Predicaciones Marianas: Santa María Medianera (IV) El valor meritorio de la con-pasión de María es, al menos, de congruo. Parece también que el mérito de la con-pasión de María es de condigno por las siguientes razones: 1º Existe en María una ‘cierta divina ordenación gratuita puesta en Ella por Dios’ y ‘destino a la redención de los hombres’ al ser asociada a Cristo Redentor en orden a realizar la redención. 2º Existe también en María una excelencia tal que la pone en estado de ‘cierta igualdad’ entre la obra meritoria y el premio que se consigue con ella. Igualdad que es necesaria para el mérito de condigno. En efecto: la excelencia de María es en cierto modo infinita (= toca al mismo Dios físicamente con su maternidad) y por lo tanto, el cúmulo de las gracias que posee es tal que bastan para dar la salud a todo el género humano. Luego hay cierta condignidad entre la excelencia de María y el premio que merece su cooperación a la obra redentora de su Hijo. Pero es el mérito de condigno de Santa María un mérito de condigno imperfecto. La imperfección (el no alcanzar) de la condignidad se debe a que supone ya el mérito de Cristo, esto es, la condignidad, según todo el rigor de la justicia, del mérito de la pasión de Cristo. Toda la condignidad de María toma condignidad de la condignidad de Cristo, la presupone, se funda en ella. La condignidad de María es por tanto una condignidad inferior a la condignidad de Cristo. Pero la ‘con-passio’ de María corredimió no sólo a modo de mérito (= per modum meriti) sino a modo de satisfacción (= per modum satisfaccionis). Santa María no pudo con sus obras satisfacer a Dios por Ella pues no tuvo pecado alguno. Pero por el resto de los hombres la ‘con-passio’ de María sí ejerció causalidad satisfactoria en el orden objetivo de la redención asociada a la pasión de Cristo. Así dicen los teólogos hoy (antes del Concilio Vaticano II) comúnmente. S. Bernardo llama a Santa María: ‘propitiatio nostra’ ‘ministra propitiationis’. S. Anselmo: ‘propitiatorium’ ‘refraenatris irae Dei’. Ruperto: ‘purgatrix criminum’. S. Juan Damasceno: ‘magnificum pro Heva pretium’. S. Efrén dice: ‘Virgo solvit debitum Mariae. S. Alberto Magno: ‘pro culpa Hevea B. Virgo satisfecit’. San Bernardo: ‘ipsa Patri pro matre satisfecit’. De modo semejante hablan los Sumos Pontífices recientes como León XIII, S. Pío X, Benedicto XV, Pío XII en los textos citados anteriormente. La com-passio de Santa María es satisfactoria por doble motivo. El primero: las obras satisfactorias que satisficieron a Dios fueron las obras de solo Cristo, pero Santa María tenía sobre la vida de Cristo unos derechos maternales que hicieron que en cierto modo las obras de Cristo le pertenecieran también a Ella. Y el segundo: la com-passio de Santa María, por ser una com-passio de una persona no privada, sino asociada a Cristo en la obra de la redención por eso satisfizo también a Dios pero subordinadamente a la satisfacción de la Pasión de Cristo y tomando su fuerza satisfactoria de la pasión de Cristo (= ex Virtute passionis Christi). El valor de la cosatisfacción de Santa María fue al menos de congruo pero no faltan teólogos que defienden ‘cierta condignidad en la satisfacción de María’. La razón es que la satisfacción de Santa María no es finita sino ‘según cierto aspecto’ infinita por ser la satisfacción de la Madre de Dios y la dignidad de la Madre de Dios es ‘según cierto aspecto’ infinita. Por otra parte, la malicia del pecado del hombre no es infinita simplemente sino ‘según cierto aspecto’ (= secundum quid). Luego se da cierta adecuación e igualdad entre la malicia de la ofensa y el valor de la satisfacción de María: ambas son infinitas ‘secundum quid’. El fundamento, la raíz de la corredención de Santa María está en su Maternidad física de Jesús y espiritual nuestra: Ella nos corredime colaborando con su Hijo a engendrarnos para Dios mediante el mérito, la satisfacción y el sacrificio de su compassio. En el principio mismo de mi ser engendrado para Dios, se encuentra Santa María como Madre puesta por Dios para ayudar a mi ser engendrado para Dios. Santa María ha dado algo muy hondo a Dios: le ha dado a su Hijo Jesús cabeza de su Cuerpo místico y con eso lo ha dado a toda la Iglesia y a cada uno de nosotros: eso es en fondo corredimir. (Extracto de una Conferencia Mariana, P. Rodrigo Molina, L.D.)