Del mercadeo de servicios a la gerencia de servicios Cuando la empresa entiende que el mercadeo de servicios no se limita al departamento de mercadeo, descubre una fuente para desarrollar ventajas competitivas. Pero adoptar una perspectiva de servicio requiere una cultura de colaboración entre todas las áreas de la empresa. Para ello, es necesario cambiar la percepción de los servicios en todos los niveles; desde la dirección de la empresa, que debe asumir el liderazgo del cambio con el apoyo de los departamentos de mercadeo y recursos humanos. Raquel Puente LOS CONOCIMIENTOS desarrollados en el área de mercadeo de servicios son aplicables no sólo al departamento de mercadeo sino a toda la empresa y, más allá, a cualquier tipo de organizaciones: empresas de servicio o manufactura, organismos públicos y todas aquellas en las cuales la oferta de valor —solucionar un problema o satisfacer una necesidad— no es suficiente para crear una ventaja competitiva, y la mayoría de las veces no lo es. Cuando la empresa comprende que es necesario desarrollar una oferta integral —que incluye una serie de servicios capaces de generar valor para el cliente— descubre la perspectiva de servicio como una filosofía de negocios que le otorga una ventaja sostenible. TODOS LOS NEGOCIOS SON NEGOCIOS DE SERVICIO En la era industrial, los servicios eran considerados «productos complementarios»: algo necesario para entregar los bienes o productos físicos, pero que no agregaban mucho valor a la empresa ni a la sociedad. La teoría del mercadeo comenzó a desarrollarse sobre el argumento de que mercadear bienes era «diferente» de mercadear servicios, debido a la naturaleza de los servicios: intangibilidad, heterogeneidad, inseparabilidad de los procesos de consumo y compra, y la imposibilidad de inventariar servicios. Una nueva tendencia desarrollada en la era postindustrial objeta esta diferencia: tales características no son específicas de los servicios (Grönroos, 2000). Por ejemplo, en la mente del consumidor un perfume puede ser tan intangible como un servicio de comunicación, la venta de muebles modulares implica la participación del consumidor en el proceso de compra y evaluar un sistema de sonido sin instalarlo en casa puede ser tan difícil como evaluar un servicio financiero antes de comprarlo. El desarrollo de la «producción modular», la adaptación de productos a necesidades específicas del consumidor y la influencia de éste en el diseño y la manufactura de bienes en diversas etapas del proceso, apoyan la idea de que mercadear servicios y bienes no es tan diferente. Podría incluso decirse que la perspectiva de mercadeo de servicios es mucho más amplia y aplicable a todos los casos, pues considera variables que no se tomaban en cuenta en el mercadeo tradicional de bienes o productos físicos. Las estadísticas oficiales, al agrupar las actividades económicas en sectores, impiden apreciar el hecho de que los servicios no son actividades que sólo hacen algunas empresas. Definitivamente, en todos los sectores se prestan servicios, aunque en algunos como manufactura o agricultura esto no sea evidente. Por ejemplo, para la empresa Daimler-Chrysler, de los ingresos generados durante el ciclo de vida de un vehículo sólo un tercio resulta de la venta del producto, mientras que dos tercios se derivan de los servicios adicionales relacionados con la venta y el mantenimiento del vehículo. Christian Grönroos (2000) explica que, en el caso de las empresas de manufactura, los componentes de servicio que agregan valor a la oferta pueden resumirse en cinco categorías correspondientes a los distintos momentos del proceso de producción y consumo: 1. Antes de la manufactura: investigación y desarrollo, diseño, financiamiento. 2. Durante la manufactura: financiamiento, control de calidad, seguridad. 3. La venta: logística, distribución, información. 4. Durante el consumo y el uso: mantenimiento, arrendamiento, entrenamiento del cliente, atención de quejas. 5. Después del consumo y el uso: disposición de desperdicios, reciclaje. Estos servicios «escondidos» suelen ser vistos como algo «molesto» que muchas empresas quisieran evitar o minimizar pues sólo ocasionan costos; por ejemplo, facturación, atención de quejas y reclamos, entrenamiento de clientes, entre otros. Además, como no se les da la importancia que merecen, rara vez son diseñados y administrados como parte de la oferta de valor, sino como simples rutinas administrativas que deben ejecutarse con criterios de eficiencia interna y minimización de costos. Todo esto hace que las empresas no se percaten de que los consumidores no compran bienes ni servicios, sino soluciones a Volumen X • Número 3 • 2005 13 Del mercadeo de servicios a la gerencia de servicios sus problemas o necesidades, que además del producto «central» incluyen servicios adicionales que agregan valor a la oferta —información, atención personalizada, manejo de inconvenientes— o destruyen valor si son ejecutados de manera deficiente. y le será muy difícil tomar la delantera e incluso sobrevivir. Como la lealtad de los clientes con los servicios es mucho mayor que la basada en otras ventajas, a su empresa le será más difícil recuperar los clientes perdidos. LA PERSPECTIVA DE SERVICIO Todas las empresas —sin Si una empresa importar si su oferta «cenadopta una tral» consiste en bienes o p erspectiva servicios, o su mercado es de de servicio, consumo (B2C) o de negocio (B2B)— pueden adoptar una su ventaja consiste perspectiva de servicio. Es en el desarrollo muy difícil sostener ventajas de relaciones basadas únicamente en el con los clientes producto, el precio o la imay puede resultar gen; a la larga cualquiera de más duradera estas ventajas puede ser alcanzada y superada con una buena inversión. Ahora bien, si una empresa adopta una perspectiva de servicio, su ventaja consiste en el desarrollo de relaciones con los clientes y puede resultar más duradera. Adoptar esta perspectiva no implica restar importancia a las otras tres fuentes de ventajas (producto, precio e imagen), que deben ser desarrolladas y mantenidas en paralelo; pero será la perspectiva de servicios la que determine el desarrollo de competencias específicas. Hay tres razones fundamentales para enfocar la empresa hacia el desarrollo de servicios (Grönroos, 2000; Fernández y Bajac, 2004): AL CLIENTE O AL MERCADO GERENCIA DE 1. La importancia del tiempo. Independientemente de sus ingresos, los consumidores disponen de menos tiempo y lo valoran más. Por ello, en su evaluación de la oferta, atribuyen una importancia creciente al cumplimiento de tiempos, la atención de quejas y reclamos, un servicio más rápido y, en general, más comodidad y menos problemas, lo cual depende generalmente de la gerencia de servicios. 2. El poder de los consumidores derivado del aumento de la competencia. Los consumidores se vuelven más exigentes cuando hay opciones para cambiar si no están satisfechos. Esto hace más feroz la competencia y, en consecuencia, más difícil sostener una ventaja competitiva basada en producto, precio o imagen. 3. La tecnología, que permite a las empresas agregar más valor a los consumidores sin aumentar el precio y relacionarse de manera más sencilla y personal con sus clientes, aparte de aumentar la eficiencia de los servicios (mediante internet y bases de datos, por ejemplo). Por todo esto ya se dice que la era postindustrial ha dado paso a la era del servicio. Si otras empresas toman la delantera, en la carrera por ofrecer excelencia en servicios, y la suya no compite adecuadamente, pronto se habrá quedado rezagada 14 DEBATES IESA PROCESOS CON ORIENTACIÓN Una de las características esenciales de los servicios es que el consumo consiste en un «proceso»; es decir, son producidos mediante un proceso en el cual interviene el consumidor. Aunque parte del proceso puede ser ejecutada «detrás del mostrador», la parte crucial, en la evaluación del consumidor, es la que se produce en su presencia. En el caso de los bienes o productos físicos, el consumidor recibe solamente el resultado del proceso de producción y esto es lo único que afecta su evaluación. El papel del mercadeo tradicional, en el caso de los bienes, ha sido cerrar la brecha entre la producción y el consumo mediante la distribución, la comunicación, la estrategia de precio y las decisiones relacionadas con el producto, que incluyen marca, estrategia de lanzamiento y empaque, entre otras; es decir, las tradicionales «cuatro P». En este caso la función de mercadeo se limita a un departamento que cierra eficientemente tal brecha. Un gerente de mercadeo con más de veinte años de experiencia comentó: «... mi función era, una vez que los de producción tenían el producto listo, llevarlo al consumidor. Yo entonces era el encargado del inventario de productos y de su venta». La función de mercadeo comenzaba cuando producción lograba terminar el producto, y acababa cuando se trasladaba el producto al canal de distribución o intermediario seleccionado, y se desarrollaba en paralelo una estrategia de comunicación. En el caso de los servicios no existe una brecha entre producción y consumo. Mercadeo se vuelve parte del proceso de producción o del departamento de operaciones, como tradicionalmente se le denomina en la industria de servicios. Por supuesto, la mezcla tradicional de mercadeo —las «cuatro P»— se aplica y es necesaria, pero no es suficiente. A diferencia de lo que ocurre en el mercadeo de bienes, estas actividades pasan a ser de apoyo. En los servicios se agregan otras tres P, que ayudan a ejecutar el proceso de forma adecuada a la oferta: procesos, personas (empleados y clientes como partes del proceso productivo) y perceptibles (empaque o evidencia física del servicio). Estas variables adicionales son conocidas también como mercadeo interactivo (contacto entre empleados y clientes) y mercadeo interno, en el cual la gerencia eficiente del recurso humano es vital para generar valor en el proceso de entrega de valor al cliente. Con el mercadeo de servicios se ha ampliado el concepto tradicional de mercadeo. Sin embargo, mercadeo como concepto parece seguir describiendo sólo una función de un departamento. En muchas empresas, fuera del departamento de mercadeo, «mercadeo» puede no ser bien visto o comprendido, u otros departamentos pueden tener sentimientos ambiguos acerca de la función. Lo cierto es que mercadeo no es una función de un departamento, sino el proceso de establecer Del mercadeo de servicios a la gerencia de servicios y mantener la relación con el cliente, lo cual requiere el concurso de todos los departamentos de la empresa. Por ello, la expresión «mercadeo de servicios» puede no ser la mejor manera de describir este proceso y algunos autores utilizan términos tales como gerencia y mercadeo de servicios (Grönroos, 2000) o mercadeo y gerencia de servicios (Swartz y Iacobucci, 2000). La perspectiva de servicios requiere que mercadeo se convierta en un asunto de toda la gerencia, especialmente en los niveles superiores, y que no permanezca aislado en un departamento. Por ello, quizá gerencia de servicios sea un término más apropiado que mercadeo de servicios. Podría pensarse que el nombre que se le dé al concepto es irrelevante; pero en mercadeo se sabe que un nombre puede marcar la diferencia: el concepto puede ser mejor comprendido, sobre todo por otros departamentos, y resultar más fácil su puesta en práctica. La gerencia de servicios se ocupa de un proceso, a diferencia de la gerencia de mercadeo de servicios que se circunscribe a una gerencia funcional. En la perspectiva tradicional, cada departamento de la empresa se limita a metas u objetivos específicos y tiende a haber más especialización que colaboración entre departamentos. Los diferentes departamentos no dedican necesariamente sus esfuerzos y recursos a satisfacer las necesidades del consumidor; por lo tanto, aunque se pueda crear valor dentro de cada departamento, no se añade necesariamente valor a la oferta final al consumidor. Por ejemplo, un manejo «impecable» de cero inventario en la empresa puede reducir costos; pero, en alguna ocasión, puede ocurrir un despacho tardío del producto, lo cual equivale a una oferta de valor inferior para el cliente. Por ello es vital desarrollar mecanismos que permitan romper las fronteras departamentales, de modo que el proceso sea manejado como un flujo continuo de actividades que generan valor para el cliente. Tales mecanismos pueden consistir en proyectos, equipos de trabajo, comités o cualquier otra actividad que permita a la empresa «acompañar» al cliente durante su experiencia de servicio, no sólo mientras pasa por un departamento. Esta forma de manejar el negocio se denomina generalmente orientación al mercado o al cliente. La gerencia de servicios como gerencia de procesos Funciones Consumidor Fuente: Grönroos (1996: 14). APRENDIZAJES DE LA GERENCIA DE SERVICIOS Para aprender de la experiencia es muy importante reflexionar, primero, sobre el concepto de servicios, y para ello es útil comenzar con una definición sencilla como la siguiente: un servicio es, básicamente, una serie de esfuerzos humanos engranados de la mejor manera para lograr un resultado. Existe mientras lo entrega la empresa y mientras lo experimenta el cliente. Su naturaleza intangible lo hace difícil de evaluar antes de la compra y a veces incluso luego de experimentarlo. Esto implica un reto para la empresa, pues la satisfacción del consumidor dependerá de ese momento de contacto o «momento de la verdad», cuando el consumidor se convierte en un espectador con más o menos participación en la obra. Es responsabilidad de la organización que el cliente experimente una oferta que cumpla o supere sus expectativas, para que quiera repetir la experiencia. De este concepto de servicio pueden destacarse tres características que deben ser entendidas para tratar adecuadamente sus implicaciones gerenciales. En primer lugar, un servicio equivale al desarrollo de un proceso, que implica la interrelación de todos los departamentos de la empresa, para lograr no sólo el resultado prometido sino también una experiencia valiosa para el consumidor. En segundo lugar, un servicio se vende primero y entonces se produce y consume simultáneamente. Cuando se «manufactura» un servicio, mercadeo y operaciones están indisolublemente relacionados: el proceso de producción forma parte del proceso de mercadeo. Además, en un servicio la participación del empleado cobra mayor importancia que en la manufactura, donde el proceso de producción es menos visible para el cliente. En tercer lugar, la relación entre empleado y cliente es un componente esencial del servicio, pues la satisfacción del cliente dependerá de su relación con un empleado capaz de desarrollar el servicio como se había prometido al cliente. Todo esto se torna más complicado, cuando se introduce la visión del consumidor como un empleado más que ejecuta una parte del proceso. EL MERCADEO DE SERVICIOS: MÁS ALLÁ DE LAS CUATRO P El mercadeo de servicios requiere, por lo tanto, expandir a siete las tradicionales P del mercadeo. Agregar personas, perceptibles y procesos permite a las empresas implantar adecuadamente la perspectiva de servicio y brindar al cliente una oferta total consistente en cada paso del proceso. Por ello es necesario profundizar en cada una de estas variables. Personas: empleados y clientes La apariencia, la habilidad y la dedicación —es decir, las competencias del personal de servicio— son fundamentales para producir en el cliente la impresión adecuada. Esta impresión depende, en gran medida, de los empleados que se desempeñan directamente frente al cliente (lo que en inglés se denomina front office). Por ello es necesario identificar las competencias adecuadas para cada empleado, dependiendo del papel que deba representar para asegurar la calidad ofrecida. Cortesía, conocimiento, responsabilidad y facilidad de comunicación son características generalmente requeridas. Volumen X • Número 3 • 2005 15 Del mercadeo de servicios a la gerencia de servicios Adicional al papel del empleado, como ventaja competitiva de la empresa, hay que considerar la actuación del cliente dentro de la cadena de valor. En la mayoría de los casos (peluquería, supermercado o instituto educativo, por ejemplo), el consumidor está presente en la escena donde se desarrolla el servicio. Muchas veces están presentes varios consumidores que comparten la escena y las acciones de uno de ellos pueden afectar la experiencia de otro. Para controlar estas acciones es importante que la empresa informe y oriente a los consumidores sobre lo que se espera de ellos; sobre todo, cuando la participación de los consumidores es intensa, como ocurre en los servicios de educación o salud, por ejemplo. Perceptibles: el escenario El ambiente donde trascurre la prestación de un servicio es análogo al escenario de una obra de teatro, que ayuda a la audiencia a «enmarcar» la historia en un contexto determinado. Este papel de los perceptibles es de suma importancia, dada la naturaleza intangible de muchos servicios. Los perceptibles —el empaque del servicio— ayudan al consumidor a verificar sus expectativas, minimizan el riesgo que corre frente a cualquier oferta de servicio y aumentan su valor percibido. El escenario abarca todo lo sensorialmente apreciable por el consumidor: colores, sonidos, olores, decorado, diseño, equipos, apariencia de los empleados. De la empresa depende la consistencia del escenario con la oferta y, por lo tanto, el éxito del servicio. Procesos: el desempeño del servicio De nada sirven una excelente historia, un guión magistral, un maravilloso director y un escenario fuera de serie, si el desempeño de los actores no «está a la altura». Exactamente lo mismo sucede en los servicios: todos estos elementos deben ser consistentes para cumplir o superar las expectativas del consumidor. Asegurar un desempeño adecuado requiere planificar cada paso del proceso, mediante diagramas de flujo que detallen los procesos, los papeles y perfiles requeridos de las personas, el tiempo y los recursos físicos necesarios, entre otros elementos. Así la organización podrá optimizar el proceso de entrega —en cuanto a horarios, colas o picos de demanda, recursos, excepciones, quejas o fallas— y los empleados de contacto podrán adaptarse a las circunstancias o «improvisar» de manera adecuada, de acuerdo con las exigencias del consumidor, en la medida en que sea posible. El conocimiento del proceso permite a los empleados manejar el impacto de sus acciones sobre la oferta final al cliente. Con el poder de la información, sus superiores deberán otorgarles poder para tomar decisiones en tiempo real con el fin de satisfacer las exigencias de los clientes. 16 DEBATES IESA REQUISITOS GERENCIALES PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA EN SERVICIOS El primer requisito es que todos los departamentos conozcan el proceso de entrega de valor al cliente. Los diagramas de flujo proporcionan este conocimiento, pues especifican en detalle las funciones y características de los empleados, el papel que cada uno debe desempeñar, las relaciones entre los cargos y el resultado que se espera. En segundo lugar, se deben seleccionar empleados «ideales» que puedan desempeñar, según sus capacidades, cada una de las funciones. Esto requiere un riguroso proceso de selección, en el cual cada empleado demuestre sus habilidades y sea escogido con base en su capacidad para amoldarse a las exigencias del proceso y su orientación al servicio; por supuesto, a la selección se debe añadir la formación continua de los empleados. En tercer lugar, se debe disponer de todos los elementos necesarios de la escena o perceptibles: colores, muebles, equipos, diseño, música, luz. Por último, es necesario revisar continuamente el proceso, informando y recopilando información de todos los empleados, lo cual resultará muy útil para el entrenamiento de nuevos empleados, quienes podrán tener así una visión global del proceso y practicar antes de ocupar sus posiciones. El papel de la gerencia es vital para la puesta en práctica de esta estrategia: todo esto es imposible de alcanzar sin un director o gerente que logre acordar, negociar y comprometer a todos los empleados en lo que se desea conseguir. Adoptar una perspectiva de servicio requiere engranar perfectamente todas las áreas de la empresa; pero, sobre todo, operaciones, recursos humanos y mercadeo deben trabajar con una cultura de colaboración para consolidar una ventaja competitiva, que puede durar cien años si la empresa no la descuida. Para ello se debe cambiar, primero, la percepción interna de los servicios en todos los niveles de la organización. Esta labor debe asumirla la dirección de la empresa, apoyándose en los departamentos de mercadeo y recursos humanos para ejecutarla. Una vez que toda la empresa se comprometa con la perspectiva de servicio, puede comenzar a trabajar coordinadamente para servir al cliente. ■ REFERENCIAS • Fernández, P. y H. Bajac (2004): La gestión del marketing de servicios: principios y aplicaciones para la actividad gerencial. Buenos Aires: Granica. • Grönroos, C. (1996): «Relationship marketing logic». Asia Australia Marketing Journal. Vol. 4. No. 1. • Grönroos, C. (2000): Service management and marketing: a customer relationship management approach. Thousand Oaks: Wiley. • Swartz, T. y D. Iacobucci (eds.) (2000): Handbook of services marketing & management. Chichester: Sage. RAQUEL PUENTE Profesora del IESA