Argel 1579: carteo Cervantes

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Argel 1579: carteo Cervantes-Veneziano
Donatella Siviero
Università di Messina
E
l 27 de abril de 1578, el poeta siciliano Antonio Veneziano (Monreale
1543 - Palermo 1593) se encontraba en la galera Sant’Angelo, que
formaba parte de la expedición rumbo a Madrid del Presidente del Reino de
Sicilia, don Carlos de Aragón Tagliavia, cuando fue raptado por los piratas
en aguas de Capri. Fue llevado a Argel, donde estuvo prisionero al menos
diecisiete meses, y aquí, como diré enseguida, conoció a Miguel de Cervantes. Veneziano fue un personaje ecléctico y llevó una vida aventurera y
bulliciosa. Tras haber estudiado con los jesuitas en el colegio de Monreale
(fundado en 1553), en 1562 dejó la orden y, entre 1568 y 1575, ingresó en
varias ocasiones en la cárcel de Castello a mare de Palermo por varios pleitos
y porque, en 1573, raptó a la sirvienta de una monja terciaria dominicana.
Una de las consecuencias de dicho rapto fu que su madre, Allegranza, viuda
(su padre había muerto cuando él tenía cuatro años), lo desheredó. En 1578,
como decía antes, fue hecho prisionero por los piratas y llevado a Argel,
donde empezó a componer su poema Celia (1579). El 28 de noviembre de
1580, el poeta se encontraba ya libre, si bien ignoramos quién lo rescató, ya
que en aquella fecha dio testimonio ante un notario en Monreale. Al regresar
a Sicilia, volvió al servicio de la corte virreinal. Murió el 19 de agosto de
1593 en la explosión de las municiones guardadas en la cárcel de Castello a
mare, donde se encontraba otra vez preso, no se sabe bien por qué razones.
De la relación que Veneziano tuvo con Cervantes en Argel dan constancia
la breve epístola y las doce octavas reales que éste le envió el 6 de noviembre
de 1579, así como el soneto en italiano con el que el poeta siciliano le contestó, un carteo que ambos autores mantuvieron cuando se encontraban en los
baños de dicha ciudad. Los textos cervantinos nos han llegado a través de la
tradición manuscrita de la obra de Veneziano, de cuya producción en siciliano
existe hoy la primera edición crítica, a cargo de la malograda profesora Gaetana M. Rinaldi, publicada póstumamente a finales 2012. Esta edición, que
lleva por título Libro delle rime siciliane, está basada en el manuscrito que la
citada filóloga identificó como autógrafo. En el Libro se incluyen también la
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
epístola y las octavas de Cervantes, que se habían publicado por primera vez
en 1859, en la edición de Salvatore Arceri de las obras de Veneziano (Opere
di Antonio Veneziano poeta monrealese. Palermo: Tipografia Giliberti, pp.
59-62). Luego volvieron a editarse otras dos veces, la primera en 1913 al
cuidado de Eugenio Mele, que publicó su edición “Miguel de Cervantes y
Antonio Veneziano” en la Revista de archivos, bibliotecas y museos, tercera
época, tomo XXIX, pp. 82-90, basándose únicamente en el ms. XI.B.6; el
texto de esta edición es el que se encuentra en varias colecciones cervantinas.
Más tarde, en 1980, salió la edición de Maria Caterina Ruta (“Le ottave di
Cervantes per Antonio Veneziano e Celia”, Bollettino del Centro di studi
filologici e linguistici siciliani, 14: 171-186), basada en siete manuscritos.
En el citado Libro a cargo de la profesora Rinaldi, aparece la nueva edición
de los textos cervantinos basada en el autógrafo de Veneziano (Rinaldi,
2012,85-88), de la que hablaré enseguida. Pero vayamos por partes.
Antonio Veneziano fue un refinado poeta petrarquista con muchas competencias artísticas, gracias a las cuales colaboró como organizador, al menos
hasta 1583, en fiestas efímeras oficiales y triunfos de la corte virreinal, y
quizá también tuvo conocimientos musicales, como parece sugerir una de
sus canzuni más exquisitas, Sulu e ricotu:
Sulu e ricotu cu li mei pinzeri,
tutti ad un tonu conformi e concordi,
sonu milli ayri finti ed opri veri
d’immagginazioni e di ricordi.
Calu fina a la rosa e acchianu arreri
e d’una in una tastiju li cordi:
gioia, tu sì la prima a stu curderi,
sula suttili, chiui auta e chi accordi.1
Fue autor de una obra vastísima, escrita principalmente en siciliano, pero
también en italiano y latín, que nos ha llegado en nueve ‘libros de autor’,
como los define Gaetana M. Rinaldi; se trata de nueve testimonios manuscritos que contienen casi exclusivamente composiciones de Veneziano. Fue la
misma profesora Rinaldi, a comienzos de los años noventa del siglo pasado,
quien reconoció en el manuscrito XI.B.6 de la Biblioteca centrale della
Regione siciliana Alberto Bombace, XI.B.6, el autógrafo de Veneziano.2 El
1
[Solo y recogido en mis pensamientos, todos conformes y concordes con un mismo tono, toco
mil arias inventadas y obras verdaderas de imaginación y recuerdos. Desciendo hasta la roseta y
vuelvo atrás, una a una taño las cuerdas: querida, tú eres la primera de este cordal, la más sutil, y
aguda, la que afina.]
2
“In effetti il libro si apre con un foglietto posticcio in cui un anonimo bibliotecario, forse alla
fine del secolo XIX, dichiara che ‘Il presente MS è autografo’, aggiungendo però alcuni dettagli
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manuscrito se abre (f. 4r) con lo que se puede considerar una portada general, donde aparece una ilustración alegórica, el título “Di | Antoni Veneziani
ma[iuri] | Canzuni amurusi siciliani” y, en la parte inferior, el lugar y fecha
de la supuesta composición: “In Algeri M | DLXXIX” (f. 4r).
di fantasia: il manoscritto sarebbe stato vergato durante la prigionia ad Algeri e Torquato Tasso
avrebbe tanto ammirato l’autore da partire per andare a incontrarlo a Palermo, finché non gli
giunse, strada facendo, notizia della sua morte; di conseguenza, nessuno aveva preso sul serio
la prima affermazione, peraltro non sostenuta da nessun argomento. L’autografia è ipotizzabile
anzitutto per le caratteristiche interne del manoscritto ed è confermata dal fatto che tutti gli altri
libri d’autore sono descritti da questo testimone, cioè dipendono direttamente o indirettamente
da esso.” (Di Girolamo, 2012, IX).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Otra ilustración alegórica se encuentra al comienzo de la sección “Libru
primu”: en el dibujo se ve un paisaje de ciudad con una alta y esbelta torre
coronada por una pequeña bandera, que, como sugiere Francesco Carapezza
(Carapezza, 2012, XLI), parece representar un alminar; en la parte de arriba
aparece un resplandeciente sol rodeado por pequeñas estrellas y por la divisa
“vltra etse citra”, ‘más allá aunque del lado de acá’ (f. 16v), que tal vez sea
una referencia a la separación entre el alma, cautiva en Sicilia en poder de
la mujer amada, destinataria de la Celia, y el cuerpo, cautivo en Argel.
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La ciudad del cautiverio, por lo tanto, sería el lugar más importante para
la producción de Veneziano, como sugieren estos importantes elementos,
aunque, en realidad, la fecha que aparece en el manuscrito es anacrónica. Si
bien es cierto que Veneziano compuso varias canzuni durante su cautiverio,
en su totalidad el manuscrito es algo posterior, ya que contiene obras que
el poeta escribió después de su permanencia en Argel, empezando por la
misma epístola dedicatoria, con la cual se abre el manuscrito, fechada en
1581. De todas maneras, no hay duda de que la experiencia argelina debió
de ser muy significativa para él, tal como veremos.
En Argel, como decía al principio, Antonio Veneziano entabló relación
con Miguel de Cervantes, quien ya llevaba tres años en los baños de la ciudad
cuando llegó el italiano. Como es sabido, Cervantes había sido capturado por
los piratas en 1575, durante su viaje de regreso de Nápoles a España, y fue
llevado a Argel, donde permaneció hasta 1580. El largo cautiverio cervantino
siempre ha sido objeto de gran atención por parte de los cervantistas;3 lo que
pretendo aquí no es añadir algo nuevo sobre la cuestión, sino únicamente
focalizar algunos aspectos de esta etapa que resultarán útiles para contextualizar mejor la epístola y las octavas reales. Si se considera, por un lado,
que toda la obra de ficción de Cervantes está contaminada de elementos
tomados de la realidad y, por el otro, que “Nuestro conocimiento del cautiverio cervantino se apoya en fuentes que, por varios motivos, reordenan,
deforman u ocultan, a veces, los hechos ocurridos” (Canavaggio, 1998, LII
),4 se entiende perfectamente la importancia que tienen todas las referencias
directas a los años argelinos que se pueden rastrear en su producción. Así,
es evidente que el episodio del cautivo Ruy Pérez de Viedma del Quijote,
al ofrecer una perfecta síntesis ficcionalizada o, mejor dicho, una “libérrima
transposición” (Canavaggio, 2000, 25) de lo que debió de ser su vivencia
argelina, es, en tal sentido, uno de los más altos ejemplos de la capacidad de
Cervantes para contaminar la literatura con la vida real. Recordemos cómo el
narrador cervantino, por boca del cautivo, resume así el estado de ánimo que,
según podemos imaginar, coincidiría con el del mismo Cervantes prisionero:
(…) pensaba en Argel buscar otros medios de alcanzar lo que tanto deseaba,
porque jamás me desamparó la esperanza de tener libertad; y cuando en
3
Me limito a citar aquí uno de los estudios más recientes e interesantes sobre estos años algo
borrosos de la enigmática biografía de Cervantes: Márquez Villanueva, 2010.
4
El mismo Canavaggio, a propósito de las fuentes, señala que “por preciosas que sean estas
fuentes apenas nos dicen nada sobre lo que, a nuestros ojos, constituye lo esencial: la forma en
que Cervantes vivió desde dentro la experiencia; las relaciones que mantuvo con musulmanes
y cristianos; la mirada que lanzó sobre una civilización diferente de la suya. Sentimos, pues, la
tentación de apelar, para completar estos datos, a las proyecciones literarias de su cautiverio”
(Canavaggio, 1987, 72).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
lo que fabricaba, pensaba y ponía por obra no correspondía el suceso a la
intención, luego, sin abandonarme, fingía y buscaba otra esperanza que me
sustentase, aunque fuese débil y flaca. Con esto entretenía la vida, encerrado
en una prisión o casa que los turcos llaman baño, donde encierran los
cautivos cristianos, así los que son del rey como de algunos particulares.5
Sin duda, la huella dejada por la dolorosa experiencia de la privación de
libertad y la situación de semi-esclavitud fue profunda, tanto que el tema
del cautiverio aparece repetidas veces a lo largo de la obra de Cervantes. A
propósito de ello, María Antonia Garcés llega a afirmar que “Este suceso
representa el eje, o el vórtice fantástico, al que la escritura de Cervantes
retorna sin cesar” (Garcés, 2005, 619). Ahora bien, si se considera lo que
era la ciudad de Argel en aquel entonces, también se pueden mirar las cosas
desde otra perspectiva y leer el cautiverio no solamente como un episodio
negativo, sino como momento clave para la formación humana y cultural del
escritor (Abi-Ayad, 1994). En el siglo XVI, muchas de las ciudades-estados
que sirvieron de base para las actividades de los piratas berberiscos, como
lo fue Argel, se convirtieron en grandes centros comerciales y conocieron
cierta riqueza: el mercado de compra-venta y de rescate de cautivos y la
organización de las flotas corsarias, así como de los baños, favorecieron un
gran desarrollo económico. Argel, a finales del siglo XVI, era una de las
ciudades más importantes y cosmopolitas de todo el arco mediterráneo; su
riqueza no sólo era económica, sino también cultural. Si bien es cierto que
en la ciudad se reunían corsarios y todo tipo de aventureros, no lo es menos
que el vaivén de gentes acabó convirtiéndola en un lugar de intercambio
continuo entre diversidades, en un “hervidero étnico y religioso”, en palabras
de Eisenberg, donde se entrecruzaban ideas y corrientes intelectuales, ya que
entre los cautivos también había gente culta. Antonio de Sosa, un médico
e intelectual compañero de prisión de Cervantes, anotó en su Topografía
e historia general de Argel, escrita a finales de 1570, que “Hartos buenos
ingenios y aún doctísimos en todas buenas artes y ciencias tenemos cautivos hoy en día en Argel, y que cautivan cada día los corsarios desta tierra”
(Bauer y Landauer, 1927-29, II, 80).6 Es más: los españoles cautivos gozaban
5
El episodio de Ruy Pérez de Viedma que, como es sabido, ocupa los capítulos 39-41 de la Primera
parte del Quijote, es producto “de la rememoración cervantina del cautiverio” y “evidencia
un autobiografismo [...] compacto”. Por lo tanto, el cuento de cautivo “nos restituye de modo
insustituible, envuelta en el ropaje de una ‘fábula mentirosa’, la forma en que el futuro autor del
Quijote interiorizó una experiencia excepcional” (Canavaggio, 1998, XLVIII y LII-LIII). Murillo llegó a
sugerir que el relato del cautivo era “el verdadero e hipotético Ur-Quijote” (Murillo, 1981, 43).
6
Antonio de Sosa ha sido identificado como el autor de la Topografía e historia general de Argel,
que fue editada y publicada por primera vez por fray Diego de Haedo, y bajo su nombre, en 1612.
Se trata de una importante y extensa obra estructurada en tres largos diálogos, con la que el
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paradójicamente de unas libertades impensables en su patria, ya que, como
subraya el mismo Eisenberg, en Argel “se podía leer lo que uno quisiera; se
podía discutir cualquier tema. El único peligro era que un compatriota de
rescate denunciara, en España, lo que uno había dicho. Sin duda circulaban
libros europeos entre los presos letrados y algunos de los renegados” (Eisenberg, 2001, 87). Los caballeros y religiosos cautivos, pues, intercambiaban
ideas, libros y sobre todo escritos autógrafos y acabaron formando como una
pequeña ‘república de las letras’ (Gonzalo Sánchez-Molero, 2010, 222). El
preso Cervantes, por lo tanto, aunque sin darse exactamente cuenta de ello,
conoció en Argel la libertad de entrar en contacto con la diversidad, una
diversidad tanto étnica como religiosa, algo imposible en el espacio sociopolítico de la España de su tiempo, y tuvo ocasión de escuchar multitud de
idiomas hablados por gentes de tan distintas naciones y origen social. Entre
tales idiomas, debió de llegar a comprender el siciliano de las canzuni dedicadas a la mujer llamada Celia, que, según todo indica, Antonio Veneziano
compuso en el periodo de su cautiverio argelino.
Cautiverio que, al parecer, tal como ocurrió en el caso de Cervantes, para
Antonio Veneziano resultó, para bien y para mal, el hito fundamental de su
vida, pues, por un lado, Argel es el lugar indicado como el de redacción del
manuscrito autógrafo y, por otro, cabe decir que el motivo del encarcelamiento, de la privación de libertad, está muy presente en la memoria y en
la imaginación poética del autor. De hecho, a lo largo de su obra poética,
el motivo aparece metafóricamente bajo la forma de la cárcel de amor, de
la esclavitud de amor. Alrededor del mismo motivo, Cervantes construye
las octavas reales que le envía a Veneziano. Desde el punto de vista de la
calidad artística, ni el poema ni la breve epístola que lo precede se pueden
considerar memorables, pero ambos poseen cierto interés, sobre todo por
su valor biográfico, pues atestiguan y confirman que, en los años de Argel,
Cervantes dedicaba parte de su tiempo a las letras y experimentaba con la
poesía. Recuérdese, a este propósito, la afirmación del portugués Antonio
de Sosa, otro compañero de cautiverio de Cervantes, incluida en la “Información de Miguel de Cervantes de lo que ha servido a S. M. y de lo que ha
hecho captivo en Argel”, donde se recogen las declaraciones, realizadas a
petición de Cervantes, de varios compañeros suyos en Argel ante el notario
Pedro de Ribera, certificadas por el redentor de cautivos fray Juan Gil. Pues
bien, declaraba Sosa que Cervantes “se ocupaba muchas vezes en componer
versos en alabanza de nuestro señor y de su bendita madre y del santísimo
autor documenta desde su perspectiva lo que vio en Argel en los años de cautiverio. Eisenberg
llegó a sugerir una posible autoría cervantina de la obra (Eisenberg, 1996), pero sus argumentos
no convencieron a los cervantistas. Sobre la cuestión, véanse Camamis, 1977; Sola y de la Peña,
1995; Garcés, 2011, 1-80.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
sacramento y otras cosas santas y devotas” (Torres Lanza, 1905, 396). Tal
como señaló Ruta, de la producción a la que se refiere Sosa, solamente nos
han llegado los dos sonetos dedicados a Bartholomeo Ruffino de Chiambery,
otro cautivo en Argel, fechados en 1577, la controvertida “Epístola a Mateo
Vázquez”, más famosa por el debate acerca de su autenticidad que por su
calidad literaria,7 y las doce octavas reales y la epístola para Veneziano.
Esta última sirve de introducción a las octavas y es muy breve; en ella
Cervantes pide disculpas por el hecho de no haber podido revisar los versos
como habría sido necesario a causa de su estado de ánimo afligido. Aunque
se trata de afirmaciones que parecen obedecer a los tópicos de la falsa modestia, lo cierto es que, en aquella época, tal como apuntaron tanto Ruta como
Canavaggio, Cervantes había pasado por unas semanas de adversidades y,
por lo tanto, es posible que haga referencia a una situación de aflicción real.
Efectivamente, por aquellas fechas el escritor había intentado fugarse por
cuarta vez, intento que había fracasado y que había sido castigado con un
encierro (Ruta, 1980, 173; Canavaggio, 1992, 104-105). Tras las disculpas,
el escritor le desea a su amigo (y también a sí mismo) una pronta liberación,
para que pueda volver rápidamente a su tierra y a Celia.
Las octavas se basan en recursos estilísticos como construcciones correlativas, paralelismos, hipérboles, antítesis y plurimembraciones de clara
tradición petrarquista y muestran tonalidades semejantes a las de los poemas
que aparecerán en La Galatea, obra en la cual Cervantes, al llegar a Argel,
debía de llevar varios años trabajando, desde antes de trasladarse a Italia a
finales de 1569 (Stagg, 1994). En particular, el primer soneto que pronuncia
la ninfa Galatea, “Afuera el fuego, el lazo, el yelo y flecha”, la canción de
Elicio con la que empieza el Libro Primero y la III canción de Lenio en el
Libro Cuarto se basan en series de correlaciones y antítesis y en un léxico
muy parecidos a los de la primera octava.8 En la octava tercera Cervantes
hace una clara referencia al hecho de que la pluma de Veneziano ha ‘trasladado’ conceptos de su alma al papel, cosa que deja intuir lo que ya decía,
esto es, que Veneziano compuso una parte de su cancionero en Argel y que
Cervantes tenía conocimiento de los poemas que trataban, como se lee en
la misma octava, del mal de amor:
En los conceptos que la pluma vuestra
de la alma en el papel ha trasladado
nos dáis no sólo indicio, pero muestra
de que estáis en el cielo sepultado.
7
En años recientes, Sánchez-Molero ha defendido la autenticidad del poema: véase Gonzalo
Sánchez-Molero, 2010.
8
Para un análisis pormenorizado de las afinidades y diferencias entre estos textos, véase Ruta, 2006.
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Y allí os tiene de Amor la fuerte diestra,
vivo en la muerte, a vida reservado,
que no puede morir quien no es del suelo,
teniendo el alma en Celia que es un cielo.
Ya hemos visto que en la ilustración que abre el manuscrito de Veneziano
aparece la divisa “vltra etse citra”, que parece referirse a la separación entre
cuerpo y alma; a esta separación Veneziano hace referencia repetidas veces
en las octavas de su Celia (y también en algunos poemas de otra sección,
Nenia). Un ejemplo claro de ello se encuentra en el poema 137, donde
se lee: “Benchi per sorti e voghia di li dei / tu si in Sicilia et iu in terra di
Mori”. A esta separación cuerpo-alma alude también Cervantes en la última
octava al decir:
El cuerpo acá y el alma allá captiva
tiene el mísero amante que padece
por ti, Celia hermosa, en quien se aviva
la luz que al cielo alumbra y esclarece.
Es interesante señalar que el mismo motivo volverá a aparecer en El trato
de Argel, otra de las obras en las cuales se supone pudo empezar a trabajar
Cervantes mientras se encontraba cautivo, cuando el autor pone en boca de
Aurelio, justo al comienzo de la Jornada primera, estas palabras:
Pondérase mi dolor
con decir, bañado en lloros
que mi cuerpo está entre moros
y el alma en poder de Amor.
La nueva edición de las octavas y la epístola, como decía al comienzo, se
basa en el manuscrito autógrafo de Veneziano, cuya edición, en el ordenador
de la profesora Rinaldi, se hallaba dividida en varias secciones y diferentes
documentos.9 Los textos españoles se encontraban en el documento que
contenía la primera sección y, sin duda alguna, aún debían ser revisados;
en realidad, se trataba de una transcripción semi-diplomática, en la cual
la editora había introducido escasas enmiendas incluso en los errores más
evidentes; por consiguiente, se han considerado provisionales las pocas notas
9
Eran catorce documentos que correspondían a catorce de las quince secciones de las que se
compone el autógrafo. La sección que faltaba, es decir, la segunda, que contiene los poemas de
encomio al poeta compuestos por otros autores, está presente en una impresión de ordenador de
todos los textos que Di Girolamo fechó al comienzo de los años noventa (Di Girolamo, 2012, VII).
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
de aparato que los acompañan. En mi trabajo sobre la edición Rinaldi he
regularizado y modernizado la grafía según los usos de la filología española;
además, respecto a la edición Ruta, el aparato es mucho más escueto debido
a la eliminación de los descripti.
Por último, me gustaría señalar que este episodio de la vida literaria de
Cervantes y Veneziano llamó la atención de dos autores del siglo XX, de
nuevo un siciliano y un español: Leonardo Sciascia y Jorge Guillén, que
estuvieron en contacto epistolar durante algunos años.10 A comienzos de los
sesenta, Sciascia empezó a trabajar sobre Veneziano y le pidió información
por vía epistolar a Guillén sobre las octavas cervantinas. Guillén, que al
parecer no conocía el texto de Cervantes, el 30 de mayo de 1961 le escribe
a Sciascia: “No deje de contarme lo de la poesía de Cervantes”; en otra
carta del 12 de julio le dice que “no he podido ‘estudiar’ la poesía atribuida
a Cervantes”. Pero a comienzos del año siguiente, el 6 de febrero, el poeta
cumple con su palabra y le facilita los siguientes datos a Sciascia:
Mi querido amigo: tenía pendiente con usted una deuda... literaria. Supongo
que ya habrá usted escrito sus páginas sobre aquel Antonio Veneziano, a
quien en efecto dedicó Cervantes unas octavas. Octavas perfectamente conocidas. En la edición de Shevill y Bonilla, acaso las mejores Obras Completas
de Cervantes, en el tomo VI (“Comedias y entremeses Poesías sueltas”)
figura esa composición, páginas 31-36. Allí se cita el manuscrito de Palermo
(signatura XI-B-6), las Opere de A. Veneziano (Palermo 1861) y el artículo
del señor Mele en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, julioagosto de 1913, págs. 82-98 (allí podrá usted encontrar ese estudio, más
accesible que la tirada aparte.) ¡Y eso es todo! ¡Todo lo que sé!
El diálogo sobre la relación Cervantes-Veneziano continúa en marzo
de aquel 1962, cuando Guillén vuelve sobre el tema, anima a Sciascia a
que escriba su libro sobre Veneziano y subraya que “Las obras dramáticas
y narrativas sobre temas de cautiverio argelino están compuestas de invenciones y de memorias; habría que releer con mucha atención a Cervantes
para encontrar acaso reminiscencias de Veneziano”; también contesta una
pregunta que Sciascia le había planteado en una carta anterior: “No sé si
Cervantes leería o comprendería el dialecto de Sicilia; pero la lengua italiana
sí debía leerla y sentirla”. En 1967 Sciascia, en colaboración con Aurelio
Rigoli, publicó finalmente una antología de Veneziano (Rigoli ed. 1967) y le
envió un ejemplar a Guillén, que en una carta del 12 de noviembre de 1968
le escribe: “Antonio Veneziano es un personaje con mucha más importancia
10 Sobre esta relación epistolar entre ambos autores, véase Ladrón de Guevara Mellado, 2000, de
donde he extraído las citas de las cartas de Guillén.
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de la que yo suponía. (Y además compañero de Cervantes en el campo de
concentración)”.
Aunque, como decía, sólo se trata de un episodio de la vida literaria de
ambos y, repito, tanto los textos de Cervantes como el soneto de Veneziano
no sean de lo mejor que haya salido de sendas plumas, esta correspondencia
poética merece ser conocida en calidad de documento que aporta algunos
datos, escuetos pero significativos, sobre la actividad intelectual de estos
dos grandes autores europeos durante su cautiverio argelino.
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nueva hipótesis”, Cervantes: Bulletin of the
Bulletin of the Cervantes Society of America,
Cervantes Society of America, I.1-2: 43-50.
XIV.2: 9-25.
Rigoli, Aurelio, ed., 1967. Antonio Veneziano
Torres Lanza, Pedro, ed., 1905. “Información
Ottave, introd. de Leonardo Sciascia, texto
de Miguel de Cervantes de lo que ha servido
y trad. de Aurelio Rigoli. Torino: Einaudi
a S. M. y de lo que ha hecho captivo en
Rinaldi, Gaetana M., ed., 2012. Antonio Ve- Argel, y por la certificación que aquí presenneziano, Libro delle rime siciliane, rev. F. ta del duque de Sesa se verá cómo cuando
Carapezza, C. Di Girolamo, P. Musso y F. lo captivaron se le perdieron otras muchas
Sanguineti. Palermo: Centro di studi filolo- informaciones, fees y recados que tenía de
gici e linguistici siciliani.
lo que había servido a S. M.”, Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos, XII: 347-97.
Resumen:
El 27 de abril de 1578, los piratas raptaron al poeta siciliano Antonio Veneziano (1543-1593)
y lo llevaron a Argel, donde estuvo preso al menos diecisiete meses. Allí conoció a Cervantes,
quien el 6 de noviembre de 1579 le envió una carta y doce octavas, a las que Veneziano contestó
con un soneto en italiano. He llevado a cabo una nueva edición de los textos, ya publicados
por S. Arceri (1859), E. Mele (1913) y, críticamente, por M. C. Ruta (1986), en el marco de la
edición crítica de Veneziano al cuidado de G. M. Rinaldi, basada en el manuscrito autógrafo del
poeta (2012). En el presente trabajo se contextualiza este episodio de correspondencia poética
cuya importancia ha empezado a comprenderse recientemente.
Palabras clave:
Cervantes, Antonio Veneziano, cautiverio en Argel.
Abstract:
On April 27th, 1578, the Sicilian poet Antonio Veneziano (1543-1593) was kidnapped by
pirates and taken to Algiers where he remained for at least seventeen months. Here he made
friends with Cervantes, who on November 6, 1579, sent him a letter and twelve octaves, to
ANEXO DIGITAL
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which Veneziano replied with a sonnet in Italian. These texts, which have been published by S.
Arceri (1859), E. Mele (1913), and critically edited by M. C. Ruta (1986), have been re-edited
by myself as part of the critical edition of Veneziano’s poetry carried out by G. M. Rinaldi
and based on the poet’s authograph (2012). In this paper I will discuss the background to this
unusual poetic exchange between the great Spanish author and an Italian poet whose importance
has only recently begun to be reassessed.
Keywords:
Cervantes, Antonio Veneziano, captivity in Algiers.
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