Señales y Milagros de Nuestros Días: ¿De Dios o de Satán?

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Señales y Milagros de Nuestro Días - ¿De Dios o de Satán?
SEÑALES Y MILAGROS
DE NUESTROS DIAS:
¿DE DIOS O DE SATAN?
Muchos materiales se han escrito sobre este tema para mostrar que en nuestros
días ya no existen los milagros, ni las señales ni tampoco los prodigios. Creo que
muchos no entienden claramente este asunto.
En las páginas siguientes trataré de probar que sí se realizan algunas «señales y
milagros». Sin embargo, el autor de estas señales y milagros es Satán. Satán entendió
a tiempo que los milagros hacen un gran impacto en los creyentes en Cristo, de modo
que él «duplica» esos milagros en la medida que Dios se lo permite.
Cuando uno dice que ya no hay milagros ni señales, está negado una verdad Bíblica que afirma que:
Se levantarán falsos Cristos, y falsos maestros, y harán grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos
(Mateo 24:24).
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos maestros, y harán señales y prodigios, para ENGAÑAR, si fuese posible, aun a los escogidos (Marcos 13:22).
Las palabras «señales y prodigios» son los mismos términos para describir los
hechos extraordinarios tanto de los «falsos profetas» como los de los apóstoles y los
de aquéllos a quienes los apóstoles impusieron sus manos. Cuando tratamos de negar
las escrituras hacemos mucho daño. Nuestra influencia disminuye en cierta medida.
La enseñanza Bíblica verdadera dice que los ministros de Dios de la actualidad no
necesitan hacer milagros y señales para probar su palabra, pues la palabra de Dios
ya ha sido confirmada. El siervo de Dios simplemente lee la voluntad divina en Su
palabra. La fe llega a través de este sencillo proceso (Rom. 10:17). La revelación de
Dios es completa y no necesita ser confirmada por medio de señales o prodigios de
los mensajeros de Cristo. Los ministros de Satán afirman que prueban su ministerio
con sus milagros y señales. No hay duda de que muchos han sido engañados por
ellos, y a tal extremo, que en el día del juicio dirán a Cristo:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? (Mateo 7:22).
¿Piensa usted que alguien tendrá la audacia de decir estas cosas a Cristo en el día
del juicio si no cree que ha hecho estas cosas? Como seguidores de Dios, debemos
examinar las razones, por las cuales creen que son divinamente guiados.
No sabemos cuánto poder Dios ha dado al diablo. Cuando leemos el libro de Job,
nos sorprendemos al enterarnos del gran poder que Dios dio a Satán.
Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente
no pongas tu mano sobre él ... (Job 1:12).
Los versículos 14 y 15 nos muestras a los sabeos que tomaron los bueyes y las
asnas, matando a los criados.
Aun estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del
cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé
yo para darte la noticia. Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo:
Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y
se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé
yo para darte la noticia. Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo:
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Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano
el primogénito; y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro
esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente
escapé yo para darte la noticia (Job 1:16-19).
Capítulo 2:7-8:
Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job
un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.
En estos textos bíblicos podemos ver el gran poder que Dios dio a Satanás. ¿Tiene
él el mismo poder hoy día? Nosotros sólo podemos imaginarlos (Lucas 22:31-32).
Dios le permitió a Satanás hacer cosas terribles: «... Fuego de Dios cayó del cielo»
(Job 1:15), y «... un gran viento vino del lado del desierto» (Job 1:18), que destruyó
a los hijos de Job. Así pues, ¿cuál será el límite de su poder en nuestros tiempos?
Escuche usted a Jesús:
El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios,
o si yo hablo por mi propia cuenta (Juan 7:17). ... y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres (Juan 8:32).
El apóstol Pablo dice:
Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y
prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden,
por cuando no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios
les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean
condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron
en la injusticia (2 Tes. 2:9-12).
Por tanto, podemos decir: 1) Si alguien quiere hacer la voluntad de Dios, puede
conocer su doctrina, la cual es la verdad que le hace libre. 2) A los que no aman la
verdad, Dios les enviará graves errores, a fin de que crean la mentira para que sean
condenados. TODOS LOS QUE NO CREYERON A LA VERDAD, SINO QUE
SE COMPLACIERON EN LA INJUSTICIA.
A continuación vamos a ver otro ejemplo en cuanto al poder que Satanás tiene
para hacer milagros aun en nuestros días:
Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma
tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra. Vinieron,
pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado.
Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra.
Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo
mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno
su vara, las cuales se volvieron culebras mas la vara de Aarón devoró las
varas de ellos (Exodo 7:9-12).
El versículo 11 nos dice que los hombres del Faraón «podían hacer lo mismo». Si
la vara de Aarón era real, también las de los hechiceros del Faraón eran reales. ¿Qué
devoró la culebra de Aarón, si las otras no eran reales? ¡Amé la verdad!
En los versículos 19-20 y 21 vemos a Aarón extendiendo su vara sobre las aguas
de Egipto, convirtiéndolas en sangre. Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo
(v.22). En el capítulo 8:5-6 Aarón extendió su mano con su vara y subieron ranas
sobre la tierra de Egipto. Los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos
(v.7). Ahora bien, ¿de qué manera pueden protegerse los escogidos para que no sean
seducidos y engañados?
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Entonces Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón: Extiende tu vara y golpea el
polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto. Y
ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo
de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias;
todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. (FIJESE
BIEN AHORA EN LO QUE SIGUE:) Y los hechiceros hicieron así, para
sacar piojos con sus encantamientos; PERO NO PUDIERON. Y hubo piojos
tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a
Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no
los escuchó, como Jehová lo había dicho (Exodo 8:16-19).
Ahora bien, ¿por qué los hechiceros podían hacer culebras, ranas y sangre, pero
no podían hacer piojos? La respuesta es obvia. Dios lo hace fácil para aquéllos que
aman la verdad, para que entiendan qué es verdad y de Dios, y qué es del diablo.
Cuando se presenta una falla, usted puede estar seguro de que no es de Dios. ¿Ama
usted la verdad? «Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». ¿Por qué no
hacen los «obradores de milagros» de nuestros días los mismos milagros y prodigios
efectuados en los días de Cristo y de sus apóstoles? ¿Por qué no pueden levantar a los
muertos? ¿Por qué no pueden sanar a los paralíticos? ¿Qué en cuanto a discernir los
espíritus? Muchos de los tan llamados «obradores de milagros» han engañado a miles
de personas; se han enriquecido gracias la ignorancia e inocencia de los creyentes.
No hay problema alguno para aquellos que aman la verdad de Dios, y los que
conocen la enseñanza de Jesucristo. «La fe viene por el oir, y el oir por la palabra
de Dios» (Rom. 10:17). Lo que enseña la Biblia es la verdad; pero los hombres
pueden engañarnos.
¿Cuál era el propósito de los milagros, de las señales y de los prodigios mencionados en la palabra de Dios? Jesús nos ha dado la razón:
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las
cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en
su nombre (Juan 20:30-31).
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo
soy, en vuestros pecados moriréis (Juan 8:24).
Por tanto, es necesario creer que Jesús es el Cristo. Nicodemo pronunció la gran
verdad cuando dijo: «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque
nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él» (Juan 3:2).
Los milagros, señales y prodigios fueron hechos en el primer siglo para «confirmar la palabra de Dios» (Marcos 16:20; Hebreos 2:4-5; Juan 20:30-31). También se
confirmaba así al mensajero. He aquí algunos resultados obtenidos por esos milagros
entre los incrédulos:
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por
Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo
entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis (Hechos 2:22).
Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas
por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en
común todas las cosas (Hechos 2:43-44).
Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el
pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón ... Y los que creían
en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres
(Hechos 5:12,14).
Ahora vamos a contemplar algunos milagros y señales hechos por los discípulos
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de Jesús a quienes los apóstoles habían impuesto sus manos.
Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe,
oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus
inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos
eran sanados (Hechos 8:5-7).
¿Se sorprende usted porque los carismáticos de nuestros días no pueden hacer estas
cosas? Cuando escribía este texto, oí que Oral Roberts echó fuera el demonio que
estaba en Jimmy Swagart. ¿Grito ese espíritu inmundo «con gran voz»? ¡Piense!
Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios,
y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres (Hechos 8:12).
¿Ha visto usted alguna demostración efectuada por los carismáticos seguida de
bautismos? La Biblia nos enseña claramente que los milagros y señales fueron hechos
solamente por hombres aprobados por Dios como los apóstoles y aquéllos a quienes
ellos impusieron sus manos. Desde luego, en el caso de Cornelio y su casa, sabemos
que Jesús los bautizó con el Espíritu Santo, «así como ocurrió con los apóstoles en
el principio» (Hechos 11:15).
Hemos probado con la Escritura que los falsos maestros y profetas engañarían
aun a los escogidos, si fuera posible (Mateo 24:24; Marcos 13:21). También hemos
mostrado la diferencia entre milagros de Dios y de Satán. ¿Cómo pueden los escogidos defenderse del engaño? ¿Cómo podemos desenmascarar a los que se dicen ser
apóstoles y no lo son? (Apocalipsis 2:2). ¿Cuál es la señal de un apóstol?
Ahora, examinemos aquellas escrituras que nos dan a entender que los dones
espirituales están todavía con nosotros:
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren
cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y
sanarán (Marcos 16:17-18).
Se dice que estos versículos son aplicables a todos los creyentes en todos los tiempos. Pero resulta que no se encuentra a nadie capaz de comprobar por sí mismo esta
afirmación. Porque cada ministro sabe bien que aun en las más celosas congregaciones
siempre hay alguien que no tiene NINGUN don espiritual. Cuando tienen enfermos
no los llevan a cualquiera para orar por ellos. A veces, alguien de otro lugar lejano
tienen que orar por ellos. Inclusive usan el versículo de Santiago 5:13-14 donde
dice: «Que llamen a los ancianos de la iglesia», para hacer la oración. Este mismo
pasaje también se usa para probar que en nuestros días hay curaciones milagrosas,
así como tuvo lugar en la iglesia del primer siglo.
El versículo 20 de Marcos capítulo 16 dice:
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor Y CONFIRMANDO LA PALABRA CON LAS SEÑALES QUE LA SEGUIAN.
Este versículo confirma la verdad de los versículos 16-17 y 18. También podríamos
llamar la atención sobre el siguiente texto:
No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales (1 Corintios 12:1).
Luego, comenzando con el versículo 4 hasta el 13, el apóstol menciona los diferentes dones del Espíritu. En el versículo 7 dice Pablo:
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho (1
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Corintios 12:7).
El versículo 11 contiene el siguiente texto:
Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada
uno en particular como él quiere.
¿Qué beneficio se derivaría de estos dones si uno los poseyera? ¡No sería el de
producir la fe! La palabra de Dios ya completa y confirmada lo hace. Tal vez, si
tuviéramos el don de lenguas como los apóstoles cuando fueron bautizados con el
Espíritu Santo, podríamos hacer como ellos, hablando a todo extranjero en su propia
lengua cuando la ocasión lo hiciera necesario.
Sin embargo, ¿no es extraño, que esos mismos misioneros que claman a toda voz
poseer «dones espirituales» siempre tienen que depender de un INTERPRETE
cuando van al exterior?
También notemos en esta lectura al Espíritu «... repartiendo a cada uno en particular como él quiere». ¡El les «repartió» los dones! Luego, hacia la última parte del
capítulo que Pablo usó para desalojar la «ignorancia» acerca de los dones espirituales
nos encontramos con otra escritura que da luz para contestar algunas preguntas o
consideraciones retóricas.
1 Corintios 12:27-30 nos informa algo más sobre el particular:
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo
tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los
que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos
apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?
Conozco a un predicador pentecostal quien enfáticamente dice a su audiencia
que a menos que se bauticen «en el nombre de Jesucristo, con la evidencia del `don
de lenguas’, no pueden ser salvos». Algunos, desde luego, no irán tan lejos, pero
sí creen que los dones espirituales son también para los cristianos de hoy día. Los
pasajes bíblicos mencionados contradicen esa enseñanza.
Otro de los errores de nuestros amigos carismáticos, es que no parecen saber nada
acerca de cómo interpretar correctamente la Escritura. Cuando Jesús habla en forma
clara y sencilla de prometer ciertos dones espirituales a los apóstoles, ellos quieren
aplicarlos a todos los Cristianos, metiéndose en verdaderos dilemas.
Buscan casos donde algunos «hablaban en lenguas» como en el caso de Cornelio
y su familia, o como cuando Pablo bautizó a los doce discípulos de Juan y ellos
hablaron en lenguas y profetizaron, para atribuirlos a los cristianos de hoy (Hechos
19:4-7). Uno trata de hacerles ver que esas condiciones no existen hoy en día, pero
no entienden o pretenden no entender.
Los apóstoles imponían las manos sobre los individuos y podían impartirles los
dones espirituales (Hechos 8:14-18; 19:1-7; 2 Tim. 1.6; Rom. 1:11; Hechos 6:6; 2
Cor. 12:12). «... las señales de los apóstoles han sido hechas entre vosotros». La era
apostólica pasó y con ella sus señales.
En otra oportunidad tenemos a los apóstoles cuando en Pentecostés, «... cayó el
Espíritu Santo sobre ellos ...» Más tarde Cornelio y su familia recibieron el Espíritu
Santo como los discípulos en Pentecostés (Hechos 11:14,16).
Una de las escrituras favoritas que usan los falsos maestros es: «Jesús es el mismo
ayer, hoy, y siempre». No importa cuantos argumentos se traigan a colación para
hacerles ver que están usando ese versículo equivocadamente, ellos no entienden
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la diferencia. Viven engañados o voluntariamente quieren seguir en su ignorancia
espiritual. Todo lo que se tiene que hacer es leer Hebreos. Del capítulo 1 han interpretado erróneamente Hebreos 13:8. En los versículos 1 y 2 del capítulo primero
de Hebreos, podemos observar un cambio radical de la forma en que Dios habla al
hombre hoy, a la que usaba con los patriarcas.
Los verdaderos ministros de Dios no usan dones espirituales, mientras que «los
falsos profetas» reclaman «milagros y señales». Los escogidos de Dios no son seducidos ni engañados por cuanto conocen la verdad del evangelio de Cristo.
Los escogidos de Dios, por fe, y porque estudian la palabra del Señor, saben que:
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán (esto ciertamente
no quiere decir que las profecías de Dios fallarán; quiere decir que el don de
la profecía se acabaría como fue conocido en esos días a quienes el Espíritu se
los dio, descontinuándolo de acuerdo con su voluntad), y cesarán las lenguas
(ciertamente ello no quiere decir que nadie volvería a hablar, sino que el don
de «lenguas» se acabaría), y la ciencia se acabará.
Bien sabemos que los conocimientos humanos aumentan constantemente, pero el
«don de la ciencia» pasó con la era apostólica.
Santiago 1:25 dice:
Mas el que mira atentamente en la PERFECTA LEY, LA DE LA LIBERTAD,
y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será bienaventurado en lo que hace.
Tenemos «lo que es perfecto». «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el
alma» (Salmo 19:7). Lea usted 1 Corintios 13:11-13, y note lo siguiente: «Y ahora
permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el
amor». Ya no existen los dones espirituales.
La obra del Espíritu Santo es clara y no hay dudas. Hoy en día, la iglesia no requiere ni tiene esos dones espirituales. Tenemos todo el mensaje de Dios escrito que
nos instruye. Sólo Satán y sus falsos profetas están engañando a la gente, tratando
de tergiversar la obra del Espíritu Santo.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros, A FIN DE PERFECCIONAR a los santos para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, HASTA que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios
4:11-13).
¿Tenemos la unidad de la fe? El versículo 5 afirma que hay «una fe». El versículo
3 dice que seamos «solícitos en guardar la unidad del Espíritu «.
Por lo tanto, podemos decir que tenemos LA PERFECTA LEY DE LA LIBERTAD, la unidad de la fe (la fe como una unidad completa). Los dones se refieren
a lo que se necesitaba «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe». Pablo nos
exhorta a mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, de modo que debemos tener todas las cosas para obtener esta meta común.
Es preciso volver a evaluar nuestra misión y enseñanza, no permitiendo que los
falsos profetas destruyan nuestros esfuerzos. Que Dios nos bendiga al «contender
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos» (Judas 3).
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