Proceso de intervención en el aula

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TEMA 7 EL PROCESO DE INTERVENCIÃ N EN EL AULA
1. INTRODUCCIÃ N
-Esta propuesta de intervención se organiza en una secuencia que, partiendo de las capacidades del
alumnado, actúa en el área del desarrollo potencial con el objetivo de que el aprendizaje sea significativo y
contribuya al desarrollo de las capacidades y personal de los participantes.
2. EL CONTEXTO DE LA INTERVENCIÃ N
2.1. Fundamentación teórica. ¿Qué pensamos?
-El diseño y desarrollo de un proceso didáctico necesita una base teórica lo más explÃ−cita y clara
posible. Las fuentes del currÃ−culum pueden hacer aportaciones interesantes para lograr una mejora en
la calidad de la enseñanza:
• Fuente epistemológica. Debemos dominar lo mejor posible la materia que vamos a enseñar. Es
necesaria, aunque no suficiente.
• Fuente psicológica. De ella manan los aspectos que orientan la toma de decisiones en base al
conocimiento de nivel de desarrollo y aprendizaje del alumno y de sus estructura cognitiva y afectiva.
• Fuente sociológica. Nos aporta distintas visones y concepciones sobre la función social de la
escuela.
• Fuente pedagógica. A partir del análisis de aspectos básicos de la educación, como su
dimensión teleológica (no es un fin, sino un medio) o la necesidad de planificar el PR-EN-AP,
recoge las aportaciones de las demás fuentes e intenta integrarlas con la experiencia individual y
colectiva.
2.2. Análisis del entorno. ¿Dónde estamos?
-El conocimiento del entorno es un elemento esencial para la puesta en práctica del proceso educativo.
Consideramos 3 aspectos básicos de este entorno:
• Entorno extraescolar: nivel económico y sociocultural, tipo de población, etc.
• Entorno escolar: caracterÃ−sticas de profesorado, alumnado y familias.
• Entorno institucional: ministerio y consejerÃ−as de Educación, Inspección, ConcejalÃ−a de
Educación, bibliotecas y centros culturales, asociaciones, etc.
Cada componente del entorno puede potenciar o dificultar determinados PR-EN-AP. El entorno no es algo
estático ni predefinido, sino un concepto que se amplÃ−a continua y progresivamente, en extensión y
profundidad. La única forma de lograr desarrollar al máximo las potencialidades del alumnado es partir de
sus ideas y condiciones previas.
2.3. Organización de tiempos, espacios y recursos. ¿De qué disponemos?
-Habitualmente, se tiende a la organización uniforme de tiempos y espacios. Esto facilita la organización
burocrática, pero no la organización didáctica. Debe contar imprescindiblemente con grandes dosis de
flexibilidad.
Respecto al tiempo, el tiempo escolar es siempre escaso, lo que obliga a una selección y priorización de
contenidos y actividades.
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Sobre los espacios, merecerÃ−a la pena plantear el organizar el centro en aulas-materia.
En cuanto a materiales y recursos, debe aprovecharse el libro de texto en cuanto a calidad de impresión y
presentación atractiva y de calidad de los documentos gráficos, pero huyendo de toda concepción cerrada
y autosuficiente. Deben potenciarse recursos como la biblioteca de aula o las nuevas tecnologÃ−as de la
información y comunicación aplicadas a la educación, para evitar la concepción del conocimiento como
algo acabado que el alumno debe limitarse a aprender como verdad inamovible, y fomentar el aprendizaje
crÃ−tico y reflexivo. Podemos usar medios audiovisuales: retroproyector, vÃ−deo (que no deberÃ−a
sobrepasar los 15 o 20 minutos de duración) o, mejor, cámara de vÃ−deo. También es útil la
informática.
3. LOS OBJETIVOS: ¿HACIA Dà NDE VAMOS?
-Todos los elementos enumerados forman parte de los requisitos o fase previa. Los objetivos son el nexo de
unión entre el bagaje anterior y el establecimiento de un PR-EN-AP práctico. Por un lado, nos vienen
dados por la ordenación legal, y por otro deben concretarse en cada caso y ser conocidos por los alumnos.
Son un elemento de la planificación del proceso educativo. Los objetivos operativos preestablecidos
prescriben conductas concretas, observables, medibles y cuantificables, y terminan siendo redundantes. Se
puede plantear un tipo de objetivos más amplios, formulados en términos de capacidades, que pretenden
ser orientadores del PR-EN-AP.
Los objetivos expresan cómo queremos que sean los alumnos. Deben orientarse hacia el desarrollo integral
de las personas en las siguientes dimensiones:
• FÃ−sica: desarrollo armónico y saludable del cuerpo.
• Cognitiva (saber): comprensión, aplicación, análisis, sÃ−ntesis...
• Enactiva (saber hacer): dominio de habilidades, saber aprender.
• Volitiva (querer hacer): una de las condiciones básicas para el aprendizaje es que el alumno quiera
aprender.
• Afectiva: disfrutar haciendo, disfrutar aprendiendo.
Todas estas dimensiones deben desarrollarse en relación con los 3 entornos básicos del ser humano: el yo,
la sociedad y la naturaleza.
Autores como Rudduck, Stenhouse, Bruner o Salinas dicen que las intenciones educativas en lugar de
expresarse en objetivos, deberÃ−an expresarse en principios de procedimiento. Mas las intenciones
educativas deberÃ−an concretarse en objetivos generales por capacidades, conjugados con principios de
procedimiento, de forma que haya un equilibrio entre los dos sujetos, alumno y profesor.
4. LA INTERVENCIÃ N EN EL AULA
4.1. Las presentaciones. ¿Quiénes somos? ¿Qué vamos a aprender?
-La acción didáctica debe comenzar por una presentación de los participantes en el curso (profes y
alumnos) y una presentación global de lo que se va a trabajar a través del programa de la materia. Es muy
conveniente un debate sobre el programa y una negociación con el alumnado, que permitan la participación
del alumnado en el diseño.
Un elemento muy interesante es el epÃ−tome (una representación gráfica que sintetiza los contenidos
básicos de una materia y desarrolla la significatividad lógica de ésta). Partiendo de un epÃ−tome
simplificado, que presenta el marco general, se desciende hasta lo más particular en cada apartado, para
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regresar al epÃ−tome general, convirtiéndose progresivamente en un epÃ−tome ampliado.
Si el epÃ−tome sintetiza los conceptos básicos de una materia, los conceptos básicos de una unidad
didáctica pueden sintetizarse significativamente en los mapas conceptuales.
4.2. Detección de ideas previas.
-El conocimiento no se acumula, se construye integrando, no sumando. AsÃ−, la detección de ideas previas
debe ser la base sobre la que se construya todo PR-EN-AP.
La evaluación inicial debe analizar diversos aspectos del contexto: institucionales, socioeconómicos y
culturales del entorno extraescolar, ambiente familiar, comunidad educativa del centro... Además, es
necesario detectar las ideas previas del alumnado sobre los conceptos, los procedimientos y las actitudes.
4.3. La motivación.
-La energÃ−a que mueve el aprendizaje es la motivación. La más valiosa es la motivación intrÃ−nseca.
Para que surja el deseo de aprender es necesario un cierto desequilibrio en los esquema previos de
conocimiento (conflicto cognitivo).
4.4. Los contenidos. ¿Qué aprender?
-Los contenidos son el elemento básico en el que piensan todos los enseñantes. Sin menospreciar a los
hechos, conceptos y principios, debe prestarse atención a los procedimientos, habilidades y estrategias, asÃ−
como a las actitudes, valores y normas.
Los contenidos de la enseñanza obligatoria no son un fin, son un medio para el desarrollo integral del
alumnado; son lo que el alumno debe aprender para desarrollar las capacidades señaladas en los objetivos.
4.5. Actividades y metodologÃ−a.
-Las actividades son las tareas que se desarrollan para aprender los contenidos. La actividad debe ser sobre
todo mental.
Una metodologÃ−a es el modo en que integramos y organizamos todos los elementos del proceso didáctico.
4.6. La evaluación.
-La evaluación surge desde el comienzo (la detección de ideas previas) y debe impregnar todos los
elementos del proceso didáctico desde el principio y a lo largo de él, aunque existan momentos en los que
se intensifique.
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