Participación - Red Académica

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REPENSANDO EL CONCEPTO DE PARTICIPACIÓN1
Del Concepto de Participación
Es conveniente advertir que el concepto de Participación no tiene un único significado, razón por
la cual, encuentra variantes según los interés particulares de quien la utiliza, ésta situación ha
logrado deslegitimizarla, Baño, 1998 (citado en Velásquez, 2003), reconoce que la noción de
participación es relativamente reciente y carece de una definición precisa, sin embargo da razón
de la existencia de una tendencia mayoritaria por considerarla como una intervención de los
particulares en las actividades públicas. Ante esto, autores como Mercedes Oraisón y Ana María
Pérez (2006. p, 20) que acuden a la Participación Crítica se refieren a dicha definición, como no
trascendente de la mera formalidad, incapaz de un cambio real, para el propio sujeto y para su
comunidad, afirmando que, por el contrario, ésta fortalece un orden injusto, socialmente
impuesto.
De ahí que resulte imperante la búsqueda de una definición para el concepto de Participación que
responda a nuestras realidades, necesidades, intereses de expresión, transformación,
intervención y toma de decisiones. A propósito y tras revisar diversas posturas al respecto que van
desde la concepción de La Participación como derecho, y por ende la obligación de los estados por
garantizarlo, hasta su concepción como un fin en sí mismo que eleva la dignidad del ser humano y
le abre posibilidades de desarrollo y realización (Kliksberg, 1998. p, 37), es común denominador
reconocer la Participación como un instrumento potente en la movilización de los individuos.
Adviértase por ejemplo como al respecto, Flisfisch (1980. p, 76), define este concepto desde la
acción colectiva, "…aquella que requiere la presencia de un cierto número de personas, cuyos
comportamientos se determinan recíprocamente, según lo cual participar seria intervenir en
alguna forma de acción colectiva, siendo la participación referida a acciones colectivas provistas de
un grado relativamente importante de organización, que adquieren sentido al orientarse por una
decisión colectiva". Gil y otros (1996. p, 6), reconocen la Participación como “…un motor potencial
de cambio social que al mismo tiempo, implica la toma de conciencia colectiva y el compromiso
individual de las personas, que además de ser una declaración de principios; debe hacerse realidad
a través de la comunidad, asumiendo proyectos e iniciativas sociales que se articulen a procesos de
dinamización sociocultural...” Para Velásquez (1986. p, 4), la participación es entendida como un
“…proceso social que resulta de la acción intencionada de individuos y grupos en busca de metas
específicas, en función de intereses diversos y en el contexto de tramas concretas de relaciones
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Salazar Penagos, Nathalia Isabel. 2011. Repensando el Concepto de Participación: Herramienta didáctica SED-UD. Secretaria de
Educación de Bogotá D.C. Dirección de Relaciones con el Sector Educativo Privado, Bogotá, Colombia.
sociales y de poder; es, en suma, un proceso en el que distintas fuerzas sociales, en función de sus
respectivos intereses (de clase, de género, de generación…), intervienen directamente o por medio
de sus representantes en la marcha de la vida colectiva con el fin de mantener, reformar o
transformar los sistemas vigentes de organización social y política…”. Estas definiciones en
conjunto reconocen la importancia de la congregación organizada (dinamización) para la
intervención sobre una situación concreta definida desde el colectivo y asumida desde iniciativas
(proyectos) que exigen compromisos individuales.
El concepto de participación, fluctúa en los campos de lo histórico-cultural, como una
manifestación de la conducta humana viéndose vinculado a la existencia de unas cualidades
específicas éticas y morales, como son la voluntariedad, la responsabilidad, la existencia de unos
mecanismos de expresión, prerrequisitos de educación e información, afirmando que sin el
cumplimiento de los mismos resulta imposible participar constructiva y propositivamente en
defensa de los intereses cualquiera sean.
Indiscutiblemente, la participación resulta vital en la transformación de las realidades humanas en
general, más sin embargo este concepto debe empezar a pensarse desde lo ambiental en la viva
conjugación de lo social, cultural y también lo natural pues mas allá de lo humano y de lo
consiente, la participación significa "la acción de tomar parte", etimológicamente partes – en
acción.
Todos los seres, que por el acto inherente a su existencia componen un sistema, tuvieron que
atravesar un proceso de conformación que los constituyo como legítimas partes (participantes) de
un orden preexistente, que atiende a los principios hologramático y de recursividad organizacional
del pensamiento complejo; siendo, lo Hologramático, “…el reconocer en la totalidad las partes y en
las partes la totalidad; las cualidades que son al todo, le son inherentes desde la
organizacionalidad de sus partes, al igual que las cualidades de las partes son siempre dentro del
todo (sistema), y dejan de ser en el momento en que no son parte del todo…”, (Morin, E. 2004.p,
107).
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Por otro lado la Recursividad Organizacional, “…rompe con la linealidad de la causa y el efecto
concibiendo los sistemas como ciclos autoconstitutivos, autoorganizadores y autoproductores;
entendiéndose como procesos en los cuales los productos y los efectos son en si mismos producto y
causa de aquello que los produce…”, (Morin, E. 2004.p, 106).
Los sistemas no son únicos, se encuentran suspendidos activamente como parte en otros
sistemas, siendo a su vez el todo mayor de otros subsistemas que lo componen; entendiendo
como sistema “…el conjunto de elementos que se encuentran en relación y con nexos entre sí, y
que forman una determinada unidad e integridad; es un conjunto energético-substancial de
componentes interrelacionados, agrupados de acuerdo a relaciones directas e inversas en una
cierta unidad, es un todo complejo, único, organizado, formado por el conjunto o combinación de
objetos o partes las cuales acceden de este orden que aunque impuesto puede ser reorganizado
(adaptación, evolución…”) (Rodríguez, M. 2006.p, 4)…”.
Nos hemos referido entonces a una forma de participación de hecho (según la denominación,
Mateus 2004), entendida como cuando se participa de un grupo sin haberlo deseado (raza, etnia,
familia, etc.), para este caso particular se participa como parte de un sistema independientemente
de la conciencia del acto participativo, es decir, no es necesario un ejercicio reflexivo al respecto
para desde ya ser causa y ser efecto dentro del sistema, refutando a este nivel los planteamientos
teóricos para los cuales la Participación exige un ejercicio racional, ésta forma de participación
prescinde de ellos sin dejar de ser legitima o genuina en tanto las partes afectan las dinámicas del
sistema.
Desde el punto de vista ambiental, la simple existencia de un individuo implica una repercusión
ecológica y así como se reconoce la importancia de la participación en la esfera de lo socio-cultural
es indiscutible su acción sobre lo natural, incluso a un cuando no se sabe que se esta
interviniendo.
El ser parte, tomar parte y sentirse parte de algo, marca el inicio de un proceso participativo, pues
aunque no lo notemos desde siempre hemos hecho parte en un todo; la familia, una institución, el
barrio, un ecosistema, la localidad, la ciudad, un país, un continente y hasta un planeta.
Nuestros actos conscientes o no, son desde ya causa y consecuencia de múltiples impactos, sin
embargo SER PARTE no es suficiente, menos aún cuando llevamos a diario nuestras vidas
desconociendo la forma en que nuestro pensar y nuestro actuar afectan dichos escenarios.
El TOMAR PARTE, incluye el hacerse protagonista en estos escenarios, observarlos, conocerlos,
cuestionarlos, generar posturas, opiniones y porque no darlas a conocer a otros que también son
parte dentro de este todo, muchos sin querer tomar parte del mismo.
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El SENTIRSE PARTE nos dota de un poder especial para decidir y para actuar mas allá de la mera
manifestación de nuestros pensamientos, para poder empezar a sentirnos parte de estos
escenarios es indispensable dejar de lado el escepticismo, saber que si no se interviene de una
forma organizada y previamente planificada; la intervención no sé anula, por el contrario puede
que se este dando de manera negativa, casi que si no se es parte de la solución se es parte del
problema, como reza el adagio popular.
Esta condición de tener el poder, nos recuerda también que en estos escenarios es un hecho la
presencia de ambiciones, competencias, divergencias, manipulación y múltiples espacios para la
corrupción que a la larga terminan en detrimento de los procesos, sin embargo si nuestro deseo es
poder vivir y desarrollarnos en un ambiente sano, libre con respeto por la diferencia es necesario
que todos y todas empecemos a SENTIRNOS PARTE en estos escenarios, decidiendo y actuando
coherentemente a favor del bien común.
La escuela como escenario de participación
La escuela es uno de esos escenarios de los que somos parte, es un espacio potencial en el que
estudiantes, maestros y miembros de la Comunidad Educativa en general se forman a diario para
la vida personal, social, comunitaria o mundial, es la escuela un agente político al que cabe
preguntarle ¿cómo asume la participación?
La escuela, y quienes hacemos parte de ella debemos trascender lo pedagógico y lo asistencial
hacia el accionar comunitario asumiendo la responsabilidad social de nuestros contextos, (Oraisón
y Pérez c. p, 19), sintiéndonos parte para empezar a reconocernos y transformarnos para la
participación, los distintos actores como partes deben intervenir de forma activa en los asuntos
que les afectan, “…cuanto más sea llevado el individuo a reflexionar sobre su situacionalidad
tempo-espacial, será más consiente al respecto y por tanto más comprometido con su realidad, en
la cual, porque es sujeto, no debe ser mero espectador, sino que debe intervenir cada vez más…”
(Freire, 2002 en Rodríguez, R. 2008).
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Es entonces preciso inducir a las instituciones educativas a reflexionar sobre su situacionalidad, a
sentirse realmente parte de sus comunidades, en facultad de intervención, en tanto es la
participación, la forma mediante la cual la Comunidad Educativa incide de forma directa sobre los
sistemas y las situaciones que le afectan, las comunidades deben lograr más que acudir a
reuniones y audiencias, puesto que evidentemente participar no es firmar, ni siquiera estar
presente, la participación incluye esfuerzos, responsabilidades y exigencias: económicas, técnicas,
académicas, de espacios y tiempos por parte de los individuos, en respuesta a esto, es posible el
desarrollo de proyectos investigativos que como procesos continuos de dinamización social,
permanentes, con exigencias de tiempos y espacios le permitan a todos los involucrados conocer y
procesar la información logrando una verdadera transformación desde la educación y el
convencimiento de su facultad y potencialidad para generar cambios.
Lo anterior no justifica que las comunidades deban asumir total responsabilidad o aislarse de
instituciones gubernamentales y de otros tipos que tienen compromisos concretos con dichos
procesos; se trata de compartir responsabilidades no de asumir trabajos, esta co-responsabilidad
le da poder político a la comunidad y no ha de concebirse desde la idea de explotación, los
gobiernos tienen obligaciones concretas y las comunidades deben conocerlas para poder exigirlas.
Lamentablemente es el desconocimiento de estas obligaciones, la insuficiencia de educación y de
información o la inexactitud de ésta, la responsable de una conciencia limitada, sumada al
desinterés por los procesos participativos las que instituyen un escenario que dificulta la
dinamización social, razón por la cual, la escuela debe capacitarse para la participación,
adquiriendo conocimientos y desarrollando habilidades que aseguren el éxito de sus procesos en
tanto reconoce para qué participa, cómo lo hace, qué incluye, cuáles son sus deberes y
compromisos, cuáles son sus beneficios y sobre todo cómo esto contribuye a la solución de una
problemática local.
La educación ambiental y la participación
Las problemáticas ambientales suelen estar relacionadas con una conciencia ambiental deficiente
creada por la falta de información, el desconocimiento tanto de aspectos biológicos, físicos y
químicos, como de normatividades, prácticas, acciones y tecnologías inherentes a las realidades de
los territorios, escenario que ligado a la incomprensión del ambiente como una realidad compleja
y sistémica, así como del impacto de nuestra vida cotidiana sobre este, conduce a la reducción de
los escenarios de participación y por tanto al alcance de las iniciativas que en este campo se
proponen.
A propósito de esto la Política Nacional de Educación Ambiental pretende desde lineamientos,
criterios y principios direccionar la formación de ciudadanas y ciudadanos éticos frente a la vida y
el ambiente, en capacidad de comprender los procesos que determinan la realidad social y
natural, de igual forma en la habilidad para intervenir participativamente, de manera consciente y
critica en procesos a favor de una relación sociedad - naturaleza en el marco del desarrollo
sostenible, (SINA, 2002., p. 17), para lo cual entre otros, asume aspectos como la
interinstitucionalidad, la intersectorialidad, la interdisciplinariedad, la transversalidad,
interculturalidad, la formación en valores, la regionalización, la gestión, la investigación y por
supuesto la Participación. A continuación se hace referencia a algunos de estos.
La interdisciplinariedad y la transversalidad, son fundamentales para la formación integral de la
comunidad educativa no solo en lo que respecta a la educación ambiental, ya que como se afirma
en la Política Nacional de Educación Ambiental (SINA) son precisas para analizar las realidades
sociales y naturales desde todas las ramas del conocimiento, requiriendo en su construcción la
totalidad de las disciplinas; estos aspectos de desarrollaran más ampliamente en otro capítulo, sin
embargo es importante reconocerlos como cardinales en los procesos participativos a la interior
de la escuela.
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Más aun, es necesario abrir los horizontes participativos, lo que sugiere el reconocimiento de
múltiples actores y sectores paralelos al educativo, entonces la interinstitucionalidad y la
intersectorialidad han de asumirse como una relación que requiere la intervención de diferentes
actores para la consecución de metas comunes; lo que sugiere que las estrategias que se asumen
desde la Educación Ambiental deben asegurar la vinculación de instituciones diferentes a la
educativa, dando razón de que ninguna institución por si sola puede abordar en su totalidad lo
ambiental y reconociendo que lo ambiental ha de ser asumido de forma coordinada entre actores
representantes de los diferentes sectores que conforman la comunidad.
La interculturalidad, como respeto a la diversidad cultural, a lo autóctono ha de ser un factor
definitivo en los Proyectos Ambientales, esta condición garantiza un reconocimiento real de la
diversidad cultural del país, permitiendo la identificación de los aportes que desde las diferentes
cosmovisiones y desarrollos puedan posibilitar una dinámica regional acorde con las necesidades
particulares de los diferentes contextos, (Useche y otros, 2004. p, 29).
Para lograr el desarrollo de los aspectos desplegados anteriormente es necesario que los procesos
participativos superen las dificultades no solo sociales, culturales y naturales, sino también
individuales, para lo cual se reconocen la concertación, la gestión y la cogestión como facilitadoras
en los procesos participativos.
La concertación, se refiere a la forma de interacción entre los diferentes actores de la comunidad,
una problemática ambiental está compuesta por múltiples factores, entre ellos diferentes actores,
que se relacionan, se integran y condicionan entre sí; la comprensión de dicha consideración
requiere un pensamiento complejo de la realidad, así como la transformación de los estilos de vida
y modelos de enseñanza y aprendizaje que garanticen los recursos humanos y financieros
necesarios para el desarrollo de los procesos (Covas. 1998. p, 4).
La Gestión, como la capacidad de los individuos y comunidades para saber con qué recursos
humanos y financieros cuentan, así como para desarrollar estrategias que les permitan acceder a
ellos y movilizarlos; siendo la gestión, un principio a partir del cual los diferentes actores se hacen
consientes de las responsabilidades, limites y alcances de los protagonistas del proceso con miras
a la toma de decisiones que permitan la resolución de problemas.
La cogestión, implica compartir responsabilidades, reconocer tanto los limites como los alcances
de cada uno de los actores y las instituciones vinculadas a la resolución de una problemática
ambiental, este factor reconoce además el protagonismo de las comunidades en la definición de
su propio modelo de desarrollo, pues son los colectivos humanos quienes desarrollaran e
intervendrán con mayor protagonismo en el planteamiento de sus necesidades, la definición de
sus objetivos, y el establecimiento de controles culturales que permitan conciliar los programas de
desarrollo con la idiosincrasia de cada comunidad (Novo, 1996).
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Los aspectos desarrollados anteriormente se esfuerzan por vigorizar y recuperar los espacios
participativos, poniéndolos a disposición de una Educación Ambiental coherente con las
necesidades de las comunidades. Siendo los Proyectos Ambientales escolares PRAE, la opción a
través de la cual es posible articularlos en la solución de una problemática ambiental local desde
las Instituciones Educativas.
Hacer de la participación un eje para el desarrollo de la Educación Ambiental desde los PRAE es
creer que los individuos están en la capacidad de tomar decisiones y adelantar acciones eficientes
que optimicen sus realidades ambientales (naturales, sociales y culturales), situación que desde la
investigación exige unos procesos de planeación colectiva, que además de resultar eficientes
productivamente o de relevancia técnica, resulten una opción política, en tanto las decisiones
como los deberes y las responsabilidades deben ser compartidas por múltiples actores
evidenciando los entramados político - pedagógicos para los cuales cada decisión exige una
planeación, una reflexión y una acción colectiva y democrática que resulte en una construcción
que se prolonga en el tiempo.
La planificación de dichos proyectos deber ser honesta con los objetivos y estos han de ser
construidos desde los intereses colectivos, la comunidad ha de definir sus problemas, identificar
prioridades y formular sus objetivos, precisando los mecanismos para su identificación y
consecución, incluso decidiendo sobre el tipo de apoyo (capacitaciones o asesorías externas…) que
necesita; dicho ejercicio reclama la creatividad de la escuela en tanto es quien ha de generar los
espacios, tiempos y recursos coherentes con las metodologías que se asuman, demandando en
cada uno de sus momentos el sometimiento a las decisiones colectivas que incluyan a demás
instrumentos formales que den razón de las decisiones y compromisos como actas, acuerdos,
cartas, convenios, contratos, y las respectivas formas de control, seguimiento y evaluación de las
mismas asumiendo recursos tanto humanos (como responsables), físicos y económicos, (Mateus,
2004).
Actores, mecanismos y escenarios para la participación en el campo de la Educación Ambiental
La identificación y el reconocimiento de actores y sectores es indispensable para trazar la red de
interconexiones existente respecto de las problemáticas ambientales y así poder comprenderlas
más fácilmente. Para evidenciar racionalmente dichas conexiones han de ponerse en
consideración los niveles, grados y tipos de participación, reconocer el quiénes somos, qué se
tiene y de qué se carece, desde la planificación fortalece los procesos de concertación, gestión,
cogestión y desde éstos cualquier iniciativa que se asuma.
Partiendo del ámbito internacional, nacional, regional, distrital y local existen instituciones de
carácter ambiental que se encuentran en la obligación de acompañar a la escuela en sus procesos
ambientales, es responsabilidad de ésta conocerlas y gestionar su acompañamiento a lo largo de
los procesos o según cuando se considere necesario; en afirmación de unas perspectivas
internacionales de intervención ambiental, el estado colombiano se ha permitido la consideración
de individuos como particulares o en colectivos desde entidades y sectores en marcos de políticas,
lineamientos, competencias y responsabilidades como interventores activos en el escenario
ambiental, (Velásquez, 2003. p,41).
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Según lo anterior, se reconocen los actores ambientales en marcos legales, el SINA (Sistema
Nacional Ambiental) conformado por instituciones estatales y organizaciones de carácter social, de
origen tanto educativo como ambiental mantienen un dialogo permanentemente en la búsqueda
de una gestión ambiental organizada y orientada, (Política Nacional de Educación Ambiental, 2002.
p, 41).
En una función conjunta de los Ministerios de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y el
Ministerio de Educación, otorgada por la ley 48 de 1993 en lo relativo a la Educación Ambiental, se
da origen a consensos y acuerdos, en torno a una gestión ambiental organizada y orientada, a
resolver la problemática ambiental del país desde múltiples instituciones, (Política Nacional de
Educación Ambiental, 2002. p, 41).
Del actual Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, depende la producción y
aplicación de los principios que rigen la Política Ambiental Colombiana así como concertar,
coordinar y organizar lo relacionado con esta materia. En el sector educación, desde el Ministerio
de Educación como formulador de políticas, diseñador de lineamientos y orientaciones, asesor de
las entidades territoriales y coordinador de acciones en materia de educación, seguidas por las
Secretarías de Educación las cuales se encargan de desarrollar las políticas, planes y programas en
las distintas entidades territoriales de acuerdo con los criterios generales emanados del Ministerio
de Educación, por su parte las Instituciones Educativas trabajan con base en la formulación de
Proyectos Educativos Institucionales - PEI, que las ligan a las realidades locales y apuntan a
responder a las características y necesidades de las comunidades en las que la escuela está
inmersa, (Política Nacional de Educación Ambiental, 2002. p, 41).
Asimismo, las corporaciones autónomas regionales – CAR, cuyo objeto es la ejecución de las
políticas, planes, programas, proyectos ambientales y de recursos naturales renovables, son
máxima autoridad ambiental en su jurisdicción, (CAR, 2008).
Entes Territoriales, departamentos, distritos y municipios, en cumplimiento de la constitución y
de las leyes responden a las competencias particulares señaladas por la Ley 99, (promoción,
ejecución, administración, coordinación entre otros de programas y proyectos de interés
ambiental), (CAR, 2008).
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La Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria – UMATA- cuya función es garantizar la
asistencia Técnica Directa Rural Agropecuaria, Medio ambiental, asuntos de aguas y pesquera, al
ordenar la prestación de los servicios de asistencia técnica directa rural por parte de los entes
municipales, racionalizar y coordinar las actividades correspondientes con miras a asegurar la
ampliación progresiva de la cobertura, calidad y pertinencia del servicio de asistencia técnica, así
como el seguimiento, orientación y acompañamiento en la prestación del servicio por parte de las
entidades del orden departamental y nacional, en condiciones que permitan la libre escogencia
por los beneficiarios de dichos servicios. Con la prestación de la asistencia técnica directa rural se
crean las condiciones necesarias para aumentar la competitividad y la rentabilidad de la
producción, en un contexto de desarrollo regional y en el marco de la internacionalización de la
economía, a la par que se garantiza el acceso equitativo a los servicios estatales y a los beneficios
de la ciencia y la tecnología a todos los productores rurales, (LEY 607 DE 2000).
Por su parte las Mesas Ambientales municipales, departamentales o locales están bajo la
jurisdicción de la CAR correspondiente, siendo estas, escenario integrador de la administración y la
ciudadanía en pro de la planificación ordenada y conjunta de la gestión ambiental local
Los Comités Locales de Educación Ambiental –CLEA- se definen como una estrategia de gestión
para organizar la intervención en procesos de Educación Ambiental en las localidades de la ciudad.
Sin embargo, al considerar actores ambientales no solo se hace alusión a estos actores estatales,
hay que remitirse directamente a los actores sociales, es decir a aquellas unidades reales de acción
en la sociedad: tomadores y ejecutores de decisiones que inciden en la realidad local, como parte
de la base social, definidos por ella, pero actuando como individuos o colectivos sometidos a otras
condiciones (culturales, étnico-culturales, políticas y territoriales) y cuyo comportamiento se
determina en función de una lógica local y/o su comportamiento determina los procesos locales,
(Piréz, 1995), razón por la cual finalmente y como unidad de acción en el campo de la Educación
Ambiental se encuentran los Comités Ambientales Escolares CAE, a los cuales nos referiremos en
detalle más adelante.
Así mismo, la participación concebida por el estado se encuentra sujeta a una serie de requisitos y
elementos, que en materia ambiental no constituyen excepción, siendo parte de estos la
existencia de un conjunto de derechos ambientales, cuyo reconocimiento conlleva a la
intervención del poder público y del ciudadano en su protección, en razón de esto la Constitución
Política de Colombia de 1991, contiene más de 60 artículos referentes al ambiente (Velásquez,
2003. p, 18), desde los cuales asume el manejo, aprovechamiento, conservación, restauración,
sustitución y educación en materia ambiental.
Como mecanismos para la intervención de los individuos en las múltiples expresiones de la vida
social, la Ley 134 de 1994 define y caracteriza como mecanismos de participación ciudadana: la
iniciativa popular, legislativa y normativa, el referendo, el cabildo abierto, la consulta popular, el
voto programático, el plebiscito, la revocatoria del mandato, la audiencia publica y la audiencia
publica ambiental.
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Otras formas de participación en lo ambiental están dadas desde la llamadas acciones
constitucionales, para los derechos fundamentales de primera generación se tienen: la acción de
tutela, el derecho de petición, el habeas corpus, el habeas data y la acción contra la violencia
intrafamiliar. Para el control de los derechos económicos y culturales se reconoce como mecanismo
de control: la acción de cumplimiento y para el control a los derechos Colectivos y ambientales de
Tercera generación, se tienen como espacios de control: La acción Popular, la acción de grupo, la
acción de nulidad en materia ambiental y los mecanismos informales, que se refieren a las
acciones que emplea la sociedad civil o la comunidad en la construcción de procesos colectivos, se
destacan el consenso, la concertación en la toma de decisiones, distribución de riesgos, cogestión
por socios y autogestión entre otros, estos mecanismos de participación informal constituyen una
opción voluntaria del pueblo, lejos de instancias convencionales, implicando la formación de
sujetos sociales comprometidos con su desarrollo individual y colectivo capaces de expresar,
construir y exigir condiciones para el ejercicio de sus derechos, (CAR,2008).
Otros procesos que pueden ser considerados desde lo informal como la promoción (amplia labor
de información, motivación, movilización), y la organización (personería jurídica para
financiamiento o posicionamiento ante la autoridad) son actividades mínimas que dan razón de
participación, pueden ser acompañadas a su vez de talleres, cursos, seminarios, pasantías, foros,
etc. Que de ser concebidas y evaluadas desde lógicas dinamizadoras potencian los escenarios de
participación.
Finalmente, la Resistencia, a pesar de no ser un mecanismo legalmente reconocido de
participación social si es un dispositivo que es utilizado y que en muchos casos ha resultado eficaz
en el momento de hacerse tomar en cuenta e incidir en las decisiones que afectan a las mayorías.
El comité ambiental Escolar
La IAP establece como finalidad hacer del sujeto el protagonista de una investigación cuyo
propósito es la transformación social basando la investigación en la participación de los propios
colectivos a investigar, que así pasa de ser "objeto" de estudio a sujeto protagonista, controlando
e interactuando a lo largo del proceso, razón por la cual la constitución de un grupo formal (comité
ambiental) que participe continua y responsablemente en el acompañamiento y dinamización del
PRAE se hace pertinente.
Para la constitución de este comité es indispensable que quienes hagan parte del mismo,
conozcan los fines del proceso, apropiándolos y dominándolos, como factores innegables para el
ejercicio de una participación genuina, que busque la consecución de metas tanto fácticas como
educativas que contribuyan a la transformación de su realidad.
Este comité está compuesto por un primer grupo: La Comisión de Seguimiento (CS) quién
congrega a todas las entidades potencialmente interesadas en debatir el proyecto en cada una de
sus etapas. (Martí, 2002), está constituido por representantes de los diferentes estamentos de la
comunidad (políticos, económicos, locales y el equipo investigador), en consideración de Martí
(2002) se adoptan como objetivos generales de la Comisión de Seguimiento: realizar el
acompañamiento, supervisión y reorientación de la investigación y del grupo IAP, plantear, debatir
y negociar propuestas que conlleven a cumplir los objetivos del PRAE.
El segundo grupo o grupo IAP, es el protagonista tanto en el diseño de la investigación, como en el
análisis de los materiales de campo, la elaboración de propuestas y generación de procesos en la
comunidad que accedan a su participación de los procesos, razón por la cual este grupo debe
mantenerse activo en la búsqueda de formarse como un grupo para si mismo.
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OBJETIVO
Conciencia
Conocimiento
DESCRIPCIÓN
Promover y sensibilizar en los grupos sociales el desarrollo de una conciencia
ambiental.
Promover la adquisición de conocimientos sobre el medio ambiente, sus
problemas y la forma de diseñar soluciones.
Valores y
Promover el desarrollo de valores que comprometan la adquisición de actitudes
actitudes
positivas hacia el entorno y la sociedad.
Destrezas
Promover la adquisición de aptitudes necesarias para prevenir y diseñar
soluciones a los problemas ambientales.
Participación Incentivar la participación de la comunidad en todo el proceso de la gestión
ambiental.
Tabla 1: Objetivos de la Educación Ambiental considerados en la conformación del grupo IAP del
comité ambiental escolar.
Finalmente, se asume como pilar el Acuerdo 166 de 2005 Concejo de Bogotá D.C. mediante el cual
se crea el comité ambiental escolar en los colegios públicos y privados de Bogotá y se dictan otras
disposiciones, según dicho acuerdo los CAE, comités ambientales escolares deben asegurar el
cumplimiento de las siguientes funciones:
• Asesorar al Gobierno Escolar, con el fin de fortalecer la dimensión ambiental al interior de la
institución educativa.
• Liderar la formulación, implementación, seguimiento y evaluación del Proyecto Ambiental
Escolar (PRAE) y realizar la gestión necesaria para el desarrollo del mismo.
• Adelantar proyectos y programas que apunten a la preservación y mejoramiento ambiental en
el marco del Proyecto Ambiental Escolar (PRAE.)
• Proponer programas y proyectos para el desarrollo del servicio social obligatorio en materia
ambiental, de los estudiantes de educación media vocacional (grados 10 y 11).
• Generar espacios pedagógicos educativos para crear y fortalecer valores ambientales, sociales
y culturales, así como fortalecer la importancia del cuidado y mejoramiento del ambiente de
acuerdo con el calendario ambiental.
• Promover el derecho a un ambiente sano en el marco del desarrollo de la Cátedra de Derechos
Humanos.
• Promover la formulación e implementación de los Planes Integrales de Gestión Ambiental
(PIGA) en las Instituciones Educativas.
BIBLIOGRAFÍA.
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Decreto 1743 del 3 de agosto de 1994. Expedido por el Presidente de la República de Colombia.
Por el cual se instituye el Proyecto de Educación Ambiental para todos los niveles de educación
formal, se fijan criterios para la promoción de la educación ambiental no formal e informal y se
establecen los mecanismos de coordinación entre el Ministerio de Educación Nacional y el
Ministerio del Medio Ambiente.
PNEA. Política Nacional de Educación Ambiental (2002).Consejo Nacional Ambiental.Ministerio de
Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial. Julio 16 de 2002.
Acuerdo 166 del 23 de septiembre de 2005. Expedido por el Concejo de Bogotá."por medio del
cual se crea el comité ambiental escolar en los colegios públicos y privados de Bogotá y se dictan
otras disposiciones".
Decreto 617 del 28 de Diciembre de 2007 .Expedido por la Alcaldía Mayor de Bogotá. Por el cual se
adopta y reglamenta la Política Pública Distrital de Educación Ambiental.
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PPDEA. Política Pública Distrital de Educación Ambiental. (2008). Alcaldía Mayor de Bogotá,
Secretaria Distrital de Educación, Secretaria Distrital de Ambiente.
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