CAPÍTULO VIII EL DIOS WIRACOCHA, EL SOL Y LOS INCAS Sobre el origen, significado, representación y atributos de Wiracocha, han sido tratados en el capítulo V. Ahora analizaremos la relación que había entre el dios Wiracocha, el Sol y los incas, especialmente entre Pachacútec y su padre el inca Viracocha, que es el periodo en que se concibe y construye Machu Picchu. Asimismo, el papel que jugaron tanto el Sol como Wiracocha en la religión Inca, dado que tenemos una incógnita por resolver: ¿A quiénes pertenecen los rostros duales que se encuentran en la roca que envuelve el torreón del Palacio Real y en la roca superior del mausoleo, juntamente con los otros íconos sagrados? 1. El dios Wiracocha, el Sol y otros dioses Sobre la estructura del panteón Inca, la principal discusión se ha centrado en torno al dios Wiracocha y el Sol, tema complejo y polémico, que se complica aún más si queremos indagar lo que sucedió en todo el periodo Inca, que no es nuestro cometido. Durante el periodo incaico se presume que fue el dios Wiracocha quien tuvo la mejor posición en el panteón de los dioses andinos, pero tampoco está descartado que en algún momento esa posición haya sido ocupada por el Sol. Lo que podemos señalar es que, por lo menos en los periodos de los gobiernos de los incas Viracocha y su hijo Pachacútec, estuvo en la más alta jerarquía, por lo menos en el nivel de la élite. Como es sabido, cada Inca alteraba el culto principal. Al respecto, Cobo manifiesta: «Verdad es que no siempre los Incas desde que comenzó su imperio estuvieron firmes e invariables en su religión [...] ni adoraron unos mismos dioses [...]» (Cobo 1964¿a o b?: 146). Por otra parte, Rostworowski señala: «Los cronistas en sus relatos no muestran la verdadera religiosidad andina, imbuidos como estaban en sus propias creencias bíblicas» (Rostworowski 2001b: 220); además, hay que tener presente que en sus escritos ejercían una estrategia evangelizadora propia a los intereses de los reyes de España. 473 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas Esta confusión (o aparente confusión) se evidencia desde las crónicas; así, por ejemplo, Betanzos señala que el dios Viracocha Pachayachachic es el hacedor del mundo, y que hizo el Sol, y luego señala que algunas veces tienen al Sol por hacedor y otras veces al Viracocha, por «carecer de letras y ser ciegos de entendimiento»: Y como Inca Yupanqui viene tan mal parado este pueblo del Cuzco [...], que sería bien hacer y edificar una casa al sol, en la cual casa pusiesen y fuese puesto un bulto en el lugar do el sol reverenciasen y hiciesen sacrificios; porque, aunque ellos tienen que haya uno que es el Hacedor, á quien ellos llaman Viracocha Pachayachachic, que dice Hacedor del Mundo, y ellos tienen que éste hizo el sol y todo lo que es criado en el cielo y en la tierra, como ya habeis oido; careciendo de letras, y siendo ciegos del entendimiento en el saber, casi muchos varían en esto en todo y por todo, que unas veces tienen al sol por hacedor, y otras veces dicen que el Viracocha (Betanzos 1999 [1555]: 64). Al parecer, las versiones de los cronistas no siempre muestran lo que realmente fueron las creencias de los incas, con lo que contribuyen a confusiones, superposiciones y hasta contradicciones que hacen más complicado conocer realmente los acontecimientos y aclarar mejor esta temática. Al respecto, dice Rostworowski: «En los mitos el sol es frecuentemente considerado como “padre” de diversas huacas. Sin embargo, existen contradicciones, los narradores parecen dudar de sus conocimientos, situación natural en la comunicación oral, cuando cada cual añade o quita lo que le parece» (Rostworowski 2001b: 211) (figura 803). Fig. 803 El cronista Betanzos señala que unas veces tienen al Sol por hacedor y otras veces atribuyen esta función a Viracocha. Vista de un amanecer del lago Titicaca, Puno. 474 Ricardo Bardales Vassi Para Conrad y Damarest, en la religión Inca solo al final Viracocha (Dios), el Sol e Illapa estuvieron agudamente diferenciados, no así en la versión original (Conrad y Demarest 1984: 129). En varias versiones de las crónicas se tiene que el dios Wiracocha está sobre todos las demás, entre ellas el Sol, Illapa y las otras deidades menores de los diferentes espacios regionales. Sobre estas dificultades del panteón supremo, Ziólkowski señala: «Sin entrar en detalles de esta muy enredada materia, hay que señalar que la principal dificultad de las investigaciones acerca del panteón supremo es consecuencia (como en otros casos) del carácter incompleto y muy heterogéneo del material factográfico, actualmente disponible [...] fuentes, en diverso grado, alteradas por los conceptos y pensamientos cristianos, puesto que buena parte de la documentación a que nos hemos referido ha sido establecida para los fines de la evangelización» (Ziólkowski 2001: 276; Molina 1947 [1916]: 28). principales caracteres de las divinidades (y en general, de la cosmovisión) andinas: que de ello resulta el carácter multifacético, moldeable, de las divinidades, que llega al extremo de ser un concepto en virtud del cual una divinidad puede ser parte separada de sí misma, y/o de actuar simultáneamente en múltiples formas. Demarest sostiene que mucho antes de la expansión inca existió un substrato de creencias referentes a una sola divinidad multifacética de los Cielos, que ostentaba rasgos combinados de Dios Creador / Dios de los fenómenos meteorológicos / Divinidad Solar; varias etnias andinas tenían posiblemente en sus panteones divinidades parecidas de comparables caracteres. En base a esto, los incas elaboraron su propio modelo de patrón supremo, adaptándolo, mediante algunas modificaciones, a las necesidades de una ideología expansionista. Los principales conceptos al respecto eran los siguientes: El mismo Ziólkowski, haciendo referencia a Demarest, propone un análisis sobre Wiracocha, que a manera de ilustración hemos considerado oportuno transcribir no obstante su extensión: […] parece ser una divinidad multifacética, pues las fuentes lo describen como: un héroe cultural a escala panandina, un Creador trascendente e incorporal, un Dios de los Cielos y, al mismo tiempo, el patrón del culto Imperial. Además Wiraqucha se interfiere frecuentemente con Inti (el Sol), con Illapa/Tunupa (el Trueno), con Pachacamac, así como con progenitores míticos regionales e incluso con varios wakakuna. Es verdad que los cronistas españoles, intentando presentar el panteón andino a la manera del griego o romano (con personajes divinos bien definidos y separados), tropezaron con una dificultad insuperable al encontrar una divinidad con tantas atribuciones como Wiracocha. Por ello las referencias en las fuentes son tan enredadas y contradictorias. Para A. Demarest esa situación resulta de la incomprensión de los los sistemas ideológicos nativos enfatizan especialmente el movimiento y la transformación (sobre todo en lo referente a los cuerpos celestiales), y no a las características estables; 1)La unificación de numerosas entidades celestiales (sol, trueno, tempestad estrellas) en una sola divinidad multifacética; 2)La metáfora general del mito de creación: la representación simbólica del curso del sol (uno de los «aspectos funcionales» de la Divinidad Celestial); 3)La división solsticial del «aspecto solar», en dos personajes: El Señor Sol, el Sol viejo/maduro asociado al solsticio de diciembre. 475 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas El Sol joven, el Sol Hijo asociado al solsticio de junio. 4)La identificación del Creador-Wiraqucha (una metáfora del sol y de un héroe cultural serrano) con aspecto maduro del Sol, el Señor Sol. A esta asociación alude claramente Gonzales Holguín diciendo: «Viracocha es un epícteto para el sol» (Goncales Holguín: 354). ASI ESTA EN EL ORIGINAL 5)La importancia de la dicotomía básica entre el Creador general (Wiraqucha) de un lado y en un progenitor específico de la dinastía Inca, Patrón del Imperio (Inti Wawqi y/o Punchao) del otro, aunque ambos no fuesen más que «aspectos» solares de la Divinidad Celestial. 6)Los incas hubieran puesto mayor énfasis sobre el aspecto solar de la Divinidad Celestial, en comparación con el más generalizado Thunupa del Collao (que sirvió posiblemente de prototipo) o las deidades celestiales de otras etnias serranas (Demarest 1981:43-44). De las consideraciones antes referidas por Ziólkowski (1997: 43 – 44), y recogidas de Demarest, con fines de este estudio podemos resaltar los aspectos 3, 4 y 5. Podemos señalar entonces que el dios Wiracocha se concebía como una divinidad con atributos múltiples, que asimilaba diferentes dioses y se transformaba en un dios múltiple. Divinidad a veces visible, otras veces invisible, con rasgos combinados de dios dual / dios fertilizador / dios ordenador / dios celestial (vinculado a los fenómenos atmosféricos / dios solar /dios zoomorfo). Ésta era una concepción entendida por la élite gobernante y los principales sacerdotes; es probable que tenga que ver también con el nombre que se le ha dado, «Illa Ticsi Wiracocha Pachayachachi», que posee varios atributos y que además contiene una concepción ideológico-religiosa (figura 804). Fig. 804 El dios Wiracocha, dios múltiple, a veces visible, a veces invisible y con atributos múltiples de otras deidades. Puerta del Sol en un atardecer. 476 Ricardo Bardales Vassi Esta apreciación está relacionada con el pensamiento holístico andino que plantea Laurencich en relación con Wiracocha: Actúa según un proceso amebiforme, ampliándose en una especie de juego de espejos en el cual el número de los dioses y de las fuerzas divinas se suman, formando un todo divino acaparador y ampliado pero distinto a la suma de los dioses y de las fuerzas divinas que la componen […] presenta dioses capaces de asumir las características de otros dioses […] (Laurencich 2009: 78).25 Asimismo, con lo manifestado por Demarest, quien lo ve como una divinidad multifacética de los cielos. En tal sentido, el dios Wiracocha, así visto, supuso un concepto abstracto, intelectual, holístico y elitista, destinado y entendido solo para la nobleza y la élite sacerdotal, con un alcance social restringido para el pueblo. Supuestamente, éste practicó una religión con las deidades en forma independiente; así lo manifiesta Anello Oliva: «Y es así para la plebe I(n)ca, que veneraba a Pachacamac (dios invisible), a (U)iracocha que es Dios encarnado, Yllapa (fuerzas violentas de la naturaleza), Ynti (Sol), Quilla (Luna), Coyllur (Estrellas), Chasc(a) (Venus), Amaru (Serpiente), Uturuncu (Jaguar) y tantas otras cosas, además del Rey que […] Hijo del Sol […]» (Laurencich 2009: 266).26 2. El dios Wiracocha y los incas Viracocha y Pachacútec Para tratar de la relación entre el dios Wiracocha y el octavo inca, Viracocha, empezaremos señalando que este Inca toma el nombre de 25 26 este dios. Sobre estos acontecimientos, el cronista Sarmiento tiene la siguiente versión: A este Atun Topa Inga, estando una vez en Urcos, pueblo questá poco más de cinco leguas del Cuzco al sureste, adonde estaba la suntuosa guaca del Ticci Viracocha, le apareció la noche el Viracocha. Y por la mañana juntando sus orejones y entrellos a un Gualpa Rimache, su gobernador, le dijo cómo aquella noche le había aparecido el Viracocha y le había anunciado grandes nuevas venturas a él y a sus descendientes. Por lo cual gratulándole Gualpa Rimache, le saludó llamándole: «¡Oh Viracocha Inga!» y siguiendo los demás celebraron este nombre Viracocha; y con él se quedó todo el tiempo de su vida [...] (Sarmiento de Gamboa 1942: 92). Por su parte, Guaman Poma señala que Wiracocha era adorado por el inca Viracocha: «Este dicho Inga adoraba mucho al ticze Uiracocha [...] Creía más en Ticze Uiracocha» (Guaman Poma de Ayala 1993: 84, f. 107). El cronista Cobo refiere con claridad que el inca Viracocha dispone que el dios Wiracocha sea preferido antes que el Sol: «Viracocha guerreó a estos señores [a los curacas de los pueblos vecinos] porque no sentían bien lo que él con su padre había hecho en quitarle el reino y de que intentase alterar las cosas de la religión, mandando que el dios Viracocha fuese preferido al Sol y a los demás dioses […]» (Cobo 1964¿a o b?: 76). El inca Viracocha propició mucho la religiosidad y culto a las huacas e ídolos, con conocimientos metafísicos, haciendo las funciones de sacerdote o chamán; era él el que promovía el lenguaje simbólico a través del uso de figuras. Al respecto, Murúa señala: «Fué dado mucho a las hechicerías y tuvo afinidad de hechiceros y Según la autora, esta lógica se comprueba en los cálculos de los números sagrados incas, así como en el mundo mesoamericano con el calendario ritual mesoamericano del tonalpohualli, en las figuras lingüísticas de Guaymí y otros. Hace referencia a Anello Oliva, J., I-c.9vb/. 477 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas adivinos [...] mandábales que enseñasen a sus ministros por figuras. Pero no los comunicaban ni descubrían sus secretos [...] Viracocha Inca tomó también este oficio, que vino a saber más que los susodichos [...]» (Murúa 2001: 62-63). Por otro lado, el inca Viracocha pertenecía a la clase de los hanan, es decir, procedía de la clase sacerdotal; asimismo, dispuso que los trajes de la nobleza tuvieran tocapus, que llevaban adornos geométricos de índole simbólica, entre ellos seguramente los símbolos sagrados del «Código de Wiracocha» (figura 805). Latchan, refiriéndose al dios Wiracocha, manifiesta que hace su aparición con el gobierno del inca Viracocha: «Hace su aparición en la historia de los incas en el reinado del Inca Viracocha, descendiente del ayllu, donde existía uno de los santuarios principales de la tribu […]» (Latcham 1929: 287). Esta versión coincide con la de Blas Valera, quien señala que el dios Wiracocha (Viracocha) es elevado al rango de dios por Topa Inca Viracocha, «quien además habría tomado su nombre después de haber soñado con él» (Laurencich 2009, I: 71). Por otro lado, es de destacar que el inca Viracocha mantenía buenas relaciones con los collas, como queda patentizado en la crónica de Santa Cruz Pachacutic, que cuenta que en la ceremonia de la fiesta de bodas de Viracocha Inca tuvo la visita de Chuchi Cápac de Hatun Colla, quien señalaba que el supremo inca adoraba a Wiracocha (Viracocha), «Creador del Mundo»: Tú rey del Cuzco Yo, rey de Colla beberemos comeremos hablaremos que nadie hable Yo estar sentado sobre plata Tú estar sentado sobre oro Tú adorar a Viracocha Creador del Mundo Yo adorar al Sol (Santa Cruz Pachacutic Yamqui 1993: 146-147) (figura 806). 478 Presumiblemente, el inca Viracocha, en su campaña de conquista de la zona de los collas, visita Tiahuanacu y recibe información sobre el Sol y el dios Wiracocha; y esta información refuerza la reforma religiosa que va a iniciar en su gobierno encumbrando a este dios de sus ancestros y va a tomar su nombre, que después su hijo Pachacútec continuará. En relación con este punto, Araníbar señala: De la región Colla, por otra parte, al entrar en contacto con ella desde la época inmediatamente anterior a Pachacútec, los incas recibieron fuerte influencia religiosa y se apropiaron de antiguas tradiciones místicas, las cuales amalgamaron con las suyas propias. Pachacútec, al desplazar al soberano anterior, fomentó entre muchas reformas religiosas el culto del Hacedor originario de los collas. Es decir, que la conquista del Collao permitió a los incas acercarse a un núcleo de creencias arcaicas propias de la zona del lago (Araníbar Zerpa 2003: 94). Respecto a la relación entre el dios Wiracocha y Pachacútec, las crónicas también hacen referencia a que el inca Pachacútec ingresa a la escena de los gobernantes incas como producto de las pretensiones de los chancas de invadir el Cuzco. En tal circunstancia, como ya se mencionó, tanto el inca Viracocha como su hijo mayor, Urco, desisten de enfrentar a los invasores. Ocurre entonces que es Pachacútec quien decide hacerles frente a pesar de no recibir el apoyo directo de su padre. Pachacútec le hace una oración al «Hacedor» pidiéndole socorro hasta las lágrimas, y éste se le presenta en sueños y le ofrece su apoyo para que pueda salir victorioso frente a los chancas, quienes pretendían invadir el Cuzco. Sobre esto es interesante la versión que ofrece Betanzos (1999, VIII: ¿PÁGINA?): […] apartándose Ynca Yupanque de sus compañeros la noche que ya la historia os ha contado dicen que se fue a cierta parte do ninguno de los suyos lo viesen espacio de dos Ricardo Bardales Vassi Fig. 805 Inca Viracocha visto por Guaman Poma de Ayala. Fig. 806 Panorama del lago Titicaca desde el volcán Kapia (Yunguyo, Puno). tiros de onda de la ciudad e que allí se puso en oración al hacedor de todas las cosas que ellos llaman Viracocha Pacha Yachachic y que estando en su oración que decía en esta manera: Señor Dios que me hiciste e diste ser de hombre socórrome en esta necesidad en que estoy pues tú eres mi padre y tú me formaste y diste ser y forma de hombre no permitas que yo sea muerto por mis enemigos dáme favor contra ellos no permitas que yo sea subjeto dellos y pues tú me hiciste libre y solo a tí subjeto no permitas que yo sea subjeto de estas gentes que ansi me quieren sujetar y meter en servidumbre dame Señor poder para poderlos resistir y haz de mi a tu voluntad pues soy tuyo que cuando estas razones decíalas llorando de todo corazón e que estando en su oración se cayó dormido, siendo vencido del sueño y que estando en su sueño, vino a él el Viracocha en figura de hombre y que le dijo: Hijo no tengas pena que yo te enviaré el día que a batalla estuvieses con tus enemigos gente con los que los desbarates e quedes victorioso […]. Betanzos continúa señalando que Wiracocha se le presenta en figura de hombre y estando despierto, le ofrece su apoyo (socorro) para que gane la guerra frente a los chancas. Le dice: «Hijo mañana te vernan tus enemigos a dar batalla yo te socorreré con gente para que los desbarates y quedes victorioso» (Betanzos 1999, VIII: 32). Otra crónica relacionada con el dios Wiracocha y Pachacútec, previa al enfrentamiento contra los chancas, es la de Acosta (1590), quien señala que Wiracocha se queja de que no le dan la obediencia y la veneración debida y que él le daría la victoria frente a los chancas. Con ello 479 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas Pachacútec dispone que el dios Wiracocha se constituya en señor universal, con un estatus más elevado que el del Sol y el trueno: Inca Yupanqui, para hacerse señor, inventó, y dijo que estando él solo, y muy congojado, le había hablado el Viracocha Creador, y quejándosele que siendo él señor Universal y Creador de todo, y habiendo él hecho el cielo, y el sol y el mundo, y los hombres, y estando todo de bajo de su poder no le daban la obediencia debida, antes hacían veneración igual al Sol, al trueno y á la tierra, y otras cosas, no teniendo ellas ninguna virtud más de las que les daba; y que le hacía saber que en el cielo donde estaba, le llamaban Viracocha Pachayayachic, que significa creador universal. Y para que creyesen que esto era verda, que aunque estaba solo, no dudase de hacer gente con este título, que aunque los Changas eran tantos, y estaban victoriosos, que él le daría la victoria contra ellos, y le haría señor, porque le enviaría gente, que sin que fuese vista, le ayudase, Y fue asi, que con este apellido comensó a juntar gente y junto mucha cuantidad, y alcansó la victoria, y se hizo señor, y quitó a su padre y a su hermano el Señorío, venciéndolos en guerra; después conquistó a los Changas; y desde aquella victoria este estatuyó, que el Viracocha sea tenido por señor universal, y que las estatuas del sol y del trueno, le hiciesen reverencia y acatamiento, y desde aquel tiempo se puso la estatua del Viracocha más alta que la del sol y del trueno, y de las demás guacas (Acosta 1979 [1590]: 307-308). En esta misma línea, de la relación PachacutecWiracocha, es de destacar la versión de Polo de Ondegardo, quien señala que la madre de Pachacutec es quien tiene un sueño y le comunica de su triunfo a su hijo frente a los chancas, después de haber sido “desbaratado” su padre y antes de salir del Cuzco para enfrentarlos, 480 “le dixo su madre haber soñado que la razón de la victoria de los Chancas había sido que se hacía en el Cuzco más veneración al Sol que al Pachayachachi que era Criador Universal, y que prometiesse que de allí adelante se harían más sacrificios y más oridinarios a aquellas estatuas, y que fuera luego contra los Chancas y que él les daría la victoria y le enviaría del cielo gente que le ayudase; finalmente con este título fue y venció y de allí quedó aquella imaginación de los pururaucas, de que se hizo relación, que fue una de las cosas más importantes que los Ingas tuvieron para hacerse señores…” (Ondegardo de, 1917 /1571/: 49-50) Vencidos los chancas, «de regreso a la ciudad, mandó Yupanqui reunir todo el botín, separando lo mejor le ofreció al dios Viracocha, junto con muchos sacrificios, en agradecimiento por la victoria concedida» (Rostworowski 2006: 114) (figura 807). Fig. 807 Personaje central de la Puerta del Sol, presumiblemente Wiracocha. Este dios fue visto por Cobo como el hacedor y creador universal. Ricardo Bardales Vassi Las crónicas también cuentan que, estando en el poder, Pachacútec reflexionó sobre la supremacía del Sol sobre Wiracocha y planteó un cuestionamiento a favor del dios Wiracocha. Cobo lo relata así: Después de haberse mostrado tan devoto del sol y puesto al cuidado dicho en que todos lo adorasen como sus antepasados lo habían hecho, se puso un día a considerar como era posible que una cosa tan sujeta a movimiento como el sol, que nunca para ni descansa un momento, pues todos los días da vuelta al mundo, fuese Dios; e infirió de este discurso que no había ser sino un mensajero enviado por el Hacedor a visitar el universo, demás de que, si fuera Dios, no fuera parte un pequeño nublado que se le pone delante para impedirle su resplandor y rayos para que no alumbrase; y que si fuera él el Criador universal de todas las cosas, algún día descansaría y desde un lugar alumbrara toda la tierra y mandara lo que quiera; y así, no era posible sino que había otro Señor más poderoso que lo mandase y rigiese, el cual era sin duda el Pachayacháchi. Comunicó este su pensamiento con los de su concejo, y con acuerdo dellos determinó que fuese preferido al sol el Pachayacháchic, a quien dentro de la ciudad del Cuzco edificó templo particular que se llamó Quishuar-Cancha; y en él puso un simulacro del criador del mundo, Viracocha Pachayachachic, de oro y tamaño de un muchacho de 10 años con figura de hombre y muy resplandeciente, puesto en pie, con el brazo derecho levantado […] como de persona que estaba mandando (Cobo 1964¿a o b?: 78-79). De la misma forma se manifiesta Molina en relación con el parecer de Pachacútec, señalando que fue el primero que empezó a poner cuenta y razón en todas las cosas y el que quitó cultos y ceremonias y que luego se regían por inviernos y veranos (seguramente tomando en cuenta los solsticios, como veremos en el torreón de Machu Picchu). Además, señala: Éste fue de tanto entendimiento que se puso a considerar, viendo el respeto y reverencia que habían tenido sus antepasados al Sol, pues le adoraban por dios, que no tenia reposo ni descanso ninguno y que todos los días daba vuelta al mundo, dijo y trató con los de su Consejo que no era posible ser el Sol el dios creador de todas las cosas, porque si lo fuera, no fuera parte un pequeño nublado que del así se le ponía estorbarle el resplandor que no alumbrase, y que si él fuera el Hacedor de todas las cosas, que algún día descansara, y de un lugar alumbrara a todo el mundo, y mandara lo que él quisiera; y así que no era posible, sino que había otro que lo mandase y rigiese, el cual era el Pachayachachi, que quiere decir Hacedor (Molina 1947: 37-38) (figura 808). Molina, refiriéndose al inca Pachacútec en relación con el dios Wiracocha, señala que la mayor reverencia y sacrificios, desde el principio (supuestamente desde Manco Cápac), fue realizada por este Inca: «No obstante que desde el principio tuvieron noticia los Incas de un Hacedor de todas las cosas y le tenían reverencia y hacían sacrificios, no en tanta veneración como desde este Inca acá» (Molina 1947: 38-39). En la crónica escrita por Acosta también encontramos la siguiente referencia: «Aunque en las palabras había diferencia cuando hablaban con el gran Ticciviracocha, al cual atribuían principalmente el poder y el mando de todo, y a los otros como dioses o señores particulares, cada uno en su casa, y que eran intercesores para con el gran Ticciviracocha» (Acosta 1979[1590]: 223). Por su parte, Molina hace referencia al parecer de los sacerdotes en relación con el Sol, en el contexto de la supremacía religiosa, calificando al Sol como «hechura del Hacedor»: «que el siempre mozo y saliese alumbrando y resplandeciendo, no conociéndolo por Hacedor sino por hechura 481 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas Fig. 808 El Sol era visto como un dios particular, intercesor del Ticciviracocha, quien tenía el poder y mando de todo, según el cronista Juan de Acosta. Salida del Sol en el Templo del Kalasasaya de Tiahuanacu. del Hacedor» (Molina 1947: 55). Por otro lado, Blas Valera señala: «El sol dijeron que era hijo del gran Illa Tecce, y que la luz corporal que tenía, era parte de la divinidad que Illa Tecce le había comunicado, para que rigiese y gobernase los días, los tiempos, los años y veranos, y a los reyes y reinos y señores y otras cosas» (Valera 1945: 4); mientras que Baltasar de Salas considera al Inti como «simple enviado del Hacedor, para con la mama tierra»; luego indica: «Solamente los han venerado como á embajadores del Hacedor» (Salas 1901: 129), es decir, el dios Wiracocha (figura 809). Latcham, por su parte, también hace referencia al inca Yupanqui (Pachacútec), haciendo ver que en su periodo hubo un resurgimiento del culto 482 del dios-creador, numen predilecto de su padre:, y que llegó a ocupar un lugar muy relevante en la nueva religión, dándole una nueva forma y mayor resplandor; recoge las tradiciones de este dios que viene de la región del lago Titicaca y de Pacaric Tambo: En el reinado del hijo del citado monarca, Inca Yupanqui, hubo un resurgimiento del culto de este dios y aparece como el dios-creador de los incas, llegando a tomar un lugar preponderante en la renovada religión. Es casi seguro que los ritos y ceremonias relacionadas con el nuevo culto eran diferentes en muchos detalles a los practicados antes. Molina nos indica varias de las innovaciones introducidas por el Inca Yupanqui. Es posible que entre los amautas Ricardo Bardales Vassi Fig. 809 El inca Pachacútec concibió al dios Wiracocha como el dios creador de los incas. o guardianes de las tradiciones quedaban algunos vagos recuerdos del culto a Viracocha, porque los incas, al igual que otras tribus collas, deben haber conocido este dios antes de salir de la región del lago, pero parece que durante su estadía en Pacaric Tampu, en contacto de tribus de origen quechua, lo hayan olvidado. Inca Yupanqui, por sus investigaciones de todas las antiguas tradiciones de la raza, hallaría sus vestigios, y esto, agregado al hecho de figurar Viracocha como achachila o pacarina del ayllu de su padre y numen predilecto de éste, serían motivos suficientes para que resucitara el antiguo culto, dándole una nueva forma y mayor esplendor (Latcham 1929: 287-288). Por otro lado, Gordon McEwan también refiere la supremacía del dios Wiracocha sobre otros dioses: «Pachacuti también organizó la religión incaica, convirtiéndola en una institución imperial. Los dioses principales de los diversos pueblos incorporados al imperio fueron incluidos en el panteón Inca […] Sobre todos ellos estaba Viracocha, la gran deidad creadora de los pueblos andinos» (Gordon McEwan 2006: 89). Valcárcel también reafirma esta situación, señalando que Pachacútec proclama a Wiracocha como verdadero Dios Supremo y coloca un símbolo del dios en la figura de una elipse de oro, en un lugar más alto que el Sol y la Luna; además, es quien manda a construir el templo para Wiracocha en la plaza del Cuzco, en un sitio prominente de Quishuarcancha (Valcárcel 1984: 97-98). Fellmann, a partir de una referencia del cronista Cristóbal de Molina (1572), plantea una sugestiva opinión sobre la aplicación de una estrategia religiosa en la que está la respuesta a esa relación controvertida entre el dios Wiracocha (estamento aristocrático) y el Sol (profesado por los súbditos), estableciendo una jerarquía y conjugando ambos mitos en uno solo: 483 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas Pachacuti, desde luego, no llegó a conclusión alguna sobre la supremacía de Viracocha por vía de un puro razonamiento, puesto que su padre, antes, lo había proclamado así. Se vio frente a un conflicto entre el culto de Viracocha que su padre había tratado de imponer y el culto del sol que era profesado por sus súbditos, y lo solucionó con su habitual sagacidad, estableciendo una jerarquía y conjugando ambos mitos en uno solo. Con ello, dio carta de ciudadanía cuzqueña al dios de su padre, con lo que mantuvo la legitimidad de sus derechos al llauto, y respetó la fe tradicional del estamento aristocrático, evitándose un posible problema interno. Para rematar la solución lograda, ordenó reedificar el Coricancha e hizo colocar en él a los dioses de acuerdo con esa solución. Ese templo, por eso, más que un templo cualquiera, es un monumento a su habilidad de compromiso (Fellmann 1977: 234). Así, en su «reordenamiento religioso» Pachacútec coloca al dios Wiracocha en un nivel superior al de las demás deidades, incluyendo al Sol, a quien ubica inmediatamente después y llama «hechura del Hacedor», «intercesor», «enviado del Hacedor» y «embajador». Aquí también debe mencionarse el análisis de Duviols (1997) sobre la identidad religiosa del inca Viracocha, quien llega a establecer una relación interesante: Inca Yupanqui (Pachacútec) - encarnación del dios solar sobre la tierra - hijo del Sol - dios. Por ser de interés para este estudio, a continuación transcribimos el referido análisis del autor sobre «El hombre dios», que alude a las conexiones entre el dios Wiracocha, el inca Viracocha y su hijo Inca Yupanqui (Pachacútec): El juego de conexiones entre Viracocha Inca, Viracocha dios, Inca padre e Inca hijo, nos parecerá coherente si nos damos cuenta de que, en el relato de Betanzos, Viracocha Inca y Viracocha Dios son dos facetas de un mismo personaje, dos expresiones o exponentes de una 484 sola y misma entidad. Se trata de dos epifanías comunicantes de la relación dios-hombre, esto es: 1) de las relaciones Inca-Sol, Inca Viejo Inca Joven; 2) de las relaciones y suposiciones siguientes: Inca viejo y Sol viejo con Inca joven y Sol joven. Viracocha-hombre emerge, en el relato de Betanzos, cuando por primera vez el Inca se posesiona él mismo de su nombre y también de su idiosincrasia, después de la noche en la que Viracocha dios le ha elegido y nombrado representante suyo en la tierra. A la mañana, «se levantaron todos los suyos le llamaron Viracocha Ynga que quiere decir ”Rey y dios”» (Betanzos 1999 [1555]: 22b). Insiste Betanzos: «[…] y lo mismo hacía este Viracocha Inca e intitulábase como arriba decimos dios» (Betanzos, 1999 [1555]: 23a). El cronista transcribe lo más fielmente que puede, pero no cabe en su mente la identificación hombre-dios. No se da cuenta —o no quiere darse cuenta— de que, según el concepto Inca, Viracocha Inca no solamente se titula dios sino que es dios. Viracocha Inca se comunica con el dios que tiene el mismo nombre que él, habla con este dios, se informan mutuamente, y él también se comporta como dios. No resiste a los chancas porque el dios y él lo han decidido así: «Siendo yo hombre que comunico y hablo con dios he sabido por él y sido avisado que no soy parte para resistir a Uscovilca [...]» (Betanzos 1999 [1555]: 28b). Viracocha Inca y Wiracocha dios tienen la misma relación de parentesco con inca Yupanqui: los dos son su creador, a la vez divino y biológico, y su padre, a la vez biológico y divino. En su oración al dios, le dice inca Yupanqui: «Tú eres mi padre y tú me formaste y diste ser y forma de hombre» (Betanzos 1999 [1555]: 32a.). Ricardo Bardales Vassi Le responde el dios Viracocha a inca Yupanqui: «Hijo, no tengas pena [...]» (Betanzos 1999 [1555]: 32a.), confirmando así la confusión, básica y necesaria, del creador divino con el creador humano. El dios Wiracocha, que había aparecido con gran resplandor, manifestando así su evidente idiosincrasia solar (aunque no quiso declarar quién era), le dijo también a Inca Yupanqui, antes de la batalla: «Hijo, no tengas temor» (Betanzos 1999 [1555]: 50). Aquella aparición de Viracocha Sol había de fundar —o, mejor dicho, confirmar— la identidad del infante como encarnación del dios solar sobre la tierra, es decir, como hijo del Sol, y, por consiguiente, también como dios: «Ansí los suyos como la historia os contará le llamaron después hijo del Sol» (Betanzos 1999 [1555]: 50) (Duviols 1997: 300-301). A partir de lo expuesto, podemos señalar que Viracocha Inca se consideraba dios; por su parte, Pachacútec era hijo del dios biológico pero, al mismo tiempo, hijo del dios divino Wiracocha, el “Sol Viejo”; por lo tanto, el inca Pachacútec también estaba considerado como dios (figura 810). Ahora que tenemos más claro el pensamiento de Pachacútec en relación con el dios Wiracocha, analizaremos el culto solar de los incas desde el punto de vista astronómico. Fig. 810 Inca Pachacútec. Aparte de haber sido un excelente gobernante, mostró conocimientos de planeamiento, arquitectura e ingeniería en el diseño y construcción de Machu Picchu, hoy una de las «Siete Maravillas del Mundo». 485 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas 3. Dualidad y complementariedad solsticial Como se ha visto, en la cosmovisión andina la dualidad fue un tema de vital importancia. Ésta también estuvo vinculada a la dualidad solar complementaria, es decir, dos soles vinculados con las encarnaciones solsticiales, que tratan de conciliar. Al respecto, Ziólkowski, haciendo referencia a Demarest, señala: […] ha llamado la atención sobre una oposición básica, reflejada en el ritual del culto solar, y que seguramente tuvo consecuencias iconográficas. Nos referimos a la oposición entre los dos rituales solsticiales de junio y de diciembre, y entre sus titulares Apu Inti y Churi Inti. Las festividades del Inti Raymi en junio estaban dedicadas al sol joven (Punchao), un sol pequeño y lejano, según los dibujos de Huaman Poma (1980: 220, fol. 246 248), mientras que la principal fiesta solar del Capac Raymi, en diciembre, se organizaba en honor del Señor Sol, del Sol maduro, asociado con Viracocha (Demarest 1981, tomado de Ziólkowski 2001: 287).27 Esta propuesta la podemos resumir así: Solsticio de diciembre: Titular Apu Inti, Señor Sol, maduro, grande y cercano, Primer Sol, de mayor resplandor, asociado con Viracocha (dios Wiracocha). En la figura 811a (dibujo de Guaman Poma) se observa al Inca seguido de un séquito dirigiéndose al Señor Sol (en la figura 811b, detalle del referido Señor Sol o Sol maduro). Solsticio de junio: Titular Churi Inti, dedicado al Sol joven, pequeño y lejano. En la figura 812a (dibujo de Guaman Poma) se observa al Inca brindando con el Sol; asimismo, una criatura con 27 486 Los dibujos de los soles en Guaman Poma 1980: 220, fol. 246. Fig. 811a-811b Dibujo del Sol en el mes de diciembre (solsticio de verano), según Guaman Poma. Cápac Inti Raimi: Sol Viejo. La vestimenta del Inca está adornada con espirales. Detalle del Sol maduro (diciembre), asociado con Wiracocha. Ricardo Bardales Vassi rostro humano, cuerpo de felino alado (volando) que se acerca al Sol entregándole un quero para que brinde, mientras que una mujer (la colla), de espaldas al Sol y frente al Inca, llena un quero para brindar. En la figura 812b, detalle del Sol. ¿Con quién se asocia este Sol joven? Aquí es interesante señalar el trayecto terrestre, los puntos solsticiales y la relación del Cápac Raymi y Wiracocha, señalada por Ziólkowski: «Zuidema ha afirmado rotundamente que «El trayecto terrestre de Viracocha desde el lago Titicaca (este) hacia el mar cerca a Manta en el oeste puede ser visto como una proyección terrestre del sol a través del cielo» (Zuidema 1962 1974 o 1975: 164-165). Este autor se refiere a la ruta anual entre los puntos solsticiales, desde diciembre hasta junio, la del Sol maduro, Apu Inti, que camina hasta las orillas del mar (ticci: confines del mundo). El simbolismo de este movimiento se revela en varios niveles: por ejemplo, en la similitud de traje y apariencia entre Viracocha y el Señor Sol, o en el ya mencionado ceremonial de las fiestas solsticiales. También durante el Cápac Raymi, dedicado a Wiracocha (el Señor Sol), cuando se llevaba a cabo la ceremonia del huarachico o iniciación de la juventud Inca, que significaba la transformación de los jóvenes en adultos paralelamente al Sol, que pasaba de su aspecto de Churi Inti, Sol Joven, a Apu Inti, Sol Maduro o Señor Sol (Demarest 1981: 28, tomado de Ziólkowski 2001: 316). Por su parte, Bouysse-Cassagne y Harris señalan: «Durante el solsticio (vilcacuti: “vuelta del Sol”), que divide el año en dos, el ciclo solar se invierte; a un Sol que crece diariamente de julio a diciembre se opone otro menguante de enero a junio. Se dice que el Sol cumple una revolución durante el solsticio» (Bouysse-Cassagne y Harris 1987: 32), que está relacionado con la vuelta, el cambio, el cuti andino: «lo que puede dar un vuelco total es Fig. 812a-812b Dibujo del Sol en el solsticio de junio (el «Sol joven», lejano), y detalle de éste, según Guaman Poma de Ayala. 487 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas todo un mundo, toda una era, un pacha. Esto es lo que se llama pacha cuti» (Bouysse-Cassagne y Harris 1987: 32). «Se trata del símbolo que en el imaginario andino muestra al tiempo como ciclos de alteralidad en simetría espejada» (Lozada Pereira 2007: 239). Este pacha cuti evoca la vuelta del mundo, el mundo al revés; evoca la victoria de los incas frente a los chancas. También se sabe que el Cápac Raymi fue una fiesta instituida por Pachacútec para conmemorar la victoria sobre los chancas. Al respecto, Duviols manifiesta: «Además es significativo que la fiesta del Inti Raymi que se desarrollaba en diciembre, había sido instituida, según la tradición cuzqueña, para conmemorar la victoria sobre los chancas» (Duviols 1997: 302), y en memoria del dios Wiracocha que lo favoreció. Al respecto, cuando Betanzos se refiere al Sol en la fiesta de diciembre, es posible que se estuviera refiriendo a la fiesta que se le hacía al Sol viejo o Wiracocha: «La cual fiesta queria que se hiciese cada año al sol, por la victoria que le había dado y hecho Señor» (Duviols Pierre 1997: 298),28 refiriéndose al triunfo obtenido frente a los poderosos chancas. Ahora tenemos referencias más claras para afirmar que existe una vinculación entre la dualidad solar complementaria de los solsticios de verano e invierno (los dos soles vinculados con las encarnaciones solsticiales) y la presencia de las dos ventanas del torreón del Palacio Real de Machu Picchu, por donde ingresan los rayos del Sol en los solsticios del 21 de diciembre (verano), cuando se conmemoraba el triunfo sobre los chancas, y el 21 de junio (invierno); es decir, el ingreso del “Sol maduro” y el “Sol joven”, respectivamente, quizá representando el cuti (figuras 813 y 814). Fig. 813 Vista del torreón y las dos ventanas por donde ingresa el sol en los solsticios de diciembre y junio. 28 488 Esta frase se encuentra en el capítulo XIV de la Suma y narración de Betanzos, según la edición madrileña de 1880 (p. 89), edición conforme al manuscrito del Escorial —falta en la edición madrileña de 1987—, que sigue el manuscrito de Mallorca. Ricardo Bardales Vassi Fig. 814 Interior del torreón y las dos ventanas por donde ingresa el sol en los solsticios de invierno y verano. La primera está construida en una fila más alta. 3. ¿El «Sol» o el «Sol de soles»? «verdadero Sol». Lo ubica en otro dibujo de su crónica, representándolo en forma de óvalo, acompañado del Sol (izquierda) y la Luna (derecha). En la inscripción señala: «Plancha de oro fino que dizen que fue ymagen del Hacedor del verdadero sol, del sol llamado Uiracochan Pacha Yachachi» (Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua 1993: 209, llamada 1, f.14v). La versión de Pachacuti Yamqui Salcamayhua es muy clara: Uiracochan Pachayachachi lo denomina «verdadero Sol» (figura 815). Iniciaremos el tema del «Sol» o el «Sol de soles» con la mención que se hace en la crónica de Pachacuti Yamqui Salcamayhua, quien relaciona al dios Wiracocha con el Sol, calificándolo como Éste puede haber sido uno de los tantos motivos que explicarían las confusiones entre el «Sol de soles» (Wiracocha) y simplemente «el Sol» o Inti. Algunos informantes no sabían distinguir esa Asimismo, debemos resaltar que la luz que ingresa por las ventanas va a iluminar a los dos rostros grabados en la roca («anatrópica»), que están acompañados de otros íconos como la espiral , que viene a ser el torreón y que simboliza la serpiente que envuelve a la roca sagrada, así como del símbolo escalonado. El conjunto conforma el «Código de Wiracocha». 489 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas Fig. 815 Sección de la página donde aparece el dibujo de Santa Cruz Pachacuti Yamqui y hace referencia del «Verdadero Sol» (1993, f.14: 209). diferencia, dado que la verdadera concepción del dios Wiracocha solo era conocida por una élite. En el caso de los mismos cronistas, presumiblemente no les interesó hacer la distinción correspondiente, para favorecer con ello la estrategia de evangelización. Así, en las crónicas podemos presumir que hay algunos pasajes donde se producen estas confusiones del «Sol» por el «Sol de soles». Ocurre, por ejemplo, cuando Sarmiento de Gamboa menciona al Sol en el episodio de los últimos días de vida de Pachacútec, cuando éste le hace algunas recomendaciones a su hijo, el inca Túpac Yupanqui, a los orejones del Cuzco y a sus deudos más cercanos: ¡Hijo! Ya ves las muchas y las grandes naciones que te dejo y sabes cuánto trabajo me han costado: Mira que seas hombre para las conservar y aumentar. Nadie alce los ojos contra ti, que viva; aunque sean tus hermanos. A estos nuestros deudos te dejo por padres, para que te aconsejen. Mira por ellos, y ellos te servan. Cuando yo sea muerto, curaras mi cuerpo y ponerlo haz en mis casas de Patallacta. Harás mi bulto de oro en la casa del sol, y en todas las provincias a mí subjetas harás los sacrificios 490 solemnes, y al fin de fiesta de purucaya, para que vaya a descansar con mi padre el Sol (Sarmiento de Gamboa 1942: 140). Aquí, cuando sostiene que se va a descansar con su padre el Sol, ¿no se estaría refiriendo a la casa del «Sol de soles», es decir, la de Wiracocha, y a Patallacta como Machu Picchu? En la versión de Sarmiento resalta el gran esfuerzo que las conquistas y grandes obras le significaron al Inca. La frase de Pachacútec: «mira por ellos y ellos te sirvan», tiene un fondo filosófico: «¡Si quieres que te sirvan... sirve!». Y, finalmente, cuando, después de muerto, refiere que se va a descansar con su padre el Sol, es posible que se estuviera refiriendo al «Sol viejo», el dios Wiracocha. Por otro lado, en relación con el Sol, un aspecto que se debe tener presente es que su presencia en la iconografía precolombina no es abundante como podría esperarse. Al respecto, Alba Choque Porras hace un alcance que merece profundizarse: A lo largo de la iconografía del arte del Perú Antiguo no se ha encontrado de manera fehaciente la representación artística del Sol como divinidad [...] Ricardo Bardales Vassi En tiempos de los incas, tampoco hay restos de representaciones del sol. Va a ser después de la conquista cuando aparecerán en las crónicas (como la de Guaman Poma de Ayala) y en el arte de transición (sobre todo en los queros) la presencia física del sol de manera naturalista (Choque Porras 2009: 39-40). Por su parte, Franklin Pease señala: Es creencia generalizada que el culto solar existió en forma unánime en la zona andina y se ha hecho común afirmar que la religión del país de los Incas había girado siempre en este punto, y así se divulga en textos escolares, libros de difusión amplia y aun en trabajos más cuidados. Sin embargo, en los últimos treinta años se han esbozado algunas críticas a esta vieja presentación de la religión andina. Latcham, en 1929, afirmó que no hay evidencia que demuestre las tantas veces afirmada antigüedad panandina del culto solar; y Rowe en 1946, reconoció que el sol era “uno de muchos grandes poderes reconocidos en el culto oficial y su importancia era más teorética que real (Pease G.-Y. 1967: 1-2). Fig. 816a-816b Rostros felinos solares Copa, Carhuas (Tello ¿¿??). Fig. 817 Dibujo de un sector de tejido Nazca. Recuerda a la máscara solar y el germen felino-ofidio del «Señor de los Cetros» de la Puerta del Sol (Levillier 1927). NO ESTÁ EN LA BIBLIOGRAFÍA. Tello, en su publicación «Wira Kocha» (1923) muestra escasa iconografía donde aparece el Sol, y entre ella, los dibujos de felinos solares de Copa, Carhuas (figuras 816a y 816b). En las figuras 817 y 818 se muestran ejemplos de representaciones solares de Nazca y Chimú. Kauffmann es otro investigador que ha señalado que en el Incario no se habría adorado al Sol como máxima divinidad: «A lo largo de todas nuestras investigaciones de carácter etnográfico en parajes cordilleranos desolados, jamás presenciamos que los comarcanos adorasen al Sol. Esto contradice el supuesto asumido hasta el presente en el sentido de que en el Incario se habría adorado al Sol como máxima Fig. 818 Deidad solar con rayos de choclos, Chimú (Carrión 2005). 491 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas divinidad. El astro rey no debió ser otra cosa que un engendro ficticio de data colonial temprana». Otro aspecto que no debemos perder de vista es que el culto al Sol después de la Conquista no duró ni medio siglo: su culto se fue borrando, mientras renacía el culto de los antiguos dioses, entre ellos Wiracocha, que en la actualidad se sigue invocando en los pagos a la tierra que se realizan en la sierra del país. En todo caso, y como se ha señalado, la devoción profesada por la élite gobernante y sacerdotal inca no era la misma que la del pueblo. Al respecto, Pease hace la siguiente referencia: Karsten, que es uno de los autores que con más lucidez ha estudiado el tema religioso andino, sigue considerando a la manera tradicional a Wiracocha como el «dios de la élite» cuzqueña, y al sol como «dios popular» [...] Si bien el concepto de dios creador era claro en toda el área andina, el nombre de esta deidad variaba según las regiones (Pease G.-Y. 1973: 52). Ziólkowski, refiriéndose al Hacedor, señala que era «un culto de carácter aparentemente elitista, de un alcance social limitado» (Ziólkowski 1997: 53). De lo expuesto podemos señalar que, por lo menos en el periodo del inca Pachacútec, los sacerdotes y la élite inca eran los que veneraban a Wiracocha como dios principal, mientras que la población común, los puric cuna, veneraban al Sol, Illapa y otros dioses individuales. Esta disposición fue dada y permitida por el Inca, y quedan evidencias de que en el periodo de los incas Viracocha y Pachacútec, el dios Wiracocha estuvo concebido por la élite incaica como un dios múltiple y holístico, por encima de todas las deidades, incluido el Sol. Así, a Wiracocha se le podía concebir ubicado por detrás del sol (máscara); el sol natural 492 venía a ser la principal manifestación física, era la fuente del resplandor y de la iluminación. Ésta es una característica que no supieron o no quisieron explicar los cronistas. También se ha señalado que el Inca y los sacerdotes dirigían su mirada hacia el Sol, en son de respeto, como la representación del «verdadero Sol» o el «Sol de soles», ya que detrás de él se consideraba que estaba el dios Wiracocha, quien era el verdadero dador de la vida, la luz, el calor y el existir. Todo ello se manifestaba a través del sol natural que era como una ventana por donde «observaba» el dios Wiracocha, y es así como lo vemos en la Puerta del Sol de Tiahuanacu (como máscara) y en el Punchao del Koricancha (Recinto de Oro): el reflejo intenso que irradiaba, pero no se le podía ver. Finalmente, debemos tener presente que en las diferentes culturas el sol natural siempre ha sido el símbolo de la luz, la energía y el calor. Wiracocha se encarna como el «Sol viejo», el «Sol de Soles», el «Sol verdadero», la «Luz de la Verdad”, la «Luz Eterna», como denomina Blas Valera a Illa Tecce (Valera 1945: 3); «hombre muy resplandeciente», como lo llama Cristóbal de Molina (Molina 1947: 23), o el «Real ser», el «Hombre solar» o el «Ser consagrado», como lo denominan otros autores. A propósito de la luz, surge aquí una conexión interesante con la Puerta del Sol de Tiahuanacu, que proviene de la respuesta de un chamán de Tiahuanacu, Luque Choque Apaza, a quien encontramos en la celebración del equinoccio de otoño del 2010. Le preguntamos qué significado tiene el puma en el mundo andino, y su respuesta inmediata y contundente fue: «¡Es el «guardián de la Luz!». Sería, nada más y nada menos, que el «guardián del verdadero Sol»: «Wiracocha». El «verdadero Sol» es quien tiene el supremo poder sagrado (en la Puerta del Sol está con una máscara solar radiante). Lo recién señalado coincide con la iconografía que vemos Ricardo Bardales Vassi en el «Señor de los Cetros», donde se ven figuras de cabezas de felinos coronados a cada lado del podio, protegiendo al dios Wiracocha. Éste, a su vez, sostiene en sus manos báculos o cetros con forma de serpientes y cabezas de cóndores, que nos recuerdan a la figura del Punchao que relata Antonio de Vega, así como a las figuras de las cerámicas del nor-centro y a las placas de bronce del noreste argentino, que veremos en el capítulo 9, apartado 9.3 (figura 819). Fig. 819 Vista del amanecer en el lago Titicaca (Capachica). 493 El Dios Wiracocha, el Sol y los Incas 4. Wiracocha y los últimos incas Tomando en cuenta las crónicas, los incas que sucedieron a Pachacútec siguieron manteniendo una relación con el dios Wiracocha, pero todo indica que ésta fue menos intensa. Así tenemos que cuando asume el décimo inca, Túpac Yupanqui, hijo de Pachacútec, éste se dedicó a completar la construcción de la ciudad del Cuzco, cuya figura era la de un puma (la llamada «ciudad león», donde Sacsayhuaman representaba la cabeza). Otra de sus prioridades fue la conquista de nuevos territorios, y pareciera que las actividades religiosas no recibieron la atención que le brindaron su padre y su abuelo. Por otro lado, es presumible que su sucesor e hijo, inca Huayna Capac, mantuviera en silencio la existencia de Machu Picchu, pero continuaría reverenciando a Wiracocha. Así tenemos, por ejemplo, la versión de Montesinos, quien sostiene que este Inca, después de alcanzar la victoria en la laguna de Yahuarcocha, rendía sacrificios a Wiracocha y al Sol, haciendo mención a que éste último era su padre: «Después de alcanzada esta victoria, mandó hacer Huaina Cápac grandes sacrificios al Illatici Yachachi Huira Cocha y al sol, su padre» (Montesinos 1930: 123). Por su parte, Sarmiento de Gamboa hace referencias a una exclamación de Huáscar, después de ser capturado por los jefes guerreros de Atahualpa y presenciar las tormentosas muertes de sus familiares. En ese momento le pide a Wiracocha que Atahualpa también sea castigado y que sufra como él: «¡Hoy Pachayachachi Viracocha, tú que por tan poco tiempo me favoreciste y me honraste y diste ser, haz que quien así me trata se vea de esta manera, y que en su presencia vea lo que yo en la mía he visto y veo!» (Sarmiento de Gamboa 1942: 181). En los relatos de Murúa también encontramos versiones que reafirman que los incas Huayna Cápac y Huáscar le continúan profesando su fe al dios Wiracocha. En el primer caso, cuando visita el Templo de la Laguna de Titicaca: «dejó 494 encomendado a los sacerdotes que rogasen al Hacedor por él continuamente» (Murúa 2001: 100); en el segundo, es similar a lo que cuenta Sarmiento, solo que da más detalles. Se refiere al mismo pasaje, cuando Huáscar es tomado prisionero por Atahualpa: [...] desesperado se volvió al Hacedor diciendo: Apacha, Achachic Vira Cocha; que quiere decir: ¡Oh! Hacedor, que por tan poco tiempo me diste ser, ten por bien que por quien tantos males me vienen, se vea de la misma suerte que yo, que en su presencia y con sus mismos ojos vea la desventura que yo veo ahora en mis hijos y queridos, para que llegue sentir en su corazón lo que yo siento (Murúa 2001: 191). En el caso de Atahualpa, este inca creía en Wiracocha y cayó en el engaño de Pizarro, confundiendo a los españoles con sus embajadores o mensajeros del Hacedor. Tenemos un pasaje de la crónica de Murúa: Recibió Atao Hualpa los mensajeros del marqués don Francisco Pizarro, que fueron Felipillo y Martín, muy bien y los regaló con mucho amor y humanidad, y como le decían que los españoles eran embajadores del Hacedor, juntó a sus concejeros y les propuso qué debían hacer en ello, y todos le dijeron los fuese a recibir y a verse con ellos, y con esto acordó de venirse a Caja Marca a ver a los españoles. Y para hacerlo mandó pregonar en todo su ejército que ninguna persona dél llevase consigo armas de ningún género, por que para saber nuevas de tanto contento y recibir los mensajeros del Hacedor no eran necesarias armas [...] (Murúa 2001: 197). Este engaño que sufre Atahualpa también es mencionado por el padre Blas Valera, quien destaca unas palabras de Atahualpa en presencia de Hernando de Soto y sus embajadores (españoles de la Conquista), cuando equivocadamente cree que son los hijos del dios Wiracocha: Ricardo Bardales Vassi Empero también digo que tengo estos tiempos por felicísimos, por habernos enviado en ellos el dios Viracocha tales huéspedes [...] aunque supimos que entrasteis en nuestra tierra, e hicisteis presidio en ella, y el estrago de muerte y otras calamidades que pasaron en Puna y en Tumpis (Tumbes) y en otras partes, no hemos tratado mis capitanes y yo de resistiros y echaros del Reino; por que tenemos y creemos que sois hijos de nuestro gran dios Viracocha y mensajeros de Pachacamac (Valera 1945: 134). Como se concluye luego de leer los pasajes de las crónicas, la relación de los últimos incas con el dios Wiracocha se sigue dando, pero con menos intensidad que en el periodo de los incas Viracocha y Pachacútec. Del análisis realizado, podemos deducir que en el periodo Inca se dieron reformas religiosas que fueron modificando la supremacía del panteón de los dioses, siendo el dios Wiracocha la deidad suprema de la élite gobernante y religiosa del imperio, considerado como Illa Con Ticci Wiracochan Pachayachachi, la divinidad celestial, dual, holística, multifacética, ordenadora e integradora, con atributos de las otras deidades (del Sol, del Illapu, de la Luna, de las estrellas, de la Pachamama, de la Cochamama, del felino, de la serpiente, del cóndor, entre otros). Posteriormente, en los finales del Imperio e inicios de la Colonia, se integrarán Pariacaca y Pachacamac, que se constituiría en el patrón del culto imperial. Se volvió un todo divino con atributos mayores que la suma de todos los atributos de las otras deidades. Pachacútec realiza una reforma en la que concibe la dualidad solar como dos tiempos y dos personajes solares: uno ligado al solsticio de verano (21 de diciembre), asociado al «Sol maduro o viejo» y a Wiracocha; y el otro ligado al solsticio de invierno (21 de junio), asociado al «Sol joven», heredero de la dinastía Inca. Es decir, el propio Pachacútec es el hijo del dios solar Wiracocha. Estas representaciones del dios Supremo Wiracocha y sus deidades, así como la dualidad celestial-terrenal (reflejo-yanatin), están representadas en Machu Picchu, en el Templo Real (dios Wiracocha) y en los demás templos dedicados a las otras deidades. La dualidad celestial-terrenal: Wiracocha-Jefe Imperial (Pachacútec), está representada en la escultura de piedra con visión anatrópica de la colección de Juan Larrea (Museo de las Américas, España), que para nosotros representa al inca Pachacútec. También aparecen en los queros de madera del museo Inca del Cuzco (doble rostro) y en los sutiles grabados verticales y horizontales del Palacio Real de Machu Picchu. Finalmente, el pueblo cuzqueño de la época Inca, presumiblemente también veneraba al dios Wiracocha, además del Sol y las otras deidades, sin tener conocimiento de la concepción intelectual que le daba la élite sacerdotal y gobernante, que consideraba a Wiracocha el «Sol viejo». Esto presumiblemente trajo confusión con el «mismo Sol» o el Sol natural, tema que los cronistas no entendieron o no quisieron entender, ya sea por la concepción mediterránea que tenían, o por el interés en imponer su religión en el nuevo continente. Seguramente era menos complicado para ellos realizar una campaña de extirpación de idolatrías, poniendo al Sol como deidad suprema, enfrentándose a la religión politeísta y pagana de los andinos, que a Wiracocha y su doctrina, similar en varios aspectos a la cristiana. Anello Oliva, al comentar sobre el contenido de los quipus, señala: «Y de estos quipus reales no se encuentra semilla, no entendiéndolos, los Españoles los quemaron; muchos sacerdotes, dado que en estos se escondían los fundamentos de una religión no disímil de la nuestra, fingieron con hipocresía que eran cuerdas idólatras y también las quemaron, pues de otra forma hubiera sido vana la obra de evangelización» (Laurencich 2009: 266, J. Anello Oliva I, c.9vb/) (figuras 820 y 821). 495 Fig. 820 Según Blas Valera, la luz corporal del Sol era parte de la divinidad de Illa Tecce que le había comunicado ¿¿??. Amanecer en la isla Taquile (lago Titicaca, Puno). Fig. 821 Cuando nace el sol y el intihuatana en Machu Pichu.