Canadá y la nación americana - revista de comercio exterior

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Canadá y la nación americana
DAVID ANIDO*
... si durante el siglo XIX viajamos del colonialismo
a la independencia, ahora nuestra labor es viajar hacia
la interdependencia sin sacrificar nuestra independencia .
CARL OS FUENTE S, 1987
U
na expresión de moda en la era tecnológica es la de
"globalización". El concepto holístico de un mundo
interconectado es otro rito de paso para la civilización. Hace
mucho tiempo los mapas de Jerusalem, Mesopotamia, Atenas y el imperio romano representaban los límites del mundo conocido. Más tarde, en el imperio británico el sol "nunca
se ocultó" y hasta pequeñas islas, desde Tristán de Cunhahasta
Pitcairn y Diego García, fueron incluidas como puntos estratégicos a lo largo de un emporio de comercio mundial.
Hoy la Pax Americana de Estados U nidos rige el ciberespacio y está a la cabeza en comunicación digital, aeroespacial
y en investigación submarina. El "nuevo mundo" de las Américas, que alejó a los exploradores europeos de las especias de
Asia, es el hogar de más de 600 millones de personas (aún lejos
de los alcances demográficos de China y el sur de Asia).
En el epígrafe Carlos Fuentes establece el concepto de interdependencia hemisférica para las Américas. La sociedad civil,
en la era de la globalización, no puede esperar que una red
mundial de intereses comerciales y de inversión se desarrolle
en una farsa de protección a la soberanía tradicional y a la
cultura. El estira y afloja entre fronteras, ya sea económico,
*Presidente del Instituto Canadiense de Estudios Mediterráneos, Universidad de Toronto, Canadá <[email protected]>. Traducción del inglés de Cedrian López Bosch-Martineau .
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COMERCIO EXTERIOR, VOL. 52, NÜM. 1, ENERO DE 2002
cultural, político o militar, ha cambiado por siempre el concepto decimonónico de estado-nación. Las culturas regionales y
los pequeños poblados, el crecimiento de "grupos de ciudades
empeñosas y emprendedoras" (como las ciudades-estado griegas) o los arreglos bilaterales y multilaterales, han desmoronado las antiguas fronteras imperiales y los sistemas políticos.
Las instituciones más antiguas de América Latina son la
iglesia, el ejército y los modelos imperiales español y portugués. Las instituciones más antiguas de América del Norte
provienen de la rebelión religiosa de los "padres peregrinos",
la lealtad a los modelos imperiales británico y francés, las
relaciones con los pueblos aborígenes y la inmigración de
múltiples y diversos grupos nacionales. Carlos Fuentes está
en lo cierto cuando se refiere a un futuro hemisférico de interdependencia, aunque tal filosofía presenta retos para la
cultura e incluso para la soberanía.
El Lamento por una nación, de George Grant, publicado
en 1965, es una obra pionera en la literatura política canadiense en la que previene sobre la integración cultural. Grant
predijo el declive y el fin de Canadá tras una paulatina fusión
cultural con Estados Unidos. Su tesis era que el nacionalismo conservador que había protegido a Canadá bajo el resguardo imperial británico estaba dando paso a un nuevo liberalismo que no vio una razón de peso para que las culturas
independientes sobrevivieran.
En el caso de Canadá, se trataba de un ideal colectivo que
se enfrentaba a su contraparte, el individualismo de Estados
Unidos. Los franceses e ingleses de la Norteamérica británica se habían confederado deliberadamente en una nueva
nación canadiense en reacción al republicanismo de Estados
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Unidos. Pero cuando Francia y el Reino Unido perdieron su
primacía en los asuntos canadienses, la influencia de Estados
Unidos creció. El "lamento" de Grant por su país refleja esa
influencia: "La civilización moderna hace anacrónicas todas
las culturas locales. No hay lugar para las culturas locales
donde la ciencia moderna ha impuesto su dominio. A menudo se ha argumentado que la geografía y el idioma causaron la derrota de Canadá. Pero detrás de ellos hay una necesidad incomparablemente más poderosa. Nuestra cultura se
debatió en las aspiraciones de la era del progreso. El argumento de que Canadá, una cultura local, debe desaparecer, puede por consiguiente expresarse en tres pasos. Primero: los
hombres de todas partes se mueven inevitablemente hacia un
Estado universal y homogéneo. Segundo: los canadienses
viven al lado de una sociedad que es el corazón de la modernidad. Tercero: casi todos los canadienses piensan que la
modernidad es buena, así que nada esencial distingue a los
canadienses de los estadounidenses. Cuando se doblegan ante
'el estilo de vida americano,' ellos mismos se ofrecen ante el
altar de la diosa occidental reinante." 1
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) y el crecimiento de la internet han sustentado la advertencia de Grant. En un artículo reciente se estimó que 87%
del comercio internacional canadiense neto lo conforma el
comercio bilateral con Estados Unidos. Con lazos económicos de esas proporciones, incluso hablando de una moneda
común en América del Norte, los vínculos culturales se ven
obligados a fortalecerse. En tanto, las instituciones políticas
seguirán siendo, por ahora, la identidad de Canadá.
La desaparición virtual del programa de relaciones culturales internacionales del gobierno canadiense significa que
los países del mundo, incluido Estados Unidos, tienen menos conocimiento de lo que distingue a Canadá. De hecho,
este país es una de los primeros verdaderamente globales, con
una ciudadanía formada por la mayoría de las culturas mundiales y con una cosmovisión que le da la reputación de jugar limpio y ser tolerantes. Pero la relación con Estados Unidos
supera ese hecho, particularmente si se considera entre los 34
países del hemisferio americano. Canadá sigue siendo miembro del Grupo de los Siete (G7) porque Estados Unidos lo
quiere de su lado. Ya no se encuentra entre las siete principales economías del mundo, pero la necesidad moral de su
presencia en dicho Grupo, como una prominente democracia
internacional, es aceptada por unanimidad.
Canadá se ha convertido en un microcosmos cultural del
mundo y pasa por un permanente cambio que promueve desafíos para las interpretaciones tradicionales de su cultura y
1. George Grant, Lament far a Nation, Carlton Library, p. 54 .
su sociedad. La enorme dependencia respecto al comercio
y la inversión con Estados U nidos establece un obstáculo para
la propia existencia de Canadá como país independiente, precisamente porque los canadienses consideran a Estados Unidos como un amistoso alter ego que atrae a algunos de sus
mejores egresados universitarios y que proporciona la mayor
parte de su divertimiento cultural. Generalmente, los canadienses rechazan la idea de que son una ramificación o una
economía tributaria de Estados Unidos, pero sus actos y preferencias dicen más que las palabras.
Al parecer hay la tendencia a pensar que los canadienses
miran hacia el sur, mientras que los latinoamericanos lo hacen hacia el norte. Canadá se unió hace una década a la Organización de Estados Americanos (OEA) y los canadienses
cada vez tienen mayor conciencia de que acontecimientos
como las elecciones en México o en Perú son importantes.
Recientemente, el ministro de Relaciones Exteriores canadiense encabezó una comisión a Lima para discutir el futuro de la
democracia en la región. El incremento en el uso del español
en Canadá ha llevado a un declive en el interés del francés como
segunda lengua de los anglófonos, el cual lleva a las raíces de
las tradiciones canadienses.
En las primera mitad del siglo XX la idea de que América
del Norte y del Sur estrecharan lazos tenía poca trascendencia, excepto en ciertos giros dedicados a construcción de infraestructura, como ferrocarriles, redes eléctricas o sistemas de
comunicación. Las líneas divisorias de los antiguos imperios
coloniales dominaron las nuevas fuerzas interdependientes.
El dramaturgo Guillermo Verdecchia, en su obra Frontera
americana, describió la actitud norteamericana hacia América
Latina como "atada con alambre" o "provisional." Sin embargo, el héroe hispano de Verdecchia hace de Canadá su hogar.
En la literatura canadiense la metáfora de América Latina no siempre se distingue. El editor del periódico Canadian
Literature, William New, escribe que "Malcolm Lowry caracteriza el 'Quauhnáhuac' de México como el infierno y el 'Eridanus' de Columbia Británica como el paraíso". Yolande
Villenaire inscribe a América del Sur en su distinción entre
el paraíso y la realidad. Louis Dudek, analizando el contraste entre las dos "fes primitivas" de Cortés y Moctezuma, ve a
Sudamérica como un "tornado", pero agrega que Canadá
puede reconsiderarse desde la perspectiva de un tornado: "es
tan tranquila/ mientras es tan violenta. Por eso parecemos tan
buenos". Los escritores canadienses conocen a los mejores
escritores latinoamericanos: Borges, Neruda, Fuentes y García Márquez (quien señaló: "es la misma costa'').
Canadá ha mantenido vínculos con el Caribe y América
Central y del Sur desde principios del siglo XVIII. Pierre
LeMoyne d'Iberville et d'Ardilleres, un héroe de la historia
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franco-canadiense, murió en La Habana, Cuba, mientras
saqueaba la colonia británica de Nevis. El constructor de la
Ferroviaria Canadiense del Pacífico (Canadian Pacific Railway), William Van Home, planeó el tendido de la vía férrea
de Camagüey a Santiago de Cuba en 1873.
Las empresas canadienses han estado muy presentes en las
Américas. La compañía Brasean fue pionera en la operación
de servicios públicos, sistemas telefónicos, electricidad y
energía hidroeléctrica en Brasil. Los canadienses eran expertos
en tal infraestructura dados los grandes alcances de su país
al desafiar el terreno y las condiciones climáticas adversas. Hoy
compañías como Placer Dome, Caminco, Nortel y Lac tienen grandes intereses en la industria minera del hemisferio.
Las empresas canadienses que participan en obras de infraestructura siguieron los pasos del Reino Unido en América Latina y se unieron a las iniciativas e inversiones de Estados Unidos en servicios públicos, transporte y seguros. De
1896 a 1913, antes de la primera guerra mundial, había suficiente capital de riesgo en el imperio británico que sirvió a
la empresa canadiense como puente entre las viejas capacidades de inversión británicas y el nuevo dinamismo de comercialización estadounidense. Hoy, con casi 15 % de una población que dice tener ascendencia hispana y portuguesa, las
actividades empresariales de Canadá con América Latina
crecen con base en nuevas redes de familiaridad. Lo mismo
pasa en Estados Unidos. De muchas maneras tal sinergia era
perfecta para la pericia canadiense.
La existencia de Quebec es posiblemente el más grande
activo de Canadá para entender a América Latina y su herencia
ibérica. La Norteamérica francesa alguna vez se extendió a lo
largo del continente, desde el río Ohio hasta Luisiana, al sur.
Por las guerras, los tratados y las adquisiciones la mayor parte
de este territorio pasó al Reino Unido y Estados Unidos, pero
los colonos franceses que se quedaron constituyeron lo que
se convirtió en el Bajo Canadá (por debajo del río San Lorenzo). En 1867 la Confederación canadiense selló el acuerdo de
canadienses, franceses e ingleses para construir un país separado de Estados Unidos y asociado a la Corona británica.
En el siglo XXI la historia del hemisferio lleva a nuevas tendencias culturales. En la mayoría de nuestros países existe el
problema de los pueblos indígenas cuyas sociedades fueron
cambiadas de manera permanente en la era de la exploración.
Los descendientes de la esclavitud han traído la conciencia
africana (Ubuntu) a América del Norte y el Caribe. Los nuevos inmigrantes de todo el mundo continúan llegando como
futuros ciudadanos de las Américas, sin renunciar a sus preciadas tradiciones. En la era de la internet las fuerzas culturales interdependientes que derivan de vivir en un territorio
adyacente con libertad de movimiento se fortalecerán. La
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CANADÁ EN LA NACIÓN AMERICANA
estrecha red de negocios y relaciones culturales transformará a la sociedad en la mayoría de nuestros países.
Nunca ha habido en la historia un país tan poderoso en
escala mundial como Estados Unidos. Ninguna otra potencia mundial ha sido tan dominante militar, cultural y políticamente. Alejandro Magno helenizó un vasto territorio; el
imperio romano abarcó desde el Mediterráneo hasta el muro
deAdriano; el imperio británico nunca vio ocultarse el sol en
sus territorios e islas, y la Unión Soviética, aun en la plenitud
de su poder, sólo duró 50 años. Hoy Estados Unidos ha creado una presencia global y una Pax Americana.
La actitud canadiense hacia Estados Unidos, quizá compartida por otros países del hemisferio, se ha descrito como
de una "feroz ambivalencia". Un cómico canadiense describió a Canadá como "un Estados Unidos sin armas y con un
sistema de salud". Pero las diferencias entre la sociedad canadiense y la estadounidense se diluyen como las relaciones
Norte-Sur; por ejemplo, entre la costa atlántica de Canadá
y Nueva Inglaterra, o el oeste de Canadá y el de Estados U nidos, rivalizan los tradicionales vínculos Este-Oeste acogidos
en los años posteriores a la Confederación y que duraron hasta
las décadas de los cincuenta y sesenta.
Con el TLCAN hay una evolución similar entre México y
Estados Unidos que hace del Río Bravo un puente más que
una frontera. La gran influencia de México, además delcomercio, es el creciente influjo cultural hispano en Estados
Unidos (y Canadá) que se extenderá conforme disminuyan
las barreras comerciales y de inmigración. Teniendo en mente
que el intercambio hemisférico es vital para el futuro, los países
de las Américas trabajan para solucionar los problemas relacionados con la marginación cultural, el plagio de la propiedad intelectual y la migración ilegal de trabajadores.
En conclusión, ¿cómo podemos como ciudadanos del
hemisferio crear una comunidad interdependiente sin eliminar los valores y las tradiciones culturales? Ya no hay más líneas Maginot, muros deAdriano ni grandes murallas chinas
en un universo digital. La respuesta reside en adaptarse al
cambio a la vez que se promueve la prosperidad para todas
las personas involucradas y se respetan sus diferencias culturales en un mercado abierto y democrático.
Todos somos americanos, porque nos estamos adaptando a las nuevas estructuras democráticas y a las tecnologías
de la información. Las viejas costumbres de prejuiciar, confrontar e ignorar la pobreza son triviales en un futuro más
cosmopolita. Tenemos el poder de ver al hemisferio como un
gran escenario de actores interdependientes que trabajan a
partir de un libreto progresivo. Citando a Carlos Fuentes:
"nuestra tarea radica en viajar hacia la interdependencia sin
sacrificar nuestra independencia." G
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