PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN S 3 T 185 f*19/52 ///la ciudad de La Plata, a los 13 días del mes de octubre del año dos mil diez, reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala Tercera de esta Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, toman en consideración los expedientes: 1) n( 16.923 “GAZZINAGA, Rosa M. c. Aero Club Chacabuco y otros. s/ Daños y Perjuicios”, (Expte. nº 23.906); 2)nº 16.941, “SENESI, Stella M. (en representación de sus hijos menores: Jorge Federico y Ana Laura Milanesi y Senesi) c. Aero Club Chacabuco s/Daños y Perjuicios”, (Expte. n° 24.032); 3)nº 16924, “MOZZINO Vda. de Belfiori, Zulema H c. Aero Club Chacabuco y otros s/Daños y Perjuicios” (expte. n° 23.973); 4) “EMATE GUY, Analía c. Paine Huenu S.A. y otros s/Daños y Perjuicios” (Expte. n° 23.62 4); 5)nº 16.940, “YANETTI, Pablo A. (en representación de su hijo menor Yanetti, Bruno) c. Aero Club Chacabuco y ots. s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 23.083); 6) nº16.934, “STEFANO, Juan J. c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 22.808); 7) nº 16.927, “AVELLANEDA, Alejandro c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 22.776); 8) nº 16.925, “SOLDEVIA, Héctor y otros c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 22.885); y 9) n° 16.929, “AVELLANEDA, Juliana L. c. Aero Club Chacabuco y otros s/ Daños y Perjuicios” (Expte. n° 23.521), procedentes del J uzgado Federal de Primera Instancia de la ciudad de Junín. Según el sorteo el orden de votación resultó el siguiente: doctores Carlos Alberto Nogueira, Antonio Pacilio y Carlos Alberto Vallefín. El doctor Nogueira dijo: I. Antecedentes. 1. En las citadas causas se discuten los daños y perjuicios ocasionados en virtud del abordaje aéreo ocurrido en las inmediaciones del Aero Club Chacabuco. En el hecho, además de los pilotos, fallecieron los nueve pasajeros que ocupaban las aeronaves y se produjeron daños materiales en la finca donde cayeron los restos de una de ellas. 2. La identificación de los actores y de los demandados, las sumas reclamadas, como así también los respectivos planteos de las partes y vicisitudes habidas en cada uno de los expedientes se encuentran adecuadamente expuestos en los resultandos 1 a 4 y 6 a 10 de la decisión a quo, a la que remito por razones de brevedad. La demanda mencionada en el resultando 5, que corresponde al expediente n° 24031 “BRAGAGNOLO, Marta L. c. Aero C lub Chacabuco y ots. s/ Daños y Perjuicios”, fue rechazada y no fue objeto de agravio. 3. No resulta controvertida la forma en que ocurrieron los hechos, ni los sujetos, ni las condiciones de las aeronaves que participaron en el siniestro. Igualmente considero adecuado insistir en ellas para adquirir la cabal comprensión de las circunstancias de la cuestión. Por ajustarse a las pautas probatorias habidas en la causa en estudio y la causa penal, resulta correcta la expresada por el a quo en los siguientes términos: a) “(Q)ue el día 22 de octubre de 2000 el Aero Club Chacabuco organizó en esa localidad un festival aerodeportivo que comenzó alrededor de las 10 horas, en cuya programación se incluía la realización de vuelos de bautismo. Que estos vuelos se efectuaron en dos máquinas(...). Para acceder a esos vuelos el público interesado adquiría un bono, (....) por persona…” b) “…(L)as aeronaves estaban aseguradas por P.S. S.A., (...), emitidas a favor del Aero Club Chacabuco y (...)a favor de P.H. S.A. (...)…” c) “(Q)ue aproximadamente entre las 17:15 y las 17:30 hs. ascienden a la primer aeronave Á.M. (85 años), P.M.B. (29 años), O.(tres años) y D. (12 años) S. y A.A. A. (20 años), despegando con dirección Sudoeste. En la segunda aeronave, unos 10 minutos después, abordan N.B.B. (36 años), L.A. (5 años), V.G.B. (28 años) y S.J.S. (8 años), despegando por otra pista y en dirección Oeste, enfrentando al sol”. d) “(Q)ue luego de unos minutos, cuando el primer avión se encontraba en maniobra de giro con rumbo Este como para regresar, se produce el impacto contra la restante aeronave, seguido de explosión e incendio. Ambos caen a tierra, falleciendo todos los ocupantes. Parte de los restos de uno de los aparatos –el nombrado en primer término- cayó en el patio de una vivienda, (...). e) “(D)e las pruebas colectadas en dicho sumario, especialmente las actuaciones de prevención(...), reconocimientos médicos (...), declaraciones testimoniales (...), croquis ilustrativo (...), informes agregados y, de manera especial, del informe final de la Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC) (...), surge que el piloto del avión S. (...) despegó de la pista 18 del Aero Club Chacabuco llevando a bordo los cinco pasajeros antes nombrados, tomando rumbo al SW (sudoeste), virando por derecha hacia la ciudad de Chacabuco, distante 7,5 km. del lugar. La máquina restante, el A.(...), despegó de la pista 27 con cuatro pasajeros, tomando rumbo a la ciudad”. f) “(L)as naves se encuentran en pleno vuelo, luego que el S. efectuara un pequeño viraje como para prepararse a regresar a la pista, produciéndose el impacto pese a un intento de escape del S., que aparentemente advirtió en ese instante la presencia del restante avión. El A., al decir de todos los testigos, no alcanzó a maniobrar en ningún sentido. Las demás particularidades del impacto en sí y sus consecuencias se encuentra suficientemente relacionadas en dicha causa, por lo que cabe remitir a la misma”. g) “(A)mbos pilotos estaban habilitados para realizar los vuelos;(...) h) En cuanto a la habilitación del A. (...), concluyó en que:“(L)a aeronavegabilidad del A. puede tenerse por constatada y...” ”…en nada influyó en la producción del accidente”. 4. De acuerdo a los hechos expuestos el juez a quo estableció las respectivas responsabilidades. Por constituir materia de agravio, también estimo apropiado recordar en qué términos fueron determinadas. Su transcripción ilustrará, además, sobre determinadas circunstancias fácticas que resultan de interés para apreciar integralmente los hechos sucedidos y la resolución del caso de consuno a ellos. 4.1. Del Aero Club Chacabuco. 4.1.1. Consideró que “(…) la Comisión Directiva del Aero Club Chacabuco contravino las disposiciones existentes para los “vuelos de bautismo”. En primer lugar, al invitar el piloto del S.–o aceptar su ofrecimiento- para participar de los mismos cuando se encontraba en el lugar; conducta que importa la contravención a lo normado en los arts. 5.2 y 5.3 de la Res. 217/76. Surge (...) de la causa penal, que se indicó que de tales vuelos participarían dos aeronaves, entre las cuales no figuraba el S. Esta improvisación tuvo radical incidencia en la producción del accidente, como más adelante se verá”. 4.1.2. Prosiguió expresando que “(T)ambién incumplió con sus obligaciones el coordinador del festival, C.L.G. La resolución antes señalada, en su art. 18 establece que: “Será responsabilidad de la persona a cargo de la coordinación de la actividad aérea del festival…” “III. Interiorizar a los pilotos intervinientes de las condiciones y el orden en que deben realizar las maniobras prestando particular atención a lo concerniente a la seguridad…” 4.1.3. Continuó sosteniendo que “(E)stas dos conductas negligentes, por un lado la del Presidente del Aero Club Chacabuco, en tanto y en cuanto decidió aceptar el ofrecimiento de M. para realizar vuelos de bautismo -como él dice- o pedirle que lo haga –según la versión de P.H. S.A.-, puesto que eran temas que excedían su competencia como organizador, dado que estaban a cargo del coordinador del festival; como por otro lado la de G., quien siendo el que tenía a su cargo este último rol, ignoraba la intervención del avión S. en los vuelos, no interiorizó, por tanto, a los pilotos sobre las condiciones y el orden de las maniobras, como tampoco mantuvo comunicación radial ni estableció quién debía encargarse de mantener en función el equipo radial instalado (res. 217/76, especialmente arts. 5 y 18)…”. Consideró “(…)más imprudente fue la intervención del miembro de la comisión directiva del Aero Club, quien agregó un elemento de riesgo a las operaciones de manera inconsulta y, además, no tomó ninguna medida para que esa nueva intervención llegue a conocimiento del coordinador, para que éste pueda, a su vez, cumplir con su función específica. Pero de todas formas, ello no es excusa suficiente para G., quien no debió desatender sus obligaciones y, en todo caso, de ser cierto que justamente en ese momento estaba conversando con otro piloto para preparar algún vuelo de exhibición, era su deber asegurarse que alguien tomara a su cargo el control de las operaciones que continuaban desarrollándose. Agréguese a ello que el vuelo fatal no fue el primero que realizó el avión S., dado que anteriormente había despegado llevando periodistas”. Reputó a tales negligencias como la “(…)condición necesaria –si bien no causa directa- para la producción del accidente. El alto grado de fatalidad que también existió –un viento cruzado que permitía que los aviones despegaran por pistas diferentes, llevándolos a volar en sentido contrario; que las aeronaves se hayan encontrado en un punto en que el sol pudo claramente impedir o afectar la visión de uno de los pilotos y todo ese conjunto de pequeños hechos o circunstancias aleatorias que deben conjugarse sólo de una manera determinada para que el accidente tenga lugar- no resulta excusa suficiente –al menos en ámbito de la responsabilidad civil-, pues la actuación de V. y G., al no ajustarse a lo que debía ser y les era exigible, los coloca en un estado de innegable y primordial incidencia en la concreción del hecho…”. A manera de fundamento de ello conjeturó que “(…)si cualquiera de los dos hubiera ajustado su proceder a las obligaciones reglamentarias, hoy no estaríamos frente a este proceso. Si, en hipótesis, se suprimen mentalmente tales conductas indebidas (el S. no participa de los vuelos, o esa participación es puesta en conocimiento, de manera previa, al coordinador, o el coordinador está atento a lo que sucede y, advirtiendo que el S. va a participar de los vuelos instruye debidamente al piloto cómo y en qué dirección deberá volar o, en su caso, si lo advierte cuando ya despegó lo instruye utilizando la radio o, por último, advierte al piloto del A. sobre la presencia de la otra máquina) debe concluirse en que el accidente difícilmente habría tenido lugar…”. 4.1.4. En función de lo establecido por el art. 902 del Código Civil sostuvo que “(…)el demandado Aero Club Chacabuco no puede pretender exonerarse de responsabilidad por los sucesos acaecidos, por cuanto su conocimiento técnico de las condiciones que deben cumplirse para garantizar un servicio seguro (asumidas expresamente al solicitar la autorización administrativa para la realización del Festival Aéreo), lo pone en la situación insalvable de tomar en cuenta todas las medidas necesarias para evitar infortunios probables...” Más adelante explicitó “(N)o constituye un hecho controvertido que esta institución fue la organizadora del Festival Aéreo entre cuyas actividades se incluía la realización de vuelos de bautismo. El deber de seguridad que resulta ínsito en las obligaciones que están a cargo del organizador de un espectáculo público resulta consecuencia ineludible de tal rol, voluntaria y libremente asumido”. Destacó que “(L)a obligación de adoptar todos los recaudos para garantizar la indemnidad de la vida o la salud de quienes intervienen en el espectáculo organizado deriva del deber de obrar con cuidado y previsión (arts. 1198 y cc del Código Civil)”. El aquo dejó sentado, por no resultar controvertido, que el Aero Club que era el propietario “…de uno de los aviones protagonistas del abordaje, además de su explotador (art. 65 del Código Aeronáutico). Para asumir esta última condición, son necesarios dos elementos: 1°) la utilización po r cuenta propia y 2°) la tenencia de la aeronave en virtud de un título legítimo”. “La utilización por cuenta propia implica, además del uso, el poder de dirección sobre la navegación de la aeronave y sobre la tripulación, quedando comprendidos en el concepto de explotador: a) el propietario de la aeronave que la utiliza directamente en su propio beneficio, ya sea con fines lucrativos o no lucrativos, ya que quien utiliza una aeronave obtiene beneficio por esa sola circunstancia (conf., Videla Escalada, F., Derecho Aeronáutico, T. II, p. 212) y b) todos quienes utilicen la aeronave a mérito de un contrato que les transfiera su tenencia, como el locatario, el usufructuario o el comodatario”. Previno acerca de que al no haberse “…denunciado la existencia de un contrato que libere al propietario de las aeronaves de las responsabilidades inherentes al explotador (arts. 66, 67 y concordantes del Cód. Aeronáutico), de nada vale analizar eventuales consecuencias de actos jurídicos no invocados ni probados; resultando, por ende, también responsable en tal carácter la institución accionada”. 4.1.5. Además, destacó que no resulta controvertido que “…su Presidente obtuvo o aceptó que se incorpore un avión adicional en la realización de los vuelos de bautismo, haciéndolo de manera irregular, actuando con impericia y negligencia, puesto que omitió poner al tanto de la novedad al coordinador del festival aéreo, que era la persona que tenía a su cargo tomar decisiones de este tipo (Res. 217/76, arts. 5 y 18; Reglamento de Vuelos, arts. 10, 11 y cc). Esta intromisión en actividades del coordinador se sumó como otro eslabón en la cadena de hechos que culminaron en el accidente. Como ya se adelantara, no fue un hecho intrascendente, sino que tuvo entidad suficiente como para ser considerado entre aquellos sin los cuales el hecho no debiera haberse producido….” Asimismo agregó: “(…) Fue también el Aero Club Chacabuco quien propuso a la autoridad administrativa que la coordinación del festival quedara a cargo de uno de sus miembros, G. El obrar negligente de éste (establecido supra) también la obliga, resultando de aplicación la norma del art. 1870 inc. 4 del CC…”. 4.2. La responsabilidad de los pilotos M. y L. 4.2.1. Al respecto el a quo expresó: (…)Indudablemente los pilotos han tenido un actuar preponderante. La resolución dictada en las actuaciones penales hace un adecuado análisis al respecto. La inobservancia constatada de los reglamentos establecidos para el vuelo visual, adicionales de las reglas generales, es palmaria”. En tal sentido remitió al Reglamento de Vuelos de la Dirección de Tránsito Aéreo – agregado a la causa Penal- en punto a “…sus especificaciones relacionadas con la prevención de colisiones en condiciones meteorológicas de vuelo visual (arts. 10, 11 y cc) […] siendo que durante el vuelo le corresponde al piloto adoptar todas las maniobras necesarias para evitar colisiones, la desatención de ambos, o su encandilamiento por el sol -que aparece como factible en atención a la ausencia de maniobras de último momento que describen los testigos en uno de los aviones- (v. conclusión de la JIAAC) causó finalmente la colisión de las aeronaves y su luctuoso resultado…” 4.2.2. Sin embargo, luego aclaró que “(…) el hecho del encandilamiento no surgió de manera imprevista, sino que resulta una contingencia habitual a la que se encuentran enfrentados los pilotos de aeronaves. Descartado como factor sorpresivo, la habitualidad del hecho lo elimina como factor que pueda hacer desaparecer o limitar la responsabilidad del piloto afectado”. 4.3. La responsabilidad de P.H. S.A. A su respecto el juzgador sostuvo que “(…)También se encuentra fuera de discusión su condición de propietaria del avión S. protagonista del accidente. De su condición de propietaria se sigue la de explotador y, en consecuencia, ello basta para tenerla por responsable en los términos de los arts. 167, 168 y cc de la ley 17.285; resultándole aplicable todo lo sostenido en cuanto al co-demandado Aero Club Chacabuco por revestir el mismo carácter. 4.4. La responsabilidad del Estado Nacional. El juzgador desligó de responsabilidad al Estado Nacional – Fuerza Aérea Argentina – Estado Mayor de la Fuerza Aérea, en los siguientes términos: 4.4.1. Estimó que para imputarle responsabilidad en virtud de la autorización acordada al Aero Club Chacabuco para la realización del Festival Aéreo en el que se produjo el accidente, resulta necesario “…que esa autorización hubiera sido indebidamente otorgada; o que, independientemente de una debida autorización hubiera quedado sin realizar una acción –a cargo del Estado Nacional a través de alguno de sus dependientes- de comprobada incidencia en la producción del accidente”. 4.4.2. En función de lo anterior precisó que el “…alegado incumplimiento que alguna de las partes actoras han atribuido al personal de la Fuerza Aérea no se ha visto reflejado en las presentes actuaciones […] La designación del coordinador del festival no fue una decisión de la Fuerza Aérea, sino que la reglamentación impone al organizador que, al pedir la autorización, deberá proponer a la persona que cumplirá ese rol, limitándose la autoridad estatal a conferirle la designación cuando el propuesto reúna las condiciones reglamentariamente determinadas. No se alegó ni se probó que G. careciera de tales condiciones, de modo tal que por el hecho de la designación del nombrado no puede seguirse ninguna responsabilidad”. 4.4.3. Por tales circunstancias el juez concluyó que el incumplimiento de las funciones del coordinador no obliga a la autoridad administrativa, sino al organizador del festival, que lo propuso. Sostuvo que “(L)a Fuerza Aérea se limita a verificar que exista el coordinador, que esté designado alguien para llevar a cabo tal tarea. Pero careciendo de obligación legal de controlar el desarrollo del festival –como también podría afirmarse que carece de posibilidades de hacerlo por intermedio de su personal, en cuyo caso sí se podría analizar tal actividad-, lo que haya dejado de hacer el coordinador obliga únicamente al organizador del festival que lo propuso como tal”. 4.4.4. Luego remarcó que para imputarle responsabilidad del Estado “…(e)s necesario que se haya incurrido en la omisión de un servicio concreto, razonablemente exigible. La responsabilidad por hechos u omisiones en el ejercicio del poder de policía no escapa a los lineamientos de la teoría general de la responsabilidad civil, que exige para configurarse un irregular cumplimiento de las obligaciones legales y la existencia de culpa en el funcionario. Esta es siempre concreta y reside en la omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación y que correspondieren a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar (art. 512 Código Civil). Es indudable que en cabeza del ente estatal se encuentra el poder de policía para controlar que el festival se realice conforme las normas legales previamente establecidas. El mencionado poder de policía constituye una función administrativa propia del Estado que tiene por objeto la protección de la seguridad, moralidad y salubridad públicas, y de la economía pública en cuanto afecte directamente a la primera (conf. Villegas Basavilbaso “Derecho Administrativo”, T. V, pág. 88)…”. 4.4.5. Refirió que los actores no invocaron, ni probaron “…(q)ué acción concreta cabía esperar del Estado Nacional… cuya omisión haya sido causa suficiente o necesaria para que ocurra el accidente…,tampoco la “…(v)iolación concreta de los deberes que las normas imponen al Estado en este tipo de festivales”. 4.4.6. En ese sentido, luego de destacar los principios que ordenan la carga de la prueba para formar la convicción judicial sobre los hechos controvertidos, sostuvo “(S)i ninguno de los actores que pretendieron endilgar responsabilidad al Estado Nacional probó los hechos por ella expuestos, a pesar de tratarse de un imperativo de su propio interés, no cabe sino el rechazo de la demanda, pues al no haber acreditado su relato pueden formularse múltiples versiones acerca del hecho”. 4.4.7. A su entender el Estado Nacional comprobó ”…(h)aber cumplido con todos los deberes administrativos y legales que se encontraban a su cargo. Para imputarle la aducida “falta de servicio” la parte actora debió ascender desde el alegado incumplimiento genéricamente expresado hasta algún obrar a cargo de los dependientes del Estado que haya resultado incumplido; el cual, además, debió resultar de suficiente incidencia en los hechos ocurridos, de modo tal que, suplida mentalmente la omisión denunciada –y demostrada- razonablemente pudiera concluirse en que el accidente no se hubiera producido. Nada de ello aconteció, razón por la cual corresponde absolver al Estado Nacional…”. 4.5. Por resultar también pertinente para el tratamiento posterior de agravios relacionados con la responsabilidad habré de transcribir en qué términos distribuyó el a quo la proporción de las responsabilidades que endilgó a cada uno de los explotadores En tal orden, sostuvo que “…(A)mbos explotadores deben responder primordialmente en razón de la intervención que les cupo a cada uno de los pilotos que comandaban sendas aeronaves. El informe de la JIAAC no permite concluir asertivamente en que alguno de los dos haya sido mayormente responsable en la producción del accidente. De sus términos parece inclinarse por una responsabilidad conjunta, aunque no se pronuncia abiertamente por ninguna opción”. Advirtió luego que cuando resulta imposible precisar la proporción o el grado de culpa de los dos pilotos en la producción del evento, “(…)debe estarse a las previsiones de los arts. 167, 168 y cc, del Cód. Aeronáutico. Consecuentemente, el Aero Club Chacabuco y P.H. S.A. resultan solidariamente responsables por las consecuencias que se deriven del accidente y en partes iguales…”. 4.5.1. En relación a la determinación de responsabilidades el a quo rechazó las peticiones que, fundadas en la existencia de un obrar con dolo o culpa grave por parte del transportista o sus dependientes o en la ausencia o irregularidad del instrumento de transporte, apuntaban a que se deje de lado el límite de responsabilidad. En tal aspecto, luego de descartar la “intencionalidad dañosa” se ajustó, correctamente, al régimen de responsabilidad subjetiva que ha establecido el Código Aeronáutico (art. 147). Ello, de consuno a precedentes del Máximo Tribunal en el sentido de que para la exclusión del límite de responsabilidad es necesario que el responsable o sus dependientes actúen con dolo, no bastando la culpa grave para la pérdida del beneficio CSJN: 323:3564 –“Fabro…-)”. 4.5.2. Resaltó además que “…(s)iendo que tampoco son de aplicación al caso las condiciones de emisión del billete de transporte, el límite de responsabilidad que establece el régimen aeronáutico debe mantenerse incólume (arts. 144, 147, ss y cc de la ley 17.285). 5. Por constituir materia de agravio es necesario destacar que el juez de grado rechazó los planteos de inconstitucionalidad respecto del límite indemnizatorio impuesto por los arts. 144, 169 y concordantes del Código Aeronáutico, con sustento en la supuesta violación de los principios de la responsabilidad civil y, concretamente, en cuanto a la obligación de reparar íntegramente el daño causado. Lo hizo con fundamento en los precedentes del Máximo Tribunal que cita y en que los jueces inferiores tienen el que conformar sus decisiones a aquéllas(Conf. 307:1094, "Cerámica San Lorenzo"). 5.1. También rechazó los reparos de constitucionalidad imputados a la manera en que se estableció legislativamente la conversión de los pesos oro fijados como tope indemnizatorio, es decir, en orden a la cotización del monto de indemnización “al momento del accidente”. En ese sentido, recalcó que “(l)os planteos al respecto se formularon recién con posterioridad al depósito del asegurador, encontrándose largamente precluído el tiempo hábil para efectuarlos y, en segundo lugar, que, al igual que en el caso de la limitación indemnizatoria, la Corte Suprema se ha pronunciado invariablemente a favor de la validez de tal manera de conversión (CSJN, “Marino de Galván v. Aero Club Corrientes”, 10/06/92, JA, 1992-IV-393). 5.2. Finalmente aclaró que “(e)l límite de responsabilidad del transportista comprende sólo al capital y se incrementa en función de los intereses y costas del juicio (“Plus Ultra v. Buque Memling”, del 07/06/91, en Revista del Ateneo del Transporte n° 4, p. 64; “Veloso v. Provincia del Ne uquén y otros.”, de 06/05/92, publicación citada, n° 7, pág. 37). La cuestión lle ga firme a esta Alzada al no haber constituido materia de agravio. 6. Descartó aquellas pretensiones que postulaban se deje de lado el límite de responsabilidad por existir un obrar con dolo o culpa grave por parte del transportista o sus dependientes o en la ausencia o irregularidad del instrumento de transporte. En tal sentido consideró, correctamente, que no obstante las negligencias habidas en el suceso, no se percibe la intencionalidad dañosa que caracteriza al dolo que exige el artículo 147 del código aeronáutico para descartar el límite de responsabilidad. Consideró, además, “(q)ue tampoco son de aplicación al caso las condiciones de emisión del billete de transporte, el límite de responsabilidad que establece el régimen aeronáutico debe mantenerse incólume (arts. 144, 147, y concordantes de la ley 17.285). 7. El a quo resolvió sobre la procedencia de las demandas y su cuantía en función de pautas indemnizatorias y de legitimación establecidas por el Código Civil que enunció con carácter general en relación al daño material, al daño psíquico, al daño moral y a la legitimación para el reclamo y luego patentizó en los casos particulares de los actores concediendo o no, según el caso, sus pretensiones. 7.1. Corresponde destacar que el juez rechazó las demandas entabladas por S. M. S. (madre de los hijos del piloto M.) en representación de sus hijos menores de edad (...)contra el Aero Club Chacabuco (esta Sala exp. nº16.941 y nº 24.031 de origen). También rechazó la incoada por M.L.B., esposa de M., contra el Aero Club Chacabuco (causa nº 24.031 de origen); ambas con costas a la actora (art. 68 del CPCCN). Omitiré precisar, en este momento, los fundamentos de la decisión y hacerlo al tratar los agravios pertinentes (causa “S. ...” nº16.941). 8. Finalmente, definió la situación de P.S. S.A. (citada en garantía y obligada al pago en los términos de las pólizas que cubrían los siniestros de ambos aeronaves) y la pauta de conversión a aplicar. Se recuerda que la aseguradora pretendía dar cumplimiento a su obligación de cobertura, depositando una suma de dinero (pesos argentinos oro a la cotización de la fecha del evento) que -en función de representar el máximo del monto asegurado con mas el 25 % correspondiente a costas- entendía que con ello cubría acabadamente su obligación y solicitó, en virtud del mentado depósito y de lo dispuesto por el art. 110 de la ley 17.418, quedar desligada de la dirección del proceso. La cuestión fue decidida en forma negativa tanto por en primera instancia como por este Tribunal. 8.1. El a quo, luego de examinar el “Anexo n° 50, Cláusula de cobranza del premio” y que el art. 1° dispone que el premio debe pagarse en la moneda indicada en las condiciones particulares, concluyó que “…(e)n el vínculo entre los asegurados y P.S. SA, la moneda de cuenta que debe utilizarse es el dólar estadounidense…”. Señaló que “…(e)n toda la documentación relativa al premio y al capital asegurado, (...) de la causa n° 7236, se señala en forma destacada y en todos los casos, que “Los valores de la presente póliza están expresados en: dólares EEUU”. Destacó que a la fecha del accidente -momento de conversión de los argentinos orose encontraba vigente el régimen de convertibilidad con equivalencia de dólar-peso y se podía contratar libremente en moneda extranjera dando carácter cancelante al pago efectuado con la divisa pactada. En función de ello sostuvo que “…(c)uando P.S. SA exigió el pago del premio en dólares, como no podía ser de otra manera, aseguró un capital determinado en una suma también fijada en dólares estadounidenses”, a lo que añadió que “( N)o puede receptarse que, llegado el momento de concretar su parte de la obligación, su débito contractual, pretenda convertir una obligación originalmente convenida para cumplir en una determinada moneda en otra sustancialmente distinta, abonando mediante la entrega de cosas distintas y de menor valor […]la finalidad de contratar una póliza en divisas estables es que el asegurador garantice al asegurado la prestación en la misma moneda y, en tal sentido, al ser disponible la contratación en pesos, la póliza pactada en dólares sólo puede tener por finalidad la protección de la base económica del vínculo contra la variación monetaria que debió ser prevista por quien contaba con un importante profesionalismo negocial”. Consideró como no razonable que tal protección, “(…)acordada libremente por las partes, sea abandonada por la mera conveniencia del obligado al pago, sin que ese cambio resulte fruto de algún inconveniente para la adquisición de los dólares estadounidenses en el mercado de divisas o porque exista dificultad para la obtención del valor de dicha moneda”. De este modo, concluyó que “ (…)La conversión de argentinos oro, que debía realizarse al momento del accidente, estando vigente en esa fecha el régimen de convertibilidad y habiéndose pactado de manera expresa que así se lo haga; deberá hacerse a la cantidad de dólares estadounidenses sesenta y tres con ochenta y cinco centavos (U$S 63,85) por cada argentino oro. II. Realizada la reseña del caso y de la decisión, corresponde referenciar los agravios existentes en las causas citadas en el inicio. 1. Al margen de los particulares argumentos recursivos de los apelantes, sus agravios pueden sintetizarse, por ser comunes, de la siguiente manera: 1.1. De los actores y Defensor Público: i) Los que apuntan a la responsabilidad del Estado; ii) a considerar exiguos los montos indemnizatorios y arbitrario el rechazo de algunas pretensiones de resarcimiento; iii) a la inconstitucionalidad del tope o, en su caso, a la inconstitucionalidad parcial de la directiva de conversión del tope de resarcimiento establecido en el Código Aeronáutico. Consideran que la pauta de conversión del argentino oro establecida por el a quo les produce un perjuicio y contraría el fin previsto de mantener la estabilidad del monto de resarcimiento frente a las fluctuaciones de nuestra moneda; iiii) a que en virtud de existir pólizas de cobertura por menor cantidad de pasajeros a los transportados (4 plazas cubiertas a razón de 1000 argentinos oro de los cinco pasajeros en el “P. S.” (...) y 3 plazas cubiertas a razón de 300 argentinos oro de los cuatro pasajeros del “P. A.” (...)), se aclare que la distribución debe ser pro cuota entre las víctimas; v) a la tasa de interés. 1.2. El planteo particular del actor en autos “Y.…” (exp. ésta Sala nº 16.940), apunta a la supuesta contradicción entre fijar los reclamos indemnizatorios con sujeción a normas civiles a pesar de que el a quo se expresó por la constitucionalidad de la legislación específica aplicable al caso (ley aeronáutica). En dicha inteligencia, sostuvo que se “debió rechazar la demanda promovida por A. A. quien reclamó por los mismos causantes que su representado…” fundado en el sistema de reparación integral del Código Civil que no resulta aplicable. A su entender “(…)sería el único beneficiario de las indemnizaciones determinadas por la muerte de las causantes A. A. y L. A. y de N.B.B. …” en función de lo solicitado en su demanda con fundamento en la legislación específica. 1.3. El planteo particular del actor en la causa “S. …” (ésta Sala expte. nº16.941 y n° 24.032) hace referencia: i) al rechazo de la dem anda; ii) a considerar arbitrario lo decidido respecto a las culpas de los pilotos postulando que lo sea únicamente respecto al piloto del Aero Club Chacabuco (L.) y de las autoridades de dicha institución. En tal sentido señaló constancias probatorias que corroborarían su afirmación; iii) a la incongruencia del a quo al suponer que los actores ya han cobrado el seguro, en todo caso, de ser así, debería restarse la suma percibida de la indemnización que se acuerde en estos autos (...). 2. De los demandados condenados. Idénticas consideraciones a las efectuadas en el punto anterior permiten clasificarlos del modo que sigue. 2.1. Del Aero Club Chacabuco: i) A considerar contradictorio que se justiprecien los montos de indemnización en función de las normas del Código Civil, en lugar de las establecidas por el Código Aeronáutico teniendo en consideración que el a quo rechazó los planteos de inconstitucionalidad dirigidos hacia este último. Así, sostuvo, que las demandas que se iniciaron con fundamento en normas de derecho civil, prescindiendo del Derecho Aeronáutico, debían ser rechazadas o, en su caso, reducirse a los límites establecidos en la ley especifica; ii) a la imposición de costas como vencida cuando, en rigor, la costas deben ser soportadas por la aseguradora en su totalidad, incluidos los honorarios correspondientes a los apoderados del asegurado y demandado Aero Club Chacabuco. 2.2. Los concernientes a la compañía aseguradora (P.S. S.A.), apuntan a considerar: i) arbitraria la pauta de conversión del peso argentino oro establecida por el a quo y que resulta una decisión extra petita, pues ninguno de los actores pretendió la dolarización de la indemnización debida; ii) excesivos los montos indemnizatorios o, en su caso, improcedentes por falta de prueba; iii) reclamo improcedente por falta de legitimación. 3. Sin perjuicio de la síntesis que se pretende con la enunciación antedicha, en caso de corresponder, me explayaré, en particular, sobre los agravios de los actores o demandados, según sea el caso, en oportunidad de tratarlos puntualmente. III. Tratamiento de los agravios. 1. Por una cuestión de orden abordaré los agravios que vinculan a la supuesta contradicción de viabilizar demandas que se entablaron con invocación de normas del derecho común a pesar de que fue determinada la constitucionalidad de las atinentes al Código Aeronáutico. Asimismo los que refieren la contradicción de establecer las indemnizaciones en base a parámetros de orden civil (agravios correspondientes en retro II.1.2, II.2.1.i). 1.1. Es cierto que el que el Derecho Aeronáutico se caracteriza, entre otros rasgos, por la especialidad de los principios generales que lo gobiernan y la tendencia a la completitud de la disciplina, tanto en el aspecto público cuanto en el privado. Sin perjuicio de que el régimen de la ley 17.285 resulte aplicable al caso y que dicho marco normativo sea autosuficiente, no por ello debe desatenderse, por cierto, la interrelación eventual con otras ramas del derecho, los principios generales del derecho y, sobremanera, los emanados de superior jerarquía en la Constitución nacional. El a quo, en principio, no se apartó de principios rectores del derecho aeronáutico en punto a la responsabilidad en caso de abordaje, tampoco respecto a las causales de exclusión de los límites en caso de existencia de dolo. En ese orden, se advierte que la ley aeronáutica no descarta, ni podría descartar, que sea apreciada la entidad del daño concreto conforme las pautas de derecho común y, con mayor entidad, la Ley Fundamental y los principios generales del derecho. Ello, en sí mismo, no constituye un reparo que genere agravio si no se demuestra que la cuantía del resarcimiento a la que se arribe –establecida en función de tales apreciaciones y, por ejemplo, en observancia de la particular forma de conversión del peso argentino oro dispuesta por el juez- conduzca a un resultado degradado con los límites dinerarios establecidos en el marco normativo especial. De no tener tal facultad de apreciación del daño en función de pautas normativas y directivas del derecho común, por caso, el juez estaría limitado y obligado a conceder el límite máximo de valor vida, sin distinciones, aún cuando por tal rubro pueda resultar una suma menor en función de las particulares circunstancias del caso. Se trata, entonces, de un tope máximo en la extensión pecuniaria del resarcimiento, más allá del cual no corresponde abonar suma alguna en concepto de capital. Supone una simple limitación cuantitativa, lo cual no implica que deba ser abonada como indemnización fija en todos los casos, sino que no puede ser excedida; pero, en cada ocasión, el juzgador puede, a partir de la pruebas producidas en el proceso, graduar razonablemente en menos la indemnización, si juzga que los perjuicios no alcanzan a las cantidades máximas fijadas por la ley (Conf. Federico N. Videla Escalada, Derecho Aeronáutico, Bs. As., 1976, Tomo IV, Vol. A, pp. 354 y 382). A esta altura conviene recalcar que la constitucionalidad del régimen (en cuanto al límite) y las pautas de conversión fueron motivo de agravios que, más adelante, serán tratados en particular. 1.2. En el mismo orden de ideas también debe rechazarse aquel reparo dirigido a cuestionar las pautas de legitimación de algunos actores, respecto de otros, con fundamento en que si se aplica la ley aeronáutica “sería el único beneficiario de las indemnizaciones de A.A. y L.A. y de N., B.B. …” Contrariamente a lo sostenido no existe óbice en que el juzgador recurra, sobre el punto cuestionado, a normas de derecho civil, pues al respecto nada regula el Código Aeronáutico (agravio del actor en autos “Y. … nº 16.940, retro II.2.1) Lo anterior dicho sin perjuicio de que, en función de los agravios concretos habidos en algunas causas, se pueda examinar el error o el acierto del alcance otorgado por el juzgador a las pautas de legitimación que surgen del Código Civil, según su interpretación. 1.3. Se equivoca también el representante de Aero Club Chacabuco (agravio referenciado en retro II.2.1.ii.), en tanto pretende el rechazo de las demandas que fueron entabladas con fundamento solo en del derecho civil, pues en función de los hechos expuestos por quienes reclamaron –con referencia a la reparación del daño- la pretensión debe resolverse en virtud del principio iura novit curia con sujeción al derecho aplicable. Por otra parte, no puede argumentarse algún motivo de indefensión por parte del recurrente, en tanto que –al margen del derecho invocado por algunos actores- este ha ejercido debida y ampliamente su derecho de defensa y el a quo no se aparto de los principios rectores de responsabilidad que marca la ley especial. A ello cabe agregar que tampoco el agraviado refiere o demuestra, de modo concreto, en qué consistió su indefensión, de qué defensa se vio privado o cuál fue el yerro incurrido por el juzgador en la aplicación que realizó de la normativa aeronáutica y su complementación con la norma civil. 2. Por una cuestión metodológica trataré en segundo término los agravios que vinculan con la responsabilidad. Es decir, el de aquellos actores que se han agraviado del deslinde de responsabilidad del Estado Nacional y, el particular (el de la causa “S. …” ( nº16.941 de esta Sala y n° 24. 032 del Juzgado), que pretende otorgarle responsabilidad al piloto L. y a las autoridades del Aero Club Chacabuco. 2.1. La similar exposición recursiva de los actores, dirigida a enrostrar responsabilidad a la Fuerza Aérea, permite considerarlos en su conjunto. Todos coinciden en que las omisiones y negligencias de G. (el autorizado como autoridad de control) implicaron la irregular ejecución del servicio encomendado y, en que, siendo que el Estado contrae una obligación de seguridad, debe responder por las consecuencias del incumplimiento o ejecución defectuosa. 2.1.1. Si bien es cierto que el a quo detalló las desatenciones de Giannoni lindantes con la negligencia, de ello no deriva, sin más, que deba responsabilizarse al Estado Nacional. De entrada debe subrayarse que los recurrentes vuelven a reiterar consideraciones realizadas al entablar las demandas sin hacerse cargo de los argumentos tenidos en cuenta por él a quo para decidir como lo hizo. Solo se limitan a aludir al deber genérico de seguridad en cabeza de la autoridad aérea, mas continúan en el déficit de describir, en concreto, en qué consistió su omisión o su incumplimiento, como fue señalado por el juzgador. 2.1.2. No controvierten las consideraciones realizadas respecto a que el coordinador no fue designado por la Fuerza Aérea, sino que fue propuesto por las autoridades del propio Aero Club (del cual era integrante), en virtud de la obligación reglamentaria que impone al “organizador” designar a quien cumplirá aquél rol para que la autoridad aérea confiera el permiso, luego de verificar que el sujeto propuesto reúna las condiciones reglamentariamente determinadas. Ni siquiera desvirtúan lo aseverado por él juez en cuanto a que “(n)o se alegó ni se probó que Giannoni careciera de tales condiciones, de modo tal que por el hecho de la designación del nombrado no puede seguirse ninguna responsabilidad”. Tampoco demuestran el equívoco en la afirmación de la inexistencia de obligación legal para la autoridad aérea de controlar el desarrollo del festival por intermedio de su personal. Ello impide responsabilizar por el hecho de la actividad del dependiente y, es por tal motivo, que el a quo consideró que “(…) lo que haya dejado de hacer el coordinador obliga únicamente al organizador del festival que lo propuso como tal”. 2.1.3. Es sabido que el “poder de policía” constituye una función administrativa propia del Estado, que tiene por objeto la protección de la seguridad, moralidad, salud pública y economía pública, en cuanto afecte directamente a la antedicha función. Este Tribunal le ha imputado responsabilidad cuando tales funciones se prestaron de modo deficiente o fueron directamente omitidas teniendo obligación de hacerlo (conf. expedientes nº 16.235 “Polimeni, Andrés A. y otros c/ Fuerzas Armadas y otros s/ Daños y perjuicios”; n( 1061/99 “Amarillo de Rodríguez c/ Torraga y otro…” s/ Daños y Perjuicios”, entre otros). Sin embargo, para que se pueda configurar tal imputación de responsabilidad debe invocarse y probarse qué acción concreta cabía esperar de la Fuerza Aérea Argentina, cuya omisión haya sido causa suficiente o necesaria para que ocurra el accidente, o cuál fue la violación concreta de los deberes que las normas imponen al Estado en el tipo de festivales que se identifica en el caso a resolver. En ese perfil se ha sostenido que la “(p)retensión de ser indemnizado por la falta de servicio a los órganos estatales requiere dar cumplimiento a la carga procesal de individualizar del modo más claro y concreto cuál ha sido la actividad que específicamente se reputa como irregular y que ello importa la carga de demostrar la existencia de un daño actual y cierto, la relación de causalidad directa e inmediata entre el accionar del Estado y el perjuicio y la posibilidad de imputar jurídicamente esos daños al órgano estatal” (Fallos: 318:77; 319:2824; 321:1776; 323:3973; 324:1243 y 3699, 327:106, entre otros). Tales presupuestos, como sostuvo el juzgador, no fueron probados, ni surgen de las constancias del expediente. Por otra parte, tampoco se alega una arbitraria apreciación en la consideración efectuada por el juzgador acerca de las cargas y principios probatorios que efectúa. 2.1.4. En síntesis, los agravios deben rechazarse pues las argumentaciones de los recurrentes resultan insuficientes para conmover lo decidido (art. 265, CPCC). 2.2. Resta por tratar el agravio del actor en la causa “S. …” (exp. nº16.941) que apunta a desligar de responsabilizar al piloto M., atribuyéndosela a L. (piloto de la otra aeronave involucrada en el siniestro), explayándose en las causas que, a su entender, derivan en la única y excluyente responsabilidad del piloto de la otra aeronave (...). 2.2.1. La cuestión tiene relevancia pues la responsabilidad por los daños queda a cargo del explotador de la aeronave culpable del abordaje (conf. art. 166, 1° parte del Código Aeronáutico) que, en este particular caso, resulta ser el Aero Club Chacabuco, cuyas negligencias e incumplimientos ya fueron detallados anteriormente. Al respecto, el Código Aeronáutico (art. 166, 2do. párrafo) establece una presunción de responsabilidad que sólo puede destruirse por la prueba (a cargo del explotador) de que ha tomado todas las medidas necesarias para evitar el daño o que le fue imposible tomarlas (inversión de carga de la prueba establecida en todos los casos para los transportadores o explotadores, arts. 142, 143, 155, 157, 159,163, 164). Se recuerda que el Aeroclub no mantiene el cuestionamiento inicial de su falta de responsabilidad en la producción del hecho. Tampoco lo ha hecho la explotadora de la otra aeronave P.H. S.A., aunque se advierte que quien tuvo la dirección letrada de su defensa, resulta ser el mismo letrado que la ejerce en esta causa por la actora y que, de prosperar su pretensión, indirectamente beneficia a aquella. 2.2.2. Sentado lo anterior, cabe verificar los argumentos que se dirigen a responsabilizar al piloto restante. El recurrente remarca la supuesta contravención al art. 50 inc. 4 del “Reglamento de Vuelo” que establece como regla general “aterrizar y despegar contra el viento”, práctica que M. cumplió y no así L.. Que contravino, asimismo, el art. 50, inc. 3, que obliga a los pilotos “hacer los virajes a la izquierda para aterrizar y después del despegue” y que, como L. viró a la derecha, cometió una nueva irresponsabilidad e incumplimiento de los deberes a su cargo. Además, señaló el incumplimiento a las reglas de vuelo visual que establecen que los pilotos deben tener –para “vuelos no controlados” una visualidad de entre 2.500 y 5.000 metros hacia delante. En ese sentido sostuvo que si el sol encandilaba a L. y, entonces, este debió cambiar el rumbo para tener mejor visibilidad. También destacó que L. no tenía el equipo de radio VHF prendido, mientras M. si, infiriendo con ello que si los pilotos se hubieran comunicado las posiciones de altitud, latitud y longitud, el siniestro se habría evitado. Finalmente, destacó la serie de incumplimientos y faltas del “organizador” Aero Club Chacabuco y del “coordinador” que de no haberse cometido hubiesen evitado la colisión. 2.2.3. Ninguna de las consideraciones que realiza tiene la entidad que le pretende asignar para imputar de responsabilidad totalmente al piloto L.. En lo principal, no logra conmover una circunstancia -a mi juicio, determinantecual es, que ambos pilotos, en el momento previo de la colisión no cumplieron con la reglamentación, mencionada por el recurrente, que establece como pauta de vuelo una visualización hacia delante de entre 2.500 a 5.000 metros. Tal pauta debe observarse en forma constante, de modo que –aún cuando pueda admitirse que M. “en el instante previo a la colisión viró a la derecha en ascenso” (circunstancia recalcada por el agraviado para convencer sobre el apego a la regla de vuelo) y que L. pudo tener afectada la visión por el sol en contra- parece evidente que ninguno de los dos la han cumplido cabalmente. 2.2.3.1. Tal conclusión se desprende de la “opinión” de la Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil cuya Asesoría en Tránsito Aéreo expresó que “(l)os pilotos de ambos aviones desatendieron la función de observar permanentemente el espacio de alrededor, los obstáculos sobre el terreno“; No cumpliendo, según el “Asesor Jurídico” con el art. 84 Código Aeronáutico y el Reglamento de vuelo, 2da parte, Capítulo III, Sección 1° párrafo 11” (ver fs. 95 a 112 de este expediente). Sobre dicho informe advierto que no tiene valor vinculante por resultar una opinión técnica proveniente de un organismo que tiene la obligación de realizarlo con fines de prevención hacia el futuro y que no pauta presunciones de culpa o responsabilidad pues ello es una facultad excluyente del juez. En tal sentido, se ha dicho que "...carecen de contenido decisorio [pues] se limitan a expresar una opinión o juicio apoyado en criterios técnicos […], por lo que no pueden ser objeto de impugnación ni en la esfera administrativa, por no ser propiamente resolutorios de procedimiento, ni en vía jurisdiccional, por no ser subsumibles en ninguna de las hipótesis que, como actos recurribles, contempla …[la Ley], […] sin perjuicio de que su valor probatorio pueda desvirtuarse en el proceso al que se aporte, bien por falta de garantías en su elaboración, o por la aportación de otros medios de [prueba] que le priven de fuerza de convicción" (conf., Capaldo, Griselda D., Accidentes e incidentes de aviación. La utilización de los informes técnicos de Investigación, en Rev. La Ley 2010-A, 883). No obstante ello, cabe asignarle, en esta causa, valor persuasivo por no contradecir, en forma sustancial y determinante, los restantes elementos probatorios que constan en las causas en estudio y que -en ejercicio de las pautas de apreciación que establece la ley procesal (art. 386 CPCC)- han sido tenidas en cuenta para arribar a la conclusión expuesta. 2.2.3.2. Se aprecia además, aunque sea irrelevante como se verá, que el S. de L. había despegado por la pista 27, es decir, la autorizada por la autoridad a cargo de la “coordinación”, quien instruyó a los pilotos sobre tal circunstancia, mientras que M. lo hizo por la 18 (ver informe citado punto 2.2 [fs. 106]). Contrariamente a lo sostenido por el recurrente el viento era oblicuo para ambas pistas de modo que no existe el supuesto incumplimiento de L. de despegar con el viento de frente. Igualmente, ello no tiene la trascendencia que le atribuye el agraviado. En efecto, si bien la reglamentación dispone el despegue o aterrizaje con viento de frente, seguidamente establece “a menos que sea preferible otra dirección por razones de seguridad o de tránsito aéreo o de configuración de la pista”. Vale decir, no existe prohibición de la norma en punto a la circunstancia que indica el recurrente. Ello con sustento en lo referido por el perito M. (...). Por otra parte, no siendo el primer vuelo, sino el segundo de M., en el circuito de bautismo, sabía de la existencia de la otra aeronave y de la deficitaria comunicación por VHF con el Club, si es que intentó comunicarse con el mismo. De modo que, en ese supuesto, mayor precaución debió haber tomado (art. 902, Código civil). 2.2.3.3. En punto a la falta de consideración de la pericia propuesta por su parte (...), cabe decir que, contrariamente a lo sostenido por el recurrente, de dicha prueba no surge imputación de responsabilidad ninguna a L. Por el contrario, habla de un hecho fortuito, remarcando luego las negligencias e incumplimientos de la Comisión Directiva del Aero Club Chacabuco y del coordinador (...). Los incumplimientos de estos dos últimos fueron contemplados por el juez de grado –aunque no menciona o sustente en dicha pericia-, con citas de otras pruebas en el mismo sentido (v. gr., Informe Junta de accidentes, entre otras) para imputar a la institución organizadora (y dueña de la aeronave), la responsabilidad en el accidente. 2.2.3.4. En resumen, no se advierte la arbitraria y parcial valoración de la prueba sostenida por el recurrente para descalificar la conclusión efectuada por el a quo e imputar únicamente la responsabilidad a L. y exonerar a M. No se prescindió, en verdad, de prueba concluyente y categórica, en el orden de selección de conducencia y relevancia que aquél desplegó sobre la base de la razonabilidad a la que se subordina la valoración, según las reglas de la sana critica. Tal fundamento dimana de la ley procesal (art. 386, CPCC) y de la interpretación del Alto Tribunal (Fallos: 311:1656, 2547; 317:768, entre otros). En rigor, el recurrente no criticó eficazmente los argumentos tenidos en mira por el juez para decidir como lo hizo. Tampoco señaló los defectos de interpretación en el cuadro del material probatorio considerado relevante y conducente. Solo intentó enfatizar la omisión de valoración de ciertos hechos y constancias que, a su criterio, resultarían determinantes para decidir en forma diversa respecto de Milanesi. En ese orden, existiendo pluralidad de culpas en los agentes que tienen que compartir el peso del daño y al carecerse de elementos relevantes que permitan diferenciar la incidencia causal o la gravedad de las mismas para determinar la proporción en que cada parte contribuyó a ocasionarlo, resulta adecuada la paritaria imputación efectuada por el a quo, tal como lo sostuvo y fundamentó en los considerandos que fueron reproducidos anteriormente (retro I. 4. y, en particular, I.4.2.). 3. También por una cuestión de método abordaré el agravio sobre el rechazo de la demanda en autos n° 16.841 “S. …” (v. II.1.3.ii). 3.1. El a quo dejo sentado que, los arts. 166 y concordantes del Código aeronáutico, excluyen a la tripulación de sus previsiones y que el régimen para ellos se contempla en los arts. 191. Estos disponen que el explotador deberá asegurar a su personal contra los accidentes susceptibles de producirse en el cumplimiento del servicio, “conforme a las leyes a que se refiere el art. 87”, que habla de las relaciones laborales. Luego sostuvo que “la obligación había sido cumplida por el explotador P.H. S.A.” con sustento en lo que surge de fs. 349/351 de la causa penal n° 7.236. Destacó, además, que “(…) M.B. … (cónyuge actual de M.) […](...) solicitó fotocopias para reclamar ante el asegurador el pago del seguro…”. Además tuvo por sentado “(q)ue el seguro que amparaba a J.M. por su labor como piloto ha sido percibido por sus derecho-habientes (arts. 163, inc. 5° y cc del CPCCN)…”. Con sustento en “el silencio guardado y la inacción sostenida ante lo ordenado (...) de los autos “S., S. c. Aero Club Chacabuco s/ Daños y perjuicios” (expte. 24.032)” concluyó en “(q)ue el seguro que amparaba a J.M. por su labor como piloto ha sido percibido por sus derecho-habientes (arts. 163, inc. 5° y cc del CPCCN)”. Se recuerda que lo ordenado (...) consistió en una medida de instrucción encaminada a que los actores y la aseguradora “manifiesten si se ha producido el pago de la misma (en referencia a la póliza de seguro n° 73.731) y, en su caso, fecha, monto, beneficiarios y todo otro dato de interés a los fines de la resolución del presente conflicto…”. De consuno a lo expuesto decidió (respecto de la causa Bragagnolo y Senesi) “(q)ue el camino elegido en estos autos constituye una vía indebida para reclamar, pretendiendo así aumentar las indemnizaciones que por el desgraciado acontecimiento les correspondieron. Las acciones incoadas no están respaldadas en el sistema legal creado para regir en estas situaciones, razón por la cual no cabe sino rechazar ambas demandas”. 3.2. De tal conclusión se agravió el recurrente. Argumentó sobre la incongruencia del judicante, en tanto el cobro del seguro no fue planteado por ninguna de las partes. Censuró el valor dado al silencio como una afirmación respecto al cobro del seguro, como así también de que todo daño debe quedar subsumido en los arts. 191 y concordante del Código Aeronáutico. Sostuvo que dichas normas reglan solamente las indemnizaciones de orden laboral, mientras que su reclamo apunta a la reparación integral del daño sufrido por las hijas de M. como consecuencia del fallecimiento de su progenitor, por culpa y responsabilidad del Aero Club Chacabuco y sus dependientes. Finalmente expresó que en caso de que se hubiera percibido un seguro se restaría de la indemnización pero no correspondía el rechazo de la demanda (...). 3.3. Es cierto que ninguna de las partes planteó que se hubiera cobrado el seguro laboral, pero también lo es que el actor enfiló su reclamo al Aero Club Chacabuco, dando como presupuesto la culpa excluyente de este y de su piloto. 3.3.1. En tal contexto es que, la citada en garantía (P.S.), realizó consideraciones acerca de que la póliza nº (...) que cubría la aeronave propiedad de Aero club Chacabuco, no contemplaba la pretensión del actor. Adujo que solo que ella contempla daños a terceros en la superficie, condición que no revestía M. Además, en tal oportunidad planteó que en los casos en que involucre al personal a bordo, rige la obligación del explotador de asegurar a su personal contra los accidentes susceptibles de producirse en el cumplimiento del servicio, conforme a las leyes a que se refiere el art. 87 del CA (...). 3.3.2. Al turno de contestar, la actora remarcó que la postura de la citada en garantía de enmarcar el reclamo en las previsiones del art. 191 (y capitulo X del CA), en todo caso, “solo alcanza a las personas en relación de dependencia laboral con el asegurado extendiéndose a su cónyuge y los parientes hasta el tercer grado de consanguinidad o afinidad del asegurado y del tripulante a cargo de la aeronave”. Luego insiste en que la Póliza 74.289 que cubre “las lesiones y/o muertes de terceras personas y/o daños a cosas de terceros no transportadas” (se aclara que es sobre la que él pretende cobertura y es a nombre del Aero Club Chacabuco) no lo excluye como piloto de la aeronave inocente en el hecho del abordaje (se aclara propiedad de Paine Huenu S.A.) pues, a su entender, Milanesi –como víctima- resulta un tercero. Además afirmó que, en función de lo dispuesto por el art. 166 del CA, el explotador de la aeronave culpable debe responder por las indemnizaciones que sufre la aeronave inocente, su tripulación y pasajeros, es decir, los terceros (...). 3.3.3. Como corolario de estas dos presentaciones en la decisión fue precisado, acertadamente, que dentro del concepto de daños a que se refiere el art. 166 C.A., se encuentran incluidas las indemnizaciones que el explotador de la aeronave inocente deba pagar por daños a “personas” y cosas transportadas en su propia aeronave, id est, “(l)as reparaciones debidas a merito de un contrato de transporte o trabajo…”. Asimismo, consideró necesario diferir el planteo de la aseguradora para el momento en que se determine en sede penal la responsabilidad de los explotadores de las aeronaves involucradas. Ello con fundamento en que la pretensión indemnizatoria de los hijos del piloto (M.) no enfiló contra el explotador de la aeronave piloteada por este último (explotada por P.H. S.A.), sino que se carga con responsabilidad al otro avión en cuestión, propiedad del Aero club Chacabuco (...). 3.4. De lo expuesto puede concluirse que el tema del seguro hacia el personal (piloto) no resultó extraño al proceso, pues ha sido introducido tangencialmente por la aseguradora y admitido por la actora en el sentido de delimitarlo al personal de la nave asegurada (A.), aunque advirtiendo que su pretensión es como “tercero” por los daños provocados por culpa de dicha aeronave. De lo anterior se sigue que si bien no fue objeto concreto de debate “el cobro del seguro”, no puede soslayarse que el juez tuvo que expedirse ante circunstancias que constan en el expediente penal (pedido de B., quien hasta el momento del accidente era la mujer de M.). 3.4.1. Al margen del acierto o error de la interpretación realizada acerca de que se pagó el seguro, no se advierte la incongruencia que plantea el recurrente, aunque se adelanta que, en cambio, su conclusión acerca del rechazo del reclamo, es errada. De todos modos, el a quo omitió contemplar lo informado con fecha 08/02/2005 por el apoderado de P.H. S.A., acerca de que no han “(s)ufragado suma alguna en concepto de indemnización a los derechohabientes del causante J. M.” (...). También omitió considerar la presentación de los actores en el mismo sentido (...) y reiterada (...) (de fecha 7/3/2008). Estas constancias, además de que resultan de fecha posterior a aquél pedido de B. en el expediente penal (hecho en que se basó el a quo para presumir el cobro), fue presentada en fecha anterior a la sentencia y con posterioridad a la medida de instrucción. Se aclara que la expresión derecho habientes, de la que versa la nota, comprende a B. y a los actores en este expediente. 3.5. No obstante lo expuesto, considero que equivoca el juez a quo. Aunque sea cierta la suposición que efectuó sobre el pago que realizó la aseguradora, de ello solo puede derivarse la deducción de lo percibido y no el rechazo de la demanda. Las precisiones que siguen delinearán la afirmación. 3.5.1 En primer lugar cabe señalar que el alcance que debe asignársele al art. 166, 1ª parte, en función de lo dispuesto por el art. 191, resulta que el explotador de la aeronave culpable, respecto a los daños causados a las personas y bienes a bordo de la otra aeronave consiste, generalmente, en el aspecto patrimonial, en el reintegro de las indemnizaciones que hubiera debido abonar el explotador de esta última. Ello partiendo de la base de que el concepto de daños a que refiere el primero de los artículos se incluye las indemnizaciones que el explotador de la aeronave “inocente” deba pagar por daños a personas y cosas transportadas en su propia aeronave, es decir, las reparaciones debidas a merito de un contrato de transporte o trabajo…” (conf., Lena Paz, Juan A., Código Aeronáutico de la Nación Argentina. Concordado-Anotado-Comentado. Bs. As., 1987, pp. 170/171). Respecto del alcance del concepto daños a personas a que refiere el 166 se ha dicho que comprende un campo amplio en el que quedan incluidos los tripulantes (conf., Videla Escalada, Federico, op. cit., T° IV- B, pp. 707/708). La vinculación entre el transportador o explotador y el piloto se trata de una relación de dependencia cuya regulación debe regirse por las leyes de la materia (art. 87 del C.A), vale decir que, la responsabilidad del transportista o explotador “frente a su persona”, en caso de daños por algún infortunio y cuyo deber es asegurar (art. 191), se rige por la Ley de Accidentes de Trabajo, que en Argentina tiene un sistema objetivo cuyo único eximente es el dolo de la víctima y la cifra tope es limitada (conf., Videla Escalada, Federico N., op. cit., [1976], Tomo IV, Vol. B, pp. 720/721). En el caso, el abordaje se produjo por culpa concurrente y en idénticas proporciones quedando descartada la hipótesis de culpa exclusiva por parte de la otra aeronave que invocaron los actores y por lo tanto cada explotador debe responder respecto de su propio personal en esa misma medida. De ello se sigue que, siendo obligatorio el seguro del personal y fijo el tope indemnizatorio existiría una compensación en sufragar el daño que cada explotador debería pagar a su propio piloto, con sustento en la ley laboral. Ello en definitiva tiene vinculación con eventuales reclamos de los explotadores entre si y no con el presente caso. 3.5.2. Ahora bien, quienes aquí reclaman y han sufrido como daño la muerte de su padre carecen de una relación previa con el responsable del hecho dañoso, al menos con aquel que contribuyó en un 50% en su producción. En este caso el daño producido por el explotador de la aeronave piloteada por L. (Aero Club Chacabuco, responsable en un 50 % del siniestro) tuvo como destinatario al piloto de la otra aeronave, y por ello, debe responder con exclusión de aquellos límites de responsabilidad impuestos por las normas laborales a las que refiere la remisión al art. 87 impuesta por el art. 191. Por tal razón es que, aun eximida de toda responsabilidad civil la empleadora de M. (por el supuesto pago del seguro a sus derecho habientes), ello no inhabilita a que estos puedan reclamar del responsable la reparación de los daños y perjuicios que pudieren corresponderle de acuerdo con las normas del código civil, de las que se deducirá el valor de las prestaciones que haya percibido o deba recibir del empleador asegurado. Es incuestionable que cualquier monto de resarcimiento que obtuvieran por un concepto, debe deducirse de la pretensión que mantuvieran por el otro. De distinto modo se produciría una doble indemnización -para enjugar un único daño- lo que generaría enriquecimiento sin causa. La acumulación de ambas indemnizaciones, la de derecho común y la especial por la misma causa que es el hecho del accidente, queda excluida por la necesidad de atender a la reparación de un daño neto, purificado por la "compensatio lucri cum damno" [conf. Llambías, Jorge J., La Acción de Derecho Común originada en un Accidente de Trabajo, en: Rev. L.L, 1979-C-852/57], según cita de esta Sala, en la causa nº 7097/04 “Coronel, Juan Osvaldo c/F.A. s/ Ley 9688”). 3.5.3. Consecuentemente, debe darse la razón al recurrente y revocar el rechazo de la demanda incoada por los hijos del piloto M., receptándola en proporción del 50 % de responsabilidad contra el Aero Club Chacabuco y la aseguradora en los términos del seguro. 3.5.3.1. Los montos por los que ha de prosperar la demanda serán precisados en oportunidad de tratar los agravios que refieren al monto de condena. 3.5.3.2. Se advierte, a fin de que sean efectuadas las compensaciones, para evitar la percepción de una doble indemnización sobre la base de un mismo hecho dañoso, y toda vez que todos los interesados han participado de este proceso (P.H., P.S. S.A. y Aero Club Chacabuco), la simple notificación de este pronunciamiento basta para ponerlos en conocimiento de la circunstancia y, asimismo, para hacer saber la eventual percepción de la suma que les corresponda a los derecho habientes en virtud del seguro que cubría a M. por Póliza Nº (...)b). En caso de que se hubiera percibido el importe de la misma, deberá descontarse de la suma a percibir en este fuero federal sobre la base valores constantes y equivalente, siempre guardando la proporcionalidad en función de que los derecho habientes de aquella póliza pueden ser diversos y contemplar una extensión distinta y no limitada a los que en este proceso reclamaron en su carácter de hijos del piloto M. 3.6. El rechazo de demanda dispuesto por el juzgador derivó en que no se resolviera la cuestión que había sido perfilada en los planteos de las partes y el diferimiento efectuado por el juez (v. retro 3.3 a 3.3.3.). La cuestión pendiente es si, la póliza nº (...) a favor de Aero Club Chacabuco -que cubre daños a terceros- tiene el alcance que aduce la aseguradora (restringido a daños de terceros en la superficie) o, por el contrario, según postuló la actora, comprende los daños a terceros en general, entre los que se incluye su reclamo. A pesar de que ello resulte indiferente para el actor, se impone la definición por los eventuales efectos que ello tiene para la citada en garantía, como así también para el demandado, quien, en todo caso, deberá responder directamente por los daños y al margen de la cobertura del seguro. 3.6.1. En tal sentido se advierte que, contrariamente a lo sostenido por la compañía aseguradora, de los términos de la póliza no surge que se limite a los “daños de terceros en la superficie”. En rigor refiere que el riesgo asegurado es por “Lesiones y/o Muerte a Terceras Personas y/o Daños a Cosas de Terceros no transportados, cualidad esta última que reviste M. respecto del asegurado, como así también los daños a cosas o personas en la superficie(...). Ello se sustenta, además de los términos de la cláusula 2, del Anexo 2 “Condiciones Generales para el Seguro de Responsabilidad Civil Aeronáutica que define el “Riesgo Cubierto”, en los siguientes términos: “(E)l asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero (destacado propio), en razón de la responsabilidad que surja del Código Aeronáutico (Titulo VII, arts. 139 a 174 inclusive) con motivo de daños causados por la aeronave descripta en la Condiciones Particulares”, es decir no lo limita a daños en la superficie. Más adelante agrega “(N)o se considerarán terceros las personas en relación de dependencia laboral con el asegurado en tanto el evento se produzca en oportunidad o con motivo del trabajo…”, calidad que, por cierto, tampoco detentaba M. respecto del asegurado Aero Club Chacabuco (...). 4. El tema de la constitucionalidad. Debo expedirme sobre la constitucionalidad del límite cuantitativo impuesto por el Código Aeronáutico, como así también respecto a las pautas de conversión del argentino oro dispuestas en la normativa. En función de ello, de corresponder, me expediré en punto a los agravios que enfilan a las pautas de conversión dispuestas por el a quo. 4.1. En todo supuesto en que un hecho producido por la navegación aérea haya causado un daño a las personas y las cosas, se aplica la ley aeronáutica. Así es aceptado por el Alto Tribunal (causa “Ferrari de Grand”, Fallos 329:3403; idem, causa “DF y CG c/ Aerolíneas Argentinas S.A. e INCUCAI”, Fallos 327:1192). La misma regulación legal rige para determinar el “quantum” de la indemnización, que establece un sistema tarifado o de topes de conformidad a la cotización en pesos argentinos oro a la fecha en que ocurra el hecho generador de la responsabilidad (arts. 144 y 163 del Código Aeronáutica). 4.2. La circunstancia de que la mencionada cotización deba ser determinada al momento del hecho que le sirve de causa –de consuno al dato normativo- y no a la fecha del dictado de la sentencia, plantea un serio problema de inequidad en el caso concreto. En efecto, de aplicarse la ley aeronáutica en sentido estricto –con prescindencia del Derecho- dicha limitación resulta contrapuesta a la reparación integral que prevé el derecho común (arts. 1109 y 1113, Cód. civil), máxime cuando la regla, en el plano constitucional y convencional, es la reparación de las consecuencias de un hecho que “perjudica a los terceros” mediante el pago de una “justa indemnización a la parte lesionada” (arts. 19, CN, y 75, inc. 22 y 63.1 de la CADH). 4.2.1. Esto último, la indemnización justa, corresponde a uno de los principios fundamentales del derecho internacional, tal como es reconocido por la jurisprudencia internacional que corresponde a la región (Factory at Chorzów, Jurisdiction,Judgment No. 8, 1927, P.C.I.J., Series A, No. 9, pág. 21 y Factory at Chorzów, Merits,Judgment No. 13, 1928, P.C.I.J., Series A, No. 17, pág. 29; Reparation for Injuries Suffered in the Service of the United Nations, Advisory Opinion, I.C.J. Reports 1949, pág. 184), según cita de la Corte Interamericana en el caso Amparo c/ Venezuela (Reparaciones y Costas), de 14/09/1996 (párr. 14). 4.2.2. El aporte interpretativo anterior lo ha recordado y aplicado la Corte Interamericana en diversos precedentes (v. gr., Caso Velásquez Rodríguez, Indemnización Compensatoria [art.63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos], de 21 de julio de 1989. Serie C No. 7, párr. 25; Caso Godínez Cruz, Indemnización Compensatoria, [art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos], de 21 de julio de 1989. Serie C No. 8, párr. 23; Caso Aloeboetoe y otros, Reparaciones [art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos], de 10 de septiembre de 1993. Serie C No. 15, párr. 43). Ello implica una clara indicación de la jurisprudencia interamericana acerca de un cabal resarcimiento de todo daño o perjuicio, el que no entiende se satisfecho sino con la reposición de las cosas a su estado anterior al hecho generador o, ante la imposibilidad de ello, con la indemnización plena en dinero. 4.2.3. Asimismo, cabe añadir que en materia de transporte aéreo internacional, originado en el Convenio de Varsovia (1929) y continuado en otros –como el de La Haya (1955) o los Protocolos de Montreal de 1975 y el Convenio de Montreal de 1999- ha quedado establecida, en la actualidad, la responsabilidad del transportador aéreo sin topes cuantitativos por el daño irrogado a los pasajeros transportados y debido a su muerte o lesiones ocasionadas a éstos. Vale decir, al antiguo criterio limitativo -fundado en discutibles razones puramente económicas de favorecer un tipo de transporte con responsabilidades acotadas y reducidas en la eventual onerosidad de costos- en la actualidad dominan, en ese sentido, pautas abiertas y tendientes a la igualdad de protección plena en todas las ramas de la responsabilidad jurídica. 4.2.4. En la interpretación del derecho positivo interno, ensamblada directamente en la jerarquía derivada del perfil constitucional, diversas instancias de grado y el Alto Tribunal de nuestro país han censurado las indemnizaciones tarifadas de ciertos regímenes legales (v. gr., Ley de Riesgos del Trabajo) similares en su naturaleza limitativa al que, en principio, cabría aplicar al “cas d´espèce” (ley 17.285 [Código Aeronáutico] y sus modificaciones). 4.2.5. La apuntada hermenéutica se hizo sobre la base del antiguo principio alterum non laedere, de raigambre constitucional (CSJN, “Santa Coloma” [Fallos 308:1160]) y, además, con fundamento en la justicia del reintegro patrimonial pleno, el cual no se hace efectivo “si el daño o perjuicio subsisten en cualquier medida” (CSJN, Fallos 268:112). Aquél principio, también se dijo, no solo surge del Código civil y, por ello, de “carácter exclusivo y excluyente del derecho privado”, sino que desempeña la función del un principio general que tiene operatividad en cualquier disciplina jurídica (CSJN, “Gunther”, Fallos 308:118; “Luján”, Fallos 308:1109 y, más luego, en el caso “Peón” (Fallos 321:488). 4.2.6. Es menester recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó de lado la doctrina que mantenía la constitucionalidad del art. 39 de la ley 24.557 (Ley de Riesgos del Trabajo) establecida en la caso “Gorosito” (Fallos 325:11) y otros anteriores a éste (Fallos: 250:410 314:1043; 315; 1199). Ello tuvo lugar en la sentencia de la causa “Aquino” (Fallos 327:3753) -y en otro posterior, “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa “Díaz, Timoteo Filiberto c/ Vespia S.A”, Fallos 329:473- que declaró inconstitucional el mencionado texto por importar un serio menoscabo al derecho a no sufrir daños y a obtener una justa y plena indemnización efectiva, en tanto este último, al que se atribuye carácter constitucional, no puede alterarse o degradarse. 4.2.6. Ahora bien, no obstante que el indicado precedente refiere a las limitaciones de indemnización derivadas de la Ley de Riesgos del Trabajo (LRT), entiendo que sus pautas pueden ser extendidas y aplicadas a disposiciones legales que consagran similares alteraciones de “principios, garantías y derechos reconocidos por la Constitución” (art. 28, CN), como sucede con las aludidas disposiciones del Código Aeronáutico que, a la vista de la citada doctrina del Alto Tribunal, resultan lesivas y en pugna con la Ley Fundamental. El test de constitucionalidad vinculado a la norma en cuestión, se refiere, en este caso en particular, a la pauta de conversión establecida. En concreto, resulta en mi opinión inconstitucional, la conversión a la fecha del hecho generador. La conversión debe ser determinada a la fecha de este pronunciamiento. 4.2.7. De consuno a lo expuesto, como se demostrará, adelanto que la aplicación de las pautas limitativas que rigen la indemnización en el Código Aeronáutico conducen a la degradación del derecho a la reparación por resultar una indemnización sensiblemente acotada en su comparación con la que correspondería en caso de regirse por las reglas del derecho común. Carecen de las notas de razonabilidad, resultan desdeñables e irrisorias con grave menoscabo de las pautas de equidad y despojan al acto de reparación de todo contenido de justicia. Veamos. 4.3. El art. 144 del CA dispone que “…(l)a responsabilidad del transportador, con relación a cada pasajero, queda limitada hasta la suma equivalente en pesos a mil (1000) argentinos oro, de acuerdo a la cotización que éstos tengan en el momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad. Esta cotización será fijada por el órgano competente de la Administración Nacional”. Por su parte el art. 163 del CA establece: “(E)n caso de transporte aéreo gratuito de personas la responsabilidad del transportador será la prevista en el capítulo I de este título. Si el transporte aéreo gratuito de personas no se realiza en un servicio de transporte aéreo, la responsabilidad del explotador está limitada por persona dañada, hasta trescientos argentinos oro, de acuerdo a la cotización que éstos tengan en el momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad…” 4.3.1. Los arts. 144 y 163 del Código Aeronáutico prescriben, entonces, que la cotización de los pesos argentinos oro debe hacerse "en el momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad". En el sub iudice, el hecho ocurrió el 22/10/2000 y, a esa fecha, un peso argentino oro cotizaba a 63,85 pesos en cotización informada por el B.C.R.A, correspondiente al cuarto trimestre del año 2000 (conf. página web bcra.gov.ar). 4.3.2. Sin perjuicio de que en todas las demandas se pide por montos que superan los límites de 63.850 pesos o de 19.155 pesos (según sea la limitación normativa), resulta por demás evidente que tal límite deviene exiguo conforme a pautas y sumas indemnizatorias que este Tribunal tiene establecidas para los casos de indemnización por los daños sustentados en el derecho común. La palmaria diferencia, al margen de las situaciones particulares de cada caso, releva de mayores digresiones y de realizar cálculos concretos para sostener, a priori, que el límite contemplado no resulta razonable. 4.3.3. Por el contrario, si a los límites cuantitativos citados, se los considera en función de una conversión temporal diversa a la cotización que indica la norma, recurriendo a la existente a la fecha del presente pronunciamiento, la conclusión es otra. En efecto, tomando la cotización del argentino oro del tercer trimestre del año en curso (1 argentino oro = 1.141,36 pesos) el resultado de la conversión arrojaría, en uno u otro caso la suma de 1.141.360 pesos o de 342.408 pesos, como límite máximo de indemnización por muerte, sumas que no se evidencian como irrazonables de acuerdo a los parámetros de justipreciación antes destacados. 4.3.4. De esta comparación se sigue que el límite en sí mismo no es inconstitucional, sino la pauta de conversión establecida en la normativa, lo que así cabe declarar sobre la base de los fundamentos expuestos. 4.4. No obsta a ello que, el planteo de inconstitucionalidad de la pauta de conversión, fuera introducida por los actores luego de que la aseguradora pretendió desligarse de la dirección técnica del proceso, depositando una suma que a su criterio cubría la totalidad del riesgo y costas. Algunos actores desde el inicio han planteado la inconstitucionalidad del tope “en general”, de modo que el planteo no es intempestivo sino que amalgama en tal integralidad. De todos modos, entiendo que los planteos constitucionales pueden hacerse en cualquier momento del proceso e incluso considero -con sustento en doctrina del Máximo Tribunal- que pueden los jueces, durante el trámite de una causa sometida a decisión, ejercer el control de constitucionalidad de oficio (Fallos 324:3219). Consecuentemente corresponde determinar los daños con ajuste al límite cuantitativo dispuesto en la norma (entendido como tope máximo) de acuerdo a las pautas de conversión y cotización vigente a la fecha de este pronunciamiento. 4.4. Los agravios expuestos en retro II.1.1. y II.2.2. que vinculan con las pautas de conversión dispuestas por el a quo han devenido de tratamiento insustancial de conformidad a la inconstitucionalidad que se propone. 5. Los Daños. Pautas de consideración. Los Legitimados para su reclamo. 5.1. Valor vida. La apreciación del valor de la vida humana no obedece a criterios absolutamente económicos, es decir, asentada en aspectos materiales y despojada de valores espirituales :”(...) no se trata de medir en términos monetarios la exclusiva capacidad económica de la víctima”, (conf. , Belluscio, A. c. [Dir.] y otros Código Civil y leyes complementarias, 2da. reimp., Bs. As., 1995, Tomo 5, pp. 195/196; y su cita de CSJN, Fallos 292:248; además, el caso de Fallos 303:820. Citas del exp. de esta Sala N( 2050/02 “LLAMPA, Máximo y otra c/Femesa s/Daños y perjuicios, sent. del 25/04/2002.) 5.1.1. Ahora bien, lo que debe resarcirse en casos de muerte del sujeto sostén de la familia no es la pérdida de la vida en su ingrediente económico, ya que no tiene precio alguno posible, sino antes bien, las consecuencias que sobre otros patrimonios acarrea la brusca interrupción de una actividad creadora o productora de bienes, y su valoración consiste en la medición de la cuantía del perjuicio que sufren aquéllos que eran destinatarios de todos o parte de los bienes económicos que el extinto producía, desde el instante en que esa fuente de ingresos se extingue (CSJN, “Balbuena, Blanca Gladys c. Provincia de Misiones”, Fallos 317:728). En su estimación no han de aplicarse fórmulas matemáticas, sino que se deberá considerar y relacionar las diversas variables relevantes de cada caso en particular, tanto en relación con la víctima (su edad, condición económica y social, profesión, expectativa de vida, etcétera) como con los damnificados (grado de parentesco, edad, educación, etcétera), conforme lo ha decidido la Corte de la Nación (Fallos 316:912). 5.1.2. La indemnización por la pérdida de la vida humana no se debe tanto a título de lucro cesante sino más bien como reparación de daño emergente y ello es así, por las circunstancias que produce a los damnificados al privarlas entre otras cosas de la compañía física; de la ayuda al sostén familiar; de la atención a las necesidades morales y materiales de la vida en común, etcétera. 5.1.2. Por otra parte, lo que debe resarcirse en casos de muerte de un hijo -en el caso, menor de edad- no es la pérdida de la vida en su ingrediente económico, ya que no tiene precio alguno posible, sino antes bien, el daño futuro cierto o probable que corresponde a la esperanza, con contenido patrimonial que constituye para sus padres la privación del aporte de un hijo que muere a consecuencia de un hecho ilícito. Tal resarcimiento cabe sino a título de lucro cesante por lo menos como la pérdida de una "chance" u oportunidad de que en el futuro, de vivir el hijo, se hubiera concretado la posibilidad de una ayuda o sostén económico para los padres; daño futuro que bien puede calificarse de cierto y no eventual y que posibilita la determinación de la cuantía del perjuicio. Se trata de la frustración de la ayuda que ese hijo, una vez ingresado a la adultez y a la actividad laboral, podría proporcionar a sus padres en la hipótesis de que estos carecieren de bienes para su propio sustento. Cabe aceptar que ese valor no se lo debe apreciar con criterios exclusivamente económicos, sino mediante una comprensión integral de los valores materiales y espirituales, pues el valor vital de los hombres y de las mujeres no se agota con la sola consideración de aquellos criterios. El monto indemnizatorio no se debe determinar mediante el computo de los ingresos presuntos que la victima podría obtener, calculados en forma matemática dentro de un cierto tiempo, ya sea en función de la vida útil que hipotéticamente le podía restar o bien en función de un numero conjetural de años en que podría eventualmente brindar ayuda a sus padres. La indemnización debida tiene su propio régimen de estimación prudencial en el que no se puede prescindir de tener en cuenta toda la ayuda que los hijos pueden prestar a sus padres en la vejez, cuando estos no se pueden valer por si mismos, siguiendo un criterio fluido y flexible que permita valorar todas las circunstancias del caso, como las relativas a su ocupación habitual, edad, sexo, estudios cursados condición social; no solo de la víctima, sino también la de aquellos que reclaman la reparación. Mas tampoco se debe perder de vista que las perspectivas de una ayuda económica futura se deben considerar con prudencia cuando se trata de la muerte de hijos menores de edad, pues en el orden natural y normal de las cosas no se debe descartar la posterior formación de una nueva familia a la cual los hijos vuelcan, principalmente, sus esfuerzos y su ayuda económica. (Conf.: C.S., Fallos: 310:2103; 312:1597; 318:2002; esta sala, exp. n( 2050/01 “LLampa...c/Fe.Me.SA. s/ daños y perjuicios”, entre otros). 5.2. Daño Moral. Este tópico se caracteriza por los padecimientos y molestias que hieren las afecciones legitimas de quien lo sufre -en su faz íntima- que no siempre resultan claramente exteriorizados, y cuya valuación, en principio no esta sujeta a cánones estrictos. La determinación del quantum debe guardar razonable proporción con la entidad del agravio. Y siendo que la reparación no se hace en abstracto, varios son las pautas que concurren a fin de señalar los alcances de una adecuada indemnización, entre ellas, la gravedad de la ilicitud, el factor de imputación y la situación patrimonial del ofensor (conf. Zannoni, Eduardo A., “El daño en la responsabilidad civil”, segunda edición, Buenos Aires, 1987, Astrea, p.351). 5.3. Esta última categoría es distinguible del llamado daño psicológico. Los elementos que los separan son las manifestaciones sintomáticas de uno y otro, toda vez que si bien el perjuicio psicológico también es un sufrimiento subjetivo, no necesariamente se expresa a través de síntomas o cualquier otra alteración psicopatológica. En otras palabras, el dolor, la angustia, puede permanecer en la esfera interna del damnificado, sin manifestaciones que puedan tener entidad clínica (conf. esta Sala, causa n° 15.499, “Carriz o, Zulema Beatriz c/Banco de la Nación Argentina c/daños y perjuicios”, del 11/09/08 y nº 15.755/08, “Chiappe, Paola Mariel c/U.N.L.Z. s/Daños y Perjuicios”, entre otros). Así entendido, el daño psíquico puede producir un verdadero colapso en la autoestima, circunstancia que resulta idónea para frustrar todo proyecto de futuro y que puede generar como sensación inmediata la imposibilidad de desplegar habilidades vitales por siempre (conf. esta Sala en autos “González, Liliana Lucía c/ Estado Nacional Argentino-Servicio Penitenciario Federal s/ Daños y perjuicios”, sentencia del 13/02/2006). Ahora bien si bien pueden diferenciarse conceptualmente con el daño moral, debe precisarse que en el caso que genere algún grado de incapacidad se traduce como un daño material y , en tal caso, se lo resarcirá como incapacidad sobreviviente; también puede dar lugar al resarcimiento de los gastos de tratamiento psicológico. En cambio, cuando no trasciende como incapacidad sino que queda reservado a la vida interior se lo ponderará al determinar el daño moral. 5.4. La legitimación. En algunas causas se han cruzado cuestionamientos de la legitimación para el reclamo por daño moral pretendiendo la exclusión de aquellos que no son herederos forzosos, con base en el art. 1078 del C.C. (“Yanetti”, entre otras) Comparto la doctrina del Máximo Tribunal en cuanto tiene dicho que “(c)orresponde asignar una interpretación amplia a la mención "herederos forzosos" que hace la disposición legal en cuestión, de modo que alcance a todos aquellos que son legitimarios potenciales, aunque de hecho pudieran quedar desplazados de la sucesión por la concurrencia de otros herederos de mejor grado, comprensión que -por otra parte- se compadece con el carácter iure propio de esta pretensión resarcitoria y, además, satisface la necesidad de evitar soluciones disvaliosas, pauta a la que cabe recurrir para juzgar el acierto de la labor hermenéutica (causa "Frida A. Gómez Orue de Gaete y otra”, Fallos 316:2894; causa B.201.XXIII, “Bustamante, Elda y otra”, sentencia del 10 de diciembre de 1996). 6. Sobre la base de las consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales expuestas en el acápite anterior se considerarán los agravios relacionados con la falta de legitimación de algunos actores y la procedencia y cuantía de los rubros de indemnización. 7. En primer lugar me referiré a aquellos reparos relacionados con la falta de legitimación para reclamar el daño moral que se cruzan en algunos expedientes (Expte. “Avellaneda Alejandro…” [recurso de la aseguradora] y Expte. “Yannetti…” [recurso de la aseguradora y de Yannetti]) y por los cuales se pretende la exclusión entre unos y otros de los reclamantes. Ya he adelantado mi postura al respecto sustentada en doctrina de la Corte Nacional (conf. retro III.5.4). Empero, al margen de ello, como así también del acierto o error de lo sostenido por el a quo al respecto (vide considerando IV, párrafos 5to. a 13avo.) considero que ninguno de los apelantes se hacen cargo de los extensos y sólidos argumentos tenidos en cuenta para decidir en la forma en que lo hizo. En el caso particular de Yanetti se limita a exponer sobre la incongruencia de fallar en función del Código Aeronáutico y de hacer lugar a demandas en función de normas del Código Civil para luego afirmar -sin ninguna otra consideración especial que la avale- que sería el único beneficiario de determinados difuntos. La compañía aseguradora se limita a referir que el art. 1078 niega legitimación a quienes no son herederos forzosos y que la referencia que realiza el juzgador a la aplicación del art. 1079 es arbitraria. Ninguno ha rebatido, reitero con suficiencia discursiva, lo dispuesto por el a quo, por tal razón deben rechazarse los agravios (art.265 CPCC). 8. Agravios sobre los montos de resarcimiento por la muerte de V.G.B. (28 años) y S.J.S. (8 años). 8.1. En el expediente de esta sala n 16.925 (nº 22.825 de origen) por la muerte de la primera el a quo le concedió a H.H.S., viudo de V.B., la suma de (...) pesos (...)por daño moral y a D.S.S. (representada por su padre H.H.S.), hija de la occisa, pesos (...) en concepto de pérdida de chance y (...) por daño moral. Por otra parte, por la muerte de S.S. el a quo fijó para el padre (H.S.) la suma (...) en carácter de pérdida de chance y (...) por daño moral, mientras que para la hermana (D.S.) la suma (...) por daño moral y (...) para solventar el tratamiento psicológico. 8.2. El recurso de la compañía aseguradora fue declarado desierto por el Tribunal (...). Los agravios del Aero Club Chacabuco (...) no refieren a los montos. Por tanto, el único agravio susceptible de tratamiento en este punto, es el de los actores que consideran exiguos los montos por no traducir el principio de entidad y justicia que deben estar presentes en toda reparación (...). Contrariamente a lo sostenido por el apelante no se advierte un error de apreciación en la pautas generales tenidas en mira por el a quo para justipreciar los valores en juego. Tampoco el recurrente destaca singularmente alguna arbitrariedad en la consideración efectuada acerca de las circunstancias particulares de la víctima y de los reclamantes que justifiquen elevar los montos acordados. El recurso debe rechazarse y confirmar los montos dispuestos en origen. 9. Por la muerte de L.A. (5 años de edad) reclamaron: i) Su abuelo A. A. (esta Sala expte. n° 16.927; nº 22.776 origen), al que el a qu o le concede (...) pesos (...) por daño moral y le rechaza el rubro “pérdida de chance”; ii) su medio hermano B. Y. representado por su padre (Esta Sala exp. Nº 16.940; nº 23.083 de origen). El a quo le concedió la suma de (...) pesos (...) por daño moral y afección psíquica. 9.1. En el expediente nº 16.927 y respecto a la fallecida L. se agravia la compañía aseguradora por considerar elevados los montos sin realizar mención expresa que fundamente su postura, ni desmerecer las consideraciones particulares efectuadas por el a quo para justipreciar el daño por el que prosperó el daño moral a favor del abuelo (...) Ello es así, teniendo en consideración que la nieta se encontraba a cargo del abuelo, que la occisa era hija extramatrimonial de su hija A.A. y las especiales circunstancias de la relación concreta que tenía con aquella de las que refieren la información sumaria (...) y los testimonios que constan (...). Por su parte, el actor, como abuelo (...) no objeto el rubro concedido, ni el rechazado, por lo que corresponde confirmar lo decidido por el a quo en cuanto concede, por la muerte de L.A., la suma de (...) pesos (...) por daño moral a favor de A. A. 9.2. En el expediente “Yanetti…” (nº 16.940) se agraviaron (i)la compañía aseguradora por lo elevado del daño moral (como en el caso anterior, con solo consideraciones genéricas,(...)); (ii) el Defensor Público Oficial (en representación del menor B. Y.) se agravió de lo exiguo del daño moral (...). 9.2.1. Comparto las consideraciones que realiza el Defensor Público acerca de la importancia de la relación de un hijo con la madre en cuanto a que es crucial y determinante para su supervivencia por la dependencia física y psíquica que tiene con ella y de la influencia que puede tener el apego en los primeros años de vida respecto al desarrollo de conductas y emociones que han de mantenerse a lo largo de aquella. Mucho menos se puede desconocer, desde luego, los postulados que invoca de normas internacionales de protección a los derechos del niño. 9.3. Sin embargo de ello no se sigue que el argumento que emplea respecto a la madre pueda trasladarse, sin más al daño moral producido por la muerte de una niña de 5 años, al medio hermano de 8 meses de edad que es el que se discute en este caso. Es de destacar que el juez ha realizado una diferenciación cuantitativa respecto de este rubro según el vinculo detentado (vgr. por su madre y su abuela quienes también fallecieron en el accidente). 9.4. Por ello y ante la ausencia de pericia psicológica o de elementos determinantes diversos a los contemplados por el a quo, estimo que debe confirmarse la suma de (...) pesos (...) que estipuló en concepto de daño moral por la muerte de L.A. y en favor de su medio hermano. 10. Por la muerte de A.A.A. reclamaron: i) Su padre A.A. (esta Sala Expte. n° 16.927; nº 22.776 del Juzgado), haciéndolo por la pérdida de chance y por el daño moral padecido, rubros por los que se le otorgó la suma de (...) pesos(...) y de cien mil pesos (...) respectivamente; ii) Su hijo B.Y. (Expte. n° 16.940 de esta Sala y n° 23.083, del Juzgado), representado por su padre, puesto que contaba, a la fecha del deceso de la causante, con ocho (8) meses de edad, al que se le otorgó la suma de (...) pesos (...) por daño moral y psíquico. 10.1. En el expediente nº 16.927, respecto a la fallecida A.A.A., se agravian: i) la compañía aseguradora por considerar elevados los montos; ii) por resultar improcedente la perdida de chance concedida a su padre (...) y porque iii) el actor consideró exiguo el monto otorgado por perdida de chance (...). 10.1.1. Respecto al rubro concedido en concepto de pérdida de chance, estimo contrariamente a lo sostenido por P.S. S.A.- que la falta de demostración de que la occisa contribuyera actualmente con alguna necesidad económica del padre no constituye impedimento para desestimar el reclamo. Traigo a colación los fundamentos expuestos en retro 5. Por otra parte, teniendo en consideración que la víctima tenía 20 años y que el reclamante tenía 65 a la época del hecho y demás circunstancias particulares que surgen de la información sumaria y testimonios rendidos (...), no advierto que la suma acordada resulte exigua ni elevada. Es por ello que propongo la confirmación del monto (...) que, por pérdida de chance, fue acordada a A.A. por la muerte de su hija. 10.1.2. Respecto al daño moral corresponden idénticas consideraciones a las efectuadas en retro 9.1 para confirmar el importe (...) justipreciados como resarcimiento de daño moral a A. A. por la muerte de su hija. 10.2. Respecto a los agravios expresados en el expediente Yanetti (Expte. 16.940 de esta Sala; n° 23.083 del Juzgado) resulta n de idéntico tenor a los que constan en retro 9.2. Por consiguiente, a ellos remito para evitar reiteraciones innecesarias. Aunque en este caso relacionan a los producidos por la muerte de la madre del actor, cabe remitir, por las mismas razones, a lo expuesto en 9.2. para rechazar los agravios. Añado que en este caso no se evidencia como irrazonable o arbitraria la pauta de ponderación económica y cuantificación efectuada por el a quo en función de la importancia del vinculo con la madre en comparación con la del medio hermano y abuela. Consecuentemente corresponde confirmar la suma (...) por daño moral y psíquico concedidos a B.Y. por el fallecimiento de su madre. 11. Por la muerte de N.B.B.i (36 años), reclamaron: i)Su compañero A. A. (Expte. nº 16.940 de esta Sala; n° 22.776, del Juzg ado), haciéndolo por el daño moral y el valor vida,(...); ii) Su nieto B.Y. (Expte. n° 16.927, de esta Sala; n° 23.083, del Juzgado), cuyo reclamo fue concedido por daño moral(...); iii) Su hija, J. L.A. (expte. 16.929 de esta Sala; n° 23.521 del Juzgado), quien reclamó por el daño moral, los gastos de construcción de una bóveda para dar sepultura a la occisa y el costo del tratamiento psicoterapéutico que tuvo que afrontar, los que fueron receptados por el a quo, en ese orden,(...) 11.1. Los agravios de los actores A.A. (concubino) y B.Y. (nieto), como así también el de la Compañía de Seguros (Exptes. 16.927 y nº 16.940, citados) resultan de igual contenido y alcance a los expresados en retro 9.1, 9.2, 10.1. y 10.2, a los que remito por razones de brevedad. 11.2. Para evitar repeticiones innecesarias cabe remitir a lo ya expresado al tratar los puntos de que se trata (9 y 10) para rechazar los agravios y confirmar los montos acordados por daño moral y pérdida de chance a su compañero A. A.(...) y por daño moral a su nieto (...); Resalto que no se puso en tela de juicio (i) que A. A. y N.B.B. convivieron durante 21 años, hasta el fallecimiento de la mujer; (ii) que en el transcurso de la relación nacieron dos hijas, una de las cuales falleció en el hecho; (iii) la distribución de roles que cada uno tuvo en el hogar de convivencia (...). 11.3. En el expediente “J.L.A. (Expte. 16.929 de esta Sala; n° 23.521 del Juzgado) se agraviaron la aseguradora y la actora (...). 11.3.1. La primera censura la exorbitancia y carencia de fundamentos probatorios que, a su juicio, exhibe el fallo. En tal aspecto señaló que el resarcimiento por la construcción de una bóveda funeraria para la madre de la actora resulta una liberalidad no susceptible de integrar el resarcimiento. Constituye, en su parecer, un “aditamento de lujo” que no resulta una consecuencia necesaria del luctuoso evento. Respecto del costo de tratamiento psicológico sostuvo que la afección que padece la actora carece de autonomía conceptual y se encuentra comprendida en el daño moral que también le fuera concedido. Por ultimo consideró excesivo el monto por daño moral. 11.3.2. Por su parte la actora se agravio de lo exiguo del monto acordado por daño moral. 11.3.3. Tiene razón la aseguradora en cuanto sostiene que la construcción de una bóveda implica una liberalidad producto de la decisión voluntaria y facultativa de la actora y que de ningún modo puede justificar su reintegro. En tal sentido la circunstancia excede del límite entendido como consecuencia necesaria e inevitable del fatal accidente. Por otra parte, que la muerte de su madre se trate de un hecho sorpresivo no justifica que el gasto integre el monto de condena. Debe rechazarse el reclamo y revocarse lo dispuesto por al a quo a su respecto. 11.3.4. El agravio de la aseguradora relacionado con la incorrecta concesión de los gastos de tratamiento psicológico como rubro independiente del daño moral debe rechazarse. Ello en consonancia a los fundamentos que se expusieron al determinar las pautas generales de evaluación del daño (retro 5). En el sub examine, se encuentra demostrado la entidad de la perturbación psicológica detentada por la actora y la necesidad de su tratamiento terapéutico con en el informe que consta (...). Aunque allí no se indique la duración y frecuencia de sesiones no parece que la suma concedida, por este rubro, sea desproporcionada en función del ejercicio de las facultades del art. 165, 3°, del CPCC. Con mayo r razón si al tema se lo ensambla, comparativamente, con las pautas que tuvo en cuenta el juzgador en todos los expedientes en que también prosperó el reclamo por este rubro. Vale prestar atención, como dato a considerar, que la actora no solo perdió a su madre, sino a su hermana, su sobrina y tías. 11.3.2. En punto al monto acordado por daño moral no encuentro elementos que justifiquen su modificación en más o en menos. Ello de consuno a las pautas de ponderación expuestas de modo general en retro 5 y a las circunstancias especiales del caso que surgen de los testimonios(...), como de la pericia psicológica aludida anteriormente. Además, la suma acordada se compadece y guarda proporcionalidad con las pautas de valoración similares que el juez advirtió que iba a aplicar en todos los supuestos. Deben rechazarse los recursos relacionados con el monto y confirmarse la suma de (...) pesos (...) otorgados a J.L.A., por el daño moral sufrido por la muerte su madre. 12. Por el fallecimiento de D.S. (12 años) reclamaron: i)Su padre, J.J.S. (Expte. n° 16. 934, de esta Sala y n° 22.808, del J uzgado), haciéndolo por el daño moral sufrido y la pérdida de chance,(...); ii) su madre, A.E. (Expte. n° 16.936, de esta Sala y n° 22.624 del Juzgado), reclamó indemni zación por el daño moral sufrido y el lucro cesante que el accidente le provocara (...) 12.1. Los agravios del actor S. (exp. n° 16.934) ap untan a considerar exiguos los montos de resarcimiento acordados por la muerte de su hija (...). Los de P. S. S.A., en ambos expedientes (n° 16. 934 y 16.936) ap untan a la improcedencia del rubro pérdida de chance y a considerar elevado el monto concedido por daño moral (...). El recurso de la actora E. (exp. 16.936) fue declarado desierto (...). 12.2. De conformidad a las consideraciones de carácter general realizadas en punto a las pautas de resarcimiento a seguir, que fueron expuestas en retro 5 -y a las circunstancias particulares de la víctima de 12 años, su relación con sus jóvenes padres y que se encontraba cursando el séptimo grado, de las que dan cuenta las constancias probatorias existentes en autos (...)- no encuentro elementos que justifiquen modificar los montos dispuestos por el a quo. Por otra parte, no se advierte arbitrariedad en las pautas de apreciación en base a igualdad de argumentos invocada por el juez para justipreciarlos. 12.3. Por ello deben rechazarse los agravios y confirmarse lo resuelto(...) 13. Por el fallecimiento de O.S.(3 años), reclamo su padre,(...)(expte. nº 16.934 de esta Sala; n° 22.808 del Juzgado)(...). Por similitud de circunstancias, vínculos y agravios, todo lo expuesto en el punto anterior (12) resulta aplicable al presente. Ello lleva a sostener que no tienen razón los recurrentes y, por tanto, se confirme el monto acordado por el a quo en concepto de daño moral y pérdida de chance a favor del padre, por la muerte de su hija O.S. 14. Por el fallecimiento de P.M.B. (29 años), reclamaron: i) Su esposo, J.J.S.(...), (expte. n° 16.934 de esta Sala; n° 22.808 del Juzg ado), (...)por lo que significó el fallecimiento de la nombrada, quien ejercía el comercio y, con su producido, contribuía al mantenimiento del hogar conyugal; ii) su madre, (...)(Expte. n° 16.924 de esta Sala y nº 23.973 del Juzgado), quien reclamó por la pérdida de chance y el daño moral,(...). 14.1. Los agravios del actor J.J.S. (exp. n° 16. 93 4) apuntaron a considerar exiguos los montos de resarcimiento acordados por la muerte de su esposa (...). Los de P.S. S.A., en el mismo expediente, consideraron elevados los montos acordados por pérdida de chance y por daño moral (...). Serán tratados en conjunto. 14.1.1. El juez, estimó el monto de resarcimiento, por perdida de chance, en función de: i) un promedio de ingresos(...), de los que determinó un 50% como aporte de la occisa al hogar; ii) proyección de vida útil e incremento del ingreso con el correr del tiempo y iii) un límite temporal de 31 años hasta la jubilación. 14.1.2. A mi manera de ver, el criterio valorativo de determinación del quantum realizado por el a quo resulta incorrecto por lo expuesto en retro 5.1.1, pues lo hizo con aplicación de un mero ejercicio matemático que no contempla la totalidad de las circunstancias relevantes en el caso. Por lo pronto, se advierte que el promedio de ingreso que refiere ($1661) se realizó dividiendo por 12 el ingreso neto anual de diecinueve mil novecientos treinta y dos pesos ($19.932) que surge de la declaración jurada de fs. 14, en lugar de la suma de catorce mil ochocientos noventa y dos pesos ($14.892) que corresponde a la cifra por el importe anual con las deducciones personales computables. Advertida la diferente apreciación y aunque la constancia (...) sea una declaración unipersonal de P. B. que no ha sido auditada, ni sometida a pericia, no por ello como sostiene la citada en garantía- debe dejar de contemplarse como un indicio de ingreso. Una explicación podría ser que, en principio –al margen de toda consideración ética y jurídica, aunque sí en el enfoque sociológico y cultural- las personas no están dispuestas a declarar mayores ingresos de los que tienen realmente, cuando se trata de pagar un impuesto en función de los mismos. No obstante lo anterior, advierto otros elementos probatorios que, a mi entender, resultan útiles para mensurar la real dimensión del daño que se pretende resarcir como “perdida de ganancia” y concluir que el monto acordado resulta elevado. En efecto, tal como surge de la constancia de habilitación Municipal que fue expedida después del accidente aéreo (...) el negocio no cerró, por el contrario siguió funcionando. El aquí actor, trabaja en el mismo, ocupándose del negocio y realizando la actividad que desarrollaba la señora, según lo refiere el testigo (...). Con ello entiendo que la fuente del principal ingreso para el sostén familiar, al margen de la irreparable muerte de P.M.B., no resultó alterada sustancialmente. Sin embargo, no escapa al sentido común que, si bien el actor pudo ocuparse del negocio, ha tenido que prescindir del tiempo que podría haber dedicado a alguna otra actividad generadora de ingresos o ha debido ocuparse de reemplazar con un tercero lo que generalmente hacía él o su esposa. Por otra parte, debe señalarse que la occisa también contribuía con su ayuda al mantenimiento de su madre(...), como lo demuestran los testimonios de fs. 185, 185 vta. 186 del expediente(n° 16.924 de esta Sala y n° 23.973, del Juzgado). Su reclamo, también cuestionado, será objeto de tratamiento en otro punto. 14.1.3. Según lo expuesto y que la víctima, al momento del accidente, tenía 29 años de edad (el marido reclamante, 34 años) y en función de las demás circunstancias personales de la fallecida, de su esposo y entorno, entiendo que la suma de (...) pesos(...) compensan adecuadamente el rubro pérdida de chance (...). La forma en que se decide implica el rechazo del agravio de la actora y la recepción, en este punto, del correspondiente a la aseguradora con la consecuente revocación de lo decido por el a quo al respecto. 14.1.4. Los agravios relacionados con los montos de daño moral y tratamiento psicológico, deben rechazarse. La similitud de circunstancias fácticas y discurso recursivo de las partes, con la aclaración de que en este caso refieren al vínculo con la esposa, permiten afirmar que lo expuesto en los puntos 12 y 13 (referidos a la muerte de sus hijas D. y O.a S.) resulta aplicable al presente. De consuno a ello, a los principios expuestos y pautas probatorias habidas y citadas, concluyo en que no tienen razón los recurrentes y, por tanto, cabe confirmar el monto acordado por el a quo en concepto de daño moral y tratamiento psicológico a favor del J. S(...) 14.2. Corresponde ahora el tratamiento de los agravios haen el expediente “Mozzino, Zulema Haydee vda. de Belfiori” (n° 16.92 4 de esta Sala y n° 23.973, del Juzgado), quien era la madre de P.B.i. 14.2.1. La decisión derivó en que la actora (actualmente sus herederos), y el Defensor Público (en este caso, por los derechos del menor B.Y., uno de los herederos de la actora), se agravien de lo exiguo de los montos acordados (...). El recurso de la citada en garantía P.S. fue declarado desierto por este Tribunal (...) 14.2.2. Los recurrentes realizan argumentaciones genéricas que únicamente apuntan a la procedencia de los daños, pero, en concreto, no demuestran el error de apreciación efectuado por el a quo en la determinación del monto. Las pautas generales de apreciación expuestas en retro 5, a las que remito para evitar reiteraciones, aplicadas a las circunstancias concretas del caso, permiten afirmar que no se justifica elevar el monto acordado por daño moral y lucro cesante, como pretenden los recurrentes. Ello es así, teniendo en consideración: i) que la actora tenía 58 años a la fecha del accidente en el que murió su hija, ii) que dependía económicamente de lo que aquella le aportaba; ii) que la entidad de esos aportes en función de los ingresos, debe evaluarse teniendo en cuenta que la víctima era, a su vez, el principal sostén de su propia familia (...); y iii) que el aporte debe mensurarse, en el caso, hasta el fallecimiento de la beneficiaria, hecho que ocurrió a los 8 años del accidente (...). En síntesis, dada la imposibilidad de modificar el monto ante la ausencia de agravios que lo cuestionen por excesivo, corresponde el rechazo de los agravios y confirmar los montos (...)que el a quo dispuso a favor de Z.H.M. (viuda de B.), en concepto de daño moral y pérdida de chance, respectivamente. 15. Por el fallecimiento de Á.M. (85 años), reclamó su hija R.M.G. (expte. n° 23.906 del Juzgado), quien pretendió ser resarcida por el daño moral y la pérdida de chance. El a quo otorgó la suma de (...)pesos (...) por el primero de los rubros y rechazo el segundo. 15.1. De la decisión se agravia, en lo que aquí interesa tratar, la compañía P. S. S.A. quien consideró exorbitantes los montos (...). El recurso actor fue declarado desierto por el Tribunal (...). 15.2. La imputación de excesivos que imputa el agraviado no va acompañada de ningún otro argumento recursivo tendiente a demostrar la arbitrariedad de la apreciación efectuada. Subrayo que por la avanzada edad de la actora (85 años), la circunstancia de su fallecimiento constituía un hecho previsible en el corto plazo, empero ello no minimiza el dolor de sus deudos –en particular su hija- que, aún concientes de la eventual inminencia del hecho objetivo, esperan que no se produzca. Por ello, de acuerdo al vínculo que existía entre la actora y la causante y las pautas expuestas en retro 5, estimo que debe rechazarse el agravio y confirmar el monto (...) que por daño moral fueron concedidos a R.M. G., por la muerte de su madre. 16. Por el fallecimiento de J.R.M. reclamaron: i) S.M.S., quién, como madre, lo hizo en representación de los hijos menores del occiso, (...)(Expte. nº16.941 de esta Sala y n° 24.032, del Juzgado). Solicitó el re sarcimiento por el daño moral, la pérdida de chance y el daño psicológico que padecieron los menores; ii) su esposa, M.L.B. (Expte. n° 24.031), quien reclamó po r la pérdida de chance, el daño moral y psicológico sufridos. 16.1. El juez rechazó ambas demandas (v. retro I.7.1). Decisión esta que fue modificada conforme se expuso más atrás (III.3) respecto de la causa “Senesi…” (Expte. nº16.941). También remito II.1.3.i), y III.2.2. La inexistencia de agravios en la causa B. (Expte. n° 24.031, del Juzgado) derivó en que la decisión quedara firme a su respecto. 16.2. En función de ello y tal como fue expuesto (v. III 3.5.3.1) corresponde ahora determinar los montos de resarcimiento con relación a la causa “Senesi……” en el que se pretendían sumas de (...)pesos (...) por daño moral y para cada uno de los hijos. Solicitaron indemnización por el costo de tratamiento psicológico que surja de la prueba y por el concepto de “daño probable (chance)” que se justiprecie en función de la evolución patrimonial que hubiera tenido el occiso, en función de sus cualidades personales y preparación profesional, según el curso natural de los acontecimientos. 16.3. De las constancias probatorias del expediente surge: i) que J. F. y A.L. (de 17 y 12 años, respectivamente) eran hijos del piloto M. ( de 47 años) y de S.M.S., quien los representa en este juicio (...); ii) que J.R.M. era Subcomisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y percibía (...)previo descuento de la (...) cuota alimentaria; tenía excelentes calificaciones en sus antecedentes de servicio en la institución policial (...) y, como piloto de P.H. S.A., percibía una remuneración (...), de los cuales la mitad era entregada en carácter de cuota alimentaria de sus hijos (...); consta también su preparación profesional en carácter de piloto (...); iii) que ambos (hijos) eran estudiantes secundarios, y el mayor tomaba cursos de vuelo (...) iv) que ellos eran mantenidos por su padre y que su standard de vida disminuyó a partir de su muerte; tenían además una excelente relación con el padre, siendo el vinculo afectivo mas fuerte respecto de J.F., quien vivía con él (...). 16.3.1. Teniendo en consideración las pautas generales enumeradas en retro III. 5, a las que remito, de acuerdo a las circunstancias del caso, considero que debe receptarse el reclamo por “perdida de chance”, con el alcance conceptual expuesto en las pautas generales indicadas. En tal sentido debe rechazarse la pretensión actora de justipreciar en forma independiente el daño que denomina como “probable” por la evolución del ingreso de la víctima. En cuanto al monto tendré particularmente en cuenta que, si bien en vida de M., sus hijos (...), percibían una cuota de alimentos (...)demostrado esto con el recibo de sueldo de sub-comisario(...)), lo cierto es que luego de la muerte de aquél siguieron percibiendo la correspondiente pensión por parte de la Policía de la Provincia de un 25% c/u,(...). También debe contemplarse que resulta eventual e hipotética la mejoría laboral, tanto en la institución policial (...), como en la actividad de piloto que se encontraba condicionada no tanto a las aptitudes de M., sino a la futura evolución de la empresa de transporte de cuya proyección y envergadura no hay constancia alguna (...). Es por ello que estimo justo y equitativo otorgar a cada uno de los hijos la suma de (...)pesos (...) en concepto de pérdida de chance. 16.3.2. El daño moral por lo expuesto en las consideraciones anteriores y pautas generales a aplicar ya dichas, resulta procedente. En función de la entidad de la aflicción que les ha provocado a los hijos la muerte de su padre, tal como se desprende de las constancias probatorias (...), estimo adecuado establecerlo en la suma de (...) pesos (...) para cada uno de sus hijos. 16.3.3. En punto a los trastornos psicológicos de ambos hijos es relevante lo informado por la perito psicóloga en su informe (...) y la contestación a la impugnación (...). La experta aconseja, para revertir los trastornos psicológicos reactivos por la muerte del padre, que J.F. realice un tratamiento por espacio de 24 meses a razón de 6 sesiones mensuales, con un costo de $ 50 por sesión y que A. L. lo haga con la misma frecuencia y costo por un espacio de 18 meses. En función de ello el rubro resulta procedente por la suma de pesos(...) para J. F. y A.L.M., respectivamente. 17. Los agravios relacionados con la tasa de interés a aplicar no tendrán recepción favorable habida cuenta que se ajustan a lo pautado por este Tribunal en el plenario que cita el juzgador (Conf.,CFALP, Plenario in re “Gómez, Ricarda c. ENTEL s/ Indemnización por despido”, sentencia del 30/08/01). 18. Los actores han solicitado el prorrateo de los límites de cobertura por pasajero en función de que cada aeronave se encontraba asegurada por un pasajero menos de los que viajaban en ellas. En efecto, en la aeronave propiedad de P.H. S.A. iban 5 personas y el seguro cubría a 4 y en la de propiedad del Aeroclub viajaban 4 y estaban cubiertas 3. No obstante ello, en los términos que ha sido expuesto el tema –en el que simplemente refieren sobre efectuar un prorrateo sin dar mayores argumentaciones de cómo realizarlo-, la pretensión resulta al margen de esta Alzada, pues, al no haber sido motivo de planteo y decisión puntual, excede sus facultades revisoras que, como se sabe, es el límite de su competencia. La cuestión deberá ser sometida a discusión y contralor de la totalidad de las partes interesadas y, en función de ello, decidida por el juez a quo. 19. Los agravios que plantea el Aero Club Chacabuco en cuanto a la imposición de costas, no tendrán recepción favorable en el sentido que pretende, es decir, que se revoque lo decidido y se disponga que “deben ser soportadas en su totalidad por la compañía aseguradora contratada…”. El juzgador ha impuesto correctamente las costas a cargo de lo vencidos en función de lo establecido por el art. 68 del CPCC. No obstante ello, debe quedar claro que en su ejecución habrá de estarse a la garantía de indemnidad que surja en las pólizas respectivas respecto a su cobertura. Por las razones precedentemente expuestas, propongo al acuerdo: 1°) Declarar la inconstitucionalidad del art. 144 d el Código Aeronáutico en cuanto establece que la cotización de los pesos argentinos oro debe hacerse a la que tengan "al momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad" (véase retro III.4.), consecuentemente corresponde dejar sin efecto lo dispuesto por el a quo en torno a la pauta de conversión que dispuso en el considerando III.1., declarando la insustancialidad del tratamiento de los agravios habidos a su respecto. 2°) Confirmar el rechazo de las demandas interpuest as contra la Fuerza Aérea Argentina (Comando de Regiones Aéreas– Ministerio de Defensa). 3°) Revocar el rechazo de demanda entablada por S.M . S. en representación de sus hijos menores de edad, J. F.y A.L.Mi y S, contra el Aero Club Chacabuco, y receptarla, condenando al Aero Club Chacabuco en los términos dispuestos en retro III.3. y III.16., en estricta observancia de lo dispuesto en III.3.5.3.2., con costas a la demandada Aero Club Chacabuco en carácter de vencida (68 CPCC) y haciendo extensiva la condena a P.S. S.A., en los términos y condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros). 4°) Confirmar las demandas incoadas por: a) Héctor Heriberto Soldevia por sí y en representación de su hija Dalma Sofía Soldevia; b)Alejandro Avellaneda; c)Pablo Alberto Yannetti en representación de su hijo Bruno Yannetti; d) Juliana Loreta Avellaneda; e)Juan José Stefano; f) Analía Elizabet Emateguy; g)Zulema Haydee Mozzino –hoy sus sucesores-; h) Rosa Marta Gazzinaga de Martín; con las modificaciones pertinentes en cuanto condiciones y montos acordados, según el caso, que se disponen para cada uno de los reclamos enumerados y tratados en retro III.8 a III. 15. y, en consecuencia, confirmar la condena impuesta al Aero Club Chacabuco y a P.H. S.A. en orden al pago de las sumas allí dispuestas cada uno de los actores, dentro del plazo de diez días de quedar firme la presente, haciendo extensiva la condena a Provincia Seguros S.A., en los términos y condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros). 5º) Con costas de esta instancia en el orden causado, atento a la forma que se decide y a la ausencia de réplica contraria en cada uno de los recursos tratados. 6) Adjuntar y glosar copia de la presente en cada una de las causas indicadas en el encabezamiento. Así lo voto. El doctor Pacilio dijo: Que adhiere al voto precedente. Con lo que terminó el acto firmando los señores Jueces intervinientes y la Secretaria autorizante. Fdo: Dres. Carlos Alberto Nogueira – Antonio Pacilio PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN // Plata, 13 de octubre de 2.010. R.S. 3 T f* Y VISTOS. Por tanto en mérito a lo que resulta del Acuerdo cuya copia autenticada antecede, SE RESUELVE: 1°) Declarar la inconstitucionalidad del art. 144 del Código Aeronáutico en cuanto establece que la cotización de los pesos argentinos oro debe hacerse a la que tengan "al momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad" (véase retro III.4.), consecuentemente corresponde dejar sin efecto lo dispuesto por el a quo en torno a la pauta de conversión que dispuso en el considerando III.1., declarando la insustancialidad del tratamiento de los agravios habidos a su respecto. 2°) Confirmar el rechazo de las demandas interpue stas contra la Fuerza Aérea Argentina (Comando de Regiones Aéreas– Ministerio de Defensa). 3°) Revocar el rechazo de demanda entablada por S .M.S. en representación de sus hijos menores de edad, J.F. y A. L.M. y S., contra el Aero Club Chacabuco, y receptarla, condenando al Aero Club Chacabuco en los términos dispuestos en retro III.3. y III.16., en estricta observancia de lo dispuesto en III.3.5.3.2., con costas a la demandada Aero Club Chacabuco en carácter de vencida (68 CPCC) y haciendo extensiva la condena a Provincia Seguros S.A., en los términos y condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros). 4°) Confirmar las demandas incoadas por: a) H.HS por sí y en representación de su hija D.S.S.; b)A.A.; c)P.A.Y. en representación de su hijo B.Y.; d) J.L.A.; e)JJ.S.; f) A E.E. g)Z.H.M. –hoy sus sucesores-; h) R.M.G. de M.; con las modificaciones pertinentes en cuanto condiciones y montos acordados, según el caso, que se disponen para cada uno de los reclamos enumerados y tratados en retro III.8 a III. 15. y, en consecuencia, confirmar la condena impuesta al Aero Club Chacabuco y a P.H. S.A. en orden al pago de las sumas allí dispuestas cada uno de los actores, dentro del plazo de diez días de quedar firme la presente, haciendo extensiva la condena a P.S. S.A., en los términos y condiciones del contrato que la unía con los demandados y en consideración de la inconstitucionalidad dispuesta en punto a la pauta de conversión del argentino oro dispuesta en retro III.4. (arts. 118 y concordantes de la ley de seguros). 5º) Con costas de esta instancia en el orden causado, atento a la forma que se decide y a la ausencia de réplica contraria en cada uno de los recursos tratados. 6) Disponer adjuntar y glosar copia de la presente en cada una de las causas sentenciadas. Regístrese, notifíquese y devuélvase. Fdo: Dres. Carlos Alberto Nogueira – Antonio Pacilio NOTA: Se deja constancia que el señor Juez de la Sala doctor Carlos A. Vallefin no suscribe la presente por hallarse en uso de licencia (art. 109 R.J.N.). Conste. Fdo: Dra. Concepción Di Piazza de Fortín – Secretaria CFALP