¿Problemas idiomáticos o elocucionales? Algunos aspectos del español escrito transmitido por la TV. Jorge Wiesse Rebagliati Universidad del Pacífico Pontificia Universidad Católica del Perú La extensión el conjunto de enunciados sobre los cuales quiero llamar la atención probablemente parezca poco significativo. Sin embargo, su aura autoral, el prestigio con el cual se arropan y que, justa o injustamente proyectan, convierte a enunciados del español escrito de la televisión –concretamente, al español de los subtítulos de los documentales, series de contenido científico o cultural o películas habladas en lengua original (frecuentemente en inglés, pero también en francés, italiano y otros idiomas)- en un modelo muchas veces no totalmente consciente (ciertamente, por los receptores y consumidores, pero también –y esta circunstancia puede resultar especialmente grave- por los emisores). Los subtítulos en español de películas en idioma original y programas televisivos transmitidos por cadenas de cable como HBO, Film and Arts, History Channel, Discovery y National Geographic, por señalar algunas, se constituyen de hecho en modelos ejemplares, fundamentalmente por el prestigio de sus contenidos y por la supuesta autoridad del medio en que se transmiten. No resulta impertinente, por tanto, examinar algunos ejemplos del léxico de este corpus con el propósito de descubrir si se condicen con su proyectada ejemplaridad o si, más bien, la incumplen y hasta dan pie a confusiones de significado o de referente. En síntesis, siguiendo la distinción propuesta por Eugenio Coseriu, si determinados términos incluidos en el subtitulado son o no ejemplares (problema idiomático) o si generan confusiones de significado o de referente (problema elocucional). A. Cuadro de los planos y niveles del lenguaje (apud E. Coseriu) Planos y niveles del lenguaje Modos del saber lingüístico Tipos de valoración Plano “biológico” Saber psicofísico Normal Saber elocucional Saber idiomático Saber expresivo Congruente Correcto Apropiado Adecuado (cosas) Conveniente (personas) Oportuno (situación) Plano cultural Universal1 Histórico2 Individual3 1= hablar en general 2= hablar una lengua determinada 3= discurso Aunque podría parecer excesivo, por lo consabido, quisiera empezar recordando la tripartición coseriana relativa a los planos lingüísticos y a los saberes que les corresponden. Partamos de la idea coseriana (en última instancia, aristotélica) del lenguaje como actividad: el lenguaje es actividad. En efecto, nos damos cuenta de que existe el lenguaje porque comprobamos la actividad del hablar. Esta actividad se funda en un saber (en un saber hablar, precisamente). Este saber hablar incluye un conjunto de saberes: el saber elocucional (o elocutivo), el saber idiomático y el saber expresivo. El saber elocucional corresponde al plano universal del lenguaje; el saber idiomático, al plano histórico del lenguaje y el saber expresivo, al plano individual. En otros términos, el saber elocucional corresponde al saber hablar en general; el saber idiomático, al saber hablar una lengua y el saber expresivo, al discurso, es decir, al acto lingüístico o a los actos lingüísticos de un individuo en una ocasión determinada. Una oración como “Las seis funciones del lenguaje son cuatro: la poética, la expresiva y la conativa” es manifiestamente incongruente, pues dice que seis es cuatro y que cuatro es tres. Esta infracción a “las leyes generales del pensar” no está circunscrita a un idioma o a una circunstancia del hablar específicos: pertenece a lo universal del lenguaje. Este enunciado es incongruente no en español, el idioma en que ha sido formulado, sino en cualquier idioma. En cambio, decir “la lanza rojo” es un error de concordancia en español, pero no lo sería en su expresión equivalente quechua, por ejemplo; como lo sería en italiano decir “Si sono feriti” si solo se refiriera a un grupo de muchachas solas. En estos casos, el italiano exige la concordancia. Se dice, entonces, “Si sono ferite”, que es como decir en español “Se han heridas” (y no “Se han herido”, común para muchachas solas, muchachos solos o muchachos y muchachas). La concordancia no pertenece al plano universal del lenguaje, sino a un plano histórico: ocurre, y ocurre de determinada forma, en algunas lenguas para articular la secuencia sintagmática, y no ocurre en otras. Por último, decir no como metalenguaje, sino como lenguaje primario, como lenguaje objeto, en una situación hiperformal (como la sustentación de una tesis de grado o de título, por ejemplo) “quería ser aceptado dentro del grupo de los bacanes o populares de la escuela” es una expresión inapropiada, y específicamente inconveniente o inoportuna, en tanto no considera a los destinatarios o a la situación en que se expresa. B. En el aula, los fenómenos son un poco más complejos y muchas veces las distinciones se superponen. Por ejemplo, para mí, la impresión de Dayana Mendoza es manifiestamente inapropiada y, específicamente, inadecuada (en tanto es inapropiada respecto de lo que se habla). De por sí, una cárcel es un lugar que no puede ser “hermoso y relajado” porque en ella falta lo fundamental para gozar de lo hermoso y sentirse relajado: la libertad. Es como hablar de la belleza de un desastre natural o de las bondades de la ceguera. Es un error manifiestamente expresivo. Algunos alumnos, sin embargo, no lo apreciaron así. Sostuvieron que el error era elocucional, pues al significado de “cárcel” no le corresponde en la realidad lo “hermoso y relajado” que le atribuye doña Dayana. No obstante, no es que Miss Universo no sepa lo que es una cárcel y se equivoque en designarla o en calificarla. No es como si dijera “La tortuga se oculta dentro de su cascarón” por haber querido decir “La tortuga se oculta dentro de su caparazón”. Este sí es un error típicamente elocutivo o elocucional. Lo cierto es que Dayana Mendoza no se equivoca: le dice “cárcel” a la cárcel y sí sabe lo que es una cárcel, pero frívola o inadecuadamente, se refiere a ella como un lugar “hermoso y relajado”. A continuación, quiero presentarles una lista de ejemplos de términos y expresiones extraídos de los subtítulos de programas o películas en versión original y que se difundieron, principalmente, en los canales de cable HBO y Film and Arts. El primer grupo incluye términos que tienen traducción tradicional en español: C. NO TRADUCCIÓN DE NOMBRES (PROPIOS) CON TRADICIÓN EN ESPAÑOL (1) Trajan (Trajano) (2) río Styx (Laguna Estigia) (3) reina de Sheba (reina de Saba) (4) Sulla (Sila, Lucio Cornelio Sila, 138-78 A.C.) (5) Hannibal (Haníbal) (6) Cato (Catón) (7) Potiphar (Putifar) (8) Vizier (Visir) (9) Gepua (¿?) [Capua] (10) Narbo (Narbonne, Narbona) (11) Venus y Apollon (Apolo) (12) Sardinia (Cerdeña) ¿Existe, verdaderamente, problema en no traducir estos términos? Un espectador avisado probablemente realice sin problemas las equivalencias entre “Trajan” y “Trajano” o puede inmediatamente consultar Google o algún otro buscador si tuviera alguna duda de la equivalencia. Sin embargo, la situación es distinta si se trata de un alumno que podría no identificar al personaje histórico porque no conoce el nombre o que podría pensar que el nombre del emperador romano en español es el mismo que en inglés. Los problemas podrían resultar más graves con los nombres geográficos (como “Sardinia” por “Cerdeña”), sobre todo si no se escriben correctamente ni en inglés, como “Gepua” por “Capua”. Resulta, además, gravemente inusual que nombres propios de dioses griegos tan conocidos como “Apolo” no se traduzcan y se difunda la forma francesa “Apollon”. ¿Qué garantiza que un estudiante no piense legítimamente que “Apolo” y “Apollon” sean dioses distintos? ¿No es suficiente con que tenga que conocer las equivalencias mitológicas entre los dioses griegos y romanos (entre Zeus y Júpiter, entre Hera y Juno; entre Atenea y Minerva o entre Artemisa y Diana) para agregar nuevas posibilidades? D. VERSIONES NO EQUIVALENTES (FORMAS POCO TRADICIONALES) (13) Trío “El fantasma” (Ghost trio, Beethoven, trío N°5 en Re M, Op.70) [Trío de los espíritus] (14) Fantasma Sagrado (Holy Ghost) [Espíritu Santo] Si bien se encuentra (sobre todo en la red), la traducción del “Geistertrio” Op. 70 de Beethoven como “El fantasma” (13), probablemente por influencia del inglés “Ghost trio”, la equivalencia española más cumplida es la más tradicional, la más usual en términos musicales: el “Trío de los espíritus”. Se espera, por lo tanto, de emisores informados que no se refieran a una obra de arte tan importante con cualquier traslación, sino precisamente con aquella más consensuada (y probablemente más exacta, pues “Geister” se traduce mejor por “Espíritus” que por “Fantasma”). Peor es el otro caso: traducir (14) “Holy Ghost” por “Fantasma Sagrado” y no por “Espíritu Santo” indica seria ignorancia de un término estable y funcional, de tradición secular, e importante para una porción significativa de la población mundial. Con mucha probabilidad, muchos cristianos no reconocen al “Fantasma Sagrado” como una de las personas de la Trinidad. Enfrentados a esta forma, aventurarán que se trata de una instancia espiritual ajena a su tradición religiosa. E. TRADUCCIONES HÍBRIDAS (15) dacianos (dacios) (16) Escipio (ingl. Scipio, esp. Escipión) (17) Estrabo (ingl. Strabo; esp. Estrabón) (18) celeri (fr. céleri; ingl. celery; esp. apio) Las formas (16) Escipio y (17) Estrabo son innovaciones inútiles de castellanizaciones ya estables de nombres de personajes clásicos: el general Escipión y el científico Estrabón; (18) celeri es, también, castellanización inútil. La forma castellana es “apio”, término de amplia tradición agrícola y culinaria. Sin embargo, un término como “dacianos” por “dacios” (el pueblo que en la Antigüedad pobló la actual Rumania) podría justificarse sistemáticamente. ¿Acaso Rodrigo Caro en su Canción a las ruinas de Itálica no habla de “las enseñas grecianas” en lugar de las enseñas griegas? ¿Y Berceo y Juan de Mena, quienes, con alegre inconciencia e inconsecuencia, castellanizaban términos del latín o del griego sin ningún propósito normalizador? (Por ejemplo, en la obra de Mena se registran las formas Elicóne, Elícon y Elicón, referidas al monte Helicón, la montaña de Beocia consagrada a Apolo y las musas.) Ciertamente, pero en los casos de Berceo y Juan de Mena, además de la constricción métrica de la cuaderna vía y del verso de arte mayor castellano, respectivamente, debe considerarse el carácter fundador de poetas que todavía estaban experimentando con el español como lengua de cultura. No es el caso del término “dacianos”, que parece más un calco del inglés “dacians” que una innovación consciente basada en las posibilidades del sistema castellano. F. INCORRECCIONES ORTOGRÁFICAS (19) Gaughin (Gauguin) (20) Kirkegar (Kirkegaard) No debería quitarnos mucho tiempo comentar las incorrecciones ortográficas citadas. Bastaría decir que el consenso normativo actual consiste en respetar nombres y apellidos en su ortografía original cuando se encuentren escritos en alfabeto latino, por supuesto, y no en castellanizarlos, como hace Cervantes en Los trabajos de Persiles y Sigismunda cuando traduce el apellido irlandés Fitzmaurice por Mauricios. Así, no es normal la forma (20) Kirkegar por “Kirkegaard”, el filósofo danés. La forma (19) Gaughin no tiene mucho sentido ortográfico en castellano. En todo caso, más lo tiene la forma ortográficamente correcta “Gauguin”, que se acerca más, aun pronunciándola en castellano, al original francés. G. INCORRECCIONES (INCONGRUENCIAS) DE DESIGNACIÓN O DE REFERENTE (21) Troya (por Procida, una isla de Italia, cercana a Nápoles) (22) Polvo (por el río Po, en el norte de Italia) (23) pescado a la Melba (por “péches à la Melba”, melocotones Melba) (24) “Son débiles los ojos negros” (por “Falle gli occhi neri”, Tosca a Cavaradossi, en el primer acto de Tosca de Puccini) En esta serie de ejemplos, no caben consideraciones idiomáticas. Se trata de gruesos errores elocucionales que se basan, fundamentalmente, en la incongruencia entre el término lingüístico y lo designado por él. El ejemplo (21) parecería referirse a una geografía fantástica que confunde dos localidades que están separadas entre sí por miles de kilómetros. El ejemplo (22) no confunde dos localidades geográficas, sino que designa con un término cualquiera (podría haberse dicho, en lugar de “Polvo”, “Policarpo” o “policía” y la arbitrariedad abusiva de la designación habría sido la misma) a un fenómeno geográfico, el río Po, perfectamente ubicable, relevante y famoso. No se trata de toponimia menor. Un error de esta naturaleza delata la absoluta ignorancia del emisor tanto de los idiomas que pretende traducir como del mundo a los que estos aluden. Apreciaciones semejantes pueden hacerse de la traducción de “péches” (melocotones o duraznos) por “pescado” (¿tendrá algo que ver en esta equivalencia la cuasi homofonía de “peshes” y de “peces” en un hispanoparlante parcialmente competente?). Traducir “Falle” (24) por “débiles” (¿quizás por cruce con “fallos”, “caídas”, “debilidad”?), verbo por adjetivo, e insensibilidad o desconocimiento de la conjugación verbal del italiano (“Falle” está en imperativo) altera por completo el sentido de la frase con que, en la ópera Tosca de Puccini (una de las más famosas y queridas del repertorio lírico), la cantante y actriz Floria Tosca le pide a su amante, el pintor Cavaradossi, que pinte negros los ojos de la Magdalena en el lienzo que está trabajando. En síntesis, a partir de este pequeño corpus de expresiones del español escrito en los subtítulos de documentales, series, entrevistas, etc. en lengua original, puede observarse lo siguiente: 1) Existen nombres propios no traducidos al español cuando en este idioma existen equivalencias de larga tradición; al generarse nuevos términos, se corre el riesgo de que un problema meramente idiomático se convierta en un problema elocucional. 2) Los términos híbridos (es decir, los parcialmente castellanizados) resultan innovaciones inútiles, puesto que existen formas tradicionales en uso perfectamente funcionales. 3) En varios casos, la incongruencia entre el término lingüístico y la realidad designada es clamorosa y no permite interpretar adecuadamente el texto en el que el citado término está inscrito. Para regresar a nuestro planteamiento inicial: lo que parece una cuestión idiomática, de ejemplaridad, de norma lingüística, se desliza frecuentemente hacia una cuestión elocucional y genera incomprensión. La responsabilidad por el cuidado lingüístico, precisamente, por el aura de prestigio que emana de su condición de canales de televisión “de cultura” es de los emisores corporativos e institucionales. Por lo que se ha observado y he tratado de transmitir, y aun asumiendo el papel de meros consumidores, creo que no estamos recibiendo, ni siquiera como clientes, una atención adecuada, para no hablar de la función educadora que deberían cumplir estas instituciones. H. ADDENDA: EL PROGRAMA DE CORRECCIÓN DE WORD (25) Freud (Freíd) (26) sacralidad (sacralizad) (27) originadora (originadota) (28) caveat (chaveta) (29) Étienne Gilson (Étienne Wilson) (30) Hardy (ardí)