EL VOTO Según la Revelación de la Palabra de Dios Nunca se origina en la mente ni en el corazón de Dios. No está estipulado en los preceptos, mandatos o estatutos del Señor para su pueblo. Es el acto voluntario que surge en la iniciativa propia del hombre. “E hizo Jacob voto, diciendo” (Gn. 28:20) “Cuando alguno hiciere especial voto a Jehová” (Lv. 27:2) “Israel hizo voto a Jehová” (Lv. 22:21) “Cuando alguno hiciere voto a Jehová” (Nm. 30:2) “La mujer, cuando hiciere voto a Jehová” (Nm. 30:3) “Cuando haces voto a Jehová tu Dios” (Dt. 23:21) “Jefté hizo voto a Jehová” (Jue. 11:30) “(Ana) hizo voto, diciendo” (1Sa. 1:11) “Tu siervo hizo voto” (2Sa. 15:8) El voto liga y obliga a la persona a cumplir su palabra. “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca… la mujer, cuando hiciere voto a Jehová, y se ligare con obligación en casa de su padre, en su juventud;… todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será… todo voto de viuda o repudiada, con que ligare su alma, será firme” (Nm. 30:2-4,9) “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti” (Dt. 23:21) “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar” (Ecc. 5:4-6) Un voto apresurado sin reflexionar es un lazo o atadura “Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, y después de hacerlo, reflexionar” (Pr 20:25) El pago de un voto debe provenir de una fuente limpia y pura, debido a la dignidad de Aquel a quien se le hace. “No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro” (Dt 23:18) “Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. Y vosotros lo habéis profanado… y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones” (Mal. 1:11-14). Debido a la práctica ya adquirida de hacer votos, el Señor mediante Moisés da las directrices, para los mismos en la ley. Esta legislación bíblica se halla principalmente en Lv. 7:16-17; 22:17-25, 27; Nm. 15:1-10; Cap. 30; Dt 12:11; 23:18, 21-23. Pero estas se hacen sobre la base de la iniciativa humana sobre los votos y no haciendo Dios de los votos un mandato suyo para ser practicado. Por el contrario, lo hace debido al abuso o liviandad con la que se realizaban los votos. Bajo la ley, los israelitas no estaban obligados a hacer votos, pero, si se prometían voluntariamente, había la obligación de cumplirlos puntualmente. Las expresiones aprobatorias de Job, de los salmistas, del sabio Salomón y de los profetas (Job 22:27; Sal 22:25; 50:14; 56:12; 61:5, 8; 65:1; 66:13; 116:14, 18; 7:14; 19:21; Jer 44:25; Jon 1:16; Nah 1:15), sobre los votos, jamás deben ser tomadas como una invitación a la practica de los mismos por parte de los creyentes en Cristo Jesús, ya que hoy, “en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación… y además, tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (He. 6:9; 8:1-3). Para la época del Señor Jesús, no hay evidencia de que haya aprobado o ratificado los votos, al contrario las pocas veces que se refirió a ellos lo hizo con un tono de censura, ya que estaban siendo colocados, por iniciativa del liderazgo religioso, por encima de los mandamientos medulares que Dios dio a su pueblo. Veamos: 1) El voto implicaba o iba acompañado de un juramento. Y estos no fueron aprobados por Jesús. “Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mt. 5:33-37) 2) El voto debía ser cumplido en muchas ocasiones mediante una ofrenda. Pero esta debía de ser presentada en paz y buena relación con el hermano. Según Jesús es prioritario la armonía entre hermanos que el simple cumplimiento de un voto o la presentación de la ofrenda. “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt. 5:23-24) 3) El honrar a padre y madre es uno de los mandamientos medulares de Dios. Mientras que el voto solo era una tradición. Jesús censuró darle al voto más valor que al mandato divino. “Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (ofrenda votiva o dedicada) (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido” (Mr. 7:9-13). Los votos jamás fueron ratificados ni confirmados por el liderazgo Apostólico del primer siglo, por el contrario, escribieron a los creyentes no practicarlos. “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien… Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto (votos, Hch. 21.23-24); solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hch. 15:28-29; 21:25). Motivar al pueblo a realizar votos, utilizando parcialmente las Escrituras sin tener en consideración la totalidad del tema, y en ausencia de una sana instrucción, sencillamente es inducirlo a pecar y a estancarlo en una práctica antigua ya superada por una superior revelación en la persona de Jesucristo el Hijo de Dios. “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí... he aquí más que Salomón en este lugar... Este es mi Hijo amado; a él oíd... porque a éste señaló Dios el Padre… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo… hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos... Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste… Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Mt. 12:6; Lc. 11:31; Mr. 9:7; Jn 6:27; He. 1:2,4; 3:3-6). La mas grande promesa y juramento que nos asegura una bendición abundante para nuestra vida de manera integral fue hecha por Dios mismo. “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente… Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables (promesa y juramento), en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (He. 6:13-14,17-20). La mayor ofrenda votiva fue presentada por Jesús mismo, al entregarse como sacrificio por nosotros. “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención… pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado... Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo… En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (He. 9:11-12; 9:26; 10:5,10,12,14) El que se haga mención en el libro de los Hechos sobre el voto del apóstol Pablo en dos ocasiones (Hch. 18:18; 21:23) no da lugar para una práctica. Además, el voto aquí mencionado era el del nazareo; y no precisamente era un voto con fines de adquirir un favor de Dios, como es la motivación de aquellos que los promueven en nuestra época. En la antigüedad cualquiera podía realizar un voto, independientemente de su conducta, actitud, motivación o intención. 1) Jefte hizo voto para ofrecer a su hija en holocausto debido a su ignorancia. (Juec. 11:30-31, 34-39). 2) Absalón hizo voto con rebelión en su corazón. (2Sa. 15:7-12) 3) Israel hizo voto con engaño premeditado. (Mal. 1:14) 4) La mujer adultera hizo voto sin arrepentimiento. (Prov. 7:10-14) 5) Algunos utilizan una fuente perversa para pagar su voto. (Dt. 23:18) 6) El voto sin la correcta actitud no tiene valor en sí mismo. (Sal. 51:16-17) 7) Saúl hizo voto poniendo en peligro a sus hombres. (1Sa. 14:24-30) 8) El liderazgo religioso motivaba al pueblo a hacer voto pasándole por encima al mandato de Dios. (Mr. 7:9-13) Si mediante el voto se pretende motivar la generosidad del pueblo a dar para la obra de Dios y a recibir los beneficios divinos, debemos de hacerlo sobre un terreno moralmente limpio y enteramente bíblico; especialmente si se persiste en fundarse en las prácticas antiguo testamentarias y de la ley, sería muy sano recordar las palabras del apóstol que dijo, “sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente” (1Ti. 1:8). Debemos ser íntegros en el uso de las Escrituras y no parciales. Uno de los más grandes defectos en la actualidad de aquellos que promueven los votos, es que los motivan con una intención exclusivamente materialista, tanto para el que lo promete como para el que lo promueve. Pero bíblicamente, los votos abarcaban una amplia variedad de motivaciones. Sería muy conveniente recordar las palabras inspiradas del apóstol, “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios... Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos... porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos” (2Co. 4:2; 1Tes. 2:5-7; 2Co. 12:14). Bibliografía: Diccionario Certeza, Diccionario Nelson, Diccionario W. E. Vine y Diccionario Uno. Todas las citas son tomadas de la Biblia Reina Valera 1960