639-2010 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia

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639-2010
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San Salvador, a las nueve
horas con un minuto del día diez de diciembre de dos mil diez.
Examinada la demanda de amparo formulada por el señor Oscar Javier Zelaya
Moreno, contra actuaciones atribuidas al Juez Primero de lo Civil y Mercantil y al Juez
Segundo de lo Civil y Mercantil, ambos de la ciudad y departamento de San Miguel, junto
con la documentación relacionada en el folio tres de este expediente, se estima necesario
realizar las siguientes consideraciones:
I. Fundamentalmente, el señor Zelaya Moreno manifiesta que demanda al Juez
Primero de lo Civil y Mercantil y al Juez Segundo de lo Civil y Mercantil, ambos de la
ciudad y departamento de San Miguel, debido a que, por un lado, la primera de las
autoridades judiciales omitió notificarle la sentencia dictada en su contra en el proceso
declarativo abreviado de terminación de contrato de arrendamiento tramitado ante aquel; y,
por el otro, ambos funcionarios “… están conociendo en [procesos] distintos[,] [en los
cuales] las partes y el hecho [son los] mism[os]…”.
En ese sentido, como consecuencia de tales circunstancias, señala que su derecho de
audiencia y “… la disposición constitucional [que se refiere] a que nadie puede ser
enjuiciado dos veces por la misma causa…” han resultado conculcados.
II. Delimitados los elementos que constituyen la causa de pedir de la pretensión
formulada, conviene ahora exteriorizar brevemente los fundamentos jurídicos de esta
resolución con el fin de resolver adecuadamente el caso cuyo estudio se realiza.
1. A. Así, la jurisprudencia emitida por esta Sala –verbigracia, la resolución emitida
el día 15-XI-2006, en el proceso de amparo con número de referencia 671-2006– ha
establecido como una causal de rechazo de la demanda de amparo la expresa conformidad
de la parte actora con el acto reclamado, el cual se entiende como una actuación de
autoridad expresamente consentido o aceptado por ella, que se traduce en el hecho que el
supuesto agraviado se adhiere a él en forma verbal, escrita o mediante la realización de
signos inequívocos e indubitables de aceptación.
De igual forma, tal como se sostuvo en el auto dictado el día 10-I-2007, en el
proceso de amparo con número de referencia 784-2006, para que la expresa conformidad
con el acto reclamado surta efectos no es necesario que se acepte claramente o que exista
una constancia escrita del consentimiento declarado con relación a una actuación u
omisión, ya que los vocablos “expresa conformidad” que incorpora el enunciado legal
establecido en el artículo 31 número 2 de la Ley de Procedimientos Constitucionales deben
entenderse como “expresión de voluntad o manifestación inequívoca de esta”.
Con base en lo afirmado precedentemente, es posible sostener que la conformidad
con el acto impugnado se traduce en la realización de determinados hechos por parte de la
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persona que se considera agraviada que, por definición, indican fehacientemente su
disposición de cumplirlo o de admitir sus efectos.
B. En relación con lo anterior, es necesario acotar que la expresa conformidad del
agraviado con la actuación u omisión reclamada constituye, de acuerdo con la disposición
legal precitada, una causal de sobreseimiento, el cual se dicta únicamente cuando la
demanda ya fue admitida a trámite.
No obstante, resulta ineludible señalar que la pretensión de amparo es una
declaración de voluntad que, fundamentada en la amenaza, privación, obstaculización de
ejercicio, restricción o desconocimiento de un derecho, se dirige ante la Sala de lo
Constitucional
y
frente
a
autoridades
públicas
o
particulares
–debidamente
individualizados–, con la finalidad que aquella reconozca con su decisión el derecho
invocado y, además, adopte las medidas que sean necesarias para restablecer o preservar su
libre ejercicio.
En ese orden de argumentos, para la procedencia de la pretensión de amparo es
suficiente que el demandante se autoatribuya alteraciones difusas o concretas en su esfera
jurídica derivadas del acto contra el que presente el reclamo, independientemente de cuál
sea su naturaleza. Se trata, en definitiva, de lo que en términos generales la jurisprudencia
constitucional ha denominado “agravio”, instituto que debe cumplir como requisito, por
ejemplo, que se produzca respecto a normas o preceptos de nivel constitucional –elemento
jurídico– y que suponga una afectación difusa o concreta en la esfera jurídica de la persona
justiciable –elemento material–.
De esta forma, la supuesta vulneración constitucional queda subsanada como efecto
de la expresa conformidad, situación que se concreta con la declaración o manifestación de
voluntad por la que el agraviado acepta, consiente o expresa su aquiescencia con la
actuación que impugna. En tal caso, el perjuicio alegado pierde su elemento jurídico y, en
consecuencia, deja de existir.
Y es que, si bien con la iniciación del proceso de amparo lo que el demandante
intenta es defender o conservar sus derechos fundamentales, lo cierto es que debe
comprobar que el agravio ocasionado en su esfera jurídica subsiste, para que su pretensión
sea tramitada y decidida en una sentencia de fondo, puesto que, ante la expresa
conformidad o convalidación del impetrante con el acto reclamado, dicho trámite
constitucional carecería de objeto para juzgar el caso desde la perspectiva constitucional y,
por tanto, la demanda deberá ser declarada improcedente.
En efecto, con arreglo a la resolución pronunciada el día 7-IX-2006, en el proceso
de amparo con número de referencia 508-2006, una de las causales que producen el rechazo
de la demanda por medio de la improcedencia consiste, precisamente, en la existencia de
actos que de alguna manera expresen o manifiesten la conformidad del agraviado con la
situación debatida.
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2. Por otra parte, tal como se sostuvo en la resolución emitida el día 21-X-2010, en
el amparo con número de referencia 408-2010, en este tipo de procesos las afirmaciones de
hecho de la parte actora deben justificar que el reclamo formulado posee trascendencia
constitucional, esto es, deben poner de manifiesto la presunta vulneración de derechos
fundamentales.
Por el contrario, si tales alegaciones se reducen al planteamiento de aspectos
puramente legales o administrativos consistentes en la simple inconformidad con las
actuaciones o el contenido de las decisiones dictadas por las autoridades dentro de sus
respectivas competencias, la cuestión sometida a conocimiento se erige en un asunto de
mera legalidad, lo cual constituye un vicio de la pretensión que imposibilita su
juzgamiento.
En otros términos, en la queja formulada ante la jurisdicción constitucional debe
exponerse y fundamentarse una posible vulneración a los derechos reconocidos en la
normativa constitucional que se derive de la actuación cuyo control se solicita, puesto que
la proposición de una petición exclusiva del marco de la legalidad, limitada al conocimiento
y decisión de las autoridades ordinarias o administrativas, representa un defecto en la causa
de pedir de la pretensión de amparo que, a su vez, se traduce en la imposibilidad de juzgar
el reclamo formulado desde la perspectiva constitucional.
De esta forma, en el auto pronunciado el día 30-VII-2010 en el proceso de amparo
con número de referencia 155-2010, se afirmó que si los hechos relacionados en la
pretensión constitucional de amparo consisten únicamente en una simple inconformidad
con lo actuado por una autoridad jurisdiccional o administrativa, aquella debe ser repelida
por haber imposibilidad absoluta de juzgar el caso.
Y es que decidir respecto de lo planteado en la demanda, cuando es evidente la falta
de fundamentación constitucional significaría invadir la esfera de la legalidad, lo cual
obligaría a revisar, desde esa perspectiva, las actuaciones de los funcionarios o autoridades
que se desenvuelven dentro de sus respectivas atribuciones y competencias, aspecto que no
corresponde a este Tribunal. En consecuencia, dicha situación motiva el rechazo de la
pretensión de amparo mediante la figura de la improcedencia, debido a la falta de
competencia objetiva respecto del supuesto formulado.
III. Determinadas las anteriores consideraciones teóricas y jurisprudenciales,
corresponde ahora aplicarlas al presente caso.
1. El señor Oscar Javier Zelaya Moreno manifiesta que demanda al Juez Primero de
lo Civil y Mercantil y al Juez Segundo de lo Civil y Mercantil, ambos de la ciudad y
departamento de San Miguel, debido a que, por un lado, la primera de las autoridades
judiciales omitió notificarle la sentencia dictada en su contra en el proceso declarativo
abreviado de terminación de contrato de arrendamiento tramitado ante aquel; y, por el otro,
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ambos funcionarios “… están conociendo en [procesos] distintos[,] [en los cuales] las
partes y el hecho [son los] mism[os]…”.
Dichas situaciones las estima atentatorias de su derecho de audiencia y de “… la
disposición constitucional [que se refiere] a que nadie puede ser enjuiciado dos veces por la
misma causa…” resultaron conculcados.
2. A. Ahora bien, en cuanto al derecho de audiencia que se alega conculcado, de la
lectura de la documentación presentada junto con la demanda se observa que en el proceso
de instancia el entonces apoderado del pretensor de este amparo realizó un acto que es
susceptible de ser interpretado como una aceptación del supuesto perjuicio que este pudo
haber sufrido como consecuencia de la falta de notificación de la sentencia que el Juez
Primero de lo Civil y Mercantil emitió en su contra.
En efecto, de acuerdo con el texto de la copia de la resolución que el citado
funcionario emitió a las diez horas con cincuenta minutos del día 25-XI-2010, el abogado
del señor Zelaya Moreno presentó a dicho servidor público un escrito por medio del cual le
solicitó el señalamiento del día y la hora para poder hacer la entrega material del inmueble
a cuya desocupación fue condenado, con lo que tal persona –según lo destacó el juez en
referencia– estuvo en “… disposición de cumplir con la [s]entencia pronunciada…”.
De lo anterior se deduce que el apoderado que en ese momento tenía el actor de este
proceso constitucional y quien actuaba en su nombre, al formular la aludida solicitud,
básicamente expresó una conformidad imputable a la parte respectiva con la supuesta falta
de notificación de la decisión por la que el funcionario jurisdiccional relacionado la
condenó a desocupar el inmueble objeto de la pretensión de instancia.
En ese sentido, se infiere que, previo a la iniciación de este proceso, el que en
primera instancia fue apoderado del señor Zelaya Moreno llevó a cabo una acción que es
susceptible de ser interpretada claramente como una manifestación de conformidad
imputable a dicha persona con la omisión reclamada, debido a que –tal como se ha podido
constatar de la documentación que junto a la demanda fue presentada– con la solicitud que
planteó para que se señalara el día y la hora en que el respectivo inmueble debía ser
entregado, el pretensor ejecutó una actuación que indica manifiestamente su disposición a
cumplir con el contenido de la sentencia que no se le hizo saber.
Por todo lo expuesto, es evidente la imposibilidad de entrar a conocer este punto de
la pretensión planteada, por cuanto la expresa conformidad con los actos impugnados
refleja la inexistencia de un agravio en la esfera particular del peticionario, lo cual provoca
un vicio en el elemento objetivo de la pretensión de amparo y vuelve necesario su rechazo
liminar mediante la figura de la improcedencia.
B. a. Con relación a la “… la disposición constitucional [que se refiere] a que nadie
puede ser enjuiciado dos veces por la misma causa…” que el pretensor asegura fue
conculcada por la existencia simultánea de dos procesos entre las mismas partes y los
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mismos hechos, se advierte que, en este punto, el reclamo formulado tampoco puede ser
enjuiciado en esta sede constitucional, ya que el presunto agravio que ha sido externado se
traduce en la mera inconformidad –carente de trascendencia constitucional– con la
coexistencia de dos procedimientos cuyos trámites, causas de pedir y petición son
diferentes.
Efectivamente, lo afirmado en último término encuentra basamento en el hecho que,
según la documentación que fue presentada junto con la demanda, el apoderado de la
señora Gladis Barahona de Herrera presentó un escrito ante el Juez Primero de lo Civil y
Mercantil de San Miguel que dio inicio a un proceso declarativo abreviado, cuya finalidad
era que dicho funcionario diera por terminado el contrato que tal persona había celebrado
con el señor Zelaya Moreno.
De igual forma, la circunstancia mencionada se fundamenta en que, con arreglo a
los referidos documentos, el mismo abogado de la aludida señora Barahona de Herrera
formuló una solicitud ante el Juez Segundo de lo Civil y Mercantil de San Miguel, la cual
originó una diligencia preliminar con el fin de colocar en mora al peticionario de este
amparo, quien en ese entonces fungía como arrendatario.
Según lo expresado, la probable vulneración a la prohibición del doble juzgamiento
establecida en el artículo 11 inciso 1° de la Constitución de la República que se alega como
infringida, estriba –según el actor– en la existencia simultánea de dos “juicios”, uno
tramitado ante el Juez Primero de lo Civil y Mercantil y otro ante el Juez Segundo de lo
Civil y Mercantil, ambos de San Miguel.
b. Ahora bien, a partir de las premisas indicadas, es posible concluir que el trámite,
la causa de pedir y la petición formuladas en un proceso abreviado de terminación de
contrato de arrendamiento son distintas a las planteadas en una diligencia preliminar cuya
finalidad es colocar en mora a un arrendatario, ya que la decisión que en definitiva se emita
generaría efectos disímiles según haya sido el tipo de trámite en que se profieran.
En ese sentido, en el primer caso, la sentencia daría por finalizada la relación
contractual arrendaticia; en cambio, en el segundo, el auto emitido en la mencionada
diligencia preliminar originaría un presupuesto procesal necesario para la incoación de un
proceso posterior, lo cual convertiría al apuntado procedimiento en una cuestión
prejudicial. De manera que, de acuerdo con el propio texto de la demanda suscrita por el
actor, no estamos en presencia de dos procesos que estén o hayan sido gestionados en
forma simultánea con identidad de causa de pedir y petición.
C. Por las razones antes indicadas, se concluye que el alegato expresado en este
punto carece de trascendencia constitucional, debido a que, en esencia, pone de manifiesto
la mera inconformidad de la posición procesal demandante con la existencia simultánea de
dos trámites –uno contencioso y otro no contencioso– que carecen de una finalidad
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semejante, pues en ellos, en rigor, no se pretende juzgar dos veces la “misma causa”, por lo
que, en este aspecto, también debe declararse improcedente la demanda planteada.
Por tanto, con base en las razones expuestas en los acápites precedentes y lo
establecido en las disposiciones legales citadas, esta Sala RESUELVE:
1. Declárese improcedente la demanda presentada por el señor Oscar Javier Zelaya
Moreno, contra actuaciones atribuidas al Juez Primero de lo Civil y Mercantil y al Juez
Segundo de lo Civil y Mercantil, ambos de la ciudad y departamento de San Miguel, escrito
que fue incoado por la presunta vulneración del derecho de audiencia –reconocido en el
artículo 11 de la Constitución de la República– y de “… la disposición constitucional [que
se refiere] a que nadie puede ser enjuiciado dos veces por la misma causa…”, debido a que,
por un lado, dicho señor manifestó, por medio de su apoderado en el proceso de instancia,
su conformidad con la omisión contra la cual reclama y, por el otro, ciertos aspectos de su
reclamo se traducen en la mera inconformidad con la existencia simultánea de dos
procedimientos en los que el trámite, la causa de pedir y la petición es distinta, todo ello
con basamento en los razonamientos expuestos en el considerando III de esta decisión.
2. Tome nota la Secretaría de este Tribunal del medio técnico señalado por el señor
Zelaya Moreno para recibir los actos procesales de comunicación.
3. Notifíquese.
---J. B. JAIME--- O. BON F.---J. N. CASTANEDA S.---E. S. BLANCO R.---C.
ESCOLÁN ---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO
SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS.
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