III Congreso Latinoamericano de Historia Económica y XXIII Jornadas de Historia Económica Simposio 1: Fiscalidad y poder en la construcción del Estado en la región Atlántica en el siglo XIX: Un enfoque comparado de teorías y prácticas fiscales. El costo fiscal de la guerra. Los gastos militares en la provincia de Tucumán entre 1816 y 1820. María Paula Parolo Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT-CONICET) [email protected] Introducción La centralidad de la guerra en la historia del actual norte argentino durante las primeras décadas pos-independientes, es un hecho innegable. Las luchas por la independencia en Hispanoamérica, se desataron en un contexto global de guerra. Europa estaba sumida en un conflicto bélico desde la expansión Napoleónica. En este contexto bélico, la noticia de la decisión tomada en el cabildo de Buenos Aires en mayo de 1810 desató, en la resistencia española, una fuerte reacción. Desde Sevilla se enviaron tropas para sofocar la revolución y se emitió la orden a las fuerzas realistas apostadas en Lima y en Montevideo, para que se organizaran y enfrentaran a la Junta de Buenos Aires. A la decisión política tomada por el cabildo le siguió, entonces, la inmediata formación de ejércitos. La necesidad de adhesión del resto del virreinato a la decisión del cabildo de Buenos Aires puso de manifiesto el desdoblamiento del proceso revolucionario en dos planos: el político y el bélico. La Primera Junta tomó, entonces, dos medidas casi simultáneas: enviar una circular a cada uno de los cabildos del interior para que enviasen diputados y se sumaran o adhiriesen a la Revolución, por un lado, y la organización de expediciones militares al Paraguay, Montevideo y Alto Perú, donde las posibilidades de adhesión resultaban dudosas por la fuerte presión y concentración de fuerzas realistas. Así se abrieron dos frentes de Batalla el Este y el Norte. Tras los tempranos fracasos militares en el primero de ellos, las fuerzas se concentraron y reforzaron en el segundo, cobrando este último (y por ende la región) un trascendente protagonismo, por diversas razones. Fue desde el Norte, tras las operaciones del Ejército Auxiliar (desde 1810 hasta 1817) y la acción de Güemes con sus “infernales” (desde 1817 a 1821), el que mantuvo durante más de 10 años la resistencia al avance realista desde el Perú, inmovilizando las tropas enemigas en este frente de batalla, mientras San Martín concretaba su plan Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 1 libertador por el Pacífico, atacando por mar, desde el oeste, al bastión realista del Perú. Además, fue en el Norte donde se produjeron casi el 60% de las batallas por la independencia sudamericana.1 A pesar de la centralidad de la guerra durante el proceso revolucionario y del enorme impacto que supuso su paso por las provincias del actual norte argentino, hasta hace unos años la historiografía rioplatense no había reparado lo suficiente en sus consecuencias económicas y sociales. Tal vez por la fuerte impronta política del fenómeno que hizo que fuera analizado desde las perspectivas de la historia política, institucional o militar; o por los propios altibajos de la historia económica como disciplina, que hacia los años „70 y „80 perdió el sitio de privilegio que había ocupado anteriormente, cediendo la primacía en el campo de los estudios históricos a la historia cultural o, posteriormente, a la nueva historia política.2 Tras el retorno a la democracia en los „80 se abrió (bajo la influencia, entre otros autores, de José Carlos Chiaramonte y de Tulio Halperín Donghi) una etapa de renovación historiográfica que colocó a los procesos políticos en clave social. En este sentido, los avances en el análisis de las guerras por la independencia desde una perspectiva social, tomaron al Ejército y las milicias como objetos de estudio privilegiados para comprender los efectos sociales del reclutamiento y del servicio de armas en la configuración de las sociedades de frontera y en el espacio rural. Por otra parte, los aportes realizados desde la nueva historia política -que comenzaron a exigir una detallada revisión de los aspectos militares de la construcción del poder durante el siglo XIX rioplatense- impulsó la reformulación de los abordajes en torno a la guerra y su impacto social.3 En sintonía con esta renovación en clave social, también se abrió paso una nueva forma de mirar los aspectos económicos del pasado superadora de las interpretaciones deterministas y cuantificadores, a partir de la incorporación de variables cualitativas. En este sentido la década del „90 marcó un importante avance de los estudios económicos sobre la revolución hispanoamericana a partir del seminario organizado por Nicolás 1 De las 151 batallas y combates libradas en el Río de la Plata, Chile y Perú, 88 se produjeron en el Norte (Alto Perú, Jujuy, Salta y Tucumán). (Cfr. Pablo Camogli, 2005) 2 Cfr. Jorge Gelman (2006); Susana Bandieri (2010) 3 Esta línea de análisis demuestra un particular desarrollo en el ámbito bonaerense: Salvatore (1992, pp. 33 a 45; 2003); Garavaglia (2003, pp. 153 a 187); Cansanello (1998); Fradkin (2001); Gelman (2002); Ratto (2003). Para el caso de Córdoba, Marcela González (1997). Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 2 Sánchez Albornoz y la posterior publicación de la obra colectiva “Las consecuencias económicas de la independencia de América Latina”. A este puntapié inicial le siguieron estudios y publicaciones individuales tendientes a analizar las consecuencias económicas de la revolución en diferentes espacios hispanoamericanos y al interior del espacio rioplatense. Así, nuevos actores, nuevas fuentes, nuevas preguntas y nuevos métodos de análisis están permitiendo reconstruir buena parte de los aspectos económicos del proceso revolucionario que se hallaban silenciados. La reciente publicación de la Asociación Argentina de Historia Económica (“La historia económica y los procesos de independencia en la América Hispana”, 2010) y el número especial del Boletín Ravignani dedicado al bicentenario de la Revolución de Mayo (2011) dan cuenta de ello. Los resultados de estas investigaciones advierten que la desarticulación de las estructuras económicas coloniales, así como la marcha de los sucesos políticos y de la guerra, repercutieron de manera diferente en cada uno de los espacios del Imperio colonial español. En este marco, el objetivo de esta ponencia es estimar el peso económico que significó para el fisco de una pequeña provincia mediterránea -ubicada en el corazón del actual noroeste argentino-, el sostenimiento del Ejército Auxiliar del Perú entre los años 1816 y 1820, momento en el que –según Halperín Donghi- las funciones del ejército apostado en Tucumán se redefinieron, pasando a constituir una fuerza de retaguardia, mientras el peso del combate quedaba a cargo de las fuerzas militares de la provincia de Salta.4 Los gastos militares del Ejército del Norte y sus efectos en la economía regional durante el período previo al aquí estudiado (1810-1817) fue analizado hace ya más de cuatro décadas por Tulio Halperín Donghi. Seguimos en este trabajo sus hipótesis y criterios de clasificación de gastos, así como el interés por explorar el desempeño del ejército como entidad económica-financiera y sus efectos sobre la economía y sociedad regional que, en este estudio, acotamos al caso tucumano. Los gastos militares en las cuentas de la Hacienda provincial El poder central revolucionario y los cabildos, primero, y los Estados provinciales después, fueron los que definieron las prioridades presupuestarias, diseñaron las 4 Halperín Donghi (1971: 86) Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 3 políticas fiscales y distribuyeron las cargas que corresponderían a cada uno de los segmentos de la sociedad para sostener la movilización del ejército revolucionario. Por lo tanto, no es de sorprender que los gastos de guerra y sueldos militares hayan sido las prioridades del gasto público durante toda la primera mitad del siglo XIX. Estos gastos pueden examinarse a través de los registros contables asentados en la Caja de la Tesorería de la Provincia. Una vez separada de Salta y creada la provincia de Tucumán, funcionaron varias Cajas simultáneas, cuya administración centralizó el Ministro Tesorero local. La “Caja militar” recibía dinero de la “Caja Nacional”, mientras la “Caja provincial” era manejada por el Gobernador Intendente y recibía el aporte de las Cajas menores de Santiago del Estero y de Catamarca. La existencia de estas tres cajas creó problemas de índole administrativo ya que el gobierno provincial libraba pagarés o recibos a saldar por la Caxa Nacional, pero estos fondos (que provenían del gobierno central) llegaban de manera irregular y de acuerdo a las vicisitudes de la guerra. Según el estudio de Ramón Leoni Pinto, entre 1814 y 1819, la Caja de Tucumán asumió un rol protagónico y logró financiar los gastos vinculados al traslado de la tropa de Domingo French al norte y la atención de la tropa que se radicó en la provincia de Tucumán, luego de la derrota de Sipe-.Sipe. Lo hizo merced de los empréstitos aplicados a los comerciantes locales y transfiriendo algunas obligaciones a la Caja porteña. De 1819 a 1825, tras el traslado del Ejército Auxiliar del Perú a Buenos Aires los gastos del gobierno local habrían sido menos gravosos. Resulta muy difícil, empero, contabilizar el envío de los “fondos nacionales” desde los registros contables de las ciudades que los recibieron, probablemente deba hacérselo desde la “caxa de Buenos Aires”, que era la que los enviaba. La falta de reglas para normar las relaciones entre las cajas hizo muy engorroso y poco claro el sistema de los registros contables, ya que mientras las normas establecían que los montos para la guerra provenían del gobierno central, en la práctica se trataba de adelantos o promesas de pago libradas por la caja provincial que no siempre fueron saldadas por la “Caxa Nacional”. 5 Al respecto, Halperin Donghi afirma (a partir de datos segmentados de gastos correspondientes entre 1810-11 y 1815-17) que sólo un 24% de los gastos totales provino de la caja de 5 Leoni Pinto (2007:188-190; 209-216) Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 4 Buenos Aires, el resto se originó en las Caxas de Tucumán y el Alto Perú o en préstamos y donaciones de corporaciones regionales.6 En efecto, los registros contables de la Hacienda de Tucumán dan cuenta de que entre esos años casi el 60% del gasto público fue destinado a gastos militares, porcentaje que fue variando según las diferentes coyunturas por las que atravesó la guerra y los ingresos del erario tucumano.7 Durante el período que nos ocupa los gastos militares representaron el 62% del total de egresos del fisco (gráfico 1). Entre ellos se discriminaban los sueldos (que absorbían sólo el 23% del total de gastos) y los “gastos militares” que correspondían al 39% del total de erogaciones del erario provincial. Gráfico 1 Composición de gastos de la Hacienda provincial. Tucumán, 1816-1820 Otros gastos* 18% Gastos Guerra 39% Gastos militares 62% Sueldos Políticos 13% Sueldos Militares 23% Sueldos Hacienda 7% Fuente: Cuadro Nº 1 (Anexo) Un análisis diacrónico permite advertir que el porcentaje varió de un año a otro (gráfico 2) resultando el año 1816 el de mayor gastos de guerra (75% del total de egresos), seguido por los años 1819 y 1820 en los que se destinó alrededor de un 73% y de un 69% de los gastos – respectivamente- al rubro militar, superando en los tres casos la media porcentual del período (62%). Durante 1817 y 1818, por el contrario, el 6 Halperin Donghi (1972:98) Una primera aproximación al estudio de los gastos de guerra durante la primera mitad del siglo XIX en Parolo y Macías (en prensa) 7 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 5 porcentaje de gastos se encontró por debajo de la media del período con un 43% y un 59%, respectivamente. Gráfico 2 Evolución de gastos de la Hacienda provincial. Tucumán, 1816-1820 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1816 1817 Sueldos Hacienda Sueldos Políticos 1818 Otros gastos* 1819 Gastos Guerra 1820 Sueldos Militares Fuente: cuadro Nº 1 (Anexo) Podríamos adjudicar estas variaciones a diferentes factores. Por un lado a los vaivenes de los triunfos y derrotas del ejército patriota en la frontera Norte que, junto con las legiones de “infernales” de Güemes, se hallaban subsumidas en una verdadera guerra de desgaste y saqueo de recursos entre ambos bandos y demandaban aprovisionamiento a la retaguardia apostada en Tucumán.8 Por otra parte, podríamos explicar estas fluctuaciones por cuestiones financieras locales, es decir, según la disponibilidad de recursos en las arcas provinciales. En este sentido, resulta útil examinar la evolución de los ingresos fiscales de la provincia entre 1816 y 1820 (gráfico 3), en la que se advierte un comportamiento similar al que observáramos en la evolución de gastos. Si desagregamos los gastos de guerra, observamos que si bien mantienen la misma línea de tendencia que la de los gastos totales y la de los ingresos, parecen mantener una mayor regularidad, sobre todo en los momentos de baja 8 En las planillas de gastos de guerra se encuentran registrados reiterados envíos de carretas con municiones, fusiles, aparejos y como ganado para las tropas de Salta. Asimismo se consignaron varios envíos de “artículos varios” para “gratificar al pueblo chiriguano”, que participó en la guerra de la independencia alistándose en el Ejército del Norte al mando del general Manuel Belgrano y, posteriormente, al mando de Manuel Ascensio Padilla y de Juana Azurduy (sobre la historia del pueblo chiriguano cfr. Thierry Saignes (2007) Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 6 de ingresos (como en 1818) en que las curvas de ingresos y gastos totales desciende marcadamente, mientras los gastos de guerra parecen haberse mantenido en una suerte de meseta. Gráfico 3 Evolución de gastos e ingresos de la Hacienda Provincial (en $b). Tucumán, 1816-1820 90000 80000 70000 60000 50000 40000 30000 20000 10000 0 1816 1817 Total Gastos Gª 1818 Total Gastos 1819 1820 Total Ingresos Fuente: Cuadro Nº 2 (Anexo) Este comportamiento de los gastos de guerra estaría indicando que la economía provincial durante los años bajo estudio estaba abocada prioritariamente a solventar la guerra, como lo indicaría, también, la elevada proporción de los gastos bélicos en relación con el total de ingresos fiscales (gráfico 4). Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 7 Gráfico 4 Gastos de guerra / Total de ingresos. Tucumán, 1816-1820 100 90 80 70 % 60 50 40 30 20 10 0 1816 1817 1818 Ingresos 1819 1820 Gastos guerra Fuente: Cuadro Nº 2 (Anexo) En 1816 –año de mayor gasto militar en todo el período– el monto destinado a este rubro equivalió al 66% del total de ingresos del fisco; en 1817 casi el 44%; en 1818 el 86%; en 1819 el 62% y en 1820 el 48%. Promediando los gastos de guerra del quinquenio con los ingresos fiscales en igual período, obtenemos que el mantenimiento del ejército demandaba el 60% de los ingresos fiscales. El análisis de la composición y evolución de los gastos e ingresos de la Hacienda provincial permiten confirmar, entonces, que el gasto militar constituyó la prioridad presupuestaria del gasto público durante los años analizados. Cabe ahora interrogarse en torno a la composición interna de dichos gastos. La composición de los gastos de guerra Sobre los gastos en sueldos militares no disponemos de mayores datos que las cifras volcadas en los balances anuales de los Libros de Contaduría de la provincia y algunos registros aislados y poco sistemáticos de montos de dinero entregados a jefes y oficiales para la distribución entre las tropas “a cuenta” de sus salarios. Tomando los datos de todo el quinquenio advertimos que las retribuciones (sueldos) absorbían alrededor del 40% del rubro, mientras que el resto (60%) era destinado a gastos de “guerra” (es decir, Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 8 alimentación y vestuario de las tropas, hospital militar, maestranza, artillería, etc.). En este punto resulta interesante analizar la relación inversa entre los porcentajes obtenidos para este quinquenio y los manejados por Halperín Donghi para un período anterior. Entre 1810-1817 los datos proporcionados por las cuentas de la comisaría del Ejército del Norte hablan de un 59% de recursos destinados a retribuciones de personal militar y el 41% restante a la adquisición de artículos no militares, retribuciones varias, productos rurales, etc. Probablemente esta diferencia resida en que los requerimientos de un ejército en campaña (como lo era el Ejército del Norte entre 1810 y 1815), compuesto por alrededor de 6000 hombres (que se redujo a 3500 en 1813), demandaba mayores recursos para sueldos militares que cualquier otro rubro de gastos. A partir de 1816, en cambio, el Ejército acantonado en Tucumán (conformado por alrededor de 2000 individuos) cumplía una función de retaguardia, lo que explicaría la menor proporción de gastos en sueldos (40%) y un mayor porcentaje en productos para alimentar y vestir de la tropa (60%). En el transcurso del quinquenio, empero, la participación de los sueldos en el total de gastos militares fue fluctuando entre un mínimo de un 16% en 1817 (año en el que los gastos de guerra disminuyen respecto del total de gastos fiscales) y un máximo de un 65% en 1819 (uno de los años de mayores gastos militares, después de 1816) (gráfico 5). El peso relativo de las retribuciones fue menor, entonces, durante los primeros años analizados y se incrementó en los tres últimos. Gráfico 5 Gastos de guerra y sueldos militares. Tucumán, 1816-1820 100% 80% 60% 40% 20% 0% 1816 1817 Guerra 1818 1819 1820 Sueldos Fuente: Cuadro 1 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 9 A diferencia de los registros de sueldos, los “gastos de guerra”, en cambio, se encuentran detallada y meticulosamente asentados en planillas que registran las salidas diarias de dinero. En ellas se anotaba la fecha, el receptor del dinero, el concepto por el cuál se pagaba y el monto expedido. El análisis general de los datos recuperados para 1816-1820 (gráfico 5) demuestra que el mayor porcentaje estaba destinado a la compra de productos para la alimentación de la tropa. Más del 30% del presupuesto de guerra en el quinquenio aludido fue gastado en la compra de reses, maíz, arroz y pan. Los proveedores de esos productos eran diversos. Encontramos, por una parte, importantes hacendados que “por contrata” habían pactado con el Estado abastecer regularmente de reses –al “por mayor”- para el ejército y percibían el pago en cuotas mensuales.9 Otro grupo de proveedores realizaban ventas de menor cuantía y con menor regularidad. El maíz y el arroz, en cambio, eran provistos por un número más reducido de distinguidos comerciantes de la ciudad que también cobraban periódicamente “a cuenta” del total de la deuda. En segundo lugar se encontraba la adquisición de útiles o herramientas que generalmente estaban destinadas a las tareas de maestranza (palos, hierro, leña, carbón, cueros, madera, etc.). Quienes suministraban los artículos de menor valor (palos, leña, carbón) generalmente no eran anotados individualmente sino simplemente como “varios individuos”, o –en otros casos- por su nombre de pila (sin el apelativo “Don”) lo que permite suponer que se trataba de sectores sociales medios o bajos. Mientras que entre los vendedores de cueros figuran reconocidos curtidores del medio. Las velas eran provistas exclusivamente por mujeres. A pesar de que los sueldos militares se contabilizaban por aparte –como lo analizáramos oportunamente– entre los gastos de guerra aparecen también “sueldos”, “gratificaciones” o “auxilios” abonados a algunos individuos (enrolados o civiles, indistintamente) por tareas puntuales y transitorias como cuidar las mulas del ejército, llevar un pliego hasta otra provincia, reparar alguna herramienta o para “socorro” en su viaje de regreso a sus lugares de origen. Estas retribuciones representaban algo más del 10% de las erogaciones de guerra. 9 Por ejemplo Manuel Corbalán que recibía periódicamente “mesada pactada por reses q se le adeudan” o Doña Isabel Ávila a quien se le abonó durante todo el año 1818 $20 por mes por las reses que proveía al ejército. Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 10 Muy cerca de este rubro se encontraban los desembolsos por compras de tela, botones, suelas e hilo para la confección de uniformes. Se trataba de artículos caros que suministraban los grandes comerciantes de “larga distancia” como Roque Pondal, José Mur, José Gregorio Aráoz, Tomás Ugarte, etc. Fuente: Cuadro 3 y 4- Anexo Otro rubro bastante significativo fue el de gastos en fletes y conducción. El pago a los troperos por el uso de sus carretas y por la conducción de las mismas dentro de los límites de la provincia (a Trancas, principalmente, donde se encontraba uno de los campamentos del Ejército Auxiliar del Perú) y hacia provincias vecinas (como Catamarca, Salta o Jujuy) llevando municiones, fusiles, alimentos, aparejos o “desertores”, concentraba el 9% de las erogaciones. La fletaría tenía un gran desarrollo en la provincia que era una plaza redistribuidora desde tiempos de la colonia. Así, los principales troperos y carreteros tucumanos como Eduardo Sosa, Pedro Nolasco Ibiri o Anacleto Gramajo, fueron los principales conductores de útiles, municiones, suelas y demás productos, especialmente hacia Salta. Otro numeroso grupo de transportistas de menor talla, se abocaron a la conducción de ganado, soldados o desertores hacia diferentes destinos. Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 11 El Hospital militar y la compra de ganado (caballar y mular) constituían los rubros menos onerosos con un 3% y un 4% respectivamente. En ambos casos debemos considerar la posibilidad de subregistro. En el primero porque no se encuentran asentados todos los gastos de la sanidad, sino sólo algunos insumos (vendas, mantas, medicamentos). Respecto del ganado, es notable y llamativo el escaso porcentaje de compras de mulares y, sobre todo, de caballares teniendo en cuanta la necesidad de estos últimos para servicio de las tropas. Cabe aquí sospechar que el suministro de los mismos se realizó a través de las requisas compulsivas que periódicamente -y sin ningún tipo de registro oficial- eran confiscados por los jefes militares en los diferentes departamentos de campaña, los que eran luego remitidos al Gobernador, tal como se explicita en los numerosos reclamos de productores campesinos quienes refieren haber sido despojados de sus animales bajo amenaza o so pretexto de que no tenían marca.10 En “otros gastos” agrupamos una gran variedad de conceptos que individualmente tienen muy baja representatividad en el total de gastos pero que, en su conjunto, alcanzan al 19%. Entre ellos se encuentran las devoluciones de dinero por adelantos realizados por particulares, pagos por conceptos “varios” sin otra especificación, y – entre 1818 y 1819- el pago de alquileres de casas de renombradas familias para el alojamiento de oficiales o para el funcionamiento de distintas dependencias del Ejército como los hospitales (chico y grande), la proveeduría, la intendencia general o la imprenta. La absoluta ausencia de registros de compras de armas merece algunas reflexiones. Este hecho podría explicarse por la instalación (desde fines de 1810) de una fábrica de fusiles en Tucumán, la que habría provisto de armas (especialmente carabinas y pistolas) a la guarnición de esta Plaza y a las huestes en campaña. Esta Fábrica funcionaba con dinero de la “Caxa Nacional” (aportes directos desde Buenos Aires).11 En efecto, Halperín 10 Sobre el costo material de la guerra y el aporte del pueblo tucumano cfr. Parolo, 2011. Al finalizar el año 1810 se instaló en Tucumán una fábrica de fusiles o de “Armas de Chispa”. Por iniciativa de su “protector” Clemente Zavaleta quién despertó el ánimo de los vecinos y de las autoridades centrales con una proclama. En 1811, el Director Francisco Eguren, elevó al poder central un primer plan para erigir el edificio de la fábrica. En 1812 comenzó a funcionar de manera precaria en el Convento de San Francisco, pero el avance español obligó a trasladar el material y herramientas de la fábrica a Santiago del Estero. En abril de 1813 el gobierno central dispuso que la Fábrica fuese llevada al Convento de Lules, pero el Teniente Gobernador no lo consideró conveniente por la distancia y decidió establecerla en la ciudad. El proyectado edificio nunca se construyó y la Fábrica fue perdiendo significación hasta que, en 1819, se trasladaron a Buenos Aires los pocos materiales existentes (Cfr. Ramón Leoni Pinto, 2007: 79-84) 11 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 12 Donghi sostiene que en las cuentas de la Caja de Buenos Aires figuran los gastos realizados no sólo en la capital revolucionaria sino en centros de fabricación de armas y material de guerra establecidos fuera de ella, como el caso de Tucumán.12 Por otra parte, existen evidencias de que gran parte del armamento de las tropas revolucionarias se nutría de las piezas de artillería y municiones arrebatadas al ejército enemigo en cada una de las contiendas. Estas razones podrían justificar, en parte, por qué no se consignan entre los gastos de guerra las erogaciones en concepto de adquisición de armamento. El peso relativo de los distintos rubros de gastos descriptos anteriormente fluctuaron año a año (gráfico 6). Gráfico 6 Evolución de los gastos de guerra por rubro. Tucumán, 1816-1820 100% 90% Otros gastos 80% Útiles/herramientas 70% Transporte 60% Vestuario 50% Hospital 40% Ganado 30% Retribuciones 20% Alimentación 10% 0% 1816 1817 1818 1819 1820 Fuente: Cuadro 3 y 4 - Anexo De la lectura del gráfico precedente puede advertirse que en los dos primeros años analizados los gastos se encontraban distribuidos de manera más equilibrada entre los distintos rubros, aunque se destacan en 1816 el de alimentos y retribuciones y “otros gastos” (conformado mayormente por devolución de dinero adeudado por el Estado) en 1817. En el año siguiente el rubro alimentación se incrementa notablemente junto con el de herramientas o útiles (artículos no específicamente militares). Los dos últimos años, en el que el Ejército Auxiliar comienza a desmembrarse y buena parte de las tropas abandona la provincia para alinearse en los ejércitos de los caudillos provinciales que 12 Halperín Donghi (1972:92). Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 13 comienzan a enfrentarse en el marco de las luchas civiles,13 los gastos vuelven a mostrar una distribución más equilibrada en la que la alimentación, las retribuciones y las herramientas aparecen como los principales. Tal vez se trate de los rubros más significativos para el mantenimiento de un ejército que está apostado como retaguardia, en un estado de escasa movilización ya que el frente de batalla se encuentra bastante distante. La Fábrica de Fusiles prácticamente ya no funcionaba, los fletes disminuyeron ya que el transporte de municiones y útiles para las tropas salteñas resultaban cada vez menos frecuentes, desaparecieron los pagos por alquileres a casas de particulares (“otros gastos”), del mismo modo que los gastos en el Hospital militar que parece haber reducido notablemente su función. Alimentar, vestir, abastecer y otorgar retribuciones “extras”, a los soldados y oficiales de este paralizado Ejército apostado en Tucumán, podría haber sido una de las estrategias del Estado provincial para evitar (o combatir) la deserción y el proceso de disgregación de la fuerza militar que ya comenzaba a vislumbrarse a partir de 1814 y 1815, cuando la situación en la provincia se tornó crítica tras la llegada de soldados derrotados en Vilcapugio y Ayohuma y la de desertores que “habrían inundado la ciudad”.14 Situación que –como adelantáramos- se agravó hacia 1819. En palabras de un contemporáneo: “Han desertado muchos, de cien y de cincuenta, (todos) con armas. No sabemos [...] en qué pararán estas fiestas ni que fin tendrán”.15 A modo de conclusión La exploración preliminar sobre los gastos de guerra hasta aquí realizada permite advertir que el asentamiento del Ejército Auxiliar del Norte demandó hombres, bienes, servicios y recursos alterando el orden social y económico de esta provincia. A la luz de las cifras analizadas no parece exagerado afirmar que a partir de 1811 Tucumán vivió para la guerra. Una guerra que exigió del aporte de recursos locales ya que las partidas de dinero provenientes del gobierno “central” llegaban a un ritmo lento e irregular que 13 En enero de 1820, el Ejército del Norte prácticamente ya había abandonado la provincia de Tucumán y “deambulaba por las campañas de Córdoba y Santa Fe” donde se sublevó contra su jefe, el General Francisco Fernández. En esa oportunidad el General José María Paz apoyó dicha sublevación y le escribió desde Córdoba al General Javier López (uno de los hombres más importantes de la conducción de la “República del Tucumán” implantada por Bernabé Aráoz) haciendo referencia a esta disgregación producto de la altísima deserción que comenzó a registrarse en sus filas (Carta del General Paz a Javier López, AHT, SA, Vol. 27, años 1818-1819, ff. 6-7.) 14 Leoni Pinto (1996:74) 15 Carta de Diego León Villafañe a Ambrosio Funes, 29-XII-1814 (en Leoni Pinto, 1996:73) Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 14 colisionaba con las urgencias de abastecimiento de las tropas. Así, en el quinquenio estudiado, más del 60% del presupuesto provincial se destinó a este fin. La composición interna de las erogaciones revela, asimismo, el predominio de gastos en sueldos militares que, junto con los “auxilios” o “gratificaciones” (que fueron contabilizados por separado) dan cuenta de un importante drenaje de dinero hacia un amplio sector de la sociedad (oficiales y soldados, peones, jornaleros y artesanos). El pago por servicios (como el alquiler de viviendas o el pago de fletes) constituyó otra importante salida de numerario hacia los bolsillos de otro segmento de la sociedad tucumana que interactuó con un nuevo “gran” consumidor: el ejército. Del mismo modo, las compras de alimentos, telas, cueros, suelas, herramientas, ganado y demás bienes, convirtieron al Estado provincial -y al Ejército- en una especie de entidad económica-.financiera que demandaba bienes y dinero a la población local, para solventar gastos que no llegaba a cubrir con el débil respaldo de una Caja Nacional que le transfería recursos de manera intermitente y poco regular. Aplicando la tesis de Halperín Donghi al caso tucumano, entonces, alrededor del 60% de los gastos de guerra (alimentos, transporte, vestuario, etc.) pusieron al Ejército en relación con la economía regional, mientras que el 40% restante (destinado a retribuciones del personal militar) habría aumentado la capacidad de consumo de un importante sector de la sociedad local. Es decir, la guerra incidió sobre la economía del área en que actuó mediante la introducción de un nuevo sector consumidor “institucional” (el propio ejército) y otro individual (oficiales y soldados).16 Efectivamente, los datos hasta aquí examinados permiten corroborar el rol dinamizador y movilizador del ejército sobre la economía local, pero no nos permite hacer un balance sobre sus efectos reales, ya que la escasez de metálico, las deudas impagas y la prolongación de la coyuntura bélica más allá de las guerras de independencia, habrían cercenado los efectos positivos de su rol como consumidor de bienes y servicios, rol que no alcanzó para contrarrestar los efectos negativos y devastadores del paso y permanencia de la guerra en la región. En el corto plazo, la desestructuración económica producida por la interrupción del tradicional funcionamiento de los circuitos comerciales, la prolongada presencia del Ejército Auxiliar del Norte, el alistamiento de los hombres en las filas del ejército, el 16 Halperín Donghi (1972: 99) Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 15 elevado costo fiscal de la guerra y la acción demoledora de las tropas, dejaron a la economía de la provincia un estado financiero desesperante, un importante segmento de las clases mercantiles diezmadas y el stock ganadero prácticamente agotado. Una verdadera “orgía de destrucción de la riqueza colectiva”, como calificó Halperín Donghi al devastador paso de la guerra por las provincias del norte.17 Si analizamos los efectos en el largo plazo y en un marco espacial más amplio, luego de 1810 las cosas cambiaron dramáticamente al producirse ritmos de crecimiento muy disímiles en las regiones, a la vez que un amplio conjunto de provincias permaneció estancado o en declive por largos períodos. No parecen haber sido cuestiones culturales o institucionales las responsables de esas distancias o divergencias. El gran distanciamiento entre el crecimiento de Buenos Aires y el litoral respecto del interior y, sobre todo, el atraso del viejo Tucumán colonial, se explica –según Jorge Gelman- por el cambio del paradigma económico.18 Por un lado la demanda atlántica y la capacidad de producir ganado para exportar; en segundo término el costo de los fletes terrestres; en tercer lugar el control de la Aduana por parte de Buenos Aires y, finalmente, y por sobre estos tres aspectos antes mencionados: la guerra. Aunque esta última no constituyó un factor de tipo estructural como los anteriores, su profundidad y duración alteró de manera significativa la capacidad de algunas regiones de aprovechar las oportunidades que ofrecía el nuevo modelo económico. En efecto, uno de los principales factores que permitió el temprano crecimiento de Buenos Aires fue, justamente, no haber sido escenario principal de guerra. Si bien las guerras afectaron a todos los territorios, los reclutamientos masivos de soldados y los requerimientos de recursos para solventarla cayeron con mucha mayor fuerza sobre los frentes de batalla y, entre ellos, el Norte fue el más prolongado en el tiempo y con las contiendas más duras.19 La centralidad del Norte como frente de resistencia contra las fuerzas realistas potenció la presión sobre la región, que cargó con el sostenimiento material de la guerra, peso que recayó sobre las exiguas Haciendas locales y sobre la castigada población de las provincias “de arriba”. 17 Halperín Donghi (2010:35) Gelman (2010) 19 Fue allí donde se libraron casi el 60% de las batallas por la independencia sudamericana: 88 se produjeron en el Norte (Alto Perú, Jujuy, Salta y Tucumán); 12 en el Este (4 en Paraguay, 8 en la Banda Oriental); 7 en el Mar (5 en Río de la Plata y 2 en el Pacífico); 38 entre el Cruce de los Andes, Chile y Perú; y 6 en los actuales territorios de Bolivia y Ecuador (Camogli, 2005) 18 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 16 En definitiva, podríamos arriesgarnos a decir que la guerra parece haber signado dos destinos divergentes para el Norte: desde el punto de vista político y militar colocó a la región en un lugar decisivo, de gran protagonismo, centro neurálgico de operaciones y resistencia al avance realista. Sin embargo, el peso del costo material y humano que supuso este protagonismo, signó un destino de estancamiento, atraso, despoblamiento y emigración. “Tal vez, el lugar más postergado en el juego de los desequilibrios regionales que marcaron el camino del progreso económico y social argentino” (Gelman, 2010). Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 17 Bibliografía Bliss, Horacio y otros (1973) Gastos e ingresos públicos de la provincia de Tucumán en el período 1822-1854, Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social, Facultad de Ciencias Económicas, Tucumán, UNT. Bousquet, Alfredo (1872) Estudio sobre el sistema rentístico de la provincia de Tucumán. De 1820 á 1876, Tucumán: Imprenta de LA RAZON. Bandieri, Susana (2010) “Economías y sociedades en tiempos de independencias. 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Tucumán, 1816-1820 (en $b) 1816 1817 1818 1819 1820 TOTAL Sueldos Hacienda 3.969,3 4.273 3.518,5 3.384,1 924,4 15.144,9 Sueldos Políticos 6.138,6 12.661,2 3.576,2 5.054,2 3.027,7 27.430,2 Otros gastos* 6.998,4 16.605,3 9.986,8 4.676,4 2.838 38.266,9 Gastos de Guerra 39.663,5 21.344,1 13.562,1 12.217,4 10.254,6 86.787,1 Sueldos Militares 11.810,4 4.296,1 11.230,7 22.892,1 4.618,5 50.229,3 Total gastos militares 51.473,9 25.640,2 2.4792,8 35109,5 14.873,1 137.016,4 Total Gastos 68.580,2 59.179,7 4.1874,3 48224,2 21.663,2 217.858,4 Fuente: Elaboración propia según Libros Mayores de Contaduría, Tomos I (1816-1818) y II (1818-1820). Sección Hacienda, Archivo Histórico de Tucumán. Cuadro 2. Gastos e ingresos en la Hacienda de Tucumán, 1816-1820 (en $b) Años 1816 1817 1818 1819 1820 Total Gastos Gª 51.473,9 25.640,2 24.792,8 35.109,5 14.873,1 Total Gastos 68.580,2 59.179,7 41.874,3 48.224,2 21.663,2 Total Ingresos 78.096,4 59.233,4 28.793,8 56.236,9 30.728,8 Fuente: Elaboración propia según Libros Mayores de Contaduría, Tomos I (1816-1818) y II (1818-1820). Sección Hacienda, Archivo Histórico de Tucumán. Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 21 Cuadro 3. Composición de los gastos de guerra por año y por rubro (en $b). Tucumán, 1816-1820 Rubros de gastos 1816 1817 1818 1819 1820 TOTAL Alimentación 9349 4682 6819 4278 3663 28791 Retribuciones 5745 388 517 2071 1710 10431 Ganado 1576 986 58 138 450 3208 Hospital 1272 870 s/d 197 172 2511 Vestuario 3981 1250 304 2262 1195 8992 Transporte 4871 1950 370 579 341 8111 Útiles/herramientas 3197 2198 1847 2074 2638 11954 Otros gastos 6063 9853 1493 221 s/d 17630 TOTAL* 36054 22177 11408 11820 10169 91628 Fuente: Elaboración propia según Libros Mayores de Contaduría, Tomos I (1816-1818) y II (1818-1820). Sección Hacienda, Archivo Histórico de Tucumán. * Las diferencias entre los totales de gastos de guerra aquí consignados y los volcados en el cuadro 1 se deben a problemas de registro de las fuentes. En el cuadro 1 utilizamos los totales de los balances generales de gastos anuales registrados en los Libros Mayores de Contaduría, mientras que en este cuadro trabajamos con los datos de las planillas de gastos parciales desagregados por rubros, cuya sumatoria no coincide con los resultados de los balances generales de los libros de Contaduría. Cuadro 4. Composición porcentual de gastos de guerra por año. Tucumán, 1816-1820 Rubros de gastos 1816 1817 1818 1819 1820 TOTAL Alimentación 25,9 21,1 59,8 36,2 36,0 31,4 Retribuciones 15,9 1,7 4,5 17,5 16,8 11,4 Ganado 4,4 4,4 0,5 1,2 4,4 3,5 Hospital 3,5 3,9 0,0 1,7 1,7 2,7 Vestuario 11,0 5,6 2,7 19,1 11,8 9,8 Transporte 13,5 8,8 3,2 4,9 3,4 8,9 Útiles/herramientas 8,9 9,9 16,2 17,5 25,9 13,0 Otros gastos 16,8 44,4 13,1 1,9 0,0 19,2 TOTAL 100 100 100 100 100 100 Fuente: cuadro3 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 22 Cuadro 5. Porcentaje de gastos de guerra por rubro. Tucumán, 1816-1820 Rubros de gastos 1816 1817 1818 1819 1820 TOTAL Alimentación 32,5 16,3 23,7 14,9 12,7 100 Retribuciones 55,1 3,7 5,0 19,9 16,4 100 Ganado 49,1 30,7 1,8 4,3 14,0 100 Hospital 50,7 34,6 0,0 7,8 6,8 100 Vestuario 44,3 13,9 3,4 25,2 13,3 100 Transporte 60,1 24,0 4,6 7,1 4,2 100 Útiles/herramientas 26,7 18,4 15,5 17,3 22,1 100 Otros gastos 34,4 55,9 8,5 1,3 0,0 100 TOTAL 39,3 24,2 12,5 12,9 11,1 100 Fuente: cuadro 3 Sitio web: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/Jornadas/iii-cladhe-xxiii-jhe/ San Carlos de Bariloche, 23 al 27 de Octubre de 2012 - ISSN 1853-2543 23