DE LEY DE AMNISTIA GENERAL PARA TODOS LOS PRESOS Y

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DE LEY DE AMNISTIA GENERAL PARA TODOS LOS PRESOS Y PERSEGUIDOS POR MOTIVOS
POLITICOS (POLITICOS Y DE CONCIENCIA), A CARGO DEL C. DIP. ADOLFO GONZALEZ ZAMORA,
DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA
El que suscribe, integrante del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática de la LVII Legislatura,
con fundamento en lo dispuesto en el artículo 71, fracción II, 72 y 73, fracción XXII, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, así como en lo establecido por el artículo 55, fracción II, 56, 62 y demás relativos y
aplicables del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos,
vengo a presentar la siguiente Iniciativa de Ley de Amnistía General para Todos los Presos y Perseguidos por
Motivos Políticos, al tenor de la siguiente:
Exposición de Motivos
Hombre soy, y nada de los humanos
Me es ajeno...
José Martí
La libertad, la justicia y la convivencia tiene como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, contrario a ello el desconocimiento y
el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la
humanidad.
En virtud de que todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como estén por
naturaleza de razón y de conciencia deben deducirse fraternalmente los unos con los otros. Vistas las cosas así, el
cumplimiento del deber de cada uno es exigencia del derecho de todos; deberes y derechos se integran
correlativamente en toda actividad social y política del género humano.
Si los derechos exaltan la libertad individual, los deberes expresan la dignidad de esa libertad. Los deberes de
orden jurídico presuponen otros de orden moral que los apoyan conceptualmente y los fundamentan. Es deber del
hombre servir al espíritu con todas sus potencias y recursos, porque el espíritu es finalidad suprema de la existencia
humana que flora en la cultura, la moral y las buenas maneras. Así lo contemplan los postulados de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y de la Declaración Universal de Derechos Humanos, mismos
que son recogidos y protegidos por nuestra Constitución General de la República, en este mismo sentido el espíritu de
nuestros constituyentes del 17, tutela el derecho a discernir o a tener otra perspectiva de los asuntos públicos,
condición sine qua non de la democracia y de la libertad.
El disenso hace emerger y pone sobre relieve ante la opinión pública injusticias y privilegios en el sistema políticosocial, en este sentido la oportunidad de expresión a grupos marginados y discriminados se ve relegada. En la
democracia es necesario proteger el disenso y la libertad de crítica, el ejercicio de tal crítica da vitalidad y garantía de
auténtica democracia en el Estado.
La protección democrática del disenso consiste en la práctica, en la efectiva aplicación de todas las normas que
garantizan el ejercicio de derechos civiles, como la libertad de prensa, de palabra, de acción y de asociación.
El disenso ofrece canales de drenaje a una insatisfacción que de otra manera podría radicalizarse y desembocar en
formas abiertas y violentas de contestación y contribuye así a preservar la legitimidad del sistema político y de las
políticas públicas.
Es por ello necesaria la participación del Legislativo para decretar la amnistía, para hacer olvidar al poder público el
castigo de un supuesto ilícito por la razón que lo provoca. De esta manera, como representantes de la Soberanía
Nacional debemos fomentar la democracia para avanzar en la justicia.
Cuando se habla de amnistía para presos políticos, en principio se reconoce la existencia de ciudadanos inconformes
que se han manifestado a través de distintas formas de lucha en contra del gobierno establecido y que se encuentran
presos o son perseguidos por las fuerzas de seguridad gubernamentales.
Además es evidente que la mayoría de los actuales prisioneros que han sido acusados de pertenecer a organizaciones
insurgentes, en realidad son parte de la población civil en contra de la que se ejercen represalias por considerar el
gobierno que son base social de los insurrectos.
Es inconcebible que en el extranjero diversos organismos no gubernamentales de derechos humanos señalen la
existencia de presos políticos en nuestro país, en tanto que el gobierno mexicano se niega obstinadamente a
reconocer esta realidad.
Continuamos constatando con suma preocupación que en México, persiste una grave situación de derechos humanos:
torturas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y cárceles clandestinas, son
una realidad que coexiste con una persistente militarización. Los órganos de las Naciones Unidas y de la OEA han
podido constatar tales violaciones así como la falta de respuesta efectiva a las recomendaciones que se han
realizado.
La persecución política lleva a prisión a personas a las que se les "fabrica delitos", ocultando de esta manera la
existencia de presos de conciencia. La Limeddh-FIDH (La Liga Mexicana de la Defensa de los Derechos Humanos
y la Federación Internacional de Derechos Humanos) cuenta con 294 casos documentados de presos políticos en
México, cuyos procesos se encuentran plagados de irregularidades. Chiapas ocupa el primer lugar, seguido de
Oaxaca y Guerrero respectivamente. La mayoría de los presos son indígenas, miembros o simpatizantes del Partido
de la Revolución Democrática. Asimismo, las recientes acciones represivas en contra de los estudiantes de la UNAM
y el Mexe en Hidalgo, han incrementado al doble el número de presos de conciencia y la persecución medianteórdenes
de aprehensión pendientes de ejecutar.
Ante la gravedad de la situación y la acción organizada del pueblo, se va generando un momento coyuntural en el que
el Gobierno Mexicano se ve obligado a reconocer la existencia de presos políticos y de conciencia y a favorecer
recursos jurídicos que, respetando la independencia del poder Judicial, permitan medidas prontas y expeditas para
su libertad.
Estamos en un periodo coyuntural sumamente favorable a una Ley de Amnistía, puesto que, por un lado, se ha
incrementado sensiblemente el número de perseguidos y detenidos políticos; diversos sectores se han pronunciado al
respecto; la Alta Comisionada de la ONU, Mary Robinson, ha solicitado al Gobierno de México que extienda
invitación al Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detenciones Arbitrarias y el Relator sobre Independencia de Jueces
y Magistrados; y por otro lado, los momentos electorales que buscan legitimar un incipiente proceso electoral
democrático.
Si representantes del gobierno expresan públicamente que se está entrando a un periodo de "normalidad democrática"
en la vida política nacional, ello implica que se ha vivido décadas en circunstancias anormales o antidemocráticas, lo
cual aunado a los graves problemas económicos, sociales y políticos, ha generado inconformidad ciudadana, que se
expresa de diferentes maneras. Por ello la amnistía general a los prisioneros y perseguidos por motivos políticos es
un imperativo ético, es saldar una deuda con quienes han tenido el valor de protestar contra el anormal e injusto
orden de cosas que ha existido en nuestro país. Es un punto de partida para continuar la transformación del país en un
régimen donde impere un verdadero Estado de derecho.
El preso de conciencia, según Amnistía Internacional, es una persona encarcelada a causa de sus creencias o de su
origen étnico, sexo, color, idioma, origen nacional o social, situación económica, nacimiento u otras circunstancias,
siempre que tales personas no hayan recurrido a la violencia ni propugnado su uso.
Se considera preso político a aquella persona que busca la transformación de la sociedad y que, con base en
convicciones políticas, intenta mediante la violencia alterar o modificar la forma de su gobierno y por ello es
acusada por delitos contra la seguridad de la nación y/o otros, y debe de tratarse con arreglo al Derecho
Internacional Humanitario.
Se considera preso injustamente a aquella persona que se encuentra en prisión por la fabricación de delitos, que
pueden estar asociados o no a motivos políticos.
Observamos entonces que existe un vacío jurídico, que no se va a llenar por razones obvias, y limita determinar a
quien se le considere preso político o de conciencia. Tal acepción es asignada por el mismo preso, su organización o
por las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos que conforme a la hoja de vida de la persona se le
define como tal, basándose en la existencia de elementos para fundamentar la falsa acusación o irregularidades en el
proceso aunque se le acuse de otros delitos. Otra dificultad estriba en la limitación para conocer todos los casos a
nivel nacional y sobre todo poderlos documentar. Así mismo, la CNDH regularmente se declara incompetente para
atender tales casos.
Para el gobierno de México no existen presos políticos sino políticos presos, son estos los funcionarios públicos caídos
en desgracia que se convierten en incómodos, a quienes se les acusa de delitos contemplados bajo el título de
servidores públicos.
Si bien es cierto que el Código Penal Federal tipifica los delitos denominándolos de carácter político bajo el título de
delitos contra la seguridad de la nación; aunque la mayoría de los presos políticos y de conciencia son acusados de
estos delitos, existe un número importante que son acusados de delitos comunes.
Si se nos permite generalizar podríamos decir que existe un rasero sumamente desigual en el catálogo de sanciones
de los delitos aplicados a los presos políticos y a los políticos presos (servidores públicos).
Si consideramos que el servicio público se ejerce como un acto en el que el pueblo deposita la confianza en los
servidores públicos, y que éstos tienen la obligación de vigilar y administrar los bienes de la sociedad mexicana. Si
tomamos en cuenta que los servidores públicos, por su posición, se encuentran en condiciones de actuar con
premeditación, alevosía y ventaja, los delitos por ellos cometidos deberían ser tipificados como graves, puesto que su
comisión puede constituir en casos graves actos equiparables a la traición a la patria, por defraudar la confianza que la
soberanía deposita en ellos. Se puede apreciar entonces que, desde el Código Penal vigente se propicia la impunidad
puesto que las sanciones y las multas son muy bajas, por muy grave que sea el daño que genere, la multa va de 3 días
de salario mínimo, hasta 500 días y de prisión de 3 días hasta 14 años.
Se requiere una amplia discusión y participación entre los luchadores sociales y las organizaciones políticas y sociales.
La amnistía es una demanda que diversos sectores del pueblo y sus organizaciones están demandando, al reconocer
todo el valor y aporte social que los luchadores sociales están dando por mejores condiciones de vida para el pueblo
y por los derechos humanos y las libertades fundamentales. La demanda social de amnistía de ninguna manera
representa el que se deje en total impunidad a los violadores de derechos humanos. De ninguna manera
aceptaremos las leyes de olvido o de punto final, que tanto daño han causado a los pueblos en los que se han
aplicado. Recordamos que violaciones graves a los derechos humanos, tales como las ejecuciones extrajudiciales,
la desaparición forzada, la tortura y los crímenes de guerra son delitos de lesa humanidad, esto es, que lesionan a la
humanidad en su conjunto, y de acuerdo al derecho internacional de los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario son imprescriptibles y de competencia universal.
Muchos presos se niegan a la amnistía, al considerarla como si tuvieran que reconocer que han cometido delitos o
que se arrepienten de haberlos cometido, pero en realidad, de acuerdo a la definición:
Amnistía (del griego amnestia, ?olvido?). Acto formalmente voluntario, del Poder Ejecutivo por el que se anula la
aplicación de una pena legal; sus efectos son totales, y generalmente se aplica a delitos políticos.
Debemos de tomar muy en cuenta que el gobierno de México no ha ratificado el Protocolo II de los Convenios de
Ginebra, en los que se establecen las normas internacionales en casos de conflictos armados internos. Esto hace
que para los grupos insurgentes, las acciones de enfrentamiento en contra del Ejército o las policías no se acogen a
las reglas de la guerra y por lo tanto se les considera como responsables de delitos. Por otro lado, se favorece de
esta manera que se les trata de aplicar la legislación vigente, relacionada a la delincuencia organizada, antítesis del
concepto de motivación política de conformación de los grupos insurgentes.
Tenemos que considerar que los presos y perseguidos tienen diversos delitos, ya sea del orden federal o del fuero
común; acusados de delitos graves y, por lo tanto, los beneficios que se pudieran lograr serían limitados. Pero en
todos existe un común denominador, su proceso tiene serias irregularidades, sobre todo cometidas por el Ministerio
Público y su policía judicial; y existen fuertes indicios de falta de independencia del Poder Judicial en relación con el
Ejecutivo. Además la mayoría se encuentra en la casi total indefensión jurídica.
Considerando que las instituciones públicas para la protección de los derechos humanos no tienen competencia en
materia jurisdiccional y el sistema de defensoría de oficio no garantiza el derecho a la defensa y al debido proceso,
se hace necesario impulsar una Ley de Amnistía.
Existen antecedentes históricos de la aplicación de decretos de amnistía en nuestro país: desde la lucha por la
independencia encontramos esta figura jurídica, cuando el 15 de octubre de 1810 las cortes españolas decretaron una
amnistía pasa los insurgentes americanos, condicionada a cesar su actividad. Posteriormente, el primero de enero de
1831 se instaló el IV Congreso Constitucional y Anastasio Bustamante, entonces Presidente de la República, decretó
una amnistía para los rebeldes que lo combatían, entre los que se encontraban los generales Vicente Guerrero y Juan
Alvarez.
Uno de los episodios más recientes se registró en septiembre de 1978, cuando el Presidente José López Portillo envió al
Congreso de la Unión una Iniciativa de Ley de Amnistía que fue aprobada y se aplicó en distintas etapas en el curso de
los años 1978 y 1979.
Un asunto básico de la agenda política nacional, mismo que no puede ser soslayado en la LVII Legislatura, es el
análisis de las causas que llevan a miles de mexicanos a sublevarse en contra del gobierno establecido. El poder
legislativo debe asumir la responsabilidad de que los mecanismos constitucionales para transformar la realidad
nacional operen, pues sólo así se logrará que en un futuro ningún mexicano tenga que rebelarse para acceder a
demandas legítimas.
Por lo anteriormente expuesto, someto a la consideración de este H. Pleno la siguiente:
Iniciativa de Ley de Amnistía
Título Unico
Capítulo Unico
Artículo 1.- La presente Ley Reglamentaria es de observancia general en toda la República Mexicana, sus
disposiciones son de orden público.
Artículo 2.- Se decreta amnistía en favor de todas aquellas personas en contra de quienes se haya ejercitado acción
penal, ante los tribunales de la federación o ante los tribunales del Distrito Federal en materia de fuero común, hasta
la fecha de entrada en vigor de la presente ley, por los delitos de sedición, o porque hayan invitado, instigado o
incitado a la rebelión, o por conspiración u otros delitos cometidos formando parte de grupos e impulsados por móviles
políticos con el propósito de modificar o alterar la forma de gobierno.
El Ejecutivo federal y la Cámara de Diputados, contando la participación de las ONG (organizaciones no
gubernamentales), integraran una comisión de amnistía que coordinara los actos de aplicación de la presente ley.
Artículo 3.- La comisión de amnistía tendrá un carácter resolutivo y estará conformada por un representante de la
Secretaría de Gobernación, un representante de la Procuraduría General de la República, los presidentes de la Comisión
de Derechos Humanos de las Cámaras de Diputados y de Senadores, y cinco representantes de las ONG
(organizaciones no gubernamentales) promoventes de dicha ley.
Artículo 4.- Los individuos que se encuentren actualmente sustraídos de la acción de la justicia, dentro o fuera del
país, por los motivos a que se refiere el articulo 1º, podrán beneficiarse de la amnistía, condicionada a la solicitud
expresa, dentro del plazo de 90 días a partir de la vigencia de esta ley.
Artículo 5.- La amnistía extingue las acciones penales y las sanciones impuestas respecto de los delitos que
comprende, dejando subsistente la responsabilidad civil y a salvo los derechos de quienes puedan exigirla.
En cumplimiento de esta ley, las autoridades judiciales y administrativas competentes cancelarán las órdenes de
aprehensión pendientes y pondrán en libertad a los procesados o sentenciados.
El Procurador General de la República y el Procurador General de Justicia del Distrito Federal solicitarán de oficio y
cuidarán la aplicación de esta ley y de sus beneficios, declarando respecto de los responsables extinguida la acción
persecutoria.
Artículo 6.- En el caso de que se hubiere interpuesto juicio de amparo por las personas a quienes beneficie esta ley,
la autoridad que conozca del asunto dictará auto de sobreseimiento y se procederá conforme al artículo anterior.
Artículo 7.- La Comisión de Amnistía propondrá la expedición de las correspondientes leyes de amnistía a los gobiernos
de los estados de la república en donde existan sentenciados, o acción persecutoria, por la comisión de delitos previstos
en sus respectivas legislaciones y que se asemejen a los que se amnistían por esta ley.
Artículo 8.- Las personas a quienes aproveche la presente ley, no podrán ser en lo futuro interrogadas, investigadas,
citadas a comparecer, detenidas, aprehendidas, procesadas o molestadas de manera alguna por los hechos que
comprende esta amnistía.
Articulo Transitorio
UNICO.- La presente ley entrará en vigor a partir de la fecha de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Palacio Legislativo de San Lázaro, a 30 de marzo de 2000.
Diputados: Adolfo González Zamora, Olga Medina Serrano, José Luis Sánchez Campos, Angel de la Rosa Blancas,
Octavio Hernández Calzada, Fernando Elías Hernández Mendoza, Luis Davis Galvez Gasca, Agapito Hernández
Oaxaca, Pedro Magaña Guerrero, José Octavio Díaz Reyes, Gilberto Parra Rodríguez, Armande Aguirre Hervis,
Susana Esquivel Farías, Antonio Prats García, Martín Mora Aguirre, Carlos Heredia Zubieta, Benito Mirón Lince
(rúbricas).
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