NÚMERO EQUIVOCADO

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NÚMERO EQUIVOCADO
Carlos Antonio Vázquez Azuara
¿Alguna vez han recibido una llamada a su celular que pareciera estar equivocada? Yo creo
que sí, pero en mi caso, lo que parecía ser una simple llamada errada, se convirtió en la
perdida de mi libertad e incluso, pudo llevarme a la ruina.
Todo comenzó un viernes por la tarde, había llovido todo el día y acababa de salir de mi
trabajo; Yo me desempeño como corresponsal en el departamento de comunicación social
de una universidad local, y mi jornada laboral, concluye a las seis, por lo que ese día,
satisfecho por haber terminado una semana mas de trabajo, decidí retirarme a mi domicilio,
para comenzar a planear mis actividades de fin de semana, pero en el trayecto a casa, recibí
un mensaje en mi celular, el cual, provenía de un número que no tenia registrado y que
además, no reconocía, inmediatamente, revise el mensaje, el cual decía:
-“Oye, ya tengo tu dinero, dime donde te alcanzo para dártelo, o alguien que lo reciba por ti”Dicho mensaje, evidentemente no estaba dirigido hacía mí persona, puesto que nadie me
debía dinero y además, dicho número desde el cual fue enviado el mensaje, me era
totalmente desconocido, por tanto, concluí que era un error y consecuencia de ello, decidí
devolver el mensaje, manifestando que era un error y que revisaran bien al destinatario.
Transcurrieron veinte minutos de dicho acontecimiento, cuando de pronto, recibí una llamada
de un número celular que también me resultaba desconocido, cuando contesté,
inmediatamente un hombre al parecer de edad madura y con voz altisonante me preguntó:
-“¿Con quien hablo?”Mi respuesta fue muy obvia:
-“¿Con quien desea usted hablar?”Nuevamente me replicó:
-“Quiero saber con quien hablo”Mi respuesta, fue en el mismo sentido:
-“Dígame usted con quien desea hablar o a quien busca y con todo gusto le digo mi nombre”La respuesta de mi interlocutor a tal afirmación, fue perturbadora:
-“Es que quiero saber con quien hablo, para saber a quien voy a matar”Y acto seguido colgó.
Esa respuesta, debo confesarlo, me inquietó de sobremanera, pero en ningún momento
impidió que llegara a mi domicilio, una vez allí, lejos de planear mis actividades de fin de
semana o de planear alguna salida para la noche, me quedé pensado en esa llamada; ¿Por
que me habían llegado mensajes y llamadas que no correspondían a mi número celular?, es
decir, yo compré mi teléfono nuevo, y tanto el aparato como el chip no habían tenido dueño
anterior y por ende, era imposible que tanto el mensaje como la llamada, fueran dirigidas
para algún antiguo dueño, entonces, ¿que posibilidades me quedaban?.
Después de meditar bastante rato, concluí que todo había sido alguna broma pesada de las
que abundan o alguna especie de malentendido y continúe diciéndome a mi mismo, que una
llamada como esa, no me arruinaría el fin de semana o me haría mortificar en vano. Fue así
que decidí meterme a bañar, relajarme un poco y pensar en hablarle a alguna amiga para
salir, pero justo antes de hacer lo planeado, mi teléfono celular sonó, rápidamente pero con
nerviosismo, revisé el identificador, era un numero desconocido para mi, y por mi mente, no
lo niego, circulaba la idea de otra amenazadora llamada, dejé que sonara tres veces y
finalmente conteste:
-“Diga”Ipso facto una voz de mujer me respondió:
-“Buenas noches, quiero saber con quien hablo”Evidentemente, no debía revelar datos antes de saber quien era mi interlocutora, por tanto,
respondí con mesura:
-“Dígame con quien desea usted hablar”Esta vez, la replica a mi respuesta, fue más extensa y menos perturbadora que en la ocasión
anterior:
-“Mire, quiero saber con quien hablo, porque usted tiene en su poder el teléfono celular de mi
novio Andrés y quiero pedirle que se lo devuelva”¡Vaya!, parece que ahora todo empezaba a tener sentido, se trataba de un malentendido y
entonces contesté:
-“Al celular al que usted esta llamando, me pertenece a mi y a nadie mas, si usted dice que
su novio extravió su celular, trate de llamar al número correcto, porque este no es y además
dígale a su novio que no vuelva a llamarme y menos amenazándome de muerte y además si
vuelve a hacerlo yo…”Justo antes de terminar la frase, la persona que me había llamado, colgó.
Aparentemente, todo había terminado y se trató siempre de un malentendido. Esa noche,
decidí dejar el celular por la paz e irme a dormir, mis ánimos por salir a divertirme, se habían
mermado por tales incidentes y preferí acostarme temprano, pero fue poco el tiempo de
reposo, cuando mi sueño, se vio turbado nuevamente por otra llamada; Decidí levantarme a
ver quien me hablaba a deshoras a mi celular, el cual siempre dejo prendido y cargando en
mi buro y nuevamente advertí un número que no conocía; Esta vez, pensé muy bien antes de
contestar, porque dicha situación se estaba volviendo incomoda y me ponía intranquilo, pero
francamente, no tenia la intención de dejar pasar la oportunidad, de dar por concluido todo
este embrollo, por lo que sin mayor dilación respondí:
-“Diga”La respuesta de mi interlocutor, quien parecía ser el mismo de la primera llamada, me hizo
perder la calma, pero a la vez, me di cuenta, que la situación se estaba saliendo de control:
-“Escúchame bien maldito imbécil, el celular que tienes es mío y lo voy a recuperar a como
de lugar, tengo la forma de localizarlo y cuando te encuentre, vas a desear jamás haber
nacido, porque te voy a masacrar me oyes”En ese momento, interrumpí los gritos de este violento individuo, con febril molestia reflejada
en mi voz y haciendo gala de exabruptos, le dije:
-“Mira imbécil, yo no tengo tu celular, no se donde lo habrás perdido y no me interesa, pero
no me amenaces, porque te voy a denunciar; se que te llamas Andrés, tu novia me lo dijo,
revisa bien tu número, porque al que estas llamando, es el 2261852463”Al terminar de decirle mi número de celular, con premura, este maniático individuo respondió:
-“Efectivamente, yo soy Andrés, grábatelo en tu piche cabeza muy bien, porque quiero que
sepas quien es la persona que te va a matar…, tu tienes mi teléfono, de lo contrario, como es
que te estoy marcando al 2261852462 que es mi número de celular y bien que me contestas;
Te voy a dar una ultima oportunidad, no tiene ni una semana que lo acabo de comprar, si me
devuelves mí teléfono, te voy dejar vivir, de lo contrario, te voy a matar a ti y a toda tu familia,
te quedó claro”Esa serie de amenazas de muerte para mí y mi familia, realmente me pusieron molesto y
consecuencia de ello, le dije a este maniático individuo:
-“Escúchame bien maldito naco, ya estuvo bien de tantas amenazas, mi número es diferente
en la terminación al que me acabas de mencionar, por tanto tú mismo estas reconociendo tu
estúpido error y quiero que sea la ultima vez que me llamas o voy a tener que ir con la
policía, te quedó claro”La respuesta de Andrés a mi contestación fue la siguiente:
-“Ya te dije, es tu ultima oportunidad, devuelve el celular en el mismo lugar en donde lo
encontraste mañana a las seis de la tarde y salva tu vida, de lo contrario, los mato”Y colgó.
Esta situación, ya se había convertido en un verdadero problema y francamente, tenía cierto
miedo de que él tal Andrés, cumpliera con sus amenazas… Es decir, sé perfectamente bien,
que no tiene forma de localizarme ni a mi ni a mi familia, pero uno nunca sabe; Actualmente
cuando damos de alta nuestros números de celular en las compañías telefónicas de nuestra
preferencia, éstas, siempre nos solicitan nuestros datos y quien sabe, esa información,
pudiera revelarse a mas de un individuo y en mi caso particular, yo proporcione mis datos
reales; ¿Y que tal que este maniático individuo trabajaba para una de estas compañías
telefónicas o tuviera acceso a mis datos?… Ideas como esta no dejaban de circular por mi
mente y tuve la firme convicción de hacer algo pusiera fin a este problema.
Acudir con las autoridades, se vislumbraba como una opción aparentemente viable, sin
embargo, requería tiempo y en medio de una posible investigación ministerial, existía la
posibilidad de que algo me pasara, ya que siendo realistas, las autoridades de procuración
de justicia, operan bajo el principio “después de ahogado el niño, tapado el pozo”, y
francamente, no estaba dispuesto a terminar ahogado. Entonces, que otra opción tenía para
resolver mi problema…
Después de meditar un buen rato, se me ocurrió algo; Evidentemente, la molestia de ese
loco individuo, era que tenia la firme idea, de que yo le había robado su celular, por tanto, si
yo lo recuperaba, era obvio que me dejaría de llamar; Andrés me hacia esas llamadas
amenazadoras, porque pensaba que mi numero de celular, era el que correspondía al suyo,
probablemente, me había estado llamando con la opción de remarcación y no había tenido la
delicadeza de cerciorarse si había escrito correctamente el numero al que llamó y
seguramente por eso me seguía marcando a mí, pensando que llamaba a su propio numero
de teléfono, sin embargo, él mismo me reveló su verdadero número de celular. Pero
Independientemente de la razón por la que me estuviera marcando, el caso es que se trataba
de un mal entendido que me estaba afectando directamente y no me restaba más que
resolverlo.
Al día siguiente, por la mañana, simplemente, llamé al verdadero número telefónico de
Andrés, para saber quien lo tenía y de ser posible, recuperarlo. Fue así que marqué el
número 2261852462 y contrario a toda predicción, antes del tercer timbrazo, alguien, con voz
de mujer madura y de edad avanzada, respondió:
-BuenoMe parecía inverosímil que me estuvieran contestando, es decir, si en verdad Andrés perdió
su teléfono, seguramente quien lo tuviera, difícilmente tendría la intención de contestar y
mucho menos de regresarlo, pero todo parecía indicar, que el primer paso estaba
aconteciendo, por tanto respondí:
-Buenos días, disculpe la molestia, hablo en nombre del dueño del celular que usted tiene en
este momento en su poder, ocurre que dicha persona que responde al nombre de Andrés,
me ha estado llamando equivocadamente, para que le devuelva su teléfono y francamente yo
no tengo nada que ver, pero para efectos de lograr que me deje de molestar, quiero saber si
usted pudiera devolver el teléfono a su verdadero dueño, al tal AndrésLa respuesta fue sorpresivamente conveniente para mí:
-Efectivamente joven, éste teléfono me lo encontré en la banca que esta junto al kiosco en el
parque del nuestro centro histórico, y como pensé que alguien lo había olvidado, decidí
llevármelo y esperar a que alguien marcara y entonces ponerme de acuerdo para devolverlo-
Dicha respuesta, parecía dar por terminado todo éste mal entendido y consecuentemente,
respondí:
-Señora, permítame informarle al dueño del teléfono, que como ya le he dicho, se llama
Andrés, para que se ponga de acuerdo con usted y recoja el teléfono…Pero antes de terminar mi frase, la señora me interrumpió diciendo:
-Dígale a su amigo Andrés, que por favor, sea él quien recoja el teléfono en mi casa, porque
soy una señora de edad y tengo problemas en una pierna y me es imposible trasladarme a
algún lado, por lo que pueden pasar con gusto a horas prudentes de la tarde por este
teléfono celular y nada mas pregunten por la Señora Silvia; Mi dirección se ubica en la calle 5
de Febrero número 68 bis, es una casa Verde con blancoHabiendo dicho esto doña Silvia, colgó. Afortunadamente, tenían cerca un lapicero y una
libreta vieja que ocupo para diversas anotaciones y tuve tiempo de copiar los datos que me
proporcionó:
Era evidente, que no me había entendido bien la señora, porque ese maniático de Andrés, no
es para nada mi amigo, pero independientemente de todo ello, parece que todo se había
resuelto, solo era cuestión de llamarle a Andrés y decirle toda esta información y que él se
las arreglara como pudiera, finalmente se trataba de un asunto totalmente ajeno a mi
persona. Fue así que le marqué al teléfono que tenía registrado en mi celular y desde el cual
me había estado haciendo diversas llamadas, pero nadie contestó. Pasaron varias horas y
nadie contestaba. Para entonces, ya eran las cuatro de la tarde y al parecer nadie iba a
contestar, y solo me quedaban dos horas para reunirme con éste psicótico individuo; Según
lo que me comentó doña Silvia, ya tenia la información de donde había sido encontrado el
teléfono, que es el lugar en donde me citó Andrés, por tanto, decidí terminar definitivamente
con esta serie de altercados verbales y malos entendidos y me dirigí a la casa de doña Silvia,
para recoger yo mismo el teléfono y hacer la devolución a la hora convenida.
Fue así, que me apersone en la casa ubicada en la calle 5 de Febrero número 68 bis y sin
demora alguna, advertí las descripciones que me había proporcionado doña Silvia y acto
seguido toqué a la puerta… Efectivamente, me recibió una señora de edad avanzada que
parecía tener problemas en su pierna derecha y al verme, me pregunto inmediatamente:
-¿Tú eres Andrés?Pienso que en virtud de las circunstancias, no era momento de hacer gala de mi honestidad y
decidí responderle a doña Silvia, que efectivamente, yo era Andrés y le reiteré que venía por
mi celular. Sin mayor demora, sin ningún requisito previo de identificación y después de
algunos pasos lentos, la señora Silvia, me entregó el teléfono, el cual por cierto, venia en una
funda de piel un tanto gruesa y abultada; Agradecí por su gentileza y su honestidad y me
retiré, para entonces, ya eran veinte minutos para las seis y tenía el tiempo exacto para llegar
a la banca que esta junto al kiosco en el parque del nuestro centro histórico; Pero era obvio
que tenía que tomar ciertas precauciones, porque alguien que amenaza de muerte a otra
persona por un celular, seguramente no esta bien de la cabeza o es alguna clase de
psicótico y por tanto, debía ser precavido para que los altercados de palabra suscitados
anteriormente no se trasformaran en altercados de obra.
Entonces, decidí hablarle a mi amigo Pablo, para pedirle que me acompañara a hacer la
entrega del teléfono, pero resultó que estaba ocupado atendiendo otros asuntos, así que le
hablé a otros amigos míos, pero todos ya habían hecho planes y nadie estaba disponible
para ese momento, por lo que tuve que ir solo. En el tiempo en que formulé las llamadas a
mis amigos, tuve la impresión de que alguien me estaba siguiendo, aunque seguramente era
mi paranoia, ya que nadie sabía ni a donde me dirigía ni con que fines.
Legué al lugar y a la hora específicos y espere con singular disimulo, ya que se trataba de
ser precavido, así que esperé a unos metros de la banca en cuestión. Pasaron unos veinte
minutos y de pronto un oficial de policía se me acercó sigilosamente y me dijo:
-Oiga, ese teléfono que trae usted en sus manos, ¿es de usted?Al tiempo en que me decía esto, otra serie de tres oficiales me rodearon por completo y con
amplio desconcierto, respondí:
-No, este celular no es mío, es de alguien que lo extravió y que de forma arbitraria y
amenazante me lo ha estado pidiendo, y vengo a hacer entrega de él, para que ya no me
moleste másHabiendo terminado de decir esto, apareció un señor de aproximadamente unos 35 años de
edad, que comenzó a gritar a los cuatro vientos:
-“Es él, es él, este hombre fue él que me robó mis joyas y mi celular”Al escuchar tales afirmaciones, decidí inmediatamente desmentir los hechos, expresando en
todo momento, la verdad tal y como yo la conocía, pero en medio de la discusión, uno de los
oficiales, me arrebató el teléfono y le pregunto al acusante individuo:
-¿Es este su celular?A lo que respondió:
-Si, ese es mi celular y dentro, en la funda, vienen mis joyas de oroEfectivamente, el oficial de policía, abrió la funda y dentro, en un pequeño cierre, se
encontraban varias cadenas aparentemente de oro perfectamente enrolladas. Cuando vi
esto, me quedé atónito, jamás reparé en revisar el contenido de la funda y mucho menos me
imaginaba que habría un pequeño compartimiento. Mi reacción fue obvia y expresé
inmediatamente lo siguiente:
-Yo no sabia nada de dichas joyas ni de éste celular, yo jamás me lo robé, simplemente
vengo a devolverlo por petición del supuesto dueño llamado AndrésDespués de exponer mi versión, el individuo que venia acusándome desde el momento en
que los policías me abordaron, resultó ser Andrés, el mismo que me había estado llamando y
amenazándome y no conforme, comenzó a decir, que yo le había robado el celular apenas
hacia algunos instantes y según él, yo tenía pleno conocimiento de que dentro de la funda
del teléfono habían diversas joyas; Yo negué toda esta serie de mentiras obviamente, sin
embargo, en medio de nuestra discusión, los oficiales de policía comenzaron a decirme, que
yo quedaba detenido por el presunto delito de robo, toda vez que se acreditaba la flagrancia;
Yo no podía creer lo que estaba escuchando, pero los policías me dijeron que minutos antes
de que me abordaran, Andrés, les había dicho que un sujeto con mi descripción, le acababa
de robar su celular y una joyas y al encontrarme, en posesión de los objetos reportados como
robados y toda vez que yo encuadraba con la descripción proporcionada, se constituía un
delito flagrante y quedaba yo detenido.
Fui llevado detenido a los separos de la cárcel municipal y el asunto, fue remitido a la
agencia del ministerio público competente, realicé mi llamada por derecho y en la cual
contacté a un amigo mío muy cercano llamado Alberto, de profesión abogado y le expliqué
brevemente la situación. No podía creer aún lo que me estaba pasando. Trascurrieron al
rededor de cuatro horas y seguía privado de mi libertad, hasta que me concedieron la visita
de mi amigo y representante legal. En nuestra charla, me dijo que ya había tenido la
posibilidad de hablar con los supuestos agraviados y que tenían la intensión de omitir
presentar cargos por el presunto delito de robo, siempre y cuando yo accediera a
entregarles la cantidad de $30,000.00.
Ante dicha propuesta, yo reaccione de manera desconcertada y por demás molesta, ya que
era injusto todo esto, yo no había robado nada y mucho menos tenia porque acceder a la
extorción de un estafador.
Alberto me explicó, que en virtud del monto de las joyas y el celular, se acreditaba el delito de
robo grave y por tanto, no alcanzaba fianza y que no habría posibilidad de salir libre si no
mediante un convenio con los supuestos agraviados. Yo le dije a Alberto, que aun tenía una
posibilidad de salir libre y era solicitando la declaración de la señora Silvia, que fue quien me
entregó el celular, a ella le constaba que yo no robé nada y ella seria la clave para resolver
todo este embrollo.
Pero mi sorpresa fue tremenda, cuando Alberto me dijo, que los presuntos agraviados, eran
el tal Andrés y su mamá, la dueña de las joyas, una señora de edad madura, que cojeaba de
la pierna izquierda y que respondía al nombre de Silvia. No podía creer lo que estaba
escuchando, era la misma señora que me había dado el celular, y recuerdo perfectamente
que cojeaba de la pierna derecha. Así que le pregunté a Alberto si no se había equivocado,
pues recuerdo perfectamente que la señora Silvia cojeaba de la pierna derecha. Alberto me
contesto que estaba seguro.
Pronto comprendí que todo había sido un engaño, todo había sido una estafa desde el
principio, la señora Silvia, Andrés, las llamadas equivocadas, todo había sido preparado para
estafarme; Pero ¿Porque a mí?... Ahora tengo la certeza de que no era paranoia mía, pues al
salir de la casa de doña Silvia, alguien me venia siguiendo, seguramente, para cerciorarse de
que si encontraba las joyas al interior de la funda del celular, no escapara con ellas, ahora
entiendo cómo fue posible que Andrés, hubiera proporcionado una descripción de mi persona
e inclusive de la ropa que llevaba yo puesta, muy a pesar de que nunca antes me había
visto.
Pero las cosas no paraban ahí, la situación en la que me encontraba, era sumamente seria,
porque existían dos personas que declararían en mi contra imputándome el delito de robo,
existía el parte de la policía por delito flagrante, y un testigo que era la novia de Andrés y que
testificaría en mi contra, según lo que me dijo Alberto; Y yo, no tenia nada ni a nadie para
corroborar mi historia. Me acusaban de robo grave sin posibilidad de fianza y mi única salida
era pagarles a estos delincuentes disfrazados de victimas para poder negociar mi salida. Es
evidente que la libertad no tiene precio, así que le indique a Alberto, que no informara nada a
mi familia y tratáramos de reunir la cantidad con quienes fuera posible…
Después de casi dos días en prisión y antes de que se venciera el termino de las 48 horas
para ser trasladado al reclusorio correspondiente, y tras pagar la cantidad de $30,000.00, con
endeudamientos y sacrificios, fui puesto en libertad.
Por mi mente, cruzaron muchas ideas, la primera no lo niego, fue la de vengarme y
evidentemente buscar la posibilidad de recuperar mi dinero y de poner en prisión a estos
estafadores, pero después de lo acontecido, jamás los volví a ver, regresé a la que
supuestamente era la casa de doña Silvia, pero resulta que abandonó el lugar, dejando tres
meses de renta adeudados. Solo me había quedado la amarga experiencia de haber pisado
la cárcel y una pérdida económica de más de $40,000.00, pues para poder salir de prisión,
tuve que echar mano de diversos prestamistas que obtuvieron bueno réditos por sus
servicios.
Han pasado ya casi cuatro años desde aquel incidente y el tiempo ha sepultado lo amargo de
ese recuerdo en mi cerebro y solo ha dejado a la luz una dura lección y cuando recibo una
llamada a mi celular de un número que no conozco, independientemente del asunto del que
se trate simplemente, con firme convicción y antes de colgar respondo:
-“Número equivocado”-
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