Conclusiones

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Conclusiones
El análisis de la política exterior del Estado Soviético durante sus
setenta y cuatro años de existencia da cuenta de tres grandes periodos:
1. La etapa de la construcción del Estado Soviético que abarca el
liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin y de José Stalin.
En este periodo, la política exterior soviética se subdividiría entre el periodo leninista y el stalinismo. El primero se caracterizó por
la actitud defensiva de un naciente estado, que sufrió el acoso de las
potencias de Occidente, primero con la intervención de 14 países
que en palabras de Winston Churchill, debián ahogar el bolchevismo
en su cuna. Sin embargo, el Estado soviético logró rechazar estas
intervenciones e iniciar su proyecto nacional en marzo de 1921, en
condiciones de paz. En esta etapa la política exterior consistía en la
búsqueda de apoyos internacionales con otros estados débiles o
marginales en el concierto internacional. De ahí su relación con
México, el otro estado revolucionario de inicios del siglo xx y la
firma del Tratado de Rapallo con Alemania en 1922, la gran perdedora europea, sojuzgada económica, militar y políticamente por el
nuevo orden europeo emanado del tratado de Versalles.
En el periodo stalinista observamos la exitosa construcción de
la infraestructura económica y militar soviética, que convierte a la
URSS de un país sin influencia internacional que no fue invitado a
la liga de las Naciones, en una potencia agrario-industrial, que en
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1937 producía alrededor de 50 mil tractores anualmente y ya en
1938 sacrificó esta producción debido a la necesidad de prepararse
para la guerra, asunto inminente debido a la actitud de Hitler. En el
tercer quinquenio a partir de 1938, la URSS produjo sólo catorce mil
tractores anualmente y su poderío económico se concentró en la
necesidad de crear una defensa apropiada. Sin embargo, en 1934 es
invitada a la Liga de las Naciones y unos años más tarde, Stalin
recorre las fronteras de la URSS hacia Occidente, ganando territorio
estratégico entre Alemania y la URSS debido al tratado RibbentropMolotov de agosto de 1939, actos que sólo podía realizar una potencia.
Pero el gran giro en el status internacional de la URSS, lo consigue Stalin en 1945 en la conferencia de Yalta, en donde debido al
prestigio de ésta, basado en la derrota militar que le infringió al nazi-fascismo, le permite negociar un campo de influencia, el denominado bloque socialista en Europa Central y Oriental.
Posteriormente, la URSS al detentar la bomba atómica en 1949,
está en condiciones de igualdad frente a la política norteamericana
de negociar con la "bomba en el bolsillo". El inicio de la Guerra
Fría, por parte de los Estados Unidos y su doctrina de "contención
del comunismo" esencia de ésta, se enfrenta a una Unión Soviética
poderosa, a pesar de que la Segunda Guerra Mundial representó
para ésta, 10 años de atraso en su economía y más de 20 millones de
vidas perdidas, como ya se anotó.
2. La segunda gran etapa de la política exterior soviética la inaugura Jruschev con su doctrina de "coexistencia pacifica" con el
capitalismo, misma que tiene un éxito relativo, debido a que: para
Occidente la guerra fría seguía teniendo prioridad y los intentos de
Jruschev por reducir el antagonismo con los Estados Unidos se
vieron frustrados por el poco interés norteamericano al respecto. El
costo de esta política fue la pérdida de la amistad con los chinos,
que recriminaban a Jrushev su énfasis en la convivencia y su abandono de la lucha de clases con el imperialismo.
En la época de Breshnev la coexistencia se conservó, pero la
política exterior soviética se hizo más pragmática, el comercio fue
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un factor importante en las prioridades del Estado Soviético, más
que la ideología, sin embargo, la relación soviética norteamericana
dejó de experimentar los encuentros cumbres que Jruschev iniciara.
3. Con el advenimiento de la Nueva Mentalidad, la coexistencia
pacífica pierde su anterior estrategia cuyo objetivo era debilitar
paulatinamente a los centros imperialistas, privándolos de su periferia. Mediante esta estrategia, los soviéticos apoyaban, según el área
de prioridad y el interés geoestratégico, los movimientos de naturaleza, anticolonial y antimperalista, gastando para este fin enormes
recursos.
Gorbachov declaró la muerte de la lucha de clases a nivel internacional, por decreto. Se enfatizaba en la necesidad del desarme y
de que las diferencias ideológicas no debían ser transferidas a las
relaciones internacionales, ni la política exterior debería subordinarse a éstas "porque las ideologías pueden ser polos opuestos
mientras que el interés de la supervivencia y la prevención de la
guerra permanece como algo universal", proponía.
Por lo tanto, hubo un proceso de desideologización de las relaciones internacionales en el Nuevo Pensamiento, en el cual se consideraba la necesidad de dejar atrás los prejuicios dogmáticos, y el
abandono del estrecho esquema del enfoque de clases, -según
esta visión- superando el mesianismo y desmitificando el pensamiento de política exterior. Esto lo expresaba G. Shajnazarov, uno
de los ideólogos más importantes del cuerpo político-académico
soviético en 1989.
Pero en esencia, después de la desintegración de la URSS, una
evaluación a posteriori de lo que representaba la Nueva Mentalidad, según Stephen Sestanovich, soviétologo norteamericano, sería
una remodelación de las metas internacionales y una reinterpretación
cautelosa de la política internacional de la hasta hace poco gran
potencia para que el entorno internacional pareciera menos amenazador.
Por lo tanto, la conclusión estriba en que la Nueva Mentalidad
constituía una diplomacia de la decadencia a pesar de la popularidad y aclamación mundial que recibió dicha política.
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Esta definición fue cada vez más patente en la aplicación de la
Nueva Mentalidad en las diferentes áreas regionales . En cuanto a
Europa Oriental, una vez suavizado el control soviético los movimientos nacionalistas acabaron por derrocar a los regímenes prosoviéticos en el poder y se instauraron gobiernos de corte liberal.
La cuestión alemana fue la prueba más evidente de la pérdida de
influencia soviética en su anterior bloque . La reunificación alemana se dio a pesar de la resistencia soviética, que finalmente encontró
a un Gorbachov tan debilitado , al que no le quedó otro camino que
negociar y ceder, a cambio de unos cuantos miles de millones de
marcos alemanes.
Si se analiza la relación de la URSS con el resto de Europa, el
proyecto de "casa común europea " no interesaba a Europa Occidental, la posible aliada de la URSS en este proyecto , Francia,
demostró estar más interesada en un acercamiento con Alemania
Occidental.
En cuanto a la relación soviético -norteamericana , a pesar de los
esfuerzos de Gorbachov de acercamiento por medio de las reuniones cumbre, y su declaración unilateral de moratoria , los Estados
Unidos no variaron su anterior política exterior, incluso la firma del
Start 1 , fue con la inclusión del proyecto de Iniciativa de Defensa
Estratégica, concesión de la URSS a los Estados Unidos. El esfuerzo
por borrar la "imagen del enemigo" efectuado por la Nueva Mentalidad, no le abrió las puertas a Gorbachov a los organismos financieros internacionales , como el GATT, el FMI, o al proyecto de la
Cuenca del Pacífico . Poco antes del golpe de estado, en julio de
1991, Gorbachov se entrevistó con el Grupo de los 7 para pedir una
ayuda para la reconversión de la industria bélica en civil de un
monto aproximado de 20 mil millones de dólares . Y aunque las
políticas de Gorbachov dividieran al grupo de industrializados en
dos bloques fundamentales:
a) Alemania, Francia e Italia prevían el otorgamiento de ayuda
económica.
b) Japón, Inglaterra y Canadá, lidereados por los Estados Unidos
consideraron que la ayuda debía limitarse solamente a asistencia
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tecnologíca y asesoría para la reestructuración económica. Esta
posición venció y la URSS consiguió solamente el rango de estado
asociado al FMI y al BM, lo que le permitiría tener solamente asesorías de como llevar a cabo las reformas económicas, pero no le daba
acceso a los créditos.
Un poco después en la cumbre soviético-norteamericana de finales de julio de 1991, la URSS obtuvo de Estados Unidos el rango
de nación más favorecida, cláusula comercial que reduciría significativamente los aranceles para las exportaciones soviéticas al mercado norteamericano.
Sin embargo, el Plan "Ventana de Oportunidad" presentado por
Gorbachov, no fue aprobado por G. Bush presidente norteamericano en ese momento quién declaró que no aceptaba financiar "lo que
quedaba de socialismo".
En cuanto a la aplicación de las tesis de la Nueva Mentalidad con
respecto al mundo subdesarrollado,la retirada soviética fue evidente y el momento más plausible de este nuevo enfoque lo constituyó
la Guerra del Golfo Pérsico en 1991. De esta guerra, el gobierno
norteamericano emergió como el lider del denominado Nuevo Orden Mundial, ignorando el Plan de Paz Soviético, presentado por
M. Gorbachov, para evitar la guerra terrestre.
Y finalmente al analizar la actual política exterior de Rusia, se
llega a la conclusión de que debido a la profunda crisis económica y
política de este país, lo que es evidente es que observamos una
transición, en donde no existe una política exterior definida y con
concepciones elaboradas, como era el caso de la Nueva Mentalidad, sino que se trata de una política más bien reactiva.
Por ahora la estrategia económica y diplomática de Rusia y de la
CO en su conjunto han perdido coherencia y directriz.
La política exterior da la impresión de una serie de actos desorganizados, inconexos y que representan más bien una respuesta que
va la zaga de los acontecimientos que una orientación definida.
Si ésta existiera, consistiría primordialmente en lograr la ayuda
económica internacional ansiada desde la época de la perestroika.
Podría por lo tanto afirmarse que la política internacional de Rusia
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está subordinada a la intención de recibir el paquete de ayuda occidental prometida completo. Sin embargo, hasta la fecha estudiada
el Parlamento Ruso no había ratificado el Start-II, suscrito entre
Yeltsin y Bush a finales de 1992 y en general el Parlamento constituía un contrapeso a las iniciativas de política exterior del gobierno
ruso, tal es el caso de su veto al viaje de Yeltsin a Japón en la
segunda mitad de 1992 para negociar el destino de las Islas Kuriles
y la negativa a apoyar las sanciones de la ONU contra los serbios.
Por lo que la estrategia económica internacional y diplomática
de Rusia es aún improvisada y en este momento se debatía entre las
posiciones mencionadas, y aún no podía decirse que Yeltsin había
triunfado sobre el Parlamento, hasta los recientes acontecimientos
de septiembre y octubre de 1993, momento en el cual, el presidente
ruso lo suprime para poco después tomarlo por asalto y disolverlo
de manera violenta, lo que a nuestro juicio representa un hecho
verdaderamente lamentable.
En efecto, si se analiza el ejemplo de la ex Unión Soviética,
desde una perspectiva de probables escenarios para nuestra región,
América Latina, entonces se observa que el cambio de giro político
y económico a ritmos acelerados que se llevó a cabo en la extinta
Unión Soviética, desembocó no sólo en el derrumbe de un estado
sino en el surgimiento de una dictadura. Estamos hablando por lo
tanto, de una vuelta a la autocracia, y en ese sentido podríamos
establecer un parangón con las épocas de esplendor del estalinismo.3ov
Sólo que habría que puntualizar para no caer en el simplismo de
definir el carácter de un régimen por sus métodos autoritarios, que
mientras el estalinismo tenía un signo evidentemente nacionalista
en contra de los intereses del gran capital y de la penetración extranjera, el actual régimen tiene características autoritarias para
asegurar la inserción de Rusia en el proceso de globalización económica, que ha roto con las estructuras sociopolíticas de muchos
estados desde el entorno internacional.
30`Ver Pedro Miguel, "La contrarrevolución de Octubre", La Jornada ", 5/X/1 993, pp.
1-55. Véase además Martha Robles, "El golpe, ironía del destino', c..rcélrior, 5/X/1993,
PP. 1-18.
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Se trata pues, de la necesidad de un gobierno autoritario que
descalifique en la retórica, y en la práctica por medio de la fuerza
pública, a todo tipo de oposición, no sólo de corte marxista, sino
simplemente nacionalista, ya que el proyecto de Yeltsin depende
del financiamiento de los organismos financieros internacionales,
para recibir préstamos y tener la posibilidad de renegociar la agobiante deuda externa en un momento en que las arcas rusas se
hallan vacías.
Por lo que puede afirmarse que Occidente ha empujado a las
fuerzas políticas de Rusia a este frontal choque, pues el parlamento
reunía fuerzas que también querían la economía de mercado, pero a
ritmos más lentos y sin una sumisión tan drástica a Occidente. Una
prueba de esto era la negación a la ratificación del Start-II, firmado
por Yeltsin y Bush no hacía mucho tiempo, y asimismo, la negativa a entregar las islas Kuriles a Japón, a cambio de tecnología y
préstamos.
Así que este gobierno, que inició teniendo un origen democrático, al ser porducto del voto de la población, pronto se ha endurecido, debido a que así lo exigen sus apoyos claves de poder: la naciente burguesía rusa, de corte primitivo, básicamente especulativa y
los gobiernos del Grupo de los 7, frente a una población acostumbrada a callar y obedecer por el terror.
En cuanto al apoyo internacional a los recientes actos del ejecutivo ruso, es sorprendente que fácil se trastocan los principios que
aparentemente son tan caros a las democracas desarrolladas, por
ejemplo, la democracia y la representatividad institucional. Sin
embargo, no es ya tan sorprendente cuando se examina este apoyo
incondicional, principalmente por parte de Estados Unidos, al tener
en cuenta que todo es justificable ante sólo la remota posibilidad de
que llegue al poder en la disuelta Unión Soviética, un gobierno
nacionalista que hiciera pensar nuevamente en la bipolaridad y en
el gasto armamentista, cuando en Estados Unidos se trata de destinar más recursos al gasto social y al sistema de salud, debido a los
problemas económicos que también tratan de subsanarse en esta
nación.
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Estratégicamente Occidente aspira a transformar a la otrora Superpotencia en un socio menor, y si se puede en un inmenso campo
de recursos naturales y mano de obra baratos, simplemente hay que
recalcar que Rusia sigue siendo el mayor productor potencial de
petróleo. No es gratuito que la inversión extranjera se ha canalizado
principalmente en este sector.
Así, el fin de la era bipolar debido a la desintegración del sistema
del socialismo real plantea una serie de reflexiones en cuanto a las
tendencias de configuración del denominado nuevo orden mundial
que está perfilándose. Este reordenamiento aún inacabado, permite
sin embargo, adelantar algunas hipótesis del rumbo que la sociedad
internacional ha tomado a fines del milenio.
Esto nos permite avanzar además en la prospectiva de los escenarios posibles de la inserción de esta región en el denominado, por
los centros de poder del capitalismo central, nuevo orden mundial.
De acuerdo a esta visión de las élites de muy pocos países del
mundo, el nuevo orden mundial es el advenimiento en el ámbito económico, de una era de globalización y como respuesta a este proceso,
de surgimiento de bloques económicos que agrupan a una serie de
países, que básicamente tienen una cercanía geográfica. Es el caso de la
Comunidad Europea, la Cuenca del Pacífico y del intento de formalizar
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En este contexto, se habla de una era en la que el libre comercio y
el libre mercado en general dinamizará la economía mundial y acabará de una vez por todas con los vicios generados por el paradigma
del estado rector de la economía.
Este discurso, emanado de los estratos más conservadores de las
clase poseedoras tanto en el centro como en la periferia capitalista,
en lo político y en lo ideológico anuncia a su vez el renacer de lo que
concibe como democracia y se adelanta a festejar el triunfo del
neoliberalismo sobre totalitarismos en general, ya sean de corte
"comunista", nacionalista o fundamentalista religioso. La historia
ha terminado, afirma Francis Fukuyama, think tank de la Rand
Corporation, uno de los centros ideológicos más relevantes del
capitalismo desarrollado.
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No obstante la derrama a la sociedad de estas apologías que los
científicos a lo Fukuyama desglosan con fascinación y autoelogio,
una mirada a las áreas restantes del mundo cuestiona sin lugar a
dudas el triunfalismo neoliberal.
En este sentido, cabe preguntarse si la globalización y la formación de bloques económicos es de acuerdo al mencionado discurso,
la panacea para regiones que no tienen el mismo grado de desarrollo que los centros capitalistas.
En lo tocante a Europa del Este y a la ex-URSS, los problemas de
ineficiencia del sistema productivo y la falta de democracia, en el
sentido de la libertad de expresión, asociación y prensa, no son
solamente resultado del "comunismo" como lo denominan en dichos centros capitalistas, sino de una falta de desarrollo socioeconómico, aun antes de la revolución de octubre.
En efecto, históricamente Europa Oriental y el Imperio Ruso
constituían una especie de seudo-colonias para el capital monopólico de Europa Occidental y Norteamérica a fines del siglo xix. El
grado de desarrollo económico en esta región podría ser definido
como de capitalismo dependiente con fuertes resabios feudales,
fuente de mano de obra barata y recursos naturales también subvaluados en el mercado capitalista mundial. La revolución de octubre
logró nacionalizar los recursos del antiguo Imperio Ruso y rechazar la expoliación del capital monopólico, creando además una
infraestructura industrial que pronto convirtió al viejo imperio en el
segundo país industrial a nivel internacional.
En el aspecto social, grandes capas de la población adquirieron
el derecho a la educación y pronto también fue la URSS uno de los
países que concentraba el mayor número de científicos en el mundo, a pesar de las restricciones ideológicas que podrían imputárseles.
Sin embargo, una serie de factores, que no viene al caso en este
momento analizar, debilitaron la estructura socioeconómica de ese
peculiar fenómeno que constituyó la URSS. Pero cabe preguntarse si
éstos eran suficientes para que la URSS se desmembrara arrastrando
a todo lo que fue su bloque de influencia o bien, los factores externos contribuyeron en gran medida a este derrumbamiento.
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La conclusión del presente trabajo, como previamente se ha
tratado de demostrar, es que la dinámica del capital internacional
fue un factor determinante en la desaparición del sistema otrora
conocido como socialista.
En realidad, la tercera revolución industrial que se generó en
Occidente empezó a desmantelar todo el orden emergido de la
Segunda Posguerra. Primero porque después de la crisis energética
de 1974, las élites de los países desarrollados se percataron de la
necesidad de no depender de las materias primas energéticas y
empezaron a desarrollar fuentes energéticas alternativas y segundo, en el decenio de los ochentas, la estrategia del thatcherisrno y el
reaganismo, desequilibró la infraestructura económica mundial, lo
que a su vez fue un factor de cambio para el Estado-nación, rector
de la economía y proteccionista frente al flujo comercial internacional.
Por lo tanto, la política económica que el Grupo de los 7 empezó
a instrumentar, sobre todo los Estados Unidos e Inglaterra con respecto al resto de los países de la comunidad mundial, fue convirtiéndose en una fuerte presión para que éstos últimos se adecuaran a
las condiciones económicas internacionales que empezaron a configurarse.
En el caso de la URSS y su bloque, las políticas del Grupo de los 7,
a pesar de la autarquía del sistema, lograron incidir de manera
significativa: la URSS, que en la estructura de sus exportaciones se
parecía más a un país del tercer mundo, (exportaba primordialmente petróleo, oro, madera y otras materias primas) vio menguar
significativamente sus ingresos en divisas por concepto de venta de
estos productos al mercado mundial. Es significativo el dato de que
el presupuesto nacional, en los inicios de la perestroika, dependía
en una cuarta parte del ingreso por concepto de exportaciones.
Por otra parte, debido a su carácter de superpotencia, el desgaste
que sufrió la URSS por concepto de la carrera armamentista es otro
factor externo que contribuyó de manera determinante al derrumbe
del Estado Soviético. Durante el periodo Breshnev, (época en que los
vicios económicos y la corrupción debilitaron preponderantemente
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el sistema soviético), los gastos por concepto de la carrera armamentista disminuyeron la inversión en infraestructura civil hasta en
un 50%, con el consecuente deterioro y estancamiento del desarrollo tecnológico en la URSS y la caída del nivel de vida.
La "Iniciativa de Defensa Estratégica " (IDE) de la administración Reagan, obligó a la nueva clase política en el poder (Gorbachov
y su equipo) a redimensionar el papel internacional de la URSS, a
renunciar a la confrontación militar , geopolítca e ideológica con la
otra superpotencia y declarar que el militarismo y no el capitalismo
era el peor enemigo de la URSS. Por lo tanto , la URSS no habría
soportado la carga que la respuesta a la IDE hubiera representado, la
calidad de vida de la población no permitía ya mayores sacrificios
en aras de la vieja polémica de cañones o mantequilla.
De ahí que, el proponer que el sistema soviético se desmoronó
solamente debido a su ineficiencia interna, es una explicación parcial de una realidad bastante más compleja , ya que la URSS se hallaba interconectada con el resto de la economía mundial , a pesar de
que no pertenecía de lleno a ésta.
Y en este punto surge el cuestionamiento: a pesar de las loas al
neoliberalismo, ¿ es posible la inserción exitosa de Rusia y la CEI
al nuevo orden económico mundial ? La respuesta es muy parecida
a la explicación que daba Lenin , después de la Primera Guerra
Mundial sobre el surgimiento en aquel entonces de un nuevo orden
europeo y mundial, regido por los tratados de Versalles y que
aunque ya fue citado en la introducción de este trabajo , me permito
repetirlo debido a que nuevamente parece pertinente en la actualidad:
"De este reparto de toda la tierra , de este dominio del monopolio
capitalista, de este poder omnímodo de un insignificante puñado de
los mayores bancos -2,3 , 4 o a lo sumo 5 por estado- nació de modo
ineluctable la primera guerra imperialista de 1914-1918. Esta guerra se hizo para repartir de nuevo el mundo entero . Se hizo para
determinar cuál de los grupos insignificantes de los mayores estados
-el inglés o el alemán- recibirían la posibilidad y el derecho de
saquear, oprimir y explotar toda la tierra.
245
La guerra lanzó de golpe a unos 250 millones de habitantes de la
tierra a una situación equivalente de la de las colonias. Lanzó a esa
situación a Rusia, en la que deben contarse cerca de 130 millones, a
Austria, Hungría, Alemania y Bulgaria, que suman en total no
menos de 120 millones. O sea, 250 millones de habitantes de países
que figuran en parte, como Alemania, entre los más avanzados,
entre los más cultos e instruidos, y que en el aspecto técnico se
muestran al nivel del progreso contemporáneo. Por medio del Tratado de Versalles, la guerra impuso a esos países condiciones tales,
que pueblos avanzados se vieron reducidos a la dependencia, colonial, a la miseria , al hambre, la ruina y la falta de derechos, pues en
virtud del Tratado están maniatados y puestos, para muchas generaciones, en condiciones que no ha conocido ningún pueblo civilizado".
Asimismo, después de la Guerra del Golfo en este fin de milenio,
se configuraron nuevas alianzas entre los centros imperiales dirigidos en contra del Tercer Mundo, después de la caída del poderío
soviético. El nuevo orden se parece más a la descripción leninista,
debido a que el capital internacional logró triunfar aún antes de
recurrir a las armas, por medio de las políticas económicas ya descritas, que empobrecieron considerablemente al segundo y tercer
mundo, resquebrajando su orden interno y estatal, reduciendo al
Estado-nación a un ente gestor de los intereses del capital internacional, que abdica a la soberanía y traslada el núcleo del desarrollo
hacia el mercado internacional en lugar de crear una nueva infraestructura económica propia. Por lo que los entes transnacionales
serán ahora los llamados a desarrollar la economía y el estado se
desintegrará de acuerdo a sus anteriores funciones como rector de
la economía y principal empleador y proveedor de necesidades
sociales como vivienda, salud y educación.
Desde esta perspectiva, el sistema soviético pereció frente a las
nuevas fuerzas políticas representadas por la derecha, que emergió
en la URSS, en la era de la perestroika. Estos demócratas duros y
pro-imperialistas, encabezados por Yeltsin, representante del sector de la vieja burocracia que pactó con los nuevos capitalistas al
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interior de la URSS y con el capital internacional en el exterior, es
quien ahora preside la construcción del nuevo régimen y de la
reestructuración capitalista, asesorado fundamentalmente por el
Fondo Monetario Internacional.
De esta manera, millones de habitantes de la ex URSS y del
exbloque soviético sufren las consecuencias de la destrucción de
los antiguos modelos estatales. Sobre todo en Polonia y en Rusia es
evidente la postración de millones de individuos, parafraseando a
Lenin, a los dictados de un pequeño grupo de bancos y actualmente
del FMI.
Por lo tanto, el futuro de esta región se presenta en el más optimista de los casos, como el de una larga y penosa transición hacia la
economía de mercado.
Esta predicción, por cierto, no emana solamente de los opositores a la transición de Europa del Este hacia la reestructuración
capitalista. En efecto, en un informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) al Congreso norteamericano del día 9 de junio de
1992, se plantea esta situación, en una versión más realista que la
propaganda de los adeptos del fin de la historia: "en el mejor de los
casos las reformas en Rusia se prolongarán durante una década. El
desempleo aumentará quizá de forma dramática, dependiendo de la
culpa que el gobierno esté dispuesto a cargar por dejar de subsidiar
sus fábricas para hacerlas rentables"... "El proceso de reforma será
dificil, avanzará a duras penas y estará salpicado por crisis recurrentes" indica John Mclaughin, director de la CIA para análisis
eslávicos y eurasiáticos".310
En suma, el proceso de globalización económica catalizó aceleradamente la descomposición que ya se observaba al interior de
los sistemas de economía centralmente planificada, abriendo esta
región al capital transnacional, poniendo a su disposición sus recursos tanto naturales como humanos, lo que transforma a la ex URSS
de una superpotencia a una región más parecida al mundo subdesarrollado.
310 Excélsior, 10/V I/ 1992.
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Pero, paradójicamente al móvil de la capa burocrática del PcUS,
que inició la perestroika con el objetivo de integrar a la URSS a la
economía mundial y posteriormente la intención de Yeltsin de vender la ex Unión Soviética a Wall Street y a Frankfurt, se trata de un
"país enorme, con más de 100 nacionalidades distintas, un tremendo potencial para el caos y sin nadie que financie una adquisición
capitalista. Los EEUU podrían tal vez comprar el país por unas cuantas decenas o centenas de miles de millones de dólares, pero la clase
dominante norteamericana está tan opuesta ideológicamente a ello
como a financiar un amplio sistema de bienestar social o atención
médica en los mismos EEUU."."'
En conclusión, el nuevo orden económico mundial, se caracteriza en gran medida por el regreso del conservadurismo político e
ideológico, condenando a cada vez más cantidad de seres humanos
a arrastrar una mísera existencia. En este sentido, Graciela Arroyo
reflexiona: "... subdesarrollo y socialismo tuvieron el mismo origen pero fueron diferentes: uno sumiso, otro irredento. Actualmente, cual la "oveja bíblica" que vuelve al redil, los países de Europa
del Este junto con la ex Unión Soviética, quieren ahora vivir la
riqueza del "amo", olvidando que en buena parte es el producto de
la explotación de los hermanos del viejo Sur, con quienes antes
eran solidarios.
Así, la interdependencia, como corolario del posmodernisrno de
unos cuantos parece borrarlo todo: fronteras, valores, recuerdos.
Distancias y tiempos tienden a converger para moverse a una sola y
única dirección, la globalización, ola envolvente que todo lo une en
confusión y en olvido".' 12
311 Tomado de Spartacist, suplemento, octubre de 1991, p. 6.
31 2 Graciela Arroyo Pichardo, op.cit. p. 60.
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