Dra. Emma Clarence, OCDE Miguel Peromingo, AMSPE Cuando el desempleo se convierte en una condición duradera El epicentro de la crisis ha estado en las economías avanzadas, que representan la mitad del incremento total del desempleo de 28 millones de personas desde el estallido de la crisis. (Tendencias Mundiales del Empleo 2013 de la OIT) Tendencias y pronósticos La crisis económica y financiera continúa afectando muy profundamente al mercado laboral. En 2013, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que el número de personas sin empleo en 2012 ascendía a 197 millones y que se generó un déficit de puestos de trabajo de 67 millones desde 2007. Con una recuperación económica irregular y vacilante de acuerdo con las previsiones de la OCDE y el FMI, no resulta sorprendente que la OIT prevea un mayor crecimiento del desempleo, estimando que el número de desempleados aumentará en aproximadamente 8 millones de aquí al 2014. Nota: El gráfico muestra las tendencias pasadas y los pronósticos para 2012 en adelante en relación con el desempleo mundial (tasa y número absoluto). Fuente: OIT, Tendencias Mundiales del Empleo 2013: Para recuperarse de una segunda caída del empleo. 1/6 A pesar de que esta previsión dibuja una perspectiva oscura para el empleo, resulta claro que cada país se enfrenta a dificultades distintas para mejorar la participación en el mercado laboral. Como muestra el siguiente gráfico de la OCDE, en algunos países como Canadá (CAN), Alemania (DEU), Japón (PJN), México (MEX) y Estados Unidos (US), se ha reducido el desempleo desde 2010, y desde 2006 en el caso de Alemania. En otros países las tendencias de desempleo son más inciertas, como en Australia (AUS) y Chile (CHL), o se observa un aumento continuo del desempleo, como es el caso de Italia (ITA) y Gran Bretaña (GBR). Fuente: Perspectivas económicas de la OCDE n° 92 (base de datos) Efectos del desempleo de larga duración En algunos países, el reto para el mercado laboral se centra en incrementar la participación de grupos específicos, mientras que en otros es reducir el desempleo, especialmente el de larga duración. Las pruebas muestran que el desempleo de larga duración deja “marcas”, dañando la totalidad de la carrera profesional de los afectados, especialmente de los jóvenes, y tiene consecuencias en el bienestar de los individuos y las familias, así como efectos económicos y sociales más amplios. Las personas en paro durante un año o más presentan un mayor riesgo de sufrir trastornos del sueño, sentimientos de vergüenza y culpabilidad y problemas de salud graves, los cuales suelen ir acompañados de menos recursos financieros para poder pagar o acceder al tratamiento médico. En una encuesta actual realizada en EE.UU., se ha descubierto que la tasa de mortalidad entre los trabajadores despedidos al menos un año antes es un 50% superior a la media. 2/6 Los efectos económicos del desempleo de larga duración, especialmente del tipo realmente persistente, también resultan devastadores. A escala global, el porcentaje de trabajadores que se ha retirado del mercado laboral por no ver opciones de volver al mismo se estima en un 6%, de modo que más de 40 millones de personas no se encuentran disponibles para el mercado laboral en todo el mundo y son invisibles para los empleadores. Se trata únicamente de la parte medible de este desperdicio de competencias. Incluso si se reactiva a esos trabajadores potenciales para volver a entrar en el mercado laboral, la situación sufrida puede influir negativamente en su autoconfianza para realizar el trabajo y para negociar el salario. De acuerdo con McKinsey Consulting, el desempleado de larga duración medio puede esperar percibir un salario al menos un 20% menor en los 15-20 años siguientes a volver a encontrar un empleo. La situación en Europa y EE.UU. La caída de la participación en el mercado laboral resulta especialmente grave en las economías desarrolladas. En la Unión Europea, una tercera parte de los desempleados puede considerarse de larga duración y en torno a dos millones de personas no han tenido empleo durante más de 48 meses. Los motivos de una ausencia tan prolongada del mercado laboral suelen estar relacionados con el nivel de formación y de competencias. La edad y el sexo también influyen, pero en menor medida. Los emigrantes también son un grupo muy afectado, pero el motivo de la incompatibilidad de sus perfiles con los trabajos suele radicar en una falta de competencias (reconocidas). Los trabajadores de la UE de los sectores industrial y manufacturero, así como los pertenecientes al sector de la construcción, han presentado un mayor riesgo de perder el empleo, especialmente en caso de trabajadores semicualificados o sin formación. Incluso en países como Alemania y Austria, que están viviendo la crisis con mayor suavidad, los solicitantes de empleo con nivel de formación inferior han sufrido largos períodos de desempleo. En 2011, la tasa de desempleo entre los trabajadores no cualificados en Alemania superaba el 13%, lo que supone una cifra cinco veces superior a la de los trabajadores altamente cualificados. Este patrón no se limita a los países de la UE, sino que en Serbia, por ejemplo, la cuota de desempleo de larga duración entre los menos formados alcanza el 88,8%. EE.UU. ha sufrido la mayor recesión económica desde la Gran Depresión de la década de 1930. Más de 20 millones de estadounidenses han perdido su empleo, muchos de ellos durante años. Los “del 99”, aquellos que han agotado las 99 semanas de subsidio por desempleo, son los más afectados. El nivel actual de desempleo de larga duración es el más elevado de los últimos 60 años, lo cual suele ir acompañado de pobreza, especialmente en grandes ciudades y zonas rurales. El 15% de los estadounidenses vive por debajo del umbral de la pobreza (11.702 dólares por individuo al año o 23.300 dólares para una familia de cuatro miembros), muchos de los cuales se encuentran desempleados o tienen trabajos con malas condiciones y pocas opciones de mejorarlas. El estigma de sufrir desempleo de larga duración o tener un mal empleo dificulta la vuelta al mercado laboral estadounidense. Un estudio reciente de Bullhorn, uno de los 3/6 líderes mundiales en contratación en línea, sugiere que las personas con antecedentes penales pero que mantienen un empleo tienen más opciones de ser contratadas por empleadores de EE.UU. que aquellas que han estado desempleadas durante dos años o más. Mercados laborales informales Latinoamérica presenta una mayor tasa de empleo que la mayor parte de los países de la OCDE. El número de desempleados se ha ido reduciendo continuamente en los últimos 22 años, alcanzando el 6,4% actual. Asimismo, se han creado más de 30 millones de empleos, a menudo garantizando elevadas tasas de participación para mujeres. Los países tradicionalmente emigrantes del Cono Sur ya no dependen de exportar capacidad a EE.UU. o Europa, sino que atraen a grandes inversores extranjeros, como China, para potenciar su economía doméstica. El desempleo de larga duración y sus consecuencias negativas, al igual que sucede en la mayor parte de los países asiáticos y africanos, no suelen aparecer en las estadísticas ni se reconocen públicamente, sin embargo, están ahí, como la escasez de trabajos dignos. Incluso cuando se tiene un empleo, este suele ofrecer condiciones precarias y de vulnerabilidad, con baja retribución y falta de protección. De hecho, la mitad de los trabajos de Latinoamérica no contribuye al sistema de seguridad social y prácticamente una tercera parte de los habitantes es pobre. Los cambios de trabajo son muy frecuentes en estos mercados informales, pero aquellos que abandonan un trabajo mal pagado suelen encontrar otro que probablemente ofrezca condiciones peores o los saque del mercado laboral legal. De este modo, en partes de los mercados laborales de Latinoamérica, Asia y África, los mercados de trabajo en lugar de ofrecer un camino hacia la integración social, pueden dar lugar a una fuente de exclusión, del mismo modo que lo es el desempleo de larga duración. Estrategias de los servicios de empleo Se han puesto en práctica diferentes medidas eficientes y efectivas en el mercado laboral, a fin de aliviar la carga del desempleo de larga duración y acercar a los desempleados al mercado laboral. En los últimos años por ejemplo, programas subvencionados de trabajo compartido en grandes compañías, pero también en pequeñas y medianas empresas, han evitado grandes despidos en sectores que habrían producido un gran número de desempleados de larga duración, como el sector del automóvil en Europa Central. Asimismo, las subvenciones para el empleo presentan un efecto positivo frente a la amenaza del desempleo, especialmente para aquellos que empiezan o trabajadores con poca experiencia. Otras medidas tradicionales de política para el empleo han mostrado resultar contraproducentes para luchar contra la reducción del desempleo de larga duración. La decisión de algunos gobiernos de bajar sus tasas de desempleo declarando la parte de larga duración como no disponible para el mercado laboral ha contribuido a crear una situación de ocultación y devaluación de capacidades. Los sistemas de prestaciones que se centran en la compensación (para calefacción, alojamiento, etc.), en lugar de en 4/6 apoyo a los ingresos, pueden dar lugar a la desmotivación, ya que el coste de perder la compensación es más elevado que el beneficio de un salario. Los profesionales del mercado laboral, especialmente los servicios públicos de empleo que tratan diariamente con desempleados de larga duración, deberían ofrecer aún más medidas para combatir el desempleo persistente. A este respecto, dos enfoques parecen ofrecer buenos resultados. Uno es la promoción de las capacidades. Los países asiáticos, como Vietnam o Malasia, han identificado la dificultad de sus trabajadores agrícolas a la hora de seguir el desarrollo tecnológico como una de las fuentes principales del problema de la “difícil colocación” de agricultores desempleados o subempleados. La formación de capacidades específicas ofrecida por los servicios de empleo supone una ayuda. El servicio público de empleo de Chile está formando a personas muy alejadas del mercado laboral para que encuentren y utilicen sus capacidades emprendedoras. Se necesita generar un cambio general de la mentalidad, según la cual, únicamente las altas cualificaciones (académicas) preparan suficientemente para el mercado laboral. Y esto para garantizar la calidad de la formación profesional y el concepto de formación permanente fuera de las universidades. De hecho, cabe destacar que en Alemania, un país con un sistema educativo dual en que la formación profesional se encuentra disponible a edad escolar, el desempleo juvenil era sólo del 8,2% en el tercer trimestre de 2012 (en comparación con la media de la OCDE del 16,1%). El segundo factor de éxito para la integración del desempleado de larga duración es la cooperación con los empleadores. Si bien es cierto que los desempleados de larga duración permanecen ocultos a la vista de los empleadores, no deberían estarlo de políticos y profesionales, y los servicios públicos de empleo pueden ayudarlos a volver a ser visibles para los empleadores. El servicio de empleo de Canadá en Ontario cuenta con un sistema de colocación para desempleados de larga duración que lucha para que el trabajador mantenga su puesto a largo plazo después de su incorporación al trabajo. Acompañan el proceso de contratación del candidato, el cual comienza con el puesta en sintonía de las competencias necesarias y termina con el desarrollo de la experiencia en el trabajo real. El empleador es un socio activo en este proceso y, de este modo, la colocación de un desempleado de larga duración se convierte en un activo empresarial, en lugar de en una carga temporal. Los empleadores de Estados Unidos ofrecen a sus empleados más tareas a realizar en casa y están repatriando a trabajadores no cualificados a su país. Ambas medidas pueden ser un buen elemento para abrir puertas a desempleados de larga duración con movilidad y formación limitadas. El servicio público de empleo puede ser un buen agente para facilitar este proceso. El trabajo digno y la formalización de las condiciones laborales deben formar parte integrante de la comunicación con los empleadores. Los países de Latinoamérica con mejor registro de mejora de condiciones laborales precarias, como Argentina, Uruguay y Brasil, son aquellos en que los empleadores participan en el diálogo social. Tampoco debemos olvidar la función de otros colaboradores, como sindicatos y la economía social/sector terciario. Los sindicatos pueden contribuir a apoyar a los trabajadores a medida que se reincorporan al trabajo y adquieren capacidades, con respecto a lo cual contamos con ejemplos innovadores en el Reino Unido y Bélgica; que 5/6 destacan cómo trabajando juntos, sindicatos, empleadores y servicios públicos de empleo, pueden abordarse las necesidades de los desempleados y de aquellos en riesgo de perder el empleo; a fin de que desarrollen las capacidades necesarias para conseguir un trabajo y conservarlo. El sector de la economía social/ sector terciario también está desempeñando una función muy importante en numerosos países al ayudar a los desempleados de larga duración a reincorporarse al mercado laboral, mediante formación, orientación y actividades de integración laboral. Garantizar la existencia de fuertes relaciones de colaboración entre una amplia variedad de actores laborales, económicos y sociales resulta crucial para superar las numerosas barreras a que se enfrentan los desempleados de larga duración en su camino hacia el empleo. Los desempleados de larga duración son los que más sufren la recesión y olvidarnos de ellos no sólo significa despreciar la responsabilidad social, sino también perder una enorme fuente de capacidades, lo cual conlleva costes sociales y económicos significativos. Para todos los que participan en los mercados laborales, incluidos los servicios públicos de empleo, resulta de vital importancia dar pasos para reducir el desempleo de larga duración y buscar formas de evitar que se convierta en un problema persistente. 6/6