REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 20 de Enero de 2013 II Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo C) Lectura del santo evangelio según San Juan 2:1-11 En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino." Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga." Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo." Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Cana de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. Comentario breve: Entre las imágenes bíblicas más evocativas de la relación entre Dios y su pueblo Israel es la de las bodas del novio y su novia. La imagen fue empleada por profetas como Jeremías y Oseas para hablar sobre el amor fiel de Yahve por su pueblo Israel que con frecuencia le era infiel y a su sagrada alianza. Subsecuentemente el tema del banquete nupcial mesiánicas surgió como imagen que visualizaba el momento esperado en que Yahve y Israel llegarían a celebrar su unión en la culminación de abundancia y gozo. En el evangelio de hoy encontramos una tercera ‘epifanía’ en una serie de epifanías, cuales incluyen la revelación de Cristo a las naciones representadas por los magos, la epifanía de la relación única filial con Dios en el rio Jordán, y hoy en Cana de Galilea en que Jesús le “manifiesta” su identidad y misión a sus discípulos como el que, en que en un banquete de bodas trae abundancia y gozo, y en guardando lo mejor para el final, para la inauguración de la edad mesiánica. Distinto a los tres evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas, el evangelio de Juan se refiere a los milagros de Jesús no como ‘demuestras de poder’, pero como semeion (signos). Estos eventos son extraordinarios y revelatorios, señalando y apuntando a la bondad de Dios actuando en Jesús para el bien de todos. En el evangelio rico en símbolo de Juan el milagro de transformar agua en vino se coloca como el primero de siete signos que revelan la verdadera identidad de Jesús, el significado de su vida y misión que cumplirá. Estos signos asombran y afectan; cada uno allana el camino para el signo definitivo cuando, en el idioma del Cuarto Evangelio, la “hora” de Jesús llega y el es “levantado” en la cruz para ser revelado y “atraer a todos hacia el.” El milagro de la boda, el primer de los signos también nos revela a un Jesús que escucha las plegarias y responded a las necesidades trayendo abundancia y gozo aun cuando estas faltan. Aun más, el sentido sacramental de este signo hubiese sido significativo para la comunidad de Juan. La eucaristía es un acto de transformación, pero también transforma a los que participan de ella. Y para enfatizar la importancia de este evento, el autor del Cuarto Evangelio no pierde la oportunidad de decirnos que “la madre de Jesús estaba allí.” El papel de María entre las primeras comunidades cristianas tenía que haber sido significativo para que los evangelistas la hubiesen reconocido en tan transcendentes y decisivos ocasiones como la de la primera enseñanza de Jesús en el Templo, su primer signo, su crucifixión y en Pentecostés. Sus pocas, pero cuidadosamente escogidas palabras en este evangelio, son palabras de preocupación por la posible situación avergonzada de una familia, y la otra es una clara y resoluta exhortación, “Hagan lo que él les diga.” La preocupación de María por las necesidades de los demás, su audaz confianza en su hijo a pesar de su aparente renuencia, tal como su instrucción a la obediencia, hacen de esta historia una de las vistas mas significantes de la participación de María en el ministerio de Jesús. Esta imagen de María ha consolado e inspirado a cristianos a lo largo de los siglos. Matrimonios y familias deben de tomar nota especial de este texto que celebra la exaltada dignidad del matrimonio, particularmente cuando los matrimonios y las familias enfrentan dificultades y retos tanto como desde dentro y desde la sociedad. Finalmente, el resultado del primer signo de Jesús fue que “sus discípulos creyeron en el.” La creencia es el principio de la fe, porque invita a que nos encomendemos audazmente a Dios y tomemos un compromiso resoluto en cumplir su voluntad. Como la narración del evangelio, María les dice a todos discípulos en todo el mundo y en toda época, “Hagan lo que él les diga.” La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: • La primera señal o signo de Jesús en las bodas de Cana trae a mente la imagen del banquete nupcial mesiánico previsto por los profetas de Israel and expectativas judías. Que el primer de los signos ocurre en un contexto de necesidad, con que Jesús responde trayendo abundancia y gozo, significa que su misión es una que traerá integridad, bienestar, vida y gozo al mundo. En el contexto litúrgico de las tres ‘epifanías’ (la visita de los magos, el bautismo en el rio Jordán, y la boda en Cana), esta lectura evangélica reafirma nuestra creencia en Jesús como el mesías, el Hijo de Dios vivo. • Este texto es rico y multidimensional, como tiende ser la gran parte del evangelio de Juan. Muchos temas surgen, como al venida del reino de Dios de abundancia y gozo, el poder de Jesús para transformarnos, el sacramento de la eucaristía, el cumplimiento de la ley judía por Jesús representada por los seis jarrones para purificación, la dignidad del matrimonio y la familia, y la comunidad de discípulos con María presente. • La narración de la boda en Cana invita una respuesta de fe, porque nos llama a creer en Jesús, como hicieron sus primeros discípulos, y a escuchar a la exhortación de María que nos dice, “Hagan lo que él les diga.” Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. • ¿Reconozco los signos de la gracia de Dios en mi vida? ¿He sido un signo de la gracia de Dios en la vida de otro? • ¿Qué ‘vino’ falta en mi matrimonio, familia, parroquia y sociedad? ¿Traigo las necesidades estas a Jesús tal como lo hico María? ¿Estoy atento a las necesidades del prójimo y hacer mi parte para responder a estas necesidades? • ¿Cómo, con la gracia de Dios, estoy creciendo en my creencia, fe, y resoluta respuesta a Jesús, para poder “hacer lo que él diga”? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 543-50, 963-75