ATXAGA Y EL EQUIPO CICLISTA Jon Kortazar Cuando Bernardo

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ENCUENTROS EN VERINES 2007
Casona de Verines. Pendueles (Asturias)
ATXAGA Y EL EQUIPO CICLISTA
Jon Kortazar
Cuando Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951) ganó el Premio Nacional
de narrativa en 1989 por la obra Obabakoak, afirmó que se sentía el
escapado de un equipo ciclista, que no se sentía un autor sólo, sino que
formaba parte de una estructura, ahora diríamos sistema literario, en la que
él era el autor más visible, pero que junto a él pedaleaba un equipo de
escritores que iban a dar a conocer la literatura escrita en lengua vasca por
el mundo.
Lo cierto es que se equivocó. Era verdad que no se encontraba sólo.
Había, incluso en el grupo de escritores que formaban con él el grupo
literario Pott, obra que podría exportarse fuera de las fronteras de la lengua.
Podía leerse en lengua vasca a Joxe Mari Iturralde, Jimu (Tolosa, 1951), a
Joseba Sarrionandia (Durango, 1958), cuya obra Atxaga apreciaba (y lo
sigue haciendo) de manera sincera y emotiva, a Anjel Lertxundi (Orio,
1948), a Ramon Saizarbitoria (San Sebastián, 1944), cuya obra está en mi
opinión infravalorada fuera del País Vasco, a pesar de su rara singularidad,
o precisamente por ello. Pero de este grupo de escritores poco se supo fuera
de las fronteras de la lengua por razones muy diferentes.
O se equivocó a medias, porque otros escritores que también
pertenecieron a aquel grupo fundador, como Jon Juaristi (Bilbao, 1953) y
que decidieron seguir su creación literaria en lengua castellana sí que
fueron conocidos. Claro que no es el único, Daniel Innerarity (Bilbao,
1959), Javier Echeverria (Pamplona, 1948) o Javier Gomá (Bilbao, 1965)
fueron galardonados con el premio Nacional de Ensayo.
Pueden aventurarse algunas de las razones para que aquél primer
Euskaltel no tuviera la proyección que Atxaga predecía. Entre ellas, están
las que se refieren a la vida personal del escritor, algunos que con
vicisitudes políticas en las que aquí no entraremos; a la evaluación de esa
obra fuera del sistema literario vasco, no todo lo que se aprecia en el
sistema literario en el País Vasco, se evalúa igual fuera de él, podríamos
recordar que hay que escritor que tiene ya toda su obra traducida al
castellano y que no consigue publicar, o a la recepción tan distinta dentro y
fuera del país de la obra Babilonia de Joan Mari Irigoien (Alza,
Guipúzcoa, 1948) distinguida con el Premio Euskadi de Literatura, que fue
traducida y publicada en una colección de literatura juvenil.
Existen también razones, aventuramos, de otra índole no tan
personal y más estructural. Es decir, que hasta que el equipo ciclista
Euskaltel no pasa a ser Euskaltel-Euskadi, es decir, hasta que no recibe el
apoyo de la administración, la traducción de literatura vasca no obtiene el
impulso suficiente (que aún no tampoco posee en grado máximo). En mi
opinión, se produce un frenazo (si podemos aún hablar utilizando la
metáfora del progreso en un campo en el que su deficiencia es más que
evidente) en el desarrollo de la literatura en lengua vasca que se debe a
múltiples factores que producen un cambio en el panorama cultural, o por
decirlo en palabras de Iuri Lotman, se produce una explosión en el mundo
de la cultura, explosión que en primer lugar desanimó, o desaceleró esa
previsión que mantuvo Bernardo Atxaga, y en un segundo momento lo
revitalizó.
Para explicar o al menos describir de manera más global, la
desaceleración deberíamos tener en cuenta varios factores:
a) La capacidad de la lengua literaria para la expresión de mundos
complejos. Me apresuraré a comentar que me estoy refiriendo a
un proceso “interno” en la creación de los autores y no a una
capacidad “general”, intrínseca a al propia lengua. Más en
concreto me refiero al repentino silencio y crisis de creación que
mantuvieron algunos escritores importantes en lengua vasca en
torno a 1990. Ramon Saizarbitoria dejó de publicar entre 1979 y
1996; Koldo Izagirre (Pasajes, 1953) lo hizo entre 1979 y 1990.
Anjel Lertxundi decidió cambiar de registro después de la
publicación de Obabakoak e internarse en una narrativa más
experimental tras la publicación de la obra de Atxaga. El mismo
Atxaga quiso cambiar de registro y abandonar el mundo de
Obaba para explicar la reciente historia del País Vasco, y crear
su particular visión de la Historia reciente en la trilogía que
comienza con El hombre sólo (1993) y termina en El hijo del
acordeonista (2003). En ese mundo en explosión cultural, en
plena transformación de cambio de la dictadura a la democracia,
con cambios sociales (ruptura o reforma; militancia cultural o
negocio cultural; idealización del trabajo cultural,
funcionarización del trabajo cultural) parece que incluso la
misma lengua de creación pasó por un momento de crisis y de
desarrollo; parece como si el lenguaje que servía en 1979 ya no
sirviera, y los escritores, sobre todos los canónicos, estuvieran
trabajando en la realización de un nuevo lenguaje estético.
b) Es bien cierto, que no deben olvidarse las condiciones de tipo
económico, que en nuestro caso son dos importantes: la decisión
de la construcción del Museo Guggenheim (1997), con lo que
ello supone de inyección económica hacia el proyecto, con lo
que la consecuencia inmediata será la preeminencia de los
lenguajes artísticos, frente a los lenguajes literarios; y la crisis
económica que hace su aparición tras 1992. A ello habría que
sumar el hecho de que la televisión vasca, desde su creación,
absorbe la parte principal de los presupuestos de cultura.
Agentes del mundo del libro han constatado siempre la
diferencia en los presupuestos dedicados por el departamento a
Televisión y al mundo del libro.
c) Habría que hablar también de maduración del propio sistema
literario. Es decir, del nacimiento e interacción de distintas redes
de creación literaria y de comunicación, transmisión, de los
eventos culturales. Editoriales más potentes, aparición de los
primeros agentes literarios (relación entre Alejando Zugaza y
Bernardo Atxaga), interés de los agentes en los escritores vascos
(no hay que olvidar que Carmen Balcells lleva a Ramon
Saizarbitoria), aparición de editoriales que se dedican sólo a la
edición literaria, nacimiento de conglomerados empresariales
que unifican todo el proceso de producción de un libro: edición,
distribución y venta; y relaciones más fluidas con el
Departamento de Cultura, que cada vez se interesa más en la
difusión fuera de las fronteras de la lengua de la literatura vasca.
habría que hacer mención también a la maduración de los
traductores. Es decir, la “explosión” cultural significa que
existen traductores que pueden traducir del euskara al inglés, o
al italiano, o al polaco sin pasar por la lengua puente que sería el
castellano.
d) En cuarto lugar, y vuelvo a referirme a la metáfora ciclista de
Atxaga, resulta que desde 2005, existe un grupo de escritores
que sí que forman el “pelotón” de la escritura, que son capaces
de mantener una trayectoria coherente, apoyados por un tejido
industrial y cultural, y que pueden ser, y lo son de hecho,
traducidos a otras lenguas. Son los escritores que de una manera
“normal” encuentran un público (bueno, tampoco exageremos
demasiado, el público pertenece a lo que llamaríamos el
“universo del euskara”, es decir escritores, periodistas y
profesores, porque resulta más difícil encontrar al público lector
y comprador en librerías). Estos escritores se han dado en llamar
la “generación del pelotón” o “generación sandwich” porque se
sitúan entre la fecha de nacimiento del primer Premio Nacional
de Narrativa, Bernardo Atxaga (1951) y la del segundo, Unai
Elorriaga (Getxo, 1973). Así también se llaman a sí mismos,
“generación sin Premio nacional”, aunque por la misma presión
ejercida desde el debate, ya consiguen algún Premio Euskadi.
Son los escritores de la década del 60, que muestran una
saturación, una presencia importante, en el mundo de la
escritura, que más tarde desaparece de manera que se prima más
el consumo cultural audiovisual, y no tanto el letrado, con lo
que ya podríamos situarnos en otro momento del estadio
cultural, puesto que puede observarse una menor presencia de
escritores nacidos en los 70 en literatura vasca.
Tres estadios en el conocimiento de la Literatura Vasca en Europa.
Después de este acercamiento a lo que no fue, debemos pensar en lo
que está siendo, una expansión clara, sobre todo si se compara con la
literatura traducida desde la lengua vasca. Desde luego, sí que debemos
pensar en un cambio de perspectiva.
El conocimiento de la literatura vasca en la traducción a lenguas
europeas pasa por dos sectores distintos. En primer lugar tenemos los casos
de los autores más conocidos que han sido traducidos por el interés del
mercado editorial. Evidentemente hablamos de Bernardo Atxaga y,
principalmente su texto Obabakoak (1988), cuya obra ha sido traducida a
varios idiomas (parece que la última cifra es a 23 idiomas distintos) entre
los que cabe destacar las siguientes europeas: castellano, catalán,
portugués, francés, italiano, alemán, portugués, holandés, inglés, griego,
sueco, noruego, finlandés, albanés, danés, friulano, rumano, checo, croata y
polaco. Su novela El hombre solo (1993) se tradujo a 15 lenguas y
Memorias de una vaca (1991) a ocho. Zeru horiek ha sido publicada en 12
lenguas. El otro caso de continuidad en la traducción a otras lenguas es el
de la escritora de género juvenil-infantil Mariasun Landa (Rentería, 1949)
de quien se han traducido 8 obras a idiomas como el albanés (4 obras en
esta lengua), griego, inglés, francés y alemán.
Cierto que de este cómputo general se exceptúa la traducción del
poema emblemático de Gabriel Aresti (1933-1975): “Nire aitaren etxea” /
“La casa de mi padre”, que gracias al empeño del profesor Francisco Oroz
de la Universidad de Tubinga lleva camino de ser traducido a seiscientos
idiomas.
Esta es la sección que toca a los autores que han sido traducidos por
su calidad literaria y acceso normalizado a otros sistemas literarios,
entendiendo por normalizado la distribución por canales que significan
editoriales grandes y potentes.
Junto a estos autores que han hecho posible el conocimiento de la
literatura vasca más allá de nuestra frontera de la lengua se encuentran los
proyectos de continuidad de crear bibliotecas de literatura vasca. La
Universidad de Reno, Nevada, y su Basques Studies Centre puso en
marcha una colección de novela vasca traducida en 1985/6 que únicamente
publicó tres novelas. La iniciativa se ha retomado 20 años más tarde y su
continuidad parece sustentada por la subvención generosa del Gobierno
Vasco. Es importante mencionar el proyecto “Zubiak” en la editora
alemana Pahl/Rugenstein que proyecta la creación de una “Baskische
Bibliothek”, que anuncia la traducción de tres novelas de Joseba
Sarrionandia, Arantxa Urretabizkaia (Donostia, 1947), Edorta Jimenez
(Mundaka, 1953). En Italia existen varias editoriales con publicaciones
puntuales de traducciones desde el euskara, directamente, por ejemplo, la
editorial Tranchira publicó tres novelas (Jiménez, Sarrionandia) y también
muestra su interés la editorial Gran Via (con Unai Elorriaga y Juanjo
Olasagarre), o en Roma Le nubi que publicará a Ixiar Rozas y, perdonen la
cita porque me encargo de la edición editorial, la editorial Atenea ha creado
una Biblioteca Vasca, lleva a cabo, pues, un proyecto similar en Madrid,
con traducción de literatura vasca al español, que ha publicado ya 18 libros,
pertenecientes a los géneros de novela, cuento y poesía
En el otro caso se sitúan los autores ocasionalmente traducidos,
generalmente en pequeñas editoriales.
En 1997 se contaban sólo seis autores que han publicado algún libro
en pequeñas editoriales europeas: el poeta JoxAnton Artze, y los
novelistas, Aingeru Epaltza (Pamplona, 1960), Joxemari Iturralde, Ramon
Saizarbitoria, Joseba Sarrionandia y José Luis Álvarez Enparantza,
Txillardegi (Donostia, 1929). En este caso se accedía a la edición traducida
por pertenencia al canon (caso de Txillardegi o Ramon Saizarbitoria) o a
través de la correspondencia editorial (Iturralde) o al eco de un premio
(Aingeru Epaltza).
Pero además tenemos otra vía de introducción en el circuito de las
traducciones a los idiomas europeos. En este caso, frente a la programación
cultural, tendríamos una segunda vía de causa por la que se produce la
traducción: la amistad y colaboración entre escritores, la amistad y el
compadreo literario que llevan, además de la curiosidad por la cuestión
política, y por la curiosidad de enterarse de lo que se cuece más allá o
detrás de la omnipresente sombra de la política, a la traducción de textos.
Por esta causa se han traducido varias antologías de poesía, al catalán,
gallego, portugués, alemán e inglés.
Nos encontramos así entre dos vectores importantes en el campo de
la traducción que pueden describirse como, en uno de los polos del espacio
sistémico, la política de programación cultural: ayudas y subvenciones; y el
otro, la coincidencia literaria, estética o de amistad, entre escritores de
lenguas distintas.
Para lograr el panorama, habría que tener en cuenta, tres estadios de
traducción en el proceso que estamos analizando:
1)
En primer lugar, cabría hablar de una traducción entre las
lenguas del Galeuzca, versiones entre lenguas impulsadas
por las tres Asociaciones de Escritores. Y así nos
encontraremos con proyectos de las asociaciones (poetas
emblemáticos de las tres lenguas, o poetas de las tres
lenguas), o proyectos de editoriales, como la que llevó a
cabo la desaparecido Brot o Llibres del Mal, y relaciones
personales y estéticas que llevan a la publicación de
distintas antologías que aparecen en catalán (poesía y
cuento) o gallego (poesía). En esta comunicación entre
las lenguas debe citarse el agrupamiento de editoriales
que publican una obra en las distintas lenguas de España:
Editores asociados: Elkar, La Galera… Tandem,
Xordica…
2)
En segundo lugar debemos referirnos a la presencia de la
literatura vasca en lengua española. Aquí nos
encontramos con escritores que tienen una proyección en
las grandes editoriales, por ejemplo Bernardo Atxaga o
Unai Elorriaga en Alfaguara (donde también han
publicado Arantxa Urretabizkaia, Anjel Lertxundi o
Ramon Saizarbitoria), la opción de los escritores más
jóvenes por editoriales con criterios estéticos afines,
como la aventura de Iban Zaldua (Donostia, 1966) en
Lengua de trapo; o la ya citada Biblioteca Vasca de
Atenea. Un fenómeno reciente y desde luego digno de
reflexión se refiere a la importancia concedida a la
traducción desde el euskara al castellano y su publicación
en editoriales de libro en euskara en el propio País Vasco.
existen editoriales independientes, como Bassarai en
Vitoria que publican libro traducido (Felipe Juaristi,
Donostia, 1957; Rikardo Arregi, Vitoria, 1958, Lourdes
Oñederra, Donostia, 1958), o Elea en Bilbao, que además
de libros en castellano publican traducciones de obras
originalmente escritas en euskara; pero también se ha
dado el caso de la aparición de sellos paralelos a las
propias editoriales vascas. Así Elkar posee la editorial
Abra, donde traduce obra previamente publicada en su
sello; Alberdania la colección Alga; y Erein la suya en
castellano, así como la editorial Txalaparta publica en
castellano obra ya publicada en euskara en su sello.
Mención aparte merece la editorial Hiru de Hondarribia,
perteneciente a Eva Forest y Alfonso Sastre, que fueron
los primeros en preocuparse de crear una colección con
libros traducidos del euskara. Este es fenómeno de 10
años de antigüedad, que, al parecer, no sólo tiene que ver
con el empeño de conseguir mayor rentabilización de los
textos en euskara. La importancia de la traducción al
castellano no debe dejarse de lado, porque sigue siendo la
lengua puente desde la que se realizan las traducciones a
otras lenguas, aunque, como antes señalábamos, el
sistema cuenta ya con traductores que traducen desde el
euskara al inglés, polaco, alemán e italiano.
3)
En tercer lugar cabe hablar de las cada vez más
abundantes traducciones a lenguas europeas, con los
factores de los que antes hablábamos. Es decir de los
casos de autores con obra valiosa en los circuitos que se
valen por sí mismos, de proyectos programados,
subvencionados o no, y de ocasionales irrupciones en las
editoriales a causa de la simpatía estética y personal. Hay
que señalar que la Asociación de escritores vascos actúa
en este momento como un agente que intenta interesar a
editoriales europeas por el trabajo de los autores vascos.
No quisiera terminar esta relación si referirme a un programa de la
Asociación de Traductores en Lengua vasca que cada año reúne a un grupo
de traductores en torno al ganador del Premio Euskadi del año anterior, en
este caso Ibán Zaldúa, y en cuatro días de encierro y junto al autor, vierte
un cuento del autor premiado a varias lenguas europeas.
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