NUEVOS PARADIGMAS TRIBUTARIOS Rafael Martínez Cohen, abogado, profesor de Derecho Tributario, P.U.C.V. La ley 20.780, sobre reforma tributaria, introduce una nuevo artículo 4 bis al Código Tributario: “Las obligaciones tributarias establecidas en las leyes que fijen los hechos imponibles, nacerán y se harán exigibles con arreglo a la naturaleza jurídica de los hechos, actos o negocios realizados, cualquiera que sea la forma o denominación que los interesados le hubieran dado, y prescindiendo de los vicios o defectos que pudieran afectarles”, norma idéntica al actual art. 13 de la Ley General Tributaria Española. Se plasma así en nuestra legislación positiva el Principio de la Realidad Económica, que implica que, a efectos tributarios, se prescindirá de las formas y ficciones acordadas por la partes en sus contratos en virtud de la autonomía la voluntad, debiendo estarse a los hechos jurídicos tal cual ocurrieron en la realidad. Tal principio no sólo beneficia al Fisco, que podrá determinar impuestos “levantando el velo” contractual, estándose a la realidad y no al contrato simulado o celebrado en abuso de un derecho, sino que, curiosamente, también permite al propio contribuyente probar que, en los hechos, por un error o una mala asesoría, ha manifestado una voluntad distinta a la realidad, por regla general en su contabilidad o en instrumentos públicos o privados. Siguiendo a Manuel Silva Pizarro (La Semana Jurídica Nº 32, páginas 5 y 6) este principio acarrea las siguientes consecuencias: a) Es irrelevante, a efectos de la tributación, que una conducta, que cumple el supuesto de hecho tipificado en la ley tributaría, sea ilegal, infrinja un mandato o una prohibición legal, o atente contra las buenas costumbres; b) El hecho que un negocio jurídico sea ineficaz o se convierta en tal, es irrelevante a efectos de la imposición, en tanto los interesados permitan que, a pesar de ello, se produzca y subsista el resultado económico de dicho negocio; c) Los negocios simulados y las actuaciones ficticias son irrelevantes a efectos impositivos. Cuando se encubre un negocio mediante otro simulado, el negocio disimulado será el decisivo a efectos tributarios, y d) La ley tributaria no puede ser eludida mediante el abuso de las posibilidades de configuración del Derecho. Si existe un abuso, la obligación tributaria nace como lo hubiera hecho de haberse adoptado una configuración jurídica adecuada a los acontecimientos económicos. Según Franco Brzovic (La Interpretación de las Leyes Tributarias. Páginas 423 a 427 en Interpretación, Integración y Razonamientos Jurídicos), la doctrina de la realidad económica tiene su origen a principios del siglo XX en Alemania, donde predominaba en la doctrina y jurisprudencia el planteamiento que las leyes tributarias deberían ser interpretadas en forma literal y restringida. El redactor del Ordenamiento Fiscal del Reich de 1919, Enno Becker, con el objeto de poner fin a esta situación, dispuso lo siguiente: "en la interpretación de las leyes impositivas debía tenerse en cuenta su finalidad, su significación económica y la evolución de las circunstancias". Posteriormente, en la ley de adaptación fiscal alemana, se fijó como criterio interpretativo "las concepciones nacionales, el fin y la significación económicas de las leyes tributarias y la evolución de las circunstancias". En Chile, fue el tema abordado por el profesor Jorge Stretter, en su trabajo "La Interpretación de la Ley Tributaria". En definitiva, este principio implica que debe estarse al fin u objeto de la ley, es decir, a lo que ésta quiso gravar, que llama a interpretarla yendo más allá de su texto literal, como ha sido tradicional en nuestro sistema jurídico tributario, en virtud del cual el paradigma del principio de legalidad de los tributos había sido su piedra angular, debiendo ahora inquirirse sobre la materialidad económica de dichos hechos tal como han sucedido en la realidad, una Caja de Pandora muy difícil de cerrar.