceso desde
200 años al menos y ahora mismo toca por primera vez al Africa que en el período pos-1945 tenía la
tasa de crecimiento más alta del mundo. No obstante, aunque las tasas en general bajen, el foso entre
el Norte, donde las tasas son a menudo negativas, y el Tercer Mundo, donde aún son altas, aún sigue
ensanchándose. Si hay recuperación de la economía-mundo en el primer cuarto del siglo XXI, el foso
económico ya se agrandará, porque la recuperación será fuertemente desigual.
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La consecuencia es fácil de prever. Habrá un fuerte aumento de la migración Sur-Norte, legal o
ilegalmente. No importa. No hay mecanismos posibles para terminarlo y aún limitarlo seriamente.
Las personas que querrían venir al Norte son reclutadas entre los más capaces del Tercer Mundo y
están determinadas a llegar. Habrá muchos empleos insuficientemente pagados para ellos. Por
supuesto, habrá una oposición política xenófoba contra ellos, pero no bastará para cerrar las puertas.
Si al mismo tiempo el rol de los estados disminuye (y esto servirá también para permitir el
aumento del número de emigrantes), la integración económica de estos inmigrantes será limitada. Si
la oposición política no logra frenar la entrada, probablemente logrará limitar los derechos políticos y
sociales de los inmigrantes. En este caso, preveo lo siguiente: el número verdadero de inmigrantes
"sureños" y sus descendientes inmediatos en los países del Norte será entre 10-35% por ciento de la
población, si no más. Y esto no solo en América del Norte y Europa Occidental, sino también en
Japón. Al mismo tiempo, este 10-35% de la población más joven, mucho más pobre, y ubicado en
barrios urbanos segregados de hecho, será una población obrera sin derechos políticos o sociales.
Retornaremos a la situación de la Gran Bretaña y la Francia en la primera mitad del siglo XIX,
aquella de proletariados que son clases peligrosas. Así se deshace doscientos años de recuperación
liberal y esta vez sin posibilidad de repetir el guión. Preveo que las zonas de conflicto social las más
intensas en el siglo s XXI, no serán las Somalias y las Bosnias, sino las Francias y los Estados Unidos.
¿Las estructuras estatales ya debilitadas van a sobrevivir ese tipo de guerra civil?
Y si esto no fuera bastante, hay el problema de la democratización. ¿Problema, digo yo? ¡Sí,
problema! La democratización no es una mera cuestión de partidos múltiples, sufragio universal y
elecciones libres. La democratización es una cuestión de acceso igual a las verdaderas decisiones
políticas y a un nivel de vida y a una seguridad social razonable. La democracia no puede coexistir
con una gran dolarización socio-económica, ni al nivel nacional, ni al nivel mundial. No obstante,
existe una ola de sentimiento democratizador que se fortalece enormemente estos días. ¿Como se
traduce ella? La prensa y los últimos heraldos del liberalismo anuncian que la democratización se
muestra en la caída de varias dictaduras a través del mundo. Sin duda, esto representa un esfuerzo de
democratizar estos países. Pero estoy un poco desengañado del éxito efectivo de estos cambios. Lo
que es más interesante es la presión continua, no únicamente en el Sur, sino inclusive de modo más
fuerte en los países del Norte, para aumentar los gastos para la salud, la educación, y la vida de los
retrasados. Pero esta presión agudiza, y muchísimo, los dilemas fiscales de los estados. La ola de
democratización será la última clave en el ataúd ("nail in the coffin") del estado liberal. Vemos lo que
pasa estos días en los Estados Unidos.
Para todas estas razones, el período frente a nosotros, los próximos 30-40 años, será el momento de
la desintegración del sistema histórico capitalista. No será un momento agradable de vivir. Será un período
negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres del futuro y odios viciosos. Al mismo
tiempo, será un período de transición masiva hacia algo otro, un sistema (o unos sistemas) nuevo(s). Al
decir esto, sin duda se preguntan Vds. porque les he dicho que les traigo un mensaje de esperanza.
Nos hallamos en una situación de bifurcación muy clásica. Las perturbaciones aumentan en
todas direcciones. Están fuera de control. Todo parece caótico. No podemos, nadie puede, prever lo
que resultará. Pero no quiere decir que no podamos tener un impacto sobre el tipo de nuevo orden
que va ser constituido al fin. Todo lo contrario. En una situación de bifurcación sistémica, toda
acción pequeña tiene consecuencias enormes. El todo se construye de cosas infinitesimales. Los
poderosos del mundo lo saben bien. Preparan de múltiple maneras la construcción de un mundo
post-capitalista, una nueva forma de sistema histórico desigual a fin de mantener sus privilegios. El
desafío para nosotros, sociólogos y otros intelectuales y para todas las personas en pos de un sistema
democrático e igualitario (los dos adjetivos tienen idéntico significado), es mostrarnos tan
imaginativos como los poderosos y tan audaces como ellos, pero con la diferencia de que debemos
vivir nuestras creencias en la democracia igualitaria, lo que no hacían nunca (o raramente) los
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movimientos de la Vieja Izquierda. ¿Como hacerlo? Es esto que debemos discutir hoy, mañana y
pasado mañana. Es posible hacerlo, pero no existe una certidumbre sobre eso. La historia no
garantiza nada. El único progreso que existe es aquello por lo cual luchamos con, recordémoslo, unas
grandes posibilidades de perder. Hic Rhodus, hic salta. La esperanza reside, ahora como siempre, en
nuestra inteligencia y en nuestra voluntad colectiva.
Immanuel Wallerstein, “Perspectivas de la reconstrucción de
América Latina y el Caribe”, en e-l@tina. Revista electrónica de
estudios latinoamericanos, Vol. 4 nº 16, Buenos Aires, juliosetiembre de 2007, pp. 3-15. Disponible en línea en
<http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Llamado a contribuciones
Laboratorium: Revista rusa de investigación social
(http://www.cisr.ru/editboard.en.html)
Número especial:
“RUSIA-EXREPÚBLICAS SOVIÉTICAS/AMÉRICA LATINA:
ESTUDIOS COMPARATIVOS SOBRE LAS TRANSFORMACIONES POST-AUTORITARIAS”
Editoras del número:
Olessia Kirtchik ([email protected])
y Mariana Heredia ([email protected])
Más allá de las diferencias que separan a los países de América Latina de las antiguas
repúblicas soviéticas, las transformaciones sociales y políticas de las últimas décadas parecen definir
algunas similitudes importantes. En ambas regiones es difícil tomar posición sin hacer referencia a
las relaciones con Occidente; ambas oscilan entre los intentos más o menos exitosos de “alcanzar”
la modernidad y los reclamos de una alteridad sustantiva y fundamental. Ciertamente, los últimos
años presentan el surgimiento de estudios comparativos entre los países post-soviéticos y las
naciones latinoamericanas; la mayoría de ellos sustentados en la idea de una “transición” hacia la
democracia y la economía de mercado. No obstante, estos estudios tienden a interesarse en las
transformaciones políticas o macroeconómicas, prestando menos atención al estudio en
profundidad de los casos empíricos analizados y a las complejidades del cambio social
experimentado. Este número busca congregar estudios comparativos que complementen o
cuestionen estos análisis macro, fundamentando qué diferencias y semejanzas pueden observarse
entre ambas regiones en la construcción de nuevas sociedades. Para ello, los estudios comparativos
pueden movilizar todo el arco de las ciencias sociales, incluyendo específicamente la sociología, la
antropología y la historia.
Laboratorium invita a investigadores de todo el mundo a someter artículos sobre esta
temática. Los trabajos en colaboración entre especialistas del mundo post-soviético y de América
latina serán especialmente bienvenidos, aún cuando sea bajo la forma de artículos “gemelos” que
analicen casos comparables en las dos regiones. En la medida de lo posible y con suficiente
antelación, las editoras oficiarán de mediadoras entre investigadores con intereses semejantes en
ambas regiones, en vistas a la elaboración de una contribución conjunta. Algunas de las
problemáticas a tratar (aunque no excluyentes) pueden ser: transformaciones en las elites, políticas
de la memoria, nuevas y viejas formas de pobreza, género y familia, nuevas y viejas formas de
violencia, emergencia de nuevos actores económicos y de nuevo tipo de prácticas económicas…
La fecha límite para enviar las contribuciones ha sido fijada el 10 de febrero 2008. Todas las
propuestas serán analizadas por dos evaluadores anónimos y la aceptación puede quedar sujeta a la
incorporación de los ajustes aconsejados. Los artículos serán aceptados en inglés o ruso, en
formato word o RTF. Debe usarse letra 12 y espacio 1 ½. La bibliografía debe ser citada en las notas
y las notas deben aparecer al final del texto. La extensión no debe exceder los 55.000 caracteres sin
notas. Los artículos deben ir acompañados de información sobre los autores (nombre, filiación
institucional, dirección postal, e-mail y teléfono) en una página separada y de un resumen de 3.000
caracteres.
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Artículos
EL CONFLICTO AGRARIO PAMPEANO DURANTE LA
CONVERTIBILIDAD: ACTORES, CARACTERÍSTICAS Y
DESARROLLO DE LA ACCIÓN COLECTIVA DE PROTESTA∗
.
EDUARDO AZCUY AMEGHINO∗∗
.
A tono con los efectos devastadores del programa neoliberal sobre los pequeños y medianos
productores pampeanos, uno de los rasgos más notorios de la acción social agraria durante los
noventa fue el incremento sostenido de la conflictividad rural, materializada en diversas formas de
protesta activa -como paros, cortes de ruta, concentraciones, marchas, emergencia de nuevos
actores sociales combativos, etc.-, mediante las que los sectores más desfavorecidos por el modelo
económico en vigencia manifestaron crecientemente su inconformismo y rebeldía.1
Así, por ejemplo, desde la marcha a Plaza de Mayo de 1993, pasando por el paro agrario de
1994 y la constitución del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha en 1995,2 se fueron
eslabonando una serie de hitos referenciales del crecimiento de los conflictos, los que estimularon a
su vez nuevos episodios de acción colectiva protagonizados centralmente por los chacareros (con
participación, es cierto que desigual, de todas sus fracciones), aun cuando en distintos momentos y
medidas aunaron a -o confluyeron con- la mayoría de los sujetos sociales agrarios y sus respectivas
organizaciones gremiales.
En este sentido, las protestas recogieron diversos y con frecuencia contradictorios reclamos
reivindicativos, en torno a los cuales se refleja tanto la especificidad de los efectos de las políticas
∗ Ponencia presentada en la Mesa Temática Abierta 113, “Conflictos, organizaciones y movimientos
sociales en la historia agraria Argentina y Latinoamericana desde comienzos del Siglo XX a la actualidad”, de
las XXI Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, San Miguel de Tucumán, 19-21 de setiembre
de 2007.
∗∗ Docente Investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios, Facultad de Ciencias
Económicas, Universidad de Buenos Aires.
Norma Giarracca y Miguel Teubal, “El día que la Plaza de Mayo se vistió de campo”, en Realidad
Económica nº 118, 1993: Mónica Higa, “Materiales para el estudio del paro agrario de 1994”, Primeras
Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales, Universidad de Buenos Aires, 1999;
Eduardo Azcuy Ameghino, “Reformas económicas y conflicto social agrario: la Argentina menemista, 19911999”, II Congreso Internacional de Historiadores Latinoamericanistas, La Habana, 1999.
1
Norma Giarracca y Miguel Teubal, “El movimiento de mujeres agropecuarias en lucha”, Realidad
Económica nº 159, 1997. Eduardo Azcuy Ameghino, “El «Movimiento de Mujeres en Lucha»: hipótesis,
problemas y propuestas de discusión”, VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos de Historia,
Universidad Nacional de Salta, 2001.
2
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públicas como la heterogeneidad de la estructura de clases en la que impactan, siendo dicha
diversidad -y cada una de sus particularidades- la que determina en cada caso el sentido, la forma y
la profundidad del efecto.
Puesto en otros términos: un terrateniente latifundista, un pool de siembras, un gran
capitalista arrendatario de miles de hectáreas, un chacarero propietario de 50 hectáreas y un
pequeño contratista que toma 150 has –por citar unos pocos ejemplos contrastados-, se vieron
afectados (perjudicados y/o beneficiados) de diversas maneras, y por ende generaron y practicaron
diferentes conflictividades, que deben ser individualizadas y especificadas para evitar que el análisis
quede atrapado en la primera imagen, aparencialmente unitaria y homogénea, del fenómeno de las
protestas agrarias.
Así, la Sociedad Rural Argentina apoyó en lo fundamental el modelo económico impuesto en
1991, y sólo sobre esa base realizó críticas y motorizó algunas protestas frente a aspectos puntuales
de las políticas oficiales que juzgaron contraproducentes para los intereses de los grandes
terratenientes y empresarios expresados por el accionar de dicha corporación, como los impuestos
a la renta mínima presunta y a los débitos bancarios.
Con matices diferenciales respecto al fuerte compromiso con las políticas oficiales expresado
por SRA, otras organizaciones -como Confederaciones Rurales Argentinas- se manifestaron en un
sentido parecido al anterior, mientras que las restantes entidades principales –CONINAGRO y
Federación Agraria-, aunque tomaron mayor distancia de algunos aspectos del programa de
convertibilidad, tampoco plantearon una confrontación abierta con “el modelo”, muy influidas sus
dirigencias por los humores políticos e ideológicos dominantes en el país y el mundo durante los
noventa.
Un ejemplo de esta actitud, que de hecho implicaba una relativa claudicación respecto a la
defensa sin concesiones de los intereses chacareros, fue la muy tardía –e incluso entonces, formalmención de la FAA a la necesidad de un precio sostén en origen para los productos agrícolas. Esta
medida, ajena por completo a la filosofía económica de libertad de mercados y desregulación
vigente, fue sin embargo cada vez más reclamada por las bases federadas y por algunas filiales
enroladas en corrientes internas opositoras a la línea oficial del presidente Bonetto, así como por
otras expresiones de las pymes [pequeñas y medianas empresas] agrícolas.
Como puede observarse, al interior de la protesta rural se mezclan y solapan muy disímiles
posicionamientos, de modo que la conflictividad que emerge a la consideración pública como
dominante (como “la” conflictividad) tiende a reflejar el estado de la correlación de fuerzas entre
los diferentes estratos sociales del agro y sus respectivas organizaciones político-gremiales,
asimilando –y de hecho ocultando en alguna medida- los reclamos provenientes de los sectores
relativamente más débiles a la perspectiva hegemónica.
Para el funcionamiento eficaz de estos mecanismos suele resultar determinante la presión
que ejercen algunas corporaciones –sobre todo SRA y CRA- con el objeto de imponer su
programa reivindicativo particular a la protesta general, a sabiendas de que el logro de la unidad de
acción de las cuatro gremiales principales es un valor muy sentido por buena parte de los
productores agrarios, tanto como respetado por los destinatarios de sus reclamos.
Teniendo en cuenta que también en el mundo agrario la convertibilidad produjo ganadores y
perdedores, beneficiarios y víctimas respectivamente de los efectos de la concentración económica,
se podrán calibrar plenamente las implicancias y consecuencias para el desarrollo de los conflictos
de la confluencia de unos y otros encolumnados en última instancia bajo un programa
reivindicativo sesgadamente sectorial, y muy limitado en sus filos críticos hacia las políticas
neoliberales.
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Sin embargo, a pesar de que esta dinámica tiñó buena parte de la protesta del campo, cabe
puntualizar que cuando ésta fue orientada por los sectores gremiales más ligados con los
productores familiares y pequeños capitalistas, las consignas cuestionaron aspectos nodales del
programa de convertibilidad y desregulación, radicalizando las luchas a partir de la emergencia menos diluida en estos casos- de la conflictividad específica de los chacareros que sufrían por la
falta de escala, de capital de trabajo, de crédito y de retraso cambiario, todo agravado por un fuerte
endeudamiento de arrastre y, con frecuencia, por los bajos precios internacionales.3
Focalizando el análisis en la franja socioeconómica de la pequeña y mediana empresa
agropecuaria, existe evidencia concluyente respecto a que de ella emergieron las más agudas y
persistentes acciones colectivas de protesta agraria. En este sentido, los factores mencionados
cumplieron un rol fundamental entre las causas determinantes del creciente tono de conflictividad
social que caracterizó al agro pampeano, articulándose para ello con algunas trabas estructurales de
larga data, especialmente eficaces en relación a limitar las posibilidades de sustentabilidad de las
pequeñas explotaciones.
Estas circunstancias, junto a otros estímulos negativos provenientes del modelo económico
sostenido por el menemismo y la Alianza –como carencia de políticas de sostén de precios y de
refinanciación y/o condonación de deudas impagables-, golpearon con dureza a buena parte de la
población rural, que asoció (razonablemente) su mala fortuna a las políticas públicas en vigencia,
aun cuando pocos dirigentes llegaron a efectuar cuestionamientos integrales de las mismas.
Sin perjuicio de que todos los condicionamientos mencionados se extendieron al conjunto
del agro pampeano, dentro de esta región las protestas tendieron a focalizarse –y estallaron con
mayor frecuencia y regularidad- en las zonas socioproductivas ubicadas en el centro y sur de Santa
Fe, norte de Buenos Aires y sureste de Córdoba.
El desarrollo de estas luchas muy probablemente se potenció en virtud de las
particularidades y la fuerza identitaria de los chacareros y colonos asentados en la región conocida
tradicionalmente como maicera, mayoritariamente imbuidos de las tradiciones de lucha más ricas y
arquetípicas del área pampeana –resumidas en el “grito de Alcorta”-, presentes todavía en
numerosos componentes de raigambre político-cultural atesorados en la memoria social, y
resignificados como un factor de peso a la hora de decidir y organizar la protesta reivindicativa.
Asimismo, al inventariar y ponderar el desarrollo de la acción colectiva agraria durante la
convertibilidad, resulta posible afirmar que entre 1993 y 2001 los chacareros pampeanos
protagonizaron una de las décadas de luchas reivindicativas y políticas más intensas y reiteradas que
registra el siglo XX. Al análisis de algunos aspectos de esta historia nos dedicaremos en el resto de
este trabajo, abriendo varias líneas de indagación concurrentes.
Relaciones entre estratificación social, tipos de conflicto y acción colectiva
Para comenzar querríamos hacernos cargo del hecho de que la propuesta implícita en el
título de este apartado podría presentar, al menos en apariencia, algunos flancos abiertos a una
crítica fácil por parte de las posturas teóricas enfrentadas con la que suelen denominar perspectiva
de análisis estructural: “las teorías estructuralistas y holistas, allí donde toman una forma causal,
Al respecto hay que señalar que incluso en el período excepcional de buenos precios –1996 y 1997-,
la ruinosa situación de numerosas explotaciones impidió que pudieran aprovechar la circunstancia favorable
para intentar revertir su crisis. En estos casos, como comenzó a ocurrir también luego de la devaluación de
comienzos de 2002, los beneficios resultan directamente proporcionales a la envergadura económica de los
diferentes sujetos sociales, definida por factores estructurales (tamaño de la explotación, medios de
producción, propiedad de la tierra) y por la situación coyuntural (acceso al crédito, grado de endeudamiento,
disponibilidad de capital de trabajo, etc.).
3
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El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad...
son por lo común toscas en este sentido: relacionan macroestados con macroestados directamente,
sin ofrecer un mecanismo que muestre como uno causa al otro”.4
Al respecto, partiendo de los contenidos básicos de la teoría marxista, resulta evidente que el
modo en que los intereses de clase determinan los de los individuos ni es mecánico, ni es
constante, ni es absoluto; razón por la cual deben explicitarse hasta donde ello es posible las
mediaciones políticas, ideológicas, situacionales y contextuales, que procesadas a través de la acción
social –obviamente contradictoria- permiten establecer o no dichas conexiones. Y así y todo tengo
fuertes sospechas que estadísticamente el resultado de un juego experimental de evaluación de
conductas individuales, frente a problemas similares, confirmaría en buena medida que la mayor
parte de los individuos reaccionaría según algún tipo de respuesta consistente con las conductas
atribuibles a la clase, fracción o grupo social de su eventual pertenencia.
El problema, en realidad, es que resultados parecidos se obtendrían seguramente si el
ejercicio midiera la correlación de una identidad colectiva con las conductas individuales de quienes
se identifican con ella.5 Aquí la cuestión excede a un único principio explicativo de la existencia y el
sentido de la acción colectiva, remitiéndonos a operar con modos solventes de articulación y
combinatoria con el objeto de producir explicaciones menos unilaterales y más completas, aun
cuando sin duda no nos alejaremos demasiado del principio basal de la lucha de clases como
término de orden y encuadramiento final.
De manera que si bien “la acción social, como la participación política, no puede ser
reducida a un mero reflejo determinado por las condiciones materiales o los intereses públicos
ligados a la posición social”,6 también es cierto que dichos condicionantes resultan de importancia
crucial para comprender plenamente el sentido de la acción colectiva en general, y la de los
chacareros pampeanos en particular.
Al respecto, y para fundamentar la pertinencia del punto, resulta necesario destacar la
utilidad del recurso a una tipología socioeconómica que,7 a grandes rasgos, permita pensar
agregadamente las distintas categorías de productores agrarios que operan en la pampa húmeda, en
tanto que este arbitrio teórico-metodológico (siempre discutible y perfectible) constituye un
instrumento dotado de capacidad para aportar elementos de juicio fundamentales para la
interpretación del tema de la conflictividad social rural.
Su mayor utilidad se ha mostrado al contribuir a identificar y especificar las distintas
modulaciones de los conflictos agrarios, toda vez que el diferente lugar que ocupa cada uno de los
sujetos sociales en la estructura de la producción y de la distribución del ingreso se halla en la
mayoría de los casos indisolublemente conectado con los distintos grados de solidez, las
necesidades y las expectativas socioeconómicas de cada uno de ellos. Y también con las asimétricas
Michael Taylor. Racionalidad y acción colectiva revolucionaria. En: F. Aguiar (comp.). Intereses
individuales y acción colectiva. Pablo Iglesias, Madrid, 1991, 147.
4
5 El concepto de identidad colectiva resulta una herramienta útil para el análisis sociológico en la
medida que se respete la tensión básica que la condiciona y define, generada por la coexistencia de por los
menos: a) prácticas, percepciones y sentimientos compartidos, b) el sustrato específico de clase que entrega
los matices, heterogeneidades y contradicciones propios de lo anterior, c) la ideología dominante (de clase)
en la sociedad donde se gestan y procesan las identidades colectivas.
6 Fernando Reinares. Teoría de la acción colectiva y participación política. En: Pilar del Castillo
(Comp.). Comportamiento político y electoral. CIS, Madrid, 1995, p. 623.
Eduardo Azcuy Ameghino. "Tipología de sujetos sociales agrarios pampeanos". Documento de
trabajo interno, CIEA, Buenos Aires, 2005.
7
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modalidades de lucha, las específicas reivindicaciones sectoriales y las condiciones finales, en las
que dichos reclamos pueden conquistarse.
Se argumentará que esto no es ni siempre ni necesariamente así. De acuerdo. La acción
colectiva y las actividades de los actores contradicen con alguna frecuencia esta clase de planteos;
pero se trata en líneas generales de una orientación que en la mayoría de los casos considerados
ratifica su pertinencia, lo que la transforma en un auxiliar deseable para los estudios sobre conflicto
y movilización. Especialmente cuando se consideran los fenómenos apuntando a una escala social
de interpretación de las prácticas y efectos ínsitos en la acción colectiva desplegada como expresión
de una conflictividad social específica, como es en nuestro caso la reacción frente a políticas
públicas que agudizan las dificultades para la subsistencia de las explotaciones agrarias tornando
incierto el futuro de los individuos y familias que las operan.
Desde esta perspectiva, y analizando en especial la primera mitad del siglo XX, se ha
señalado la existencia de diferentes tipos de conflictos, en tanto "cada tipo de conflictividad chacarera, obrera, terrateniente- es definido de uno u otro modo según el sector social que
desencadena o inicia el conflicto".8
La naturaleza de la conexión, el sentido y el grado de la determinación que vincula a cada
sector social con un tipo de conflictividad, es entonces el punto crítico a discernir, teniendo en
cuenta que “la acción colectiva es dinámica y sus resultados dependen en gran medida del curso de
la interacción”.9
Hace ya muchos años que la “sabiduría” popular respondió a los teóricos estructuralistas
escribiendo en los muros del París rebelde de 1968 aquel categórico “las estructuras no salen a la
calle”. Podríamos agregar que tampoco sostienen el conflicto agrario pampeano, ni cortan rutas, ni
arrojan clavos “miguelitos” en los caminos. Esto significa que de ninguna manera suscribimos el
papel de la determinación estructural como causa única o como causa final de la acción colectiva.
Menos aun el de la acción voluntarista e individual de actores que operan fuera de todo escenario,
sin temperatura, luz, color, ni piso.
En esta línea de trabajo, y en especial en el análisis de casos, los elementos de juicio
provenientes de la estratificación socioeconómica de los productores agrarios contribuirán a la
observación de los modos en que dichos sujetos sociales se articulan a efectos de, por ejemplo: a)
protagonizar las luchas mediante diversas formas de unidad política; b) enfrentarse entre sí cuando
no comparten el diagnóstico de la realidad que los afectaría o no, y/o los objetivos y/o las
modalidad de la acción a llevar adelante; y c) producir la subordinación político-ideológica de unos
sujetos sociales, y de sus intereses específicos, a la hegemonía de otros sujetos, mediante formas
particulares de la articulación intersectorial para el despliegue del conflicto. Lo cual remite
directamente a una profundización del análisis de las luchas políticas desarrolladas por los diversos
sectores, incluidas especialmente las que tienen lugar en el interior de sus organizaciones gremiales.
Así, al ponderar los distintos apoyos y rechazos suscitados por la "convertibilidad" -uno de
los modos en que se ventiló la lucha de intereses en relación con la problemática agraria durante
los '90-, se puede comprobar que una parte del conflicto consistió en la pugna por imponer uno u
otro balance político y conceptual acerca de lo ocurrido, por incidir en los programas de
reivindicaciones que en cada caso levantaría la protesta agraria, e incluso en la disputa por la propia
8 Waldo Ansaldi, “Hipótesis sobre los conflictos agrarios pampeanos”, en Ruralia nº 2, Buenos Aires,
1991, p. 8.
Charles Tilly, “Modelli e realtà dell’azione collettiva popolare”, en J. Cohen, A. Melucci, C. Offe, A.
Pizzorno, Ch. Tilly, A. Touraine, I nuovi movimenti sociali. Franco Angeli Editore, Roma, 1987, p. 74.
9
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decisión de realizar -o no- una política confrontativa con el modelo económico y los gobiernos que
lo sostuvieron.
De esta manera, por ejemplo, los grandes terratenientes y capitalistas agrarios tendieron a
concentrar sus reclamos en el ataque a la presión impositiva,10 mientras que las pymes del sector
pusieron el mayor énfasis en reclamar la refinanciación de sus deudas, créditos para poder sembrar
y, en algunos casos, precios sostén para los granos.
Unos eligieron el método de las presiones en los altos niveles del gobierno, el recurso a las
amistades y relaciones en el poder, y las consignas que no cuestionaran de fondo el "modelo"
económico global, al que apoyaban; mientras que otros -sin descartar los mecanismos anteriores,
para los cuales sin embargo disponían de menos aptitud y recursos- impulsarían líneas de acción
más directa, movilización de productores y un cuidado menor en que las demandas y propuestas
específicas efectuadas pusieran en tela de juicio la política vigente de reforma económica y
convertibilidad.
Los niveles políticos e ideológicos de la acción colectiva brindan sin duda sobrados
elementos para elaborar explicaciones de las conductas señaladas. Al mismo tiempo no ignoramos
los límites, los condicionamientos, los modos de proceder, que dicta la pertenencia o la
referenciación de las distintas personas -en este caso de los diferentes tipos de actores políticos y
gremiales- respecto a grupos socioeconómicos definidos: es tan infrecuente descubrir a un gran
terrateniente y empresario rural arrojando “miguelitos” para interrumpir el paso de los camiones,
como imaginar a un chacarero pobre o medio del norte de Buenos Aires en calidad de habitué de
las reuniones sociales que frecuentemente organizan la embajada de EE.UU, de Francia o de
España en el país.
En suma, dadas las condiciones que determinaron a partir de 1991 la existencia de un umbral
o tono conflictivo creciente entre los productores agrarios respecto al gobierno, el modo en que
dichos conflictos estallarían o no, se desarrollarían en un sentido u otro, dependería del rol de los
actores involucrados, movidos por determinaciones causales, intencionales y estructurales, en un
contexto donde el aprovechamiento de las oportunidades coyunturales y los recursos disponibles
jugarían un rol central para el desarrollo de las protestas.
Los partidos políticos tradicionales y sus programas agrarios durante los noventa
En relación con el estudio de la conflictividad agraria, con las circunstancias que la
originaron, y con el modo en que se procesó -especialmente durante el período menemista-, hemos
considerado oportuno introducir una breve caracterización de los análisis y propuestas
programáticas correspondientes a algunos de los partidos políticos que operaban en la realidad
argentina, aun cuando en líneas generales dichos actores, con la excepción del grupo gobernante,
han tendido a presentar un perfil relativamente bajo en materia de política agraria, limitándose a
influir –en especial los agrupamientos opositores- preferentemente sobre las dirigencias de las
corporaciones agropecuarias.
Efectivamente, considerando a los principales partidos que actúan en la arena argentina,
llama la atención que, pese a tratarse de un país donde más del 50% de las exportaciones depende
todavía del agro, no sólo no exista alguna formación política que represente puntualmente sus
intereses,11 sino que tampoco se percibe la existencia de alas o fracciones en los partidos
tradicionales donde el lobby agrario muestre una representación fácilmente reconocible.
10 Anales
de la Sociedad Rural, nº 5, 1999.
Si bien la "oligarquía terrateniente, cuya cúpula continúa formando parte de las clases dominantes
locales, perdió una parte de su fuerte representación política tradicional luego de la crisis de los partidos
conservadores y la emergencia del peronismo, no cabe duda que en general sus intereses no fueron
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Partiendo de estas comprobaciones hemos efectuado una breve recolección y análisis de
diversos materiales de propaganda política editados por los partidos mayoritarios durante la década
del noventa, con la finalidad de efectuar una evaluación preliminar de la importancia que, al menos
formalmente, se le otorga a los problemas agrarios y las eventuales propuestas programáticas para
el sector.
Así, por ejemplo, del estudio de un folleto de 52 páginas titulado “10 compromisos y 100
medidas para una Argentina mejor”, utilizado para la campaña presidencial del binomio justicialista
Duhalde-Ortega, surge que en escasas 20 líneas se anuncia el fomento de cadenas agroalimentarias
y agroindustriales, asistencia crediticia a dichas cadenas, adecuación de la calidad a los
requerimientos del mercado, fomento a mercados de futuros, al seguro agroclimático, preservación
del medio ambiente y una “clara” política en materia de biotecnología. Y eso es todo.12
La Alianza, que finalmente ganaría las elecciones, en su también voluminosa formulación
programática enfatizaba la importancia de “los agrodólares”, señalando que “asigna al campo un
papel protagónico en el financiamiento del despegue económico de la Argentina y en el desarrollo
de nuevas ventajas competitivas”, para lo cual se fomentará la “producción a gran escala”, el “uso
intensivo de tecnología”, proponiéndose “estar junto al campo para asegurar la rentabilidad,
modernización y competitividad de la producción agropecuaria”.13
Vale señalar que en 1993, bajo la firma del Comité Nacional de la UCR, un análisis de la
economía, coincidente con algunas de las hipótesis que manejamos en esta investigación, hacía
referencia a que “las causas inmediatas que provocan la más profunda y dramática crisis del agro
argentino emergen del modelo económico y social en ejecución, que se subordina a los dictados de
los grandes grupos nacionales y foráneos”. En este sentido, explica, los compromisos de pagos
externos tomados mediante el Plan Brady determinan la existencia de tasas de interés
“confiscatorias”, que desalientan la inversión productiva. Señalaba también la UCR que la
eliminación de los derechos a la exportación (retenciones) realizada por el gobierno de Menem “es
más aparente que real pues el tipo de cambio está distorsionado por no haberse producido la
deflación anunciada al lanzar el plan de Convertibilidad y por la inflación acumulada
posteriormente”.14
En 1995 el radicalismo continuaba denunciando en sus materiales oficiales “los errores de
implementación de la actual política económica”, así como el gran “endeudamiento” de una parte
de los productores, situación que “demanda una solución de fondo para las unidades productivas
viables”, la cual no se especifica con claridad.15
En 1997 la Alianza santafesina en su programa concentrado de 22 medidas no menciona al
sector agropecuario, ni hace ninguna propuesta directamente vinculable con los productores
rurales de la provincia,16 cuna de la Federación Agraria Argentina y una de las principales zonas de
producción agropecuaria de la pampa húmeda y del país.
afectados de fondo por ningún gobierno posterior al 55, y que todos ellos -en diferentes medidas- le
reservaron su lugar en la política y la economía, por acción (proactivamente) o conciliación
12 Plataforma
13
Electoral, Partido Justicialista, agosto 1999.
Plataforma Electoral Alianza UCR-FREPASO, 1999.
Comité Nacional de la UCR. Comisión de asuntos económicos. Análisis de la economía nacional,
junio 1993.
14
15
Plataforma Nacional, Unión Cívica Radical, 1995.
16 Revista
Nueva Oposición. UCR, año 2, nº 5, Rosario, 1997.
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En suma, el análisis de los materiales de propaganda política de los grandes partidos
nacionales muestra en líneas generales que en ellos se presta poca atención, ni se demuestra
preocupación, en relación con un sector socioeconómico tan vital, proveedor de los alimentos de
la población –y base de los precios al consumidor o costo de vida-, de materias primas diversas y,
en conjunto con la agroindustria, proveedor de lo fundamental de las divisas que ingresan al país.
Y también, y quizá sobre todo, pues lo anterior es la visión clásica y reiterada del agro, se
comprueba la mínima importancia otorgada a fenómenos de gran alcance como la sustentabilidad
de las explotaciones agrarias, de los pueblos de campaña, de sus industrias y servicios vinculados
con el campo, etc.; es decir la indiferencia hacia los efectos del proceso de concentración
económica y los consecuentes problemas de rentabilidad de los pequeños y medianos productores
pampeanos, que los eliminaban crecientemente del mercado dando lugar al éxodo agrario y el
deterioro social de vastas regiones.
Este fenómeno de difícil explicación, esta desvinculación relativa de los actores políticos
institucionales y los intereses rurales tomados en general, no puede ocultar, sin embargo, que
durante buena parte de la historia argentina fueron los sectores agrarios y mercantiles vinculados a
ellos los que orientaron la política del país desde la mismísima declaración de la independencia; y a
partir de allí –ya entrelazados con el capital extranjero al finalizar el siglo XIX- sin solución de
continuidad hasta por lo menos comienzos de la década de 1940,17 manteniendo luego y hasta la
actualidad una cuota significativa de influencia en la consideración de los factores de poder y entre
los hacedores de las políticas públicas del Estado argentino.
De este modo, por razones a veces contrapuestas, los intereses agrarios se fueron
desvinculando relativa y parcialmente de su exposición pública en términos de intereses
socioeconómicos expresados directamente por los partidos, hasta que entre 1973-1976, al
retomarse en niveles superiores la crítica surgida en los cuarenta a la denominada "oligarquía"
(también "oligarquía vacuna"), se acabaron por disipar aquellas vinculaciones más visibles entre la
cúpula de los productores agrarios y su representación mediante el accionar explícito de los
principales partidos políticos. Esto ocurrió seguramente, además de por la propia complejización
del funcionamiento del Estado de las clases dominantes, por una mezcla de prudencia, razonable
temor, y la elección de vías alternativas -como el grupo de presión y otras formas de lobby sobre el
poder de turno-, ejecutadas generalmente sobre la base de potenciar el accionar de las
organizaciones gremiales empresarias del sector.
Posteriormente, con la instauración de la dictadura militar y su ejercicio indiscriminado del
terrorismo de estado, se inició un largo período (1976-1983) donde los partidos políticos como
instrumentos del régimen político de la democracia formal fueron eliminados o puestos en receso,
lo que contribuyó a la pérdida de influencia de dichos actores institucionales. Al mismo tiempo la
cúpula del sector agrario encontró otras vías para acceder al favor oficial, resultando especialmente
notable el caso del superministro de economía, Alfredo Martínez de Hoz, perteneciente a una de
las familias terratenientes más antiguas y paradigmáticas del país.18
Finalmente, la recuperación del régimen constitucional en 1984 y su posterior consolidación
se han producido en una Argentina que, desde el punto de vista del interés electoral de los
partidos, tiende a situar a las clientelas políticas masivas en los principales núcleos urbanos,
mientras que ya no existen concentraciones ciudadanas demasiado significativas en el medio rural.
17
Tulio Halperín Donghi. Historia contemporánea de América Latina. Alianza Editorial, Madrid, 1977, p.
194 y ss.
Osvaldo Barsky y Arnaldo Bocco (Editores). Respuesta a Martínez de Hoz, Imago Mundi, Buenos
Aires, 1991, pp. 189-217.
18
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El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad...
En este contexto cada vez más los comicios se dirimen en la arena definida por los millones de
potenciales votantes que habitan ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza o Rosario,
donde las problemáticas que convocan la atención general se vinculan (y son vinculadas) con
trabajo, seguridad, salud, vivienda y otros tópicos conectados directamente con la vida cotidiana en
estas grandes urbes.
Nótese que durante los noventa, por ejemplo en Buenos Aires, sólo el denominado Gran
Buenos Aires –los cinturones urbanos contiguos a la Capital Federal- concentra el 61% de los
votantes. En la provincia de Santa Fe, las ciudades de Rosario y Santa Fe sumaban el 54% del
padrón. En Córdoba sólo la ciudad capital poseía el cuarenta por ciento.
A pesar de que escapa a los objetivos de este trabajo avanzar en una comparación con países,
como por ejemplo Estados Unidos o Francia, donde es tradicional el peso del voto agrario, vale
destacar que en el caso Argentino se mezclan en proporciones difíciles de determinar –sin agotar el
total de factores explicativos- no sólo la concentración urbana del voto, sino también el
macrocefalismo político del núcleo Capital Federal-Gran Buenos Aires, que junto a los otros
grandes distritos electorales reserva espacios apenas formales –aunque ocupen sitios concretos en
las instituciones parlamentarias- a los representantes del interior, que pueden en alguna medida
expresar y/o haber tomado compromisos con los productores agrarios y otros votantes con
intereses en el ámbito rural. Como venimos sugiriendo, una de las conclusiones posibles, o mejor,
una hipótesis a investigar, es que la representación de intereses de los grandes latifundistas y grupos
económicos agrarios ha ido por cuerda separada de la representación electoral agraria, concentrada
en grupos de presión y lobbies sobre los personajes relevantes de la gestión política institucional,
que en muchos casos, como el del último ministro de economía del menemismo –Roque
Fernández- eran ellos mismos "productores" agropecuarios.
Se trata, seguramente, de modalidades históricamente inscriptas en la cultura política
predominante –y en especial en la de las elites- en tanto los ciclos democráticos en Argentina no
fueron estables, ni duraderos, ni asociados en general a los intereses rurales de los terratenientes
estancieros y rentistas; los que históricamente se sintieron más cómodos –y sin duda mejor
representados- por los diversos elencos militares que gerenciaron las dictaduras que azotaron al
país durante más de cincuenta años.
Si bien en algunas formulaciones hemos presentado a los intereses agrarios como una
totalidad homogénea, importa remarcar que sin embargo ello no es exacto, ya que el conocimiento
de las diferentes modalidades de acción social desplegadas por actores emergentes de distintos
niveles de la estructura de clases que caracteriza al sector, y las formas en que los partidos políticos
representaron de diversas formas unos y/u otros de dichos intereses, nos indican categóricamente
que la generalización indiferenciada no permite conocer el movimiento de las representatividades
políticas, ni sus características y respectivas eficacias.
Dicho de manera más simple: a lo largo de la historia argentina las contradicciones al interior
del mundo rural han sido tan agudas que desde los orígenes coloniales hasta bien entrado el siglo
XX toda la dinámica nacional tuvo una de sus grandes fuerzas motrices en el juego de
interacciones y representatividades construidas por la acción social de los actores agrarios. Lo cual
incluye tanto a los grandes propietarios de tierras y ganado que formaron parte de los grupos
dirigentes en la sociedad, como a las expresiones de un empresariado capitalista -diferente al que
sería producto del aburguesamiento terrateniente- que resultó reiteradamente impotente para
imponer su perspectiva diferenciada, y también a la mayoría de los productores directos
chacareros, además de los obreros y otros asalariados rurales.
Este último conjunto, largamente constituido en la mayoría de la población agraria, resultó
carente de genuina representación en unas formas “democráticas” que desde siempre y hasta hace
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muy poco –mediados del siglo XX- no los tuvieron en cuenta como ciudadanos autónomos, sino
en todo caso como tropa de maniobra mediante el “voto cantado”, el clientelismo político
paternalista, y otros seudo modos de representación, que aun así se circunscribieron a los períodos
erráticos donde ciertas formas del régimen constitucional se mantuvieron en precario
funcionamiento.
Pero como ya se ha señalado, los tiempos fueron cambiando, bastante rápido y bastante
profundamente, dando paso al ciclo político de gobiernos civiles y golpes militares, que culminó en
los años 90, con la consolidación de un modelo económico, social y político que logró -por
primera vez en la historia nacional- asociar plena y prolongadamente los intereses de las clases
dominantes y el imperialismo con la vigencia del régimen político de la democracia constitucional.
Como inquietud adicional, cabe explorar las razones por las cuales, frente al estallido del
paro agrario de 1994, el accionar del Movimiento de Mujeres Agropecuarias, y el resto de las
movilizaciones sociales que expresaron la protesta rural hasta el estallido de 2001, resultó tan poco
robusta la participación de los partidos políticos tanto en el plano de alentar u organizar las
protestas, como interpretarlas, enfrentarlas, y cualquier otra actitud que pudiera considerarse
positiva más allá de su sentido particular.
Así, la falta de interés relativo de los actores políticos por comprometerse activamente con
los conflictos agrarios se podría vincular con las modalidades que ha adoptado el despliegue del
capitalismo en la Argentina dependiente, con desarrollos regionales frustrados y conglomerados
urbanos concentrados en pocos grandes centros de población; sumados contradictoriamente a la
relativa modernidad y tecnificación del agro pampeano que hace que cada vez menos explotaciones
den cuenta de la producción de granos y carnes. Y finalmente, con el decaimiento creciente de las
pequeñas y medianas ciudades y pueblos conectados con la actividad agraria, especialmente ajenos
durante los noventa a todo proceso de industrialización local, diversificación productiva y otros
mecanismos de atraer y consolidar poblaciones de cierta importancia, objetivos largamente
ausentes en las políticas públicas argentinas.
Avanzando en la explicación del problema planteado, de lo expuesto surgen, y esto lo
tendrían bien en cuenta los actores políticos o influiría directamente sobre sus opciones, algunas
certezas:
1. Falta relativa de peso electoral reconocido de los productores rurales;
2. Que la cúpula agraria no utiliza como en el pasado -porque ya no puede, porque no lo
estima conducente o por una mezcla de ambas cosas- su influencia en los partidos políticos,
recurriendo generalmente a otras formas de presión e influencia;
3. Relativa ausencia de preocupación en los ciudadanos de residencia urbana por los
problemas "del campo", en especial los de tipo social, que a diferencia de lo que ocurre en otros
países resultan poco conocidos y reconocidos fuera de su ámbito específico. Nótese que aun en el
caso de las miles de personas que concurren anualmente a actividades "del campo" -como la
exposición de Palermo- la imagen que perciben suele resultar idílica y encubridora de conflictos y
contradicciones.
En relación con este punto, sobre el que paradójicamente casi no existe literatura disponible
en el país, vale la pena intentar algunas reflexiones pues se trata de un factor que puede contribuir a
explicar más de una conducta política, incluidas algunas de las observables en los conflictos de
fines del siglo XX.
Al respecto se puede señalar que en general no existe conciencia clara fuera del sector
agropecuario sobre los efectos nocivos del proceso de concentración económica en el agro, y de la
crisis y desaparición creciente de numerosas explotaciones, especialmente hasta la devaluación de
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2002. Sobre esta base resulta absolutamente normal que no se debata, parafraseando el título de
un libro estadounidense, si "existe obligación moral de salvar al farmer",19 y que se excluya
rigurosamente este tema en la agenda inmediata de los hacedores de las políticas públicas.
La política y la representación de lo agrario en el imaginario social urbano
Es sabido que en otros países con importantes sectores agropecuarios -aunque de menor
importancia relativa dado el peso de otros componentes de dichas economías-, como Estados
Unidos o Francia, no solamente se destinan cuantiosos fondos en calidad de subsidios y sostén a
sus agricultores,20 sino que buena parte de la población urbana, como surge de encuestas realizadas
en EE.UU, está dispuesta a pagar impuestos adicionales para ayudar a paliar los problemas no de
los pobres, o los negros, o los huérfanos, sino de los... farmers. Lo cual no hace más que evidenciar
un fuerte componente de la “cultura política” estadounidense, que se confunde con la identidad
nacional, y se nutre de valores y actitudes que se han ido sedimentando a través del tiempo muy
vinculados con los núcleos duros de su historia oficial –conquista del oeste, vida de frontera,
igualitarismo y democracia agraria, etc.-, los que a su vez contribuyen a explicarlos.
Aquí aparecen varios puntos aptos para ejercitar algunas comparaciones útiles. Los países
que se destacan por el peso que muestran los intereses agrícolas modernos localizados en su
interior se hallan relativamente bastante poblados y, expresando otro tipo de desarrollo capitalista diferente al dependiente y subdesarrollado vigente en Argentina-, poseen importantes estructuras
industriales, comerciales, financieras y de servicios en general, estrechamente vinculadas (lo que se
expresa con fuerza en el plano discursivo) con la producción primaria y su posterior
procesamiento. De esta manera quedan definidos numerosos y heterogéneos intereses económicos
firmemente instalados en torno al destino del agro, que hallan un importante soporte en la opinión
pública en general y en la de los Estados más involucrados en particular, estimulando en
consecuencia una firme representación política mediante los congresales electos regularmente para
participar del gobierno central y de los gobiernos locales.
En este sentido, aun acordando que el núcleo del poder allí -y en los demás países
imperialistas- se referencia sin duda en las grandes corporaciones y grupos económicos extendidos
a todo el planeta, el funcionamiento del sistema político y la “competencia” por el voto popular
reserva una razonable influencia a los intereses agrarios medios, lo cual implica tanto la existencia
de un cierto colchón amortiguador del estallido de conflictos sociales como un rápido
involucramiento en ellos por parte de los actores políticos siempre atentos a los humores de un
electorado del que puede depender su suerte futura.21
Estos elementos de juicio no pueden ser cabalmente explicados sin recurrir a los factores
ideológicos, al fuerte peso de las tradiciones culturales en el modelado de muchos de los
determinantes de la acción colectiva. Por ejemplo, volviendo sobre la disposición de los
ciudadanos a sostener impositivamente a los agricultores, hay algo en el acervo cultural de los
19 Gary Comstock. Is there a moral obligation to save the family farm. Iowa State University Press,
Ames, 1987.
Enrique Arceo,. ALCA, neoliberalismo y nuevo pacto colonial. IEF-CTA, Buenos Aires,, 2001, p. 86.
Carlos Prunotto y Horacio Allende Rubino. El precio sostén: La continuidad de la Empresa Agraria, Fundación
Federación Agraria, 1988, p. 31.
20
Estos razonamientos no deben encubrir, y no deseamos que lo hagan, algunos hechos de fondo
que son contradictorios con una lectura superficial de lo que afirmamos. El primero es que las leyes que
rigen la evolución del capitalismo agrario han pasado literalmente por arriba de los farmers, eliminando a la
gran mayoría de los que existían hace cincuenta o sesenta años. Y segundo, que dada la profundización de
ese fenómeno resulta inevitable el crecimiento de la tendencia de largo plazo a la pérdida de importancia
relativa del voto agrario.
21
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votantes en la encuesta citada que lleva a buena parte de los estadounidenses a asimilar democracia con
farmer, reeditando una y otra vez el mito turneriano que asocia la frontera, su gente y su colonización
agrícola con el establecimiento y consolidación del individualismo, la existencia y libertad de
oportunidades, las posibilidades de ascenso social y, finalmente, la propia naturaleza y estabilidad
del sistema democrático (burgués) de gobierno.22
Otra historia es sin duda la Argentina. Y otra caja de herramientas culturales también, que en el
caso que nos ocupa registra sin duda fuertes diferencias, destacándose -y de esto toman nota
seguramente los dirigentes políticos- el reemplazo de la figura emblemática del farmer, en tanto
esforzado productor familiar, por la del estanciero o el patrón terrateniente, antes que por la del
chacarero; y complementariamente por la del "gaucho", que como tal puede despertar simpatías pero
no es asimilado con la figura del campesino, razón por la cual aparece escindido de los conflictos
agrarios modernos, en los que resulta un convidado de piedra en la percepción de lo rural dominante
en el imaginario social urbano, y -dicho sea de paso- también, en tanto peón rural, de los conflictos
concretos que estudiamos.
Esta imagen de estancieros y gauchos, y del campo como el terreno donde se enriquecen los
"oligarcas", ha sido –por buenas y sobradas razones- muy fuerte desde la década del cuarenta, y si bien
recibe actualmente el embate de otras visiones alternativas –algunas de signo directamente opuesto,
apologéticas de la elite rural, y otras más matizadas-, se sostiene todavía como la principal
percepción de la masa social urbana respecto del campo y de sus sujetos sociales característicos:23
“la gente todavía tiene el preconcepto que los productores agropecuarios tenemos plata –afirmaba
en 1994 un dirigente ruralista, sin duda bien retratado en su descripción- y somos llorones. Esto
cualquier ama de casa lo piensa así”.24
Igualmente, dicha perspectiva citadina fue la que mayoritariamente contempló con simpatía,
pero con pasividad, la seguidilla de luchas de los chacareros y de las mujeres agrarias, a las que en
parte pudo haber observado relativamente confundidas con la defensa del interés de los grandes
propietarios y empresarios agropecuarios.
Finalmente, otro factor que vale tener en cuenta junto a los anteriores, son las limitaciones
del Estado y la economía argentinas –en última instancia de las clases dominantes y el tipo de país
que determinan- para estimular iniciativas respecto al desarrollo del mundo rural similares a las
observables en otros países, caracterizados por la menor vulnerabilidad externa y la mayor solidez
de sus identidades y soberanías nacionales.25
22 William Cronon. “Revisiting Turner’s Vanishing Frontier”, in C. Milner. Major Problems in the History
of the American West. Heath and Company, USA, 1989, p. 668-681.
Posiblemente las representaciones de los más jóvenes se hayan alejado de ciertas imágenes como la
de “los Anchorena” y los ricos ganaderos, pero en la misma medida o más perciben ahora la “soja con
champagne” de los grandes sojeros. En todo caso, en Argentina es sabido que el Estado saca plata del
“campo” (por ejemplo, retenciones), y sin duda hay grandes coincidencias en que “por algo será”. Cuando
los Heguy (grandes terratenientes-capitalistas) dicen en El Federal que hacer soja en 2004 fue “como
descubrir petróleo”, la sociedad, finalmente, toma nota. En suma, en Argentina se podrá discutir cuánto
sacarle al campo, nunca que haya que “ponerle”. Pero “el campo” no es socialmente plano…
23
24
Actas de las reuniones del Consejo Directivo de Confederaciones Rurales Argentinas, 1994, folio
669.
Esta afirmación se comprueba fácilmente recurriendo a la observación de qué porción del gasto público se
destina a la financiación de políticas activas para el desarrollo o estabilidad del sector agropecuario,
contrastando la situación argentina con lo que ocurre, por ejemplo, en la Unión Europea o Estados Unidos.
25
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Dicho rápidamente, en las últimas décadas en general, y desde los efectos económicos de la
dictadura militar de 1976 en particular, el estado deficitario de las cuentas públicas, el peso del
drenaje de recursos hacia el exterior en calidad de fuga de capitales, los pagos de la deuda externa,
la frustración de una economía desindustrializada, y una cantidad de otros factores concurrentes en
sus consecuencias,26 dificultaron seriamente el desarrollo de políticas que, entre otros objetivos,
tendieran a reposicionar al agro –y a sus actores sociales más postergados- en la consideración de
las agendas gubernamentales, incorporando un concepto amplio de sustentabilidad que diera
respuestas a las demandas emergentes de la conflictividad rural que acompañó al régimen
convertible.
Así, las causas mencionadas –inherentes al dominio oligárquico imperialista del país- impiden
el diseño de políticas activas en el área de la defensa nacional, frenando el éxodo agrario y
rediseñando la distribución de la población rural a partir de la instalación de polos de crecimiento y
atracción instalados en el ámbito rural en forma articulada con las producciones de base.
Comparativamente, la experiencia francesa, y en general buena parte de la europea occidental,
muestran cómo la ocupación plena del territorio se considera una inversión y no un gasto,27
directamente vinculado -como se pudo comprobar mediante la experiencia de las guerras e
invasiones que azotaron el continente- con el soporte de la soberanía estatal. En este sentido la
geopolítica argentina, que debe hacerse cargo de inmensos territorios débil o nulamente poblados,
y otros crecientemente despoblados, no dispone –bajo la actual distribución social de los factores
de poder- de los recursos imprescindibles para desarrollar dichas políticas.
Asimismo, durante el período abarcado por este estudio, el estado tampoco dispuso, en la
medida que se mantuvieron las prioridades fijadas para las políticas públicas por el modelo
neoliberal, de fondos para solventar medidas de sostén y subsidio a los pequeños y medianos
productores agrarios.28
La misma situación se manifiesta en otros temas sensibles para el país y para la percepción
urbana de la problemática rural, como la degradación de los suelos, la conservación de las capas
acuíferas y la protección del medio ambiente, a lo que nos hemos referido puntualmente al analizar
las consecuencias de la “sojización”.29 La falta de recursos con su fuerte restricción sobre el diseño
e instrumentación de políticas, y el parcial silenciamiento del tema que ello determina en el “ruido”
discursivo de la cotidianeidad que alimenta conciencias y prejuicios, limitan de este modo otra de
Eduardo Basualdo, Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la definición de una estrategia política.
UNQui, Bernal, 1999; Horacio Ciafardini, Textos sobre economía, política e historia, Rosario, 2002. Eduardo
Basualdo, Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina, UNQui, Bernal,, 2001.
26
Y aun así, la lógica económica del capitalismo sigue impulsando exitosamente la desaparición
permanente y progresiva de las explotaciones agrarias, fenómeno que ha sido especialmente notable en los
últimos años.
27
Vale reiterar que hacemos estas afirmaciones sin ignorar que en general la mayor parte de los
subsidios, por ejemplo en EEUU, afluyen más a manos de los grandes productores y las corporaciones que
a los pequeños y medianos farmers. Igualmente sabemos que la quiebra y desaparición de esta clase de
productores es constante a pesar de las políticas de sostén. De todas maneras, no siendo el análisis del
régimen capitalista el objeto de este trabajo, a los efectos de nuestro razonamiento sólo cabe distinguir entre
dos tipos de políticas públicas diametralmente opuestas -como las orientadas a dar cierto sostén a los
productores agrarios y las de absoluto retiro del estado-, ya que la ausencia de protección sin duda habría
hecho todavía más estrepitosos y catastróficos los efectos de la concentración económica en los países de
capitalismo avanzado.
28
Eduardo Azcuy Ameghino y Carlos León, “La sojización: contradicciones, intereses y debates”, en
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, nº 23, 2005.
29
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29
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El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad...
las potenciales vías de incorporación de la problemática del ámbito agrario en el imaginario social
de la población urbana.
Finalmente, la relativa fluidez del abasto y calidad de los alimentos y materias primas de
origen agropecuario también coadyuvó a obturar la formulación por parte de amplios sectores de
la ciudadanía urbana de preguntas tales cómo: de dónde provienen, quiénes los producen, cuáles
son los problemas de dichos productores y otras por el estilo, que podrían contribuir a la
percepción de la cuestión rural y los conflictos emergentes de ella.
Por otra parte, en el caso puntual de los noventa, la virtual congelación de precios que
impuso la apertura irrestricta de la economía -que llevó a importar carne vacuna cuando el precio
del kilo de novillo amenazó con incrementarse- contribuyó adicionalmente a disipar las miradas
sobre la producción agraria, la que sólo se tuvo presente en su calidad de fuente de ingreso de
divisas vía exportaciones.
En suma, reuniendo algunos conceptos expuestos hasta aquí podríamos sintetizarlos
señalando el carácter chacarero –titulares de explotaciones de base familiar- de los pequeños y
medianos productores que aportaron el contingente social más numeroso al conjunto de los
afectados y agredidos por la política económica del modelo neoliberal. Asimismo es precisamente
esa impronta de clase la que tendencialmente recorta los límites y tiñe las modalidades del proceso
donde se forjan las identidades colectivas de los actores que protagonizaron la acción social, a
partir de la cual eclosionaron el conflicto y la protesta rural.
Al mismo tiempo esta mayoría al interior de las explotaciones agropecuarias no logró
transformarse, ni directamente ni por su influencia sobre otros grupos de la sociedad, en una
clientela electoral prioritaria para los partidos políticos actuantes en la arena argentina, lo cual
explica que más allá de cierta presencia formal su representación por parte de dichos actores
resulte sumamente restringida.
Por el contrario, pese a constituir una pequeña minoría, por su propio peso o por su
participación en grupos económicos más diversificados, la cúpula del empresariado rural y los
grandes propietarios de tierras aun sin conformar una fuente importante de votos continúan
siendo obligados interlocutores, financiadores y creadores de opinión pública favorable, respecto a
las políticas socioeconómicas que los principales partidos de gobierno y oposición afirman verse
obligados a aplicar, dadas las características que habrían tomado los asuntos mundiales desde
mediados de los ochenta, reforzados luego por el derrumbe de la URSS, la globalización, el papel
de EE.UU como única superpotencia mundial y el peso de las “recomendaciones” de los
organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.).
En este sentido, ya sea indirectamente mediante contactos informales propios de la vida de
relación de los individuos pertenecientes a los sectores altos de la sociedad y el poder, como
mediante la utilización de las asociaciones corporativas y otras organizaciones como APRESID,
AACREA, etc., en calidad de grupos de presión articulados con otras formas institucionales de
lobby, los grandes intereses agrarios mantienen una influencia respetable en las agendas
gubernamentales, aun cuando algunos aspectos de las políticas públicas implementadas durante la
convertibilidad –como cierto incremento en la carga impositiva- los ubiquen en posiciones
momentánea y puntualmente críticas, las que sin embargo en ningún caso implicaron un
cuestionamiento del “modelo” económico neoliberal.
Finalmente, culminando el repaso del papel de los diversos actores que definieron y
dinamizaron la conflictividad agraria durante los Ochenta, y en este caso para revisar los distintos
posicionamientos que adoptaron frente a la política de los gobiernos de Menem y la Alianza,
considero útil el ejercicio de correlacionar, aun esquemáticamente, las distintas clases, fracciones y
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grupos agrarios con las diversas entidades gremiales empresarias que operan en el sector agropecuario
argentino.
De esta manera es posible comprobar que buena parte de los principales terratenientes –
entre ellos muchos ganaderos- y de la gran burguesía rural se hallan asociados a Confederaciones
Rurales Argentinas, Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa y, en
especial, a la Sociedad Rural Argentina,30 entidad fundada en 1865 y de fuerte influencia,31 aun
hoy, en los asuntos agrarios por su capacidad de incidir hasta cierto punto sobre los tres poderes
del estado, potenciada por la diversificación de intereses económicos de la cúpula de grandes
propietarios, en muchos casos integrada en grupos económicos –“la oligarquía diversificada”- que
operan en el comercio, la industria y las finanzas.32
En líneas generales este grupo de entidades apoyó el ajuste y la reforma económica, sobre
todo la SRA, confirmando el hecho de que “la profunda reforma del capitalismo que se está
llevando adelante en la Argentina implica una clara transferencia de recursos de los trabajadores y
el sector público a los sectores empresarios, por lo que éstos apoyan mayoritariamente al gobierno,
tanto a nivel de cámaras como de empresas”.33
Sin perjuicio de sus posturas de fondo, incluso estas corporaciones en cuya dirección se halla
la elite agraria, por la presión de parte de sus bases debieron, en distintos momentos y medidas,
sumarse a la protesta rural. La razón de esta, se podría decir, contradicción interna ocasional entre
la dirección de la corporación y algunos grupos de afiliados, no hace más que reflejar –y así debe
explicarse- la eficacia de dos determinaciones básicas: a) no todos los adherentes a una gremial
agraria son agentes económicos de similar envergadura e igual capacidad para resistir los efectos
adversos de determinada política pública; b) sin embargo, comparten la decisión de depositar su
representación en dicha corporación y no en otra –sin perjuicio de que existen casos de
superposición de afiliaciones-, lo cual se explica por sus preferencias y elecciones, en tanto se trata
de individuos que asocian la identidad colectiva a la que pertenecen (o desean pertenecer) como
productores agrarios con la acción compartida con los otros asociados a partir de la cual obtienen y
desarrollan dicha identidad.
Junto a los mencionados sujetos sociales y gremiales agrarias que apoyaron la política
económica de la convertibilidad, hemos identificado a un conjunto de actores que, al contrario de
aquéllos, manifestaron una actitud de mayor oposición relativa al modelo neoliberal. Entre ellos
resulta posible contabilizar a buena parte de la mediana burguesía agraria, los chacareros más
acomodados y un sector importante de los productores medios de tipo familiar, tradicionalmente
nucleados en organizaciones como la Federación Agraria Argentina y, en menor medida, en la
Confederación Intercooperativa Agropecuaria.
En suma, nuestro trabajo se asocia con una línea de estudio orientada a la explicación de la
protesta rural que, desde una visión marxista, procura articular la perspectiva de los actores con las
determinaciones estructurales y las condiciones y oportunidades cambiantes del contexto en que
Mirta L. de Palomino. Tradición y poder: la Sociedad Rural Argentina. CISEA-GEL, Buenos Aires,
1988; Roberto Martínez Nogueira, “Las organizaciones corporativas del sector agropecuario”, en AA. VV.,
La agricultura pampeana. Transformaciones productivas y sociales. Fondo de Cultrua Económica, Buenos Aires,
1988.
30
31
Roy Hora, Los terratenientes de la pampa argentina. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, ps. 2-20.
32 Eduardo Basualdo, “Los grupos de sociedades en el agro pampeano”, en Desarrollo Económico nº
143, 1996.
Carlos H. Acuña, “Política y economía en la Argentina de los noventa”, en América Latina, Hoy, nº 1112, 1995, p. 75.
33
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Eduardo Azcuy Ameghino
El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad...
desarrollan su acción colectiva, la que a su vez reacciona (o podría eventualmente hacerlo) con
potencialidad transformadora sobre estructuras y contextos.
Eduardo Azcuy Ameghino, “El conflicto agrario pampeano
durante la convertibilidad: actores, características y desarrollo de
la acción colectiva de protesta”, en e-l@tina. Revista electrónica de
estudios latinoamericanos, Vol. 5, nº 20, Buenos Aires, juliiosetiembre de 2007 pp. 17-32. Disponible en línea en
< http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Artículos
MODO DE DOMINACIÓN Y REGÍMENES
DE VIOLENCIA EN LAS DICTADURAS
IBEROAMERICANAS. UN ESBOZO DE
COMPARACIÓN
LUCIANO ALONSO*
El presente texto constituye un ejercicio de reflexión a partir de una operación comparativa
sobre las formas fundamentales de la violencia en cuatro dictaduras iberoamericanas: el salazarismo
portugués, el franquismo español, el pinochetismo chileno y el “proceso de reorganización nacional”
argentino. En tanto tal, no se basa en una investigación aplicada ni en una pesquisa bibliográfica
exhaustiva, sino que trata de recuperar elementos de estudios socio-históricos muchas veces
divergentes para esbozar un marco interpretativo general y extraer consecuencias teóricas. Como
continuación de un análisis anterior sobre las formas y funciones de la violencia en las narrativas de
la sociología histórica1, apunta específicamente a la consideración del uso de la violencia al interior de
Estados estables como modo de intervención política asumido por las élites para mantener la
dominación2 y a la detección de prácticas específicas de violencia como componente sustancial de
situaciones sociales conflictivas3.
1. Las dictaduras regresivas como modo de dominación
En una operación de comparación universalizadora entre unidades estatales, las dictaduras
ibéricas del franquismo y el salazarismo pueden ser consideradas junto con diversos casos de
dictaduras latinoamericanas, como ser los de Chile y Argentina en la década de 1970. Desde la
perspectiva de la sociología histórica, es factible tratar de encontrar algunas pautas comunes a todo
* Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral / Departamento de Historia, Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. [email protected] /
[email protected]. La primera versión de este artículo fue presentada ante las IV Jornadas Nacionales
de Historia Moderna y Contemporánea - UNNE, Resistencia, Argentina, 2004.
1 Luciano Alonso, “Funciones y formas de la violencia en las narrativas de la sociología histórica”, en
IX Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Córdoba, septiembre de 2003.
Esp. Charles Tilly, Coerción, capital y los Estados europeos. 900-1900, Alianza, Buenos Aires, 1993, Las
revoluciones europeas. 1492-1992, Crítica, Barcelona, 1995, La desigualdad persistente, Manantial, Buenos Aires, 2000,
y Charles Tilly y otros, El siglo rebelde. 1830-1930, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.
2
Esp. Barrington Moore Jr., Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor y el campesino en la
formación del mundo moderno, Península, Barcelona, 1991, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión,
UNAM, México, 1996, Autoridad y desigualdad bajo el capitalismo y el socialismo. EEUU, URSS y China, Alianza,
Madrid, 1990 y Pureza moral y persecución en la historia, Paidós, Barcelona, 2001.
3
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
un conjunto de regímenes dictatoriales, sea en lo relativo a sus estructuras, sea en lo que hace a su
emergencia y desarrollo. En otro sentido, también es posible realizar una comparación globalizadora
que intente colocar los distintos casos en un mismo sistema histórico, considerando a las dictaduras
en un período determinado y tratando de apreciar la función que cumplen respecto del desarrollo
social, a diferencia de regímenes liberales o liberal-democráticos4.
En principio las unidades de comparación equiparables serían los regímenes portugués y
español por un lado y los chileno y argentino por el otro. El paralelismo temporal, las posibilidades
de cotejo de las estructuras sociales y de las instituciones políticas, las condiciones de los contextos
internacionales, sus mutuas influencias y sus características ideológicas harían factible una
comparación de esos pares por separado. Por otra parte, la lógica de los acontecimientos fue
diferente en cada uno de los casos; ninguna de las situaciones históricas a las que corresponden las
dictaduras aludidas estaba definida estructuralmente, aunque por fin resultaran inevitables luego de
procesos complejos y multicausales. En cierta medida los cuatro casos constituyen situaciones
diversas, irreductibles unas a otras.
Sin embargo, existen razones que justifican una comparación ampliada. Es posible situar la
comparación en los aspectos relativos a las formas que asumieron y a los contextos en los cuales se
facilitó su desarrollo. En tanto regímenes políticos son pasibles de clasificación y de explicaciones
estructural-funcionales y causales cotejables. Por lo pronto los unifica el hecho de ser concebidos
habitualmente como dictaduras de derechas.
Hace más de medio siglo Franz Neumann propuso concebir a la dictadura como “...el gobierno
de una persona o de un grupo de personas que se arrogan el poder dentro del Estado y lo monopolizan, ejerciéndolo sin
restricciones”, distinguiendo tres tipos ideales de dictadura que sólo se aproximarían a las realidades
históricas, a saber, las dictaduras simples, cesarianas y totalitarias. En su forma simple –la más
frecuente– la dictadura se ejercería mediante el control “...de los que podrían llamarse instrumentos clásicos
de dominación: ejército, policía, burocracia, magistratura”5. Descartando todo intento de ofrecer tipologías
alternativas o por el contrario quedar encerrados en las limitaciones de la propuesta de Neumann, es
posible rescatar algunos elementos de su análisis para delimitar un tipo de dictadura extendido en el
ámbito iberoamericano a lo largo de gran parte del siglo XX6.
Los procesos dictatoriales aludidos se caracterizaron por la constitución de regímenes que
fueron la negación misma de los procesos de liberalización y democratización, y por consiguiente
constituyeron sistemas políticos regresivos en un intento de sostener a clases sociales o fracciones de
clases amenazadas por la decadencia o la competencia y que se esforzaban por conservar su status y
Las características de los modos de comparación universalizadora y globalizadora en Charles Tilly,
Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes, Alianza, Madrid, 1991, Capítulo 4 y subsiguientes.
4
Franz Neumann, El Estado democrático y el Estado autoritario, Paidós, Buenos Aires, 1968, esp. Cap. IX,
citas textuales de pp. 218 y 221. Hugo Quiroga entiende la dictadura argentina de 1976-83 en los términos de
“dictadura simple” de Neumann; aunque su conceptuación no difiere mucho, acota pertinentemente que en
las dictaduras la transmisión de autoridad opera de arriba hacia abajo (Hugo Quiroga, El tiempo del “Proceso”.
Conflictos y coincidencias entre políticos y militares. 1976-1983, 2da. edición corregida y aumentada, Homo Sapiens /
Ross, Rosario, 2004, pp. 44 y 47).
5
Mario Stoppino, voces “Autoritarismo”, “Dictadura” y “Totalitarismo”, y Ernesto López, voz
“Militarismo latinoamericano”, en Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino, dtres.,
Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1994, presentan un detallado resumen de las tipologías propuestas
para el análisis de los fenómenos dictatoriales. Más adecuado que discutir aquí la pertinencia de una u otra
parece el adoptar simplemente un marco referencial para la discusión.
6
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su poder7. Teniendo en cuenta la situación “defensiva” del bloque de poder a la que respondían las
dictaduras, éstas pueden ser identificadas como una forma del “Estado de excepción capitalista”
conceptualizado por Nicos Poulantzas8. En las condiciones de la política de masas del siglo XX, esas
dictaduras regresivas se vieron necesitadas de adoptar modos “totalitarios” –o mejor dicho,
filofascistas– de control sobre la educación y los medios de comunicación, pero las condiciones
sociales y el carácter defensivo de las condiciones de dominación de clases que se sentían amenazadas
les impidieron plantearse como opciones “revolucionarias” y controlar el conjunto de las
instituciones económicas y de la vida social, que quedaron en manos del bloque social de
dominación. En ese sentido, este tipo de dictaduras no alcanzaron el modelo totalitario de Neumann
o el fascista de Poulantzas, lo que no quiere decir que ese modelo no les resultara atractivo a
diferentes actores implicados en el poder dictatorial, sino que simplemente no era socialmente
posible instituirlo o que faltó la articulación de movimientos de masas suficientemente poderosos
que obligaran a los bloques de poder a resignar el control sobre el conjunto de la vida social a manos
del “Estado de excepción”.
Esta caracterización permite delimitar como campo de análisis las dictaduras de derechas que
intentaron frenar la emergencia de movimientos de masas y mantener el status quo en países
modernos o en vías de modernización. En ese sentido se opusieron a las democracias liberales
modernas, aunque hay que admitir que esa contraposición es meramente descriptiva y se usa
habitualmente con fines práctico-ideológicos que tienden a justificar regímenes actuales
supuestamente democráticos9. También se diferencian de las dictaduras que se pretenden de
emergencia o preparatorias de la democracia, de las que tienen objetivos socialmente revolucionarios
e incluso de aquellas que se definen por la instalación de regímenes radicalmente reaccionarios que
intentan restaurar supremacías perdidas remodelando profundamente los cimientos de la sociedad,
las formas de la dominación y las mismas estructuras de la personalidad, como es el caso de los
regímenes fascistas10. Por fin y aunque tenga fuertes vinculaciones con los intentos de mantener en el
poder a las clases que tradicionalmente lo detentaban, se diferencian de la dominación oligárquica
como forma particular e histórica de los países iberoamericanos, que conlleva una relación de poder
en la cual las mayorías son expropiadas y excluidas del sistema político por medio de una “ficción
democrática”.
Este recorte permite incluir a los regímenes emergentes de asonadas militares en la Europa
prefascista y a la inmensa mayoría de las dictaduras militares o cívico-militares de América Latina en
el siglo XX. En un extremo, el franquismo español, el salazarismo portugués y la dictadura de los
coroneles en Grecia constituirían el límite que más se acerca al tipo ideal totalitario o fascista definido
por Neumann11, aunque no debe olvidarse que en tanto dictaduras tradicionales eran algo distinto de
7 Neumann,
op. cit., pp. 233 y 236. A los efectos de este trabajo se presupone que no existen diferencias
insalvables entre situaciones defensivas de clases más o menos tradicionales, o situaciones que afectan la
dominación de clases extendidas o fracciones de clases reducidas.
8 Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura. La Tercera Internacional frente al fascismo, Siglo XXI, México, 1998.
Si bien el marco interpretativo general de Poulantzas tiende a caer en una metafísica estructuralista de las
clases sociales, muchos sus conceptos son sumamente operativos.
Stopinno, voz “Dictadura”, op. cit., p. 497. El uso del tiempo pasado para referir a las dictaduras
regresivas es simplemente un artificio discursivo que enfatiza la posterior transición a regímenes liberaldemocráticos en los casos que se abordan y de ninguna manera la noción de inexistencia de regímenes
dictatoriales equiparables en otras latitudes.
9
10
Neumann, op. cit., p. 236.
Neumann produjo una identificación entre modelo totalitario y nazifascismo, sin teñir el concepto de
totalitarismo con las presiones ideológicas de la Guerra Fría ni el intento de asimilar nazismo y stalinismo. Sin
11
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
ese impactante modelo. En otro extremo, las dictaduras centro-europeas de la década de 1920 se
hallarían aún más alejadas del fascismo y cercanas a los modos oligárquicos, pues aunque se
constituyeron en un mismo “clima de época” intentaron dar continuidad a formas de participación
política reducidas y controladas, reservadas a las clases propietarias. En el medio, el amplio arco
conformado por las dictaduras militares clásicas en América Latina asumió una variedad importante
de formas institucionales.
Es correcto que las diferentes dictaduras mencionadas no pueden subsumirse en el concepto
de fascismo, y de ahí su frecuente identificación como “dictaduras de derechas” de carácter
nacionalista12. Si bien la España de Franco asumió desde 1937 la forma de Estado de partido único
con las FET y las JONS, al tiempo que lo mismo sucedía en el Portugal de Salazar con el partido
Unión Nacional, ni una ni otra organización constituyeron formaciones políticas iguales a los
partidos fascistas. Para mayor diferenciación hay que consignar la extrema heterogeneidad del bloque
vencedor en la guerra civil española, que incluía a falangistas, monárquicos, católicos de variadas
tendencias, carlistas y otros tradicionalistas, en el cual las voces propiamente fascistas que pretendían
su propia “revolución” quedaron opacadas. Por su parte, Portugal presenta el único ejemplo de una
dictadura corporativa en la cual se mantuvo el funcionamiento del parlamento –a similitud de los
modelos precedentes polaco, húngaro y rumano– y aún se toleró un espacio formal para cierta
oposición que sirvió al régimen como elemento de legitimación. Ni en Chile ni en Argentina,
signados por otro contexto internacional y otro tiempo de las ideas políticas, se llegó a la
concentración de la participación política13. En ambos casos se suspendió la actividad de los partidos
políticos pero se mantuvieron contactos con ellos y sólo se prohibió la existencia de los partidos de
izquierda –prohibición que en el caso Argentino no alcanzó al Partido Comunista–. Desde la
perspectiva de la crisis ideológica, ésta se saldó en España y Portugal con participación de la Iglesia
Católica y con un antisocialismo tanto tradicional como modernizante en Argentina y Chile, más que
con el desarrollo de una ideología original. Por fin, desde la perspectiva social sólo en el caso chileno
el régimen se asentó claramente en parte de las clases medias, pero no en su movilización política
permanente ni en su protagonismo, sino más que nada en su conformidad con las políticas represivas
y con el resguardo de la propiedad14.
impugnar el uso del concepto y haciendo la salvedad de que parece más adecuado hablar de “técnicas
totalitarias” en función de las pretensiones de una tecnología de dominación que de “totalitarismo” como tipo
de régimen político, hay que destacar que la definición de Neumann escapa a dos errores frecuentes. Uno,
ejemplificado por Hannah Arendt (Los orígenes del totalitarismo, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994), es el que
asocia totalitarismo a la pasivización y uniformización de los actores sociales sin mayores interrogantes sobre
las opciones de los distintos grupos –sobre todo en tanto que las clases sociales no desaparecieron en ninguna
sociedad “totalitaria”– y remitiendo la aceptación o rechazo a actitudes individuales. El otro es el que
corresponde a una distinción fuerte entre totalitarismo y “autoritarismo” (v.g. C. J. Friedrich y Z. Brzezinski,
Dictadura totalitaria y autocracia, Líbero, Buenos Aires, 1975), que tiende a centrarse en la descripción de las
técnicas de dominación y homologa sistemas socioeconómicos e ideologías muy diversas, exculpando por
comparación a los Estados autoritarios.
El resumen de esa posición sobre el franquismo en la intervención de Ismael Saz Campos en el
Seminario de Benissa, 19 al 21 de julio de 2001, en Pasado y Memoria Nº 1, 2002, Universidad de Alicante,
Alicante.
12
La fallida experiencia del Movimiento de Opinión Nacional en Argentina parece emparentada con esa
idea de habilitar el juego electoral entre los sectores que se avengan a suscribir las bases ideológico-políticas de
la dictadura.
13
Cf. entre otros, Alfonso Botti, Cielo y dinero. El nacionalcatolicismo en España (1881-1975), Alianza,
Madrid, 1992; Javier Tusell, Franco y los católicos. La política interior española entre 1945 y 1957, Alianza, Madrid,
1990; Alberto Pena Rodríguez, Galicia, Franco y Salazar. La emigración gallega a Portugal y el intercambio ideológico
14
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Pero todas esas observaciones no deberían llevar a “exculpar” de características fascistas a esas
dictaduras regresivas, que tuvieron influencias variables de tal ideología en distintos sectores e
instituciones. La aproximación al universo del fascismo fue mucho más clara en los primeros casos
mencionados y en particular en España y Portugal al menos hasta 1945-1949. Ello ha permitido
conceptuar al salazarismo como variante peculiar del fascismo15 y al franquismo como fascismo
abortado, que desde mediados de la década de 1950 se transforma en un autoritarismo
modernizante16. Podría incluso recordarse el lapidario juicio de Josep Fontana sobre la dictadura
española: si no fue todavía más allá en su carácter reaccionario no es porque no fuera ese el objetivo
de la Falange y de los tradicionalistas, sino simplemente porque no pudieron17. Amén de ello, en los
dos países peninsulares hubo partidos de masas, control de los medios de comunicación, promoción
de un nacionalismo extremo y otras características asociadas al fascismo. Por el lado latinoamericano,
si bien en Argentina no se desarrolló un intento coordinado de fascismo o neofascismo, más de un
militar hizo profesión de fe nazi o fascista, actitud compartida por un sector marginal del
movimiento político más importante: el justicialismo. En Chile, en cambio, los grupos fascistas
fueron un componente esencial de la ofensiva de derechas previa al golpe de estado de 1973 y
continúan en funcionamiento hasta el día de hoy, con variaciones en su peso y publicidad. Quizás el
fascismo chileno tuvo una hora de gloria con el régimen de Pinochet y la calificación que los
opositores realizaron desde el primer momento no sea tan anacrónica18.
Además, suponer que el fascismo requiere de una ideología propia muchas veces significa no
apreciar la instrumentación política del tradicionalismo católico en el marco de Estados dictatoriales
con mayor o menor tendencia corporativa. La fusión fascistizante de tradicionalismo católico y
modernización capitalista fue una salida explícitamente sustentada por muchos actores políticos,
semejante en gran medida a la combinación de “modernismo reaccionario” que Jeffrey Herf teorizara
entre el franquismo y el salazarismo, Universidad de Vigo, Vigo, 1999; Hipólito de la Torre Gómez, El Portugal de
Salazar, Arco/Libros, Madrid, 1997. Respecto de las clases medias chilenas, Fernando Mires considera que la
participación de los pequeños propietarios en el bando contrarrevolucionario acerca ese caso a los procesos
clásicos de fascistización (La rebelión permanente. Las revoluciones sociales en América Latina, Siglo XXI, México,
2001, cap. 6).
Es destacable el hecho de que la inmensa mayoría de las organizaciones políticas portuguesas
actuantes durante y tras la Revolución de los Claveles de 1974 no dudaron en calificar de fascistas al régimen y
a los mismos católicos conservadores. De allí la denominación de la oficial Comissão do Livro Negro sobre o Regime
Fascista, que publicó desde 1985 recopilaciones y estudios sobre la represión política y social, la legislación
represiva y los presos políticos de toda la etapa 1933-1974.
15
Leonardo Morlino, voz “Franquismo”, en Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco
Pasquino, dtres., Diccionario de política, op. cit.
16
Josep Fontana, “Introducción. Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del franquismo”,
en Josep Fontana, ed., España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona, 1986, esp. pp. 11 a 17. Cf. en el mismo
volumen Ricardo Chueca, “FET y de las JONS: La paradójica victoria de un fascismo fracasado”.
17
Un punto importante en la discusión del carácter fascista o no de los regímenes podría ser la
autopercepción de los actores respecto de su ubicación ideológica. A nadie escapa que en el período de la
guerra civil el franquismo –que comenzaba a ser llamado así– hizo una fuerte propaganda de la vinculación de
la España nacional con los regímenes hermanos de Portugal, Italia y Alemania (cf. v. g. Julio Aróstegui, ed.,
Historia 16. La Guerra Civil, Madrid, Información y Revistas, 1985-88). En el caso chileno, los militares
asumieron frecuentemente una visión favorable al fascismo (cf. Hernán Vidal, Mitología militar chilena.
Surrealismo desde el superego, Institute for the Study of ideologies and Literature, Minneapolis, 1989).
18
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para el nacionalsocialismo alemán19. La gran diferencia continuaría siendo la configuración de clases y
el intento de refundación estatal –en el caso del nazi-fascismo, pretendidamente revolucionaria.
Con toda probabilidad el énfasis debería ponerse de manera prioritaria en lo que los fascismos
y las dictaduras fascistas hacen, más bien en lo que se proponen en teoría o lo que se supone deben
hacer conforme a un modelo normativo como el italiano o el alemán. En palabras de Ferrán Gallego,
“la sombra del fascismo es alargada”, sus características son ubicuas y acomodaticias, su impacto muy alto
a pesar de mediaciones y contextos diferentes, amplia su capacidad de insertarse en configuraciones
ideológicas de diversas tradiciones nacionales20. A muchas dictaduras de derecha podría aplicárseles el
término “perifascista”, repetidamente utilizado con diferentes objetos por Eduardo Haro, quien
aclara que lo construye en “...buena filología a partir de ‘peri’, alrededor: periplo, peristilo. A veces lo rodeado es
igual que lo circundante”21.
Un mínimo esclarecimiento de la ambigua situación de diferenciación y acercamiento de estas
dictaduras frente al concepto y las prácticas del fascismo resulta necesario por cuanto su “parecido de
familia” permite concebirlas como formas de Estado orgánicamente ligadas a la reproducción de
intereses capitalistas. Sobre el particular hay que evitar tanto un instrumentalismo ingenuo como la
consideración ahistórica de la relación clases sociales / Estado: no se trata de Estados “usados” por
los capitalistas –y por los terratenientes de corte tradicional– sino de Estados capitalistas. El
reconocimiento de ese carácter de clase de las formaciones estatales y su inserción en el marco del
conflicto de clases facilita comprender su multidimensionalidad, en tanto son algo más que
instituciones que pueden actuar como actores corporativos o representantes de los pretendidos
“intereses universales” de una comunidad, y constituyen un pacto de dominación y un punto de
concentración de poder social donde se dirimen luchas de supremacía22. Ese carácter de clase de los
Estados fascistas y de las dictaduras regresivas puede ser predicado con independencia de sus
densidades de estatidad. Más allá de sus estructuras “sólidas” o “frágiles”, todas pueden ser
identificadas como dictaduras que se fundan en la fuerza militar y en intentos de rearticulación
ideológica de las clases y élites dominantes23.
Entonces, si es correcto que las dictaduras regresivas se presentan a similitud del fascismo
como un “Estado de excepción capitalista”, su componente militar es fundamental para definir el
modo de dominación. Sólo su disponibilidad y uso de la fuerza organizada en instituciones
Jeffrey Herf, El modernismo reaccionario. Tecnología, cultura y política en Weimar y el Tercer Reich, FCE,
México, 1990. Para el caso español cf. Botti, Cielo y dinero..., op. cit., Capítulo III.
19
20 Ferrán Gallego, “La sombra del fascismo es alargada. Sobre la ambigüedad de la extrema derecha
nacional-populista”, en Historia Social Nº 46, Valencia, 2003.
21
Eduardo Haro Tecglen, “Sobre la igualdad”, en Visto/Oído, 15 de diciembre de 2003.
Atilio Borón, “Estatolatría y teorías ‘estadocéntricas’: notas sobre algunos análisis del estado en el
capitalismo contemporáneo”, en El Cielo por Asalto Nº 1, Buenos Aires, 1990/1991.
22
23 Esta generalización supone la negación del supuesto carácter revolucionario del fascismo e incluso
del nazismo alemán, que no habrían producido cambios sustanciales de las estructuras de clases en sus
respectivas sociedades (v. g. Ian Kershaw, “El Estado nazi: ¿Un Estado excepcional?”, en Zona Abierta Nº 53,
Madrid, 1989, y La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004). La
visión de Kershaw de una composición del bloque de poder de la Alemania nazi por la combinación de una
nueva élite política con las clases dominantes capitalistas puede rastrearse al menos hasta la interpretación del
mismo Neumann, en el sentido de que en el nazismo confluía de “la hez de todos los grupos sociales” que ascendía
a través del partido con la gran industria, la burocracia y las fuerzas armadas, más la incorporación
subordinada de los junkers. Claro está que con una expresión valorativa algo más explícita. Cf. Franz
Neumann, Behemoth. Pensamiento y acción en el Nacional-Socialismo, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1983,
Tercera Parte, Capítulo I (enrecomillado de la Introducción, p. 51).
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
coercitivas militarizadas garantiza el control social. A pesar de que las fuerzas armadas no se
conforman claramente como “partidos” en el sentido de la definición weberiana, en las condiciones
de alternancia civil / militar en sistemas políticos inestables que no podían garantizar la continuidad
de la dominación clasista, los militares se orientaron como organización para la toma del poder y la
distribución de funciones en las dictaduras regresivas. La consideración de “partidos militares” o de
partidos con un fuerte componente militar puede tener importancia para la comprensión de los
procesos dictatoriales. Si esa caracterización es correcta, cabría esperar que tuvieran el carácter de una
organización que lucha por el dominio bajo una estructura congruente con la forma de autoridad /
dominación24. En todo caso, el poderío militar sirve de base a esas dictaduras y delata al soberano de
hecho o soberano real en su propia situación de excepcionalidad25.
Según Charles Tilly, España y Portugal fueron Estados que a través de procesos que
culminaron en los regímenes aludidos evitaron la conversión civil del gobierno. Observa también que
el control militar se extendió en la segunda posguerra mundial por todo el Tercer Mundo como
forma de gobierno, involucrando la ley marcial, la autoridad extrajudicial de las fuerzas de seguridad,
la violencia oficial contra los ciudadanos bajo la forma de torturas, secuestros, brutalidad y asesinatos
políticos26. La idea de una intervención militar frente a una supuesta situación de crisis, tan cara a
distintas tradiciones iberoamericanas pero también deudora de la ideología fascista, se potenció
posteriormente en la situación de la Guerra Fría, que no sólo consolidó los regímenes de Franco y
Salazar sino que promovió una mayor frecuencia de intervenciones militares en América Latina. En
ese contexto y frente a los imperativos de la modernización capitalista a escala mundial, la
articulación entre militares, técnicos civiles y capitalistas27 se apreció en la renovación de los
regímenes dictatoriales de la península Ibérica y en los casos latinoamericanos.
En una lógica muy similar a la de las ideologías fascistas, las dictaduras regresivas que nos
ocupan emprendieron una construcción permanente del “otro”, de un enemigo al que combatir y
que justificaba su propia existencia28. También tuvieron la tendencia a la continuidad de la violencia
como elemento movilizador y en consecuencia hacia la guerra, propia de los regímenes fascistas,
orientada sea hacia el espacio colonial (Portugal), hacia oponentes estatal-nacionales equiparables
(Argentina y Chile) o, en condiciones de clausura e intentos de resistencia armada, hacia el interior
del propio Estado con un discurso que no habilitaba el fin de la contienda civil pasada (España). Por
fin el recurso a elementos fundamentales del fascismo, como el discurso regeneracionista y
biologicista, operó como una matriz ideológica para fundamentar y regular el ejercicio de la violencia.
Siendo las dictaduras una forma de dominación en la cual la coacción física y simbólica ocupa
un papel central, la forma en la que regulan la violencia es una de las facetas más importantes de su
configuración política. En otros términos, el modo de dominación dictatorial puede registrar
distintos regímenes de violencia29. En los cuatro casos se puede apreciar procesos de incremento
24 Max Weber, Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires, 1992, pp. 228 y ss., pp. 703-704.
25
Quiroga, op. cit., “Introducción”.
26 Tilly,
27
Coerción, capital y los Estados europeos..., op. cit., capítulo 4 in fine y pp. 314 a 316.
Ibídem, p. 191.
Respecto del caso argentino, Paula Vera Canelo, “La legitimación del Proceso de Reorganización
Nacional y la construcción de la amenaza en el discurso militar. Argentina, 1976-1981”, en Sociohistórica Nº
9/10, La Plata, 2002.
28
La noción de un régimen de violencia o de dimensiones equiparables responde a la intención de
definir conceptos intermedios que den cuenta de las formas institucionales que concretan un modo de
29
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
cuantitativo y cualitativo de la violencia social / estatal, que fueron definiendo las características del
régimen respectivo. La deriva desde la “revolución” de mayo de 1926 al salazarismo en Portugal, el
progresivo incremento de la violencia política en la España republicana –incluido el intento de golpe
de Estado del general Sanjurjo– seguido naturalmente del mismo conflicto bélico, la seguidilla de
levantamientos militares y el incremento de la conflictividad social en Chile, y el desarrollo de una
violencia creciente en la política argentina en los veinte años previos al golpe de 1976 y
particularmente los acontecimientos de “Ezeiza” y el “Navarrazo”, la Triple A y el Operativo
“Independencia”, constituyeron las matrices prácticas de esos regímenes de violencia. De lo que se
trata es de apreciar por qué razones, más allá de las diferentes lógicas de los acontecimientos y de las
variaciones ideológicas, se conformaron regímenes de violencia con unas u otras características en los
casos aludidos.
2. Individualización y diferenciación de los regímenes de violencia
Una salida que combine la identificación de un modo general de dominación con la atención a
las particularidades puntuales puede hallarse en un ejercicio de comparación individualizadora y
diferenciadora –identificación de las peculiaridades de cada caso y variaciones de un fenómeno por
diferencias sistemáticas, respectivamente, según Tilly.30
Sobre las peculiaridades del caso portugués, conviene recordar que la crisis de la Primera
República (1910-1926) se saldó con una dictadura militar que fue derivando gradualmente hasta
plasmar en el Estado Novo con una Constitución Republicana Corporativa, aprobada por el plebiscito
de 1933. Además de confrontar con el liberalismo y la izquierda, el régimen corporativo-militar tuvo
sus propias luchas internas, que obligaron a mantener un cierto formalismo parlamentario con
elecciones cada cuatro años. Ese espacio de juego electoral al interior de las propias derechas
permitía mantener la unidad de un régimen que contenía a los integristas lusitanos, monárquicos y
antiliberales, a los Católicos Sociales de Centro liderados por el propio António de Oliveira Salazar,
nacionalistas y antimonárquicos, a los fascistas de la Liga 28 de Mayo y del movimiento nacionalsindicalista de los Camisas Azules, y a los liberales de derecha, conservadores y republicanos, laicos y
masones. La organización de la Unión Nacional como partido único del régimen y el arbitraje de
Salazar fueron los elementos que permitieron mantener esa cohabitación frente al peligro
representado por las exigencias de liberalización y las resistencias comunistas y socialistas. Pero el
formalismo del sistema electoral del Estado corporativo no debe ocultar que su base de sustentación
no era sólo el consenso de las derechas sino también una estructura de represión de las disidencias
que acudía primordialmente al ejercicio de la violencia.
En ese sentido, los procesos electorales tenían como prerrequisito la eliminación de toda
oposición genuina y como mecanismo un constante recurso al fraude con características
“patológicas”31. Asimismo, el que el catolicismo conservador de Salazar fuera el eje ideológico y
político del Estado no resultó impedimento para un fuerte acercamiento al universo del fascismo ni
para la asimilación y posterior papel protagónico de los “nuevos hombres” abiertamente
simpatizantes de los fascistas europeos.
Como heredero de una situación de fuerte control de la vida pública e intromisión en la vida
privada que venía del período militar de 1926-1932, el régimen aplicó una violencia selectiva contra
los reales y potenciales disidentes. Las formas usuales de la represión fueron en primer lugar la
dominación. Un régimen implica una forma de regulación particular de un aspecto o dimensión propio de un
modo general.
30 Respecto
de estas otras dos formas de comparación, cf. nota 4.
Manuel Loff, “El proceso electoral salazarista 1928-74: represión, fraude y formalismo”, Seminario de
Benissa, 19 al 21 de julio de 2001, en Pasado y Memoria Nº 1, 2002, Universidad de Alicante, Alicante.
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
prisión, las “internaciones” en zonas determinadas y las detenciones temporales. Prontamente la
prisión de opositores incluyó el destierro a las colonias, donde las condiciones de vida eran más
duras. El sistema de terror incluía normalmente el uso de la tortura o la presión psicológica en los
centros de detención, combinado con amplias facultades de los organismos judiciales y policiales para
disponer de los reos e incluso para detenerlos preventivamente32. El régimen recurrió también a los
asesinatos33, aunque su número fue limitado y se realizaron normalmente por fuera del sistema
punitivo oficialmente reconocido.
En 1951 se integraron las colonias portuguesas al régimen constitucional y se eliminó el Acta
Colonial, estableciéndose un único sistema represivo. Las tensiones en las colonias crecieron desde la
represión armada de las protestas de Santo Tomé y Príncipe en 1953, iniciándose en los años
siguientes la guerra de guerrillas en distintos territorios. La situación llevó al refuerzo de los servicios
de información y represión policiales y militares, al tiempo que la interinfluencia en el plano de las
técnicas represivas se acentuó con las misiones de oficiales portugueses en el ejército francés durante
la guerra de Argelia, a partir de 1958. De allí en más se puede apreciar un incremento de la violencia
de las torturas y un recurso mayor a la represión secreta o clandestina34.
Una peculiaridad del caso portugués es la pronta centralización de los organismos represivos,
que en los años treinta fueron regulados legalmente por una sucesión de normas. Desde 1930
comenzó una gradual concentración de las funciones de represión política que llegó a la formación
de una institución única en 1933 con la Polícia de Vigilância e Defesa do Estado (PVDE), la primera gran
organización del Estado Novo. La dependencia del Ministerio del Interior y su fuerte articulación con
la justicia castrense y con una magistratura civil controlada le dieron un cariz normativo muy preciso,
al tiempo que sus estructuras internas contemplaban un accionar centralizado en dos secciones, una
atenta a “crímenes sociales y políticos” internos y otra de competencia en cuestiones internacionales.
En los asuntos internos, disponía de facultades de instrucción criminal posteriores incluso a la
intervención judicial. En el año 1934 se habilitó una sección especial destinada al control de los
presos políticos y sociales –en coordinación con el Ministerio de Justicia– y desde 1936 la PVDE se
encargó de la formación de “colonias penales de Ultramar” y de establecimientos especiales para
presos políticos.
En 1945 el régimen produjo un reacomodamiento institucional de cara a la nueva situación
internacional, abandonando la justicia castrense aunque no las competencias policiales en la
investigación. Se transformó la PVDE en Polícia Internacional e de Defesa do Estado (PIDE), la que se
presentó como “organismo autónomo de la Policía Judicial” según el modelo de Scotland Yard35.
Entre 1945 y 1956 una sucesión de decretos y leyes dio a la PIDE un marco legal abarcador de las
sucesivas conductas criminales que se iban identificando, hasta darle competencia en el ámbito
colonial y desplazar así al ejército.
Es de señalar que la legislación siempre fue lo suficientemente vaga como para dejar a la
PVDE / PIDE un amplio margen de arbitrio y que el mismo organismo que detenía a los opositores
32
José Hermano Saravia, Historia de Portugal, Alianza, Madrid, 1989.
Jaime Corteçao, en Nova Galizia, Barcelona, Nº 7, 15 de julio de 1937, reproducido en Manuel Aznar
Soler y Luis Mario Schneider, eds. - II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1937). Ponencias, documentos y
testimonios, Laia, Barcelona, 1979, aunque sus cifras son imprecisas y exageradas.
33
34 Sobre el papel de las fuerzas armadas francesas en la generación y difusión de técnicas
contrainsurgentes de extrema violencia, cf. Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte. La escuela francesa,
Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2005.
Registro oficial de la historia de los servicios de inteligencia portugueses, presentada en
http://www.sis.pt/historia/pide-dgs.htm
35
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
era el encargado de realizar luego la pesquisa incriminatoria, con el habitual recurso a la tortura o la
presión psicológica. Pero también es destacable que su intervención era posterior al recurso a otros
medios coactivos o disuasorios menos violentos: “A polícia política funcionava, assim, sobretudo enquanto
última instância repressiva, como instrumento de resposta mais forte, destinado a actuar depois de esgotados outros
meios, para, ao punir o «prevaricador», desencorajar novos desvios à «ordem», instalando o medo e convidando à
resignação. Nesta óptica, a polícia política parece, pois, agir no quadro de uma lógica complementar de prevenção dissuasão e de punição - repressão, constituindo o último –e mais duro– mecanismo para velar pela segurança do
regime, entendida esta numa perspectiva tão abrangente e ambígua quanto sempre extensível e, por isso mesmo,
legitimadora de todos os excessos cometidos”36.
En materia de represión y a pesar de su celo “normalizador” el régimen fue tan flexible y
adaptable como en otras facetas. La continuidad de la intensa política de represión a lo largo de toda
su existencia se combinó con una variación temporal muy grande en lo que hace a su intensidad y
localización geográfica. El uso permanente de medios violentos en un marco de terror de Estado
nunca llevó a una política de represión o aniquilamiento de masas, pero fue frecuente sino
permanente la violación de su misma legalidad, acrecentada en el tiempo. Si bien el carácter
dictatorial y el terror político del régimen no desaparecieron hasta 1974, el área de conflicto y
ejercicio de la violencia pasó a ser preponderantemente el ámbito colonial, a tal punto que la
transición a un Estado democrático-liberal se produjo en la metrópoli por un movimiento militar
incruento.
En el caso de España podemos apreciar un verdadero laboratorio historiográfico en el cual se
ofrecen las más variadas formas de interpretación y tratamiento de la violencia política, estatal o no,
en consonancia con el peso de la guerra civil de 1936-39 en el desarrollo español. Más allá de las
numerosas cuestiones a debate, en los últimos años se ha virado hacia un macabro conteo de las
víctimas de uno y otro bando, que suele perpetuar la imagen que los vencedores presentaron del
conflicto armado y hace abstracción de los contextos sociales de la violencia y de la continuidad de la
represión por los nacionalistas tras tomar las distintas zonas y luego de terminada la contienda37.
Desde el frustrado intento de golpe de Estado del general Sanjurjo contra la Segunda
República española (10 de agosto de 1932), pasando por la represión a la revolución asturiana de
octubre de 1934, se asistió a un incremento de la violencia física entre actores políticos y sociales
progresivamente polarizados. Esa espiral de violencia fue particularmente intensa en el período de
febrero a julio de 1936 y culminó en la conspiración militar que llevó a cabo el fallido golpe del
17/18 de julio. A partir de allí puede ubicarse el ejercicio sistemático del terror en la zona nacional,
teniendo en cuenta que “La represión franquista durante la Guerra Civil española... y la posguerra fue mucho
mayor de lo que los estrategas militares podrían ‘justificar’ en tanto que necesaria para la victoria. El uso del terror y la
Maria da Conceição Ribeiro, en Fernando Rosas e J. M. Brandão de Brito, dtores., Dicionário de
História do Estado Novo, Bertrand, Lisboa, 1996, vol. 2..
36
37 Cf. las pertinentes observaciones de Alberto Reig Tapia contra la “cuantificación precisa” respecto
del caso español (Violencia y terror: estudios sobre la guerra civil española, Akal, Madrid, 1990). El conteo de muertos
y represaliados de ambos bandos adquirió características de tema de actualidad con el repulsivo libro de Pío
Moa, Los mitos de la guerra civil, La Esfera de los Libros, Madrid, 2003. Sean cuales fueran las cifras, las
magnitudes de la guerra civil española la colocan en una instancia cualitativamente diferente de consideración.
El periodista Daniel Muchnik (Gallo rojo. Gallo Negro. Los intereses en juego en la guerra civil española, Norma,
Buenos Aires, 2004), resumiendo al alza las cifras en danza, registra un total aproximado de 530.000 muertes
durante la guerra civil –de las que menos de la quinta parte lo fueron en acciones bélicas y menos de la décima
parte por fusilamientos republicanos– y más de un millón de exiliados, presos y depurados. Al menos otras
50.000 personas fueron ejecutadas en los años siguientes al final oficial de la guerra (Julián Casanova, ed.,
Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Crítica, Barcelona, 2002).
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
violencia en lo que fue, principalmente, una guerra de clases derivó de una política de purga de la sociedad ”38.
Durante la guerra se desató no sólo la violencia típica del conflicto armado, sino también un terror
político con objetivos más o menos precisos –que en el bando nacional tuvo el carácter de un plan
de exterminio sistemático– y la represión por parte de las autoridades estatales.
Si el franquismo pudo imponerse al bando republicano durante la guerra no sólo fue por
disponer del ejército africano y de la ayuda de las potencias fascistas, lo que volcó el balance de
fuerzas a su favor, sino también por la disposición a hacer uso de una violencia acrecentada. En el
plano de las tácticas bélicas, los bombardeos de la aviación nacional –o más específicamente alemana
e italiana– se dispusieron para cortar retiradas, desmoralizar y desorganizar a los combatientes y
destruir las bases sociales y productivas de la República39. Pero incluso antes de la utilización de
bombardeos masivos el bando nacionalista se caracterizó por el pronto recurso a los fusilamientos;
primero al tomar el control de zonas o ciudades, luego más sistemáticos y regulares, llevados a cabo
por iniciativa de unidades o dispuestos desde los mandos superiores, “legales” o no, prácticamente
siempre públicos, con las tapias de los cementerios como fondo o en los patios de los cuarteles y
cárceles40. Durante toda la guerra, la exposición de los cuerpos de los fusilados constituyó un medio
de infundir temor en las poblaciones controladas, junto con las represalias a las familias de los
ausentes o a los pueblos que ejercían resistencia. La consideración de infrahumanidad del enemigo
permitió en los espacios rurales se cometieran las mayores atrocidades, con la exhibición de cabezas
cortadas.
Al decir de Richards, las ejecuciones en masa fueron un componente básico de la teoría y la
práctica de los nacionalistas. Lejos de disminuir, se acrecentaron con el triunfo del franquismo,
resultando particularmente alta la proporción de ejecuciones de obreros industriales y agrícolas,
confirmando la observación de Vilar en el sentido de que “La violencia del odio de clase, cuando se ejerce
desde arriba, es mucho más coherente y duradera que en sentido inverso”41. Tales ejecuciones podían ser tanto
parte del terror aplicado conforme las leyes del Estado franquista, que consideraron crimen de alta
traición la defensa del orden constitucional frente al alzamiento de 1936, como de la iniciativa de
autoridades militares que “paseaban” cuotas de detenidos o les aplicaban la “ley de fugas”. Si hay
registros muy fragmentarios de los fusilamientos y del mucho menor pero públicamente aleccionador
al recurso del garrote vil, no hay manera de tener una estimación global de las miles de muertes en las
cárceles y campos de concentración, causadas por el hambre, las enfermedades, el frío y los malos
tratos42.
A esa violencia homicida en gran escala se agregaron otras formas de ejercicio del terror, entre
las que cabe destacar la violencia contra las mujeres, con la ingesta obligada de aceite de ricino y
gasolina, el rapado de las cabezas, las violaciones sistemáticas y la extensión de los malos tratos a los
Michael Richards, “Guerra Civil, violencia y la construcción del franquismo”, en Paul Preston, ed., La
República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil, Península, Barcelona, 1999, p.
313.
38
Ángel Viñas, Guerra, dinero, dictadura. Ayuda fascista y autarquía en la España de Franco, Ed. Crítica,
Barcelona, 1984, capítulos 4 y 5.
39
A partir de febrero de 1937 los fusilamientos respondían supuestamente a juicios sumarios, que en
rigor eran, cuando ocurrían, parodias de tales. Se organizaron “brigadas de depuración” motorizadas para
limpiar los territorios ocupados y los asesinatos alcanzaron límites prácticamente increíbles (Santos Juliá,
coord., Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 2004, partes primera y segunda).
40
Pierre Broué, Ronald Fraser y Pierre Vilar, Metodología histórica de la guerra y la revolución españolas,
Fontamara, Barcelona, 1980, p. 90.
41
42 Casanova,
Morir, matar, sobrevivir, op. cit.
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
niños en cautiverio. Hubo también una violencia de connotaciones más económicas, incluso años
después de la guerra, que se expresó en el alojamiento forzoso de los soldados nacionalistas con las
familias de los prisioneros, la confiscación de propiedades, la quema de las casas de fugitivos –
especialmente en zonas de guerrilla rural– y por fin la carestía y el hambre generalizadas. El régimen
carcelario impuesto por el franquismo se caracterizó por la desatención de los detenidos, su maltrato
y apaleamiento, las largas esperas para las visitas carcelarias, las negaciones a los familiares sobre el
destino de los presos y su utilización como mano de obra esclava. En lo que hace a la organización
de la represión con posterioridad a la guerra, el régimen intentó controlar el ejercicio de la violencia
de modo centralizado, otorgando a la Guardia Nacional funciones de control militar. Sin embargo, la
dimensión del terror era de semejante envergadura que la autonomía de los comandantes de campos,
prisiones y destacamentos era muy amplia43.
El desarrollo de una guerrilla rural en los años de la posguerra civil, la caída de Mussolini y los
intentos de sabotajes a la producción en el período 1947-1949 constituyeron momentos de
recrudecimiento del terror, con la consecuente cuota de ejecuciones y un recurso más sistemático a la
tortura en sedes policiales y carcelarias. En ese contexto el primer franquismo, que se encontraba a la
defensiva en el ámbito internacional, continuó prácticamente la guerra al interior del nuevo Estado
durante un período signado por el proyecto económico autárquico. El espacio cerrado propio de las
dictaduras se clausuró aún más en función de la situación internacional y de las pretensiones de una
economía de bases exclusivamente nacionales. Las cuotas de sufrimiento producidas por la falta de
bienes de primera necesidad recayó desigualmente, para lo cual resultó sumamente operativa no sólo
la consideración social de los distintos segmentos poblacionales sino muy especialmente la negación
por el franquismo de toda posibilidad de reconciliación entre vencedores y vencidos. El mayor
bienestar material de los primeros contrastaba con las penurias materiales y simbólicas de los
segundos, a tal punto que para las clases trabajadoras las terribles condiciones de vida y
particularmente la carestía, el manejo arbitrario de las cartillas de racionamiento y la imposición de
condiciones laborales y salariales extremadamente desfavorables hicieron que existiera una obsesión
necesaria por la mera supervivencia, desarticulando toda posibilidad de insurgencia44. La estrategia
de incremento de los artículos de primera necesidad para el logro de una dieta normal extendida
recién aparecería a mediados de la década de 1950, todavía en el marco de la autarquía y como
expresa respuesta a la crisis política de 1951.45
Según se tome el grado de violencia física o la política de violencia económica, ese período del
primer franquismo llegaría hasta 1945 (Richards), 1949 (Juliá), o 1959 (Viñas). Durante el mismo la
violencia física, simbólica y económica se convirtió en el elemento regulador de la vida social
española, en el marco de una rápida recuperación del poder por parte de las élites y clases
tradicionales. La sistematicidad del terror franquista sólo se atemperaría desde 1951, cuando en
ocasión de las insuficiencias alimentarias y carestías comenzaron a emerger movimientos de protesta
masivos y espontáneos, que no estaban vinculados a la vieja oposición antifranquista. Los métodos
43 Para un panorama de las variadas formas de violencia y su carácter de basamento del Estado español
cf. esp. Santos Juliá, Víctimas de la guerra civil, op. cit.; Julián Casanova, comp., El pasado oculto. Fascismo y violencia
en Aragón. 1936-1939, Siglo XXI, Madrid, 1992;Julio Aróstegui, ed., Historia 16. La Guerra Civil, op. cit.,
Alberto Reig Tapia, Violencia y terror..., op. cit.; Ángela Cenarro, “Muerte y subordinación en la España
franquista: el imperio de la violencia como base del ‘Nuevo Estado’”, en Historia Social Nº 30, Valencia, 1998.
44 Michael Richards, Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión en la España de Franco,
1936-1945, Crítica, Barcelona, 1999; Joan Serralonga Urquidi, “Subordinación, abastos y mortalidad. La
Montaña catalana, 1939-1945”, en Historia Social Nº 34, Valencia, 1999.
Luis Carrero Blanco, “Introducción al estudio de un plan coordinado de aumento de la producción
nacional”, reproducido parcialmente en Viñas, op. cit., p. 323 y ss.
45
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
represivos se atemperaron respecto de la situación anterior, sobre todo en vistas de la participación
de grupos católicos en las huelgas46. A partir de ese momento el sistema represivo franquista se
asemejó más al modelo portugués, estabilizando una cuota de violencia regulada por las diversas
fuerzas de seguridad interior y centrándose en gran medida en el control coercitivo de la vida
privada47.
Una condición de conflicto abierto a partir de un intento de golpe de Estado, en este caso
exitoso, está también en el inicio de la dictadura chilena. La implantación de la retórica de la
revolución en el período 1970-1973 fue de la mano con la aceptación de una visión no democrática
de la política que pasó a entenderse en términos de guerra. La violencia dictatorial se ejerció sobre
una sociedad que tenía la experiencia de una “aspiración revolucionaria”, pero no de una revolución
concreta y efectiva como la que el fracaso del golpe de Estado disparó en el caso español48.
Surgido de la violencia, el régimen pinochetista no sólo no la abandonaría sino que incluso la
legaría al Estado “democrático” subsiguiente. “La represión en sus diversas formas, niveles y alcance,... y su
continuo resurgimiento aún en las fases más avanzadas de ‘normalización’ o consolidación del régimen muestran hasta
qué punto ella constituye un elemento explicativo fundamental en su estabilidad relativa”49. La búsqueda de apoyos
pasivos y de una desmovilización general de la sociedad, que sólo debería asistir como expectadora a
la discusión de camarillas en la cúpula del Estado dictatorial, se conjugó con el recurso a un alto nivel
de violencia física.
A tono con las dictaduras latinoamericanas de todo el siglo, la chilena recurrió a asesinatos,
detenciones y torturas, pero algunas de sus acciones parecen cercanas a un modelo tradicional de
confrontación entre bandos en guerra. En primer lugar, se recurrió a la detención masiva de
opositores –con la tristemente célebre transformación del Estadio Nacional de Santiago en centro de
detención– y a fusilamientos con juicios castrenses sumarios. Aún cuando tempranamente
funcionaron centros de detención secretos, la mayor parte de los detenidos fue confinada en campos
de concentración convencionales y luego se utilizó el recurso de confinar opositores en poblaciones
alejadas. En este sentido, es llamativo que el ejercicio sistemático de la tortura –negada por el
régimen en función de su impacto en la opinión pública internacional– se llevara a cabo incluso muy
avanzada la dictadura en centros de detención reconocidos50.
La depuración de la sociedad chilena realizada por el régimen supuso la detención de miles de
personas, que tuvieron tres destinos definidos: el fusilamiento, la liberación y, en menor medida, la
desaparición. El mayor volumen de violencia represiva se ejerció en los primeros meses del régimen,
en los cuales hubo intentos de resistencia armada de muy breve efectividad y duración51.
46
Tusell, Franco y los católicos..., op. cit., primera parte, capítulos 7 y 8.
Francisco Sevillano Calero, “Consenso y violencia en el ‘nuevo estado’ franquista: historia de las
actitudes cotidianas”, en Historia Social Nº 46, Valencia, 2003.
47
48 Tomás Moulian, Tensiones y crisis política: la década de los sesenta, Documento de Trabajo del CED,
Santiago de Chile, 1983.
49 Manuel
Antonio Garretón, El proceso político chileno, FLACSO, Santiago de Chile, 1984, p. 127.
Hernán Vidal, El movimiento contra la tortura “Sebastián Acevedo”. Derechos humanos y producción de símbolos
nacionales bajo el fascismo chileno, Institute for the Study of ideologies and Literature, Minneapolis, 1986.
50
51 Cf. el conteo de 3.200 muertos en el período 1973-1991, de los cuales unos 1.800 lo fueron en los
primeros meses del gobierno dictatorial en Héctor Pavón, El 11 de septiembre... de 1973, Libros del Zorzal,
Buenos Aires, 2003, p. 80, en base al informe de la Comisión Rettig. Los opositores del régimen manejaron
siempre cifras muy superiores. Según Arriagada septiembre y octubre de 1973 fueron “meses de ajusticiamientos”,
en tanto que el conteo de muertos de los primeros días del golpe de Estado fue de la conservadora cifra de
1.500 dada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al exagerado número de 15.000 de la
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
Llamativamente, teniendo en cuenta que el golpe de Estado había triunfado, en Chile también se
aplicó una lógica de expedición militar con la “Caravana de la Muerte”, en el sentido de un control
efectivo y absoluto de un territorio a partir de la operación de limpieza de enemigos como en las
“Brigadas de Depuración” franquistas.
Durante los años siguientes se mantuvo una cuota constante de violencia terrorista por parte
del Estado y recién en 1983 se produjo un viraje en las formas de represión, frente a la convocatoria
de masivas protestas callejeras por parte de la oposición. Entonces se hizo frecuente el choque
callejero frontal de carabineros con alto poder de fuego con los manifestantes, con cantidades
destacables de muertos, heridos y detenidos en todas las jornadas. Pese a ello, los métodos de
desaparición y asesinato selectivo siguieron aplicándose hasta 1986, aunque con un costo político
creciente52.
El Estado terrorista chileno tuvo un accionar represivo en gran medida público, que se
articulaba con formas de ejercicio de la violencia clandestina. A lo largo de su desarrollo y superada la
fase en la cual se podía justificar la aplicación de la justicia militar sumaria, se amplió el margen de la
represión secreta. Esa situación de violencia manifiesta se basaba en el recurso a los cuadros
militares y de carabineros, pero el régimen no logró estabilizar una institucionalidad represiva
unificada y pasó de uno a otro modelo de organización en plazos relativamente breves. Sí consiguió
un control efectivo sobre las propias fuerzas armadas –necesario no sólo en la etapa previa al golpe
para eliminar sus vertientes constitucionalistas, sino incluso después para imponer una política de
desnacionalización y desestatización de la economía– y una desarticulación constante de la oposición
que ya sólo podía ser defensiva, es decir, basada en el predominio de la mera supervivencia física de
personas y organizaciones53.
Por fin, la dictadura chilena introdujo una dimensión de regulación de la violencia a través de
una agenda de cambios duraderos en las instituciones estatales y en los modos de relación social. La
reforma del sistema judicial y la virtual independencia –cuando no preeminencia– de la justicia militar
aseguró la continuidad del castigo a los opositores aún luego de reemplazado el régimen dictatorial.
Las leyes exculpatorias o el otorgamiento de fueros que evitaron la persecución judicial de los
represores fueron la contrapartida de un sistema de trabas constitucionales a los indultos que podrían
beneficiar a los resistentes. La pervivencia del régimen de violencia de la dictadura más allá de la
finalización formal del gobierno pinochetista se puede apreciar también en las prácticas policiales y
punitivas, con la continuidad de una policía militarizada en gran medida independiente de las
decisiones del poder político54.
Dentro de esta dimensión entra además una forma particular de violencia económica, toda vez
que la política seguida en la materia por la dictadura se orientó a acentuar la polarización del ingreso.
La intención de eliminar toda posibilidad de populismo se concretó en la orientación exterior de la
economía, el predominio del capital financiero, la eliminación de la redistribución estatal, las
privatizaciones y la desarticulación de las organizaciones populares. De ello siguieron la regulación de
la vida social por los mecanismos del mercado en condiciones de monopolización y el
desbaratamiento de las bases sociales del movimiento obrero, estudiantil y campesino por las
organización Americas Watch de Nueva York (Genaro Arriagada, Por la razón o la fuerza. Chile bajo Pinochet,
Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, 1998, pp. 22 y subsiguientes, entrecomillado de p. 24).
52 Pavón,
ídem anterior, pp. 98-99.
53 Garretón, El proceso..., op. cit., p. 174.
Su estructura en Enrique Oviedo, “Democracia y seguridad ciudadana en Chile”, en Roberto
Briceño-León, comp., Violencia, sociedad y justicia en América Latina, CLACSO, Buenos Aires, 2002.
54
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46
Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
alteraciones producidas en las estructuras de clases y de las condiciones de inserción socioprofesional.
Si el caso argentino es normalmente equiparado al chileno por su paralelismo temporal, por la
oposición de organizaciones político-militares de izquierda que promovían una “guerra
revolucionaria” y por una política económica orientada a beneficiar a un sector particular del bloque
dominante, no es incorrecto afirmar que desde la perspectiva del régimen de violencia sus formas y
ejercicio fueron notoriamente distintos. En Argentina también predominó la lógica de la guerra,
aunque como veremos luego no puede ser comprendida en los mismos términos que en el caso
chileno y consistió más en una retórica autojustificatoria de los distintos actores que en una realidad
efectiva55.
En principio, al producirse el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 las fuerzas que podían
pretender un cambio revolucionario ya habían sido derrotadas, en un proceso represivo creciente
desarrollado durante el gobierno constitucional justicialista.56 En segundo lugar hay que señalar que el
Estado argentino ejerció un terrorismo casi completamente clandestino. Ese carácter habría sido
decidido para evitar la contradicción con la jerarquía de la Iglesia Católica y las críticas
internacionales, visto el ejemplo chileno,57 pero conviene recordar que el recurso al terror secreto
venía en incremento desde antes de la reinstauración republicana de 1973, equiparándose al terror
dictatorial ya en 1975. Los detenidos de acuerdo con la legalidad de la dictadura en centros
carcelarios o unidades militares fueron escasos en comparación con la alta proporción de detenidos
en centros secretos, y aún así los primeros eran frecuentemente extraídos de su confinamiento para
interrogatorios clandestinos. La aplicación de la “ley de fugas” fue excepcional, predominando las
ejecuciones clandestinas y la desaparición.
El típico campo de concentración de la dictadura argentina fue el “chupadero”, constituido
como una estructura flexible y operativa para el ejercicio de la tortura y la decisión sobre la
desaparición forzada o la eventual libertad de los detenidos-desaparecidos.58 Si bien había un circuito
prefijado para el accionar represivo, los distintos “grupos de tareas” tenían un gran margen de
decisión sobre la identificación y el destino de sus detenidos. La amplitud de la política de
desaparición forzada de personas produjo efectos traumáticos en gran escala, con una proporción y
amplitud que habitualmente no tuvo en otros casos.59 A tal punto se identifica la represión dictatorial
argentina con la figura del detenido-desaparecido que Claudio Martyniuk, refiriéndose al centro de
Una discusión seminal en A. Bruno y otros, comps. - Los derechos humanos en la democracia, CEAL,
Buenos Aires, 1985. Helios Prieto ha llamado enfáticamente la atención sobre el despropósito de entender
como “guerra” en una acepción clásica a un conflicto con una inimaginable disparidad de fuerzas y con uno
de los actores (concretamente el PRT-ERP) absolutamente carente de toda inserción en la clase obrera
(“Sobre la historia del PRT/ERP. Memorias volterianas con final maquiavélico”, en El Rodaballo Nº 11/12,
Buenos Aires, 2000).
55
La proporción de la represión estatal y paraestatal respecto de las acciones insurgentes en Argentina
ya mostraba un desbalance notorio en cantidad y calidad a favor de la primera. Cf. v. g. Juan Carlos Marín, Los
hechos armados. Argentina, 1973-1976 (2da. edición), La Rosa Blindada / P.I.CA.SO., Buenos Aires, 2003.
56
Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar, 1976/1983. Del golpe de Estado a la restauración
democrática, Paidós, Buenos Aires, 2003.
57
58 Pilar
Calveiro, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Colihue, Buenos Aires, 1998.
Sylvia Bermann y otros, Efectos psicosociales de la represión política. Sus secuelas en Alemania, Argentina y
Uruguay, Goethe-Institut, Buenos Aires, 1994; Sergio Guelerman, comp., Memorias en presente. Identidad y
transmisión en la Argentina pogenocidio, Norma, Buenos Aires, 2001.
59
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47
Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
detención de mayor envergadura y con trabajo esclavo de los prisioneros como fue la Escuela de
Mecánica de la Armada, acuñó la expresión “campo de desaparición”60.
Respecto del conjunto social, la detención “arbitraria” de personas, tuvieran o no conexión con
actividades consideradas ilegales u opositoras, fue común en todas las dictaduras por su mismo
carácter. Pero en el caso argentino tal detención implicaba en un alto grado la posibilidad de
desaparición, dado el método adoptado. Además, la represión adquirió una verdadera “capilaridad”,
ubicando sistemáticamente actores colectivos e individuales que eliminar en toda la extensión de la
sociedad. Aunque las cifras del terror de Estado son también aquí objeto de fuerte controversia,61 su
proporción las acerca a las magnitudes de la experiencia chilena.
En un cotejo sistemático de los cuatro regímenes de violencia, es factible identificar como
dimensiones de diferenciación la magnitud del conflicto armado y de la violencia física que sufre el
cuerpo social, el grado de violencia ejercido sobre los cuerpos concretos de los afectados, el grado de
concentración de toma de decisiones respecto de las acciones violentas y los diversos sub-regímenes
emergentes de las metodologías empleadas.
España es con mucho el caso en el cual el cuerpo social se vio sometido al ejercicio de un
terror de inmensas proporciones y temporalmente duradero. El grado de violencia fue extremo ya
que, aunque las variaciones en el tratamiento de los opositores fueron desde la simple presión
psicológica a los asesinatos masivos, el sistema de terror se orientó claramente al exterminio del
adversario. En los casos de Chile y Argentina es patente una menor magnitud del terror, pero hay
que destacar que las técnicas de violencia aplicadas alcanzaron también un grado máximo. En el caso
lusitano tanto la magnitud como el grado de violencia fueron mucho menores, por lo que solamente
la extensión temporal de la dictadura y la extensión geográfica del conflicto armado al ámbito
colonial podrían acrecentar las consecuencias de un terror normalizado.
Los mecanismos de toma de decisiones pueden parecer a primera vista similares por cuanto los
cuatro regímenes implican situaciones excepcionales en las cuales toda norma es relativa y crece lo
que se puede considerar arbitrariedad-62 Sin embargo debe constatarse que ni los procesos eran
60
Claudio Martyniuk, ESMA. Fenomenología de la desaparición, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2004, p. 13
y ss.
61 El informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas recogió aproximadamente
8.900 denuncias de desaparición forzada, ateniendo su pesquisa al período iniciado en marzo de 1976,
recibiéndose unas mil denuncias adicionales posteriores. Amnistía Internacional declaró 15.000 desapariciones,
mientras que los organismos de derechos humanos defienden la cifra de 30.000 desaparecidos. Con el simple
expediente de conteo de los recordatorios aparecidos en el diario Página/12 de Buenos Aires se han
identificado centenares de desaparecidos no registrados y aún se suelen establecer desapariciones nunca
anotadas (Inés Izaguirre y Zulema Aristizábal, “Perfil social de los asalariados desaparecidos en la Argentina”,
en VII Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, UNComahue, Neuquén, 1999). Igualmente, el número
de asesinados fue crecido, careciéndose a la fecha de estimaciones precisas aunque suele cifrarse en unos
cuatro mil. La reciente desclasificación de documentos en los Estados Unidos de América hace que la cifra
declarada por el movimiento de derechos humanos parezca razonable e incluso limitada. Un agente de la
DINA chilena que oficiaba de enlace con las fuerzas represivas argentinas, en un cable fechado en julio de
1978 y depositado en el Archivo de Seguridad Nacional de la Georgetown University de los Estados Unidos
de América, informaba que el área de inteligencia del Ejército Argentino había computado para esa fecha
22.000 opositores eliminados (Hugo Alconada Mon, “El Ejército admitió 22.000 crímenes”, Diario La
Nación, Buenos Aires, 24 de marzo de 2006).
62 Si bien en este sentido constituyen diversos ejemplos del Estado de excepción en sociedades
capitalistas, ello no obsta considerar que tal situación puede consistir más que en algo anormal en el verdadero
sustrato de la dominación estatal y de las formas legales occidentales, que operan en rigor por un aplazamiento
o una renegación de la violencia que late tras el poder (Giorgio Agamben, Estado de excepción, Adriana Hidalgo,
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
iguales ni su orientación arbitraria. En Portugal el uso constante y sistemático de un terror
institucionalizado era regulado por un Estado consolidado, a través de organismos centralizados
progresivamente modificados, con el evidente objetivo de abortar la organización de toda oposición
social y política. Aunque en España el momento inicial del proceso fue el colapso del Estado con el
fracaso del golpe y el comienzo de la guerra civil, el terror nacionalista fue desarrollado por un
Estado coherente en proceso de formación y luego consolidado. El objetivo militar de ganar la
contienda se expresó como intento de aniquilamiento de toda disidencia y fue con ese carácter con el
cual se enfrentó la insurgencia posterior. Si bien se careció por un tiempo de la centralización y
normalización de la violencia que ya se había instalado en Portugal, el estado avanzó en ese sentido a
lo largo de la década de 1950, sin que tras la guerra se registraran confrontaciones insalvables entre
los sectores integrantes de un gobierno para el cual era imprescindible evitar el faccionalismo que
había debilitado a la Segunda República. Los casos chileno y argentino muestran unas Fuerzas
Armadas que toman la estructura burocrática del Estado y ejercer el control del proceso terrorista,
con el claro objetivo de exterminar planificadamente a sus opositores y producir un disciplinamiento
del cuerpo social –y más especialmente de las clases populares– mediante la instalación del miedo.
Pero si en Chile esas mismas fuerzas fueron disciplinadas por la élite de poder mediante una
dictadura personalista y se aplicó la violencia con un alto grado de coherencia y centralización, en
Argentina hubo una dictadura institucional de las Fuerzas Armadas, en el seno de las cuales
convivían distintos proyectos y que incluso podían ejecutar acciones de violencia física contra los
aliados o amigos del propio gobierno que respondieran a facciones enfrentadas.
Las diferencias en los aspectos prácticos del terror no son menos evidentes. Principalmente,
hubo diversos regímenes de exterminio: masivo y de un nivel de violencia abierta impresionante en
España, asociado a la idea seria y repetidamente expresada por Franco de que de ser necesario había
que eliminar a la mitad de la población; mucho más selectivo en Chile y complejo y capilar en
Argentina.63 En Portugal no hubo régimen de exterminio, al punto que no se registraron ejecuciones
masivas y la inmensa mayoría de los opositores confinados en las duras colonias penitenciaras de
ultramar pudo sobrevivir, si bien con serios quebrantos de salud física y mental.
Los regímenes concentracionarios variaron del modelo clásico de confinamiento en campos de
gran o mediana escala a un modelo de concentración clandestino y asociado a la tortura seguida de
muerte. España y Chile tuvieron campos de modelo clásico, en tanto que el Estado Novo portugués
desarrolló una variante de confinamiento colonial muy similar. En el otro extremo, la dictadura
chilena recurrió al secuestro y la detención secreta –aunque las más de las veces en unidades
militares– mientras que la argentina se caracterizó por asentar su estructura terrorista en un modelo
clandestino, con una alta dispersión de las unidades concentracionarias, que en ocasiones tenían muy
baja envergadura.
También fueron muy diversos los regímenes de tortura. En sociedades con un fuerte peso de
las tradiciones y del reconocimiento local como Portugal y España era frecuente el recurso al aceite
de ricino y a otras variantes de presión física y psicológica, que tenían relación con la humillación
pública del opositor. Pese a ello no hay que minimizar el recurso a los apaleamientos y a las
Buenos Aires, 2004). En rigor, al decir de Benjamin, “La tradición de los oprimidos nos enseña que el «estado de
excepción» en el cual vivimos es la regla” (Walter Benjamin, Discursos interrumpidos. I. Filosofía del arte y de la historia, Ed.
Taurus, Buenos Aires, 1989, Tesis VIII sobre el concepto de Historia).
Aunque la detención y tortura podía ser altamente arbitraria en Chile, los fusilamientos y
desapariciones fueron en rigor muy selectivos y afectaron especialmente a los dirigentes sindicales, de
poblaciones y políticos identificados con la izquierda. Por oposición, en Argentina los cuadros dirigentes
asociados al poder gubernamental y sindical –e incluso a parte de las organizaciones político-militares– no
sufrieron tal destino, en tanto la violencia extrema se ejercía sobre multitud de militantes de base.
63
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
privaciones, seguidos en ocasiones de muerte, y el posterior refinamiento de las técnicas de
interrogatorio. Sin dudas se presentó en el caso español una especial conjunción entre una
concepción del dolor como un camino para curar el cuerpo social y enmendar las personalidades
individuales, con ciertas restricciones morales respecto de la aplicación de la violencia a los cuerpos
como el hecho de evitar su desnudez.64 Las torturas más sádicas y brutales de los casos argentino y
chileno no sólo se explican en función de la influencia estadounidense y francesa, sino también en
vistas de una situación en la cual los organismos represivos podían disponer la desaparición de los
cuerpos o incluso su macabra exhibición con total impunidad y prescindiendo de consideraciones
ético-morales.65
En lo relativo a los regímenes carcelarios es donde se registran menores diferencias, ya que en
las cuatro dictaduras se desarrollaba alguna modalidad de tortura o privación, se disponía de los
detenidos sin garantías e incluso era posible desaparecer opositores de la cárcel o sacarlos de ella para
interrogatorios. Igualmente hay que señalar la enorme diferencia de un régimen normalizado como el
lusitano respecto de situaciones de encarcelamiento masivo como en la situación española de la
inmediata posguerra civil o la menor proporción de prisioneros legalizados bajo la dictadura
argentina.
La mayor o menor crueldad de los represores no es un elemento distintivo, en tanto que por
un lado todas las situaciones de terror de Estado suponen el ejercicio de una dominación sobre los
cuerpos sometidos, y por el otro en cada sociedad varió lo que se consideraba cruel o sádico. En ese
sentido, la crueldad de los confinamientos en colonias o la ingesta de aceite de ricino en Portugal, las
violaciones, fusilamientos y apaleamientos en España o las torturas metódicas y brutales en Chile y
Argentina son equiparables, aunque la naturaleza y grado del dolor causado sea distinguible.
3. Explicaciones diferenciadoras
Llegados a este punto sería pertinente preguntarnos: ¿por qué se desarrollaron regímenes de
violencia tan distintos en los cuatro casos reseñados? Desde la perspectiva de una comparación
individualizadora podrían explicarse las diferencias por las trayectorias históricas de cada uno de los
Estados terroristas. Suponiendo que ese ejercicio ya se encuentra en desarrollo a nivel historiográfico
–con muy diferentes resultados– podemos centrarnos en una explicación sociológica que recurra a la
comparación diferenciadora. A ese respecto, se presentarán dos factores explicativos que no son
condición suficiente para dar cuenta de las características de los diversos regímenes de violencia, pero
que pueden ofrecer un marco interpretativo provisional del cual partir. Evidentemente en la
conformación de los regímenes de violencia intervienen una multiplicidad de factores, por lo cual
este ejercicio comparativo sólo puede pretender el carácter de un esbozo.
En primer término puede observarse que la opción por técnicas y estrategias determinadas
tiene efectos más allá de ellas.66 En ese sentido, los métodos de terror asumidos en un determinado
momento histórico e incorporados a los repertorios de acción de los sectores sociales y organismos
dominantes tienen su propia lógica de funcionamiento; asimismo, dichos repertorios no cambian
abruptamente salvo intensa conmoción, por lo cual su establecimiento tiene consecuencias
duraderas.67 Es lo que en otros términos puede presentarse como “tradiciones” represivas o bélicas
Una breve mención a esa situación paradojal en Mirta Núñez Díaz-Balart, “Dolor como terapia. La
médula común de los campos de concentración nazis y franquistas”, en Ayer Nº 57, Madrid, 2005.
64
65 Cf. v. g. las observaciones sobre la intensificación de la violencia física en la tortura realizadas por
Horacio Verbistsky, Rodolfo Walsh y la prensa clandestina. 1976-1978, De La Urraca, Buenos Aires, 1985.
66 Cf.
Michel Foucault, Microfísica del poder, Ed. Planeta-Agostini, Buenos Aires, 1994.
El concepto de repertorios de acción y la noción de su escasa variación en lapsos determinados se
toma de Tilly y otros, El siglo rebelde..., op. cit. Aunque Tilly aplica el concepto a las acciones emergentes de los
67
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
de las distintas fuerzas armadas, que se aplican de manera regular luego de tomado el poder de
Estado.
Un componente esencial que hizo a la consideración de la violencia y a sus formas específicas
en los cuatro regímenes fueron las influencias exteriores e interinfluencias a las que estuvieron
sometidos respecto de las metodologías represivas. El fascismo italiano y el nazismo alemán fueron
ejemplos extremos de nacionalismo exacerbado con los cuales cotejarse, y sobre todo el primero
representó la existencia práctica de las ideas sobre la reorganización autoritaria del Estado difundidas
en la década de 1920. El Estado Novo portugués, sin recuperar el modelo italiano en su integralidad,
asumió formas corporativas progresivamente endurecidas. Ya conformado el régimen de Salazar fue,
por su original articulación de corporaciones y su reconocimiento de un papel central para la Iglesia
Católica, modelo para muchos de los tradicionalistas y nacional-católicos españoles.68 A su vez, el
desarrollo de la Falange Española fue imitado más tarde por el salazarismo con la creación de la
Legión Portuguesa, en un proceso de intenso intercambio ideológico y metodológico facilitado por el
apoyo de Portugal al bando nacional.69 En los casos argentino y chileno, fueron patentes tanto la
influencia estadounidense como la francesa respecto de la guerra contrainsurgente, así como la
correspondencia con las experiencias de otras dictaduras latinoamericanas como las de Brasil y
Paraguay.
En esas interinfluencias se puede fundar el recurso a técnicas de represión particulares, como la
ingesta de aceite de ricino y los apaleamientos en los casos español y portugués, o el recurso a las
torturas más salvajes y sistemáticas en Chile y Argentina. Pero también el cotejo con las demás
experiencias sirvió para adoptar decisiones divergentes, como en el recurso a la violencia clandestina
en la Argentina por contraposición con el ejemplo chileno. Tampoco habría que exagerar la difusión
de modelos represivos, ya que en todos los casos pesaron las experiencias previas en la regulación de
la violencia, que diferenciaron los regímenes resultantes. Así, los españoles no necesitaron aprender
de nazis o fascistas sobre los campos de concentración ya que prácticamente fueron los inventores de
los mismos en la guerra de Cuba,70 en tanto que los militares argentinos como en menor medida los
chilenos contaban con experiencias previas de intervención en el conflicto social para nada alejadas
del recurso a la violencia extrema.71 Aún así se puede constatar, con Charles Tilly, que
comparativamente “los militares del Tercer Mundo han recurrido específicamente a modelos, ayuda y formación
europeos y norteamericanos en grado mucho mayor de lo que ha sido la mutua intervención de los Estados europeos en
la formación de sus ejércitos... Esta clase de intervención exterior dio a los militares latinoamericanos una excepcional
maniobrabilidad frente a sus potenciales rivales y presuntos enemigos”72.
sectores populares, resulta en sobremanera útil usarlo también respecto de las acciones de los sectores
dominantes y los organismos represivos.
68
Tusell, Franco y los católicos..., op. cit.
69 Pena
Rodríguez, Galicia, Franco y Salazar..., op. cit.
70 Elena Hernández Sandoica, La guerra de Cuba (1895-1898). Historia política de una derrota colonial,
Alianza, Madrid, 1998.
Como dato anecdótico, parece ser que en 1946-47 Augusto Pinochet estuvo a cargo de un campo de
concentración para miles de detenidos comunistas en Pisagua, al norte de Chile, al que se impidió el acceso a
una comisión del Congreso que quería constatar el estado de los prisioneros. Cf. Pavón, El 11 de septiembre...,
op. cit., p. 54-55. La inserción de la dictadura argentina en una larga tradición de violencia descendente que se
ocluye constantemente en Eduardo L. Menéndez, “Desaparición y olvido: las posibilidades de la memoria”, en
El Rodaballo Nº 14, Buenos Aires, 2002.
71
72 Tilly,
Coerción, capital y los Estados europeos..., op. cit., p. 301.
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
Podría aventurarse además que una cierta “situación colonial” operó como un aspecto que
facilitó el ejercicio de una violencia acrecentada en los cuatro casos, pero bajo modalidades diversas.73
En Portugal, donde era frecuente el confinamiento de opositores en las colonias africanas, el
incremento de la conflictividad colonial desembocó en un estado de guerra desde la década de 1950
que terminaría minando al régimen metropolitano. En ese contexto, las actividades de la policía
política se ampliaron al ámbito colonial y adquirieron la lógica de los conflictos tercermundistas e
independentistas, luego transferida a la metrópoli. En España, Franco había aludido en repetidas
oportunidades a la guerra civil como una “guerra fronteriza”, definición que se basaba no sólo en la
comprensión del conflicto como una cruzada contra el avance del comunismo, sino muy
particularmente en la asimilación de los campesinos y obreros españoles con “salvajes” africanos.
Chile y Argentina no tuvieron una experiencia colonial inmediata de la cual transferir modalidades de
ejercicio de la violencia, pero los militares de ambos países aprovecharon la experiencia francesa en la
guerra de Argelia y muchos de ellos fueron objeto de un largo adoctrinamiento y entrenamiento en
técnicas represivas según el modelo de la Escuela de las Américas desde la década de 1960,
precisamente en un momento en el cual los Estados Unidos reemplazaban a las potencias
tradicionales en los conflictos periféricos y se incrementaba el grado de su implicación en Vietnam.
Esa transferencia de los diversos modos de violencia colonial al interior de los Estados supuso
frecuentemente la noción de “infrahumanidad” de los opositores y justificó el amplio uso de la
tortura y la presión psicológica, tanto para obtener información como para quebrar la voluntad de los
disidentes. También puede relacionarse con el desarrollo de políticas de exterminio físico de la
oposición, en el marco de un discurso dominante sobre la purificación y la mejora social por medio
de la violencia. Sin suponer una traslación directa de uno u otro elemento, podemos apreciar las
construcciones ideológicas de estas dictaduras regresivas como un sustrato cultural móvil que facilitó
el desarrollo, intercambio y resignificación de ideas sobre la sociedad, de concepciones del enemigo y
de la lucha política e incluso de temores y angustias frente a la (supuesta) amenaza de revolución o
insurgencia.
Respecto de las técnicas y estrategias tampoco deben desatenderse sus consecuencias sobre el
sistema político en su conjunto. Es el caso de España, donde el carácter bélico del conflicto impactó
en la estructura de dominación posterior del régimen. Para los militares españoles, que habían librado
una guerra, y para los chilenos y argentinos, que suponían que estaban haciendo algo parecido, se
trataría de aplicar concepciones familiares de la contienda bélica a las relaciones políticas.
En el caso argentino el método clandestino elegido para realizar la masacre tuvo efectos
insospechados, ya que –sin que ello dificultara el carácter planificado del exterminio– condujo
prácticamente a una poliarquía de las fuerzas armadas. Es aquí de destacar que la dictadura militar,
que se presentaba en los términos definidos por Hugo Quiroga como “dictadura institucional” de las
tres armas, llegó en la práctica a una total fragmentación del territorio cuando no a una competencia
entre los distintos grupos represivos. El régimen de secreto y clandestinidad del terror de Estado no
sólo acrecentó el grado de violencia física ejercida sobre los opositores, sino que facilitó el desarrollo
de acciones enfrentadas o divergentes entre los mismos dominadores.74
Para Michael Mann, la limpieza y el exterminio pueden comprenderse como contracaras de la noción
moderna de un pueblo cuya existencia justifica el gobierno en sus vertientes interna y colonial. Cf. “La cara
oculta de la democracia: la limpieza étnica y política como tradición moderna”, en New Left Review edición
castellana Nº 1, Madrid, 2000.
73
74 Aunque desconocen la existencia de consensos fuertes sobre aspectos como la política económica y
asumen que las divergencias en esa materia tenían mayor peso que el que los resultados de la transformación
en curso permiten suponer, Novaro y Palermo enfatizan correctamente el carácter plural y autocontradictorio
de muchas de las acciones emprendidas por el Estado, incluso en el plano represivo (La dictadura militar..., op.
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
El segundo aspecto refiere a la posibilidad de comprender estos procesos dictatoriales desde el
concepto de guerra de clases. Al respecto, Juan Carlos Marín ha tratado de establecer distinciones
importantes para considerar los hechos armados, desarrollando en particular el concepto de guerra
de clases como una instancia político-militar de la lucha de clases.75 Distinta de las revueltas
espontáneas y caracterizada por la constitución de bandos en pugna con recurso a las armas, la guerra
de clases sería uno de los niveles de conflicto más profundos de la sociedad y, en la visión de Marín,
el de mayores consecuencias en términos de transformación de las estructuras sociales, develando el
estado cercano a la guerra civil que conforme Barrington Moore subyace a toda sociedad.76
Haciendo un uso selectivo y resignificado de la conceptuación de Marín se pueden reconocer
diversos tipos de conflicto de clases en las dictaduras regresivas aludidas, que condicionaron las
formas del Estado de excepción en cada una de ellas.77.
Podemos referir a la guerra de clases como un enfrentamiento con el recurso a medios
armados y en el cual la división de los bandos en pugna supone una confrontación de clases sociales,
aunque la definición de y la pertenencia a los mismos no se concrete necesariamente según criterios
de clase. Puede asumir las formas de una guerra civil convencional, en la cual el enfrentamiento entre
bandos que reclaman el ejercicio del gobierno sobre un mismo territorio se realiza con la
confrontación de ejércitos regulares o que intentan ser tales, desarrollarse bajo formas de una
confrontación violenta que no llega al desarrollo de un estado de contienda generalizado, o saldarse
con el ejercicio de la represión que supone que uno de los actores está dotado de medios superiores a
los de sus rivales y puede ejercer acciones de eliminación o control con un amplio margen de
maniobra y la perspectiva de escasos daños para el propio bando.
La guerra de clases no es una consecuencia necesaria de la lucha de clases y ni siquiera de la
autopercepción de los actores sociales como clases, sino tan sólo una posibilidad en función del
desarrollo histórico-social. El caso portugués resulta especialmente ilustrativo sobre el particular,
porque la distinción clara de clases sociales y la funcionalidad del Estado Novo para la reproducción de
la dominación y explotación sobre las clases trabajadoras no condujo en ningún momento a la
formación de bloques de clases enfrentados en el terreno político-militar. El apoyo manifiesto al
salazarismo de terratenientes, banqueros e industriales y el control del movimiento obrero a través de
un sindicato único, sin derecho a huelga, definieron muy claramente el carácter de clase del Estado,
en una situación en la cual la división de la sociedad no conducía a un incremento de la conflictividad
cit.). Respecto del “liberalismo conservador” como sustrato ideológico del régimen compartido por amplios
sectores, Sergio Daniel Morresi, “La democracia de los muertos. Algunos apuntes sobre el liberalismoconservador, el neoliberalismo y la ideología del Proceso de Reorganización Nacional”, ponencia presentada
ante las XIº Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007.
Juan Carlos Marín, Los hechos armados, op. cit. Del mismo autor caben destacarse La silla en la cabeza.
Michel Foucault en una polémica acerca del poder y el saber, Nueva América, Buenos Aires, 1987 y Conversaciones sobre el
poder. Una experiencia colectiva, Oficina de Publicaciones Ciclo Básico Común - UBA, Buenos Aires, 1995.
75
76
Barrington Moore Jr., Injusticia..., op. cit., p. 25.
77 Se puede pretender que un uso selectivo de los aportes de Marín extrapola conceptos de un campo
teórico para insertarlos en otro, pero no es en definitiva un aprovechamiento distinto del que él mismo realiza
respecto de Michel Foucault. Las más importantes objeciones que pueden hacerse a Marín no están en su
formulación conceptual, sino en: a) la concepción de los actores sociales como agentes prediseñados, b) la
consideración del conflicto de clases como una confrontación de dos bandos polarizados, sin contemplar la
posibilidad de varios frentes de conflcito y c) consecuente con lo anterior pero aún más allá, su particular
interpretación del caso argentino bajo una óptica de confrontación burguesía / clase obrera. Así, por ejemplo,
la burguesía financiera argentina aparece como una actor unificado y consciente en un todo, capaz de graduar
las cuotas de violencia a través de todo el período 1969-1976, tornándose en actor decisivo sobre la lucha de
clases después de 1975 y núcleo exclusivo de un bando (Marín, Los hechos armados..., op. cit., pp. 96-97).
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
sino que ésta era regulada por el régimen. Hasta su propio fin con la Revolución de los Claveles fue
un acontecimiento emergente de las disidencias internas en el bloque de poder y no fruto de una
clara confrontación de clases.
La experiencia española fue en un todo distinta. Previo a la guerra civil se produjo un proceso
de “vaciamiento del centro” que culminó en la polarización política entre el Frente Popular por un
lado y la CEDA y la jerarquía eclesiástica, por otro. Luego, no sólo la sociedad se vio dividida en los
dos grandes bandos en pugna, sino que en gran medida la definición de los mismos se realizó
conforme criterios de intereses de clase. La rebelión militar del 17 y 18 de julio de 1936 se produjo
con la colaboración de organizaciones civiles radicalizadas que pretendían un retorno al orden
oligárquico o una refundación totalitaria del Estado, mientras que el fracaso del golpe de Estado se
debió principalmente a la acción espontánea de las organizaciones obreras. Asimismo, en el escenario
político contaban tanto los intereses económicos, como sentimientos difusos de diferenciación en las
culturas y subculturas de masas, a su vez condicionados por los diferentes niveles sociales de
alfabetización y de instrucción y los sentimientos de identidad. Es conocido el hecho de que la guerra
civil disparó la revolución –sobre todo anarquista– en la zona republicana y que el restablecimiento
de las élites tradicionales fue la tónica dominante en la zona nacional.
El heterogéneo conglomerado de fuerzas que reunía tras Franco a los militares, la Falange, la
Iglesia y los grupos políticos más tradicionalistas no tenía dudas en cuanto a su función de
mantenimiento o restablecimiento del orden social anterior. Logró unir a los propietarios rurales
latifundistas del sur y a los de mucha menor envergadura del norte con los grandes comerciantes e
industriales y amplios sectores de las clases medias urbanas vinculadas al catolicismo. El eje de las
derechas fue sin dudas coalición militar-agraria y su enemigo fueron tanto las clases trabajadoras
como los miembros de las clases medias urbanas de fidelidades republicanas.78 El impacto cultural de
las ideologías regeneracionistas, integristas y fascistas en el campo nacional alimentó la consideración
de la clase obrera como una entidad infrahumana y degenerada, así como de la violencia, el
sufrimiento y el trabajo como canal para su disciplinamiento y cura.79 En esas condiciones, la guerra
de clases asumió primero la forma de guerra civil convencional y luego de continuo y masivo terror
estatal, al punto que la feroz división de clases que produjeron la guerra y la revolución se perpetuó
en la diferenciación entre vencedores y vencidos, sostenida expresamente por el régimen franquista.
En Chile encontramos una configuración de clases que, a pesar de sus variaciones de
importancia respecto del caso español y con una mucho mayor incidencia de las inversiones
extranjeras de capital, se articuló en bandos enfrentados a partir del proceso de polarización electoral
que venía produciéndose desde la década de 1960.80 La Unidad Popular, articulada por partidos
parlamentarios en torno al eje comunista-socialista, vinculaba al Estado a fracciones del movimiento
obrero sindicalizado. Su programa de gobierno era inicialmente continuación del de la Democracia
Cristiana y sólo beneficiaba directamente a los trabajadores sindicalizados y ubicados en el área
“social” de la economía (área de empresas nacionalizadas y estatizadas). Tanto los trabajadores de los
sectores “mixto” y “privado”, así como los “pobladores”, campesinos pobres y trabajadores agrarios
78 Santos Juliá, “De ‘guerra contra el invasor’ a ‘guerra fraticida’”, en Juliá, coord., Víctimas de la guerra
civil, op. cit. La explicación en términos de guerra de clases no es obstáculo para la consideración de otras
dimensiones del conflicto: “Lo que ocurrió a partir de 1936 fue, desde luego, una lucha de clases por las armas, pero no fue
en menor medida guerra de religión, de nacionalismos, guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y
contrarrevolución, guerra en la que por primera vez se enfrentó fascismo y comunismo”, ibídem, p. 17.
79
Richards, Un tiempo de silencio..., op. cit.
Sería interesante cotejar los procesos de “vaciamiento del centro” en el sentido de desborde de los
gobiernos republicanos progresistas de Azaña y Allende, resistidos por las derechas y superados por la acción
más o menos espontánea de las organizaciones sindicales y populares.
80
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54
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Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
fueron más allá del programa de la UP, creándose tensiones y divergencias en el bando del gobierno
socialista, sobre todo con las expropiaciones espontáneas de latifundios por los campesinos que no
esperaban el apoyo de organizaciones externas. La movilización popular antipatronal y el intento de
control popular sobre la producción confrontó con el “poder gremial” de las asociaciones patronales
–representante de los sectores económicos más poderosos del país–. Así, en el bando opuesto la
derecha articuló con suma eficiencia y el patrocinio de los Estados Unidos un “poder militar” con
sus bases tradicionales de “poder parlamentario” y “poder gremial”.81 Cuando la alianza de
autodefensa de los “cordones industriales” organizada por el gobierno de la UP confluyó con las
organizaciones de los “cordones poblacionales” de la zonas marginales, se configuró una situación
inaceptable para la derecha, que la suponía una “verdadera alianza revolucionaria”.82
Desde una perspectiva analítica distinta, Guillermo O’Donnell aporta una observación de
importancia: la politización de la sociedad chilena y el hecho de que los partidos políticos fueran sus
articuladores, en tanto verdaderos representantes y mediadores de los grupos sociales en la escena
política y en el Estado, estableció una división social que delimitó tanto a los vencedores como a los
vencidos en el conflicto. De allí que los principales blancos del terror de Estado fueran “...el personal
de la izquierda en el gobierno, los partidos de izquierda y el denso tejido de organizaciones populares (incluso sindicales)
que estaba, casi literalmente, ‘afiliado’ a esos partidos. Así, porque la amenaza al orden establecido, mediada por la
franja izquierda de la sociedad política, recorría verticalmente esa formación social, la represión en Chile tuvo ... no sólo
la brutalidad sino también la extensión que tuvo”.83 Como en el caso español, aunque en mucho menor
medida, se reprodujo una profunda división del conjunto social entre vencedores y vencidos, que se
expresa todavía hoy en las conmemoraciones contrapuestas del 11 de septiembre.84 Otra vez, como
en España, las clases medias fueron tanto parte (pasiva) del bando ganador como objeto de
represión, conforme sus adhesiones políticas y culturales. Aunque no se haya llegado a una guerra
civil convencional dada la disparidad de fuerzas, la confrontación violenta adquirió entonces
características de guerra de clases, virando luego a una confrontación callejera casi endémica entre
fuerzas de seguridad por un lado y grupos de izquierda y organizaciones populares por el otro.85
Otro fue el caso de Argentina donde, a pesar de la interpretación ofrecida por Marín, no se
asistió a un esquema de polarización entre burguesía y clase obrera. Como él mismo lo reconoce
parcialmente, en la situación de conflicto endémico de inicios de los años de 1970 la mayoría de la
población no estaba dividida en su adhesión a las facciones en pugna,86 aunque tal vez haya que ir
81
Fernando Mires, La rebelión permanente..., op. cit., cap. 6.
82 Arturo
De Ramón, Breve historia de Chile, Biblos, Buenos Aires, 2001, p. 203.
Guillermo O’Donnell, Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Ed. Paidós,
Buenos Aires, 2004, p. 180.
83
84 Azun
Candida Polomer, “El día interminable. Memoria e instalación del 11 de septiembre de 1973 en
Chile (1974-1999)”, en Elizabeth Jelin, comp., Las conmemoraciones. Las disputas en las fechas “in-felices”, Siglo XXI,
Madrid, 2002. La
85 Tan sólo el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) sobrevivió a las primeras dos semanas
del golpe de Estado, para sufrir una desarticulación completa ya para octubre de 1974 (Cristián Gazmuri, Una
interpretación política de la experiencia autoritaria (1973-1990), Documento de Trabajo Nº 1, Instituto de Historia de
la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2001, p. 5)
86 “Inicialmente, el conjunto de las fuerzas en acción no constituía dos grandes bandos nítidos y excluyentes; salvo en
aquellas situaciones en que la presencia políticamente unificada de la clase obrera imponía los grandes alineamientos en las luchas.
Pero, justamente, para la clase obrera, la situación se tornó por momentos tremendamente confusa; el enfrentamiento armado
provocado en la concentración más numerosa de su historia, en las cercanías al aeropuerto de Ezeiza, ante el esperado y frustrado
regreso de Perón, la encontró políticamente desarmada como para poder definir y embanderarse masivamente con un alineamiento.
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55
Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
mucho más allá y admitir que el desanclaje social de las organizaciones político-militares
revolucionarias era total. Si el aislamiento de las organizaciones armadas argentinas se debió al
“sistemático cerco político y militar del enemigo” –como lo quiere Marín–, o a su delirio mesiánico –
según Helios Prieto– es algo que no corresponde discutir aquí; basta la corroboración de que el
enfrentamiento armado no se profundizó como enfrentamiento social en el sentido de una guerra de
clases. El que la experiencia argentina sea difícilmente conceptualizable en términos de guerra de
clases no quiere decir que no pueda ser pensada como una serie de episodios en los cuales tiene un
papel importante la lucha de clases. Pero tal vez incluso los actores fueron otros, y se re-presentan a
sí mismos bajo identidades tan plurales que no pueden ser reducidos a grandes grupos sociales.87
Si no había claramente un enfrentamiento de bandos y menos aún identificados con intereses
de clase, hay que recurrir a otra matriz interpretativa para tratar de apreciar las razones de una
violencia mucho más capilar bajo la forma de terror de Estado. En el contraste con la situación de
Chile, O’Donnell observa que ni el gobierno, ni el parlamento, ni la dirección de los partidos, ni la
cúpula de los sindicatos se preocupaban antes de 1976 por fomentar la activación política de la
población y menos por radicalizarla. Para él la subversión del orden establecido no tenía un lugar
institucional y social delimitado, sino que se apreciaba en toda la sociedad, desde las huelgas
espontáneas hasta los comportamientos cotidianos88 La restauración del orden y el exterminio de
todos aquellos considerados subversivos se ejerció por la acción de una multiplicidad de bandas
armadas amparadas por el Estado, pero también implicó un disciplinamiento de lo cotidiano, la
limitación de las diferencias y las opiniones poco convencionales, la coacción en las instituciones
educativas y laborales, en fin, la eliminación sistemática de una cultura política igualitarista que
distinguía a Argentina de otros países latinoamericanos.
Esto no quiere decir que las dictaduras restantes no fueran regresivas también en materia de
moral o de control de la vida cotidiana, sino que en el caso argentino esta dimensión adquirió una
especial importancia dadas tanto la preexistencia de una cultura igualitarista extendida como la falta
de la división de clases en bandos enfrentados. Las consecuencias de la dictadura fueron entonces de
hondo calado social, aunque su edificio institucional se derrumbara aceleradamente luego de la guerra
de Malvinas.89 Lo que estaba en el juego para los autores del golpe de Estado de 1976 no era la
supuesta amenaza de una subversión armada a todas luces impotente, sino la progresiva presión para
la liberalización y democratización de la vida social argentina, que había llegado a límites para ellos
intolerables.
Si estas consideraciones son admisibles, podemos suponer que en España y Chile se dieron,
con diferencias de gran magnitud, situaciones de verdadera guerra de clases. Los episodios de lucha
de clases en Portugal y Argentina no parecen factibles de conceptuación en el mismo sentido, aunque
se pueda apreciar el recurso a la violencia como elemento fundamental para el sostenimiento de un
En su postura expectante, de observadora no comprometida con los bandos en pugna, dio una tregua al enemigo y creó un
‘destiempo’ respecto a los cuadros más combativos del movimiento popular”, Marín, Los hechos armados..., op. cit., p. 91.
87 Igualmente, hay que señalar los orígenes de clases medias o clases de servicio de buena parte de los
integrantes de las organizaciones político-militares revolucionarias. El hecho de que su inserción social no
fuera “obrera” no le quita ni le agrega valor moral o conflictividad a sus acciones.
88 O’Donnell, Contrapuntos.., op. cit., p. 182. “La perversa combinación entre lo que ocurrió antes de marzo de
1976 y la furiosa paranoia de los entonces ganadores, llevó al diagnóstico de que todo el ‘cuerpo social’, aún en sus ‘tejidos’ más
microscópicos, se ‘infectó’ por la subversión (sospecho que pocas veces en la historia la extrema derecha ha machacado tanto como
durante esos años con sus típicas metáforas organicistas)”.
El impacto de la dictadura en los distintos ámbitos en Hugo Vezzetii, Pasado y presente. Guerra, dictadura
y sociedad en la Argentina, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.
89
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Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
orden capitalista. Eso, quizás, pueda servir como pauta para reinterpretar las especificidades de cada
situación.
En Chile y España las culturas políticas contestatarias con un fuerte contenido clasista y
organizadas en un sistema de partidos e instituciones con una fuerte polarización izquierda /
derecha, fueron reprimidas mediante regímenes de violencia que asumieron la forma de campañas
militares y buscaron reproducir luego de dominada toda oposición la diferencia vencedores /
vencidos. En Argentina, una cultura política contestataria extendida fue reprimida mediante la
aplicación de un régimen de violencia capilar –y el que las clases populares fueran un sector
particularmente reprimido no es obstáculo para esta afirmación. En este caso, la diferencia
vencedores / vencidos no se reprodujo tan claramente en la institucionalidad posterior, sea porque
los vencidos eran todos, como quiere la edulcorada culpabilización de los militares bajo otra lectura,
o porque no había un bando vencido tan claramente identificable más allá de las organizaciones
político-militares revolucionarias.90 Por fin, quizás pueda predicarse de Portugal lo que Guillermo
O’Donnell aduce de Brasil: una sociedad más jerarquizada, más controlada cultural y moralmente,
pudo reproducir la dominación de sus clases dirigentes sin recurrir a cuotas de violencia tan altas.
Una graficación que intente cruzar las magnitudes y grados de los conflictos con su naturaleza
puede sintetizar el papel jugado por el tipo de conflicto de clases en el condicionamiento de los
diversos regímenes de violencia. (Véase en la página siguiente).
Siendo las magnitudes, grados y tipos que conforman las coordenadas meras estimaciones,
sirven para resumir las condiciones del conflicto de clases y su relación con el tipo de regímenes de
violencia en el marco de un mismo modo de dominación. En Portugal, un bajo nivel de conflicto de
clases se habría saldado con el control de los sectores populares por parte de un Estado que
normalizó el recurso a la fuerza y pudo reproducir las estructuras de dominación con
comparativamente una escasa cantidad y grado de violencia. En los otros tres casos, el desarrollo de
altos niveles de conflictividad se saldó con la ejecución de políticas de exterminio planificadas. Pero
mientras en Argentina la dispersión del conflicto por toda la sociedad y la falta de una esfera política
fuerte que sirviera a la mediación y representación de los intereses de clase condujo a un terror
capilar, en España y Chile la sociedad política se vio más claramente dividida entre derechas e
izquierdas con un fuerte componente de representación de intereses de clase en la conformación de
los bandos. Las diferentes configuraciones sociales de estos dos últimos países y por sobre todo el
hecho de que en España se produjera una revolución social emergente en tanto que en Chile hubiera
simplemente una aspiración revolucionaria por parte de algunos sectores, explicarían las variaciones
en las magnitudes del terror de Estado, que fue masivo y particularmente antiobrero en el primer país
y más selectivo y orientado a los dirigentes políticos y sociales de las organizaciones de izquierda y
populares en el segundo.
Con toda seguridad otras variables pueden intervenir en esta explicación y dilucidar
condicionamientos específicos de los diversos regímenes de violencia. Muy especialmente, las
tradiciones culturales y los desarrollos ideológicos aparecen como un aspecto de principal
importancia a cotejar. La explicación unilateral de las trayectorias de las diversas configuraciones
políticas en términos de clases sociales constituye una visión reduccionista,91 e igual de limitadas
90 Incluso
ritos de unidad nacional como el campeonato mundial de fútbol de 1978 o empresas como la
guerra de Malvinas pueden ser leídos como intentos de diluir toda distinción vencedores / vencidos, así como
los contactos entre miembros de las fuerzas armadas y de organizaciones guerrilleras. Con seguridad que esta
representación es parcial pues siempre hay vencedores y vencidos, pero la distinción entre unos y otros fue de
una índole completamente diversa de la de los casos anteriores.
Es evidentemente lo que ocurre con presentaciones comparativas como la de Perry Anderson,
“Democracia y dictadura en América Latina”, en Horacio Gaggero (comp.), Estructura social y conflicto político en
91
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Luciano Alonso
Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas
pueden ser las visiones que se afiancen en las tecnologías represivas y en las estrategias de
dominación construyendo una pura genealogía de la violencia. Pero no hay duda que una explicación
estructural del modo de dominación y de los regímenes de violencia de las dictaduras regresivas debe
contemplar tanto la dimensión de sus condiciones sociales de existencia y como las formas concretas
que asumió la generación de tanto dolor humano.
Luciano Alonso, “Modo de dominación y regímenes de violencia en las
dictaduras iberoamericanas. Un esbozo de comparación”, en e-l@tina.
Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 45 nº 20, Buenos
Aires, julio-setiembre de 2009, pp. 33-58. Disponible en línea en
< http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>
América Latina, Biblos, Buenos Aires, 1989, quien con todo ofrece una explicación matizada y para nada
genérica de las alternativas políticas de diversos bloques de poder en función de los conflictos de clases de
distintos países latinoamericanos.
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Tendencias y debates
NUEVO PARADIGMA: LA CIENCIA CIUDADANA
La observación y experimentación científica realizada por no
científicos como la nueva ciencia ciudadana
FCO. JAVIER IRISARRI VÁZQUEZ∗
Introducción
Mi intención al hablar de la ciencia no es en absoluto buscar sus orígenes ni llevar a cabo una
revisión histórica. Simplemente quiero señalar un nuevo aspecto que está empezando a caracterizar la
ciencia actual y que hasta hace bien poco no sólo no existía, sino que era impensable. No se trata de
un gran descubrimiento por mi parte, sino tan sólo explicar una nueva forma de hacer ciencia que
cada vez se da más y que, sin embargo, suele pasar desapercibida. Claro que para comprender bien lo
que quiero señalar antes se hace necesario un ligero repaso por los puntos clave de la historia de la
ciencia moderna.
I. Repaso histórico de la ciencia moderna
Comenzaré recordando que, desde sus orígenes, el ser humano siempre ha tratado de explicar
los fenómenos que le rodean. Si bien algunas explicaciones eran más acertadas que otras, todas ellas
tenían en común que no trataban de comprobar de forma sistemática si sus afirmaciones se cumplían
fielmente en la realidad. Únicamente se buscaba que cuadrasen lo mejor posible con lo que se podría
denominar “sentido común de la época”. Por eso las teorías científicas más plausibles eran las que
más se adecuaban a la percepción humana del mundo.
Pero, tal como suele enseñarse en cualquier clase de historia de la ciencia, esta situación
supuestamente cambió de forma radical en la Europa del siglo XVI. Fue gracias a Galileo Galilei y a
su golpe de Estado a la dictadura de la física aristotélica. Este autor inauguró la ciencia moderna al
establecer el método experimental como el único aceptable para el saber científico. Algo en lo que
insistió en numerosas ocasiones. Por ejemplo en su defensa ante la acusación de ir contra la
autoridad del saber tradicional:
Por ello, Sr. Simplicio, venid con razonamientos y demostraciones, vuestras o de Aristóteles, y no con textos y autoridades sin más, porque nuestros
razonamientos tienen que tratar sobre el mundo sensible y no sobre un
mundo de papel.1
∗ Investigador en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Licenciado y doctorado en Filosofía en la USC. [email protected]
Galilei, Galileo. Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano, Madrid, Alianza
Editorial, 1994, p. 101.
1
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
Mejor es, por tanto, dejar estas vaguedades a los retóricos y que pruebe lo
que se pretende con demostraciones necesarias, que es lo que debe hacerse
en las ciencias demostrativas.2
O, por ejemplo, cuando admitió no tener pruebas empíricas de la validez de alguna teoría:
Y lo dicho hasta aquí son sólo las razones primeras y más generales por las
que parece que no resulta del todo improbable que el giro diurno sea más
bien de la Tierra que de todo el resto del universo. Yo no os las propongo
como leyes inquebrantables, sino como razones que tienen alguna verosimilitud. Y puesto que comprendo perfectamente que una única experiencia o
demostración concluyente que se tuviese en contra, bastaría para echar por
tierra estos y otros cien mil argumentos probables.3.
Es cierto que la física de Aristóteles también se basaba en los sentidos, pero el estagirita se
diferencia de Galileo en dos cosas fundamentales: La primera es que no siempre concibe una natura
matemática, ni por tanto medible o demostrable. Idea que el italiano pone en boca de Simplicio,
oponente al que se enfrenta en su principal obra y que representa las ideas tradicionales: “No diré
que este argumento vuestro no pueda ser concluyente, pero afirmaré con Aristóteles que en las cosas
naturales no siempre se debe buscar una necesidad de demostración matemática”4.. Principio que
desbarata toda la ciencia galileana, que es de base totalmente contraria, es decir, totalmente platónica.
Sí, para Galileo la naturaleza es un libro de matemáticas que puede ser leído por el ser humano. Si se
puede leer este libro, también se podrá comprobar en él si lo teorizado es cierto o no. Tan sólo hay
que dominar el lenguaje por el que se rige el universo. Por lo que la herramienta básica del científico
serán las matemáticas:
No se aprende a tocar el órgano de los que saben fabricarlos, sino de los
que saben tocarlos. La poesía se aprende de la continua lectura de los poetas.
La pintura se aprende dibujando y pintando continuamente. El demostrar de
la lectura de los libros llenos de demostraciones que son únicamente los de
matemáticas, no los de lógica..5
Pero, además de simple alfabeto, para Galileo, como para todo buen racionalista, las
matemáticas son el único saber seguro e indudable. Por eso la ciencia que las utilice también será
infalible. Algo que advierte claramente en uno de los pasajes que la Inquisición utilizó como prueba
de herejía durante su proceso:
Y así son las ciencias matemáticas puras, es decir, la geometría y la aritmética, de las cuales el intelecto divino sabe infinitas proposiciones más, porque
las sabe todas, pero creo que el conocimiento de las pocas comprendidas por
el intelecto humano iguala al divino en la certeza objetiva, puesto que llega a
comprender su necesidad, sobre la cual no parece que pueda haber seguridad
mayor.6
Sin embargo, este racionalismo galileano no es tan cartesiano como pueda parecer por esta
última afirmación. Si para Descartes los sentidos -por el hecho de haber comprobado que alguna vez
nos engañan- no son nunca de fiar, para Galileo las teorías matemáticas deben ser corroboradas por
la experiencia para ser consideradas verdaderas en todo tiempo y lugar. Algo que deja bastante claro
en estas dos contundentes afirmaciones:
2
Ibid., p. 10.
3
Ibid., p. 110.
4
Ibid., p. 13.
5
Ibid., p. 35.
6
Ibid., p. 93.
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
… no dudo que si Aristóteles viviese hoy en día cambiaría de opinión. Lo
que se deduce claramente de su propio modo de filosofar. Puesto que, cuando escribe que cree que los cielos son inalterables, etc., porque no se ha visto
generar ninguna cosa nueva o disolverse las antiguas, implícitamente nos está
dando a entender que si hubiese visto uno de estos accidentes, habría opinado lo contrario y antepuesto, como conviene, la experiencia sensible al razonamiento natural.7
Ahora bien, de estas dos proposiciones, ambas doctrinas de Aristóteles, la
segunda que dice que hay que anteponer los sentidos al razonamiento, es
doctrina mucho más sólida y segura que la que considera que el cielo es inalterable. Por tanto, filosofaremos más aristotélicamente diciendo “el cielo es
inalterable, porque así me lo muestran los sentidos”, que si dijéramos “el cielo es inalterable porque nos convence de ello el razonamiento de Aristóteles”.8
Aquí encontramos la segunda diferencia con la física aristotélica: la comprobación empírica de
las teorías científicas. Cierto que también Aristóteles se basa en los sentidos cuando propone sus
explicaciones, pero de una manera muy distinta a la del matemático de Pisa. Porque la experiencia
válida para Galileo no es sólo la meramente humana (proveniente de los cinco sentidos), sino
también la instrumental. Es decir, la que utiliza el experimento como medio de comprobación. Este
método experimental consiste en tener que demostrar previamente como cierta cualquier teoría antes
de que finalmente sea aceptada. La demostración debe hacerse en la práctica mediante un
experimento que reproduzca exacta y artificialmente todas las condiciones que expone la teoría a
comprobar. Sólo así puede verse si se cumple el resultado previsto por ella. Claro que, para que sea
válido, el experimento que demuestra la certeza de una hipótesis debe poder ser repetido por
cualquiera en cualquier momento. Pero lo novedoso del método experimental no es sólo que siga
unas reglas determinadas que siempre han de cumplirse para comprobar las teorías, sino el hecho de
reproducir los fenómenos naturales de forma artificial. Claro que, para recrear la naturaleza a escala
humana y fácilmente observable en un experimento, fue necesario un entorno controlado que
reprodujese fielmente las condiciones naturales propuestas por la teoría científica de turno. Algo que
sólo pudo lograrse utilizando dos cosas completamente nuevas que luego serán la base de la ciencia
moderna: instrumentos de observación o medición y un laboratorio donde puedan funcionar.
Esta es la gran diferencia de Galileo respecto a todos los científicos que le precedieron: que no
sólo se molesta en reproducir sus teorías en un experimento para demostrar si son ciertas, sino que
además para ello utiliza nuevos aparatos creados especialmente para ese fin. Método que conlleva
grandes ventajas frente a la ciencia tradicional, como él mismo comprobó:
… nosotros podemos teorizar mucho mejor que Aristóteles sobre las cosas
del cielo, porque al confesar éste que tal conocimiento le es difícil por su lejanía de los sentidos, está aceptando que aquel a quien los sentidos pudiesen
representarse mejor el cielo, podría filosofar sobre éste con mayor seguridad.
Ahora bien, nosotros, gracias al telescopio nos lo hemos acercado treinta o
cuarenta veces más de lo que estaba para Aristóteles, de modo que podemos
captar en el cielo cien cosas que él no pudo ver. Entre otras, estas manchas
en el Sol, que le fueron absolutamente invisibles. Por tanto, sobre el cielo y el
Sol, nosotros podemos tratar con mayor seguridad que Aristóteles”9.
7
Ibid., p. 47.
8
Ibid., p. 53.
9
Ibid., p. 53.
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
En este sentido son muy esclarecedoras las ideas de Luis Rodríguez Camarero,10 que define el
siglo XVII como el siglo de la Óptica. Definición que se basa en el hecho de que en este siglo los
principales descubrimientos científicos se deben a los avances de la óptica, que dieron lugar a la
construcción primero del telescopio y después del microscopio. Instrumentos que no sólo
permitieron comprobar teorías científicas, sino además tener una nueva imagen del mundo. Por eso,
frente a unos predecesores carentes de aparatos de observación, los filósofos-científicos de esta
época utilizaron herramientas auxiliares para aumentar sus limitados sentidos. Algo que a partir de
entonces será no sólo habitual, sino la base de cualquier investigación científica hasta nuestros días.
Por lo que, si Galileo comenzó fabricando un tubo de metal con dos lentes pulidas en cada extremo
para poder comprobar la veracidad de sus teorías, los actuales físicos europeos han utilizado
exactamente el mismo método con la construcción del gigantesco acelerador de partículas LHC. El
hecho de que este último instrumento tenga 27 kilómetros de circunferencia y haya costado unos
1700 millones de euros sólo lo diferencia cuantitativamente, no cualitativamente, de los humildes
aparatos de observación construidos por el matemático de Pisa. Sobre todo si recordamos que
semejante herramienta tiene como única finalidad llevar a cabo meros experimentos, con los cuales
se espera comprobar si son ciertas o no varias teorías actuales aún no demostradas empíricamente. Si
tenemos en cuenta el coste del aparato y que además se destinarán 140 millones de euros para poder
realizar pruebas con él, podremos observar como la ciencia moderna dirige los recursos de los que
dispone sobre todo a construir instrumentos con los que poder llevar a cabo los experimentos que
necesita para validar teorías.
La especial insistencia de Galileo en la necesidad de realizar experimentos y de conservar la
autonomía en la ciencia le han consagrado como el padre del método experimental. Idea que ya
forma parte del inconsciente colectivo, tal como puede verse en la mayoría de los libros de historia.
Baste destacar estas palabras de G. Reale y D. Antiseri: “La ciencia moderna es la ciencia de Galileo,
en la explicitación de sus supuestos, en la delimitación de su autonomía y en el descubrimiento de las
reglas del método”11. Puede que, como bien advierte Federico di Trocchio en su libro Las mentiras de
la ciencia,12 Galileo, al igual que muchos otros científicos posteriores, no realizase algunos de los
experimentos que relató en sus obras. Seguramente consideraba que sus cálculos matemáticos eran
más que suficientes para demostrar la certeza de muchos de los experimentos que propuso sin
necesidad de realizarlos. También puede que no los hiciese porque en su época no podía construir
aparatos de medición lo suficientemente precisos. Es más que probable que nunca llevase a cabo el
experimento del plano inclinado para comprobar la veracidad de su ley del movimiento
uniformemente acelerado. Tampoco que tirase una bala de cañón desde lo alto del mástil de un barco
en movimiento para ver si caía perpendicularmente en su base tal como vaticinaba. Pero lo que si
logró sin duda fue que, a partir de él, se generalizase rápidamente la idea de que un científico sólo acepta
como cierta una teoría si se ha comprobado experimentalmente, teniendo así la seguridad de asentar su
conocimiento sobre una base indudablemente sólida. Idea que para el año 1794, cuando se funda en
la Francia napoleónica la École Polytechnique de París junto con el Muséum National d´Historie
Naturelle, era ya la que tenía cualquier científico europeo y la de cualquiera de hoy día.
Esta supuesta posibilidad de poder comprobar si lo teorizado es verdadero le ha permitido a la
ciencia moderna avanzar y alcanzar su actual grado de desarrollo y prestigio. Pero, en contra de lo
que pueda parecer, lo realmente importante de las ciencias empíricas, y lo que le ha dado poder y
autoridad, no es responder a las grandes cuestiones filosóficas. Puede que lo intenten con continua
prepotencia, pero mucho me temo que aún siguen todas tan inconclusas como antes de su aparición.
10 Profesor
en la Universidad de Santiago de Compostela.
11
Reale, G. y Antiseri, D. Historia del pensamiento filosófico y científico, Barcelona, Herder, 2001, p. 247.
12
Di Trocchio, F. Las mentiras de la ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 1995, Capítulo I.
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
Lo que de verdad convierte en útil e imprescindible a la ciencia moderna es su simple función de
pitonisa, es decir, de prever el futuro. Los oráculos siempre han sido muy apreciados por todas la
sociedades, pues pocas cosas hay más útiles para planificar la vida y escapar de las contingencias de
este mundo que saber lo que nos sucederá. Oficio al que se dedica la ciencia porque establece leyes
sobre fenómenos naturales que siempre se cumplen. “Siempre” significa que se cumplen en todo
lugar y momento: pasado, presente y, sobre todo, futuro. Saber, por ejemplo, cosas tan
aparentemente mundanas como que mañana lloverá o que cuando encienda el automóvil arrancará,
es lo que lleva a las personas a confiar en la ciencia y a considerar su método experimental como el
mejor de los posibles.
De esta manera, desde Galileo, para el científico natural la verdad está en el experimento. Poco
importa lo absurdo o verosímil de las teorías científicas, sino tan sólo si se cumplen al ponerlas a
prueba. Este método, y el entorno controlado en que se lleva a cabo, permitió el gran desarrollo de la
ciencia empírica. También, según fueron necesarios más experimentos para objetos específicos, su
diversificación y especialización en las diferentes ramas que la componen (física, química, biología,
etc.) con sus correspondientes laboratorios y profesionales. Claro que, lo supuestamente infalible del
método experimental y sus útiles resultados, pronto llevaron a las ciencias naturales a desplazar
despóticamente cualquier otro saber que no fuese como ellas, es decir, empírico. Así lograron un
lugar central y de control total en la sociedad occidental, que a su vez lo exportó a todas partes
cuando en el siglo XIX colonizó y dominó el mundo. Esto propició que el positivismo del francés A.
Comte fuese una corriente importante de la época. No en vano este profesor de matemáticas había
estudiado en la Escuela Politécnica de París. Escuela que, como ya mencioné, adoptó desde sus
inicios el método experimental propuesto por Galileo como el mejor de los posibles. Comte era de
corte tan platónico como el científico de Pisa, pero no sólo consideraba que todos los fenómenos
están sometidos a invariables leyes naturales que pueden averiguarse, sino que además iba un paso
más allá. Seguía la doctrina política propuesta en La República de que la sociedad debe estar regida por
quienes poseen el verdadero conocimiento, pero en una versión más acorde con los nuevos tiempos
en los que la ciencia se había vuelto poderosa y ya no tenía que humillarse ante la Iglesia. Para este
autor, los nuevos sabios que conocían la Verdad gracias al método experimental eran los científicos,
élite que debía gobernar de forma paternalista la sociedad. Esto provocaría que, cuanto más
conocimiento científico haya en la sociedad, más moral habrá también en ella. Por lo que, para
Comte, una sociedad industrializada será siempre más pacifica que una no industrializada.
Esta concepción positiva del mundo proviene de que se veía a la ciencia como una línea recta
ascendente, que parte desde la aparición del método experimental y va acumulando conocimientos
hasta el infinito. De manera que la idea que rige el positivismo, y que a comienzos del siglo XX
recogerá el neopositivismo del Círculo de Viena, es simple y lógica: si el método empírico no falla
nunca, utilizando exclusivamente éste llegaremos siempre a conocimientos seguros e indudables. Sobre esta
base se pueden ir acumulando nuevos conocimientos que también son siempre ciertos al provenir del
mismo método infalible. De manera que así se avanza indefinidamente hacia un futuro cada vez
mejor. Por tanto la ciencia tan sólo puede traer cosas buenas y mundo regido por ella será siempre un
mundo feliz.
Tan maravilloso porvenir parece que no cuadra con las dos Guerras Mundiales, las cuales
mostraron al mundo que los avances científicos no siempre conllevan cosas buenas para la
humanidad. Quizás el mejor ejemplo sea el de la Alemania nazi de la II Guerra Mundial. El hecho de
que fuese uno de los países más industrializados y con la ciencia más avanzada de la época no parece
que provocase grandes beneficios ni a esa nación ni a la humanidad en su conjunto, sino más bien
todo lo contrario. Incluso el infalible método experimental que Galileo tanto apreciaba sirvió en este
caso para aumentar el exterminio en los campos de concentración nazis. Lugares que eran el culmen
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
del pensamiento ilustrado, pues en ellos todo era racionalmente eficaz para un correcto
funcionamiento.
Aunque inicialmente los campos de extermino no eran así, en realidad al principio ni siquiera
existían como tales. Es bien conocido que, aunque al final consiguió desarrollar eficazmente su
misión, el holocausto comenzó de manera un tanto chapucera. Inicialmente los nazis tenían que
disparar a los desdichados judíos directamente en algún descampado para luego enterrarlos con
escavadoras. Lógicamente buscaron un método más rápido y menos farragoso. Pronto diseñaron
camiones con cámaras especiales donde ahogar a sus victimas con los vapores del tubo de escape. De
esta cámara de gas portátil a la fija, mucho más grande y rápida, tan sólo hay un paso. Sólo había que
diseñar un campo donde instalarla, que estuviese en algún lugar discreto, con una buena vía férrea
para poder llevar la mercancía y un crematorio para deshacerse de las pruebas. Claro que Chelmno, el
primer campo de extermino construido en 1941, estaba muy lejos de la eficiencia conseguida con la
cumbre del proyecto nazi denominado Solución Final: El campo de Auschwitz II-Birkenau,
terminado en 1943. Para lograr este éxito tecno-científico bastaron pocos años de experimentos.
Gracias a los cuales los científicos nazis encontraron la formula más adecuada para eliminar judíos de
la forma más rápida y económica posible. Esta consistía en aplicar racionalmente los descubrimientos
científicos modernos para conseguir lograr con éxito la misión de exterminio que tenía el campo, que
no debía ser entorpecida por sentimentalismos románticos o primitivos sistemas de ejecución
tradicionales (estilo degollación, lapidación, picota medieval, etc.). Cualquiera que visite un campo de
concentración podrá comprobar fácilmente como en ellos tan sólo había orden, racionalidad y la
tecnología más moderna de la época; nunca caos ni atraso tercermundista. Por lo que los nazis
podían jactarse de que en ellos se cumplía a la perfección el ideal positivista de aplicar una ciencia
objetiva y con un progreso constante.
Tras la desilusión de que no hay una ciencia intrínsecamente buena, al positivista aún le
quedaba la defensa de que la ciencia, aunque se le pueda dar un uso bueno o malo, siempre progresa
en línea recta ascendente acumulando conocimientos hasta el infinito. Pero otro vistazo realista a la
historia de la ciencia, como el realizado por T. S. Kuhn en La estructuras de las revoluciones científicas,
permite ver que ésta no siempre estuvo en la misma línea de investigación, sino que la ha cambiado
en muchas ocasiones debido a causas completamente externas a ella misma. Por tanto la historia de
la ciencia no es una línea recta ascendente y acumulativa de conocimientos, sino más bien una línea
en zigzag, en donde los grandes avances científicos se producen cuando todo el saber anterior se deja
de lado y se parte de una base o concepción del mundo completamente nueva que, como todos
sabemos, Kuhn denomina “paradigma”. Claro que, como bien advierte P. Feyerabend, al científico
no le conviene nada admitir esto puesto que vive del crédito que le proporciona el manejo de una
ciencia que vende como saber inmutable e infalible. Por lo que, para mantener su prestigio y poder,
únicamente defenderá la existencia de un modelo de ciencia que no depende de contingencias
externas (objetivo) y que es siempre exitoso. Esta buena imagen se consigue con el simple truco de
publicar tan sólo los buenos resultados de las investigaciones y de no mencionar nunca los fracasos,
así como del de utilizar un lenguaje técnico que no parezca mundano, sino siempre objetivo y
racional (al margen de las siempre cambiantes emociones). Pero sobre todo esto se consigue
eliminando de la sociedad cualquier otra clase de conocimiento con el que pueda compararse o
competir el científico, para que todos los logros sean en exclusiva producto de este último.
Esto permite que el científico ya no parezca un simple ser humano sujeto a las limitaciones
propias de su especie, por lo que el saber que genere también tendrá esta propiedad de ser
sobrehumano. Si partimos de la idea de que toda persona necesitan creer en algo más grande que ella
misma para poder confiar en ello y considerar que le puede ayudar en sus dificultades diarias,
entonces tendremos la explicación del aprecio actual que se tiene a la ciencia en nuestra sociedad.
Esto explica la idea de Feyerabend de que la ciencia actual, al formar parte del Estado, ocupa el lugar
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que en la Edad Media la Iglesia tenía en la sociedad. Así, si antes la religión era el saber innegable y
sus ministros eran quienes lo interpretaban en exclusiva, ahora es la ciencia la que jamás falla y los
científicos son los que manejan este saber superior a cualquier otro meramente humano. Puede que
los sacerdotes de antaño leyesen en un latín exclusivo de su clase la Verdad en su libro sagrado, pero
los científicos actuales afirman hacer lo mismo al leerla en el libro de la naturaleza escrito en las
matemáticas que sólo ellos creen poder comprender y comprobar experimentalmente. Ambas clases
dominantes visten hábitos distintivos del resto de los mortales, elaborando su saber en grandes
centros construidos específicamente para ello y que están apartados de lo terrenal. También se forma,
mediante un largo aprendizaje en centros especiales que poseen su propio lenguaje y doctrina, en una
determinada concepción del mundo a quien quiere entrar en alguno de estos dos selectos grupos. La
única diferencia es que unos llevan sotana negra y trabajan en seminarios o grandes catedrales,
mientras que otros llevan bata blanca y trabajan también en grandes edificios llamados universidades
o institutos de investigación. Lógicamente en su lucha por acaparar la Verdad ambas clases se
encuentran enfrentadas para no perder ni poder, ni privilegios, ni sobre todo adeptos. Claro que al
final la mayoría de los ciudadanos escapa de esta guerra por la búsqueda del dominio con una
solución principalmente práctica: simplemente utilizan ambos saberes de forma complementaria. Así
cuando uno falla, acuden al otro. Aunque otra posibilidad es que usen ambos a la vez. Baste el
ejemplo clásico del caso de enfermedad grave, donde primero se acude al médico y, si éste falla, se
acude al sacerdote para que nos procure una ayuda divina extra. Claro que es igualmente común el
optar por la solución más segura y práctica: ser operado por el médico y rezar para que la operación
salga lo mejor posible.
Pero no es mi intención aquí insistir en la vieja lucha entre religión y ciencia, tampoco en la
importante idea de un paralelismo entre ambas. Simplemente se trata de mostrar el carácter mundano
o humano de la ciencia que el positivismo y el actual neopositivismo que aún sobrevive en la
sociedad le niegan. Como ya mencioné, al científico le conviene que se le vea como un sujeto
epistémico ideal en un laboratorio sacrosanto al margen del mundo, aunque al final no sea más que
un mortal como cualquier otro. Claro que para disfrazar este hecho evidente se escuda en un
supuesto objetivismo, que Feyerabend denuncia como una farsa, explicando que no es más que una
forma de hablar del científico con la que quiere esconder su visión del mundo mostrándola como
algo objetivo. Algo fácil de comprobar cuando se le pregunta a varios expertos científicos sobre un
tema actual de su disciplina, ya que es común encontrarse tantas respuestas como expertos.
Fenómeno que todos hemos podido apreciar en la medicina cuando estamos enfermos de algo, pues
cada médico consultado suele recomendar una solución distinta aunque mostrada dentro del más
puro objetivismo universal. Esto no ocurre sólo en la ciencia de Hipócrates, sino en todas las
empíricas cuando se consulta a sus respectivos especialistas. El hecho de que cada uno tenga una
opinión propia -algo que debería ser normal por otra parte- no sólo no cuadra con el objetivismo
científico, sino que suele ser una acusación de falta de rigor u objetividad que los propios científicos
hacen a las demás disciplinas. No sólo en el caso de la filosofía, donde califican de inaceptable que un
filósofo diga una opinión sobre un tema y otro diga otra diferente (mientras en su caso esto es
calificado de ciencia o ciencia teórica), sino en todos los saberes no considerados tradicionalmente
como científicos. Este prejuicio es el que lleva a sostener absurdamente a los científicos que, por
ejemplo, cuando tenemos dos físicos de igual prestigio, pero con argumentos contrapuestos sobre
una teoría física todavía no probada, que estos no están haciendo metafísica, sino física teórica,
aunque en realidad lo único que les diferencia de los despreciados filósofos en ese momento son sus
batas blancas y que estarán en algún laboratorio. Por eso, si analizamos de la misma forma en que la
ciencia analiza las disciplinas diferentes de ella, el hecho de que haya científicos con distintas
opiniones sobre un tema sólo puede significar tres cosas: que su método esté mal, que haya sido
aplicado mal o que sea un método infalible pero no aplicable por seres falibles (como son los
humanos). Sólo cabrían estas tres posibilidades porque con un método que siempre da un resultado
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universalmente verdadero no tendría sentido alguno opinar sobre ningún tema. Excepto que el
método, su aplicación o aplicadores no obtengan una solución siempre igual. Pero como la ciencia se
basa en que sólo puede haber una respuesta verdadera con su método, entonces si ésta no se da (sino
existe) no puede haber ciencia objetiva. Al igual que sin un Dios supremo no puede haber religión
monoteísta alguna.
Un buen antecedente a esta crítica de la objetividad científica se daba ya en el perspicaz
Husserl, antes incluso de que la II Guerra Mundial mostrara las manipulaciones nazis que puede
esconder el tan supuestamente imparcial objetivismo científico. Husserl acusaba al objetivismo de ser
una alineación de la razón, pues tan sólo admitía una razón objetivista, por lo que la razón humana
quedaba reducida a una cosa al servicio de los ideales que la ciencia daba por supuestos, perdiendo
así su importante función autoreflexiva y, no sólo esto, sino que, además, tan sólo se admitía como
bueno el racionalismo propio de las ciencias empíricas. Por eso cualquier otra disciplina que no usase
la alineada razón instrumental-naturalista era despreciada como conocimiento inferior al científico.
Idea que también hace insostenible Heidegger cuando nos recuerda –siguiendo a Husserl- que todo
ser humano es en un mundo, no en ningún lugar abstracto ideal. Esto significa que el científico
también es un ser histórico como el resto de los miembros de su especie, pues tiene los mismos
prejuicios que cualquier hombre o mujer de su época y está sujeto a las mismas contingencias
(política, economía, fama, et.). Así que el supuesto objetivismo científico no es posible por el mero
hecho de que, como bien advierte realistamente Gadamer en Verdad y Método, no puede haber
interpretación sin prejuicio.
La idea de mundaneidad científica por tanto es advertida por esta tríada alemana de maestros y
discípulos que caracteriza la primera mitad del siglo XX. Pero otro argumento, más actual y
proveniente de la biología, que sigue la misma línea es que el cerebro de los primates, incluido el del
Homo sapiens, parece estar estructurado para seguir el principio de causa-efecto, no pudiendo concebir
los seres humanos un mundo en donde los efectos carezcan de causa, por mucho que luego en
realidad fuese así. Pero, dejando de lado la clásica discusión de si hay ideas innatas al nacer, considero
que basta apoyarse en la manera de concebir la interpretación que tiene Gadamer para ver que el
científico no elabora sus ideas ex nihilo. Cualquier humano necesita de prejuicios, es decir, de ideas o
juicios previos acerca del mundo propios de la cultura y período histórico en que nacemos. Éstos son
los ladrillos con los que la mente construye cualquier cosa que pueda pensar (independientemente de
que tenga ideas innatas o no). Si vaciásemos la cabeza de todo contenido anterior (tradicional), tal
como pretendía el objetivismo científico, entonces no podríamos pensar nada. En realidad siempre
manejamos prejuicios; simplemente algunos tienen fundamento y otros no. La misión del científico
no es deshacerse de todo prejuicio, cosa no sólo imposible (porque no puede lograrse), sino porque
de conseguirse no podríamos llevar a cabo ningún trabajo mental. Situación que suele ilustrarse bien
con el clásico ejemplo de Kant cuando habla de una paloma que pensase que, sin la resistencia del
aire, volaría más rápido, mientras que todo físico sabe que en realidad sin la resistencia que provoca
el aire en las alas de un pájaro éste no podría volar, pues de nada sirve batir las alas en el vacío. Por
eso debe abandonarse la idea prepotente de que podemos liberarnos de todo prejuicio, aceptando la
más realista, y no por ello menos importante, de intentar averiguar cuáles son ciertos y cuáles no.
Puede replicarse que, si bien la ciencia se lleva a cabo por meros hombres o mujeres, el método
que usan es sobrehumano. Pero al respecto se intentará mostrar que, como todo lo que tiene origen
humano, las ciencias naturales son igualmente limitadas. Primero porque no parece posible que de
algo limitado o imperfecto, como son las personas, pueda salir lo ilimitado o perfecto. Segundo
porque, viendo la historia de la ciencia o como funciona actualmente, pueden apreciarse cambios o
mutaciones en este saber y su método que algunos califican de incorruptibles. Por lo que parece que
la ciencia no es un saber divino o ideal, sino imperfecto y que sufre alteraciones constantes por
influencias externas a ella misma. Esto puede sostenerse sin necesidad de mencionar todavía la
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famosa y polémica teoría del caos, la cual defiende que la naturaleza no está escrita en matemáticas
como creía Galileo y, desde él, la ciencia moderna. En realidad la matemática sólo sería una forma en
la que el ser humano trata de ordenar o comprender, según su subjetiva estructura mental de causaefecto, un universo caótico y no medible. Muy probablemente cierta, la teoría del caos eliminaría toda
la ciencia moderna de un plumazo o, como mucho, la dejaría como mera forma humanamente
subjetiva de ver y controlar el mundo.
Pero estas ideas no buscan un enfrentamiento o rechazo total de la ciencia. En su campo
funciona y en ocasiones trae beneficios. El problema surge cuando quiere usarse para dominar o
desplazar otros saberes, calificándolos de inferiores por supuesta imperfección (producto sólo de no
ser como la ciencia dominante) sin que ésta se haya siquiera molestado en comprobar si lo que dicen
es acertado o no, contradiciendo así su propio método, consistente en comprobar algo para ver su
certeza o falsedad, con este prejuicio de considerar a priori todo saber no científico como erróneo.
Este despótico régimen científico, que como mencioné Feyerabend ponía al descubierto, hace que
sea importante que siempre se recuerde que la ciencia es limitada y que no siempre tiene razón,
acertando unas veces y fallando enormemente otras, por mucha inseguridad que esto pueda causar,
por ejemplo, al comprador de un champú anticaspa científicamente testado. Así que deben
recordarse las ideas de este físico y anarquista científico: “La ciencia no es superior en virtud de su
método, puesto que no hay ningún método, y tampoco lo es en virtud de sus resultados”.13
II. Situación actual de la ciencia
Hasta aquí el repaso histórico, el cual es de esperar que sea más que suficiente para entrar en
materia y situarnos ante la ciencia de hoy día con una postura menos alineada o más díscola de lo
normal en nuestra sociedad. Visión que permitirá contemplar algunas de sus actuaciones, que antes
podían pasar desapercibidas, de manera más crítica, intentando comprobar en ellas si los filósofos y
críticas que acaban de mencionarse pueden tener algo de razón o no. Para ello debemos centrar
nuestra atención en algunos de los nuevos descubrimientos sobre el tema. Aunque, en los que nos
centraremos son muy pequeños y sencillos, lo realmente importante sobre ellos es que pueden
ayudar de alguna forma a arrojar luz sobre la cuestión de si el método científico permanece siempre
inalterable o no. Esto es más importante de lo que parece a primera vista, pues si el método cambia
es que no es perfecto como defendía el positivismo. De ser inmutable, esto se debería a que siempre
acierta y no es necesario variarlo. Pero, si varia, es que alguna vez falló o era insuficiente, algo que,
como en todo producto humano, suele pasar por provenir de un ser imperfecto, pero que en la
ciencia daría lugar a la duda, pues si ésta falla aunque sólo sea una vez, es que puede fallar en otras
ocasiones. Esto provocaría una gran desconfianza en el gran público, que acostumbra a adorar la
ciencia como saber infalible. No por nada se vende lo probado científicamente como algo indudable.
Por eso los creyentes en la ciencia suelen excusar los errores de su diosa argumentando que se deben
a fallos humanos, no del método científico.
Así, de entre los muchos ejemplos que hay de cambios en el supuestamente inmutable método
científico a lo largo de su zigzageante historia, nos centraremos en el que parece el más actual y claro:
la aparición de lo que puede denominarse irónicamente “ciencia democrática”. Llamada así no
porque las cosas que establezca como ciertas o falsas dependan del sufragio universal, sino por la
participación ciudadana en ella. Para entender esta idea antes debe advertirse que la ciencia
decimonónica sí era llevada a cabo por científicos que trabajaban en sus laboratorios apartados del
mundo que estudiaban. Claro que, como ya se explicó, el hecho de trabajar apartados del mundanal
ruido no significa que ya no se esté trabajando en el mundo, ni menos aún que uno haya perdido
todo prejuicio y se haya vuelto objetivo. Simplemente se tienen los mismos que cualquier persona de
la época, pero se está en un lugar más tranquilo y controlable para realizar experimentos.
13 Feyerabend,
Paul. La ciencia en una sociedad libre, Madrid, Siglo XXI, 1982, p. 124.
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Pero, al igual que el antropólogo en su momento decidió abandonar su cómodo despacho
victoriano para ir a observar las tribus en su propio medio y dejar de estudiar sólo los datos que
sobre ellas recibían en casa, a mediados del siglo XIX el trabajo de campo comenzó a ser una opción
para las ciencias naturales. Las causas quizá sean bastante complejas, pero se podrían explicar
resumidamente diciendo que el aumento de los conocimientos geográficos hizo que se conocieran
nuevos descubrimientos (físicos, climatológicos, biológicos, etc.) fuera de la vieja Europa que
suscitaron el interés científico. La mejora en los medios de transporte y las nuevas colonias
permitieron que los científicos se trasladasen fácilmente para estudiar los nuevos fenómenos
descubiertos. Por lo que una oleada de estudiosos se vio incitada a dejar atrás sus controlables
laboratorios o universidades, para así pasar a tomar datos directamente del medio.
Claro que la nueva tarea planteaba una serie de problemas completamente inesperados. El
primero fue que los datos a recoger eran inmensos, es decir, no abarcables por un simple puñado de
científicos. El segundo es que, aún encima, estos pocos investigadores siempre tenían recursos
limitados (pocos medios técnicos, económicos, políticos, etc.). Esto llevó inevitablemente a la
búsqueda de rentabilidad y ahorro, elaborando así una fórmula de estudio que permitiera conseguir la
mayor cantidad posible de nuevos conocimientos al menor coste. La mejor manera de conseguir esto
es una colaboración amplia y gratuita en las observaciones de los trabajos de campo. Algo que los
científicos actuales incitan a hacer a los ciudadanos de a pie que estén interesados en colaborar en el
sector concreto que quieren estudiar. Pero esta ayuda ciudadana sólo es eficaz si se puede comunicar
de forma rápida y concreta al laboratorio o centro de investigación. Esto se consigue gracias a las
nuevas tecnologías (tipo Internet, GPS, teléfonos móviles, etc.) que están al alcance de todos, pues
hasta hace bien poco sólo estaban en manos de unos pocos militares o científicos. Estos aparatos
permiten al ciudadano medio colaborar en tiempo real y de manera rigurosa con la ciencia.
Existen muchos ejemplos de esta nueva forma de trabajo científico, pero quizá el más
llamativo y multitudinario sea el famoso Proyecto SETI@Home14. SETI es un acrónimo que significa
Search for Extra-Terrestrial Intelligence (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre). Para quien no la
conozca, la historia de este proyecto es sencilla: a principios de los 60 la NASA buscaba formas de
inteligencia extraterrestre en el espacio exterior. Se llegó a la conclusión de que la manera más eficaz
de buscar rastros de actividad inteligente en nuestra inmensa galaxia no era otear a ojo con
telescopios a ver si pasaba algún OVNI despistado. La mejor forma era rastrear el espacio en busca
de ondas de radio, pues son algo básico en cualquier sistema de comunicación moderno. Aquí puede
apreciarse de nuevo la visión prepotente y antropocéntrica de la ciencia moderna, que considera que
solamente hay un único camino posible de adquirir conocimiento verdadero. Como la ciencia del ser
humano comenzó sus formas de comunicación modernas con ondas de radio, esta misma ciencia
espera que el resto de las inteligencias tan sólo puedan recorrer este mismo camino posible de
conocimiento objetivo. La situación es bien parecida al etnocentrismo de la sociedad occidental
colonial, que consideraba que todas las demás culturas seguían de forma atrasada su misma línea de
evolución, al creer que era la única posible. Si esto ya era ridículo y prepotente refiriéndose a la
misma especie en un mismo planeta, imaginemos cuanto más inverosímil puede ser para los
extraterrestres.
Pero más allá de esta cuestión, el caso es que desde ese momento comenzaron a construirse
radiotelescopios que escrutaban el gigantesco universo en busca de señales de radio. Estos aparatos
se construyeron cada vez más grandes, hasta llegar al mayor de ellos en 1963: el de Arecibo, en
Puerto Rico, con 305 metros de diámetro. El problema era que este Leviatán (que hoy día ha sido
superado por la construcción de otro radiotelescopio ruso todavía mayor) recogía más cantidad de
información que la que podía procesar ningún superordenador que exista. Así que a la NASA se le
14 Su
página web es: seti.astroseti.org, donde uno puede informarse y apuntarse en el proyecto.
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ocurrió la gran idea de dejar de usar exclusivamente sus dependencias para realizar sus estudios como
en los viejos tiempos, pasando a utilizar el ordenador más grande del mundo: Internet. Sí, la gran red
de redes es el superordenador más grande jamás construido por la humanidad. También es por tanto
una de las mayores obras conjuntas del Homo sapiens en toda su historia, aunque sea un reflejo del
desaforado consumismo actual. Poco importa que esta gran computadora esté constituida por
millones de PC individuales, el caso es que todos juntos podían revisar más cantidad de información
que todo el resto de los superordenadores existentes.
La forma de colaborar es tan sencilla como la idea del proyecto. Todo ciudadano que lo desee
puede ir a la web del SETI@Home y apuntarse gratuitamente. Hecho esto se instala el programa Seti
y el PC comienza a revisar datos que le manda por la red la Universidad de Berkeley (California), que
es la que se ocupa del proyecto. Tan sólo es preciso aclarar que el programa no es más que un
salvapantallas que se activa cuando el PC queda desocupado. Mediante ese salvapantallas se revisa
una porción diminuta de la ingente información recogida por el radiotelescopio de Arecibo,
mandándose la información de vuelta a Berkeley automáticamente cuando el ordenador vuelve a
conectarse al ciberespacio. Parece poca cosa, pero millones de PC en los millones de ratos que les
quedan libres mientras sus dueños vaguean un rato, consiguen procesar mucha más información que
toda la NASA y los medios a los que ésta podía acceder juntos. Más que ser una metáfora de la tonta
forma en que actualmente se desperdicia mucha y carísima energía en aparatos no usados que
olvidamos encendidos, el proyecto SETI@Home también puede ser una metáfora del poder
individual de cambio que cada uno de nosotros puede tener en la sociedad en que vivimos.
Así que hoy por hoy cualquier internauta que lo desee puede colaborar con los científicos de la
NASA y revisar un trozo minúsculo del universo. De manera que si en la actualidad se produce uno
de los mayores descubrimientos científicos de todos los tiempos -el encuentro de vida extraterrestreéste se deberá seguramente no a un objetivo y genial científico en un laboratorio lejano, sino a un
ciudadano cualquiera en el salón de su casa y sin apenas formación científica alguna. Puede
observarse que este método de investigación está muy lejos del método experimental clásico y de su
importantísimo objetivismo. Pero ejemplos como el del SETI@Home no son algo excepcional en la
ciencia actual, sino que cada día son más numerosos en otras ciencias empíricas además de en la
astronomía. Algo lógico por otra parte, pues colaboración gratuita la agradece todo el mundo en su
trabajo, no sólo la ciencia. Máxime cuando la materia a investigar es enorme y los recursos escasos,
situación común a todos los científicos del mundo. Aparte de que, si en otros tiempos el colaborar
desinteresadamente era cosa de algún misionero perdido en África, desde la década de los 90 el
voluntariado en cualquier actividad no sólo es algo normal, sino que está en alza.
Para seguir demostrando la generalidad de la colaboración ciudadana con la ciencia se
mencionarán otros casos que no sean tan cegadores como el del SETI y que tampoco sean
norteamericanos, sino de carácter local y cercano. Aunque prejuiciosamente siempre suele darse
mayor importancia a lo de fuera, Argentina o España, por ejemplo, tienen tanto derecho como
cualquier otro Estado a tener una ciencia aceptable. Sobre todo si se supone que ésta usa un mismo
método objetivo de validez universal. Por tanto, los logros de la ciencia iberoamericana deberían ser
tan válidos como los de cualquier ciencia de otros países más poderosos. Aunque en la práctica, en
caso de no coincidir, la palabra del científico de Harvard o Cambridge parece tener mucho más peso
para la comunidad científica internacional (supuestamente tan objetiva como su método) que la de
un científico de Buenos Aires o de Santiago de Compostela, por ejemplo.
De modo que el siguiente ejemplo que se expondrá es genuinamente español. Se refiere
también a la colaboración con la astronomía, pero en este caso referido a las observaciones con
telescopio. Se trata de los descubrimientos que en el año 2006 realizó la Agrupación Astronómica de
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Mérida,15 formada por meros aficionados que se reúnen por las noches para otear el cielo con sus
propios telescopios domésticos. Uno de ellos, Francisco Rica, observó cinco estrellas que no
aparecían en las cartas astronómicas. Pero no sólo las descubrió, sino que las clasificó acertadamente
como enanas blancas (uno de los tres tipos de estrellas que hay) gracias a la forma de luz que emitían.
En cuanto la revista Astronomía, una de las más prestigiosas del sector en España, publicó la noticia,
el descubrimiento fue reconocido por la comunidad científica internacional. Hallazgos de este tipo,
aunque poco comunes, se han dado en varias ocasiones en diferentes países gracias a los, cada vez
más, aficionados a la astronomía. Pero no debe asombrar que estos no científicos hagan
descubrimientos científicos de este tipo. La cantidad de estrellas que hay en el universo es tal (unos
100 mil millones sólo en nuestra galaxia), que los medios actuales con los que cuenta la astronomía
oficial no son suficientes ni de lejos para documentar o catalogar todas. De nuevo puede apreciarse
como, en los trabajos de campo, los datos son tantos que la ciencia siempre necesita ser ayudada por
ciudadanos en la recopilación de los mismos.
Aunque este voluntariado científico se da en muchas ciencias empíricas, nos centraremos
ahora en la que parece tener más colaboradores hoy día: la biología. Parece claro que la nueva
corriente ecologista, que se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, es la causa de que haya
tantos simpatizantes de esta disciplina. En biología los datos a recoger en los trabajos de campo son
también inmensos para los científicos, que en estos casos de necesidad abandonan su tradicional
prepotencia y se acercan más al ciudadano medio. Así, cada vez son más las personas que colaboran
en la recogida, marcación u observación de aves, peces, tortugas y otros muchos animales. Estos
colaboradores no sólo colocan anillas o etiquetas, sino que también recogen la información de las
mismas como el mejor de los científicos. Esto sucede por ejemplo cada vez que se pone una anilla a
un pájaro o una etiqueta a un pez y que, después de recorrer una gran distancia, son apresados u
observados por un particular, el cual avisa a los científicos de turno que lleven ese proyecto de
marcaje, que pueden estar al otro lado del mundo o en otro país. Esto obliga a los científicos a fiarse,
tanto como de los logros de cualquier otro colega científico, de los datos (lugar de encuentro, hora y
fecha, meteorología, etc) que les trasmita el ciudadano que haya capturado o reconocido el animal
marcado.
Algo que, como ya he mencionado, sólo es posible gracias a las nuevas tecnologías: con el GPS
de su coche o barco el particular puede decir en donde ha encontrado exactamente al animal, con
Internet mandar una foto de su estado, con el móvil avisar en tiempo real al científico para que los
datos puedan incluirse en su estudio de forma efectiva, etc. Todo esto era impensable hasta hace sólo
unas décadas, pero que ahora hace posible que la ciencia ya no sólo la lleven a cabo científicos, sino gente que no
tiene nada que ver con ella y que está tan influida por las contingencias externas del mundo como cualquiera. Para los
científicos esto no invalida en absoluto sus observaciones y las conclusiones científicas que de ellas se
deriven, las cuales se consideran tan rigurosas y objetivas como las realizadas por los científicos más
expertos o supuestamente aislados de influencias externas.
Alguien puede replicar aquí que el supuesto aislacionismo u objetividad del científico sólo tiene
lugar en el momento justo de llevar a cabo el método experimental y observar sus resultados. En este
sentido, la situación de colaboración ciudadana que se describe no influiría en absoluto en el
científico. Pasaría como con la ayuda que siempre ha recibido la ciencia en otros muchos aspectos: su
financiación estatal o privada, el taxi que lleva al científico al laboratorio, el bedel que lo mantiene en
perfecto estado para que funcione, el obrero que lo construyó, etc. Se supone que toda esta
mundaneidad no tocaría al científico únicamente cuando realiza sus experimentos y comprueba sus
La noticia fue recogida por diversos medios de comunicación de todo el mundo. Sin embargo, hoy
día la forma más fácil de conocerla es a través de Internet, en la edición del miércoles 23 de Marzo 2006 del
diario Hoydigital.
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resultados. Ante esta visión tan clasista del trabajo científico sólo cabe recordar la máxima de
Napoleón de que los soldados ganan las batallas pero los generales se llevan la gloria. Basta pensarlo
un poco para ver que muchos logros profesionales que tienen una sola cabeza visible en realidad son
producto de todo un equipo de personas, por lo que al final la batalla la ganan los soldados o –lo que
es lo mismo- los programas de televisión los hace más gente que el presentador. Otro tanto sucede
con la ciencia: primero, se necesita una gran cantidad de personas no científicas en absoluto (es decir,
personas “subjetivas”) para que un simple proyecto de investigación o un laboratorio se ponga en
marcha. Esto no sólo hace que el desarrollo científico sea influido por cosas tan mundanas, por
ejemplo, como la disponibilidad de suelo urbanizable, sino por infinitud de otros muchos factores.
Siendo la política -disciplina llevada a cabo por los seres más partidistas o subjetivos que pueda
imaginarse- quizá una de las que más influya en el objetivismo científico.
Los ejemplos son muchos y muy llamativos, pero uno de los más famosos es el de la llegada
del hombre a la Luna. Para una mentalidad positivista este triunfo científico era inevitable, se
encontraría dentro de esa única línea de evolución científica que sigue la senda del verdadero
conocimiento de forma ascendente-acumulativa. Claro que esta realización objetiva parece
sospechosamente influida por factores totalmente casuales y subjetivos. El primero de todos ellos es
puramente geográfico: El hecho de que Inglaterra sea una isla. De todos es conocido que, durante la
II Guerra Mundial, Hitler necesitaba atacar ese país de la forma más efectiva posible para ganar el
conflicto. De no ser una isla habría mandado su mejor arma contra ella: la Blitzkrieg (guerra
relámpago), que con las fuerzas alemanas de tierra mecanizadas y acorazadas conquistó toda Europa
en poco tiempo. Pero, para atacar a los ingleses, los alemanes necesitaban destruir antes sus defensas
aéreas para poder desembarcar sus tropas de asalto sin que sus barcos fuesen hundidos por el
camino. Tras el fracaso de la aviación alemana en esta misión, Hitler exigió a sus científicos la
construcción de nuevas armas de bombardeo. Así nacieron los primeros misiles: el avión no
tripulado V1 y el gran cohete V2. El principal artífice del proyecto fue el conocido ingeniero
aéreoespacial alemán Werner von Braun, que tras la guerra trabajó en EEUU y diseño el cohete que
llevó al hombre a la Luna: el Saturno V. Pero no se fue a la Luna sólo porque Inglaterra fuese una
isla, sino también por otra causa completamente ajena a la ciencia: la guerra fría. En cuanto acabó la
II Guerra Mundial, comenzó la tensión entre los dos bloques ganadores. De nuevo la distancia entre
ellos hizo necesario diseñar cohetes de bombardeo disuasorio de largo alcance. Estos misiles gigantes
permitieron a los rusos mandar el primer satélite al espacio sustituyendo simplemente la cabeza
nuclear por una cabina, lo que disparó también la lucha por el dominio tecnológico de este nuevo
medio y así comenzó la carrera espacial por ver qué país llegaría antes a la Luna. Esto permite
apreciar como la política obligó a la ciencia a ir en una determinada línea de investigación,
inicialmente sin interés alguno para ella, por meros intereses militares o geográficos. La prueba de
esto es que tras la guerra fría ya no se volvió a viajar a la Luna, algo costosísimo para unos resultados
comerciales muy pobres (en la Luna no hay ningún material que no pueda encontrarse de forma
mucho más barata en la Tierra). Resulta mucho más rentable invertir en satélites de comunicaciones.
Parece que la gente paga más por ver cien canales de televisión que para ver a alguien paseándose por
la Luna. Así que a estas alturas, a diferencia de lo que vaticinaban positivamente los científicos en el
69, no hay ciudades ni viajes comerciales a nuestro viejo satélite.
Pero, además de todos estos incontrolables factores mundanos que influyen en la ciencia, la
forma actual de colaboración ciudadana que se ha explicado ejerce un influjo aún mayor o más grave
para el mantenimiento del objetivismo. Los defensores de la inmutabilidad del método científico
argumentarán que puede que su existencia dependa de circunstancias o personas subjetivas, pero que
su aplicación siempre la lleva a cabo un científico de forma completamente objetiva. Sin embargo, en
los casos de colaboración ya mencionados, los datos del experimento científico los recogen no
científicos. Esto era ya impensable para la ciencia positivista decimonónica, cuyos científicos sólo
debían fiarse de los datos recogidos por ellos mismos en sus controlables laboratorios. Nunca
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
aceptarían nada de un analfabeto de su método si querían que éste siguiese siendo aplicado de forma
pura, es decir, objetivamente. Por lo que aceptar información de extraños ya implica un cambio
grande en la manera de hacer ciencia, la cual se suponía que nunca debía cambiar su forma de actuar
porque sólo hay una buena y ella ya la seguía. Pero la colaboración ciudadana no sólo supone aportar
datos, sino que además ella misma es la que realiza muchos de los experimentos científicos. Esto lo
hace cada vez que ha realizado algún descubrimiento que la ciencia luego ha aprovechado como
propio, incorporándolo a su saber objetivo y siendo la base donde se apoyan otros experimentos o
descubrimientos posteriores.
Para explicar este caso hay ejemplos todavía más escandalosos que los de aquel aficionado a la
astronomía que realizó él solo todo el proceso experimental que supone descubrir una estrella y la
clase a la que pertenece. Como sucede con los que anillan pájaros o avisan del encuentro de una
tortuga marina etiquetada, puede argumentarse que estos aficionados, aunque no son científicos
puros, sí tienen una ligera formación científica, por lo menos en el sentido de que saben como
funciona el método experimental y de que procuran respetarlo en la medida de lo posible en sus
observaciones. Claro que podrían equivocarse en su aplicación por falta de formación o experiencia.
Incluso, por muchas razones, engañar deliberadamente sobre los datos (algo que los científicos no
tienen en cuenta o prefieren ignorar, aceptando la información o experimentos de extraños como
puramente científicos, porque necesitan desesperadamente de la colaboración ciudadana para llevar a
cabo sus investigaciones).
Pero esta colaboración no sólo se refiere al hombre medio de la sociedad occidental. También
se da en el caso de personas de otras culturas que desconocen por completo la ciencia moderna. El
ejemplo más repetido y conocido es el de la farmacología. Poco importa que tras la guerra fría la
ciencia ya no sólo se mantenga por financiación estatal, pues las grandes multinacionales (aún más
subjetivas que los políticos) que hoy día también la hacen posible tampoco dotan de recursos
ilimitados a la investigación. De forma puramente capitalista tratarán de seguir el principio antes
mencionado que regía el trabajo de campo: conseguir el mayor conocimiento al menor coste posible.
Por eso, cuando una empresa de elaboración de fármacos realiza un proyecto de investigación para
buscar nuevos medicamentos en la Amazonía, por ejemplo, no va revisando una por una las miles de
especies de plantas que hay y sus posibles efectos. Mucho más rentable es robar los experimentos de
otros y sus buenos resultados. Quien se ha pasado miles de años experimentando en humanos los
efectos de las plantas de una zona suelen ser los curanderos de las tribus ancestrales del lugar. Por
eso lo mejor para obtener mayor rentabilidad es que los científicos que financies acudan a estas
personas para robarles sus conocimientos médicos. Digo “robar” porque en muchos casos no se le
da nada a cambio al indígena que aporta su saber o lo que se le da no es ni de lejos lo que realmente
vale. Curiosamente, las grandes farmacéuticas no permiten participar a los curanderos de la patente o
de los beneficios derivados de los medicamentos que encontraron gracias a ellos. Esto se conoce
como “biopiratería”, aunque también podría clasificarse como una forma explotadora de hacer la
nueva ciencia democrática de la que se está hablando. No se trata de algo excepcional, sino muy
común y con casos importantes. Entre ellos destacar la concesión exclusiva en 1986 a una empresa
americana de la patente para la famosa ayahuasca, planta alucinógena utilizada por muchos pueblos
indígenas del Amazonas. Destaca también la patente en 1994 a la Universidad de Colorado de la
quinua, cereal andino de alto valor nutritivo cultivado tradicionalmente por los pueblos indígenas de
los Andes. Se podría hablar de otros muchos casos más, aunque quizá el más grave sea cuando
Venezuela firmó el contrato sobre el conocimiento yanomami en 1998, que otorgó los derechos en
exclusiva a la Universidad de Zurich sobre todo el conocimiento de este pueblo indígena.
Estos ejemplos que acabo de mencionar, además de su injusticia, también serían el colmo de
los colmos para el purismo positivista. No sólo se trata de gente corriente que aporta datos
subjetivos a un científico que luego los utilizará supuestamente de forma objetiva, sino de analfabetos
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
o “salvajes” que realizan experimentos científicos reconocidos por toda la comunidad científica
internacional. Estos descubrimientos, aunque no siguieron en absoluto las objetivísimas normas del
procedimiento científico moderno, se consideran tan válidos e importantes como los de cualquier
otro científico. Algo impensable para la ciencia hasta hace bien poco y ahora cada vez más común en
todo el mundo. Por eso puede hablarse de un nuevo paradigma científico: el de la observación o
experimentación científica realizada por no científicos.
Este paradigma está actualmente vigente en la ciencia de todo el planeta. Para comprobar no
sólo su existencia, sino su gran importancia, de nuevo nos centraremos en ejemplos propios y
cercanos. Citar casos de grandes proyectos de investigación anglosajones, tipo seguimiento de
ballenas o tiburones, parecería darle más realidad y prestigio a la demostración. Pero será mejor dejar
de lado nuestro extendido complejo de inferioridad y centrarnos en los ejemplos patrios, que por
otra parte son un reflejo a menor escala de lo que sucede igualmente por todo el mundo. Los
ejemplos provienen de la biología, que como ya mencioné es la ciencia empírica que más cooperantes
tiene y también la más conocida actualmente. Dentro de ella podría destacan los programas de
anillado de aves (que necesitan muchos voluntarios) o de recogida de peces etiquetados. Estos
últimos están siendo recogidos ahora mismo en España por pescadores gallegos, que, a pesar de sus
pocos conocimientos científicos, proveen a la Universidad de Vigo de todos los datos que manejará
en el estudio de una especie de pez que marcó. Gracias a estas colaboraciones voluntarias esta
Universidad completará el experimento comenzado cuando etiquetó a los peces jóvenes y los soltó
de nuevo. En este caso se trata de un tipo de lenguado, como puede apreciarse en la imagen del
cartel que está en todas las lonjas de Galicia, en el que se ofrece una recompensa de 50 euros para
quien encuentre un ejemplar de esa especie etiquetado y aporte datos del mismo (lugar y hora de
captura, medidas, profundidad, etc.).
Pero sin duda el caso gallego que más colaboradores tiene es el de la CEMMA (Coordinadora
para o Estudo dos Mamíferos Mariños), organización que desde 1992 estudia los cetáceos, focas y hasta
tortugas marinas de las costas galaicas. Como otras muchas instituciones científicas españolas, la
CEMMA no dispone ni lejanamente de los medios necesarios para desarrollar una mínima
investigación seria. Por eso, si los norteamericanos tienen una gran flota de embarcaciones científicas
y satélites para recopilar datos sobre sus cetáceos, esta humilde organización sólo dispone de un
todoterreno para patrullar los intrincados 1659 kilómetros que caracterizan el litoral de Galicia. Pero
como el hambre agudiza el ingenio, a los sacrificados biólogos de la CEMMA se les ocurrió poner a
su servicio toda una flota de barcos dotados de buenos medios técnicos: las más de 8000
embarcaciones de pescadores y particulares que navegan todos los días por aguas gallegas. Así que
sólo tuvieron que pedir a la gente que cada vez que viesen un delfín, ballena o similar les avisen de
inmediato. Como ya se explicó, gracias a la tecnología actual esto se puede hacer de forma muy
precisa: localización por GPS del barco, aviso en tiempo real por móvil (al tener cobertura hasta 10
millas desde la costa), envío de fotos por Internet, etc. Con estos datos, aparentemente nimios, la
CEMMA averigua multitud de cosas importantes para el conocimiento de los mamíferos marinos en
Galicia. Para entender esto basta imaginar el caso de una llamada de avistamiento de delfines en la
costa coruñesa. Si sólo un cuarto de hora después se recibe otra llamada desde la distante Vigo sobre
el avistamiento de la misma especie de delfínidos, es que hay dos poblaciones diferentes en las costas
gallegas. Algo que la CEMMA nunca podría averiguar por sí sola y que es básico para los estudios
científicos que realiza.
Quiero advertir que, como bien recogen los archivos16 de la organización, la mayor parte de los
datos de la CEMMA proviene de la colaboración ciudadana. En el caso de los registros de
Disponibles para cualquier socio en su local: CEMMA, Rúa Tomás Mirambell 90, 36340, Nigrán
(Pontevedra-España).
16
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
varamientos (cuando un animal aparece en la costa fuera del agua), el 90% fueron conocidos por
avisos de particulares. En el caso de avistamientos (cuando se observa un animal en el mar) el
número de avisos de ciudadanos es menor, lógicamente, pero aún así sigue habiendo muchos: sobre
un 70%, aunque varia cada año por las condiciones atmosféricas. Por tanto la CEMMA elabora y
comprueba sus teorías científicas a partir sobre todo de la colaboración ciudadana. Esta es una
situación de dependencia científica hacia el hombre de la calle, es decir, de lo supuestamente “objetivo” respecto a lo
“subjetivo”. Dependencia que llega incluso hasta al punto de que no se trata de datos anecdóticos
aportados por ciudadanos no científicos, sino que, en este caso, todo el trabajo actual de la CEMMA
sería imposible sin la ayuda de pescadores, bañistas, paseantes... ya que ellos dan total cobertura al
litoral gallego. Esto es algo que la organización admite abiertamente sin considerar por ello que deje
de ser completamente “científica”, como puede verse en su boletín informativo: Eubalaena.17. Sin la
interacción ciudadana los biólogos marinos de esta institución científica no obtendrían datos ni
podrían realizar sus experimentos, por lo que en la práctica han modificado el viejo método
experimental al hacer que participen en él todos sus voluntarios, que desde ese momento son
aceptados como científicos objetivos sin serlo en la realidad. Es interesante entender que esto
también le sucedía al científico positivista clásico, pero que no tenía la humildad de admitir.
Situaciones similares a ésta de la CEMMA y a los ejemplos anteriores que se han mencionado se dan
actualmente en otras muchas instituciones científicas por todo el mundo. Incluidos los investigadores
de cetáceos norteamericanos, que a pesar de todo su equipo, al final también se ven obligados a
recurrir a la colaboración ciudadana para poder llevar a cabo sus proyectos debido a la ingente labor
que supone abarcar el inmenso mar.
Por consiguiente este cambio de perspectiva y de actuación muestra como la ciencia no sigue
un único camino de estudio invariable e ideal a la manera positivista, sino que éste se ve alterado por
los cambios del mundo con tanta facilidad, y en la misma medida, como en cualquier otro producto
cultural humano.
17 Ibid.
Aconsejo consultar especialmente el nº10 de Eubalaena.
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Fco. Javier Irisarri Vázquez
Nuevo paradigma: La ciencia ciudadana
Bibliografía
Ediciones:
Aristóteles: Física, Madrid, Gredos, 1995.
Comte, Auguste, Catecismo positivista o Exposición resumida de la religión universal, Madrid, Editorial Nacional,
1982.
Di Trocchio, Federico: Las mentiras de la ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 1995.
Feyerabend, Paul: Contra el método, Barcelona, Ariel, 1974.
Feyerabend, Paul: La ciencia en una sociedad libre, Madrid, Siglo XXI, 1982.
Gadamer, Hans-Georg: Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1992-1993.
Galilei, Galileo: Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano, Madrid, Alianza
Editorial, 1994.
Heidegger, Martin: Ser y tiempo, Madrid, Trotta, 2003.
Husserl, Edmund:: La filosofía como ciencia estricta, Buenos Aires, Nova, 1981.
Husserl, Edmund: La Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Barcelona, Crítica, 1991.
Kuhn, Thomas S.: La estructura de las revoluciones científicas, Madrid, FCE, 2001.
Minerbi, Alessandra: Atlas ilustrado del nazismo, Madrid, Susaeta, 2001.
Platón, La república, Madrid, Alianza Editorial, 1997.
Reale, Giovanni. y Antiseri, Dario: Historia del pensamiento filosófico y científico, Barcelona, Herder, 2001.
Shiva, Vandana:: Biopiratería. El saqueo de la naturaleza y el conocimiento. Madrid, Icaria, 2001.
Páginas web:
www.cemma.org
www.hoy.es
www.seti.astroseti.org
Archivos:
Local de la CEMMA: Rúa Mirambell, 90, 36340, Nigrán (Pontevedra-España).
Fco. Javier Irisarri Vázquez, “ Nuevo paradigma: la ciencia
ciudadana. La observación y experimentación científica realizada
por no científicos como la nueva ciencia ciudadana”, en e-l@tina.
Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 5, nº 20, Buenos
Aires, julio-setiembre de 2007, pp. 59-75. Disponible en línea en
<http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
75
Cahiers ALHIM: La construcción del Estado-Nación en América Latina, siglos 19 y 20
Francia - Saint-Denis 2007-10-15
Los Cahiers ALHIM (Amérique Latine Histoire et Mémoire/ América Latina Historia y
Memoria), de la Universidad de Paris 8, Vincennes Saint-Denis, dedican uno de sus próximos
dossieres (número 15) al análisis de la construcción nacional y del desarrollo de las estructuras
del Estado en los diferentes países de América Latina.
Dicho proyecto se sitúa dentro de una serie temática sobre diferentes aspectos de las sociedades,
de la cultura y de la Historia de América Latina cuyos títulos se pueden ver en el sitio
http://www.reseau-amerique-latine.fr en la sección Sommaire des Revues. Los diez primeros
números de la publicación se pueden leer en su versión electrónica en la dirección siguiente:
http://alhim.revues.org/
El tema de la construcción nacional y la creación del Estado contemporáneo en los diferentes
países de América latina, es una cuestión que abre una pluralidad de puntos de vista, que se
organizará según dos ejes.
•
La primera aproximación tratará sobre los diferentes procesos de construcción identitaria
acerca del concepto de nación (ciudadanía, patriotismo, simbología, discurso nacional,
mitos fundadores, …)
•
La segunda aproximación abarcará los procesos de puesta en marcha de las nuevas
estructuras estatales que gestionan la estructuración del territorio, la creación y profusión
de la nueva identidad nacional, las riquezas del país, las relaciones internacionales y el
control de la sociedad civil.
Idiomas utilizados: español, francés, inglés, portugués.
Un resumen de unas 500 palabras nos será dirigido antes del 15 de octubre de 2007, por e-mail,
a: [email protected]
Gracias por mencionar sus datos profesionales y comunicar un breve CV (lista de sus
publicaciones).
Los artículos definitivos (30 000 signos lo máximo) serán transmitidos antes del 25 de enero de
2008.
Contacto: Enrique FERNANDEZ DOMINGO ([email protected])
Dirección: Enrique FERNANDEZ DOMINGO, ALHIM, Université Paris 8 - Vincennes SaintDenis, 2 rue de La Liberté, 93526 Saint-Denis Cedex.
http://alhim.revues.org/
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Resúmenes / Abstracts
IMMANNUEL WALLERSTEIN
PERSPECTIVAS DE LA RECONSTRUCCIÓN DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Creo que nos encontramos en un momento de bifurcación fundamental en el desarrollo del sistemamundo. Pienso que, no obstante, lo discutimos como si se tratara de una transición ordinaria mas en el cauce
de una evolución cuasi-predestinada. Lo que debemos hacer es "impensar" no sólo el desarrollismo neoclásico
tradicional, sino también el desarrollismo de sus críticos de izquierda, cuyas tesis resurgen regularmente a
pesar de todos sus rechazos, pero que en realidad comparten la misma epistemología.
Yo voy elaborar dos tesis principales en esta ponencia.
Tesis No. 1: Es absolutamente imposible que la América Latina se desarrolle, no importa cuales sean
las políticas gubernamentales, porque lo que se desarrolla no son los países. Lo que se desarrolla es
únicamente la economía-mundo capitalista y esta economía-mundo es de naturaleza polarizadora.
Tesis No. 2: La economía-mundo capitalista se desarrolla con tanto éxito que se está destruyendo, y
por eso nos encontramos frente a una bifurcaciòn histórica que señala la desintegración de este sistemamundo, sin que se nos ofrezca a cambio ninguna garantía de mejoramiento de nuestra existencia social...
A pesar de todo, pienso que les traigo a Vds. un mensaje de esperanza.
PERSPECTIVES ON THE RECONSTRUCTION OF LATIN AMERICA AND THE
CAREBEAN
We are at a time of fundamental bifurcation in course of development of the world-system. However,
we deal with it as if it were an ordinary transition in the course of a predestinated evolution. We should
“unthink” not just the traditional neoclassical developmentalism, but also the developmentalism of its left
wing critics, whose thesis regularly reemerge despite all of their rejections, and which in fact share the same
epistemology.
I will make two thesis in this paper.
Thesis No. 1: It is absolutely impossible for Latin America to develop, no matter what the government
policies are, because what do develop are not the countries. The only thing that develops is the capitalist world
economy, and this world economy is by nature one that polarizes.
Thesis No. 2: The capitalist world economy develops so successfully that it is destroying itself, and that
is why we are facing a historical bifurcation that points at the disintegration of the world system, without it
offering us any warrants of bettering our social existence in exchange…
In spite of all this, I think I have a message of hope.
Ω
EDUARDO ASCUY AMEGHINO
EL CONFLICTO SOCIAL AGRARIO PAMPEANO DURANTE LA CONVERTIBILIDAD:
CONSIDERACIONES Y PROBLEMAS EN TORNO A LA ACCIÓN COLECTIVA DE
PROTESTA
En la región pampeana argentina durante la vigencia del programa económico neoliberal aplicado entre
1991 y 2001 se produjo un gran desarrollo de la producción agrícola. Sin embargo esto ocurrió en el marco de
un agudo proceso de concentración del capital agrario que afectó severamente a los pequeños y medianos
productores, que en muchos casos se endeudaron y quebraron debiendo abandonar sus actividades.
Como respuesta a esta situación durante la década mencionada se produjeron numerosas manifestaciones de protesta rural, que hicieron de los noventa uno de los períodos de mayor conflictividad agraria del siglo
XX.
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Resúmenes
En este artículo nos proponemos reflexionar sobre algunos problemas analíticos vinculados con el estudio del período, en especial sobre las relaciones entre la posición de clase y los diferentes tipos de conflictividad, la posición de los partidos políticos tradicionales sobre los problemas rurales, y la representación de lo
agrario en la ideología de los sectores sociales urbanos.
Palabras claves: conflicto social, convertibilidad, acción colectiva
THE PAMPEANO SOCIAL CONFLICT DURING THE CONVERTIBILITY:
THOUGHTS AND PROBLEMS ABOUT THE COLLECTIVE PROTEST
The Pampean agrarian social conflict during convertibility: some considerations and questions on
collective protest> A great development of agricultural production took place in the Pampean zone during the
neo-liberal economic program applied between 1991 and 2001. However, this development occurred
simultaneously with a process of capital concentration that severely affected small and medium producers. In
many cases, they had to take up credits at a very high interest rate and thus went bankrupt. As a result, there
were a lot of demonstrations of rural protest during the decade, turning it into a peak moment of agrarian
conflict in the XX century. In this paper, I look at some analytical problems related to this period, especially
those that have to do with the relationship between class position and the different types of conflict, the
attitude of traditional political parties towards rural problems, and the representation of the rural world in the
ideology of the urban social segments
Keywords:social conflict, convertibility, collective protest
Ω
FRANCISCO JAVIER IRRISARRI VÁZQUEZ
NUEVO PARADIGMA: LA CIENCIA CIUDADANA. LA OBSERVACIÓN Y
EXPERIMENTACIÓN CIENTÍFICA REALIZADA POR NO CIENTÍFICOS COMO LA
NUEVA CIENCIA CIUDADANA
Este artículo trata de explicar, desde el punto de vista de la Filosofía de la Ciencia, la aparición actual de
un nuevo paradigma científico: la ciencia hecha por el ciudadano no científico. Para ello se divide en dos
grandes partes:
La primera es una breve introducción de como la ciencia moderna aparece con el método
experimental de Galileo, así como su evolución hasta el neopositivismo del siglo XX. También se presta
especial atención a la crítica de este paradigma desde la visión de T. S. Kuhn y se aclara la situación actual de la
ciencia, que ahora ocupa el papel que tenía la religión en la edad media como saber incuestionable, así como su
desprecio por cualquier disciplina que no utilice el método experimental (como la filosofía, por ejemplo).
La segunda explica la situación actual del método científico y los cambios sufridos en las dos últimas
décadas: desaparición del científico como sujeto epistémico ideal encerrado en su laboratorio aparte del
mundo. La antes inexistente y ahora posible, gracias a las nuevas tecnologías, colaboración ciudadana
voluntaria en los trabajos de campo, que da lugar a una nueva revolución del método científico. Especial
atención a esta situación de cambio en Iberoamérica, centrándose en ejemplos propios de esta zona.
Palabras clave: ciencia, experimento, paradigma, ciudadano, voluntariado.
Abstract:
Purpose of this article is to explain, from the point of view of the Philosophy of Science, the recent
appearance of a new scientific paradigm: science done out by non-scientists. The article is divided into two
parts:
The first part consists of a short introduction on how modern science appears linked to Galileo’s
experimental method, as well as of its evolution until the twentieth century’s neopositivism. Special attention
is given to the criticism of the paradigm from the perspective of T. S. Kuhn, and the present-day situation of
science (which has now taken up the role that religion used to play in the Middle Ages as a source of
unquestionable knowledge), is also clarified, along with science’s contempt of any other train of thought that
doesn’t use the experimental method (for example, philosophy).
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78
Resúmenes
The second part explains the situation of the scientific method at present, and the changes it has
undergone in the last two decades: disappearance of the scientist as an epistemic character locked up in his
laboratory and isolated from the rest of the world. The once non-existent and now, thanks to the new
technologies, quite possible voluntary collaboration of citizens in the different fieldworks has given rise to a
new revolution in the scientific method. Special attention is given to this changing situation in Spanishspeaking countries in America, laying great stress on the examples peculiar to this area.
Key words: science, experiment, paradigm, citizen, volunteerism.
LUCIANO ALONSO
Ω
MODO DE DOMINACIÓN Y REGÍMENES DE VIOLENCIA EN LAS
DICTADURAS IBEROAMERICANAS. UN ESBOZO DE COMPARACIÓN
El artículo presenta un ejercicio de reflexión a partir de una operación comparativa sobre las formas
fundamentales de la violencia en cuatro dictaduras iberoamericanas: el salazarismo portugués, el franquismo
español, el pinochetismo chileno y el “proceso de reorganización nacional” argentino. Se definen esas
experiencias autoritarias como dictaduras regresivas, distanciándolas del concepto de fascismo pero al mismo
tiempo observando su “parecido de familia” respecto de determinadas formas represivas. Recurriendo a
elementos de estudios socio-históricos muchas veces divergentes, se construye un marco interpretativo general
y se trata de extraer consecuencias teóricas de una comparación diferenciadora entre los regímenes de
violencia de los cuatro casos citados. Sin negar la multiplicidad de variables que pueden explicar el despliegue
de un modo de dominación, se focaliza la atención en dos aspectos que se consideran importantes para iniciar
un análisis comparativo: las opciones concretas por determinadas técnicas y estrategias represivas y la
consideración de los conflictos como episodios de lucha de clases.
Palabras claves: Modo de dominación / régimen de violencia / dictaduras regresivas / comparación
diferenciadora
Abstract:
The article is an exercise of a comparative operation about the fundamental forms of violence in four
Ibero-American dictatorships: the Portugal of Salazar, the Spanish Franco's regime, the Chilean “pinochetism”
and the Argentinian last dictatorship. These authoritarian experiences are defined as regressive dictatorships,
different from the concept of fascism but at the same time with a “seemed of family” respect of certain
repressive forms. Using elements of divergent social and historical studies, the article offers a general
interpretive frame and theoretical consequences of the comparison from the difference between the rate of
violence in the four mentioned cases. In despite of the multiple variables that can explain the unfolding of a
way of domination, the attention is concentred in two aspects that are considered important to initiate a
comparative analysis: the concrete options for certain technologies and repressive strategies, and the
consideration of conflicts as class struggle episodes.
Key words: Mode of domination / regime of violence / regressive dictatorships / comparison from
the difference
Abstract:
The article is an exercise of a comparative operation about the fundamental forms of violence in four
Ibero-American dictatorships: the Portugal of Salazar, the Spanish Franco's regime, the Chilean “pinochetism”
and the Argentinian last dictatorship. These authoritarian experiences are defined as regressive dictatorships,
different from the concept of fascism but at the same time with a “seemed of family” respect of certain
repressive forms. Using elements of divergent social and historical studies, the article offers a general
interpretive frame and theoretical consequences of the comparison from the difference between the regimes
of violence in the four mentioned cases. In despite of the multiple variables that can explain the unfolding of a
mode of domination, the attention is concentred in two aspects that are considered important to initiate a
comparative analysis: the concrete options for certain technologies and repressive strategies, and the
consideration of conflicts as class struggle episodes.
Key words: Mode of domination / regime of violence / regressive dictatorships / comparison from the
difference
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Resúmenes
REVISTA HISTORIA CRÍTICA
Departamento de Historia de la Universidad de los Andes Colombia
Los editores de la Revista Historia Crítica, del Departamento de Historia de la
Universidad de los Andes, Colombia, invitan a participar en un dossier.
Para el n° 36 (julio-diciembre de 2008), se reciben hasta el 15 de febrero de 2008,
artículos sobre Justicia, sociedad y cultura durante el período colonial y el primer siglo
republicano en América.
Se incluirán, por ejemplo, trabajos relativos a la legislación y sus presupuestos, el
sentido e intereses que reflejó, los debates que generó, la forma en que se aplicó y la
reacción que generó en los actores sociales. Estos trabajos podrán ser comparativos e
interesa en forma especial que involucren la relación entre las formas de hacer justicia y
las costumbres, las creencias, los sentimientos, la moral y su sistema nominativo y
clasificatorio.
Mayor información en: htpp://historiacritica.uniandes.edu.com
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Congresos, reuniones, jornadas
COLOQUIO INTERNACIONAL
“PROBLEMAS DE HISTORIA RECIENTE EN EL CONO SUR”
Buenos Aires, 24 al 26 de octubre, 2006
El Centro de Estudios Latinoamericanos de la Escuela de Humanidades de la Universidad
Nacional de San Martín en el marco de su IV Encuentro Anual y el Instituto de Desarrollo Humano
de la Universidad Nacional de General Sarmiento, invitan al Coloquio Internacional “Problemas de
Historia Reciente en ll Cono Sur”, a realizarse en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre el 24 y
el 26 de cotubre de 2007, con la colaboración de Universidad ARCIS (Chile), Agencia Nacional de
Promoción Científica y Tecnológica, República Argentina y el Programa de Promoción de la
Universidad Argentina, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la República Argentina
Miércoles 24 de octubre
9:30-12:30. Taller “Problemas para enseñar y aprender historia reciente”. Coord:
Florencia Levín y Gonzalo De Amezola (inscripción previa obligatoria)
14:00 – Acto de apertura
14:15 a 16:30 - Panel “Políticas de las dictaduras en el Cono Sur”. Coord. Mariana Iglesias
Carlos Fico (UFRJ, Brasil), “As pretensões saneadoras e pedagógicas da repressão durante a ditadura
militar brasileira: espionagem, tortura, censura, propaganda e combate à corrupção”
·
Vania Markarian (UDELAR, Uruguay), “La coordinación represiva regional vista desde Uruguay”
César Tcach (UNC-CONICET, Argentina) “Manuales y reglamentos militares de circulación reservada:
una mirada historiográfica”
Sebastián Leiva (ARCIS, Chile), “La violencia que no importó. La represión policial a los delincuentes
comunes en los primeros meses de dictadura”
17:00-19:30. Panel “Prácticas y actitudes sociales frente a la dictadura argentina”.
Coord. Diego Benítez
·
Gabriela Águila (UNR, Argentina), "Dictadura y sociedad en Rosario entre 1976 y 1983: actitudes y
comportamientos sociales en una perspectiva de análisis regional"
·
Luciano Alonso (UNL, Argentina), "Integración e impacto del movimiento por los derechos humanos en
una ciudad del litoral argentino"
Daniel Lvovich (UNGS/CONICET, Argentina), “Sociedad civil y consenso social en la Argentina de
la dictadura”
Marina Franco (CEL-UNSAM/ CONICET, Argentina), “De la ‘condena’ a la ‘resistencia’: actores,
prácticas y discursos del exilio”
Federico Lorenz (IDES-UNGS, Argentina), “Los sentidos en pugna sobre Malvinas. Una mirada
sobre la post-dictadura en la Argentina”
19.45. Conferencia de Eduardo Basualdo, "La política económica de la dictadura argentina y sus
proyecciones de largo plazo”
Jueves 25 de octubre
9:30-12:30. Taller “Problemas para investigar sobre historia reciente” (inscripción previa
obligatoria)
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Congresos, reuniones, jornadas
14:00-16:30. Panel “Estudios sobre cultura y culturas en la historia reciente argentina”.
Coord. María Sol Porta
Florencia Levín (UBA, UNGS, Argentina) “Humor gráfico y político en tiempo de represión. El caso del
diario Clarín”
José Luis De Diego (UNLP, Argentina), “Memoria e imaginario; novela y Dictadura”
Sergio Pujol (UNLP- CONICET, Argentina) "El que no salta es un militar. Rock, recitales y política
durante la última dictadura"
Germán Soprano y Luciana Garatte (CONICET, UNLP, UNGS, Argentina), “Política y grupos
académicos universitarios en la Argentina. Análisis comparado de trayectorias en Humanidades y Ciencias Naturales,
1966-1986”
17:00-19.30. Panel: “Problemas metodológicos e historiográficos”. Coord: Laura Ehrlich
·
Carlos Demasi (UDELAR, Uruguay), “La polémica sobre la Historia reciente en el Uruguay: un intento
de explicación”
Roberto Pittaluga (UBA/CeDInCI/SeCyT-ECOS, Argentina), "El pasado reciente argentino:
interrogaciones en torno a dos problemáticas"
Carlos Fico (UFRJ, Brasil), “A ditadura documentada: importância dos acervos de documentos sigilosos
para a história da ditadura militar brasileira”
Claudio Barrientos (UDP, Chile), “Texturas, políticas y fisuras de memorias campesinas: fragmentos
para una contraescritura de la Historia reciente en Chile”.
19.45. Conferencia de Sean Field (University of Cape Town, Sudáfrica), “The Politics of
Disappointment: Trauma, ‘healing’ and regeneration in post-apartheid South Africa”
Viernes 26 de octubre
10:00-12:30. Panel “Los trabajadores bajo las dictaduras”. Coord. César Mónaco
Victoria Basualdo (UBA/ Univ. of Columbia), “Las transformaciones de las formas de organización y
lucha de los trabajadores en las grandes fábricas industriales en Argentina, 1960s-2001. Una aproximación a partir
de los casos de Alpargatas y Acindar"
Daniel Dicósimo (IEHS-UNCPBA, Argentina), “Trabajadores y sindicatos durante la última
dictadura militar en la Argentina. Enfoques y problemas”
Silvina Merenson (IDAES/UNSAM/CONICET, Argentina), “Colores, claves y sedimentaciones del
terrorismo de Estado entre ‘los peludos’ de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas. Bella Unión, Uruguay”
· Claudio Barrientos (UDP, Chile), “De guerrilleros a campesinos. Trabajadores agrícolas y forestales en el sur de
Chile, 1970-2001”
14:00-16:30. Panel “Ideas y prácticas revolucionarias”. Coord: Florencia Osuna
Maria Paula Araujo (UFRJ, Brasil) "Formas de combate ao regime militar brasileiro: luta armada e
resistência”
·
Alejandra Oberti (Memoria Abierta/UBA, Argentina) “Subjetividad, violencia y política"
·
Vera Carnovale (UBA/CONICET, Argentina), "De cada puño un fusil. Componentes bélicos del
imaginario del PRT-ERP"
Marina Cardozo (IDES/UNGS, Argentina), “Memorias del Coordinador: algunas fechas significativas
en la formación del MLN-Tupamaros”
·
Pedro Rosas (ARCIS, Chile) “Historias desde el margen. La subjetividad y la facticidad rebelde en la
década de los 70-80 y la transición política en los 90”
17:00-19.30. Panel: “Memoria(s) de la historia reciente”. Coord: Sabrina Ríos
·
Alvaro De Giorgi (UDELAR, Uruguay), “El pasado reciente en el lejano: una perspectiva sobre el caso
uruguayo"
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Congresos, reuniones, jornadas
Elizabeth Jelin (IDES-CONICET, Argentina), “Silencios, visibilidades y acción colectiva: identidades
étnicas, de clase y de género en los procesos de memorialización”
Ludmila da Silva Catela (UNC-CONICET, Argentina)
·
Maria Paula Araújo (UFRJ, Brasil) “Memórias da resistência: feridas abertas e disputas políticas””
·
Teresa Cáceres (IDES/UNGS, Argentina), “La memoria reciente en Chile: silencios, susurros y
estallidos”
19.45 - Conferencia de Hugo Vezzetti (UBA), “La memoria justa: política e historia".
21:00 – Brindis de cierre
Para mayor información:
CEL-UNSAM Bartolomé Mitre 1869, 1er piso, Buenos Aires
Te: (54-11) 4372-8836 / [email protected]
IDH-UNGS J. M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines, Prov. de Buenos Aires
Te. (54-11) 4469-7702 / [email protected]
Para inscripciones al taller sobre enseñanza de la Historia Reciente:
[email protected] o al tel. (54-11) 4469-7738
Comité organizador: Ernesto Bohoslavsky, Jorge Cernadas, Marina Franco, Mariana Iglesias,
Florencia Levín y Daniel Lvovich
_._,_.___
ψ
9º JORNADAS ROSARINAS DE ANTROPOLOGÍA SOCIOCULTURAL
“RECONOCIMIENTO Y ENCUBRIMIENTO EN LAS POLÍTICAS
NEOLIBERALES. DEBATES SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL
Y LA DESIGUALDAD SOCIAL”
Rosario. Argentina, 25-26 de octubre de 2007
Organizadas por el Departamento de Antropología Sociocultural de la Escuela de
Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de laUniversidad Nacional de Rosario, las
Novenas Jornadas Rosarianas de Antropología Sociocultural tendrán lugar durante los dñias 26 y 27
de octubre de 2007.
La Comisión Organizadora está integrada por Elena Barbier, Rosa De Castro, Verónica
López, Mariana Nemcovsky, Celina Pena y, como Coordinadora General, Ana Esther Koldorf.
Comisiones de Trabajo
1- Antropología y Educación : Coordinador@s: Gabriela Bernardi [email protected];
Mariana Nemcovsky: [email protected] y dos integrantes del Área de Antropología y
Educación.
2Antropología
Jurídica
:
Coordinador@s:
Graciela
B.
Rodríguez:
[email protected]; Matilde Dalmau: [email protected]; Laura Bianciotto:
[email protected] y Marta Fernández Patallo: [email protected].
3- Antropología Y Salud: Coordinador@s: Elida Carracedo: elidacarracedo @hotmail.com;
Marta Abonizio: [email protected] y Matilde Viglianchino: [email protected].
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Congresos, reuniones, jornadas
4- Teoría y Metodología : Coordinador@s: Hector Vazquez: [email protected]; Pablo
Gaitan: [email protected]; Nicolás Barrera: [email protected].
5- Antropología del cuerpo y performance: Coordinador@s: Silvia Citro:
[email protected] ; Yanina Mennelli: [email protected]; Manuela Rodríguez;
María de Los Angeles Gattari; Victoria Garay; Lorena Narciso; Carolina Torres; Área del Cuerpo:
[email protected].
6- Antropología de las ciudades y las ciudadanias: Coordinador@s: Cristina Bloj:
[email protected]; Laura Cardini: [email protected].
7- Movimientos sociales. Trabajo, conflictividad laboral y social . Coordinador@s: Gloria
Rodríguez: [email protected] ; NET (Núcleo de Estudios sobre Trabajo).
8- La problemática de la Memoria en relación a los procesos sociopolíticos: Coordinador@s:
Marcela Valdata: [email protected]; Mirtha Taborda: [email protected] y Juan Manuel
Walmaggia: [email protected]
9- Antropología_RURAL: Coordinador@: Roy Crespy: [email protected] y grupo ARAR:
[email protected]
10Sistemas
de
Creencias:
[email protected]; Juan Renold,
[email protected]
Coordinador@s:
Silvia
Montenegro,
[email protected] y Sofía Fernández,
11- Antropología y Género: Coordinador@s: Ana Esther Koldorf: [email protected];
Marcela López Machado: [email protected]
12- Procesos Socioétnicos : Coordinador@s: Ana C. Fernández: [email protected] [email protected] ; Celina Pena: [email protected];
Verónica López:
[email protected] y Rosa de Castro: [email protected]
13- Antropología y Políticas Públicas: Coordinador@s: Elena Barbieri: [email protected] y
Cecilia Pinto.
14- Antropología: violencia y exclusión: Coordinador@s:
[email protected]; Leandro Giampani: [email protected]
Edith
Cámpora:
15- Arte, Comunicación e Imagen: Coordinador@s: Élida Moreyra: [email protected] y
Maria Affranchino: [email protected].
Otras actividades que se realizarán en el marco de las Jornadas:
Jueves 25/10 a las 11 hs.: Panel "La diversidad en debate: perspectivas desde Latinoamérica" a
cargo de: Dra. María Rosa Neufeld (UBA), Dra. Mónica Tarducci (UBA) y Dr. Alejandro Balazote
(UBA)
Jueves 25/10 a las 19 hs.: Homenaje al Profesor Edgardo Garbulsky. Panelistas: Miryam
Tarragó; Elena Achilli; Cristina Di Bennardi y Pablo Gaitán.
Viernes 26/10 a las 11 hs.: Conferencia a cargo del Dr. Elio Masferrer Kan (México).
Viernes 26/10 a las 18 hs: "Diversidad e Interdisciplinariedad. Un enfoque transversal".
Panelista: Elena Achilli (Escuela de Antropología, UNR), Miriam Stanley (Ciencias Politicas, UNR),
Maria del Carmen Fernández (Escuela de Ciencias de la Educación, UNR)
Organiza: Departamento de Antropología Sociocultural Escuela de Antropología, Facultad de
Humanidades y Artes Universidad Nacional de Rosario, [email protected]
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Congresos, reuniones, jornadas
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VII SEMINARIO INTERNACIONAL NUESTRO PATRIMONIO COMÚN:
"DE LOS MOVIMIENTOS LIBERTARIOS A LAS CORRIENTES
ALTERNATIVAS"
Cádiz (España), 5-9 noviembre 2007
La Asociación de Historia Actual (AHA), la Asociación Andaluza de Antropología (ASANA) y
distintas unidades de docencia e investigación de la Université de Paris X-Nanterre y de la
Universidad de Cádiz convocan para los días 5 al 9 de noviembre de 2007 el VII Seminario
Internacional Nuestro Patrimonio Común, que en esta ocasión dedicará especial atención al estudio
de los movimientos libertarios y las corrientes alternativas en el mundo actual.
Contenidos del seminario
Como en ediciones anteriores, el Seminario aceptará comunicaciones sobre los temas de
encuadre general:
1. Retos de la globalización económica y experiencias de integración regional
2. Identidades nacionales, étnicas y culturales
3. Migraciones contemporáneas
4. Patrimonio natural, medio ambiente y modelos de desarrollo
5. Dictaduras, transiciones y procesos democráticos
6. El papel de la Comunidad Iberoamericana en el mundo actual
Las sesiones específicas de esta edición serán las siguientes:
1. Historia de las ideas y movimientos libertarios en España
2. Mujer y anarquismo
3. Expresiones del anarquismo en el mundo
4. Identidades resistentes
5. Memoria histórica
6. Nuevos movimientos sociales: pluralidad y convergencia
Está confirmada la presencia de conferenciantes de reconocido prestigio provenientes de
Universidades y centros de investigación de Austria, Ecuador, España, Bélgica, Francia, Marruecos y
Reino Unido.
Podrán presentarse comunicaciones libres sobre los temas generales y específicos que articulan
el Seminario. Las comunicaciones deberán ser previamente aceptadas por el Comité Científico y, en
función de su calidad, podrán ser propuestas para su publicación en la "Revista de Historia Actual" o
en "Historia Actual Online". Las comunicaciones no podrán superar las 6.000 palabras y deberán
adaptarse formalmente a los criterios de estilo de la Asociación de Historia Actual, disponibles en
Internet en la siguiente dirección:
http://www.historia-actual.com/hao/pbhaostr.asp?idi=ESP&issr=9&str=instaut
Presentación de comunicaciones:
Hasta el 20 de octubre de 2007: Envío del título y un breve resumen (150 palabras) en
castellano y en inglés a la Secretaría del Seminario.
Hasta el 31 de enero de 2008: Envío de los textos completos de las comunicaciones (máximo
6.000 palabras) para su eventual publicación.
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Congresos, reuniones, jornadas
Información e inscripciones:
Secretaría del VII Seminario Internacional “Nuestro Patrimonio Común”
Asociación de Historia Actual
Facultad de Filosofía y Letras
Avda. Dr. Gómez Ulla, s/n.
Universidad de Cádiz
11003 Cádiz (Esspaña)
Tfno.: +34-956-015573, 74 / Fax: +34-956-015501
E-mail: [email protected]
Web: http://www.historia-actual.com/
ψ
VI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS REGIONES
PAMPEANA Y PATAGÓNICA
Mar del Plata (Argentina), 7-9 de noviembre del 2007
Se desarrollarán en la Universidad Nacional de Mar del Plata, comprendiendo diez mesas de
trabajo.
Mesas de Trabajo
Mesa 1 El proceso de ocupación humana de las regiones pampeana y patagónica.
Coordinación: Federico Valverde y Mabel Fernández.
Mesa 2 El diálogo interdisciplinario entre la Arqueología y la Historia. Aspectos
metodológicos y estudios de caso. Coordinación: Eugenia Néspolo, Mariano Ramos y Susana
Murphy.
Mesa 3 La subsistencia en las regiones pampeanas y patagónicas: estudios desde la
Antropología Social, la Arqueología y la Historia. Coordinación: Marilina Martucci y Matilde Lanza
Mesa 4 Mundo rural y mundo urbano en pampa y patagonia. Coordinación:César Román y
Leandro González
Mesa 5 Procesos de construcción de identidades Coordinación: María del Carmen Cattáneo y
Analía Correa
Mesa 6 El patrimonio cultural: construcción, preservación y difusión. Coordinación: Florencia
Carlón y Ana María Rocchietti
Mesa 7 Espacios de articulación interétnica, siglos XVI a XX. Coordinación: Romina Casali y
Bibiana Andreucci
Mesa 8 Procesos de formación de sitios y tafonomías en las regiones pampeana y patagónica.
Coordinación: Mario Silveira y Emilio Eugenio.
Mesa 9 Historia, antropología y arqueología de momentos recientes. Coordinación: Nicolás
Quiroga y Marilina Martucci
Mesa 10 Estrategias de protección del patrimonio cultural en Mesoamérica Coordinación:
Claudia Gotta y Clementina Battcok.
Comité Académico: Dr. Alejandro Balazote (UBA), Dra. Martha Bechis (Instituto Gino
Germani - UBA, TEFROS), Dra. Mariana Canedo (UNMdP, CONICET), Dra. Amanda Caggiano
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Congresos, reuniones, jornadas
(UNLP, CONICET, CECH); Dr. Eduardo Crivelli Montero (UBA y CONICET), Dr. José Mateo
(UNMdP, CONICET, LARBO, MHP), Dra. Susana Murphy (UNLu, UBA), Mgr. Mariano Ramos
(UNLu-PROARHEP, CONICET), Lic. Ana María Rocchietti (UNRC-UNR), Dr. Mario Silveira
(UBA-IAA)
Comité Organizador: José Mateo (UNMdP, CONICET), Analía Correa (UNMdP, LARBO),
Federico Valverde (UNMdP, LARBO), Mariana Canedo (UNMdP, CONICET), Mirta Masid,
(UNMdP), Romina Casali, (UNMdP), Mariano Ramos (UNLu- PROAHEP, CONICET, TEFROS),
Eugenia Néspolo (UNLu-PROAHEP, TEFROS), Claudia Gotta (UNR), Florencia Carlón
(UNMdP), Leandro González (UNMdP), Marilina Martucci (UNMdP, LARBO), Gabriela Sánchez
(UNMdP), María del Carmen Cattaneo (UNMd, LARBO). Estudiantes: Cecilia Aranguren
(UNMdP), María Eugenia Alemano (UNMdP), Susana González (UNMdp), Lidia Suárez (UNMdP),
Valeria Farrell (UNMdP).
Para mayor información dirigirse a:
Analía Correa
Rectorado Universidad Nacional de Mar del Plata,
Diagonal Alberdi 2695 (7600) Mar del Plata
Teléfono: 54 - 223 - 4921700
[email protected]
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VII COLOQUIO INTERNACIONAL DE HISTORIOGRAFIA EUROPEA y
IV JORNADAS DE ESTUDIOS SOBRE LA MODERNIDAD CLASICA
Mar del Plata, 8-9 de noviembre de 2007
El Coloquio es organizado por el Grupo de Investigación en Historia de Europa Moderna de
la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, dirigido por la
Dra. María Luz González y da continuidad a los realizados en anteriores oportunidades sobre
temáticas relacionadas con la modernidad clásica, con especial incidencia en el área hispana. Es
importante destacar que se trata del único evento científico que se realiza centrado en este período en
el país y que su relevancia se ha puesto de manifiesto en las cinco reuniones anteriores, tanto por el
elevado número de asistentes promedio (200) en cada una de ellas, procedentes de todo el país y de
nuestra ciudad, como por las disertaciones de reconocidos especialistas de nuestro país y del exterior
que han sido incluidas en la edición de las Actas de los Coloquios realizados.
Los objetivos de esta reunión son:
-Poner al alcance la comunidad universitaria y no universitaria, distintos temas relacionados
con las investigaciones y tendencias en la historiografía europea moderna en la actualidad.
-Transmitir a la comunidad algunos resultados de la tarea llevada a cabo por el Grupo de
Investigaciones en Historia de Europa Moderna cuyo proyecto de investigación ha sido subsidiado
por la Secretaría de Investigación y Posgrado de nuestra Universidad, poniendo de manifiesto los
aspectos que se han trabajado en función de algunos de los fines propuestos:
a- programa de investigadores visitantes
b- programa de enlace con Universidades y centros de universidades nacionales y extranjeros
c-programa de extensión promoviendo la articulación con distintos niveles de la enseñanza dprograma de desarrollo de proyectos de trabajo individuales y su articulación en torno a un proyecto
global que actualmente se denomina Privilegios y poderes en la España Moderna e-programa de
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Congresos, reuniones, jornadas
difusión de los resultados obtenidos en las investigaciones que el grupo viene desarrollando desde su
creación. Es un propósito central de este encuentro, promocionar la actualización y el intercambio
con especialistas en estudios europeos que, a partir de diversas perspectivas disciplinarias y teóricas,
reflexionen sobre las cuestiones y propuestas que aborda la historiografía europea en su producción
actual, teniendo en cuenta que la naturaleza de la disciplina histórica ha cambiado en forma casi
permanente desde el primer tercio del siglo XX, si se considera su concepción, su metodología y sus
objetos de interés. Las "nuevas historias" han causado un impacto de diverso grado en historiadores
y países planteando un desafío de actualización en su permanente redefinición. En este clima de
renovación y búsqueda de nuevos caminos, parece oportuno fomentar un ámbito para la
consideración, el análisis y la valoración de diferentes aspectos de la historiografía europea para
contribuir al enriquecimiento y mejor configuración de nuestro campo de trabajo.
Modalidad:
*Exposiciones de especialistas nacionales y del exterior
*Mesas generales para lectura y debate de ponencias
*Discusiones sobre los temas expuestos
Convocatoria: Presentación de trabajos de investigación sobre temas referidos a la Historia de
la Modernidad clásica (siglos XVI-XVIII) desde un punto de vista interdisciplinario.
Información coordinadora: Dra. María Luz González [email protected]
ψ
VI CONGRESO CHILENO DE ANTROPOLOGÍA
ANTROPOLOGÍA AQUÍ: MIRADAS DESDE EL SUR
Valdivia, Chile, 13-17 de noviembre de 2007
El Colegio de Antropólogos de Chile y la Universidad Austral de Valdivia, tienen el agrado de
invitar a usted a participar en el "VI Congreso Chileno de Antropología" a realizarse en la ciudad de
Valdivia entre el 13 y el 17 de noviembre del año 2007.
Este VI Congreso de Antropología lo hemos titulado "Antropología aquí: Miradas desde el
Sur" atendiendo al lugar desde donde queremos levantar el debate y la reflexión disciplinar. Hacemos
una invitación a repensar y debatir, desde y para el Sur, una antropología teórica y práctica de
nuestros espacios, nuestras culturas y nuestras preocupaciones.
La invitación queda abierta entonces, a todos aquellos que desde miradas diversas quieran
reflexionar sobre una disciplina que se piensa y construye en este precario equilibrio de lo plural y lo
singular, lo global y lo local, la inclusión y la exclusión, el norte y el sur.
Para facilitar una mayor interacción y discusión académica en torno a las áreas temáticas a que
corresponden los simposios aceptados, hemos considerado conveniente dar especial protagonismo a
los coordinadores y coordinadoras de cada simposio, por lo que las inscripciones deberán llevarse a
cabo directamente con ellos, a más tardar el 30 de junio de 2007, con copia a la Secretaría Académica
del Congreso.
Estructura del Congreso:
La estructura del Congreso se compone de: Sesiones plenarias de apertura, asamblea general y
clausura; conferencias magistrales; simposios; mesas de comunicaciones; mesas redondas o paneles
de discusión; sección de posters; reuniones y programas culturales.
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Congresos, reuniones, jornadas
Auspicios y Patrocinios del Congreso: Congreso cuenta hasta la fecha con el apoyo de The
Wenner-Gren Foundation, Embajada de Francia, Universidad Austral de Chile, Universidad Católica
de Temuco, Universidad Academia de Humanismo Cristiano; y el patrocinio de Fondecyt-Chile y la
Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA).
Informaciones:
La información relativa al Congreso es difundida en las siguientes páginas web:
www.colegioantropologos.cl y www.humanidades.uach.cl/congreso_antropologia
Las comunicaciones relativas al Congreso deben ser enviadas al e-mail:
[email protected]
Comisión Organizadora
Presidenta Ejecutiva:
Francisca Márquez Belloni, Presidenta Colegio de Antropólogos
Coordinador Comité Organizador:
Roberto Morales Urra, Vicepresidente Colegio de Antropólogos
Coordinador Comité Académico:
Juan Carlos Skewes Vodanovic, Director Colegio de Antropólogos
Comité Ejecutivo:
Alejandra Didier, Yanko González, Debbie Guerra, Mario Muñoz, Juan Eduardo Parry,
Gemma Rojas, Andrea Seleenfreund, Rodrigo Sepúlveda, María Eugenia Solari, Noelia
Carrasco, Ricardo Oyarzún, Rodrigo Moulian.
Comité Académico:
Isabel Cartagena, Guillaume Boccara, Edgardo Garbulsky, Yanko González, Francisco
Gallardo, Debbie Guerra, Pedro Mege, José Luis Martínez, Rosamel Millamán, Rodrigo
Moulian, Daniel Quiroz, Fresia Salinas, Gilberto Sánchez, Flora Vilches, Mónica Weisner, José
Zavala.
3.
Antropol
ogía de
las edades
2.Derechos
Humanos
1. Antropología Médica
Área
Temátic
a
Simposios y Coordinadores
Mesa Redonda asociada
1.1 La Antropología Médica: Lo Uno – Lo Múltiple
Coordinadoras:
Mónica Weisner,[email protected]
Valentina Fajreldin
1.2 Antropología, salud y calidad de vida
Coordinadores:
Ricardo Oyarzún B., [email protected]
Ana María Oyarce
Margarita Sáez
Mesa 1: La salud, la
enfermedad, el cuidado y la
muerte en contexto
intercultural.
2. Memoria, derechos humanos y ciencias humanas
Coordinadores:
Elías Padilla [email protected]
Isabel Reveco
Eugenia M. Ruiz Bry , [email protected]
3.1 Miradas antropológicas del adulto mayor en América latina
Coordinador:
Ramón C. Rocha Manilla, [email protected]
Coordinadores:
Sergio Lerin,
Malva Pedrero,
Margarita Sáez
Mesa 3: Criancas, chabos
bandas, menores, botijas…
Niños adolescentes. De la
investigación de campo a la
implementación de proyectos
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Congresos, reuniones, jornadas
8. Paisaje y
Medio
Ambiente
7.
Antropología
rural
6. Teoría y método
5. Territorios
4. Pueblos indígenas
3.2 Infancia y juventud: ¿nuevos paradigmas?
Coordinadora:
Orielle Ahumada Bisquett, [email protected]
4.1 Pueblos Indígenas, Autonomía y Educación.
Coordinadores:
Luis Campos, [email protected]
Maxim Repetto
4.2 Campo Etnopolítico y Complejidad en el Extremo Norte de
Chile.
Coordinadores:
Jorge Montesinos, [email protected]
Héctor Morales
4.3 Antropología aplicada: Derechos humanos, pueblos indígenas y
justicia territorial en el Chile neoliberal”
Coordinadores:
Alonso Barros, [email protected]
Nancy Yañez
5. Dinámicas del territorio: huellas y signos identitarios en
sociedades locales
Coordinadores:
Francisco Ther Ríos, [email protected]
Gloria B. Rodríguez, [email protected]
Mabel Grimberg
Virginia Manzano
6.1 Lo cualitativo y lo cuantitativo en el análisis sociocultural:
perspectivas y potencialidades para su articulación
Coordinadores:
Juan Moncada,
Héctor Mora, [email protected],
Aldo Vidal,
Omar Barriga,
Guillermo Henríquez
6.2 Zonas temporalmente antropológicas: disputas simbólicas en la
sociedad del conocimiento.
Coordinadores:
Andrés Gomez Seguel, [email protected]
Felipe Ragliantti, [email protected]
6.3 Teoría: la orientación del pensar antropológico
Coordinadora:
Fresia María Salinas, [email protected]
implementación de proyectos
conducentes.
Coordinadores:
Ethel Wolfson Kosminsky,
Hector Castillo Berthier,
Eugenia M. Ruiz Bry,
Mesa 4: Multiculturalismo de
Estado y Agencia Indígena en
Tiempos de Globalización.
Coordinador: Guillaume
Boccara
Mesa 5: Culturas y Políticas,
Políticas de la Cultura,
Coordinador: Oscar Aguilera.
Mesa 6: Cultura y
complejidad: bosquejos
transdisciplinarios.
Coordinador: Francisco Ther
7. Antropología rural: reflexiones críticas y perspectivas teóricas ante
la ruralidad chilena actual.
Coordinadores:
Roberto Hernández, [email protected]
Vanesa Rojas,
Luis Pezo
8. Bosques, estuarios y mares – Ecologías para una comprensión
transdisciplinaria de lo contemporáneo
Coordinadores:
Juan Carlos Skewes, [email protected]
María Eugenia Solari, [email protected]
Carlos Alberto Cioce
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9. Pensar nuestras ciudades desde la antropología urbana.
Coordinadores:
Claudio Cerda, [email protected]
Carlos Lange, [email protected]
Francisca Márquez, [email protected]
Francisca Pérez, [email protected]
10. Problemas con la identidad desde la Antropología Forense:
Evaluación y Discusión de metodologías empleadas en pericias
judiciales.
Coordinadores:
Iván Cáceres, [email protected]
Keneth Jensen
11. Estudios Culturales: Nuevas y Viejas Miradas Revisitadas
Coordinadores:
Cristián Prado Ballester [email protected]
Esteban Aguayo Sepúlveda
12. Antropología Crítica
Coordinadores:
Edgardo Garbulsky,
Rodrigo Sepúlveda, [email protected]
Benjamín Martínez
Esteban Emilio Mosonyi [email protected]
12.
crítica
Antropología
11. Estudios culturales
10.
Antropología
Forense
9.
Antropología
urbana
Congresos, reuniones, jornadas
Mesa 9: El estudio de la urbe
en la antropología
latinoamericana.
Coordinadores: Núcleo
Antropología Urbana,
Francisca Márquez
Mesa 11: Las políticas
multiculturalistas y de
discriminación positiva en las
universidades
latinoamericanas.
Coordinadores:
Capucine Boidin, Christian
Gross
Mesa 12: Praxis y
posicionamientos discursivos
de la Antropología y de l@s
antropólog@s del sur. Los
silencios inesperados.
Coordinadores:
Christian Paredes, Mauricio
Huenulef Oporto
ψ
II JORNADAS DE ESTUDIOS SOCIALES DE LA ECONOMÍA
"OBJETOS PROBLEMÁTICOS DE LA ECONOMÍA: MÚLTIPLES
MIRADAS Y DESNATURALIZACIÓN DE SABERES"
Buenos Aires, 14- 15 de noviembre de 2007
Organiza: Centro de Estudios Sociales de la Economía, de la Universidad Nacional de
General San Martín (UNSAM), Argentina.
Una de las características de la sociedad contemporánea es la consagración de la economía
como un poderoso esquema de interpretación y de acción. Este proceso se ve acompañado por la
adquisición de una enorme centralidad en la definición de los problemas sociales por parte de los
profesionales de la economía (académicos, funcionarios de agencias internacionales y de gobierno,
periodistas, operadores de mercado).
Términos como inflación, crisis, interés, déficit, riesgo o confianza, ganaron nuevos
significados para amplios sectores de la población, más allá del estrecho mundo de los especialistas.
Al mismo tiempo, se conformaron nuevas modalidades en las relaciones entre las personas y el
dinero, la propiedad y el ahorro, que modulan de forma diversa las relaciones entre las generaciones y
las percepciones del tiempo. Por otra parte, durante las últimas décadas en Latinoamérica el proceso
de implementación de un conjunto de reformas estructurales inspiradas en los lineamientos centrales
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
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Congresos, reuniones, jornadas
del paradigma neoliberal, generaron profundas, y en muchos casos irreversibles, consecuencias sobre
la estructura económica y social y la dinámica de acumulación de estos países, reconfigurando así las
relaciones de fuerza entre las diversas fracciones de la clase dominante.
Desde el CESE promovemos la necesidad de producir conocimiento desde el estudio de
objetos problemáticos, movilizando las disciplinas como multiplicidades de miradas posibles.
En este marco, el Centro de Estudios Sociales de la Economía (CESE) invita a discutir resultados de
investigaciones en curso o finalizadas a "jóvenes investigadores" (graduados, becarios, maestrandos y
doctorandos) que aborden los objetos económicos desde alguno de los tres ejes que se detallan a
continuación:
v
Epistemología de las categorías del conocimiento de "lo económico"
v Crisis de acumulación y reconfiguración de los sectores dominantes en la historia reciente
de América Latina (1976-2006)
v
Dinero, moneda y procesos productivos en los sectores subalternos de América Latina
Recepción de resúmenes e información complementaria: [email protected]
Las mejores ponencias de las jornadas serán incluidas en la publicación "Papeles de Trabajo"
del IDAES/UNSAM
ψ
II JORNADAS DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL NOA
San Miguel de Tucumán , 15-17 de mayo de 2008
Instituciones Organizadoras: Arzobispados de Salta y Tucumán – Obispados y Prelaturas
del NOA; Universidad Católica de Salta (UCS), Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE),
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino - Tucumán (UNSTA),Universidad Nacional de Salta
(UNSa)
1-Finalidad:
Ante los avances alcanzados por los estudios referidos a la Iglesia, sus instituciones y las formas de
religiosidad realizados desde diferentes perspectivas, las jornadas se proponen reunir a quienes
vienen trabajando en estos temas y continuar con el espacio de intercambio y actualización
inaugurado en Salta.
2-Objetivos
- Convocar a los investigadores que trabajan en temas relacionados a la Historia de la Iglesia.
- Trazar el estado actual de las investigaciones sobre la temática (fuentes disponibles y
bibliografía)
- Reforzar vínculos de investigación y discusión en torno a las preguntas que emergen del
estudio de la historia de la Iglesia en Argentina.
- Fortalecer un espacio que posibilite la difusión de las producciones vinculadas con la
temática.
- Ampliar y afianzar las perspectivas teóricas de análisis y el abordaje interdisciplinario de
nuestras investigaciones.
3-Perspectivas temáticas
Organización eclesiástica
Iglesia, estado y sociedad
Clero regular y secular
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Congresos, reuniones, jornadas
Órdenes, Congregaciones religiosas y Asociaciones laicales
Archivos y bibliotecas eclesiásticas
Formas de religiosidad popular y devociones
Patrimonio cultural tangible e intangible (arte, arquitectura, tradiciones, música)
Evangelización y opciones pastorales
Las mesas específicas de cada una de éstas áreas temáticas se organizarán en función de las
ponencias recibidas.
4- Comisiones académica y organizadora
Las comisiones académica y organizadora de las 2 Jornadas de Historia de la Iglesia en el NOA
están integradas por: Comisión Académica: Dra. Pilar García Jordán (Universidad de BarcelonaUB), Dr. Roberto Di Stefano (Instituto Ravignani,UBA) , Dra. María Celia Bravo (UNT), Dra
Victoria Cohen Imach (UNT), Dra Alicia Fraschina (UBA), Lic. Gabriela Caretta (UNSA), Lic.
Isabel Zacca (UNSA), Lic. Horacio Brito (Arquidiócesis de Tucumán), Mg. Mercedes Tenti (UCSE),
Mg. Cynthia Folquer (UNSTA), Comisión Organizadora: Mg. Alejandra Landaburu (UNT), Dra.
Cecilia Aguirre (UNSTA), Lic. Sara Amenta (UNSTA), Lic. Silvina Roselli (UNSTA), Pbro. Marcelo
Lorca Albornoz (Arquidiócesis de Tucumán), Lucía Santos Lepera (UNT), Mg. Cynthia Folquer
(UNSTA)
5- Modalidad de presentación de trabajos:
Se podrá participar en dos categorías: ponencia y comunicación. Se entiende por ponencia,
investigaciones avanzadas o concluidas, y comunicación, inicios o planteos de investigación. En
ambos casos los trabajos deberán ser originales e inéditos y podrán presentarse hasta dos autores por
trabajo y cada autor no más de dos.
6- Presentación de resúmenes y trabajos
Los resúmenes serán recibidos hasta el 1º de Marzo de 2008 y los trabajos hasta el 1º de Abril
de 2008.
En el encabezado de los resúmenes y ponencias/comunicaciones deberá constar:
Autor/es:
Título:
Área/s temática/s sugerida/s
Universidad o Institución a la que pertenece:
Dirección postal:
Teléfono:
E mail:
Presentación resúmenes: no podrán superar las 200 palabras, en hojas A4, escrito en letra
Arial 12 a espacio y medio y deberán remitirse por correo electrónico a la siguiente dirección:
[email protected]
Presentación de trabajos: El resumen y las ponencias se presentarán en hojas tamaño A4,
escrito con letra Arial 12, a espacio y medio, y no podrán superar los 40.000 caracteres (con
espacios).
Las imágenes que deseen incorporar al trabajo deben estar en formato JPG (definición alta) e
incluirse como anexo al final del mismo, al igual que los cuadros y gráficos.
La inscripción a las Jornadas pueden realizarse:
Personalmente en: UNSTA- Tesorería- 9 de Julio 165- Horario: 9 a 12.30 horas y 26 a 20 hs
Depósito o transferencia:UNSTA- C.U.I.T. 30-54376274-8 “E” / Banco RIO Cta Cte 0694999/5 C.B.U. 0720069420000000499954
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Congresos, reuniones, jornadas
Enviar la constancia del depósito por fax al Nº 0381-4307500 y comunicar vía e-mail a
[email protected] En el caso de transferencia bancaria no es necesario el fax.
Nota:
-Cada autor/a abonará la correspondiente inscripción, incluso en casos de trabajos de autoría
compartida.
-Sólo se admitirán hasta dos autores/as por trabajo. Asimismo, un autor/a podrá presentar
hasta dos trabajos.
-Los autores/as deben tener en cuenta que se otorgarán certificados sólo a aquellos que
expongan sus trabajos.
ψ
III JORNADAS EXPERIENCIAS DE LA DIVERSIDAD
II ENCUENTRO DE DISCUSIÓN DE AVANCES DE INVESTIGACIÓN
SOBRE DIVERSIDAD CULTURAL
Rosario, Argentina, 21-23 de mayo de 2008
El Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (cedcu), de la Facultad de Humanidades y
Artes de la Universidad Nacional de Rosario (Argetina) invita a participar de las III Jornadas
“Experiencias de la Diversidad” y del II Encuentro de discusión de avances de investigación sobre
Diversidad Cultural a desarrollarse en Rosario los días 21, 22 y 23 de mayo del 2008. Propone con
este encuentro establecer un ámbito de reflexión, discusión y producción sobre el espacio de la
diversidad, atravesando tiempo y espacio.
Mesas Temáticas propuestas por el CEDCU:
“Emigrados, fugitivos, cautivos, extranjeros. Respuestas a la interculturalidad en las sociedades
antiguas.” Coordinadoras: Cristina De Bernardi, [email protected] y Diana Rocco,
[email protected].
“Prácticas jurídicas en contexto de diversidad cultural.” Coordinadoras: Adriana García, [email protected] y Patricia I. Giqueaux.
"La sociedad colonial hispanoamericana desde las experiencias de la diversidad. Planteos y
estudios de casos". Coordinadoras: Nidia R. Areces, [email protected] y María del Rosario
Baravalle, [email protected].
“Procesos socio-étnicos, religiosos y migratorios”. Coordinadores: Silvia Montenegro,
[email protected] y Pilar Rosa de Castro, [email protected].
“Género y diversidad cultural a través del tiempo” Coordinadoras: Ana Esther Koldorf,
[email protected]; Mónica Tarducci, [email protected] y María Rosa Oliver,
[email protected].
“Desigualdad social, diversidad cultural y educación.” Coordinadoras: Gabriela Bernardi,
[email protected] y Mariana Caballero, [email protected]
Simultáneamente se realizarán reuniones de discusión de Proyectos de Investigación en el
marco del II Encuentro de Discusión de Avances de Investigación sobre Diversidad Cultural. Se
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Congresos, reuniones, jornadas
espera la participación de investigadores en formación, formados y doctorandos. Se recepcionarán
para la Discusión proyectos de investigación en curso o finalizados.
Consultas: [email protected]
ψ
53º CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS
LOS PUEBLOS AMERICANOS: CAMBIOS Y CONTINUDADES. LA
CONSTRUCCIÓN DE LO PROPIO EN UN MUNDO GLOBALIZADO
Centro Histórico de la Ciudad de México
19-24 de julio de 2009
El Comité Organizador del 53º Congreso Internacional de Americanistas saluda cordialmente a
la comunidad académica nacional e internacional que estudia, desde perspectivas uni, inter y
multidisciplinarias al Continente americano y los invita a participar del 53º ICA que se realizará en el
Centro Histórico de la Ciudad de México, durante los días 19 al 24 de julio de 2009.
Los Congresos Internacionales de Americanistas representan la tradición científica de trabajo
interdisciplinario más antigua en la materia pues vienen los congresos celebrándose desde 1875,
cuando se reunió el primero de ellos en Nancy, Francia, mantiene una periodicidad constante y desde
1895 comenzó la alternancia reuniéndose una vez en América y la siguiente en Europa. En las dos
últimas décadas se reunió en Ámsterdam, Holanda (1988), Nueva Orleáns, Estados Unidos, 1991,
Estocolmo-Uppsala, Suecia (1994), Quito, Ecuador (1997), Varsovia, Polonia (2000), Santiago de
Chile (2003) y Sevilla, España (2006).
El lema adoptado por el 53º ICA permitirá analizar el desarrollo de las distintas tradiciones
culturales, sociales, políticas e innovaciones tecnológicas en nuestro continente, concernientes tanto
a los pueblos de origen amerindios, como a los aportes europeos, africanos y asiáticos, contemplados
en una visión dinámica que incluye, los procesos de mestizaje, conflictos y contradicciones junto con
las transformaciones derivadas de los procesos de globalización y las respuestas de construcción de
nuestras propias identidades en un contexto plural y multicultural.
El tema involucra el desarrollo de la investigación arqueológica, histórica, antropológica,
etnohistórica, de la antropología física, la lingüística y la literatura, el patrimonio cultural, la
museografía, los procesos rurales y urbanos, los derechos humanos, lingüísticos y étnicos, ciencia,
técnica y medio ambiente, estudios económicos, sociales, políticos y jurídicos, pensamiento, filosofía
y educación.
El Comité Organizador del 53 ICA agradecen la confianza depositada por el Subcomité de
Enlace designada en la Asamblea General del 52º Congreso Internacional de Americanistas. Fue
precisamente en México (1895) donde se realizó el primer congreso fuera del continente europeo y
tuvimos el honor de albergar a otras ediciones del mismo, en 1910, 1939, 1962 y 1974. Al retomar el
desafío de organizar la sexta edición en nuestro país, sólo podemos señalar que nos proponemos
mantener el nivel tradicionalmente alcanzado por los Congresos anteriores, a la vez que
impulsaremos nuevas actividades que fortalezcan a las instituciones científicas, las redes de
investigadores y los programas dedicados a la formación de investigadores en los temas
americanistas. También pensamos retomar la tradición de las Memorias, mediante una edición
electrónica de las mismas.
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Congresos, reuniones, jornadas
La sede del Congreso será en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Si bien la Escuela
Nacional de Antropología e Historia es la institución auspiciante, el Comité Organizador estimó
pertinente realizarlo en el Centro Histórico, entre otras razones por el valor simbólico del mismo,
donde podremos observar el Templo Mayor de Tenochtitlan, los monumentos del período Colonial,
los desarrollos del mundo mestizo y los espacios de la construcción de una sociedad nacional,
multiétnica y plural.
Además del valor simbólico, el Centro Histórico cuenta con una capacidad hotelera respetable
y diversa que puede atender todas las comodidades requeridas, facilidades para el desplazamiento,
además de una diversidad de costos que permitirá la asistencia de estudiantes y jóvenes graduados.
Cercano al aeropuerto internacional, permitirá también a los asistentes degustar una variedad
increíble de restaurantes de todos los sabores a la vez que alberga museos y librerías que enriquecen y
exponen nuestras tradiciones culturales.
Es importante recordar que lo histórico y arqueológico no está reñido con lo moderno, de
modo que tendremos un conjunto de aulas y salones de conferencias con todos los requisitos para
trabajar en un perímetro pequeño, lo que facilitará los desplazamientos y el desarrollo del Congreso.
Áreas temáticas y formas de participación
Manteniendo la tradición de nuestros congresos y el deseo de garantizar la participación de la
mayor cantidad de científicos que trabajan sobre los diversos campos del conocimiento de la realidad
americana hemos decidido mantener y ampliar los ámbitos de exposición de los avances científicos y
de discusión de los mismos, enfatizando la Inter y la multidisciplinaridad en los procesos globales de
las Americas, para lo cual proponemos las siguientes áreas temáticas:
Arqueología
Antropología Social, Antropología Cultural y Etnología
Antropología Física y Bioantropología
Lingüística y Literatura
Historia, Etnohistoria
Historia del Arte e Iconografía
Derechos Humanos
Movimientos Sociales
Estudios económicos y sociales
Procesos Políticos
Pensamiento, Filosofía e Historia de la ciencia
Educación
Globalización, Patrimonio y Políticas Públicas
Ciencias, Tecnologías y Medio Ambiente
Ciencias de la Comunicación
Salud y Cultura
Estudios de Género
Tomando en cuenta estas áreas, invitamos a los colegas interesados en proponer simposios y
formular sus propuestas de acuerdo a las indicaciones que se establecen más adelante. Habrá una
Comisión científica con representación de cada una de las áreas señaladas, que evaluará y aprobará en
su caso, las propuestas que se reciban.
Formas de participación: El comité organizador del 53 ICA abrirá nuevos espacios de
trabajo que permitan garantizar mecanismos de transversalidad en los trabajos de la semana del
Congreso, facilitando a los especialistas, investigadores en formación, profesionales y estudiantes de
grado y postgrado, explorar en forma sistemática aspectos vinculados con la investigación, la
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Congresos, reuniones, jornadas
docencia y la formación de especialistas en las áreas americanistas, a la vez que fortalecer la
formación de cuadros de investigación.
Para el mejor desarrollo del congreso se agregaron algunas innovaciones como la aceptación de
ponencias-carteles o ponencias póster, que serán evaluadas por conjuntos de especialistas y tendrán
premios y menciones honoríficas, como una estrategia para incentivar a jóvenes investigadores,
quienes muchas veces prefieren esta forma de exposición mas flexible que los simposios. Cabe
aclarar que No se aceptarán ponencias libres, Es decir, ponencias que no estén aceptadas por un
simposio.
Quedando la forma de participación de la siguiente manera:
•
Simposios
•
Secciones de ponencias póster o ponencias carteles.
•
Eventos Paralelos
Ponencias en simposios:
a)
Las propuestas de ponencias deberán enviarse directamente a los coordinadores de
simposios para su aprobación e inclusión en el programa del simposio y del congreso. Un
participante puede presentar como máximo, dos ponencias en simposios diferentes.
b) La fecha límite de inscripción de ponencias es el 31 de diciembre de 2008. Si con
posteridad a esa fecha, los coordinadores de simposios aceptaran nuevas ponencias (siempre que no
se supere el número máximo señalado), no se garantiza su inclusión en el programa oficial del
Congreso.
Secciones de ponencias póster o ponencias carteles:
a)
Esta sección es nueva en los Congresos Internacionales de Americanistas y está
destinada a facilitar la participación y exposición de los investigadores, proporciona formas más
fluidas de intercambio entre los especialistas, permite abordar cuestiones no contempladas en los
simposios, aunque dentro de las temáticas del congreso.
b) Se designará un Comité Científico para cada Sección, de acuerdo a las temáticas del
congreso.
c)
La fecha límite de inscripción de ponencias póster es el 30 de septiembre de 2008 y
deberá enviar a la siguiente dirección electrónica [email protected];ica53.
[email protected]
d) Los ponentes deberán enviar un resumen de la misma que contenga un máximo 100
palabras con 5 palabras claves, y antes del 30 de noviembre del 2008 se informará sobre su
aceptación
e)
El 31 de diciembre del 2008 se deberá pagar la inscripción, si no es cubierta en esta
fecha No será programado en la versión final.
se incluirá en la Memoria del Congreso y el cartel debe tener 1 metro por 1.30 m. de alto.
Deberá ser provisto por el ponente en la versión final .
Eventos paralelos al Congreso
Sección Audiovisual
Seminario de Directores de Centros de Investigación y de Directores o responsables de
proyectos de investigación.
Seminario de Directores y responsables de licenciaturas.
Seminario de Directores y responsables de postgrados.
Feria de postgrados y licenciaturas
Reuniones asociaciones académicas y de redes de investigadores
Feria de libros nuevos y usados
Exposición y venta de publicaciones de los participantes del congresos
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Congresos, reuniones, jornadas
Sección Audiovisual.
Esta sección es nueva en los Congresos Internacionales de Americanistas y está destinada a
facilitar la participación y exposición de los investigadores dedicados a trabajos de Audiovisuales. La
fecha límite de inscripción de estos productos audiovisuales es el 30 de septiembre de 2008. Los
ponentes deberán enviar un resumen de la misma de 100 palabras con cinco palabras claves. Antes
del 30 de noviembre de 2008 a la siguiente dirección electrónica [email protected];ica53.
[email protected] se informará sobre su aceptación y antes del 31 de diciembre de
2008 se deberá pagar la inscripción. Después de esa fecha no se garantiza su inclusión en el programa
oficial del Congreso. El texto se incluirá en la Memoria del Congreso.
Edición de memorias del congreso.
Está prevista la edición en discos compactos de las conferencias magistrales y los simposios con sus
respetivas ponencias presentadas y autorizadas por los coordinadores serán incluidas, los autores
deberán enviarnos firmadas las autorizaciones correspondientes y estar al día con su inscripción para
poder ser incluida en la CD éste tendrá su respectivo ISBN. Oportunamente enviaremos los
requisitos editoriales. Sabemos que por los altos costos de impresión y la magnitud de los congresos
se abandonó la práctica de imprimir las Actas de los congresos, de acuerdo a nuestra experiencia,
creemos que una versión electrónica de los trabajos es factible, cerraremos la recepción de dichos
trabajos el 28 de febrero de 2009. Los formatos electrónicos son muy útiles pues la capacidad de
almacenamiento de datos es significativa, permitiendo incluir ilustraciones y láminas con bastante
generosidad. Esto no descarta ni compite con las propuestas de libros y números monográficos, que
resultan en muchos casos de los simposios. En todo caso los coordinadores de simposio, de acuerdo
con sus ponentes podrán solicitar la no inclusión de los mismos. Los trabajos se asegurarán con jpg
para que puedan imprimirse pero no copiarse.
Categorías de participación y cuotas de inscripción.
Todos los congresistas, tanto los coordinadores de simposios, ponentes, participantes sin
ponencia y los estudiantes inscritos tendrán los siguientes derechos:
1.
Participar en todas las actividades académicas y sociales del Congreso
2.
Proponer mociones en la Asamblea General y participar en ella con voz y voto.
3.
Recibir los materiales informativos y eventualmente otros servicios que se estipulen en
su momento.
4.
Habrá una cuota especial para estudiantes y un sistema de becas que se comunicará
posteriormente.
Inscripción de la institucional.
Las instituciones participantes tendrán derecho a la acreditación de un participante con
ponencia, a las asistencias de coloquios institucionales, introducir en el CD institucional los perfiles
institucionales y colocar un cartel en la feria de licenciatura y postgrados, así como recibir cuatro
juegos de las memorias.
Acompañantes
Los acompañantes deberán ser inscritos como tales por un participante en el correspondiente
formulario, tendrán derecho a participar en todas las actividades complementarias y sociales del
Congreso.
Cuotas de inscripción
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Congresos, reuniones, jornadas
Hasta el
31/12/
2008
Hasta el
30/4/20
09
Hasta el
1/6/2009
Después
del 2/6/
2009
Cuota
Participantes con
ponencia
Participantes sin
ponencia
Asistentes
150 dólares
150 dólares
120 dólares
350 dólares
200 dólares
200 dólares
170 dólares
400 dólares
250 dólares
250 dólares
200 dólares
450 dólares
300 dólares
300 dólares
250 dólares
500 dólares
Institución
Comité Organizador 53º Congreso Internacional de Americanistas
Presidente: Elio Masferrer Kan
Vicepresidentes:Judith Bokser ;Félix Báez-Jorge;Noemí Castillo Tejero; Horacio Cerutti G.
Hilda Iparraguire; Abigail Aguilar Contreras;David Rovichaux
Secretarios Generales: Elizabeth Díaz Brenis; Jorge René González Marmolejo; Luz María
Sevilla
Vocales: Gustavo Cabrera Rodríguez; Iván Franco Cáceres; Odile Hoffmann; Víctor Jiménez;
Iliana Godoy ; Luz María Mohar; Sylvia Marcos
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99
La Revista de la Pátria Grande
http://www.novamerica.org.br/
I - NATUREZA
A NOVAMERICA é uma sociedade civil sem fins lucrativos que iniciou suas atividades em 1991.
Sua sede central está situada na cidade do Rio de Janeiro e possui também um centro de atividades,
o Centro Novamerica de Educação Popular, na cidade de Sapucaia, no interior do Estado de Rio de
Janeiro.
NOVAMERICA atua no município de Rio de Janeiro e em municípios do interior do Estado de Rio de Janeiro
e colabora com centros, organizações da sociedade civil e órgãos do setor público de outros Estados do
Brasil. Realiza também projetos conjuntos, trabalhos e assessorias com centros e organizações de outros
países da América Latina.
II - MISSÃO
NOVAMERICA tem por finalidade promover a construção da democracia como estilo de vida e a
participação
na sociedade civil, favorecer o desenvolvimento de uma consciência latino-americana e de uma ética da
solidariedade, estimular o reconhecimento e valorização das diferentes culturas, no âmbito nacional e
internacional, através da promoção de processos educativos e culturais orientados à formação de diferentes
agentes sociais multiplicadores, prioritariamente pertencentes a grupos populares e excluídos.
III - OBJETIVOS
Aprofundar na análise e debate sobre a realidade latino-americana atual em uma perspectiva
multidisciplinar,
multiétnica e multicultural;
•
fortalecer a democracia como estilo de vida e a organização de diferentes atores da sociedade civil,
comprometendo-se prioritariamente com os movimentos e organizações de caráter popular;
•
formar educadores como agentes sociais e culturais multiplicadores, promotores de direitos
humanos,
comprometidos com a construção de uma sociedade justa, solidária e democrática.
Em portugués / En castellano
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100
Concursos, becas, subsidios
PROGRAMA DE BECAS ALEARG
El Programa de becas ALEARG convoca a los interesados a presentarse para obtener la
financiación por año de un máximo de DIEZ (10) becas de doctorado y posdoctorado.
Las solicitudes completas deberán ser presentados o enviadas antes del 1 de octubre de 2007 a la
siguiente dirección: Pizzurno 935, 2do piso, oficina 231. Dirección Nacional de Cooperación
Internacional. Programa de formación, capacitación y becas internacionales.
Para más información visitar www.me.gov.ar/dnci
ℵ
PROGRAMA DE BECAS ICETEX
ICETEX ofrece becas para estudios de maestría, especialización e investigación a nivel de
postgrado a realizarse en Colombia para ciudadanos extranjeros.
Estas becas tienen una duración de un máximo de 24 meses. Debido a que algunos programas
académicos sobrepasan este tiempo, el tiempo adicional estará a cargo del beneficiario.
El cierre de esta convocatoria es el 16 de octubre.
Para más información visitar http://www.me.gov.ar/dnci/becas05.html
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
101
AVISO
PRESENTACION DE ARTICULOS Y RESEÑAS PARA TEMAS Y DEBATES , REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIA
POLITICA Y RELACIONES INTERNACIONALES, UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO. CONVOCATORIA PERMANENTE
•
Los trabajos con pedido de publicación deben ser remitidos al Comité Editorial de la Revista de la Facultad de
Ciencia Política y R.R.I.I., y entregados, con nota de pedido en Mesa de Entradas.
•
Deberán presentarse 3 copias impresas y una en diskette, en formato RTF.
•
La extensión de los artículos deberá ser de un máximo de 20 páginas, en letra Times New Roman, tamaño 12, a
espacio simple; las reseñas un máximo de tres páginas.
•
Los cuadros, gráficos y mapas se incluiran en hojas separadas del texto, numeradas y tituladas. Los graficos y
mapas se presentaran confeccionados para su reproduccion directa.
•
Toda aclaracion con respecto al trabajo (presentacion previa, agradecimientos, etc.) asi como la pertenencia
institucional se consignaran en notas al pie de pagina mediante asteriscos remitidos desde el nombre del
autor.
•
Las citas al pie se enumeraran correlativamente y observaran el siguiente orden: a)nombre y apellido del
autor; b)título de la obra, en bastardilla; c)volumen, tomo, etc.; d)editor; e)lugar y fecha de publicacion;
f)numero de la pagina. Cuando se trate de un articulo se lo mencionara entre comillas, bastardilla el libro,
revista o publicacion en la que haya sido publicado.
•
Si se insertara bibliografia se la incluira al final del trabajo, ordenandola alfabeticamente por autor y colocando
primero el apellido y luego la inicial del nombre.
•
Los trabajos seran sometidos a la evaluacion de 2 arbitros, sobre la base del principio de anonimato.
•
Los articulos remitidos deberan ser ineditos en lengua española.
•
En ningun caso seran devueltos los originales.
CORRESPONDENCIA:
Comité Editorial Revista Temas y Debates
Facultad de Ciencia Politica y R.R.I.I.
Universidad Nacional de Rosario
Berutti 2353 Monoblock 1
(2000) Rosario - Argentina
TEL: 54-0341- 4808521/22
FAX: 54-0341- 4808520
Email: [email protected]
e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm
102
América Latina en los libros
Norberto Alayón, organizador, Trabajo Social Latinoamericano. A 40 Años de la
Reconceptualización, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2ª edición, aumentada, 2007 (351
páginas). ISBN 978-950-802-256-1
El análisis de la historia del Trabajo Social contribuye no sólo a develar la naturaleza misma de
la disciplina, sino a entender también las propias particularidades de la profesión en la actualidad.
La significativa importancia que tuvo el proceso de Reconceptualización en el desarrollo del
Trabajo Social latinoamericano, torna imprescindible y absolutamente actual la necesidad de
recuperar el análisis del mismo, tanto en su génesis como en la influencia posterior que se verificó en
la formación y en la práctica profesional de las y los trabajadores sociales.
Porque la Reconceptualización, entendida como reflexión y acción crítica, no ha desaparecido;
de la misma manera que -a pesar de ser esta una época de marcado retroceso- tampoco han
desaparecido los ideales por la vigencia de una sociedad y un mundo más libres y más justos.
El libro incluye 25 artículos, pertenecientes a 30 autoras y autores, de 20 países (dieciocho de
América Latina, más España y Portugal): 1. Norberto Alayón (Argentina); 2. Nora Aquín
(Argentina); 3. Natalio Kisnerman (Argentina); 4. Norah Castro Ortega (Bolivia); 5. Vicente de Paula
Faleiros (Brasil); 6. José Paulo Netto (Brasil; nuevo texto en castellano): 7. Jeanette Hernández
Briceño y Omar Ruz Aguilera (Chile); 8. Liliana Patricia Torres Victoria (Colombia); 9. Ma. Lorena
Molina M. (Costa Rica); 10. Odalys González Jubán (Cuba); 11. Luis D. Araneda Alfero (Ecuador);
12. Zoila Silva (El Salvador); 13. Montserrat Feu (España); 14. Tomasa Leonor de León Cabrera
(Guatemala); 15. Elsa Lily Caballero Zeitún (Honduras); 16. Silvia Galeana de la O (México); 17.
Domingo Rito Maldonado R. (México; nuevo artículo); 18. Iris Prado H. y Martha Cecilia Palacios
(Nicaragua); 19. Teresa Gabriela Spalding Brown (Panamá); 20. Stella Mary García (Paraguay; nuevo
artículo); 21. María Helena Reis – Cezarina S. Mauricio (Portugal); 22. Nilsa M. Burgos Ortiz –
Raquel M. Seda Rodríguez (Puerto Rico); 23. Luis Acosta (Uruguay; nuevo artículo); 24. Teresa
Porzecanski (Uruguay); 25. Egleé Vargas Acosta y Mairely Nuváez de De Armas (Venezuela)
George Reid Andrews, Afro-Latinoamérica, 1800-2000, Iberoamericana / Vervuert,
Madrid / Frankfurt, 2007, (382 páginas). Traductor: Óscar de la Torre Cueva. ISBN: 9788484-89-309-7.
Síntesis de la historia de los afrodescendientes en el conjunto de América Latina, desde México
y el Caribe hasta Argentina, y desde el paso de la esclavitud a la libertad en la actualidad.
Contenido:
Agradecimientos
Mapas
Introducción
Capítulo 1: 1800
Capítulo 2: “Un rayo exterminador”. Las guerras por la libertad, 1810-1890
Capítulo 3: “Los negros, nuevos ciudadanos”. La política de la libertad, 1810-1890
Capítulo 4: “Una transfusión de sangre mejor”. Blanqueamiento, 1880-1930
Capítulo 5: Empardeciendo ennegreciendo, 1930-2000
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América Latina en los libros
Capítulo 6: Hacia el siglo XXI. Año 2000 y más allá
Apéndice: Registros de población, 1800-2000
Glosario
Bibliografía
José Bengoa, La emergencia indígena en América Latina, Fondo de Cultura
Económica, Santiago de Chile, 2ª edición, 2007 (343 páginas). ISBN 978-956-2890-54-0
Desde su publicación en el año 2000, La emergencia indígena en América Latina ha puesto en el
centro del debate académico y político un tema que ha figurado como marginal en el contexto de los
nuevos gobiernos democráticos y la reactivación económica que han caracterizado a la mayoría de los
países de la región durante las últimas dos décadas. En la presente edición, el autor brinda una
versión actualizada del panorama histórico y antropológico de los años recientes, entregando nuevas
pistas para entender los conflictos por los que atraviesan hoy los pueblos originarios y contribuyendo
a enriquecer una discusión teórica y política indispensable acerca de la nueva realidad indígena
latinoamericana.
Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del
trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2007
(460 páginas) ISBN 978-987-1013-60-9
En este libro, se indaga acerca de cómo, por qué y gracias a qué circunstancias los comunistas
en la Argentina fueron un actor de importancia en el mundo del trabajo desde las décadas de 19201930 y hasta la aparición del peronismo. El autor explora el proceso de proletarización de los cuadros
del PC, en el marco de una orientación radicalizada y confrontacionista, como estrategia para conquistar a la clase obrera. Con la implantación molecular de sus células fabriles y sus agrupaciones gremiales,
los comunistas lograron en el período un verdadero protagonismo sindical pero además montaron
una red de bibliotecas, escuelas, clubes deportivos, núcleos infantiles y asociaciones de inmigrantes
que esbozó una sociabilidad propia y una cultura obrera alternativa. El resultado de este libro es una
rigurosa investigación que puede leerse como una original historia del PC pero también de la cultura
de toda la izquierda y del movimiento obrero argentino del período.
Vicente Palermo y Carlos Reboratti, compiladores, Del otro lado del río. Ambientalismo y política entre uruguayos y argentinos, EDHASA, Buenos Aires, 2007 (256 páginas).
ISBN 978-987-628-004-4
Resultado del trabajo de un equipo de investigación conformado por especialistas argentinos,
uruguayos y brasileros, este libro, que compilan Vicente Palermo y Carlos Reboratti, explica cómo un
conflicto que hace dos años, cuando estalló, parecía administrable, se convirtió en una crisis permanente entre Argentina y Uruguay.
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De manera impecable, los autores de Del otro lado del río piensan el conflicto argentino-uruguayo
desde todas sus facetas en un brillante tour de force intelectual que delimita su objeto de estudio, desmonta su complejidad y ofrece al cabo un libro notable, el primero que reflexiona de manera abarcadora sobre el problema. Y lo hace sin tristes concesiones al nacionalismo, ni a la prepotencia política
que a menudo se dirige al ciudadano. Con el poder del análisis, y la integridad de la inteligencia.
Se enfrentan una serie de preguntas que aún no hallan respuesta: ¿cuál fue la génesis del problema? ¿Qué factores fueron determinantes, en ambos países, para que la situación se estancara? ¿Por
qué no se han desactivado los cortes de ruta? ¿Cómo no se encontró aún una solución negociada?
¿Cuáles son los caminos que quedan por recorrer para resolverla?
Reflexionar sobre estos interrogantes implica varias operaciones a la vez: analizar el conflicto
desde su surgimiento, relevar las distintas actitudes de los contendientes, contextualizar la problemática del medio ambiente en la Argentina y de la explotación papelera en Uruguay, atender las razones
de los Estados y de sus respectivas diplomacias, considerar el accionar de las empresas constructoras
y de los vecinos de Entre Ríos, dimensionar el impacto real de los piquetes fronterizos. Es decir,
poner este diferendo en una perspectiva abarcadora, sumando sus partes, para poder entender su
naturaleza. Esta es la propuesta de este lúcido análisis.
Son autores de los distintos capítulos, Lucía Aboud, Raquel Alvarado, Marcelo de Almeida
Medeiros, Miriam Gomes Saraiva, François Graña, Juan Lucca, Anabella Museri, Vicente Palermo,
Cintia Pinillos y Carlos Reboratti.
Sobre los compiladores: Vicente Palermo es politólogo y ensayista. Ha vivido en España,
Brasil e Italia, y es investigador independiente del CONICET y del Instituto Gino Germani de la
Universidad de Buenos Aires. Se dedica a temas de política latinoamericana comparada y de historia
política argentina reciente; actualmente trabaja en un ensayo de política, historia y cultura política en
Brasil y Argentina contemporáneos. Pertenece al Club de Cultura Socialista (Buenos Aires), a la Sociedad Argentina de Análisis Político y a la Associação Brasileira de Ciencia Política. En 2006 le fue
otorgada la beca Guggenheim. Su libro más reciente es Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argentina contemporánea (2007). Carlos Reboratti es argentino y geógrafo. Se dedica desde siempre al estudio de la relación entre la sociedad y el ambiente, fundamentalmente en las áreas rurales del noroeste
de la Argentina. Ha escrito varios textos generales sobre el tema, libros para la docencia y participó
en la producción de documentales sobre la geografía de la Argentina. Actualmente es docente en la
Universidad de Buenos Aires y FLACSO, y lo ha sido en varias universidades del país y del extranjero. Reside en Buenos Aires, pero pasa largas temporadas en un pueblito puntano que se llama Cortaderas.
Mónica Peralta Ramos, La economía política argentina: poder y clases sociales (19302006), Fondo de Cultura Económica, Bueos Aires, 2007 (453 páginas) ISBN 9789505577170
La consolidación de las economías centrales en el marco de una economía mundial occidental
ha dado lugar a una estructura de poder que explica la evolución de los conflictos sociales y el
desarrollo de políticas económicas en la periferia. La economía política argentina: poder y clases sociales
(1930-2006) analiza el modo en que esta estructura de poder ha influido en el desarrollo de los
conflictos entre distintos sectores sociales y políticos y en las decisiones económicas adoptadas por
distintos gobiernos a lo largo de ese período. Mónica Peralta Ramos analiza las implicancias del
surgimiento de la clase obrera en la Argentina y la irrupción de los diferentes gobiernos militares en
el marco de un conflicto creciente entre los sectores más poderosos de la economía. Este trabajo
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constituye una síntesis actualizada de trabajos anteriores de la autora y agrega el análisis la
controvertida década de 1990, la crisis del año 2001 y la gestión del actual gobierno argentino.
Ana Virginia Persello, Historia del radicalismo, EDHASA, Buenos Aires, 2007 (352
páginas) ISBN 978-950-9009-98-1
En este libro, Ana Virginia Persello recorre la vida de un partido político centenario, la Unión
Cívica Radical. Historia del radicalismo, por su ambición y por su admirable resultado, es una obra
destinada a perdurar: un hito historiográfico.
Narrar la historia del radicalismo es de alguna manera narrar la historia política de la Argentina
moderna, desde 1880 hasta nuestros días. En su larga trayectoria ocupó alternativamente la oposición
y el gobierno, sufrió desprendimientos, escisiones y fracturas. Tuvo recordados presidentes,
Yrigoyen, Alvear, Illia, Alfonsín; y dirigentes paradigmáticos, como Ricardo Balbín, Crisólogo
Larralde o Amadeo Sabattini.
El radicalismo ha construido una doctrina y una manera de hacer política y de relacionarse con
la sociedad. Conoció la proscripción en los años treinta, se enfrentó al peronismo en los cuarenta y
los cincuenta, tuvo a fines de esa década un quiebre importante con la ruptura de Arturo Frondizi y
el surgimiento de la UCRI (que luego ganaría las elecciones), volvió brevemente al poder en los
sesenta y se renovó con fuerza en los ochenta.
¿Cómo enfrentó cada uno de estos momentos? ¿De qué manera el partido articuló su ideario y
sus valores frente a las transformaciones y el impacto de los avatares históricos? ¿Cuáles fueron las
relaciones, cada vez, entre la estructura partidaria y los gobernantes radicales? Este libro ensaya una
respuesta a todas estas preguntas.
Ana Virginia Persello, argentina, es historiadora. Se graduó en la Universidad Nacional de
Rosario, obtuvo su maestría en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y se doctoró en la
Universidad de Buenos Aires. Actualmente es profesora de Historia Argentina (Siglo XX) en la
Universidad Nacional de Rosario y pertenece a la Carrera de Investigador del Consejo de
Investigaciones de la misma universidad.
Martha Ruffini, La pervivencia de la república posible en los territorios nacionales.
Poder y ciudadanía en Río Negro,
Este libro aborda el proceso de consolidación del Estado nacional bajo ek prisma particular de
la la relación entablada con los diez territorios nacionales.
Enmarcado eh el orden conservador, la creación de los territorios nacionales se encuentra
unida al Estado, que implantó en ellos y por casi setenta años un “republicanismo tutelado”. La
restricción de los derechos políticos de ss habitantes y un poder ejercido coercitavamente fueron las
manifestaciones más visibles de la persistencia de la “República posible” alberdiana, cuya vigencia se
extendió hasta el peronismo.
El objetivo del libro es aportar nuevas interpetaciones que permitan elucidar las razones de la
vigencia del territrio nacional, la inefectividad de su ley fundacional y la resistencia de la dirigencia
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América Latina en los libros
política a la ampliación de la ciudadanía política y a la concesión dek derecho de represenación ante el
Congreso.
La historia de los territorios nacionales nos remite a aspectos sutanciales de consenso
esgrimido por los sectores dirigentes en torno a la representación política. De allí la propuesta de la
atora de incorporar la cuestión de los territorios nacionales a los debates acerca del Estado y la
ciudadanía, es decir, la historia del pdoer, de su construcción, conservación y transformación.
Martha Ruffini es Doctora en Historia (Universidad Nacional de La Plata), especializada en
historia política. Es profesora e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, Argentina.
Luís Cláudio Villafañe Gomes Santos, El imperio del Brasil y las repúblicas del
Pacífico, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar / Corporación Editora Nacional, 2007
(Primera edición en español) (168 páginas) ISBN: 978-9978-84-430-4
Este libro explora de forma novedosa la problemática de las relaciones internacionales entre
los países sudamericanos en el siglo XIX. De manera específica, la obra centra su atención en la
evolución de las Relaciones diplomáticas entre la cancillería del Imperio de Brasil y los países de la
costa del Pacífico: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, entre 1822 y 1889.
Constituye el primer trabajo histórico sistemático sobre las motivaciones que tuvo la
diplomacia imperial para diseñar una política exterior específica hacia las repúblicas andinas. Dicha
política fue congruente con la que había adoptado previamente hacia la región del Río de la Plata y
estaba muy informada de los intereses que esgrimían las potencias europeas y losEstados Unidos. Se
trata de un estudio pionero dentro de un área muy poco estudiada. Se basa en una cuidadosa y
extensa revisión de los repositorios históricos de Itamaraty. Según el canciller brasileño, Celso
Amorín, esta investigación es "una referencia indispensable para el estudio de las relaciones entre los
países sudamericanos´:
La obra revela la posición que adoptó Brasil ante los conflictos bélicos más importantes de la
región: las guerras de Independencia, la "cuádruple alianza" contra España, la "triple alianza" contra
Paraguay y la Guerra del Pacífico. Analiza el complejo tejido de relaciones internacionales entre los
países de la región. Finalmente, se abordan las preocupaciones de Brasil frente al predominio de
Chile en el Pacífico. Esta obra constituye la primera traducción al español de su versión original
publicada en portugués.
"El trabajo de Villafañe es rigurosos y refleja buen manejo de sus fuentes, adecuada formación
metodológica y gran conocimiento de las realidades latinoamericanas del período que estudia. Su
lectura nos ofrece no solo una excelente visión de la política exterior brasileña respecto de las
repúblicas de la América Andina, sino que también plantea una serie de interrogantes sobre la
realidad de nuestros países en las etapas iniciales de sua vida autónoma" (Doctor Enrique Ayala
Mora, Historiador, Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador).
Luís Cláudio Vlllafañe G. Santos, brasileño, es historiador y diplomático de carrera. Ha
trabajado en la Oficina Financiera de Itamaraty en Nueva York y en las Embajadas de Brasil en
México, Washington, Montevideo y Quito. Es máster y doctor en Historia por la Universidad de
Brasilia. Realizó estudios de posgrado en Ciencias Políticas en la New York University. Publicó
diversos artículos en revistas especializadas en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Uruguay. Es
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autor, entre otros, de los siguientes libros: O Império e as Repúblicas do Pacifico: as Relacóes doBrasil com o
Chile, Bolívia, Perú, Ecuador e Colombia, 1822-1889, Curitiba, UFPR, 2002, y O Brasil entre a América e a
Europa: O Império e o Interamericanismo (do Congreso do Panamá el Conferencia de Washington), São Paulo,
UNESP, 2004. Es investigador asociado al Instituto Rio Branco desde 2002.
Ana Wortman, La construcción imaginaria de la desigualdad social, Ediciones
CLACSO, Buenos Aires, 2007 (232 páginas) ISBN 978-987-1183-70-8.
Hacer estudios sobre la realidad social argentina constituye permanentemente un desafío para
las ciencias sociales. Cuando la presente investigación fue pensada si bien la Argentina se encontraba
atravesando una profunda y larga crisis social, aún existía el velo de la hegemonía impidiendo que
fuera tema del conjunto de la sociedad: “no se veía”. Sólo era tematizada por especialistas, una
minoría política y algunas organizaciones alternativas de trabajadores. Entre los diversos efectos de
los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 comprobamos la crisis de viejos imaginarios
constitutivos de la sociedad argentina.
Con este libro pretendemos dar cuenta de cómo las nuevas formas de construcción de poder
económico, político y cultural producen un nuevo orden social profundamente desigual como el que
conforma este país en las ultimas tres décadas, tanto desde el plano material como imaginario.
Teniendo como horizonte la multiplicidad de variables que confluyeron en la crisis, proponemos una
mirada que vincule la creciente desigualdad social y fragmentación de las clases medias con la
dinámica de los medios de comunicación, en especial la TV a través de los llamados nuevos
intermediarios culturales mediáticos. En un contexto de debilitamiento de otros espacios sociales,
su discurso se articula con los nuevos modos de ser de las clases medias contemporáneas. Nos
preguntamos entonces acerca de las transformaciones socioculturales de las clases medias argentinas,
tan evocadas como denostadas.
Es importante aclarar que los medios de comunicación no son los únicos factores que
legitiman el proceso de construcción de un orden social. También lo son otras instituciones tanto
nacionales como globales
Ana Wortman, argentina, es Licenciada en Sociología y Magíster en Ciencias Sociales. Profesora en la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires.
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Buscando América Latina
América Latina se encuentra también en otras revistas electrónicas disponibles en Internet.
AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana. Antropólogos Iberoamericanos en Red, Madrid,
http://www.aibr.org/antropologia/aibr/
Araucaria. Revista Interamericana de Filosofìa, Política y Humanidades, Universidad de Sevilla,
http://www.institucional.us.es/araucaria/redaccion.htm
Argumentos. Revista Electrónica de Crítica Social, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad
de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, www.fsoc.uba.ar/invest/iigg/argumentos/index.htm
Ariadna Tucma Revista Latinomericana,Historia, Ciencias Sociales, Arte y Cultura
www.ariadnatucma.com.ar
Cuadernos Digitales. Publicación electrónica de Historia, Archivística y Estudios Sociales,
Universidad de Costa Rica: www.fcs.ucr.ac.cr/∼historia/cuadernos
EIAL. Estudios
www.tau.ac.il/eial
Interdisciplinarios
de
América
Latina
y
el
Caribe,
Tel
Aviv
University:
Escenarios Alternativos, Fundación Centro de Estudios para el Cambio Estructural, Buenos Aires:
www.escenariosalternativos.org
Gramsci e o Brasi: www.artnet.com.br/gramsci
Interpretaciones. Revista de Historiografía y Ciencias Sociales de la Argentina,
http://www.historiografia-arg.org.ar
Lavboratorio. Informe de coyuntura laboral, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires:
www.catedras.fsoc.uba.ar/sociologia/salvia/index.htm
Mercosul nas Universidades. Edición del Proyecto Mercosur, Pontificia Universidad Católica Minas Gerais:
www.pucminas.br/Mercosul
Noticias del Sur. Observatorio de política latinoamericana: http://noticiasdelsur.com/
Novamérica/Nuevamérica. Revista de la Patria Grande: http://www.novamerica.org.br/
Nuevo Mundo-Mundos Nuevos, Centre de Recherches sur les Mondes Américains (CERMA), Paris,
http://nuevomundo.revues.org
Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación,
la Ciencia y la Cultura: www.campus-oei.org/pensariberoamerica/ind
Política y Cultura. Departamento de Política y Cultura, División de Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco: http://polcul.xoc.uam.mx
Procesos históricos. Revista de Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Los Andes, Venezuela,
www.saber.ula.ve/procesos historicos
Revista Tema Livre, www.revistatemalivre.com
Temas. Cultura, Ideología, Sociedad, Cuba, http://www.temas.cult.cu/
Trabajo y Sociedad. Revista del Programa de Investigaciones sobre Trabajo y Sociedad (PROIT),
Universidad Nacional de Santiago del Estero, www.geocities.com/trabajoysociedad
Sugerimos también consultar los siguientes sitios de Internet:
Asociación Historia Actual: www.historia-actual.com
ALACIP Asociacion Latinoamericana de Ciencia Politica: www.aclcpa.com/alcp
Casa de América: http://www.casamerica.es/
Ciudad politica. Praxis y ciencia política: http://www.ciudadpolitica.com
El Historiador: http://www.elhistoriador.com.ar/
Historia a Debate: www.h-debate.com
Historia Contemporánea: http://www.uv.es/~jalcazar
Revista de Sociologia e Politica: http://www.revistasociologiaepolitica.org.br
Taller de Historia Económica (THE): http://the.pazymino.com/
Asimismo, encontrarán numerosos enlaces, dentro de Internet, en nuestra página web
www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal
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