PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 ABSTRACCION Y CULTURA Sorprendentemente, la mayor parte de la discusión sobre el arte abstracto continúa enfoncándose en la idea de abstracción como un artificio estilístico o invento, nacido de las preocupaciones formales de los artistas. Se trata a la abstracción como un fenómeno cuya historia puede ser aún trazada como una serie de cambios estilísticos dentro del lenguaje del arte moderno mismo. Más aún, la abstracción sigue siendo vista como un lenguaje superior de expresión emocional, en el que el “libre” juego del color “puro”, la forma y el gesto permiten al artista y al espectador comulgar en un `plano´ emotivo o espiritual más allá de lo narrativo y representacional. De alguna manera, debe ser dicho que limitar nuestra comprensión del significado de abstracción (o de cualquier cosa) a un repertorio mágico de su propia historia formal es una negación- una negación a los miles de conexiones entre la cultura y otras historia y entre el artista y el mundo. Puestos a pensar en éste, el más enrarecido de los lenguajes visuales, parece que habitualmente recaemos en el claustro de la alta cultura. Negamos que la abstracción es un reflejo de fuerzas históricas y culturales más vastas. Negamos que el fenómeno de la abstracción sólo gana significado precisamente en relación a estas fuerzas más amplias en el contexto de esta cultura como historia. De hecho, tan atrás como en los `30, Meyer Shapiro señaló este punto muy claramente. La abstracción, escribió, reflejaba la mecanización económicamente conducida de la conscientización en nuestra cultura, nuestra sumisión “a algunos propósitos externos” que eran “indiferentes a lo individual”. Pero después de Shapiro vinieron Alfred Barr y Clement Greenberg, cuyos esfuerzos reubicaron a la abstracción en un jardín ajustadamente cerrado de diseño kantiano donde el poder cultural ha estado tan contento como para mantenerlo todos estos años. . Parte de este problema es que hemos perdido la visión de la relación de la abstracción con los eventos reales y específicos de la historia. Más importante, hay que hacer distinciones esenciales entre la abstracción de antes de la guerra y la de posguerra. En cierta dimensión, nuestra visión de la abstracción de preguerra como utópica, inventiva, y experimental puede PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 muy bien ser verdad. Pero como Barnett Newman escribió acerca del periodo de posguerra: Deben ustedes darse cuenta de que...sentíamos la crisis moral de un mundo en ruinas, un mundo devastado por una gran depresión y una guerra mundial feroz, y era imposible en esa época pintar el tipo de pinturas que veníamos haciendo – flores, desnudos reclinados, y gente tocando el cello. Al mismo tiempo no podíamos mudarnos a la situación de un mundo puro de formas desorganizadas, o relaciones de color, un mundo de la sensación. Y diría que para algunos de nosotros, ésta era la crisis moral en relación a qué pintar. Así fue como empezamos, para decirlo así, desde el arañazo, como si la pintura no sólo estuviera muerta sino que no hubiera existido jamás. La crisis moral e histórica a la que Newman se refiere es esencial para nuestra comprensión de lo que constituye la abstracción hoy. La crisis era tan desgastante para un europeo como Beuys como para el americano Newman. Podemos ver la era de preguerra como un tiempo de relativa inocencia histórica durante el cual el arte abstracto seguía imperativos tecnológicos y culturales que lo gobernaban con aparente espontaneidad inconsciente. En la era de posguerra, una revisión de esta exhuberancia utópica y esta inocencia histórica se volvió inevitable. Igualmente con la guerra, los anhelos espirituales y el hermetismo sensible de la abstracción anterior, vaciló. La abstracción de posguerra fue dominada por una respuesta general a la cultura: espiritualidad y fenomenología fueron suplantadas por alienación. El individuo alienado perdido en un mar de desafectados universales se convirtió en el impulso que guiaba detrás de la abstracción. Una analogía puede hacerse con el imaginativo argumento de Julian Jaynes en su libro El origen de la Consciencia en el derrumbe de la mente bicameral. Jaynes argumentó que el modo de pensamiento que llamamos cosnciente apareció en Grecia alrededor del 1000 a.C. como resultado de la actividad volcánica cataclísmica que interrumpió patrones sociales en el mundo mediterráneo antiguo. De forma similar, el cataclismo de la segunda Guerra Mundial y la invención de la Bomba al final de la misma puede ser incluido con shoqueante abstracción en nuevas arenas de la consciencia. (Lamentablemente, el materialismo y anti-intelectualismo que reinaron largamente en los `80 han hecho mucho por borrar esta autoconsciencia de posguerra junto con el imperativo ético.) . PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 Volviendo, pero esta vez más precisamente: ¿cómo se relaciona la abstracción a esas amplias fuerzas y tendencias intelectuales en nuestro siglo? En realidad, la abstracción en el arte es simplemente una manifestación de ímpetus universales hacia conceptos abstractos que han dominado el pensamiento del siglo veinte. En cada área del esfuerzo intelectual, el siglo veinte ha visto la idea de abstracción reemplazar al empirismo, aquella ideología que guiaba el pensamiento y la cultura del siglo diecinueve. La abstracción está basada en la idea de la organización de incidentes discretos específicos dentro de moldes más generales y repetibles. En las artes visuales, esto ha llevado a la idea de que los incidentes visuales específicos pueden ser representados en formas generalizadas, que eventualmente se liberan a sí mismas de su actual fuente fenomenológica. La abstracción en las artes visuales está también basada en la idea de que la interrelacién entre partes en una obra de arte es más importante que su identidad simbólica individual. Como veremos, éste énfasis en las relaciones lingüísticas encuentra eco en otras áreas del pensamiento del siglo. Es importante recordar que los principios visuales de la abstracción no están confinados a la práctica del arte culto sino que se extienden a todos los aspectos de nuestra cultura visual. La abstracción aparece no menos en los lugares comunes populares que en los trabajos de Kandinsky, O´Keefe, o Kelly. Así, si uno piensa en los ubicuos signos codificados que dirigen a los viajero al equipaje, baños, negocios de tabaco en el contemporáneo aeropuerto multi-idioma, uno observa que esas representaciones del cuerpo masculino o femenino, o una pieza de equipaje, o un cigarrillo, emplean un lenguaje altamente abstracto que está completamente separado de lo específico. Igualmente, una comparación entre las tiras de cómics de mediados de siglo como Peanuts o El gato Félix y la caricatura política del siglo diecinueve revela que mientras esta última exageraba los rasgos específicos empíricamente observados de sus personajes (una nariz grande, una piel granujienta, etc.) Charlie Brown o Félix son representaciones abstractas o gestalts codificadas de un muchachito o un gato, proveyendo solamente un patrón visual diagramático. Este impulso hacia la abstracción de la caricatura es esencial para nuestra cultura visual total. Ha avanzado tanto en los años recientes que hasta en las películas, que aún se proponen filmar eventos específicos, los personajes humanos actuales han empezado a copiar el mundo abstracto codificado de sus parientes de la caricatura. (Volver al Futuro, Batman o Total Recall son buenos ejemplos de éste fenómeno.) PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 Claramente, estos mismos principios gobiernan las áreas no-visuales de la cultura también. Como Baudrillard lo ha afirmado, el modelo, esto es el modelo abstracto, precede a lo específico en todas las áreas de la vida contemporánea. Así, en el mundo académico, el psicólogo, el economista, y el sociólogo buscan establecer la existencia de modelos establecidos de comportamiento que luego actúan como lentes a través de los cuales se ven los incidentes específicos. El individual aberrante debe ser clasificado como psicopático o sociopático o marginal. La economía (en sí misma una abstracción) debe ser categorizada de acuerdo a modelos de crecimiento o recesión y sus salidas deben ser medibles, descartando cualquer variable real o imaginaria que no se pueda cuantificar. Mucho del trabajo pionero en el reconocimiento del impacto de estas nociones de sistematización y categorización, debemos recordar, fue hecho por Michel Foucault. Su examen de la sistematización de la medicina y los desórdenes mentales son estudios cruciales. Como un simple y puntual ejemplo, uno recuerda que en su posterior trabajo sobre la sexualidad, Foucault señaló que aún el fenómeno de la clasificacion de la sexualidad (en hetero- y homosexualidad, normalidad y desviación) es en sí un fenómeno moderno. De la misma forma, la biología y la física modernas tambien están gobernadas por un concepto altamente codificado de la combinación y la ruptura de unidades abstractas neutrales (sean las partículas subatómicas o los eslabones del ADN). Este énfasis en la estructura lingüística de la materia, donde el comportamiento de la materia puede ser visto como obdeciendo leyes gramaticales basadas en la recombinación de elementos, tiene su equivalente exacto en los trabajos de abstracción en las artes visuales. El fenómeno de abstracción es reflejado en la tecnología no menos que en la producción intelectual. El pensamiento marxista ha afirmado que la ideología es la clave para entender la consciencia. No obstante, como la tecnología ha asumido un rol más y más autónomo en afectar la estructura social, parece esencial que reconozcamos explícitamente este nuevo rol que juega, y que lo reexaminemos como un poder a ser tenido en cuenta, un poder que es igual, si no más importante, que la ideología. Un número de teóricos sociales ha seguido este viraje, incluyendo a Mumford, Giedion, Ellul, y Debord. En adición, hay hoy una buena cantidad de historia social siendo escrita que reconoce el efecto de los cambios tecnológicos en la cultura. Uno puede mencionar al libro de Wolfgang Schivelbusch, Noche Encantada, que es una historia de la iluminación artificial en el siglo PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 diecinueve o La cultura del tiempo y el espacio 1880-1918 de Stephen Kern, que examina los cambios tecnológicos en los viajes y las comunicaciones en las artes de la era cubista. En este siglo, la tecnología se ha vuelto más abstracta en sí misma a la vez que de sí misma, y ha transformado el mundo en que vivimos en un entorno artificial. La tecnología se ha separado esencialmente a sí misma, paso a paso, de cualquier relación con aquello comunmente pensado como naturaleza: el caballo es reemplazado por el automóvil mecánico, la vela por la luz eléctrica, etc. La tecnología se ha vuelto firmemente más y más autónoma, al ser el músculo reemplazado por el vapor, luego la electricidad, luego el poder nuclear. Cuando entramos al dominio de los automóviles, las luces eléctricas, el aire acondicionado, los teléfonos, entramos a un mundo en el que ya no estamos vinculados a las fuerzas naturales que estos dispositivos reemplazan. Entramos a un mundo en el que la tecnología se vuelve autónoma de la naturaleza, y nuestro ambiente se vuelve predominantemente abstracto, tanto visual como físicamente. En adición, los rápidos cambios en los viajes y las comunicaciones en este siglo nos han empujado experiencialmente a un mundo que ya no depende del tiempo y el espacio “real” o “natural”. Damos por sentado que podemos hablar con alguien en la otra mitad del planeta o que lleva unas pocas horas hacer miles de millas. Estos desfasajes en el tiempo y el espacio han creado también un mundo en el que tiempo y espacio son maleables y libres de las referencias naturales. Si examinamos la vida diaria de una persona de clase media en los Estados Unidos o en Europa, nos hacemos una imagen de una existencia de extraordinario hermetismo. La gente vive en casas y condominios sellados en paisajes altamente controlados. Ellos viajan en el ambiente sellado del auto a lo largo del camino abstracto de una carretera a parques de oficinas y shoppings igualmente artificiales. Cuando uno habla de arte abstracto, es esencial recordar que sólamente es un reflejo de un ambiente físico que se ha vuelto también esencialmente abstracto. . Siempre que Andy Warhol hablaba sobre la muerte, el sexo cualquier situación emocional problemática, decía “es tan abstracto”. Mientras la historia de la abstracción de posguerra refleja estos cambios intelectuales y tecnológicos, el arte abstracto no ha constituido por ningún medio simplemente su crónica o representación. Más bien, la abstracción de posguerra está caracterizada por una cierta negativa emocional producida PETER HALLEY, Ensayos Recientes. 1990-1996 por la alienación. Si la abstracción de posguerra cronica algo, esto es el blanco emocional, el vacío, y el adormecimiento de un mundo abstracto donde las relaciones sociales se han vuelto tan desperdigadas como la tecnología. En su importante trabajo sobre lo suburbano, El orden moral de un suburbio, M.P. Baumgartner ha escrito que vivimos en un mundo de “minimalismo moral” y de “lazos débiles”, donde la gente prefiere abandonar una situación antes que llegar a la confrontación social, y donde las familias cambian de casa para que cada miembro tenga su propio cuarto separado y evite el contacto con los otros. Al mismo tiempo, vivimos en un mundo en el que los brutales aunque irreales efectos de la mercantilización se han intensificado en vez de disminuir, donde el status determinado por la propia habilidad de atraer dólares, y los cambios económicos abstractos pueden sacudir instantáneamente la seguridad también abstracta del individuo. Así que la abstracción no tiene nada que ver realmente con las preocupaciones abstractas, ni puede ser formalmente caracterizada por el uso de formas específicas, técnicas o configuraciones. Un Accidente de Auto por Andy Warhol, una Broma por Richard Price, Un Recargador por Meyer Vaisman – todos reflejan la misma angustia vacía que marcó el trabajo de Rothko y DeKooning, que continuó en el estoico hermetismo de los tempranos Stella o Ryman, y caracterizaron pinturas como No de Johns, o las meditaciones tragicómicas de Nauman o Smithson. El arte abstracto no es otra cosa que la realidad de un mundo abstracto. _____ Tema Celeste, otoño 1991, p.56-69 EDITORIAL EDGEWISE Nueva York- París-Turín 24 FIFTH AVENUE, Nª 224 1997 Traducción: Leticia El Halli Obeid