Legitimidad de la pérdida de la exclusividad de la

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ÁMBITO FARMACÉUTICO
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ACTUALIDAD JURÍDICA
Legitimidad de la pérdida
de la exclusividad de la dispensación
de los efectos y accesorios por parte
de las oficinas de farmacia
JOSEP M.ª SUÑÉ ARBUSSÀ
Catedrático jubilado de Legislación Farmacéutica. Facultad de Farmacia. Universidad de Barcelona.
La publicación del Real Decreto 9/1996, que permite la entrega de efectos
y accesorios en los centros sanitarios directamente a los usuarios, acaba con
la exclusividad de su dispensación en las oficinas de farmacia. Algunos
Colegios Oficiales de Farmacéuticos y el Consejo General de COF
lo recurrieron sin éxito, ya que el Tribunal Supremo, a través de Sentencia
de 9 de febrero de 1999 declara la conformidad a derecho de la disposición
impugnada.
V
arias corporaciones profesionales farmacéuticas interpusieron recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Supremo contra el Real Decreto 9/1996,
de 15 de enero, por el que se regula
la selección de los efectos y accesorios, su financiación con fondos de
la Seguridad Social o fondos estatales afectos a Sanidad y su régimen
de suministro y dispensación a
pacientes no hospitalizados.
El principal punto de desacuerdo
es el artículo 4, que prevé una
doble vía de suministro de los
efectos y accesorios: la tradicional,
hasta entonces, de las oficinas de
farmacia, mediante presentación
de la receta, y la nueva, consistente
en la entrega directa en los centros
o servicios de la red de asistencia
sanitaria o sociosanitaria, previa
orden facultativa. Su oposición se
basa en el artículo 105 de la Ley
General de la Seguridad Social,
texto refundido de 1974, y en la
Orden Ministerial de 16 de octubre de 1979.
El Tribunal Supremo desestima
los recursos y declara la conformi-
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ACTUALIDAD JURÍDICA
dad a derecho del Real Decreto ar moción de inconstitucionalidad,
impugnado.
como se pide, porque sólo es posible ante una Ley y no ante un Real
Decreto, y porque no se aprecia la
Fundamentos de derecho
existencia de discriminación.
Se argumenta la «distinta aporEl Tribunal Supremo admite que el tación de los usuarios», que no se
sistema de dispensación de efectos encuentra explicitada en el Real
y accesorios que establece el Real Decreto, el cual se limita a estableDecreto 9/1996 difiere del que cer una aportación del 40 o del
hasta aquel momento había regido, 10%, según los casos, sin referenpero estima que el nuevo régimen o cia alguna al régimen de dispensasistema se produce en desarrollo de ción en oficina de farmacia o en un
la Ley del Medicamento, por lo que centro o servicio sanitario. Pero
la conformidad o no a derecho del aunque lo determinara reglamenReal Decreto vendrá determinada tariamente la Administración del
por su conformidad o no con la Estado, sería aplicable para todos
Ley del Medicamento, y no con las los usuarios en las mismas condinormas anteriores.
ciones, por lo que tampoco se
El artículo 93 de dicha Ley dis- podría estimar la existencia de
pone que sólo los medicamentos desigualdad.
que la Administración del Estado
declare expresamente serán financiados con fondos de la Seguridad
Social o afectos a la Sanidad; la
disposición adicional tercera
extiende el régimen a los efectos y
Está suficientemente
accesorios, para los que no existe
«competencia exclusiva o monopoclaro desde un punto
lio en favor de los productos sanide vista legal que
tarios en las oficinas de farmacia,
ni es exigible siempre la receta
la dispensación de
para la dispensación de los efectos
los efectos y accesorios
y accesorios». Está claro, pues, que
mediante Real Decreto se podía
la pueden efectuar
disponer o autorizar que tales productos pudieran ser entregados en las oficinas de farmacia,
pero no en exclusiva
los centros sanitarios a los usuarios
con la orden facultativa de prescripción.
Tampoco se admite que, «al permitir la dispensación en farmacias
y en la red sociosanitaria con distintos precios», se vulnere el prinTampoco se admite la «vulneracipio de igualdad que consagra el ción del derecho a la intimidad»,
artículo 14 de la Constitución, ya porque la eficacia de las medidas
que «la distinta regulación, se que tomen tanto el dispensador
hace de forma genérica para deter- como el usuario «no tienen por
minados productos y en ella no qué depender de que la dispensahay discriminación subjetiva algu- ción y el suministro se haga en
na, pues pueden disfrutarla todos distintos centros o por distintas
los usuarios en igualdad de condi- personas».
ciones», sin olvidar que los Colegios Oficiales de Farmacéuticos no
están legitimados para tal denun- Comentario
cia a fin de proteger unos supuestos derechos de los usuarios, ajenos De nuevo nos encontramos ante un
a los farmacéuticos, cuya protec- recurso a una norma sufragado por
ción y defensa corresponde a la el dinero de todos los farmacéutiAsociación de Consumidores y cos colegiados, ya que quienes
Usuarios, que no ha opuesto obje- recurren son los Colegios Oficiales
ción alguna. No ha lugar a plante- de Farmacéuticos de Madrid,
Valencia y Castellón (los dos últimos, conjuntamente) y el Consejo
General de COF. Y de nuevo nos
planteamos —como hemos hecho
en otras ocasiones— si no habría
que ser más prudentes antes de
interponer un recurso, creemos
que de antemano perdido. Nos
guste o no nos guste, existen unas
normas de claridad meridiana a las
que es inútil oponerse judicialmente.
Los efectos y accesorios, hoy productos sanitarios en terminología
europea y, por tanto, también
española, no son de dispensación
exclusiva en la oficina de farmacia,
por lo que se expenden en otros
establecimientos debidamente
autorizados. La dispensación a los
beneficiarios de la Seguridad
Social responde a unas normas
específicas que en cualquier
momento pueden modificarse. Y
esto es lo que ha ocurrido: la Ley
del Medicamento abre la puerta a
ello y el Real Decreto recurrido lo
aplica. Todo dentro de la más
estricta legalidad. Es inútil acudir
a textos superados (Ley General de
la Seguridad Social de 1974 y
Orden de 16 de octubre de 1979),
muy anteriores a la vigente Ley del
Medicamento, como es inútil apelar a diferencias de precios en artículos que lo tienen libre y que ello
sea anticonstitucional, o a la diferente aportación de los usuarios
según el lugar de expendición que
no está explicitado en la norma
recurrida, ni en la vulneración del
derecho a la intimidad.
Está suficientemente claro desde
un punto de vista legal que la dispensación de los efectos y accesorios la pueden efectuar las oficinas
de farmacia, pero no en exclusiva,
y que si la Seguridad Social les ha
brindado durante años un trato de
favor (sin duda, porque le interesaba), puede en cualquier momento
modificarlo sin otro derecho por
parte de los farmacéuticos que el
del pataleo.
Acudir con tan pobres argumentos a los tribunales es una empresa
de antemano perdida. ¿Se ha
publicado lo que ha costado a las
arcas corporativas? ¿Valía la pena
sin un estudio previo y evaluación
de las posibilidades de ganarlo?
Nos tememos que no. ■
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