anécdotas de kim il sung 2

Anuncio
ANÉCDOTAS DE
KIM IL SUNG
2
PYONGYANG, COREA
102 DE LA ERA JUCHE (2013)
ANÉCDOTAS DE
KIM IL SUNG
2
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PYONGYANG, COREA
102 DE LA ERA JUCHE (2013)
Almuerzo en honor de Choe Tok Sin, presidente
de la Asociación Nacional Paedal.
Encuentro con el pastor
surcoreano Mun Ik Hwan.
Visita a la residencia del pastor Mun Ik Hwan.
Entrevista con el jefe de la delegación de periodistas
del Mainichi Shimbun, de Japón.
Junto con el internacionalista Ya. T. Novichenko.
Entrevista con la escritora
alemana Luise Rinser.
Junto al ex presidente estadounidense
Jimmy Carter y su comitiva.
Prólogo
En todo el curso de su vida, el Presidente Kim Il Sung desplegó
dinámicas actividades diplomáticas mientras conducía a la victoria la
lucha revolucionaria y la labor de construcción. Las numerosas anécdotas
referentes a lo sucedido durante su encuentro y conversación con los
compatriotas residentes en el Sur y el extranjero, los jefes de Estado y
personalidades políticas y sociales de otros países son verdaderas loas a
este gran hombre y muestran al mundo su clarividencia extraordinaria, su
omnisciencia y erudición, su capacidad mental sin igual y sus ricos
sentimientos, su gran fuerza atractiva e infinita humanidad.
Nuestra Redacción recoge una parte de esos pasajes en este folleto,
Anécdotas de Kim Il Sung (2), para ponerlos en conocimiento del lector.
De la redacción
ÍNDICE
1. NOBLES VIRTUDES............................................................
1
Una conversación concluida al cabo de 30 años...................
1
Agua vivificadora para la campiña surcoreana de
Yonbaek................................................................................
3
Viraje dramático en la vida de Kim Ku ................................
5
Maderas arrastradas por el río Han .......................................
7
“Dios” de Corea....................................................................
9
Boletín meteorológico que causó más preocupación
que la alegría......................................................................... 10
Diagnosis en un banquete ..................................................... 12
Regalo extraordinario ........................................................... 13
“Rodangikjang” .................................................................. 14
Emotivo encuentro y separación........................................... 16
24 horas de batalla de socorro del “Samjiyon” ................... 18
“¡Compañero Choe Tok Sin!” ............................................ 19
Oración de un pastor anciano antes del almuerzo................. 22
Vino y etiqueta en la ceremonia de recordación
al difunto............................................................................... 24
Leyenda de Kumdang y agua manantial Sindok................... 25
Copas llenas por el Presidente .............................................. 26
Impacto recibido por el reverendo Mun................................ 27
La copa para el difunto ......................................................... 29
Visita a Pyongyang del presidente de la Federación
para la Paz Mundial .............................................................. 30
Gran Programa...................................................................... 33
2. ATRACCIÓN......................................................................... 35
Preguntas y respuestas de profunda significación................. 35
Bufanda de lana regalada a Zhang Weihua........................... 36
“Carne de pollo del cielo”..................................................... 38
Un corresponsal extranjero que regresó sin hacer
ni una pregunta ..................................................................... 40
Libreta misteriosa ................................................................. 41
Famoso “discurso del 6 de agosto” ..................................... 43
La filosofía del Juche es una “filosofía de vivas” ............... 44
Título de “verdadero labriego” que aceptó de buen
grado ..................................................................................... 47
Las masas populares son mis maestras ................................. 49
Consejo a los huéspedes solteros .......................................... 49
Estatua de Zhou Enlai levantada en Hamhung ..................... 51
Origen de la tos falsa ............................................................ 52
Nueva leyenda del respeto al pueblo .................................... 54
Li Tai Bai burló a Yang Gui Fei ........................................... 55
Lo que nunca cambiaría por nada ......................................... 57
Título de Héroe otorgado 38 años después ........................... 58
“Billete para el viaje hacia el pueblo” ................................. 59
Podemos ganar una colosal cantidad de dinero .................... 62
Taquígrafa de 26 años antes ................................................. 63
Para el diablo tres copitas y para el hombre cuatro............... 64
100 pesos y 10 centavos ....................................................... 65
“Acompañante” .................................................................. 66
Jaengban Kuksu se ganó la popularidad............................... 67
Monumento al mártir Zhang Weihua.................................... 69
Admiración de un huésped de Europa septentrional............. 70
Filosofía del gran hombre..................................................... 72
Melocotón y mango .............................................................. 73
La ley fisiológica de las abejas y el principio
fundamental de la construcción del partido .......................... 75
Cálculo mental durante la conversación ............................... 76
Respuesta a los huéspedes norteamericanos ........................... 78
Un buey corneador y otro no corneador ............................... 79
“Personaje distinguido” ...................................................... 80
Conversaciones a bordo........................................................ 80
1. NOBLES VIRTUDES
Una conversación concluida
al cabo de 30 años
Era un día de finales de otoño de 1926, en el que caían a
destiempo grandes copos de nieve.
En el despacho de Choe Tong O, director de la Escuela
Hwasong, se desarrollaba una seria conversación entre este y
Kim Song Ju (el nombre de niño del futuro Presidente de la
República Popular Democrática de Corea, Kim Il Sung), entonces
un alumno de 14 años.
—Me extrañó tu intento de abandonar la escuela resignándote a
tu ideal ya concebido. Dices que no te gusta la enseñanza que se
ofrece aquí. ¿Dónde, en este tiempo turbulento, existe una escuela
que le guste a todos por igual?
Expuso largamente el director su lamento con una mezcla de
enojo al escuchar de boca de su alumno la decisión de abandonar
la Escuela Hwasong e ir a Jilin para continuar sus estudios en una
escuela secundaria. Se acercó a la ventana y miró distraídamente
hacia fuera, hacia el cielo, en el que revoloteaban los copos de
nieve.
Kim Song Ju sintió pena por el sufrimiento del maestro, pero no
podía renunciar a una determinación que había tomado después de
muchos titubeos sicológicos y una larga y profunda meditación. Su
objetivo consistía en, previendo el futuro de la revolución, salir a un
escenario más extenso, rebasando el estrecho cerco de Huadian, y
librar a todo motor la lucha por llevar a vías de hecho el programa
de la Unión para Derrotar al Imperialismo ya organizado.
1
Poco rato después, el director rompió el pesado silencio, sin
quitar la mirada del cielo.
—Si esta escuela no le gusta a los niños sobresalientes como tú,
Song Ju, la abandonaré también yo.
Kim Song Ju se mantuvo callado sin contestar a las palabras
que no se esperaba de su mentor. Pensó que la justeza de su opción
sería probada por el tiempo y la práctica.
Pero al darse cuenta que resultaba imposible disuadirlo, el
director reprimió su agitación con la magnanimidad y paciencia de
un maestro, y puso ligeramente su mano sobre un hombro de su
discípulo.
—Si es para lograr la independencia de Corea, no me importa
que sea el nacionalismo o el comunismo. De todos modos, te deseo
éxito.
Al abandonar la cancha de la escuela, el preceptor trasmitió al
alumno numerosos consejos útiles para la vida.
En aquel momento de despedida, Kim Song Ju tenía muchas
palabras que deseaba decir. Pero calló reprimiendo su
mortificación. Solo aguantaba la pena que sentía por el
descontento y porque su maestro no había comprendido sus
verdaderas intenciones.
De este modo, la conversación de aquel día entre el director y
el discípulo terminó sin llegar a un acuerdo.
Kim Song Ju abandonó la Escuela Hwasong y ni una vez se
arrepintió del paso que dio. Si tuvo algo que le hizo sentir
remordimiento fue el hecho de que no había podido sacudir la
nieve que había caído sobre los hombros del maestro que lo
despedía expuesto a la nevada.
En contraste con esta despedida desgarradora, el reencuentro
de ambos, al cabo de 30 años, fue muy emocionante.
Choe Tong O, ex-director de la Escuela Hwasong, quien
después de la liberación del país vivía en el Sur de Corea, se pasó
al Norte durante la Guerra de Liberación de la Patria (25 de junio
2
de 1950-27 de julio de 1953) y ocupó un cargo importante en un
organismo estatal. A mediados de la década de 1950, el Presidente
Kim Il Sung le concedió una audiencia. Era una época en la que
su ideal, el de la UDI, ya se había tornado realidad en la patria con
el derrocamiento de los imperialismos japonés y estadounidense.
En esa ocasión, el antiguo maestro, llamándolo por su nombre
de niño, le dijo:
—A fin de cuentas, entonces usted fue justo, Premier Song Ju.
Con esta breve expresión del antiguo maestro concluyó la seria
conversación iniciada 30 años atrás en la Escuela Hwasong.
Agua vivificadora para la campiña
surcoreana de Yonbaek
En 1946, recién liberada Corea llegó la primera primavera.
También la extensa campiña surcoreana de Yonbaek, de 13.600
hectáreas, empezó a verdear, pero desierta, sin una señal humana,
a causa de la falta de agua. La invisible línea del Paralelo 38,
establecida junto con la ocupación ilegal de la mitad de Corea por
los norteamericanos, que implantaron una administración militar
para sustituir la ocupación de los imperialistas nipones, había
cortado los canales conectados con los embalses de Kuam y Ryeui,
en la parte norcoreana.
Por si fuera poco, los estadounidenses y la camarilla títere de
Syngman Rhee desgarraban más los corazones de los agricultores
de la región, que se lamentaban de no tener agua, haciéndoles creer
que el Norte no se la suministraría jamás.
Uno de esos días sucedió una sorpresa: corrientes de agua
danzarinas se precipitaron hacia la campiña surcoreana de
Yonbaek, procedentes de más allá del Paralelo 38, de la parte
norcoreana, donde resonaba la música campesina como parte de la
celebración por la implementación de la reforma agraria.
3
Era que el Presidente Kim Il Sung, al conocer la crítica
situación que padecían los labriegos de allí, instruyó abrir las
compuertas de ambos embalses, medida que volvió a aplicarse
también al año siguiente.
La cantidad de agua suministrada correspondía al 99 por ciento
de todo el caudal de ambos reservorios.
Esta medida, cargada del amor a los compatriotas, emocionó
mucho a la población surcoreana.
Pero debido a las maniobras obstructoras de Estados Unidos y
de la camarilla títere surcoreana se interrumpió el caudal de aguas
benefactoras que irrigaban la campiña de Yonbaek y en la
primavera de 1948 los retoños de arroz que crecían lozanamente
en almácigas se marchitaban amarilleados y en otros arrozales
arados se levantaba solo el polvo seco. Decenas de miles de
agricultores de Yonbaek enfrentaron otra vez el dilema de
sucumbir o sobrevivir.
(¿Por qué vacilar ante este viacrucis? Vamos a informar al gran
General Kim Il Sung de nuestra situación y rogarle nos envíe
agua.)
Decididos, más de 800 delegados de los campesinos de
Yonbaek cruzaron a principios de mayo el Paralelo 38 rumbo al
Norte, arriesgando su vida.
El Presidente Kim Il Sung leyó en persona su mensaje, miró
detenidamente hacia el Sur, sumergido en una profunda
meditación, y dijo al funcionario que trajo la misiva que era
preciso enviar agua a los campesinos de Yonbaek para que sus
cultivos no se echaran a perder a pesar de las maquinaciones de
obstrucción de los yanquis.
Poco tiempo después, el 26 de junio de 1948, el Comité
Popular de Corea del Norte adoptó la decisión No 155 “Sobre el
suministro de aguas de riego de los embalses de Kuam y Ryeui a la
región surcoreana de Yonbaek”, donde se hacía constar que la
medida respondía a la rogativa de los campesinos surcoreanos y el
4
suministro se iniciaba desde el 27 de junio de 1948. El acuerdo
llevaba al pie la siguiente firma de ratificación: “Kim Il Sung,
Presidente del Comité Popular de Corea del Norte”.
De esta forma la campiña de Yonbaek pudo ser regada. Fue el
agua vivificadora que afluyó no solamente en el corazón de los
lugareños, sino también en el de todos los habitantes del Sur de
Corea.
Viraje dramático en la vida de Kim Ku
En marzo de 1948, cuando se cernía el negro nubarrón de la
división de la nación coreana, el General Kim Il Sung tomó la
iniciativa de convocar una conferencia conjunta entre el Norte y el
Sur, a fin de hacer añicos la tentativa divisionista de los
imperialistas yanquis y sus lacayos, elaboró la lista de
personalidades de los partidos, grupos y sectores del Sur de Corea
que serían invitados al evento y la entregó a los funcionarios para
que prepararan las cartas de invitación. Mientras la leían, estos se
quedaron estupefactos sin apartar la vista del nombre de Kim Ku,
que había perpetrado sin vacilación atentados contra los
revolucionarios y encabezado el “gobierno provisional en
Shanghai” antes de la liberación del país y, después de este evento,
el “Partido de Independencia de Corea del Sur”. ¿Acaso debemos
tender la mano a un sujeto con quien tenemos que ajustar muchas
cuentas?
Percibiendo la extrañeza de los funcionarios, el General
Kim Il Sung les persuadió:
—Es innegable que él se entregó al anticomunismo y es un
nacionalista. Pero posee un fuerte sentimiento antijaponés y ahora
odia a Estados Unidos… Además, se alimenta del espíritu
patriótico y se preocupa por el futuro del país. En este sentido, no
veo por qué no podamos cooperar con Kim Ku en la realización de
5
la causa común de la nación por la reunificación de la patria.
Así pues, la carta de invitación le fue cursada.
Empero, al recibirla, Kim Ku vaciló:
Según su criterio, los comunistas solo pregonaban la lucha de
clases, no tenían en consideración a la nación y desdeñaban y
rechazaban tajantemente a los nacionalistas. ¿Acaso, pensó,
quieren ellos sinceramente tender la mano a quien con odio
perpetró abiertamente atentados contra ellos mismos?
Inmediatamente se apoderaron de él la duda, la vacilación y la
angustia. Pero no podía permanecer indiferente a la posible
perpetuación de la división de la nación. Por eso envió a su
secretario a Pyongyang como una avanzada. Pensó que aun cuando
fuera al Norte, debía tener ciertas garantías.
El General Kim Il Sung, sin hacer reproche a tal actitud,
concedió una audiencia a su “emisario especial”.
Este le dijo:
—Excelentísimo General, el señor Kim Ku desea venir a
Pyongyang y verse con usted. ¿Puede obviar su pasado?
El anfitrión respondió afirmativamente de inmediato y de muy
buena gana y finalmente se concretó el viaje de Kim Ku a
Pyongyang.
Su permanencia en la capital no duró mucho, pero sirvió para
que él, atraído por el gran ideario, la destacada capacidad de
dirección y la noble virtud del General Kim Il Sung, llegase a
adorarlo y dar a su vida un viraje dramático, del “anticomunismo”
a la alianza y cooperación con los comunistas.
Cuando el General Kim Il Sung le recibió antes de partir con
destino a Seúl después de la Conferencia Conjunta entre el Norte y
el Sur, Kim Ku le dijo:
—Excelencia, antes de separarnos tengo que hacerle una
petición.
Y puso delante de él una pesada caja.
—Hasta hoy, deambulando por el extranjero, guardé sin hacer
6
nada especial esta caja de la legalidad del “gobierno provisional”
en Shanghai. Tenga la bondad de recibir el sello de este gobierno
que, aunque es pequeño, ha dejado su huella en la historia de la
nación.
Se trataba de un sello de jade que él venía considerando más
valioso que su propia vida. Simbolizaba la legalidad del “gobierno
provisional”. Suponiendo que todo el mundo le reconocería a él y
a sus seguidores como un “gobierno” si lo mostraba, venía
guardándolo como un sagrado tesoro en Shanghai, en el largo viaje
de refugio a Chongqing y en los miles de ríes de camino a la
repatriación. Pero ahora deseaba entregarlo personalmente al
General.
Era una determinación que había tomado dispuesto a dar un
viraje a su vida, a confiar su destino al gran hombre sin igual, al
Líder de la nación que atrajo toda su alma como un imán.
Maderas arrastradas por el río Han
A principios de agosto de 1950, el Presidente Kim Il Sung
llamó con urgencia a algunos funcionarios a su despacho. Entre
ellos se encontraba el subjefe del Departamento de Silvicultura del
Consejo de Ministros.
Al verlo entrar, el Presidente informó a los presentes el
objetivo por el que los había hecho venir:
—Como que ha venido el compañero subjefe, vamos a discutir
ahora el asunto del suministro de leña para los ciudadanos de Seúl.
(¿Qué? ¿El asunto de la leña para los ciudadanos de Seúl?)
Sin dar crédito a lo que habían escuchado, todos los presentes
se miraron entre sí. Se trataba de un asunto por completo
imprevisto.
Estaban en plena temporada canicular, en la que hasta el asfalto
de la carretera se derretía por el abrasador calor del Sol. Encima de
7
ello, la guerra estaba en un momento álgido. A pesar de ello, él no
se refería a la conflagración, sino al asunto del suministro de leña
para los seulenses.
—No podemos dejar que los ciudadanos de Seúl sufran como
antes hoy cuando, ya liberados, se encuentran en el seno de nuestra
República. Tenemos que ayudarlos por todos los medios a
estabilizar cuanto antes su vida y resolverles con previsión asuntos
vitales como el del abastecimiento de leña.
Y continuó: Si ahora hacemos la guerra, es para que la
población surcoreana lleve una vida feliz. En Seúl comienza el
invierno por lo general a mediados de octubre, pero es difícil
asegurar el carbón a sus ciudadanos, porque los enemigos en su
huida destruyeron todas las vías férreas y minas, y por eso la
manera más racional es enviarles maderas en rollo. Si tenemos en
cuenta el número de habitantes y familias de Seúl, se necesitan
400.000 metros cúbicos de madera para su invernación. Puede
resultar fácil si se hace la tala en el monte Thaebaek, cercano a
Seúl. Pero de emprenderla allí tendríamos que movilizar habitantes
de la región liberada que hasta hoy padecieron muchas penas.
Aunque resulte un tanto difícil, deben realizarla los norcoreanos.
Si la hacen en el monte Sorak, donde abundan los pinos y robles
que luego podrían transportar por el río Han, el trabajo resultará
fácil. La leña de pino y roble serán del agrado de los seulenses,
porque se queman lentamente y producen buena lumbre.
De este modo señaló concretamente cómo solucionar el
problema. Seguidamente, tomó las medidas necesarias y envió a
un funcionario del Departamento de Silvicultura del Consejo de
Ministros al citado lugar.
Bajo su atención en la segunda mitad de septiembre terminó de
prepararse toda la leña planificada. Pero surgió un imprevisto. Se
inició la retirada estratégica temporal del Ejército Popular.
No era permisible dejar en manos del enemigo la madera
preparada con tanto esfuerzo. ¿Cómo hacer? Al cabo de mucha
8
meditación el funcionario a cargo de la misión decidió quemarla y
comunicó su decisión al General.
Al recibir el informe, el General le ordenó que en lugar de
quemarla, la trocearan y la echaran al río. Y envió un grupo de
soldados con la misión de realizar este trabajo en pocos días.
De este modo, la “batalla por la leña”, iniciada en la temporada
canicular para los ciudadanos de Seúl, continuó también en los
más severos días de la guerra.
Pocos días después, aparecieron en el río Han decenas de miles
de trozos de madera desparramados. Los seulenses pasaron el
invierno al calor de su lumbre. Pero no supieron de dónde había
venido la salvación.
“Dios” de Corea
Un día del otoño de 1964, el Presidente Kim Il Sung recibió a
un empresario compatriota residente en Japón.
Este venía sintiéndose culpable desde hacía mucho por no
haber hecho nada relevante en bien de la patria y acudía a su mente
un hecho indecente, que le imponía excusarse ante el Presidente.
Por eso, tan pronto como fuera recibido, le dijo que hasta entonces,
por su ignorancia política, había visitado varias veces el Sur de
Corea y había prometido construir allí una fábrica, pero que ahora
se arrepentía de su error. Y decidió que construiría esa fábrica en
el Norte, porque su promesa contravenía a su deseo de contribuir
al enriquecimiento y desarrollo de la patria.
Al oírlo, el Presidente, sonriendo, meneó la cabeza
negativamente.
Y dijo que no había necesidad de cambiar de idea, porque
también en el Sur de Corea vivían los coreanos y que si se
construía allí aunque fuera una fábrica más eso redundaría en
provecho de los coreanos y no en contra de ellos.
9
Le aconsejó que cumpliera la palabra dada al Sur, acentuando
que cuando se reunificara el país, también la fábrica construida allí
sería útil para el desarrollo futuro de la nación.
El compatriota quedó muy admirado ante su noble patriotismo
y gran magnanimidad. Y, haciéndole una profunda reverencia, le
dijo con el corazón en la mano:
—Estimado Líder, usted es verdaderamente el “Dios” de Corea
que atiende a todos los habitantes de este país.
Boletín meteorológico que causó más
preocupación que la alegría
A comienzos de julio de 1965, cuando Corea estaba siendo
afectada por una sequía nunca antes vista, un funcionario de la
Dirección Meteorológica e Hidrológica que estaba sintetizando los
datos llegados de los observatorios meteorológicos de todo el país,
se colmó de alegría. Se había formado por fin un ciclón que estaba
empujando el anticiclón que había permanecido estacionario sobre
el país durante varios meses.
Pensando que era posible trasmitir una alegría al Presidente
Kim Il Sung, quien, preocupado por el daño que causaba la sequía
a la agricultura, le telefoneaba con frecuencia, no se alejó del
aparato esperando su llamada.
Por fin, sonó el teléfono.
Tomó el auricular y era el mismísimo Presidente.
—El cielo está nublado. ¿De dónde viene la depresión
atmosférica?
—De Mongolia Interior.
—¿De Mongolia Interior?
—Sí.
—Entonces no es una depresión atmosférica del Sur…—
interrumpió el Presidente como si estuviera apesadumbrado.
10
En realidad, la estación era la que debía traer la depresión
atmosférica del Sur, portadora de muchas lluvias.
—Estimado Líder, con todo y eso desde mañana lloverá—, dijo
el funcionario con tono seguro.
Después de preguntarle por el volumen de precipitaciones que
se preveía, el Presidente le volvió a interrogar:
—¿La depresión cubrirá todo el país? ¿Cómo te parece?
—Por la debilidad de su empuje parece que cubrirá hasta la
región central de Corea.
—¿Hasta la región central?
—Sí.
Volvieron a interrumpirse las palabras del Presidente. Un rato
después se oyó por el auricular su voz en un tono “lamentable…”,
que denotaba desesperación.
(¿Por qué se desesperaba justo cuando iba a caer una lluvia tan
esperada?)
El funcionario no podía adivinar el porqué.
—Me lamento porque me dice que la influencia del ciclón va a
llegar solo hasta la región central de Corea… ¿Acaso los
compatriotas del Sur no necesitan comida? Ahí también la sequía
dura ya dos meses…
(¡Ah, sí! ¡Por eso se muestra apesadumbrado!)
Para aliviar al Presidente, el meteorólogo le dijo.
—Estimado Líder, sin duda la depresión atmosférica del Sur
llegará dentro de medio mes.
Pero el Presidente le dijo con voz llena de preocupación:
—¿Dice que esperemos todavía medio mes, cuando un día nos
atormenta tanto?
Se interrumpió la conversación telefónica.
Al día siguiente empezó a caer la lluvia tan ansiada,
alegrando a todos los norcoreanos, excepto al Presidente
Kim Il Sung, quien contemplaba el cielo meridional, lleno de
preocupación.
11
Diagnosis en un banquete
En una noche avanzada, el Presidente Kim Il Sung, dejando de
leer un documento, se sumergió en una profunda meditación que le
llevó a interrumpir varias veces la lectura.
Por fin cerró la última página, se incorporó despacio, lleno de
preocupación y se acercó a la ventana.
El ayudante, al no poder reprimir su angustia viéndolo
desvelado, pese a que hacía mucho tiempo que había pasado la
hora en que acostumbraba a acostarse, se le acercó unos pasos
atreviéndose a aconsejarle que descansara. Entre tanto, su mirada
se deslizó por encima de la carpeta que estaba sobre el buró.
Suponía que se trataba de un documento importante. Pero era
nada más que el historial clínico de Han Tok Su, presidente del
Presidium Central de la Asociación General de Coreanos en Japón
(Chongryon).
En aquel entonces, aunque era posible viajar a la patria de los
compatriotas residentes en Japón, él era el único que no disfrutaba
de esta libertad por culpa de las maquinaciones obstruccionistas de
las autoridades del país insular. El Presidente Kim Il Sung, muy
preocupado por su salud, hacía poco tiempo había ordenado a un
funcionario traer de Chongryon su historial clínico. En este
documento, preparado tras consultar a varios médicos competentes,
estaban anotadas muchas enfermedades que ni siquiera Han Tok
Su conocía.
El Presidente Kim Il Sung tomó todas las medidas curativas y
le envió unos preciados tónicos. Años después, cuando fue posible
por fin, su visita a la patria, estaba rebosante de vigor, como si de
un joven se tratase.
Al verlo con buena salud, el Presidente Kim Il Sung se alegró
mucho, lo abrazó con fuerza y le ofreció un banquete.
12
Le deseó con amabilidad buen apetito. El convidado tomó la
comida con gran satisfacción, sin darse cuenta de que el Presidente
no le quitaba ni un segundo la vista de encima y su cara se
ensombrecía gradualmente.
Pocos días después, un funcionario vino a verlo y, sin
explicarle el motivo, le tomó de la mano para llevarlo al hospital.
—¿Por qué? No tengo ningún dolor…
—Es la instrucción del gran Líder. Dijo que según había
observado en su manera de comer, le había parecido que usted no
tiene una dentadura sana…
Regalo extraordinario
Un día de marzo de 1974, el Presidente Kim Il Sung
llamó a un funcionario y le preguntó en qué estado estaba la
preparación de los regalos para los miembros del grupo artístico
de compatriotas residentes en Japón que pronto llegaría a la
patria.
El funcionario le contestó que no había previsto otro especial
que el destinado como de costumbre a cada integrante del
grupo.
—Hemos de entregar el regalo no solo a los miembros del
grupo, sino también a sus padres, en este caso telas de nuestra
producción para sendos trajes. Pero no basta con esto, dijo el
Presidente y le lanzó una mirada interrogativa. El funcionario que
en su fuero interno pensaba que el regalo para los miembros del
grupo artístico había sido preparado con toda meticulosidad y,
además, era mejor que en otras oportunidades, se quedó
enmudecido.
—Pienso que será posible entregar esta vez un gran regalo de
la patria a los miembros del Conjunto Artístico de la Chongryon y
a los compatriotas que residen en Japón, dijo el Presidente
13
dirigiendo una mirada penetrante al funcionario. Al verlo no
adivinar su sentido, le insinuó la ópera que habían visto juntos días
atrás. Se trataba de la ópera revolucionaria Canción del monte
Kumgang. En aquella oportunidad él había expresado su deseo de
mostrarla a los compatriotas en Japón y el funcionario le había
manifestado la lástima de no poder traerlos a todos para que la
vieran.
Recordándole lo sucedido aquel día, el Presidente le dijo
quedamente:
—Por mucho que pienso, el mejor obsequio que la patria puede
hacerles es la ópera revolucionaria Canción del monte Kumgang.
Vamos a regalarla a los compatriotas que en tierra ajena añoran la
patria.
Seguidamente, le preguntó qué le parecía si se la enseñaba al
Conjunto Artístico durante su permanencia en la patria. Al caer
solo entonces en la cuenta del propósito del Presidente, el
funcionario le respondió:
—Entendido, estimado Líder. Haré que se la enseñen al
conjunto.
Poco tiempo después el grupo llegó a la patria. Sus miembros
constituyeron el Conjunto de Ópera Kumgangsan y aprendieron la
ópera revolucionaria Canción del monte Kumgang antes de
regresar a Japón. Esta obra, que estremeció el país isleño, fue un
regalo extraordinario que el Presidente Kim Il Sung envió a todos
los connacionales radicados en ese país.
“Rodangikjang”
En la noche del 27 de junio de 1974, el Presidente Kim Il Sung
llamó a su residencia a la segunda hija de Han Tok Su, presidente
del Presidium Central de la Asociación General de Coreanos en
Japón (Chongryon), que se hallaba de visita en la patria.
14
Durante la comida el Presidente le dijo:
—Ahora tu padre es una persona de edad avanzada. Necesita
mucha atención. Cuando regreses, debes cuidar bien de su salud.
Solo cuando él esté bien, la Chongryon podrá seguir realizando sus
actividades con éxito.
Al terminar el convite, cuando ella se disponía a despedirse, el
Presidente le repitió su consejo:
—De regreso, dile a tu padre que yo le deseo “rodangikjang”,
que significa: un anciano debe tener una fuerza hercúlea
para trabajar mejor. Tu padre comprenderá el sentido de la
palabra— y reiteró — “Rodangikjang”, transmítele sin falta esta
palabra.
Pasados 4 años desde entonces, o sea, en septiembre de 1978,
Han Tok Su visitó la patria con su hija, con motivo del 30
Aniversario de la Fundación de la República Popular Democrática
de Corea. Unos días antes de celebrarse esta efeméride, el
Presidente le recibió junto a otros trabajadores miembros de la
Chongryon y almorzó con ellos.
Haciendo votos por la buena salud de todos los invitados, así
como por todos los compatriotas residentes en Japón, brindó con
todos los asistentes. Y, mirando a Han Tok Su, le preguntó si su
hija le había transmitido la palabra “rodangikjang”.
Este se incorporó del asiento y le contestó respetuosamente:
—Estimado Líder, ¿cómo es posible que yo la olvide cuando
me vaya de este mundo? Ahora también, cuando me topo con
alguna dificultad, adquiero la fuerza repitiendo en mi fuero interno
“rodangikjang”, “rodangikjang”.
Esa noche, de regreso al lugar en el que se alojaba, Han dijo a
su hija, culpándose hondamente a sí mismo:
—Hija mía, hoy cometí un grave error. Debí darle gracias al
gran Líder antes que él me preguntara… ¡Qué impertinencia!
Entonces la hija lo consoló:
—Papá, aunque ahora yo soy una madre, no puedo ver todo lo
15
que hay en tu alma. Y aunque tú eres un abuelo, no conoces por
completo el amor paternal del Líder. Pienso que esta es una razón
que solo puede existir en las relaciones entre padres e hijos. ¿No es
así?
Tanto la hija como el padre que la escuchaba calladamente
tenían los ojos humedecidos.
Gracias a tan cálido amor camaraderil del Presidente, Han Tok
Su pudo decorar su vida disfrutando de “rodangikjang” hasta
cumplir los 94 años.
Emotivo encuentro y separación
Un día de septiembre de 1974, el Presidente Kim Il Sung
recibió a los miembros de la delegación de artistas y deportistas
jóvenes coreanos residentes en Japón y de otras delegaciones de la
Chongryon.
Al acercarse al Presidente, a quien echaban tanto de menos,
estalló su añoranza acumulada por años, llenando sus ojos de
lágrimas. Por las mejillas de las mujeres que le entregaban por
orden ramos de flores, rodaban sin cesar gruesas gotas.
El Presidente, palmeando con amabilidad sus espaldas, las
disuadió cariñosamente que dejaran de llorar en un día tan feliz,
porque las había llamado por añoranza. Pero su voz resonaba
quebrada.
Al ver que no podían contenerse, cambió de tema e indagó de
dónde y a qué se dedicaban. Preguntó a los funcionarios si ellos
habían estado en el monte Paektu, si para los escolares de 15 años
que integraban la delegación no les había resultado difícil el
recorrido. Acto seguido se preocupó por el viaje de regreso, si
no habían sufrido mareos durante la travesía en el vapor
“Mangyongbong” para venir a la patria y se interesó por muchos
otros pormenores.
16
Momentos después, salió a la tribuna de la sala de conferencias
con los miembros de las delegaciones y les saludó calurosamente.
Al instante el auditorio se estremeció por los gritos de viva y las
ovaciones de emoción.
El Presidente continuó:
—En Pyongyang nos encontramos con frecuencia con
delegaciones de otros países y funcionarios de diversos sectores de
nuestro país. Pero nos alegra más el encuentro con los
compatriotas que vienen de Japón.
El amor consanguíneo entre las personas es muy profundo.
Cada vez que recibimos la noticia de que vienen a la patria los
hermanos compatriotas que pasan penas en otros países, en
especial cuando nos reencontramos con los que ya han venido en
otras oportunidades, nuestro corazón se agita mucho y se llena de
inmensa emoción.
Antes de terminar sus palabras se podían escuchar los sollozos
por todas partes.
El Presidente, tratando de calmar su incontenible emoción, se
quitó las gafas y se llevó el pañuelo a los ojos. Poco después dijo
con voz baja que se sentía infinitamente contento de haberse
encontrado con ellos, que la alegría y la emoción serían mayores si
en el futuro, después de lograr la reunificación de la patria, se
encontraban así con jóvenes, estudiantes y habitantes del Sur de
Corea y que no podía continuar más el discurso por el nudo que
tenía en la garganta embargado por verlos derramar lágrimas de
alegría por el encuentro.
Los sollozos crecieron más y el Presidente agitó las manos de
arriba abajo para calmarlos. Afirmando que en el camino de la
revolución eran del todo posibles otros encuentros, manifestó su
deseo de que todos lucharan hasta el fin por la culminación de la
causa de la reunificación del país. Luego destacó algunos aspectos,
que servirían como preciosa instrucción para aclarar las tareas de
la Unión de Jóvenes Coreanos en Japón.
17
24 horas de batalla de socorro del “Samjiyon”
En la segunda mitad de octubre de 1980 un repentino tifón de
gran intensidad que azotaba la región de Asia y el Pacífico causó
un gran desastre al sepultar en el mar a muchas embarcaciones. En
aquel momento estaba en plena navegación por el Mar del Este de
Corea el vapor “Samjiyon”, que se dirigía a Wonsan, en Corea,
procedente del puerto de Niigata, en Japón. Llevaba a bordo
cientos de jóvenes y estudiantes compatriotas residentes en
territorio japonés que venían a visitar la patria. Cuando el vapor
levó el ancla en el puerto nipón hacía buen tiempo. Pero al día
siguiente este se descompuso de repente y embistió un furioso
tifón como si quisiera poner al revés todo el mar. Se alzaban olas
cual montañas y parecía que en cualquier momento el buque se
desharía en pedazos.
Al anochecer, las olas se enfurecieron más y los camarotes
empezaron a llenarse de agua.
El Presidente Kim Il Sung recibió esta noticia urgente en las
primeras horas de la madrugada.
Reprochó a los funcionarios por no haberle informado antes,
organizó en el acto un puesto de mando para el rescate del
“Samjiyon”, llamó sucesivamente al jefe del Estado Mayor
General y a los comandantes de las fuerzas marítimas y aéreas del
Ejército Popular de Corea y les ordenó emprender la operación de
socorro.
—Informadme cada hora el estado del rescate. Personalmente
dirigiré esta operación.
Desde entonces el Presidente se enfrascó en conducir la misión
y dejó a un lado todos los documentos que debía revisar.
—¿A cuántas millas de tierra firme se encuentra el
“Samjiyon”?
18
—¿El mar se mantiene como antes?
—¿Cuánta agua ha penetrado en el barco?
—¿Se han movilizado los buques de la marina? ¿Qué tipo de
aviones siguen al vapor?
—¿No hay personas lesionadas?
—No importa el barco, pues se puede construir otro. Pero no
podemos permitir que se pierda ni una sola vida.
Preguntando continuamente, el Presidente dirigió la operación.
Entre tanto pasó el día y se acercaba ya la medianoche.
Los funcionarios, preocupados por su salud, le sugirieron:
—Estimado Líder, usted debe descansar un poco.
Pero el Líder, envolviéndolos con la mirada, les dijo:
—Entiendo su propósito al sugerirme el descanso. Pero, ¿cómo
podré dormir cómodamente cuando los compañeros que vienen de
tierras extrañas a la patria, impulsados por la añoranza, están en
peligro de naufragar a mitad de viaje?
A las 4 de madrugada del 27 de octubre el vapor “Samjiyon”
ancló por fin a salvo en el puerto de Kim Chaek.
Sólo después de recibir esta noticia, el Presidente empezó a
leer los documentos amontonados en su buró.
“¡Compañero Choe Tok Sin!”
Choe Tok Sin, quien se entregaba a una actividad en Estados
Unidos a través de la “Asociación de la Nación Paedal”, que él
mismo fundó, y después de radicarse en la patria, en la RPD de
Corea, decoró dignamente los últimos años de su vida, es el hijo de
Choe Tong O, un hombre de espíritu patriótico que fue maestro del
Presidente Kim Il Sung cuando este estudiaba en la Escuela
Hwasong.
Pero, padre e hijo tuvieron pasados demasiado diferentes:
Cuando el padre actuaba para la independencia del país en la
19
Escuela Hwasong, el hijo se hallaba en Beijing; cuando el
progenitor, al recibir la noticia de que el Ejército Revolucionario
Popular de Corea atacó Pochombo, en el interior del país bajo el
mando del futuro Presidente Kim Il Sung, reforzaba más su
disposición patriótica, el descendiente, luciendo el uniforme de
otro país, cumplía el servicio militar en tierra ajena; cuando aquel,
al crearse el peligro de la división del país en dos partes por culpa
de Estados Unidos y de la camarilla traidora de Syngman Rhee, se
dirigía hacia el Norte para participar junto con todos los demás
patriotas coreanos en la Conferencia Conjunta del Norte y el Sur,
en abril de 1948, que se celebraría en Pyongyang por iniciativa del
Presidente con el fin de lograr la reunificación de la patria, este le
bloqueó el camino; cuando el primero insistía en la oposición al
apoyo de Estados Unidos y otras fuerzas extranjeras, el segundo se
trasladó al imperio de Norteamérica para cursar estudios; cuando
uno se pasó a Pyongyang en busca del regazo del Presidente
Kim Il Sung, el otro sirvió de lacayo a ese imperio con las
hombreras de general del ejército títere surcoreano; y cuando el
padre se dedicaba a la reintegración del país en el Consejo de los
Surcoreanos en el Norte por la Promoción de la Reunificación
Pacífica, el hijo tomó la iniciativa de la “Alianza Anticomunista”
del Sureste de Asia y siguió el juego a los norteamericanos a favor
de la división perpetua de Corea fungiendo como el “ministro” de
Asuntos Exteriores del gobierno títere surcoreano y asesor del
“Instituto de Reunificación Nacional”.
Choe Tok Sin, aunque posteriormente rompió con los títeres
surcoreanos, se arrepintió demasiado tarde. Todas las cosas del
mundo tienen su debido tiempo.
Sin embargo, el Presidente Kim Il Sung le abrió con
magnanimidad los brazos e hizo nulo su pasado pecaminoso.
El 1 de julio de 1981, cuando él vino a la patria, al cabo de
muchas cavilaciones, para visitar antes de su muerte la tumba de
su progenitor, el Presidente le recibió.
20
En este encuentro significativo Choe Tok Sin, cabizbajo, le
rogó su expiación:
—Excelencia, no puedo levantar la cabeza ante la nación ni
mucho menos verme con usted, que tantos cuidados dispensó a mi
padre.
El Presidente, que escuchaba sus palabras entrecortadas, le
interrumpió y le dijo:
—Después que Park Chung Hee se apoderó del trono, usted,
señor Choe, le prestó algunos servicios. Pero reconozco que usted
no podía actuar de otra manera ante aquella situación.
…
El pasado es siempre el pasado. Ahora, cuando el país enfrenta
el dilema de dividirse para siempre o reunificarse, usted puede
jugar un papel nada despreciable, mano a mano con nosotros.
…
Estoy agradecido de que haya tomado la nueva decisión de
trabajar en aras de la reunificación de la patria, diciendo adiós para
siempre a su pasado.
Después de este encuentro, Choe Tok Sin visitó con frecuencia
la patria.
A partir de entonces llegó a conocer mejor la realidad del país
y se entregó a la labor patriótica por la reunificación, residiendo en
un país donde habitaban muchos compatriotas.
Cada vez que venía a Pyongyang, el Presidente le recibía y,
cuando la vejez le obligó a guardar cama a menudo, lo trajo para
que se radicara definitivamente aquí y le asignó el pesado cargo de
vicepresidente del Comité por la Reunificación Pacífica de la
Patria.
Mientras llevaba una vida digna en la última etapa de su vida,
bajo la atención y confianza del Líder, empezó a arder en su
corazón el deseo de que ser llamado “compañero”.
—Estimado Presidente, tengo una petición. Deseo ser un
soldado que comparta el mismo ideario con usted. Tenga
21
la bondad de no llamarme señor, sino compañero.
El Presidente aceptó su ruego de buen grado y con una amplia
sonrisa en el rostro le dijo:
—¿Ah, sí? Compañero que comparte el ideario. Así le llamaré,
compañero Choe Tok Sin. Vamos a compartir la vida y el riesgo
en el camino por el logro de la causa de la reunificación.
(¡Compañero Choe Tok Sin!)
Ese día, Choe Tok Sin pensó con emoción en su fuero interno.
(¡Oh, por ser un hombre tan magnánimo, también mi padre
desafió la muerte para ser abrazado en su seno!)
Oración de un pastor anciano
antes del almuerzo
El 3 de julio de 1981, el Presidente Kim Il Sung recibió a un
pastor compatriota, ya anciano, que residía en el extranjero.
Se trataba de Kim Song Rak, ex rector de la Universidad
Sungjon de Surcorea, presidente de la Sociedad por la Promoción
de la Reunificación de la Patria, asesor de la Asociación de
Iglesias de Surcoreanos y miembro de la copresidencia de la
Alianza de Surcoreanos en Ultramar por la Democracia y la
Reunificación Nacional, que se había radicado en Estados
Unidos.
Era una persona de gran influencia en el sector eclesiástico de
EE. UU., pues allí había recibido su educación religiosa y desde
hacía mucho tiempo había establecido su residencia con carácter
permanente en ese país. Era muy conocido por los políticos
estadounidenses y el único coreano que gozaba del pago anual de
la autoridad de ese país. Su larga actividad religiosa en el imperio
llenó su mente de una conciencia anticomunista.
Tras su arribo, al poner un pie en la tierra patria, pidió a los
funcionarios que acudieron a recibirle que no dieran ninguna
22
noticia sobre su llegada, porque sólo visitaría su terruño natal,
Pyongyang, y regresaría en total silencio.
Sin embargo, el Presidente Kim Il Sung se dignó concederle
una audiencia, llamarlo hombre de mentalidad patriótica y
ofrecerle incluso un almuerzo, por considerar preciosa su
conciencia nacional y su disposición a tomar el camino patriótico
en bien de la reunificación, aunque ya fuera tarde.
Al invitarlo a la mesa, le pidió que pronunciara la oración
previa a la comida.
Muy desconcertado ante estas palabras, el invitado no sabía
qué hacer. El impacto fue tan grande que su cara se cubrió de
rubor y respiró profundamente.
Con una ancha sonrisa en el rostro, el Presidente le apremió a
hacer la plegaria, rogándole no defraudar el deber de un creyente
que venía observando toda la vida.
Al instante, desaparecieron la animadversión y el escepticismo
hacia el comunismo condensados en su corazón.
A decir verdad, él había pensado renunciar en esa ocasión a la
oración, aun cuando tuviera que infringir su deber como creyente.
Pero admirado hondamente por la gran magnanimidad y
fuerza atractiva del Presidente, se incorporó de su asiento y rezó
como de costumbre, aunque no como siempre lo hacía, sino por
otro.
En lugar de llamar a su “Sacrosanto Señor”, deseó la buena
salud del Presidente Kim Il Sung, un gran hombre que ha venido
del cielo, por la reunificación independiente de la patria y la plena
independencia del país.
Antes de abandonar a Pyongyang, el reverendo Kim Song Rak,
a diferencia de la petición hecha a su llegada, solicitó ofrecer una
conferencia de prensa y expuso lo que había pensado mientras
hacía la oración:
—Yo recé por no poder rechazar el consejo del Presidente.
Pero recé de todo corazón en bien del Presidente Kim Il Sung.
23
Vino y etiqueta en la ceremonia
de recordación al difunto
Un día de septiembre de 1983, el Presidente Kim Il Sung
almorzó con un grupo de funcionarios de la Asociación General de
Coreanos en Japón que estaba de visita en la patria.
Señalando los racimos de uva con bayas extraordinariamente
grandes y apetitosas que se encontraban sobre la mesa, los invitó a
tomarlos.
Los convidados extendieron la mano olvidando su timidez,
atraídos por el peculiar aroma y sabor agridulce de las frutas.
El Presidente les preguntó qué región de Japón se destacaba en
la viticultura. Ellos le respondieron que antes la mejor región
productora de uva había sido Yamanasi, pero ahora era Okayama,
añadiendo que también en Japón se producía vino en gran
cantidad.
Después de escucharlo el Presidente les dijo:
—Desde la antigüedad a los coreanos no les gusta el vino.
Ellos solo consideran beber cuando toman aguardiente de más de
30 grados. No estiman el vino por ser una bebida de origen
occidental.
Y agregó que aunque no se fomentaba el consumo de
aguardiente fuerte, se lo utilizaba en la ceremonia de recordación a
los difuntos. Si alguien ponía en el altar una bebida como el vino,
los ancianos lo reprendían y acusaban de ser un hijo desleal.
Al escucharlo, todos se desternillaron de la risa, haciendo más
familiar e íntima la atmósfera.
Los trabajadores de la Chongryon aceptaron las palabras del
Presidente como un encarecido consejo de que aunque ellos
vivieran en tierra ajena no olvidaran las costumbres de la nación,
sino que vivieran apreciándola.
24
Leyenda de Kumdang y agua
manantial Sindok
Un día de agosto de 1985, el Presidente Kim Il Sung, en un
banquete donde estaban invitados los funcionarios de la
Chongryon, señaló una de las botellas de agua manantial Sindok e
invitó a los presentes a beberla, diciendo que era muy buena para
la salud.
Los invitados la probaron y quedaron admirados por su
frescura y sabor. El Presidente, que había estado observándolos
mientras bebían, les dijo:
—En el distrito de Onchon, en la provincia de Phyong-an del
Sur, se encuentra la comuna de Kumdang, nombre derivado de la
palabra Kumdangnagui (asno dorado).
Seguidamente les contó una leyenda que se refería a cómo
surgió la aldea de Kumdang:
…En tiempos inmemoriales vivía en una aldea un cazador. Un
día salió de caza, se encontró un ciervo y le disparó con su arco.
La flecha se clavó en una de las patas del animal y el hombre echó
a correr para atraparlo. Pero de repente una densa niebla lo cubrió
todo sin dejar rastro del animal.
Al poco rato se deshizo la niebla y para sorpresa del cazador,
en el lugar donde estaba el ciervo apareció un asno dorado. El
hombre, desconcertado, no pudo pensar ni siquiera en dispararle
también con su arco. Mientras tanto el animal se metamorfoseó
otra vez en el ciervo, el cual, cojeando de la pata sangrante, se
acercó a un manantial, inclinó la cabeza, bebió el agua y se lavó
con ella la pata herida.
Al instante sucedió algo sorprendente. El ciervo se estiró como
si no estuviera herido y echó a correr rumbo a la cima del cerro.
El cazador, maravillado, bebió un sorbo de agua del manantial.
25
Era fresca y fragante y sintió cómo le despejó la mente y se sintió
reforzado.
Más tarde, el hombre construyó su casa junto al manantial
misterioso. Desde entonces se fortaleció tanto como las flechas
que tiraba y que podían llegar hasta los cien ríes de distancia.
Esta noticia se propagó con alas y una gran multitud de hombres
se trasladaron a los alrededores de la fuente de agua, formando una
nueva colonia que posteriormente se llamó comuna de Kumdang.
Al terminar el relato, el Presidente recalcó:
—El agua de la aldea de Kumdang es precisamente el agua del
manantial Sindok. Hace diez años estuve allí y vi que los ancianos
de más de cien años aún podían elaborar con sus propias manos la
soga de paja y tejer esteras.
Los funcionarios de la Chongryon, que estaban absortos por el
relato del Presidente, se ensimismaron hondamente mirando la
botella de agua mineral Sindok. Habían oído muchas veces que el
Presidente era docto en naturaleza, geografía, historia, costumbres,
etc., pero no se habían imaginado que conocería tan precisamente
la historia de un manantial de un pequeño poblado recóndito, muy
alejado de la capital.
Copas llenas por el Presidente
Un día de mediados de octubre de 1985, el Presidente
Kim Il Sung ofreció un almuerzo en honor a la delegación de los
jóvenes comerciantes e industriales compatriotas residentes en
Japón.
Sentados a la mesa de banquete, los huéspedes se mostraron
muy incómodos por el sentimiento de agradecimiento.
El Presidente les propuso omitir los discursos protocolares y
llenó de licor la copa de cada uno.
Los invitados, sosteniendo la copa con dos manos, no se
26
dispusieron a escanciarla, porque pensaron que por regla de
etiqueta sería una descortesía beber antes que él.
El Presidente, al verlos con una mirada cariñosa permanecer
petrificados con la copa en las manos, dejó la suya sobre la mesa y
dijo:
—¿Cuándo beberemos si no en un día tan feliz como hoy?
Beberé cuando ustedes beban.
A pesar de ello, los jóvenes comerciantes e industriales
compatriotas permanecieron inmóviles. Entonces el Presidente,
que los seguía con la mirada, les recordó con profunda emoción lo
sucedido durante la Lucha Armada Antijaponesa, cuando visitaba
la isla de Lyuda, en la desembocadura del río Tuman.
…Entonces, dijo, toda la aldea nos brindó una calurosa acogida.
Los ancianos, vestidos con turumagui (abrigo tradicional coreano),
hicieron una genuflexión delante de mí llamándome General. Me
costó trabajo levantarlos. Entonces, para convidarme a beber
aguardiente, se arrodillaron y alzaron la copa con las dos manos.
Los disuadí de no tratar así a un joven. Pero no se levantaron y
agregaron que ninguna regla de etiqueta de Corea permitía al
pueblo entregar de pie la copa de aguardiente a un general. Me vi
obligado a ponerme de rodillas y recibir la copa que me ofrecían.
Al terminar el cuento, dijo con un tono cariñoso:
—Si les digo esto, es porque se mantienen callados, en una
postura solemne, sin beber. Quise decirles que ahora no es como
en el pasado, sino que vivimos en una época en la que domina la
camaradería entre los compañeros.
La sala se agitó en una atmósfera calurosa.
Impacto recibido por el reverendo Mun
El 27 de marzo de 1989, cuando la primavera cobraba
pleno vigor, el Presidente Kim Il Sung recibió al pastor Mun
27
Ik Hwan, reconocido demócrata surcoreano.
—Le damos, señor Mun, una calurosa bienvenida por su visita
a Pyongyang. Su viaje es un acto verdaderamente valiente.
Después de saludarle, le propuso charlar sentados muy cerca el
uno del otro, no tan distanciados como cuando lo hacía con los
extranjeros. Luego de acercarle el sillón, le sugirió que se sentara y
sostuvo con él una charla en una acogedora atmósfera, rebosante
de patriotismo.
Cuando el pastor Mun dijo que la democracia era la
reunificación y viceversa, calificó la expresión como magnifica y
le manifestó que coincidía plenamente con su punto de vista, y que
para lograr la reunificación eran necesarias las tres cosas: la
democratización antifascista, la soberanía nacional contra las
fuerzas exógenas y la agresión, y la reunificación pacífica de la
nación, y que todo se debía subordinar a ellas.
A continuación, denunciando las maquinaciones de los
divisionistas internos y externos, dijo encarecidamente: Corea
tiene una misma historia; es una nación homogénea y utiliza un
mismo alfabeto e idioma. Ya ha pasado casi medio siglo desde su
división y si pasa otro tanto tiempo los habitantes de ambas partes
no podrán comunicarse por las diferencias que hayan surgido en el
lenguaje y sus costumbres, lo que significaría la división definitiva.
Si la coreana es una nación homogénea, ¿por qué ha de ser
dividida en dos?
El pastor Mun reconoció que al escucharlo, se convencía aún
más de que el movimiento por la reunificación en el Sur contaba
con su inconmovible punto centrípeto y que por tanto, todos ellos
podían trabajar con mayor seguridad y fe.
También el 1 de abril, durante su visita al pastor Mun, el
Presidente intercambió francamente opiniones sobre el asunto de
la reintegración del país.
—Insistimos invariablemente en nuestra disposición de no
“agredir al Sur” y en la necesidad de que el Norte y el Sur,
28
sentados cara a cara, a una mesa de negociación, firmen la
declaración de no agresión, reduzcan sus respectivos ejércitos y
realicen el intercambio económico y cultural. Queremos negociar y,
sentados frente a frente, establecer también el sistema confederal.
Si nos obstinamos en la imposibilidad de entendernos sin antes
dialogar, jamás podremos lograr esto.
Añadió que estaba de acuerdo con todo lo que era necesario
para la reunificación del país, que no tenía la menor intención de
tratar con reservas este asunto, que el problema podía resolverse
solo cuando lo discutieran sincera y francamente, y que lo
importante era consultar reunidos, como él y el pastor Mun, que en
dos encuentros se hicieron camaradas y superaron el problema
pendiente.
Aquel día el Presidente reiteró:
—Yo obedezco incondicionalmente a todo lo que corresponde
para materializar la reunificación de la patria.
Este fue su invariable criterio con respecto a esta obra.
La copa para el difunto
El 23 de septiembre de 1989, el Presidente Kim Il Sung
recibió y almorzó con la esposa e hijos de An Tong Su, Héroe de
la República, caído después de conseguir importantes hazañas en
las batallas de liberación de Seúl y Suwon como subjefe de la
División de Tanques 105 encargado de asuntos culturales, durante
la pasada Guerra de Liberación de la Patria.
Después de recorrer atentamente con la mirada a los invitados
que le acompañaban, ordenó a un empleado del servicio de
protocolo traer una copa más.
Cuando todos se preguntaban intrigados quién sería el próximo
invitado, dijo:
—Trae una copa para An Tong Su y llénala.
29
La señora y sus acompañantes se quedaron sorprendidos.
—Ante todo, brindemos a la memoria de An Tong Su y a la
salud de su esposa, hijos, yerno y nieto.
Al oírlo, la señora se levantó de su asiento con sus ojos llenos
de lágrimas.
Ellos vivían en otro país. Pero el Presidente los había llamado,
la había bautizado con un nombre coreano y hasta le había
regalado un reloj de pulsera de oro con su honorable nombre
inscrito. Por eso, ella, muy emocionada, le dijo con voz llorosa:
—No, estimado Líder, tomaremos esta primera copa por su
buena salud y larga vida.
Entonces el Presidente le contestó:
—Me sentiré endeudado, señora, aun cuando haga diez
genuflexiones.
Y le agradeció sinceramente por haber criado tan
magníficamente a los hijos de An Tong Su, sin casarse con otro
hombre, aunque vivía viuda en un país ajeno. Se levantó de su
asiento, chocó su copa con la del difunto y dijo:
—Brindemos en homenaje al compañero An Tong Su. Vengan
todos aquí y choquen sus copas.
Mientras lo hacían por orden, por las mejillas de los familiares
del difunto rodaron gruesas lágrimas. Les parecía de veras que su
esposo, su padre o su abuelo estaba vivo…
Aunque ya hacía decenas de años que An Tong Su había caído
en combate, su copa llena permanecía sobre la mesa.
Visita a Pyongyang del presidente de la
Federación para la Paz Mundial
Un día de diciembre de 1991, en el periódico Rodong Sinmun
apareció un “tópico especial” que sorprendía al mundo.
El diario daba cuenta de la llegada a Pyongyang de Son Myung
30
Moon, para visitar su tierra natal en calidad del presidente de la
Federación para la Paz Mundial.
Oriundo de Jongju, en la provincia de Pyong-an del Norte,
Moon se había pasado al Sur durante la Guerra de Liberación de la
Patria, fundó allí la llamada “Iglesia de la Unificación” y ganó la
“notoriedad” como un “combatiente anticomunista”.
Era algo extraordinario que él hubiera tomado la decisión de
visitar Pyongyang. Pero lo más sorprendente fue que Pyongyang
autorizara su viaje.
Un evento dramático que solo fue posible en virtud de la
magnanimidad del Presidente Kim Il Sung, comparable con la
infinidad del Universo.
Aunque el delito era muy grave, el Presidente ordenó recibirlo
apreciando más su deseo de pisar otra vez su terruño natal, aunque
fuera en las postrimerías de su vida, le envió incluso un avión
especial para que no tuviera inconvenientes durante el viaje y
dispuso que altos funcionarios salieran a recogerlo con amabilidad.
Así fue como Moon pudo realizar su deseo y en sus días en la
patria llegó a convencerse hondamente, aunque tarde, de que el
verdadero valor de la vida estaba en el camino de los esfuerzos
patrióticos por la reunificación.
Desde entonces cambió el contenido de la oración de la
“Iglesia de la Unificación” que habitualmente hacía. A partir de
entonces sus rezos decían:
“Alzamos la plegaria para que el Norte y el Sur se conviertan
unidos en la más excelente nación en el mundo y que los 70
millones de compatriotas vivan felices, unidos como un solo
hombre junto al Presidente Kim Il Sung en su centro”.
En él brotó un sueño insólito, el de verse con el Presidente
Kim Il Sung aprovechando su visita a la capital coreana. Pero los
funcionarios lo pasaron por alto. ¿Cómo podía concebirse que él se
encontrara con el Presidente? Pensaron que era algo que ni
remotamente podía soñarse. ¡En absoluto!
31
Pero al conocer el interés del visitante, el Presidente accedió a
recibirlo.
Era un día de diciembre de 1991.
En el encuentro, Son Myung Moon hizo una pronunciada
reverencia y confesó:
—También este hombre pecaminoso sabe bien que recibir a un
hombre como yo, que se encuentra en el polo totalmente opuesto
es algo imposible con una decisión ordinaria. Durante mi visita
supe que su generosidad es tan grande como el cielo y su
personalidad, verdaderamente inmensa.
El Presidente le expresó su agradecimiento y le dijo con
seguridad que si ambos se unían, su fuerza sería mayor que la de
cada uno, y si toda la nación coreana se unía, se consumaría sin
falta su reunificación.
Ese día el Presidente se fotografió con Son Myung Moon y sus
acompañantes y les ofreció un almuerzo.
Era algo que Moon no se había imaginado.
Al día siguiente, apareció en la parte superior de la primera
plana de los periódicos, en un gran formato, la fotografía del
encuentro junto con la noticia. Bulló otra vez el mundo entero.
Los periódicos de los compatriotas en el extranjero
comentaron:
“La sangre es más densa que el agua. El gran hombre que
puede proclamar al mundo este florilegio con toda legitimidad, sin
ningún remordimiento ni hipocresía es únicamente el gran
Presidente Kim Il Sung, poseedor de una magnanimidad y
capacidad de atracción tan grandes como la anchura del cielo”.
“Es inmensurable la gran generosidad y fuerza de atracción del
Presidente, que permite hasta a un ‘anticomunista’ tan acérrimo
pisar su tierra natal y le recibe sin tener en cuenta sus incontables
pecados. Ahora hemos llegado a comprender nosotros también la
razón por la que todo el pueblo, atraído por él, acuda a Pyongyang
como el hierro al imán y la Tierra al Sol.
32
En cuanto al encuentro de entonces, el Presidente dejó un
recuerdo muy significativo:
…Cuando la división de nuestra nación es una tragedia, no hay
por qué hurgar en los crímenes del pasado, pues deseamos lograr
la reunificación con la fuerza de nuestra nación. Todos tenemos
que unirnos con el mismo propósito, sin excluir ni a los que
cometieron errores en el pasado. Por eso recibí a Son Myung
Moon y sus acompañantes.
Gran Programa
En abril de 1993 arribó a Pyongyang un compatriota, el
director del Instituto de Coryo de la Universidad William Kerry,
de Estados Unidos.
Algo le había empujado a realizar esta visita.
Un mes atrás, escuchó el comunicado sobre la convocatoria a
la V Sesión de la IX Legislatura de la Asamblea Popular Suprema
de la República Popular Democrática de Corea y desde entonces
había estado esperando ansiosamente la celebración de ese evento.
El comunicado salió a la luz pocos días después de haberse
publicado la orden del Comandante Supremo del Ejército Popular
de Corea que proclamaba el estado de preguerra en todo el país y
la declaración del Gobierno de la RPDC de retirarse del Tratado de
No Proliferación de Armas Nucleares. Por eso había supuesto que,
a través de ese cónclave, la RPDC tomaría una contramedida aún
más contundente, una expectativa que compartía al mismo tiempo
el resto del mundo. Una agencia de noticias comentó incluso:
“Estados Unidos y otras fuerzas malintencionadas, magullados por
entero por los sucesivos golpes de Corea del Norte, esperan
temblando de miedo, con los ojos desorbitados como los de una
rana cuando se asusta por un relámpago, la noticia de la reunión de
la Asamblea Popular Suprema de Corea del Norte”. Pero el
33
resultado de la sesión poco tuvo que ver con su suposición y el
pronóstico del mundo, pues se aprobó el “Programa de diez puntos
de la gran unidad pannacional para la reunificación de la patria”.
De ahí que acudiera a Pyongyang para entrevistarse con el
Presidente Kim Il Sung, maravillado y excitado por esa
sorprendente noticia, de la cual el mundo comentaba que “era un
suceso igual a haber curado al globo terráqueo de todas sus
heridas”.
El Presidente satisfizo su deseo. En el encuentro el huésped le
comentó que el Programa de diez puntos de la gran unidad
pannacional expuesto por él era una plataforma excelente para la
reunificación de Corea y le sugirió que fuera él el Presidente del
Estado confederal reunificado.
Al escucharlo, el Presidente soltó una carcajada y le contestó
que lo que él esperaba no era convertirse en Presidente del Estado
Confederal, sino lograr cuanto antes la reunificación de la patria. Y
continuó:
—En la etapa actual, el único camino para la reunificación de
la patria está en el logro de la gran unidad de toda la nación. Para
realizar esa causa no hay otra alternativa que la de lograr la gran
unidad de todos los coreanos residentes en el Norte, en el Sur y en
ultramar. Si se alcanza ese objetivo, será posible resolver con éxito
todos los problemas existentes en la realización de la causa por
reunificación.
Luego le explicó minuciosamente el propósito con que había
hecho público el Programa de diez puntos de la gran unidad
pannacional, su relación con el Programa de diez puntos de la
Asociación para la Restauración de la Patria, adoptado en el
período de la Lucha Armada Antijaponesa, el espíritu básico del
reciente Programa, el contenido detallado de cada punto y las
cuestiones que se presentarían para su correcta comprensión.
Escuchando largamente su explicación, el compatriota visitante
pudo enlazar sus ideas y méritos para la integración nacional
34
manifestados sucesivamente con la publicación del Programa de
diez puntos de la Asociación para la Restauración de la Patria, la
indicación del Proyecto de la fundación de República Confederal
Democrática de Coryo, la concertación del Acuerdo Norte-Sur y la
proclamación del Programa de diez puntos de la gran unidad
pannacional.
Después de regresar a Estados Unidos, el compatriota
reconoció sinceramente:
“El Programa de diez puntos de la gran unidad pannacional es
una gran plataforma para la integridad nacional preparada gracias
al incansable desvelo, meditación y búsqueda del Presidente
Kim Il Sung para la reunificación de la patria.”
2. ATRACCIÓN
Preguntas y respuestas de profunda
significación
Un día de la primavera de 1925, maestros y alumnos de la
Escuela Primaria No.1 de Fusong, en el distrito homónimo de la
provincia de Jilin, China, estaban absortos disfrutando de su picnic,
entre charlas y risotadas.
Solo un alumno estaba hondamente ensimismado escribiendo
algo en el tronco de un árbol.
El director, que visiblemente contento recorría con una sonrisa
en el rostro los lugares en los que los grupos de alumnos se
entretenían en el campismo, se detuvo de repente al ver algo
llamativo.
Se trataba de Kim Song Ju (nombre del entonces del futuro
Presidente Kim Il Sung), en quien ponían atención no solo los
35
maestros, sino también el propio director, por su facultad reflexiva
e investigativa, demasiado extraordinaria y descollante para su
edad.
El director se le acercó silenciosamente.
En el tronco estaban inscritas las siguientes palabras: “Derrotar
al imperialismo japonés. Independizar a Corea”.
Eran frases que contenían un significado demasiado profundo,
increíble para considerarlas escritas por un niño que no había
cumplido aún los 13 años.
—Kim Song Ju– le llamó el director.
Este se volvió e hizo una reverencia en señal de respeto.
—¿Piensas verdaderamente que es posible derrotar al
imperialismo japonés?
—Sí.
—¿Cómo?
—Podemos derrotarlo si unimos las fuerzas del pueblo.
—¡¿…?!
El director quedó enmudecido.
Un fuerte impacto, indescriptible, se apoderó de su corazón.
(¡Podemos derrotarlo si unimos las fuerzas del pueblo!)
Repitiendo así sus palabras, el profesor se sintió como si
hubiera tomado el picaporte de una puerta hacia un nuevo mundo
ideológico, muy extenso.
Posteriormente, de ese “pueblo” nacieron la idea de
Iminwichon (considerar al pueblo como el cielo) y la idea Juche.
Bufanda de lana regalada a Zhang Weihua
En enero de 1931, pocos días después de celebrada la histórica
Conferencia de Wujiazi, el Presidente Kim Il Sung despachó a
varias regiones a los miembros del Ejército Revolucionario de
Corea y otros trabajadores políticos clandestinos. Un día tuvo que
36
despedir a Zhang Weihua, uno de sus más entrañables soldados
revolucionarios. Procedente de una familia china muy acaudalada,
se convirtió en un comunista bajo la influencia de Kim Il Sung en
la época en que este actuaba en Fusong.
Había venido a Wujiazi precisamente en respuesta a su llamado,
y desde entonces había trabajado como maestro en la Escuela
Samsong, en cumplimiento de la tarea asignada por la
organización revolucionaria. Pero ahora se trasladaba a Shenyang.
Era un día gélido. Al salir el sol se calmó la nevasca que les
había azotado con furia durante toda la noche, pero afuera se
congelaban hasta las pestañas.
Zhang le suplicó varias veces que entrara a Kim Il Sung, quien
le acompañó hasta bien lejos atendiendo de continuo su atavío.
Cada vez que lo oía, le reprochaba ligeramente diciéndole que
no era costumbre que se volviera primero quien despedía al que se
iba de viaje, y le explicó minuciosamente las cosas en las que
debía poner atención durante el viaje y las tareas que debía cumplir
en lo adelante.
Cuando ya se habían alejado bastante de la aldea, Zhang
Weihua se clavó en el lugar en señal de ruego para que el General
se volviera.
Este agarró fuertemente al joven por los hombros y le dijo
cariñosamente:
—Cuídate mucho. Por tu sangre juvenil puedes abusar de tu
cuerpo. Te pido que no trabajes así.
Kim Il Sung, que lo veía alejarse, lo llamó de repente. Se le
acercó de prisa, se quitó la bufanda de lana y se la entregó.
Era una bufanda muy preciosa que había tejido a mano su
madre para él. Lo sabía bien Zhang. Por eso la rechazó
tajantemente.
—Zhang, no la rechaces. ¿Cómo podría enviarte así, poco
abrigado, en un día tan frío? También mi madre se alegraría, si
supiera que te la di.
37
De esta forma Kim Il Sung lo persuadió y consiguió que el
joven accediera a recibirla y permaneció diciéndole adiós con la
mano hasta que él se perdió a lo lejos, más allá del horizonte
cubierto de nieve. Los compañeros que habían salido en pos de él
le aconsejaron entrar.
Dirigiéndose a ellos, Kim Il Sung les dijo:
—Despidiéndolo en un día tan frío, no me siento tranquilo.
Al escuchar estas palabras, todos, muy emocionados, dirigieron
su mirada hacia el lugar por donde había desaparecido Zhang
Weihua.
“Carne de pollo del cielo”
A comienzos de la década de 1940, el General Kim Il Sung
estuvo en un campamento del Lejano Oriente, para dirigir los
entrenamientos de las unidades del Ejército Revolucionario
Popular de Corea.
Los oficiales del Ejército Soviético le ofrecieron un banquete
en su honor.
El jefe de la Dirección de Exploración del Ejército del Lejano
Oriente de la Unión Soviética que se encontraba presente se le
acercó disimuladamente.
—Camarada Kim Il Sung, le ruego que no diga que yo he
comido carne de rana– le susurró al oído en tono suplicante. Su
voz apenas se oía. Kim Il Sung, con una sonrisa en el rostro, le
preguntó el porqué. El oficial soviético echó una mirada furtiva
hacia su mujer y le abrió el corazón diciendo que si ella se
enteraba no le permitiría besarla.
Esto ocurrió hacía poco tiempo, cuando él visitó a una unidad
del Ejército Revolucionario Popular de Corea.
Estaba tan hambriento que, apenas llegar, pidió algo de comer.
Pero como las provisiones estaban agotadas, todos los
38
coreanos estaban cazando ranas rompiendo el hielo.
El General Kim Il Sung le preguntó si comería un manjar de
carne de rana, pues no tenían nada más que comer. Al instante él
se quedó inmóvil.
Había oído decir que quien comía carne de rana se quedaba
estéril.
Pero su hambre había pasado ya de la raya. Por eso le contestó
que comería si él se lo ordenaba, pidiendo, para disipar su timidez,
algo de beber. Tardó un abrir y cerrar de ojos en que le trajeran un
tazón de carne de rana salteada en el aceite y un vaso de
aguardiente.
A esto era precisamente a lo que se refería el jefe de la
Dirección de Exploración.
Reza un refrán que cuanto más se trata de ocultar algo, tanto
más queda al descubierto. No se sabía cuándo había adivinado su
preocupación, el comandante del Ejército del Lejano Oriente
soviético tomó la carne de pollo que estaba en la mesa y se valió
de su ironía:
—Camarada Kim Il Sung, oí que usted ha convidado a nuestro
jefe de Exploración con un manjar más delicioso que este.
Todos los asistentes quedaron expectantes.
Kim Il Sung se sintió en una situación embarazosa y miró de
reojo al hombre y a su esposa.
Pero enseguida comentó sonriendo: Hay “carne de pollo del
cielo”. No se convida a comerla a los hombres ordinarios, sino a
los especiales. Cuesta mucho. Cuando el jefe de la Dirección de
Exploración nos visitaba como un huésped especial, le invitamos a
cenar “carne de pollo del cielo”. ¿Saben cómo canta este “pollo del
cielo”?…
Con esto interrumpió sus palabras. A todos se les dilataron los
ojos por no saber cuál era la “carne de pollo del cielo”.
Entonces Kim Il Sung imitó en voz baja el canto del “pollo del
cielo”.
39
Al instante la sala en pleno estalló en risas. Solo el jefe de
Exploración calló ruborizado. Pero poco después se unió al coro de
las risotadas. Su mujer, también reía cubriéndose la boca con la
mano. Pero no solo ella, sino todos los presentes quedaron
admirados por el ingenioso humorismo de Kim Il Sung.
Después de liberada Corea, el matrimonio del oficial soviético
trabajó en Pyongyang, donde tuvo a su primer hijo.
Entonces Kim Il Sung dijo a la mujer que aunque ella no quiso
hablar ni besarse con su marido porque este había comido carne de
rana, dio a luz un hijo porque se besó con él.
Ella, sonrojada de la pena, no sabía cómo reaccionar.
—General, ¿cómo es posible que usted tenga tan buen humor?
Un corresponsal extranjero que regresó
sin hacer ni una pregunta
Un día, cuando la Guerra de Liberación de la Patria estaba en
su momento más álgido, un corresponsal extranjero que había
venido a Corea visitó la Comandancia Suprema del Ejército
Popular y solicitó una entrevista con el Comandante Supremo
Kim Il Sung.
Lo que le interesaba era la perspectiva de la guerra en relación
con la “nueva ofensiva” de gran envergadura que el imperialismo
yanqui iba a emprender.
Después de informar al Comandante Supremo, el funcionario
guía le comunicó al periodista:
—Tenga usted la bondad de esperar un poco.
El corresponsal afirmó de buen grado con la cabeza. Era una
muestra de que sabía bien lo ocupadísimo que estaría el Líder coreano.
Poco después, reprimiendo la tensión que se encrespaba
inadvertidamente, entró en el despacho del General Kim Il Sung.
Al instante el visitante se sorprendió.
40
Su anfitrión estaba leyendo algo delante de la mesa de
operaciones que estaba en un lado de la ancha sala, y un soldado
(sus hombreras anunciaban que era un soldado de primera), de pie
a su lado, le decía algo.
El funcionario susurró al corresponsal que el Comandante
Supremo estaba cerciorándose de que el soldado había estudiado,
porque le había orientado aprender diariamente de memoria cinco
palabras extranjeras, pero que el soldado estaba sudando por no
haber cumplido la orden.
El visitante se quedó atónito. ¿Cerciorarse de que ha estudiado?
—Son los estudios que se cursan para preparar a los quienes
serán enviados a otros países con miras a la futura rehabilitación y
construcción de la posguerra.
El corresponsal extranjero se sorprendió otra vez.
Entonces, ¡¿no significa esto que él está seguro de la victoria
en la guerra!?
Al pensar así, el visitante se volvió y salió con pasos
silenciosos.
El funcionario que lo guiaba le preguntó la razón.
—Para mí es suficiente. Ha terminado mi entrevista. El título
que encabezará mi artículo será “Corea victoriosa en el duelo de la
convicción. El camarada Kim Il Sung está proyectando la
rehabilitación y la construcción posbélicas”.
Y le pidió que transmitiera al General su saludo, porque había
salido sin saludarlo para no interrumpir su trabajo.
Al conocer lo sucedido, Kim Il Sung se echó a reír.
Libreta misteriosa
En diciembre de 1966 tuvieron lugar las conversaciones privadas
entre el Presidente Kim Il Sung y el entonces Secretario General del
Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brézhnev.
41
En el encuentro fueron tratados una gran multitud de asuntos
sumamente importantes, como las relaciones bilaterales, temas de
interés común en el movimiento comunista internacional, el
intercambio económico y cultural, los vínculos militares, etc.
Al no concluir antes del medio día, las conversaciones
continuaron en horas de la tarde.
Cuando se acercaban a su fin, sucedió algo sorprendente, no
visto en la historia de la diplomacia.
Brézhnev se levantó lentamente con las manos apoyadas en la
mesa y lanzó una mirada a la pequeña libreta que estaba delante de
su interlocutor.
Todas las miradas se concentraron en él, que acto seguido
entabló el siguiente diálogo con el Presidente:
Brézhnev: Dispénseme, camarada Kim Il Sung, ¿qué libreta es
esa? No sé qué misterio contiene, pues usted habla tan
serenamente sobre todo tipo de asuntos, sin ningún epítome de
conversación, solamente con ayuda de esa libreta.
Kim Il Sung: ¿Se refiere a esta?, preguntó mostrándole la
pequeña libreta de cubierta azul.
El presidente soviético miró penetrantemente la misteriorsa
libreta, en la que solo se veían tres o cuatro líneas cortas
encabezadas por unos triángulos.
Como si se hubiera olvidado que se trataba de un encuentro
diplomático, Brézhnev miró alternativamente a Kim Il Sung y la
libreta, antes de volver a sentarse en su silla con una expresión
dubitativa.
Durante todo el curso de las conversaciones, el Presidente
Kim Il Sung se había valido únicamente de esa libreta refiriéndose
a una extensa gama de temas políticos, económicos, militares,
culturales e incluso filosóficos.
Por la noche, cuando ambos disfrutaban del banquete, el
Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética
confesó:
42
—Camarada Kim Il Sung, usted es un hombre sin igual,
omnisciente. Hasta hoy me he encontrado con muchas personalidades,
incluidos jefes de Estado de numerosos países del mundo. Pero por
primera vez veo a un hombre tan omnisciente como usted.
Famoso “discurso del 6 de agosto”
Al publicarse el 15 de julio de 1971 el programa de la visita a
China de Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos,
el mundo empezó a hervir como el agua en la olla.
No era una sin razón, porque el presidente del imperio iba a
visitar de golpe a la China comunista, a la que había declarado
eterna enemiga y contra la que había estado maquinando
incesantes actos hostiles.
La prensa de los países capitalistas le hacía loas como si se
tratase de un “misionero de la paz” y desató una ruidosa campaña
de propaganda afirmando que su visita marcaría el viraje de
la “Guerra Fría” a la “paz” y de la “confrontación” a la
“colaboración”. Aparecieron tanto los estúpidos que pregonaban la
“llegada de la era del deshielo” y el “cambio de época”, como
quienes criticaban acerbamente a China y tildaban la visita de
contubernio chino-norteamericano contra la Unión Soviética. No
faltaron tampoco los que se mostraban desanimados.
Precisamente ante aquel acontecimiento, el Presidente
Kim Il Sung afirmó que el revolucionario debía saber imponerse a
cualquier situación, por muy desfavorable que fuera, para ponerse
al servicio de la revolución.
Pocos días después, exactamente el 6 de agosto, se celebró en
Pyongyang un mitin de masas para dar la bienvenida al jefe de
Estado de un país que visitaba a Corea.
En su discurso el Presidente Kim Il Sung explicó claramente la
esencia de la visita de Nixon a China:
43
“Esto evidencia el fracaso definitivo de la política hostil hacia
China, que mantuvo insensatamente el imperialismo yanqui
durante más de 20 años, con el objetivo de detener por la “fuerza”
el curso de los grandes cambios revolucionarios de un país que
cuenta con cerca de un cuarto de la población mundial; y quiere
decir, además, que el imperialismo yanqui se ha puesto por fin de
rodillas, presionado por las poderosas fuerzas revolucionarias
antimperialistas del mundo.
En resumen, significa que Nixon va a Beijing agitando la
bandera blanca, al igual que en el pasado los agresores
imperialistas yanquis, derrotados en la guerra de Corea,
aparecieron en Panmunjom con su bandera de rendición.
…
La visita no representa la entrada de un triunfador, sino el triste
viaje de un vencido, y un fiel reflejo del destino del imperialismo
yanqui, semejante a un sol poniente. Esto constituye un gran
triunfo para el pueblo chino y una victoria para los pueblos
revolucionarios del mundo”.
Al escuchar la voz de barítono tronante de Kim Il Sung que
se propagaba con gran peso y gravedad el mundo bulló de
admiración, porque su discurso era un proyectil impecable que
había lanzado captando con una extraordinaria capacidad de
penetración la tendencia de la situación política mundial en un
proceso de cambio brusco y el ardid de Nixon para liberarse del
atolladero en el que estaba hundido su país, aislado y rechazado
por todas partes.
La filosofía del Juche es una “filosofía de vivas”
El 17 de septiembre de 1972, el Presidente Kim Il Sung
recibió a los corresponsales del periódico japonés Mainichi
Shimbun y le expresó su alegría por encontrarse con ellos.
44
—Les doy una calurosa bienvenida a nuestro país.
Las preguntas formuladas por ustedes las recibí por conducto
del Comité Central de la Unión de Periodistas de Corea.
Ahora voy a contestarles brevemente.
Así se inició la conversación.
Sobre la mesita no había ningún manuscrito. Simplemente se
apreciaban algunas hojas de papel donde estaban dactilografiadas
las preguntas.
Envolviendo con la mirada a los huéspedes, el Presidente
continuó:
—Ustedes me piden que les diga cómo surgió la idea Juche. La
idea Juche es, en pocas palabras, la idea de que el dueño de la
revolución y la construcción son las masas populares y que la
fuerza que las impulsa proviene también de esas masas. Es decir,
la idea de que el dueño del destino de uno es uno mismo y la
fuerza que lo forja se encuentra igualmente en uno mismo.
De este modo les explicó con una lógica convincente el
proceso de la creación de la idea Juche.
Los periodistas anotaron una a una sus palabras y la grabadora
funcionaba silenciosamente.
Pasado bastante tiempo, el Líder se refirió al tema de la
educación de los niños y jóvenes.
Enfatizando la gran atención que el Partido del Trabajo de
Corea dirige a la formación de unos y otros a partir de la demanda
de la idea Juche, les comentó que ello se debía a que en el
desarrollo de la sociedad no había otro trabajo más importante que
instruir y educar a los hombres.
Dilucidando la posición y el papel que ocupa el hombre en el
mundo dijo:
—El fundamento de la idea Juche es que el hombre es dueño
de todas las cosas y lo decide todo. (…) El hombre es el ente más
valioso y poderoso del mundo.
Los periodistas no pudieron contener su admiración y
45
aplaudieron sin darse cuenta, pues estaban hondamente seducidos
por el profundo principio de la filosofía del Juche, completamente
nuevo, que se centraba en el hombre.
La filosofía jucheana, humanocéntrica, no tiene nada que
niegue la filosofía clásica ni nada plagiado de ella. Era una
filosofía completamente original.
Tan pronto como apareció en las publicaciones, la respuesta del
Presidente a los corresponsales de Mainichi Shimbun tuvo una
gran repercusión en el mundo.
“La filosofía de Marx y Lenin es tan difícil de entender que es
necesario dedicarle toda una vida. Pensaba que eso se debía a la
profundidad del contenido de la filosofía materialista. Pero ahí no
residía la razón.
La filosofía del Juche del Presidente Kim Il Sung es fácil de
comprender por entero tan solo con leer su respuesta publicada en
el Mainichi Shimbun.
Con la fundación de la idea Juche el Presidente Kim Il Sung
comprobó que el pensamiento y la investigación del hombre no
tienen límites. No existe en el mundo un genio que pueda
compararse con él en cuanto a esa ilimitada capacidad de pensar e
investigar. Toda ciencia, cualquiera que sea, es inimaginable al
margen de la meditación y la búsqueda. Entre todas las ciencias, la
filosofía es la suprema, basada en el pensamiento primoroso, y la
del Juche es una gran filosofía en el verdadero sentido de la
palabra. Es grande la filosofía del Juche; es grande su fundador; es
grande la ingeniosidad con que la argumenta tan lúcidamente. Es
una filosofía de viva, de vivas, que el mundo tiene que enaltecer
con vivas. El Presidente Kim Il Sung, quien con los rayos del
Juche alumbra el camino a la humanidad, es verdaderamente un
gran hombre-Sol. Es el único del mundo que merece ser llamado
Sol”.
Este comentario de un hindú seguidor de la idea Juche es, a la
vez, una loa a la humanidad.
46
Título de “verdadero labriego”
que aceptó de buen grado
Un día de junio de 1975, el Presidente Kim Il Sung, mientras
se encontraba de visita en un país de Europa Oriental, fue
conducido a un trigal ubérrimo por el Primer Secretario del Comité
Central del Partido Comunista de esa nación.
Al llegar al destino donde se agitaban las espigas copiosas, este
le dijo con orgullo que era la mejor granja del país en el cultivo de
trigo.
Asintiendo por la evidentemente buena cosecha, el Presidente
Kim Il Sung preguntó:
—Parece que la siembra resultó buena. ¿Cuántas semillas
esparcieron por hectárea?
—¿Cuántas? Espere… Preguntemos al encargado de la
agricultura– expresó perplejo el Primer Secretario. Llamó a uno de
sus acompañantes y le dijo presentándoselo:
—El camarada Kim Il Sung nos pregunta qué cantidad de
semillas se ha plantado por hectárea. Contéstale tú.
—Tampoco yo…
En el rostro del acompañante se dibujó una expresión embarazosa,
al tiempo que se encogía de hombros. Paseó la mirada entre todos los
presentes y llamó con la mano a uno de ellos. Después lo presentó al
Presidente como el ingeniero-jefe de la granja.
—El camarada Kim Il Sung pregunta cuántas semillas se han
plantado por hectárea. Dele pronto la respuesta.
El ingeniero-jefe sacó del bolsillo de su camisa una pequeña
libreta, la consultó durante un rato y comunicó las cifras al
Presidente.
Este arrancó una espiga, descascarilló los granos sobre la
palma de su mano y volvió a preguntar:
47
—¿Cuánto abono nitrogenado aplican en una hectárea?
—80 kilogramos netos.
—¿Y de abonos fosfóricos?
—100 kilogramos.
—La tierra parece muy buena —dijo el Presidente—. Si con la
aplicación de 80 kilogramos de nitrógenos netos a una hectárea se
cosechan granos tan grandes, eso significa que el suelo es muy fértil.
El Primer Secretario, que estaba escuchando atentamente el
diálogo, comentó al Presidente que era difícil cultivar la tierra sin
preocupación, debido a las adversas condiciones climáticas.
El Presidente respondió que ello se debía a que el área glaciar de
la región del Polo Norte se había ensanchado en un 12 por ciento,
explicando luego concretamente que para evitar la influencia del
cambio climático, Corea sembraba maíz en cubetas y criaba los
retoños de arroz en camas anticongelantes, observaba el principio
del cultivo apropiado en tiempo y suelo adecuados y había roturado
los terrenos fríos y húmedos para lograr cosechas seguras.
El Primer Secretario exclamó muy emocionado:
—Camarada Kim Il Sung, ¿cuándo y cómo ha aprendido tanto
sobre agricultura pese a su responsabilidad al frente del Estado?
Parece un verdadero labriego.
Aunque la sinceridad del anfitrión obedecía a un impulso
espontáneo, enseguida se ruborizó y en su rostro se dibujó una
expresión de culpabilidad, pues pensaba, sin duda, que había
hecho mal al utilizar la expresión de “verdadero labriego” y se
apresuró a corregirla diciendo que se había sorprendido de que
Kim Il Sung dominara tanto los asuntos agrícolas, pese a ser un
Jefe de Estado.
El Presidente sonrió ampliamente y le agradeció por haberlo
llamado verdadero labriego.
—Uno puede dirigir debidamente los asuntos estatales solo
cuando se hace fundidor en la fábrica metalúrgica, pescador en el
mar y verdadero labriego en el campo.
48
Las masas populares son mis maestras
El 31 de agosto de 1975, el Presidente Kim Il Sung recibió y
almorzó con Inomata Misao, redactor jefe de la Agencia de Noticias
Kyodo, de Japón.
Durante la comida el invitado le preguntó sobre los problemas
relacionados con muchas ramas de la economía de Corea, entre
otras la industria, la agricultura y la minería.
El Presidente respondió a las preguntas valiéndose de ejemplos
concretos.
Inomata, asombrado de su amplia erudición, le dijo:
—Excelencia, usted está más versado que los especialistas en todas
las ramas de la economía nacional. Usted es de veras un superhombre.
El Presidente, sonriente, le dijo que era una alabanza excesiva
y que todos sus conocimientos eran los que le habían enseñado las
masas populares, añadiendo:
—Me compenetro y charlo siempre con los obreros, campesinos
y científicos. El pueblo me expone muchas opiniones. Quien se
adentra en las masas populares puede evitar el subjetivismo.
A continuación explicó que los científicos de la agricultura trabajan
consultando principalmente los libros, pero los campesinos que
cultivan directamente la tierra tienen ricas experiencias en la materia,
por lo que si se mezcla con ellos puede aprender muchas cosas de ellos.
—Puedo decir que las masas populares, incluidos los campesinos,
son mis maestras.
Consejo a los huéspedes solteros
El 10 de septiembre de 1975, el Presidente Kim Il Sung recibió a
los dirigentes y artistas de una delegación artística de China.
49
El primer tema que se entabló en la conversación fue el del
ascenso de ellos al monte Kumgang.
El Presidente preguntó a su jefe:
—¿No les resultó difícil subir al monte Kumgang?
—No. No tuvimos ninguna sensación de dificultad por lo
fascinante que es el paisaje.
El Presidente, diciendo que uno se olvidaba de la dificultad si
escuchaba leyendas interesantes cuando subía al monte Kumgang,
volvió a preguntarle:
—¿Estuvieron en Phaldam?
—No, por falta de tiempo.
Mostrándose apenado, el Presidente dijo que debieron visitarlo,
explicando que se llamaba Phaldam por estar allí ocho lagunas o
cangilones.
—En nuestro país se transmite la leyenda de que ocho hadas
bajaron del cielo a Phaldam para entretenerse en sus aguas.
Después, les contó la leyenda atrayendo su curiosidad. Luego,
envolviéndolos con la mirada, les preguntó:
—¿Hay solteros entre ustedes?
Todos quedaron extrañados. Un rato después el jefe de la
delegación les contestó:
—Sí, los hay.
El Presidente, con una expresión de lamento, dijo que por lo
menos los solteros habrían tenido que visitar Phaldam, porque allí
hubieran podido encontrarse con las hadas.
Todos rompieron a reír a carcajadas y, olvidando ya su
apocamiento inicial, fueron atraídos a la conversación.
Al otro día las noticias y los periódicos informaron que “la
conversación tuvo lugar en una atmósfera rebosante de familiaridad y
amistad”, como todos los recibimientos y conversaciones que
sostuviera el Presidente Kim Il Sung.
50
Estatua de Zhou Enlai levantada
en Hamhung
En la primavera de 1979, el Presidente Kim Il Sung, al ser
informado de que Deng Yingchao, viuda del ex premier chino
Zhou Enali había comunicado su deseo de visitar a Corea, ordenó
lleno de gozo que le enviaran de inmediato el consentimiento y le
transmitieran que él mismo la invitaba.
Seguidamente, en varias ocasiones dio las instrucciones con
respecto al programa de su recibimiento, la organización de su
acogida en las calles, etcétera. Y reveló a un funcionario su idea de
levantar una estatua de Zhou Enlai en Corea.
Entonces se cumplían tres años del fallecimiento de Zhou Enlai,
y aún no se le había erigido un monumento ni siquiera en su país.
Pero el Presidente, a pesar de sus muchas ocupaciones
en los asuntos estatales, puso toda su atención en lo concerniente a
ello.
¿Dónde levantarla? ¿En qué forma?
Pensó y repensó profundamente. Por fin, tomada definitivamente
la decisión, sugirió levantarla en la Fábrica de Abonos de Hungnam,
donde en 1958, durante su visita a Hamhung, el premier Zhou Enlai
había pronunciado un discurso ante los obreros, y recomendó que
evocara aquel momento.
En acato a la instrucción del Presidente, Kim Jong Il envió a
los escultores la fotografía de Zhou Enlai tomada durante su
discurso, examinó en varias ocasiones el proyecto y la maqueta,
orientó su magnífico perfeccionamiento y definió la altura de la
estatua y de su pedestal.
Bajo la minuciosa dirección de ambos Dirigentes, la
construcción de la estatua y el monumento concluyó a fines de
mayo de ese mismo año.
51
El 31 de mayo, el Presidente Kim Il Sung llegó a Hamhung en
compañía de Deng Yingchao y asistió a la ceremonia de develación.
La viuda, que consideraba un honor sin igual encontrarse con
el gran Presidente Kim Il Sung, se sorprendió al ver la estatua de
su marido en esa ciudad industrial del país vecino y la emoción le
impidió contener las lágrimas.
—Gran camarada Presidente Kim Il Sung, la estatua es
verdaderamente magnífica. Le estoy sinceramente agradecida por
esta excelente obra.
En el verano de ese mismo año, durante el encuentro con el
Presidente Kim Il Sung, el jefe del Conjunto de la Ópera Clásica
de China le dijo que 970 millones de chinos se sentían muy
conmovidos por el levantamiento de la estatua de Zhou Enlai. Al
enterarse, el Presidente Kim Il Sung dijo:
—Es lógico haber levantado la estatua de Zhou Enlai, tanto por
sus hazañas, como por los méritos que hizo trabajando por la
amistad y la unidad de los pueblos coreano y chino.
Origen de la tos falsa
El Presidente Kim Il Sung tiene profundos conocimientos
sobre el nacimiento y la propagación, el dogma, las costumbres y
el proceso de desarrollo de diversas religiones divulgadas
ampliamente no solo en Corea, sino también en otras partes del
mundo, como el chondoísmo, el budismo, el confucianismo, el
cristianismo, etc.
El 25 de septiembre de 1980, después de recibir a una
delegación del Comité Especial sobre las Medidas de los Asuntos
Coreanos, perteneciente al Partido Socialista de Japón, el
Presidente les ofreció un almuerzo.
Durante la comida un miembro de la delegación, Shimazaki
Yuzura, diputado de la Cámara de Representantes, le dijo:
52
—Excelencia, esta vez en Corea hemos conocido algo muy
interesante.
—¿Qué les resultó tan interesante?
—Ayer vimos la película de ficción coreana Historia de Chun
Hyang. Sus personajes, antes de entrar en casa ajena, fingían la tos
varias veces cuando se encontraban delante de la puerta. A decir
verdad, en Japón lo hacen los burócratas para mostrar su autoridad
o intimidar a los súbditos, pero en Corea parece que lo hacen para
advertir la llegada de alguien. Esto nos pareció muy interesante.
Afirmando sus palabras, el Presidente les explicó:
—Es una antigua costumbre de los coreanos. La tos falsa se
repite tres veces.
Y, asignando su origen al confucionismo, abundó:
Un día Mencio entró en el aposento de su mujer. Ella estaba
sentada y se encontraba desnuda de la cintura para arriba. Muy
disgustado, el joven le contó este hecho a su madre. Pero esta
reprendió a su hijo por tachar de descortés el proceder de su esposa.
Ella le dijo:
Ella no fue descortés. Sin duda, ella se habría quitado la blusa
por alguna necesidad. Por tanto, lo fuiste tú al entrar en el
dormitorio sin advertirla fingiendo una tos, para que pudiera
vestirse a tiempo.
Al oír las palabras de su madre, Mencio se arrepintió
profundamente de su error. A partir de entonces tosía tres veces
antes de entrar en cualquier habitación.
De ahí nació la costumbre de fingir tres veces la tos antes de
entrar en el cuarto de alguien.
Al terminar su narración, el Presidente afirmó:
—Soy contrario al confucianismo, pero no considero mala la
costumbre de observar la etiqueta delante de la puerta de un cuarto
ajeno.
Los huéspedes, que habían permanecido absortos escuchando
sus palabras, comenzaron a aplaudir en señal de aprobación.
53
Nueva leyenda del respeto al pueblo
A mediados de marzo de 1981, Askada Itsio, presidente del
Comité Ejecutivo Central del Partido Socialista de Japón, visitó
Pyongyang.
Kim Il Sung le recibió y le ofreció un banquete opíparo.
Antes de regresar a su país, el día 16 del mismo mes, Askada
preparó también un banquete de agradecimiento.
En esa ocasión, el japonés comentó sus impresiones luego de
haber recorrido la recién construida avenida Munsu y le sugirió a
su invitado que sería mejor plantar manzanos a ambos lados de la
calle.
No es una mala idea, pero sería difícil mantenerlos por los
insectos que afectan a estos árboles, respondió y recordó un hecho
ocurrido inmediatamente después del cese de la guerra, en 1953:
“Un día un septuagenario me envió una carta, en la que me
recordó el hecho de que habían venido llamando a Pyongyang con
el nombre de Ryugyong, que significa bello paisaje de sauces, y
manifestó su preocupación por la intención de plantar en las calles
otras especies de árboles. Al leerla, sentí que no había procedido
bien.”
Sabía que por el tamaño y las pelusas que genera, el sauce no
era el árbol más apropiado para las calles de la ciudad, pero opté
por respetar la opinión del pueblo.
“Hicimos plantarlo en varias avenidas de Pyongyang; tanto
delante del Palacio de Convenciones Kumsusan como en la
avenida que comunica la estación ferroviaria de Pyongyang y el
centro de la capital”.
Confesó que tras ver la carta, durante varios días no pudo
conciliar el sueño por el arrepentimiento de no haber trabajado
bien y que después de discutir el asunto de plantar muchos sauces
54
en la ciudad en una sesión del Comité Central del Partido, le
envió al anciano la carta de respuesta, asegurándole que
prepararía una calle especial para ese árbol en respeto a su
opinión.
Askada manifestó:
“El mundo no conoce que el jefe de un Estado enviara tal carta
de respuesta a un anciano ordinario. De veras, se trata de una
leyenda de amor hacia el pueblo que solo puede crear su
Excelencia, Presidente, quien lo respeta más que nadie”.
Li Tai Bai burló a Yang Gui Fei
El 29 de julio de 1982, en una conversación con Luise Rinser,
escritora alemana que estaba de visita en la RPD de Corea, el
Presidente Kim Il Sung le preguntó si le gustaba el lichi (fruta
tropical).
Al escuchar la respuesta positiva, precisó que en otro tiempo fue
la fruta preferida de Yang Gui Fei, segunda mujer de Xian Zhong,
emperador de la dinastía china de los Tang. Luego rió a carcajadas
recordando que por la afición a esa fruta, la mujer había sido objeto
de burlas por parte del famoso escritor chino Li Tai Bai.
Atraída por la historia, la alemana le solicitó sin cumplidos que
se la contara.
Aceptando de buen gusto, el Presidente empezó a hablar:
A Yang Gui Fei le gustaba mucho el lichi. No dejaba de
consumirla ningún día, pese a que había que traer la fruta a Beijing
desde la provincia de Guangdong, lo cual suponía entonces un
gran esfuerzo. Para satisfacerla no pocas personas debían sufrir
bastante, razón por la cual Li Tai Bai la odiaba tanto y la
consideraba la única mujer asquerosa.
Un día, el emperador lo llamó y le ordenó que escribiera una
carta de respuesta a un país vecino en un plazo de uno o dos días.
55
El invitado decidió aprovechar la oportunidad para darles una
lección de humildad al matrimonio imperial.
Pues le informó al emperador que a la hora de escribir
necesitaba tres personas; una para frotar la barra de tinta china,
otra para mantener fijos su bigote y su barba, que le molestarían en
el acto, y la tercera para sostenerle las piernas, y que según la
jerarquía de estas tres, así sería la calidad del texto. Añadió que la
carta al país vecino era como la cara del emperador y, al mismo
tiempo, del imperio y por eso Yang Gui Fei, su hermana y
hermano menores deberían encargarse de la primera, segunda y
tercera tareas, respectivamente.
Xian Zhong se quedó estupefacto. Para él era inadmisible e
inimaginable encargarle a su esposa y sus cuñados tales groserías,
y lo más problemático era la posible difusión pública de lo
ocurrido. No podía soportar la indignación de la propuesta. Pero,
dado que su capacidad no le permitía escribir ni una carta, no
podía menos que aceptar la demanda del escritor.
Así que durante todo un día, cuando el escritor cumplía la
orden, la muy hechicera y arrogante emperatriz frotaba la barra de
tinta, la hermana mantenía inmóviles su bigote y barba mojados de
aguardiente y el hermano estaba sometido debajo de sus piernas.
Luise Rinser se desperezó de la risa y poco después le dijo al
Presidente:
“Li Tai Bai de China es bien conocido también en Europa, pues
yo sabía algo de él, pero no un episodio tan interesante como este.
¿Quizá usted ha leído los originales de los libros de historia china?”
“En cuanto a los libros de China y Rusia no veo las versiones
traducidas”.
Al oír la respuesta, la alemana exclamó:
“Me he entrevistado con muchos jefes de Estado, pero no había
podido encontrar a alguien que estuviera al tanto de la historia de
otras naciones como usted. En calidad de escritora, de veras, no
puedo menos que quedarme asombrada”.
56
Lo que nunca cambiaría por nada
El 22 de julio de 1983, en otro encuentro con el Presidente,
Luise Rinser le expresó que en Corea se sentía aliviada por el aire
puro.
Al explicarle que eso se debía a la buena protección ambiental
del país, Kim Il Sung precisó:
“A la hora de tratar un asunto, en todo caso, pensamos primero
en los intereses de las masas populares”.
Y recordó un hecho ocurrido en un año en que él mismo detuvo
un intento de explotar una mina de oro en el monte Myohyang.
“Dije que no podíamos permitir la destrucción del hermoso
paisaje del monte Myohyang a cambio de unas cuantas toneladas
de oro mientras podamos vivir sin ese metal y pregunté si habían
pensado en la alegría de la población, que descansaría con gusto
contemplando el panorama del lugar”.
Aquel día había criticado severamente a los que explotaban la
mina de oro argumentando que una vez puesta en marcha la mina,
las aves raras y hermosas como carraca oriental dejarían la zona
ahuyentadas por el estallido de la dinamita y los peces como pez
dulce morirían por la contaminación de las aguas debido al fluido
de los desechos del centro de enriquecimiento de minerales.
El Presidente, precisando que consideraba aquella decisión
muy justa, porque ahora los vacacionistas y turistas frecuentan el
lugar para pasar un rato alegre, manifestó:
“Lo que nunca cambiaría por nada, aunque perdiera la
oportunidad de ganar millones de toneladas de oro, son los
intereses de las masas populares”.
En cada una de aquellas palabras estaba desbordante el ardiente
sentimiento de amor al pueblo. La escritora alemana quedó muy
impresionada.
57
Título de Héroe otorgado 38 años después
El tren especial que llevaba al Presidente Kim Il Sung en el
histórico viaje a la ex Unión Soviética, arribó el 21 de mayo de
1984 a la estación ferroviaria de Novosibirisk, en Siberia.
Tras intercambiar saludos con los altos cuadros del Partido y
del Soviet de la provincia de Novosibirisk que acudieron a darle la
bienvenida, Kim Il Sung se encontró lleno de emoción con Ya. T.
Novichenko. Inmediatamente lo reconoció, le dio un fuerte abrazo
y sin mediar palabra alguna le acarició repetidamente el hombro
derecho sin el brazo.
Al cabo de tantos años de esfuerzos buscándolo, finalmente lo
había encontrado.
Fue el ex subteniente del Ejército Rojo quien cubrió con su
cuerpo la granada lanzada hacia la tribuna del acto conmemorativo
del 27 aniversario del Levantamiento Popular del 1 de Marzo,
llevado a cabo al año siguiente de la liberación del país, en la plaza
delante de la estación ferroviaria de Pyongyang. El oficial quedó
gravemente herido y el mandatario coreano tomó todas las
medidas necesarias para su recuperación. Tras su repatriación,
durante 38 años, hizo incansables esfuerzos por saber de su
paradero.
Por fin lo encontró, ya envejecido, viviendo humildemente en
un lugar recóndito, en su aldea natal en Siberia, e hizo un hueco en
su apretada agenda por su visita oficial al Estado soviético y se
entrevistó con él.
Se interesó por conocer en detalles su estado de salud y la
situación de su vida. Con lástima por no poder conversar más
tiempo, lo invitó a Corea para continuar la charla sin limitación de
tiempo y se despidió dándole un fuerte abrazo.
El tren partió y el Presidente llamó a sus acompañantes y les
58
preguntó si habían visto las insignias que llevaba Novichenko
sobre su pecho.
Estos no podían responderle y se miraban los unos a otros
porque no prestaron atención a ese aspecto.
Un buen rato después, Kim Il Sung afirmó que llevaba el
Orden de la Bandera Nacional y agregó que el sacrificio de
Novichenko, que no es un coreano, se traduce en un heroísmo muy
raro que merece el Título de Héroe del Trabajo de la RPDC. Y dio
instrucciones para concretar dentro del año en curso su visita a
Corea y producir una película sobre aquel acto, que no puede ser
comparado con nada.
Cuatro días después, o sea, el 25 de mayo, fue expedido el
decreto del Comité Popular Central de la RPD de Corea para
condecorar a Novichenko con el Título de Héroe del Trabajo.
Posteriormente, en otro encuentro en Corea, el Presidente le
pidió perdón por no haberle titulado oportunamente:
“Ya en 1946, cuando usted acumuló el mérito, debimos haberle
otorgado el título de Héroe. Pero entonces todavía no habíamos
fundado la República. Solo existía el Comité Popular Provisional
de Corea del Norte.
La República la fundamos en 1948, y para entonces usted ya no
estaba en Corea”.
“Billete para el viaje hacia el pueblo”
El 7 de septiembre de 1989, el Presidente Kim Il Sung recibió
a Piore, jefe de la corresponsalía en Beijing de la emisora italiana
tele-radio.
En aquella ocasión, el italiano, quien acababa de filmar el
documental Corea-Misterio y Gloria, explicándole su proyecto
para escribir una novela con el tema de la Lucha Revolucionaria
Antijaponesa desplegada bajo la dirección del Presidente, le pidió
59
que le contase cómo había logrado identificarse con el pueblo en
los albores de aquellos días.
Contestó que las masas populares constituyen la principal
fuerza motriz de la revolución y que de cómo se despierten y
preparen depende la victoria o la derrota de la revolución. Como si
trajera a la memoria aquellos inolvidables días, permaneció un rato
en silencio y dijo que a la sazón frecuentaba mucho las aldeas
rurales en las que vivían muchos analfabetos, razón por la cual
aprendió a propósito la manera de escribir los discursos fúnebres y
la escribanía.
“Una vez en el campo, solía escribir las oraciones fúnebres
según las peticiones de los campesinos. Sé también la escribanía,
que significa escribir quejas, acusaciones o actas de denuncia para
juicios en lugar de otros. En el pasado todas estas escrituras tenían
su estilo propio, que debía ser observado indispensablemente”.
Aprovechando la ocasión de haber mencionado las oraciones
fúnebres, precisó que quería contarle un viejo cuento:
Fue cuando alojaba en una casa de una aldea junto con unos
jóvenes comunistas, entre ellos Cha Kwang Su y Kye Yong Chun.
Un día regresó a eso de las doce de la noche.
Al entrar en el patio de la casa, los dos últimos acudieron con
regocijo a él, después de haberlo estado esperando sentados en el
suelo elevado bajo el alero.
Les preguntó por qué no se habían acostado todavía, a lo que
Cha contestó.
Cuando ellos terminaron la cena, el amo les dijo: “Señores,
mañana es el día de la ceremonia en memoria de mi difunto abuelo.
A pesar de nuestra pobreza, hemos preparado con todo la mesa en
honor al difunto y si nos escriben algunas oraciones
fúnebres vamos a celebrar la ceremonia con el comienzo del nuevo
día”.
Cha Kwang Su aceptó sin vacilación, pero en realidad no sabía
ni siquiera el primero de los dos caracteres chinos del título. Lo
60
hizo con la esperanza de que Kye Yong Chun lo hiciera, pero este
tampoco los conocía.
Ambos no sabían qué hacer.
Ya habían preparado todo en la cocina y solo esperaban que se
terminase cuanto antes la escritura.
El segundo acusó al primero por su mentira, que echaría a
perder la ceremonia familiar.
“¡Qué pena! Ni en sueño había pensado nunca que podría
meterme en apuros por no saber escribir las honras fúnebres…”
Cha Kwang Su suspiró hondamente.
Precisamente en ese momento apareció Kim Il Sung, quien
soltó una carcajada diciendo que los dos talentosos compañeros se
quedaban perplejos por un tan insignificante quehacer. Y les dijo
gratamente que trabajaría con gusto en su lugar a condición de un
pago copioso.
Así fue como la familia pudo celebrar la ceremonia con la
oración fúnebre escrita por Kim Il Sung.
Tras el acto, el amo, agradecido, les sirvió una gran cantidad de
tok (pastel de arroz, comida tradicional).
Kye Yong Chun estaba bien animado por haber podido comer
en virtud del tercero, pero Cha Kwang Su expresó seriamente:
“Compañero Kye, tanto yo como tú todavía estamos muy lejos
de la capacidad que deberíamos tener. ¿Cuál sería el resultado si
no hubiéramos cumplido la petición? No es un asunto
insignificante que nosotros, los revolucionarios, podamos pasar
por alto. Tomémoslo como una lección. Grabemos en nuestras
mentes la verdad de que en todos los casos debemos estar listos
para identificarnos con el pueblo”.
Concluyendo, el Presidente, con una sonrisa ligera, afirmó que
eran correctas las palabras de Cha Kwang Su, que si los
revolucionarios quieren hermanarse con la población tienen que estar
al tanto de todas las cosas, ser capaces de cumplir todas las tareas y
que esas cualidades son como el “billete para el viaje hacia el pueblo”.
61
Podemos ganar una colosal cantidad de dinero
El 30 de abril de 1990, Kim Il Sung recibió al grupo de
investigación internacional de la muralla de hormigón armado,
ocasión en la que preguntó a sus integrantes si habían visto la materia.
El jefe del grupo contestó que la había visto con sus propios
ojos, que la existencia es una realidad innegable.
El Presidente dijo que los norteamericanos son muy necios,
porque están obstinados en sostener que la muralla de hormigón
armado no existe, pese a que no se trata de algo tan pequeño como
una aguja, fácil de ocultar; que ese muro, que se halla en la zona al
Sur de la Línea de Demarcación Militar, es más alto y largo que el
que separaba la Alemania del Este y el Oeste; que teniendo en
cuenta el hecho de que tanto George Bush como las autoridades
surcoreanas manifestaron alegría por la caída del muro de Berlín,
no había razón para la existencia de tal materia en Corea, y que era
muy natural que ellos vinieran organizando el grupo de
investigación de la muralla de hormigón armado.
El jefe del grupo comentó que antes de venir a Corea estuvo en
Berlín, recorrió los restos del muro que dividía en dos al país y
compró un pedacito como recuerdo, al igual que otros visitantes, y
agregó que si se derribaba la muralla del Sur de Corea haría lo mismo.
El Presidente se rió a carcajadas y dijo:
“Entonces podemos ganar una colosal cantidad de dinero, ¿no
es así?”
Oyéndolo, los invitados rieron a carcajadas y le contestaron al
unísono:
“Claro que sí. Es del todo posible”.
Pues nos es preciso reunificar el país cuanto antes, para ganar
mucho dinero, añadió el anfitrión provocando otra risotada en el
recinto.
62
Taquígrafa de 26 años antes
El 11 de septiembre de 1990, cuando estaba de visita en China,
Kim Il Sung asistió al banquete ofrecido por el Secretario General
del CC del Partido Comunista de China, Jiang Zemin.
En el acto, mientras contemplaba a los participantes, detuvo su
mirada en una persona diciendo que su cara le era familiar.
Jiang Zemin la observó un rato y le explicó sonriendo:
“Ella es Xu Ruixin, subjefe de la Oficina General de nuestro
Partido. Hace poco estuvo en su país encabezando una delegación
de funcionarios partidistas. Probablemente en aquella oportunidad
que la había conocido”.
Meneó la cabeza negativamente y respondió que en aquella
ocasión no había recibido al grupo por falta de tiempo, que su
memoria le aseguraba que la había visto en otro momento.
“Entonces, estaría equivocado”.
“No, mi memoria no me traiciona”.
Intentaba recordar y de repente esbozó una amplia sonrisa.
“Ah, sí. La taquígrafa”.
“¿Cómo? Según sé, no tiene tal antecedente”.
“En serio, era taquígrafa”, afirmó el Presidente y la llamó a su
lado. Tomando su mano amablemente le expresó que estaba
encantado por volver a verla tanto tiempo después.
Por el improvisado saludo, la mujer no sabía cómo responder.
Tratándola con más amabilidad, el Presidente coreano le
preguntó si no había trabajado como taquígrafa en un encuentro
con el presidente Mao Zedong.
“Sí. En 1963, cuando usted conversaba con el presidente Mao
en nuestro país”.
El hecho había ocurrido hacía 26 años, por lo que podía recordarlo
solo después de que el líder coreano lo mencionara, pero erró en el año.
63
“Probablemente fue en 1964”, dijo.
Corrigiendo el error, explicó al Secretario General chino lo
ocurrido ese año.
En aquella oportunidad la había visto sentada en un rincón, en
calidad de taquígrafa, recordó y añadió que el tiempo corría tan
rápido como la corriente de agua, porque aquella mujer había
crecido y se había convertido en un digno cuadro.
Oyéndolo, todo el lugar del banquete se convirtió en un mar de
admiración.
Para el diablo tres copitas y para
el hombre cuatro
El 9 de octubre de 1990, Kim Il Sung concedió audiencia
y ofreció un almuerzo a la delegación del Partido Socialista de
Japón, encabezada por su presidenta, Doi Takako, que había
llegado a Pyongyang para participar en el acto festivo con motivo
del 45 Aniversario de la Fundación del Partido del Trabajo de
Corea.
En el banquete la presidenta precisó al mandatario coreano que
le veía muy joven para la avanzada edad que ya tenía.
“Por favor, explíqueme dónde radica el secreto de la juventud”.
“Lo primero es vivir con optimismo, sin importar si se
derrumba el cielo.”
“Entonces, brindemos por este optimismo del Presidente”.
Aceptando, agregó:
“Puede usted tomar tres copitas. En realidad, un hombre vivo
debe beber cuatro copitas de vino, porque es más inteligente que el
diablo. Al celebrar la ceremonia de recordación al diablo le
convidan a tres copitas, mientras tanto será merecido cuatro para el
hombre, que es más sagaz que este”.
Las palabras provocaron una risa que estremeció el recinto.
64
Doi Takako exclamó:
“Usted tiene razón en su argumento de cuatro copitas para un
hombre vivo”.
“Y en este sentido, brindemos todos”, propuso el Presidente.
Ese día, por la noche, tuvo lugar en la Plaza Kim Il Sung la
demostración de las masas con antorchas en saludo a la efeméride.
Antes de iniciarse el acto, Kim Il Sung sostuvo una
conversación con los jefes de Estado y de partido de varios países
en el salón de espera de la tribuna, cuando la japonesa le confesó:
“Discúlpeme, por favor, Presidente. Como usted me ha dicho
que un hombre vivo debe tomar cuatro copitas de vino, debido al
frío, bebí unas copitas antes de venir aquí”.
El Presidente Kim Il Sung le contestó con una amplia sonrisa y
propuso:
“Bueno, esta noche vamos a tomar juntos cuatro copitas más”.
100 pesos y 10 centavos
A finales de marzo de 1992 llegó a Pyongyang Luise Rinser, a
bordo de un avión enviado por el Presidente Kim Il Sung.
En el encuentro del 1 de abril, la alemana le dio repetidas
gracias por su amable gesto, a lo que el Presidente, disuadiéndola
que no lo hiciera, precisó:
“Verdad es que le envié la aeronave, pero es una
correspondencia que aún no alcanza la sinceridad de quien
realizaría un largo viaje para un encuentro conmigo. Repito que mi
comportamiento no puede compararse con sus esfuerzos por viajar
de Roma a Pyongyang, un gesto más loable que el mío.
Si se valora su sinceridad en 100 pesos, mi correspondencia
vale apenas 10 centavos”.
“Presidente, es una valoración muy exagerada. ¿Cómo puede
ser tan apreciada la sinceridad de venir a un encuentro con Su
65
Excelencia el Presidente, gran Líder, al que admira todo el
mundo? Al contrario, la deferencia con la que trata cada vez que
vengo a Corea es tan grande que no puede equipararse con nada”.
“No. Más grande es la suya”.
“¡Oh, Dios mío!”, con un nudo en la garganta, la escritora
alemana no pudo encontrar las palabra para seguir.
“Acompañante”
El 12 de abril de 1992, Kim Il Sung ofreció un almuerzo al rey
camboyano Norodom Sihanouk.
Recorriendo con la mirada a los presentes, el anfitrión les
invitó a oír un episodio interesante.
Todos prestaron oídos.
El hecho ocurrió en una parada de autobús. Un anciano,
sentado en el banco, leía un periódico, cuando otro anciano le
preguntó:
“¿Qué novedades hay?”
“Vino Norodom de Camboya”.
“Entonces, seguro que le acompañó Sihanouk”.
“¿Qué quieres decir?”
“Digo que si vino Norodom, seguro lo habría acompañado
Sihanouk. Veo que los dos siempre viajan juntos”.
“¡Qué tontería! ¿No sabes que Norodom y Sihanouk componen
el nombre completo de una persona? El primero es el apellido y el
segundo el nombre. ¿Entendiste?”
“Entonces, es que estoy confundido. Gracias por tu bondad”.
Los dos viejos rieron largamente, mirándose cara a cara.
Terminada la historia, el lugar también se convirtió en un mar
de risas. Tanto el protagonista del episodio como su esposa Monik
parecía que morirían de la risa. Incluso la mujer tuvo que
enjugarse las lágrimas. También el Presidente sonrió.
66
Jaengban Kuksu se ganó la popularidad
El 15 de abril de 1992, en el Palacio de las Convenciones
Kumsusan, tuvo lugar un solemne banquete por el 80 aniversario
del nacimiento del Presidente Kim Il Sung, al que fueron
invitados los jefes de Estado de varios países y otros huéspedes
extranjeros.
Fue cuando trajeron el último plato del menú, los tradicionales
jaengban kuksu, fideos coreanos servidos en bandeja de latón.
Curiosos, los primeros preguntaron al mandatario coreano qué
comida era aquella, porque era la primera vez que la veían.
“Es precisamente kuksu, favorito por nuestro pueblo”,
respondió esbozando una sonrisa y preguntó si tenían ganas de
escuchar una historia interesante relacionada con esta comida.
Todos lo incitaron a contarles:
“Desde su origen, el kuksu es una comida típica de nuestro
pueblo que viene heredada de generación en generación, pero el
jaengban kuksu fue inventado por los burócratas en los días de la
dinastía feudal de Joson, para divertirse con las gisaeng
(muchachas instruidas para la danza, la música y la ceremonia del
té, que se contrataban para animar a los nobles y ricos),
compartiéndolo boca a boca.
Los presentes afinaron sus oídos.
Originalmente el jaengban kuksu de Pyongyang era una
comida de kuksu servida en grandes cantidades en una bandeja,
para compartirla entre dos o tres personas.
Sentados cara a cara con las gisaeng en la habitación e
interponiendo la bandeja de kuksu que llevaba variados alimentos
encima, como carne de pollo y res, hongos y brotes de lenteja verde,
los ricos tomaban el kuksu recalentándolo continuamente con el caldo
hirviente de carne. Primero bebían el licor servido por las gisaeng
67
comiendo dichos platillos sobrepuestos y, posteriormente, cuando
estaban bien borrachos, tomaban el kuksu con la frente pegada a la de
las muchachas, metiendo cada cual en su boca los hilos de la comida.
Y en este proceso, una vez que parte de la comida entraba en la boca
del hombre, se llegaba a la de la mujer y viceversa.
Así, los burócratas feudales corruptos y depravados consideraban
la comida un objeto de diversión.
El Presidente concluyó el relato y la risa predominó en el lugar.
Impulsados por las ganas de saborear la típica comida, todos se
apresuraron a tomar los palillos, pero vacilaban por no saber cómo
proceder, momento en el que el anfitrión les enseñó la manera de
usar el utensilio.
Muy ridículo fue el aspecto de los jefes de Estado. Uno se
esforzaba por tomar la comida con un palillo en cada una de las
dos manos, y otro enrollando los hilos de kuksu con el tenedor,
mientras tanto un tercero metía un hilo en la boca pegada a la
bandeja y se inclinaba hacia atrás para tragarlo… Viéndolos, nadie
podría contener la risa.
A ellos mismos les parecía tan espectacular el aspecto que se
miraban unos a otros riendo a carcajadas.
Entre los presentes se distinguía Lansana Conte, Presidente de
Guinea, por su destreza al comer. El hombre, de carácter reservado,
sin importarle que otros rieran o no, manejaba con diligencia los
palillos hasta consumir todo el plato, excepto el caldo, y
permanecía sentado calladamente.
Al contemplarlo con la mirada sonriente, Kim Il Sung le
preguntó:
“Conte, ¿cómo está la comida?”
“Es la primera vez que la tomo y noté un sabor especial”.
Parecía que estaba satisfecho.
Viéndolo, su interlocutor agregó: “El sabor de esta comida lo
determina el caldo de carne. Por esta razón, quien la come se bebe
todo el líquido”.
68
Tan pronto como dijo este último, el huésped guineano tomó la
bandeja con las dos manos y la vació por completo.
Estalló otra risotada, pero haciendo caso omiso, enjugó su boca
y exclamó: “El jaengban kuksu de Corea es, de veras, muy sabroso.
Es muy impresionante”.
Monumento al mártir Zhang Weihua
En abril de 1992, cuando cumplía su 80 aniversario,
Kim Il Sung estaba muy ocupado, pero sacó tiempo el día 19 para
un encuentro con Zhang Jintian, hijo del mártir chino Zhang
Weihua, que había venido a Corea.
En aquella oportunidad Jintian le solicitó que le escribiera unas
palabras para una lápida que iba a levantar junto al sepulcro de su
padre con motivo del 55 aniversario de su fallecimiento.
“¿Ya han pasado 55 años? Si no me equivoco, tu padre falleció
en octubre, según el calendario lunar”.
Pasando revista al pasado, el Presidente dirigió la mirada más
allá de una ventana y Zhang Jintian le comunicó el día exacto: el 2
de octubre según el calendario lunar y el 27 del mismo mes según
el solar.
Al oírlo, meditó un rato y dijo: “Tengo otra idea. En
lugar de escribirte el epitafio, construiré un monumento en mi
nombre”.
El hijo del mártir chino, muy agradecido, se precipitó a
disuadirlo precisando que no podía molestarlo tanto y que le
bastarían sus letras para luego inscribirlas en la lápida sepulcral.
Tu idea no está mal, pero como dice un adagio: “Por el mismo
precio, elija lo mejor”. Sería más apropiado que nosotros hagamos
el monumento y os lo enviemos y que vosotros os preparéis para
levantarlo, dijo el mandatario y escogió en persona el día para la
ceremonia.
69
Así, el 27 de octubre de 1992 se llevó a cabo con solemnidad el
acto inaugural del monumento al mártir Zhang Weihua delante de
su tumba en la ciudad de Fusong, China, con la participación de
los funcionarios de los organismos locales del partido y Gobierno,
trabajadores de la esfera de la información y demás habitantes, así
como los coreanos allí residentes.
En el monumento aparece inscrita la siguiente frase:
“La proeza revolucionaria del mártir Zhang Weihua constituye
el brillante símbolo de la amistad de los pueblos coreano y chino.
Su espíritu y proeza revolucionarios permanecerán eternamente en
el corazón de los pueblos.
Kim Il Sung, 27 de octubre de 1992”.
Los asistentes al acto quedaron muy emocionados.
En sus Memorias En el transcurso del siglo, Kim Il Sung
escribió:
“Los vivos no deben olvidar a los muertos. Porque solo
entonces este sentimiento de afecto puede ser sólido, sincero y
eterno. De ocurrir que los vivos olviden a los muertos, desde ese
mismo momento dicho sentimiento desaparecerá inevitablemente.
Recordar a menudo a los difuntos, difundir ampliamente sus
proezas, atender con cariño a sus descendientes y respetar de modo
fiel su voluntad, constituyen la obligación moral de los vivos con
respecto a las generaciones precedentes, los mártires y los
camaradas de la revolución caídos”.
Admiración de un huésped de
Europa septentrional
De fines de la década de los 80 a principios de la de los 90 del
siglo pasado, se produjo el derrumbe del socialismo y la
restauración del capitalismo en varios países.
Con el fin de encubrir sus crímenes, los traidores al socialismo
70
que lo derribaron, difundían toda clase de sofismas, argumentando
que el ideal mismo de la doctrina era erróneo.
Los imperialistas, por su parte, vociferaban ruidosamente como
si el fracaso del socialismo en varias naciones representara la ruina
total del sistema socialista y como si este mismo tuviera algún
problema.
Tal propaganda produjo una confusión ideológica entre la
gente.
¿Quizá sean problemáticos el ideal y el sistema socialista
mismo?
Un considerable número de personas, con el deseo de borrar el
recelo, acudió a Pyongyang. Entre ellos figuraba también el
presidente del Partido del Trabajo de los Comunistas de Suecia.
El 29 de junio de 1992, el Presidente Kim Il Sung lo recibió y
le expuso claramente las causas de dicho fracaso, que se reduce a
dos factores.
El primero es el servilismo y la adoración a la gran potencia,
dijo y argumentó:
“En el pasado, si la Unión Soviética pronunciaba A o B, los
países socialistas de Europa Oriental la imitaban sin miramiento.
Hacían todo según mandaba la potencia”.
Y citó el ejemplo vivo de que en la antigua República
Democrática Alemana las personas andaban con el paraguas
abierto, aun bajo el cielo despejado si se anunciaba que llovía en
Moscú. Ese comportamiento, explicó, era una crítica de la
población alemana hacia la dirección de su Partido.
El segundo factor del fracaso del socialismo fue el
burocratismo practicado en esos países.
Analizó: En los países capitalistas existen por separado los que
administran el Estado y los que gestionan la economía, razón por
la cual los que se dedican a ganar dinero no serán restringidos en
su empresa, aunque la política de los gobernantes sea errada. Pero
es distinto el caso de la sociedad socialista. Aquí las masas
71
populares son dueñas del poder estatal y de los medios de
producción, y los funcionarios directivos siempre deben
identificarse con ellas para conocer sus demandas y administrar la
economía de acuerdo con su voluntad y exigencias. A pesar de
todo, en el pasado, los dirigentes de los países de Europa Oriental
no se relacionaban con las masas, sino que hacían su trabajo
mirando solo hacia el techo de la oficina o al cielo de Moscú e
imponían de manera burocrática lo que se oponía a la voluntad de
la población y a la realidad. Como consecuencia, se apartaron de
las masas y, al final, provocaron el grave resultado de hacer
fracasar el socialismo.
Y concluyó lleno de convicción:
“El fracaso del socialismo en los ex países socialistas se debió
enteramente a los dirigentes, que cometieron errores burocráticos y
serviles a la potencia y nunca a factores problemáticos del sistema
socialista en sí”.
Tras escucharlo, el dirigente sueco aseguró: Era muy justo que
yo acudiera aquí desde lejos, dejando a un lado todos mis
quehaceres.
Filosofía del gran hombre
El 21 de diciembre de 1992, Kim Il Sung se reunió con Alpha
Oumar Konaré, presidente de Malí, quien le manifestó
francamente su preocupación de si Corea podría resistir hasta el
final en la condición de que se veía obligada a enfrentar sola a las
fuerzas aliadas del imperialismo, debido al derrumbe de la Unión
Soviética y el campo socialista de Europa Oriental.
No pocas personas pensaban lo mismo.
“En nuestro país hay un refrán que dice: Aunque se caiga el
cielo, hay un agujero para erigirse
Yo nunca me preocupo por muy difíciles y peligrosos que sean
72
los problemas que se presenten en el proceso de dirección de la
revolución y su construcción”.
En los días de la Guerra de Liberación de la Patria, cuando
luchaba contra los agresores norteamericanos, nunca dormí en el
refugio antiaéreo. Por las noches, cuando recorría el frente y otros
lugares, viajaba en coche con el faro encendido, pero no me
ocurría nada. Antes, durante 20 años combatí los japis, pero ni una
vez recibí una herida. Solo en una ocasión, por accidente, una bala
atravesó mochila. Es por eso que la gente me llamó hombre al que
dio a luz el cielo. Yo no le temo a nada, comentó y soltó una
carcajada, que contagió al huésped africano.
Observándolo, confesó: Claro que la situación actual es difícil.
Los norteamericanos están recurriendo a toda clase de maniobras
para aplastar nuestro régimen socialista. Pero no se preocupe por
nosotros. Tenemos todo: los alimentos, ropas, viviendas y el
ejército. Estamos dispuestos a batir a los agresores si nos atacan.
Estos ya probaron el sabor amargo de la derrota durante tres años y
por ello no se atreven a invadirnos. Mi filosofía es que aunque se
caiga el cielo hay un agujero para erigirse. Yo confío en esta frase
que viene transmitiéndose desde la antigüedad. Por ese motivo en
ningún momento profeso el pesimismo.
Oumar Konaré se quedó tan emocionado que exclamó:
“Es una filosofía singular, que me da ánimo. Cada vez que le
encuentro siento una gran fuerza magnética que atrae mi alma con
mayor potencia. De veras, no quisiera irme de Pyongyang”.
Melocotón y mango
Con el fin de aprender de la experiencia coreana en la
construcción del Partido, viajó a Pyongyang una delegación del
Partido Progresista de la Unificación de Guinea.
Kim Il Sung le concedió audiencia el 18 de mayo de 1993.
73
En aquella ocasión, el jefe de la delegación preguntó:
“En la actualidad el Occidente nos obliga a aceptar el sistema
multipartidista. Quiero conocer cómo construyó usted el Partido
del Trabajo de Corea. Por favor, díganos ¿cuál es la manera ideal
para la construcción del partido en el poder?”
El Presidente recorrió la sala con la vista durante un rato y
tomó un melocotón que se encontraba sobre la mesa.
“Al pie de la letra deben construirlo según la forma de este
melocotón”.
“¿Qué quiere decir?”.
El visitante guineano, muy extrañado, solo contemplaba la fruta.
Indicando la materia en una mano, explicó el Presidente:
Cuando se logra la unidad monolítica del líder, el partido y las
masas se puede llevar a feliz término la revolución y su
construcción. Al metaforizar esta unidad al melocotón, se puede
comparar su carne con las masas populares, el hueso pardo con el
partido y la almendra con el líder.
Como si entendiera de una vez el sentido de sus palabras por
tan apropiada comparación, el guineano asintió con la cabeza.
“Entendido, camarada Presidente”, dijo y tomó otra fruta.
Mientras la observaba, continuaba moviendo la cabeza
reiteradamente.
Al anfitrión le parecía que el visitante pensaba en el mango,
que se asemeja al melocotón, pero que solo tiene masa y hueso, no
almendra. Por eso le advirtió:
“Lo que quiero decir es que no debe pensar en la unidad sin el
núcleo, igual que el mango de África, que no tiene almendra en el
hueso”
Ante la perspicacia que demostraba el Presidente al leer su
alma, el africano se quedó tan sorprendido que se levantó de su
sitio. Con el melocotón en la mano murmuró para sí:
“Melocotón de Corea con almendra en el hueso y mango de
África sin ella…”
74
Por fin comprendió el principio profundo de la teoría sobre la
construcción del partido a través de unas palabras persuasibles y
exclamó lleno de alegría:
“De veras, su teoría sobre la construcción de la organización
política es una gran doctrina de la que deben aprender todos los
partidos del mundo. De regreso, le prometo que construiré el
partido en forma de melocotón de Corea”.
La ley fisiológica de las abejas y el principio
fundamental de la construcción del partido
En cierta ocasión, cuando Kim Il Sung se entrevistó con una
delegación del partido de un país, el jefe de la delegación propuso:
“Estamos esforzándonos por aprender de la experiencia de
lucha del Partido del Trabajo de Corea. Por favor, trasmítanos sus
preciosas instrucciones en cuanto a los problemas más importantes
que se presentan para el éxito de la revolución y su construcción”.
“Primero, hay que fortalecer el partido”, manifestó con claridad
Kim Il Sung y le explicó la razón que facilitaría la agrupación de
las masas populares en su entorno y, a la larga, el triunfo de la
empresa por realizar la independencia de ellas.
El visitante le dio gracias por la explicación minuciosa y
precisó que aún tenía otra curiosidad.
“¿Cuál es?”
“Camarada Presidente, ¿puede aclararnos qué debemos hacer
para fortalecer el partido?”
El anfitrión tomó el lápiz con el que daba golpes suaves a la
mesa, se quedó pensativo murmurando para sí “qué hacer para
fortalecer el partido” y un rato después le respondió con otra
pregunta.
“¿Sabe usted cómo viven las abejas?”
“¿En qué sentido me pregunta?”
75
Esbozando una sonrisa significativa apuntó: Las abejas viven
agrupadas en torno a la reina. Por supuesto es un fenómeno natural
que ocurre según el instinto por la supervivencia, pero se lo puede
comparar con el empeño por fortalecer el partido.
Y subrayó con énfasis:
“Al igual que las abejas viven disciplinadamente agrupadas en
torno a la reina, un colectivo debe tener su centro y disciplina”.
Con miras a consolidar el partido, continuó, la primera,
segunda y tercera tarea es lograr la unidad hermética de toda la
organización. Un partido ideo-volitivamente unido en torno al líder
es invencible.
Con un semblante jovial, el jefe le juró que pondría en práctica
sus instrucciones:
“Me enseñó con pocas palabras, pero claramente, el principio
fundamental de la construcción del partido. Sus palabras tienen un
profundo sentido y son fáciles de entender. Lo puede hacer solo un
gran hombre que está al tanto de todas las cosas del universo”.
Cálculo mental durante la conversación
En una cita con una delegación del Instituto Kim Il Sung de
Ciencias Agrícolas de Guinea, el 5 de octubre de 1993, el
mandatario coreano conversaba sobre el problema alimentario.
Señalando que la superación de esa dificultad era precisamente la
defensa de la soberanía e independencia de una nación, preguntó al jefe
de la delegación qué cantidad de víveres importaba Guinea cada año.
“400.000 toneladas”, respondió.
“Si se calcula en dinero, llega a 100 millones de dólares,
porque una tonelada cuesta 250 dólares”.
Si satisfacen sus necesidades de víveres con sus propias fuerzas,
sin importarlos del extranjero, eso significa que tal cifra se
convertiría en ganancia”.
76
Al conocer que Guinea tenía 500.000 hectáreas de tierras
cultivables, de las cuales 50.000 eran irrigadas, y 6,5 millones de
habitantes, el Presidente explicó: Si se considera que una persona
consume en un año 300 kilogramos de cereales, su país necesita
dos millones de toneladas. Cuando logren irrigar las 500.000
hectáreas y apliquen allí el doble cultivo para producir 10
toneladas por hectárea, conseguirán 5 millones de toneladas.
En seguida calculó mentalmente y dijo estimulándolos que esa
cantidad equivaldría a 1.250 millones de dólares y que su país
podría ser uno de los ricos.
Al oírlo, todos los miembros de la delegación se mostraron
muy animados.
El Presidente añadió: “Si tienen alimentos no tendrán nada que
temer. Como viven en un país cálido, el vestir no será una cuestión
de peso. Bastaría con 6 metros de tela anual per cápita. Dado que
su país tiene 6,5 millones de habitantes, será suficiente con 40
millones de metros de tejido en un año, cifra que no es grande”.
Esta vez, mirando a los que le acompañaban preguntó si
alguien sabía qué cantidad de algodón se necesita para producir un
metro de tela. Pero nadie respondió.
Parece que no saben bien, dijo y les explicó que para producir
un metro se necesitan 200 gramos de algodón.
En otro momento preguntó al jefe de la delegación si se
cultivaba algodón en Guinea y le aconsejó: En el caso de su país
será suficiente con el cultivo de 50.000 hectáreas. Si se supone que
cosechen 600 kilogramos por hectárea y logren el doble cultivo,
podrán producir allí 60.000 toneladas. Esa cantidad permitirá
elaborar 300 millones de metros de tela de algodón, cantidad
suficiente para solucionar el problema del vestuario.
Las palabras inspiraron convicción entre los guineanos y el jefe
exclamó:
“Es muy admirable Su Excelencia el Presidente. Está al tanto
de la realidad de nuestro país y nos iluminó el camino para
77
sobrevivir solucionando hasta los problemas alimentarios y del
vestido. De veras es un gran misterio que tenga la sobresaliente
capacidad de cálculo mental a pesar de su avanzada edad”.
“No hay nada misterioso. Durante toda mi vida me calenté los
sesos para alimentar y vestir mejor a la población y eso me hizo
acostumbrarme a hacer este tipo de cálculos”, acotó Kim Il Sung y
apuntó:
“Para ser un fiel servidor al pueblo, uno debe estar versado
también en los cálculos”.
Respuesta a los huéspedes norteamericanos
En abril de 1994, Kim Il Sung recibió a los ex jefes de Estado
y Gobierno, políticos y personalidades de varios países. Entre ellos
figuraban también algunos estadounidenses, quienes le pidieron
que visitara su país.
“Si usted, Presidente, visita Norteamérica será saludado
calurosamente”.
Al oírlo decir que ello sería posible si mejorasen las relaciones
Corea-EE. UU., le preguntaron con cara alegre.
“Por favor, ¿podría decirnos qué haría una vez en Estados
Unidos?”
Fue una pregunta misteriosa, a la que el Presidente coreano
respondió inmediata y claramente que querría entablar relaciones
de amistad con las personas y entregarse a la pesca con caña y a la
caza.
Los huéspedes se quedaron estupefactos.
Entonces, significaba que no tenía otra cosa que hacer excepto
la diversión. A fin de cuentas, para él EE. UU. no pasaba de ser un
lugar turístico…
Fueron palabras sencillas pero célebres, con profundo sentido.
78
Un buey corneador y otro no corneador
El 28 de mayo de 1994, tras el encuentro con los participantes
en la mesa redonda por la paz y la reconciliación nacional de
Camboya, Kim Il Sung les ofreció un banquete.
Durante la cena Norodom Sihanouk afirmó que de veras era un
suceso admirable que el Presidente de Corea, a pesar de su
avanzada edad y que tenía que enfrentar a los desesperados
desafíos norteamericanos por aplastar a su país, no vacilara nunca
y llevara una vida optimista.
Kim Il Sung se rió a carcajadas y dijo:
“No tengo nada de qué preocuparme.
“Los norteamericanos dicen a menudo que bombardearán
nuestro país. Entonces el Comandante Supremo me llama por
teléfono y le propongo golpearlos si ellos lo hacen”
Y dirigiendo la mirada a la concurrencia, preguntó si sabían
cómo era un buey corneador, a lo que nadie contestó por no
comprender su sentido.
“El buey corneador no da mugidos, pero otro no corneador solo
muge sin hacer nada”, señaló y afirmó que los coreanos no hablan
palabras hueras y que si alguien se atreve a atacarlos lucharán sin
vacilación alguna.
Los presentes le aplaudieron y Sihanouk manifestó:
“Los norteamericanos le temen a Su Excelencia el
Generalísimo, llamándole hombre muy terrible. Seguro que en
el mundo no habrá fuerza que pueda vencer su coraje,
Generalísimo”.
Otra vez se escucharon los aplausos, con los que todos
expresaron su sentimiento de infinita admiración.
79
“Personaje distinguido”
Un día de junio de 1994, Kim Il Sung recibió a unos
huéspedes chinos.
Preguntaba a cada uno su nombre y una mujer le dijo que se
llamaba Liu Lei.
“¿Liu Lei? …”, repitió el Presidente y se quedó pensativo un rato.
Los huéspedes solo lo miraban sin saber el porqué.
Poco después, él dijo observándola afectuosamente.
“Usted es un personaje distinguido”.
“¿¡Cómo!?”, preguntó admirada la mujer.
Ante la inesperada afirmación, Liu no sabía qué hacer y apenas
atinaba a mover los párpados.
El Presidente le preguntó si su nombre Lei estaba compuesto
de un carácter chino triplicado con el sentido de piedra, a lo que
ella, perturbada, contestó que sí.
Un hombre golpeado por una piedra siente dolor, mientras que si
es magullado por tres quedará hecho añicos, por lo que es natral que
usted sea un “personaje distinguido”, dijo y soltó una carcajada. Al
oírlo, todos estallaron en risotadas, olvidando el apocamiento inicial.
Así, de repente, Liu se convirtió en un “personaje distinguido”.
Conversaciones a bordo
El 17 de junio de 1994, el Presidente Kim Il Sung, en un viaje
en barco junto con el ex presidente estadounidense Jimmy Carter
hacia el Complejo Hidráulico del Mar Oeste, preparó un almuerzo
en su honor.
Le invitó a comer explicándole que la comida la había
preparado teniendo en cuenta su alergia a la soya.
80
Carter le preguntó cómo sabía hasta su gusto por las comidas, a
lo que respondió sonriendo alegremente que estaba al tanto de
todas las cosas. Broma modesta que llenó la mesa de júbilo y
propició que la conversación se realizase en un ambiente
espontáneo.
Fue después que la nave había salido de Pyongyang, al pasar
por un lugar, que el Presidente coreano ordenó reducir la
velocidad.
Pero, el huésped, que no entendía nada del idioma coreano, no
sabía lo que ocurría. Curioso por la repentina aminoración de la
marcha, preguntó a su anfitrión la razón por la que iban más despacio.
El Presidente, indicándole hacia un lugar con el dedo, dijo:
Mire allí. Hay hombres pescando con caña y si producimos fuertes
olas les molestaremos, ¿no es así? Pues sería mejor no arruinarles
la pesca, aunque lleguemos poco más tarde a nuestro destino.
Carter se quedó admirado.
Pasó el tiempo y la nave se acercaba al puerto de Nampho.
Mientras contemplaba el paisaje de la costa, Carter observó dos
depósitos cilíndricos. Impulsado por la curiosidad, preguntó:
“¿Por favor, Presidente, qué contienen aquellos depósitos?”
Satisfaciéndolo con gusto, el mandatario coreano le explicó
detalladamente el contenido de cada cual.
“Es un gran misterio. De veras, ¿no habrá nada en el mundo
que pueda escapar a su conocimiento?”
81
ANECDOTAS DE KIM IL SUNG 2
A u t o r e s : Kim Kwang Il, Pak Hak Il,
Han Jong Yon
Redacción: Hwang Si Il
Traducción: Han Myong Song, Pak Yong Sam
E d i c i ó n : Ediciones en Lenguas Extranjeras
Dirección: Barrio Sochon, municipio Sosong,
ciudad de Pyongyang
E-mail: [email protected]
http://www.naenara.com.kp
Descargar