Orientaciones pastorales: Comunidad – Eucaristía – Domingo.

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Diocèse de Lausanne, Genève et Fribourg
Orientaciones pastorales:
Comunidad – Eucaristía – Domingo.
En este escrito se dan orientaciones para la vida de las comunidades de la diócesis y para sus relaciones. Están dirigidas
a todos los fieles de la diócesis. Su puesta en marcha tendrá en cuenta las particularidades locales.
No pensamos en nuestra pastoral como en una simple organización interna de lo que ya somos, sino en términos
misioneros, o en dirección a las «periferias» (que están también en nosotros mismos). Es Cristo que nos atrae y nos
envía. En comunión con El recordamos que transmitimos vida si uno se entrega y, que el principal obstáculo a la vida de
una comunidad, son todos nuestros egocentrismos. El papa nos da el tono: «’No se comienza a ser cristiano por una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’». Sólo gracias a ese encuentro –o reencuentro– con el amor de
Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autoreferencialidad »
(Papa Francisco, Evangelii Gaudium, § 8). Este proceso sólo es posible gracias a nuestra oración común y personal, a
nuestra apertura al soplo del Espíritu.
Después de tres orientaciones generales, daré indicaciones prácticas cuya naturaleza es diferente (estas sirven para una
explicación práctica o para aplicación concreta).
I. Orientaciones generales
1. Cristo congrega la comunidad: « Cuando están dos o tres reunidos en mi nombre »
(Mt 18,20)
El Evangelio sigue seduciendo: atrae y consuela, porque en él encontramos a Cristo, de manera siempre renovada. Si
nuestras comunidades muestran el impacto del Evangelio en la vida humana, tendremos ganar de acudir, de
permanecer en ellas y de desarrollarlas. Es lo que deseamos para cada comunidad cristiana, pequeña o grande.
Necesitamos a la vez fortalecer las pequeñas comunidades y reunirlas: la comunidad « reunida » no puede existir sin las
pequeñas comunidades locales, y estas no pueden tampoco subsistir sin ser a su vez asociadas (lo que implica a todos
los miembros de estas comunidades, no sólo a « profesionales »). En la situación actual el reunirse es indispensable.
2. La asamblea es llamada a la Eucaristía: « ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna.» (Jn 6,68)
Encontrar a Cristo en el Evangelio lleva al deseo de descubrir juntos el que es Palabra de Dios y Pan de vida. Este
encuentro culmina en la celebración de la Eucaristía (en particular el domingo), se prepara y se vive en todas las facetas
de la vida cristiana. La liturgia, bella y viva, nos aligera, nos estimula, nos acerca los unos a los otros y nos da las ganas
de participar de nuevo.
3. El signo de la comunión fraterna: «En eso conocerán todos que son mis discípulos, en el
amor que se tengan unos a otros » (Jn 13,35)
Una relación de comunión entre las personas, las comunidades y los diferentes tipos de ministerios es un signo de la paz
que Cristo da al mundo. No podemos dirigirnos a los que se mantienen a distancia si no les mostramos que la vida
cristiana vale la pena; se manifiesta en prioridad en el servicio de los pobres y aporta la paz. Discusiones animadas son
un signo de vida, pero las divisiones entre nosotros son signos patentes contra la presencia del Reino de Dios.
rue de Lausanne 86, case postale 512, CH-1701 Fribourg | +41 26 347 48 50 | www.diocese-lgf.ch
II.
Pistas prácticas
1.
Las unidades pastorales agrupan a comunidades y ese movimiento debe continuar. Hay aquí mucho más que la
antigua colaboración de las parroquias en sectores o zonas.
2.
Por «comunidades» se entiende por ejemplo: parroquias, barrios, misiones lingüísticas, comunidades religiosas,
grupos de la pastoral categorial (por ejemplo un establecimiento médico-social, jóvenes, incluso un grupo de
presos…) etc.
3.
La agrupación en el seno de las Unidades Pastorales permite también animar la vida de las comunidades
pequeñas, sosteniendo su vida propia en la oración (misas de semana, lecturas bíblicas, liturgias de la palabra,
rosario, adoración, etc.) y en otras actividades (ayuda a los pobres de todo tipo etc.). Durante la semana en
particular, liturgias no eucarísticas de la Palabra (incluso lectio divina, liturgia de las horas…) tienen todo su
sentido: « Hay que decir que Cristo mismo ‘está presente en su palabra, pues es El mismo el que habla cuando se
lee en la Iglesia la Sagrada Escritura’»1. Hay que esforzarse para que el domingo tenga lugar el encuentro
eucarístico.
4.
La comunión eucarística debe estar ligada a la misa, reuniendo si es preciso varias parroquias. Aparte de los
establecimientos médico-sociales, hospitales o enfermos en sus casas, las prisiones… la distribución de la
eucaristía fuera de la misa (del estilo ADAP) debe ser excepcional (sea los domingos o durante la semana), por
ejemplo si la misa está prevista y que el sacerdote no viene.
5.
Horarios fijos, al menos en una iglesia por UP (o más, según el tamaño de la UP) favorecen mucho la participación,
sobre todo para los practicantes menos regulares.
6.
La liturgia « cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia»2,
nos introduce en el misterio trinitario, crea y manifiesta la comunidad. Tiene un papel primordial en la actividad
misionera de la Iglesia, lo que orienta la preparación de la liturgia misma pero también de lo que la precede y la
sigue.
7.
Muchos nuevos creyentes (y gente de paso) sufren de no sentirse acogidos en nuestras liturgias. Debemos
recordarlo en la participación a la liturgia (acogida por la comunidad antes, durante y después), en la homilía, la
música etc. Nuevos creyentes pueden entrar en la liturgia de la Iglesia allí donde ven que es amada.
8.
Conviene repensar nuestras actividades pastorales con y para los pobres favoreciendo su sitio y sus palabras
dentro de nuestras comunidades.
9.
Cada equipo pastoral está invitado a reponer fuerzas con tiempos fuertes de rezo y reflexión, tiempos distendidos
y de vida compartida. Equipos pastorales alegres y fraternales, con su sacerdote moderador, dinamizan toda una
región. Si se tiene la impresión de que los agentes pastorales no están en harmonía los unos con los otros, el
testimonio es menos creíble. En verdad, es justo que las personas tengan su temperamento y se expresen, pero
con la clara conciencia que es Dios quien está en el centro: somos los sirvientes del que ha dado su vida por todos
nosotros, es primero a El a quien venimos a encontrar en nuestras iglesias (una llamada constante a
redimensionar nuestro ego, a no poner nuestros estados de ánimo en el centro…)
10.
La agrupación en Unidades pastorales parece haber llevado en un primer tiempo a una pesadez mayor de las
estructuras, por el desdoblamiento de las estructuras territoriales. Luego habrá que encontrar la manera de
reducir las estructuras a lo que realmente es necesario, para que se dedique más tiempo a la misión en la que
encontramos nuestra alegría!
Friburgo, diciembre 2014
 Charles MOREROD OP
Obispo de la diócesis de Lausana, Ginebra y Friburgo
1
2
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini (30 de septiembre de 2010), § 52, citando la constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II,
§ 7.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, § 7.
2
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