PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN S 3 T 185 f*19/52

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PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN S 3 T 185 f*19/52
///la ciudad de La Plata, a los 13 días del mes de octubre del año dos mil diez,
reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala Tercera de esta
Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, toman en consideración los
expedientes: 1) n( 16.923 “GAZZINAGA, Rosa M. c. Aero Club Chacabuco y otros.
s/ Daños y Perjuicios”, (Expte. nº 23.906); 2)nº 16.941, “SENESI, Stella M. (en
representación de sus hijos menores: Jorge Federico y Ana Laura Milanesi y
Senesi) c. Aero Club Chacabuco s/Daños y Perjuicios”, (Expte. n° 24.032); 3)nº
16924, “MOZZINO Vda. de Belfiori, Zulema H c. Aero Club Chacabuco y otros
s/Daños y Perjuicios” (expte. n° 23.973); 4) “EMATE GUY, Analía c. Paine Huenu
S.A. y otros s/Daños y Perjuicios” (Expte. n° 23.62 4); 5)nº 16.940, “YANETTI,
Pablo A. (en representación de su hijo menor Yanetti, Bruno) c. Aero Club
Chacabuco y ots. s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 23.083); 6) nº16.934,
“STEFANO, Juan J. c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte.
n° 22.808); 7) nº 16.927, “AVELLANEDA, Alejandro c. Aero Club Chacabuco y
otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 22.776); 8) nº 16.925, “SOLDEVIA, Héctor y
otros c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 22.885); y
9) n° 16.929, “AVELLANEDA, Juliana L. c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños
y Perjuicios” (Expte. n° 23.521), procedentes del J uzgado Federal de Primera
Instancia de la ciudad de Junín. Según el sorteo el orden de votación resultó el
siguiente: doctores Carlos Alberto Nogueira, Antonio Pacilio y Carlos Alberto
Vallefín.
El doctor Nogueira dijo:
I. Antecedentes.
1. En las citadas causas se discuten los daños y perjuicios ocasionados en virtud
del abordaje aéreo ocurrido en las inmediaciones del Aero Club Chacabuco. En el
hecho, además de los pilotos, fallecieron los nueve pasajeros que ocupaban las
aeronaves y se produjeron daños materiales en la finca donde cayeron los restos
de una de ellas.
2. La identificación de los actores y de los demandados, las sumas reclamadas,
como así también los respectivos planteos de las partes y vicisitudes habidas en
cada uno de los expedientes se encuentran adecuadamente expuestos en los
resultandos 1 a 4 y 6 a 10 de la decisión a quo, a la que remito por razones de
brevedad. La demanda mencionada en el resultando 5, que corresponde al
expediente n° 24031 “BRAGAGNOLO, Marta L. c. Aero C lub Chacabuco y ots. s/
Daños y Perjuicios”, fue rechazada y no fue objeto de agravio.
3. No resulta controvertida la forma en que ocurrieron los hechos, ni los sujetos, ni
las condiciones de las aeronaves que participaron en el siniestro. Igualmente
considero adecuado insistir en ellas para adquirir la cabal comprensión de las
circunstancias de la cuestión. Por ajustarse a las pautas probatorias habidas en la
causa en estudio y la causa penal, resulta correcta la expresada por el a quo en
los siguientes términos:
a) “(Q)ue el día 22 de octubre de 2000 el Aero Club Chacabuco organizó en esa
localidad un festival aerodeportivo que comenzó alrededor de las 10 horas, en
cuya programación se incluía la realización de vuelos de bautismo. Que estos
vuelos se efectuaron en dos máquinas(...). Para acceder a esos vuelos el público
interesado adquiría un bono, (....) por persona…”
b) “…(L)as aeronaves estaban aseguradas por P.S. S.A., (...), emitidas a favor del
Aero Club Chacabuco y (...)a favor de P.H. S.A. (...)…”
c) “(Q)ue aproximadamente entre las 17:15 y las 17:30 hs. ascienden a la primer
aeronave Á.M. (85 años), P.M.B. (29 años), O.(tres años) y D. (12 años) S. y A.A.
A. (20 años), despegando con dirección Sudoeste. En la segunda aeronave, unos
10 minutos después, abordan N.B.B. (36 años), L.A. (5 años), V.G.B. (28 años) y
S.J.S. (8 años), despegando por otra pista y en dirección Oeste, enfrentando al
sol”.
d) “(Q)ue luego de unos minutos, cuando el primer avión se encontraba en
maniobra de giro con rumbo Este como para regresar, se produce el impacto
contra la restante aeronave, seguido de explosión e incendio. Ambos caen a tierra,
falleciendo todos los ocupantes. Parte de los restos de uno de los aparatos –el
nombrado en primer término- cayó en el patio de una vivienda, (...).
e) “(D)e las pruebas colectadas en dicho sumario, especialmente las actuaciones
de prevención(...), reconocimientos médicos (...), declaraciones testimoniales (...),
croquis ilustrativo (...), informes agregados y, de manera especial, del informe final
de la Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC) (...), surge
que el piloto del avión S. (...) despegó de la pista 18 del Aero Club Chacabuco
llevando a bordo los cinco pasajeros antes nombrados, tomando rumbo al SW
(sudoeste), virando por derecha hacia la ciudad de Chacabuco, distante 7,5 km.
del lugar. La máquina restante, el A.(...), despegó de la pista 27 con cuatro
pasajeros, tomando rumbo a la ciudad”.
f) “(L)as naves se encuentran en pleno vuelo, luego que el S. efectuara un
pequeño viraje como para prepararse a regresar a la pista, produciéndose el
impacto pese a un intento de escape del S., que aparentemente advirtió en ese
instante la presencia del restante avión. El A., al decir de todos los testigos, no
alcanzó a maniobrar en ningún sentido. Las demás particularidades del impacto en
sí y sus consecuencias se encuentra suficientemente relacionadas en dicha
causa, por lo que cabe remitir a la misma”.
g) “(A)mbos pilotos estaban habilitados para realizar los vuelos;(...)
h) En cuanto a la habilitación del A. (...), concluyó en que:“(L)a aeronavegabilidad
del A. puede tenerse por constatada y...” ”…en nada influyó en la producción del
accidente”.
4. De acuerdo a los hechos expuestos el juez a quo estableció las
respectivas responsabilidades. Por constituir materia de agravio, también estimo
apropiado recordar en qué términos fueron determinadas. Su transcripción
ilustrará, además, sobre determinadas circunstancias fácticas que resultan de
interés para apreciar integralmente los hechos sucedidos y la resolución del caso
de consuno a ellos.
4.1. Del Aero Club Chacabuco.
4.1.1. Consideró que “(…) la Comisión Directiva del Aero Club Chacabuco
contravino las disposiciones existentes para los “vuelos de bautismo”. En primer
lugar, al invitar el piloto del S.–o aceptar su ofrecimiento- para participar de los
mismos cuando se encontraba en el lugar; conducta que importa la contravención
a lo normado en los arts. 5.2 y 5.3 de la Res. 217/76. Surge (...) de la causa penal,
que se indicó que de tales vuelos participarían dos aeronaves, entre las cuales no
figuraba el S. Esta improvisación tuvo radical incidencia en la producción del
accidente, como más adelante se verá”.
4.1.2. Prosiguió expresando que “(T)ambién incumplió con sus obligaciones
el coordinador del festival, C.L.G. La resolución antes señalada, en su art. 18
establece que: “Será responsabilidad de la persona a cargo de la coordinación de
la actividad aérea del festival…” “III. Interiorizar a los pilotos intervinientes de las
condiciones y el orden en que deben realizar las maniobras prestando particular
atención a lo concerniente a la seguridad…”
4.1.3. Continuó sosteniendo que “(E)stas dos conductas negligentes, por un
lado la del Presidente del Aero Club Chacabuco, en tanto y en cuanto decidió
aceptar el ofrecimiento de M. para realizar vuelos de bautismo -como él dice- o
pedirle que lo haga –según la versión de P.H. S.A.-, puesto que eran temas que
excedían su competencia como organizador, dado que estaban a cargo del
coordinador del festival; como por otro lado la de G., quien siendo el que tenía a
su cargo este último rol, ignoraba la intervención del avión S. en los vuelos, no
interiorizó, por tanto, a los pilotos sobre las condiciones y el orden de las
maniobras, como tampoco mantuvo comunicación radial ni estableció quién debía
encargarse de mantener en función el equipo radial instalado (res. 217/76,
especialmente arts. 5 y 18)…”.
Consideró “(…)más imprudente fue la intervención del miembro de la
comisión directiva del Aero Club, quien agregó un elemento de riesgo a las
operaciones de manera inconsulta y, además, no tomó ninguna medida para que
esa nueva intervención llegue a conocimiento del coordinador, para que éste
pueda, a su vez, cumplir con su función específica. Pero de todas formas, ello no
es excusa suficiente para G., quien no debió desatender sus obligaciones y, en
todo caso, de ser cierto que justamente en ese momento estaba conversando con
otro piloto para preparar algún vuelo de exhibición, era su deber asegurarse que
alguien tomara a su cargo el control de las operaciones que continuaban
desarrollándose. Agréguese a ello que el vuelo fatal no fue el primero que realizó
el avión S., dado que anteriormente había despegado llevando periodistas”.
Reputó a tales negligencias como la “(…)condición necesaria –si bien no
causa directa- para la producción del accidente. El alto grado de fatalidad que
también existió –un viento cruzado que permitía que los aviones despegaran por
pistas diferentes, llevándolos a volar en sentido contrario; que las aeronaves se
hayan encontrado en un punto en que el sol pudo claramente impedir o afectar la
visión de uno de los pilotos y todo ese conjunto de pequeños hechos o
circunstancias aleatorias que deben conjugarse sólo de una manera determinada
para que el accidente tenga lugar- no resulta excusa suficiente –al menos en
ámbito de la responsabilidad civil-, pues la actuación de V. y G., al no ajustarse a
lo que debía ser y les era exigible, los coloca en un estado de innegable y
primordial incidencia en la concreción del hecho…”.
A manera de fundamento de ello conjeturó que “(…)si cualquiera de los dos
hubiera ajustado su proceder a las obligaciones reglamentarias, hoy no
estaríamos frente a este proceso. Si, en hipótesis, se suprimen mentalmente tales
conductas indebidas (el S. no participa de los vuelos, o esa participación es puesta
en conocimiento, de manera previa, al coordinador, o el coordinador está atento a
lo que sucede y, advirtiendo que el S. va a participar de los vuelos instruye
debidamente al piloto cómo y en qué dirección deberá volar o, en su caso, si lo
advierte cuando ya despegó lo instruye utilizando la radio o, por último, advierte al
piloto del A. sobre la presencia de la otra máquina) debe concluirse en que el
accidente difícilmente habría tenido lugar…”.
4.1.4. En función de lo establecido por el art. 902 del Código Civil sostuvo
que “(…)el demandado Aero Club Chacabuco no puede pretender exonerarse de
responsabilidad por los sucesos acaecidos, por cuanto su conocimiento técnico de
las condiciones que deben cumplirse para garantizar un servicio seguro (asumidas
expresamente al solicitar la autorización administrativa para la realización del
Festival Aéreo), lo pone en la situación insalvable de tomar en cuenta todas las
medidas necesarias para evitar infortunios probables...”
Más adelante explicitó “(N)o constituye un hecho controvertido que esta institución
fue la organizadora del Festival Aéreo entre cuyas actividades se incluía la
realización de vuelos de bautismo. El deber de seguridad que resulta ínsito en las
obligaciones que están a cargo del organizador de un espectáculo público resulta
consecuencia ineludible de tal rol, voluntaria y libremente asumido”.
Destacó que “(L)a obligación de adoptar todos los recaudos para garantizar
la indemnidad de la vida o la salud de quienes intervienen en el espectáculo
organizado deriva del deber de obrar con cuidado y previsión (arts. 1198 y cc del
Código Civil)”.
El aquo dejó sentado, por no resultar controvertido, que el Aero Club que
era el propietario “…de uno de los aviones protagonistas del abordaje, además de
su explotador (art. 65 del Código Aeronáutico). Para asumir esta última condición,
son necesarios dos elementos: 1°) la utilización po r cuenta propia y 2°) la tenencia
de la aeronave en virtud de un título legítimo”.
“La utilización por cuenta propia implica, además del uso, el poder de
dirección sobre la navegación de la aeronave y sobre la tripulación, quedando
comprendidos en el concepto de explotador: a) el propietario de la aeronave que la
utiliza directamente en su propio beneficio, ya sea con fines lucrativos o no
lucrativos, ya que quien utiliza una aeronave obtiene beneficio por esa sola
circunstancia (conf., Videla Escalada, F., Derecho Aeronáutico, T. II, p. 212) y b)
todos quienes utilicen la aeronave a mérito de un contrato que les transfiera su
tenencia, como el locatario, el usufructuario o el comodatario”.
Previno acerca de que al no haberse “…denunciado la existencia de un
contrato que libere al propietario de las aeronaves de las responsabilidades
inherentes al explotador (arts. 66, 67 y concordantes del Cód. Aeronáutico), de
nada vale analizar eventuales consecuencias de actos jurídicos no invocados ni
probados; resultando, por ende, también responsable en tal carácter la institución
accionada”.
4.1.5. Además, destacó que no resulta controvertido que “…su Presidente
obtuvo o aceptó que se incorpore un avión adicional en la realización de los vuelos
de bautismo, haciéndolo de manera irregular, actuando con impericia y
negligencia, puesto que omitió poner al tanto de la novedad al coordinador del
festival aéreo, que era la persona que tenía a su cargo tomar decisiones de este
tipo (Res. 217/76, arts. 5 y 18; Reglamento de Vuelos, arts. 10, 11 y cc). Esta
intromisión en actividades del coordinador se sumó como otro eslabón en la
cadena de hechos que culminaron en el accidente. Como ya se adelantara, no fue
un hecho intrascendente, sino que tuvo entidad suficiente como para ser
considerado entre aquellos sin los cuales el hecho no debiera haberse
producido….”
Asimismo agregó: “(…) Fue también el Aero Club Chacabuco quien propuso a
la autoridad administrativa que la coordinación del festival quedara a cargo de uno
de sus miembros, G. El obrar negligente de éste (establecido supra) también la
obliga, resultando de aplicación la norma del art. 1870 inc. 4 del CC…”.
4.2. La responsabilidad de los pilotos M. y L.
4.2.1. Al respecto el a quo expresó: (…)Indudablemente los pilotos han tenido un
actuar preponderante. La resolución dictada en las actuaciones penales hace un
adecuado análisis al respecto. La inobservancia constatada de los reglamentos
establecidos para el vuelo visual, adicionales de las reglas generales, es
palmaria”.
En tal sentido remitió al Reglamento de Vuelos de la Dirección de Tránsito Aéreo –
agregado a la causa Penal- en punto a “…sus especificaciones relacionadas con
la prevención de colisiones en condiciones meteorológicas de vuelo visual (arts.
10, 11 y cc) […] siendo que durante el vuelo le corresponde al piloto adoptar todas
las maniobras necesarias para evitar colisiones, la desatención de ambos, o su
encandilamiento por el sol -que aparece como factible en atención a la ausencia
de maniobras de último momento que describen los testigos en uno de los
aviones- (v. conclusión de la JIAAC) causó finalmente la colisión de las aeronaves
y su luctuoso resultado…”
4.2.2. Sin embargo, luego aclaró que “(…) el hecho del encandilamiento no surgió
de manera imprevista, sino que resulta una contingencia habitual a la que se
encuentran enfrentados los pilotos de aeronaves. Descartado como factor
sorpresivo, la habitualidad del hecho lo elimina como factor que pueda hacer
desaparecer o limitar la responsabilidad del piloto afectado”.
4.3. La responsabilidad de P.H. S.A.
A su respecto el juzgador sostuvo que “(…)También se encuentra fuera de
discusión su condición de propietaria del avión S. protagonista del accidente. De
su condición de propietaria se sigue la de explotador y, en consecuencia, ello
basta para tenerla por responsable en los términos de los arts. 167, 168 y cc de la
ley 17.285; resultándole aplicable todo lo sostenido en cuanto al co-demandado
Aero Club Chacabuco por revestir el mismo carácter.
4.4. La responsabilidad del Estado Nacional.
El juzgador desligó de responsabilidad al Estado Nacional – Fuerza Aérea
Argentina – Estado Mayor de la Fuerza Aérea, en los siguientes términos:
4.4.1. Estimó que para imputarle responsabilidad en virtud de la
autorización acordada al Aero Club Chacabuco para la realización del Festival
Aéreo en el que se produjo el accidente, resulta necesario “…que esa autorización
hubiera sido indebidamente otorgada; o que, independientemente de una debida
autorización hubiera quedado sin realizar una acción –a cargo del Estado Nacional
a través de alguno de sus dependientes- de comprobada incidencia en la
producción del accidente”.
4.4.2. En función de lo anterior precisó que el “…alegado incumplimiento
que alguna de las partes actoras han atribuido al personal de la Fuerza Aérea no
se ha visto reflejado en las presentes actuaciones […] La designación del
coordinador del festival no fue una decisión de la Fuerza Aérea, sino que la
reglamentación impone al organizador que, al pedir la autorización, deberá
proponer a la persona que cumplirá ese rol, limitándose la autoridad estatal a
conferirle la designación cuando el propuesto reúna las condiciones
reglamentariamente determinadas. No se alegó ni se probó que G. careciera de
tales condiciones, de modo tal que por el hecho de la designación del nombrado
no puede seguirse ninguna responsabilidad”.
4.4.3. Por tales circunstancias el juez concluyó que el incumplimiento de
las funciones del coordinador no obliga a la autoridad administrativa, sino al
organizador del festival, que lo propuso. Sostuvo que “(L)a Fuerza Aérea se limita
a verificar que exista el coordinador, que esté designado alguien para llevar a cabo
tal tarea. Pero careciendo de obligación legal de controlar el desarrollo del festival
–como también podría afirmarse que carece de posibilidades de hacerlo por
intermedio de su personal, en cuyo caso sí se podría analizar tal actividad-, lo que
haya dejado de hacer el coordinador obliga únicamente al organizador del festival
que lo propuso como tal”.
4.4.4. Luego remarcó que para imputarle responsabilidad del Estado “…(e)s
necesario que se haya incurrido en la omisión de un servicio concreto,
razonablemente exigible. La responsabilidad por hechos u omisiones en el
ejercicio del poder de policía no escapa a los lineamientos de la teoría general de
la responsabilidad civil, que exige para configurarse un irregular cumplimiento de
las obligaciones legales y la existencia de culpa en el funcionario. Esta es siempre
concreta y reside en la omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza
de la obligación y que correspondieren a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar (art. 512 Código Civil). Es indudable que en cabeza del ente
estatal se encuentra el poder de policía para controlar que el festival se realice
conforme las normas legales previamente establecidas. El mencionado poder de
policía constituye una función administrativa propia del Estado que tiene por objeto
la protección de la seguridad, moralidad y salubridad públicas, y de la economía
pública en cuanto afecte directamente a la primera (conf. Villegas Basavilbaso
“Derecho Administrativo”, T. V, pág. 88)…”.
4.4.5. Refirió que los actores no invocaron, ni probaron “…(q)ué acción
concreta cabía esperar del Estado Nacional… cuya omisión haya sido causa
suficiente o necesaria para que ocurra el accidente…,tampoco la “…(v)iolación
concreta de los deberes que las normas imponen al Estado en este tipo de
festivales”.
4.4.6. En ese sentido, luego de destacar los principios que ordenan la carga
de la prueba para formar la convicción judicial sobre los hechos controvertidos,
sostuvo “(S)i ninguno de los actores que pretendieron endilgar responsabilidad al
Estado Nacional probó los hechos por ella expuestos, a pesar de tratarse de un
imperativo de su propio interés, no cabe sino el rechazo de la demanda, pues al
no haber acreditado su relato pueden formularse múltiples versiones acerca del
hecho”.
4.4.7. A su entender el Estado Nacional comprobó ”…(h)aber cumplido con
todos los deberes administrativos y legales que se encontraban a su cargo. Para
imputarle la aducida “falta de servicio” la parte actora debió ascender desde el
alegado incumplimiento genéricamente expresado hasta algún obrar a cargo de
los dependientes del Estado que haya resultado incumplido; el cual, además,
debió resultar de suficiente incidencia en los hechos ocurridos, de modo tal que,
suplida mentalmente la omisión denunciada –y demostrada- razonablemente
pudiera concluirse en que el accidente no se hubiera producido.
Nada de ello
aconteció, razón por la cual corresponde absolver al Estado Nacional…”.
4.5. Por resultar también pertinente para el tratamiento posterior de
agravios relacionados con la responsabilidad habré de transcribir en qué términos
distribuyó el a quo la proporción de las responsabilidades que endilgó a cada uno
de los explotadores
En tal orden, sostuvo que “…(A)mbos explotadores deben responder
primordialmente en razón de la intervención que les cupo a cada uno de los pilotos
que comandaban sendas aeronaves. El informe de la JIAAC no permite concluir
asertivamente en que alguno de los dos haya sido mayormente responsable en la
producción del accidente. De sus términos parece inclinarse por una
responsabilidad conjunta, aunque no se pronuncia abiertamente por ninguna
opción”.
Advirtió luego que cuando resulta imposible precisar la proporción o el
grado de culpa de los dos pilotos en la producción del evento, “(…)debe estarse a
las previsiones de los arts. 167, 168 y cc, del Cód. Aeronáutico.
Consecuentemente, el Aero Club Chacabuco y P.H. S.A. resultan solidariamente
responsables por las consecuencias que se deriven del accidente y en partes
iguales…”.
4.5.1. En relación a la determinación de responsabilidades el a quo rechazó
las peticiones que, fundadas en la existencia de un obrar con dolo o culpa grave
por parte del transportista o sus dependientes o en la ausencia o irregularidad del
instrumento de transporte, apuntaban a que se deje de lado el límite de
responsabilidad.
En tal aspecto, luego de descartar la “intencionalidad dañosa” se ajustó,
correctamente, al régimen de responsabilidad subjetiva que ha establecido el
Código Aeronáutico (art. 147). Ello, de consuno a precedentes del Máximo
Tribunal en el sentido de que para la exclusión del límite de responsabilidad es
necesario que el responsable o sus dependientes actúen con dolo, no bastando la
culpa grave para la pérdida del beneficio CSJN: 323:3564 –“Fabro…-)”.
4.5.2. Resaltó además que “…(s)iendo que tampoco son de aplicación al
caso las condiciones de emisión del billete de transporte, el límite de
responsabilidad que establece el régimen aeronáutico debe mantenerse incólume
(arts. 144, 147, ss y cc de la ley 17.285).
5. Por constituir materia de agravio es necesario destacar que el juez de grado
rechazó los planteos de inconstitucionalidad respecto del límite indemnizatorio
impuesto por los arts. 144, 169 y concordantes del Código Aeronáutico, con
sustento en la supuesta violación de los principios de la responsabilidad civil y,
concretamente, en cuanto a la obligación de reparar íntegramente el daño
causado.
Lo hizo con fundamento en los precedentes del Máximo Tribunal que cita y en que
los jueces inferiores tienen el que conformar sus decisiones a aquéllas(Conf.
307:1094, "Cerámica San Lorenzo").
5.1. También rechazó los reparos de constitucionalidad imputados a la manera en
que se estableció legislativamente la conversión de los pesos oro fijados como
tope indemnizatorio, es decir, en orden a la cotización del monto de indemnización
“al momento del accidente”.
En ese sentido, recalcó que “(l)os planteos al respecto se formularon recién
con posterioridad al depósito del asegurador, encontrándose largamente precluído
el tiempo hábil para efectuarlos y, en segundo lugar, que, al igual que en el caso
de la limitación indemnizatoria, la Corte Suprema se ha pronunciado
invariablemente a favor de la validez de tal manera de conversión (CSJN, “Marino
de Galván v. Aero Club Corrientes”, 10/06/92, JA, 1992-IV-393).
5.2. Finalmente aclaró que “(e)l límite de responsabilidad del transportista
comprende sólo al capital y se incrementa en función de los intereses y costas del
juicio (“Plus Ultra v. Buque Memling”, del 07/06/91, en Revista del Ateneo del
Transporte n° 4, p. 64; “Veloso v. Provincia del Ne uquén y otros.”, de 06/05/92,
publicación citada, n° 7, pág. 37). La cuestión lle ga firme a esta Alzada al no haber
constituido materia de agravio.
6. Descartó aquellas pretensiones que postulaban se deje de lado el límite
de responsabilidad por existir un obrar con dolo o culpa grave por parte del
transportista o sus dependientes o en la ausencia o irregularidad del instrumento
de transporte.
En tal sentido consideró, correctamente, que no obstante las negligencias habidas
en el suceso, no se percibe la intencionalidad dañosa que caracteriza al dolo que
exige el artículo 147 del código aeronáutico para descartar el límite de
responsabilidad.
Consideró, además, “(q)ue tampoco son de aplicación al caso las
condiciones de emisión del billete de transporte, el límite de responsabilidad que
establece el régimen aeronáutico debe mantenerse incólume (arts. 144, 147, y
concordantes de la ley 17.285).
7. El a quo resolvió sobre la procedencia de las demandas y su cuantía en
función de pautas indemnizatorias y de legitimación establecidas por el Código
Civil que enunció con carácter general en relación al daño material, al daño
psíquico, al daño moral y a la legitimación para el reclamo y luego patentizó en los
casos particulares de los actores concediendo o no, según el caso, sus
pretensiones.
7.1. Corresponde destacar que el juez rechazó las demandas entabladas por S. M.
S. (madre de los hijos del piloto M.) en representación de sus hijos menores de
edad (...)contra el Aero Club Chacabuco (esta Sala exp. nº16.941 y nº 24.031 de
origen). También rechazó la incoada por M.L.B., esposa de M., contra el Aero Club
Chacabuco (causa nº 24.031 de origen); ambas con costas a la actora (art. 68 del
CPCCN).
Omitiré precisar, en este momento, los fundamentos de la decisión y hacerlo al
tratar los agravios pertinentes (causa “S. ...” nº16.941).
8. Finalmente, definió la situación de P.S. S.A. (citada en garantía y
obligada al pago en los términos de las pólizas que cubrían los siniestros de
ambos aeronaves) y la pauta de conversión a aplicar.
Se recuerda que la aseguradora pretendía dar cumplimiento a su obligación
de cobertura, depositando una suma de dinero (pesos argentinos oro a la
cotización de la fecha del evento) que -en función de representar el máximo del
monto asegurado con mas el 25 % correspondiente a costas- entendía que con
ello cubría acabadamente su obligación y solicitó, en virtud del mentado depósito y
de lo dispuesto por el art. 110 de la ley 17.418, quedar desligada de la dirección
del proceso. La cuestión fue decidida en forma negativa tanto por en primera
instancia como por este Tribunal.
8.1. El a quo, luego de examinar el “Anexo n° 50, Cláusula de cobranza del
premio” y que el art. 1° dispone que el premio debe pagarse en la moneda
indicada en las condiciones particulares, concluyó que “…(e)n el vínculo entre los
asegurados y P.S. SA, la moneda de cuenta que debe utilizarse es el dólar
estadounidense…”. Señaló que “…(e)n toda la documentación relativa al premio y
al capital asegurado, (...) de la causa n° 7236, se señala en forma destacada y en
todos los casos, que “Los valores de la presente póliza están expresados en:
dólares EEUU”.
Destacó que a la fecha del accidente -momento de conversión de los
argentinos orose encontraba vigente el régimen de convertibilidad con
equivalencia de dólar-peso y se podía contratar libremente en moneda extranjera
dando carácter cancelante al pago efectuado con la divisa pactada. En función de
ello sostuvo que “…(c)uando P.S. SA exigió el pago del premio en dólares, como
no podía ser de otra manera, aseguró un capital determinado en una suma
también fijada en dólares estadounidenses”, a lo que añadió que “( N)o puede
receptarse que, llegado el momento de concretar su parte de la obligación, su
débito contractual, pretenda convertir una obligación originalmente convenida para
cumplir en una determinada moneda en otra sustancialmente distinta, abonando
mediante la entrega de cosas distintas y de menor valor […]la finalidad de
contratar una póliza en divisas estables es que el asegurador garantice al
asegurado la prestación en la misma moneda y, en tal sentido, al ser disponible la
contratación en pesos, la póliza pactada en dólares sólo puede tener por finalidad
la protección de la base económica del vínculo contra la variación monetaria que
debió ser prevista por quien contaba con un importante profesionalismo negocial”.
Consideró como no razonable que tal protección, “(…)acordada libremente por las
partes, sea abandonada por la mera conveniencia del obligado al pago, sin que
ese cambio resulte fruto de algún inconveniente para la adquisición de los dólares
estadounidenses en el mercado de divisas o porque exista dificultad para la
obtención del valor de dicha moneda”.
De este modo, concluyó que “ (…)La conversión de argentinos oro, que
debía realizarse al momento del accidente, estando vigente en esa fecha el
régimen de convertibilidad y habiéndose pactado de manera expresa que así se lo
haga; deberá hacerse a la cantidad de dólares estadounidenses sesenta y tres
con ochenta y cinco centavos (U$S 63,85) por cada argentino oro.
II. Realizada la reseña del caso y de la decisión, corresponde referenciar los
agravios existentes en las causas citadas en el inicio.
1. Al margen de los particulares argumentos recursivos de los apelantes, sus
agravios pueden sintetizarse, por ser comunes, de la siguiente manera:
1.1. De los actores y Defensor Público: i) Los que apuntan a la responsabilidad del
Estado; ii) a considerar exiguos los montos indemnizatorios y arbitrario el rechazo
de algunas pretensiones de resarcimiento; iii) a la inconstitucionalidad del tope o,
en su caso, a la inconstitucionalidad parcial de la directiva de conversión del tope
de resarcimiento establecido en el Código Aeronáutico. Consideran que la pauta
de conversión del argentino oro establecida por el a quo les produce un perjuicio y
contraría el fin previsto de mantener la estabilidad del monto de resarcimiento
frente a las fluctuaciones de nuestra moneda; iiii) a que en virtud de existir pólizas
de cobertura por menor cantidad de pasajeros a los transportados (4 plazas
cubiertas a razón de 1000 argentinos oro de los cinco pasajeros en el “P. S.” (...) y
3 plazas cubiertas a razón de 300 argentinos oro de los cuatro pasajeros del “P.
A.” (...)), se aclare que la distribución debe ser pro cuota entre las víctimas; v) a la
tasa de interés.
1.2. El planteo particular del actor en autos “Y.…” (exp. ésta Sala nº 16.940),
apunta a la supuesta contradicción entre fijar los reclamos indemnizatorios con
sujeción a normas civiles a pesar de que el a quo se expresó por la
constitucionalidad de la legislación específica aplicable al caso (ley aeronáutica).
En dicha inteligencia, sostuvo que se “debió rechazar la demanda promovida por
A. A. quien reclamó por los mismos causantes que su representado…” fundado en
el sistema de reparación integral del Código Civil que no resulta aplicable.
A su entender “(…)sería el único beneficiario de las indemnizaciones
determinadas por la muerte de las causantes A. A. y L. A. y de N.B.B. …” en
función de lo solicitado en su demanda con fundamento en la legislación
específica.
1.3. El planteo particular del actor en la causa “S. …” (ésta Sala expte. nº16.941 y
n° 24.032) hace referencia: i) al rechazo de la dem anda; ii) a considerar arbitrario
lo decidido respecto a las culpas de los pilotos postulando que lo sea únicamente
respecto al piloto del Aero Club Chacabuco (L.) y de las autoridades de dicha
institución. En tal sentido señaló constancias probatorias que corroborarían su
afirmación; iii) a la incongruencia del a quo al suponer que los actores ya han
cobrado el seguro, en todo caso, de ser así, debería restarse la suma percibida de
la indemnización que se acuerde en estos autos (...).
2. De los demandados condenados.
Idénticas consideraciones a las efectuadas en el punto anterior permiten
clasificarlos del modo que sigue.
2.1. Del Aero Club Chacabuco: i) A considerar contradictorio que se justiprecien
los montos de indemnización en función de las normas del Código Civil, en lugar
de las establecidas por el Código Aeronáutico teniendo en consideración que el a
quo rechazó los planteos de inconstitucionalidad dirigidos hacia este último. Así,
sostuvo, que las demandas que se iniciaron con fundamento en normas de
derecho civil, prescindiendo del Derecho Aeronáutico, debían ser rechazadas o,
en su caso, reducirse a los límites establecidos en la ley especifica; ii) a la
imposición de costas como vencida cuando, en rigor, la costas deben ser
soportadas por la aseguradora en su totalidad, incluidos los honorarios
correspondientes a los apoderados del asegurado y demandado Aero Club
Chacabuco.
2.2. Los concernientes a la compañía aseguradora (P.S. S.A.), apuntan a
considerar: i) arbitraria la pauta de conversión del peso argentino oro establecida
por el a quo y que resulta una decisión extra petita, pues ninguno de los actores
pretendió la dolarización de la indemnización debida; ii) excesivos los montos
indemnizatorios o, en su caso, improcedentes por falta de prueba; iii) reclamo
improcedente por falta de legitimación.
3. Sin perjuicio de la síntesis que se pretende con la enunciación antedicha, en
caso de corresponder, me explayaré, en particular, sobre los agravios de los
actores o demandados, según sea el caso, en oportunidad de tratarlos
puntualmente.
III. Tratamiento de los agravios.
1. Por una cuestión de orden abordaré los agravios que vinculan a la supuesta
contradicción de viabilizar demandas que se entablaron con invocación de normas
del derecho común a pesar de que fue determinada la constitucionalidad de las
atinentes al Código Aeronáutico. Asimismo los que refieren la contradicción de
establecer las indemnizaciones en base a parámetros de orden civil (agravios
correspondientes en retro II.1.2, II.2.1.i).
1.1. Es cierto que el que el Derecho Aeronáutico se caracteriza, entre otros
rasgos, por la especialidad de los principios generales que lo gobiernan y la
tendencia a la completitud de la disciplina, tanto en el aspecto público cuanto en el
privado.
Sin perjuicio de que el régimen de la ley 17.285 resulte aplicable al caso y que
dicho marco normativo sea autosuficiente, no por ello debe desatenderse, por
cierto, la interrelación eventual con otras ramas del derecho, los principios
generales del derecho y, sobremanera, los emanados de superior jerarquía en la
Constitución nacional.
El a quo, en principio, no se apartó de principios rectores del derecho aeronáutico
en punto a la responsabilidad en caso de abordaje, tampoco respecto a las
causales de exclusión de los límites en caso de existencia de dolo.
En ese orden, se advierte que la ley aeronáutica no descarta, ni podría descartar,
que sea apreciada la entidad del daño concreto conforme las pautas de derecho
común y, con mayor entidad, la Ley Fundamental y los principios generales del
derecho. Ello, en sí mismo, no constituye un reparo que genere agravio si no se
demuestra que la cuantía del resarcimiento a la que se arribe –establecida en
función de tales apreciaciones y, por ejemplo, en observancia de la particular
forma de conversión del peso argentino oro dispuesta por el juez- conduzca a un
resultado degradado con los límites dinerarios establecidos en el marco normativo
especial.
De no tener tal facultad de apreciación del daño en función de pautas normativas y
directivas del derecho común, por caso, el juez estaría limitado y obligado a
conceder el límite máximo de valor vida, sin distinciones, aún cuando por tal rubro
pueda resultar una suma menor en función de las particulares circunstancias del
caso.
Se trata, entonces, de un tope máximo en la extensión pecuniaria del
resarcimiento, más allá del cual no corresponde abonar suma alguna en concepto
de capital. Supone una simple limitación cuantitativa, lo cual no implica que deba
ser abonada como indemnización fija en todos los casos, sino que no puede ser
excedida; pero, en cada ocasión, el juzgador puede, a partir de la pruebas
producidas en el proceso, graduar razonablemente en menos la indemnización, si
juzga que los perjuicios no alcanzan a las cantidades máximas fijadas por la ley
(Conf. Federico N. Videla Escalada, Derecho Aeronáutico, Bs. As., 1976, Tomo IV,
Vol. A, pp. 354 y 382).
A esta altura conviene recalcar que la constitucionalidad del régimen (en cuanto al
límite) y las pautas de conversión fueron motivo de agravios que, más adelante,
serán tratados en particular.
1.2. En el mismo orden de ideas también debe rechazarse aquel reparo dirigido a
cuestionar las pautas de legitimación de algunos actores, respecto de otros, con
fundamento en que si se aplica la ley aeronáutica “sería el único beneficiario de
las indemnizaciones de A.A. y L.A. y de N., B.B. …”
Contrariamente a lo sostenido no existe óbice en que el juzgador recurra, sobre el
punto cuestionado, a normas de derecho civil, pues al respecto nada regula el
Código Aeronáutico (agravio del actor en autos “Y. … nº 16.940, retro II.2.1)
Lo anterior dicho sin perjuicio de que, en función de los agravios concretos
habidos en algunas causas, se pueda examinar el error o el acierto del alcance
otorgado por el juzgador a las pautas de legitimación que surgen del Código Civil,
según su interpretación.
1.3. Se equivoca también el representante de Aero Club Chacabuco (agravio
referenciado en retro II.2.1.ii.), en tanto pretende el rechazo de las demandas que
fueron entabladas con fundamento solo en del derecho civil, pues en función de
los hechos expuestos por quienes reclamaron –con referencia a la reparación del
daño- la pretensión debe resolverse en virtud del principio iura novit curia con
sujeción al derecho aplicable. Por otra parte, no puede argumentarse algún motivo
de indefensión por parte del recurrente, en tanto que –al margen del derecho
invocado por algunos actores- este ha ejercido debida y ampliamente su derecho
de defensa y el a quo no se aparto de los principios rectores de responsabilidad
que marca la ley especial.
A ello cabe agregar que tampoco el agraviado refiere o demuestra, de modo
concreto, en qué consistió su indefensión, de qué defensa se vio privado o cuál
fue el yerro incurrido por el juzgador en la aplicación que realizó de la normativa
aeronáutica y su complementación con la norma civil.
2. Por una cuestión metodológica trataré en segundo término los agravios que
vinculan con la responsabilidad. Es decir, el de aquellos actores que se han
agraviado del deslinde de responsabilidad del Estado Nacional y, el particular (el
de la causa “S. …” ( nº16.941 de esta Sala y n° 24. 032 del Juzgado), que pretende
otorgarle responsabilidad al piloto L. y a las autoridades del Aero Club Chacabuco.
2.1.
La similar exposición recursiva de los actores, dirigida a enrostrar
responsabilidad a la Fuerza Aérea, permite considerarlos en su conjunto.
Todos coinciden en que las omisiones y negligencias de G. (el autorizado como
autoridad de control) implicaron la irregular ejecución del servicio encomendado y,
en que, siendo que el Estado contrae una obligación de seguridad, debe
responder por las consecuencias del incumplimiento o ejecución defectuosa.
2.1.1. Si bien es cierto que el a quo detalló las desatenciones de Giannoni
lindantes con la negligencia, de ello no deriva, sin más, que deba
responsabilizarse al Estado Nacional.
De entrada debe subrayarse que los recurrentes vuelven a reiterar
consideraciones realizadas al entablar las demandas sin hacerse cargo de los
argumentos tenidos en cuenta por él a quo para decidir como lo hizo. Solo se
limitan a aludir al deber genérico de seguridad en cabeza de la autoridad aérea,
mas continúan en el déficit de describir, en concreto, en qué consistió su omisión o
su incumplimiento, como fue señalado por el juzgador.
2.1.2. No controvierten las consideraciones realizadas respecto a que el
coordinador no fue designado por la Fuerza Aérea, sino que fue propuesto por las
autoridades del propio Aero Club (del cual era integrante), en virtud de la
obligación reglamentaria que impone al “organizador” designar a quien cumplirá
aquél rol para que la autoridad aérea confiera el permiso, luego de verificar que el
sujeto propuesto reúna las condiciones reglamentariamente determinadas. Ni
siquiera desvirtúan lo aseverado por él juez en cuanto a que “(n)o se alegó ni se
probó que Giannoni careciera de tales condiciones, de modo tal que por el hecho
de la designación del nombrado no puede seguirse ninguna responsabilidad”.
Tampoco demuestran el equívoco en la afirmación de la inexistencia de
obligación legal para la autoridad aérea de controlar el desarrollo del festival por
intermedio de su personal. Ello impide responsabilizar por el hecho de la actividad
del dependiente y, es por tal motivo, que el a quo consideró que “(…) lo que haya
dejado de hacer el coordinador obliga únicamente al organizador del festival que lo
propuso como tal”.
2.1.3. Es sabido que el “poder de policía” constituye una función
administrativa propia del Estado, que tiene por objeto la protección de la
seguridad, moralidad, salud pública y economía pública, en cuanto afecte
directamente a la antedicha función. Este Tribunal le ha imputado responsabilidad
cuando tales funciones se prestaron de modo deficiente o fueron directamente
omitidas teniendo obligación de hacerlo (conf. expedientes nº 16.235 “Polimeni,
Andrés A. y otros c/ Fuerzas Armadas y otros s/ Daños y perjuicios”; n( 1061/99
“Amarillo de Rodríguez c/ Torraga y otro…” s/ Daños y Perjuicios”, entre otros).
Sin embargo, para que se pueda configurar tal imputación de responsabilidad
debe invocarse y probarse qué acción concreta cabía esperar de la Fuerza Aérea
Argentina, cuya omisión haya sido causa suficiente o necesaria para que ocurra el
accidente, o cuál fue la violación concreta de los deberes que las normas imponen
al Estado en el tipo de festivales que se identifica en el caso a resolver.
En ese perfil se ha sostenido que la “(p)retensión de ser indemnizado por la falta
de servicio a los órganos estatales requiere dar cumplimiento a la carga procesal
de individualizar del modo más claro y concreto cuál ha sido la actividad que
específicamente se reputa como irregular y que ello importa la carga de demostrar
la existencia de un daño actual y cierto, la relación de causalidad directa e
inmediata entre el accionar del Estado y el perjuicio y la posibilidad de imputar
jurídicamente esos daños al órgano estatal” (Fallos: 318:77; 319:2824; 321:1776;
323:3973; 324:1243 y 3699, 327:106, entre otros).
Tales presupuestos, como sostuvo el juzgador, no fueron probados, ni surgen de
las constancias del expediente.
Por otra parte, tampoco se alega una arbitraria apreciación en la consideración
efectuada por el juzgador acerca de las cargas y principios probatorios que
efectúa.
2.1.4. En síntesis, los agravios deben rechazarse pues las argumentaciones de los
recurrentes resultan insuficientes para conmover lo decidido (art. 265, CPCC).
2.2. Resta por tratar el agravio del actor en la causa “S. …” (exp. nº16.941) que
apunta a desligar de responsabilizar al piloto M., atribuyéndosela a L. (piloto de la
otra aeronave involucrada en el siniestro), explayándose en las causas que, a su
entender, derivan en la única y excluyente responsabilidad del piloto de la otra
aeronave (...).
2.2.1. La cuestión tiene relevancia pues la responsabilidad por los daños queda a
cargo del explotador de la aeronave culpable del abordaje (conf. art. 166, 1° parte
del Código Aeronáutico) que, en este particular caso, resulta ser el Aero Club
Chacabuco, cuyas negligencias e incumplimientos ya fueron detallados
anteriormente.
Al respecto, el Código Aeronáutico (art. 166, 2do. párrafo) establece una
presunción de responsabilidad que sólo puede destruirse por la prueba (a cargo
del explotador) de que ha tomado todas las medidas necesarias para evitar el
daño o que le fue imposible tomarlas (inversión de carga de la prueba establecida
en todos los casos para los transportadores o explotadores, arts. 142, 143, 155,
157, 159,163, 164).
Se recuerda que el Aeroclub no mantiene el cuestionamiento inicial de su falta de
responsabilidad en la producción del hecho. Tampoco lo ha hecho la explotadora
de la otra aeronave P.H. S.A., aunque se advierte que quien tuvo la dirección
letrada de su defensa, resulta ser el mismo letrado que la ejerce en esta causa por
la actora y que, de prosperar su pretensión, indirectamente beneficia a aquella.
2.2.2. Sentado lo anterior, cabe verificar los argumentos que se dirigen a
responsabilizar al piloto restante.
El recurrente remarca la supuesta contravención al art. 50 inc. 4 del “Reglamento
de Vuelo” que establece como regla general “aterrizar y despegar contra el viento”,
práctica que M. cumplió y no así L.. Que contravino, asimismo, el art. 50, inc. 3,
que obliga a los pilotos “hacer los virajes a la izquierda para aterrizar y después
del despegue” y que, como L. viró a la derecha, cometió una nueva
irresponsabilidad e incumplimiento de los deberes a su cargo. Además, señaló el
incumplimiento a las reglas de vuelo visual que establecen que los pilotos deben
tener –para “vuelos no controlados” una visualidad de entre 2.500 y 5.000 metros
hacia delante. En ese sentido sostuvo que si el sol encandilaba a L. y, entonces,
este debió cambiar el rumbo para tener mejor visibilidad. También destacó que L.
no tenía el equipo de radio VHF prendido, mientras M. si, infiriendo con ello que si
los pilotos se hubieran comunicado las posiciones de altitud, latitud y longitud, el
siniestro se habría evitado. Finalmente, destacó la serie de incumplimientos y
faltas del “organizador” Aero Club Chacabuco y del “coordinador” que de no
haberse cometido hubiesen evitado la colisión.
2.2.3. Ninguna de las consideraciones que realiza tiene la entidad que le pretende
asignar para imputar de responsabilidad totalmente al piloto L..
En lo principal, no logra conmover una circunstancia -a mi juicio, determinantecual es, que ambos pilotos, en el momento previo de la colisión no cumplieron con
la reglamentación, mencionada por el recurrente, que establece como pauta de
vuelo una visualización hacia delante de entre 2.500 a 5.000 metros. Tal pauta
debe observarse en forma constante, de modo que –aún cuando pueda admitirse
que M. “en el instante previo a la colisión viró a la derecha en ascenso”
(circunstancia recalcada por el agraviado para convencer sobre el apego a la regla
de vuelo) y que L. pudo tener afectada la visión por el sol en contra- parece
evidente que ninguno de los dos la han cumplido cabalmente.
2.2.3.1. Tal conclusión se desprende de la “opinión” de la Junta de Investigaciones
de Accidentes de Aviación Civil cuya Asesoría en Tránsito Aéreo expresó que
“(l)os pilotos de ambos aviones desatendieron la función de observar
permanentemente el espacio de alrededor, los obstáculos sobre el terreno“; No
cumpliendo, según el “Asesor Jurídico” con el art. 84 Código Aeronáutico y el
Reglamento de vuelo, 2da parte, Capítulo III, Sección 1° párrafo 11” (ver fs. 95 a
112 de este expediente).
Sobre dicho informe advierto que no tiene valor vinculante por resultar una opinión
técnica proveniente de un organismo que tiene la obligación de realizarlo con fines
de prevención hacia el futuro y que no pauta presunciones de culpa o
responsabilidad pues ello es una facultad excluyente del juez.
En tal sentido, se ha dicho que "...carecen de contenido decisorio [pues] se limitan
a expresar una opinión o juicio apoyado en criterios técnicos […], por lo que no
pueden ser objeto de impugnación ni en la esfera administrativa, por no ser
propiamente resolutorios de procedimiento, ni en vía jurisdiccional, por no ser
subsumibles en ninguna de las hipótesis que, como actos recurribles, contempla
…[la Ley], […] sin perjuicio de que su valor probatorio pueda desvirtuarse en el
proceso al que se aporte, bien por falta de garantías en su elaboración, o por la
aportación de otros medios de [prueba] que le priven de fuerza de convicción"
(conf., Capaldo, Griselda D., Accidentes e incidentes de aviación. La utilización de
los informes técnicos de Investigación, en Rev. La Ley 2010-A, 883).
No obstante ello, cabe asignarle, en esta causa, valor persuasivo por no
contradecir, en forma sustancial y determinante, los restantes elementos
probatorios que constan en las causas en estudio y que -en ejercicio de las
pautas de apreciación que establece la ley procesal (art. 386 CPCC)- han sido
tenidas en cuenta para arribar a la conclusión expuesta.
2.2.3.2. Se aprecia además, aunque sea irrelevante como se verá, que el S. de L.
había despegado por la pista 27, es decir, la autorizada por la autoridad a cargo
de la “coordinación”, quien instruyó a los pilotos sobre tal circunstancia, mientras
que M. lo hizo por la 18 (ver informe citado punto 2.2 [fs. 106]).
Contrariamente a lo sostenido por el recurrente el viento era oblicuo para ambas
pistas de modo que no existe el supuesto incumplimiento de L. de despegar con el
viento de frente. Igualmente, ello no tiene la trascendencia que le atribuye el
agraviado.
En efecto, si bien la reglamentación dispone el despegue o aterrizaje con viento de
frente, seguidamente establece “a menos que sea preferible otra dirección por
razones de seguridad o de tránsito aéreo o de configuración de la pista”. Vale
decir, no existe prohibición de la norma en punto a la circunstancia que indica el
recurrente. Ello con sustento en lo referido por el perito M. (...).
Por otra parte, no siendo el primer vuelo, sino el segundo de M., en el circuito de
bautismo, sabía de la existencia de la otra aeronave y de la deficitaria
comunicación por VHF con el Club, si es que intentó comunicarse con el mismo.
De modo que, en ese supuesto, mayor precaución debió haber tomado (art. 902,
Código civil).
2.2.3.3. En punto a la falta de consideración de la pericia propuesta por su
parte (...), cabe decir que, contrariamente a lo sostenido por el recurrente, de dicha
prueba no surge imputación de responsabilidad ninguna a L. Por el contrario,
habla de un hecho fortuito, remarcando luego las negligencias e incumplimientos
de la Comisión Directiva del Aero Club Chacabuco y del coordinador (...).
Los incumplimientos de estos dos últimos fueron contemplados por el juez
de grado –aunque no menciona o sustente en dicha pericia-, con citas de otras
pruebas en el mismo sentido (v. gr., Informe Junta de accidentes, entre otras) para
imputar a la institución organizadora (y dueña de la aeronave), la responsabilidad
en el accidente.
2.2.3.4. En resumen, no se advierte la arbitraria y parcial valoración de la
prueba sostenida por el recurrente para descalificar la conclusión efectuada por el
a quo e imputar únicamente la responsabilidad a L. y exonerar a M.
No se prescindió, en verdad, de prueba concluyente y categórica, en el orden de
selección de conducencia y relevancia que aquél desplegó sobre la base de la
razonabilidad a la que se subordina la valoración, según las reglas de la sana
critica. Tal fundamento dimana de la ley procesal (art. 386, CPCC) y de la
interpretación del Alto Tribunal (Fallos: 311:1656, 2547; 317:768, entre otros).
En rigor, el recurrente no criticó eficazmente los argumentos tenidos en mira por el
juez para decidir como lo hizo. Tampoco señaló los defectos de interpretación en
el cuadro del material probatorio considerado relevante y conducente. Solo intentó
enfatizar la omisión de valoración de ciertos hechos y constancias que, a su
criterio, resultarían determinantes para decidir en forma diversa respecto de
Milanesi.
En ese orden, existiendo pluralidad de culpas en los agentes que tienen que
compartir el peso del daño y al carecerse de elementos relevantes que permitan
diferenciar la incidencia causal o la gravedad de las mismas para determinar la
proporción en que cada parte contribuyó a ocasionarlo, resulta adecuada la
paritaria imputación efectuada por el a quo, tal como lo sostuvo y fundamentó en
los considerandos que fueron reproducidos anteriormente (retro I. 4. y, en
particular, I.4.2.).
3. También por una cuestión de método abordaré el agravio sobre el rechazo de la
demanda en autos n° 16.841 “S. …” (v. II.1.3.ii).
3.1. El a quo dejo sentado que, los arts. 166 y concordantes del Código
aeronáutico, excluyen a la tripulación de sus previsiones y que el régimen para
ellos se contempla en los arts. 191. Estos disponen que el explotador deberá
asegurar a su personal contra los accidentes susceptibles de producirse en el
cumplimiento del servicio, “conforme a las leyes a que se refiere el art. 87”, que
habla de las relaciones laborales.
Luego sostuvo que “la obligación había sido cumplida por el explotador P.H. S.A.”
con sustento en lo que surge de fs. 349/351 de la causa penal n° 7.236. Destacó,
además, que “(…) M.B. … (cónyuge actual de M.) […](...) solicitó fotocopias para
reclamar ante el asegurador el pago del seguro…”. Además tuvo por sentado
“(q)ue el seguro que amparaba a J.M. por su labor como piloto ha sido percibido
por sus derecho-habientes (arts. 163, inc. 5° y cc del CPCCN)…”. Con sustento en
“el silencio guardado y la inacción sostenida ante lo ordenado (...) de los autos “S.,
S. c. Aero Club Chacabuco s/ Daños y perjuicios” (expte. 24.032)” concluyó en
“(q)ue el seguro que amparaba a J.M. por su labor como piloto ha sido percibido
por sus derecho-habientes (arts. 163, inc. 5° y cc del CPCCN)”.
Se recuerda que lo ordenado (...) consistió en una medida de instrucción
encaminada a que los actores y la aseguradora “manifiesten si se ha producido el
pago de la misma (en referencia a la póliza de seguro n° 73.731) y, en su caso,
fecha, monto, beneficiarios y todo otro dato de interés a los fines de la resolución
del presente conflicto…”.
De consuno a lo expuesto decidió (respecto de la causa Bragagnolo y Senesi)
“(q)ue el camino elegido en estos autos constituye una vía indebida para reclamar,
pretendiendo así aumentar las indemnizaciones que por el desgraciado
acontecimiento les correspondieron. Las acciones incoadas no están respaldadas
en el sistema legal creado para regir en estas situaciones, razón por la cual no
cabe sino rechazar ambas demandas”.
3.2. De tal conclusión se agravió el recurrente. Argumentó sobre la incongruencia
del judicante, en tanto el cobro del seguro no fue planteado por ninguna de las
partes. Censuró el valor dado al silencio como una afirmación respecto al cobro
del seguro, como así también de que todo daño debe quedar subsumido en los
arts. 191 y concordante del Código Aeronáutico. Sostuvo que dichas normas
reglan solamente las indemnizaciones de orden laboral, mientras que su reclamo
apunta a la reparación integral del daño sufrido por las hijas de M. como
consecuencia del fallecimiento de su progenitor, por culpa y responsabilidad del
Aero Club Chacabuco y sus dependientes. Finalmente expresó que en caso de
que se hubiera percibido un seguro se restaría de la indemnización pero no
correspondía el rechazo de la demanda (...).
3.3. Es cierto que ninguna de las partes planteó que se hubiera cobrado el seguro
laboral, pero también lo es que el actor enfiló su reclamo al Aero Club Chacabuco,
dando como presupuesto la culpa excluyente de este y de su piloto.
3.3.1. En tal contexto es que, la citada en garantía (P.S.), realizó consideraciones
acerca de que la póliza nº (...) que cubría la aeronave propiedad de Aero club
Chacabuco, no contemplaba la pretensión del actor. Adujo que solo que ella
contempla daños a terceros en la superficie, condición que no revestía M.
Además, en tal oportunidad planteó que en los casos en que involucre al personal
a bordo, rige la obligación del explotador de asegurar a su personal contra los
accidentes susceptibles de producirse en el cumplimiento del servicio, conforme a
las leyes a que se refiere el art. 87 del CA (...).
3.3.2. Al turno de contestar, la actora remarcó que la postura de la citada en
garantía de enmarcar el reclamo en las previsiones del art. 191 (y capitulo X del
CA), en todo caso, “solo alcanza a las personas en relación de dependencia
laboral con el asegurado extendiéndose a su cónyuge y los parientes hasta el
tercer grado de consanguinidad o afinidad del asegurado y del tripulante a cargo
de la aeronave”. Luego insiste en que la Póliza 74.289 que cubre “las lesiones y/o
muertes de terceras personas y/o daños a cosas de terceros no transportadas” (se
aclara que es sobre la que él pretende cobertura y es a nombre del Aero Club
Chacabuco) no lo excluye como piloto de la aeronave inocente en el hecho del
abordaje (se aclara propiedad de Paine Huenu S.A.) pues, a su entender, Milanesi
–como víctima- resulta un tercero. Además afirmó que, en función de lo dispuesto
por el art. 166 del CA, el explotador de la aeronave culpable debe responder por
las indemnizaciones que sufre la aeronave inocente, su tripulación y pasajeros, es
decir, los terceros (...).
3.3.3. Como corolario de estas dos presentaciones en la decisión fue precisado,
acertadamente, que dentro del concepto de daños a que se refiere el art. 166 C.A.,
se encuentran incluidas las indemnizaciones que el explotador de la aeronave
inocente deba pagar por daños a “personas” y cosas transportadas en su propia
aeronave, id est, “(l)as reparaciones debidas a merito de un contrato de transporte
o trabajo…”.
Asimismo, consideró necesario diferir el planteo de la aseguradora para el
momento en que se determine en sede penal la responsabilidad de los
explotadores de las aeronaves involucradas. Ello con fundamento en que la
pretensión indemnizatoria de los hijos del piloto (M.) no enfiló contra el explotador
de la aeronave piloteada por este último (explotada por P.H. S.A.), sino que se
carga con responsabilidad al otro avión en cuestión, propiedad del Aero club
Chacabuco (...).
3.4. De lo expuesto puede concluirse que el tema del seguro hacia el personal
(piloto) no resultó extraño al proceso, pues ha sido introducido tangencialmente
por la aseguradora y admitido por la actora en el sentido de delimitarlo al personal
de la nave asegurada (A.), aunque advirtiendo que su pretensión es como
“tercero” por los daños provocados por culpa de dicha aeronave.
De lo anterior se sigue que si bien no fue objeto concreto de debate “el cobro del
seguro”, no puede soslayarse que el juez tuvo que expedirse ante circunstancias
que constan en el expediente penal (pedido de B., quien hasta el momento del
accidente era la mujer de M.).
3.4.1. Al margen del acierto o error de la interpretación realizada acerca de que se
pagó el seguro, no se advierte la incongruencia que plantea el recurrente, aunque
se adelanta que, en cambio, su conclusión acerca del rechazo del reclamo, es
errada.
De todos modos, el a quo omitió contemplar lo informado con fecha 08/02/2005
por el apoderado de P.H. S.A., acerca de que no han “(s)ufragado suma alguna en
concepto de indemnización a los derechohabientes del causante J. M.” (...).
También omitió considerar la presentación de los actores en el mismo sentido (...)
y reiterada (...) (de fecha 7/3/2008). Estas constancias, además de que resultan
de fecha posterior a aquél pedido de B. en el expediente penal (hecho en que se
basó el a quo para presumir el cobro), fue presentada en fecha anterior a la
sentencia y con posterioridad a la medida de instrucción. Se aclara que la
expresión derecho habientes, de la que versa la nota, comprende a B. y a los
actores en este expediente.
3.5. No obstante lo expuesto, considero que equivoca el juez a quo. Aunque sea
cierta la suposición que efectuó sobre el pago que realizó la aseguradora, de ello
solo puede derivarse la deducción de lo percibido y no el rechazo de la demanda.
Las precisiones que siguen delinearán la afirmación.
3.5.1 En primer lugar cabe señalar que el alcance que debe asignársele al art.
166, 1ª parte, en función de lo dispuesto por el art. 191, resulta que el explotador
de la aeronave culpable, respecto a los daños causados a las personas y bienes
a bordo de la otra aeronave consiste, generalmente, en el aspecto patrimonial, en
el reintegro de las indemnizaciones que hubiera debido abonar el explotador de
esta última. Ello partiendo de la base de que el concepto de daños a que refiere el
primero de los artículos se incluye las indemnizaciones que el explotador de la
aeronave “inocente” deba pagar por daños a personas y cosas transportadas en
su propia aeronave, es decir, las reparaciones debidas a merito de un contrato de
transporte o trabajo…” (conf., Lena Paz, Juan A., Código Aeronáutico de la Nación
Argentina. Concordado-Anotado-Comentado. Bs. As., 1987, pp. 170/171).
Respecto del alcance del concepto daños a personas a que refiere el 166 se ha
dicho que comprende un campo amplio en el que quedan incluidos los tripulantes
(conf., Videla Escalada, Federico, op. cit., T° IV- B, pp. 707/708).
La vinculación entre el transportador o explotador y el piloto se trata de una
relación de dependencia cuya regulación debe regirse por las leyes de la materia
(art. 87 del C.A), vale decir que, la responsabilidad del transportista o explotador
“frente a su persona”, en caso de daños por algún infortunio y cuyo deber es
asegurar (art. 191), se rige por la Ley de Accidentes de Trabajo, que en Argentina
tiene un sistema objetivo cuyo único eximente es el dolo de la víctima y la cifra
tope es limitada (conf., Videla Escalada, Federico N., op. cit., [1976], Tomo IV, Vol.
B, pp. 720/721).
En el caso, el abordaje se produjo por culpa concurrente y en idénticas
proporciones quedando descartada la hipótesis de culpa exclusiva por parte de la
otra aeronave que invocaron los actores y por lo tanto cada explotador debe
responder respecto de su propio personal en esa misma medida.
De ello se sigue que, siendo obligatorio el seguro del personal y fijo el tope
indemnizatorio existiría una compensación en sufragar el daño que cada
explotador debería pagar a su propio piloto, con sustento en la ley laboral. Ello en
definitiva tiene vinculación con eventuales reclamos de los explotadores entre si y
no con el presente caso.
3.5.2. Ahora bien, quienes aquí reclaman y han sufrido como daño la muerte de su
padre carecen de una relación previa con el responsable del hecho dañoso, al
menos con aquel que contribuyó en un 50% en su producción.
En este caso el daño producido por el explotador de la aeronave piloteada por L.
(Aero Club Chacabuco, responsable en un 50 % del siniestro) tuvo como
destinatario al piloto de la otra aeronave, y por ello, debe responder con exclusión
de aquellos límites de responsabilidad impuestos por las normas laborales a las
que refiere la remisión al art. 87 impuesta por el art. 191.
Por tal razón es que, aun eximida de toda responsabilidad civil la empleadora de
M. (por el supuesto pago del seguro a sus derecho habientes), ello no inhabilita a
que estos puedan reclamar del responsable la reparación de los daños y perjuicios
que pudieren corresponderle de acuerdo con las normas del código civil, de las
que se deducirá el valor de las prestaciones que haya percibido o deba recibir del
empleador asegurado.
Es incuestionable que cualquier monto de resarcimiento que obtuvieran por un
concepto, debe deducirse de la pretensión que mantuvieran por el otro. De distinto
modo se produciría una doble indemnización -para enjugar un único daño- lo que
generaría enriquecimiento sin causa.
La acumulación de ambas indemnizaciones, la de derecho común y la especial por
la misma causa que es el hecho del accidente, queda excluida por la necesidad de
atender a la reparación de un daño neto, purificado por la "compensatio lucri cum
damno" [conf. Llambías, Jorge J., La Acción de Derecho Común originada en un
Accidente de Trabajo, en: Rev. L.L, 1979-C-852/57], según cita de esta Sala, en la
causa nº 7097/04 “Coronel, Juan Osvaldo c/F.A. s/ Ley 9688”).
3.5.3. Consecuentemente, debe darse la razón al recurrente y revocar el rechazo
de la demanda incoada por los hijos del piloto M., receptándola en proporción del
50 % de responsabilidad contra el Aero Club Chacabuco y la aseguradora en los
términos del seguro.
3.5.3.1. Los montos por los que ha de prosperar la demanda serán precisados en
oportunidad de tratar los agravios que refieren al monto de condena.
3.5.3.2. Se advierte, a fin de que sean efectuadas las compensaciones, para evitar
la percepción de una doble indemnización sobre la base de un mismo hecho
dañoso, y toda vez que todos los interesados han participado de este proceso
(P.H., P.S. S.A. y Aero Club Chacabuco), la simple notificación de este
pronunciamiento basta para ponerlos en conocimiento de la circunstancia y,
asimismo, para hacer saber la eventual percepción de la suma que les
corresponda a los derecho habientes en virtud del seguro que cubría a M. por
Póliza Nº (...)b). En caso de que se hubiera percibido el importe de la misma,
deberá descontarse de la suma a percibir en este fuero federal sobre la base
valores constantes y equivalente, siempre guardando la proporcionalidad en
función de que los derecho habientes de aquella póliza pueden ser diversos y
contemplar una extensión distinta y no limitada a los que en este proceso
reclamaron en su carácter de hijos del piloto M.
3.6. El rechazo de demanda dispuesto por el juzgador derivó en que no se
resolviera la cuestión que había sido perfilada en los planteos de las partes y el
diferimiento efectuado por el juez (v. retro 3.3 a 3.3.3.).
La cuestión pendiente es si, la póliza nº (...) a favor de Aero Club Chacabuco -que
cubre daños a terceros- tiene el alcance que aduce la aseguradora (restringido a
daños de terceros en la superficie) o, por el contrario, según postuló la actora,
comprende los daños a terceros en general, entre los que se incluye su reclamo.
A pesar de que ello resulte indiferente para el actor, se impone la definición por los
eventuales efectos que ello tiene para la citada en garantía, como así también
para el demandado, quien, en todo caso, deberá responder directamente por los
daños y al margen de la cobertura del seguro.
3.6.1. En tal sentido se advierte que, contrariamente a lo sostenido por la
compañía aseguradora, de los términos de la póliza no surge que se limite a los
“daños de terceros en la superficie”. En rigor refiere que el riesgo asegurado es
por “Lesiones y/o Muerte a Terceras Personas y/o Daños a Cosas de Terceros no
transportados, cualidad esta última que reviste M. respecto del asegurado, como
así también los daños a cosas o personas en la superficie(...).
Ello se sustenta, además de los términos de la cláusula 2, del Anexo 2
“Condiciones Generales para el Seguro de Responsabilidad Civil Aeronáutica que
define el “Riesgo Cubierto”, en los siguientes términos: “(E)l asegurador se obliga
a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero (destacado
propio), en razón de la responsabilidad que surja del Código Aeronáutico (Titulo
VII, arts. 139 a 174 inclusive) con motivo de daños causados por la aeronave
descripta en la Condiciones Particulares”, es decir no lo limita a daños en la
superficie. Más adelante agrega “(N)o se considerarán terceros las personas en
relación de dependencia laboral con el asegurado en tanto el evento se produzca
en oportunidad o con motivo del trabajo…”, calidad que, por cierto, tampoco
detentaba M. respecto del asegurado Aero Club Chacabuco (...).
4. El tema de la constitucionalidad.
Debo expedirme sobre la constitucionalidad del límite cuantitativo impuesto por el
Código Aeronáutico, como así también respecto a las pautas de conversión del
argentino oro dispuestas en la normativa. En función de ello, de corresponder, me
expediré en punto a los agravios que enfilan a las pautas de conversión
dispuestas por el a quo.
4.1. En todo supuesto en que un hecho producido por la navegación aérea haya
causado un daño a las personas y las cosas, se aplica la ley aeronáutica. Así es
aceptado por el Alto Tribunal (causa “Ferrari de Grand”, Fallos 329:3403; idem,
causa “DF y CG c/ Aerolíneas Argentinas S.A. e INCUCAI”, Fallos 327:1192). La
misma regulación legal rige para determinar el “quantum” de la indemnización, que
establece un sistema tarifado o de topes de conformidad a la cotización en pesos
argentinos oro a la fecha en que ocurra el hecho generador de la responsabilidad
(arts. 144 y 163 del Código Aeronáutica).
4.2. La circunstancia de que la mencionada cotización deba ser determinada al
momento del hecho que le sirve de causa –de consuno al dato normativo- y no a
la fecha del dictado de la sentencia, plantea un serio problema de inequidad en el
caso concreto. En efecto, de aplicarse la ley aeronáutica en sentido estricto –con
prescindencia del Derecho- dicha limitación resulta contrapuesta a la reparación
integral que prevé el derecho común (arts. 1109 y 1113, Cód. civil), máxime
cuando la regla, en el plano constitucional y convencional, es la reparación de las
consecuencias de un hecho que “perjudica a los terceros” mediante el pago de
una “justa indemnización a la parte lesionada” (arts. 19, CN, y 75, inc. 22 y 63.1 de
la CADH).
4.2.1. Esto último, la indemnización justa, corresponde a uno de los principios
fundamentales del derecho internacional, tal como es reconocido por la
jurisprudencia internacional que corresponde a la región (Factory at Chorzów,
Jurisdiction,Judgment No. 8, 1927, P.C.I.J., Series A, No. 9, pág. 21 y Factory at
Chorzów, Merits,Judgment No. 13, 1928, P.C.I.J., Series A, No. 17, pág. 29;
Reparation for Injuries Suffered in the Service of the United Nations, Advisory
Opinion, I.C.J. Reports 1949, pág. 184), según cita de la Corte Interamericana en
el caso Amparo c/ Venezuela (Reparaciones y Costas), de 14/09/1996 (párr. 14).
4.2.2. El aporte interpretativo anterior lo ha recordado y aplicado la Corte
Interamericana en diversos precedentes (v. gr., Caso Velásquez Rodríguez,
Indemnización Compensatoria [art.63.1 Convención Americana sobre Derechos
Humanos], de 21 de julio de 1989. Serie C No. 7, párr. 25; Caso Godínez Cruz,
Indemnización Compensatoria, [art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos
Humanos], de 21 de julio de 1989. Serie C No. 8, párr. 23; Caso Aloeboetoe y
otros, Reparaciones [art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos],
de 10 de septiembre de 1993. Serie C No. 15, párr. 43). Ello implica una clara
indicación de la jurisprudencia interamericana acerca de un cabal resarcimiento de
todo daño o perjuicio, el que no entiende se satisfecho sino con la reposición de
las cosas a su estado anterior al hecho generador o, ante la imposibilidad de ello,
con la indemnización plena en dinero.
4.2.3. Asimismo, cabe añadir que en materia de transporte aéreo internacional,
originado en el Convenio de Varsovia (1929) y continuado en otros –como el de La
Haya (1955) o los Protocolos de Montreal de 1975 y el Convenio de Montreal de
1999- ha quedado establecida, en la actualidad, la responsabilidad del
transportador aéreo sin topes cuantitativos por el daño irrogado a los pasajeros
transportados y debido a su muerte o lesiones ocasionadas a éstos. Vale decir, al
antiguo criterio limitativo -fundado en discutibles razones puramente económicas
de favorecer un tipo de transporte con responsabilidades acotadas y reducidas en
la eventual onerosidad de costos- en la actualidad dominan, en ese sentido,
pautas abiertas y tendientes a la igualdad de protección plena en todas las ramas
de la responsabilidad jurídica.
4.2.4. En la interpretación del derecho positivo interno, ensamblada directamente
en la jerarquía derivada del perfil constitucional, diversas instancias de grado y el
Alto Tribunal de nuestro país han censurado las indemnizaciones tarifadas de
ciertos regímenes legales (v. gr., Ley de Riesgos del Trabajo) similares en su
naturaleza limitativa al que, en principio, cabría aplicar al “cas d´espèce” (ley
17.285 [Código Aeronáutico] y sus modificaciones).
4.2.5. La apuntada hermenéutica se hizo sobre la base del antiguo principio
alterum non laedere, de raigambre constitucional (CSJN, “Santa Coloma” [Fallos
308:1160]) y, además, con fundamento en la justicia del reintegro patrimonial
pleno, el cual no se hace efectivo “si el daño o perjuicio subsisten en cualquier
medida” (CSJN, Fallos 268:112). Aquél principio, también se dijo, no solo surge
del Código civil y, por ello, de “carácter exclusivo y excluyente del derecho
privado”, sino que desempeña la función del un principio general que tiene
operatividad en cualquier disciplina jurídica (CSJN, “Gunther”, Fallos 308:118;
“Luján”, Fallos 308:1109 y, más luego, en el caso “Peón” (Fallos 321:488).
4.2.6. Es menester recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó
de lado la doctrina que mantenía la constitucionalidad del art. 39 de la ley 24.557
(Ley de Riesgos del Trabajo) establecida en la caso “Gorosito” (Fallos 325:11) y
otros anteriores a éste (Fallos: 250:410 314:1043; 315; 1199). Ello tuvo lugar en la
sentencia de la causa “Aquino” (Fallos 327:3753) -y en otro posterior, “Recurso de
hecho deducido por la actora en la causa “Díaz, Timoteo Filiberto c/ Vespia S.A”,
Fallos 329:473- que declaró inconstitucional el mencionado texto por importar un
serio menoscabo al derecho a no sufrir daños y a obtener una justa y plena
indemnización efectiva, en tanto este último, al que se atribuye carácter
constitucional, no puede alterarse o degradarse.
4.2.6. Ahora bien, no obstante que el indicado precedente refiere a las limitaciones
de indemnización derivadas de la Ley de Riesgos del Trabajo (LRT), entiendo que
sus pautas pueden ser extendidas y aplicadas a disposiciones legales que
consagran similares alteraciones de “principios, garantías y derechos reconocidos
por la Constitución” (art. 28, CN), como sucede con las aludidas disposiciones del
Código Aeronáutico que, a la vista de la citada doctrina del Alto Tribunal, resultan
lesivas y en pugna con la Ley Fundamental.
El test de constitucionalidad vinculado a la norma en cuestión, se refiere, en este
caso en particular, a la pauta de conversión establecida. En concreto, resulta en
mi opinión inconstitucional, la conversión a la fecha del hecho generador. La
conversión debe ser determinada a la fecha de este pronunciamiento.
4.2.7. De consuno a lo expuesto, como se demostrará, adelanto que la aplicación
de las pautas limitativas que rigen la indemnización en el Código Aeronáutico
conducen a la degradación del derecho a la reparación por resultar una
indemnización sensiblemente acotada en su comparación con la que
correspondería en caso de regirse por las reglas del derecho común. Carecen de
las notas de razonabilidad, resultan
desdeñables e irrisorias con grave
menoscabo de las pautas de equidad y despojan al acto de reparación de todo
contenido de justicia. Veamos.
4.3. El art. 144 del CA dispone que “…(l)a responsabilidad del transportador, con
relación a cada pasajero, queda limitada hasta la suma equivalente en pesos a mil
(1000) argentinos oro, de acuerdo a la cotización que éstos tengan en el momento
de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad. Esta cotización será fijada por
el órgano competente de la Administración Nacional”.
Por su parte el art. 163 del CA establece: “(E)n caso de transporte aéreo gratuito
de personas la responsabilidad del transportador será la prevista en el capítulo I
de este título. Si el transporte aéreo gratuito de personas no se realiza en un
servicio de transporte aéreo, la responsabilidad del explotador está limitada por
persona dañada, hasta trescientos argentinos oro, de acuerdo a la cotización que
éstos tengan en el momento de ocurrir el hecho generador de la
responsabilidad…”
4.3.1. Los arts. 144 y 163 del Código Aeronáutico prescriben, entonces, que la
cotización de los pesos argentinos oro debe hacerse "en el momento de ocurrir el
hecho generador de la responsabilidad".
En el sub iudice, el hecho ocurrió el 22/10/2000 y, a esa fecha, un peso argentino
oro cotizaba a 63,85 pesos en cotización informada por el B.C.R.A,
correspondiente al cuarto trimestre del año 2000 (conf. página web bcra.gov.ar).
4.3.2. Sin perjuicio de que en todas las demandas se pide por montos que superan
los límites de 63.850 pesos o de 19.155 pesos (según sea la limitación
normativa), resulta por demás evidente que tal límite deviene exiguo conforme a
pautas y sumas indemnizatorias que este Tribunal tiene establecidas para los
casos de indemnización por los daños sustentados en el derecho común.
La palmaria diferencia, al margen de las situaciones particulares de cada caso,
releva de mayores digresiones y de realizar cálculos concretos para sostener, a
priori, que el límite contemplado no resulta razonable.
4.3.3. Por el contrario, si a los límites cuantitativos citados, se los considera en
función de una conversión temporal diversa a la cotización que indica la norma,
recurriendo a la existente a la fecha del presente pronunciamiento, la conclusión
es otra.
En efecto, tomando la cotización del argentino oro del tercer trimestre del año en
curso (1 argentino oro = 1.141,36 pesos) el resultado de la conversión arrojaría, en
uno u otro caso la suma de 1.141.360 pesos o de 342.408 pesos, como límite
máximo de indemnización por muerte, sumas que no se evidencian como
irrazonables de acuerdo a los parámetros de justipreciación antes destacados.
4.3.4. De esta comparación se sigue que el límite en sí mismo no es
inconstitucional, sino la pauta de conversión establecida en la normativa, lo que
así cabe declarar sobre la base de los fundamentos expuestos.
4.4. No obsta a ello que, el planteo de inconstitucionalidad de la pauta de
conversión, fuera introducida por los actores luego de que la aseguradora
pretendió desligarse de la dirección técnica del proceso, depositando una suma
que a su criterio cubría la totalidad del riesgo y costas.
Algunos actores desde el inicio han planteado la inconstitucionalidad del tope “en
general”, de modo que el planteo no es intempestivo sino que amalgama en tal
integralidad. De todos modos, entiendo que los planteos constitucionales pueden
hacerse en cualquier momento del proceso e incluso considero -con sustento en
doctrina del Máximo Tribunal- que pueden los jueces, durante el trámite de una
causa sometida a decisión, ejercer el control de constitucionalidad de oficio
(Fallos 324:3219).
Consecuentemente corresponde determinar los daños con ajuste al límite
cuantitativo dispuesto en la norma (entendido como tope máximo) de acuerdo a
las pautas de conversión y cotización vigente a la fecha de este pronunciamiento.
4.4. Los agravios expuestos en retro II.1.1. y II.2.2. que vinculan con las pautas de
conversión dispuestas por el a quo han devenido de tratamiento insustancial de
conformidad a la inconstitucionalidad que se propone.
5. Los Daños. Pautas de consideración. Los Legitimados para su reclamo.
5.1. Valor vida.
La apreciación del valor de la vida humana no obedece a criterios absolutamente
económicos, es decir, asentada en aspectos materiales y despojada de valores
espirituales :”(...) no se trata de medir en términos monetarios la exclusiva
capacidad económica de la víctima”, (conf. , Belluscio, A. c. [Dir.] y otros Código
Civil y leyes complementarias, 2da. reimp., Bs. As., 1995, Tomo 5, pp. 195/196; y
su cita de CSJN, Fallos 292:248; además, el caso de Fallos 303:820. Citas del
exp. de esta Sala N( 2050/02 “LLAMPA, Máximo y otra c/Femesa s/Daños y
perjuicios, sent. del 25/04/2002.)
5.1.1. Ahora bien, lo que debe resarcirse en casos de muerte del sujeto sostén de
la familia no es la pérdida de la vida en su ingrediente económico, ya que no tiene
precio alguno posible, sino antes bien, las consecuencias que sobre otros
patrimonios acarrea la brusca interrupción de una actividad creadora o productora
de bienes, y su valoración consiste en la medición de la cuantía del perjuicio que
sufren aquéllos que eran destinatarios de todos o parte de los bienes económicos
que el extinto producía, desde el instante en que esa fuente de ingresos se
extingue (CSJN, “Balbuena, Blanca Gladys c. Provincia de Misiones”, Fallos
317:728).
En su estimación no han de aplicarse fórmulas matemáticas, sino que se deberá
considerar y relacionar las diversas variables relevantes de cada caso en
particular, tanto en relación con la víctima (su edad, condición económica y social,
profesión, expectativa de vida, etcétera) como con los damnificados (grado de
parentesco, edad, educación, etcétera), conforme lo ha decidido la Corte de la
Nación (Fallos 316:912).
5.1.2. La indemnización por la pérdida de la vida humana no se debe tanto a título
de lucro cesante sino más bien como reparación de daño emergente y ello es así,
por las circunstancias que produce a los damnificados al privarlas entre otras
cosas de la compañía física; de la ayuda al sostén familiar; de la atención a las
necesidades morales y materiales de la vida en común, etcétera.
5.1.2. Por otra parte, lo que debe resarcirse en casos de muerte de un hijo -en el
caso, menor de edad- no es la pérdida de la vida en su ingrediente económico, ya
que no tiene precio alguno posible, sino antes bien, el daño futuro cierto o
probable que corresponde a la esperanza, con contenido patrimonial que
constituye para sus padres la privación del aporte de un hijo que muere a
consecuencia de un hecho ilícito.
Tal resarcimiento cabe sino a título de lucro cesante por lo menos como la pérdida
de una "chance" u oportunidad de que en el futuro, de vivir el hijo, se hubiera
concretado la posibilidad de una ayuda o sostén económico para los padres; daño
futuro que bien puede calificarse de cierto y no eventual y que posibilita la
determinación de la cuantía del perjuicio.
Se trata de la frustración de la ayuda que ese hijo, una vez ingresado a la adultez
y a la actividad laboral, podría proporcionar a sus padres en la hipótesis de que
estos carecieren de bienes para su propio sustento. Cabe aceptar que ese valor
no se lo debe apreciar con criterios exclusivamente económicos, sino mediante
una comprensión integral de los valores materiales y espirituales, pues el valor
vital de los hombres y de las mujeres no se agota con la sola consideración de
aquellos criterios.
El monto indemnizatorio no se debe determinar mediante el computo de los
ingresos presuntos que la victima podría obtener, calculados en forma matemática
dentro de un cierto tiempo, ya sea en función de la vida útil que hipotéticamente le
podía restar o bien en función de un numero conjetural de años en que podría
eventualmente brindar ayuda a sus padres.
La indemnización debida tiene su propio régimen de estimación prudencial en el
que no se puede prescindir de tener en cuenta toda la ayuda que los hijos pueden
prestar a sus padres en la vejez, cuando estos no se pueden valer por si mismos,
siguiendo un criterio fluido y flexible que permita valorar todas las circunstancias
del caso, como las relativas a su ocupación habitual, edad, sexo, estudios
cursados condición social; no solo de la víctima, sino también la de aquellos que
reclaman la reparación.
Mas tampoco se debe perder de vista que las perspectivas de una ayuda
económica futura se deben considerar con prudencia cuando se trata de la muerte
de hijos menores de edad, pues en el orden natural y normal de las cosas no se
debe descartar la posterior formación de una nueva familia a la cual los hijos
vuelcan, principalmente, sus esfuerzos y su ayuda económica. (Conf.: C.S., Fallos:
310:2103; 312:1597; 318:2002; esta sala, exp. n( 2050/01 “LLampa...c/Fe.Me.SA.
s/ daños y perjuicios”, entre otros).
5.2. Daño Moral.
Este tópico se caracteriza por los padecimientos y molestias que hieren las
afecciones legitimas de quien lo sufre -en su faz íntima- que no siempre resultan
claramente exteriorizados, y cuya valuación, en principio no esta sujeta a cánones
estrictos.
La determinación del quantum debe guardar razonable proporción con la entidad
del agravio. Y siendo que la reparación no se hace en abstracto, varios son las
pautas que concurren a fin de señalar los alcances de una adecuada
indemnización, entre ellas, la gravedad de la ilicitud, el factor de imputación y la
situación patrimonial del ofensor (conf. Zannoni, Eduardo A., “El daño en la
responsabilidad civil”, segunda edición, Buenos Aires, 1987, Astrea, p.351).
5.3. Esta última categoría es distinguible del llamado daño psicológico. Los
elementos que los separan son las manifestaciones sintomáticas de uno y otro,
toda vez que si bien el perjuicio psicológico también es un sufrimiento subjetivo,
no necesariamente se expresa a través de síntomas o cualquier otra alteración
psicopatológica. En otras palabras, el dolor, la angustia, puede permanecer en la
esfera interna del damnificado, sin manifestaciones que puedan tener entidad
clínica (conf. esta Sala, causa n° 15.499, “Carriz o, Zulema Beatriz c/Banco de la
Nación Argentina c/daños y perjuicios”, del 11/09/08 y nº 15.755/08, “Chiappe,
Paola Mariel c/U.N.L.Z. s/Daños y Perjuicios”, entre otros).
Así entendido, el daño psíquico puede producir un verdadero colapso en la
autoestima, circunstancia que resulta idónea para frustrar todo proyecto de futuro
y que puede generar como sensación inmediata la imposibilidad de desplegar
habilidades vitales por siempre (conf. esta Sala en autos “González, Liliana Lucía
c/ Estado Nacional Argentino-Servicio Penitenciario Federal s/ Daños y perjuicios”,
sentencia del 13/02/2006).
Ahora bien si bien pueden diferenciarse conceptualmente con el daño moral, debe
precisarse que en el caso que genere algún grado de incapacidad se traduce
como un daño material y , en tal caso, se lo resarcirá como incapacidad
sobreviviente; también puede dar lugar al resarcimiento de los gastos de
tratamiento psicológico. En cambio, cuando no trasciende como incapacidad
sino que queda reservado a la vida interior se lo ponderará al determinar el
daño moral.
5.4. La legitimación.
En algunas causas se han cruzado cuestionamientos de la legitimación para el
reclamo por daño moral pretendiendo la exclusión de aquellos que no son
herederos forzosos, con base en el art. 1078 del C.C. (“Yanetti”, entre otras)
Comparto la doctrina del Máximo Tribunal en cuanto tiene dicho que
“(c)orresponde asignar una interpretación amplia a la mención "herederos
forzosos" que hace la disposición legal en cuestión, de modo que alcance a todos
aquellos que son legitimarios potenciales, aunque de hecho pudieran quedar
desplazados de la sucesión por la concurrencia de otros herederos de mejor
grado, comprensión que -por otra parte- se compadece con el carácter iure propio
de esta pretensión resarcitoria y, además, satisface la necesidad de evitar
soluciones disvaliosas, pauta a la que cabe recurrir para juzgar el acierto de la
labor hermenéutica (causa "Frida A. Gómez Orue de Gaete y otra”, Fallos
316:2894; causa B.201.XXIII, “Bustamante, Elda y otra”, sentencia del 10 de
diciembre de 1996).
6. Sobre la base de las consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales expuestas
en el acápite anterior se considerarán los agravios relacionados con la falta de
legitimación de algunos actores y la procedencia y cuantía de los rubros de
indemnización.
7. En primer lugar me referiré a aquellos reparos relacionados con la falta de
legitimación para reclamar el daño moral que se cruzan en algunos expedientes
(Expte. “Avellaneda Alejandro…” [recurso de la aseguradora] y Expte. “Yannetti…”
[recurso de la aseguradora y de Yannetti]) y por los cuales se pretende la
exclusión entre unos y otros de los reclamantes.
Ya he adelantado mi postura al respecto sustentada en doctrina de la Corte
Nacional (conf. retro III.5.4).
Empero, al margen de ello, como así también del acierto o error de lo sostenido
por el a quo al respecto (vide considerando IV, párrafos 5to. a 13avo.) considero
que ninguno de los apelantes se hacen cargo de los extensos y sólidos
argumentos tenidos en cuenta para decidir en la forma en que lo hizo.
En el caso particular de Yanetti se limita a exponer sobre la incongruencia de
fallar en función del Código Aeronáutico y de hacer lugar a demandas en función
de normas del Código Civil para luego afirmar -sin ninguna otra consideración
especial que la avale- que sería el único beneficiario de determinados difuntos.
La compañía aseguradora se limita a referir que el art. 1078 niega legitimación a
quienes no son herederos forzosos y que la referencia que realiza el juzgador a la
aplicación del art. 1079 es arbitraria.
Ninguno ha rebatido, reitero con suficiencia discursiva, lo dispuesto por el a quo,
por tal razón deben rechazarse los agravios (art.265 CPCC).
8. Agravios sobre los montos de resarcimiento por la muerte de V.G.B. (28 años) y
S.J.S. (8 años).
8.1. En el expediente de esta sala n 16.925 (nº 22.825 de origen) por la muerte de
la primera el a quo le concedió a H.H.S., viudo de V.B., la suma de (...) pesos
(...)por daño moral y a D.S.S. (representada por su padre H.H.S.), hija de la
occisa, pesos (...) en concepto de pérdida de chance y (...) por daño moral.
Por otra parte, por la muerte de S.S. el a quo fijó para el padre (H.S.) la suma (...)
en carácter de pérdida de chance y (...) por daño moral, mientras que para la
hermana (D.S.) la suma (...) por daño moral y (...) para solventar el tratamiento
psicológico.
8.2. El recurso de la compañía aseguradora fue declarado desierto por el Tribunal
(...). Los agravios del Aero Club Chacabuco (...) no refieren a los montos. Por
tanto, el único agravio susceptible de tratamiento en este punto, es el de los
actores que consideran exiguos los montos por no traducir el principio de entidad y
justicia que deben estar presentes en toda reparación (...).
Contrariamente a lo sostenido por el apelante no se advierte un error de
apreciación en la pautas generales tenidas en mira por el a quo para justipreciar
los valores en juego. Tampoco el recurrente destaca singularmente alguna
arbitrariedad en la consideración efectuada acerca de las circunstancias
particulares de la víctima y de los reclamantes que justifiquen elevar los montos
acordados.
El recurso debe rechazarse y confirmar los montos dispuestos en origen.
9. Por la muerte de L.A. (5 años de edad) reclamaron: i) Su abuelo A. A. (esta Sala
expte. n° 16.927; nº 22.776 origen), al que el a qu o le concede (...) pesos (...) por
daño moral y le rechaza el rubro “pérdida de chance”; ii) su medio hermano B. Y.
representado por su padre (Esta Sala exp. Nº 16.940; nº 23.083 de origen). El a
quo le concedió la suma de (...) pesos (...) por daño moral y afección psíquica.
9.1. En el expediente nº 16.927 y respecto a la fallecida L. se agravia la compañía
aseguradora por considerar elevados los montos sin realizar mención expresa que
fundamente su postura, ni desmerecer las consideraciones particulares efectuadas
por el a quo para justipreciar el daño por el que prosperó el daño moral a favor del
abuelo (...)
Ello es así, teniendo en consideración que la nieta se encontraba a cargo del
abuelo, que la occisa era hija extramatrimonial de su hija A.A. y las especiales
circunstancias de la relación concreta que tenía con aquella de las que refieren la
información sumaria (...) y los testimonios que constan (...).
Por su parte, el actor, como abuelo (...) no objeto el rubro concedido, ni el
rechazado, por lo que corresponde confirmar lo decidido por el a quo en cuanto
concede, por la muerte de L.A., la suma de (...) pesos (...) por daño moral a favor
de A. A.
9.2. En el expediente “Yanetti…” (nº 16.940) se agraviaron (i)la compañía
aseguradora por lo elevado del daño moral (como en el caso anterior, con solo
consideraciones genéricas,(...)); (ii) el Defensor Público Oficial (en representación
del menor B. Y.) se agravió de lo exiguo del daño moral (...).
9.2.1. Comparto las consideraciones que realiza el Defensor Público acerca de la
importancia de la relación de un hijo con la madre en cuanto a que es crucial y
determinante para su supervivencia por la dependencia física y psíquica que tiene
con ella y de la influencia que puede tener el apego en los primeros años de vida
respecto al desarrollo de conductas y emociones que han de mantenerse a lo
largo de aquella.
Mucho menos se puede desconocer, desde luego, los postulados que invoca de
normas internacionales de protección a los derechos del niño.
9.3. Sin embargo de ello no se sigue que el argumento que emplea respecto a la
madre pueda trasladarse, sin más al daño moral producido por la muerte de una
niña de 5 años, al medio hermano de 8 meses de edad que es el que se discute
en este caso.
Es de destacar que el juez ha realizado una diferenciación cuantitativa respecto de
este rubro según el vinculo detentado (vgr. por su madre y su abuela quienes
también fallecieron en el accidente).
9.4. Por ello y ante la ausencia de pericia psicológica o de elementos
determinantes diversos a los contemplados por el a quo, estimo que debe
confirmarse la suma de (...) pesos (...) que estipuló en concepto de daño moral por
la muerte de L.A. y en favor de su medio hermano.
10. Por la muerte de A.A.A. reclamaron: i) Su padre A.A. (esta Sala Expte. n°
16.927; nº 22.776 del Juzgado), haciéndolo por la pérdida de chance y por el daño
moral padecido, rubros por los que se le otorgó la suma de (...) pesos(...) y de cien
mil pesos (...) respectivamente; ii) Su hijo B.Y. (Expte. n° 16.940 de esta Sala y n°
23.083, del Juzgado), representado por su padre, puesto que contaba, a la fecha
del deceso de la causante, con ocho (8) meses de edad, al que se le otorgó la
suma de (...) pesos (...) por daño moral y psíquico.
10.1. En el expediente nº 16.927, respecto a la fallecida A.A.A., se agravian: i) la
compañía aseguradora por considerar elevados los montos; ii) por resultar
improcedente la perdida de chance concedida a su padre (...) y porque iii) el actor
consideró exiguo el monto otorgado por perdida de chance (...).
10.1.1. Respecto al rubro concedido en concepto de pérdida de chance, estimo contrariamente a lo sostenido por P.S. S.A.- que la falta de demostración de que la
occisa contribuyera actualmente con alguna necesidad económica del padre no
constituye impedimento para desestimar el reclamo. Traigo a colación los
fundamentos expuestos en retro 5.
Por otra parte, teniendo en consideración que la víctima tenía 20 años y que el
reclamante tenía 65 a la época del hecho y demás circunstancias particulares que
surgen de la información sumaria y testimonios rendidos (...), no advierto que la
suma acordada resulte exigua ni elevada.
Es por ello que propongo la confirmación del monto (...) que, por pérdida de
chance, fue acordada a A.A. por la muerte de su hija.
10.1.2. Respecto al daño moral corresponden idénticas consideraciones a las
efectuadas en retro 9.1 para confirmar el importe (...) justipreciados como
resarcimiento de daño moral a A. A. por la muerte de su hija.
10.2. Respecto a los agravios expresados en el expediente Yanetti (Expte.
16.940 de esta Sala; n° 23.083 del Juzgado) resulta n de idéntico tenor a los que
constan en retro 9.2. Por consiguiente, a ellos remito para evitar reiteraciones
innecesarias.
Aunque en este caso relacionan a los producidos por la muerte de la madre del
actor, cabe remitir, por las mismas razones, a lo expuesto en 9.2. para rechazar
los agravios.
Añado que en este caso no se evidencia como irrazonable o arbitraria la pauta de
ponderación económica y cuantificación efectuada por el a quo en función de la
importancia del vinculo con la madre en comparación con la del medio hermano y
abuela.
Consecuentemente corresponde confirmar la suma (...) por daño moral y psíquico
concedidos a B.Y. por el fallecimiento de su madre.
11. Por la muerte de N.B.B.i (36 años), reclamaron: i)Su compañero A. A.
(Expte. nº 16.940 de esta Sala; n° 22.776, del Juzg ado), haciéndolo por el daño
moral y el valor vida,(...); ii) Su nieto B.Y. (Expte. n° 16.927, de esta Sala; n°
23.083, del Juzgado), cuyo reclamo fue concedido por daño moral(...); iii) Su hija,
J. L.A. (expte. 16.929 de esta Sala; n° 23.521 del Juzgado), quien reclamó por el
daño moral, los gastos de construcción de una bóveda para dar sepultura a la
occisa y el costo del tratamiento psicoterapéutico que tuvo que afrontar, los que
fueron receptados por el a quo, en ese orden,(...)
11.1. Los agravios de los actores A.A. (concubino) y B.Y. (nieto), como así
también el de la Compañía de Seguros (Exptes. 16.927 y nº 16.940, citados)
resultan de igual contenido y alcance a los expresados en retro 9.1, 9.2, 10.1. y
10.2, a los que remito por razones de brevedad.
11.2. Para evitar repeticiones innecesarias cabe remitir a lo ya expresado al tratar
los puntos de que se trata (9 y 10) para rechazar los agravios y confirmar los
montos acordados por daño moral y pérdida de chance a su compañero A. A.(...) y
por daño moral a su nieto (...);
Resalto que no se puso en tela de juicio (i) que A. A. y N.B.B. convivieron durante
21 años, hasta el fallecimiento de la mujer; (ii) que en el transcurso de la relación
nacieron dos hijas, una de las cuales falleció en el hecho; (iii) la distribución de
roles que cada uno tuvo en el hogar de convivencia (...).
11.3. En el expediente “J.L.A. (Expte. 16.929 de esta Sala; n° 23.521 del Juzgado)
se agraviaron la aseguradora y la actora (...).
11.3.1. La primera censura la exorbitancia y carencia de fundamentos probatorios
que, a su juicio, exhibe el fallo. En tal aspecto señaló que el resarcimiento por la
construcción de una bóveda funeraria para la madre de la actora resulta una
liberalidad no susceptible de integrar el resarcimiento. Constituye, en su parecer,
un “aditamento de lujo” que no resulta una consecuencia necesaria del luctuoso
evento. Respecto del costo de tratamiento psicológico sostuvo que la afección que
padece la actora carece de autonomía conceptual y se encuentra comprendida en
el daño moral que también le fuera concedido. Por ultimo consideró excesivo el
monto por daño moral.
11.3.2. Por su parte la actora se agravio de lo exiguo del monto acordado por daño
moral.
11.3.3. Tiene razón la aseguradora en cuanto sostiene que la construcción de una
bóveda implica una liberalidad producto de la decisión voluntaria y facultativa de la
actora y que de ningún modo puede justificar su reintegro. En tal sentido la
circunstancia excede del límite entendido como consecuencia necesaria e
inevitable del fatal accidente.
Por otra parte, que la muerte de su madre se trate de un hecho sorpresivo no
justifica que el gasto integre el monto de condena. Debe rechazarse el reclamo y
revocarse lo dispuesto por al a quo a su respecto.
11.3.4. El agravio de la aseguradora relacionado con la incorrecta
concesión de los gastos de tratamiento psicológico como rubro independiente del
daño moral debe rechazarse. Ello en consonancia a los fundamentos que se
expusieron al determinar las pautas generales de evaluación del daño (retro 5).
En el sub examine, se encuentra demostrado la entidad de la perturbación
psicológica detentada por la actora y la necesidad de su tratamiento terapéutico
con en el informe que consta (...).
Aunque allí no se indique la duración y frecuencia de sesiones no parece que la
suma concedida, por este rubro, sea desproporcionada en función del ejercicio de
las facultades del art. 165, 3°, del CPCC. Con mayo r razón si al tema se lo
ensambla, comparativamente, con las pautas que tuvo en cuenta el juzgador en
todos los expedientes en que también prosperó el reclamo por este rubro. Vale
prestar atención, como dato a considerar, que la actora no solo perdió a su madre,
sino a su hermana, su sobrina y tías.
11.3.2. En punto al monto acordado por daño moral no encuentro
elementos que justifiquen su modificación en más o en menos. Ello de consuno a
las pautas de ponderación expuestas de modo general en retro 5 y a las
circunstancias especiales del caso que surgen de los testimonios(...), como de la
pericia psicológica aludida anteriormente. Además, la suma acordada se
compadece y guarda proporcionalidad con las pautas de valoración similares que
el juez advirtió que iba a aplicar en todos los supuestos.
Deben rechazarse los recursos relacionados con el monto y confirmarse la suma
de (...) pesos (...) otorgados a J.L.A., por el daño moral sufrido por la muerte su
madre.
12. Por el fallecimiento de D.S. (12 años) reclamaron: i)Su padre, J.J.S.
(Expte. n° 16. 934, de esta Sala y n° 22.808, del J uzgado), haciéndolo por el daño
moral sufrido y la pérdida de chance,(...); ii) su madre, A.E. (Expte. n° 16.936, de
esta Sala y n° 22.624 del Juzgado), reclamó indemni zación por el daño moral
sufrido y el lucro cesante que el accidente le provocara (...)
12.1. Los agravios del actor S. (exp. n° 16.934) ap untan a considerar exiguos los
montos de resarcimiento acordados por la muerte de su hija (...). Los de P. S.
S.A., en ambos expedientes (n° 16. 934 y 16.936) ap untan a la improcedencia del
rubro pérdida de chance y a considerar elevado el monto concedido por daño
moral (...). El recurso de la actora E. (exp. 16.936) fue declarado desierto (...).
12.2. De conformidad a las consideraciones de carácter general realizadas en
punto a las pautas de resarcimiento a seguir, que fueron expuestas en retro 5 -y a
las circunstancias particulares de la víctima de 12 años, su relación con sus
jóvenes padres y que se encontraba cursando el séptimo grado, de las que dan
cuenta las constancias probatorias existentes en autos (...)- no encuentro
elementos que justifiquen modificar los montos dispuestos por el a quo.
Por otra parte, no se advierte arbitrariedad en las pautas de apreciación en base a
igualdad de argumentos invocada por el juez para justipreciarlos.
12.3. Por ello deben rechazarse los agravios y confirmarse lo resuelto(...)
13. Por el fallecimiento de O.S.(3 años), reclamo su padre,(...)(expte. nº
16.934 de esta Sala; n° 22.808 del Juzgado)(...).
Por similitud de circunstancias, vínculos y agravios, todo lo expuesto en el
punto anterior (12) resulta aplicable al presente. Ello lleva a sostener que no tienen
razón los recurrentes y, por tanto, se confirme el monto acordado por el a quo en
concepto de daño moral y pérdida de chance a favor del padre, por la muerte de
su hija O.S.
14. Por el fallecimiento de P.M.B. (29 años), reclamaron: i) Su esposo, J.J.S.(...),
(expte. n° 16.934 de esta Sala; n° 22.808 del Juzg ado), (...)por lo que significó el
fallecimiento de la nombrada, quien ejercía el comercio y, con su producido,
contribuía al mantenimiento del hogar conyugal; ii) su madre, (...)(Expte. n° 16.924
de esta Sala y nº 23.973 del Juzgado), quien reclamó por la pérdida de chance y
el daño moral,(...).
14.1. Los agravios del actor J.J.S. (exp. n° 16. 93 4) apuntaron a considerar
exiguos los montos de resarcimiento acordados por la muerte de su esposa (...).
Los de P.S. S.A., en el mismo expediente, consideraron elevados los montos
acordados por pérdida de chance y por daño moral (...). Serán tratados en
conjunto.
14.1.1. El juez, estimó el monto de resarcimiento, por perdida de chance, en
función de: i) un promedio de ingresos(...), de los que determinó un 50% como
aporte de la occisa al hogar; ii) proyección de vida útil e incremento del ingreso
con el correr del tiempo y iii) un límite temporal de 31 años hasta la jubilación.
14.1.2. A mi manera de ver, el criterio valorativo de determinación del quantum
realizado por el a quo resulta incorrecto por lo expuesto en retro 5.1.1, pues lo hizo
con aplicación de un mero ejercicio matemático que no contempla la totalidad de
las circunstancias relevantes en el caso.
Por lo pronto, se advierte que el promedio de ingreso que refiere ($1661) se
realizó dividiendo por 12 el ingreso neto anual de diecinueve mil novecientos
treinta y dos pesos ($19.932) que surge de la declaración jurada de fs. 14, en
lugar de la suma de catorce mil ochocientos noventa y dos pesos ($14.892) que
corresponde a la cifra por el importe anual con las deducciones personales
computables.
Advertida la diferente apreciación y aunque la constancia (...) sea una declaración
unipersonal de P. B. que no ha sido auditada, ni sometida a pericia, no por ello como sostiene la citada en garantía- debe dejar de contemplarse como un indicio
de ingreso. Una explicación podría ser que, en principio –al margen de toda
consideración ética y jurídica, aunque sí en el enfoque sociológico y cultural- las
personas no están dispuestas a declarar mayores ingresos de los que tienen
realmente, cuando se trata de pagar un impuesto en función de los mismos.
No obstante lo anterior, advierto otros elementos probatorios que, a mi entender,
resultan útiles para mensurar la real dimensión del daño que se pretende resarcir
como “perdida de ganancia” y concluir que el monto acordado resulta elevado.
En efecto, tal como surge de la constancia de habilitación Municipal que fue
expedida después del accidente aéreo (...) el negocio no cerró, por el contrario
siguió funcionando. El aquí actor, trabaja en el mismo, ocupándose del negocio y
realizando la actividad que desarrollaba la señora, según lo refiere el testigo (...).
Con ello entiendo que la fuente del principal ingreso para el sostén familiar, al
margen de la irreparable muerte de P.M.B., no resultó alterada sustancialmente.
Sin embargo, no escapa al sentido común que, si bien el actor pudo ocuparse del
negocio, ha tenido que prescindir del tiempo que podría haber dedicado a alguna
otra actividad generadora de ingresos o ha debido ocuparse de reemplazar con un
tercero lo que generalmente hacía él o su esposa.
Por otra parte, debe señalarse que la occisa también contribuía con su ayuda al
mantenimiento de su madre(...), como lo demuestran los testimonios de fs. 185,
185 vta. 186 del expediente(n° 16.924 de esta Sala y n° 23.973, del Juzgado). Su
reclamo, también cuestionado, será objeto de tratamiento en otro punto.
14.1.3. Según lo expuesto y que la víctima, al momento del accidente, tenía 29
años de edad (el marido reclamante, 34 años) y en función de las demás
circunstancias personales de la fallecida, de su esposo y entorno, entiendo que la
suma de (...) pesos(...) compensan adecuadamente el rubro pérdida de chance
(...).
La forma en que se decide implica el rechazo del agravio de la actora y la
recepción, en este punto, del
correspondiente a la aseguradora con la
consecuente revocación de lo decido por el a quo al respecto.
14.1.4. Los agravios relacionados con los montos de daño moral y tratamiento
psicológico, deben rechazarse.
La similitud de circunstancias fácticas y discurso recursivo de las partes, con la
aclaración de que en este caso refieren al vínculo con la esposa, permiten afirmar
que lo expuesto en los puntos 12 y 13 (referidos a la muerte de sus hijas D. y O.a
S.) resulta aplicable al presente.
De consuno a ello, a los principios expuestos y pautas probatorias habidas y
citadas, concluyo en que no tienen razón los recurrentes y, por tanto, cabe
confirmar el monto acordado por el a quo en concepto de daño moral y tratamiento
psicológico a favor del J. S(...)
14.2. Corresponde ahora el tratamiento de los agravios haen el expediente
“Mozzino, Zulema Haydee vda. de Belfiori” (n° 16.92 4 de esta Sala y n° 23.973,
del Juzgado), quien era la madre de P.B.i.
14.2.1. La decisión derivó en que la actora (actualmente sus herederos), y
el Defensor Público (en este caso, por los derechos del menor B.Y., uno de los
herederos de la actora), se agravien de lo exiguo de los montos acordados (...).
El recurso de la citada en garantía P.S. fue declarado desierto por
este Tribunal (...)
14.2.2. Los recurrentes realizan argumentaciones genéricas que únicamente
apuntan a la procedencia de los daños, pero, en concreto, no demuestran el error
de apreciación efectuado por el a quo en la determinación del monto.
Las pautas generales de apreciación expuestas en retro 5, a las que remito para
evitar reiteraciones, aplicadas a las circunstancias concretas del caso, permiten
afirmar que no se justifica elevar el monto acordado por daño moral y lucro
cesante, como pretenden los recurrentes.
Ello es así, teniendo en consideración: i) que la actora tenía 58 años a la fecha del
accidente en el que murió su hija, ii) que dependía económicamente de lo que
aquella le aportaba; ii) que la entidad de esos aportes en función de los ingresos,
debe evaluarse teniendo en cuenta que la víctima era, a su vez, el principal sostén
de su propia familia (...); y iii) que el aporte debe mensurarse, en el caso, hasta el
fallecimiento de la beneficiaria, hecho que ocurrió a los 8 años del accidente (...).
En síntesis, dada la imposibilidad de modificar el monto ante la ausencia de
agravios que lo cuestionen por excesivo, corresponde el rechazo de los agravios y
confirmar los montos (...)que el a quo dispuso a favor de Z.H.M. (viuda de B.), en
concepto de daño moral y pérdida de chance, respectivamente.
15.
Por el fallecimiento de Á.M. (85 años), reclamó su hija R.M.G. (expte. n°
23.906 del Juzgado), quien pretendió ser resarcida por el daño moral y la pérdida
de chance. El a quo otorgó la suma de (...)pesos (...) por el primero de los rubros
y rechazo el segundo.
15.1. De la decisión se agravia, en lo que aquí interesa tratar, la compañía P. S.
S.A. quien consideró exorbitantes los montos (...). El recurso actor fue declarado
desierto por el Tribunal (...).
15.2. La imputación de excesivos que imputa el agraviado no va acompañada de
ningún otro argumento recursivo tendiente a demostrar la arbitrariedad de la
apreciación efectuada.
Subrayo que por la avanzada edad de la actora (85 años), la circunstancia
de su fallecimiento constituía un hecho previsible en el corto plazo, empero ello no
minimiza el dolor de sus deudos –en particular su hija- que, aún concientes de la
eventual inminencia del hecho objetivo, esperan que no se produzca.
Por ello, de acuerdo al vínculo que existía entre la actora y la causante y las
pautas expuestas en retro 5, estimo que debe rechazarse el agravio y confirmar el
monto (...) que por daño moral fueron concedidos a R.M. G., por la muerte de su
madre.
16. Por el fallecimiento de J.R.M. reclamaron: i) S.M.S., quién, como madre,
lo hizo en representación de los hijos menores del occiso, (...)(Expte. nº16.941 de
esta Sala y n° 24.032, del Juzgado). Solicitó el re sarcimiento por el daño moral, la
pérdida de chance y el daño psicológico que padecieron los menores; ii) su
esposa, M.L.B. (Expte. n° 24.031), quien reclamó po r la pérdida de chance, el
daño moral y psicológico sufridos.
16.1. El juez rechazó ambas demandas (v. retro I.7.1). Decisión esta que
fue modificada conforme se expuso más atrás (III.3) respecto de la causa
“Senesi…” (Expte. nº16.941). También remito II.1.3.i), y III.2.2.
La inexistencia de agravios en la causa B. (Expte. n° 24.031, del Juzgado)
derivó en que la decisión quedara firme a su respecto.
16.2. En función de ello y tal como fue expuesto (v. III 3.5.3.1) corresponde ahora
determinar los montos de resarcimiento con relación a la causa “Senesi……” en el
que se pretendían sumas de (...)pesos (...) por daño moral y para cada uno de los
hijos. Solicitaron indemnización por el costo de tratamiento psicológico que surja
de la prueba y por el concepto de “daño probable (chance)” que se justiprecie en
función de la evolución patrimonial que hubiera tenido el occiso, en función de sus
cualidades personales y preparación profesional, según el curso natural de los
acontecimientos.
16.3. De las constancias probatorias del expediente surge: i) que J. F. y
A.L. (de 17 y 12 años, respectivamente) eran hijos del piloto M. ( de 47 años) y de
S.M.S., quien los representa en este juicio (...); ii) que J.R.M. era Subcomisario de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires y percibía (...)previo descuento de la
(...) cuota alimentaria; tenía excelentes calificaciones en sus antecedentes de
servicio en la institución policial (...) y, como piloto de P.H. S.A., percibía una
remuneración (...), de los cuales la mitad era entregada en carácter de cuota
alimentaria de sus hijos (...); consta también su preparación profesional en
carácter de piloto (...); iii) que ambos (hijos) eran estudiantes secundarios, y el
mayor tomaba cursos de vuelo (...) iv) que ellos eran mantenidos por su padre y
que su standard de vida disminuyó a partir de su muerte; tenían además una
excelente relación con el padre, siendo el vinculo afectivo mas fuerte respecto de
J.F., quien vivía con él (...).
16.3.1. Teniendo en consideración las pautas generales enumeradas en
retro III. 5, a las que remito, de acuerdo a las circunstancias del caso, considero
que debe receptarse el reclamo por “perdida de chance”, con el alcance
conceptual expuesto en las pautas generales indicadas. En tal sentido debe
rechazarse la pretensión actora de justipreciar en forma independiente el daño
que denomina como “probable” por la evolución del ingreso de la víctima.
En cuanto al monto tendré particularmente en cuenta que, si bien en vida
de M., sus hijos (...), percibían una cuota de alimentos (...)demostrado esto con el
recibo de sueldo de sub-comisario(...)), lo cierto es que luego de la muerte de
aquél siguieron percibiendo la correspondiente pensión por parte de la Policía de
la Provincia de un 25% c/u,(...). También debe contemplarse que resulta eventual
e hipotética la mejoría laboral, tanto en la institución policial (...), como en la
actividad de piloto que se encontraba condicionada no tanto a las aptitudes de M.,
sino a la futura evolución de la empresa de transporte de cuya proyección y
envergadura no hay constancia alguna (...).
Es por ello que estimo justo y equitativo otorgar a cada uno de los hijos la
suma de (...)pesos (...) en concepto de pérdida de chance.
16.3.2. El daño moral por lo expuesto en las consideraciones anteriores y
pautas generales a aplicar ya dichas, resulta procedente. En función de la entidad
de la aflicción que les ha provocado a los hijos la muerte de su padre, tal como se
desprende de las constancias probatorias (...), estimo adecuado establecerlo en la
suma de (...) pesos (...) para cada uno de sus hijos.
16.3.3. En punto a los trastornos psicológicos de ambos hijos es relevante lo
informado por la perito psicóloga en su informe (...) y la contestación a la
impugnación (...).
La experta aconseja, para revertir los trastornos psicológicos reactivos por la
muerte del padre, que J.F. realice un tratamiento por espacio de 24 meses a razón
de 6 sesiones mensuales, con un costo de $ 50 por sesión y que A. L. lo haga con
la misma frecuencia y costo por un espacio de 18 meses.
En función de ello el rubro resulta procedente por la suma de pesos(...) para J. F. y
A.L.M., respectivamente.
17. Los agravios relacionados con la tasa de interés a aplicar no tendrán
recepción favorable habida cuenta que se ajustan a lo pautado por este Tribunal
en el plenario que cita el juzgador (Conf.,CFALP, Plenario in re “Gómez, Ricarda c.
ENTEL s/ Indemnización por despido”, sentencia del 30/08/01).
18. Los actores han solicitado el prorrateo de los límites de cobertura por pasajero
en función de que cada aeronave se encontraba asegurada por un pasajero
menos de los que viajaban en ellas.
En efecto, en la aeronave propiedad de P.H. S.A. iban 5 personas y el seguro
cubría a 4 y en la de propiedad del Aeroclub viajaban 4 y estaban cubiertas 3.
No obstante ello, en los términos que ha sido expuesto el tema –en el que
simplemente refieren sobre efectuar un prorrateo sin dar mayores
argumentaciones de cómo realizarlo-, la pretensión resulta al margen de esta
Alzada, pues, al no haber sido motivo de planteo y decisión puntual, excede sus
facultades revisoras que, como se sabe, es el límite de su competencia.
La cuestión deberá ser sometida a discusión y contralor de la totalidad de las
partes interesadas y, en función de ello, decidida por el juez a quo.
19. Los agravios que plantea el Aero Club Chacabuco en cuanto a la imposición
de costas, no tendrán recepción favorable en el sentido que pretende, es decir,
que se revoque lo decidido y se disponga que “deben ser soportadas en su
totalidad por la compañía aseguradora contratada…”.
El juzgador ha impuesto correctamente las costas a cargo de lo vencidos en
función de lo establecido por el art. 68 del CPCC.
No obstante ello, debe quedar claro que en su ejecución habrá de estarse a la
garantía de indemnidad que surja en las pólizas respectivas respecto a su
cobertura.
Por las razones precedentemente expuestas, propongo al acuerdo:
1°) Declarar la inconstitucionalidad del art. 144 d el Código Aeronáutico en cuanto
establece que la cotización de los pesos argentinos oro debe hacerse a la que
tengan "al momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad" (véase
retro III.4.), consecuentemente corresponde dejar sin efecto lo dispuesto por el a
quo en torno a la pauta de conversión que dispuso en el considerando III.1.,
declarando la insustancialidad del tratamiento de los agravios habidos a su
respecto.
2°) Confirmar el rechazo de las demandas interpuest as contra la Fuerza Aérea
Argentina (Comando de Regiones Aéreas– Ministerio de Defensa).
3°) Revocar el rechazo de demanda entablada por S.M . S. en representación de
sus hijos menores de edad, J. F.y A.L.Mi y S, contra el Aero Club Chacabuco, y
receptarla, condenando al Aero Club Chacabuco en los términos dispuestos en
retro III.3. y III.16., en estricta observancia de lo dispuesto en III.3.5.3.2., con
costas a la demandada Aero Club Chacabuco en carácter de vencida (68 CPCC) y
haciendo extensiva la condena a P.S. S.A., en los términos y condiciones del
contrato que la unía con los demandados y en consideración de la
inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro
dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros).
4°) Confirmar las demandas incoadas por: a) Héctor Heriberto Soldevia por sí y en
representación de su hija Dalma Sofía Soldevia; b)Alejandro Avellaneda; c)Pablo
Alberto Yannetti en representación de su hijo Bruno Yannetti; d) Juliana Loreta
Avellaneda; e)Juan José Stefano; f) Analía Elizabet Emateguy; g)Zulema Haydee
Mozzino –hoy sus sucesores-; h) Rosa Marta Gazzinaga de Martín; con las
modificaciones pertinentes en cuanto condiciones y montos acordados, según el
caso, que se disponen para cada uno de los reclamos enumerados y tratados en
retro III.8 a III. 15. y, en consecuencia, confirmar la condena impuesta al Aero
Club Chacabuco y a P.H. S.A. en orden al pago de las sumas allí dispuestas cada
uno de los actores, dentro del plazo de diez días de quedar firme la presente,
haciendo extensiva la condena a Provincia Seguros S.A., en los términos y
condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la
inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro
dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros).
5º) Con costas de esta instancia en el orden causado, atento a la forma que
se decide y a la ausencia de réplica contraria en cada uno de los recursos
tratados.
6) Adjuntar y glosar copia de la presente en cada una de las causas
indicadas en el encabezamiento.
Así lo voto.
El doctor Pacilio dijo:
Que adhiere al voto precedente.
Con lo que terminó el acto firmando los señores Jueces intervinientes y la
Secretaria autorizante.
Fdo: Dres. Carlos Alberto Nogueira – Antonio Pacilio
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN
// Plata, 13 de octubre de 2.010. R.S. 3 T f*
Y VISTOS.
Por tanto en mérito a lo que resulta del Acuerdo cuya copia
autenticada antecede, SE RESUELVE: 1°) Declarar la inconstitucionalidad del art.
144 del Código Aeronáutico en cuanto establece que la cotización de los pesos
argentinos oro debe hacerse a la que tengan "al momento de ocurrir el hecho
generador de la responsabilidad" (véase retro III.4.), consecuentemente
corresponde dejar sin efecto lo dispuesto por el a quo en torno a la pauta de
conversión que dispuso en el considerando III.1., declarando la insustancialidad
del tratamiento de los agravios habidos a su respecto.
2°) Confirmar el rechazo de las demandas interpue stas contra la
Fuerza Aérea Argentina (Comando de Regiones Aéreas– Ministerio de Defensa).
3°) Revocar el rechazo de demanda entablada por S .M.S. en
representación de sus hijos menores de edad, J.F. y A. L.M. y S., contra el Aero
Club Chacabuco, y receptarla, condenando al Aero Club Chacabuco en los
términos dispuestos en retro III.3. y III.16., en estricta observancia de lo dispuesto
en III.3.5.3.2., con costas a la demandada Aero Club Chacabuco en carácter de
vencida (68 CPCC) y haciendo extensiva la condena a Provincia Seguros S.A., en
los términos y condiciones del contrato que la unía con los demandados y en
consideración de la inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de
conversión del argentino oro dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de
la ley de seguros).
4°) Confirmar las demandas incoadas por: a) H.HS por sí y en
representación de su hija D.S.S.; b)A.A.; c)P.A.Y. en representación de su hijo
B.Y.; d) J.L.A.; e)JJ.S.; f) A E.E. g)Z.H.M. –hoy sus sucesores-; h) R.M.G. de M.;
con las modificaciones pertinentes en cuanto condiciones y montos acordados,
según el caso, que se disponen para cada uno de los reclamos enumerados y
tratados en retro III.8 a III. 15. y, en consecuencia, confirmar la condena impuesta
al Aero Club Chacabuco y a P.H. S.A. en orden al pago de las sumas allí
dispuestas cada uno de los actores, dentro del plazo de diez días de quedar firme
la presente, haciendo extensiva la condena a P.S. S.A., en los términos y
condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la
inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro
dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros).
5º) Con costas de esta instancia en el orden causado, atento
a la forma que se decide y a la ausencia de réplica contraria en cada uno de los
recursos tratados.
6) Disponer adjuntar y glosar copia de la presente en cada
una de las causas sentenciadas.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Fdo: Dres. Carlos Alberto Nogueira – Antonio Pacilio
NOTA: Se deja constancia que el señor Juez de la Sala doctor Carlos A. Vallefin
no suscribe la presente por hallarse en uso de licencia (art. 109 R.J.N.). Conste.
Fdo: Dra. Concepción Di Piazza de Fortín – Secretaria CFALP
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