LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA

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LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA
(Selectividad)
Los dos movimientos de vanguardia más activos e influyentes la literatura
española fueron el cubismo y el surrealismo, ambos surgidos en Francia. El
primero de ellos tuvo su origen en la pintura del gran maestro español Pablo
Picasso, pero Guillaume Apollinaire lo aprovechó genialmente en la poesía.
Según el cubismo, la realidad es totalmente inapresable por el conocimiento
humano. Y debido a esta precaria situación del hombre, el arte del poema
debe, al menos, intentar revelar las distintas caras de las cosas, es decir,
los distintos planos desde los que se puede percibir una misma realidad. El
problema es que, como la razón y el lenguaje verbal actúan en un tiempo
lineal, es decir, según un antes y un después, resulta imposible respetar las
normas de la razón y del lenguaje para mostrar a la vez las distintas caras
de las cosas. En consecuencia, el poema cubista nos presenta un texto
deslavazado, sin conexión lógica, pues el poeta, intentando representar
simultáneamente los distintos planos de una misma realidad, nos ofrece un
texto fragmentado y lógicamente inconexo. En España, el cubismo triunfó
durante unos pocos años, a principio de la década de los 20, y se conoció con
el nombre de ultraísmo. Uno de los representantes más geniales, aunque
marcara distancias teóricas con este movimiento fue el gran prosista Ramón
Gómez de la Serna, aunque sus difusores más activos fueron Guillermo de
Torre y Rafael Cansinos Asséns.
El surrealismo, fundado por el poeta francés André Breton en 1924, trata
de revelar en el poema la verdadera realidad del ser humano, que no es la
que el hombre piensa, sino la que el hombre siente de manera inconsciente,
ya sea durante el sueño o durante el estado de duermevela. Ahí se gestan
las imágenes del poema, las cuales, por muy caóticas que resulten,
transparentan la mente del poeta con total espontaneidad, libres del control
represivo de la razón. Y puesto que el mundo interno del hombre y la
realidad externa son idénticos, como ya se había intuido durante el
Romanticismo, las imágenes liberadas del poeta surrealista, consiguen
mostrarnos y hacernos vivir la verdadera realidad del <universo.
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La influencia del psicoanálisis de Sigmund Freud, con todos sus logros y
limitaciones, es patente en el surrealismo. Según Breton, el verdadero
poema es el que se escribe automáticamente, sin parase a pensarlo. En
cualquier caso, como después se ha señalado tantas veces, el hecho de
tomar un papel en blanco y una pluma, para expresar un mensaje en una
lengua concreta, no es nada automático; de modo que la ansiada escritura
automática no deja de ser una utopía. Pero el surrealismo fue más
importante por la libertad que descubrió al poeta que por la práctica
ortodoxa de la escritura automática realizada por Breton y sus seguidores.
El surrealismo, de hecho, ha sido el movimiento vanguardista más influyente
en la literatura posterior, y en el caso de España, tuvo grandes escritores
que aprovecharon las grandes posibilidades de esa escritura liberada, como
ocurre en una parte importante de la poesía de Vicente Aleixandre, Luis
Cernuda o Rafael Alberti, tres grandes poetas de la llamada “Generación del
27”.
Sin embargo, los poetas españoles de la época vanguardista, los que se
conocen como “Generación del 27”, no rompieron con la tradición. Así como
para el cubismo, el surrealismo y otros “ismos” ortodoxos, había que
empezar a escribir desde cero, como el hombre primitivo, los poetas
españoles sintetizaron las ideas y técnicas poéticas más novedosas con la
gran tradición de la poesía hispánica, desde la Edad Media hasta el
momento. Y tanto se apreció la tradición popular como la culta.
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