Norte de Santander: Un proceso electoral marcado por el

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Norte de Santander: Un proceso electoral marcado por el
sobrevuelo de águilas, aviones de guerra y crisis
humanitaria
Wilfredo Cañizares Arévalo
Director de la Fundación Progresar, Norte de Santander
A pesar del esfuerzo oficial por demostrar que vivimos una época de postconflicto y justicia transicional, con unas guerrillas derrotadas y unos
paramilitares en trance a la civilidad, y la recuperación institucional de gran
parte del territorio, como condiciones para lograr un clima de tranquilidad que
ayudaría a crear unas mejores condiciones para desarrollar un proceso electoral
transparente y libre, dista mucho de la realidad y no resiste el más mínimo
análisis, desde una perspectiva local y regional.
En el Norte de Santander por ejemplo hemos visto como después de la
desmovilización del bloque Catatumbo de las AUC en diciembre del 2004, las
FARC en su estrategia de repliegue durante los años de 1999 -2005, avanzó en la
multiplicación de sus estructuras militares y creó las columnas móviles Arturo
Ruiz, Resistencia Barí y 29 de mayo. Así mismo desarrolló diversas acciones
militares contra la fuerza pública, decretó paros armados, atacó la
infraestructura social de los municipios, la red eléctrica nacional y cometió
múltiples homicidios a personas protegidas con liderazgo social o comunitario,
amenazó de forma generalizada a alcaldes y concejales, vetó la presencia de la
comunidad internacional, afectando de manera grave la escasa gobernabilidad,
la participación ciudadana y el derecho de todos los ciudadanos a regir los
destinos municipales, hechos que ocurrieron principalmente en la provincia de
Ocaña y el Catatumbo Nortesantandereano, región que representa cerca del 30%
del territorio departamental y un poco más de 180.000 habitantes, en un intento
por recuperar la iniciativa política y militar y lograr la consolidación nuevamente
de un control territorial. Por su lado, la fuerza pública viene desarrollando
grandes operaciones militares y mantiene la ofensiva hacia territorios de
retaguardia estratégica, a través de las brigadas móviles 30, 15 y 5; y a partir del
próximo mes de noviembre entra en operaciones la brigada móvil 21, que
actualmente sus hombres se preparan en la escuela de contraguerrillas ubicada
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en Nilo Cundinamarca. Este escenario de confrontación, ha tenido un saldo
trágico en vidas humanas de la población civil que habita esta inmensa y rica
región, así como también ha ido bloqueando las posibilidades de recuperación de
la gobernabilidad, la participación política y la organización social, tras sufrir
una verdadera crisis humanitaria, durante seis años de arremetida paramilitar.
Por otro lado el fracaso del proceso de reincorporación de los desmovilizados de
los grupos paramilitares, ha llevado a la continuación de unos hechos de
violencia, principalmente, en las antiguas zonas de control paramilitar como
Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios, Puerto Santander, San Cayetano, Sardinata,
Tibú y Ocaña, que fueron visibles a mediados del 2005. Esta situación se preveía
teniendo en cuenta que en la región tenía influencia no sólo el bloque
Catatumbo, sino también las autodefensas en el sur del Cesar, (frente Julio
Peinado Becerra) y el frente Juan Andrés Álvarez, que ejerció dominio en los
municipios del centro y sur del Cesar y Ocaña, Convención y El Carmen de
nuestro departamento.
De forma además curiosa por decir lo menos, estos municipios concentran cerca
de 650 ex combatientes de un total de 706, ubicados en el departamento, de los
cuales según los últimos informes de la nueva oficina creada para la atención, no
tienen referenciados aproximadamente 350. Es decir, no hay forma de conocer
su paradero. Así mismo, a lo largo y ancho de este territorio hay decenas de
rutas de salida de droga hacía Venezuela, cristalizaderos y bodegaje de pasta de
coca, contrabando de gasolina, víveres y precursores, además con las
posibilidades de mimetizarse a lado y lado de la frontera de acuerdo con las
circunstancias.
Estos negocios ilícitos han llevado a desatar durante los años 2005 -2007, una
confrontación sin antecedentes entre distintas facciones de paramilitares en la
región, que ha tenido distintos momentos de reacomodamiento de grupos,
fuerzas e intereses, que han dado lugar a asesinatos de cerca de 50
desmovilizados, un poco menos de 70 detenidos por la fuerza pública, y han
creado una situación de temor generalizado en los habitantes de estos
municipios, afectando de forma directa el normal desarrollo de las actividades
económicas, sociales y políticas. En la capital del departamento durante el
primer semestre del 2007 se reportaron cerca de 220 personas muertas de forma
violenta, en donde el 80% de los crímenes fue bajo la modalidad del sicariato,
entre las 6 AM y las 6 PM. Así mismo, durante el período enero - septiembre del
mismo año se reportaron 259 personas asesinadas, ocupando el primer puesto
como la ciudad más violenta del país y presentando la cifra más alta de los
últimos tres años.
De igual manera, en algunos barrios de la ciudad de Cúcuta, Villa del Rosario, Los
Patios, Ocaña y Abrego la presencia y el control es evidente, en donde hombres
armados recorren zonas céntricas y del comercio, cobrando cuotas extorsivas a
comerciantes y transportadores, quienes se identifican como hombres de Vicente
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Castaño y de los Mellizos. Lo más grave es la situación en los municipios de
Puerto Santander y Tibú, en donde partidos como el Polo Democrático
Alternativo (PDA) ha sido vetado para realizar proselitismo político amplio y
abierto, y sus simpatizantes no se atreven ni siquiera a pegar un afiche o repartir
un volante.
En estas condiciones es evidente que estos grupos han desarrollado una inmensa
capacidad de operación y han ido estructurando y expandiendo su enorme poder
económico y militar. Condiciones que permiten ejercer influencia y constreñir a
un electorado que aún no se repone ni supera, los hechos anteriores de violencia
paramilitar, pero que en su estado de vulnerabilidad y desprotección debe
nuevamente soportar hechos y acciones en su contra. Qué decir de la influencia
en algunas entidades públicas y autoridades locales, que a través de la fuerza y
el miedo, y las grandes cantidades de dinero continúan influenciando. Este clima
de temor generalizado ha llevado a la mayoría de las campañas políticas, a tomar
medidas de precaución, como seleccionar los sectores y barrios de estos
municipios donde se pueda ejercer actividad política electoral, los horarios de
reuniones, trasladarse con grupos de simpatizantes y reforzar las medidas de
protección de los candidatos y las sedes políticas, así mismo en el municipio de
Ocaña, es de conocimiento público como estos grupos han arrancado la
publicidad política del único candidato independiente, que se ha enfrentado a la
clase política tradicional, han recibido visitas de hombres armados y recibido
amenazas. Para colmo, autoridades como el DAS se han negado a prestar
protección a candidatos cuando sus actividades se realizan fuera de Cúcuta o en
esta provincia, sobre todo cuando son del PDA. En otros casos, las
concentraciones políticas de este partido, sus participantes son requeridos por
las autoridades para ser identificados y reportados sus antecedentes, con la
justificación de ser sospechosos, situación que nunca ha pasado con otros
partidos afectos al actual gobierno. Mientras estos hechos suceden en nuestra
región, el gobierno nacional continúa pregonando, la pureza y la transparencia
del proceso electoral marcado profundamente por el reagrupamiento, el temor y
los dineros ilegales.
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Octubre 19 de 2007
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