Ruinas de la iglesia de Santo Domingo (La Iruela)

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Ruinas de la iglesia de Santo Domingo (La Iruela)
Monumento incluido en el Conjunto Histórico-Artístico. Incoado 01/04/85.
El siglo XVI supuso para las poblaciones del Alto Guadalquivir una época de gran
desarrollo económico que propició importantes intervenciones urbanísticas y
arquitectónicas. En la villa de La Iruela, como en Cazorla, cabeza del Adelantamiento,
se proyectaron y realizaron a lo lago de dicha
centuria ciertas obras que potenciaron y
modificaron su potente imagen medieval,
determinada por su imponente fortaleza.
Se produce entonces el primer ensanche
urbano de la población, que rompe
longitudinalmente hacia el Suroeste con su
antigua estructura amurallada. A lo largo de
este eje se levantan el Pósito, sede del
Ayuntamiento, y la iglesia de Ntra. Sra. de la
Concepción, parroquia en pie hasta 1955,
año en el que sobre ella se construyó la
actual, perdiendo la población una de las dos
parroquias históricas que tuvo en el pasado.
La otra parroquia se alza ruinosa dentro del
recinto bajo de la fortaleza, configurando con
ella y la espléndida naturaleza de la Sierra
que la enmarca uno de los lugares más
bellos de la provincia de Jaén. Este segundo
templo, dedicado a Santo Domingo, es fruto
del empeño de uno de los hombres más influyentes en la España de Carlos I, el
famoso y prepotente secretario Francisco de los Cobos, que consiguió hacerse con el
señorío del Adelantamiento en 1534, permaneciendo bajo la administración y control
de sus descendientes, los Marqueses de Camarasa, hasta el año 1606, fecha en la es
recuperado por el Arzobispado de Toledo, propietario del amplio señorío desde el siglo
XIII. Durante este período se construiría la que Rus Puerta califica como Iglesia Mayor.
Pero este monumental templo presentaba cierto abandono y ruina en el siglo XVIII.
En el Catastro del Marqués de la Ensenada, de 1751, se relata así el estado en que se
encontraba: “(...) lo que causa mayor dolor es ver la fábrica de la parroquial mayor de
Santo Domingo de SIlos por acabar, siendo ésta bastante decente, y por los muchos
hostigos y tejados con los que hoy se halla, por no estar perfeccionada padece el
continuo detrimento de tan continuos gastos para poder conservarse (:..)”. La Guerra
de la Independencia provocó su total ruina, pues fue incendiada, como Santa María,
de Cazorla, el 4 de julio de 1810 por las tropas francesas. Posteriormente fue usado
como Cementerio hasta mediados del siglo XX, quedando aún visibles los restos de
esta ocupación.
Según Vicente Salvatierra parece muy posible que la primitiva iglesia pudo estar en el
mismo emplazamiento que la de Santo Domingo, al pie del castillo. En opinión de Luis
Magaña, Rodrigo de Gibaja, maestro cantero ligado al Arzobispado de Toledo y
responsable de las fábricas de la Colegial de Baeza y de la iglesia de Puebla de Don
Fabrique, en tierras granadinas, tuvo a su cargo las obras de las iglesias de Santa
María, en Quesada, y de Santo Domingo de La Iruela. También se ha documentado la
participación del cantero cazorleño Gabriel de Tauste. No hay constancia documental
de la intervención de Andrés de Vandelvira, pero es muy probable que diera las trazas
a instancias de Francisco de los Cobos en torno al año 1534, encargándose de la
ejecución Gibaja y Tauste, entre otros maestros canteros.
Chueca Goitia, comparando los restos de las iglesias de Santa María, de Cazorla, con
la de La Iruela, estima que ésta “Es de arte más pobre y tosco, como realizado por
maestros
locales
siguiendo,
seguramente,
inspiraciones
vandelvirescas”.
En
cualquier
caso, ambas fábricas se están
levantando
paralelamente,
dilatándose más en el tiempo la de
Cazorla. De aquel monumental
templo sólo restan parte de los
muros perimetrales, las portadas
de acceso, la escalera de caracol
para acceder a la torre de
campanas, las capillas mayor y
colaterales y una monumental portada en el lado del Evangelio con un relieve en el
que se representa el milagro de la imposición de la casulla a San Ildefonso. La planta
era de tres naves y la cabecera plana y destacada.
Determinados rasgos decorativos, la traza de las portadas de acceso y, sobre todo, la
composición del alzado de los muros del crucero o primer gran tramo, articulado por
un gran arco de medio punto en la parte alta y dos capillas en la baja separadas entre
si por una pilastra con una hornacina avenerada, son claramente vandelvirianos. En la
catedral de Jaén o en San Isidoro de Úbeda, Andrés de Vandelvira incorporó
monumentalmente esta composición, ejecutada con mayor sencillez en el caso de La
Iruela.
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