El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la obra

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Universidad Alberto Hurtado
Departamento de Sociología
Doctorado en Sociología
Tesis para optar al grado de Doctor en Sociología
El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la
obra de Margaret Archer: conversación interna, proyecto
y fricción.
Andrés Aedo Henríquez.
Profesor Guía:
Dr. Daniel Chernilo.
Profesor Lector:
Dr. Aldo Mascareño
Santiago de Chile
Invierno 2013
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Resumen:
La siguiente tesis presenta una crítica teórica al trabajo de la socióloga inglesa Margaret Archer,
el cual se desarrolla a partir de la teorización del juego mutuo entre agencia y estructura como
base de una teoría no conflacionaria entre ambas entidades. La autora ha presentado dos
soluciones distintas de las relaciones entre agencia y estructura derivada de la crítica a la
conflación en teoría sociológica. La crítica a la conflación establece que la teoría sociológica ha
resuelto el problema de las relaciones entre agencia y estructura suspendiendo sus relaciones
como entidades diferenciadas. De esta manera, las teorías sociológicas han afirmado a la
estructura por sobre la agencia o a la agencia por sobre la estructura o han fundido ambas
entidades. Estos modos de relación entre agencia y estructura han sido criticados por presentar
una relación donde o se suspende a la agencia por la estructura como conflacionismo
descendente o se suspende a la estructura por la agencia como conflacionismo ascendente o se
diluyen ambos conceptos en un tercero como conflacionismo central.
El proyecto teórico no conflacionario de Archer ha presentado dos modos de salir del
problema de la conflación, el primero se basa en un desfase procedimental del tiempo, donde las
relaciones entre agencia y estructura son estudiadas de manera longitudinal. Así, primero hay
estructura sobre la agencia como condicionamiento, luego una interacción de la agencia con la
estructura y al final una elaboración de la estructura por parte de la agencia. Al final de este
proceso, denominado modelo morfogenético de la estructura, el análisis sociológico puede ser
no conflacionario. Una segunda solución al problema, ya no de la acción de la agencia con la
estructura, sino del proceso de elaboración de acciones, ha emergido del proceso de
reflexividad de los individuos, denominado por Archer conversación interna. En este proceso,
necesariamente reflexivo, los individuos con distintos modos de conversación interna logran
diseñar acciones que reproducen o transforman las estructuras sociales. Así, por cada modo de
reflexividad hay un curso característico de acción de los agentes, generando hipótesis
sustantivas sobre los proyectos de los agentes, donde el uso predominante de cada modo de
reflexividad desencadena un curso acción específico.
Sobre estas dos formas de juego mutuo, se elaboró una crítica y una solución, ya que se
sostiene que el desfasamiento temporal no es una forma de juego mutuo de la acción de la
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agencia frente a la estructura, porque solo ordena temporalmente procesos de juego mutuo que
son irremediablemente simultáneos. Así, pese a que hay diferencias de temporalidad o duración
entre la estructura y la agencia, no es el tiempo el que permite distinguirlos ni es la ordenación
del desfasamiento temporal una forma de juego mutuo. Sobre este proceso se introdujo el
concepto de fricción entre agencia y estructura como modo de juego mutuo, dando cuenta del
proceso en todas las fases temporales como modo no conflacionario de relación. La fricción
representa el encuentro práctico entre los agentes con sus proyectos frente a los
condicionamientos socioculturales en todas las etapas morfogenéticas. Pudiendo con esto
caracterizar a las etapas del ciclo morfogenético internamente y diferenciarlas entre sí.
Sobre la segunda solución de juego mutuo, asociada a los modos de reflexividad, se sostiene
que Archer formaliza el proceso entre modos de reflexividad y cursos de acción, ya que
depende del uso predominante de un modo de reflexividad el proyecto a realizar por parte de
los agentes. Generando una desustancialización de la identidad personal de los agentes
expresada por medio de sus preocupaciones. De la misma manera, se criticó la tipología de los
modos de reflexividad porque no se logran distinguir como categorías de una unidad de
variación; ya que representan objetos, modos y capacidades distintas de reflexividad del agente.
Para superar este problema se introdujo la idea de conversación interna sustantiva que permite
describir la elaboración de proyectos a partir de las identidades personales de los individuos en
juego mutuo con los asuntos importados desde del mundo. Así, la agencia deja algo en la
estructura y la estructura deja algo en la agencia manteniendo sus relaciones de juego mutuo
como entidades diferenciadas.
De esta manera, hay un doble juego mutuo de la agencia y la estructura en la obra de
Margaret Archer, el cual no ha sido desempacado, pudiendo sostener una diferencia entre el
juego mutuo al interior de la conciencia de los individuos y el juego mutuo práctico por medio
de los proyectos. Donde la identidad personal de los individuos con sus características
históricas, derivada de una experiencia social y cultural propia, generan un juego mutuo interno
que tiene como resultado los proyectos. Con estos proyectos, elaborados reflexivamente desde
los distintos niveles de emergencia del juego mutuo entre agencia y estructura, los individuos
entran en relación práctica con el mundo.
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Agradecimientos:
A mi madre por los fundamentos.
A mi “papadre” por el ejemplo de ir más allá de uno mismo.
A Marizza Espinoza, por sopórtame, en ambos sentidos, todos estos años…
Al profesor Daniel Chernilo
Ya que sin sus preguntas esenciales, las respuestas paradojales de esta tesis no hubieran sido posibles.
A la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) del Gobierno de Chile,
por el financiamiento de los estudios de doctorado y la finalización de la tesis
sin cuyo soporte material este proceso ni siquiera se habría iniciado.
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Índice
Agradecimientos………………………………………………………………………………………………………………5
Índice de figuras………………………………………………………………………………………………………………7
Introducción general…………………………………………………………………………………………………….……10
Primera parte: La descripción histórica y analítica del enfoque morfogenético.
Capítulo I:
La teoría social realista en el tiempo: la morfogénesis del enfoque morfogenético 1978-2012.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………..24
Dualismo analítico, morfogénesis estructural y la crítica a la conflación: 1978-1988……………………………………...27
Dualismo realista, condicionamiento estructural y morfogénesis de la agencia: 1995-2000……………………………...39
La agencia, la conversación interna y los tipos de reflexividad: 2000-2012………………………………….……..……....50
Conclusiones: la morfogénesis del enfoque morfogenético………………………………………………………………...62
Capítulo II:
La forma analítica de la teoría social realista: agentes reflexivos, estructuras condicionantes y su juego mutuo.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………...70
La estructura en el enfoque morfogenético: elementos, niveles, formas y propiedades………………………………......74
La agencia: acción, identidad y reflexividad…………………………………………………………………………………90
El juego mutuo en el realismo morfogenético: temporalidad y reflexividad………………………………………………102
Conclusiones: la analítica sistemática del enfoque morfogenético …………………………………………………….....109
Segunda parte: El doble juego mutuo en el enfoque morfogenético.
Capítulo III:
Del esquema temporal a la conversación interna: una crítica general a la teoría del juego mutuo del enfoque
morfogenético.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………..120
El tiempo: la crítica al juego mutuo entre actividad y condicionamiento………………………………………………....127
La conversación interna: la crítica a las formas de reflexividad como juego mutuo……………………………………...148
La consecuencia lógica: la necesidad de diferenciar la reflexión de la acción…………………………………………….167
Conclusiones: proyecciones morfogenéticas para el enfoque morfogenético……………………………………………..170
Capítulo IV:
El doble juego mutuo entre agencia y estructura: conversación interna, proyecto y fricción.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………...174
Los elementos en juego : identidad personal, formas de agencia y formas estructurales………………..…..…..…….….179
El primer juego mutuo: conversación interna sustantiva para el diseño de proyectos.…………………………………....191
El segundo juego mutuo: fricción entre proyectos y la estructura institucional……………………….………………......205
Conclusiones: los juegos mutuos en los procesos de morfogénesis………………………………………………………...222
A modo de conclusión general: posibilidades para la investigación sociológica…………………………………………...226
Bibliografía……………………………………………………………………………………………………………………...230
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Índice de figuras:
Figura 1: Cuadro sumario de las relaciones entre sistema cultural y nivel sociocultural………………………………39
Figura 2: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social………………………..43
Figura 3: El dualismo analítico en la teoría social………………………………………………………………………..45
Figura 4: Modos de reflexividad de Margaret Archer…………………………………………………………………….59
Figura 5: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social………………………...85
Figura 6: Las tres fases del ciclo básico morfogenético/morfoestático………………………………………………...139
Figura 7: Tipos de reflexividad, contextos, postura agencial y orientación…………………………………………….155
Figura 8: Esquema general de doble juego mutuo de agencia y estructura…………………………………...……….191
Figura 9: Esquema de los elementos de fricción entre agencia y estructura………………………………………...…220
Figura 10: Esquema superpuesto del ciclo morfogenético temporal con fricción……………………………………...224
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En una filosofía práctica donde no es nuestro cometido aceptar razones de lo que ocurre, sino
leyes de lo que debe ocurrir, aunque no ocurra nunca, es decir leyes objetivo-prácticas, no
tenemos entonces necesidad de investigar sobre las razones por las cuales algo agrada o
desagrada, como el placer de la mera sensación del gusto o si este se diferencia de una
complacencia general de la razón, o dónde se basan la apetencia y la desapetencia y cómo
surgen de ellas deseos y tendencias, y de éstos, pero con la intervención de la razón salen
máximas: todo lo cual pertenece a una psicología empírica que constituiría la segunda parte
de la teoría natural, si se la mira como filosofía de la naturaleza, en tanto esté basada en
leyes empíricas.
Inmanuel Kant. La cimentación de la metafísica de las costumbres. 1785.
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo
circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias que se encuentran
directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las
generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.
Karl Max. El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. 1869.
E1 conformismo, que desde el principio se encontró a gusto en la socialdemocracia, no afecta
sólo a sus tácticas políticas, sino también a sus ideas económicas. Esta es una de las razones
de su colapso ulterior. No hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora
alemana que la idea de que ella nada con la corriente. E1 desarrollo técnico era para ella el
declive de la corriente con la que creía estar nadando. De allí no había más que un paso a la
ilusión de que el trabajo en las fábricas, que sería propio de la marcha del progreso técnico,
constituye de por sí una acción política. Bajo una figura secularizada, la antigua moral
protestante del trabajo celebraba su resurrección entre los obreros alemanes.
Walter Benjamin. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. 1942.
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Introducción general
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La teoría sociológica en su proceso de producción como sistema teórico y tensión con la
realidad por medio de análisis empíricos se ha llenado de dualidades conceptuales de alto nivel
de abstracción que nutren su deriva disciplinar (Nisbet 2003). No puede ser de otra forma,
cuando se trata de hacer investigación de uno de los objetos más complejos del mundo, como
es el comportamiento de los seres humanos entre sí. Proceso en el cual, varias teorías
funcionan, contemporáneamente, como modos de interpretar y analizar la convivencia
humana. Esos pares conceptuales han hecho andar a la teoría sociológica en discusiones que
abordan desde lo normativo y descriptivo de la teoría sobre su objeto; lo necesario o
contingente de sus argumentos sobre los procesos sociales; lo macro o micro de las relaciones
sociales características de un enfoque; o si favorece metodologías cualitativas o cuantitativas.
En el proceso de discusión entre los enfoques, se ha forjado, quizás, como producto
emergente, la sociología como disciplina. En la cual, enfoques que parten desde distintos
puntos de arranque teórico, conforman un panorama disciplinar con los cruces de conceptos y
atributos predicados sobre la sociedad. Incluso si no tienen ese objetivo explícitamente, las
propiedades de similaridad y compatibilidad se desarrollan, a pesar de las intenciones de los
autores. No está demás decir que ninguna teoría puede ponerse en el lugar de la disciplina, esta
sobrepasa cualquier pretensión de este tipo. Sin embargo, siempre se aspira a producir una
teoría general integrativa, ya que las piezas emergentes disciplinares deben ser ordenadas, en
pro de una continuidad y sistematicidad. De esta manera, desde las formas emergentes, desde
el nivel disciplinar, se puede comenzar a producir nueva teoría; lo que implica mirar desde lo
alto o, quizás, desde lejos, a las formas de teorización. Aunque la lejanía no da un punto de
vista privilegiado sobre cómo resolver los problemas, solo muestra dónde están y cuáles son.
Las tuercas y tornillos específicos aún deben ser producidos, o por lo menos engranados,
cuando ya están presentes. Necesitando bajar de las montañas de los niveles de abstracción.
El debate en el cual se introduce este trabajo es de envergadura disciplinar, ya que está
derivado de una teoría que se despliega desde este nivel, comenzando directamente de una
tensión conceptual en la teoría sociológica. El cual es la relación de agencia con estructura en el
trabajo de Margaret Archer. Este debate ha resultado característicamente inglés, o es en
Inglaterra desde donde se ha recogido su discusión más importante. O, al menos, es Inglaterra
donde la autora que lo inspira es originaria y realizó la mayor parte de su trabajo teórico. O, es
en Inglaterra, donde la discusión entre “integración sistémica” e “integración social” alcanzó el
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mayor nivel de intensidad, teniendo un puesto clave como tensión conceptual para la
sociología británica (Chernilo 2012). La cual comienza en el trabajo de David Lockwood en los
sesenta, a propósito de la transformación de las sociedades, en una distinción analítica, pero
necesaria, entre integración sistémica y social. Continuando en el intento de Anthony Giddens
de superar la distinción, en una teorización típicamente setentera, donde la posibilidad del
cambio siempre estaba presente, incluso en la regularidad de las prácticas, las cuales podían
cambiar contingentemente. Siguiendo con la propuesta de Archer, de las fases morfogenéticas
como estudio de la estabilidad y el cambio social, a través de la relación de juego mutuo entre
agencia y estructura en el tiempo.
Sin embargo, a pesar de la huella inglesa que se sigue en el argumento de este trabajo, el
problema de la relación entre agencia y estructura para entender el cambio social, tiene
contemporaneidad en la sociología mundial. Como lo muestra Chile con “Dependencia y
Desarrollo en América Latina” de Faletto y Cardoso. Texto donde se puede ver la relación, que
se puede denominar morfogenética hoy, de la estructura económica de países dependientes
como las economías de enclaves, en tanto efecto de la configuración de las clases sociales y los
actores colectivos (Cardoso y Faletto 2003). Así, el momento histórico en el cual teoriza
Lockwood, tenía como tema central el proceso de transformación de la sociedad. El cual no es
un proceso evolutivo autónomo de la estructura sistémica y tampoco es una consecuencia del
movimientismo social, sino que presenta una relación que debe ser estudiada. Así, la
conformación de una dualidad en el análisis sociológico, sin imperialismos conceptuales de la
agencia sobre la estructura, como en las formas de teoría accionalista o el funcionalismo
sistémico parsoniano, resaltó como un problema a superar por parte de la teoría sociológica
(Lockwood 1964).
De esta forma, un nuevo par conceptual separaba a la teoría sociológica general, que en una
relación polarizada, alimentaba una discusión relevante. Esta discusión obligaba a elegir
monolíticamente un concepto: agencia o estructura. O, a cancelar el dualismo, por medio de
una conjunción de ambos elementos en un tercer concepto. En la discusión inglesa, fue
Anthony Giddens quien muy tempranamente asumió este problema, desarrollando un enfoque
no dualista, y al mismo tiempo no monolítico, entre agencia y estructura (Giddens 1995). La
teoría de la estructuración fue el resultado de la relación conceptual no dualista, que negaba el
dualismo por medio de una “superación” conceptual a través del concepto de prácticas. De la
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misma forma, en Francia, el destacado académico Pierre Bourdieu, ajustaba algunas cuentas
con el debate entre estructuralismo y el existencialismo, propio de la discusión filosófica y
antropológica francesa (Bourdieu 2007).
Demás está decir, que Giddens y Bourdieu comparten esperanzas teóricas en el concepto de
prácticas sociales de los agentes, rompiendo los determinismos estructurales y la plena libertad
de la agencia. Poniendo énfasis en conceptos como conciencia práctica y sentido práctico de la
agencia, como forma de generar una explicación sobre la regularidad del mundo social, sin
necesidad de estructuras externas determinantes. Sobre este punto de elisión o cancelación de
la dualidad, es que la teoría de Margaret Archer comienza un debate teórico que ya lleva más de
treinta años. Ya que el argumento de Archer se basa en que el proceso de teorización sobre la
transformación estructural de las sociedades, no puede levantarse sobre alguna forma de
monolitismo dual, pero también niega la posibilidad de alguna elisión de la dualidad. De esta
manera, desarrolla una primera teorización dualista entre agencia y estructura en 1979, que
enfrenta, a lo largo de los años, la teorización tanto de Giddens como de Bourdieu.
La teoría de Archer presenta novedades importantes para la teoría sociológica. Entre ellas
está su capacidad de integración de las formas teóricas anteriores, nada del pasado sociológico
se puede descartar para la teoría de Archer. Ya que la teoría parte directamente desde una
crítica de la tradición sociológica, en la que se había forjado un dualismo, como dos formas de
teoría sociológica. En las cuales se hacía énfasis o en la estructura o en los agentes. Archer
retoma ese dualismo disciplinar buscando su superación, como la reconstitución de un nuevo
sistema teórico que logre incorporar lo antiguo. No sale en busca de conceptos de otras
disciplinas, sino para volver a trabajar sobre el canon sociológico, para reconstruirlo en un
nuevo esquema. De hecho, la crítica al conflacionismo sociológico no impide que parte de los
argumentos generales del colectivismo e individualismo metodológico, sean incorporados a la
teoría de Archer, al igual que sus conceptos operativos. Quedando puestos en el argumento
morfogenético dentro de un esquema temporal. Nada queda perdido, ya que no se puede negar
los datos y las explicaciones del pasado sociológico, no solo por su aspecto ético, respecto a los
otros investigadores. Sino por el hecho de que ese conocimiento, es conocimiento sociológico, de
otra época o producido por otro tipo aproximación teórica, pero es conocimiento sociológico
al fin y al cabo. Así, se puede decir que la explicación conflacionaria es falaz en su
argumentación, mas no directamente errónea. Archer, al igual que otros realistas en sus críticas,
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ocupa la figura de la falacia, lo que implica que el razonamiento no respeta ciertas condiciones
explicativas: “…la falacia ecológica, esto es, la inferencia espuria de las características
individuales desde las características del nivel grupal” (Sayer 1992:102). Aunque eso no niega
las relaciones de facto, las cuales deben ser explicadas. O, el hecho de que los suicidios tienen
alguna relación con la integración de una sociedad, como lo afirmó Durkheim. O, que las
transformaciones estructurales, tienen alguna relación con la acción colectiva y sus
posibilidades de conflicto material, como Marx lo entendió. O, que hay una
complementariedad lógica, entre los aspectos sagrados y los aspectos económicos, como en el
argumento de Weber sobre los albores del capitalismo. Lo que se puede hacer, es mejorar la
explicación, no descartar los hechos sociales mismos, ni la conceptualización realizada. Se
puede trabajar directamente desde la teoría, confeccionando las piezas necesarias para explicar
las correlaciones y asociaciones encontradas.
Un segundo aspecto relevante de la teoría de Archer, es que en su teoría se distingue muy
bien entre el plano analítico y el plano epistémico o filosófico. Condición no siempre
determinable en la teoría sociológica de las últimas décadas. Lo cual tiene como consecuencia,
que el ejercicio de hacer sociología sobre la realidad social se vuelva altamente problemático.
Ya que muchas veces no se puede distinguir entre los planos normativos y descriptivos de una
teoría; o los fundamentos epistémicos de la teoría y la teoría sobre la realidad social. En
cambio, la teoría de Archer busca precisamente ser útil a la investigación sociológica, tratando
de generar marcos teóricos precisos para el analista práctico. Si lo logra o no, es un asunto
distinto. Pero se reconoce este elemento como objetivo teórico. Lo que implica que se puede
partir desde el mismo argumento filosófico, en este caso el realismo crítico, asumir la crítica de
Archer a toda sociología conflacionista y realizar una solución teórica distinta a la de Archer.
Tal como Archer lo asume: “…el realismo de Bhaskar es por tanto una plataforma general de
apuntalar varias teorías sociales (aunque es sin embargo, incompatible con cualquier forma de
conflacionismo)” (Archer 2009: 194)
Un tercer aspecto relevante de la teoría de Archer, es que en medio de una tendencia en
teoría social y humanidades, de argumentos de disolución de la realidad objetiva. Archer vuelve
a hablar de mundo, de realidad objetiva y de ontología. Donde la realidad social, producida por
los agentes y constituida en estructuras institucionales, es parte del mundo. La teoría de Archer,
es de alguna forma, la revitalización en sociología de argumentos ontológicos. En Archer, el
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mundo existe, es una entidad objetiva. No requiere de la certeza del agente para tener la
condición de ser. Así, el mundo existente no requiere de un sentido común generalizado para
ser. El en sí del mundo no se confunde con la creencia del mundo, como en la metáfora del
“hombre razonable” de Wittgenstein (Wittgenstein 1997). Requiere de un conocimiento
altamente especializado que debe probarse empíricamente y sobre el cual se puede estar
profundamente equivocado. Para decirlo con Bhaskar, la propiedad intransitiva del mundo no
depende de las formas transitivas (Bhaskar 1998a). La ontología del mundo, aunque sea
histórica y producida por la humanidad, como la sociedad, no depende de ninguna episteme.
El mundo impone condiciones a la humanidad, como el hecho de que necesita en su
dimensión natural ser conocido y que sin ese conocimiento no podríamos haber sobrevivido
como especie. De la misma forma, el mundo social y cultural, tanto de la organización
institucional y los sistemas de ideas, también debe ser conocido por las nuevas relaciones que
va trazando y sus altos niveles de complejidad. Este argumento, no solo vuelve al mundo su
condición ontológica, sino que vuelve a trazar una línea de continuidad antropológica –más no
antropocéntrica- entre el pasado y el presente; tan afectada por el relativismo cultural y la
particularidad histórica, encerrados en islas sociales.
Un cuarto aspecto relevante, es que el argumento de Archer puede llevarse no solo a las
grandes transformaciones estructurales, como los procesos de cambios de modelos de
desarrollo o epocales. Sino que presenta la plasticidad de poder trabajar sobre los elementos
más individuales de la condición social. Como ella misma lo anticipa, el hecho problemático de
la vida social, es que nos sentimos “libres y constreñidos, y tenemos alguna conciencia de ello”
(Archer 2009: 30). Esta condición hace que se pueda llegar hasta el plano individual, sin
suspender la ontología ni de la estructura ni del agente. Ni caer en formas de aislamiento
artificial del interaccionismo sin estructura social general, ni en las formas de estructuras
generales de la sociedad sin interacción activa. No admitiendo ningún automatismo en el
comportamiento individual, ni ninguna forma de presión hidráulica desde las estructuras. Así,
se puede recorrer desde los elementos micros de las estructuras a los elementos macros de la
agencia, en un mismo marco teórico. Diferenciando los niveles de estas dimensiones de la vida
humana. Niveles en los cuales se puede estar más libre o más constreñido, dependiendo de las
capacidades que posean los agentes para enfrentar los condicionamientos de las estructuras
socioculturales.
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La teoría de Archer está basada en la relación de juego mutuo entre agencia y estructura a
través del tiempo, que tiene resultados morfogenéticos tanto para la agencia como para la
estructura. El proceso de morfogénesis de la sociedad y de la agencia, por medio del juego
mutuo en el tiempo, fue el primer elemento desarrollado por Archer a finales de la década de
los setenta, en su monumental obra sobre los orígenes sociales de la educación. A esta obra le
siguieron una gran cantidad de artículos y libros, que fueron dejando de lado a la sociología de
la educación, concentrando sus esfuerzos en una teoría sociológica dualista y morfogenética.
Desarrollando una crítica a las teorías sociológicas anteriores, que argumentaban el predominio
de la sociedad sobre los agentes o de los agentes sobre la sociedad, o una fórmula paradojal de
ambos elementos al mismo tiempo, a la cual llamó conflacionismo. Así, la salida al conflacionismo
ascendente o individualismo metodológico, o del conflacionismo descendente o del
colectivismo metodológico, no podía ser la elisión que realiza la teoría de la estructuración
como conflacionismo central. Archer enfrenta el dualismo, no elige uno de los conceptos
claves de la relación y tampoco la disuelve en otro concepto. La teoría no conflacionaria de la
agencia con la estructura y su juego mutuo en el tiempo, permite romper las formas de
conflación que la teoría sociológica había desarrollado.
El argumento general de Archer es que el dualismo analítico y realista, a través del juego
mutuo entre agencia y estructura como entidades con propiedades diferenciadas, permite dar
cuenta de la transformación sociocultural. Este proceso se representa por medio de un modelo
secuencial de tres fases temporales, tanto en la estructura como en la agencia. Así, las
propiedades específicas de los seres humanos como reflexividad y acción se enfrentan a la
propiedad de la estructura como condicionamiento, generando una conversación interna que
diseña las acciones a seguir, tomando en cuenta las limitaciones y habilitaciones de la
estructura. Este modelo se encuentra esquematizado en condiciones de la estructura, en tanto
configuración institucional complementaria o contradictoria; y modos de reflexividad de la
agencia como: comunicativa, autónoma, meta-reflexiva y fracturada. En una secuencia de
condicionamiento de la estructura hacia la agencia como fase 1; interacción entre estructura y
agencia como fase 2; y reelaboración de la estructura por la agencia como fase 3. Así, cada
configuración de la estructura institucional tiene el correlato histórico de un modo de
reflexividad predominante en la agencia, pudiendo desplegar acciones dependiendo del modo
de reflexividad. De esta manera, los períodos de morfogénesis o morfoestasis de la estructura,
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dependerán del modo en que la agencia procese los condicionamientos. Así, en un mismo
modelo teórico, logran ser incorporadas las propiedades de la estructura y las propiedades de la
agencia en una relación de juego mutuo.
Este modelo de la morfogénesis sociocultural que se forma en la obra de Margaret Archer
no resulta fácil de criticar, y no ha sido muy criticada por la academia, quizás por el
movimiento de desempaque que ha tenido la teoría, la cual no presenta un momento de
síntesis general. O, quizás, porque al ser una teoría dualista se separan los argumentos críticos,
atacando o a la idea de estructura o a la idea agencia o a la indivisibilidad de ambos elementos
teóricos; sin poder tomar, nuevamente, al argumento por completo. Lo cierto es que dada la
formación histórica y lógica del enfoque morfogenético, como dualismo entre entidades y su
juego mutuo en el tiempo, no es fácil encontrar un concepto central desde dónde tomar la
teoría. Entonces, buscar el hilo de Ariadna teórico, desde el cual hacer una crítica generalizada
y desplegar una reacción lógica en cadena, saliendo por fin del laberinto, puede ser ir en busca
de “El Dorado”. Se discuten elementos parciales en las críticas o elementos muy abstractos.
Como si agencia y estructura son realmente entidades o si son separables, que son críticas que
corresponden a planos epistémicos u ontológicos. O, si la agencia tiene las propiedades que
Archer argumenta entrando por el plano de la reflexividad, o si la estructura es un concepto
manejable y tiene las propiedades que Archer establece. E incluso, si la noción de tiempo que
presenta Archer, es la adecuada para dar cuenta del juego mutuo entre agencia y estructura.
La crítica que he realizado no se posiciona ni en la agencia ni en la estructura, sino que tiene
como objeto principal, la teorización del proceso de juego mutuo entre agencia y estructura. Se
puede decir, metafóricamente, que entra por el medio de la teoría no conflacionaria. Siendo un
problema relevante para la teoría realista morfogenética, ya que se trata de entender como estas
dos entidades entran en relación sin cancelarse mutuamente. Por supuesto, para esto se
necesita la aceptación de la tesis central del realismo crítico de Bhaskar, de que sociedad y seres
humanos son entidades ontológicamente diferenciadas, donde agencia y estructura no solo son
distinguibles como artilugio analítico, sino que se distinguen porque son diferentes (Bhaskar
1998b). Siendo imperativo distinguirlas para llevar a cabo un análisis sociológico sin la falacia de
la conflación como argumento fusionante y espurio. Realizar este trabajo de crítica de la teoría
del juego mutuo entre agencia y estructura, requiere, obviamente, de que estructura y agencia
estén completamente diferenciados como conceptos, lo cual no siempre es posible de
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encontrar con claridad en la misma Archer. Ya que el enfoque morfogenético se fue
aproximando, a lo largo de treinta años y varios libros claves, a una formulación relativamente
manejable como un esquema teórico completo. Sin embargo, se puede hacer el argumento, so
pena de hacer el ejercicio de reconstrucción teórica de conceptos y de “empaque teórico” del
enfoque. Tratando a la teoría de Archer de forma transversal y sistemática, donde a pesar de la
diferencia temporal y de los giros teóricos -propios de una obra en proceso- se mantenga una
línea de continuidad argumental, desde la cual abordar el problema del juego mutuo.
La tesis central del texto es que el enfoque morfogenético, tomado como un sistema teórico
completo y general, presenta un doble juego mutuo como relación entre agencia y estructura;
en tanto juego mutuo mental o de diseño de proyectos frente a la estructura y juego mutuo
práctico como activación de los proyectos frente a la estructura. Los cuales no están
plenamente distinguidos ni desempacados en todas sus posibilidades, comprometiendo al
enfoque morfogenético en conflación. Ya que la teoría de Archer en su primera y segunda fase,
realiza un trabajo de distinción analítica y ontológica, entre agencia y estructura para la
transformación estructural, que es entendida como fases morfogenéticas de tiempo.
Implicando que el juego mutuo práctico entre agencia y estructura se describe por medio de un
modelo de secuencia temporal. Y en el tercer momento de la teoría de Archer se hace énfasis
en los modos de reflexividad con implicancias directas en los modos de acción. Sin embargo, el
argumento de Archer es formalista respecto al procedimiento de la reflexividad, postulando
que de ciertos modos de reflexividad se siguen ciertos tipos de proyectos y que se puede
caracterizar a los individuos por medio de los modos de reflexividad. Y esto tiene como
consecuencia, que al activarse los proyectos diseñados por los modos de reflexividad, se
producen acciones de los agentes frente a la estructura que quedan presas del argumento
temporal de las fases. No teniendo como describir el suceso del encuentro activo entre agencia
y estructura, que es una forma de juego mutuo, ya que si no es comprendido de esta manera la
estructura como entidad real se disuelve en el aire. Así, en el juego mutuo práctico hay un vacío
conceptual y en el mental un formalismo, generando una conflación en el argumento general
del juego mutuo del enfoque morfogenético. De esta manera, ambos juegos mutuos, no solo
no están diferenciados sistemáticamente, sino que presentan problemas internos que impiden
su relacionamiento lógico. No prestándose dúctilmente a la investigación sociológica, que es
uno de los objetivos explícitos de Archer al formular la teoría realista morfogenética.
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De esta manera, se requiere en el proceso de desempaque crítico, una argumentación que
permita no solo distinguir agencia de estructura, sino también distinguir fuertemente entre
pensar los asuntos del mundo y actuar en el mundo. Lo cual no puede ser simplemente
temporalizado en la acción, ni formalizado en la reflexión, ni conflacionado entre sí. Así,
intervine no solo distinguiendo los tipos de juegos mutuos entre agencia y estructura para
desacoplarlos, sino que critiqué la teoría de la conversación interna y la teoría de las fases
temporales de Archer, para aflorar a una posición no formal ni temporal del juego mutuo. A
partir de ese punto es que, como consecuencia lógica, cambia el foco de la mediación o
interfaz en la relación de juego mutuo entre estructura y agencia, poniendo en relevancia
objetos de investigación que estaban relativamente invisibilizados en el enfoque.
Sociológicamente hablando, se puede pasar de los modos de reflexividad en el juego mutuo
mental y de las fases temporales en el juego mutuo práctico; a la conversación interna sustantiva
entre preocupaciones agenciales y asuntos del mundo para el diseño de proyectos en el juego
mutuo mental; y a la fricción entre los proyectos de la agencia y los condicionamientos de la
estructura en el juego mutuo práctico. Sin conflacionar agencia con estructura, en ningún nivel
de los estratos de realidad, en ningún momento de los juegos mutuos y en ninguna fase de la
morfogénesis estructural. Se puede decir ahora que el trabajo teórico de Archer puso una caja
teórica como dualismo realista, la cual debía ser desempacada y vuelta a empacar, por ser el
área de investigación intensiva de una sociología no conflacionaria.
Para esto se desarrollaron cuatro capítulos separados en dos partes, sobre la obra teórica de
Archer en estos últimos treinta años. La primera parte tiene una dimensión descriptiva de la
obra de Archer, tanto de manera longitudinal como de forma analítica transversal. El primer
capítulo trata explícitamente el proceso histórico de la producción teórica de Archer,
distinguiendo tres etapas marcadas de: dualismo analítico, dualismo realista y reflexividad
agencial. En este capítulo se presenta un análisis de la obra de Archer en base una trayectoria
conceptual que parte en 1978 y termina el 2012. El segundo capítulo muestra, en un ejercicio
de empaque teórico, la forma analítica de la teoría de Archer durante este período; soportada,
por supuesto, sobre su giro más importante como es el abrazo del realismo crítico. En este
capítulo se reconstruye la teoría de Archer de forma transversal, poniendo énfasis en la
dilucidación de los conceptos de estructura, agencia y su juego mutuo; para luego montarlo
como un argumento teórico general.
18
La segunda parte del texto tiene una doble dimensión, en tanto evaluación y reconstrucción
del enfoque morfogenético, que termina en una crítica a la teorías del juego mutuo y un
desarrollo conceptual desde la crítica. El tercer capítulo despliega la crítica sobre las formas de
juego mutuo entre agencia y estructura, donde se muestra porque el tiempo no solo no es una
forma de distinguir agencia de estructura, sino también porque no puede ser utilizado como
forma de juego mutuo. En este tercer capítulo, se exponen los problemas que arrastra la
conceptualización formalista de la conversación interna, la cual no solo de-sustancializa las
preocupaciones del agente frente al mundo, sino que además no cumple con los requisitos de
una tipología; ya que los modos de reflexividad se encuentran sin un criterio único de
distinción de su variabilidad, estando interpenetrados. El cuarto capítulo reordena la teoría
morfogenética desde la crítica planteada, desplegando los elementos de la distinción entre
agencia y estructura, mostrando los dos juegos mutuos, ahora en una secuencia sistemática. En
este capítulo se trabaja sobre el concepto de “conversación interna”, ya no como modo de
reflexividad, sino como “conversación interna sustantiva” entre las preocupaciones de los
individuos y los asuntos del mundo, a través de la cual se diseñan proyectos. Además, presenta
a la noción de fricción –tomado desde la misma Archer- como una solución conceptual a la
relación entre proyectos puestos en práctica con los condicionamientos de la estructura
institucional.
Todos estos elementos justifican la realización de este trabajo. No solo por la condición de
interés personal, que bajo las ideas de Archer resulta inevitable en algún punto, sino porque la
teoría morfogenética y la crítica a la conflación es una innovación importante para la teoría
sociológica. Y el desarrollo disciplinar depende, no solo de poder verificar que los conceptos
resulten útiles para describir y explicar lo que ocurre en la vida social, sino que también de
tener la capacidad de seguir creando posibilidades explicativas en la crítica teórica. La cual va
tomando los hilos del pasado, rearmando esquemas, con la esperanza de poder explicar el
problemático hecho de la condición humana en su estadía en el mundo. De eso, creo que se
trata, hacer sociología.
19
20
21
PRIMERA PARTE
La descripción histórica y analítica del enfoque
morfogenético
22
Capítulo I
23
La teoría social realista de Margaret Archer en el tiempo: la morfogénesis
del enfoque morfogenético 1978-2012.
La cara positiva del imperativo reflexivo es la oportunidad para que los sujetos persigan lo
que más les importa en el orden social. De hecho sus preocupaciones personales vienen a ser
sus compases. Su cara negativa, es que los sujetos pueden diseñar y seguir cursos de acción,
que son inapropiadas para la realización de sus preocupaciones sociales principales y cuyos
resultados negativos rebotan sobre ellos.
Margaret Archer. The reflexive imperative in late modernity. 2012.
Introducción:
La teoría que ha estado desarrollando Margaret Archer a lo largo de las últimas tres décadas se
encuentra recogida en una secuencia de varios “libros-claves” (Archer 2007a). Dejando a lo
largo de estos años, hitos de un trabajo intelectual, como ella misma lo define, en proceso. Este
enfoque presenta varios problemas a quien intente introducirse en él, los cuales van desde la
misma secuencia temporal de los textos claves, ya que en términos estrictamente temporales
son treinta años de trabajo; más posibles cambios en la argumentación del modelo
morfogenético -y solo detectables en un análisis completo de los textos claves-; hasta la
carencia de traducciones, por ejemplo al castellano, además de diferencias en la traducción de
conceptos. De esta forma, todavía, y aunque no para siempre, el enfoque realista
morfogenético resulta un modelo para armar para cualquier persona interesada –experta en teoría
social o no- que quiera introducirse en él. Manteniéndose la duda de por dónde comenzar para
entender a cabalidad el enfoque. Un análisis longitudinal, entonces, se impone como una
necesaria forma de comprender, no solo el proceso de producción del enfoque morfogenético
en teoría realista, sino al enfoque en sí mismo.
Para el lector latinoamericano se presenta el problema de la escasez de traducciones de los
libros claves. Ya que hasta el momento solo se cuenta con dos traducciones de libros al
castellano, más algunos artículos en revistas. Lo que hace que este lector se enfrente a textos
24
parciales correspondientes a momentos específicos de la obra de Archer, sin poder tener una
mayor referencia a los textos anteriores y posteriores. Ya que, de hecho, las traducciones al
español, de algunos de estos libros claves, tienen una diferencia con la primera publicación de
casi una década como “Cultura y teoría social” publicado originalmente en 1988 y traducido en
1997; y más de una como “Teoría social realista: el enfoque morfogenético”, publicado en
1995 y traducido en 2009. Así, se leen mensajes en una botella, de sobrevivientes en islas que
podrían haber desaparecido en el proceso de treinta años, pudiendo estar renovados los
argumentos en textos posteriores.
Ahora, salvando el problema del idioma y de la secuencia temporal de los textos, el enfoque
morfogenético presenta un problema en sí mismo. Esto se genera, ya que los textos claves no
tratan los mismos temas, no siempre refieren entre sí, ni hacen síntesis teóricas o
reconstrucciones argumentales. Así, hay textos que tratan asuntos empíricos como los sistemas
nacionales de educación (Archer 1979); objetos de investigación sociológica como los modos
de reflexividad (Archer 2003, 2007a, 2012); argumentaciones que lindan con defensas
filosóficas como la teoría de la agencia (Archer 2000); o la crítica a la conflación en teoría de la
cultura y teoría de la estructura (Archer 1997, 2009). Así, los textos temáticamente presentan
una complejidad propia que hace necesario su ordenamiento conceptual. De la misma manera,
y al contrario de la presencia de textos de variedad temática, se presenta la carencia de un texto
de teoría general sobre el enfoque, que pudiera hacer síntesis sobre los elementos que lo
componen en sus relaciones conceptuales y a lo que denotan en la realidad social. Así, cada
texto, cada artículo que refiere al enfoque, directa o indirectamente, se podría considerar una
parte integrante de este proceso de producción teórica. Lo que implica un esfuerzo adicional
sobre la analítica del enfoque, que se ha realizado en el capítulo dos de esta parte, sin
menoscabo de que aún se requiere tener claridad, en un análisis longitudinal, sobre la propia
morfogénesis del enfoque morfogenético.
Para poder realizar este balance longitudinal, que no es bajo ninguna circunstancia el intento
sinuoso y adolescente de mostrar posibles incoherencias en el enfoque, sino por el contrario
destacar continuidades argumentales; se debe fijar no solo un punto temporal desde dónde
trazar el comienzo de la huella, sino identificar un elemento, un propósito del enfoque, que
trascienda el tiempo. Ya que el objetivo de la producción teórica puede dar comienzo a la
búsqueda. No se puede buscar en el tiempo algo que no se sabe qué es. En este caso, es la
25
producción del enfoque morfogenético, que a propio reporte de Archer comienza en 1979 a
propósito del estudio de la transformación de los sistemas nacionales de educación en Europa
(Archer 2007a). Sin embargo, el punto de este comienzo no solo es solo temporal, sino
también temático para la teoría, la cual pasa en este proceso de 30 años, de un estudio empírico
a una senda de teorización pura y de creación de nuevos objetos de investigación sociológica.
Donde el elemento de arranque del enfoque, su propósito inicial, desde su primera
formulación; es producir un modelo que permita describir los procesos de cambio o
continuidad estructural, sin caer en formas de conflación teórica entre agencia y estructura. O,
como Archer misma lo propone, la morfogénesis o la morfoestasis de la estructura social, que
tenga como base la relación de juego mutuo entre agencia y estructura a través del tiempo. Este
es, quizás, el corazón de la teoría de Archer. Desde el cual, se trazan los compromisos de su
enfoque hacia la realidad social y la teoría sociológica. Y es desde donde se puede poner un
punto de arranque longitudinal para observar las inflexiones de la trayectoria teórica.
Este elemento de trabajo sobre las transformaciones sociales, tanto de la estructura como de
la agencia, presenta una doble dimensión en la teoría de Archer. La primera es la crítica a las
formas conflacionarias, o a las dos o tres sociologías ascendentes descendentes y centrales, que
comienza abiertamente desde su crítica a Giddens en 1982, donde contrasta la teoría de la
estructuración con la morfogénesis sistémica. Y que fue completando en los textos de 1988 y
1995 con la generación de la crítica a toda forma de teoría conflacionista tanto en teoría de la
cultura como en teoría de la estructura. La segunda dimensión es la formulación de una teoría
sociológica no conflacionaria, basada en un modelo que combina temporalmente a agencia con
estructura, o en estricto rigor, a las formas de agencia con los condicionamientos
socioculturales. De esta forma, el enfoque morfogenético se presenta como una solución
posible a la crítica a la conflación que la misma Archer ha generado. El recorrido conceptual
que presentaré, da cuenta de ambas dimensiones mostrando sus momentos relevantes. Sin
embargo, hay que advertir que la crítica a la conflación siempre es el escenario pertinente, en el
que el enfoque morfogenético contrasta con mayor intensidad con el conflacionismo. De esta
forma, lo que destacaré son las continuidades argumentales del enfoque, donde es el objetivo
que he identificado como base lo que guíe la reconstrucción longitudinal.
Esta continuidad está dada por el argumento metodológico de la morfogénesis en tres fases
temporales, proveniente de la unión de la morfogénesis y el dualismo analítico de Lockwood,
26
ambos presentes en los textos de 1979 y 1988. En 1988, con el texto de teoría de la cultura,
aparece ya formulada la noción de conflacionismo que vuelve sobre aspectos presentes en
1979. Al cual se le agrega el trasfondo realista en los textos de 1995 y 1998 como momento de
cambio. A partir del año 2000, aparece una profundización de nociones que habían ido
quedado en el camino, como: identidad personal, reflexividad y sus modalidades. Así, se puede
entender que hay en el enfoque morfogenético tres períodos: el primero es el del dualismo
analítico y crítica conflacionista entre 1979 y 1988; el segundo de reformulación realista del
enfoque morfogenético y nueva crítica conflacionista, con los textos realistas entre 1988 y
1998; y un tercer período, también realista, concentrado en la forma de procesamiento agencial
de la relación agencia estructura entre 2000 y 2012. Los períodos están separados sobre las
publicaciones de Archer, en versión original de los “textos claves”, donde se destacan cambios
y continuidades relevantes para la teoría realista en sociología. De estos tres períodos o fases
del enfoque, se destacarán como conclusiones del capítulo, una serie de atributos propios del
enfoque, que iluminan los modos de entender a la teoría como un sistema general y
sistemático.
Dualismo analítico, morfogénesis estructural y la crítica a la conflación: 1978-1988
Archer establece que el enfoque morfogenético comienza a atisbarse hacia 1979 en su libro de
los sistemas de educación (Archer 2007a). Texto en el cual hace su primera defensa heurística
del dualismo analítico de Lockwood, además de destacar la capacidad que tiene la
morfogénesis como concepto para el estudio de la transformación de las estructuras sociales. A
este argumento, le seguirá un estudio de 1982 sobre la teoría de la estructuración, hasta otro
libro estrictamente dualista analítico en 1988 “Culture and Agency: the place of culture in the social
theory”. En este período, marcado por la presencia del dualismo analítico, Archer muestra al
menos tres argumentos generales: a) el dualismo analítico y la morfogénesis aplicada al estudio
de los sistemas nacionales de educación; b) la crítica directa a la teoría de la estructuración por
medio de la morfogénesis y el dualismo analítico; y c) la crítica sistemática a la sociología
conflacionista, con la modelación de la morfogénesis en teoría sociológica de la cultura.
Margaret Archer llevaba al momento de la publicación de “Social origins of the educational
Systems” en 1979, varios años dedicados a la sociología de la educación, donde sus primeras
27
publicaciones datan de finales de la década de los sesenta. Sin embargo, el libro de 1979 tiene
una particular importancia, ya que tiene como objetivo describir el proceso de transformación
de los sistemas nacionales de educación. Los cuales comienzan como una iniciativa privada,
para luego dar paso a sistemas de educación estatales durante el siglo XIX, siendo toda una
morfogénesis y una emergencia institucional. En este libro dedica un capítulo específico a
presentar una metodología de análisis del proceso de morfogénesis estructural. Recogiendo
argumentos de la discusión entre colectivismo e individualismo metodológico; orden y
conflicto estructural; relación entre análisis longitudinal y transversal; y sobre todo entre
análisis teórico y análisis comparado de la estructura social, que había dejado en: “Contemporary
Europe: Social structures and cultural patterns” de 1978. Es aquí donde queda planteado un
problema que será recogido por la teoría morfogenética. Este problema trata de que las
estructuras sociales son como son, sin que ninguna teoría sociológica pueda imponer sus
descripciones del ser en sí, en el sentido de si son invariablemente complementarias o
contradictorias. Este punto lo ve Archer asociado a teorías sobre la estructura social que son
ciegas a las formas empíricas y sobre todo al sentido comparado. Además, de teorías que
presentan el análisis en un sentido solo transversal olvidando el plano longitudinal (Archer
1978). Razón por la cual Archer argumenta “la indispensabilidad del constante juego mutuo
entre el análisis teórico y comparado de la estructura social” (Archer 1978: 23). Hay que
destacar este primer juego mutuo, entre una teoría que fija como debe ser la estructura, en tanto
cuáles son sus relaciones internas y externas, frente a las variaciones que la comparación
empírica le genera. Donde la teoría debe incorporar esas posibilidades de variación a su propia
descripción de forma consistente. Esto hace que ni funcionalismo ni “conflictivismo”, puedan
alcanzar el estatus de teoría general de la sociedad, porque sus argumentos se rebaten y repelen,
obligando al sociólogo a elegir visiones sesgadas y, por lo tanto, falaces.
Dada esta discusión en 1978, el libro sobre los sistemas educacionales de 1979, asume dos
objetivos centrales: a) la comparación entre distintas sociedades nacionales e históricas
(Francia, Rusia, Inglaterra y otros); y b) el proceso de transformación del sistema educacional
en sentido general. Para esto realiza la primera introducción teórica a la morfogénesis
estructural, usando el dualismo analítico como procedimiento de interpretación histórica. Sin
embargo, antes de comenzar Archer enfrentará dos problemas centrales: el primero es el
dualismo sociológico de lo micro o lo macro, el cual presenta teorías distintas y autónomas de
28
los procesos de transformación social. Y el segundo son los estudios educacionales que aíslan a
las dinámicas institucionales de educación del resto de sus relaciones estructurales. Así,
entiende Archer que: “Los sociólogos del siglo veinte están divididos entre aquellos quienes
toman grupos o instituciones como su objeto de estudio” (Archer 1979:8). Donde una crítica
debe estar puesta en este punto, en que no se puede entender los cambios en los sistemas
educacionales, basado solo en la creencia de “manos ocultas, mecanismos evolutivos y
espontáneos ajustes de cambio social” (Archer 1979:2). De la misma manera, “nuestras teorías
serán sobre las actividades educacionales de las personas, siempre pensando que ellas no
podrán explicar el desarrollo educacional, en términos estrictos de personas” (Archer 1979:2).
Así, no bastará para poder explicar los desarrollos de los sistemas educacionales, ni las
estructuras haciendo cambios por sí mismas como si no hubiera personas, ni por las personas
en sí como si no hubiera estructuras. El segundo problema es, qué hacer con los enfoques que
muestran la educación como un problema estrictamente educacional (Archer 1979:3). De esta
manera, una sociología que pueda estudiar los cambios en los sistemas educacionales, debe
hacerlo pensando en las estructuras generales, donde el sistema nacional de educación está
inserto. Ya que “Los sistemas educacionales, extraños antes del siglo XIX, emergen dentro de
complejas estructuras sociales y culturales, y este contexto condiciona la concepción y la
conducta de acción de quienes buscan desarrollos educacionales” (Archer 1979:3). Y no
pueden comprenderse a cabalidad ni intervenirse aislando a los miembros de las comunidades
escolares, como si las relaciones con el exterior no existieran o pudieran ser suspendidas
(Archer 2009).
De esta forma, Archer intenta recuperar una macro sociología de la educación, ya que para
estudiar los cambios en los sistemas educacionales: “los problemas educacionales
macroscópicos pueden ser mejor abordados a través de una teoría sociológica macro” (Archer
1979:1). Enfrentando la descripción de los procesos de transformación de los sistemas
educacionales, a través de tres elementos relevantes. El primero es una defensa de una
sociología macro para estudiar los problemas macro. No se puede estudiar las
transformaciones de los sistemas educacionales, con un sentido histórico y comparado,
haciendo alusión al proceso, como exclusivamente dependiente de las comunidades educativas:
“…la distribución de autoridad, los currículos prescritos, la naturaleza de las ocupaciones fuera
de las relaciones entre grupos sociales”(Archer 1979:34). Ya que los investigadores
29
educacionales “…tienen la vaga esperanza que la acumulación de estudios de caso, de alguna
manera pueda ayudar a entender los sistemas educacionales como totalidad” (Archer 1979:34).
Donde lo que parece obvio. No resulta serlo. Ya que las decisiones educacionales, desde el tipo
de curriculum que se imparte hasta el tipo de estudiante que ingresa, están relacionados con la
configuración de las distintas instituciones sociales y sus propiedades emergentes. Generando
situaciones condicionantes a los agentes.
Sobre este punto es que una sociología macro tiene pleno sentido, no se puede comprender
los procesos de transformación de los sistemas educacionales, sin una sociología que vuelva
sobre las relaciones externas, en las cuales las instituciones educacionales están envueltas
(Archer 1979:31). Las formas macros, entonces, no pueden ser suspendidas del análisis ni de la
intervención social. Por mucho que se bloqueen materialmente las puertas de los colegios, las
relaciones extra educacionales repercuten en los sistemas educacionales, donde la intervención
micro y especializada tropezará con las relaciones macro que atraviesan a la escuela misma. No
hay organizaciones capaces de aislamiento. Ante eso, la recuperación de una sociología macro
para la educación resulta un menester, ya que las prácticas educacionales no se generan o no
dependen, exclusivamente, del condicionamiento interno de la escuela o de la familia.
Un segundo argumento, que resulta central para Archer en este texto, es el problema del
dualismo, derivado del primer punto de la defensa de una sociología macro. Se debe entender
que hay elementos de carácter macro en los sistemas educacionales, sin embargo también hay
elementos interaccionales micro. El dualismo se instala en sociología cuando las teorías
establecen que pueden explicar todo fenómeno o hecho social desde niveles plenamente
macros o plenamente micros. Forjando disciplinarmente el dualismo entre el holismo sociológico
y el individualismo metodológico. Dando pie a la idea de las dos sociologías (Archer 1982).
Razón por la cual nunca se puede describir totalmente el proceso de cambio estructural,
porque el foco implica énfasis que va dejando problemas teóricos al no poder completar la
explicación. Por lo que se debe recurrir a hipótesis extremadamente duras, como que las
instituciones sociales son “…simples patrones los cuales son transformables dependiendo solo
de ciertos niveles de información y combinación” (Archer 1979:22). Patrones de
comportamiento individual basados, obviamente, en la estrategia utilitaria. A contrario sensu, en
un argumento de carácter holista de Cohen que muestra Archer, “las propiedades de los
sistemas y estructuras sociales deben ser tomadas como dadas cuando se está analizando los
30
procesos de acción e interacción” (Cohen en Archer 1979:25). De esta forma, en el primer
caso, la estructura o las instituciones están al alcance constante de los comportamientos
individuales; y en el segundo las propiedades de las estructuras se desarrollan en los
comportamientos individuales. En el primer caso no hay estructura autónoma, en el segundo
no hay individuo no social.
En este punto es que se debe volver sobre el dualismo disciplinar. Que resulta un asunto de
conveniencia práctica, según Archer, para teóricos como David Lockwood. Así, este asunto
práctico consiste en: “la capacidad de distinguir la interacción conflictiva que produce cambio
(porque hay relativa carencia de integración sistémica) de la que simplemente refleja
antagonismo de grupo (como carencia de integración social)” (Archer 1979:33). De esta forma,
disponer de esta capacidad como dualismo analítico hace posible entender que no siempre
coincidan ambos elementos debiendo ser tratados como formas diferenciadas.
Puestos estos argumentos centrales, el primero la recuperación de una sociología macro y el
segundo la necesidad de distinguir entre integración social e integración sistémica. Se necesita
un tercer elemento para entender el proceso de transformación de los sistemas nacionales de
educación. Este elemento lo encuentra Archer en la morfogénesis de Bucley (Archer 1979:31).
Ya que el sentido de la morfogénesis sistémica, puede explicar que de las relaciones entre
sistemas puedan generarse otros, sin poder reducir estos nuevos sistemas complejos a los
sistemas primarios, siendo esto en el caso de la sociedad “las relaciones entre partes” que
“derivan de la interacción social” (Archer 1979:32). Donde las propiedades emergentes de estas
formas sistémicas, derivadas de los resultados de los resultados de la interacción, condicionan
las formas actuales de patrones de acción. Este argumento permite a Archer entender los
procesos de transformación de los sistemas educacionales como “ciclos analíticos” de
transformación estructural (Archer 1979:44). Haciendo posible modelar el proceso de cambio,
distinguiendo entre momentos de integración sistémica y de integración social. Ya que la
estructura no es nunca el resultado directo de algún poder agencial totalmente transparente.
Como bien lo expresa Archer “Mutabilidad no es maleabilidad” (Archer 1979:24). No solo por
la imperiosa, e imposible de evitar, necesidad de negociar cuando aparecen grupos que se
disputan el control de algún recurso social monopolizado, o hacen variar la capacidad de
influenciar por medio de otros recursos; sino porque se generan propiedades emergentes en las
formas que toman los sistemas educacionales, dada la relación con otros tipos de instituciones
31
y organizaciones sociales. Generando nuevas situaciones estructurales a los agentes. El
elemento teórico central aquí, es la distinción necesaria entre integración social referida a los
actores e integración sistémica como relaciones entre partes (Archer 1979: 33). Así, el punto
que se defiende en ese tercer argumento, es que este proceso de transformación no puede ser
automático, sucede en el tiempo, pero es un proceso. Sobre este proceso es que levantará los
argumentos de los tres momentos: condicionamiento estructural, interacción y elaboración
estructural (Archer 1979:44). De esta forma, en estos períodos temporales se puede dar cuenta
de las relaciones entre agentes y las condiciones estructurales. En este primer momento
teórico, Archer comprende este proceso de forma analítica: “en el sentido de una secuencia
histórica no interrumpida de series de interacción –desarrollo estructural – condicionamiento
estructural – interacción – elaboración estructural etc.”(Archer 1979:44)
En un segundo texto, de 1982, ya directamente teórico; Archer realizará su primera crítica a
Giddens, oponiendo la morfogénesis a la estructuración. En el primer punto de los sistemas
nacionales de educación, Archer ha defendido: la sociología macro, el dualismo analítico y el
proceso de morfogénesis. En este segundo texto profundiza el argumento de la morfogénesis y
su relación armónica con el dualismo analítico, enfrentando directamente a Giddens, por la
imposibilidad de que la teoría de la estructuración explique los procesos de cambio estructural.
El argumento central es que la estructuración como teoría se opone directamente al dualismo y
a una explicación vía morfogénesis.
La teoría de la estructuración, según Archer, oscila entre “ (a) la hiperactividad del agente,
cuyo corolario es la innata volatilidad de la sociedad, y (b) la rígida coherencia de las
propiedades estructurales asociadas, por el contrario, con la recursividad esencial de la vida
social” (Archer 1982:459). Esto ya que Giddens pone el acento en la noción de prácticas de
agentes, las cuales alcanzan formas específicas por medio de su regularidad y rutinización en el
tiempo, como “patrones visibles que constituyen los sistemas sociales para Giddens” (Archer
1982:459). La rutinización permite la configuración de reglas y recursos de las acciones que los
actores siguen en sus prácticas. Estas reglas cuando se siguen, o sea cuando están incrustadas
en las prácticas como patrones observables, generan instituciones sociales. Las cuales “son
conceptualizadas como prácticas estandarizadas, duraderas y extendidas en la sociedad”
(Archer 1982:462). Que al ser entendidas como prácticas de los agentes se “transmutan a una
capacidad interna de los agentes”(Archer 1982:462). Negando “las características de derecho
32
propio de las instituciones”(Archer 1982:462). Así, situaciones derivadas de la configuración
institucional, como la centralización o la inflación, son reducibles “al ejercicio de poder de
unos determinados actores” (Archer 1982:463). Esto hace que cambiando las prácticas
cambien ipso facto las instituciones y con ello las propiedades estructurales. Dándole volatilidad
a la sociedad, y solo teniendo como freno, la esperanza, incluso estadística, de la recursividad de
las prácticas. Esto hace que el cambio estructural sea un momento ignoto, incluso misterioso,
de los procesos sociales. Las estructuras cambian, porque cambian, cuando cambian. Y de la
misma manera, nunca tienen una forma estable porque siempre dependen de la actividad para
ser. Las estructuras sociales están siempre siendo porque los agentes las recrean en sus
actividades. Esto implica que hay plena transparencia entre agentes que practican estructuras y
estructuras que son esas prácticas de agentes.
El único momento en que surgen eventos o situaciones inesperadas, que van más allá de la
recursividad de la dualidad de la estructura, es en el plano de los sistemas sociales, donde “se
producen lo que otros podrían denominar propiedades emergentes, pero que él llama
propiedades de autorregulación” (Archer 1982:463). El punto central es que las propiedades de
autorregulación “deben ser comprendidas vía una teoría de contradicción de sistemas” (Archer
1982:463). Donde estas contradicciones representan grietas por las cuales pueden los conflictos
sociales realizarse, así “conflicto y contradicción tienen tendencia a coincidir” (Archer
1982:463). Ignorando la posibilidad de una separación de ambas condiciones, además de no
prestar atención a las posibilidades de compatibilidades sistémicas. Por lo tanto, ausencia de
conflicto social y compatibilidades sistémicas también debieran tener tendencia a coincidir. Así,
no hay condiciones de elementos autónomos en los planos sistémicos, ya que siempre están en
coincidencia con los planos de los agentes. Y el cambio estructural sucede, porque sucede,
cuando sucede. Y siempre se está al borde de ese suceso, o por lo menos no se puede afirmar
lo contrario. El filósofo marxista de la historia, Walter Benjamin, lo expresaba así: “En
realidad, no existe un solo instante que no lleve en sí su posibilidad revolucionaria…”
(Benjamin en Löwy 2003:154).
La morfogénesis estructural que Archer opone a la estructuración confronta directamente
este punto. Ya que esta implica una relación a nivel de la estructura social, que es propiamente
estructural porque tiene propiedades o atributos propios. Lo que conlleva para la teoría social
que entre agentes que interactúan y los sistemas sociales derivados de estos no hay plena
33
coincidencia. No hay humanos sobresocializados, ni sistemas sobrehumanizados. Esta
condición para Archer, trae aparejada una “historia de la emergencia sistémica, que fundada en
las interacciones humanas, toman un lugar prioritario en los contextos sociales” (Archer 1982:
457-8). Implicando esto que las situaciones estructurales, que enfrentan los agentes, están
condicionadas por las situaciones estructurales del pasado. Y así mismo, el presente provee de
nuevos contextos para la subsecuente interacción en el futuro. De esta forma, la morfogénesis
implica una “discontinuidad entre la inicial interacción y su producto, el sistema complejo”
(Archer 1982: 458). La cual “invita al dualismo analítico cuando tratamos con estructura y
acción”(Archer 1982: 458). Archer en este punto, establece que la acción es incesante, pero
está bajo las condiciones de la estructura, lo que hace que todo proceso de cambio estructural,
implique una relación en el tiempo entre: condiciones estructurales, interacción social y
elaboración estructural.
Así, la morfogénesis designa dos elementos: las propiedades emergentes de un sistema,
marcando la discontinuidad entre los elementos primarios y los secundarios; y, al mismo
tiempo, un proceso de transformación sistémico. De esta manera, hay una discontinuidad
vertical como niveles de emergencia entre agencia y estructura; y una discontinuidad horizontal
como procesos de morfogénesis de la agencia y de la estructura. Donde los elementos primarios
como las interacciones entre los agentes, si bien generan propiedades emergentes, no pueden
ser absorbidos por estas propiedades. De otra forma, se entra teóricamente a condiciones de
determinación, perdiendo a las personas como elemento relevante en las posibilidades de
transformación de los sistemas. Personas que interactúan y sistemas sociales co-existen. No
pudiendo ser suspendida esta co-existencia, lo que no implica que sean dos lados de una misma
moneda, como sí lo argumenta Giddens. Si se generan nuevas derivas sistémicas, respecto a las
condiciones iniciales, se generan nuevas formas relacionales; pero no ejercen determinación
radical sobre las personas, ya que sino “las capacidades transformativas de los actores están
inmediatamente conflacionadas” (Archer 1982: 465).
Este argumento es completado, posteriormente, con el tiempo. Si bien co-existen estructura
y agencia, al tener propiedades emergentes las estructuras resultan ser una forma discontinua a
los agentes actuales, o lo que lo mismo co-existencia no es co-temporalidad. Con lo que la
forma de comprender la formación de estas propiedades emergentes no puede estar en el
presente. Introducir el pasado en el análisis es la única forma de entender el proceso de
34
generación de las propiedades emergentes de la estructura, ya que la coexistencia entre la
estructura y los agentes actuales, como situaciones condicionantes creadas por ellos, impide ese
examen. De esta manera, Archer mostrará de forma teórica como procede el examen
morfogenético, donde las tres fases analíticas son capaces de mostrar el modo en que cambia la
distribución de un atributo. Como el ejemplo de Archer sobre el analfabetismo en la Cuba de
Castro. Y ese proceso, como extensión en las personas de la condición de alfabeto, implica un
movimiento de las instituciones de educación bajo las nuevas condiciones estructurales que
provee la revolución. Donde la movilización de los recursos humanos de instrucción, por
medio de la coordinación estatal, permite la distribución del atributo de alfabeto a mayores
cantidades de personas en Cuba. Además, las nuevas condiciones hacen que la práctica de
abandono escolar sea menor, ya que no hay necesidad del trabajo infantil en cada familia
pudiendo permanecer los niños en las escuelas. Ahora, obviamente, esto trae otro tipo de
problemas, pero que son derivaciones emergentes de la alfabetización de la población y de la
pérdida de mano de obra en la producción. Por eso el trabajo voluntario fue tan importante en
las temporadas del azúcar. Este proceso, es el que se divide en estructura- acción – elaboración
estructural (Archer 1982: 468).
Como ya ha sido descrito en 1982 aparece por primera vez la noción de conflación en la
teoría de Archer, ocupando el sentido preciso que tendrá después, como cancelación de las
propiedades de uno de los términos en una relación (Archer 1982:465). En 1988 se publica
“Culture and Agency. The place of the culture in the social theory” (1997 en castellano como “Cultura y
teoría social1”). Este texto recupera la noción de conflación, organizando por primera vez una
crítica a la sociología de la cultura como formas de conflacionismo. Este término se generaliza
para describir los énfasis que la teoría sociológica ha realizado entre agentes y estructuras.
Incluso cuando se elude el problema intentando superarlo con otros conceptos.
El término conflación proviene del latín y significa el acto de fundir. Para el caso de la teoría
sociológica de Archer, implica el fundir agencia y estructura entre sí, tanto la agencia en la
estructura, la estructura en la agencia o ambos en otro término. La primera vez que aplica
sistemáticamente Archer esta noción, como crítica a la conflación en sociología, es a la relación
entre cultura y agencia. En este caso, cuando se confunde sistema cultural y agencia cultural, se
1 En la versión castellana de “Culture and agency the place of culture in the social theory” la noción de conflation
fue traducida como fusión.
35
cae en la falacia de la conflación (Archer 1997:12). En uno de los casos “las propiedades
culturales simplemente son formadas y transformadas por algún grupo dominante libre de
trabas” y en otro caso “el sistema central e valores impone su coreografía a la vida cultural y los
agentes se reducen a träger o portadores de sus propiedades” (Archer 1997:13). Una tercera
forma, es la que se presenta como elisión, donde se niega autonomía y preeminencia a uno de
los términos “…las propiedades de los sistemas culturales y las de la interacción cultural se
fusionan por el hecho de presentarse tan estrechamente constitutivas unas de otras” (Archer
1997:13). Este último resulta ser el conflacionismo central.
Para la crítica a la sociología cultural, Archer ocupa la distinción entre sistemas culturales e
interacción socio cultural. Donde interpreta que la distinción de Lockwood, entre integración
social e integración sistémica, puede ocuparse como integración del sistema cultural e
integración sociocultural. La primera hace alusión al grado de consistencia lógica entre partes
integrantes de la cultura, que en este caso son “elementos ideacionales (conocimiento,
creencias, normas, lenguaje, mitología)” (Archer 1997:31). Y la segunda trabaja sobre los
efectos causales, que son propiedades de las personas, de sus acciones como “uniformidad
social” (Archer 1997:31). Entonces, el primero es la consistencia entre ideas y el segundo la
consenso causal (Archer 1997:15). El punto central, es que no se corresponden necesariamente
el consenso causal con la consistencia; o dicho estadísticamente, la consistencia del sistema
cultural y el consenso causal no correlacionan positivamente. O, de otra forma, que alcance
consenso causal no se deriva de su consistencia y que logre consistencia no se deriva de su
consenso causal. De esta manera, las relaciones entre el nivel del sistema cultural y el nivel
sociocultural, deberán establecerse por medio de una interfaz entre las propiedades de ambos
elementos teóricos. La idea de la interfaz resulta central, ya que es la forma de mantener la
autonomía de la consistencia lógica de las ideas frente al consenso causal de los agentes. Lo
que hace que las relaciones sean entre ambos términos y no una subsunción de uno en el otro.
La interfaz es una relación entre ambos elementos que puede ser modelada a través del
tiempo. Así, el proceso de morfogénesis encuentra un aliado en esta distinción analítica, ya que
al poner en el tiempo a las formas conflacionistas de teoría cultural, se logra superar las formas
conflacionistas. La modelación morfogenética sigue el mismo patrón establecido a los sistemas
educacionales: condicionamiento-interacción y elaboración. Así, se establece que en un
momento dado hay un sistema cultural predominante, que aunque no carente de
36
contradicciones internas, logra tener consenso causal en los agentes, esto es “ser entendido por
alguien” (Archer 1997:16). Así, se logra tener interpretaciones similares de los elementos o
sucesos del mundo. En el proceso de interacción se produce un momento en que agentes
socioculturales plantean nuevas formas de interpretación del mundo, generando quiebres en el
sistema cultural el cual pierde su consistencia. O, agentes intervienen sobre las inconsistencias
desarrollándolas o limitándolas. Posteriormente a ese momento, la elaboración puede hacer
síntesis buscando la coherencia, o eliminar uno de los marcos interpretativos, o mantener
varios marcos interpretativos al mismo tiempo. Generando una morfogénesis cultural.
Reiniciando el proceso.
En el momento en que se puede interpretar de esta forma el proceso de cambio cultural,
Archer establece que puede haber una modelación del proceso. El cual comienza en el
momento del condicionamiento cultural, sigue con la interacción y termina con la elaboración
cultural. El punto central en este proceso, es que los sistemas culturales cuando encuentran
correlación con las interacciones culturales, o lo que es lo mismo, cuando hay sistematización
en el sistema cultural y una reproducción en los agentes culturales; se generan situaciones de
significación e interpretación para los agentes que puede ser comprendidas como protección.
Los agentes actúan, de manera relativamente uniforme, según un marco interpretativo,
relativamente consistente. Esto es una lógica situacional de carácter cultural. La lógica
situacional, describe la condición en que están los agentes culturales respecto al sistema
cultural, esto es el conjunto de circunstancias ideacionales en las cuales están envueltos. Esta
lógica situacional de protección, implica una “complementariedad concomitante” entre los
diversos conjuntos de ideas que forman el sistema cultural (Archer 1997:219). Lo que hace que
los agentes culturales interesados en el status quo, defiendan la estabilidad dando mayor
densidad cultural, como mayor cantidad de ideas que alcanzan complementariedad lógica entre
sí. Sin embargo, existen variadas configuraciones de situaciones en los sistemas de ideas, las
cuales se relacionan con los agentes culturales, ejerciendo influencias causales en sus actos
culturales.
Entre ellas, Archer destaca las relaciones de complementariedad y contradicción, con
variedades entre ellas de concomitante y contingente, además de coaccionante y competitiva.
Las relaciones de complementariedad implican que en el sistema de ideas hay condiciones de
consistencia lógica entre ellas, donde en el caso concomitante las distintas formas ideacionales
37
logran una relación en la cual “al invocar A se evoca ineluctablemente B, pero como la B de la
cual depende esta A es consistente con ella, entonces B apuntala la adhesión a A” (Archer
1997:194). Lo que genera una lógica de protección del sistema cultural, como sistematización
del sistema cultural y reproducción en la agencia. En cambio, la complementariedad
contingente es una relación consistente entre sistemas de ideas, pero que se realiza de forma
independiente; esto es la consistencia de A con B no deriva de una relación buscada, y como
dice Archer, ineluctable. Esta condición de complementariedad contingente, da cuenta de una
lógica situacional distinta, la cual es la de oportunidad. En el caso de la oportunidad, en vez de
generar la sistematización que genera la ineluctabilidad entre A y B, se produce una
especialización tanto en A como en B, sin tener puentes mayores que las propiedades lógicas
de cada uno por separado. Así, se produce en el nivel socio cultural la condición de
sectorialismo y especialización en el sistema cultural.
Distinta es la lógica situacional cuando A y B no presentan consistencia lógica entre sí. En
este caso se trata de contradicción, la cual puede ser coaccionante o competitiva. En el caso
coaccionante, implica que los que postulan A están obligados a tolerar a los que postulan a B.
Esto se basa en que a pesar de presentar argumentaciones contrarias, no puede ninguno de los
dos eliminar al otro, ya que ambos tienen sentido dentro del mismo sistema cultural. Lo que
hace que la lógica situacional tienda a ser de corrección. Donde se puede corregir A para ser
consistente con B, o B para con A, o ambos a la vez. El punto central es que las mismas
condiciones culturales que hacen que pueda existir A hacen posible que exista B. De esta
forma, no puede evitarse el hecho de que es necesario corregir algunos elementos para generar
posibilidades de entendimiento. Por eso, Archer establece que a nivel del sistema cultural se
producen efectos sincréticos, donde surgen mezclas entre distintos rasgos culturales. Lo
curioso es que en el nivel sociocultural, Archer dice que se forja una unificación entre los
agentes, que no depende de la consistencia del sistema cultural. Por lo cual, los agentes se
verán forzados a buscar los puentes necesarios de consistencia lógica, pudiendo, como se
anticipó, corregir ambos elementos. En el segundo tipo de contradicción aparece la noción de
competencia. La contradicción competitiva implica que ambos elementos, A y B, no pueden
estar juntos conviviendo, su contradicción implica la destrucción de A por B o de B por A. Por
eso, la lógica situacional que se impone es la de eliminación. Como estos dos sistemas de ideas
compiten por dirigir/orientar las ideas de los agentes, se genera un efecto pluralista en el
38
sistema cultural, o sea hay sistemas de ideas que se niegan el uno al otro de forma completa.
Para el caso del nivel sociocultural se presenta la idea del clivaje. El clivaje es una idea, tomada
de la psicología, donde se muestra no solo la adhesión social -necesariamente sectorial- a cierto
sistema de ideas; sino a una forma en la cual la adhesión social implica un rechazo a sus
condiciones contradictorias internas con tal de proteger el sistema de ideas. La figura 1 muestra
el modelo aplicado a la relación entre el nivel sociocultural y el sistema cultural de 1988.
Figura 1: Cuadro sumario de las relaciones entre sistema cultural y nivel sociocultural.
Fuente: Cultura y teoría social. Archer (1997: 316)
Sistema Cultural
Tipos de relaciones lógicas
Qué condición
Contradicción
Complementariedad
Coaccionante
Competitiva
Concomitante
Contingente
Lógica situacional
Corrección
Eliminación
Protección
Oportunidad
Nivel del SIC
Sincretismo
Pluralismo
Sistematización
Especialización
Nivel S-C
Unificación
Clivaje
Reproducción
Sectorialismo
Dualismo realista, condicionamiento estructural y morfogénesis de la agencia: 19952000.
Un segundo paso histórico del enfoque morfogenético está marcado por la incorporación del
realismo crítico de Bhaskar. El cual se produce en el texto de 1995 “Realist social theory: the
morphogenetic approach”. Completando este proceso en 1998 con un libro, en colaboración con
otros realistas, llamado “Critical realism. Essential Readings”. En el primer trabajo Archer realiza la
reformulación de su teoría en sentido realista, completando la crítica a las formas
conflacionistas y la primera exploración hacia el problema de la agencia. Además, se producen
ajustes al modelo morfogenético, solo que ahora se realizarán en planos sociales y culturales. El
cambio notable es el proceso teórico de pasar del dualismo analítico, como un artificio teórico
conveniente, a una formulación de dualismo ontológico. Esto último implica, que agentes y
estructuras son entidades diferenciadas, no solo conceptos convenientemente diferenciables. Ya que la
posibilidad de la diferenciación teórica depende de su condición ontológica. Este primer
elemento es central, porque ahora no pueden coincidir de ninguna forma y en ningún
momento, agentes con estructuras. No pueden confundirse. Ni pueden ser entendidos como
una fórmula dialéctica de mutua constitución constante. Es en este punto en que Archer
39
agudizará la crítica a Giddens que había venido planteando desde 1982 y que retomó para el
tema de la cultura.
Así, se reconstruye el argumento de la morfogénesis aunque esta vez lo hace desde el
realismo crítico. Ahora el intento de la teoría de Archer es articular su trabajo con el de
Bhaskar, donde se busca la forma de hacer síntesis entre los argumentos filosóficos del
realismo crítico con la morfogénesis y el dualismo analítico (Archer 2009:195). Este punto no
es aproblemático, ya que hay elementos de comunión argumental entre Bhaskar y Giddens,
que la misma Archer destaca (Archer 2009:195). Sin embargo, el punto central es que las
estructuras siempre son externas a los sujetos, cosa que Giddens no puede aceptar, ya que en
su argumento las estructuras se realizan en las prácticas de estos. La sociedad no es dual. Y el
dualismo es el arranque teórico de Archer.
Esto en base a que las personas están incrustadas en relaciones sociales, que son las que
generan propiedades emergentes, como formas relacionales de las relaciones sociales. Esto
implica que las propiedades emergentes son reales porque los sistemas sociales lo son. Que
sean relacionales, no significa que no puedan ser observados y analizados, ya que son parte del
mundo. Las personas están relacionadas socialmente y estas relaciones les preceden
condicionándolos. Un miembro de una etnia, ni todos sus miembros en conjunto, fundan la
etnia con sus prácticas. Pueden transformarla o reproducirla. Pero la etnia es anterior y tiene
condicionantes sobre sus miembros: “Quien va a la iglesia o habla un lenguaje encuentra sus
creencias o lenguaje ya formadas al nacer” (Archer 2009:198). Lo que implica que el mundo
está creado previamente a llegada de los agentes actuales, por esto la teoría de la estructuración
para el realismo es una teoría de la “re-estructuración” (Bhaskar en Archer 2009:200). El
realismo de Bhaskar presenta las cosas de una forma distinta “las personas y la sociedad no
están (…) relacionadas dialécticamente. Ellas no constituyen dos momentos del mismo
proceso. Más bien, se refieren a cosas radicalmente diferentes” (Bhaskar en Archer 2009:202).
Si sociedad y personas refieren a cosas radicalmente distintas, el proceso de argumentación
de la teoría debe reconstruir el dualismo sociológico. Esta vez, en todo caso, respetando
condiciones nuevas, como el hecho de que son cosas radicalmente distintas e irreductibles
entre sí, que no se pueden concebir de forma conjunta como dos caras de una moneda. Coexisten como fenómenos y se relacionan, ya que uno deriva del otro, sin embargo es una nueva
entidad. El estudio de su relación dualista, como interfaz o juego mutuo entre agencia y
40
estructura, no depende de una conveniencia analítica. Por esto Archer, reacomoda sus
argumentos para la nueva forma de su teoría: la teorización de los condicionamientos
estructurales; los niveles de distinción dualista entre agencia y estructura; una formulación de
una teoría de la elaboración social y una primera aproximación a la teoría de la morfogénesis de
la agencia.
Los condicionamientos derivan de las situaciones en las cuales los agentes se encuentran,
parte de estos condicionamientos son sociológicos; en tanto relaciones que condicionan las
interacciones con otras personas, con las cosas, con la naturaleza y con las ideas. El
condicionamiento también es realizado por la naturaleza, como impedimentos biológicos o
ecológicos; sin embargo la relación de disposición sobre un pedazo de tierra, como propiedad
privada, es un problema sociológico. Las interacciones con otras personas se realizan a través
de relaciones sociales, que por los recursos -materiales e ideales- que se distribuyen por su
configuración, condicionan las prácticas de interacción. Interacción y relaciones sociales no
coinciden en el realismo. Un ejemplo de esto, lo propone Archer, para el caso del feudalismo
donde existen formas jurídicas que relacionan a siervos y señores en una forma necesaria. Lo
que impone condicionantes a las formas de interacción entre las personas “Derechos de
posesión de la tierra y obligaciones asociadas de fidelidad y protección” (Archer 2009:239).
Estos elementos no son de ninguna manera solo relaciones interpersonales, de carácter
interaccional espontáneo, ya que estas relaciones de complementariedad necesaria los preceden
y el condicionamiento ejercido depende de relaciones que tenga esta institución con otras;
como las relaciones que mantenía la iglesia católica como organización, con el orden jerárquico
medieval y las instituciones económicas feudales. En este ejemplo se puede observar que las
estructuras, no solo son las acciones e interacciones de las otras personas2, sino la forma de
esas
relaciones
sociales
programadas
como
instituciones
que
traen
aparejadas
condicionamientos sobre sus acciones como imperativos, prohibiciones y permisiones.
De un punto de vista fenomenológico la idea de que la tribu es anterior al miembro de la tribu, solo
constata la condición de existencia del mundo y esto puede ser compartido por la teoría de la
estructuración. El argumento central del realismo es que la tribu tiene una configuración de
instituciones que le provee de propiedades emergentes marcando la discontinuidad entre el miembro y
la tribu, las cuales fijan las relaciones internas y externas de la tribu como situaciones que los miembros
deben enfrentar necesariamente.
2
41
Estas condicionantes que Archer estipula son propiedades emergentes de las formas de las
relaciones sociales que siendo externas a los sujetos tienen consecuencias sobre sus vidas.
Donde aparecen condicionamientos en tanto constricciones y habilitaciones, como pueden ser:
la ubicación involuntaria en una posición de la estructura social; los intereses creados asociados
a esa posición; los costos de oportunidad que tienen esos intereses creados; los grados de
libertad interpretativa sobre esos costos de oportunidad. Y, como concepto resumen y general
de los condicionamientos: la guía direccional. La importancia que tienen estos
condicionamientos, es que generan vías de acción y de diseño de acción diferentes para las
personas. Unos podrían suspender la persecución de algunos intereses materiales por ideas
contrarias a ellos, generando una disyunción entre apreciación cultural negativa y posibilidad
material positiva. No siempre se actúa según un procedimiento utilitario. Los
condicionamientos materiales y culturales son limitaciones y posibilidades de acción, los cuales
pueden ser sociales, naturales o prácticos. Estando estos condicionamientos distribuidos, de
forma desigual cuantitativa y cualitativamente, aunque no a priori, en las posiciones
estructurales que son resultado de la estructura social. Estos condicionamientos hacen que las
personas generen cursos de acción en relación con ellos. Estos cursos de acción pueden evadir,
enfrentar o aceptar la guía direccional de los condicionamientos.
Esas condiciones de las situaciones estructurales y culturales generan cierto tipo de lógicas
específicas, que dadas las condiciones de compatibilidad e incompatibilidad, “pueden ayudar o
impedir las operaciones entre ellas” (Archer 2009:293). Las que pueden ser necesarias o
contingentes, siendo esto último que las operaciones entre ellas son necesarias entre sí, o que
pueden darse conjuntamente sin necesidad directa. Donde se forjan cuatro configuraciones
institucionales:
complementariedades
necesarias;
complementariedad
contingente;
incompatibilidad necesaria e incompatibilidad contingente. Quedando las cuatro formas, con
cuatro lógicas situacionales: (complementariedad necesaria) protección; (incompatibilidad
necesaria)
corrección;
(incompatibilidad
contingente)
eliminación
y
(compatibilidad
contingente) oportunismo (Archer 2009:295). Lógicas situacionales que no son iguales para
todos los grupos, ya que dependen de los intereses creados de las posiciones. Este punto de las
condiciones de las lógicas situacionales viene a complementar la primera formulación del
proceso de morfogénesis cultural de 1988, ahora agregando planos de instituciones sociales y
no solo de formas ideales. En la figura 2 puede apreciarse este nuevo esquema.
42
Figura 2: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social.
Origen: Teoría social realista, el enfoque morfogenético. (Archer 2009: 400)
Contradicciones
Complementariedades
Necesarias
Contingentes
Necesarias
Contingentes
Lógica situacional
PCE
Corrección
Eliminación
Protección
Oportunismo
Nivel SC
Nivel S-C
Sincretismo
Unificación
Pluralismo
División
Sistematización
Reproducción
Especialización
Seccionalismo
Compromiso
Contención
Competencia
Polarización
Integración
Solidaridad
Diferenciación
Diversificación
PEE
Nivel SS
Nivel IS
Esta figura logra dar cuenta de los procesos sistémicos, tanto culturales como estructurales,
que van definiendo los distintos momentos morfogenéticos, donde tres de estas lógicas
implican posibilidades de cambios como: la corrección, la eliminación y el oportunismo.
Siendo la lógica de protección una forma clásicamente morfoestática. Sin embargo, como
siempre, la lógica situacional de protección puede ser para un grupo, y dependiendo de
condiciones culturales y estructurales sistémicas, como crisis de operación entre instituciones o
sociales como nuevas alianzas de grupo, se puede pasar a una relación de complementariedad
contingente y una lógica situacional de oportunismo para otro. En cuyo caso, suceden nuevos
acontecimientos en la fase 2, pasando abiertamente a una lógica situacional de eliminación,
asociada a una contradicción contingente. Donde puede haber competencia y/o polarización,
pudiendo buscarse la eliminación del otro grupo de su posición privilegiada, o al menos limitar
sus posibilidades diversificando el acceso a recursos. Dando lugar a una elaboración
sociocultural en el momento tres del ciclo morfogenético, con cambios en el acceso a recursos.
Pudiendo terminar en una contradicción necesaria con lógicas de corrección en tanto
compromiso institucional y contención social.
De esta manera, se puede pasar en los momentos del ciclo por diferentes formas de lógicas
situacionales, con sus configuraciones sociales y sistémicas (culturales y materiales). Las
características del ciclo en cada uno de sus momentos dependerán de las condiciones históricas
mismas. Pudiendo generar mayores combinaciones entre los momentos del ciclo. E incluso,
pudiendo estudiar cada nivel agencial y sistémico, total o parcialmente, como un proceso
morfogenético por sí mismo, como el caso de los sistemas nacionales de educación, que sería
43
un proceso morfogenético de un sistema social parcial ocurrido durante el siglo XIX. Sin
embargo, de que se pueden estudiar los grandes cambios societales, como las condiciones de
un cambio epocal, como de la edad media a la edad moderna, o del feudalismo al capitalismo,
por medio del mismo método de análisis morfogenético no debe dudarse. De hecho, todo
dependerá del nivel del proceso que se esté estudiando. Por supuesto, conservando la
distinción entre agencia y estructura, en sus niveles de emergencia, con las fases
morfogenéticas.
Los niveles de agencia y estructura son extremadamente relevantes para la teorización
realista de Archer. Ya que se trata de saber, cuáles son los estratos de realidad en que agencia y
estructura tienen un juego mutuo. Porque, como se debe comprender, cuando una persona se
relaciona con su rol de forma no atingente, no tiene muchas grandes consecuencias sistémicas,
incluso si es un rol muy importante; pero en cambio si es un agente corporativo o grupos de
agentes corporativos frente a la estructura institucional, las consecuencias pueden ser
profundamente morfogenéticas para el orden social. Como ya se sabe, la estructura hace
alusión a la idea de las partes y la agencia a las personas. Las partes son la configuración de
instituciones sociales vueltas entidades con propiedades emergentes, y las agencias son las
distintas formas en que los seres humanos despliegan sus capacidades de acción. El punto
central de esta distinción es que las formas estructurales, como relaciones interinstitucionales,
no tienen una correspondencia necesaria con el plano agencial. Donde existen contradicciones
sistémicas, no tiene por qué haber conflicto en la dimensión social, o sea no hay correlación
positiva necesaria entre la integración sistémica y la integración social. El elemento estructural
antecede temporalmente, y condiciona material e idealmente, a la agencia en todos sus niveles.
Esta relación entre estructura y agencia se encuentra estratificada en niveles de emergencia. Los
estratos de la estructura que Archer identifica son: las posiciones, los roles, las instituciones y
los sistemas. Y los estratos agenciales son: las colectividades, los actores individuales, los
grupos organizados y las poblaciones. Donde las posiciones entran en juego mutuo con las
colectividades, los roles con los actores individuales, las instituciones con los grupos
organizados y los planos sistémicos con las poblaciones. Esto puede apreciarse con propiedad
en la figura 3.
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Figura 3: El dualismo analítico en la teoría social
Origen: Teoría social realista. El enfoque morfogenético (Archer 2009: 259)
Integración sistémica
Sistémico
Institucional
Roles
Posiciones
Integración social
---------juego mutuo----------- Poblaciones
---------juego mutuo----------- Grupos organizados (agencia corporativa)
---------juego mutuo----------- Actores individuales
---------juego mutuo----------- Colectividades (agencia primaria)
De esta forma, hay diferencias entre estructuras y agentes en tanto entidades ontológicamente
distintas. Y hay diferencias internas a las estructuras y agentes en tanto estratos de emergencia
diferenciados dentro de las mismas entidades. Dados estos elementos, el punto del realismo
morfogenético está en examinar estos juegos recíprocos a través del tiempo. Esto implica,
necesariamente, que en el juego mutuo se verifican relaciones como: a) las relaciones de la
estructura hacia la agencia en tanto situaciones condicionantes; y b) las relaciones de la agencia
hacia la estructura como soluciones reflexivas de los agentes. De esta forma, se desarrolla el
juego mutuo. Este juego mutuo implica en su desarrollo una temporalidad. Donde comienza
en la estructura condicionante, sigue en la interrelación entre estructura con la agencia y
continúa en la transformación o reproducción de la estructura por parte del agente. Donde las
diferentes formas de agencia y las diferentes formas de partes, generan en el tiempo una
relación de juego mutuo. Esto es relevante, ya que el juego mutuo de los niveles de agencia y
estructura, están irremediablemente relacionados con el tiempo. En el tiempo la relación
agencia y estructura resulta no conflacionaria.
Esta relación, es una relación, porque dos entidades reales con modos de operación distintos
se conectan en un juego mutuo temporal. De hecho, dos o más agentes con cursos de acción,
derivados de distintos niveles de emergencia de las estructuras, realizan una interacción copresencial o mediada realizando intercambios; como cuando se presenta un requerimiento
judicial o cuando se cierran negocios entre representantes de corporaciones. Siempre hay
interacción, pero los agentes al estar en situaciones estructurales con propiedades emergentes,
deben realizar cursos de acción condicionados a esos niveles de emergencia. El argumento
general de Archer, es que esta conexión, como juego mutuo entre estructura y agencia, se
realiza por medio de tres tipos distintos de relaciones: “la confluencia de deseos, la obediencia
inducida por el poder y el intercambio recíproco” (Archer 2009: 391). Un punto central es que
el modo de relación es distinto de lo que se traspasa de una entidad a la otra, aquello que
45
circula entre agentes está condicionado por la estructura, a través de la cual, mediada por las
acciones de los agentes, se mueven recursos: “riqueza, sanciones y conocimiento técnico”
(Archer 2009:392). Estos elementos Archer no los considera medios sociales generalizados:
“sino que ellos mismos son propiedades relacionales: su status es de propiedades emergentes”
(Archer 2009: 391). De esta forma, son parte del modo de operación de las estructuras sociales,
de sus propiedades emergentes. Estos elementos estructurales proveen a los agentes, en
distintos niveles de emergencia, de tres capacidades en distintos niveles de emergencia, esto es:
es la “capacidad de negociación”, la “fortaleza negociadora” y el “poder transformacional”
(Archer 2009:393).
El primer elemento trata el punto de “la disponibilidad diferencial de recursos para varios
agentes es entonces el fundamento de la capacidad de negociación” (Archer 2009:393). Esta
capacidad está asociada a las agencias primarias, las cuales parten de una distribución inicial de
recursos desde donde deben producir sus cursos de acción respecto a los recursos disponibles,
generando posiciones con ventajas o desventajas dadas las acumulaciones realizadas. Así, la
capacidad negociadora de los grupos dependerá de los grados de concentración de los
recursos, y los grupos con acceso a una distribución cuantitativamente menor de todos los
tipos de recursos disponibles tendrán una posición negociadora más débil y al revés. El punto
central de Archer es que son los grupos con mayor acceso a recursos “los que tenderán a ser
responsables de la mayoría de los cambios, mientras quienes están en la primera posición no
podrán implementar modificaciones significativas” (Archer 2009:396). Sin embargo, para tratar
el punto de la elaboración social de estructuras, hay que pasar a un segundo nivel, ya que las
posiciones como elemento estructural se opone a las colectividades como elemento agencial,
pero la colectividad no es precisamente un agente con capacidad de articulación de sus
intereses. Sino que son los “grupos corporativos” los que pueden entrar en relación con las
instituciones bregando por la distribución de los recursos. Estos grupos corporativos “se
distingue de los agentes primarios... en virtud de su organización interna y la articulación
pública de sus objetivos” (Archer 2009: 399).
De esta manera, el problema ahora está puesto en una capacidad agencial de segundo orden
que es la “fortaleza negociadora”. Este atributo, de un grupo específico, se debe entender en el
sentido de que los grupos no solo tienen una posición en la distribución de recursos, sino que
tienen una “relación particular con los otros agentes corporativos implicados” (Archer 2009:
46
398). Donde la relación es un asunto de grados que va de la total dependencia de Y frente a X
a la total independencia de Y frente X, pasando por las relaciones de “intercambio recíproco”.
El tercer nivel que llama “poder transformacional y reproductivo”, es una relación ahora entre
las poblaciones y el nivel sistémico, por lo tanto no está sujeto a las capacidades directas de los
agentes corporativos. Sino que es la relación entre las propiedades emergentes estructurales y
culturales con las propiedades emergentes de las personas. En este punto, simplemente, los
poderes transformacionales de las agencias dependen de las condiciones generales de las
estructuras institucionales y culturales, donde puedan presentar conjunciones y disyunciones.
Estas conjunciones y disyunciones que a los agentes corporativos se les presentan en las
situaciones sistémicas deben ser abordadas y resueltas. Una conjunción morfoestática implica
“una hegemonía de la sistematización o sincretismo en el nivel del sistema cultural” (Archer
2009: 407). Que no tiene a un agente corporativo cultural que se oponga idealmente, y de la
misma forma a nivel estructural, dando cuenta de una situación en que “hay una
superimposición de elites y una concentración pesada de recursos que en conjunto evitan la
cristalización de una oposición” (Archer 2009: 407). Así, la integración entre instituciones
como forma estructural va acompañada de solidaridad entre agentes en el caso de una
complementariedad necesaria, o una contención en el caso de una contradicción necesaria.
Estos elementos no siempre están en la misma combinación, ya que pueden darse casos de
conjunción entre estas propiedades culturales emergentes, propiedades estructurales
emergentes y propiedades emergentes personales. Así, puede llegar a elaborarse un orden con
uno o varios grupos corporativos, estructuralmente dominantes y culturalmente hegemónicos;
donde si son elites múltiples, o un grupo de propiedades superpuestas, resulta un problema
empírico.
Para que una agencia, no solo la agencia ya que hay múltiples formas subjetivas y de
alineamiento de individuos, llegue a ser un grupo organizado debe realizarse un proceso de
morfogénesis de la misma agencia corporativa. Tal como había anticipado, en el proceso de la
teoría del condicionamiento estructural, ya que la forma estructural es posible de estudiar en
procesos morfogenéticos de tres fases y así mismo puede ser la agencia corporativa e
individual. Esto ya que “la agencia guía la elaboración estructural y cultural, pero ella misma es
elaborada en el proceso” (Archer 2009:331). El punto de Archer es el mismo que para el caso
de la estructura, hay relación entre agencia y estructura, pero esta vez se trata de la agencia
47
misma. En este caso hay también dos versiones fuertes: la primera es que la sociedad aporta
todo a la agencia y los individuos entonces son un “agente social” que sin la socialización son
solo “un material indeterminado” (Archer 2009:333). Una segunda postura es “el modelo de
hombre”, que con otros similares, dan vida a la sociedad en base a sus “disposiciones innatas”
racionales o de otro tipo (Archer 2009:333). La primera idea corresponde al conflacionismo
descendente y la segunda al ascendente. Como es obvio, también hay versión central donde se
sostiene que: “el ser humano es social y que la sociedad penetra en cada acción, con lo que el
ser humano y la sociedad se hacen sinónimos” (Archer 2009:333). En cambio, el enfoque
morfogenético distingue fuerte. Y con esto se quiere destacar: la irreductibilidad entre “el ser
humano”, “el agente social” y “el actor social” (Archer 2009:333). Siendo esta distinción, un
modelo estratificado de agencia, en su primera formulación de 1995. La cual se genera, como
ya resulta, relativamente obvio, en tres fases.
Para la teorización sociológica de la agencia, Archer advierte que puede haber más niveles
como el físico o biológico, la teoría al menos debe distinguir entre las personas, los agentes y
los actores. Sin embargo, al ser niveles estratificados no implica que no estén soportados sobre
el individuo, como dice Archer: “…la persona humana apadrina al agente que, a su vez,
apadrina al actor, tanto filo como ontogenéticamente” (Archer 2009:341). Así, distintos cursos
de acción de los individuos como agencia, en distintos niveles de emergencia estructural como
situaciones, entran en relación. El punto está en la forma que toma la agencia en esas
situaciones, ya que no actúan los individuos como individuos precisamente, sino bajo
condiciones emergentes de su forma humana. El primer punto de la agencia en general, es que
los seres humanos como agentes son “agentes de algo” (Archer 2009:343). Agencia proviene
del latín agentia, el que hace. Por lo tanto, establece la relación de las personas con el mundo, así
el primer argumento sobre la agencia fuera de su condición de individuos humanos, es que
“Los agentes se definen como colectividades que comparten las mismas oportunidades de
vida” (Archer 2009:343) Y, a posteriori, de la relación entre colectividad y posición estructural,
es que se puede hablar de un actor individual. Los agentes que son, inevitablemente, seres
humanos que le dan la capacidad de acción y reflexión a la agencia, se dividen al menos en dos
formas: los agentes primarios y los corporativos. Los agentes corporativos se caracterizan por
su organización para un fin, ya que:
48
pueden participar de una acción concertada para cambiar o mantener la característica
estructural o cultural en cuestión…incluye grupos autoconscientes de intereses creados,
grupos de promoción de intereses, movimientos sociales y asociaciones defensivas. (Archer
2009:345).
Los agentes primarios o colectividades “carecen de opinión sobre el modelamiento estructural
o cultural” (Archer 2009:346). Ya que habitan los contextos estructurales y culturales que los
agentes corporativos pasados han creado como sistema institucional e ideal. Los agentes
primarios “no pueden ni articular proyectos ni movilizarlos para su logro” (Archer 2009:349).
Al menos proyectos de carácter estructural. Sus condiciones y posibilidades implican, solo
cambios demográficos, donde o son muchos o demasiado pocos de una misma colectividad,
por ejemplo saturando mercados o teniendo control monopólico de ellos. Así, implican las
condiciones de lo que comúnmente se denomina en sociología: estratificación social (Archer
2009:343).
En la idea de Archer, se realizan tres morfogénesis agenciales cuando se trata de los
procesos de morfogénesis estructural. Esto es, que de la forma humana individual se realiza la
condición de agente primario o colectividad al estar en una determinada posición, con
oportunidades de vida específicas como ventajas y desventajas. Las cuales están representadas
en los roles, que como actores individuales, pueden ejercer o prepararse para ejercer. En este
punto, ya hay una doble emergencia desde su condición de humano como es la colectividad y
actor individual. Sin embargo, el proceso de morfogénesis estructural abarca la morfogénesis
triple, donde estas formas de agrupamiento social y cursos de acción individual se vuelven
grupos organizados o agencia corporativa. Los cuales ingresan en defensa de los intereses
creados de las posiciones, intentando representar colectividades o desarrollando proyectos de
transformación estructural y cultural. Con esto, Archer espera un aumento de agencias
corporativas y nuevas propiedades emergentes sistémicas que redefinan las posiciones
estructurales, y con ello a las colectividades y actores individuales. Reiniciando el proceso.
La agencia, la conversación interna y los tipos de reflexividad: 2000-2012
La agencia como concepto y su modo de participación en el proceso morfogenético se vuelve
el objeto principal de estudio de Archer a partir del año 2000. El enfoque morfogenético ha
49
mostrado sus capacidades por medio del dualismo analítico, modelizando la transformación
estructural en tres fases temporales. Posteriormente ha dado un giro filosófico con un
trasfondo realista, donde realiza el esfuerzo de demostrar como el enfoque morfogenético es
sintetizable con el realismo de Bhaskar, rediseñando su teoría. Sin embargo, el problema de la
agencia reflexiva ha sido débilmente abordado, de hecho no se ha profundizado en una
descripción sobre su proceso “morfogenético” individual. Además de no poseer conceptos
para la agencia manejables por los investigadores. Se puede decir que hay una máquina, pero
no se conocen las tuercas ni los tornillos ni sus engranajes, usando la metáfora de Jon Elster.
A partir de la publicación de “Being Human: the problem of agency”. Comienza una nueva etapa,
centrada en conceptos que se han manifestado solo como parte del proceso de la
morfogénesis, pero que ahora ocuparán la labor de Archer. Estas nociones son ser humano;
individuo; agencia primaria; agencia corporativa; identidad personal; identidad social;
proyectos; preocupaciones y, sobre todo, reflexividad. Todas ellas serán parte de esta nueva
fase que será desarrollada en cuatro libros. Completando la saga y tetralogía de “The Archers”
como lo describiera Anthony King (King 2010). Tres argumentos destacarán en este proceso
de trabajo teórico con la agencia: el primero es la descripción específica de la formación de la
identidad personal como un proceso interno de las personas en relación con el mundo, en
tanto morfogénesis de las fases de ego. Un segundo argumento general, destacado en los textos
y extremadamente importante, es la idea del vínculo entre estructura/agencia visto desde los
individuos, o lo que llama Archer la “conversación interna”. Que es el modo en que la agencia,
con sus diversas fases de ego, enfrenta los condicionamientos de las situaciones sistémicas. La
conversación interna está incrustada en una triada conceptual de preocupaciones-proyectos y
prácticas; que será destacada como un modo de entender el proceso de juego mutuo en la
agencia. Un tercer argumento grueso, puesto en estos trabajos, es argumentar cómo las
diversas formas de “conversación interna” enfrentan las situaciones sistémicas. Donde Archer
destacará al menos cuatro formas de reflexividad. Argumentando finalmente, que los modos de
reflexividad tienen una impronta sobre los proyectos de las personas, pudiendo caracterizar a
distintas colectividades e identidades personales por medio de los modos o formas predominantes de
reflexividad. Así, hay una correlación positiva entre tipo de contexto estructural, modo de
reflexividad predominante en los individuos y los proyectos diseñados frente al contexto
estructural.
50
La agencia, como ya se expuso, toma diversas formas de acción como propiedades
emergentes, las cuales forjan niveles de una agencia como: colectividad (agencia primaria),
actores individuales, grupos organizados (agentes corporativos) y poblaciones. Esto en el libro
de 1995. Sin embargo, en el texto dedicado a la agencia cinco años después, las distinciones
sobre la agencia son re articuladas en: “el Yo, la persona, el agente y el actor” (Archer 2000:
254). Haciendo una profundización hacia el interior de los individuos en el proceso interno de
elaborar posibles cursos de acción y/o proyectos frente al mundo. Esto, ya que la agencia
como elemento de la integración social, no solo tiene una morfogénesis de acción, desde la
colectividad a los agentes corporativos en los procesos de morfogénesis estructural, sino que
también un proceso interno de las personas como una morfogénesis identitaria en diferentes
fases de ego. Esto no puede ser de otra forma, ya que para que se realicen proyectos colectivos,
no solo deben estar las condiciones estructurales, como intereses creados sobre recursos con
costos de oportunidad asociados, sino que deben estar presentes en la agencia formas de
agrupamiento, que como agencia corporativa necesitan de una forma de identidad colectiva
por parte de las personas: un Nosotros. Este Nosotros, es una fase de ego al interior de las
personas que como forma de identidad social posibilita la acción colectiva. Como lo dirá varios
años después: “Las ventajas objetivas tienen que ser consideradas subjetivamente ventajosas,
los beneficios objetivos tienen que subjetivamente valer la pena y los avances objetivos han de
ser subjetivamente deseables” (Archer 2007:89). Y estas ventajas objetivas, como intereses
creados sobre recursos materiales e ideales, pueden estar puestas para individuos o para
agencias corporativas; en cuyo caso si no están las condiciones subjetivas en las agencias
primarias para formar agencias corporativas, podrían no solo no ser perseguidas sino incluso
no ser percibidas, pagando costos de oportunidad muy altos.
Así, en el argumento sobre la agencia de 1995 aparece el proceso de transformación de una
agencia primaria a una agencia corporativa y sus implicancias estructurales. En cambio en el
argumento de Being Human se trata del proceso interno a las personas, como formación de
identidad, a través de la generación de preocupaciones primordiales estables. Donde se
encuentra el proceso de formación del Yo, del Mí, del Nosotros y del Tú. Esto es relevante, ya
que la agencia está enclavada o sostenida, necesariamente, en los individuos. Donde todo
despliegue de un actor corporativo como acción colectiva, es también parte de un despliegue
de la forma Nosotros, desde las identidades personales de los individuos.
51
El primer elemento que Archer enfrenta es el proceso de formación de la identidad personal
en la teoría social, donde como resulta obvio hay tres posturas. La primera es la conflacionista
descendente, en la cual se argumenta una relación directa entre estructura y agencia, la
socialización hace su trabajo y las personas resultan un espejo de las formas estructurales, ya
que los individuos no son sin la sociedad otra cosa que un material indeterminado. Esta es la
esencia teórica del homo sociologicus. De esta forma, la acción de los individuos está programada
porque no pueden procesar sus situaciones más allá de los marcos que la sociedad les ha dado.
En el segundo caso, de conflacionismo ascendente, el argumento pasa por la naturaleza propia
del ser humano sin sociedad, donde la humanidad posee propiedades intrínsecas, que no
dependen de la sociedad y con el cual se desenvuelven en la vida social. El hombre es un ser
programado naturalmente. Como el caso del neoclasicismo económico, donde se trata de un
ser que busca constantemente el placer y evitar el dolor, haciendo cálculos de utilidad y
rigiendo su acción con estos. En el caso del conflacionismo central, hay un proceso formativo
social del individuo, como aprendizaje en sus diversas formas. Sin embargo, como no hay
discontinuidad e independencia entre sociedad e individuo, ya que todo pasa por sus
experiencias prácticas en el mundo, las cuales se van desarrollando conjuntamente; nunca
tienen una forma definida y puede auto transformarse, ya que todo está en su cabeza: “La
mente es una metáfora del mundo, de objetos los cuales en sí mismos, no son sino un círculo
interminable de metáforas que se reflejan mutuamente” (Bourdieu en Archer 2000:172).
El punto de Archer es que, obviamente, hay distinciones fuertes entre mundo y personas, sin
embargo las personas en sí mismas son afectadas por el mundo, aprenden en él y de él. Pueden
transformarlo y en ese proceso transformarse a sí mismos, pero las diferencias de propiedades
y de tiempos hacen que no sea un juego de espejos constante. En el argumento de Archer, esto
es un proceso de formación identitaria que se realiza en relación con el mundo, que define los
procesos de acción agencial que se realizarán en él. Así, los seres humanos se forman en relación
con el mundo como agentes, y esta relación de socialización genera las formas subjetivas, que se
portarán en el diseño de acción frente a la estructura posteriormente. Sin identidad colectiva,
no hay agencia corporativa ni actores colectivos, por muchas condiciones estructurales que
existan. Y es que todas estas formas identitarias están puestas en los individuos mismos,
quienes las ejercen en distintos estratos sistémicos, ideales o materiales, generando acciones
diferenciadas con identidades diferenciadas.
52
Así, el proceso ontogenético de morfogénesis de la estructuras, depende del proceso
filogenético de la formación de los agentes, que sean capaces de su cambio o permanencia. Y
es este punto donde se concentra Archer. Los seres humanos poseen muchas capacidades
propias e intransferibles, además de irreductibles a otro elemento del mundo, entre las cuales
está la capacidad de emoción, reflexión, volición y acción3. Este se podría decir es el principio
antrópico de Archer. De estas propiedades, se genera la vida interna, donde estos atributos se
ponen en funcionamiento, ya que: “Como seres humanos sabemos que vivimos una rica vida
interna: que estamos en continua comunión con nosotros mismos y que participamos
continuamente comentando los eventos sucedidos a nuestro alrededor” (Archer 2000:193). Lo
que implica que se debe enfrentar al mundo en sus tres dimensiones: el orden natural, el orden
práctico y el orden normativo. Estos tres órdenes son fuente de las preocupaciones sobre las
cuales se genera un diálogo interno que se realiza “entre nuestras humanas preocupaciones y
nuestros comentarios emocionales sobre ellos” (Archer 2000:230). La emocionalidad surge de
la relación con estos aspectos del mundo, desde las cuales se importan hacia dentro de los seres
humanos, emociones asociadas a estos ordenes como: la visceralidad por la relación con el
orden natural generando la preocupación del bienestar físico; la destreza frente al orden
práctico generando la preocupación sobre el desempeño para logros y la normatividad frente al
orden social, generando la preocupación de la autoestima (Archer 2000: 199). Sobre estas
fuentes de preocupaciones, se levantarán las “preocupaciones primordiales”, que son producto
de la jerarquía que los seres humanos le asignan a estas preocupaciones. Sin embargo, la
formación de preocupaciones primordiales estables es un proceso filogenético, el primer
elemento necesario para que la conversación interna de seres humanos adultos se desarrolle.
Las preocupaciones en general, y las preocupaciones primordiales en específico, también se
desarrollan en un ciclo morfogenético de tres fases temporales, el cual es: discernimiento,
deliberación y dedicación (Archer 2000:231). El elemento central es este punto, es que se forja
La antropología fundamental de Archer es algo que no se ha realizado, sin embargo se puede suponer
al menos estas propiedades. La exclusiva propiedad de acción de la agencia es un principio sociológico
bastante aceptado. La volición es derivada de las críticas conflacionistas, las personas realizan acciones
con voluntad, lo que no implica que esa acción extraiga de sí misma su condición de volición, el
condicionamiento material e ideal, solo tiene sentido si ese condicionamiento es aceptado, voluntad no
implica libertad o deseo. La reflexividad es quizás una de las propiedades menos desarrolladas en
sociología, tanto por las teorías conflacionistas descendentes, ascendentes y centrales. Y es el foco
principal de la obra de Archer a posteriori del año 2000.
3
53
una relación no solidaria, dice Archer, entre el Yo y el Tú. El Yo, que es una fase de ego, es
caracterizada como “el agente de toda acción, es espontáneo y libre, porque el yo define toda
situación sin tener en cuenta el hábito o lo precedente” (Archer 2000:229). En cambio, el Tú,
también fase de ego, tiene la característica de que es “ontológica y lógicamente distinto, está
comprometido a las reglas de la comunidad” (Archer 2000: 229). Esta relación forja la
conversación interna, distintas emociones desde distintos elementos del mundo, entran en
juego mutuo con estas distintas fases de ego. Por ejemplo, la condición de poder hacer algo en
un plano solo de efectividad por parte del Yo no implica que deba hacerse en un plano
normativo del Tú; como en los mercados donde hay que pagar por los objetos para
consumirlos y no simplemente tomarlos de las estanterías. Estas condiciones de bienestar
corporal, de destrezas prácticas y de adecuación normativa, entran en relación forjando
emociones de segundo orden. Las cuales corresponden a formas somáticas, intelectuales y
capacidades técnicas. Sobre esta relación, es que el Yo y el Tú, en un “trabajo conjunto revisan
los proyectos en los cuales ellos pueden invertir su atención” (Archer 2000: 232). El
discernimiento implica esta relación, como “revisión preliminar de aquellos proyectos que
tenemos razones para considerarlos valorables” (Archer 2000: 233). La deliberación es el
momento “culminante en que nuestras preocupaciones son discriminadas entre ellas” (Archer
2000: 235). En este punto, se recuestionan las preocupaciones y se revaloran, modificando los
proyectos a seguir. El último momento es la dedicación que “representa el momento
emergente en el cual, los previos dos momentos de interacción dialógica, son llevados al
interior de la persona” (Archer 2000:237). En esta fase se completa el diálogo, siendo “un
momento de conflicto conversacional, para el término (provisional) del diálogo que tiene el
logro de priorización y alineamiento” (Archer 2000:238). Aquí se puede decir, que la razón
agencial, aquella que Archer coloca como causa, se ha formado.
Es este proceso de relación con el mundo, el cual es necesariamente temporal, aunque
dependerá de las condiciones de la agencia frente a las condiciones del mundo, se irá
definiendo la identidad personal. Ya que se enfrentan distintas fuentes de emociones a través
de distintas propiedades personales. A lo largo de las trayectorias vitales es que se forja la
identidad personal (Archer 2000:241). Y así, al variar las condiciones a lo largo de la vida
individual, varían también las formas de procesamiento de las fuentes de contacto con el
mundo. Donde las capacidades personales también serán afectadas por las fuentes de
54
emociones, pudiendo variar las condiciones para que un asunto que era objeto de
preocupación deje de serlo en el futuro y al revés. Las preocupaciones primordiales estarán
asociadas a estas fuentes de relación con el mundo, sobre las cuales se forjan compromisos,
donde “En lugar y en solidaridad, el Yo llega a identificarse con sus preocupaciones
primordiales” (Archer 2000:241). Esto implica un proceso en que las personas al entrar en
relación con el mundo generan compromisos con alguna forma de ego por medio de la
conversación interna, desarrollando distinto tipos de identidad en el entramado de las fases de
Ego. Correspondiendo al Yo, el Mí, el Nosotros y el Tú.
El proceso de generación de preocupaciones como conversación interna, que es
básicamente, lo que he delineado hasta el momento, se complementa con el proceso de
diferenciación individual formando colectividades. Para Archer este proceso comienza con los
individuos en base a este Yo que confronta al mundo, los cuales en el proceso de estar en una
posición específica de la estructura sistémica tienen ventajas y desventajas, produciendo una
diferenciación entre los individuos. Los cuales incorporan las condiciones de una colectividad,
que como agencia primaria implica un Mí, en el que los poderes agenciales “son
condicionados, no determinados, por los contextos socioculturales en los cuales las personas
viven” (Archer 2000:269). Las personas comienzan a tomar una forma sociocultural, ya que,
como insiste Archer, los agentes son agentes de algo. Y ese algo no es intrínseco al ser humano
sino que es dado por su estancia en el mundo, sobre el cual deben resolver las condicionantes
socioculturales que se instalan como preocupaciones, desarrollando conversación interna y
diseñando productos prácticos de acción: proyectos. Este proceso, que es ontogenético y
filogenético, pero que Archer destaca ahora su filogénesis, en tanto lo que describe es la
formación de la identidad de la persona.
Este comienzo de diferenciación, donde los contextos socioculturales comienzan a
condicionar a las personas, generando similitudes y diferencias entre ellas, por medio de la
experiencia y diálogo interno de los sujetos en los contextos, es de carácter privado. Prosigue
por medio de la socialización hacia planos colectivos que preagrupan a las personas. La cual
terminará en la consolidación de su forma de agencia primaria y puede llevar, dado el caso
55
empírico4, a la generación de una agencia corporativa, cuando se procede a la persecución de
intereses materiales o ideales. Pasando al plano público como agencia corporativa.
La agencia corporativa puede realizar proyectos con carácter institucional directo, como
retención de condiciones y aumento de beneficios, ya que capacidad de transformación
estructural es alta. Un punto central es que la agencia corporativa está definida en la identidad
personal como un Nosotros, donde el horizonte de realización de proyectos es colectivo. La
agencia corporativa es una de las formas agenciales más tratada por Archer, ya que de ella
depende, dentro de su esquema de agencias corporativas reproductoras y transformadoras de la
estructura institucional, los procesos morfogenéticos y morfoestáticos de la sociedad.
Siguiendo con la secuencia filogenética se generan los actores etiquetados con el Tú. Los
actores son un despliegue de la identidad personal en las agencias corporativas, en las cuales se
produce un proceso en los individuos que Archer denomina personificación. Los actores
realizan personificaciones, sobre las condiciones socioculturales emergentes en las cuales están,
como una fase de ego ad-hoc a los roles, relacionados con esas situaciones socioculturales. Y
para esto, necesariamente y de forma inevitable, arrastran sus formas de Mí y Nosotros, a
través del Yo. La nueva condición que tienen los actores en el esquema de Archer, es que la
personificación realiza un compromiso con su forma inicial, afectando al Yo, ya que realiza
proyectos derivados de los roles. Los cuales pueden coordinarse con otros en acciones
colectivas uniformes o en acciones diferenciadas integradas. Siempre, en todo caso,
personificados como actor.
En los siguientes textos Archer intentará mostrar, cómo el proceso de generación de
preocupaciones en relación con el mundo resulta una forma adecuada de dar cuenta de la
relación agente/estructura. Donde la conversación interna en su proceso de discernimiento
“Dado el caso empírico” es una alusión bastante relevante para el realismo morfogenético de Archer.
Ya que la teoría presenta un utillaje conceptual lo más presto posible para el análisis, pero las
condiciones de énfasis dependen de la empiria misma. No teniendo preeminencia ontológica ninguno
de los niveles ni dimensiones a priori. De esta forma, es una teoría que tiene la gracia de describir, no de
normar como debiera ser la realidad social, de acuerdo a un patrón ontológico pre-establecido por
alguna filosofía. Así, la agencia corporativa aludida puede generarse desde planos materiales, donde una
agencia corporativa como partido intenta representar los valores de una colectividad y los intereses de
una posición, buscando explícitamente ese alineamiento. O, también, puede generarse desde planos
culturales donde una agencia corporativa como una iglesia puede atravesar varias colectividades y varias
posiciones. Todo depende del ciclo morfogenético ontogénico que se haya realizado, pero no hay un
ciclo correcto ni una forma correcta.
4
56
deliberación y dedicación, da luces sobre el condicionamiento que realizan las estructuras
sociales. Por eso, el título posterior de Archer publicado en el año 2003 es “Structure, Agency and
the internal conversation”. El objetivo ahora es ocupar los conceptos desarrollados en la teoría de
la agencia, en un proceso de descripción de la conversación interna realizada por las personas,
caracterizándola por tipos de reflexividad.
Puestas las cosas de este modo, el punto pasa por cómo los agentes resuelven las situaciones
condicionantes que genera la estructura. He mostrado desde el texto de 1995, la propiedad de
“guía direccional”, que ejercen las estructuras por medio de sus configuraciones institucionales
y las lógicas situacionales que se desprenden de ellas. Pero no basta con esto ya que sería, hasta
ese instante, una explicación conflacionaria. Entonces, el problema de Archer es dar cuenta de
cómo los agentes actúan en la vida social en medio situaciones no libres y no creadas por ellos
mismos. Este punto es central ya que no hay acción posible sin agentes. El cual es un resultado
o producto de la condición reflexiva y volitiva de los seres humanos, en sus distintos
momentos identitarios, frente a las condicionantes socioculturales en sus distintos niveles
emergentes. En el plano de los individuos el problema del juego mutuo como fundamento de
la teoría no conflacionaria es tratada bajo el concepto de reflexividad, esto es en base a los
modos de operación distintos de la estructura y las personas. La estructura tiene el poder
generativo de formar situaciones a los agentes a través de la constitución de relaciones sociales
con propiedades emergentes en estratos diferenciados, y las personas tienen un modo de
operación por medio de la intencionalidad reflexiva de sus cursos de acción. Esto implica que
los agentes están en un ambiente social que los condiciona. Incorporando estas
condicionantes, los agentes generarán reflexividad para diseñar sus proyectos, los cuales serán
concebidos en relación al ambiente socio-cultural, la fórmula de Archer es “sin sociedad, sin
reflexividad” (Archer 2007b: 25).
La reflexividad es la base del juego mutuo de las partes y las personas, o de las estructuras y
los agentes, la cual se produce en los individuos. Donde la reflexividad toma el nombre de
“conversación interna”. El punto central es que la misma agencia tiene formas estratificadas y
emergentes que con su modo de operación o reflexividad resuelve las situaciones que la
sociedad le genera. La conversación interna es la forma efectiva de la reflexividad de los
individuos en sociedad, ya que la reflexividad hace las veces de mediación entre la estructura y
la agencia: “El pensamiento reflexivo es sinónimo de conversación interna porque la
57
reflexividad no es una vaga autoconciencia, sino que un cuestionamiento y exploración del
sujeto en relación al objeto, uno el cual necesita tener un producto práctico o un intento”
(Archer 2007b: 73). Este elemento de reflexividad debe darse tanto en el plano de la agencia
primaria con las posiciones, como en el de los individuos y sus roles, como de la agencia
corporativa con las instituciones y de las poblaciones con el nivel sistémico. De esta forma, las
propiedades emergentes de cada nivel ejercen su capacidad de generar situaciones
diversificadas. Y las personas enfrentadas a estas situaciones definen por medio de la
reflexividad sus cursos de acción. Este elemento para Archer se define en tres pasos
respondiendo a la pregunta: “¿Cómo podría hacer esto?” en tanto “preocupaciones-proyectosprácticas” (Archer 2007b: 88). Donde la reflexividad frente a las situaciones puede dar cuenta
de las preocupaciones, cursos de acción y prácticas como modus vivendi. Esta triada de
actividades de la agencia corresponde a la idea de condicionamiento sociocultural—interacción
sociocultural—elaboración sociocultural, pero esta vez funcionando al interior del individuo.
Así, las formas de modus vivendi es la alineación entre la identidad personal y la identidad social
de una persona en una secuencia de prácticas con carácter satisfactorio y sustentable, asociada
a una “preocupación primordial” (Archer 2003:32).
El punto de Archer es que esto no es un proceso automático, como forma de ajuste previo
entre la estructura y agencia, sino precisamente como resultado del juego mutuo a través del
tiempo de la conversación interna de las personas. Así, el argumento es que la reflexividad
juega el papel de mediación: “Es esta capacidad personal la que nos habilita para ser autores de
nuestros propios proyectos en la sociedad” (Archer 2003:34). Esta mediación se realiza a través
de cuatro modos de reflexividad como proceso por el cual se vincula agencia y estructura. La
conversación interna se produce entre las preocupaciones y los contextos en el proceso de
deliberación. Implicando esto responder la pregunta de cómo la estructura influencia a la
agencia. De esta forma, en el momento en que el condicionamiento estructural gatilla la
necesidad de reflexionar, fijando problemas prácticos a las preocupaciones agenciales, se
genera la conversación interna buscando responder la pregunta de: ¿Qué hacer? O ¿Qué cursos
de acción tomar para responder a la preocupación? Y, ¿Cómo hacerlo? O ¿Qué recursos se
cuentan para llevar a cabo ese proyecto? Con esto las personas, dadas sus propios procesos de
58
morfogénesis identitaria, fijarán sus preocupaciones en cómo llevar a cabo acciones correctas5
frente a los contextos, a través de diferentes formas de conversación interna. Los modelos de
reflexividad que presenta Archer son los que se aprecian en la figura 4.
Figura 4: Modos de reflexividad de Margaret Archer.
Origen: Making our Way through the World (Arher 2007:93)
Modos de reflexividad
Reflexividad comunicativa
Aquellos cuya conversación interna requiere de complementación y confirmación por otros antes de
resultar en un curso de acción
Reflexividad autónoma
Aquellos quienes la conversación interna es auto-contenida llevando directamente a la acción
Meta reflexividad
Reflexividad fracturada
Aquellos quienes son críticos de su propia conversación interna y sobre su acción efectiva en la
sociedad.
Aquellos quienes su conversación interna intensifica su angustia y desorientación en lugar de llevar a
cursos de acción con propósitos.
De esta forma, las personas utilizan estos modos de reflexividad para resolver sus
preocupaciones frente a las condicionantes socioculturales de los contextos por medio del
diseño de proyectos. Y al usarlos sistemáticamente pueden llegar a caracterizar a las personas,
ya que para resolver la tensión entre preocupación agencial y condicionante estructural,
recurren a estos modos de reflexividad mayormente en términos proporcionales. E incluso,
pueden llegar a caracterizar diversas formas epocales, ya que los sujetos están puestos en
contextos que favorecen cierto tipo de reflexividad. Así, se generan tipos de identidad personal,
donde el Yo, el Mí, el Nosotros y el Tú; se alinean para realizar la conversación interna. De
hecho, estos tipos de reflexividad, Archer los relaciona con las formas de movilidad social,
pudiendo caracterizar a grupos de movilidad por tipos de reflexividad. Así, los inmóviles son
caracterizados por la reflexividad comunicativa, los ascendentes por la reflexividad autónoma y
los que tienen una condición volátil como meta-reflexivos (Archer 2007b:98)
La forma comunicativa de la reflexividad está asociada a una condición personal en la cual
“Ellos admiten considerables dudas que una total conversación interna autónoma pueda
llevarlos a una acción correcta” (Archer 2003:167). El argumento que propone Archer, por
ejemplo, es que las personas con reflexividad comunicativa dominante:
Archer ocupa la idea de “right action”, la acción correcta, no necesariamente racional utilitarista, ni
tampoco completamente simbólica, aun menos pre-adaptada. El punto central es que se trata de un tipo
de acción, un proyecto, que responde a una razón formulada entre las preocupaciones y las
condicionantes socioculturales. Esto implica que la “guía direccional” que ejerce la estructura
sociocultural es una combinación, no necesariamente equilibrada, entre ubicación involuntaria, intereses
creados, costos de oportunidad y grados de libertad interpretativa.
5
59
…permanecen profundamente incrustados en sus contextos sociales natales. Evadiendo
ambos costos objetivos, que podrían incurrir en la resistencia de las limitaciones y también
los objetivos extra, asociados con sus habilidades, la combinación de sus acciones los hacen
entonces socialmente inmóviles. (Archer 2007b:98).
De la misma manera, pueden ser vistos los de reflexividad autónoma, en los cuales su diálogo
interno “no necesita y no quiere ser suplementado por intercambios externos con otras
personas” (Archer 2003:210). Para Archer, resulta este tipo de reflexión y de identidad
personal, una característica de personas que han tenido procesos de discontinuidad contextual
como movilidad social ascendente. Los cuales “buscan evitar a las serpientes de la sociedad
para subir sus escaleras” (Archer 2007b:98). Implicando una fuerte confianza personal,
teniéndose a sí mismo como mejor consejero para resolver sus preocupaciones, con el objetivo
de diseñar proyectos acertados.
La tercera forma de reflexividad implica “ser reflexivo sobre nuestros propios actos de
reflexividad” (Archer 2003: 255). Y es precisamente una forma de reflexión que tiene a las
preocupaciones y a las formas de procesamiento reflexivo como objeto. Derivando de esas
preocupaciones, asociadas a las formas de identidad personal, pero no sobre los cursos de
acción o proyectos que vienen, ya que precisamente se está cuestionando a las preocupaciones
primordiales “…el sujeto está conversando internamente acerca de sí mismo no acerca de sus
acciones externas” (Archer 2003:256). Las personas que son meta-reflexivas están en
“contextos discontinuos” (Archer 2003:265). O, de otra forma, “contextos incongruentes y
también contextos inestables” (Archer 2007b:98). Y, sin embargo, son un problema en su
relación con la movilidad social, ya que “La meta reflexividad presenta una adivinanza”, porque
“Intrínsecamente cada modo de reflexividad es una relación entre lo que a las personas
preocupa más y sus patrones de movilidad social” (Archer 2007b:229). Este tipo de
reflexividad resulta característico de personas que se están moviendo, pero no puede pensarse
solo en condiciones como inestabilidad en el empleo, sino más bien “los sujetos metareflexivos se esfuerzan por la auto transcendencia y la trascendencia social, que podría realizar
y entonces desarrollar bien sus ideales” (Archer 2007b:231). Por eso, puede ser incluso que
busquen la inestabilidad, ya que sus preocupaciones están puestas sobre sus propias
preocupaciones “Ellos son subversivos hacia las constricciones y habilitaciones sociales, por
60
su voluntad de pagar el precio de las primeras y perder los beneficios de las últimas, en el
intento de vivir su ideal” (Archer 2007b:98).
El último tipo de reflexividad es la reflexividad fracturada, sobre la cual se puede decir que es
la suspensión de los “poderes personales de formular proyectos y monitorearse a sí mismos y
la sociedad con el objetivo de perseguir sus proyectos”(Archer 2003:298). Y caracterizan a dos
tipos de personas frente a sus contextos, los “desplazados” y los “impedidos” (Archer
2003:298). Archer muestra un ejemplo sobre cómo entender a los desplazados y a los
impedidos. Por analogía, dice Archer, un desplazado es una persona “que después de haber
aprendido francés, se encuentra a sí mismo exclusivamente en una cultura alemana, y está
inhabilitado para participar, a menos que comience a ser un maestro en el nuevo lenguaje”
(Archer 2003:298). En cambio los impedidos, otra vez por analogía, son “quienes han
comenzado a estudiar francés, pero encuentra que su conocimiento es inadecuado para captar
la esencia de una conversación o hacer alguna contribución a esta” (Archer 2003:298). Así,
estas son las formas de reflexividad fracturada, “que han sido suspendidas o inhibidas, en su
propia capacidad de mantener una conversación interna sobre sí mismos, en relación con sus
circunstancias, que tengan alguna eficacia” (Archer 2003:298). Lo que implica, no que no
pueden realizar una conversación interna, sino que se vuelven incapaces de generar productos
prácticos. Lo cual no es permanente, ya que se pueden adquirir las competencias necesarias
para realizar la conversación interna con productos prácticos; pero esto, como siempre, implica
tiempo y un proceso de morfogénesis interno.
En la siguientes obras, como la publicadas en 2010 y 2012, la reflexividad es el tema a
trabajar, reposicionando los modos de actividad mental del agente en la teoría sociológica,
como un “re-giro” hacia las propiedades humanas: “La reflexión humana es la acción de un
sujeto hacia un objeto como una reflexión de un matemático frente a un problema abstracto”
(Archer 2010:2). Sumando a esto el modo de caracterizar el período, donde el imperativo de la
reflexividad es todavía mayor, ya que en la modernidad tardía, en las formas de sociedad
afectadas por condición de riesgo y vulnerabilidad, o la liquidez de las relaciones sociales, solo
puede aumentar la necesidad reflexiva como vínculo de la agencia con la estructura (Beck
1998) (Bauman 2003). Donde se puede caracterizar al período, por sus condiciones de
discontinuidad e incongruencia, para dar cuenta de “los cambios en las modalidades de
reflexividad” (Archer 2012:7). Así, hay una relación entre las situaciones nuevas materiales y
61
culturales, que llama modernidad tardía, que es el escenario de las preocupaciones humanas, las
cuales deben ser respondidas con formas características –dominante o proporcionalmente
mayores- de reflexividad. Ahora se pasa de la caracterización de la colectividad a la
caracterización de un período por medio de formas específicas de reflexividad. Donde las
formas de reflexividad ocupadas logran tener un rol preponderante en una explicación
sociológica, que puede tomar ribetes de cambio histórico, cuando se active como forma de
agencia. Este último libro de la secuencia sobre la reflexividad implica una serie de
posibilidades de transformación estructural: “La meta-reflexividad es el modo dominante de
deliberación íntimamente asociada con una naciente morfogénesis” (Archer 2012:206). Y así, el
orden queda establecido, la reflexividad comunicativa es morfoestática, la autónoma es
morfoestática y la meta-reflexiva es morfogenética. Lo que implica, que de “dominar” o ser
más frecuente el uso de uno de los tipos de reflexividad, es que se pueden esperar procesos
sobre la estructura derivados de las acciones de la agencia. Constituyendo el momento teórico
final del enfoque morfogenético. Ya que el juego mutuo del individuo tiene consecuencias
sobre las formas estructurales.
Conclusiones: la morfogénesis del enfoque morfogenético.
En todos los largos periplos, en el cual no ha habido un camino claro dónde afianzar los pasos,
y se ha generado camino al andar, solo al final del camino se puede ver retrospectivamente el
recorrido, observando los meandros en las huellas. Los comienzos en base al contexto
imperante, el despliegue de las críticas para salir del contexto y el paso propio. La morfogénesis
de la teoría morfogenética es apreciable es estas tres fases, el comienzo condicionado por las
teorías imperialistas y la teoría de la estructuración, la crítica a las formas de la conflación y la
elaboración de la teoría no conflacionaria. Como no podía ser de otra forma:
condicionamiento, interacción y elaboración. Donde lo que resulta más relevante es la
elaboración, el momento de construcción de una teoría no conflacionaria. La elaboración es la
teoría de la agencia reflexiva y sus modalidades, desde el cual Archer se posiciona asumiendo
las críticas que ha puesto sobre las formas de conflación. De esta forma, la teoría
morfogenética tiene tres etapas, pero dos dimensiones, siendo esto último: la crítica a la
conflación y la teoría no conflacionaria entre agencia y estructura. Es en la teoría no
62
conflacionaria, donde la relación de juego mutuo en tanto conversación interna, se destaca
como el gran momento anti-conflación. No pudiendo ser de otra manera: de la forma y
representación del juego mutuo es que depende el logro del objetivo de una teoría que no
cargue con los vicios anteriores.
La teoría sociológica, como bien advertía Jeffrey Alexander, es hecha por humanos y esto no
debe olvidarse nunca (Alexander 2008: 11). Y puedo agregar que trata de lo que los seres
humanos hacen en conjunto. Donde las vueltas teóricas son exploraciones sobre los mismos
ambientes socioculturales en los que los hombres se desenvuelven; en el caso de Archer, estos
contextos son centrales para su desarrollo conceptual. Las vueltas de Archer, en el proyecto de
un enfoque no conflacionario, muestran tanto elementos de continuidad como elementos
discontinuos, no habiendo grandes golpes de timón. Cuatro características de la teoría de
Archer aparecen en un análisis longitudinal. La primera está basada en la generalización del
modelo, o esquema, de tres fases morfogenéticas estructurales; las cuales son llevadas hasta
dentro del individuo, en sus formas de identidad y en su proceso de diseño de acciones. Así,
cada entidad imbricada en el proceso tiene sus propias fases temporales. Una segunda
característica es la bajada hacia el proceso interno del individuo, ya que la teoría morfogenética
comienza en los grandes procesos estructurales, llegando en treinta años a la vida de la mente.
Del mundo social externo al mundo interno del individuo. Una tercera característica de la
teoría es su forma de desempaque. Esto es, Archer va desplegando los conceptos de la teoría,
haciendo giros en los libros, manteniendo argumentos y cambiando otros, donde no siempre
un libro es continuación plena del otro. Una cuarta característica es que la teoría de la
reflexividad tiene un rol preponderante en el proceso, siendo el momento más venturoso y
sustantivo de Archer, ya que desde aquí es que se puede evaluar la posible progresividad, en el
sentido de Lakatos, del proyecto de teoría no conflacionaria (Lakatos 1993). La heurística
posible se levanta de forma sustantiva, desde la teoría de las formas de reflexividad y el
despliegue de proyectos típicos. Donde llega a un argumento en el cual, de la forma de la vida
de la mente es que se despliegan procesos morfogenéticos estructurales, ya que los proyectos
de las personas se correlacionan positivamente con las formas de reflexividad. Desde los
modos de reflexividad predominante en un período es que puede aventurar juicios sobre un
futuro morfogenético o morfoestático. Así, el enfoque morfogenético en su última parte gira
63
de una reconstrucción del pasado a un proceso de anticipación del futuro, pasando por el
diagnóstico epocal.
La primera característica es la generalización en el enfoque morfogenético de una distinción
discreta de unidades de tiempo en que las propiedades de las estructuras socioculturales y las
propiedades socioculturales de los agentes entran en juego mutuo en tres fases temporales.
Donde estas unidades de tiempo no son sino una forma metodológica de entender el proceso
de juego mutuo que las formas conflacionarias en teoría sociológica no han logrado incorporar.
De esta forma, se destaca que la relación es un vínculo diferenciado en el tiempo entre
entidades como estructura frente a sujetos, o formas de egos al interior del sujeto que como
forma de interfaz generan un juego mutuo. Y cuando se conflaciona se oculta ese vínculo entre
las cosas o entidades o sujetos, ya que uno predomina sobre el otro haciendo parecer que uno
es activo y el otro pasivo. Archer da con una primera solución al problema hacia 1979
manteniendo este argumento hasta 1995 como un ordenamiento temporal del dualismo
analítico de Lockwood, pudiendo responder convenientemente al problema de la
transformación estructural, ya que distingue entre actores y sistemas para entender el proceso
de cambio social, por lo que ninguno de los dos elementos basta por sí mismo.
Esta constante solución dualista analítica y morfogenética de tres momentos temporales,
como fases de la elaboración responde a la pregunta que, según Rober Bierstedt, acosa a la
sociología desde Rousseau: “si queremos estudiar la sociedad debemos estudiar al hombre, y si
queremos estudiar al hombre, debemos estudiar la sociedad. Los dos siglos siguientes no
lograron determinar cuál de estas cosas hay que hacer primero” (Bierstedt 2001:34). Archer ha
encontrado una forma de respuesta a este dilema a través del enfoque morfogenético. Así, el
modelo de condicionamiento sociocultural como tiempo 1, interacción sociocultural como
tiempo 2 y elaboración sociocultural como tiempo 3, se repetirá constantemente. Desde su
forma dualística solo analítica hasta su forma realista, en la cual aunque no hay grandes
diferencias en la operatoria metodológica, las formas conceptuales toman una distancia que va
más allá del tiempo, que era lo que permitía la distinción solo analítica. Ya que con el realismo
se trata de distinguir entidades distinguibles, no solo en el tiempo, sino que poseen propiedades
exclusivas no reductibles. Desde los grandes macro procesos de transformación estructural,
pasando por la formación de la agencia a nivel macro como colectividad o agencia primaria
hasta su condición de agencia corporativa; o desde los elementos de discernimiento,
64
deliberación y dedicación de la fijación de preocupaciones primordiales hasta la formulación de
proyectos. La teoría de las tres fases del ciclo de morfogénesis estructural aplicable a toda
forma de análisis sociológico en sus distintos niveles y elementos nace de un problema que
ninguna de las teorías conflacionistas podía resolver. Siendo de hecho, que esta forma de
análisis de tres fases es la base generalizada tanto de la morfogénesis de la estructura, de la
morfogénesis de la agencia y de la morfogénesis identitaria de los individuos. En todos estos
procesos hay tres fases desarrollo en tanto condicionamiento, interacción y elaboración.
Donde puede haber alineación entre todos estos elementos, esto es: un condicionamiento
estructural específico, que forje un tipo de agencia específica, que se corresponda a una forma
de identidad específica. Sin embargo, la situación menos normal –y sociológicamente más
interesante- es la no correlación, e incluso la correlación negativa. Los individuos son hijos de
su tiempo, pero también lo forjan. Y ese proceso el que Archer ha resuelto por medio de la
teoría de las fases. Diversas formas de agencia y diversas formas de identidad personal,
conviven con formas estructurales, relacionándose de manera problemática.
La segunda característica es plenamente longitudinal, como un arqueo desde el comienzo de
la teoría hasta el final. Desde 1978 hasta 2012 hay un movimiento de embudo desde los macro
procesos hasta los elementos extremadamente micro, o lo que es lo mismo desde la
transformación societal hasta los elementos de los tipos de reflexividad. La teoría de Archer va
hacia abajo, donde su momento de mayor precisión y abordaje teórico es la teoría de la
reflexividad. Son las personas y el diseño de acción vía la reflexividad lo que consume la mayor
parte del trabajo de Archer de los últimos años. Donde vuelve a discutir con los
conflacionistas, sin embargo hay una salida clara, ya no es una tarea a realizar; la forma de salir
del conflacionismo, en cualquiera de sus formas, está puesta en la teoría de la reflexividad. Ya
no se trata de criticar a la conflación como en los sendos libros de 1988 y 1995, ni de defender
la relación de la morfogénesis y el realismo crítico, ni reavivar el fuego cruzado con la
estructuración que comienza en 1982, sino que mostrar una salida. Desde el año 2000 hasta
2012, el mundo interior de los individuos y sus modalidades, es la base de la preocupación de
teoría sociológica de Archer. Es aquí donde alcanza mayor detalle teórico, donde los conceptos
están más comprometidos entre sí, implicando una teoría de la agencia robusta.
De esta forma, algo debe ocurrir en los individuos para que un despliegue de alguna forma
de agencia se produzca y pueda modificar la estructura. La teoría de la agencia se desarrolla en
65
Archer a partir de la teoría de la reflexividad. Archer agrega esta idea a la teoría de la acción en
sociología, la cual no puede ser obviada por ninguna forma de conflación teórica. La
reflexividad es aquella propiedad que tienen los individuos para comprender el mundo y
desplegar acción, donde el punto central es que por medio de la conversación interna se diseña
acción. Por eso se puede decir que la teoría de Archer realiza un movimiento de embudo hacia
la mente de los individuos. Desde los grandes problemas macro, en base a un estudio
longitudinal del cambio de las estructuras institucionales de la educación en 1979, al
funcionamiento propio de los seres humanos en sociedad por medio de la reflexividad en
2012. La reflexividad de los seres humanos es el elemento oculto que ninguna forma de
conflacionismo podía ver. Ya que esconden, según Archer, justo el momento de relación entre
agencia y estructura. La formulación de la crítica a la conflación, que aparece como concepto
en 1982, y es generalizado en la crítica de la sociología de la cultura en 1988, pondrá en el
camino la necesidad del movimiento de embudo vertical. De la gran forma a su elemento más
mínimo, ya que debe evitar la conflación.
Esta segunda característica da pie a la tercera. La cual es una característica de la formulación
de la teoría en estos treinta años, que tiene un modo de presentación de desempaque, lo que
implica que los conceptos fueron sacados de una caja que ya existía. La caja negra tenía que ser
abierta para que los distintos elementos que la componían fueran puestos sobre la mesa y
examinados. Archer elabora la teoría de la agencia como estructura de la agencia (agencia
primaria, actores individuales, agencia corporativa y poblaciones) como diferentes tipos de
acción, frente a la teoría de los sistemas (posiciones, roles, instituciones y sistemas). La
estructura de la identidad personal opera a través de diferentes formas identitarias o fases de
ego (Yo, Mí, Nosotros y Tú) teniendo su momento culmine en la configuración de la
reflexividad como conversación interna (autónoma, comunicativa, meta reflexiva y fracturada).
Como se puede apreciar todo este movimiento de condicionamiento sistémico y reflexividad
agencial debe darse para completar los ciclos morfogenéticas en tres fases. Permitiendo
estudiar la elaboración sociocultural tanto de la agencia como de los sistemas socioculturales.
Así, se puede estudiar la generalidad epocal de un sistema social, con agentes corporativos y
sistemas socioculturales, o solo un nivel de este proceso como el caso de los sistemas
nacionales de educación. O, el proceso específico de constitución morfogenético de una
agencia corporativa. O, el proceso de generación morfogenética de las preocupaciones
66
agenciales. Siempre que se respeten los niveles de estratificación para evitar la conflación.
Donde el modo de estudio de la generación de niveles emergentes debe basarse en el estudio
sistemático de las relaciones de juego mutuo entre agentes y sistemas en ciclos morfogenéticos.
De esta forma, todos los conceptos resultan o resultarían superpuestos, pudiendo describir el
proceso de morfogénesis de la estructura, desde el momento mismo en que las formas de
reflexividad varían hasta la generación de proyectos colectivos que puedan mediante agencias
corporativas modificar la estructura social. El movimiento de embudo que ha hecho la teoría
de Archer puede ser llevado de modo vertical también hacia arriba generando los vínculos
necesarios a los cambios de fase estructural. Los cambios en los contextos de los individuos
que implican siempre formas sistémicas específicas condicionan las formas de reflexividad,
estas las formas de proyectos y estos últimos pueden entrar en relación con las estructuras. La
condición de desempaque de la teoría sacó los elementos uno a uno desde dentro de la caja
teórica como son las formas de conflación sociológica.
La cuarta característica de este periplo histórico sobre la obra de Archer, es que la última
parte de su obra posee el momento más arriesgado de la teoría morfogenética. Ya que, solo en
este momento, se forja un programa que no solo describe sino desde el cual se puede trabajar
con hipótesis inferenciales, no solo descriptivas. El programa de investigación montado desde
los modos de reflexividad puede comenzar a arriesgar juicios sustantivos sobre su relación con
el contexto. La primera parte de la obra aborda problemas de carácter más bien histórico en
tanto explicar la morfogénesis de los sistemas educacionales, donde se juega el primer orden de
las tres fases como dualismo morfogenético que se opone a toda forma de conflación, sea esta
descendente, ascendente o central. La descripción de las fases y la crítica posterior ocupan el
mayor volumen de la obra de Archer en esta parte. Desde “Being Human” en adelante comienza
una tercera etapa menos descriptiva e histórica, tomando ribetes más explicativos y
sociológicos. Así, se debe entender que el proceso de relación entre contextos continuos,
reflexividad comunicativa y proyectos morfoestáticos; implican una relación de consecuencia
de estructura con la agencia y de la agencia con la estructura, donde estos elementos juegan un
rol central en el proceso explicativo. De hecho, Archer va más allá cuando genera la secuencia
de contextos incongruentes, meta-reflexividad y proyectos morfogenéticos; donde se pueden
esperar sucesos característicos de un proceso morfogenético entre agencias corporativas y
estructura institucional. En tanto las probabilidades del suceso aumentan -si existe o llega a
67
existir- un aumento de la meta-reflexividad. De hecho, Archer caracteriza al momento actual
como de incertidumbre, donde no se sabe bien que viene, generando nuevas agencias producto
de la meta-reflexividad de los individuos.
68
Capítulo II
69
La forma analítica del enfoque morfogenético: agentes reflexivos,
estructuras condicionantes y sus juegos mutuos.
El dualismo analítico podría no tener ningún bocado, a menos que los poderes
causales en cuestión fueran distintos, porque ellos representan propiedades
emergentes, sin embargo estos solo pueden ser examinados en combinación.
Margaret Archer. Being Human: the problem of agency.
Introducción:
A lo largo de treinta años de trabajo en el enfoque morfogenético de la teoría realista, Margaret
Archer no ha desarrollado una forma teórica analítica que funcione entera y de una sola vez
con todos los giros conceptuales que ha ido realizando. Esto es, producir una formulación
teórica que trabaje sobre el enfoque realista morfogenético de la sociedad como una teoría
general sistemática que actúe de cedazo conceptual de los libros claves. Qué quedaría en pie y
cómo se relacionarían los conceptos, es toda una interrogante como efecto de su propia
morfogénesis como teoría. Esta no presencia de una teoría sistemática trae aparejado el
problema y riesgo de que todo esfuerzo de comprensión analítico de la teoría general de
Archer implica un ejercicio reflexivo propio del conjunto de los libros claves. No habiendo un
modelo ortodoxo desde el cual generar una heterodoxia. Así, las distintas continuidades o
discontinuidades argumentales, más allá de la crítica al conflacionismo en sociología, pueden
ser destacadas por parte de la investigación teórica. En este caso se trata de destacar una
continuidad, imaginando mediante un proceso reflexivo, que se puede montar la analítica del
enfoque desde el “movimiento de embudo” –de lo macro a lo micro- de la teoría realista,
destacado en el capítulo anterior. Entramando, de forma abstracta, la macro sociología de la
morfogénesis de la estructura con la teoría de los modos de reflexividad individual.
Esto hace que la reconstrucción realizada siempre tenga algo de arbitrario o de comodidad,
pudiendo presentarse de otras maneras. La opción que tomé es centrarme en la reconstrucción
de los conceptos de agencia, estructura y su juego mutuo; de forma abstracta y transversal.
70
Siendo estos conceptos, a mí parecer, los elementos relevantes del realismo morfogenético de
Archer. Esto, ya que el objeto de teorización principal, el problema de investigación desde el
comienzo, son los procesos de transformación o reproducción social, los cuales deben ser
estudiados por medio del examen del juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera,
y siendo coherente con la crítica a la conflación, de indistinción conceptual entre agencia y
estructura como forma fusionante -como en el conflacionismo central- o de desactivación
conceptual de las propiedades de una de las entidades frente a la variación de la otra -como en
las formas de conflacionismo descendente o ascendente- las nociones de agencia, de estructura
y de juego mutuo, son los elementos centrales para que el enfoque realista morfogenético
pueda responder a la pregunta de la morfogénesis societal. Sin embargo, como resulta obvio, es
una opción finalmente.
La cual se separa, como es evidente, de la argumentación del modelo temporal y general de
tres fases de Archer en el ciclo morfogenético como otra base constante del enfoque
morfogenético. El cual está generalizado en la morfogénesis ontogenética de la estructura
institucional, de la agencia corporativa, de la morfogénesis filogenética de la identidad personal
y del proceso de reflexividad (Archer 1979, 2009, 2000). Modalidad que podría prestarse a otra
forma de presentación, como una sincronización de temporalidades entre -estructura, agencias
corporativas, identidad personal y procesos reflexivos- que sin duda es una forma que
resultaría coherente. Sin embargo, como la modelación analítica no solo debe distinguir
momentos o fases en las cuales se encuentran sino los elementos en relación, incluso al interior
de una misma fase, la separación modelizada del tiempo no cumple con la condición analítica,
ya que aún hay reconstruir todos los conceptos y ponerlos en sincronía de fases. De otra
forma, se hace la suposición temeraria de que los conceptos de agencia, estructura y juego
mutuo son claros y distintos, no prestándose a la confusión. Implicando esta opción todavía un
trabajo abstracto sobre los conceptos que es lo que he realizado en este capítulo.
Sin embargo, y no podía ser de otra forma en un proceso de treinta años de trabajo
intelectual, las etapas del enfoque morfogenético y su status de teoría que parte desde una
condición meta-teórica, hace que el trabajo analítico sobre el enfoque se vuelva bastante
complicado. Ya que van quedando dudas respecto al concepto de agencia, de institución, de
identidad personal y de modo de reflexividad en sí mismos. No solo en la relación de juego
mutuo entre ellos o en sus posibilidades de articulación sobre el modelo de tres fases, sino en
71
aquello que denotan en la teoría y realidad social. Esto ya que lo que llame “movimiento de
embudo” en el primer capítulo hace que los textos desde 1979 hasta 2012 pasen de un tema a
otro en profundidad subjetiva, donde el momento de reformulación más importante es la
reconstrucción realista del dualismo analítico en 1995. La cual también es una reconstrucción
de la crítica a la conflación. El resto de la obra sigue el desempaque de los modos de identidad
personal y de los procesos de reflexividad, siempre en tres fases. Donde los modos de
reflexividad ocupan un lugar preponderante como elemento sustantivo de las hipótesis del
enfoque. De esta manera, el movimiento de lo macro a lo micro, de la modelización de las tres
fases, va dejando dudas respecto a que denotan los conceptos, ya que hay uso generalizado de
nociones tanto para montar la crítica a la sociología conflacionaria como para desplegar el
enfoque. No siempre desempacando sus contenidos.
Lo que he hecho es, de una u otra forma, desarmar el enfoque de Archer. Desmontarlo para
tener claridad no solo en que significan las nociones en juego mutuo sino como se relacionan
en juego mutuo. Por esto, a mi entender, el proceso de presentación analítica debe trabajar con
todas las formas de estructuras, todas las formas de agencia y las formas de juego mutuo; antes
de encajarlos en las fases del ciclo morfogenético. Ya que el examen del juego entre agencia y
estructura como salida a la crítica de la conflación exige este tipo de presentación. Por decirlo
así, el juego mutuo se debe producir en cada una de las fases, so pena de argumentar
conflacionariamente. De esta forma, si se quiere y respetando el énfasis longitudinal que posee
en su interior el enfoque, el examen del juego mutuo del modelo de las tres fases que he
realizado está trabajando transversalmente sobre una fase aislada. Para lo cual, aún se requiere
de un concepto de estructura en todos sus niveles, un concepto de agencia en todos sus niveles
y un concepto de juego mutuo en todas sus formas, de manera clara y distinta.
Esta forma de presentación también se justifica por el hecho de que los niveles de
emergencia o estratos de realidad de la agencia y la estructura, además de las formas y fases del
ciclo morfogenético, son lógicamente posteriores a la dilucidación de los conceptos centrales
como agencia, estructura y el juego mutuo. Y esto es inevitable, a pesar del proceso
morfogenético mismo de la investigación de Archer, el cual parte desde las fases
morfogenéticas en 1979. Malamente se puede trabajar sobre una propiedad emergente
sistémica o una propiedad emergente agencial, si no se tiene a mano una forma de distinción
que permita no caer en argumentos conflacionarios, y al final del día, falaces. La teoría no
72
puede ser, o no necesita ser, un manual de corta palos, pero las herramientas de trabajo deben
presentar los elementos necesarios para realizar sus operatorias básicas, o que al menos,
cumplan en parte sus objetivos y principios metodológicos de análisis. Y en este caso, es el
examen del juego mutuo entre agencia y estructura. Por supuesto, aún menos, la teoría sobre la
realidad social puede esconderse en las altas montañas de la abstracción epistémica o filosófica,
cuestionando la realidad de la sociedad desde un nuevo y mejorado punto de vista. Ya que se llega
al punto de estar más allá de la sociología, siendo una forma falaz de argumentación al menos
en un nivel estrictamente sociológico.
Entonces, el capítulo está dedicado a esta forma de presentación con el objetivo de no dejar
dudas, o al menos despejarlas lo más posible, sobre qué es la estructura, qué es la agencia y qué
es el juego mutuo en el realismo morfogenético de Archer. Por supuesto, esto llevó a hacer
algunas distinciones importantes en el proceso de reconstrucción del enfoque, e incluso a hacer
pesquisa intelectual sobre los conceptos. De esta manera, se mostrarán los conceptos que
forman la noción de estructura en Archer desde sus elementos, propiedades, niveles de
emergencia y configuraciones posibles. Como cuatro claves teóricas que ayudan a dar cuenta
de la arquitectura de este concepto, donde simplemente he realizado un rearmado conceptual,
ocupando las fuentes que Archer ha ido dejando en el proceso de despliegue del enfoque. Así,
el rearmado no respeta el tiempo, sino los elementos centrales que permitan dar cuenta de un
concepto claro y distinguible de estructura.
De la misma forma abordé el concepto de agencia con sus propiedades y niveles de
emergencia. En este caso la complejidad fue menor ya que Archer presenta conceptos claros
en su etapa agencialista. Sin embargo, destaqué que agencia es un concepto que fuera de tener
niveles de emergencia, tiene también una doble dimensión como modos de hacer o agencia e
identidad personal como formas de ego. Siendo ambos elementos subjetivos aunque distintos
en la obra de Archer. De la misma manera, volví sobre las formas de juego mutuo
distinguiendo al interior de las fases del ciclo morfogenético una relación práctica como
dimensión de la acción de la agencia y el juego mutuo como modos de reflexividad que
requiere de la agencia en su dimensión de identidad personal. Así, todos estos elementos se
mostrarán de forma conjunta pudiendo tener un panorama general de cómo agencia y
estructura se relacionan por medio del juego mutuo en el enfoque morfogenético.
73
La esperanza final del capítulo es poder dilucidar con claridad, cuáles son los elementos
conceptuales del enfoque morfogenético mirado internamente, mostrando las tuercas y
tornillos que hacen que el enfoque pueda trabajar. De esta forma, puse los elementos
nuevamente dentro de la caja, la cual por supuesto no es negra o gris, ya que es la teoría de la
realidad social no la realidad social. Así, se puede observar el enfoque, una vez que se sabe que
hay en su interior.
La estructura en el enfoque morfogenético: elementos, niveles, formas y propiedades.
La reconstrucción argumental sobre la noción de estructura tiene en Archer un comienzo
interesante. Un año antes de la publicación de su clásico morfogenético en 1979, sobre la
transformación de los sistemas educacionales en Europa, participa como compiladora en un
libro sobre la estructura social. Este libro anterior a la emergencia del modelo morfogenético
de las tres fases, es quizás la referencia más importante sobre el problema que representan las
estructuras en Archer. En este texto Archer propone que las condiciones para describir la
estructura pasan por entender que los modelos posibles de estructura deben ser comprendidos
en una simbiosis entre la perspectiva teórica y la perspectiva comparada:
Fundamentalmente esto consiste en tomar la interdependencia que define la estructura
social como algo problemático. Implicando comenzar desde sus relaciones, examinando sus
patrones por derecho propio. (Archer 1978:15).
Esto hace que la forma o configuración de las estructuras sea un problema que no puede ser
solucionado en términos estrictamente teóricos y pre-empíricos, como la necesidad de
integración funcional de los sistemas o la contradicción estructural en la producción social,
como en la discusión parsoniana frente a la marxista. Por lo tanto, una teoría sobre la
estructura debe poder presentar ambas posibilidades descriptivas de la realidad sociológica.
Esta realidad estructural cuando no tiene una forma pre-empírica, que implique un principio
teórico-metodológico sobre lo que realidad debe ser, hace que el estudio de la estructura social
pase por entender el proceso por el cual:
… una particular institución o colectividad (A) es estudiada es su relación con otras (AB)
(AC) (ABCD) (AD) aunque, no mecánicamente como se sugiere, con el objetivo de
74
formular proposiciones acerca de las circunstancias, bajo las cuales ellas están relacionadas y
porque esos patrones cambian. (Archer 1978: 17-18).
Así, desde antes de la formulación del enfoque morfogenético, que comienza, según auto
reporte de Archer hacia 1979, el problema de la estructura aparece como una problematización
de la configuración de instituciones y su proceso de cambio. Así, Archer trabaja como si la
teoría de la estructura estuviera completamente formulada, como si no fuera problemático la
condición teórica de las instituciones. El problema es qué forma toma la estructura y cómo se
modifica esa forma, no interrogantes sustantivas como: qué es la estructura. Hay que anotar
que el desempaque de la teoría de la estructura, que nunca ha sido expresamente formulada6,
debió esperar sus elementos más explícitos a 1995 y el año 2000, bastante después de 1978. La
teoría de la estructura en Archer puede mostrarse en diversos planos analíticos: la teoría
sustantiva de la estructura; la teoría de los niveles de emergencia estructural; la teoría de la
configuración estructural7, que es la hace referencia en este pasaje en 1978 y que volverá sobre
ella en 1995; y la teoría de los condicionamientos estructurales en el mismo año.
La teoría sustantiva de la estructura en Archer hace alusión directamente al plano de qué es
la estructura. Cuál es el elemento que la forma. La estructura social debe tener un material
específico para ser lo que es: una configuración de algo. Si esto no es así, no se podría
distinguir entre agencia y estructura, ya que “Personas y sociedad no están, argumentaré,
relacionados dialécticamente. Ellos no constituyen dos momentos del mismo proceso. Más
bien ellas refieren radicalmente a diferentes tipos de cosas” (Bhaskar 1998: 214). Haciendo que
el hiato ontológico entre personas y sociedad quede en nada. El argumento de Archer está
desordenado históricamente a lo largo de su obra. Sin embargo, se puede retomar la hebra,
aunque sea haciéndole trampa al tiempo. Un argumento sustantivo sobre la estructura no
puede comenzar sino en el punto mismo en que Archer muestra el elemento crucial en que se
basa su teoría de la estructura. La estructura, dirá Archer, hace alusión a las instituciones,
conlleva elementos materiales -lo cual lo hace distinguible de la cultura, la cual es valorativa y
permite hacer juicios calificando o apreciando al mundo- y tiene niveles específicos de
6 Stuart McNulla, muchos años después, ha llamado la atención sobre la necesidad de un concepto
realista de estructura social.
7 Esta idea es una redundancia conceptual, ya que estructura conceptualmente no es sino la disposición
de las partes de un sistema y por lo tanto un concepto de carácter formal. Sin embargo, la planteo así,
ya que en la teoría de Archer, la idea general de estructura tiene un carácter sustantivo.
75
propiedades emergentes. Sin embargo, no se sabe de qué se forma, las instituciones sociales
deben estar formadas de algo. Sin esto, no se puede decir que algo indeterminado condiciona
las acciones de alguien, por medio de la introducción de asuntos en ese alguien. Archer, va
dando luces a lo largo de su obra sin definir nunca de qué se tratan esas instituciones sociales.
Qué constituye la entidad institución social. Nótese que en este punto no resulta indicativo dar
cuenta de lo que generan esas instituciones sociales, o su efecto, ya que se confunde lo que genera
con aquello que es. O la propiedad con la entidad.
Esta búsqueda de una teoría sustantiva de la estructura no está exenta de polémica. Ya que
Archer niega que esto sea útil: “la regresión como forma de determinar los constituyentes
últimos no es de ayuda a este respecto, sino que es una distracción innecesaria para la
teorización social –o cualquier otra teorización” (Archer 2009:89). Lo notable y
contradictorio8, es que Archer sí explora los sistemas culturales hasta llegar a su forma
elemental. Como lo cultural de los sistemas culturales en tanto “ideas, teorías, doctrinas,
creencias, etc.” (Archer 1997:187). El cual está en las proposiciones:
Las proposiciones, en oposición a las oraciones, las declaraciones o muchos de nuestros
pensamientos, no pueden ser ambiguas, esto es, verdaderas en algunas interpretaciones y
falsas en otras. Así, en lo que se refiere a la atribución de contradicciones, la única parte
pertinente del contexto cultural es la proposicional en sí misma. (Archer 1997:175).
Sin embargo, este mismo comienzo ontológico –en ningún caso temporal, en tanto caer en el
juego del huevo o la gallina, ya que Archer establece que en los procesos morfogenéticos
primero hay estructura- no logra encontrarse en el caso de la estructura social asociada a las
instituciones. Que a diferencia de la estructura cultural Archer le agrega el carácter de material:
“...aquellas relaciones internas y necesarias que implican recursos materiales, ya sea físicos o
humanos, y que generan poderes causales que son parte de la propia relación” (Archer
2009:244). Así, Archer deja la seña de que la estructura son relaciones entre instituciones
sociales y que estas instituciones sociales poseen la condición de tener consecuencias
materiales. Teniendo como tarea ahora llegar hasta el nivel mínimo para poder distinguirlas
bien de los condicionamientos culturales.
8 Lo contradictorio de este punto es que la distinción entre agencia y estructura según Archer es una
buena forma de comprender las relaciones entre agencia y cultura. Sin embargo, parece ser esta última
relación mejor desarrollada por Archer que la que servía de ejemplo ejemplar.
76
Archer el año 2000, en su libro “Being Human”, argumenta que las emociones de los sujetos
tienen tres órdenes que son objetos de esa emocionalidad. Estableciendo que del orden natural
se significan emociones físicas; del orden práctico se significan destrezas y del orden discursivo
se significa normatividad. Ese orden discursivo genera preocupaciones como auto-valoración
en tanto adecuación del sujeto a la forma normativa. Y emerge de relaciones sujeto-sujeto. En
cambio el orden práctico es de relaciones sujeto-objeto y el orden natural de relaciones cuerpoentorno (Archer 2000:199). Las relaciones sujeto-sujeto, como se puede comprender, son
relaciones entre personas o relaciones sociales que son normas que vinculan a los sujetos entre
sí: “No podemos evitar llegar a ser un sujeto entre sujetos y con esto llegar a “sujeto referente
de propiedades” (tanto admirables como vergonzosas). Transmitiendo la importancia de la
normatividad sobre nuestras preocupaciones en nuestra posición social” (Archer 2000:198-9).
Así, el elemento de socialidad de las relaciones sociales en el enfoque morfogenético son las
normas que rigen los modos de interacción entre las personas. De hecho, Archer establece que:
“Desde el punto de vista realista, las convenciones normativas no son como alguna versión del
contrato social, la cual adquiere poder desde su firma” (Archer 2000:217). No es la norma en
sí, sino su relación con las acciones de los sujetos entre sí: “Tales normas son intentos de
regular los comportamientos en la sociedad, pero debemos ser cautos de conflacionar el
intento con un producto exitoso” (Archer 2000: 218). Roy Bhaskar reafirma este punto cuando
expresa:
Antes bien, la sociedad debe ser considerada como un ensamblaje de estructuras, prácticas y
convenciones, las cuales los individuos reproducen o transforman, pero que no pueden
existir a menos que ellos las realicen. (Bhaskar 1998: 216).
De esta forma, parece despejado un primer punto, de qué están formadas las instituciones
sociales en el realismo morfogenético de Archer: de normas intersubjetivas. Un argumento
como este no es precisamente la más innovadora de las opciones sobre qué forman las
relaciones sociales. Desde Marx hasta Habermas, las relaciones sujeto-sujeto son entendidas en
base al elemento normativo, sean derivadas de los actos de habla como formas lingüísticas o
derivadas de las condiciones de producción prácticas como modos de cooperación, normas
son (Marx 1969) (Habermas 2003). El punto preciso del enfoque morfogenético es que estas
normas y las relaciones que generan preceden a las personas, formando su contexto social
cuando se traducen en acciones:
77
…convenciones y acuerdos, son en sí mismos propiedades culturales emergentes (PCEs) las
cuales derivan de pasadas interacciones, pero las cuales, en una forma de contexto
contemporáneo, son pre-existentes a, tienen relativa autonomía de, y son ejecutadas con
eficacia causal sobre, la presente generación de sujetos. (Archer 2000: 217-218).
La diferencia con Habermas en sentido fuerte es que las normas también vinculan a sujetos
con objetos, por muy técnicas que sean estas normas estas siguen siendo normas. Y no están
exentas de límites culturales, no siendo objeto de despliegue de una racionalidad técnica o
funcional plena, suelta a sus propias dinámicas. O, al menos el cuerpo humano, aún no es
objeto de intercambio capitalista legítimo, no hay comercio de órganos sino tráfico, todavía, al
menos. Y el mercado, en estricto rigor, tiene connotaciones valóricas y fundamentos morales.
De hecho, las normas técnicas siguen siendo procedimientos para realización de un fin y
aunque tengan como origen condiciones de desempeño pragmático, siguen siendo formas de
vinculación del sujeto con el mundo y emergieron de la subjetividad humana (Archer 1997)9.
No se autonomizaron de la producción humana sino de restricciones sagradas o religiosas
(Weber 1997) (Polanyi 2002). Las cuales siguen siendo normas desarrolladas por humanos,
pero con nuevas propiedades emergentes.
Un elemento crucial es que esas normas para ser sociales deben vincular exitosamente a un
sujeto con otro. Ahora, un punto no menor, es cómo se diferencian esas normas sociales de los
sistemas culturales. Que en Archer deben presentar una diferencia central. La cultura es
también un sistema de ideas y las normas sociales, en principio, son también formas ideales.
Pero debe haber un modo específico de distinción entre ellas. En este punto es que se puede
volver al texto de 1995. En “Teoría Social Realista”, Archer distingue los planos ideales de los
materiales para distinguir la cultura de la estructura. Nótese que debe existir una diferencia
central para que unos sistemas lingüísticos sean ideales y los otros sean materiales, tal como lo
plantea Archer:
..las estructuras emergentes son limitaciones objetivas sobre las situaciones y lugares que los
agentes pueden encontrar. De ese modo, lo que está guardado en el registro cultural define
9 La discusión, o la separación de puntos de vista entre Archer y Habermas, puede leerse en el último
capítulo de “Cultura y Teoría Social” de la versión en español de 1997. Esta edición incluye este
capítulo, en reemplazo de la conclusión, de la edición en inglés de 1988.
78
las doctrinas, teorías, creencias, etc. que existen y de ese modo circunscribe lo que, como
ambiente ideacional, puede influir en los agentes. (Archer 2009: 269).
Como se ve, cultura es símil de ideacional, siendo un ambiente que tiene la capacidad influir en
los agentes, no dejando de ser objetivo. En cambio “Lo que diferencia a una propiedad
emergente estructural es su dependencia primaria de recursos materiales, tanto físicos como
humanos. En otras palabras, las relaciones internas y necesarias entre sus constituyentes como
fundamentalmente materiales” (Archer 2009:241). Así, cuando se puede obtener un libro como
un recurso es una relación sujeto – sujeto de carácter material y cuando se puede entender es
una relación sujeto-objeto de carácter ideal. Sin embargo, cuando se puede acceder al recurso
cultural educación se trata de una relación material. Esta es la primera significación del
concepto de materialidad de la estructura en Archer, donde la estructura condiciona los modos
de acceso a recursos.
Sin embargo, también aflora otra concepción de la materialidad de la estructura en los textos
de Archer: “Del mismo modo, las estructuras materiales tienen que existir antes que los
agentes puedan entrar en prácticas que las mantengan o cambien: la huelga depende de la
producción industrial y el trabajo asalariado” (Archer 2009:269). O, de otra forma: “las
relaciones materiales pueden y frecuentemente están legitimadas por ideas, pero las dos no
deben elidirse porque una relación material puede sostenerse mediante la coerción y la
manipulación, por lo que su legitimación no es un asunto de necesidad” (Archer 2009:242).
Archer destaca en el primer significado el objeto al cual se refiere la relación del sujeto. Pero
los sujetos también pueden ser un recurso, si se usa mediante coerción o manipulación o
consenso para generar alguna actividad. Como el trabajo industrial en las fábricas que produce
objetos con valor agregado; la atención de público en hospitales que produce estados
corporales como la salud; la extracción de minerales que genera materias primas o dar clases en
una universidad que reproduce conocimiento. La materialidad de las estructuras, que son
relaciones entre formas normativas, tiene relación con la actividad de los agentes. Las
actividades de los agentes entre sí como interacciones mediadas por normas también pueden
ser relaciones materiales. Ya que la actividad de los agentes es lo que genera nuevos sucesos y
objetos en el mundo.
No es primera vez en sociología que aparece una idea semejante, solo por mencionar puede
ser Marx en su teoría de que la materialidad tiene un aspecto subjetivo sustentando en el
79
trabajo, como en sus tesis sobre Feuerbach (Marx 1969). La materialidad, entonces, es también
actividad humana y sus resultados son objetos materiales. Las relaciones sociales como formas
normativas son vínculos entre personas que las personas deben realizar activamente. Así, se
puede decir que las familias están en crisis social, cuando a pesar de las normas respecto al
modo de organización familiar, estas normas no generan las acciones que los vínculos
requieren para reproducirse, ya que dejan de generar acciones del tipo familiar. Muchas veces
producida por la contradicción que se genera cuando las familias en estados sistémicos de
contracción económica, no pueden realizar las acciones prescritas a los roles. Generando
cambios en su interior como la distribución de la autoridad, por ejemplo cuando ambos
progenitores son población económicamente activa. O, de otra forma, cuando un miembro de
la familia no está presente el otro progenitor deberá cumplir todas las dimensiones de los roles:
afectivos, de autoridad y económicos.
Hasta este punto se han resuelto dos interrogantes. La primera es que las relaciones sociales
son normas que unen con éxito a sujetos con sujetos, hay que decir que una norma también
cubre las relaciones entre sujeto y objetos, como la propiedad privada que es una relación entre
personas y cosas. Sin embargo, lo que prima en las relaciones entre sujetos y sujetos es la
normatividad, en cambio lo que marca las relaciones entre sujetos y objetos es el desempeño,
sobre el cual también hay normas, pero el énfasis está puesto en el desempeño. El segundo
punto, es que las relaciones sociales como relaciones entre sujetos y las relaciones de los
sujetos con los objetos son relaciones materiales en el sentido de que direccionan las
actividades de los agentes que se desarrollan en la producción, distribución y consumo de
recursos. Eso es lo material. Las actividades de los sujetos están condicionadas por estas
normas que los relacionan. Así, los agentes al guiarse por las normas generan acontecimientos
en el mundo.
Las normas condicionan los comportamientos de los agentes generando situaciones donde
hay relaciones entre sujetos y de sujetos con objetos. Las normas intersubjetivas como
relaciones sociales, comienzan a tener relaciones entre ellas como propiedades emergentes,
cuando dos instituciones entran en relación. Como las relaciones entre las relaciones familiares
y las laborales. Dos tipos de relaciones sociales relativamente estables, y por lo tanto
instituciones sociales, en los procesos de actividad con sus propiedades aditivas, producen
nuevas formas emergentes de esas relaciones sociales. La familia y la empresa son relaciones
80
sociales forjadas en el juego mutuo entre agentes y estructura, que van cristalizando nuevas
formas de relación. Las familias, por ejemplo, están levantadas sobre las posibilidades
normativas de elección de pareja, las normas sobre la distribución de autoridad y las normas
sobre la sucesión de los bienes o recursos. Siendo esto los llamados “sistemas de parentesco”.
Estos sistemas son formas normativas que condicionan las acciones de los agentes. En el caso
de la empresa se puede suponer lo mismo, son posibilidades normativas sobre cómo ejercer la
producción y la compra-venta; con qué recursos materiales y humanos se puede contar; cuál es
el tipo de relación que tiene con los recursos humanos y cómo se realiza el proceso de
acumulación o la utilidad. Todo esto ha sido llamado, en general, sistema económico.
Para Archer estos elementos son instituciones, y en un nivel general, tienen también
relaciones, como en el siguiente ejemplo: “la matriz completa de las instituciones de la India
antigua estaba internamente relacionada y se podían establecer interconexiones entre
casta/religión/parentesco/economía/política/derecho y educación” (Archer 2009: 297). En
esta alusión, Archer establece que existen conglomerados de normas que forman sistemas en
determinados sectores de la acción humana que unen a sujetos con sujetos y a sujetos con
objetos que se pueden denominar instituciones. En el caso específico de la India antigua, estas
instituciones tienen relaciones internas, interconexiones como relaciones entre sistemas
normativos, que pueden estar normadas o no, sin que afecte las condiciones de relación,
aunque resultarán distintas. Esto se demostrará cuando dé cuenta de la configuración
estructural.
Pero, volviendo al punto, las instituciones sociales son relaciones sociales derivadas de
formas normativas que vinculan a las personas entre sí y a las personas con objetos,
condicionando de forma continua a los agentes en sus actividades en el mundo. Así, no
cualquier actividad relativamente permanente de unos agentes es una institución, y tampoco
cualquier tipo de norma que vincula a agentes entre sí o con objetos, resulta serlo solo por su
origen normativo. Las instituciones deben cumplir las propiedades de condicionamiento
direccional sobre los agentes. Las instituciones, como se entiende, son formas normativas de
un nivel específico. Y con la evolución social se fueron multiplicando y diferenciando. Esto es,
hay más instituciones, y rigen aspectos cada vez más específicos de una actividad humana
incesante que se multiplica, diferencia y especializa. En conjunto la configuración institucional
de una sociedad dada genera un sistema social, que va mostrando encrucijadas de acción a las
81
personas. Archer lo expresa así en un texto tardío: “Las directrices tradicionales pueden estar
en conflicto con otras, porque no garantizan que todas las normas sean complementarias en
todo tiempo. Cuando ellas no lo son, como era el caso de Antígona…solo ella puede decir
reflexivamente que causa seguir” (Archer 2012: 2).
Las normas que son relaciones sociales forjan por medio de sus propiedades en relación con
otras relaciones sociales, instituciones que tienen ahora propiedades emergentes junto con las
otras relaciones sociales, pero aditivas respecto a otros sistemas superiores. Esto es, que son
emergentes respecto a las primeras relaciones sociales y estas cuando se configuran como
propiedades propias del nivel institucional generan nuevas propiedades emergentes formando
sistemas. Las propiedades emergentes de un sistema son las que resultan de las relaciones entre
sistemas de rango inferior que tienen propiedades aditivas. La emergencia se refiere a unas
propiedades o atributos que solo se realizan por la relación y no pueden ser generadas ni
explicadas por ningún sistema en sí mismo ni en conjunto, sino por las relaciones que se
producen cuando se producen las relaciones. Las relaciones entre estos sistemas forjan nuevos
sistemas. Así, Archer dice que dentro de las propiedades emergentes de la estructura se
generan niveles de emergencia como: las “distribuciones, roles, estructuras institucionales,
sistemas sociales” (Archer 2009:243). Las distribuciones hacen mención a las posiciones de
ventajas y desventajas en el acceso a recursos. Los roles son marcos de acción que prescriben
actividades y rotulan a las personas. Las estructuras institucionales son las formas resultantes
de las relaciones entre instituciones. Y los sistemas sociales son esas formas últimas que tienen
propiedades emergentes, pero no hay normas que las vinculen directamente y por lo tanto
toman una configuración propia. Sin embargo, hay más propiedades, por ejemplo la mayor
durabilidad relativa de las instituciones frente a los agentes que las crearon, las transformaron y
las reprodujeron. Estas estructuras institucionales son los contextos donde los agentes se
desenvuelven. Hasta este punto llega la teoría sustantiva de la estructura social de Archer.
Una segunda teoría estructural comienza a aparecer en sus textos independiente de si se trata
de la estructura material o de la estructura cultural. Y esta es la teoría de la configuración
estructural. Las relaciones entre posiciones, roles, instituciones y sistemas en el plano material,
en Archer son comprendidas en base a dos formas de condiciones relacionales: la
complementariedad y la contradicción. Las cuales pueden separarse en contingentes y
necesarias. Así, se llega al punto de que hay formas estructurales complementarias,
82
contingentes o necesarias. Y formas estructurales contradictorias contingentes o necesarias. El
ejemplo de la antigua India es clásicamente un botón de muestra de una relación de
complementariedad necesaria entre sus instituciones. Abigarrada de formas normativas de
interconexión. Estas interconexiones pueden estar normadas o no, pero cuando se presenta
una normativización en las conexiones entre instituciones, se generan nuevas unidades
sociológicas y se puede estar frente a macro organizaciones como el Estado. En el Estado
confluyeron no hace muchos años atrás instituciones que dirimen los conflictos entre privados,
instituciones que tienen como misión la seguridad externa e instituciones que pueden ejercer
coerción en el respeto a las normas de convivencia. Sino también instituciones con iniciativa
empresarial e instituciones que velaban por la cantidad de dinero circulante Y además,
instituciones que administraban los fondos de las pensiones de las personas, instituciones de
educación de la población e instituciones que prestaban servicios de salud.
De hecho, uno de los problemas actuales de los Estados son las llamadas acciones
intersectoriales, donde las acciones deben coordinarse para que las políticas públicas no
colisionen entre sí o sean redundantes. El Estado es una forma de coordinación directa y
ejecutiva sobre las instituciones. Aunque hoy el modelo predominante y la tendencia general,
es más bien de monitoreo de derechos en algunos sectores, dejando un mayor porcentaje de
tareas a los privados sobre escenarios institucionales mercantilizados, sigue siendo parte del
acceso a recursos para los contingentes de población vulnerable. Así, por ejemplo, no se puede
afirmar que exista una total mercantilización del acceso a los recursos, ya que los servicios de
salud y educación son duales en la mayoría de los países del mundo. Hay organizaciones que
pertenecen a diversos tipos de institucionalidad a pesar de cumplir la misma tarea: proveer
servicios de salud y educación.
Las instituciones tienen formas de relación, las cuales puede estar normadas o no, siendo
estas últimas situaciones relacionales de facto. Cuando se norman las situaciones
interinstitucionales pasan a tener relaciones de manera interinstitucional como el “salario
indexado”, donde el salario se reajusta según algún indicador como la inflación. Esto no evita
que se generen propiedades emergentes en sus situaciones relacionales, de hecho podría
reforzarlas. Ya que al intentar direccionar algunas de esas propiedades escaparán al control por
las nuevas relaciones que generan. Con esto quiero decir que cuando se norman las relaciones
entre dos instituciones, estas comienzan a comportarse como una unidad sociológica entera,
83
fijando nuevas relaciones con otras instituciones, con consecuencias no esperadas en la
planificación inicial. Como se ha demostrado tantas veces con el control de precios por parte
del Estado, lo cual no hacen sino generar la re-emergencia de instituciones como el mercado
negro o aumentar la inflación, que era lo que intentaba controlar.
Cuando hemos pasado el umbral de las instituciones y enfrentamos al plano sistémico,
ocurre algo muy interesante, ya que e pierden las relaciones normadas y solo quedan
situaciones formadas por propiedades emergentes. Archer lo dice así: “Los sistemas están
hechos de estructuras; no tienen estructuras en sentido holístico, pero están constituidas por
ellas y las relaciones entre ellas” (Archer 2009:258). En este punto, lo que se debe entender es
que los sistemas como son sistemas abiertos, al tener propiedades emergentes llegan al punto
de no tener forma clara y distinta de relacionamiento. Así, por ejemplo, en la sociedad
capitalista hay crisis económicas que se generan por superproducción no por escasez material,
según el marxismo. Teniendo una relación de contradicción necesaria, a mayor producción
general menor valorización particular, como un proceso que se da en el tiempo o ley de tendencia
general de baja en la tasa de ganancia. Así, ya no se trata de las relaciones entre empresas y
trabajadores, ni el problema de la explotación o la plusvalía, de hecho esta última se mantiene.
Sino directamente que la producción incentivada por la competencia capitalista llega a tal
punto de multiplicación de productos que hay una baja en la tasa de ganancia, generando
problemas al proceso de valorización. Y con ello genera escasez artificial, al menos si se refiere
al problema de la capacidad productiva material. Ya no se trata, entonces, de las relaciones
entre tipos de propiedad de los medios de producción y de los medios de trabajo, sino de un
efecto generado por la acción de todos estos elementos y sus relaciones a la vez, como una
propiedad emergente sistémica (Sweezy 1973).
En la figura 5 puede apreciarse el tipo de relaciones que se pueden dar. Y esto Archer no lo
dice directamente, pero es parte general de su argumento, todos los niveles de las partes o
relaciones sociales interpersonales y relaciones de relaciones interpersonales, y así
sucesivamente, pueden enfrentar estos mismos tipos de condiciones situacionales. Hasta el
plano de las relaciones interinstitucionales se pueden tener relaciones normadas, como el caso
del Estado. Sin embargo, en las relaciones del Estado con otro tipo de macro organizaciones,
como las centrales de trabajadores o los gremios de empresarios, las relaciones no están
normadas, siendo situaciones relacionales de facto. No puede normarse este nivel sin afectar de
84
forma desconocida a otros elementos de plano sistémico como el ejemplo de la
superproducción industrial, el cual no puede normarse –al menos en el capitalismo- la
capacidad productiva ni en general ni en particular. No puede ser supervigilado por el Estado
este aspecto mercantil sin afectar la inversión general y a los capitales particulares, haciendo
que aquellos capitales que no reciban una cuota suficiente para valorizarse quebrarán por las
condiciones estructurales. Y no porque realicen mal su trabajo sino porque no reciben
suficiente margen de ganancia.
De esta forma, las partes, desde las relaciones interpersonales a las relaciones inter-rólicas,
pasando por las relaciones interinstitucionales a las relaciones de las propiedades emergentes de
nivel sistémico; presentan esta configuración de una situación de contradicción y/o
complementariedad con características necesarias o contingentes: ¿Afecta al diseño
inmobiliario el aumento de la presencia de hogares uni o bi personales? ¿Un mercado laboral
de alta movilidad de recursos humanos afecta la reproducción de las familias? Este tipo de
propiedades emergentes de nivel sistémico, ya no se pueden normar, al menos bajo las
condiciones de las instituciones imperantes ¡Debe tener su hijo antes de los 35! No puede ser
una regla de reproducción sin tener efectos desconocidos para el resto del sistema y la
demografía del futuro.
Figura 5: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social.
Origen: Teoría social realista, el enfoque morfogenético. (Archer 2009: 400)
Contradicciones
Complementariedades
Necesarias
Contingentes
Necesarias
Contingentes
Lógica situacional
Corrección
Eliminación
Protección
Oportunismo
PCE
Nivel SC
Sincretismo
Pluralismo
Sistematización
Especialización
Nivel S-C
Unificación
División
Reproducción
Seccionalismo
PEE
Nivel SS
Compromiso
Competencia
Integración
Diferenciación
Nivel IS
Contención
Polarización
Solidaridad
Diversificación
Una de las propiedades emergentes del sistema fuera de su durabilidad diferenciada respecto a
los agentes y los niveles relacionales que va alcanzando en sus interconexiones, es que dada
esta configuración histórica y específica, los sistemas condicionan a los agentes en sus cursos
de acción. Este elemento lo llama Archer, lógica situacional, la cual como ya he delineado,
puede estar en todos los niveles de emergencia. Sin embargo, como los niveles emergentes de
la estructura están superpuestos, aunque no por esto deben ser conflacionados, ejercen sus
85
propiedades condicionantes de forma completa. Así, por ejemplo, la elección de qué estudiar
en el tercer ciclo educacional, para aquellos que este elemento está sometido a elección abierta,
no resulta un elemento problemático. No tiene constricciones como capacidades culturales de
una educación sin vacíos y con suficientes recursos para financiar las colegiaturas, sin embargo
aún debe velar por si la carrera que elige no está saturada y esto es un problema sistémico.
Siendo de hecho, que en su posición privilegiada de elección de carrera, ya está toda la
estructura y sus propiedades relacionada de forma superpuesta. Estas lógicas situacionales
derivadas de la estructura, Archer las ha sistematizado en cuatro formas de lógica situacional
derivada de la forma estructural: corrección, eliminación, protección y oportunismo.
Correspondiendo cada una a una forma específica de relación entre partes, tal como aparece en
la figura 5. Las lógicas situacionales, derivadas de las relaciones entre las partes, pueden
gradarse en lógicas situacionales de alto grado morfoestático a alto grado morfogenético.
Donde relaciones altamente morfoestáticas como las relaciones complementarias necesarias
que generan la lógica situacional de protección, pueden ir a relaciones altamente
morfogenéticas como las contradicciones contingentes que generan la lógica situacional de
eliminación.
Estas condicionantes, que Archer estipula, son propiedades emergentes de las formas de las
relaciones sociales que siendo externas a los sujetos tienen consecuencias sobre sus vidas.
Donde la primera es la ubicación involuntaria. Esta implica que las personas nacen en
relaciones sociales no buscadas dentro de la sociedad, las cuales dependen de las acciones
pasadas de otros agentes: “Ellos explican lo que se ha distribuido (material y culturalmente) y
también la forma de tales distribuciones; la naturaleza de los roles posibles, las proporciones de
posiciones disponibles en cualquier momento dado y las ventajas/desventajas asociadas con
ellas” (Archer 2009:274). De esta forma, Archer muestra que las ubicaciones involuntarias son
resultado de las distribuciones de recursos ideales y materiales, los cuales traen aparejados
ventajas y desventajas, condicionando los roles individuales a los cuales se puede optar. La
ubicación involuntaria es una posición en la estructura social como un resultado de la
configuración de instituciones, que en el capitalismo no está formalmente establecida, como sí
lo era en las épocas feudales o antiguas. La distribución en clases, y los tipos de clases, es un
resultado que queda como efecto conjunto de la configuración sistémica, sin impedimentos
jurídicos para el ascenso o el descenso de posiciones.
86
En este punto hace su entrada un segundo condicionamiento estructural como es la idea de
“intereses creados” (Archer 2009:277). Los intereses creados vienen asociados a las posiciones
estructurales que ocupan las personas y afectan condicionalmente sus acciones subsecuentes,
cambiando estos intereses si las personas cambian de posición. Así, implican condiciones de
acceso a recursos que satisfacen necesidades y “no son igualmente accesibles para todos”
(Archer 2009:277). Estos recursos pueden verse multiplicados por la capacidad tecnológica,
pero el punto está en que “los intereses creados se refieren a ventajas relativas y no al bienestar
absoluto” (Archer 2009:278). Siendo estas ventajas relativas asociadas con las posiciones, ya
que las posiciones son posiciones por sus relaciones con los modos institucionales de acceso a
los recursos. Esto no implica, obviamente, que todas las personas en su actuar son motivados
por sus intereses creados, pero los posibles resultados de no perseguir sus intereses puede
implicar la pérdida de la posición: “Un capitalista que no muestra interés en maximizar su
ganancia puede dejar de ser capitalista” (Porpora en Archer 2009:278) Sin embargo, para que
las personas sigan sus intereses creados, deben encontrarlo “mejor que otras razones para otros
compromisos” (Archer 2009:278). Ya que los intereses creados no son una determinación
conflacionista del comportamiento y los agentes podrían no perseguir sus intereses creados.
Además, estos intereses creados pueden variar entre materiales e ideales y estos elementos no
pueden ser conflacionados entre sí.
La persecución de estos intereses creados da pie a otro elemento condicionante como son
los “costos de oportunidad” (Archer 2009:279). Este elemento Archer lo entiende como “…el
vínculo siguiente entre la formación estructurada de la situación de los agentes y sus reacciones
frente a ella” (Archer 2009:280). Lo que implica que dependiendo de las condiciones
estructurales los costos de oportunidad están asociados al logro de un proyecto y los tipos de
proyectos que se pueden perseguir (Archer 2009:280). En el primer caso “funciona mediante la
distribución de distintos costos para el mismo curso de acción entre quienes están situados
diferencialmente” (Archer 2009:281). Este punto es capaz de generar tales dificultades sobre
los cursos de acción de las personas que “los costos de oportunidad diferencial para el mismo
curso de acción constituyen razones para que se adopten caminos diferentes” (Archer
2009:281). Así, unos van a la universidad, otros a escuelas técnicas y otros inician su vida
laboral en las mismas cohortes de edad. De esta forma, los costos de oportunidad operan
generando situaciones en las cuales invertir tiempo y esfuerzo -mental o físico- como recursos
87
agenciales y recursos obtenidos a través de la estructura como dinero o conocimiento, resultan
diferentes para las personas ubicadas en diferentes posiciones. Imponiendo gratificaciones a
plazos diferenciados o abandono de proyectos y reemplazos por otros más cortos, o esperas
largas de esa gratificación, o menor gratificación por los costos impuestos del proyecto. Un
ejemplo de esto, son los costos en educación superior donde quienes pueden pagar no
arrastran deudas y pueden disponer de los beneficios del trabajo profesional inmediatamente,
en cambio quienes arrastran deudas no pueden hacerlo, lo que puede llevar aparejado
velocidades distintas en las independencias personales.
Una cuarta forma de condicionamiento son los “grados de libertad interpretativa” (Archer
2009:284). Este elemento está en un plano cultural porque implica un proceso valorativo del
agente. Ya que se juega el argumento de que: “La ruta consiste no solo en ver el
condicionamiento estructural como una fuente de razones para las acciones, sino es mostrar
adicionalmente por qué los agentes tienden a encontrarlas mejores que otros cursos de
acciones que también pueden considerarse buenos” (Archer 2009:284). Lo que hace, que el
agente pondere los cursos de acción a seguir, evaluando ideal y materialmente los cursos de
acción a tomar, momento en que se imponen condiciones a la libertad interpretativa. No hay
algo así como un capricho inexplicable, ya que implicaría plena libertad interpretativa, sino grados
donde se pueden evaluar cursos de acción, en la cual de las relaciones entre las formas ideales
y materiales se logre un proyecto aceptable:
…una de las razones por las que el altruismo es inusual (y es la excepción a una regla que
muchos desearían no aceptar) es, por cierto, que la mayor parte del tiempo la mayoría de las
personas no toleran una discrepancia muy grande entre sus intereses materiales e ideales.
(Archer 2009:287).
De esta forma, hay límites bastante relevantes tanto a nivel material como ideal para las formas
discrecionales de los agentes. Los cuales si bien podrían estar liberados de constricciones
materiales, aún tienen que relacionarse con elementos ideales. Con lo que la posibilidad del
capricho totalmente libre resulta imposible. Ya que tiene gradualidad derivado de los intereses
creados y costos de oportunidad asociados tanto materiales como ideales.
Un quinto elemento y final, es la idea de “guía direccional” (Archer 2009:287). La guía
direccional es, quizás, uno de los elementos más relevantes de la teoría del condicionamiento
socio-cultural de Archer, ya que conjunta los elementos antes mencionados, implicando la
88
pregunta de qué harán los agentes frente a los condicionamientos culturales y materiales. Así,
existe “un condicionamiento y guía estructural versus un condicionamiento y guía cultural”
(Archer 2009:291). Los cuales presentan una distancia ontológica pudiendo generar relaciones
de compatibilidad o incompatibilidad, siendo estas características “propiedades relacionales”
(Archer 2009:291). Nótese que el punto aquí es que hay compatibilidades entre las condiciones
del sistema cultural y el sistema social, lo que no obstaculiza que estas incompatibilidades o
compatibilidades se puedan dar al interior del sistema social o del sistema cultural mismo.
Archer siempre llama a vigilar los niveles a los cuales uno se refiere: “Se debe tener cuidado en
este punto, y resistir cualquier presunción encubierta de que estas influencias de segundo
orden, controlan las formas de condicionamiento de primer orden” (Archer 2009:290). La
relación entre dimensiones (cultural y material) y los niveles de esas dimensiones (macro o
micro) van generando situaciones en las cuales si bien no se eliminan los juicios discrecionales,
se incluye la guía direccional:
Esto funciona entregando buenas razones para cursos de acción particulares en forma de
beneficios y penalidades asociadas por perseguirlos o ignorarlos, los que nuevamente son
canjeados mediante su impacto positivo o negativo en los intereses creados. (Archer
2009:293).
Así, bajo condiciones de incompatibilidad sistémica unos actores pueden seguir la guía
direccional y otros buscar la modificación de las condiciones actuales, haciendo que la guía
direccional se traduzca en acciones diferentes. Generando proyectos distintos dependiendo de
los costos de oportunidad de los intereses creados en las posiciones, los cuales serán objeto de
reflexión por parte de los agentes en grados limitados de libertad interpretativa, por las
condiciones de las situaciones estructurales y culturales.
Con este último elemento se puede cerrar la teoría de la estructura en Archer en sus tres
formulaciones complementarias: la teoría sustantiva de la estructura, la teoría de la
configuración estructural, la teoría de los niveles de emergencia y la teoría de los
condicionamientos estructurales. Esta es una de las entidades que entran en el juego mutuo a
través del tiempo en Archer generando procesos de morfogénesis. El otro elemento inevitable
es la agencia en presente, ya que estas estructuras aquí presentes son resultado del juego mutuo
entre la agencia del pasado frente a su estructura coetánea.
89
La agencia en el realismo morfogenético: identidad, reflexividad y acción.
La agencia es también, tal como la estructura es la representación de las partes, una
representación general del aspecto subjetivo, humano, de la vida en sociedad. La agencia opera
con sus capacidades intrínsecas y propiedades emergentes en el esquema de Archer. Aunque
falta mucho que decir antes de llegar a ese punto. En el comienzo de una analítica sobre el
enfoque morfogenético hay que establecer férreamente que la estructura no ejerce presiones
hidráulicas sobre las personas. Lo que hace que sea necesario explicar por qué las personas
actúan en la vida social de la forma en que lo hacen, no pudiendo suponerse la actividad
agencial como sub-producto o derivada lógica de la estructura, ya que eso es precisamente una
explicación conflacionista. Para Margaret Archer las personas actúan en la vida social en
relación de juego mutuo con la estructura, la cual es externa y anterior a ellas. Entonces, actúan
frente a la estructura porque tienen muy buenas razones para hacerlo. Y las razones son causas.
Esto se da, incluso, bajo condiciones coactivas como una detención policial. Si las personas, se
dejan detener es también basado en una razón, como imposibilidad física de defenderse y las
agravantes normativas asociadas. Y eso es un proceso reflexivo. No un comportamiento reflejo
o determinado por el ambiente. Ni una determinación catéctica por parte de la cultura hacia el
cuerpo del individuo. De hecho, en las organizaciones más coercitivas que la humanidad haya
creado como las cárceles, entendidas por la sociología de Goffman como “instituciones
totales”, las personas nunca dejan de actuar reflexivamente, aun contra su voluntad, negando la
“totalización” subjetiva por parte de la organización (Goffman 2009). En la teoría de Archer, el
mundo y sus órdenes natural, normativo y práctico; entran en contacto con los seres humanos,
no los determinan.
La teoría de la agencia en Archer se encuentra a lo largo de toda su obra. Sin embargo, tiene
un momento importante a partir del año 2000, con la publicación de “Being Human: the problem
of agency”. La agencia es, al igual que la estructura, una serie de formas superpuestas, pero no
elidibles, lo que hace que sea una forma emergente. La actuación de la agencia en el enfoque
morfogenético puede separarse en tres dimensiones, lo que implica al menos que hay tres
teorías complementarias de la agencia. La primera es la más conocida en sociología, que es la
idea de que la agencia es la base de toda acción. No hay sucesos en el mundo, al menos en el
orden práctico y normativo, si los humanos no entran en actividad. La realidad del orden
90
natural y la sucesión de eventos naturales, no puede negarse, haya estado el hombre ahí para
verlo o no, ya que “la realidad natural no requiere en sí misma ser reclamada, por ello es auto
subsistente” (Archer 2000:2). Sin embargo, “la realidad social es diferente” (Archer 1998:189).
La realidad social depende de que se realicen distinto tipo de actividades humanas, las cuales
no pueden conflacionarse con la estructura, ya que agente y estructura son dos entidades
diferentes, relacionadas, pero ontológicamente diferentes. El punto central es que es la agencia
quién realiza la actividad, pero una cosa es la agencia en sí o las personas, y otra cosa es la
agencia en sentido propio o lo que hacen las personas. Esta distinción no puede evitarse, ya
que el argumento de la reflexividad como momento de diseño de acción es anterior, lógica y
temporalmente, a la actividad misma.
El elemento de la agencia en sí encierra en Archer la conformación de una teoría que se
instala en este punto temporal anterior a la agencia en sentido propio. Y esto es la teoría de la
identidad de la agencia, donde los modos de agencia como formas de acción, pasan a ser
también procesos internos de las personas como formas identitarias. Demás está decir que no
hay acción posible de una agencia frente a la estructura, sin problemas de conflación, si es que
no está acompañada de una forma identitaria. Una tercera forma de teoría de la agencia
comienza a vislumbrarse en los trabajos más tardíos de Archer, la cual es la teoría de la
reflexividad, donde desarrolla al máximo la opción de una agencia, no solo no sometida a
presiones hidráulicas pavlovianas o conformada socialmente en diferentes formas de identidad,
sino que Archer sortea todas las posibilidades de una agencia reducida a la sociedad. O, lo que
es lo mismo, un individuo de acción disposicional, de identidad personal derivada directamente
de la sociedad. Y para eso produce una teoría de la reflexividad agencial como “conversación
interna”, punto culmine del proceso teórico de la agencia.
Así, la teoría de la agencia se desarrolla en tres dimensiones: formas de acción, formas de
identidad y formas de reflexión. En orden histórico de aparición, Archer comienza
cuestionando que la actividad de los agentes se pueda explicar completamente por la
estructura, que es el argumento de fondo en la recuperación del dualismo de Lockwood. Ya
que en este, la agencia o los actores, retienen algo que todas las formas conflacionistas le
restaban al ser humano, la cuales su capacidad de incidir con sus propios atributos en el
cambio del corazón institucional de una sociedad. Presentaré el argumento en orden de
aparición histórica, ya que resulta ordenado, ofreciendo complementariedad y profundidad
91
sobre el agente. De alguna manera, desde la primera formulación del enfoque, hay una teoría
del agente que Archer ha ido desempacando hasta la formación misma de la persona.
Being Human, es mucho más que un libro sobre la agencia, es una defensa del ser humano
en la teoría sociológica. E incluso, es la defensa de la imposible disolución de la humanidad en
el mundo: “Hace veinte años, la idea de escribir un libro sobre la agencia humana no me
parecía como un proyecto defensivo” (Archer 2000:1). Pero, “Desde entonces, ha habido un
frontal y total asalto sobre la agencia en sí misma, en el cual la moderna muerte de dios se
encuentra ahora igualada por la posmoderna muerte de la humanidad” (Archer 2000:1). La
agencia se encuentra en duda bajo cierto tipo de teorías que obliteran epistémicamente a la
agencia o la despotencian sometiéndola al poder total. O, tiene como objetivo borrarla de la
sociología, como en la muy poco antropológica idea del antropólogo Claude Lévi-Strauss: “Yo
creo que el objetivo último de las ciencias humanas no es constituir al hombre sino disolverlo”
(Lévi-Strauss en Archer 2000:18). Si en verdad el objetivo del filósofo-etnógrafo era
argumentar contra el hombre moderno, y no contra el ser humano en sí, es una comprensión
de la frase de Lévi-Strauss. Si el problema era el antropocentrismo moderno como
caracterización de un ser omnipotente que modificaría el mundo a su semejanza o imaginación,
resulta un problema aparte. Rectificar racionalmente la sociedad es una aspiración cultural de la
época moderna, al poder conocer sin misterios ni tabúes la naturaleza del mundo, se entiende
que los creadores dejarán de someterse a la creatura. Si las agencias históricas modernas y las
instituciones que generaron, no el sujeto filosófico, estuvieron o no a la altura de los
postulados filosóficos sobre las posibilidades humanas, que es una crítica muy moderna, es
otro asunto. O, si realmente no se puede reformar la sociedad a imagen y semejanza del
pensamiento humano, cosa que el realismo de Archer acepta. Es, inevitablemente, harina de
otro costal.
La declinación del entusiasmo sobre las posibilidades estructurales de la razón humana, que
como una metafísica de las costumbres pusiera a la altura de la razón al mundo, no implica que
se disuelva a la humanidad en sí misma. Las personas siguieron aquí, no son signos en una
comunicación, por muy etiquetados que estén, que deambulan azarosamente en un juego
simbólico sin referencias, propio de las palabras o de la lengua o de la comunicación: “Fuera de
la academia, las personas ordinarias actúan de una no disuelta moda –ellos confrontan el
mundo, significan la naturaleza y practican, antes que ser solo sociedad, para esto funcionan
92
como seres humanos y no pueden ser endosados a una falacia lingüística” (Archer 2000:2). Si
esto es así, entonces se deben levantar las condiciones teóricas, para reinstalar a los seres
humanos en la sociedad sin ser juguetes de esta. Por muchas propiedades emergentes que
pueda tener la sociedad nunca es plenamente autónoma de lo que los agentes hacen o piensan.
Eso es reificación. E incluso, antropomorfismo.
Para comprender la idea de agencia, que no deja de ser un asunto problemático. Habría que
partir diciendo que la noción de agencia en latín, implica un significado muy especial para la
sociología, agencia viene de “agentis” o “el que hace”. Y Archer toma este punto considerando
que los seres humanos cuando son agentes “son agentes de algo” (Archer 2009:343). La
agencia desarrolla actividades en relación con las tres dimensiones del mundo al mismo
tiempo: se relaciona con la naturaleza, con los artefactos y con la sociedad. La agencia es
mucho más que ser humano, ya que es una forma superpuesta de propiedades emergentes,
tanto ontogenéticamente como filogenéticamente. La antropología física cubre los aspectos
físico-biológicos del ser humano a lo largo de su desarrollo, hasta su condición de homo
sapiens-sapiens. Largos procesos evolutivos como la transformación de las manos en forma de
tenaza con el pulgar cruzado son parte de las condiciones biofísicas del ser humano. Se puede
decir realistamente que el ser humano en sentido biofísico es ya una forma emergente, que
tiene su propia morfogénesis tratada por la teoría de la evolución humana. Para la sociología, el
argumento sobre la agencia comienza con el homo sapiens-sapiens como forma estable, donde
un nuevo proceso de morfogénesis comienza, solo que ahora está en otro nivel de propiedades
emergentes. Y con estas entra en contacto con el mundo que lo rodea.
Los seres humanos para sobrevivir frente al orden natural desarrollaron formas de
entendimiento, coordinación interaccional, artefactos; generando un nuevo medio frente el
orden natural, un medio cultivado con el cual posibilitaron su éxito como especie en el mundo.
Sobre esta relación directa con el mundo es que se generaron distintos modos de agencia, en su
primer sentido como un modo estratificado de agencia, donde se distinguen al menos cuatro
estratos: las colectividades (agencia primaria), los actores individuales, los grupos organizados
(agencia corporativa) y las poblaciones (Archer 2009:259) Las cuales entran en relación de
juego mutuo, con las posiciones, los roles, las configuración institucional y los sistemas. Este
modelo estratificado de la agencia se basa, según Archer, en que:
93
Hay propiedades emergentes de las colectividades e individuos, que difieren de las
propiedades emergentes de grupos corporativos, que a su vez difieren nuevamente de
aquellas que pertenecen a las poblaciones. (Archer 2009:260).
El punto está ahora en qué difieren esas propiedades emergentes. Hay que decir que este
argumento no está prístino en Archer, ya que se centrará más bien en el proceso formativo,
sobre lo que llama morfogénesis triple de la agencia, de “ser humano, individuo, actor y
agente” (Archer 2009:261). No pueden coincidir en propiedades, a pesar de que sí pueden
hacerlo físicamente. La triple morfogénesis de la agencia en Archer implica que en el tiempo,
inevitablemente como todo el enfoque morfogenético, los seres humanos pasan a ser parte de
una colectividad específica, llegan a ser actores individuales y pueden transformarse en agentes
corporativos. Esta es la triple morfogénesis en el tiempo.
Sin embargo, la agencia si tiene esta triple morfogénesis debe distinguirse fuertemente, sino
se cae en conflación. Los seres humanos, desde el punto de vista de Archer, pasan por esta
triple morfogénesis en su proceso vital en el mundo. Adquiriendo capacidades diversas en este
proceso. El argumento de Archer se basa en que los seres humanos adquieren su condición de
agente en un proceso en el tiempo. Sin embargo, la diferencia central de las formas de agencia
está puesta en otro plano, por ejemplo cuando se trata de distinguir entre “personas, los
agentes y los actores”, se debe tener en cuenta que para:
un censo solo necesitan saber quién cuenta como persona humana, mientras que quienes
hacen una encuesta tienen que saber sobre las relaciones de las personas en varias
distribuciones sociales(…) Finalmente, los comités de ascenso tienen que considerar la
adecuación de los candidatos para ocupar cargos específicos. (Archer 2009:340).
Y luego agrega: “tales distinciones son importantes no solo para los investigadores, sino
también para las propias personas, porque las cosas que pueden hacer en tanto seres humanos,
agentes y actores son asuntos distintos, implican poderes distintos, intereses distintos y razones distintas”
(Archer 2009:341) (cursiva mía)
Entonces en ese hacer, donde convergen poderes, intereses y razones; es el punto desde el
cual se puede distinguir a la primera teoría del agente. Así, las colectividades, los actores
individuales, los grupos corporativos y las poblaciones; no son sino tipos diversos de acción
agencial frente a la estructura. Los actores individuales y los grupos corporativos, como se
puede entender, son acciones de individuos frente a sus roles y los grupos corporativos son
94
acciones colectivas frente al marco institucional. No presentando dificultades para pensarlos
como formas de acción, las acciones de los actores individuales tienen como elemento central
realizar los roles prescritos normativamente. Pudiendo ser altamente problemáticos en
términos de roles: tener que ser padre y asalariado en medio de una crisis económica implica
no solo dos organizaciones que dependen de dos instituciones distintas, sino que las
posibilidades de los agentes de realizar los roles prescritos depende de la compatibilidad
estructural entre estas instituciones. O, de la misma manera, tener que ser madre, esposa y
trabajadora que es más que una triple jornada de esfuerzo físico; sino tres roles con
compromisos y preocupaciones propias, con expectativas creadas en el resto de la familia,
empresa y pareja.
La agencia corporativa tampoco ofrece mayores problemas, en esta forma se encuentran las
capacidades morfogenéticas y morfoestáticas de la estructura que no están en ninguna otra
forma de agencia. Las agencias corporativas articulan los intereses derivados de la estructura, y
“buscan empujar y tirar la estructura institucional y sistémica en diferentes direcciones”
(Archer 2009:352). Pueden haber, obviamente, agentes corporativos que busquen la
transformación sistémica de la sociedad, esto es cambiar toda la estructura institucional en pro
de generar nuevas propiedades emergentes, como poner fin a la desigualdad material. O, hay
agentes corporativos que busquen solo generar cambios en algunas formas institucionales,
como incentivos pro empleo en un sector poblacional o políticas públicas sectoriales, e incluso
protección de precios estatal frente a la competencia global. O, agentes corporativos que
busquen la mantención de la estructura institucional actual. En cualquiera de los tres casos se
trata de agentes corporativos que impulsan proyectos colectivos sobre las estructuras.
Los agentes primarios o colectividades presentan un problema distinto. Si la relación de
acción entre agencia y rol es de actor individual, y la de agencia corporativa frente a la
estructura institucional es de acción colectiva. La agencia primaria debe tener algo que la
caracterice como forma de acción de la agencia, sin embargo Archer comienza negando
algunas posibilidades: “Los actores primarios no pueden articular proyectos ni movilizarlos
para
su
logro.
No
pueden
interactuar
promocionalmente
sino
solo
reaccionar
atomísticamente” (Archer 2009:349). Para Archer, el punto de las colectividades y sus formas
de acción es que “quedan restringidas a la apreciación silenciosa de quejas o dudas, al rebelde
sacrílego por insubordinación solitaria o al retiro personal (…) El efecto sistémico más
95
importante de la agencia primaria es solamente demográfico” (Archer 2009:349). Ahora, no
tener efectos sistémicos claros y distintos, no significa no afectar el sistema, si los individuos de
una posición baja proyectan ir a la universidad, el sistema puede ser modificado para
desarrollar nuevas formas de ingresos, ampliando la matrícula o no seleccionando, generando
que los profesionales provengan de colectividades distintas. Así, las colectividades si realizan
formas de acción, solo que no son directamente sistémicos ni institucionales, pudiendo ser
similares individuo por individuo, frente a su posición. Cuando una gran cantidad de personas
cambia de posición estructural poblando posiciones estructurales con nuevos contingentes se
produce movilidad social. Se puede decir, entonces, que las agencias primarias son formas
agrupadas de individuos que ejercen acciones similares por razones similares, ya que están
condiciones similares. Su característica como forma de acción, es el mundo privado, asociado a
las familias en posiciones estructurales.
Las poblaciones como forma de acción resultan más complejas. Archer no tiene mención
hacia ellas. Una población es la forma más general de la agencia, como conjunto de personas
ordenadas según diversas propiedades emergentes, desde condiciones demográficas hasta
capacidades técnicas; las cuales realizan proyectos en el mundo privado o doméstico,
encarnando roles como proyectos individuales y desplegando proyectos colectivos. Ese
cúmulo de actividad de las diversas personas, es lo que se puede denominar población como
una forma de agencia. Es ahí donde las propiedades emergentes del sistema como plazas de
trabajo, esperan ser absorbidas por medio de las propiedades de la población, distribuidas
abiertamente a todas las colectividades en una sociedad meritocrática. Es frente a las
poblaciones que los recursos alimenticios totales, no la distribución de estos, resultan
relevantes. Ya que si no alcanzan habrá hambrunas y descontento general, abriendo
oportunidades para agentes corporativos críticos, siendo la población general un espacio
subjetivo a conquistar. Son las distribuciones de votos en las poblaciones las que ganan las
elecciones. Este punto tiene a las formas subjetivas de acción de la agencia ya distinguidas,
siempre se podrá hacer nuevas especificaciones sobre este elemento, sin embargo lo relevante
ahora, era poder distinguir la primera teoría de la agencia de Archer.
La segunda teoría de la agencia de Archer trata ya no de las formas de acción agencial, sino
de un plano interior a los individuos que actúan. Ya no se trata de qué cursos de acción o
proyectos realizan, sino por qué deciden realizarlos de una manera específica frente a las
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condiciones sistémicas. Archer establece que las personas realizan cursos de acción porque
tienen muy buenas razones para hacerlo. Y el punto está ahora en cómo se forman esas
razones al interior del individuo. Tomando esta senda, Archer elaborará una teoría de la
identidad de los individuos en la cual destacará la relación que tienen los sujetos con el mundo.
Hay varias formas de contacto con el mundo, ya que el mundo tiene variadas formas; hay una
forma física de contacto con el entorno, una práctica con el orden de los objetos y una
normativa frente a otros sujetos (Archer 2000: 199). De estas tres dimensiones del mundo, los
sujetos generan preocupaciones, las cuales son elaboradas hasta constituir una jerarquía de
prioridades. Sin embargo, como no se viene preparado como agente al momento de nacer,
constituir las preocupaciones será un proceso, resultando distintas dependiendo del momento
vital en que estén los sujetos, de los recursos disponibles, etc. Ya que estos elementos
repercuten como experiencias subjetivas en los individuos.
En el argumento de Archer las emociones que se generan en el contacto experiencial con el
mundo son reelaboradas de acuerdo a las condiciones subjetivas de los individuos. Donde
estas condiciones individuales, cuando se trata del contacto con el mundo social toman la
forma de una autoestima. Desde ahí, es que se puede dar cuenta de las preocupaciones más
relevantes: “Generalmente, las preocupaciones sociales más importantes de nuestra autoestima
están establecidos en ciertos proyectos (carrera, familia, vecindad, club o iglesia) sobre cuyo
éxito o fracaso podemos atribuir nuestra valía” (Archer 2000:219).
Sin embargo, no se
pondera cualquier elemento del mundo por muy establecido que esté y por muchas ventajas
que genere. El punto central es que las preocupaciones que se extraen del contacto con el
mundo se transformarán en preocupaciones más o menos importantes como expresión de la
identidad de las personas. Donde la identidad como personas está ligada a la relación de los
sujetos con el mundo en sus tres dimensiones. La forma final como persona, luego del
proceso de formación, es una estructura o configuración o constelación de preocupaciones,
que define la identidad personal.
La identidad de los sujetos se forja en relación con el mundo. Eso es inevitable. El punto
central, es que no se trata de una identidad cartesiana de pensamiento puro. Sino que es una
identidad en relación con las experiencias en el mundo, las cuales generan emociones, o
estados corporales: dolor, hambre, excitación, decaimiento. Sin embargo, estas emociones, sea
cual sea su fuente (normativa, práctica o natural); son procesadas como emociones de primer
97
orden, articuladas y rearticuladas, emergiendo posteriormente como emociones de segundo
orden. Archer ocupa una representación típica de esto: “Y me dije a mí mismo”. Este decir a sí
mismo sobre un asunto de importancia, como un proceso en el cual un alguien le habla otro
alguien dentro de la misma persona, encierra el punto crucial de lo que Archer llamará
“conversación interna”. Ahora el punto es: ¿Quién le habla a quién? Y ¿Sobre qué? (Archer
2000: 228). Así, para que alguien le hable a alguien debe haber varios alguien dentro del mismo
individuo, a este elemento se le puede denominar identidades. Hay varias identidades dentro de
una misma persona, ya que hay varias formas de referirse a sí mismo. Archer establece que
“desde el actual Yo, el agente de toda acción, espontáneo y libre, porque el yo soy, puede
definir toda situación sin consideración de hábito o precedente” (Archer 2000:229). Sobre este
punto, es que Archer dice que este Yo espontáneo que siente el mundo en acción,
incorporando emociones en su contacto, entra en conversación con un Tú futuro “…quien es,
entonces, ontológica y lógicamente distinto, muy comprometido a las reglas de la comunidad”
(Archer 2000:229). Nótese que estos elementos, Yo y Tú, son dos formas de entender la
relación del individuo con el mundo en el correr de la experiencia. Solo que uno de estos
elementos tiene incorporadas normas y el otro experimenta el mundo directamente. Así, entre
ellos se genera una conversación interna, al interior del individuo.
Las preocupaciones se forjan de la emocionalidad. La emocionalidad del Tú puede ser
contextual, no si sintió aquello qué sintió, ya que lo sintió. El Tú procesa la emoción y puede
preguntarse: ¿Es correcto sentir eso? Esto implica, que Yo y Tú, no solo no coinciden, sino
que incluso podrían ser no solidarios entre sí. Esta primera aproximación, como ejemplo de la
conversación interna, lleva a que Archer distinga cuatro formas básicas de identidad personal.
Las cuales son cuatro formas de referirse a sí mismo, de generar una relación entre el individuo
y algún objeto externo sea social, práctico o natural. Estas cuatro formas de identidad personal
son el “Yo, Mí, Nosotros y Tú” (Archer 2000:295). Un argumento importante, es que el Yo y
el Mí, están en un plano de despliegue privado, con una sustantiva diferenciación en el Mí.
Archer pone un ejemplo, el Yo puede querer cualquier cosa, el Mí “conoce su lugar” (Archer
2000:265). Este proceso en la formación es de socialización, el cual cuando pasa a un plano de
realización colectiva con los agentes corporativos, se despliega en ámbitos públicos,
personificándose como actores. Proceso que redunda en compromisos de las personas, esto es
con preocupaciones primordiales estables que repercuten nuevamente sobre el Yo. Con esto,
98
la persona cuando ha estabilizado su proceso morfogenético, cuando se le considera adulto,
posee una estructura de estas formas como Yo, Mí, Nosotros y Tú.
Así, se forja en el individuo, una identidad personal que es una configuración de identidades.
Donde la agencia primaria es Mí o persona social, la agencia corporativa es Nosotros y el actor
es Tú. Y sin embargo, el impulso físico de la acción, la da el Yo. Estas cuatro formas de
identidad están en la misma persona, con compromisos desiguales, derivados de las
preocupaciones frente a las situaciones del mundo. De esta manera, no se puede dudar que en
la conformación de la identidad personal de los años sesenta y setenta, el Nosotros dominó al
Mí. Generando las acciones de los militantes políticos, que arriesgaron sus vidas en los
procesos de cambio estructural, incluso bajo condiciones de sometimiento como la tortura.
Donde la estrategia es quebrar el compromiso de las personas con el Nosotros, a través de la
mortificación física del Yo y psicológica del Mí. Obviamente, con el paso del tiempo y las experiencias
que van procesando, los individuos se diferencian por grado de estabilidad de las
preocupaciones, momento en el cual son menos afectados emocionalmente por el mundo. La
relación hace que el sujeto esté bastante más claro y firme sobre sus preocupaciones,
equilibrando -de manera relativa- su relación con los contextos. Esto se logra, según Archer, ya
que las preocupaciones comienzan a ser desarrolladas en la relación entre individuo y mundo, y
no simplemente traspasadas desde el mundo al individuo como emociones. Esta condición se
basa en que las preocupaciones primordiales de los agentes adultos están formadas. Así, las
personas pasan por un proceso propio de morfogénesis, donde hay una etapa de mayor
condicionamiento, una de interacción y una de elaboración, sobre sí mismos.
Archer sobre este punto, desarrolla una argumentación, donde se produce un diálogo entre
las distintas identidades:
El diálogo es una dialéctica entre nuestras preocupaciones humanas y nuestros comentarios
emocionales sobre ellos. Cuyo producto en todo tiempo, es la designación de ciertas
preocupaciones como primordiales para nosotros, pero también con las cuales podemos
vivir. (Archer 2000: 230)
Esto es producto del procesamiento al interior del individuo, entre las preocupaciones
derivadas de sus identidades y su contacto con el mundo. Este diálogo tiene tres fases –una vez
más- “discernimiento, deliberación y dedicación” (Archer 2000: 231). El discernimiento es una
relación al interior del sujeto, donde este se toma a sí mismo como objeto, distinguiendo que
99
proyectos debe y puede realizar. La deliberación implica el momento de discriminación entre
los proyectos posibles frente al mundo, el cual también se realiza entre las distintas identidades
del sujeto. La dedicación, conlleva el momento en que discriminados los proyectos, se asumen
los costos que puede tener para los otros proyectos en distintas dimensiones; por ejemplo
tener hijos para los profesionales, tiene costos económicos individuales e interrupción de
carreras para las mujeres en pro de preocupaciones familiares: “…dedicación es el momento de
un diálogo conflictivo, por el final (provisional) del diálogo que tiene que alcanzar priorización
y alineamiento” (Archer 2000:238). Estos elementos se cierran en el proceso de identitario de
agentes adultos en el cual las preocupaciones primordiales generan formas de deliberación,
discernimiento y dedicación; cada vez más estables frente al mundo. Las que al establecer la
relación con el entorno se desarrollan como identificaciones con aspectos de este. De acuerdo
a los compromisos específicos de esas preocupaciones primordiales frente al mundo -y sus
dimensiones naturales, normativas y prácticas- es que se puede establecer la configuración
identitaria, ya que en esos asuntos es que se juega la trayectoria vital de las personas: “Esta es la
precisa configuración de esta triada de preocupaciones la que representa nuestra estricta
identidad personal” (Archer 2003:120). No está demás decir que las preocupaciones frente al
orden normativo –social y cultural- derivan en una estructura propia.
La tercera forma de teoría de la agencia comprende la última parte del trabajo de Archer. Y
marca el momento más alto de una teoría no conflacionaria. Ya que las teorías contemporáneas
en sociología pueden perfectamente tomar todo lo desarrollado hasta el momento por el
enfoque morfogenético y encajar las teorías de la agencia como forma disposicional en los
individuos en las etapas estructurales. Como por ejemplo la teoría del habitus de Bourdieu, que
perfectamente podría retomar todos estos argumentos y readecuarlos sobre su condición de
sentido práctico de origen wittgenstiano. Tanto es así, que Archer lo expone como un autor a
criticar en esta tercera parte de su teoría de la agencia (Archer 2007a, 2010, 2012). La teoría de
la agencia en esta tercera parte comienza con la recuperación de la idea de la reflexividad. La
cual tomará el nombre de modo de diálogo interno o modo de conversación interna.
Entonces entrar en contacto con el mundo implica para los seres humanos iniciar procesos
de reflexividad. Obviamente que la reflexividad, es una forma emergente de procesos
biológicos que tienen su propia morfogénesis. Como el poder generar formas abstractas de
pensamiento que puedan resistir lo episódico de la experiencia y tener una continuidad.
100
Pudiendo elaborar formas de relación con el entorno que puedan comunicarse, criticarse y
desarrollarse; hacia y por otros. La reflexividad es una propiedad o atributo propio de los seres
humanos, que no depende de las condiciones institucionales o del entorno natural o del orden
práctico; los seres humanos nacen con esta propiedad, aunque sus posibilidades de desarrollo
dependen de las condiciones que generaron los agentes reflexivos anteriores como
posibilidades socioculturales. O, como dice Margaret Archer: “Reflexividad es el ejercicio
regular de habilidad mental, compartida por todas las personas normales, al considerarse a sí
mismos en relación con sus contextos sociales y vive versa” (Archer 2007a: 4). O, en otro
registro: “los agentes con la reflexividad examinan sus preocupaciones personales a la luz de
sus propias circunstancias sociales y evalúan sus circunstancias a luz de sus propias
preocupaciones” (Archer 2007b: 41). La reflexividad es una forma de reflejo interno del
agente del complejo y problemático mundo, de sus muchas relaciones entre sus diferentes
ordenes, el cual puede ser aprehendido, diseccionado, en busca de una solución. La
reflexividad puede ser una forma de saber si se existe como en las meditaciones metafísicas de
Descartes (Descartes 1993). O, si se puede tener certeza del mundo externo como en
Wittgenstein (Wittgenstein 1997). E, incluso, para deliberar si los pensamientos son propios o
derivados de la experiencia como en Hume (Hume 2004). Lo que no se puede dudar, más allá
de las escuelas epistemológicas, es que hay una forma de aprehender el mundo exterior y
reflejarlo internamente.
Para el aspecto sociológico, y en exclusiva del enfoque morfogenético, los agentes deben
desarrollar reflexividad frente a la estructura para resolver los problemas que la estructura
social les genera. No solo cuando no hay líneas de acción claras, como en la idea de anomia,
momento en que la estructura social se vuelve problemática, sino que constantemente. Aunque
la reflexividad es un imperativo aún más importante en esta sociedad de modernidad tardía,
donde los contextos se vuelven cada vez más incongruentes para los agentes (Archer 2012). Se
puede invertir más o menos tiempo de reflexión, sin embargo no deja de ser problemático el
mundo ya que está sucediendo. Con estructuras relacionales de más larga duración que los
agentes que las reproducen o transforman, pero sucediendo. Y los resultados de la reflexividad,
deben suceder aún y en un tiempo determinado, so pena de que los costos pueden
incrementarse, lo que implica que la reflexividad también ocupa tiempo en los agentes.
101
La reflexividad varía, entonces, de acuerdo a las preocupaciones agenciales y las condiciones
socioculturales de los humanos que la realizan. A mayores capacidades culturales de los
agentes, resultado de una distribución social de recursos, no natural; la reflexividad puede
tomar mayor o menor tiempo. Si se trata de un asunto de nivel macro estructural, puede
necesitar mayor dedicación para agentes altamente capacitados. O, si se trata de un asunto
personal o trivial puede simplemente tomar una decisión reflexionando autónomamente. Este
punto, Archer lo llamará conversación interna, donde la reflexividad toma formas específicas
predominantes, dependiendo de las condiciones de los agentes. Este elemento no será tratado
aquí, ya que ahora el modo de conversación interna, es retomado por Archer como juego
mutuo intra-agencia, siendo para la autora el vínculo perdido de la sociología (Archer 2003:9).
Así, se completa la teoría de la agencia en Archer, y se puede entender como: tipos de acción;
tipos de identidad y tipos de reflexividad en orden histórico de desempaque. Pero en orden
teórico empacado es: formas de identidad, formas de reflexividad y formas de acción.
El juego mutuo en el realismo morfogenético: temporalidad y reflexividad.
El objetivo primario del enfoque morfogenético es dar cuenta de la transformación o
reproducción del corazón institucional de una sociedad, a través de una teoría no
conflacionaria entre agencia y estructura. Para esto presenta a la relación como una forma no
determinada, de ninguno de los dos elementos y tampoco de mutua constitución constante.
Denominando a la relación como una forma de juego mutuo. Así, ha presentado dos
soluciones teóricas, la primera está basada en una metodología analítica de tres fases
temporales, que es el procedimiento morfogenético desde el principio en 1979 hasta 1988; que
es la secuencia de condicionamiento como fase 1, interacción como fase 2 y elaboración como
fase 3. Y la segunda es un desempaque de esta solución metodológica, pero en clave realista
desde el año 2000; lo cual implica un trabajo interno sobre el juego mutuo entre dos entidades
ontológicamente distintas en cada fase, la cual se realiza por medio de la reflexividad. Así, se
completa el argumento morfogenético, ¿Cómo la estructura afecta a la agencia? Por medio del
condicionamiento. Y ¿Cómo la agencia responde? Por medio de la reflexividad. Donde la agencia con
preocupaciones, diseña proyectos y despliega prácticas (Archer 2007). De esta forma, se
despliega una teoría del juego mutuo al interior de las fases morfogenéticas, la estructura afecta a
102
la agencia generando condicionamientos a las preocupaciones de la agencia; los individuos
desarrollan conversación interna y diseñan proyectos que afectan a la estructura. Pudiendo en
estos procesos generar rizos morfogenéticos que pueden hacer cambiar de fase a la relación
entre estructura y agencia.
La primera solución se despliega en base al argumento de que la relación entre integración
social e integración sistémica se puede ordenar de forma no conflacionaria, a través de una
disposición analítica en el tiempo de ambos elementos como un dualismo analítico derivado
de la temporalidad. Donde,
El argumento central es que la estructura y la agencia solo pueden vincularse al examinar su
juego mutuo a través del tiempo, y que sin la incorporación correcta del tiempo el problema
de la estructura y la agencia no se podrá resolver nunca de forma satisfactoria (Archer
2009:107).
La forma en que Archer establece esta relación, es a través de tres fases analíticas, donde al
final del ciclo no hay una relación conflacionaria entre agencia y estructura. De esta forma, la
estructura condiciona a la agencia como fase 1. La agencia interactúa con la estructura como
fase 2. Y la estructura es reelaborada por la agencia como fase 3. Estos tres momentos, son
modos de encajar los énfasis conflacionistas de las teorías sociológicas anteriores. Con lo que al
final del proceso no hay conflación, ya que se han relacionado agencia y estructura generando
nuevas formas institucionales, sin que sea la agencia o la estructura por sí, la entidad monolítica
que gatilla la transformación. Con esto, el enfoque morfogenético logra superar a las teorías
anteriores, insertándolas en un nuevo marco categorial. Así, en la fase 1 “pesa” más la
estructura, en la fase 2 hay equilibrio entre agencia- estructura, y en la fase 3 “pesa” más la
agencia.
Demás está decir, que la idea no conflacionaria es poder representar la relación entre
agencia y estructura, sin sobreponderar teóricamente a la estructura con la agencia, antes de saber
empíricamente las condiciones de agencia y estructura. No es lo mismo, y hay que decirlo con
todas sus letras, estar en la cárcel que en la escuela, ni bajo un régimen político democrático
que uno totalitario. El peso de la configuración normativa como condicionamiento coercitivo,
que ejerce guía direccional por medio de los proyectos coactivos de los otros hacia el proyecto
de ego, es extremadamente diverso; lo que rompe cualquier continuidad argumental, más allá
de que se trate de una relación agencia/estructura. El radio de acción de un individuo en un
103
régimen democrático es bastante más abierto que el radio de acción en un régimen totalitario,
donde se debe estar atento a todo; ya que los sistemas de vigilancia monitorean e imponen
importantes costos, a una mayor diversidad de acciones, no solo lo que se hace, sino lo que se
lee, ve y comunica. Este punto es relevante, ya que no se trata de relaciones teóricamente
equilibradas entre agencia y estructura, ya que sería responder otra vez teóricamente a los
elementos en juego. La posibilidad de reproducción o transformación de la estructura, que está
en relación con la agencia, es un problema empírico e histórico. Entonces, el argumento no
conflacionario de Archer se basa en estos ciclos de temporalidad, donde la estructura de hoy
tiene un antecedente en la estructura de ayer, y entre medio está la agencia de ayer, que generó
la estructura de hoy. En base a este esquema cíclico es que Archer da cuenta de los procesos
morfogenéticos de forma no conflacionaria.
Archer ha resuelto el punto con estas tres fases temporales. Sin embargo, el esquema solo
sirve para diferenciar entre los momentos del ciclo, ya que las relaciones entre agencia y
estructura, deben ser caracterizadas en cada fase del período y también entre cada fase entre sí.
Así, al interior de las fases aún hay que hacer un argumento no conflacionario. Esto se basa en
el hecho de que la sociedad y la agencia son entidades distintas, entre las cuales hay un hiato
ontológico, como se ha repetido más de una vez; razón por la cual se debe entender que el
juego mutuo no conflacionario debe ocurrir en cada momento del ciclo. Esa relación, como
interfaz, en cualquier período del ciclo, es también una forma de juego mutuo. Ya que en el
esquema se pasa de condicionamiento a interacción y de interacción a reelaboración. Esto es,
los pasos al interior de las fases morfogenéticas tienen estas relaciones de momentos analíticos
diferenciados, donde no solo se describen las condiciones de cada momento del período, sino
que cómo se ha de pasar entre cada fase a la otra. Porque de esto depende que haya juego
mutuo, siendo la base de la segunda estrategia no conflacionaria.
Así, hay una relación de carácter vertical del juego mutuo entre la estructura y la agencia en
toda fase en su interior, y una de carácter horizontal entre las fases del juego mutuo de
estructura y agencia en el ciclo completo. Entonces, hay que entender que el condicionamiento
es una forma específica de juego mutuo entre estructura y agencia, así como la interacción y la
elaboración son otras: “Las fuentes de transformación o reproducción emergen en el elemento
intermedio, es decir en la segunda fase del ciclo morfogenético” (Archer 2009:391). De este
modo, un aspecto relevante resulta entender, cómo es la relación agencia / estructura en cada
104
momento del ciclo. Como por ejemplo en la fase 2 del ciclo, Archer establece que “…la
interacción social o sociocultural se explica por la interrelación cambiante entre las estructuras
de distribución de recursos y la estructura de grupos con intereses creados materiales o
culturales” (Archer 2009: 393). Donde estos recursos resultan ser “sanciones políticas, recursos
en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009: 393). Y el tipo de relación sobre los
recursos son “la confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y el intercambio
recíproco” (Archer 2009:391). Así, el punto inicial es que dada una distribución de recursos
sistémicamente ordenada, los grupos se forman según el acceso a esos recursos. La
distribución de esos recursos está irremediablemente asociada a la trama relacional que fija las
relaciones entre personas entre sí y entre personas con los recursos. La trama relacional o
configuración institucional genera las lógicas situacionales y las personas realizan proyectos en
sus diferentes formas agenciales, a través de los cuales intentan acceder a los recursos por
medio de la acción estratégica frente a la guía direccional de la estructura. Así, la estructura
institucional frente a la estructura de la agencia genera las lógicas situacionales sobre la cual los
proyectos de las agencias se realizan.
La lógica situacional del momento de condicionamiento puede ser cualquiera de las que no
generan movimientos de quiebre entre las agencias corporativas. Por ejemplo, la relación
sistémica como complementariedad necesaria y la lógica situacional derivada como protección,
puede ejercer la guía direccional a la agencia de solidaridad entre grupos. Siempre que se
mantengan las condiciones en las cuales los grupos están beneficiados en partes -no
necesariamente iguales- de la distribución de recursos. Si existe una crisis sistémica y uno de los
grupos pierde esos beneficios se puede pasar a una fase dos, en la cual: “…los vínculos
condicionantes que conectan la Fase 1 y la Fase 2 parecían consistir en la distribución de
intereses creados y parecían operar mediante agentes en oposición con lógicas situacionales
diferentes para su obtención” (Archer 2009:391). Sin embargo, que estén las condiciones para
una lógica situacional diferenciada entre grupos como el ingreso de nuevos contingentes
poblacionales –vía migración interna o externa o por movilidad- a una determinada categoría
no garantiza condiciones de transformación, ya que: “el mecanismo conectivo entre la Fase 2 y
la Fase 3 opera mediante el intercambio y el poder” (Archer 2009:391). Y esto necesita que
unas agencias primarias, que tienen una “capacidad de negociación” por la distribución inicial
de recursos que repercuten en sus condiciones agenciales por las posiciones de negociación,
105
puedan pasar a modos de defensa de intereses primarios por medio de agencias corporativas.
Esto, ya que la agencia primaria solo garantiza la capacidad de manejo de unos recursos: “Pero
para que tal grupo tenga una fuerza negociadora real debe tener una relación particular con los
otros agentes corporativos implicados” (Archer 2009: 398). Un ejemplo de esto, puede ser la
muy marxista idea, de que la clase obrera posee el principal recurso de la producción capitalista:
el trabajo. Sin embargo, sin partido propio que la guíe y entre directamente en la lucha política
frente a los partidos burgueses sus reivindicaciones llegan solo a la demanda tradeunionista. Como
bien lo expresa Archer:
Cada grupo que ahora se distingue de los agentes primarios lo hace en virtud de su
organización interna y la articulación pública de sus objetivos. Pero a su vez esta
especificación de metas establece congruencias e incongruencias con los propósitos de otros
agentes corporativos y, consecuentemente, condiciona la posibilidad de alianzas entre ellos.
(Archer 2009:399).
Esta expresión de metas de los agentes corporativos con la confluencia de intereses sistémicos
con otros agentes corporativos -en defensa o pro cambio estructural- puede mejorar las
condiciones de la fortaleza negociadora, hacia una situación relacional entre agentes
corporativos, que como propiedad emergente Archer denomina: “Poder transformacional o
reproductivo” (Archer 2009:399). Pudiendo generar “un quiebre en los agrupamientos
estables”. Ya que “El reagrupamiento es lo mismo que reestratificación” (Archer 2009:401).
Así,
Los estratos verticales reforzados por contención y solidaridad están complicados por
nuevas provisiones promovidas por la polarización y la diversificación horizontal; toda
forma previa de hegemonía monolítica está fragmentada en variedad de agentes
corporativos poderosos. (Archer 2009:401)
Los cuales al reagruparse forman nuevas agencias corporativas, incluso más generales que su
origen en las agencias primarias y corporativas. Son estos grupos, agencias meta-corporativas,
los que poseen los poderes transformacionales o reproductivos más importantes. Siguiendo
con los ejemplos de la discusión marxista, a esto precisamente se refería Gramsci en la
discusión de relación entre partidos y clases con eso de que “Para ser capaz de gobernar como
clase, el proletariado tiene que despojarse de todo residuo corporativo, de todo prejuicio o
incrustación sindicalista” (Gramsci 1990: 312). Y por eso, se formaron los llamados “frentes
106
populares”, cuando les tocó enfrentarse a los partidos totalitarios de la “burguesía”, durante la
convulsionada década de los 30 del siglo XX (Hobsbawm 1998).
El juego mutuo entre agencia y estructura representado como fases temporales del ciclo
morfogenético, es el resultado entre lo que las agencias hacen como proyectos frente a lo que las
estructuras generan como situaciones condicionantes. Y deriva del juego mutuo por el cual las
agencias reflexionan a propósito de sus preocupaciones frente a las situaciones. Juegan
mutuamente, ya que no se determinan, en ningún momento. Se conectan por medio del
condicionamiento estructural a las preocupaciones de la agencia que desarrolla reflexividad, y a
través de los proyectos puestos en acción de la agencia hacia la estructura. Puede haber más o
menos costos para las agencias, según el nivel emergente de estas, y lo arriesgado de los
proyectos; sin embargo siempre hay buenas razones para intentar proyectos arriesgados en
costos si la condición moral o material lo logra justificar. Los proyectos con mayor capacidad
de transformación o reproducción son obviamente los proyectos de las agencias corporativas
dirigentes y/o dominantes. Y los con menor capacidad de transformación o reproducción son
los de los actores individuales. El juego mutuo se da en cada uno de los momentos analíticos,
como formas específicas de relación entre los condicionamientos estructurales y su repercusión
en la agencia como preocupaciones y reflexividad. Atributos por medio de los cuales, la agencia
diseña los proyectos que harán frente a las situaciones condicionantes, dando cuenta de las
propiedades intransferibles de esta.
En este punto entra en juego la segunda teoría del juego mutuo, como es la teoría de las
formas de reflexividad. Ya que de estas formas de reflexividad dependen los proyectos a realizar
en todas las formas de agencia. La teoría de la reflexividad agencial se desarrolla en cuatro tipos
de reflexión. Que son cuatro formas o modos de llevar a cabo la reflexividad: la forma autónoma,
la forma comunicativa, la forma meta-reflexiva y la forma fracturada. La forma autónoma es
una descripción donde los asuntos son tratados por la persona en conversación consigo
misma; la forma comunicativa describe una forma donde los asuntos son tratados con otros,
entonces la conversación interna comienza en el agente y se complementa con las opiniones
del otro. Una tercera forma es la meta-reflexiva, donde se puede caracterizar a ésta, como un
proceso reflexivo de “auto-monitoreo” (Archer 2003:256). En tanto, “el sujeto está
conversando internamente sobre sí mismo y no sobre sus acciones externas” (Archer
2003:256). Así, la reflexividad como proceso mental puede tomar como objeto o preocupación
107
a sus mismas preocupaciones. La cuarta forma de reflexividad es la denominada reflexividad
fracturada propia de condiciones de agentes impedidos o desplazados: “Que han sido
suspendidos o inhibidos en sus capacidades de mantener una conversación interna sobre sí
mismos en relación con sus circunstancias, que tengan alguna eficacia” (Archer 2003:298). Así,
se puede decir que las circunstancias los superan y no pueden elaborar proyectos con algún
resultado práctico posterior. No es que no puedan reflexionar, sino que la posibilidad de
transformar esa reflexión como conversación interna frente a la estructura en un resultado
práctico como curso de acción efectivo, está limitado. Por eso Archer, remarcará que el
proceso reflexivo como conversación interna, que tiene resultados para los agentes, es una
triada de: “preocupaciones, proyectos y prácticas” (Archer 2007a:89). Lo que está justo en
medio de las preocupaciones y los proyectos, es la reflexividad. En sus etapas de
discernimiento, deliberación y dedicación, con su cuatro formas: comunicativa, autónoma,
meta reflexiva y fracturada
Estas cuatro formas de reflexividad que son cuatro formas de juego mutuo intra-agencial,
entre las preocupaciones de la agencia y los condicionamientos de los contextos, tienen
consecuencias en las posturas que las personas adoptan frente a la sociedad. Archer, lo expresa
de esta forma: “Así, durante el primer momento, la continuidad contextual propone una
comunicativa vida de la mente, a aquellos quienes tienen esta experiencia; y la discontinuidad
contextual una autónoma forma de subjetividad, a aquellos quienes han sido objeto de esta”
(Archer 2003:348). De esta manera, el juego mutuo interno al individuo, como conversación
interna, tiene una impronta en las posturas y proyectos que realizarán como agentes. Las
posturas que Archer identifica son: la evasiva, la subversiva y la estratégica. Donde estas
coinciden con la reflexividad comunicativa, la meta-reflexividad y la reflexividad autónoma.
Estas tres posturas están asociadas a tres tipos de reflexividad que permite derivar tres tipos de
respuestas a los contextos: la relación reflexividad comunicativa postura evasiva, se completa
con una respuesta colectivista a los contextos; la relación reflexividad autónoma con su postura
estratégica se completa con una respuesta acomodaticia y; la meta-reflexividad con su postura
subversiva se completa con una respuesta trascendental sobre los contextos (Archer 2003:353).
Con este último punto sobre la conversación interna, que es una derivación de la propiedad
agencial de la reflexividad y de la propiedad estructural del condicionamiento, la cual se
desarrolla como juego mutuo en la relación “contextos frente a preocupaciones”, cierra Archer
108
su argumento sobre la reflexividad (Archer 2012). Donde la forma en que se desarrolla la
conversación interna entre preocupaciones y contextos está en relación a las posturas que los
agentes desarrollan en la práctica frente a los contextos. Con esto, Archer completa la idea de
1988 de que la “interfaz” entre agencia y estructura debe ser el ámbito de investigaciones
intensivas. Es ahí donde se juegan las posibilidades de transformación de los tipos de
conversación interna en los agentes, de las posturas de los agentes frente al contexto, de los
proyectos efectivos de los agentes frente al contexto, de la morfogénesis de la agencia como
forma de proyecto frente al sistema, y al final del proceso, de la transformación estructural de
la sociedad. De esta manera, para la sociología realista de Archer un objeto central de
investigación es: la forma en las personas procesan sus preocupaciones frente a los contextos
estructurales. De hecho, Archer argumenta en “The reflexive imperative” de 2012, que la
reflexividad comunicativa estaría en declive y la meta-reflexividad en alza, pudiendo provocar
un rizo morfogenético en el futuro.
Conclusiones: la analítica sistemática del enfoque morfogenético.
Ha llegado el momento. Y ahora se debe contestar la pregunta inicial: ¿Cómo operaría,
conceptualmente, el enfoque morfogenético con todos los conceptos desempacados y
utilizados en estos treinta años? Y, como siempre, no se puede contestar directamente. Y hay
que decir: depende de la fase de relación entre integración sistémica e integración social. Sin
embargo, se pueden agregar elementos de juicio, ya que la relación entre integración sistémica e
integración social, se ha abigarrado de elementos como resultado del proceso de desempaque
conceptual que ayudan a una caracterización definida de la relación, pero esta vez en un
sentido de empaque. Siendo una relación de al menos tres configuraciones de elementos: la
estructura institucional, la estructura de acción de los agentes y la estructura de las identidades
de las personas. Con dos teorías del juego mutuo entre estructura y agencia como son las
formas de reflexividad que diseñan proyectos, los cuales al ponerse en práctica generan otro
juego mutuo entre proyectos de la agencia y las situaciones estructurales como fases del ciclo
morfogenético.
El esquema general del enfoque morfogenético implica una relación de juego mutuo entre
estructura y agencia, que puede entenderse de la siguiente manera: la estructura institucional
109
ejerce sus condicionamientos situacionales en todos sus niveles -de sistemas a roles-, a todas las
formas posibles de agencia -de poblaciones a agencia primaria-. Estas situaciones son
incorporadas por los individuos, por medio de estructura identitaria como preocupaciones
primordiales y secundarias, importando estos asuntos del mundo a su conciencia. Esta
importación al interior del agente individual, implica desarrollar conversación interna para el
diseño de acciones o proyectos, los cuales a través de las distintas formas de agencia, entrarán
en relación con la estructura institucional. La estructura identitaria de los individuos, como
distintas fases de ego que van del Yo al Nosotros, tiene el rol de importar y jerarquizar cuál de
los asuntos del mundo es objeto de las preocupaciones de manera primordial. Con lo que la
reflexividad, en todas sus formas –autónoma, comunicativa y meta-reflexiva- generarán un
producto práctico que pueda tener sucesión y coherencia como proyecto. El proyecto debe
articularse con las formas de agencia como roles a cumplir, dependiendo de las preocupaciones
individuales y las condiciones estructurales. Los proyectos recorren la estructura institucional,
guiados direccionalmente por la estructura, a la cual pueden enfrentar, evadir o seguir. De esta
forma, los proyectos de los agentes como estructura de acción, pueden transformar o
reproducir la estructura de una sociedad. Cada uno de estos elementos entran en juego mutuo
en la vida social. Sin embargo, el juego mutuo que podemos caracterizar depende de las
condiciones de integración sistémica e integración social. De esta forma, el punto elemental es
que este esquema abstracto debe poder funcionar en cada uno de las fases analíticas de la
relación agencia y estructura del enfoque morfogenético, como es: condicionamiento o fase 1,
interacción como fase 2 y reelaboración como fase 3.
La relación estructura y agencia de manera ontogenética cuando se trata de procesos
históricos o cambios a nivel del corazón institucional de una sociedad; o filogenética cuando se
trata del desarrollo de la identidad de uno o un grupo de agentes, comienza necesariamente por
la existencia de una configuración institucional condicionante. El condicionamiento, como
momento inicial del proceso de morfogénesis estructural, es una mirada al pasado para
entender el presente. Como puede desprenderse de Bhaskar:
Las personas no pueden comunicarse excepto por la utilización de medios existentes,
producir excepto por aplicación de sí mismos a los materiales que ya están formados, o
actuar salvo estar en algún u otro contexto. Hablar requiere lenguaje, producir materiales,
acción condiciones, agencia recursos, actividad reglas. (Bhaskar 1998:214).
110
Por eso, sociedad y personas deben ser diferenciadas, ya que la temporalidad de la sociedad
frente a la agencia de cualquier época es radicalmente diferente. Lo que implica que el
condicionamiento es el comienzo del estudio, ya que regresar a estadios de no
condicionamiento, es una regresión sin mucha operacionalidad para el presente. Sin embargo,
no todo condicionamiento es una fase 1, ya que se trata una forma específica de
condicionamiento, donde hay condiciones de integración social y sistémica, en correlación
positiva. Este escenario no es necesario para una persona o una generación, se puede nacer y
crecer en una época convulsiva, lo que haría más bien que se estuviera en una fase 2 de la
estructura. La fase 1 de una persona no coincide con una fase 1 de la estructura, ya que esta
teoría no tiene un argumento solipsista. Usted no define el mundo que le toca vivir y,
tristemente, yo tampoco.
Así, la fase 1 implica una relación estructural en la cual existen las propiedades emergentes
sistémicas, de complementariedad necesaria o de contradicción necesaria, generando un
escenario de lógica situacional de protección o de corrección para los agentes en sus diferentes
niveles. Lo que hace que a nivel sistémico exista una situación de integración o compromiso10
situacional entre las distintas instituciones sociales. Esto genera un escenario, en que los
agentes corporativos que tienen los mismos intereses o similares, desarrollan proyectos
basados en la “solidaridad”, como intercambio recíproco en el primer caso o “contención”
marcado por la confluencia de deseos o intereses en el segundo. Para los agentes corporativos
asertivos, si es que los hay, podría ser un proceso de morfogénesis propio generar una agencia
corporativa diferente con un proyecto propio, parcial o total. La relación con estos agentes
corporativos dominantes, está marcada por una obediencia inducida por el poder, por lo tanto
también es de contención. En el plano de la relación entre agencia corporativa frente a las
instituciones hay una situación en que nada con sentido transformacional se desarrolla con
posibilidades morfogenéticas. De esta forma, a pesar de que hayan otros agentes corporativos
con proyectos diversos parciales o totales, no tienen poder transformacional para ejercer algún
cambio en la estructura. Ya que el poder reproductivo de las otras agencias corporativas
10 La idea de implicación resulta más descriptiva de una relación estructural que la idea de compromiso,
la cual está cargada agencialmente. Los compromisos son propios de los agentes que respetan reglas
como formas morales, la implicación puede basarse en elementos de intereses cruzados propio de
relaciones interinstitucionales.
111
respecto a la estructura resulta indiscutible, aunque no indiscutido. La configuración
institucional está relativamente quieta o resulta coherente sin mayores problemas en el proceso
de intercambios de recursos, frente a una población que tampoco cambia mayormente, ni en
sentido de acción ni en sentido identitario. Así, el resultado es morfoestasis del corazón
institucional de la sociedad.
Las relaciones de las agencias corporativas dominantes y dirigentes hacia las colectividades es
de dominación y hegemonía; como resultado de una reestratificación
anterior de las
colectividades y sus posiciones actuales. Los proyectos en el espacio público son
monopolizados por ciertos grupos, los cuales pueden tener una superposición de elites o una
diferenciación entre ellas. Esta condición hace que los actores individuales se muevan dentro
de sus posibilidades rólicas, derivadas de la relación entre posiciones y colectividades, donde
pueden haber procesos de movilidad agencial a otros roles –y cambios de posición en el
tiempo- sin que esto implique transformaciones estructurales. Así, la agencia primaria o
colectividad, marcada por el “conoce tu lugar” del Mí, como momento de diferenciación
individual, tiene una gran impronta en la estructura identitaria asociada a la posición. De esta
manera, las preocupaciones primordiales de los agentes primarios que no cuentan con agencias
corporativas, y son por esto subalternas, estarán asociadas a los planos privados haciendo girar
sus posibilidades como actores individuales frente a sus roles, solo impulsados a solucionar los
problemas dentro de los espacios privados. De esta forma, las preocupaciones primordiales
estarán asociadas a este plano privado con lo que una forma de reflexividad también tomará un
peso preponderante. Es la reflexividad comunicativa y la autónoma las que puede tomar
preeminencia bajo la fase 1. Ya que estas tienen como producto proyectos evasivos y
estratégicos que resultan morfoestáticos en el esquema de Archer. Esto porque su atributo
como reflexividad se basa en que las personas busquen confirmación entre los otros miembros
de la agencia primaria, sobre cómo resolver sus preocupaciones primordiales y encontrar la
acción correcta para el contexto estructural.
Así, el hecho de conocer su lugar como efecto identitario de la agencia primaria refuerza la
búsqueda de soluciones a las preocupaciones primordiales entre ellos. En el caso de la
reflexividad autónoma, los agentes encuentran el modo de realizar sus preocupaciones
primordiales frente a los asuntos del mundo, sin pasar por el contacto con otros, lo que los
hace no generar agrupaciones, desarrollando proyectos estratégicos desde sus preocupaciones
112
primordiales. Así, hay confirmación del lugar o posibles movimientos, pero que no pasan por
la formación de nuevas agencias corporativas.
En este estado de condicionamiento como fase 1, no hay grandes movimientos al interior de
las agencias corporativas y las elites que la conforman. Lo cual favorece la condición de que sin
grandes problemas de integración o implicación sistémica, ni agencias corporativas asertivas
con poder transformacional, ni agencias primarias con capacidad corporativa; las agencias
primarias pueden desarrollar proyectos individuales al interior del espacio privado, sin mayores
referencias colectivas al espacio público. Sin embargo, condiciones sistémicas como crisis
económicas, que generan escasez social de recursos, derivada de las acciones de los agentes
económicos, pueden entorpecer las condiciones de estabilidad de los grupos corporativos
dirigentes. Lo cual, también implica dificultades para que las colectividades no elitarias,
desarrollen sus proyectos privados en sus posiciones. Esto, obviamente, puede producirse por
movimientos migratorios internos o externos, como abultamiento de algunas colectividades en
determinadas posiciones, que provocan situaciones en que la colectividad inicial sufre un
detrimento en la obtención de recursos, haciendo que los proyectos típicos se vuelvan más
improbables y deban generarse alternativas.
Esto hace que la diversificación agencial le genere dificultades al sistema, con lo que la
protección o contención como lógica situacional se pierda, generando problemas de
compatibilidad entre las partes. Este elemento hace que surja una lógica situacional de
oportunismo y es en este punto donde se teje el escenario para el ingreso a una fase 2.
Condición que, obviamente, no garantiza la posibilidad de morfogénesis estructural, ya que la
relación agencia y estructura a nivel macro, requiere de una agencia corporativa asertiva, que de
no existir o no formarse, no puede desarrollar su capacidad transformacional. Quedando un
escenario sistémico apropiado sin una agencia corporativa apropiada.
En este estado, si la agencia corporativa asertiva existe, la configuración sistémica puede
ofrecer una lógica situacional en la cual puede pueda salir al espacio público en pro de generar
una reestratificación y una nueva composición de fuerzas, ganando fortaleza negociadora. La
cual, puede ir desde ganar apoyo en la opinión general de la población, aumentar la proporción
de representación política electoral, hasta el concurso activo de algunas colectividades en
manifestaciones, e incluso la movilización por medio de la violencia. Obviamente cada una de
estas formas de ganar capacidad transformacional tiene niveles distintos de involucramiento
113
personal. Para que esto se produzca, un elemento en la agencia individual debe estar presente,
como es que la estructura de identidad personal, pase del Nosotros dentro del espacio privado
hacia un Nosotros dentro del espacio público, como modo de solución práctico a otra
preocupación. Esto se logra, según Archer, por medio del ejercicio de la meta-reflexividad, que
implica el ejercicio reflexivo sobre las mismas preocupaciones de los agentes, la cual puede
hacer variar el predominio de algún aspecto de la identidad personal. Llevando a los individuos
a adoptar una postura subversiva, ya que se pone en entredicho la normalidad de los proyectos,
porque se está frente a un contexto incongruente.
Así, las preocupaciones primordiales se instalan en la forma del Nosotros de la identidad
personal en un plano público. Un Nosotros que parte en una colectividad, pero que por la
posibilidad de reestratificación puede ir ampliándose, dándole más poder transformacional a
las agencias corporativas asertivas. Así, los proyectos de la agencia corporativa asertiva pueden
ganar mayor recepción social, reconstituyendo los estratos horizontales de colectividades,
generando una ampliación vertical de nuevas colectividades como un bloque. Esto es, el
proyecto de las agencias corporativas asertivas gana más colectividades, volviéndose una fuerza
en vías de ser capaz de disputar la hegemonía y posteriormente el poder. Para esto se requiere,
obviamente, que las agencias logren ver que el desarrollo de proyectos agenciales de carácter
colectivo y públicos, son la forma de resolver sus preocupaciones frente a una situación
desmejorada. Con lo que el procesamiento de las situaciones estructurales por parte de las
personas en diferentes formas de colectividad, se hará desde un Nosotros aún más general.
En este escenario comienza la fase 2, o el proceso de tironear la estructura institucional hacia
un lado por parte de la agencia corporativa asertiva y la retención del status quo por parte de las
agencias corporativas conservadoras. Haciendo que se pase de un escenario de
complementariedades contingentes, a una contradicción contingente, desarrollada por la
entrada en escena de nuevas agencias corporativas. Donde el empuje de la agencia corporativa
asertiva, genera el paso de una diversificación a una polarización agencial, instalando en el
sistema una relación de competencia. Así, una lógica situacional de oportunismo, cede paso a
una de eliminación, donde la relación del proyecto asertivo frente a la estructura defendida por
el proyecto conservador, alcanza su máximo momento problemático. Si el desbancamiento de
las antiguas agencias corporativas funciona, unas nuevas agencias corporativas se ha instalado
como dirigentes y dominantes, arrastrando tras de sí a unas colectividades que pueden mejorar
114
su posición. Las cuales pueden desarrollar sus proyectos sobre la estructura institucional,
dependiendo del estado de las capacidades de las antiguas agencias corporativas dominantes en
relación con las agencias corporativas asertivas. Si el cambio resulta gradual, como los que se
producen sobre bases democráticas y republicanas, la corrección como lógica situacional
predominará, generando implicación sistémica y contención agencial. Si, de otra forma, el
reemplazo de elites dominantes, es rápido y muchas veces violento, la polarización agencial se
completa desarrollando la eliminación de la antigua elite hasta sus últimas consecuencias,
sacándolos de los puestos estructurales relevantes, e incluyendo la persecución civil y física.
Para que esto se produzca, se debe desarrollar un compromiso importante de las personas
con su rol de actor social colectivo, con el Nosotros, el cual toma la forma de un proyecto
colectivo. Archer identifica a la meta-reflexividad, como típica de agentes dispuestos a pagar
ciertos costos por vivir sus vidas de una forma específica, y este podría ser el ejemplo. Ya que
la Fase 2, implica perseguir intereses colectivos, subversivos a la estructura. Lo que hace que se
deban dejar algunas preocupaciones, de mucha importancia en el pasado, necesariamente de
lado. Sin embargo, la meta-reflexividad es una reflexión sobre las preocupaciones internas al
agente, pudiendo generar desapego de algunas preocupaciones concentrándose en un Yo
trascendental, y no necesariamente en un Nosotros mundano con contenidos morfogenéticos
de la estructura, como sería necesario para el paso de la fase 1 a la fase 2. Ya que la fase 2
requiere un apego al mundo, del rol de actor individual en el proyecto colectivo, el Nosotros
para movilizar al Yo. De esta forma, lógicamente, predomina la reflexividad comunicativa, ya que
la planificación estratégica de las agencias corporativas así lo requiere, además de la constante
necesidad de legitimidad hacia las colectividades. Así, el Nosotros, al predominar, marca los
elementos que son objetos de preocupación de los agentes, como son ahora los asuntos
públicos y colectivos. Esto es, que la aceptación social del nuevo proyecto depende de generar
debate dentro de las agencias primarias involucradas, aumentando los niveles de reflexividad
comunicativa. Siendo de hecho, que las agencias desbancadas si son reemplazadas totalmente,
estarán en situación de reflexividad fracturada, ya que todas sus condiciones de colectividad se
enfrentan a una posición actual desmejorada respecto a la anterior, por lo que no encuentran
posibilidades para realizar proyectos de vida estables. Impedidos están de desarrollar una
conversación interna que tenga un producto práctico de largo alcance sobre sus
preocupaciones, ya que este elemento se vuelve altamente improbable.
115
Sin embargo, las posibilidades de un desbanque directo, rápido y violento de elites
dominantes y dirigentes; no es la normalidad de las sociedades. Ni siquiera en las sociedades
modernas. Las revoluciones, hay que decirlo, no son el suceso más normal de los últimos 300
años, así aunque hubieran aumentado su ritmo respecto a la época anterior, no es lo normal. El
punto es que muchas veces las agencias corporativas asertivas no buscan la modificación
completa de la estructura –si es que esto se logra por las nuevas propiedades emergentes que se
producirán a pesar de la planificación agencial- sino que el objetivo es ampliar las posibilidades
de acceso a recursos a las colectividades representadas, por medio del reposicionamiento de
algunas agencias corporativas, generando ampliación de posibilidades rólicas para los
miembros de esas colectividades. Con esto, la eliminación no se produce nunca como lógica
situacional. Y predomina más bien la corrección, lo que hace que la relación sea de implicación
entre las partes del sistema y contención en las agencias asertivas ahora dominantes. Así, se
llega al punto de confluencia de intereses e intercambio recíproco entre las distintas agencias
corporativas dominantes y dirigentes; antiguas y nuevas; conservadoras y asertivas. Y amanece
un día, con nueva institucionalidad con nuevos condicionamientos, nuevas agencias
corporativas dominantes y dirigentes, y nueva estratificación de colectividades. Y se entra en la
Fase 3. Con nueva configuración estructural y posibilidades de propiedades emergentes.
Esta fase, dependiendo de las condiciones de las agencias corporativas y las resoluciones de
los conflictos, puede permanecer en estado de contradicción necesaria como corrección, o
pasar a una situación de complementariedad necesaria, con protección de las agencias
corporativas. Pero lo cierto, es que ha terminado el ciclo morfogenético, transformando la
estructura institucional, con nuevo poder reproductivo de las agencias corporativas, nuevas
agencias corporativas desde las agencias primarias y nuevas expectativas de proyectos en las
colectividades. Con las nuevas formas del sistema institucional, pueden volver a predominar
los proyectos individuales en las colectividades dominadas y subalternas. Con lo que se abre
una nueva situación de condicionamiento. El momento de convulsión ha pasado, si se trata de
una revolución o reforma, o se han recompuesto las relaciones entre las agencias corporativas,
llegando a acuerdos dentro de cauces institucionales. Las agencias corporativas asertivas, que
han tenido proyectos más generales y profundos, pueden haber quedado fuera del juego de
poder o sometidas a la obediencia, por su poca capacidad transformacional. Aisladas del juego
116
de poder institucional, y sin recepción social que les permita tener fortaleza negociadora,
podrían desaparecer.
Como resulta obvio, a estas alturas, el momento más complejo y complicado, incluso en el
plano existencial, es la Fase 2. Los movimientos de las agencias corporativas, la
reestratificación de colectividades y la fuerte presencia en la identidad de las personas de las
preocupaciones del Nosotros; generan una entrega no usual de los individuos, asumiendo
como proyectos personales los proyectos colectivos de las agencias corporativas. Estos
proyectos que los trascienden y que pueden requerir su participación activa, pueden ser muy
costosos. Ya que requieren, suspender por un tiempo preocupaciones muy íntimas, más ligadas
al Yo o al Mí, que a las preocupaciones del Nosotros. Así, puede ocurrir que las personas
renuncien a proyectos individuales por proyectos colectivos. Donde, perfectamente, terminado
el ciclo morfogenético, o terminado el proceso de la fase 2, incluso sin morfogénesis
estructural, las personas recuperen sus preocupaciones de tono individual y privado. Haciendo
un giro identitario hacia planos internos restándose del espacio público, dependiendo de la
colectividad en que se esté, hasta nuevo aviso.
117
SEGUNDA PARTE
La crítica y despliegue del doble juego mutuo en el
enfoque morfogenético
118
Capítulo III
119
Del esquema temporal a la conversación interna: una crítica a las teorías
del juego mutuo del enfoque morfogenético.
El interés en el juego mutuo es lo que distingue a los emergentistas de los no emergentistas ,
cuya preocupación es la interpenetración.
Margaret Archer, La teoría social realista: el enfoque morfogenético.
1995.
El poder de esta interna “meditación preparatoria”, opera a través de la formación de
nuevos hábitos, que son formas de preparación de la acción.
Margaret Archer. Structure, Agency and the Internal Conversation.
2003.
Introducción:
La obra teórica de Margaret Archer no ha estado en el patíbulo de las grandes críticas por parte
de los teóricos sociales (Zeuner 2005) (Kemp 2012). Al punto que algunas críticas se han
realizado, explícitamente, para subsanar el elemento problemático de la escasa recepción crítica
(King 1999). Esto no significa que las críticas no sean relevantes, sino que la “teoría realista
morfogenética” no ha sido objeto de muchas observaciones críticas hasta el momento, lo cual
tampoco puede ser interpretado como aceptación simple por parte de la academia. Al contrario
de la relativa escasez de críticas directas al trabajo teórico de Archer, la aplicación a diversos
campos de la sociología ha sido importante (Muntch 2004). Así, hay aplicaciones del trabajo de
Archer, a la interpretación histórica de la transformación estructural de sociedades (Glasmann
2003), (Kok-Kheng Yeoh 2011); en sociología de las organizaciones (Muntch 2002, 2004,
2012); sociología de la salud (Limpscob 2007); sociología de la cultura (Elder-Vass 2011);
sociología de la estratificación (Peterson 2011); por supuesto sociología de la educación
(Crawford y Wright), (Cieslik 2006), (Clegg 2010); sociología de las identidades colectivas
(Vanderberghe 2007); teoría sociolingüística (Carter y Sealey 2000); tecnologías de la
información para el desarrollo (Smith y Madon 2007). Entre muchos otros trabajos de
académicos e investigadores. Donde, por supuesto, quienes comparten las posturas del
120
realismo crítico y el dualismo analítico, son aquellos que han utilizado y citado con mayor
profusión a Archer.
Las escasas críticas de nivel teórico se han levantado, como es relativamente obvio, sobre los
elementos que componen el enfoque morfogenético, en tanto dar cuenta de la historia analítica
de la emergencia estructural, por medio del juego mutuo de agencia y estructura como
entidades ontológicamente diferenciadas en una secuencia de tres fases temporales. Sobre el
cual existen críticas internas al realismo y críticas externas de académicos no realistas. Entre las
externas, siempre están presentes aquellas críticas que establecen que no se puede separar
agencia de estructura en la vida social y que la teoría de Archer es una forma de separación solo
analítica. Así, las críticas se han concentrando en la fase realista del enfoque morfogenético, en
este punto hay diferencias de fondo frente a Archer sobre la constitución de la realidad social.
Entre las internas se entiende que el problema está más bien en el trabajo conceptual de la
teoría sociológica realista, los tipos de conceptos y los roles que cumplen en el engranaje
teórico. De hecho, en este campo es que hay importantes discusiones inter-realistas sobre la
teoría de la estructura y sus propiedades emergentes. Además, de sumar una rica y abigarrada
discusión sobre la agencia, con énfasis en las posibilidades teóricas de la reflexividad frente a la
teoría de las disposiciones socializadas como sentido práctico de la acción.
Así, en el plano de la teoría cultural Lilli Zeuner ha criticado el uso de Archer de la
sociología clásica, en su ejemplo de las dinámicas morfogenéticas de la cultura; ya que habría
sobreinterpretado la conceptualización de Durkheim y Weber de la cultura, llevando a cabo
una formalización de las teorías de los clásicos, implicando una adecuación arbitraria a la teoría
de la cultura de Archer (Zeuner 1995). Kieran Healy ha presentado un argumento crítico tanto
hacia Mouzelis como a Archer, donde las relaciones entre estructura y agencia como forma
condicionante deben ser consideradas como un set de relaciones y propiedades relacionales
que superviven de las acciones del pasado, lo que implicaría su no emergencia como entidad
(Healy 1998). O, de la misma manera, en la importante crítica de Anthony King, la cual generó
sendas respuestas tanto de Archer como de Dave Elder-Vass, donde argumentó la idea de un
solipsismo en la teoría de la estructura de Archer; ya que la estructura condicionante de la fase
1 de la morfogénesis es entendida en último término como otras personas, en otros lugares, en otro
tiempo, implicando que tampoco hay distinción entre agencia y estructura en Archer,
expresamente en su fase realista (King 1999) (Archer 2000) (Elder-Vass 2007a). Mauricio
121
Domingues, ha hecho otro tanto criticando la noción de “propiedades emergentes” de la
estructura, con un argumento sobre las estructuras sociales como sistemas de acción en acto,
que rechaza su anterioridad y su condición de producto histórico emergente, ya que están en
constante re-creación (Domingues 2000). Otros académicos, con una visión desde fuera del
realismo crítico, como Dépeltau, han argumentado contra la distinción de agencia y estructura
en Archer desde una sociología relacional, como la de Emirbayer, donde se establece que estas
sociologías relacionales pueden dar cuenta de los procesos de transformación estructural, sin
necesidad de las etapas morfogenéticas y la “reificada” noción de estructura. Destacando que la
estructura no es más que una interacción constante y compleja entre agentes, o como lo llama
Dépeltau “trans-acción” (Dépeltau 2008). Como se puede ver las críticas externas trabajan en
general, sobre la imposibilidad de distinción entre agencia y estructura en la realidad social,
sobre todo apuntando a la condición no emergente de las estructuras sociales como entidad.
Siendo críticas, desde este punto de vista, de nivel ontológico, sobre la constitución de la
realidad social.
Dentro de posturas internas al realismo crítico se han desarrollado argumentos sobre el
enfoque morfogenético, criticando la noción de tiempo que maneja Archer en el esquema
morfogenético como una teorización meramente descriptiva sin conceptos internos, por lo que
debe reemplazarse por otras nociones de tiempo y temporalidad (Bates 2006). Otro tanto hace
Cruickshank al criticar la ontología de Archer y Bhaskar como derivada del conocimiento lego
y directo de las personas, lo que pone al argumento realista cerca del constructivismo y es
similar a la interpretación de King (Cruickshank 2009). Así, también hay críticas que marcan el
hecho de que el enfoque morfogenético no ha logrado distinguir agencia de estructura, en
tanto logro de un objetivo teórico como en el argumento de Colin Hay; quien establece que el
enfoque morfogenético es una forma residual de estructuralismo lo que hace que no exista
agencia ni juego mutuo (Hay 2002). De la misma manera, se ha criticado la noción de
estructura como un concepto que está vacío en la teoría de Archer, urgiendo por una necesaria
conceptualización (McNulla 2005). Stephen Kemp, también criticando la noción de estructura,
ha destacado la ambigüedad de la noción de intereses estructurales y eficacia causal en las
prácticas de los agentes, donde estas nociones no responden de manera correlacional,
poniendo en duda a ambos conceptos (Kemp 2012). Elder-Vass ha relevado el crítico
problema de la idea de emergencia como “aparición histórica” en la obra de Archer, haciendo
122
eco del argumento de King, agregando que las propiedades emergentes están presentes en las
relaciones sociales que son contemporáneas a los sujetos, lo cual hace que la noción de
emergencia sea también un proceso sistémico de relaciones sociales como una forma compleja
de estas (Elder-Vass 2007a). Lo cual rompe la noción de solipsismo sobre la estructura que
levantó King. Y, además, que las propiedades emergentes de las estructuras derivan de
relaciones sociales, y no solamente de los sistemas de acción en acto, que sería la noción que
Cruickshank defiende, donde la estructura solo son las propiedades emergentes de las acciones
humanas (Cruickshank 2003). En el mismo plano de las formas emergentes de la estructura y la
cultura, como elementos relativamente autónomos con dinámicas propias, ha sido el diálogo
con Elder-Vass sobre sistema cultural y círculos normativos, donde se discute las propiedades
emergentes de la cultura como complementariedad o contradicción ideacional, frente a un
argumento como los “círculos normativos” que destaca a la agencia en el proceso de
formación y fijación histórica de un sistema cultural (Archer y Elder-Vass 2011).
Un tercer elemento de crítica importante es la teoría de la agencia. En la cual, hay tres puntos
relevantes de debate: a) la relación entre disposiciones y reflexividad; b) la discusión directa
sobre los modos de reflexividad y; c) la relación entre intersubjetividad y acción colectiva. En el
primer punto, se han destacado críticas cruzadas entre Archer y otros realistas como Sayer,
Fleetwood y Elder-Vass; por el uso de la noción de habitus de Bourdieu. En tanto sistema de
disposiciones socializadas, que Archer considera contraria al realismo crítico y por lo tanto
irreconciliables (Archer 2010, 2012). Esta discusión gira sobre la posibilidad de explicación
conjunta entre las disposiciones subjetivas sociales y la reflexividad personal, o como bien lo
expresa Gronow entre la sobre-socialización y la sub-socialización de la agencia (Gronow
2008). Donde tanto Elder-Vass, Fleetwood, Sayer y el mismo Gronow; aunque con matices
importantes, han argumentado sobre la posibilidad de convivencia entre ambas teorías (ElderVass 2007b) (Fleetwood 2008) (Sayer 2006). De hecho, los teóricos “estructuracionistas” como
Sadiya Akram, vuelven a argumentar sobre la pérdida del rol de lo inconsciente en la teoría de
la agencia de Archer (Akram 2010). En un plano directamente interno a los modos de
reflexividad de Archer se ha planteado un modelo distinto, donde las formas de reflexividad se
pueden jerarquizar de personas totalmente reflexivas a no reflexivas, ocupando como
referencia el modelo archeriano. En este modelo, Porpora y Shumar, muestran como la
llamada meta-reflexividad de Archer puede tomar formas comunicativas y autónomas, siendo
123
estas dos formas de reflexividad las claves de la generación del modelo, haciendo que la metareflexividad sea un proceso distinto a las formas de reflexividad (Porpora y Shumar 2010). De la
misma forma, se han planteado hipótesis sobre el proceso de triple morfogénesis de la acción
colectiva, de personas a colectividad y luego a agencia corporativa, donde el trabajo de
Vanderberghe resulta iluminador e integrativo de las perspectivas sobre la generación de la
acción colectiva (Vanderberghe 2007).
Lo que afirmaré en este capítulo es algo diferente de estas críticas, aunque por supuesto hay
elementos en común, tangenciales en todo caso, con algunos argumentos presentados contra el
enfoque morfogenético. Esta crítica tiene como asunto las soluciones de Archer a las formas de
juego mutuo entre estructura y agencia. Esto es, aceptando el proyecto realista de Archer de
una teoría sociológica no conflacionaria, lo que criticaré es la formulación teórica del juego
mutuo entre agencia y estructura. Implicando que acepto la necesidad de distinguir entre
agencia y estructura por ser entidades ontológicamente diversas, además de que esto es
teóricamente posible dada la formulación de la teoría de Archer, incluso si tiene elementos que
deben ser reconstruidos como la teoría de la estructura como un concepto poco formalizado.
Sin embargo, el punto crítico está puesto en las soluciones al problema del juego mutuo, el cual
se presenta como un elemento temporalizado de fases de morfogénesis en la primera etapa de
Archer. Y luego se presenta como modos de reflexividad en la tercera etapa de su trabajo.
Sobre estas dos soluciones que son diferentes y deben ser complementadas, es que se levanta el
argumento de este capítulo con dos críticas internas a los modos de juego mutuo. Extrayendo
de estas dos críticas una consecuencia lógica sobre la distinción y posterior complementariedad
de ambos procesos de juego mutuo.
La primera crítica es que el modelo y procedimiento de esquematización temporal propuesto
por Archer, en su primera etapa de “dualismo analítico” y “morfogénesis estructural”, no
puede ser usado como símil de una teoría no conflacionaria en su etapa realista. Ya que las
referencias ontológicas propias de los procesos históricos asociadas al realismo crítico son
inevitables. Lo que hace que las tres fases temporales, en tanto metodología de análisis,
redunde en un “ejercicio de suspensión artificial” de la relación entre agencia y estructura
(Archer 2009: 105). Ya que la distinción realista entre propiedades agenciales y estructurales, no
depende de una adecuada introducción del tiempo, como sí lo piensa Archer, sino del hiato
ontológico entre agencia y estructura. La cual es una distinción sustantiva de las entidades,
124
donde las diferencias alcanzadas en el tiempo son solo una consecuencia de esa discontinuidad
ontológica. Así, el juego mutuo entre actividad agencial y condicionamiento institucional, debe
poder representarse como juego mutuo práctico entre entidades, en cada una de las fases de la
morfogénesis estructural y no solo al final del ciclo. Siendo de hecho que si la no conflación se
produce al final del ciclo, en cada una de las fases el enfoque termina de una u otra forma en
conflación. De esta manera, resulta que el modelo de tres fases es una ordenación temporal de
la morfogénesis estructural que no tiene una forma de representar el proceso de juego mutuo
interno. Ya que en la fase uno se suspende a la agencia, en la fase dos se hace indivisible la
agencia de la estructura y en la fase tres la estructura es resultado de la agencia.
Sumando a este punto, que incluso si se pudiera argumentar la idea de trabajo en progreso del
enfoque morfogenético, por lo que se podría dejar pasar este problema. Como intuiciones
propias de una fase del trabajo de Archer, y que la segunda teoría del juego mutuo, como
modos de reflexividad, podría subsanar el problema de conflación interno en las fases de
morfogénesis estructural. Resultará relevante el hecho de que la permanencia de las fases como
elemento analítico, dentro del trabajo en progreso del enfoque morfogenético, requiere de una
reconstrucción y sistematización teórica, ya que este punto no se vuelve a tocar. Debiendo
encontrar una forma no temporal de caracterizar el encuentro práctico de agencia con estructura, en
cada una, y entre, las fases morfogenéticas estructurales. Ya que los modos de reflexividad solo
elaboran o diseñan proyectos, no son proyectos ni actividad práctica en sentido estricto. De
esta manera, hay un vacío teórico en el proceso de juego mutuo práctico de las fases
morfogenéticas.
La segunda crítica es que en el momento en que Archer presenta la teoría de los modos de
reflexividad como forma de juego mutuo, argumentado una correlación positiva entre los
modos de reflexividad y la actividad agencial, como un proceso mental al interior de las
personas, en la reflexión personal de los individuos. Se produce un formalismo entre modo de
reflexividad, tipos de identidad personal y formas de acción. Esto es, el cúmulo esperanzas
interpretativas, de carácter sustantivo, que Archer tiene en los modos de reflexividad, como
espacio lógico entre preocupaciones internas al agente y la representación de los contextos.
Donde dependiendo del modo de conversación interna es que se generarán diseños de acción
hacia la estructura (Archer 2003, 2007a, 2010, 2012). Con capacidad de caracterizar a cierto
tipo de colectividad producto de sus movimientos en las posiciones estructurales de clase
125
(Archer 2007a). E incluso, pudiendo caracterizar a una época por medio del tipo de
conversación interna, además de posibles cambios estructurales dado el modo de reflexividad
predominante (Archer 2012).
Así, en una conjunción muy específica, los cursos de acción efectivos de los agentes que
tienen consecuencias en la estructura, que son derivados de los diseños de los proyectos
entramados en el juego entre preocupaciones agenciales frente a los contextos socioculturales,
dependen del modo de conversación interna que se realice. Dejando de lado a las
preocupaciones primordiales como forma de identidad del agente frente a los asuntos del
mundo. Ya que no resulta relevante para Archer, la preocupación que importa el asunto del
mundo en el proceso de reflexivo, sino el modo de reflexividad que se ocupe sobre el asunto.
Lo que hace, lógicamente hablando, que la preocupación del agente, que define su identidad y
que importa los asuntos al interior de la mente, se subordine al modo de reflexividad. De esta
manera, el modo de conversación interna toma preeminencia sobre la preocupación y sobre el
asunto, introduciendo un argumento formalista de que lo sociológicamente relevante es, cómo
se reflexionan los asuntos del mundo que les preocupan y no lo qué procesan reflexivamente.
Ambos puntos de crítica están conectados, emergiendo como consecuencia lógica, la
necesidad de distinción y complementariedad de ambos juegos mutuos en el enfoque
morfogenético. Esto es relevante, si se comprende que pensar o reflexionar es una actividad
humana radicalmente distinta a hacer o actuar. Y dado el argumento general de Archer a lo
largo de su obra, ambos procesos están presentes y son distintos, pero el vacío del juego
mutuo práctico temporalizado y el formalismo del juego mutuo mental hace que se
conflacionen. Ya que del juego mutuo mental, no necesariamente de su forma, solo se derivan
diseños de acción que aún deben exponerse a la estructura como entidad real, no solo como
representación, sino como experiencia real y empírica de la agencia en el mundo. El mundo
existe, no es una representación. Y vivimos en él. Se debe saber cómo actuar, y hay que
diseñar proyectos sobre todo en la dimensión social del mundo, pero luego, inevitablemente,
hay que actuar para que tengan efectos reales. Tanto en la experiencia personal para obtener
recursos materiales e ideales, o efectos estructurales como realizar modificaciones en la
configuración institucional. Siendo no solo dos momentos distintos, sino dos formas
específicas y diferenciadas de relacionarse con el mundo en sus diversas dimensiones que no
pueden ser conflacionadas, ni caer en falacias sobre sus relaciones. Los castillos en el aire,
126
pueden ser un asunto muy importante para una persona y se pueden diseñar escrupulosamente,
pero jamás llegan a construirse si se ponen en práctica.
En base a estas dos críticas y su consecuencia lógica, que espero puedan poner un manto de
dudas sobre si el enfoque morfogenético es una respuesta acabada como teoría no
conflacionaria a la crítica conflacionista de la teoría sociológica, se extraerá una conclusión
general, que abre puertas a nuevas posibilidades teóricas de relaciones no conflacionarias para
estudiar la morfogénesis de la estructura y cada una de sus etapas. Así, se puede decir que
respecto al trabajo de Archer: comparto el diagnóstico de la teoría sociológica como tradición
conflacionista; el objetivo de producir teoría sociológica no conflacionaria y las soluciones
elementales propuestas por Archer. Mas, no algunas de sus conjunciones conceptuales, ya que
en estas se compromete el enfoque morfogenético por conflación. En tanto carencia de teoría
de juego mutuo entre actividad y condicionamiento en las fases morfogenéticas; por
formalismo en el proceso de reflexividad de la agencia; y por falta de complementariedad
teórica entre ambos juegos mutuos.
El tiempo: la crítica al juego mutuo entre actividad y condicionamiento.
Para Archer, y así también para otros teóricos realistas, como Andrew Sayer o William
Outhwaite, un punto elemental es que la teoría sobre el mundo en cualquiera de sus
dimensiones, tanto en términos estrictamente teóricos como discusión conceptual, o sobre
objetos del mundo como análisis empírico, se realiza bajo la condición ontológica de que el
mundo está constituido antes de conocerlo (Sayer 1992) (Outhwaite 2006) Y, debo agregar,
que los modos de conocerlo, como sistemas culturales cognitivos, también están constituidos.
El mundo en sus variadas formas, ya estaba aquí antes de nosotros, de cada uno como
individuo y de cada cohorte generacional. Así, la realidad no depende en sí del modo en que la
conocemos porque en su observación el mundo ya existe. Esta es la base, de la distinción de
Bhaskar entre formas intransitivas y transitivas, las primeras son los objetos de conocimiento y
los segundos el conocimiento de esos objetos (Bhaskar 1998a). Esta distinción vale incluso
para los “objetos abstractos" (Sayer 1992:87). Para la dimensión social del mundo, o la realidad
social, con su problemática condición ontológica para la sociología “las ontologías sociales
desempeñan un rol regulativo aun más fuerte porque rigen los conceptos que se asumen como
127
admisibles en las explicaciones y descripciones” (Archer 2009:53). De esta manera, resulta que
bajo la ontología del realismo sociológico la realidad social está compuesta por la estructura
social y los agentes sociales, en diversos niveles de emergencia. Comenzando desde el dualismo
disciplinar y no cayendo en ningún imperialismo conceptual de los términos.
Esto hace, según Archer, que el “dualismo analítico” resulte ser un acompañante
metodológico coherente con el realismo crítico de Bhaskar (Archer 2009:47). Lo cual debe
comprenderse como una relación lógica al “interior” del sistema cultural. Esta relación lógica
de teorías es una “complementariedad contingente” que necesita una intervención agencial
para producir una síntesis consistente (Archer 1997:271). Síntesis que sería el enfoque
morfogenético en tanto teoría social práctica. Este punto es central, ya que el dualismo
analítico es presentado al menos en la primera versión del enfoque morfogenético como una
forma metodológica, un procedimiento que debe realizarse para analizar el cambio de la realidad
social: “La morfogénesis/morfoestasis puede entenderse como un enfoque de teoría social que
es realista en su ontología, que complementa al realismo al hacer explícito el dualismo analítico
y demuestra su utilidad metodológica en el análisis social práctico” (Archer 2009:120).
El dualismo analítico es una forma de teorización que Archer toma desde David Lockwood,
donde se realiza una distinción entre integración sistémica e integración social. Sobre la cual se
puede entender que la relación entre los grados de integración sistémica y social permite
conocer los modos en que se transforma la realidad social. Así, la integración sistémica se
desarrolla a partir de los grados en que “las partes” del sistema social se relacionan y la
integración social desde el grado en que “los actores” se relacionan (Lockwood 1964:371). En
el argumento de Lockwood, el funcionalismo ha hecho del cambio social un asunto de
configuración de las relaciones entre “las partes”, manteniendo a los “actores fijos” o
dependientes de los movimientos autónomos del ajuste de las partes. Así, todo cambio de la
estructura social es un asunto del sistema, el cual puede ser explicado sin hacer referencia a las
personas. Ya que si bien están las personas involucradas, por ser agencia de toda acción, son
medios para la realización de ajustes estructurales en el proceso de evolución del sistema, como
la paradoja del funcionalismo de diferenciación e interdependencia. Al contrario, los teóricos
del conflicto, como Dahrendorf, han realizado la operación solo atendiendo a los actores, sin
necesitar como elemento explicativo a los grados de integración de las partes del sistema. El
cambio social es un asunto de los actores, sus formas subjetivas y sus modos de acción. De
128
esta forma, para Lockwood el estudio del cambio social al menos debe distinguir ambas
dimensiones y su posible relación, en grados de integración sistémica y grados de integración
de los actores.
Esta propuesta, que es un principio metodológico para el análisis sociológico, es un modo de
indagar en la realidad social por medio de unas relaciones entre conceptos que no tienen una
forma teórica necesaria (Archer 1978). Al contrario de otros principios metodológicos, como
por ejemplo, en el caso del funcionalismo de Parsons, el cual comienza todo análisis desde la
necesaria integración funcional de los sistemas. De esta forma, se parte todo análisis de una
relación pre-empírica, desde el cómo se debiera realizar la relación conceptual en el análisis
empírico, porque la realidad así se debe comportar. Aflorando, desde los análisis, conclusiones
tales como: carencia de integración funcional o déficit de diferenciación funcional. Para
Lockwood, en cambio, debemos considerar las condiciones de la integración sistémica y de la
integración social, ya que ninguno por sí mismo es causa suficiente de las transformaciones o
reproducciones de la sociedad. Agregando con esto, de forma descriptiva, que no tienen una
forma ideal y pre-sociológica en términos teóricos. Se trata de los niveles de conflicto y
contradicción, o de orden y coherencia, que pueden darse en una sociedad histórica (Archer
1978).
En el caso del enfoque morfogenético, la teoría sigue este principio metodológico como una
relación no conflacionaria entre agencia y estructura. Utilizando la separabilidad analítica para
el análisis societal, las cuales están contextualmente estructuradas y agencialmente pobladas.
Archer retoma esta idea en su primera etapa de dualismo analítico, ordenándola
temporalmente. Distinguiendo tres fases temporales : a) Fase 1 de condicionamiento de la
estructura hacia la agencia: momento donde existe, en el extremo del modelo, una relación de
alta integración sistémica y alta integración social; b) Fase 2 de interacción social entre
estructura y agencia: donde la relación se vuelve conflictiva, por déficit de integración sistémica
o por déficit de integración social; así se queda en relaciones de baja integración sistémica y
baja integración social en el extremo del modelo; y c) Fase 3 de elaboración estructural de la
agencia hacia la estructura: en el cual nuevas formas estructurales se generan, con nuevas
propiedades emergentes que condicionan a los agentes, pudiendo volver a un esquema de alta
integración sistémica y social. Estas tres fases metodológicas del enfoque corresponden a los
énfasis de la teoría sociológica conflacionista, donde el primero corresponde al descendente, el
129
segundo al central y el tercero al ascendente (Archer 1979, 1997, 2009). De esta forma, las
formas sociológicas conflacionarias resultan suplementarias entre sí, cuando se ponen a
funcionar juntas dentro del ciclo, separadas en un modelo de fases temporales. Resultando, al
final del ciclo, en una teoría sin conflación.
Este argumento, como metodología de análisis, es la base del estudio de los orígenes sociales
de los sistemas educacionales de 1979, manteniéndose como argumento de la morfogénesis del
sistema cultural de 1988: “Decididamente, este enfoque no es equivalente al dualismo
filosófico, porque no se sugiere que nos enfrentemos a entidades independientes, sino a unas
sólo separables analíticamente y a las que es útil tratar teóricamente de manera separada”
(Archer 1997:14). Sin embargo, a partir de 1995 el modelo temporal reaparece con un
trasfondo nuevo: el realismo crítico de Bhaskar. Y, ahora sí, agencia y estructura resultan ser
entidades ontológicamente distintas que entran en juego mutuo: “hay un hiato ontológico entre
la sociedad y las personas” (Bhaskar 1998b: 217). El cual comenzará a regular filosóficamente
al enfoque morfogenético, mas no realiza grandes cambios metodológicos. Ya que en el
procedimiento se depende del argumento del dualismo analítico separado temporalmente
desde 1979. Esto lo pongo en relevancia porque el texto de Lockwood es de los sesenta, el de
Bhaskar de los setenta y el primer abordaje morfogenético de Archer –aunque no realista- es
de 1979 (Archer 2007a). Sin tener razón aún de la complementariedad contingente con los
argumentos filosóficos de Bhaskar, condición que aparece de manera explícita en el libro de
1995. Así, el realismo crítico es el fundamento ontológico, el dualismo analítico la forma
metodológica y el enfoque morfogenético la teoría social práctica: “El enfoque morfogenético
se presenta, de este modo, como la representación metodológica práctica de la ontología social
realista” (Archer 2009:48). Este es el punto central del desarrollo teórico que propone Archer
para la sociología: un modo de hacer la síntesis entre estos enfoques de distinto nivel lógico. El
cual tiene como objetivo explicar las condiciones de transformación o reproducción de las
estructuras sociales. Manteniendo y ocupando, en la investigación empírica, la distinción entre
agencia y estructura con su juego mutuo.
De esta forma, todo análisis de la morfogénesis estructural no solo debe respetar la
distinción entre integración social e integración sistémica, sino que debe dar cuenta de su juego
mutuo a través del tiempo en los diversos niveles de emergencia. Ya que según Archer:
“Básicamente, el dualismo analítico es posible por la temporalidad” (Archer 2009:251). De otra
130
forma, no solo se incurre en una suspensión artificial del juego mutuo entre agente y
estructura, sino también en lo que los realistas denominan “falacia ecológica”, como derivación
de propiedades individuales desde el nivel colectivo (Sayer 1992:102). O de otra forma, como
juego mutuo de una agencia en un nivel de emergencia frente a la estructura en uno superior.
Como cuando se interviene una escuela, intentando clausurar la estructura sistémica en que
está puesta, cerrando incluso sus puertas. O, cuando una organización no política, hace las
veces de partido político, sin tener capacidad de maniobra al interior del sistema político.
De esta manera, Archer muestra que el enfoque morfogenético supera, en el sentido de que
contiene en un nuevo marco, a todas las formas sociológicas anteriores. Donde los límites de los
enfoques conflacionistas están asociados a sus cortes temporales. Esto implica que el modelo
de Archer reubica los énfasis metodológicos de la teoría sociológica, de las formas de relación
entre agente y estructura, considerando que el problema conflacionista de los enfoques
anteriores está asociado a la incompletitud temporal contenida en su teorización. Donde las
formas conflacionistas descendentes no tienen capacidad de explicar el proceso de cambio
estructural, ya que solo se quedan en la puerta del condicionamiento sin introducir al agente
como entidad activa del proceso morfogenético. Así, el cambio social se define por una serie
de sucesos plenamente autónomos de la estructura. Pasando de la fase 1 a la fase 3, saltándose
el proceso, que Archer llama “interacción social”, entre estructura y agencia o fase 2.
En cambio, en las formas de conflacionismo ascendente se parte metodológicamente de la
presencia de individuos, los que crean formas de relación entre ellos, las cuales que regulan sus
interacciones. Así, los cambios estructurales solo se entienden por obra de los individuos y sus
necesidades internas. No existiendo formas estructurales, por muy normativas que puedan ser,
con propiedades emergentes, esto es derivado de relaciones propias. Entonces, la fase 3 o
elaboración social es producto directo y transparente de la obra de los individuos, el cual
siempre es modificable a discreción de las dinámicas de acción de la agencia (Elster 2003). De
la misma manera, las formas de conflacionismo central trabajan sobre el tiempo de interacción
social o fase 2, donde el proceso posible de cambio de la fase 3 es solo una siempre probable
posibilidad de la fase 2, quedando sin explicación los cambios que se pueden desarrollar
potencialmente o no. Ya que la estructura la realiza el agente en sus prácticas, constatándose el
cambio de estructura, en el cambio de prácticas de los agentes (Giddens 1995). Así, unos
enfoques afirman las propiedades emergentes de la estructura social por sobre las personas
131
(Parsons 1966). Otros se basan en las propiedades de los individuos sobre la estructura (Elster
2003). Y otros intentan, poner fin a ambos imperialismos teóricos, por medio de la
reafirmación de ambos elementos, a través de la noción de prácticas agenciales rutinizadas
(Giddens 1995). Esto permite mostrar las rutinas, repeticiones y acciones constantes realizadas
por individuos; como formas estructurales, donde sin esta actividad agencial no pueden
describirse. Así, en la solución de Giddens ambos conceptos se complementan operando al
mismo tiempo, siendo dos caras de una misma moneda, como el rostro del dios romano Jano.
Uno de los principales puntos de crítica de Archer a Giddens se basa en el proceso de
cambio estructural. Archer no duda del principio de actividad agencial para cualquier
argumento sociológico. Sin embargo, agrega que la actividad agencial produce formas nuevas conocimiento, artefactos y normas de convivencia- que se separan de la agencia; las cuales
cuando entran en interrelación desarrollan propiedades emergentes, recondicionando la
actividad agencial que les dio existencia, aunque en un tiempo posterior. Estas propiedades
emergentes de las estructuras sociales, corresponden a las argumentaciones históricas de la
sociología y de la ciencia social en general. Como en el comienzo de la economía política,
donde David Ricardo argumentó las “propiedades emergentes” de la división internacional del
trabajo frente a la acción de los agentes de mercado. En este argumento, cada país en vez de
producir lo mismo que los otros debe producir otras mercancías, ya que si no resulta
redundante, poco competitivo y no beneficioso a nivel general. Y esto es porque hay una
contradicción en el intercambio entre países y su resultado en la producción general. De esta
forma, todos reciben menos por la producción del mismo producto. Así, lo que los países
debían hacer era especializarse en algunos productos con el objetivo de aprovechar las ventajas
comparativas para mejorar las formas de intercambio. Obteniendo mejor precio por cada
producto y mejorando la producción general. Este efecto no se desprende de ningún país en
específico, sino de la acción de todos en conjunto (Ricardo 1973). Condiciones como estas,
hacen que Archer intente un orden metodológico derivado del dualismo analítico. Donde
propone que la forma de estudiar el proceso de cambio social, o ya directamente morfogénesis,
debe pasar por incorporar tanto las propiedades de la estructura que destaca el conflacionismo
descendente y las propiedades de los agentes que marca el conflacionismo ascendente. Y la
posibilidad del cambio que pone en la palestra el conflacionismo central. Para Archer ese
orden metodológico se basa en el tiempo, donde pueden quedar contenidas, mediante las tres
132
fases, todos los otros enfoques teóricos en sociología. Combinándose en el despliegue
temporal del enfoque morfogenético/morfoestático.
El enfoque morfogenético se debe entender como una forma práctica de estudiar los
procesos de transformación histórica de la estructura, o del “corazón del orden institucional de
una sociedad” (Lockwood 1964:370). Sin embargo, el procedimiento planteado por Archer
solo tiene pleno sentido para los procesos de transformación histórica de las estructuras
sociales. En tanto saber cómo ha llegado a ser esto que es ahora en ciclos morfogenéticos que se
reconstruyen desde el pasado hacia el presente. Así, cuando se realiza la pregunta incómoda de:
¿Se puede seguir la misma metodología, en procesos donde la fase 1 y la fase 2 no resultan en
morfogénesis, sino en morfoestasis? Es decir, donde existan procesos de condicionamiento,
interacción y reproducción durante un período largo de tiempo. La respuesta de Archer es: ¡Sí,
por supuesto! La diferencia central es que ahora no hay morfogénesis, resultando en
reproducción estructural. Y la concordancia con el dualismo analítico se basa en la posibilidad
metodológica de poder dar cuenta de la no transformación estructural. Elemento central de la
crítica de Archer a Giddens, por la imposibilidad que la teoría de la estructuración muestre
rendimientos explicativos en este punto. Sin caer en la redundancia de la rutinización derivada
de los misterios subjetivos de la “socialización”, con la constante reactualización de las
prácticas rutinizadas que constituyen la estructura de Giddens.
Sin embargo, la respuesta afirmativa y obvia, es apurada. Ya que, si bien el enfoque
morfogenético permite escapar de la dualidad de la estructura y la constante-contingente recreación del mundo, la aplicación del método temporal del dualismo analítico en tanto método,
implica que se puede tomar cualquier período de tiempo de la historia humana, aplicar el
procedimiento y observar que no hay resultados morfogenéticos. Resultando entonces que hay
Fase 1, o condicionamiento constante por parte de la estructura y ninguna razón agencial o
situación estructural importante para producir interacción social o tiempo 2. Y, aún menos,
“elaboración” social o fase 3 con resultados morfogenéticos y/o morfoestáticos. Este proceso
puede darse durante períodos largos de tiempo, piénsese en lo que Lévi-Strauss llamó
“sociedades frías” o en los períodos de la baja edad media, o en el corto período que se llamó
“fin de la historia” o la “huelga de los acontecimientos” durante la última década del siglo XX
(Abélès 2008) (Baudrillard 1997). Implicando que la Fase 2, de interacción social, o no se
realiza históricamente, o todavía más importante para un enfoque teórico práctico: no se sabe,
133
metodológicamente, temporalmente, dónde ubicarlo. Esto hace que las Fases 2 y 3 resulten redundantes,
ya que no son posibles de ubicar temporalmente. Haciendo que la histórica analítica de la
emergencia no responda metodológicamente en procesos no morfogenéticos y la periodización
histórica resulte completamente arbitraria. Ya que queda la pregunta de: ¿Todo período
histórico tiene las condiciones de la fase 1 o de la fase 2 o de la fase 3?
Así, dado el esquema de Lockwood en la fase 1 hay altos grados de integración sistémica y
social. Y esta caracterización es mucho más que un momento metodológico en el tiempo, es
una específica e histórica forma de relación de juego mutuo entre agencia y estructura a nivel
macro. Y, de la misma manera, debe operar cualquier descripción de la fase 2, donde estos
grados de integración se pierden y comienza un proceso baja integración sistémica y/o social.
Para aflorar en una fase 3, en la cual hay nueva integración sistémica y social que no puede
saberse en principio si es alta o baja, solo que es nueva: ha cambiado la estructura institucional.
De esta forma, si no hay cambios en la integración sistémica y social no se produce la fase 2,
manteniéndose las condiciones propias de la fase 1. Y esto, irremediablemente no es un problema
temporal, ni en sentido metodológico ni ontológico, sino que depende del juego mutuo
histórico entre actividad agencial y condicionamiento estructural. O, de otra forma, de las
relaciones entre integración sistémica e integración social. Ya que, aquello que permitirá dar
cuenta de las condiciones estructurales y agenciales actuales dependerá de cómo, más que de
cuándo, se haya producido el proceso de juego mutuo.
Así, un problema central al enfoque morfogenético es que los procesos de juego mutuo
entre agencia y estructura pretéritos, que son históricos y que dan cuenta de las formas
estructurales actuales, no logra responder a las necesidades de un análisis sociológico no
morfogenético, solo aludiendo a fases temporales. Esto, porque los sucesos históricos tienen
su propia cadencia y sustantividad, propia del juego mutuo entre agencia y estructura. Así, si el
cambio fundamental en los procesos de conformación de los sistemas nacionales de educación,
es el paso de una educación de un esquema institucional privado a uno estatal y de un sistema
al servicio de elites a la masificación en la población; este es un proceso real, de transformación
histórica de las estructuras del sistema de educación. Y si el enfoque describe bien este
proceso, debiera prestar la misma utilidad tanto para la transformación como para la
reproducción. O sea, para el momento histórico en que el esquema institucional privado era
predominante y no había cambios en la estructura institucional.
134
Salvaguardando la esquematización de las tres fases temporales. Es perfectamente posible
argumentar, que si los cambios no se han producido en las estructuras, no implica que no se
hayan intentado por “agentes corporativos asertivos”. O, que las partes no hayan tenido bajos
niveles de complementariedad sistémica. Así, se podría generado “interacción social”
representada en la fase 2, pero no se produce la morfogénesis, sino morfoestasis en la fase 3. Y
la estructura institucional permanece como en la fase 1. Por lo tanto, la fase 2 no es el punto de
comienzo de la morfogénesis como interacción social, sino una continuidad del
condicionamiento o fase 1. Sin embargo, no se está en la fase 1 ya que es otro tiempo,
pudiendo ser completamente otros agentes, pero las mismas formas de condicionamiento
social y cultural por parte de las estructuras. Y estos son procesos morfogenéticos estructurales
fallidos, más que morfoestáticos en sí mismos. Piénsese en las revoluciones sociales que no se
completaron y fueron derrotadas como el Mayo Francés de 1968 o la comuna de París de
1871. Donde no hay cambios estructurales, sino cambios agenciales de conformación de los
grupos dominantes, e incluso virajes conservadores de los electores. Con un corazón institucional
de la sociedad mantenido y reforzado.
Así, pueden darse realineamientos, diferenciaciones de grupos culturales y sociales frente a
las estructuras socioculturales, o reestratificación
como cambios en las relaciones de
hegemonía y subalternidad de las colectividades, sin que esto implique una variación
estructural. Lo cual, podría cambiar las condiciones de estabilidad estructural, pero no cambio
estructural en el sentido del corazón institucional. Implicando esto, que puede haber constante
correspondencia entre integración sistémica e integración social, como una fase 1 de larga
duración temporal. O, re constitución de la correspondencia entre integración sistémica y
social como fase 3, en tanto procesos históricos específicos. Este punto es relevante, ya que
pueden darse cambios en el plano agencial, por ejemplo de los grupos dominantes y dirigentes,
cambiando los modos de agrupación social, pero no necesariamente en los modos de
configuración sistémica. Donde el resultado es una morfogénesis de la agencia, pero no
necesariamente del sistema. Así, puede haber morfogénesis en la dimensión social asociado
con morfoestasis en la dimensión estructural. Lo cual tiene un tiempo marcado de realización
como intentos de cambios estructurales, fracaso del intento y vuelta al condicionamiento como
fase 3. E incluso, podría realizarse un cambio de grupo dominante como un reemplazo de
estos, pero no un cambio estructural.
135
Entonces, el panorama histórico que se puede tener es morfoestasis sistémica y
morfogénesis de las agencias corporativas. Ya que cambios agenciales se han producido, pero
no a nivel de las partes. Pero, en el modelo de Archer, donde el juego mutuo entre actividad y
condicionamiento depende del tiempo son considerados irremediablemente como fase 2
temporal o fase 1 de condicionamiento. La crucialidad que tiene este argumento, es que ahora
no se sabe en qué fase del ciclo morfogenético se está, no teniendo herramientas teóricas para
caracterizarlo. Así, este grupo asertivo que podría estar en su proceso morfogenético, de lograr
acumular mayor capacidad de negociación frente al grupo dominante, puede ser parte de la
fase 1; ya que se demuestra el condicionamiento estructural que el grupo dominante y dirigente
mantiene a través de su relación protectora con la estructura. O de la fase 2, donde se muestran
los intentos de transformación que han realizado, pero que han fracasado. O, se puede estar en
la fase 3, si se trata del estudio del grupo asertivo. E, insisto, que esto no depende del
observador ni de los intereses del investigador, ya que de todas formas transformación del
corazón institucional no se ha producido. Y de esta manera, es estructuralmente morfoestático
el período. Sin embargo, no se puede aplicar el procedimiento temporal por las características
históricas de ese período. Así, se tienen varias secuencias de tiempo, porque a pesar de no
poder saber en qué tipo de fase se está, tiempo ha pasado. Punto lógico donde se revela que el
tiempo mismo no es una variable independiente en los procesos morfogenéticos de la estructura. Implicando que
el juego mutuo entre actividad agencial y condicionamiento institucional no puede depender del tiempo. Y si
bien, permite poner un orden secuencial morfogenético para el cambio societal,
complementario al dualismo analítico de Archer 1979 a 1988. No es lo más relevante en el
dualismo realista de 1995, ya que ahora hay un hiato ontológico, no una solución
procedimental y analítica para estudiar el proceso de cambio. De esta forma, Archer persiste en
un argumento metodológico basado en la temporalidad, que permitía una salida analítica al
problema planteado por Lockwood y reforzado por Giddens; pero, no puede seguirse cuando
el dualismo sobrepasa su plano analítico, para abrazar el dualismo filosófico. Ya que ahora las
diferencias de temporalidad entre actividad agencial y condicionamiento estructural, es una de
las propiedades de las estructuras, pero su juego mutuo no puede basarse en el tiempo. Ya que
hay un hiato ontológico entre ambas entidades.
Permítanme poner un ejemplo que en Archer es recurrente: el analfabetismo en la Cuba de
Castro (Archer 1982, 2009). Este caso se muestra como ejemplo paradigmático de la
136
importancia del tiempo en la metodología de la historia analítica de la emergencia. En la Cuba
antes de Castro, la propiedad cultural de lecto-escritura estaba desigualmente distribuida en la
población -agencia- en el tiempo 1, por efectos de la cantidad de instituciones de educación y
maestros que existen bajo la Cuba pre-revolucionaria, además del rápido abandono de las
escuelas para entrar a la vida laboral, ya que las personas para poder acceder al sistema
educacional en sus diversos niveles requieren estar liberadas de relaciones autónomas con el
sistema económico. Este es el condicionamiento sociocultural en el tiempo 1. Ante lo cual,
según Archer, Fidel Castro, dado el compromiso tomado ante la ONU en 1960, adopta una
política de alfabetización. Creando la “Comisión nacional de alfabetización y educación
fundamental”, cambiando la dependencia de las escuelas, las cuales pasan a depender del
Estado. Sin embargo, pese al aumento de aulas y organizaciones educativas, la campaña de
alfabetización se basó en voluntarios que van a enseñar a las zonas rurales, donde “cada
alfabeto le enseña al otro”. Estos voluntarios son brigadas de alfabetización que se trasladan a
las zonas rurales, siendo en su mayoría estudiantes bajo los 20 años que enfrentando peligros –
varios de ellos murieron- llegaban a zonas aisladas de Cuba. Dándole fluidez a la transmisión
de la capacidad lecto-escritural sin educación formal. Habiendo interacción sociocultural como
fase 2.
Así, en menos tiempo del normal que se podría demorar una sociedad nacional en hacer
subir los indicadores estándar de alfabetismo, Cuba se puede declarar como país libre de
analfabetismo como fase 3, siendo un país que pasó del 47% de analfabetismo rural a un autoreportado en 1961 de 3,9%. Esto claramente puede ser entendido como que en la fase 1 hay una
condición específica, donde se aplica una intervención en la fase 2 y cambios en los agentes en
la fase 3. Sin embargo, aunque haya cambiado la dependencia de las escuelas y se hayan
multiplicado los maestros básicos, la capacidad material de instruir a toda la población con
educación formal sigue siendo limitada, razón por la cual se debió optar por las brigadas de
alfabetización. Esfuerzo con recursos limitados: materiales (traslado y textos); poblacionales
(número de personas disponibles); propiedades culturales de la agencia (instrucción de
instructores) que no se puede mantener en el tiempo. Y esta política voluntaria solo puede
servir para subir la barrera de alfabetismo. Toda otra instrucción más avanzada y especializada,
deberá esperar más tiempo por una inyección superior de recursos materiales, organizacionales,
culturales y agenciales; no posibles de suplir con brigadas. Así, el gráfico de Castro funciona, ya
137
que las brigadas aminoran el tiempo entre el objetivo y su cumplimiento. En este proceso, no
solo hay una distribución mayor de la propiedad cultural de la lecto-escritura, sino una gran
movilización de recursos a través de nuevas y variadas instituciones que no pueden mantener
su ritmo sin entrar en conflicto con otras necesidades de Cuba; como pueden ser las cosechas,
también voluntarias, del azúcar. Solo si se entiende que hay un cambio estructural a nivel del
corazón institucional de Cuba, se puede comprender la morfogénesis de agencia que existe al
final del proceso, como una ampliación social de la capacidad cultural de lecto-escritura. Aquí
se aplica la historia analítica de la emergencia. Sin embargo, ¿Es un problema de tiempo?
Si se piensa en la ampliación de la distribución de esta propiedad cultural en la población, en
par de años desde la revolución pareciera que no, ya que se trata de un esfuerzo institucional de
movilización de recursos. Si se piensa que otros países, gastaron decenas de años para llegar al
mismo índice, pareciera que sí. De esta forma, si el tiempo es una variable independiente sobre
el juego mutuo entre estructura y la agencia, la metodología de la historia analítica de la
emergencia puede ocuparse sin más, solucionando la contingencia de Giddens. Sin embargo, si
el tiempo es variado, ya que depende de los casos -lo que es decir que depende de las
relaciones de juego mutuo entre integración sistémica e integración social- entonces otro
elemento lo hace variar y no depende de la temporalidad, de ninguna unidad de tiempo en sí
misma o secuenciada con otras. Dependiendo de las condiciones históricas mismas del juego
mutuo entre estructura y agencia. Y proceso histórico y proceso temporal no coinciden. En los
procesos históricos hay tiempo, pero no es tiempo lo que ocurre, lo que ocurre son sucesos
resultantes de la relación de juego mutuo entre condicionamiento estructural y actividad
agencial, que pueden llegar a caracterizarse como morfogenéticos y/o morfoestáticos. Los
cuales se pueden estudiar por medio del modelo y procedimiento de las tres fases, sin ser ellos
ordenación metodológica temporal de la acción continua de los agentes, ya que “La acción en
sí misma es innegablemente continua, pero la naturaleza de las actividades no lo es –es discontinua con
las actividades pasadas producto de los nuevos constrictores y habilitadores relacionales que ahora
inevitablemente ayudan a darle forma” (Archer 2009:117) (cursivas mías). La representación
conjunta de las fases de la morfogénesis y la temporalidad se representa en la figura 6.
Figura 6: Las tres fases del ciclo básico morfogenético/morfoestático.
Fuente: Teoría social realista. El enfoque morfogenético. (Archer 2009:221)
138
Ciclo morfogenético/morfoestático
Fase 1: condicionamiento estructural
T1
Fase 2: interacción social
Fase 3: elaboración estructural
T2
------------------------------------------------T2
-------------
-------------T2
T3
------------------------------------------------T3
-------------------
------------T3
T4
---------------------------------------------(morfogénesis / morfoestasis)
La única forma en que la morfogénesis estructural se derive por el tiempo. Es que esta no sea
otra cosa que un estado específico de la agencia en un determinado momento como fase 1. Tal
como en la fórmula crítica que argumenta King contra Archer sobre Cuba, donde “los tres
tipos de emergencia estructural: numérica, relacional y burocrática… pueden ser reducidos a
otras personas” (King 1999: 208). Solo que ahora no se hace el argumento en tiempo presente,
donde lo estructural son otras personas y sus relaciones, desde un individuo solipsista que es el
argumento de King. Sino desde un agente, que ve a la estructura como pasado, que son solo
otras personas en otro tiempo. En tanto cambio de las prácticas de los agentes que han ido
variando con el tiempo, posibles de estudiar en tres fases: rutinización, desrutinización y
rerutinización nueva. Antes no se sabía escribir y ahora sí, siendo un proceso demarcable en el
tiempo, como resulta obvio entre: el estado anterior de analfabeto como tiempo 1, la
intervención de los instructores como tiempo 2 y el resultado de alfabetismo como tiempo 3.
Así, un punto elemental es que la única forma de usar metodológicamente las tres fases temporales
de Archer, sin dar cuenta de los procesos históricos específicos y usando al tiempo como
variable independiente, es una forma de conflación. Ya que obvia a la estructura, porque esta
no es sino un estado específico de la agencia en un tiempo anterior. Y siempre hay una
condición 1 de la agencia. Resultando el enfoque morfogenético y sus tres fases temporales
asociadas a la distinción del dualismo analítico más cercano a la teoría de Giddens que lo que la
misma Archer aceptaría. Ya que se trataría de una disección al concepto de prácticas agenciales,
por medio de cortes temporales. Resultando en una muy buena continuación de la teoría de la
estructuración de Giddens, a la cual solo se le ha agregado tiempo en la estructuración de las
139
estructuras, evitando la contingencia que florece en el elisionismo de presente constante. La gran
diferencia es que ahora el cambio no es contingente, sino que se da con el tiempo y es analizable
en tres momentos discretos. El problema que surge es que si se mantiene al tiempo como base
del dualismo analítico, entonces no hay hiato ontológico entre agencia y estructura sino solo
diferencias de temporalidad. Por lo tanto, aún no hay una descripción del juego mutuo entra
agencia y estructura, porque no hay distinción entre agencia y estructura.
De la misma forma, si la evaluación histórica de la morfogénesis y la morfoestasis estructural
es desde el presente, punto desde donde se aplica la metodología de la historia analítica de la
emergencia. El procedimiento puede extenderse hacia atrás, meses o años o decenas de años e,
incluso, cientos. De hecho, así presentada es una teoría más bien de carácter histórica que
sociológica, ya que se trata de la historia analítica del presente. Y dependiendo de cuánto se
devuelva hacia atrás en el tiempo, la condición morfogenética de la estructura se hará más o
menos probable, con varios períodos morfogenéticos. Si se retrotrae bastante se puede dar
cuenta de su morfogénesis, pero si se extiende poco es posible que se encuentre morfoestasis.
A menos, que hayan habido revoluciones que cambian rápidamente las condiciones
estructurales. Caso en el cual se encuentra morfogénesis estructural, con poco gasto temporal,
aunque es posible, largos procesos de formación de colectividades y de aparición de agencias
corporativas anteriores, como en el argumento de Thompson sobre la formación de las clases
como colectividades (Thompson 1989). De esta manera, metodológicamente no se puede fijar
temporalidades, sino dar cuenta de los procesos históricos en sí mismos. Ya que no depende
del tiempo la posibilidad de morfogénesis o morfoestasis, sino de las condiciones de la
integración sistémica en su juego mutuo con la integración social, en el tiempo y no por el
tiempo.
El tiempo no es símil de juego mutuo, como si se desprende de Archer, sino un escenario
constante donde se da inevitablemente el juego mutuo entre actividad agencial y
condicionamiento institucional. Con esto se debe entender que el tiempo no hace variar el juego
mutuo de estructura y agencia, sino que en el tiempo varía el juego mutuo. Lo que hace que no
dependa del tiempo la posibilidad de morfogénesis. No hay impronta, ni efecto, ni relación de
ninguna unidad de tiempo en el juego mutuo; no es un elemento con distintos valores en una
distribución, con formas posibles de indicar, manera efectiva de entender una variable. El
tiempo en distintas formas de unidad es siempre al alza en unidades demarcables. A menos que,
140
los estadios temporales encierren algo propio, que haya que desempacar en sus ciclos y fases, como es el juego
mutuo entre actividad agencial y condicionamiento estructural. En su caracterización de período
específico, que pueda traducirse en un período morfoestático o morfogenético, lo cual
depende de las condiciones históricas de las relaciones entre la integración social y la
integración sistémica. Lo que hace que el problema del cambio social no dependa del tiempo
en sí mismo. Así, cada uno de tres momentos del ciclo morfogenético tienen condiciones
temporales variables internamente, dependiendo del juego mutuo y lo profundas que sean las
transformaciones en el corazón institucional. La morfogénesis de la estructura trata por sobre
todas las cosas de este punto. Y es aquí donde alcanza su máximo despliegue.
Luego el modelo de las tres fases temporales se generalizará en la obra de Archer, llegando a
ser ocupado para: la morfogénesis ontogenética de la agencia (de primaria a corporativa); la
morfogénesis filogenética de la agencia (de agentes niños a agentes adultos); luego para el
proceso de conversación interna y formación de preocupaciones, (discernimiento, deliberación
y dedicación) y para el proceso de diseño de proyectos (preocupaciones, proyectos y prácticas).
Todos pasan por sus tres fases de condicionamiento, interacción y re-elaboración. Y en todos
ellos hay diferencias temporales. Sin embargo, se puede aplicar el mismo argumento, no es el
tiempo el que las hace variar, sino las condiciones de juego mutuo entre agencia y estructura.
Podrían pasar años, muchos años, sin una agencia corporativa capaz de tener potencialidad de
transformación sistémica, pero que pasen muchos años no implica que sea el tiempo el que
medie la relación. O, que sea el tiempo la variable independiente. O, que sea el tiempo el que
permita distinguir agencia de estructura. De esta forma, los pasos entre fases y la
caracterización de cada una de las fases, dependerán del modo en que se dé el juego mutuo
entre actividad agencial y condicionamiento institucional. O, de otra forma, más clásica, del
juego mutuo entre integración sistémica e integración social. Y este juego mutuo no tiene
modo de representación en la teoría de Archer.
La crítica conceptual a las fases morfogenéticas: jugando sin tiempo.
141
La primera crítica que he presentado ha tomado de forma general a la metodología de la
historia analítica de la emergencia. Donde he rechazado el tiempo como base de la relación de
juego mutuo entre agencia y estructura, lo que no implica que no haya tiempo, sino que no es
el tiempo lo que permite distinguirlas. Y que el juego mutuo entre ambas no depende del
tiempo. De esta manera, cuando el tiempo no es el punto central de las relaciones de juego
mutuo entre agencia y estructura, las fases pueden ser interrogadas por dentro, para dar cuenta
de sus posibilidades internas. Cuando se despoja a las fases morfogenéticas del tiempo como
variable, se puede apreciar con mayor intensidad los problemas conceptuales del enfoque, fase
por fase. Lo cual trae problemas importantes en el tratamiento metodológico del proceso
morfogenético y/o morfoestático de la sociedad. Ya que la consolidación teórica del enfoque,
depende de la utilidad que tengan los conceptos para trabajar el juego mutuo entre agencia y
estructura a través del tiempo.
Si los conceptos y su condición transitiva, no logran representar este proceso intransitivo
momento a momento, prestándose a la confusión o a la conflación, deben ser criticados. La
conflación anterior se evitaba al modelar el proceso en tres fases temporales, que al final del
ciclo resultaba no conflacionaria, si es que no hay un hiato ontológico entre actividad agencial y
condicionamiento estructural. Sin embargo, cuando el tiempo es retirado del argumento, la
conflación aparece en cada una de las fases. Ya que para que la caracterización de una fase
tenga sentido, la distinción debe basarse en una forma de juego mutuo específico entre agencia
y estructura, en cada de fase. En el fondo, la historia analítica de la emergencia debe poder
representar la historia ontológica de la morfogénesis, a través del hiato entre agencia y
estructura en cada una de las fases.
a) Fase I o condicionamiento socio cultural
El comienzo, como ya lo anote, es la fase 1 o de condicionamiento. El elemento problemático
de este punto, es que por definición del juego mutuo histórico entre agencia y estructura, no
puede dejar de haber condicionamiento estructural. En el cual la fase 1, más que corresponder
al condicionamiento, puede ser caracterizado como de correspondencia o correlación positiva
entre integración social e integración sistémica, generando reproducción o morfoestasis. De
esta forma, el momento 1 o de condicionamiento es un momento de reproducción
142
generalizada. En un extremo del modelo hay correspondencia entre integración social e
integración sistémica. Sin embargo, puede haber otras condiciones que impliquen posibilidades
de cambio no realizadas, como problemas de integración entre partes de la estructura o
contradicciones lógicas al interior del sistema cultural que se logren mantener a resguardo o
tolerar. Lo que implica, o que no se desarrollan sistémicamente, o ninguna agencia corporativa
está interesada en explotar la contradicción, o no tienen capacidad para hacerlo.
La lógica situacional que Archer ocupa para caracterizar esta fase es la de “protección”,
donde hay ausencia de conflictos entre agentes al menos en el nivel macro. O, al menos, no
hay posibilidades de cambios estratégicos importantes de cursos de acción como “contención”.
Ya que en el plano agencial puede haber culturalmente “reproducción cultural” y a nivel social
“solidaridad social”. Y dentro del plano sistémico puede existir culturalmente “sistematización”
y a nivel estructural “integración”. Entonces, el paso posible a una fase 2, o interacción social,
depende de un cambio en el plano de los agentes, o del sistema ideacional o material. Así, se
puede pasar a un punto de nuevas formas culturales, como la publicación de revisiones de
textos, o directamente textos nuevos, que cuestionen las formas hegemónicas en el sistema
cultural. Como las tesis de Lutero que encontraron un escenario propicio para generar mayores
grados de libertad interpretativa, como las relaciones de contradicción competitiva entre los
reyes de Europa y el Papa. O, se puede desarrollar una contradicción, entre lo que la forma
sistémico cultural dicta y lo que se realiza como la simonía. O, un déficit de solidaridad entre
agentes, como reivindicaciones de derechos políticos, como la extensión de las votaciones
hacia tipos de colectividades no contemplados institucionalmente como “las sufragistas”. O,
una crisis sistémica como las crisis de sobreproducción material y la posterior falta de empleo
entre los asalariados. Obviamente, la real posibilidad de morfogénesis dependerá de los casos
históricos en sí mismos, en tanto juego mutuo entre personas e instituciones.
Cuando comienzan estos procesos se puede decir que se está ad-portas de una fase 2. Sin
embargo, no se puede establecer que no hay condicionamiento, ya que precisamente se trata de
que cambian los cursos de acción de los agentes por alguna relación de juego mutuo con la
estructura. Y la guía direccional que generan las estructuras sociales y culturales resulta abierta,
por pérdida de arraigo agencial o por crisis interna de las instituciones, haciendo que los costos
de oportunidad de un curso de acción morfoestático se vuelvan relativamente similares a uno
morfogenético, quedando en planos de nuevas lógicas situacionales como: oportunismo y
143
eliminación (Archer 2009:400). Implicando que los agentes corporativos están puestos en
situaciones que no pueden resolver de forma reproductiva. Y deben entrar en nuevos juegos de
poder, alianzas con otros grupos, intentos de cambios ideacionales y estructurales, etc.
Conllevando riesgos en las decisiones de los cursos de acción nuevos.
De esta forma, incluso en la fase 2 o de interacción social, la sociedad nunca está
completamente desestructurada como un fenómeno de total contingencia, ya que la posibilidad
de cambios en las lógicas situacionales es precisamente una forma más de condicionamiento.
Lo que implica que las estructuras sociales siempre están en funcionamiento, a pesar de sus
posibles crisis internas. Esto hace que puedan complicarse los procesos estructurales, como
suspensión de propiedades emergentes o agregadas, o cambios en las instituciones como
derivaciones de sus tareas normales, pero no hay total desestructuración sistémica. Ya que esto
implicaría el desaparecimiento de la sociedad y vuelta a una forma conflacionaria, donde habría
un páramo de individuos sin relaciones entre ellos, sin “contextos estructurados de acción”
(Outhwaite 2006:95). Así, siempre hay estructura institucional y agentes realizando cursos de
acción condicionados por las estructuras, donde en los procesos de morfogénesis hay cambios
en los condicionamientos de las estructuras producto de las acciones de los agentes. No solo
en términos de cohortes de agentes, sino en agentes que hacen las transiciones en los procesos
morfogenéticos de las estructuras. Ya que alguien lidera los procesos de transformación,
alguien los experimenta y, generalmente, alguien se opone. Donde cambian los modos en que
los agentes se relacionan por las nuevas relaciones estructurales y la distribución de
propiedades emergentes de las estructuras.
b) Fase 2 o interacción sociocultural:
Un segundo problema para la metodología del enfoque morfogenético de Archer, dados los
términos en que Archer lo presenta, está asociado a la fase 2 de interacción social. Archer
reconoce el principio sociológico de dependencia de la actividad agencial de los
condicionamientos estructurales. Esto debe entenderse como que sin acción de las personas
entre sí, difícilmente puede haber propiedades emergentes de las estructuras sociales. Punto
donde Archer lo que comienza discutiendo con Giddens es si estas estructuras aquí presentes son
creadas por estas personas aquí presentes. Ya que, bajo ese argumento las estructuras no tienen
144
un desfase temporal diverso a las personas vivas. Sin embargo, esto tiene el corolario lógico de
que el desfase temporal es solo una propiedad de una diferencia ontológica entre agencia y
estructura. La estructura no solo son principios estructurales socializados y practicados de
forma inconsciente que cambian en el tiempo. Sino que bajo la ontología realista, es una forma
emergente de relaciones sociales denominada estructura institucional que tiene un hiato
ontológico con los agentes. Así, bajo cualquier condición en todas las fases hay interacción social,
o juego mutuo práctico entre agencia y estructura, pero no necesariamente hay fase 2 en tanto
desequilibrio entre integración social e integración sistémica.
Incluso, y no puede ser de otra forma, el juego mutuo entre agencia y estructura también se
realiza en el condicionamiento socio cultural o fase 1. Sin embargo, la fase 2 de comienzo de
morfogénesis estructural tiene características definidas de desarrollo de propiedades agenciales
corporativas en cursos de acción nuevos, como la relación entre grupos dominantes y grupos
asertivos respecto a la estructura sociocultural, que transforman la estructura en la fase 3 como
en el argumento analítico de 1979. O, como dice posteriormente, en 1995, que estos dos tipos
de grupos, que generan dos tipos de cursos de acción frente a la estructura, tironean la
estructura institucional hacia un lado u otro. Dado este elemento, ahora resulta que siempre
hay interacción entre estructura y agencia, pero algo varía en la relación condicionante de la
estructura hacia la agencia entre la fase 1 y la 2. Y, no solo, entre el fase 1 y 3.
Dejaré claro esto, entre la fase 1 y 3 hay un cambio estructural, lo que no implica que haya
suspensión de juego mutuo entre actividad y condicionamiento. Ya que la variación estructural
se produce por y en el juego mutuo entre agencia y estructura. Sin embargo, algo debe pasar en
la fase 2 para que se produzca el cambio o no. Lo complicado es que no puede ser
simplemente interacción agencia y estructura, ya que dadas las condiciones temporales y de
propiedades diferenciadas de la agencia con la estructura, como compromiso ontológico con el
realismo, la interacción como juego mutuo no puede suspenderse. Puesto el argumento
metodológico de las tres fases de la morfogénesis/morfoestasis, al cual no me opongo en
principio, no se puede decir simplemente que la fase 2 es equivalente a interacción entre agente
y estructura. Ya que se estaría suspendiendo la relación artificialmente, al menos en el primer
momento, como si en el condicionamiento o fase 1 no hubiera interacción entre agencia y
estructura. Por lo tanto, no está describiendo el proceso de relación entre agencia y estructura
en la fase 2, dejando en el misterio las formas morfogenéticas o morfoestática de la fase 3. Así,
145
la situación condicionante generada por las estructuras socioculturales es siempre constante,
pero dadas las capacidades de la agencia en la fase 2 se producen transformaciones o
reproducciones de la situación de la fase 1.
Entonces, nuevamente, los procesos históricos no pueden ser simplemente observados bajo
el tamiz procedimental del tiempo como variable ni como mediación entre actividad y
condicionamiento. Ya que condicionantes estructurales existen constantemente frente a una
agencia humana condicionada, obligando a la reflexión y a la acción. De esta forma, la
característica central de la fase 2 o interacción social, no es solamente la interacción social, sino
una forma específica de interacción, de juego mutuo práctico entre agentes y estructuras del
mismo nivel de emergencia. Donde los cursos de acción de los agentes por el tipo de
condicionamiento, comienzan procesos de cambios en sus acciones, en pro de una
modificación de las estructuras o de sus propiedades, como la distribución de recursos
materiales o ideacionales. Como en el caso de la Cuba de Castro que destaca Archer, donde el
comienzo del proceso es un condicionamiento, pero este no se suspende sino que se aplica una
política de alfabetización, con la esperanza de una mayor distribución de las habilidades de
lecto-escritura. Donde el momento 2 es, precisamente, la intervención en la distribución de
esta habilidad. O sea, un agente corporativo con suficiente poder transformacional que inicia
un nuevo curso de acción intentando modificar las condiciones estructurales actuales. Esta es,
como se puede entender, la característica central de la fase 2, la cual es una fase convulsionada
o conflictiva o quizás anómica, de aumento de grados de incertidumbre agencial e inestabilidad
sistémica. Lo que provoca nuevas condiciones a los proyectos de las personas, los cuales
podrían comenzar procesos de variación. Esta variación es la base de la idea de una fase 2.
c) Fase 3 o de elaboración sociocultural:
Hasta aquí he criticado al proceso en general de la metodología del enfoque morfogenético,
haciendo algunos énfasis en los problemas que arrastran tanto en la fase 1 de
condicionamiento como en la fase 2 de interacción. Así, en el punto de condicionamiento o
fase 1, he mostrado como no se puede argumentar el no condicionamiento posterior. De la
misma forma, he puesto en duda conceptual a la fase 2, caracterizado como interacción social,
donde esta descripción del proceso morfogenético no tiene la capacidad de poder describir el
146
inicio de un proceso morfogenético, ya que en el ciclo completo, con todas sus fases, siempre
hay interacción. En este momento es que debo completar la crítica interna al modelo temporal,
pero esta vez a la fase 3 o de elaboración social.
Curiosamente, en un capítulo denominado “Elaboración sociocultural” en el texto “Teoría
Social Realista: el enfoque morfogenético” 1995 en Inglés y 2009 en castellano. Por primera
vez aparece caracterizada una relación práctica entre agencia y estructura, estableciendo medios
y formas de relación. Sin embargo, Archer la muestra como relación entre fases, como cortes
temporales horizontales que –insisto- son históricos, y no como formas de juego mutuo entre
agencia y estructura que serían más bien de forma vertical. Así, en estas formas de juego mutuo
entre actividad y condicionamiento el “mecanismo conectivo entre la fase 2 y la fase 3 opera
mediante el intercambio y el poder” (Archer 2009: 391). El intercambio es la característica de una
relación y el poder un recurso. Así, Archer comprende los atributos de las relaciones entre
agentes como “confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y intercambio
recíproco” (Archer 2009: 391). En estas formas de relación se distribuyen recursos como
“sanciones políticas, recursos en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009:393). Así,
dependiendo de las condiciones, como la distribución inicial de condiciones y las posibilidades
posteriores, los agentes pueden ejercer: capacidad de negociación, fortaleza negociadora y
poder transformacional (Archer 2009:393).
De esta forma, los agentes corporativos pueden ir generando cursos de acción que tiendan al
mantenimiento de la estructura o de su transformación. Dependiendo de las condiciones que
se vayan desarrollando en el proceso de juego mutuo. Así, una agencia corporativa que tenga
poca capacidad de negociación tendrá que buscar modos estructurales de acceso a mayor y
nuevas formas de recursos. Ya que las agencias corporativas para mejorar sus posibilidades de
cambio, deben buscar en las colectividades un recurso, legitimidad; y con otras agencias
corporativas, alianzas. Generando propiedades de fortaleza negociadora y poder
transformacional para tener la oportunidad de tironear la estructura institucional hacia un lado o
mantenerla en status quo.
La pregunta central en este punto es, ¿Esta caracterización de la elaboración social del
condicionamiento sociocultural y la actividad de la agencia, no puede ser la forma de
relacionamiento de todo el ciclo morfogenético en cada una de las fases? Ya que, como se debe
entender, la capacidad negociadora de un agente corporativo en la fase 1 puede ser un poder
147
transformacional en la fase 2, generando nuevas formas estructurales en la fase 3. De esta
forma, más que el proceso final de la elaboración social, Archer proporciona el material
conceptual de los modos de relacionamiento estructural, los medios en disputa y las
potencialidades de acción de las agencias macro en una fase cualquiera. Donde el proceso de
confluencia de deseos, obediencia inducida por el poder o intercambio recíproco; puede
caracterizar tanto a las relaciones estructurales de la fase 1, la fase 2 y la fase 3. Donde aquello
que cambia, es quiénes intercambian; en qué nivel; a través de qué mecanismos; qué tipo de
recursos buscan retener o ampliar, etc. Por primera vez, entonces, se puede dar cuenta hacia
atrás, sobre cuáles son las condiciones que pueden caracterizar específicamente a las fases
como tres fases distintas de relación entre agencia y estructura. Las cuales ya no pueden ser
simples cortes metodológicos de realidad socio-temporal, sino que deben ser formas reales y
características de relación entre actividad agencial y condicionamiento institucional; posibles de
esquematizar, a través de la historia analítica de la emergencia, en tres fases como modos de
relación entre agencia y estructura.
Así, se puede decir que en todas las fases, siempre hay condicionamiento entre estructura y
agencia; siempre hay interacción entre agencia y estructura; y siempre hay mecanismos
conectivos estructurales como modos de relación entre agencias. Y, sin embargo, aún no se
logra representar el proceso práctico de relación entre agencia y estructura de forma vertical en
cada fase y tampoco cómo se pasa de una fase a la otra de forma horizontal por medio del
mismo proceso práctico. El encuentro práctico entre agencia y estructura, no tiene una teoría
del juego mutuo, ya que está supuesto, empacado, dentro del argumento del tiempo y sus fases
temporales.
La conversación interna: la crítica a las formas de reflexividad como juego mutuo.
Si el argumento que he presentado en el apartado anterior resulta verosímil. Entonces se debe
colegir que Archer no tiene una teoría del juego mutuo entre actividad agencial y
condicionamiento institucional. Sin embargo, en su proceso de teorización posterior, sí
presenta una teoría del juego mutuo mental como reflexividad a partir de la publicación de
“Being Human”. Momento en que aparece por primera vez la idea de “conversación interna”,
que será completada en sendos libros hasta el año 2012 con “The reflexive imperative”. De la
148
misma manera, sí posee una crítica a la conflación en versión realista desde 1995 y también una
matriz procedimental de tiempo para dar cuenta de la morfogénesis estructural desde 1979.
Pero, solo resulta un modo de criticar la conflación entre agencia y estructura en otras teorías
que niegan el dualismo; un ordenamiento en fases de la morfogénesis institucional para
operativizar el dualismo de Lockwood en el tiempo y; un primer modo de distinguir agencia de
estructura derivada de las propiedades temporales diferenciadas entre entidades, mas no una
teoría del juego mutuo. Lo que implica, un vacío importante en la relación entre actividad y
condicionamiento, ya que solo hay un esquema metodológico temporal.
En la tercera fase de su producción intelectual, Archer propone una forma de juego mutuo
que no está basada en el tiempo sino en la reflexividad, lo que debe entenderse de inmediato
como un ejercicio mental de los individuos. Concepto que hasta ese momento no tenía una
forma precisa, sin embargo estaba incluido como un supuesto en la crítica al conflacionismo,
por el rechazo al argumento de la sobresocialización. La forma del juego mutuo, esa central
interfaz entre agencia y estructura, como vínculo perdido de la sociología; Archer lo encuentra
en la capacidad reflexiva de los agentes. En la crítica realista a la conflación en sociología, el ser
humano es un ser activo y con voluntad, siento una entidad diferente que se relaciona con la
estructura; pero la estructura no puede estar en él, porque de otra forma no se respeta el hiato
ontológico de Bhaskar. De otra forma, la estructura estaría al interior del individuo, siendo una
representación mental, conflacionando a la estructura y volviendo al argumento de Giddens.
Con mayor libertad por una conciencia que distingue a sí mismo del mundo; con capacidad
reflexiva y no conciencia práctica; con procedimientos para estudiar la morfogénesis
estructural, ya que no hay contingentismo sino fases; pero irremediablemente con la estructura
institucional por dentro. Sin hiato ontológico entre entidades solo quedan las representaciones
y prácticas repetitivas de la agencia como estructura.
El hiato ontológico es mucho más que una distinción analítica y temporal, sino un problema
práctico entre dos entidades distintas que debe ser recogido por la teoría. Teoría que no recoja
esta distinción arriesga falacias en el proceso explicativo. La exterioridad entre las entidades,
entre agencia y estructura, que da pie a la idea de juego mutuo, es la base del realismo
morfogenético de Archer. De otra forma, la sociedad no es la entidad emergente que el
realismo propone, punto desde el cual parte Archer, derivando el análisis sociológico de
agencia y estructura en interpenetración. Por esta razón, para la teorización sobre la relación de
149
juego mutuo de ambas entidades, se deben encontrar puntos de interconexión no de
determinación. La idea de intersección, interfaz o juego mutuo no son casuales; porque reconocen
relaciones entre entidades, con atributos propios, que deben ser relacionadas. Y es ese punto
de conexión, o interfaz, un aspecto central para el realismo morfogenético. Es en este
elemento de conexión donde deben realizarse los esfuerzos de investigación intensiva en el
enfoque morfogenético, porque si no tiene teorización sobre la interfaz siempre se corre el
riesgo de caer en conflación. Donde la conflación implica determinaciones, como
sobresocialización del agente y reificación a la estructura, aunque sea distribuida en fases
temporales.
Para Archer, ese punto de conexión al interior del individuo es la “conversación interna”.
Esa conversación interna se produce entre las preocupaciones primordiales agenciales y la –
necesaria representación mental- de los contextos socioculturales, desde cuyo procesamiento
como conversación interna, se diseñarán los proyectos agenciales frente a los contextos
socioculturales. Así, el agente reflexivo de Archer, que es irremediablemente un individuo,
siendo este punto no baladí, no actúa por instinto natural o por una sobresocialización, sino
que por medio de una reflexividad desarrollada desde sus distintas fases de ego, que implica un
proceso de tres fases de preocupaciones, proyectos y prácticas. Donde la conversación interna
se produce en el espacio lógico –y temporal- entre las preocupaciones y los proyectos del
agente. Y de la forma de la conversación interna es que dependen los proyectos a realizar, ya
que los cursos de acción se diseñan como resultado de ese proceso. Así, de cierto modo o
forma de conversaciones internas se generarán cierto tipo de proyectos, teniendo una
secuencia lógica en el argumento de Archer.
Es este elemento el que será objeto de crítica en este apartado. De esta forma, sostendré que
no se puede argumentar que de un tipo de predominante de reflexividad resulte una forma
característica de proyecto. Criticando el punto del juego mutuo al interior de la agencia, que
entiendo solo como un juego mutuo mental o interno. El juego mutuo de carácter práctico o
empírico, no tiene forma, a menos que se acepte el argumento del tiempo en las fases del ciclo
morfogenético. Y como es históricamente anterior al juego mutuo mental se presentó primero,
aunque sería lógicamente -bajo una reconstrucción del argumento general de Archer- posterior.
O, de otra manera, la acción de la agencia desarrollada frente al condicionamiento de la
configuración institucional es siempre posterior al diseño de acción de la agencia, que se realiza
150
en la conversación interna, por la representación del condicionamiento frente a las
preocupaciones.
Un primer elemento a destacar es que para que haya conversación interna hay que mantener
relaciones con el mundo. Tener relaciones con el mundo es mantener una situación dentro del
orden institucional, donde las relaciones pueden ser de facto, sin reglas vinculantes entre
sujetos o entre instituciones sociales, dando mayor radio de posibilidades a los cursos de
acción. O, de modo contrario, las situaciones pueden ser relaciones normadas, implicando
reglas vinculantes entre agentes, restringiendo las posibilidades de acción. En ambos casos se
pueden generar relaciones como de complementariedad contingente o contradicción
contingente, o de complementariedad necesaria o contradicción necesaria. Así, bajo el
argumento de Archer, el tipo de conversación interna dependerá de la situación estructural
donde el agente esté incrustado. La estructura institucional implica los elementos de su
condición de entidad, su configuración y sus atributos o propiedades. La estructura
institucional es una entidad relacional con propiedades emergentes que se forma por las
relaciones entre instituciones con una forma específica, derivada del juego mutuo entre las
propiedades de la agencia y las propiedades de la estructura en un tiempo anterior. Pero, que
sea emergente no implica solo que es nueva, como resultado del juego mutuo del pasado con
una historia analítica propia modelable en tres fases, sino que es otro nivel de relaciones
sociales en tiempo presente que toman forma y propiedades a partir de las de nivel menos
complejo (Elder-Vass 2007a).
La estructura institucional entonces, a pesar de su historia y con ella, es ahora, hoy, en esta
coyuntura, en este período y en esta época. El pasado puede mostrar cómo ha llegado a ser por
medio del juego mutuo, no cómo es en todas sus relaciones presentes. La estructura social se
debe entender conceptualmente como una configuración institucional con propiedades
emergentes. Y las instituciones sociales han de entenderse como conjuntos de normas que
definen el tipo de relación que se deben y/o se pueden realizar como actividad tanto entre
sujetos y entre sujetos con objetos. La carga moral en las acciones de los agentes es inevitable
para que la estructura social se reproduzca o transforme. Ya que no solo es una forma práctica
como frente el orden los artefactos, sino que conjunta esa practicidad como posibilidad fáctica,
con condicionamientos morales sobre si se debe hacer o no. Lo que vuelve a la reflexividad
aún más necesaria frente a la estructura institucional. Así, los agentes deben resolver las
151
situaciones condicionantes que genera la estructura contemporánea. Cómo los agentes actuarán
en la vida social, en medio situaciones no voluntarias y no creadas por ellos mismos, resulta ser
el problema central de Archer.
Es la reflexividad la que permite al agente, dilucidar cómo desenvolverse ante las situaciones
sociales que enfrenta. Pudiendo diseñar las actividades prácticas que implica el estar en el
mundo: “El pensamiento reflexivo es sinónimo de conversación interna porque la reflexividad
no es una vaga autoconciencia, sino que un cuestionamiento y exploración del sujeto en
relación al objeto, uno el cual necesita tener un producto práctico o un intento” (Archer
2007a:73). La reflexividad debe darse tanto en el plano de la agencia primaria con las
posiciones. De los individuos y sus roles. De la agencia corporativa con las instituciones. Y de
las poblaciones con el nivel sistémico. De esta forma, las propiedades emergentes de cada nivel
ejercen su capacidad de generar situaciones diversificadas. Por lo tanto, las personas
enfrentadas a estas situaciones definen por medio de la reflexividad sus cursos de acción. Este
elemento para Archer se define en tres fases respondiendo a la pregunta “¿Cómo podría hacer
esto?”. En tanto, “preocupaciones-proyectos-prácticas” (Archer 2007a:88). Donde la
reflexividad frente a las situaciones puede generar la arquitectura de acción que necesitan las
preocupaciones primordiales para cumplirse, pudiendo desarrollar cursos de acción y prácticas
sistemáticas como modus vivendi “…los agentes con la reflexividad examinan sus
preocupaciones personales a la luz de sus propias circunstancias sociales y evalúan sus
circunstancias a luz de sus propias preocupaciones” (Archer 2007b: 41).
El punto de Archer es que esto no es un proceso automático de ninguna forma de ajuste
previo entre la agencia y la estructura: “las ventajas objetivas tienen que ser consideradas
subjetivamente ventajosas, los beneficios objetivos tienen que subjetivamente valer la pena y
los avances objetivos han de ser subjetivamente deseables11” (Archer 2007a:89). Precisamente
como resultado del juego mutuo que se da en la subjetividad de las personas como conversación interna. Así, el
punto es que la reflexividad juega el papel de hacer el vínculo entre estructura y agencia,
“Podemos justificar esto si atendemos a la conversación interna como modo de articulación
entre personas y realidad” (Archer 2000a:319). O, en otro registro: “…la conversación interna
11 Es precisamente en este punto donde la teoría del realismo morfogenético se distancia de la teoría del
habitus de Bourdieu, la primera hará énfasis en la relación reflexiva del agente con la estructura, la
segunda hará énfasis en el sentido práctico entre agente y estructura.
152
como proceso de mediación a través de la cual los agentes responden a las formas sociales”
(Archer 2003: 16). Esta conversación interna tiene modos de realizarse, entre las cuales Archer
modeliza: la reflexividad autónoma (consigo mismo); comunicativa (con otros); meta reflexiva
(reflexión sobre su propia reflexividad); o fracturada (que no genera cursos prácticos de acción)
(Archer 2007b: 93). El punto hasta aquí no ofrece problemas. Se puede discutir, y lo haré, que
los modos de reflexividad no son todos modos de reflexividad como tipos ideales de la
formulación weberiana. Sin embargo, el argumento parece tener claridad.
Son dos los elementos de mayor desacuerdo respecto a la tipología de reflexividad en Archer:
el primero es su rol teórico sustantivo en el diseño de proyectos y el segundo la capacidad de
distinción que pueden tener directamente los tipos de reflexividad entre sí. El primer punto de
crítica da cuenta de un formalismo en el rol de los modos de reflexividad en la teoría. Este
formalismo es la secuencia lógica, de que de los modos reflexividad se siguen posturas y
proyectos, habiendo correlación positiva entre tipos de contextos estructurales, modos de
reflexividad y proyectos agenciales. Donde sí se supiera cómo un grupo reflexionará se pueden
saber sus posibles proyectos, conllevando a una des-sustantivización de las preocupaciones de
los agentes en relación con el mundo. Ya que en el proceso reflexivo, Archer relativiza el
asunto de reflexividad y las preocupaciones del individuo, destacando la forma en que se
desarrolla este proceso. Implicando esto último, una falacia al caracterizar a una colectividad y
a una época por medio de una forma de reflexividad, ya que hay una conflación del
procedimiento de reflexión sobre la relación sustantiva entre preocupación agencial y asunto
del mundo. Y el segundo, es que mostraré que la distinción de los modos de reflexividad de
Archer, no corresponden a una tipología de conversación interna como categorías de una
misma variable, que es la forma efectiva en que Archer las ocupa. Ya que se encuentran
interpenetradas entre sí, generando conflación en los modos de reflexividad. No pudiendo
distinguir entre modos de reflexividad, ya que las categorías de Archer refieren a elementos
distintos como asuntos que son objeto de reflexividad, modos sociales de reflexividad y
condiciones de realización del proyecto.
El argumento de Archer es tan profundo, al respecto de la relevancia e impronta de los modos
de reflexividad en los cursos de acción, que los modos de reflexividad, como proceso de conversación
interna, llegan a anticipar los proyectos de los agentes. Lo que harán los agentes tiene como
mediación sustantiva a los modos de reflexividad:
153
…este breve análisis de relación {a} sigue siendo indeterminado acerca de lo qué miembros
de la sociedad (en qué proporción) en realidad van a hacer. En mis dos últimos libros
(Archer 2003, 2007) he argumentado que esto depende del modo de reflexividad. (Archer
2010: 278).
Así, los modos de reflexividad llegan a ser característicos de tipos de identidad personal
(Archer 2003). Pueden caracterizar a cierto tipo de colectividad (Archer 2007a). Y pueden ser
característicos de una determinada época (Archer 2012). Siendo esto un argumento constante
de su época de teorización sobre el agente reflexivo.
Archer en el año 2003, realiza quizás el argumento crucial de esta correlación teórica, donde
establece una secuencia lógica entre lo que denomina: “posturas hacia la sociedad” la cual
divide en “orígenes, orientaciones y productos” (Archer 2003: 343). Los orígenes de los modos
de reflexividad están puestos, según Archer, en los nexos entre contextos y preocupaciones,
donde “la continuidad contextual propone una vida comunicativa de la mente, a aquellos
quienes tienen esa experiencia; y la discontinuidad contextual una forma autónoma de
subjetividad, a aquellos quienes han sido objeto de eso” (Archer 2003:348). Mientras que la
meta-reflexividad deriva de “la fuerza de sus preocupaciones culturales, y ellos necesitan
personificar eso como un propósito, llevándolos entonces hacia la meta-reflexividad.
Correspondientemente, abarcando movimientos ascendentes, laterales y descendentes”
(Archer 2003:348) De esta forma, el modo de conversación interna implica una relación con
los tipos de contextos en los cuales están los sujetos. Discontinuidad y continuidad contextual
son los identificados más fácilmente. Y algo que llamará posteriormente volatilidad contextual
o contextos incongruentes. Donde unos favorecen desarrollos de reflexión autónoma,
comunicativa y meta-reflexividad respectivamente.
A este punto, se agrega un segundo elemento, no solo del tipo de contexto frente a las
preocupaciones de los agentes, como preeminencia de cierto tipo de reflexividad. Sino que de
cierto tipo de reflexividad resultan posturas específicas, con esto ya se ha rebasado el problema
del juego mutuo. Así, de una reflexividad comunicativa se sigue una postura evasiva, de una
reflexividad autónoma una postura estratégica y de una reflexividad meta-reflexiva una
subversiva. Instalando con esto una correspondencia que depende, al menos en principio, de
las formas de los contextos -pasando por las formas de reflexividad- a los tipos de postura
agencial frente a la sociedad. Un cuarto elemento se suma a esta condición, que es lo que
154
Archer denomina orientación. La orientación establece condiciones sobre la acción de los
sujetos, en cambio las posturas, solo marca visiones sobre la sociedad. La orientación implica,
de alguna forma, qué tipo de proyectos realizarán. Ya que el punto es hacia dónde se orientan,
momento en que Archer juega el argumento final de la secuencia, en tanto los sujetos metareflexivos de contextos volátiles, con posturas subversivas tienen orientaciones transcendentes
sobre los contextos sociales, estableciendo que “Los contextos siempre serán inadecuados para
las preocupaciones” (Archer 2003:353). Y, las orientaciones acomodaticias de las posturas
estratégicas, de los reflexivamente autónomos, sobre contextos discontinuos, en tanto “Los
contextos son medios para la realización de las preocupaciones” (Archer 2003:353). Y, en
cambio, para los reflexivos comunicativos, de contextos continuos con posturas evasivas, las
orientaciones son colectivistas, ya que “preocupaciones y contextos son inseparables” (Archer
2003:353). En este último caso, el punto central sobre lo inseparable, argumento muy raro al
dualismo filosófico, es que las preocupaciones y los contextos son adecuados entre sí. Lo que
los lleva a buscar en los demás las reafirmaciones y terminar su conversación interna con otros
que comparten la condición de miembros de la colectividad. En la figura 7 puede verse el
modelo general de la reflexividad.
Figura 7: Tipos de reflexividad, contextos, postura agencial y orientación.
Fuente: Elaboración propia desde Archer 2003, 2007.
Tipo de reflexividad
Contexto
Postura
Orientación
Producto
Comunicativa
Continuo
Evasiva
Colectivista
Morfoestasis
Autónomo
Discontinuo
Estratégica
Acomodaticia
Morfogénesis
Meta-reflexivo
Volátil
Subversiva
Trascendental
Morfogénesis
Fracturada
Cuando he ocupado la idea de: sujetos meta-reflexivos, sujetos de reflexividad autónoma,
sujetos de reflexividad comunicativa o sujetos de reflexividad fracturada. No he hecho algo
fuera del argumento de Archer, ya que precisamente se trata de tipos de identidad personal,
como rastro subjetivo e histórico de la experiencia agencial frente a los contextos estructurales,
sino no tendría sentido describir posturas y proyectos. Así, del tipo de identidad personal en su
encaje en los contextos es que se desarrollarán las formas de reflexión con consecuencias sobre
lo que los sujetos harán en los contextos. Entonces, se debe entender que empieza a
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caracterizar a los agentes por el tipo de reflexividad que realizan. De hecho, Archer relaciona a
los sujetos con cierto tipo predominante de reflexividad con sus formas de movilidad social.
Así, los inmóviles son caracterizados por la reflexividad comunicativa, los ascendentes por la
reflexividad autónoma y los que tienen una condición volátil como meta-reflexivos (Archer
2007a:101). No importando para dónde se muevan y desde dónde se muevan. Lo relevante es
el resultado de la experiencia de movilidad misma, como modos de reflexividad. Así, ya no hay
una subjetividad característica de una colectividad derivada de su posición de clase, sino un
modo de reflexividad que surge del proceso de movilidad. Y, grupos móviles e inmóviles, hay
en todas las colectividades que tienen una posición estructural.
El argumento que propone Archer, por ejemplo, es que las personas con reflexividad
comunicativa dominante,
permanecen profundamente incrustados en sus contextos sociales natales. Evadiendo
ambos costos objetivos que podrían incurrir en la resistencia de las limitaciones y también
los objetivos extra asociados con sus habilidades, la combinación de sus acciones los hacen
entonces socialmente inmóviles. (Archer 2007a:98).
De la misma manera, pueden ser vistos los de reflexividad autónoma, como personas que han
tenido procesos de discontinuidad contextual como movilidad social, los cuales “buscan evitar
a las serpientes de la sociedad para subir sus escaleras” (Archer 2007a:98). Así mismo, las
personas que son meta-reflexivas están en “contextos incongruentes”. Por eso, “Ellos
son subversivos hacia las constricciones y habilitaciones sociales, por su voluntad de pagar
el precio de las primeras y perder los beneficios de las últimas, en el intento de vivir su ideal”
(Archer 2007a:98). Como se puede apreciar, está caracterizando colectividades o agencias
primarias por un tipo de reflexividad, que aunque no excluyente ya que puede desarrollar todas
las otras, tienen en las formas de conversación interna un modo predominante, que es parte de
su identidad personal. Si Ud. es más comunicativo sobre sus decisiones relevantes, y completa
su deliberación interna con otros, entonces podría ser una persona que ha estado y está en un
contexto continuo. Lo que para ojos de Bourdieu, por ejemplo, podría denotar inseguridad en
sus prácticas y temor a la reprobación social, ya que viene de contextos discontinuos por el
ascenso social, no siendo inmóvil. Por lo que, precisamente, busca completar su conversación
interna con los otros, para diseñar una acción correcta, como ir por primera vez a una
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entrevista de trabajo. Sin embargo, el argumento es que reflexividad comunicativa es seña de la
inmovilidad y de continuidad contextual.
El argumento de correlación prodigiosa es llevado aún más allá. A un punto de diagnóstico
epocal. Este argumento es central y se enarbola con el objetivo teórico de la morfogénesis
estructural: “…los humanos adultos practican elementos de los cuatro modos de reflexividad
todos los días, sin embargo casi todos han desarrollado un modo dominante, por lo que todas
las configuraciones sociales también” (Archer 2012:17). Y esto es, que cierto tipo de
reflexividades podrían tener tendencia a ir disminuyendo, no se puede decir desaparecer, como
rastro de los tipos de contextos desarrollados en una época específica. Así, por ejemplo, si una
época es de alto nivel de discontinuidad, o al menos está marcada por eso, siendo una de sus
características, como podría decirse del comienzo de una fase 2, se desarrolla un tipo de
reflexividad predominante. Esta época de modernidad tardía, o sociedad del riesgo, llena de
encrucijadas de la configuración institucional, podría dar pie a que la reflexividad comunicativa
vaya perdiendo proporción y la reflexividad autónoma gane terreno, “En resumen, la
reflexividad comunicativa no es un adecuado equipamiento para los sujetos que confrontan el
imperativo reflexivo y el naciente orden morfogenético desde el cual deriva, de este modo
explicamos la disminución que ocurre en estos practicantes” (Archer 2012:165).
Esto se debe, según Archer, a que a) la reflexividad comunicativa se da entre personas
propias del contexto natal de los entrevistados, ya que hay “suficiente confianza y
preocupación mutua entre algunos miembros de la familia, al llegar a ser un interlocutor sobre
quienes el sujeto puede confiar, al completar y confirmar prácticas distintivas de la reflexividad
de pensar y hablar” (Archer 2012:164); b) la reflexividad comunicativa está potencialmente
amenazada por la formación de nuevos amigos, ya que se forman relaciones negativas entre el
contexto familiar y los nuevos amigos; c) porque la relacionalidad negativa “tiene serios y
perjudiciales consecuencias para la operatoria de la reflexividad comunicativa como una
efectiva guía de acción”, ya que confrontan “mensajes mixtos” desde la sociedad general y
desde el hogar, “llegando a ser un obstáculo que inhibe sus respuestas a la necesidad de
selección y por lo tanto a compartir una vida” (Archer 2012:165); y d) porque “cuando la
reflexividad comunicativa continúa siendo practicada con interlocutores incongruentes, el
resultado es progresivamente inmovilizar al sujeto quien es capturado a contracorriente”
(Archer 2012:165). Y así, extrema Archer el argumento, diciendo que “En vez de su distintiva
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forma de conversación interna sea la guía de su acción, ellos declinan la responsabilidad de ser
agentes activos y descansan en la pasividad” (Archer 2012:165). Como se puede entender, una
sociedad como la de la modernidad tardía sería especialmente fuerte en mensajes mixtos. Por
lo que la posibilidad de una reflexividad comunicativa, y al mismo tiempo el imperativo
sociológico de la reflexividad, puede ir minando a los sujetos dejándolos en la inacción, como
“reflexividades fracturadas” en el peor de los casos.
No seguiré ahondando en la conjunción teórica que propone Archer, ya que con los
ejemplos teóricos de 2003, aplicados a los contextos de movilidad en 2007 y a las contextos
epocales en el 2012, queda suficientemente de manifiesto el punto. De hecho, no solo Archer
argumenta un declinamiento epocal de la reflexividad comunicativa, sino también un auge de la
reflexividad autónoma como “el nuevo espíritu de la empresa”. Así, se debe entender que los
comunicativos, que son evasivos, disminuyen frente a los autónomos que son estratégicos y
suben también los meta-reflexivos que son subversivos. Estos últimos Archer los propone
como
Modo dominante de deliberación interna íntimamente asociado con la naciente
morfogénesis. Durante el período transicional, cuyo asentamiento comienza en el nuevo
milenio, este modo de conversación interna está listo para adelantar a la práctica de la
reflexividad autónoma, inducida por la modernidad, y complementaria a las situaciones
lógicas de competencia, y la hegemonía institucional del mercado y el Estado. (Archer
2012:206).
Como se ve, Archer afirma que los meta-reflexivos serán parte fundamental del proceso de
salida de esta época de transición. El argumento del imperativo reflexivo en la modernidad
tardía se juega hasta aquí. Hubo cierto tipo de sociedad estable, donde éramos más
reflexivamente comunicativos como los muchachos políticos del siglo XX corto; el período de
transición fue mayormente autónomo con los entusiastas consumidores del fin de la historia en los
noventa y viene una salida con un auge de la meta-reflexividad en los clientes indignados del
principio de siglo XXI.
Sin embargo, el argumento denota un problema central, extremamente relevante para la
sociología realista. Y que, de alguna forma, desborda la pretensión de Archer de desempacar el
modo en que las estructuras influencian a los agentes. Como siempre al desempacar, no se
puede volver a empacar todo, sin que algo no quede bien ajustado. Me gustaría partir
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cuestionando a las formas de reflexividad, como modos de diseño de acciones, desde un
argumento sustantivo sobre el proceso reflexivo, que vuelve sobre las preocupaciones de los
individuos y los asuntos que tratan. A partir de la paradigmática posición que tiene la metareflexividad en Archer, como base de una postura subversiva con consecuencias
morfogenéticas futuras, una vez que se pase a un curso de acción. Argumento en el cual estoy
de acuerdo y, sin embargo, en desacuerdo en un punto crucial. El cual tiene consecuencias
relevantes para el argumento general del modo de conversación interna y su relación con las
acciones de los agentes. No tengo problema en asumir que una postura subversiva es un
resultado de una reflexión interna, que modifica algunas preocupaciones del agente frente a un
contexto que entra en inestabilización, transmitiendo incertidumbre a las preocupaciones
primordiales, las cuales se rejerarquizan.
Mi punto central es que la meta-reflexividad no es una forma de reflexividad, sino un asunto
de reflexión, donde el agente tiene a sus propias preocupaciones como materia de reflexión.
“…el sujeto está conversando internamente acerca de sí mismo no acerca de sus acciones
externas” (Archer 2003:256). Así, en vez de ser una relación de forma entre las preocupaciones
y los contextos, es una relación interna de y entre las preocupaciones mismas, al interior del
individuo. Lo cual implica que hay un elemento de reflexión aún más importante que la
necesidad de generar productos prácticos de acción frente a los contextos, esto puede
entenderse porque las preocupaciones son variadas y presentan una configuración derivada de
la identidad personal. La meta-reflexividad entonces, implica una deliberación de las
preocupaciones primordiales sobre las preocupaciones primordiales, las cuales pueden
reafirmarse o modificarse. Pudiendo ocurrir que una de las fases de ego de la identidad
personal, comience a regir sobre otra, ya que los asuntos de preocupación primordial han sido
modificados. La meta-reflexividad es una introspección del sujeto, un ejercicio mental sobre sí
mismo, sobre sus propias preocupaciones.
Así, cuando Archer habla de contextos incongruentes, de mensajes mixtos; muestra
precisamente el hecho de que los asuntos del hogar y de la sociedad general no coinciden, hay
una contradicción lógica entre ellos que es representada mentalmente por las personas. Esos
elementos son asuntos de preocupación, como el tema del trabajo para las primeras
generaciones profesionales; quienes no pueden encontrar coincidencias o respaldos en sus
padres de formas morales o técnicas, ya que estos no tienen experiencia en el mundo
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profesional. De esta manera, se puede decir que se debilita la reflexividad comunicativa con la
familia respecto a los asuntos laborales, lo que no implica que no se desarrolle con otros, al
menos en ese asunto. La vida profesional es la materia para generar acciones correctas. Y eso
se puede hacer con los padres o los nuevos amigos o simplemente solos. Sin embargo, se
puede desarrollar reflexión respecto a si este aspecto del mundo es tan relevante para la vida o
no, y eso sí se puede hacer con los padres como un asunto existencial.
Por lo tanto, la meta-reflexividad no es un modo en que se desarrolla la conversación interna,
sino un asunto de preocupación primordial, de la cual se espera un producto práctico del
agente en tanto curso de acción. El objeto es uno mismo y las cosas del mundo que son
relevantes. Nótese que se puede generar mucha reflexividad comunicativa, siendo el objeto de
preocupación las mismas preocupaciones, o de otra forma ir a terapia psicológica. Haciendo que
esa reflexividad comunicativa, que se desarrolla con el terapeuta o grupo de terapia, refuerce el
ejercicio de la reflexividad autónoma para tomar decisiones correctas; lo que implica mayor
nivel de autoconfianza en un proceso reafirmación de la identidad personal. O, puede hacer
variar aquellos asuntos que tanto preocupaban en un principio, pero que luego de la terapia
pasen a un segundo plano, transformando la identidad. Siendo un proceso meta-reflexivo,
porque se trata una situación donde uno mismo es el asunto.
El problema del argumento anterior, es que ahora las formas de reflexividad como formas,
pierden su condición explicativa, recuperando plano lógico los asuntos, las materias que son
objeto de reflexividad. Sobre las cuales se ejercen los poderes de la reflexividad. Esto porque
los modos de reflexividad, no solo pueden estar en todos los agentes individuales de distintas
colectividades, como Archer afirma y refuerza empíricamente; sino que en muchas situaciones
distintas dado el tipo de contexto y el nivel de emergencia estructural en que estén las
personas. Así, pueden tener reflexividad comunicativa con los vecinos sobre el clima;
reflexividad autónoma en el trabajo sobre la política nacional; meta- reflexividad sobre sí
mismos con sus amigos y con muchos cruces más. El tipo de reflexividad que se ocupe,
entonces, aceptando aún que son categorías de la misma variable, está asociada al tipo de asunto
que los agentes importen del contexto sociocultural. De hecho, en “The reflexive imperative”
Archer ejemplifica el declive comunicativo, desde las relaciones pérdidas entre las generaciones
de jóvenes estudiantes con sus hogares, el aumento de la reflexividad autónoma con el
emprendimiento económico y la meta-reflexividad con posturas críticas sobre el mercado y el
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Estado. Mostrando la conjunción entre sus modos de reflexividad con los asuntos del mundo que
son objeto de preocupación. El punto central, es que llega ser predominante un modo de
reflexividad, en una persona o colectividad, porque depende del tipo de asunto importado por
las preocupaciones, al menos en ese momento tanto histórico general como histórico personal.
Y las situaciones del mundo que pueden ser importadas por las preocupaciones pueden ser
muy variadas y no todos están equipados para diseñar proyectos para estos asuntos de la
misma forma. El asunto importado desde el mundo, seleccionado por la estructura de
preocupaciones, dependerá de la forma de identidad personal del agente y del tipo de contexto.
Entonces, lo que puede diseñar acciones correctas en las personas, haciendo variar los
proyectos en las colectividades, es el proceso reflexivo entre la preocupación interna del agente
frente a los asuntos del mundo, no el modo de reflexividad como una forma.
De esta manera, el tipo de reflexividad no puede ser dominante en alguna colectividad y
tener consecuencias sustantivas sobre los proyectos. Ya que, como recuerda Archer, cuando
nos enfrentamos a un “médico o un mecánico”, la reflexividad autónoma no puede indicarnos
qué camino seguir, así se debe generar la conversación interna con un otro experto (Archer
2007a:101). A menos que se posean estos conocimientos producto de una socialización, en
cuyo caso si podría practicar la reflexividad autónoma, lo cual intensifica el problema de la
forma de reflexividad frente a los asuntos y las preocupaciones. De esta manera, todos los
modos de reflexividad se pueden dar en las mismas personas, dependiendo del tipo de asunto
del mundo que importan sus preocupaciones y no como una característica personal o colectiva
asociada a modos de reflexividad. Ya que, “Seamos claros, el agente social y el actor social no
son distintas personas- la distinción es solo temporal y analítica” (Archer 2009:371). Siendo de
hecho, las posibles formas en que se pueden caracterizar a las colectividades serían en procesos
sumativos de reflexividades diferenciadas. No pudiendo otra vez caracterizar una colectividad
por el tipo de reflexividad, ya que implicaría una frecuencia relativa mayor de un tipo de
reflexividad. De hecho, Archer establece que en su muestra el 21,1% de los sujetos ocupa
como modo dominante la reflexividad comunicativa (Archer 2007a:93). Lo que no implica que
ese porcentaje de sujetos no ocupe otro modo de reflexividad, siendo casi el 25% de cuatro
posibilidades; además de no saber a qué asuntos aplicaron esa forma de reflexividad, siendo
poco informativo sobre las preocupaciones y por lo tanto de la identidad personal. De esta
forma, el punto central es que Archer cuando desarrolla el argumento de los comunicativos o
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meta-reflexivos o los autónomos; como tipos de personas por medio de los tipos de
reflexividad, que tienen consecuencias sustantivas sobre los proyectos. Está soslayando,
conflacionando, los asuntos sometidos a la reflexividad agencial importados de las
preocupaciones agenciales con los modos de reflexividad incorporados al tratamiento de esos
asuntos. Dejando de lado, no solo los asuntos, sino también las preocupaciones primordiales,
que son la base de las metas para los proyectos de vida desde la configuración de la identidad
personal.
La relación de un profesional con sus preocupaciones primordiales frente a los asuntos
importados del mundo depende del despliegue de su identidad personal. Por ejemplo, si es
miembro de una organización política, la fase de ego en tanto Nosotros, como parte de una
agencia corporativa es la que se activa. Y la reflexividad comunicativa resulta en una obligación
ya que está condicionado por la organización. Así, para completar su conversación interna,
modifique o no -por medio de la comunicación con otros- sus primeras posiciones respecto a
un asunto, debe realizar la reflexividad comunicativa para actuar en conjunto, como es la
necesidad de una agencia corporativa sobre todo en la política. De hecho, solo podría
transformarla o reproducirla y/o ser morfogenética o morfoestática, respecto a su postura
inicial. Pero, al mismo tiempo, puede tener reflexividad autónoma, como normalmente se da
cuando se trata de su participación como empleado en un trabajo, donde se le ha contratado
para resolver problemas profesionales. Donde su forma Mí, que ha adquirido una importante
cuantía de conocimientos, o el llamado capital cultural, debe diseñar acciones sobre los asuntos
laborales, tanto técnicos como normativos. Así, cuando debe realizar su labor de profesional,
ocupa la reflexividad autónoma, donde despliega su Nosotros como miembro de una
organización, a través de su Mí capacitado en un conocimiento, ya que de eso se trata su
contratación. Aunque si se pusiera a una persona no capacitada en estos asuntos, la reflexividad
autónoma no podría servirle para diseñar las acciones necesarias de este tipo de trabajo. Así,
los asuntos donde debe poner su capacidad cognitiva son puestos por la organización y como
miembro los entiende a través de fase de Nosotros. Y, sin embargo, lo que se espera es que
realice reflexividad autónoma con sus conocimientos, resolviendo dilemas para mejorar el
desempeño de la organización; siendo de hecho que si practica demasiado la reflexividad
comunicativa sobre estos asuntos, su posición se desvaloriza pudiendo ser reemplazado.
Condición que no se daría dentro de la organización política, donde podría ser más valorado,
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por desarrollar la reflexividad comunicativa. Además, debo anotar que, es posible que su forma
Nosotros sienta mayor nivel de compromiso a la organización política que a la organización
económica; ya que en la vida de una persona, la segunda puede variar más que la primera. Y
además, una de estas formas de agrupamiento organizacional es directamente voluntaria,
mientras que la otra es derivada de la situación de complementariedad necesaria, entre el salario
individual y la producción económica.
Esto hace que se realice una conexión entre la fase de identidad personal, los asuntos que
resulten relevantes para ésta y el tipo de reflexividad que se desarrolle, donde el tipo de
reflexividad depende del asunto que es importado por las preocupaciones. De hecho Archer,
cuando cita el argumento de la disminución de la reflexividad comunicativa, tiene relación con
el problema de la descontextualización de los estudiantes con sus hogares o amigos de infancia.
Lo cual es relativamente entendible, ya que la posibilidad de compartan asuntos para generar
reflexividad comunicativa, se basa en el hecho de que puedan ser parte de una misma
colectividad, pero como hay una distancia generacional, de capital cultural, económico y
muchas veces social, esta no puede desarrollarse. Sobre todo en las primeras generaciones de
profesionales, frente a familias no profesionales; ya que hay un proceso de movilidad social que
afecta tarde o temprano a la conjunción de la identidad personal. Ya que ahora pertenecen a
colectividades diferentes. O, cuando trata el problema de la meta-reflexividad, el punto es
cómo los agentes reflexionan sobre sus preocupaciones, respecto al poder estatal y del
mercado. Las cuales pueden ser importados como asuntos desde la preocupación del Mí como
¿Necesito realmente el último modelo del último año de esa marca de automóvil? O desde el
Nosotros, ¿Nuestro país debe comportarse de esa forma tan excluyente frente a los
inmigrantes? La primera pregunta es muy interna, propia de una preocupación que cuestiona
reflexivamente a un asunto personal; la segunda pregunta sigue siendo interna, pero solo se
puede completar afuera de uno, no es un asunto personal sino público o colectivo donde la
persona está involucrada, al menos a nivel de opinión. De hecho, el primer asunto podría
resolverlo hablando con otra persona o conmigo mismo, que podría decir que en verdad no lo
necesito, pudiendo completar la reflexión a partir de una reflexión comunicativa o autónoma y
suspender la acción de comprarlo. Y con la segunda pregunta podría decir autónomamente que
está mal, buscar otros que compartan mi opinión y diseñar alguna acción colectiva. El punto
central de esto, es que estos todos estos elementos, asuntos contextuales y preocupaciones,
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pueden tener asociados distinto tipo de conversaciones internas en distintos momentos.
Dependiendo del tipo de preocupación que marque la identidad personal de un agente, donde
un diálogo interno con contenidos derivados de la identidad personal de las personas hace que
se importen asuntos y se diseñen acciones al respecto, no dependiendo de ninguna forma de
reflexividad.
Pero, lo anterior, no es todo el problema con los modos de reflexividad. Hasta aquí, solo he
discutido el punto de la correlación sustantiva entre modo de reflexividad y proyectos, donde
mostré que hay una diferencia conflacionada en el argumento de Archer, entre modo de
conversación interna y el asunto de conversación interna. Utilizando como ejemplo a la metareflexividad, no como un modo de reflexión, sino como un objeto de esta, donde las
preocupaciones tienen como asunto a las mismas preocupaciones. Desde donde se puede
derivar el hecho, de que los asuntos importados por las preocupaciones resultan lo relevante en
el diseño de proyectos. Sin embargo, esto implica que los otros modos de reflexión que describe
Archer, son todos modos plenamente distintos, como categorías de una forma de variación. Ahora, me
gustaría poner en tensión este punto mismo. Ya que dado el argumento no de modo, sino de
asunto de la meta-reflexividad, se puede pasar a cuestionar a las otras formas de reflexividad.
Los modos de conversación interna no son formas, siendo una tipología que no tiene un
punto de referencia uniforme desde el cual desplegar su variabilidad categorial. El punto crítico
es que en los cuatro tipos que ha construido hay categorías de variabilidad reflexiva que están
interpenetradas. Esto resulta bastante relevante, ya que el punto es que la variabilidad de la
conversación interna, presenta en el modelo de Archer, cuatro variaciones: autónoma,
comunicativa, meta-reflexiva y fracturada. Sin embargo, las dos primeras formas corresponden
a un modo interaccional de la reflexividad, donde lo que se indica es que la conversación
interna sobre diversos asuntos, se completa solo o con otros, implicando que son dos
categorías de una misma posibilidad reflexiva. La segunda forma de reflexividad es la metareflexividad, reflexionar sobre las mismas preocupaciones, la cual puede ser perfectamente
autónoma y comunicativa lo que hace que no se nieguen entre sí. Implicando –negativamenteque hay una reflexividad que no vuelve sobre sus modos de reflexividad sino sobre el mundo
externo. Dando cuenta de que esta reflexividad se distingue del resto por el asunto que trata,
cosa que ya había advertido. Y la cuarta, solo es caracterizada como una reflexión que no
genera un producto práctico o curso de acción a seguir. Y, este bloqueo de conversación
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interna con productos prácticos, puede ser nuevamente interaccionalmente en solitario o
acompañado o sobre sus propios modos de reflexividad o sobre el mundo. El cual se opone a
una reflexividad que sí generaría productos prácticos en tanto acción, como sería una
reflexividad uniforme, sin fracturas.
De esta manera, los cuatro tipos de reflexividad no cumplen con un requisito básico de
distinción entre sí, ya que todas tratan de diversos elementos de variación, por lo que no se
pueden distinguir y oponer. Así, una es un tipo respecto a la interacción, la otra se distingue
respecto al asunto y la última sobre si desarrolla productos prácticos o no. Pudiendo todas
combinarse de forma compleja. De esta forma, no se puede decir que un grupo sea
característicamente más comunicacional que otro, o más meta-reflexivo que otro, ya que no
son categorías de una misma forma de variación. Ya que este argumento, no solo conflaciona
asuntos con forma de conversación interna, sino que no se pueden distinguir entre ellos a
través de categorías que sean plenamente diferentes entre sí. Así, los asuntos como
constricciones o habilitaciones, que son las formas en que las condicionantes situacionales de la
estructura se internalizan en los agentes, cuando se procesan en conjunto o en solitario, se
puede saber si la reflexividad es autónoma o comunicativa, aunque no se sabe mucho sobre su
contenido. En cambio, cuando son jerarquizados, sopesados o puestos en cuestión; como un
proceso deliberativo sobre el asunto y la relación con las preocupaciones, revela si la
reflexividad es meta-reflexiva o mundana. En esta última se acepta la relación entre asunto y
preocupación sin cuestionarse, donde el problema es qué y cómo realizar la acción correcta, no
si es correcta la preocupación frente al asunto; en este punto lo relevante son los asuntos. De la
misma forma, cuando hay un bloqueo para que los diseños de proyectos se lleven a cabo como
productos prácticos, Archer habla de reflexividad fracturada. En esta forma de reflexividad, el
punto está en que el agente no puede desarrollar productos prácticos desde su reflexión,
estando bloqueado. Y esto, no depende de la forma interaccional, ni de la problematización del
asunto, sino de condiciones prácticas del mundo. Lo que hace que no sea una forma de
reflexividad, sino la posibilidad práctica de llevar a cabo el proyecto, lo que es lógicamente
posterior al diseño de un proyecto, no pudiendo ser ni siquiera un modo de reflexividad.
De esta forma, se puede decir que la meta-reflexividad en verdad se opone, no a la autónoma
y tampoco a la comunicativa, sino al asunto de las preocupaciones; ya que tiene por objeto
165
reflexivo a sus propias preocupaciones, la cual obviamente puede ser autónoma o
comunicativa, tal como lo muestran Porpora y Shumar:
Una pregunta más específica es cómo los diferentes estilos reflexivos, considerados hasta el
momento, se relacionan con la meta-reflexividad. Como se recordará, de la sección de
métodos, la meta-reflexividad es medida por la pregunta a las personas, de si reflejaban en
sus emociones lo qué más les importa en la vida. Se les preguntó si ellos participan en esta
reflexión, en primer lugar, en sus mentes y, en segundo lugar, con la familia o amigos. Por
lo tanto, se crearon dos medidas separadas de meta-reflexividad, una que refleja un estilo
autónomo y otra forma comunicativa (Porpora y Shumar 2010:215)
Donde su opuesto, solo puede ser aquello que deja afuera, el mundo. Así, la meta-reflexividad
es el opuesto de una reflexividad mundana, que no se pregunta mayormente por sus
preocupaciones, sino que trata de resolverlas12. Y de la misma forma, la reflexividad fracturada,
solo puede distinguirse de la reflexividad que sí genera productos prácticos como proyectos.
Esto revela al menos tres variables distintas sobre la posible reflexividad: el modo
interaccional, las diferencias en los asuntos y las capacidades prácticas de llevar a cabo el
diseño. Las cuales se cruzan todas, sin mayor relevancia en sí mismas por separado sobre el
diseño del proyecto, conversar más no hace que se tomen decisiones adaptativas, de hecho
podría ser al revés. Estar impedido de actuar los diseños de proyectos, no impide que se
puedan seguir diseñando, autónoma o comunicativamente, teniendo como objeto uno mismo
o el mundo. Esto hace que los modos de reflexividad de Archer, dejen de ser modos de
reflexividad, conllevando que su capacidad explicativa en el enfoque se pierda. Ahora no hay
modos de reflexividad, exceptuando el modo interaccional –solo o con otros-, sino un proceso
de reflexividad entre preocupaciones del agente y asuntos del mundo, el cual puede ser solo o
con otros, sobre diversos asuntos del mundo con diversas capacidades de realización. Los
modos de reflexividad ya no pueden distinguirse entre sí, no pueden tener impronta sobre los
proyectos y no pueden caracterizar a los individuos. El juego mutuo como conversación
Un elemento interesante sobre esta derivada lógica de la meta-reflexividad como reflexividad
mundana, donde se distinguen preocupaciones sobre asuntos de forma radical, yo o el mundo. Es su
similaridad o “aire de familia” con la idea de Bourdieu de “sentir el juego” del sistema de disposiciones
del habitus, el cual tiene una constante e inmediata inclinación al mundo por medio de la doxa del campo
donde el agente de desenvuelve. Un estado contrario en el agente es la idea de ataraxia, como no
inclinación o no interés en el mundo, lo cual nuevamente muestra el “aire de familia” con la idea de
meta-reflexividad.
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interna se encuentra formalizado y con categorías que no son, siquiera, posibles de distinguir
entre sí.
La consecuencia lógica: la necesidad de diferenciar la reflexión de la acción.
Una consecuencia lógica, extremamente relevante, sobre los rechazados modos de reflexividad
de Archer, es su estatus de juego mutuo entre agencia y estructura, de vínculo perdido entre
agencia y estructura. No tengo dudas de que la conversación interna se produce, a pesar de las
críticas que he puesto. Esa relación deviene de la importación de las situaciones del mundo,
como asuntos problemáticos, por parte de las preocupaciones del agente. Las preocupaciones
primordiales entran en relación con el asunto importado desde el mundo estableciendo qué
hacer y cómo hacerlo. Y se ha producido un juego mutuo. Solo que hasta ese momento es
mental, representativo, escondido al interior del individuo. Aún debe entrar en una relación
práctica, de juego mutuo por cierto, con la realidad social, práctica y natural. Lo que hace que
se genere después de la reflexividad un segundo juego mutuo. Curiosamente entre agencia y
mundo. No solo entre agencia y estructura social. Ya que las personas, cuando actúan, cuando
son agentes, están en juego mutuo multidimensional con todos los órdenes del mundo a la vez.
Este proceso de relación no es tratado por Archer en la última parte de su obra, resolviendo el
punto a través de los proyectos y los modos de vida sustentables, donde queda la duda de
cómo juegan ahora con la estructura de forma práctica. Un modo de vida sustentable es
también una relación de juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera, queda solo la
opción de asumir la condición de la diferencia de temporalidad entre agencia y estructura como
fases morfogenéticas; ya que es la forma en que Archer resuelve el problema de la acción de la
agencia frente a la estructura como juego mutuo práctico. Que es lo que he criticado en la
primera parte de este capítulo.
Así, reflexionar y actuar resultan dos momentos distintos de juego mutuo en la teoría de
Archer. Y, sobre todo, son dos tipos distintos de relación de juego mutuo entre agencia y
estructura. Ya que solo se afecta a la estructura cuando se desarrollan los proyectos de forma
práctica. Antes de eso, pueden permanecer como no preocupación o como proyecto no
realizable y, por lo tanto, no se desenvuelven de forma empírica. Por mucho que se piense y
diseñen cursos de acción, la situación estructural y cultural puede impedir que la preocupación
167
se desarrolle en proyecto. Lo que implica que cuando se lanzan los agentes a estos proyectos
con obstáculos, algo ha cambiado dentro de sus preocupaciones primordiales, en su estructura
identitaria. Como cuando se considera una situación estructural, valorándola culturalmente
como injusta, se puede llegar a un proyecto inicial de subversión colectiva. Sin embargo, dadas
las condiciones agenciales, de agencias corporativas asertivas que puedan llevar a cabo alguna
transformación, se puede decidir que lo mejor es un proyecto evasivo individual. Restringiendo
a la fase “Nosotros” de la identidad personal, a organizaciones como la familia o la empresa;
donde las fases de ego como el “Mí” se interrogan con el “Nosotros”, sobre qué hacer, si es
que se puede hacer algo. Así, la condición de actor como un “Nosotros” llega solo a
organizaciones que no tienen capacidades morfogenéticas sistémicas abiertas, como las del
sistema económico. Agregando que el ingreso del agente a la organización, se basa en la
complementariedad necesaria que tienen las empresas con las familias. Cuando se activan las
acciones diseñadas por la reflexividad como proyectos se desarrollan sucesos sociales en el
mundo.
Sin un argumento como este se pierde la relación entre agencia y estructura de forma
práctica, como tipos de cursos de acción frente a un condicionamiento estructural, en tanto
fenómeno sociológico central para el estudio de la morfogénesis estructural, reduciendo el
proceso de acción solo a fases temporales. Quedando la sustantividad de la acción de los
agentes, como proyectos frente a la estructura real, suspendida en las formas de reflexión o en
una temporalización de fases. Siendo que un aspecto muy relevante, en Archer misma, son los
diseños y puesta en práctica de proyectos, ya que de estos dos procesos derivan los variabilidad
de los hechos sociales en las sociedades complejas. Tal como Archer lo muestra en un ejemplo:
...los niños de clase media tienden a tomar como camino principal la universidad, mientras
que la educación extendida de la clase obrera tiende a incluir un precio absoluto más bajo;
ocurre en un ambiente más conocido y cercano, y es más corto y seguro en términos de
retornos vocacionales. (Archer 2009: 281).
Estos caminos como proyectos, son derivados de los procesos reflexivos, pudiendo ser el
asunto de preocupación el mismo -aunque posiblemente no en la misma jerarquía-, pero
generan diferentes cursos de acción dadas las condiciones estructurales y las capacidades
agenciales. Sin embargo, los efectos estructurales solo se realizan cuando se ejercen estos
cursos de acción derivados de la reflexividad. Ya que, por mucho que se propongan: “Los
168
poderes causales de la reflexividad” (Archer 2003:40). Esta solo es causa si se ejecutan en
acciones, porque de esto depende la modificación de las estructuras socioculturales (Archer
2009: 124). Y la crítica realizada en la primera parte de este capítulo muestra que al final no
existe una teoría del juego mutuo práctico, sino un ordenamiento temporal de una secuencia de
prácticas o de flujos de acción en el tiempo. La deliberación interna de las distintas fases de
ego, importa asuntos del mundo, diseña la acción a seguir por parte de los agentes, pero es la
acción de los agentes la que entra en relación con la estructura en un segundo momento.
Como juego mutuo ahora práctico o empírico.
Esto no quiere decir que no se tenga una capacidad de reflexividad como ser humano,
siendo el sello distintivo de nuestra especie. Y que ésta no esté involucrada en el proceso de
diseño de cursos de acción. Sino que la morfogénesis y morfoestasis de la estructura está
engranada o enarbolada en el despliegue de ambos juegos mutuos. La idea de juego mutuo
implica necesariamente un modo de representar el hecho de que ambas entidades no
correlacionan, que varían independientemente formándose entre ellas lo que Archer ha
denominado interfaz (Archer 1997:17). Es en esta interfaz entre los agentes y la estructura,
donde se debe producir “el ámbito de investigaciones intensivas” para el enfoque
morfogenético (Archer 1997:17). Si esto no es así se pierde el problema de las acciones
humanas frente a la estructura. Ya que, aunque reflexionemos largamente sobre un asunto, las
condicionantes estructurales siguen ahí, porque no están en el agente, sino precisamente fuera
de él, generando situaciones que debe resolver. Y en esta resolución es donde se da el juego
mutuo, solo que ahora ya no en el agente sino en el mundo. Es esta actividad práctica otra
forma de interfaz, un vínculo empírico entre agencia y estructura. La reflexividad puede indicar
qué caminos tomar, siempre que se tengan metas que impliquen moverse por esos caminos,
pero los caminos hay que andarlos aún. A ese proceso de desarrollar proyectos enfrentando
situaciones empíricas devenidas de las estructuras, es lo que se puede denominar experiencia en
el mundo, la que resulta de la relación de los proyectos frente a la estructura. Y entonces, los
dos juegos mutuos, práctico y mental, empírico y representacional, no tienen una forma de
distinguirse y complementarse consistentemente en el realismo morfogenético de Archer. Por
vacío teórico en el juego mutuo práctico y por formalismo en el juego mutuo reflexivo.
Conclusiones: proyecciones morfogenéticas para el enfoque morfogenético.
169
El argumento de la primera parte de este capítulo puede resumirse en que la modelación
temporal en tres fases del realismo morfogenético de Archer, para dar cuenta de la relación de
juego mutuo entre actividad agencial y configuración institucional de forma no conflacionaria,
resulta en formas de conflación. Porque no tiene una forma de conceptual de juego mutuo
entre actividad agencial y condicionamiento sistémico, sino que los énfasis teóricos están
ordenados temporalmente, lo cual es una solución analítica a Giddens, no conflacionaria al
final del proceso, pero conflacionaria en cada una de las fases. Ya que no existe un elemento
distinguible como juego mutuo en el proceso, sino solo las fases que resultan del juego mutuo
práctico, el cual resulta ignoto, un misterio sociológico. Las cuales, como mostré, están sin
caracterización interna específica en las fases y como procesos de cambio de fase. Tal como lo
muestra Stephen Bates:
…Archer no puede proporcionar conceptos con los cuales explicar el cambio. Más bien se
limita a describir el cambio al permitir la comparación de diferentes períodos históricos.
Esto tiene la consecuencia de dejar sin efecto la utilidad del enfoque y socava sus críticas a
otros. (Bates 2006:147).
Así, si bien el modelo sirve para representar el proceso general e histórico de morfogénesis
estructural, tanto en la dimensión de la estructura como de la agencia, aún deben ponerse a
jugar mutuamente, respetando la base del hiato ontológico entre sociedad y personas de la
etapa realista de Archer.
En el argumento del segundo apartado debe entenderse que la teoría del juego mutuo, como
forma de conversación interna, presenta el problema de que elude la estructura de
preocupaciones y el proceso de importación de asuntos del mundo, basando el argumento de
diseño de acción solo en la manera o forma en que se desarrolla el pensamiento en el diseño.
Lo que sin duda es un formalismo. No pudiendo derivarse de las formas de reflexividad, de
manera a-sustantiva, algún tipo de proyecto. Donde el ejemplo ejemplar de una forma de
reflexividad que no es una forma, sino un objeto de reflexividad, es la meta-reflexividad. Lo
que implica, que la conversación interna se desarrolla entre las preocupaciones del agente en
diversas formas de ego y los asuntos importados desde el mundo, sin que tenga mayor
relevancia la forma o modo de reflexividad en el diseño de una acción. Seguido de esto,
critiqué a los modos de reflexividad como una tipología que se encuentra interpenetrada,
170
pudiendo distinguirse por su modo social, su asunto y su posibilidad práctica. Donde el modo
es lo comunicacional o autónomo de la conversación interna, el asunto una relación sustantiva
de las preocupaciones con el mundo de la conversación interna y la posibilidad práctica un
momento posterior al diseño de un proyecto. Siento todos elementos distintos presentes en el
proceso reflexivo, sin ser modos de reflexividad per se, ya que se requieren todos entre sí para
diseñar un proyecto. Así, en principio todo parte, por el tipo preocupación de un agente y
asunto de un contexto estructural, generando un proceso reflexivo solo o con otros, para
diseñar un proyecto realizable. No teniendo mayor relevancia de variación en el proyecto, si se
pensó solo o con otros, ya que el problema del agente con el mundo siempre es sustantivo.
Las consecuencias que tienen estos dos argumentos críticos y sus consecuencias son
relevantes para la teoría realista en sociología. Ya que abre la puerta a un nuevo desempaque,
de teorización social y realista, distinta a la que Archer elabora. Una primera consecuencia es
que el modelo de las tres fases metodológicas del enfoque morfogenético, y su objetivo de no
conflacionar agente y estructura a través del tiempo devela un plano de sociología general
realista de forma negativa. En aquello que deja fuera de su método temporal, pero que una
teoría realista en sociología no capturada por la temporalidad podría sostener. Esto se debe
entender desprendido de la idea de que el “enfoque morfogenético” trata específicamente el
cómo ha llegado a ser esto que es ahora. O dar cuenta del presente desde el pasado. Donde he
mostrado que le propone pasos metodológicos al contingentismo de Giddens, sin alejarse en
demasía de la teoría de la estructuración, ya que la no conflación se produce en el ciclo
completo y no al interior de los ciclos. Esto al menos hasta que hace el compromiso con el
realismo crítico. De esta forma, ante la pregunta de cuáles son las condiciones del cambio
social, que es la intención de las distinciones analíticas de Lockwood y su crítica a las formas
sociológicas unidimensionales, o conflacionistas en la idea de Archer desde 1982 hasta 2012, el
enfoque morfogenético da una serie de respuestas que al ser criticadas por medio de sus
mismos argumentos puede tomar otros ribetes y rumbos. Comenzando, teóricamente, desde la
crítica a la conflación en el juego mutuo práctico entre agencia y estructura del enfoque
morfogenético.
Así, el argumento que se juega aquí, es que el hecho de que la estructura tenga mayor
duración que los agentes, al punto de poder transcenderlos temporalmente, condicionándolos
en situaciones no buscadas, en las cuales deben dedicar esfuerzo a la modificación estructural
171
involucrando tiempo en el proceso, más que de tiempo muestra condiciones de entidades
diferenciadas y con propiedades emergentes. Donde la diversidad de tiempo con los agentes,
que es uno de los elementos que Archer detecta y trabaja, es una de las propiedades emergentes
de las estructuras institucionales, ya que éstas duran más que los agentes que las crearon,
reprodujeron y modificaron. Así, una cosa resultan ser las estructuras sociales y otra cosa los
agentes. El tiempo no permite diferenciarlos en sí mismos, ya que solo es una de sus
propiedades diferenciales. De esta forma, se debe entender que Archer trabajó sobre una de las
propiedades de diferenciación entre agencia y estructura. Por lo que se puede sostener un juego
mutuo entre ambos, que se da en el tiempo y en el espacio, pero que no depende del tiempo. Y
esto es irremediable, ya que las acciones humanas suceden en el mundo. Y el juego mutuo a
través del tiempo deben ser aún desenmarañado como forma de juego mutuo, ya que cada fase
debe tener una forma característica de este juego mutuo. El cual ya no depende del tiempo,
sino que se sitúa en un corte transversal. Y en este caso no basta con saber cómo ha llegado a
ser este presente, sino como es hoy. Y, si se me permite, cómo será mañana, sino las políticas
públicas o los proyectos de vida no tendrían sentido. Este cómo es implica los
condicionamientos materiales e ideales; los aspectos de la vida social que son objeto de
preocupación; su importancia en las preocupaciones primordiales individuales; los asuntos que
resultan relevantes y jerarquizados en esas preocupaciones por grupo; los cursos de acción
visualizados para responder a los condicionamientos; las elecciones que se toman y que se
siguen como cursos de acción; la caracterización de esos cursos de acción; y el despliegue de
esas acciones de forma continua como proyectos de vida. Y por lo tanto, el juego mutuo
activo, que van desarrollando los agentes frente a la estructura.
Así mismo, si los condicionamientos sociales son condicionamientos materiales y los
culturales ideales, y las personas reflexionan sobre estas condiciones para ejercer acciones
como proyectos, el juego mutuo para la modificación estructural está con precisión entre la
actividad agencial y la situación condicionante externa, humana o natural, que la actividad
modifica o reproduce. Lo que no implica que no sean reflexivas, ya que son diseñados por los
agentes, sino que se siguen cursos de acción prácticos porque la agencia comprende, bien o
mal, las condiciones del mundo que la rodea.
172
Capítulo IV
173
El doble juego mutuo entre agencia y estructura: conversación interna,
proyecto y fricción.
La vida siempre es un predicamento y nunca un espectáculo, porque no podemos ceder
nuestra condición de participantes.
Margaret Archer. Being Human: The problem of Agency. 2000.
Es mi creencia que en las ciencias sociales, como en la vida cotidiana, podemos entender
mejor a las personas, si tomamos en cuenta seriamente sus disposiciones morales,
preocupaciones y racionalidades.
Andrew Sayer. The moral significance of class. 2010.
Introducción:
El juego mutuo entre agencia y estructura, que Archer ha teorizado en el enfoque
morfogenético, presenta dos procesos distintos de relación como reflexividad y acción. El
juego mutuo entre agencia y estructura como acción, trabaja sobre flujos de actividad en una
secuencia de morfogénesis estructural separada en tres fases temporales, donde se relacionan
las agencias corporativas frente a las estructuras institucionales. Este argumento temporal
comienza a construirse en 1979 y llega a su forma final en 1995. Este juego mutuo es de tipo
práctico, de nivel macro y se secuencializa en tres fases. Un segundo tipo de juego mutuo
comienza a ser teorizado desde el año 2000, donde se desarrolla por primera vez el argumento
de reflexividad como modo de juego mutuo a través de las formas de “conversación interna”
de las personas, desde cuyo procedimiento los agentes diseñan los cursos de acción. Este juego
mutuo es de la conciencia, de nivel micro y tiene distintas modalidades. Esto implica que en
todo proceso de transformación histórica de las estructuras institucionales, se desarrollaron
cursos de acción por parte de los agentes, los cuales son fruto de los modos de reflexividad de
las personas. Ambas formas de juego mutuo están presentes en toda fase del ciclo
morfogenético. Así, la transversalidad temporal de ambos juegos mutuos, diseñando proyectos
por medio de la reflexividad y poniéndolos en práctica por medio de la acción, se devela como
174
un momento de la longitudinalidad de las fases. O, de otra forma, la horizontalidad teórica
diacrónica del enfoque, como fases de un ciclo morfogenético, contiene una verticalidad
sincrónica de juegos mutuos entre agencia y estructura, tanto de la conciencia del individuo
como práctico. Teniendo ambos modos de juego mutuo, el proceso de diseño de un proyecto
y la puesta en práctica de los proyectos, un rol distinto en los procesos de transformación o
reproducción estructural.
Dar cuenta de la relación entre agencia y estructura en este sentido, es distinguir entre dos
tipos distintos de procesos de la agencia frente a la estructura. Ya que tomar en cuenta el
mundo en la conversación interna de los agentes no resuelve el condicionamiento del mundo,
porque este sigue ahí y presenta obstáculos reales. De esta manera, dos juegos mutuos se
deben realizar antes de la transformación o reproducción de una estructura. Un juego mutuo
interno propio de la conversación interna que relaciona al mundo con la conciencia del agente.
Y un juego mutuo práctico que relaciona la actividad del agente con el mundo. Si se cancela
cualquiera de las dos formas de juego mutuo, o se cancela su relación, se está disolviendo
alguna de las relaciones entre agencia y estructura; dejando el hiato ontológico de la agencia
con la estructura sin poder desplegarse.
Las soluciones que ha presentado Archer en sus teorías del juego mutuo han resultado
problemáticas, ya que la “conversación interna” ha sido conceptualizada en base a un
argumento formalista. Donde los cursos de acción que siguen los agentes frente a la estructura
dependen de los “modos” de reflexividad, des-sustancializando la relación entre
preocupaciones de los agentes y asuntos importados del mundo. Así, por ejemplo, las formas
comunicativas resultan estabilizadoras de las estructuras institucionales, impidiendo los rizos
morfogenéticos en el tiempo. Y la secuencia de morfogénesis estructural se ha quedado sin
conceptos operadores internos, haciendo que el proceso de morfogénesis estructural dependa
del transcurrir del tiempo. No teniendo una teoría del juego mutuo entre actividades agenciales
y condicionamientos estructurales que no sea la secuencia temporal. Siendo este punto un
problema de tipo práctico, que no puede depender del tiempo en sí mismo, aunque se gaste
tiempo como toda actividad humana.
Para poder salir de estos dos problemas, se debe presentar un argumento que permita
complementar estas dos teorías del juego mutuo de manera sistemática, sin arrastrar los
problemas internos a las formas de juego mutuo. Lo que no implica, o más bien implica, no
175
conflacionarlos. Desplegar estas formas de juego mutuo de forma compatible, acarrea la
necesidad de distinguir al interior de la relación entre agencia y estructura en un nuevo
desempaque. Los individuos y sus formas de ego son los que reflexionan al representarse –en
la conciencia- las posibilidades de acción en las situaciones estructurales, sobre las cuales
desarrollan posteriormente cursos de acción enfrentando a la estructura como agentes. De esta
manera, se debe distinguir entre el proceso de importación de asuntos por parte de los
individuos, el proceso de acción de los individuos en las situaciones estructurales y los
resultados estructurales derivados de la acción. Siendo tres elementos posibles de distinguir en
la doble relación de juego mutuo, aunque perfectamente dentro de una misma fase
morfogenética. De hecho, dentro de cualquier tipo de unidad de tiempo de la actividad
humana. Así, la conversación interna no completa el juego mutuo entre agencia y estructura,
sino que solo lo inicia, quedando aún los resultados prácticos de los cursos de acción de los
agentes frente a la estructura. Esto últimos pueden ser adecuados al diseño inicial, o pueden
tener efectos no deseados en el diseño, pero por sobre todas sus posibilidades, su consecuencia
es reproducir o transformar la estructura en cada fase.
En este capítulo mostraré, cómo es posible, partiendo desde la teorización de Archer y
manteniendo sus objetivos teóricos, que el doble juego mutuo puede ser tratado con los
mismos conceptos que Archer ha ido poniendo en el desempaque del enfoque morfogenético.
Donde realizaré unas intervenciones conceptuales que permiten desplegar una posición no
temporal del juego mutuo práctico y no formalizada del juego mutuo de la conciencia,
pudiendo compatibilizar ambas formas. Para esto, tomaré –libremente- los conceptos y
distinciones de Archer, para llevarlos a un plano donde en cada fase morfogenética sea posible
distinguir dos tipos distintos de juego mutuo entre tres entidades diferentes. Pudiendo con
esto, trabajar distintamente las relaciones de los individuos con las formas de agencia y de las
relaciones de la agencia con la estructura en dos juegos mutuos, tanto en la conciencia como en
la práctica, en diversos niveles de emergencia. Por lo tanto, este capítulo reconstruirá los dos
juegos mutuos presentes en Archer, bajo los conceptos de Archer, pero en una secuencia
argumental distinta, enfatizando en los dos tipos de juego mutuo.
El primer tipo de juego mutuo involucra la relación entre el individuo con sus
preocupaciones primordiales frente a los asuntos del mundo, proceso por medio del cual
diseñará proyectos para intervenir en la realidad empírica. Esta conversación interna, que ya
176
no cuenta con el dispositivo formal de la tipología de los modos de reflexividad, generará un
producto que se puede denominar proyecto. El cual variaría y puede ser caracterizado,
conceptualmente hablando, no apostando al modo de reflexividad sino a las condiciones del
individuo frente a la estructura. De esta manera, mostraré como la condición sustantiva de las
preocupaciones primordiales, permite explicar tanto la identidad de los individuos como los
resultados de variación de los proyectos. Donde las formas de ego y sus contenidos, que como
mínimo, son conocimientos y disposiciones morales, pueden dar cuenta de los proyectos de las
personas a través de una conversación interna sustantiva.
Los proyectos cuando se ponen en práctica, como actividad con sentido de los individuos
en alguna forma de agencia, entran en contacto con la estructura, afectando sus posibilidades
por medio del condicionamiento de las lógicas situacionales de la estructura institucional. Este
contacto, que es un juego mutuo empírico entre la actividad agencial y condicionamiento
estructural, puede ser representado por medio de la noción de fricción. Ya que este concepto
denota el juego de dos entidades reales, la estructura como una entidad con propiedades
emergentes y los agentes que entran en relación a través de ella. Así, es posible establecer que
el juego mutuo empírico es una relación de fricción entre proyecto y condicionamiento. Donde
las posibilidades morfogenéticas dependerán de las capacidades de fricción sobre la estructura
que pueda poseer una agencia. De otra forma, habrá reproducción de los sistemas
institucionales, volviéndose su configuración muy estable, a pesar de poder presentar
incompatibilidades internas.
La sociedad no solo genera el imperativo de la reflexividad para el diseño de proyectos, sino
que obstaculiza empíricamente el desarrollo de estos, imponiendo rutas a las acciones de la
agencia en tanto relaciones sociales. Los proyectos de la agencia recorren estos caminos
estructurales. Son estos proyectos la forma histórica de la agencia como seres humanos puestos
en acción. De sus formas y de sus capacidades de fricción, es que se derivarán las posibilidades
de transformación estructural. Donde los proyectos son el resultado de la relación de juego
mutuo de la conversación interna, entre las preocupaciones de los agentes y los asuntos
importados desde el contexto estructural. Y es desde este proceso que emergen unas metas,
que cuando logran estabilizarse y tener continuidad, pueden desarrollarse como un proyecto de
vida para los individuos, dando continuidad a la parcialidad de las acciones en el tiempo.
Involucrando a distintos tipos de proyectos derivados desde las preocupaciones primordiales
177
de los individuos, dotando de sentido a las personas, tanto en su actuar cotidiano o nocotidiano; privado o público. Así, las posibilidades de transformación estructural, dependerán
del enlace entre los proyectos de vida de las personas y de los proyectos colectivos de las
agencias corporativas históricas, los cuales serán evaluados y balanceados por las personas. Sin
esta deliberación por parte de las personas y su posterior despliegue en proyectos, las
relaciones sociales sistémicas no pueden ni reproducirse ni ser modificadas.
Estas dos formas de juego mutuo se secuencian temporal y lógicamente. Primero, los
agentes tienen unas preocupaciones primordiales resultado de los aprendizajes en una posición
específica de la estructura social. Esto implicará un proceso de reflexión frente a los asuntos
del mundo, en especial con las lógicas situacionales estructurales. Desde el cual se desarrollará
el diseño de un proyecto, los cuales se friccionarán con la estructura social en el proceso de
acción, completando el proceso de doble juego mutuo. Dependiendo del tipo de agencia es
que las fricciones pueden tener resultados morfogenéticos en la estructura, o solo para la
agencia, pero ninguna de las dos entidades quedará igual en el proceso de vinculación con la
estructura, aunque solo pueden ser cambios de carácter cuantitativo. Se ganan o se pierden
recursos; se reafirman proyectos o se pueden ir carcomiendo; las preocupaciones primordiales
pueden cambiar o mantenerse; las estructuras se vuelven más complejas desarrollando nuevos
niveles de emergencia perdiendo complementariedad interna y entre niveles. Necesitando de
nuevos conocimientos para su comprensión y análisis. Agregando, además, que los procesos de
transformación estructural requieren de agencias del mismo nivel, si el nivel de la estructura
que se quiere transformar es mundial, los agentes que intenten modificarla han de serlo
también. Cualquier otra forma, es una falacia ecológica, tanto analítica como práctica.
Los grados de integración sistémica y los grados de integración social, seguirán siendo uno
de los principales problemas de la sociología. La vinculación real de la agencia con la
estructura, no es un juego simple suma cero, sino que está llena de gradaciones y formas
paradojales. Una tensión propia de una Antígona reactualizada, que debe revisar sus
preocupaciones primordiales en diferentes momentos de su vida, constatando -muchas veces
de manera dolorosa- que estas han cambiado. O que, incluso, se tenía la meta de que
cambiaran. Ninguna estructura, ninguna agencia y ningún individuo son lo mismo después de
los procesos de juego mutuo. Ya que la vida social, como bien dice Archer, es siempre un
predicamento y nunca un espectáculo.
178
Los elementos en juego: identidad personal, formas de agencia y formas estructurales.
Dos juegos mutuos requieren de una distinción en sentido fuerte de los elementos
involucrados, ya que de otra forma, no se puede tratar a los dos juegos mutuos. Así, el punto
central en este apartado es poder distinguir entre los elementos involucrados en los juegos
mutuos. Esto implicará dar cuenta de las formas de identidad personal, de las formas de
agencia y las formas estructurales. Sin tocar aún las formas mismas de juego mutuo. De esta
manera, colocaré los elementos que juegan entre sí, donde los individuos importan asuntos del
mundo por medio de sus preocupaciones y diseñan proyectos para resolverlas. Los cuales
como agencia desarrollan en la práctica, que al realizarse tienen diferentes resultados para la
estructura. Para Archer, el comienzo siempre es el condicionamiento estructural, por lo tanto
se da por descontado el proceso morfogenético de las personas de manera filogenética. Incluso
si están en formación, ya que es necesario para poder desarrollar el primer elemento que
entrará en juego mutuo: la configuración de preocupaciones como forma de identidad
personal.
Se nace en el mundo y en el mundo está la sociedad13. De hecho, se nace en una forma
histórica de sociedad y en un plano de ella, no en su dimensión abierta, sino dentro de
organizaciones de esfera privada que tienen una disponibilidad de recursos materiales e ideales,
que les da una posición en la estructura general. Es en estas organizaciones sociales, como la
familia y la escuela, donde comienzan los procesos de aprendizaje de las personas. Desde las
cuales desarrollarán sus formas de identidad personal hasta convertirse en agentes adultos e
independientes, pudiendo replicar estas organizaciones sociales como el caso de las familias.
Archer ha planteado que las identidades de las personas, en su configuración morfogenética en
el tiempo, de niños a adultos, son fases de ego. Donde existen diferentes formas de ego que se
configuran en el tiempo, como categorías con contenidos mediante las cuales las personas se
Este arranque argumentativo no es baladí, bajo las condiciones teóricas del realismo crítico, la
sociedad es parte del mundo, uno de sus órdenes o dimensiones. Esto hace que sociedad y mundo no
coincidan, no pudiendo conflacionarse. Esto tiene repercusiones para la disciplina que estudia la
sociedad, la cual debe mantener una relación con las disciplinas específicas que trabajan sobre las otras
dimensiones del mundo. E incluso con las disciplinas totales. Donde se debe destacar el principio de que
mantener una relación implica tener una distinción.
13
179
refieren a sí mismas. Todas estas formas son derivadas de la experiencia de los individuos en el
mundo y en el tiempo. Y en conjunto, de forma emergente, generan la identidad personal de
un individuo.
La primera de las formas de identidad es el Yo. Esta fase de ego está asociada a un plano de
experiencia subjetiva en una relación directa con el mundo. El Yo siente de manera
espontánea, sin someterse a las reglas de espacio y de tiempo. El Yo es la relación de la
identidad personal con la individualidad corporal. Con el proceso morfogenético de todo
individuo, el Yo genera diferenciaciones por medio de la socialización, adquiriendo -vía
aprendizaje asistido o no asistido- nuevos contenidos, desarrollando un Mí. El Mí es la fase de
ego de la identidad personal, que contiene atributos compartidos con unas personas y
diferenciados con otras. Con estos elementos del Yo y del Mí, pasa a una dimensión colectiva
de la identidad personal como un Nosotros. El Nosotros es la forma de ego que se pone en
relación con las agencias corporativas. Personificando su forma de actor social, lo cual lo lleva
a tomar compromisos que repercuten en su Yo, generando una identidad personal con una
configuración propia. Esta es la forma morfogenética –en el tiempo- de la formación de las
identidades personales. Este proceso morfogenético que termina en una identidad personal y
que podría cambiar varias veces en la vida, no de modo no traumático, según lo testimonia y
advierte Richard Sennett, en su ya clásico “Corrosión del Carácter” (Sennett 2006). Trae
aparejado distintas formas de identidad, no solo como “fases de ego” estructuradas
morfogenéticamente en el tiempo, sino como estables y contemporáneas “formas de ego”14, lo
que implica que la identidad personal ahora es una configuración emergente de esas distintas
formas de ego.
El proceso de diferenciación, basado en la socialización, es lo que Archer denomina Mí,
implicando los elementos de conformación identitaria derivada de las posiciones estructurales,
con los contenidos asociados a esta condición. El Mí trae aparejado ser parte de colectividades,
marcando al Yo con contenidos derivados de las relaciones de género, posición social, etnia,
oficio y otras. Desde esta forma de identidad es que se lograrán trazar las otras fases de ego, sin
14 Al establecer la idea de “formas de ego” distinto de “fases de ego”, se hace hincapié en la formula
sincrónica de la identidad personal. Las formas se generan desde las fases lo que hace que se mantengan
en la identidad personal lograda en el tiempo, ciertas formas de ego que resultan estables y configuran la
identidad personal de un individuo. Sin embargo, no todos pasan por las mismas fases y de similar
manera, lo que hace que las formas varíen entre sí.
180
embargo mantendrá su condición de diferenciación identitaria en los espacios estructurales,
donde esas formas de colectividad social sean relevantes. Pudiendo, por supuesto, cambiar en
procesos morfogenéticos, como la movilidad social, adquiriendo nuevos contenidos.
Transformando la configuración de las formas del Mí. Y por lo tanto, en algún momento, su
identidad personal.
Para que los procesos de movilidad social se produzcan las personas deben desarrollar una
forma identitaria que se relacione con la sociedad de forma organizada y pública, o ser
arrastrados por relaciones con otras personas que realicen esta forma de relacionamiento. En
este espacio de exposición se despliega la forma colectiva de la identidad personal, como es el
Nosotros. Esta forma identitaria implica compromisos identitarios con proyectos no derivados
de sí mismos15, pero que requieren el despliegue de sus capacidades contenidas en alguna
forma de “Mí” movilizando al Yo individual. La forma Nosotros, se configura a partir de los
roles públicos efectivos que desarrollan las personas en la vida social. El Nosotros importa los
asuntos de las agencias corporativas y las configuraciones institucionales. Este Nosotros como
forma de la identidad personal, de realización colectiva pública, puede darse en los más
diversas dimensiones de la vida social, desde las religiosas hasta las económicas. Pudiendo
participar, como realmente es posible, en varias agencias corporativas a la vez, implicando un
Nosotros ya de por sí complejo. Este Nosotros, por supuesto, está marcado por la
personificación identitaria en tanto miembro de una agencia corporativa, donde el Mí y el Yo
se incorporan bajo el Nosotros en la acción, suspendiendo o al menos dejando al interior de la
persona las preocupaciones propias de esas formas de ego. Así, el Nosotros importa los
asuntos del proyecto de la agencia corporativa y las formas institucionales donde esta actúa. Y
en base a esta forma de ego es que se desarrollan: “…los obvios cursos de acción que ellos
pueden tomar al promover sus agrupaciones –desde unirse a la asociación o sindicato
profesional, involucrándose en cabildeo político, o manifestaciones o acción directa” (Archer
2000:302).
15 Esta no derivación desde las personas del proyecto de la agencia corporativa, es restringida y tiene su
condición de ejemplo ejemplar en el caso de los asalariados. Los empresarios pueden tener una relación
distinta respecto a sus empresas, ya que son producto directo de su proceso reflexivo, sobre todo en las
primeras generaciones de empresarios, posteriormente puede aplicarse la idea anterior.
181
Estas formas de ego variarán dependiendo de las condiciones de pertenencia a
organizaciones: vecino/ feligrés/ padre. No obstante los contenidos de la forma Mí, se verán
involucrados en la manera de pertenencia a estas organizaciones. Esto, en primer lugar, porque
la calificación para un puesto de trabajo requiere de esos contenidos como la relación del Mí
profesional con su condición de Nosotros como trabajador en una organización, que requiere
de los contenidos de esa forma. Donde pondrá su condición de actor en base a los asuntos que
importe de la organización, poniendo en juego sus capacidades laborales derivadas de sus
formas de Mí. En segundo lugar, porque resulta imposible que las personas desarrollen sus
actividades abjurando completamente de los contenidos aprendidos, aunque para desarrollar
acción y reflexión acertada o correcta, se necesita distinguir fuertemente las formas de
identidad. Y en tercer lugar, porque se puede ser católico/no feligrés o profesional/cesante,
donde la forma Mí tiene una retracción respecto al Nosotros, porque no hay ningún asunto
práctico a importar para desplegar la identidad personal en su forma colectiva.
Todas estas formas se configuran y están contenidas en la identidad personal de un
individuo, generando unas preocupaciones que enfrentan al mundo: “Estas preocupaciones
que no son medios a nada más allá de ellos, constituyen quiénes somos y expresan nuestra
identidad. Quiénes somos es un asunto de qué es lo que más nos importa” (Archer 2003:18).
En la identidad personal, que es un resultado morfogenético, hay unos compromisos
primordiales, derivados de la relación compleja entre: la forma individual del Yo; la
diferenciación desarrollada por los contenidos sociales del Mí y las identidades colectivas del
Nosotros. Generando compromisos y personificaciones por parte de las personas. Por
supuesto, esta primera distinción solo es formal, no tiene elementos sustantivos aún, pero trae
aparejadas diversas formas de ego, con contenidos cognitivos y morales; donde se puede
apreciar las complejidades de las formas modernas de vida, en las cuales algunos de estos
elementos resultan más importantes que otros. Ya que esto implica contacto con el mundo y
diferentes valorizaciones de las formas de ego. Como la defensa filosófica de la vida corriente
como fuente ética del Yo, en la terminología de Archer de la importancia del Yo en la
identidad personal moderna, que ha hecho Charles Taylor (Taylor 2006:47). Sin embargo, por
ahora, solo se trata de las posibles formas en que la identidad personal de un individuo puede
tomar. O, de otra forma, el individualismo como contenido cultural apuntala en la
182
configuración de la identidad personal moderna, una preeminencia de las preocupaciones de la
forma Yo.
Las personas tienen una identidad personal. Tienen propósitos internos estables o no
jerarquizados que los movilizan en la vida social: “Si las personas proveen el potencial de
actividad para los actores, entonces la agencia es un mediador necesario entre ellas para darle
un propósito a la actividad” (Archer 2009:342). Tener identidad personal, es tener una
configuración de preocupaciones construida en la experiencia social y los procesos reflexivos
sobre esta, donde quedaron rastros valóricos y cognitivos de los roles realizados. Esto trae
aparejado entrar en relación con el mundo, ya que los propósitos se desarrollan en acción. Y
cuando esta no se lleva a cabo, implica que están en orden jerárquico menor o que las barreras
de realización imponen altos costos para esos cursos de acción. En cualquier caso, se requiere
diseño de acción para desarrollar los propósitos en relación con el mundo.
Entre las preocupaciones de los agentes y los asuntos que importan del mundo, se desarrolla
la conversación interna, para posteriormente diseñar un curso de acción. La acción implica la
generación de un suceso en el mundo, la cual tiene un propósito, una razón para la persona.
Estos propósitos de las personas no pueden ser llevados por cualquier forma de agencia, ya
que propósitos muy claros no implica capacidad de llevarlos a cabo. Esta capacidad de
consumar los propósitos de las personas implica dar cuenta de la formas de agencia, ya que
muchos de estos propósitos llevan a aparejados formas de acción general que no están al nivel
del individuo aislado. De esta forma, Archer ha establecido distintas formas de agencia, que no
solo es el nivel estratificado de personas (persona humana-agencia-actor) que es el proceso
filogenético de toda persona, de morfogénesis de la identidad personal como forma de
configuración identitaria estable. Sino que es desarrollado como formas distintas de agencia,
como forma ontogenética de acción (agencia primaria- actores individuales- agencia
corporativa y poblaciones). La distinción central de las formas de agencia, son las diferentes
formas de acción, en la cual cada estrato responde a una forma estructural donde está
incrustada su actividad. De esta forma, se distingue las formas de identidad personal de las
formas de agencia, sino también las formas de agencia de los escenarios de despliegue en la
estructura.
Así, cada nivel tiene propiedades emergentes sobre el otro, haciendo que las formas de
acción deban variar, so pena de caer en falacias ecológicas. La agencia es más que una
183
identidad personal que es un plano identitario, la agencia es un plano de acción o práctica. Los
agentes son realizadores bajo cualquier teoría sociológica que tenga un concepto de agencia, el
punto distintivo con las formas de conflacionismo es si tienen propiedades internas o
autonomía ontológica, no si son realizaciones. Ser agencia entonces es un hacer, un realizar
acciones. Y desde el realismo de Archer implica realizar los cursos de acción o proyectos que
se han diseñado. En el nivel inferior del estrato de la agencia en Archer está la “agencia
primaria” o colectividades, un hacer que es el agregado emergente de los proyectos similares de
los individuos, para posteriormente, en el tiempo, lograr ser un actor individual, ya que la
relación entre colectividad y posiciones da cuenta de las posibilidades de desempeñar roles. Sin
embargo, como en este argumento el final es el comienzo, las formas de agencia ya no comienzan
en la agencia primaria, sino en la condición de un actor individual. De esta manera, el punto
donde comienza las formas de agencia debe ser en el aspecto micro de los “actores
individuales”.
Los actores individuales se despliegan desde los propósitos de la identidad personal, la cual
ya tiene unas preocupaciones primordiales frente a los condicionamientos de las estructuras.
Estas preocupaciones son perseguidas con las capacidades que ha recogido en su proceso
morfogenético identitario y con las condiciones estructurales adjuntas. Su relación con la
estructura de forma constante es la realización de roles. Estas acciones puede ir de las formas
abiertas, episódicas y de prescripción laxa como las que se realizan siendo cliente o turista;
hasta las selectivas, continuas y altamente prescritas como las acciones profesionales o
políticas. De esta forma, la identidad personal del individuo desarrolla sus proyectos por medio
de los roles estructurales. Desplegando relaciones de juego mutuo de la identidad personal con
los proyectos de vida y los proyectos de vida con los roles. Hay que destacar que estos
proyectos están en el plano directo de los individuos, con todas las formas de identidad que
tienen, generando las formas de individualidad máxima diferenciación y particularidad. Los
proyectos de vida son propios de los individuos, con una identidad personal formada o en
formación, estando en el plano mínimo aditivo de relación con la estructura. Son los
individuos como actores quienes realizan los roles directamente, no hay ninguna forma de
reemplazo posible, aún. Las personas como actores individuales, desarrollan proyectos
individuales, que resultan ser proyectos de vida personales. Como lo hacen por medio de
características compartidas con otros como colectividades similares, engranados con otras
184
personas con otras características al interior de una o varias organizaciones, generan procesos
de diferenciación y similaridad de esos proyectos de vida. Pero siguen siendo proyectos
propios de los actores individuales, los cuales activan las diversas formas de identidad en
determinados momentos y espacios donde se ven involucrados.
Una forma emergente de los actores individuales son las acciones de colectividad social, que
Archer llama agencia primaria. La agencia primaria es una forma emergente de los actores
individuales, ya que implica los atributos sociales compartidos y diferenciados de los
individuos, como características de acción que pueden activar. Donde los contenidos de las
formas de Mí son las relevantes, sobre las cuales hay expectativas propias y de otros. Por
decirlo así, puede haber muchos individuos en una determinada zona, pero pocos médicos,
generando baja capacidad de atención a los enfermos. Para atraerlos hay que generar
condiciones para que las acciones características de esa colectividad, que inevitablemente son
un grupo de actores individuales, se desarrollen. Así, son los contenidos de los individuos los
que resultan relevantes para desarrollar proyectos específicos, derivados de esas capacidades
específicas. En el despliegue de acción de las colectividades, que inevitablemente es un
momento espacial y temporal específico de los actores individuales, son relevantes las
capacidades de esas formas de agencia. Las formas de agencia primaria entran en juego mutuo
con las posiciones, no con los roles. Ya que es el actor individual quien realiza los roles, pero el
atributo relevante para desarrollar roles es su característica como colectividad, no su condición
de actor individual, porque debe realizar los proyectos prescritos por los roles. Donde las
propiedades como número, habilidades, eficiencia y certificación como colectividad; marcan su
relación con la estructura. Los contenidos del Mí de la identidad personal de los individuos
pueden desplegarse, pero de las condiciones generales de colectividad, como posibilidades de
despliegue de proyectos específicos, es que se generarán relaciones con las posiciones. Esto
hace que como atributo social de los individuos, los proyectos de vida varíen entre ellos, ya que
las características de colectividad tienen atributos no posibles de poseer y desarrollar por todos
los individuos. En el ejemplo de los médicos, se trata de la capacidad de desplegar proyectos
como prestaciones de salud a los enfermos, que son una parte de los proyectos de vida que le
son propios y característicos a esa colectividad, ya que tienen una relación específica con la
estructura como acceso a recursos por medio del ejercicio de roles.
185
La tercera forma de agencia es un estrato superior de formas de acción, donde los individuos
con sus características de atributos sociales o sus capacidades de acción como colectividad, se
manifiestan en un Nosotros, desplegando acciones en una agencia corporativa. Ahora se trata
de que habiendo muchos individuos, pero menos personas con la categoría específica de
médicos, hay aún menos hospitales o clínicas para ser médico y realizar prestaciones de salud.
Por lo tanto, la capacidad organizada de dar prestaciones de salud en una determinada zona,
puede tener los individuos-médicos, pero no el conjunto organizado de acciones coordinadas
con recursos materiales que permita desarrollar las prestaciones de salud. Si los médicos deben
hacer todas prestaciones de un hospital, entonces no pueden ser médicos, ya que deben ser
médicos, camilleros, enfermeros, recepcionistas etc. De esta forma, la agencia corporativa es
una organización que tiene un proyecto en la cual las acciones propias de unas colectividades
se coordinan con las acciones de otras con otros atributos, en pro de un objetivo trascendente
a ambas. El cual está definido como proyecto en un nivel de emergencia de distinto del Yo y
del Mí, del proyecto de vida individual y del proyecto propio de las colectividades. Para esto,
algunos elementos de su condición de colectividad, como capacidades-habilidadesconocimientos, incrustados en la identidad personal, son necesarios para desarrollar esta forma
organizada de acción. De esta manera, la agencia corporativa implica una forma de
organización donde los actores individuales desarrollan actividades coordinadas en base a sus
condiciones de colectividad, las cuales se orientan en un proyecto colectivo que no es propio.
Si una organización requiere un profesional para hacer un trabajo específico, son estos
atributos portados por la persona, los que se exigen y engranan con otros atributos de otras
personas, para desarrollar los objetivos de la organización. Estas agencias corporativas -como
organización- tienen como guía de acción los proyectos colectivos. Las agencias corporativas
tienen una relación de juego mutuo con la forma de ego Nosotros y con el ambiente de la
estructura institucional. Las agencias corporativas como proyectos colectivos, pueden estar
presentes en los distintos sectores de la estructura institucional. Por supuesto, las agencias
corporativas tienen consecuencias sobre los proyectos de agencia primaria y sobre los
proyectos de vida de los individuos.
La cuarta forma de agencia que Archer describe son las poblaciones. Las poblaciones cuando
se entienden como agencia, traen implicadas a todas las demás formas de acción, todos los
actores individuales, todas las formas de colectividades y todas las formas de organización que
186
desarrollan proyectos. Como agencia es el conjunto de los distintos tipos de proyectos que se
realizan en una determinada sociedad. Desde las acciones que se realizan de manera cotidiana
hasta las no cotidianas; sociológicamente las poblaciones tienen plus más allá de su demografía,
entendiendo esta como el conjunto múltiple y con propiedades emergentes de los proyectos de
las personas. Las poblaciones como agencia son las que provocan las rupturas institucionales,
desarrollan las condiciones de escasez de algunos recursos, legitiman algunos liderazgos e
instituciones. Además, son las que evidencian las formas de desigualdad. Las poblaciones
tienen una relación de juego mutuo con los rasgos emergentes de las identidades personales y
con las formas emergentes de la estructura social.
En el caso de la estructura también se presentan estratos diferenciados como niveles de
emergencia. Archer comienza su argumento de niveles en las posiciones estructurales, sin
embargo otra vez asoma el problema del argumento temporal del enfoque morfogenético.
Esto es, las posiciones anteriores como conjuntos de recursos materiales e ideales que
repercuten longitudinalmente en las posibilidades de acceder a roles. Sin embargo, no se puede
partir como nivel emergente de la posición estructural, ya que esta se consigue a partir de los
roles, como los análisis empíricos de estratificación social, desde argumentos funcionalistas a
marxistas, lo han mostrado muchas veces (Wright 2005). Así, de esta forma, el proceso de
ascenso de lo simple a lo complejo en la estructura institucional está en los roles. Son los roles
como prescripciones de acción a los individuos, para lo cual deben tener algún atributo, desde
fuerza física pasando por conocimientos altamente especializados a ser un nodo de red social,
el primer elemento de relación con la estructura. Estos tienen una variada gama de
posibilidades, como: niveles de prescripción de acciones, niveles de acceso o niveles de
continuidad. Así, pueden ir de discontinuos, de acceso abierto y de prescripción laxa; a los
roles de acceso cerrado, de prescripción dura y exigencia continua. Los roles, que
necesariamente se dan en organizaciones, implican un involucramiento de los proyectos de
vida de los individuos en procesos de los cuales no tienen control. Los roles tienen una
relación directa con los actores individuales con sus proyectos de vida y la configuración de la
identidad personal.
El segundo nivel de la estructura son las posiciones. Las posiciones son resultados
emergentes del juego mutuo entre actores individuales y roles que se traducen en diferencias en
el acceso a recursos, tanto ideales como materiales, generando ventajas y desventajas entre
187
colectividades. Las posiciones van de bajo a alto. Así, se generan posiciones de altos niveles de
acceso a recursos, unas con acceso medio y otras con bajo acceso, condicionando las
posibilidades de acción de las colectividades. Las posiciones pueden estabilizarse como modos
de acceso a recursos de ciertas colectividades, llegando a caracterizar a las colectividades por
medio de esos recursos. El control y manejo de algunas personas de atributos estructurales,
que repercuten en el acceso a recursos en tanto posiciones, como propiedad sobre
organizaciones o control de gestión sobre las organizaciones, o la realización de las
prestaciones, puede mantenerse en el tiempo pudiendo traspasarse entre generaciones de una
misma colectividad. De hecho, Eric Olin Wright llama directamente “huecos” a las clases en la
estructura, como espacios estructurales poblados, si esos espacios son clases o estratos es ya un
problema teórico, lo mismo si se definen por la propiedad de los medios de producción o por
prestigio por medio de una escala funcional (Wright 1994) (Davis y Moore 1972). Lo relevante
de las posiciones, es que a través de ellas se puede establecer por efecto estructural: el acceso
de manera diferenciada a los recursos, generando intereses creados para las colectividades en
las posiciones, ya que es un atributo de las posiciones. Por lo tanto, pueden o no, las
colectividades -esta es la dimensión de la agencia- realizar acciones que puedan mantener esas
posiciones estructurales en status quo, e incluso aumentar su ventaja en recursos. No está demás
anotar que la llegada de nuevas colectividades puede hacer variar la posición de cierta
colectividad, perdiendo su ventaja en recursos. La movilidad social o la migración, implica ese
ingreso de personas como colectividad, que puede hacer perder la posición ventajosa a otras
colectividades, pudiendo generar conflictos al interior de una misma posición. Las posiciones
entran en juego mutuo con las colectividades y las formas de ego Mí de la identidad personal.
La tercera forma de estructura son las instituciones, el punto central de las instituciones y lo
primero que hay que anotar, es que es un nivel emergente respecto a los roles y las posiciones.
No es que se formen de los roles y las posiciones, aunque en una forma regresiva –siempre que
se esté estudiando el origen de la sociedad- podrían verse argumentos al respecto, e iniciar una
discusión de arqueología sociológica. Sin embargo, el argumento aquí es que la base de la
distinción entre roles, posiciones e instituciones, está dada por los niveles de emergencia. Una
nueva forma institucional puede cambiar posiciones y generar nuevos roles, y por lo demás
afectar la estructura institucional, sin embargo el punto es que implican relaciones diferenciadas
de las personas con la estructura. Las instituciones son elementos complicados, Archer trata a
188
las formas organizacionales como instituciones o puede tratarse del marco relacional donde
muchas organizaciones pueden desarrollarse; por ejemplo una institución es una empresa o la
institución es el marco relacional donde las empresas se desarrollan. Esta segunda forma de
entender las instituciones se asemeja más a las formas en que los enfoques institucionalistas
entienden la idea de institución, como relaciones, posiblemente reglamentadas, que rigen las
formas de interacción entre agentes (Commons 2003) (Lourau 2007) (Polanyi 2000). Las cuales
pueden desarrollar propiedades emergentes relativamente autónomas, sin por ello caer en la
conflación.
Además, debo señalar que las organizaciones en Archer tienen un símil más bien ligado a la
idea de agencia corporativa16, tal como he ocupado aquí esta noción. De esta forma, el punto
elemental sobre las instituciones es que son los marcos relacionales, formales como reglas
jurídicas de una determinada sociedad, e informales como convenciones desarrolladas desde las
prácticas, u otro tipo de coordinación social como relaciones de facto; desde las cuales se
desarrollan directrices de acción para los distintos tipos de agencia, en tanto agencia individual,
agencia primaria y agencia corporativa. Las instituciones implican las relaciones desde las cuales
se definen campos de acción para las agencias. En sociedades con diferenciación estas
instituciones deberán ser entendidas de forma sectorial. Así, existirán instituciones económicas,
políticas, parentales, eclesiásticas u otras. Las cuales tendrán sus propios modos de establecer
los marcos de acción para los agentes, además de presentar recursos ad-hoc de intercambio
respecto a las otras instituciones, como dinero o poder. Las instituciones entran en relación de
juego mutuo con las agencias corporativas y con la forma “Nosotros” de la identidad personal.
Los sistemas son las formas y/o configuración de las instituciones. Este nivel toma una
forma específica desde la relación que mantienen las instituciones entre sí, generando el marco
estructural de una determinada sociedad. Archer ha establecido que no tienen formas
predeterminadas por la teoría, ya que así como pueden alcanzar altos niveles de integración
entre ellas como complementariedad, de forma contingente o de forma necesaria. Pueden
Dentro del espectro del realismo en sociología hay otras soluciones al punto de la distinción entre
instituciones y organizaciones. Quien ha tratado este punto es Dave Elder-Vass. La distinción fuerte
que está presente aquí, entre instituciones y organizaciones, es que las organizaciones tienen proyecto y
las instituciones son marcos reglamentarios para esos proyectos. Por lo tanto, una organización es más
una agencia que una estructura. Aunque, siempre es complicado tratar el punto, sobre todo por los
niveles de emergencia en los cuales están puestos.
16
189
presentar bajos niveles de integración presentando contradicciones internas, también de forma
necesaria o contingente. Y esto, no depende de ningún punto de vista teórico, que pueda ver
contradicción donde no la hay como en el ejemplo más clásico en sociología, contradicción
estructural necesaria en las relaciones capital/trabajo del marxismo. Las formas sistémicas
entonces, son estas formas relacionales entre distinto tipo de instituciones, las que pueden estar
normadas o funcionar solo de facto como propiedad emergente relacional.
Un ejemplo normado como relaciones entre distinto tipo de instituciones son las que
prohibían matrimonios entre personas de distintas colectividades, cuando las colectividades
eran definidas de forma jurídica como los estamentos, o el caso más radical conocido en la
historia social como las castas (Weber 1985). Donde las instituciones formales regían la vida de
las personas, en su aspecto parental, de alianza e incluso sus relaciones con los artefactos. O,
podrían ser convencionales, cuando ya no hay estamentos aunque sí clases, donde las
permisiones y prohibiciones de alianza se basan en normativas informales. El punto central es
que en la configuración institucional se forman distintas relaciones interinstitucionales. La más
estable es la complementariedad necesaria, donde hay relaciones de integración entre
instituciones, las cuales pueden ser internamente normadas formal o informalmente. La menos
estable es la complementariedad contingente donde se da una relación de “competencia”, la
cual establece escenarios donde las relaciones entre las instituciones, no solo no están
normadas, sino que están abiertas para el juego de los agentes.
En el ejemplo de los matrimonios, las relaciones integradas entre instituciones económicas,
políticas y parentales que definían las formas de alianzas impedían –aunque decir impedir es
conflacionario, ya que los humanos son capaces de toda acción- los matrimonios entre
personas de distinta casta o estamento. En cambio las relaciones de competencia entre
instituciones políticas, económicas y parentales; abren un espacio de autonomía para las
posibilidades de generación de alianza, al menos formalmente. Por supuesto, que antes de esta
situación deben haber pasado por procesos de diferenciación institucional. Sin embargo, la
diferenciación institucional no es constante en el tiempo, sino variable y la configuración de
sus relaciones no está asegurada. Se podría afirmar que los procesos de diferenciación
institucional, va provocando constante competencia entre instituciones generando
colonizaciones cruzadas, colisiones, traslapes, expansiones o des-diferenciaciones (Mascareño
190
2009). Sin embargo, esto ya es un problema empírico y de diagnóstico epocal de las dinámicas
de las instituciones de la sociedad.
En el esquema de la figura 8 puede verse el panorama completo de la propuesta que estoy
llevando a cabo. En esta se puede distinguir la identidad de las personas en su forma emergente
como identidad personal frente a las formas emergentes de acciones como las poblaciones, las
cuales están incrustadas en sistemas complejos de relaciones sociales. Cada una de las
dimensiones de la agencia y estructura, que en una propuesta realista y no conflacionaria tienen
sus niveles de emergencia propios, pueden ser distinguidos. Las cuales muestran diversas
formas de juego mutuo, como la conversación interna que ha desarrollado Archer, además de
la relación entre actividad y condicionamiento. Nótese que estas relaciones de juego mutuo
pueden replicarse en cada una de las fases morfogenéticas de la estructura. Tomando ribetes
nuevos, expandiendo las posibilidades de morfogénesis de la agencia y la estructura. Donde ese
final es ahora el comienzo. La figura 8 presenta esquemáticamente, los tres elementos que
entran en juego mutuo y los tipos de juego mutuo en niveles de emergencia diferenciados.
Figura 8: Esquema general de doble juego mutuo de agencia y estructura.
Fuente: Elaboración propia desde los esquemas de juego mutuo de Margaret Archer.
Identidad personal
Juego mutuo mental
Agencia
Juego mutuo práctico
Sociedad
Configuración de
formas de ego
Conversación interna
como diseño de acción
Configuración de las
formas de agencia
Fricción como
despliegue de prácticas
Configuración de
relaciones sociales
Identidad personal
Poblaciones
Condicionamiento
sociocultural
Sistemas
Asuntos del mundo
Agencias
corporativas
Nosotros
Mí
Yo
Preocupaciones
primordiales
Agencias primarias
Instituciones
Proyectos
Actores individuales
Posiciones
Roles
El primer juego mutuo: conversación interna entre preocupaciones y asuntos.
La teoría del juego mutuo desarrollada por Archer desde el año 2000 en adelante, fue
denominada “conversación interna”, siendo propuesta como el vínculo perdido entre agencia y
estructura. Este eslabón perdido de la sociología es un proceso de la conciencia individual,
mediante el cual estos se representan el mundo. Y en esa representación importan los
191
condicionamientos estructurales, logrando diseñar acciones con sentido o un proyecto. Esto
implica que la agencia conserva unas propiedades, unas especificidades relativamente
autónomas, que ni la estructura institucional ni el sistema cultural totalizan. La agencia,
entonces, tiene la posibilidad de ser una agencia activa. Que es una idea matriz de la relación
no conflacionaria entre agencia y estructura en el trabajo de Archer, tanto en su fase dualista
analítica como en su fase dualista realista. En ambas fases la agencia es activa. Esta condición
es entendida tanto por la reflexividad de los individuos y por la acción de la agencia, dando
cuenta de la no necesaria correlación de las personas con los condicionamientos
socioculturales. Y en el argumento realista morfogenético los proyectos de la agencia frente a la
estructura son resultado de los procesos reflexivos de los individuos.
Cuando el individuo ya no es espejo directo de la sociedad como en el conflacionismo
descendente, o ya no es el sujeto portador de estructuras, derivadas de su socialización del
conflacionismo central; emerge en la teoría de Archer la reflexividad como elemento que
vincula al sujeto con la estructura. Esta relación no es cualquier tipo de pensamiento, de los
cuales los humanos son capaces de todo dado su mundo interior e imaginación, sino una
forma específica y enarbolada con una situación del mundo, de la cual se espera un producto
práctico: el diseño de una acción. De esta forma, la reflexividad de la agencia en relación con el
mundo, no es cualquier forma de reflexividad, sino una que tiene al mundo social, de los
artefactos y el natural como asunto central de su proceso reflexivo. Esto es lo que Archer
llama: conversación interna.
La conversación interna permite a los individuos enfrentados al mundo resolver asuntos
prácticos. Ya que esta forma de reflexividad asume la pregunta de ¿Cómo podría hacer esto?
La cual se ubica como pregunta central entre las fases morfogenéticas de elaboración de un
proyecto, como es la de “preocupaciones-proyectos y prácticas” (Archer 2007:88). Lo que es
una forma de entender el proceso de importación del asunto, la elaboración de un proyecto adhoc y su posterior implementación. Esto hace que entre las preocupaciones y el proyecto, se
produzca un diseño, una elaboración. Implicando que las preocupaciones están ya instaladas en
las personas. Y el problema es cómo llevar a cabo el curso de acción que contenga la
preocupación. Sobre esto hay que decir que las preocupaciones, sobre todo las primordiales,
no se disuelven sino que se resuelven y/o contienen, como la preocupación de los padres del
“bienestar de los hijos”. Lo cual hace que se les eduque lo mejor posible, incluso realizando
192
traspasos directos de recursos como capital económico y social acumulado. Así, las
preocupaciones primordiales implican un elemento constante, que está presente en las
personas por estar incrustadas en relaciones sociales, con cuyo concurso diseñan los proyectos
que contienen o resuelven los problemas de las preocupaciones primordiales. De esta forma,
los agentes importan mediante una representación las situaciones estructurales, relevando que
de otra forma es imposible introducir al mundo al interior de los agentes. Si el mundo actual
está presente en una persona no es sino por su representación.
Esta condición antropológica de los seres humanos, de estar en el mundo social con otros
seres humanos, mediados entre ellos por relaciones sociales con propiedades emergentes,
obliga a todos a realizar la conversación interna, por muy rutinario que sea el asunto o
superficial la preocupación. Con distintas preocupaciones, asuntos, temporalidades y modos;
todos están obligados a pensar antes de actuar en las situaciones sociales. Más allá, incluso, del
tipo de época o estructura institucional y sistema cultural en el que las personas estén inmersas.
Las condicionantes socioculturales aumentan la necesidad de reflexionar, sin embargo no
puede haber épocas no reflexivas, ya que no puede haber acción no reflexiva. Poner a la
reflexividad como base de un vínculo entre personas y sociedad para diseñar acciones, implica
aceptarla como fundamento de la acción humana17. Implicando tomarse muy en serio la
fórmula sin sociedad no hay reflexividad.
En casos donde la situación implica condicionamientos ambiguos, contraponiendo posibles
cursos de acción en tanto guía direccional, como en situaciones de contradicción contingente
de la estructura. La relación entre dos instituciones con guía direccional contradictoria, puede
convertir a un individuo en una nueva Antígona, atrapada entre las leyes de la ciudad y las leyes
naturales. Donde enfrenta, en una batalla trágica al interior de su conciencia, a la preocupación
primordial de dar sepultura digna a su hermano y el asunto de que se había prohibido por la
ciudad, generando un diálogo interno entre sus formas de ego de hermana y de ciudadana,
Archer ha trabajado la noción de reflexividad en oposición a la de habitus como sentido práctico, sin
embargo presenta algunos argumentos ambiguos al respecto, como que la modernidad actual sería
propia de la reflexividad y la modernidad anterior era característica del habitus (Archer 2010). Sin
embargo, creo que esta operación, dada la argumentación de la misma Archer, de reflexividad para el
diseño de un proyecto frente a una propiedad del habitus, como es el sentido práctico, simplemente no
es posible de hacer. O hay sentido práctico o hay reflexividad para el diseño de acción. Esto no quita,
en todo caso, que existan disposiciones morales en el sentido de Sayer. Este último elemento se
mostrará más adelante en el texto.
17
193
haciendo que se encuentren en una conversación interna no solidaria. La reflexividad como
conversación interna resulta un imperativo para desarrollar una adecuada acción. Sobre todo
por el diagnóstico de Archer en “The reflexive imperative”, texto en el cual argumenta que
estamos en medio de un proceso típico de fase 2, donde las relaciones entre agencia y
estructura no se han estabilizado, o han intensificado sus relaciones de juego mutuo, o la
morfoestasis de la estructura ha ganado niveles de contingencia. Siendo un momento de
tránsito hacia otra forma de estructura social.
Archer ha tratado el proceso de reflexividad como conversación interna, a través de una
tipología de “modos de reflexividad”. A la cual he criticado por formalismo en su correlación
positiva con los proyectos y con la identidad de los individuos, además de presentar una
interpenetración en la tipología de los modos de reflexividad, tal como he argumentado en el
capítulo tres. De esta forma, debo volver sobre el proceso de reflexividad de los agentes.
Aunque esta vez haciendo una reelaboración que involucre condiciones sustantivas en la
conversación interna. Y esto es, la relación entre las preocupaciones de las personas frente a
los asuntos del mundo, como una conversación interna sustantiva. Para esto, el comienzo no
puede ser otro que trabajar sobre la agencia en su plano interior, ya que la conversación interna
de los individuos se produce por la importación de asuntos por parte de las preocupaciones
primordiales.
La pregunta central de Archer sobre el diseño de proyectos, en tanto “Cómo podría hacer
esto”, implica una conjunción de una serie de elementos, contraídos en una interrogante
práctica. El problema de esta pregunta, es que al momento de realizar la interrogante, el
individuo ya tiene una preocupación y un asunto importado, ya que “Cómo podría hacer esto”
es una representación sin contenido. De esta forma, las conversaciones internas derivadas de la
jerarquización de preocupaciones frente al mundo son sustantivas: “cómo pagamos las
colegiaturas de nuestros hijos”; o “cómo me comporto en la entrevista de trabajo”; o “dónde
nos vamos de vacaciones”; o “cómo determino la relación de una variable con otras para el
informe”; o “debería compartir más con mis padres”; o si “¿Dios tiene un plan y misión para
cada uno?”. Todos estos ejemplos remiten a distintos asuntos del mundo, como temas
familiares, espirituales y económicos; que también denotan distintos elementos presentes en las
preocupaciones de los agentes. Generando la necesidad de reflexionar para elaborar los
proyectos necesarios para contener las preocupaciones. De esta manera, y separándome del
194
argumento formalista e interpenetrado de los modos de reflexividad de Archer; sostengo que
los elementos relevantes en el diseño de un proyecto, es la relación de juego mutuo que las
preocupaciones de los individuos mantienen con los asuntos del mundo. Para esto, por
supuesto, debo desplegar los elementos presentes en las preocupaciones primordiales de los
individuos.
Las preocupaciones de los individuos, primordiales o no, poseen elementos propios que
tienen relevancia en el diseño de proyecto. Ya que implican un involucramiento de las personas
en el mundo, incluso si se trata de aislarse. Estos elementos presentes en las preocupaciones
son las formas de ego, como aquellos modos de representarse y referirse a sí mismos por parte
de las personas, los cuales han ido adquiriendo en la práctica individual como rastro de la
experiencia social. Sobre las cuales la autoestima, positiva o negativamente, puede sostenerse
en relación con esa experiencia. Estas formas de ego tienen una jerarquía como compromisos
identitarios de las personas, además de unos contenidos como atributos cognitivos y morales.
Las personas resultan esa configuración de formas de ego que activan o desactivan
dependiendo de los contextos, como sectores específicos de acción en la estructura y sus
niveles de emergencia. En base a esos tres elementos de las formas de ego es que se importan
asuntos del mundo y se elaboran proyectos de acción. Así, estos tres elementos entran relación
al tratar los asuntos del mundo, teniendo una impronta en la elaboración de proyectos,
independiente del modo en que se trate la relación entre preocupaciones y asuntos. La cual
solo puede ser interaccional –con otros- o individual –solo- sin mayores efectos sobre el tipo
de proyecto. Ya que el proceso de elaboración de un proyecto implica un individuo con una
determinada configuración de identidad personal, como ordenamiento de sus compromisos
con las formas de ego, las cuales poseen determinados contenidos cognitivos y morales. Si esto
no fuera así, las personas no tendrían variaciones o similaridades subjetivas, tanto entre formas
societales como al interior de una unidad societal. Estos elementos son relevantes en la
conversación interna sustantiva, porque están en la identidad personal de los individuos y dada
esa identidad elaboran los proyectos. Pudiendo todos estos elementos no ser solidarios entre sí,
relacionándose de formas complejas. Los compromisos con alguna forma de ego pueden no
estar en relación con los conocimientos necesarios para ciertos proyectos, debiendo elaborar
otros, o incluso proyectos para obtener esos conocimientos o certificaciones de esos
conocimientos.
195
Como por ejemplo: las variaciones de los proyectos en los jóvenes pueden ser: ¿Qué
estudiar? Y ¿Dónde estudiar? Y no ¿Cómo estudiar? O ¿Estudiar o trabajar? Como serían las
preocupaciones de distintas colectividades en posiciones estructurales definidas, respecto a la
continuidad de estudios terciarios. Donde puede haber o no, involucramiento de los padres en
los procesos de elección y financiamiento. No es que las colectividades con menos recursos no
piensen en si les hubiera gustado estudiar, o no piensen en la posibilidad de hacerlo en el
futuro, y sobre todo, no es negación de sentido práctico. Sino que, no es una preocupación
inmediata en los asuntos del mundo, como si podría serlo ingresar a un puesto de trabajo para
poder financiar los estudios. Aunque, si no alcanza con el ingreso esto se dificulta aún más,
debiendo pedir un crédito lo que puede implicar hipotecar el ingreso futuro. Así, no se trata de
una expresión de deseos, sino de una preocupación que requiere un diseño de acción práctico
para resolverse. Sobre la cual hay una forma de ego predominante como una forma de Mí,
incluso anhelada, de posible estudiante de nivel terciario, como proyecto de aprender los
conocimientos propios de una profesión. Elementos que se encuentran contenidos en la
preocupación, que entran en relación con el condicionamiento sociocultural para la elaboración
de un proyecto.
Tener preocupaciones primordiales implica que una forma de ego puede tener
predominancia en la persona, o es el pivote donde se afirma la identidad personal por alta
autovaloración o por continuidad experiencial, o ambos elementos a la vez. Aquellos asuntos
del mundo que son objeto de preocupación por parte de los agentes, y por lo tanto de uso
intensivo de la capacidad reflexiva, implican un especial compromiso identitario por parte de la
persona:
Siempre puede ser hoy el día en el cual renovar o cambiar nuestros compromisos a las
identidades sociales que hemos asumido: inexorablemente es uno o lo otro, precisamente
porque la personificación tiene que ser un proceso activo y reflexivo, invistiendo nuestros
roles de nuevas e improvisadas maneras hora por hora. (Archer 2000:303).
Aunque el estar la mayor parte del día trabajando, no tiene necesariamente que ver con la
importancia que le damos al trabajo en sí mismo, sino que puede ser un efecto condicionante
estructural, como las jornadas de trabajo del capitalismo de regiones subdesarrolladas. O,
puede haber un proyecto estratégico a esas jornadas, ya que la preocupación primordial implica
dedicar grandes partes de la vida diaria a ganarse el sustento, como la que se puede derivar de
196
la relación entre trabajo de los padres y bienestar de los hijos. Para decirlo con Sayer, hay una
distinción importante entre los compromisos y las investiduras:
El concepto de compromiso es superior a la investidura en juegos, porque implica una
mayor y más intensa adhesión, una que tiene una dimensión emocional y envuelve objetos,
prácticas y relaciones con otros, importantes para nosotros. (Sayer 2010:40).
Así, los compromisos identitarios altamente valorizados pueden hacer desplegar los roles
laborales con gran gasto de tiempo vital, como las relaciones entre trabajo y familia, donde el
compromiso al trabajo es indirecto, motivado por otro compromiso. Así, las preocupaciones
primordiales del individuo, hacen que unos eventos se vuelvan asuntos relevantes y vuelve a
otros asuntos como secundarios, volviendo improbables otros proyectos. Ya que los costos en
recursos estructurales y agenciales son mayores respecto a la preocupación primordial y el
proyecto de vida.
Una de las formas de ego de la identidad personal toma un papel jerárquico dentro del
sujeto, la cual permite que los asuntos del mundo que las personas importan a su conciencia,
estén en asociación con las preocupaciones primordiales. Así, una preocupación primordial
puede estar asociada a la condición de padre o trabajador o feligrés, donde una de estas formas
logra organizar a todo el resto de las formas de identidad. Cuando Claus Offe se preguntaba en
los ochenta: ¿Es el trabajo una categoría sociológicamente clave? Ya que al parecer se había
vuelto poco significativo o informativo sobre los asalariados, en tanto “…la percepción de sus
intereses sociales, para su conciencia y para su comportamiento organizacional y político”
(Offe 1992:28). Se puede entender que se preguntaba si la forma de ego de trabajador lograba,
no consumir al sujeto, ninguna fase ni forma de ego con compromiso identitario lo logra
normalmente, sino organizar jerárquicamente las preocupaciones y proyectos de los sujetos.
Mismo caso con las fuertes identidades de las militancias políticas de los 60´, donde eran
capaces de subordinar a todas las formas de identidad personal bajo su intenso atributo moral.
Así, las personas presentan compromisos identitarios con alguna forma de ego predominante
en una determinada época. Lo cual activa los contenidos asociados a esas formas de ego,
pudiendo no ser solidarios entre sí, como lo es el ejemplo de Archer sobre Antígona. De esta
forma, el primer elemento puesto en la conversación interna, desde las preocupaciones
primordiales, es la jerarquía de las forma de ego, como un compromiso más relevante del
individuo dentro de la configuración de su identidad personal.
197
En la configuración de la identidad personal como estructura de las formas de ego, existen
unos contenidos propios de esas formas, el cual puede distinguirse como contenidos
cognitivos y morales. Estos elementos son parte del proceso de conversación interna, ya que
están puestos no solo en la importación del asunto, sino en la deliberación para la elaboración
de un proyecto. El contenido cognitivo de las formas de ego resulta relevante, ya que las
posibilidades de elaborar un proyecto para resolver un problema, dependerá de la apreciación
subjetiva de cómo resolver el asunto importado. El cual puede ir desde dimensiones naturales
hasta sociales en tanto cómo tratar una enfermedad menor hasta cómo enfrentar un proceso
judicial. Donde en el proceso de reflexividad se despliegan los conocimientos, sino la
automedicación no sería un proyecto problemático en algunas colectividades. De esta manera,
se puede tener un compromiso muy importante con la forma de ego de Padre, en tanto otro
significativo de los hijos, que tiene atributos como los de jerarquía en la toma de decisiones y
mantenedor económico, sin embargo no disponer de los recursos para realizar algunos
proyectos como la educación terciaria para los hijos. Trayendo consigo que los proyectos sean
modificados en el proceso de elaboración por no contar con los recursos necesarios, sin
mencionar los efectos mortificantes morales del padre sobre sí mismo, al no poder cumplir con
los atributos del rol, exigidos y autoexigidos a esa forma de ego. Este elemento es un contenido
cognitivo de las formas de ego, ya que estos recursos podrían estar disponibles, incluso
mediante trámites burocráticos propios de las políticas públicas o puestas de acuerdo con otras
personas como capital social, pero no tener conocimiento de ello resulta al final en no poder
desplegar el proyecto.
El contenido cognitivo de las formas ego está puesto en la conversación interna, una vez
que se ha importado el asunto a tratar por la estructura de formas de ego, jugando un rol
relevante en el proceso de elaboración de proyectos. Ya que con los conocimientos disponibles
se puede deliberar sobre qué acción desarrollar dadas unas condiciones del mundo. Pudiendo
calcular costos y beneficios, incluso a largo plazo, sino las vacaciones de los trabajadores a
honorarios serían un salto a la contingencia, a la incertidumbre y el riesgo radical. Por
supuesto, los contenidos cognitivos variarán de persona en persona, dadas las experiencias
sociales que han tenido, haciendo que los proyectos, incluso en una misma colectividad, varíen.
No todos ven el mundo desde la misma forma de ego, o con los mismos contenidos en la
misma forma de ego; sino además no todos tienen los contenidos cognitivos necesarios para
198
abordar los mismos asuntos del mundo. De esta forma, junto con los compromisos con
algunas formas de ego predominante, los contenidos cognitivos son parte de las
preocupaciones primordiales, en el juego mutuo que se produce al importar asuntos del mundo
como proceso de reflexividad. Demás está anotar que los contenidos cognitivos pueden ser
parcelados y específicos, además de poder cuantificarse en gradualidades. Lo cual, por
supuesto, repercute en la identidad personal, como autoestima, pudiendo variar los
compromisos con algunas formas de ego.
Debo agregar ahora el tercer elemento de las preocupaciones como configuración de las
formas de ego, que va más allá de los compromisos identitarios y los contenidos cognitivos;
que en el juego mutuo entre preocupaciones y asuntos son parte de la elaboración de proyectos
como son las disposiciones morales. Las disposiciones de los individuos son un asunto
complejo en el realismo morfogenético de Archer. Donde se ha generado una discusión
importante con el teórico del sistema de disposiciones como modo de dar cuenta de la acción
de la agencia, como es la teoría del habitus de Bourdieu (Bourdieu 2007) (Archer 2007, 2012) La
que, Archer califica como conflacionismo central, por su semejanza con la teoría de Giddens.
El punto central de Archer contra la teoría de Bourdieu, la cual es también una teoría de la
agencia frente a los poderes ineluctables del estructuralismo que intentaba disolver al sujeto, es
si las prácticas son resultado solo del sistema de disposiciones con sentido práctico del habitus,
o con la reflexividad que propone Archer (Archer 2007, 2012). Hay que anotar sobre este
punto, que la discusión es de impronta conceptual dentro de la teoría; Bourdieu da pie a pensar
en reflexividad, pero solo situado en experiencias sociales de quiebre de la normalidad. Como
los procesos de cambios relevantes de posición dentro de los campos sociales, como en el caso
de sus trabajos en Argelia con los sub-proletarios, donde el “efecto histéresis” del habitus
podría no funcionar18 (Bourdieu 2006). Mientras que para Archer la reflexividad es un proceso
cotidiano, aunque profundizado por las condiciones de alta modernidad (Archer 2012). Lo que
para Bourdieu es una anomalía al sentido práctico, para Archer es la condición normal de la
18 El efecto histéresis del habitus o sistema de disposiciones jugaba el rol en Bourdieu de que la
socialización como incorporación del sentido de las prácticas sociales en los sujetos, era resistente a las
experiencias que las ponen en tensión. La histéresis es un concepto tomado de la física, siendo una
propiedad de los metales de ser golpeados y volver a su estado anterior. Esta propiedad es la que se
intentaba destacar por parte de Bourdieu como característica del habitus.
199
reflexividad del individuo. Además de admitir Archer, que hay unas disposiciones, solo que
como se anotó antes, estas no bastan para diseñar cursos de acción (Archer 2012: 84-5).
Entonces existen unas disposiciones como contenidos morales de la identidad personal, que
es lo que hace que unos sucesos del mundo sean más sentidos que otros. Esas disposiciones
permiten calificar las relaciones con el resto, en un sentido moral como bueno o malo (Sayer
2010:51). Esto no implica, por supuesto, que no sean reflexionables, sino que no siempre lo
son o lo están siendo, al menos en términos de cotidianidad del desenvolvimiento individual,
no necesariamente por profundidad en la subjetividad. Además, la estructura institucional y el
sistema cultural siguen ahí afuera. Y aún más allá de los juicios morales derivados de las
disposiciones, hay que hacerse cargo de los asuntos del mundo por medio de la reflexividad.
Esto implica que las disposiciones son parte de las preocupaciones, como valores morales
generales encarnados en las formas de ego: “decir la verdad”; “respetar a los mayores”; “amar a
dios por sobre todas las cosas”; “tomar las oportunidades”; “los humanos son libres e iguales
en derecho”. Por poner principios morales que pueden incorporarse como disposiciones, que
pueden pasar de planos estrictamente individuales a planos generales. Como lo propone Sayer:
“Debemos pensar a los valores como sedimentadas valoraciones que llegan a ser actitudes o
disposiciones, las cuales llegamos a considerar justificadas” (Sayer 2011: 25). Mientras que las
preocupaciones son asuntos específicos derivados de la morfogénesis de la identidad personal,
donde las disposiciones están contenidas, no necesariamente conflacionadas, como: “dar
bienestar a los hijos”; “desarrollarme como profesional”; “participar en la vida comunitaria”;
“ir a la iglesia”; “salvar las ballenas” o “hacer una sociedad más justa”. Las disposiciones
morales, en este sentido, indican valores de una población o colectividad o individuo; en
cambio las preocupaciones son problemas derivados de estar en el mundo por parte de los
agentes, que se organizan en forma jerárquica con preocupaciones primarias y secundarias, las
que se logran enarbolar o no, estando contenidas en las formas de ego como identidad
personal.
El punto donde se cierra la discusión con Bourdieu, al menos en este plano, es que como no
basta para el diseño de acción las configuraciones disposicionales, en realidad no predisponen a
la acción. Sino que enjuician a las formas de ego predominante, el uso de los contenidos
cognitivos en la elaboración del proyecto y los posibles proyectos derivados del proceso
reflexivo, haciendo un juicio moral posterior. E incluso, a un modo de tratamiento de los
200
asuntos o la forma de cómo se debe moralmente proceder en un proyecto. De esta forma,
aunque se pueda establecer la noción de habitus como símil de un sistema de disposicionesmorales, esas disposiciones en Bourdieu son suficientes para el desarrollo de proyectos.
Conflacionando la distinción de Archer de preocupaciones- proyectos y prácticas, no
necesariamente agencia con estructura. En este sentido se puede sostener, que la conflación
posible de Bourdieu, al menos desde este plano netamente personal, va por dentro de
individuo. De las disposiciones a las prácticas, no necesariamente en la distinción entre habitus y
campos (Aguilar 2009).
Los individuos tiene unas preocupaciones que se generan desde las formas de ego como
rastros de la actuación social, con compromisos más intensos con algunas de esas formas de
ego, con unos contenidos cognitivos y morales puestos en esas formas. Desde las cuales, en los
procesos reflexivos de incorporación del mundo exterior al mundo interno, generan cierto tipo
de identidades personales relativamente estables hacia los contextos. Así, los individuos pueden
distinguirse por medio de las preocupaciones primordiales, dando cuenta de sus compromisos
con sus formas de ego, el nivel y tipo de conocimientos, además de los tipos de contenidos
morales. Para decirlo en una fórmula, las personas no se comprenden por alguna forma
predominante de reflexión, las personas se comprenden por su configuración de
preocupaciones, o para decirlo con Archer “…los agentes navegan con el compás de sus
propias preocupaciones” (Archer 2010:284). Los individuos se pueden describir desde la
organización de sus preocupaciones primordiales. Eso puede caracterizar a una identidad
personal de importancia sociológica, al menos en el nivel que el ser humano se vuelve un
objeto de relevancia para la sociología. Introducirse al interior de los individuos en su
inconsciente y otros fenómenos de carácter psicológico, implica traspasar fronteras. Lo que
siempre es bienvenido de forma interdisciplinaria, sin embargo se debe saber en qué terreno se
está trabajando, cosa de evitar la conflación y las falacias analíticas.
Lo que se importe al interior de la conciencia, o mundo interior del individuo, como asunto y
su juego mutuo con las preocupaciones del agente, es lo relevante de la conversación interna.
De esta relación, que importa, analiza y valora las posibilidades de acción, es que se elaboran
los proyectos de las personas. Los cuales variarán de acuerdo al proceso reflexivo de las
preocupaciones de los agentes frente a las condicionantes del mundo. Los cuales deben
desplegarse aún en el mundo exterior al agente. Los proyectos de los agentes son los cursos de
201
acción que se tomarán y se constituyen desde las metas derivadas de una preocupación
primordial individual frente a los condicionamientos socioculturales. Para lo cual, deben
importar al interior de la conciencia, los asuntos relevantes para desplegar la preocupación
primordial en un proyecto, la cual debe traducirse en una meta. Incluso si la meta es calmar
una angustia interna, o la mantención de los lazos familiares, o pagar la educación de los niños
o, una casa propia, o una certificación de educación terciaria, o una vida completamente
distinta a la actual (Aedo 2010).
Para Archer, los proyectos son esas metas que se pueden llevar a cabo como logros, incluso
si se tratan de la transformación estructural de la vida social, meta que por sus propias
condiciones generales, implica un proyecto de carácter colectivo puesto en funcionamiento por
medio de unas agencias corporativas. Sin embargo, las preocupaciones pueden ser económicas,
como tener un mejor nivel de vida. La relación entonces, entre preocupaciones-proyectos y
prácticas, implica que la conversación interna sustantiva diseña proyectos. Proyectos que
persiguen metas derivadas de las preocupaciones. Cuando esas distintas metas logran cruzarse,
ordenarse, enarbolarse, correlacionarse, mantenerse en el tiempo, siendo plexos integrados de
metas, se puede decir que se está frente a un proyecto de vida individual robusto.
Las preocupaciones primordiales remiten a aquellos elementos de las personas, que para ellos
son más sentidos, con mayores compromisos identitarios. Donde las formas de ego se
despliegan con mayor intensidad. Esas preocupaciones son sustantivas, discernibles como
formas de ego, pero sustantivas a las personas. Derivando de sus actuaciones y experiencias en
el mundo. El compromiso de ser hijo no deriva solo de una disposición moral, la experiencia
misma de ser hijo en el vínculo relacional de la familia también tiene su impronta en cuanto al
compromiso que se desarrolla con ese rol y cuán importante resulta para la configuración de la
identidad personal. De hecho este es un rol, que inevitablemente termina, pero los contenidos
de esa forma de ego pueden permanecer. Esto por supuesto, no siempre es reflexionado, lo
que no implica que no sea reflexionable, como asunto de importancia. Por diversos motivos las
personas disminuyen sus compromisos con los proyectos necesarios para realizar algunos
roles, como carencia de recursos o rebalance de disposiciones morales, o por condiciones
estructurales como la cesantía; no pudiendo activar los contenidos de formas de egos para
ejercer los proyectos de esos roles. Así, las preocupaciones primordiales mediante el proceso
reflexivo, pueden tomar como asunto a las mismas preocupaciones, implicando por supuesto
202
una conversación interna entre sus formas de egos predominantes, con sus contenidos
cognitivos y morales.
Los proyectos son entonces las metas que dan sentido a las acciones o prácticas de la
agencia que entran en relación con las estructuras. Los proyectos implican unas metas centrales
para las personas, engarzadas con las preocupaciones primordiales. El proceso reflexivo es
entre preocupaciones y asuntos del mundo, y lo que se elabora es un proyecto, una meta que
implica una serie de acciones y prácticas parciales para su logro. Por supuesto, las metas
relevantes o proyectos principales, variarán con el tiempo con las variaciones mismas de la
identidad personal, como por ejemplo en la edad como trayectoria vital de una persona
(Riesman 1957). Las similitudes y diferencias de proyectos entre las diversas formas de
agrupación social, dan luces de la impronta de las limitaciones estructurales en relación con las
formas de identidad personal. Así, al compartir contextos estructurales pueden presentar
preocupaciones similares y proyectos similares, como Archer reconoce:
Por supuesto, algunas regularidades son esperadas, entre aquellos que tienen localizaciones
similares, precisamente porque las circunstancias de aquellos con diferentes localizaciones
tienen diferentes costos en la ejecución del mismo proyecto. (Archer 2000:70).
Así, los procesos de movilidad social intrageneracional ascendentes son traslaciones de
posición que se producen por modificaciones, voluntarias u obligadas, en las “preocupaciones
primordiales”. Generando cambios posteriores en los proyectos que, dadas condiciones
estructurales favorables, los movilizan hacia otras posiciones en los contextos estructurales. De
la misma manera, se puede enfrentar los procesos de movilidad intergeneracional, como los
que experimentan la primera generación universitaria. Implicando cambios de preocupaciones
y proyectos respecto a sus padres, haciendo que la similaridad que antes se tenía se encuentre
disuelta o sea una meta a lograr.
Las metas constantes en el tiempo que derivan de los compromisos identitarios de los
agentes, ya que emergen como producto de la conversación interna entre preocupaciones y
asuntos del mundo relevantes, es lo que se puede denominar proyectos de vida. Los cuales son
plexos de metas enarbolados, que son ordenados y jerarquizados, teniendo asignadas
temporalidades con sentido. Los proyectos de vida son estos plexos de metas a largo plazo de
los agentes dependiendo de los asuntos que le sean relevantes a las preocupaciones. Donde
unas metas son bisagras de otras, pudiendo estar subordinadas o en estado de latencia. El
203
proyecto de vida son unas metas constantes y para su logro se deben realizar acciones
parciales, en las cuales las situaciones estructurales están ya involucradas como contexto,
representado en la conversación interna sustantiva. Los proyectos son las razones de las
prácticas, y es un elemento oculto en la agencia que debe ser transparentado por la
investigación sociológica para determinar el sentido último de esas prácticas. Por medio de las
prácticas, se puede intentar describir retroactivamente los proyectos y por medio de estos las
preocupaciones primordiales. Así, se mantiene el esquema de preocupaciones-proyectos y
prácticas. El elemento explicativo de las prácticas, ya no es la forma de reflexividad, sino las
preocupaciones y proyectos de las personas.
Así, los proyectos son resultado de la conversación interna, entre preocupaciones y asuntos,
permitiendo a la investigación sociológica hacer preguntas que trabajen sobre la conversación
interna sustantiva. La conversación interna sucede al interior de los individuos; su despliegue
son las prácticas; su orientación los proyectos; su base las preocupaciones. Implicando un
proceso, que siendo de interés sociológico, aún sucede al interior de los individuos. Los
asuntos son importados, el mundo reducido por medio de la representación al interior de la
conciencia de los seres humanos. Sin embargo, solo vincula a la estructura con la agencia al
interior del individuo. La reflexividad puede cambiar los cursos de acción, eso no se discute. El
punto central es que eso depende del proceso reflexivo entre preocupaciones y asuntos. El
proceso reflexivo es una actividad mental del agente con el mundo, que es la interfaz entre las
preocupaciones sustantivas del agente en relación con los asuntos importados del mundo.
El proceso de despliegue de una relación entre agencia y estructura en la estructura, es un
problema aparte, que se pone en funcionamiento una vez que el proyecto está diseñado. Las
prácticas de los agentes no son el último momento de la relación agencia estructura, sino el
primer momento de la relación con los condicionamientos socioculturales empíricos. De otra
forma, no hay estructura real de la sociedad y del mundo, y la reflexividad se vuelve inútil y/o
fútil. La forma práctica de la relación agencia estructura es una relación activa de los agentes
con la estructura institucional y los sistemas culturales, que los media y condiciona
empíricamente. Ahora sucederán hechos sociales en el mundo.
El segundo juego mutuo: fricción entre proyectos y estructura institucional.
204
Los plexos de proyectos de las personas cuando se despliegan como actividades o prácticas,
transforman o reproducen la estructura institucional y los sistemas culturales. Ya que, al guiarse
por el condicionamiento sociocultural, incluso por condicionamientos no previstos o no
previsibles, se genera un contacto entre los proyectos de los agentes y los condicionamientos
socioculturales. Estos proyectos entran en relación con la estructura institucional cuando se
transforman en acción. Generando un juego mutuo empírico entre la agencia y la estructura.
Este juego mutuo empírico, que quizás sea el punto más problemático de la relación agencia y
estructura, Archer lo ha caracterizado por medio de una relación de secuencias temporales. Sin
embargo, preocupación y asunto, proyecto y contexto, práctica y condicionamiento; se
encuentran contemporáneamente en relación. Y esto implica que, por muy diferente que sea la
temporalidad que tengan los agentes respecto a la estructura, hay un momento donde
estructura y agencia entran en juego mutuo práctico, intersecándose. Entonces en cada fase de
ciclo morfogenético, ambas entidades se encuentran en un juego mutuo práctico, entre las
condicionantes socioculturales y proyectos agenciales.
Describir este proceso de manera no conflacionaria, es el gran problema de la distinción
agencia y estructura en la teoría social realista. Los agentes tienen como propiedades
excluyentes la reflexividad y la acción, las cuales se despliegan como proyectos para poder vivir
en el mundo. Las estructuras tienen la propiedad de los condicionamientos mediante la
formación de lógicas situacionales, que ejercen una guía direccional al proyecto del agente,
momento en que estos entran en juego mutuo con la configuración institucional. Los agentes
entran en relación con las complejas formas de la estructura social para realizar un objetivo
propio, derivado de sus plexos de proyectos, muchas veces no alineado con las estructuras. A
este encuentro activo, entre agencia y estructura, entre práctica y condicionamiento, es lo que
se puede denominar juego mutuo empírico. Siendo empírico, porque es una experiencia
subjetiva derivada de un suceso o acontecimiento en el mundo, realizado por la agencia cuando
entra en relación con la estructura (Bhaskar 1998a: 41).
Este encuentro activo entre agencia y estructura, no puede ser simplemente esquematizado
como secuencias temporales, ya que cuando la agencia se despliega en prácticas con proyectos,
es el momento en que las estructuras se reproducen o modifican; en relación con las prácticas y
no en las prácticas. Y entonces la morfogénesis de la estructura o su morfoestasis depende de la
205
entrada en actividad de los proyectos. Puede haber proyectos con metas muy transformadoras,
que no producen cambios por bajos niveles de recursos de las agencias corporativas. Y al revés
puede haber agencias corporativas con proyectos con poca profundidad transformativa, pero
que si logran cambios en la estructura institucional ya que poseen recursos. El encuentro entre
esos proyectos y el contexto estructural, como prácticas y condicionamientos, es el juego
mutuo entre agencia y estructura que el esquema de fases temporales de Archer termina
ocultando, ya que se encuentra vacío conceptualmente. Ese juego mutuo empírico es la forma
normal y constante, en que las agencias se relacionan con la estructura; implicando prácticas
que reproducen o transforman las configuraciones institucionales en una relación de juego
mutuo que se puede denominar fricción.
Para entender esta forma de juego mutuo, sin conflacionar agencia con estructura, hay que
tomar muy en serio la objetividad de la estructura frente a la agencia. Destacando el hecho de
que la estructura tiene unos atributos propios de su condición de estructura. No solo de niveles
de emergencia, en términos relacionales, donde las formas complejas son resultado de las
básicas, sino que en sí misma. Esto es, sostener que la estructura institucional retiene un
atributo intrínseco que la hace ser estructura, como: el objetivo y capacidad de guiar u orientar
las prácticas de los agentes. Que sin peligro de reificación ni antropomorfismo, ya que la
estructura institucional no es un agente y depende de este para generar sus efectos. Y por lo
tanto no actúa, no es reflexiva, no siendo un organismo vivo, ni tiene atributos asimilables.
Presenta una capacidad propia que resulta difícil de cambiar y modificar: relaciones sociales
estables que rigen las interacciones entre agentes, generando una situación sobre la cual están
impelidos a reflexionar para actuar.
Estas relaciones sociales, que a la observación positivista no se revela sino en los
comportamientos individuales, en el realismo crítico su invisibilidad física no es símil a su no
existencia, como el ejemplo físico de los campos electromagnéticos, siendo tipos de objetos
abstractos no simples abstracciones. Objetos que tienen sus propias condiciones de durabilidad
en el tiempo y resistencia a las acciones de las agencias (Bhaskar 1998b:225) (Sayer 1992:87)
(Archer 2009:273). Razón por la cual las relaciones de la agencia con la estructura como forma
práctica, pueden ser entendidas como un contacto entre entidades reales con capacidades
propias, como una intersección entre agencia y estructura. No entre agencias como
interacciones simplemente individuales. Sino entre agencias con instituciones mediadoras con
206
formas específicas e históricas que desarrollan propiedades emergentes. La estructura media la
interacción entre distintas formas de agencias. Así, cuando las agencias despliegan proyectos,
reproducen o transforman las formas institucionales mediante sus prácticas.
Estos procesos de mediación entre distintos tipos de agencias que realiza la estructura es lo
que genera que las agencias entren en distintos tipos de relación entre sí. Y Archer las ha
clasificado como “confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y el intercambio
recíproco” (Archer 2009: 391). Lo que implica que las agencias entran en relación, ya que están
condicionados por las formas institucionales en las que se encuentran. Son con estas formas
relacionales de las instituciones con las cuales los proyectos entran en juego mutuo práctico.
Así, por ejemplo, la confluencia de deseos es una relación de tipo simétrica donde hay un
objetivo en común. El intercambio recíproco es una relación donde unos recursos pasan de un
agente a otro, como objetivos cruzados, siendo simétrica la relación. Y la obediencia inducida
por el poder, es una relación asimétrica, donde se espera un comportamiento debido, o la
traslación de un tipo de recurso por parte del dominado. Por supuesto, las propiedades
emergentes de la estructura y las propiedades emergentes de la agencia pueden darle
variaciones al proceso, haciendo que el intercambio recíproco en términos formales, pueda
comportarse como una obediencia inducida por el poder o al revés. Estas formas relacionales,
a través de las cuales los proyectos de los agentes se despliegan son las que entran en fricción
con las actividades de la agencia.
La fricción es una noción no ajena al realismo morfogenético de Archer, de hecho la ocupa en
un texto de su tercera etapa, como descriptor de una relación entre contexto estructural y
prácticas del agente. En este caso, la ocuparé como noción generalizada que permita establecer
las condiciones de un juego mutuo práctico, que es la misma manera que Archer la utiliza:
“También hay indicios de que, para los reflexivos comunicativos, el contexto tenía que ser
suave, así como estable, de tal manera que sus preocupaciones podían desarrollarse en
prácticas establecidas, sin fricción del entorno” (Archer 2003:346). Que es curiosamente la
misma forma en que David Riesman, sociólogo norteamericano, lo hace casi 50 años antes:
El polvo, el ruido y el olor asociados ahora a la planta de producción, probablemente
desaparecerán de la fábrica del futuro, como la sucia habitación de roperos y el inclasificable
uniforme de fábrica del hombre con cuello azul, o sea del obrero. Entretanto, las lealtades y
207
las tradiciones provocarán fricciones si el trabajador trata de vestir con elegancia en la
fábrica y “portarse como clase media” (Riesman 1957: 97).
En ambos casos se trata de la relación sociológica entre agentes y estructura. La fricción es la
descripción del juego mutuo entre las actividades de la agencia o los proyectos puestos en
acción con las condiciones estructurales. En el caso de Archer es la relación entre las prácticas
de los agentes y el condicionamiento del contexto.
Que haya fricción entre agencia y estructura, implica que hay una zona de relación entre el
proyecto y el condicionamiento, donde ambas entidades confluyen y se intersecan de forma
empírica, generando sucesos o hechos sociales. Para Archer, en la cita anterior, las prácticas de
los comunicativos, yo diría de las prácticas de proyectos alineados con la estructura, no se
friccionan con el entorno ya que son suaves en su deslizamiento. Sin embargo, fricción no
implica solo quiebres del entorno institucional, sino la rugosidad y dificultades de realizar los
proyectos de las personas, incluso los completamente alineados con la estructura. Los cuales
tienen como consecuencia reproducir la estructura. La relación de juego mutuo práctico como
fricción de la agencia con la estructura no se produce solo “en los momentos de peligro” como
decía Benjamin, o en las fases 2 de interacción social como plantea Archer, sino
constantemente (Benjamin en Löwy 2003:75) (Archer 2009: 391). Ya que la estructura
institucional está constantemente presente, aunque eso no implica omnipresencia. El relativo
aislamiento o desanclaje de los individuos de la estructura institucional es una posibilidad
concreta, como puede apreciarse por las calles de las ciudades modernas. Y de la cual ha
surgido toda una gama de interpretaciones, destacando conceptos como exclusión, riesgo y
vulnerabilidad (Castel 2006) (Luhmann 1998) (Beriain 1996).
Las estructuras de la sociedad o las configuraciones institucionales condicionan las
posibilidades de actuación de los agentes sin determinarlas, ya que las posibilidades de acción
están siempre abiertas. De esta forma, el condicionamiento sociocultural se desarrolla,
disuadiendo en acto o con pretensión de disuasión en potencia, a las posibilidades de acción de
los agentes. Lo que hace que tengan resultados más problemáticos en costos para los agentes,
cuando realizan prácticas no compatibles con la estructura (Outhwaite 1998:289). Esto no
quita que los agentes si siguen proyectos alineados con la estructura eviten problemas
relacionados con la estructura misma. Ya que, de todas formas, se deben relacionar con la
estructura y en ese proceso se intersecan con ella, en pro de llevar a cabo sus proyectos. De
208
esta forma, los condicionamientos derivados de la estructura son un problema a solucionar por
parte de los individuos, para lo cual diseñan proyectos antes de actuar. Las configuraciones
institucionales son las relaciones que distinto tipos de instituciones tienen entre sí, generando
una forma emergente de esas instituciones, o relaciones de relaciones de relaciones sociales.
Así, una relación perfectamente diádica puede cargar con un peso estructural muy grande; como
las conversaciones entre líderes mundiales o las negociaciones de grandes corporaciones por
medio de sus gerentes generales, en las cuales propiedades emergentes del condicionamiento
sociocultural están incluidas en el proceso interaccional. El elemento estructural condicionante
es que se forman situaciones o escenarios relacionales de acción para los agentes. Estas
situaciones, que Archer denomina lógicas situacionales, implican que las estructuras ejercen un
poder sobre los agentes. Este poder o capacidad, es la forma de condicionamiento hacia los
agentes, como ubicación involuntaria, intereses creados, costos de oportunidad y grados de
libertad interpretativa. Siendo, en resumen, una “guía direccional” sobre los proyectos de los
individuos (Archer 2009).
Esta guía direccional es el poder generativo de la estructura, en positivo implica cuáles son
las prácticas estructuralmente exigidas por la configuración institucional y, en negativo, aquellas
que son disuadidas. La estructura no persuade, y tampoco determina, genera un escenario
relacional donde se puede actuar, sin entrar en altos grados de fricción con ella, para lo cual
hay que diseñar proyectos derivados de la reflexividad humana. Los proyectos posibles
derivados del proceso reflexivo pueden ser muy diversos, sin embargo solo algunos de estos
proyectos pueden realizarse, aminorando problemas de fricción para los agentes:
...los niños de clase media tienden a tomar como camino principal la universidad, mientras
que la educación extendida de la clase obrera tiende a incluir un precio absoluto más bajo;
ocurre en un ambiente más conocido y cercano, y es más corto y seguro en términos de
retornos vocacionales. (Archer 2009: 281).
Esto no implica que siempre se decida utilitariamente, las motivaciones de los proyectos que se
friccionan con la estructura, también pueden ser morales y con cargas emocionales muy
sentidas.
El poder de la guía direccional de la estructura, implica que la agencia siempre debe dejar
algo en el camino del curso de acción, ya que hay un contacto con la estructura, sino la
estructura no tendría la condición de entidad. Comprar el diario es una práctica, un proyecto
209
parcial, incrustado en otro más extenso como informarse, demasiado normalizado y abierto
para todos como para considerarlo una fricción entre agencia y estructura. Sin embargo,
existen no solo perfiles de personas que compran generalmente un diario, sino diarios
específicos para esas personas; ya que el proyecto de preferencia tiene distintas preocupaciones
a resolver, desde el estado de las bolsas de comercio a los acontecimientos de la industria del
espectáculo. En el proceso de adquisición de los periódicos se desarrolla una relación práctica
con un otro a través de y con la estructura, una fricción que está involucrada en el intercambio
de dinero por el bien. La instituciones mercantiles como normas formales (pago por el bien),
además de las convenciones (crédito informal), que median las formas de intercambio entre
distintos tipos de agentes como personas u organizaciones; implican un proceso en el cual
demandante y oferente, ganan y pierden algo, dinero e información, siguiendo la
institucionalidad vigente y usando los recursos disponibles. El juego mutuo práctico entre los
agentes y con la estructura se ha realizado, los agentes obtuvieron diversos tipos de recursos y
la estructura institucional se ha reproducido. Un cotidiano intercambio está contenido en el
sistema económico histórico, aunque no esté contenido este objetivo en las preocupaciones y
proyectos de los agentes directos; e incluso si estuviera el proyecto de la transformación del
sistema económico en el individuo, su condición de posibilidad no pasa por su subversión
interaccional diádica. La interacción como práctica exigida por la estructura se debe desplegar,
siguiendo la guía direccional de la estructura institucional, so pena de otros costos: “Entonces
las personas no contraen matrimonio para reproducir la familia nuclear o trabajan para
sustentar la economía capitalista. Sin embargo, esto es una consecuencia no deseada (un
inexorable resultado) como también una necesaria condición para su actividad” (Bhaskar
1998b: 215)
Las estructuras ejercen sus poderes por medio de la acción humana, eso no puede dudarse.
Pero eso no puede llevar a la conflación, la guía direccional desarrollada por las lógicas
situacionales, hace que unas prácticas tengan más probabilidades de desplegarse que otras, lo
cual es siempre un problema de preocupaciones primordiales agenciales. Hay veces que el
proyecto corre más riesgos en recursos, en búsqueda de mayores beneficios, como los
proyectos de emprendimiento económico. Sin embargo, también hay proyectos que
directamente rompen las normas, contraviniendo la forma de acceso a recursos, como innovación
sobre los medios legítimos para alcanzar unas metas culturales, como diría Merton, en su teoría de la
210
adaptación individual (Merton 2010). En cuyo caso, el proyecto contradice la exigencia
estructural de prácticas, sin embargo la norma sustantiva podría volverse más firme, como lo
planteara Durkheim sobre las acciones desviadas que confirman las instituciones (Durkheim
2006:99).
El argumento central aquí, es que como principio sociológico general, de la relación de
fricción de la agencia con la estructura, ningún agente termina la práctica de su proyecto de la
misma forma en que empezó. Y no solo por los efectos no deseados o las propiedades
emergentes que se pueden desarrollar. Algo deben dejar en el camino los agentes, ya que se
intersecan en un punto con la estructura, para que la estructura se modifique o reproduzca. Si
esto no es así no se puede comprender el proceso de morfogénesis, ya que de otra forma
habría paralelismo entre agencia y estructura. Incluso si el proyecto se ha completado,
desarrollado a plenitud y de manera completamente alineada con la estructura. No trasgredir
ninguna relación, sea formal informal, no implica que no haya fricción con la estructura. Las
prácticas alineadas son reproductoras de la estructura haciendo que resista por más tiempo. De
esta forma, los proyectos de los agentes pueden estar alineados con la estructura, aunque no
ser paralelos, pudiendo también ser evasivos, trascendentes y subversivos a la estructura; pero
en algún punto se deben intersecar con la estructura para poder realizarse. El encuentro del
proyecto de las agencias con sus propias metas y el condicionamiento de la estructura con su
guía direccional, que exige unas prácticas específicas a los proyectos de los agentes, es lo que la
idea de fricción viene a representar en vista del proceso de morfogénesis estructural. Y es lo
que permite, teóricamente hablando, que agencia y estructura no correlacionen.
De esta forma, colocar a la fricción como noción de juego mutuo práctico, permite llevar
más allá la teoría del juego mutuo de Archer, recuperando el propósito del estudio del cambio
social a través de una teoría no conflacionaria. Desde Lockwood en los sesenta en su distinción
entre integración sistémica e integración social, y el argumento de fases diferenciadas de
integración sistémica e integración social de Archer, el problema siempre está situado en el
proceso de morfogénesis, tanto de la estructura como de la agencia. Donde se deben distinguir
ambas entidades, en procesos que se desarrollan en el tiempo pudiendo tener fases
características, sin embargo esto depende de los proyectos de los agentes y del
condicionamiento estructural en tiempo presente.
211
De esas condiciones o capacidades de fricción de los proyectos agenciales frente a la
estructura, es que se puede distinguir entre etapas y procesos morfogenéticos en la estructura.
Para esto, por supuesto, se debe entender las capacidades condicionantes de la estructura y las
capacidades de acción de la agencia, no solo en sus distintos momentos como en Archer, sino
en sus distintos niveles de emergencia. Por eso, no es lo mismo que una persona contravenga
unas normas para obtener un tipo de recurso como una “acción delictual”, a que muchas
personas contravengan unas normas como procedimiento para obtener modificaciones
institucionales, como los movimientos sociales. Los niveles de emergencia de la agencia y la
estructura, se implican en procesos de juego mutuo, donde es su juego a nivel macro las que
permiten los procesos de morfogénesis. Donde lo macro y lo micro, no dependen del
observador, hay niveles más macro y complejos que otros. Lo que implica propiedades
emergentes tanto de la agencia como de la estructura, con diversos tipos de resultados sobre la
estructura. Dependiendo la estabilidad estructural del tipo proyecto, tipo de agencia y
capacidades de la agencia.
Si la estructura condiciona a la agencia, en todas las fases del ciclo morfogenético, ejerciendo
una guía direccional sobre los proyectos de la agencia, entonces se debe poder describir que
elementos son los que los proyectos tocan. Ya que, como anticipe, proyectos por muy
alineados que sean siempre se friccionan con la estructura. Por esto abrir y desempacar, los
elementos del condicionamiento sociocultural resulta un problema fundamental. Recorrer este
camino es inevitable para entender el proceso de fricción, ya que se trata de entender como las
entidades juegan mutuamente. Donde las dudas sobre las propiedades de la agencia, resultan
menos problemáticas, ya que es proyecto puesto en acción, colectivo o individual. Así, la
puesta en práctica de los proyectos es lo que juega mutuamente con otra entidad, como es la
estructura institucional. Por lo tanto, introducirse desde la noción de guía direccional a los
elementos que generan condicionamiento sociocultural en sí, resulta el problema central para
dar cuenta de la idea fricción. O de otra manera, el condicionamiento sociocultural hacia los
agentes, se genera dados unos elementos que realizan este proceso.
Archer tiene una teoría de la morfogénesis estructural desde 1979, del condicionamiento
estructural desde 1995, de las formas de la estructura desde 1978 y completada en 1995. Y sin
embargo, no posee una teoría directa sobre las estructuras institucionales, pareciendo ser un
elemento sobre entendido. Esto puede deberse a que la noción sobre la idea de estructura
212
social es relativamente uniforme en el realismo, en tanto configuración de instituciones sociales
(Bhaskar 1998b) (Archer 2009) (Elder-Vass 2010). Aunque, por supuesto, no está libre de
discusión desde otras perspectivas, como ya mostré en el capítulo tres. Las estructuras son
relaciones sociales de relaciones sociales con propiedades emergentes. Donde en último
término se trata de entender a las instituciones, como sistemas de relaciones que ejercen
orientación sobre las interacciones y las acciones de sujetos con objetos. Las instituciones
sociales, no son solo sistemas relacionales, muchas veces normados, sino relaciones que
direccionan con éxito la acción de los agentes. De hecho, el objetivo de intentar orientar la
acción, es lo que las distingue como normas sociales o reglas sociales o convenciones sociales,
de simples conjuntos de palabras. Así, la diferencia entre una doctrina cultural y una institución
social puede fijarse aquí, entre principios generales con los cuales se desarrollan valoraciones
sobre el mundo y las formas reglamentarias de acción que intentan direccionar prácticas. Si no
se siguen, si no orientan la acción, serían letra muerta en términos sociológicos institucionales,
aunque no necesariamente culturales.
Las instituciones sociales se vuelven estructuras con propiedades y niveles emergentes,
cuando unas instituciones entran en relación con otras. Siendo estas relaciones entre
instituciones las que generan las condiciones de una configuración sistémica, desarrollando
nuevos “contextos estructurados de acción” a los agentes (Outhwaite 2006:95). No
contemplados en ninguna institución por sí, de manera aislada, pero sí en conjunto. Así,
instituciones que rigen diversos aspectos de la vida de las personas entran en relación,
generando nuevos escenarios relacionales en su complementariedad o contradicción entre sí.
Una configuración sistémica puede funcionar con sistemas institucionales complementarios
y/o contradictorios, de manera necesaria o contingente. En la medida que las configuraciones
institucionales comienzan a presentar propiedades emergentes, se generan escenarios nuevos a
los agentes, abriendo variaciones a las posibilidades de proyectos, obligando a las agencias a
profundizar sus procesos de reflexividad para generar proyectos acertados.
Estas formas complejas de institucionalidad social presentan otro elemento central en
Archer, ya que por medio de la estructura, circulan recursos tanto materiales como ideales. Lo
que hay en los procesos de relaciones entre agentes mediados por la estructura, son recursos
como “sanciones políticas, recursos en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009: 393).
Los objetos del mundo, naturales o culturales, ideales o materiales; son recursos cuando se
213
utilizan para algún fin. Estos objetivos hay que buscarlo en los proyectos de las agencias. Estos
recursos pueden adosarse a las agencias o ser exteriores a ellas, y pueden ponerlos en
circulación o retenerlos, mejorando sus capacidades y posiciones dentro de los sectores donde
actúan. La reflexividad cuando se despliega como proceso en las agencias, toma en cuenta –
conocimiento mediante- a la cantidad de recursos disponibles para ejercer los proyectos, sobre
los cuales se espera obtener otra cantidad y variedad. La forma sociológica de las instituciones,
será el modo por el cual se produzcan, circulen y consuman los recursos producidos por los
agentes. De esta forma, es que se puede decir que los recursos son resultado de las relaciones
entre agencia y estructura, como producto de la vida en común de los humanos.
A los recursos y normas institucionales de la estructura, se debe agregar un elemento no
institucional, pero relevante en los argumentos sobre el condicionamiento de la sociedad y la
morfogénesis en Archer, como son los sistemas culturales. Solo desde los principios ideales
generales, no las disposiciones que son internas al agente, es que se puede hacer un juicio sobre
las instituciones mismas, la distribución de recursos y los proyectos de los agentes. Archer
asume este problema con su idea de sistema cultural, y hay que notar que, también lo hace
Giddens con la idea de “principios estructurales” (Archer 1997) (Giddens 1995). La estructura
está formada por relaciones sustantivas y recursos que circulan a través de ella, acumulándose
en algunas formas de agencia. Pero estos elementos están en relación de conjunción o
disyunción con los sistemas culturales. De esta forma, la estructura institucional está alineada
con unas formas ideales de principios morales, los cuales sirven como forma ideológica a las
instituciones.
No puede haber instituciones modernas y estructuras institucionales modernas, sino se tiene
un referente de carácter ideal con el cual se pueda contrastar, tanto las instituciones mismas
como sus resultados en la distribución de recursos. Al capitalismo salvaje se le crítica por poco
racional y generar escasez artificial. Al socialismo burocrático se le crítica por ser poco
democrático y no respetar la libertad individual. Juicios que solo pueden ser realizados, desde
un plataforma ideal que valora las prácticas y las instituciones, donde se espera su alineamiento
y expresión institucional. De esta forma, se puede decir que el condicionamiento sociocultural
está compuesto por tres elementos: unos principios ideales como sistema cultural, unas
instituciones como sistemas normativos y unos recursos tanto materiales e ideales. Todos estos
elementos generan el condicionamiento sociocultural, sin ser todo el contexto sociológico; ya que
214
habría que incluir en los contextos, también la presencia de otros agentes con sus proyectos y
recursos. Sin embargo, el punto hasta aquí, es que el condicionamiento sociocultural como guía
direccional, que Archer disecciona en propiedades como: ubicación involuntaria, intereses
creados, costos de oportunidad y grados de libertad interpretativa; son atributos derivados de
los elementos del condicionamiento como los sistemas culturales, las estructuras institucionales y
los recursos disponibles. Los cuales alcanzan niveles y propiedades emergentes en su
relacionamiento. Entonces la fricción entre agencia y estructura, se realiza por la relación de
juego mutuo entre las prácticas de la agencia con sus proyectos con los elementos del
condicionamiento sociocultural. Intersecándose los proyectos con la guía direccional de la
estructura institucional histórica, los sistemas culturales hegemónicos y los recursos presentes;
como institucionalidad sustantiva, principios ideales y recursos accesibles.
De esta forma, los proyectos de los agentes pueden ser consistentes o inconsistentes con los
sistemas culturales, los cuales pueden ser universales o particulares. En este caso, se trata de la
relación de juego mutuo entre el nivel sociocultural y el sistema cultural (Archer 1997). En
tanto punto interpretativo entre agencia y estructura, no las relaciones lógicas entre
componentes del sistema cultural. El nivel sociocultural de Archer, cuando realiza valoraciones
y juicios, o cualquier elemento que pertenezca al mundo III o de las ideas, entra en
inconsistencia o consistencia con los principios ideales del sistema cultural hegemónico, sean
estos sistemas contradictorios o complementarios (Archer 1997). Entre estos hechos
culturales, derivados de proyectos, pueden estar: la producción de libros, la realización de
conferencias, los discursos públicos, realización de cátedras, las conversaciones entre personas
e incluso la conversación interna.
En sistemas culturales con problemas de integración sistémica como contradicciones
necesarias o contingente, bajo lógicas situacionales ideales de sincretismo o pluralismo, la
inconsistencia o consistencia de los proyectos será más compleja de establecer. Ya que varios
sistemas culturales conviven con sus propios principios en el sistema cultural, aunque se podría
decir que emerge un meta-sistema que permita que todos estos sistemas estén presentes, con
sus relaciones lógicas. Así, se puede ser consistente con un sistema e inconsistente con otro,
debiendo establecer nuevos criterios con lo que se considera bueno o malo, justo o injusto,
verdadero o falso; en un sistema ideal complejo. Donde el relativismo cultural o los principios
universalistas, se ubican como formas de dirimir estos problemas en las relaciones internas del
215
sistema cultural. Si no hay un meta-sistema disponible, este puede ser producido mediante
intervención agencial, desde las complementariedades lógicas entre sistemas particulares, o
sobre condiciones trascendentes a cada uno de estos sistemas culturales. Permitiendo resolver
los problemas de manera no relativista, o como costumbre atávica o con mero pragmatismo;
como el rol que puede cumplir la cultura moderna en nuestros días, como contenido desde el cual
se enjuicia la modernidad de la sociedad moderna. Argumento del que se tiene rastros desde Kant
con su metafísica de las costumbres (Kant 1975).
Las configuraciones institucionales pueden ser coherentes o no con los sistemas culturales.
Problema complejo sin principios generales; ya que la coherencia siempre puede ser sometida a
crítica, dependiendo desde dónde se argumente. Sin embargo, la relación de juego mutuo
práctico que guardan con la agencia es distinta a la consistencia. Las estructuras sociales
históricas son institucionalidad sustantiva, y en estricto rigor permiten establecer qué prácticas
son incitadas o disuadidas a los distintos tipos de agencia. Las instituciones tienen sus parcelas
sustantivas como campos de acción, sobre las cuales desarrollan sus poderes de guía
direccional. Así, las instituciones definen qué se debe hacer y qué no, dependiendo del campo y
la forma en que intente regir las prácticas de los proyectos. Sin embargo, relacionadas todas en
conjunto, como una estructura institucional se desarrollan propiedades emergentes. Lo que
implica nuevos escenarios relacionales, con lógicas situacionales nuevas, para la elaboración y
despliegue de proyectos. La normatividad sustantiva del gobierno y de las empresas, es más
restrictiva que las de la familia. Y las lógicas situacionales que se forman de las relaciones entre
las instituciones, da como resultado la caracterización de un sistema social como abierto y
democrático, o burocratizado y autoritario.
No debe pensarse por eso que los sistemas institucionales son un completo clon de las leyes,
aunque el derecho y las leyes son fuentes importantes de elaboración de instituciones sociales.
Ya que, de hecho, las fuentes normativas sustantivas que guían estructuralmente las prácticas
de las personas, tienen planos no normados de manera legal. Sino que funcionan por medio de
convenciones sociales como instituciones informales. Estos códigos no escritos, pero que
funcionan como institucionalidad sustantiva, permiten ciertas prácticas que podrían no estar
reconocidas como permisibles por la ley, pudiendo disputarle la guía direccional a la misma ley
formal. La relación entre estos dos tipos de instituciones pueden tener efectos relevantes sobre
los proyectos de los agentes en los contextos estructurales en donde actúan, como las redes
216
interpersonales en el acceso a cierto tipo de recursos. De esta forma, pueden entrar en
contradicción o complementariedad en el mismo tipo de sistema institucional que regulan. Sin
embargo, fuera del mismo problema de las instituciones informales, se debe sumar los
problemas de relación en los sistemas, aunque sean incluso todos formales, ya que se generarán
problemas internos de contradicción y complementariedad. De esta forma, los parlamentos
son generadores de leyes que pretenden ser instituciones sociales. Las que aún deben pasar el
proceso de la incorporación a la vida social que esperan regir: como las relaciones con las
instituciones informales, los problemas de integración con las otras instituciones formales y,
sobre todo, las propiedades emergentes que se generarán al funcionar contemporáneamente en
conjunto en la trama institucional.
Una institución puede recorrer un camino desde una relación derivada de unas prácticas
sociales, reproducirse como institución informal, para luego ser formalizada por medio del
derecho e insertarse dentro del sistema general de instituciones formales. De esta forma, puede
ir cambiando lentamente el proceso morfogenético hasta dar con un nuevo panorama de
estructura institucional. Esto puede denominarse proceso de normativización, de la práctica
regular a la formalización, vía legitimación formal. O, puede recorrer el camino inverso,
directamente desde la formalización, para hacerse parte de las prácticas regulares, como un
intento de normativización de la vida social. Por supuesto, esto no genera control sobre los
proyectos y preocupaciones de las personas, sino que genera condicionantes a las prácticas, ya
que genera nuevos escenarios institucionales con costos diferenciados. Siendo una elaboración
que depende de los grados de fricción que se puedan desarrollar en los espacios, formales e
informales, de poder instituyente.
La relación de juego mutuo práctico de los proyectos, como fricción con las instituciones
sociales formales e informales, son la contravención o confirmación de las configuraciones
relacionales. Esto es, en el punto de contacto entre los proyectos de los agentes y las prácticas
requeridas por la estructura, se produce un acontecimiento o evento que contraviene o
confirma la exigencia institucional. Los proyectos pueden contravenir las relacionales
sustantivas y estar ajustadas al sistema cultural, o confirmar las relaciones y ser inconsistentes
con el sistema cultural. O, pueden estar confirmando a instituciones informales y contravenir
instituciones formales, como por ejemplo el acceso a puestos de trabajo como mercados de
trabajo que pueden ser aparentemente abiertos, sin embargo se accede mayormente mediante
217
redes. Las posibilidades sociológicas son abiertas, siendo las instituciones informales y las
relaciones de facto, una fuente constante de investigación, tanto en sí como en su relación con
la estructura general, ya que no aparecen directamente de la observación de normas. Cuando
estas instituciones son las que constituyen la mayoría de las relaciones sociales, o tienen más
poder de guía estructural que las instituciones formales, las contravenciones pueden ser
extremadamente problemáticas. Como lo era, o lo es, quizás, aún, contravenir la omertá o
código de silencio de las mafias italianas. Estas fricciones entre agencia y estructura, pueden ser
bastante complejas para las personas, porque sus resultados implican proyectos y prácticas por
parte de otros agentes, que se despliegan como momento posterior a la contravención de la
relación. A pesar de esto, las contravenciones relacionales no son la forma de fricción más
normalizada. Por eso llaman tanto la atención de las poblaciones.
La fricción más normal de las relaciones entre agencia y estructura, entre prácticas y
condicionamientos, son las fricciones de recursos. Los recursos en tanto medios de
intercambio como el dinero, o recursos concretos materiales como bienes y servicios, o
recursos ideales como información y conocimiento. Son la forma generalizada de fricciones
entre agencia y estructura, entre proyecto y contexto, entre práctica y condicionamiento. Los
recursos son parte de las propiedades emergentes de las estructuras socioculturales. Esto se
nota de inmediato cuando se posee dinero que no corresponde al país, ni es la moneda general
de las transacciones mundiales, o, casi trágicamente, en las devaluaciones. Lo cual no depende
de la moneda en sí, sino de la estructura institucional formal e informal que le da soporte y
viabilidad. Sin embargo, otro tipo de recursos pueden tener una condición menos dependiente
de la estructura, como por ejemplo los libros. Los libros como recursos no dependen tanto de
la estructura, ya que son en todos lados lo mismo, recursos ideales con formato y soporte
material variado, pero sobre todo son escritos e ideas de otros humanos. A menos que no se
pueda entender el libro o este sea peligroso para las instituciones imperantes por inconsistencia
cultural, en cuyo caso el libro afirma la puerta, queda haciendo masa en la biblioteca o es
quemado en una pira por cuestionar la hegemonía cultural.
Los recursos entonces son objetos o servicios que son producidos, intercambiados y
consumidos por los seres humanos. Algunos no son producidos como los naturales, pero son
intercambiados y consumidos, o de otra forma algunos elementos que son usados como
recursos no fueron producidos como recursos en términos estrictos, como los seres humanos
218
o la naturaleza (Polanyi 2000). Y el juego mutuo de la agencia con la estructura, está
generalmente asociada a la obtención de recursos, cualquiera sea el tipo de recurso que se
requiera. Los recursos en el proceso de fricción, cualquiera sean estos, solo pueden aumentar o
disminuir, no teniendo mayores posibilidades, aunque si propiedades sinérgicas entre ellos.
Pueden configurarse como estructuras de factores entre capital económico y capital político,
correlacionarse en el tiempo como la relación entre educación de los padres y resultados
académicos de los hijos. Pudiendo haber desequilibrios, como cantidades diferenciadas de
recursos que una persona posea, alto capital cultural y bajo capital económico. Sin embargo, el
punto es el mismo, los recursos aumentan o disminuyen.
Hay recursos que dejan huellas indelebles en los sujetos, ya que se insertan en ellos como
parte de su identidad personal, como la educación de tercer nivel. La cual les permite acceder a
plazas de trabajo altamente especializadas, donde deben saber cómo desenvolverse. Sin
embargo, esto requiere ocuparse de estos asuntos en la universidad, invirtiendo tiempo en
aprendizaje. Además en países altamente mercantilizados, esta educación no solo implica
tiempo de la existencia de la persona, sino también recursos monetarios pudiendo desequilibrar
los presupuestos familiares. De hecho, hay familias que ahorran durante años para poder pagar
las universidades de sus hijos. Los aumentos y disminuciones de recursos, sus posibles
acumulaciones y propiedades sinérgicas, es la más forma más normal de fricción. Siendo de
hecho esta fricción la que condiciona la realización de presupuestos familiares como un
proyecto. Donde el juego mutuo que se produce entre prácticas y condicionamientos, implica
aumento y disminución de recursos relevantes para los agentes, a través de proyectos alineados
con la configuración de instituciones imperantes y consistentes con los sistemas culturales
hegemónicos.
Un elemento muy relevante del problema del acceso, retención e intercambio de recursos
por parte de los agentes, es que este proceso les otorga una posición en la estructura. Por esta
razón, las estructuras institucionales pueden ser ventajosas para unos y desventajosas para
otros, donde una institución formal de intercambio recíproco puede funcionar como una
forma de obediencia inducida por el poder, por propiedades no contenidas en la norma formal,
pero que se despliegan como una relación derivada de una situación de desventaja. La enorme
discusión sociológica sobre los mercados de trabajo, han argumentado una y otra vez que los
intercambios de trabajo por remuneración, que son en estricto rigor bajo las normas
219
institucionales formales del capitalismo, un intercambio recíproco entre personas
individualmente establecido, son afectados por los sindicatos que, según la teoría económica
liberal, actúan como un cartel, generando sesgos a los precios del trabajo, imposibilitando la
competencia. En este caso por medio de una organización no mercantil, rompiendo el
equilibrio del intercambio recíproco individual (Neffa 2007).
Controlar recursos que tienen sentido en la relación de juego mutuo con la estructura,
permite a los agentes acceder a nuevas posiciones, enfrentarse a nuevos intereses creados,
pudiendo modificar sus proyectos y preocupaciones. Los recursos pueden adosarse a las
personas como el conocimiento o pueden ser exteriores a las personas como los materiales. Sin
embargo, en su relación de juego mutuo con la estructura, algunos se perderán por la fricción
con la estructura, que es la única forma de ponerlos en juego. De esta forma, el juego mutuo
práctico se completa. La fricción, entonces, es de consistencia o inconsistencia con los sistemas
culturales, contravenciones y confirmaciones con las estructuras institucionales y aumentos o
disminuciones de los recursos. Pudiendo, de hecho, generar consistencia, contravención y
disminución. Como pueden generar inconsistencia, confirmación y aumento. Y así, seguir una
secuencia compleja de fricciones de los proyectos, con el condicionamiento de las estructuras
institucionales y los sistemas culturales. Tal como aparece en la figura 9.
Figura 9: Esquema de los elementos de fricción entre agencia y estructura.
Fuente: Elaboración propia
Objeto de fricción sociocultural.
Tipo de fricción de los proyectos sociocultural
Negativa
Positiva
Sistemas culturales (universales o particulares)
Inconsistencia
Consistencia
Instituciones (formales e informales)
Contravención
Confirmación
Recursos (materiales, ideales, sanciones, poder)
Disminución
Aumento
El condicionamiento de la estructura se genera por medio de la guía direccional, como
disuasión o exigencias de prácticas hacia los agentes, esto es de la estructura hacia la agencia. Y
el juego mutuo práctico entre agencia y estructura se realiza por medio de la fricción, la cual se
genera con la puesta en práctica de los proyectos. Se desarrolla reflexión para llevar a cabo los
proyectos porque se está condicionado, y porque se entra en juego mutuo práctico con la
estructura es que se deja algo en el proceso. No hay proyecto por muy alternativo que sea, sin
algún problema para el agente y sin consecuencias para la estructura. Estos problemas para las
personas puede ser: desbalance en la estructura de la identidad personal, rejerarquización
220
constante de preocupaciones primordiales, mortificación de una forma de ego,
desmembramiento de agencias corporativas, deterioro de posiciones por pérdida de recursos,
etc. O, puede darse en sentido positivo: aumento de recursos materiales e ideales, expansión de
una forma de ego, autovaloración, estabilidad en la configuración de la identidad personal.
Aunque, por sobre todo, en el proceso de los juegos mutuos con la estructura, los individuos
dejan tiempo de vivencia individual, consumen tiempo existencial. El propio, y escaso, tiempo
de vida natural, es uno de los elementos que se deja en el juego mutuo con la estructura social,
tanto elaborando proyectos como desarrollándolos en fricción con la estructura. No hay
proyecto que no involucre alguna forma de fricción con la estructura institucional.
Un elemento central que tiene esto es que los proyectos pueden ser trascendentes,
subversivos, evasivos o alineados con la estructura; dependiendo del plexo de metas que
tengan los agentes, teniendo con esto diversos tipos de fricción con la estructura. Pudiendo
establecer que agencia y estructura no correlacionan, ya que los proyectos de la agencia tienen
objetivos propios. Y es este elemento, en un sentido formal aún -de ninguna forma sustantivo,
lo que hace que la estructura se reproduzca o transforme. La realidad social, al observador
positivista y conflacionista, solo puede dar cuenta de lo repetitivo de una práctica. Sin
embargo, el meollo central en los sujetos, son las razones de la práctica que están contenidas
en los plexos de proyectos de las personas.
La morfogénesis estructural depende de la fricción con agencias del mismo nivel de
emergencia, de los tipos de proyectos y de los recursos disponibles. Los niveles de emergencia
y las lógicas situacionales de la estructura, son elementos a comprender por la agencia,
incorporándolos en su proceso reflexivo, evitando las falacias ecológicas analíticas y prácticas.
Las consecuencias de la fricción de un grupo de individuos frente a la estructura, aunque sea
un proyecto trascendente y masivo, pero no coordinado; no tiene el mismo grado de fricción,
que el mismo proyecto que se realiza de forma coordinada por las agencias corporativas,
incluso menos masivas. Friccionando las estructuras institucionales históricas, los sistemas
culturales hegemónicos y las distribuciones de recursos. Por eso, las intervenciones focalizadas
y aislantes, las resistencias individuales y todo proyecto de transformación de una estructura
institucional que no tome en cuenta los niveles de emergencia sistémicas a los que enfrenta,
están condenadas a resultar impotentes si intentan transformar la estructura. Ya que su
capacidad de fricción con las estructuras institucionales es baja. Estos elementos son la base
221
del juego mutuo práctico entre agencia y estructura, que puede derivar en una morfogénesis
estructural por medio de la fricción entre agencia y estructura.
Conclusiones: los juegos mutuos en el proceso de morfogénesis.
La teoría realista morfogenética presenta dos juegos mutuos, uno que es un proceso de la
conciencia y uno que es práctico. Estos dos juegos mutuos, son centrales para entender las
relaciones que mantienen los seres humanos con las estructuras sociales y los sistemas
culturales, donde el juego mutuo como deliberación y fricción son, de alguna forma,
ineludibles para quien quiera vivir y estudiar la vida en común de los seres humanos. Estos
juegos mutuos estaban contenidos y sin desempacar en la obra de Archer, la cual ha sido
puesta en tensión en estos dos elementos centrales, sin embargo se mantuvieron los objetivos
centrales de la teoría realista morfogenética: a) elaborar una teoría no conflacionista de la
morfogénesis social; b) en base a una distinción ontológica entre agencia y estructura; c) que
describa sus formas de relación como juego mutuo y; d) dando cuenta de este proceso en el
tiempo. El juego mutuo es contemporáneo, aunque tengan agencia y estructura temporalidades
diferenciadas. Y no correlacionan, porque los proyectos de las agencias tienen objetivos
propios. De esta manera, cuando se intersecan con las estructuras institucionales y sistemas
culturales, desplegando las prácticas incitadas por las estructuras, lo hacen para un fin propio y
posiblemente distinto de las estructuras. Como las extrañas paradojas de ir a comprar artículos
en tiendas para protestar contra el sistema capitalista, o el hecho de que los sistemas
económicos deban incentivar y monitorear la competencia que las empresas tratan de evitar, ya
que su objetivo es aumentar sus niveles de ganancia. Y ese elemento, resulta un problema
inexorable a la teoría realista morfogenética, sobre el cual he puesto una forma de solución
basada en la noción de fricción.
Las relaciones de juego mutuo entre agencia y estructura, elaborando proyectos y
desarrollándolos, es lo que hace que la sociedad sea como es y de ninguna otra forma. Donde
la forma general de la sociedad se desarrollará desde los resultados del momento más álgido de
fricción entre agencia y estructura en el nivel macro. Este momento “de peligro”, que puede
definir el futuro, es representado como fase 2 de “interacción” de agencia con estructura en el
esquema de Archer. Implicando un cambio importante en los proyectos de las agencias desde
222
la fase 1 de condicionamiento, aumentando los niveles de fricción. La fricción es aquello que se
ha abierto en el proceso de desempaque teórico, desplegándolo como modelo en todas las
fases. Todas las fases morfogenéticas tienen en su interior ambas formas juego mutuo. Así, la
característica relevante de la fase 2 como juego mutuo, no es la simple interacción entre
agencia y estructura, sino la intensidad de fricción de los proyectos de las agencias frente al
condicionamiento de la estructura institucional. Si es un momento de incertidumbre subjetivo
y de contingencia estructural, es dado por los tipos eventos o acontecimientos que resultan de
la intensidad de fricción a nivel macro. Así, todas las fases de la morfogénesis tienen diversas
formas de fricción, las cuales dan pie a eventos diversos. Y solo esto último, puede caracterizar
a las fases en sí de forma vertical y a los cambios de fases de manera horizontal.
Las propiedades emergentes derivadas de la configuración institucional, formal e informal,
generan nuevos escenarios para las preocupaciones individuales y los proyectos de las agencias.
Donde las fricciones con la estructura, de los distintos tipos de agencia, pueden desembocar en
procesos de cambio, o en una consolidación momentánea de las condiciones estructurales
anteriores. Por supuesto, de estas posibilidades no se encarga la historia, sino la relación de
juego mutuo de la agencia con la estructura, ya que estas posibilidades no son de la historia,
sino de la relación de juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera, las fases de
Archer, pueden ser caracterizadas como fases con una forma característica de juego mutuo
reflexivo y práctico, tal como aparece en la figura 10. En este esquema, se puede observar la
diferencia del argumento general que he levantado desde la obra de Archer. Mientras en
Archer, los procesos morfogenéticos del juego mutuo se desarrollan en y por el tiempo, donde
la estructura es anterior a la agencia, representado por las líneas de puntos discontinuos entre
las fases. En el esquema presentado el cambio de fase se deriva de la fricción entre proyectos y
estructuras, donde se acepta la propiedad de desfase temporal, pero no se acepta que esto sea
el juego mutuo o la base de distinción entre agencia y estructura.
Además, aunque no está representado en la figura 10, las formas de reflexividad de Archer
serían predominantes en algunas de las fases, ya que le son características y tienen resultados
sustantivos. Así, habría predominio de reflexividad comunicativa y autónoma en la primera
fase, predominio meta-reflexivo en la segunda y, de nuevo, predominio de reflexividad
comunicativa y autónoma en la tercera. Sin embargo, desde el argumento propuesto, más que
cambios en los modos de reflexividad, hay cambios en las configuraciones de preocupaciones
223
de los individuos como modificaciones en las formas de ego de la identidad personal, con sus
contenidos cognitivos y morales asociados. Las cuales cambian de lugar en la jerarquía de esas
preocupaciones y por lo tanto pueden modificar proyectos. Se puede decir que en las fases dos,
hay una mayor importancia de los asuntos públicos sustentados en una nueva jerarquía de la
forma de ego Nosotros, en una mayor porción de la población generando nuevas formas de
agrupamiento, sin decir poder decir mucho sobre su contenido de forma pre-empírica. Y así
mismo, se puede hipotetizar sobre predominio privado en otros grupos en las fases 1 o 3, sin
embargo son solo hipótesis, que deben aún ser puestas a prueba. Pero, ya no se trata de modos
de reflexividad, sino de la configuración de preocupaciones de las personas y los proyectos que
se pueden poner en acción.
Figura 10: Esquema superpuesto del ciclo morfogenético temporal con fricción.
Fuente: Elaboración propia desde Archer 2009.
Ciclo morfogenético de la estructura con juego mutuo entre agencias y estructuras macro.
Fase 1
Morfoestasis institucional
T1
T2
----------------------------------------------T2
----------------Estabilidad sistémica
(Fricción de recursos)
Proyectos alineados
Fase 2
Inestabilidad institucional
-------------T2
T3
------------------------------------------------T3
--------------------Contingencia sistémica
(Fricción de normas y principios)
Proyectos subversivos y trascendentes
Fase 3
Morfogénesis institucional
Morfoestasis institucional
------------------T3
T4
------------------------------------------------Estabilización sistémica
(Fricción de recursos)
Proyectos alineados
“En nuestro final está nuestro comienzo” es una frase usada por Archer, en su primera
aproximación a la morfogénesis de la agencia en 1995, siendo esta frase una caracterización de
la necesidad de distinguir de forma no conflacionaria la identidad social y la personal, aunque
ampliable a toda forma de conflación teórica, que argumente desde un solo plano de la realidad
social y en solo un punto del tiempo (Archer 2009: 386). El final de Archer ha sido mí
comienzo: la distinción analítica entre agencia y estructura de Lockwood, el desfasamiento
como modo de distinción elaborado por Archer, la posterior crítica a la conflación en la teoría
sociológica, la complementariedad con el realismo crítico de Bhaskar y la teoría de la agencia
con sus modos de reflexividad. Todos estos elementos han sido el comienzo para realizar esta
solución, con las herramientas conceptuales con las que se cuenta hasta este instante. Por
supuesto, como la misma profesora Archer establece por ahí, vendrán otros con más ingenio a
224
trabajar de forma no conflacionista, pudiendo retomar las hebras dejadas en el camino. Sin
embargo, el problema sigue siendo el mismo desde el comienzo con Lockwood y, quizás, de
gran parte de la historia de la teoría sociológica. Y si, se me permite, de la teoría social en
general (Chernilo 2011). Esto es, la morfogénesis de las sociedades.
La cual seguirá siendo un problema que debe ser comprendido en conjunto entre agencia y
estructura, donde no basta uno de los elementos entre sí de forma aislada para generar los
cambios. La diferencia es que ahora se cuenta con la distinción y desfase de la estructura con la
agencia, el condicionamiento estructural y la reflexividad de la agencia, sumado a los niveles de
emergencia de ambas entidades como contexto para la interpretación sociológica. Y por sobre
todo un tipo de relación no determinista ni elisionista: el juego mutuo. Donde he postulado el
doble juego mutuo de la conversación interna sustantiva y la fricción. Como juego mutuo de
las preocupaciones con los asuntos, con el resultado de proyectos. Y el juego mutuo de la
fricción de los proyectos con la estructura, con el resultado de la morfogénesis o morfoestasis
sociocultural. Y con esto se puede retomar el problema principal: la morfogénesis de la
estructura como resultado de los juegos mutuos entre agencia y estructura. Pero, eso es otra
historia o, quizás, es la historia.
225
A modo de conclusión general: posibilidades para la investigación
sociológica
Por supuesto que un argumento general como el planteado en este trabajo, derivado de la
reconstrucción histórica y analítica del argumento de un autor, de la crítica de algunos de sus
elementos relevantes y de una propuesta de cómo de salir de la crítica; trae en su interior una
serie compromisos teóricos y empíricos inevitables, que como consecuencias lógicas derivadas,
siempre resulta importante desempacar, aunque sea someramente, ya que implica un más allá
de la tesis contenida en el texto. Donde termina este trabajo comienza otro. Y las primeras
luces del puerto deben ser reconocidas, al menos para saber si se está en camino a algún lado o
regresando al punto de origen. Si bien no hay compromisos sustantivos específicos, sobre la
forma que pueden tomar las sociedades, como las teorías con principios metodológicos duros,
sino solo formas de conceptualización descriptiva, ya que las posibilidades sociales son
extremadamente variadas. Las derivadas lógicas, sobre todo en el plano de la investigación
sociológica, deben ser destacadas para completar el trabajo y de hecho justificarlo, en un plano
diferenciado del teórico puro. Esto, obviamente, no bloquea algunos elementos normativos
sobre la vida social que puedan argumentarse en el futuro, como podría ser la posibilidad de
desarrollar proyectos de vida que no sean estigmatizados, o que estén brutalmente
condicionados por la disposición de recursos de las posiciones iniciales, o que estén abiertos al
mérito de cada individuo para que pueda diseñarlos e implementarlos libremente. Sin embargo,
por ahora, solo destacaré los compromisos para la investigación empírica, sobre los objetos de
investigación sociológica que resultan relevantes para esta idea de doble juego mutuo. Que
implica una rearticulación y modificación respecto a los que se desprenden de Archer.
El primer compromiso lógico es la importancia que toma la noción de proyecto. Ya que
hace de puente teórico entre las preocupaciones de la agencia frente a los condicionamientos
empíricos de la estructura. Los proyectos derivados del proceso reflexivo, que cuando se
ponen en práctica se friccionan con la estructura, resultan el objeto sociológico preferente de
esta propuesta. De su caracterización es que dependerán las hipótesis posibles de fricción con
226
la estructura. Los proyectos, pueden ser caracterizados según diversos elementos de variación,
como: asuntos relevantes, objetivos o metas, alcance temporal de estos objetivos o metas,
integración interna y estabilidad temporal. No obstante de que en el futuro se puedan
desarrollar nuevos elementos de variabilidad. Sin embargo, el punto es que, para esta
propuesta, el proyecto de la agencia en sus diversos niveles de emergencia, desde el proyecto
de vida del individuo hasta los proyectos de las agencias corporativas, resulta el elemento
central de investigación. De esta forma, los posibles procesos morfogenéticos o morfoestáticos
dependen de la investigación de los proyectos y su caracterización, ya que la fricción posible
con la estructura, está contenida en este objeto, en sus formas, objetivos y capacidades.
La caracterización de los proyectos como objeto también puede prestar ayuda en la
comprensión de la identidad de las personas. Esto ya que ahora no se trata solo de las
prácticas, sino de un elemento interno como son los proyectos. Y tampoco de la forma de
reflexión interna, ya que he argumentado que no tiene mayor impronta sobre el proyecto. El
proyecto es lo que media entre las preocupaciones de la agencia y la fricción con la estructura.
Ya que es resultado del juego mutuo interno y es lo que se pone en funcionamiento en el juego
mutuo práctico. Así, se pone en el medio de ambos juegos mutuos, enarbolándolos, lo que no
implica conflación sino solo un elemento que conjunta ambos procesos. El proyecto como
objeto de investigación sociológica, permite interpretativamente adentrarse en el proceso
reflexivo, de preocupaciones agenciales y asuntos del mundo, pudiendo dar cuenta de este
proceso en las personas. Dando pistas por medio de la configuración de preocupaciones, de
aquellas formas de ego que resultan con mayor peso específico en las personas. La identidad
personal siempre será un objeto complejo y elusivo en la investigación sociológica, pero la
estructura de preocupaciones, como una configuración de las diversas formas de ego, donde
hay una jerarquía, contenidos cognitivos y disposiciones morales, puede dar un elemento de
juicio sustantivo de las configuraciones de identidad personal predominantes en una persona,
colectividad, agencia corporativa o población. Desde la cual se realizan las autovaloraciones y
la autoconceptualización de las personas.
De la misma forma, se puede hacer investigación sobre asuntos específicos del mundo,
aplicándolos a las personas, midiendo su jerarquía en las preocupaciones personales, como
puede entenderse que lo hacen las escalas de Likert. O, se puede medir elementos cognitivos
sobre diversos asuntos, como conocimientos asociados a prácticas. La investigación de los
227
proyectos y preocupaciones, puede llegar hasta elementos más elusivos como en la
investigación de disposiciones morales o de valores. Sobre las cuales se pueden desarrollar
investigaciones, que traten la relación entre disposiciones culturales y los sistemas culturales,
como la determinación del nivel de hegemonía ideológica, en tanto expansión de una doctrina
o sistemas de valores en una población.
Desde la relación entre proyecto y condicionamiento, desde donde se desarrolla lo que
denomine fricción, también presta utilidad a la periodización histórica. La fricción como
evento del juego mutuo práctico, puede ayudar a trazar los límites temporales de los procesos
históricos. Los proyectos se pueden identificar en la investigación histórica frente a la
estructura, donde sus grados de fricción son lo que marca los eventos históricos. La línea
temporal de los eventos históricos colectivos y personales, pueden ser iluminados como
fricciones entre proyectos de las agencias frente a la estructura institucional de un momento.
Así, los cambios de fases dependen de la fricción de los proyectos frente a la estructura, dando
cuenta esta vez de los procesos por medio de eventos, los cuales han sido altamente
friccionantes con la estructura. No solo líneas discontinuas de acción realizadas por un
investigador de forma arbitraria, sino niveles de fricción que pueden ayudar a distinguir los
eventos relevantes en los procesos históricos. Y través de los niveles de fricción de los eventos,
se puede distinguir las fases, las fases de los períodos y los períodos de las épocas. La fricción
como evento derivado del juego mutuo, entre proyecto de la agencia y condicionamiento
estructural, va dejando huellas en el desarrollo histórico de la sociedad, como acontecimientos
de impronta general dependiendo del nivel de agencia y estructura involucrado.
La fricción puede servir como noción, incluso para el trabajo en políticas públicas, ya que
muchas de estas políticas tratan de evitar procesos friccionantes de recursos como costos,
como por ejemplo, las políticas de educación o salud, en las cuales se hace asistencia directa de
prestación de servicios. O, en el mismo caso, las políticas de exención de impuestos para la
localización de empresas en determinadas regiones, lo que hace que se compense la lejanía y
los gastos de distribución, por medio de la generación de empleo regional y la disminución de
los gastos de hundimiento. De la misma manera, puede haber políticas que intentan dar
viabilidad a proyectos iniciados por medio de la inyección de recursos materiales e ideales a
determinados beneficiarios, como las políticas económicas de emprendimiento lo realizan. O,
incluso, en algunas políticas extremadamente complejas, de mucho contenido subjetivo a nivel
228
individual, ya que se trata de la modificación y reelaboración asistida de proyectos de vida;
como lo atestiguan las políticas de reinserción social en los procesos post-penitenciarios, donde
se intenta evitar la reincidencia por parte de los ex penados. De esta manera, los procesos de
elaboración, aplicación y evaluación de resultados, pueden resultar iluminados por medio de las
nociones de fricción entre proyectos y condicionamientos. Ya que implica, o medir los niveles
de fricción antes y después de la aplicación de la política o la mantención de proyectos
iniciados o la transformación de los proyectos.
El doble juego mutuo de agencia con estructura, tiene varias posibilidades de aplicación en
investigación sociológica empírica como se logra apreciar a primera vista. Quedando un largo
camino por recorrer, para mostrar si realmente tenía las capacidades que se han presentado
como compromisos de investigación. Sin embargo, ese camino, al menos personalmente,
comienza ahora. Y el proceso de comprensión, crítica y reelaboración del enfoque
morfogenético de Archer ha terminado, al menos en este aspecto. Quedan muchas variantes y
posibilidades, y es mi propio proyecto de investigación poder desarrollarlas, pero esa
posibilidad no solo depende de mí, hay una condición estructural y cultural propia de las
formas de investigación sociológica del país, con la cual aún debo entrar en relación. Desde
cuyo resultado puede generarse un cambio de proyecto o la mantención del actual. Pero, eso
no puede saberse, y no por contingencia radical, sino, quizás, por lo contrario; las posibilidades
no son equiprobables para todos, ya que las fricciones son diferenciadas. Si esto no fuera así,
en verdad no habría que diseñar proyectos, ya que no habría ni sociedad ni mundo. Entonces,
yo no debiera tener que reelaborar un proyecto. Y, de esta manera, comenzar una vez más.
229
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