Dejar de mendigar - Dejate

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Dejar de Mendigar
“No tendrás que mendigar más nada”
Fernando Corraro
9° Encuentro de las PAM
23-08-04
“P. Prepárate para recibir.
F. ¿Recibir qué?
P. Lo que estás esperando. No tengas miedo de nada.
F. Bueno, me preparo.
P. Espera con cuidado de no decir nada a nadie. Hija querida de mi Corazón, recibe tu recompensa, con
todo el Amor de mi Corazón te la doy por haber aceptado mi llamado. No tendrás que mendigar más nada
a nadie. Deja que Yo actúe y espera en Mí, no quedarás desilusionada.”
¿Cuál es la recompensa de Dios? Le dijo a Fabiana “Hija querida de mi Corazón, recibe tu recompensa…. No
tendrás que mendigar más nada a nadie.” Se refiere a lo material también pero principalmente a lo espiritual. Si no
tenemos que mendigar el Reino menos la añadidura.
¿Cuál es la recompensa de Dios? El Reino de Dios es un Reino Espiritual y Eterno.
¿Será tan baja, mediocre, pijotera su recompensa que se limite a algo material, efímero - como una casa, un auto,
un poco más de dinero -? ¿Será esa la recompensa de Dios? Muchas veces nosotros creemos que es eso, esperamos
esas cositas.
Es como si el dueño de la cadena de hamburguesería más grande del mundo le dijera a su hijo “Te quiero
recompensar tu fidelidad y obediencia, entonces te voy a dar un Vale y vas a ir a cualquier local y te harán un
descuento en el combo 2 que sale $30 y a vos, con ese vale, te va a salir $25”. Si ese dueño lo quiere a su hijo ¡lo
hace su socio, comparte lo suyo! Y el hijo que vivía de lo que el padre le daba, pasa a vivir materialmente de la
recompensa que le dio su padre.
Dios quiere hacer lo mismo, su recompensa es Él mismo, compartir su Divinidad.
El Padre quiso darse y por eso envió a su Hijo para que al darse en la Cruz recibiéramos Todo Nuevo. Cuando se
da - cuando Dios se da - se hace Todo Nuevo. Y cuando el alma recibe esa recompensa que es Él mismo, su
Divinidad, pasa a vivir de ella y ya no necesita mendigar más nada. Vive de Dios, vive del Amor.
08-05-03
“M. Vas a recibir Todo Nuevo.
F. O sea que no voy a tener que perder mucho tiempo.
M. No, no mendigarás nada a nadie. Déjate amar más. No tengas miedo, lo mejor todavía no ha llegado.”
Esa era una época de conflictos en la comunidad de Corrientes. Fabiana no trabajaba, sólo escribía, recibía muchas
atenciones, muchos regalos. Muchas personas le regalaban y le decían “Tomá para la peluquería; Tomá para un par
de zapatos”. Entonces la que no hacía nada, recibía todo y generaba envidia, celos.
Jesús le decía “no tendrás que mendigar más nada”, ella lo asumía también como algo relacionado con la situación
que estaba viviendo.
Pero cuando Dios habla, habla para la eternidad, hoy nosotros estamos meditando ese “no mendigaras nada” como
algo espiritual. Eso es lo que Jesús quería que nosotros saquemos de ese mensaje y Fabiana lo entendió así pero se
mezclaba con su situación de vida.
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Dejar de Mendigar
Ya sé cual es mi apostolado, cuál es el sentido de mi existir, para qué vine al mundo. Me dejo sanar, me dejo
limpiar, me dejo liberar, me dejo resucitar, me dejo amar. Entrego todo y recibo Todo Nuevo para que otros
se sanen, se limpien, se liberen, resuciten y se dejen amar. Ya se donde está la Fuente de la Vida, ya no
necesito mendigar más nada.
No necesito mendigar afecto (nadie me llamó el día de mi cumpleaños, uno sólo se acordó, ahora ya se quien es mi
verdadero amigo; estuve enfermo y nadie me vino a visitar). Estoy mendigando afecto. No quiere decir que no
necesite el afecto de mis hermanos pero si no está, no hay problema porque tengo la Fuente, ya se de dónde recibo
Todo Nuevo.
Ya no necesito mendigar compañía o un oído que me escuche (cuando ando buscando en quien desahogarme). Si
tengo que desahogarme tengo la Fuente, tengo a Jesús, tengo la intimidad; no significa que no necesite del oído de
un hermano pero si eso no aparece, no hay problema porque tengo la Fuente.
No necesito mendigar sanación (andar buscando alguien nuevo porque ya fui a todos los sacerdotes sanadores y
necesito novedad). No hablo en contra de los sacerdotes que hacen Misa de sanación, estoy hablando en contra de
nuestra actitud de mendigos. Entonces mi actitud cual es: “María estoy sintiendo en el corazón que Vos me querés
llevar a esa Misa; Jesús, Vos me queres llevar. Bueno, voy; pero acordate “Una palabra tuya bastará para
sanarme”. Si Vos querés me quedo, no tengo necesidad, pero si queres, llevame.”
Otra forma de mendigar, es mendigar novedades. Entro a internet y me hago una mezcolanza de mensajes ¿por
qué? Porque quiero lo nuevo. Siempre estoy buscando qué dice la Virgen porque allá ya repite mucho: conversión,
oración, yo quiero lo nuevo, saber qué va a pasar con el mundo, con la Argentina. No está mal querer conocer lo
que la Virgen dice, lo que está mal es la actitud de mendigos. Así también voy de lugar en lugar, de vidente en
vidente tratando de buscar la novedad. “Mamita si Vos me que llevar a Medjugorje, a Guadalupe, a Lourdes - se ve
que queres porque se organizó todo, me pagaste los pasajes, etc - bueno voy, pero yo no necesito porque Vos estás
pendiente de Mí cada segundo del día. Así que voy y ¡gracias porque me regalaste un viaje!”
Esa sed, esa ansiedad y esa falta de paz en el alma es la que me hace ir de un lugar al otro mendigando novedades.
Eso es lo que hace el hábito de la intimidad: ya tengo la Fuente, ya no tengo que mendigar nada.
Si estoy enfermo, no necesito mendigar compasión. Ya tengo quien tenga compasión de mí, eso no quiere decir
que no necesite la compasión de mis hermanos, pero si mis hermanos no me tienen compasión, esta Él, está Jesús,
está la Fuente. No necesito salir a mendigar compasión. Jesús es mi novedad permanente
También ando mendigando sensibilidad espiritual y emociones, entonces cuando no hay algo que me provoque
llanto o emoción, me parece que no es de Dios, o me voy a intimar y si no siento nada emocionante me voy a los 5
minutos. No quiere decir que deje de ser un necesitado sino que no necesito mendigar porque ya tengo mi
proveedor de Todo y de Todo Nuevo.
¿Me explico sobre la postura de mendigo? Yo necesito de mis hermanos, necesito de todo pero si la providencia no
me pone en el camino a un hermano que me puede dar afecto, que me presta un oído, que me invita a un asado…
Hay un mensaje que dice: “Lo que no te doy es lo que no te va a dar más Amor”. Yo creo que lo que estoy deseando
es lo que necesito, pero si no lo tengo es porque así como estoy tengo el Amor pleno para vivir este momento. Eso
que estoy pensando que necesito no me va a dar el Amor, entonces esa carencia también es providencia.
Vean en su oración personal ¿en qué aspectos de la vida son mendigos? Y la intimidad los ayudará a desechar eso.
7-12-00
“F. Estaba pensando en que muchas pequeñas comunidades de base que se formaron al principio, ahora ya
están disueltas.
M. Las pequeñas comunidades son necesarias para el inicio, luego yo tomo a cada uno en particular y lo
introduzco más profundamente en Mi Corazón Inmaculado, donde la verdadera "comunidad" se establece
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Dejar de Mendigar
dentro de la Santísima Trinidad. De allí es de donde no hay que salir. Allí está la "PLENITUD DEL AMOR".
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se deleitan hermoseando lo que ellos mismos han creado con Amor.
Por eso es importante vivir la intimidad con un Dios que es Amor, donde los reemplazos no existen porque
Él es el TODO, el que llena TODO.
Por eso también, muchas veces, te he dicho hija que no te preocupes por los demás, que no estés
pendiente de lo que otros dirán o harán. El que descubre este misterio de amor, que lo encierra todo1, ya
no tiene más nada que buscar. Sólo debe el alma dejarse amar, dejarse moldear dentro de un círculo que
no tiene principio ni fin. Es el círculo del AMOR de las tres Personas.
M. A este Amor sólo Yo puedo conducirlos a través de mi Corazón Inmaculado que jamás ha conocido
mancha ni oscuridad de pecado.”1 Se refiere al misterio de la Santísima Trinidad.
“El que descubre este misterio de Amor que lo encierra todo ya no tiene más nada que
buscar.”
Lc 23, 39-43
“Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a
nosotros».
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la
sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».
El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».”
A menudo escuchamos decir acerca de las personas no creyentes: “Hay más personas buenas entre los que no creen
que entre los creyentes, entre los que están todo el día rezando”. Y es verdad, pero hay una gran diferencia. Son
moralmente intachables pero sin hambre de Dios. Yo no me imagino una vida sin estar sediento del Amor de Dios.
Ellos no desean ni necesitan encontrarse con Jesús. ¿Se imaginan una vida sin la necesidad de encontrarse con
Jesús? No significa que ellos estén excluidos de la Misericordia de Dios pero es grande la diferencia. Es mejor
añorar estar con Cristo que ser perfecto, es mejor ser el buen ladrón que tiene ansias del Paraíso, que es Cristo
mismo. ¿Cambiaríamos nuestras debilidades - que nos mantienen enamorados de Cristo - si nos ofrecen la
perfección humana? El alma pequeñísima es como el buen ladrón pero que no espera el último día para recibir
Nueva Vida. Cada día se deja herir, se deja crucificar para poder ir a la intimidad y decir “Señor, soy débil, nací
torcido, soy ladrón, te necesito, dame paraíso, dame Nueva Vida, dame tu inocencia, paga mi deuda, paga mi
rescate con tu sangre”, y así cada día, el alma pequeñísima conquista su paraíso para sí y para muchos otros. Con
este acto diario el alma pequeñísima le arranca a Jesús para sí misma y para muchos hermanos las palabras “En
verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.
Cuando uno va a la intimidad y le dice Jesús “Quiero tu Paraíso”. Jesús dice “Ya te estaba esperando con tu
paraíso. Tomá, disfrutalo”
Luego sólo queda disfrutarlo como un niño con juguete nuevo hasta que se comienza a sentir que resulta cada vez
más difícil conservarlo y el alma tenga que volver a pedirlo y recibirlo en este acto de entrega cotidiano.
Fíjense que el buen ladrón conquista el paraíso.
Los pasos en la crucifixión: Jesús le entrega Juan –representando a todos los redimidos - a María, es decir, Jesús
Consagra la humanidad a María.
Después viene la Muerte y Resurrección.
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Después el Bautismo (venida del Espíritu Santo).
No es mi invento, Dios lo quiso así. Es decir, desde el Corazón de María, desde el vientre de María le arrancamos a
Jesús el Paraíso. Eso hizo el buen ladrón. Ya estaba consagrado a María en la Cruz, ya Jesús se lo había entregado
a María así que ya estaba consagrado.
Cuando vamos a la intimidad hacemos lo mismo, desde el vientre de María le decimos a “Jesús, quiero Paraíso” y
¿qué es el Paraíso? Él mismo, y conquistamos ese paraíso de cada día desde María.
¿Podemos tener temor a la muerte o al juicio practicando este acto constantemente?
10-04-98
P. Recibirás todo de Mí, sin esfuerzo, porque es tu recompensa por la entrega.
No te desconciertes por el éxito del pecador, no todos tendrán la misma suerte el día del Juicio. Tú
comparecerás ante Mí ¿presentándome qué? Tu pobreza, tu nada, entonces Yo llenaré plenamente tu nada
como hice ya con tantas almas santas y pobres.
Cuando nos encontremos cara a cara con Jesús ¿qué vamos a hacer? Lo mismo que venimos haciendo todos los
días. Presentamos la nada, recibimos Todo Nuevo, nos vamos derechito al Cielo. Por eso la ventaja de ser
pequeñísimo y de practicar este acto cotidianamente. Entonces la muerte no va a ser una sorpresa, va a ser un día
más, pero ya va a ser el encuentro definitivo. Se va el temor al juicio. ¿Qué me va a pedir? ¿El Padre me pidió algo
para mandar a su Hijo? No me pidió nada, tampoco me va a pedir nada. Tenemos una imagen distorsionada del
Padre. Si nosotros nos acostumbramos a este cotidiano morir para nacer de nuevo, este cotidiano arrebatarle el
Paraíso a Jesús como hizo el buen ladrón, el día del encuentro cara a cara va a ser como otro día más. “Jesús soy
débil, perdí todo por el camino, dame Todo Nuevo. Llevame al cielo”
1 Cor 5, 6-8
“No es este el momento de sentirse orgullosos. ¿No saben que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?
Echen fuera la vieja levadura y purifíquense. Ustedes han de ser una masa nueva. Pues si Cristo es para nosotros
la víctima pascual ustedes son los panes sin levadura entonces basta ya de vieja levadura, la levadura del mal y
del vicio, y celebren la fiesta con el pan sin levadura que es pureza y sinceridad”
Si Jesús renueva en cada Misa su sacrificio pascual es porque somos débiles y necesitamos ser purificados
permanentemente. Desechar la vieja levadura es un trabajo de cada día. El alma pequeñísima va a la intimidad para
que Jesús la transforme en una masa nueva pero apenas sale - purificada como un bebé recién nacido - los
enemigos: mundo, demonio y carne intentan de todas formas activar nuestras tendencias desviadas para que
fermenten y corrompan el alma, pudran la masa. ¿Vieron esa levadura que viene en polvo, en sobrecitos? Bueno, el
demonio intenta rociarnos con esa levadura.
El alma trata de cuidar su pureza, su paz interior, su infancia espiritual, su rol de hija amada pero su misma
condición de debilidad hace que no pueda soportar tanto tiempo los ataques sorpresivos del demonio, del mundo y
de la carne y deba volver a la intimidad herida para que el Señor repita incansablemente la tarea de eliminación de
la vieja levadura y transforme al alma en una hostia recién horneada de blancura renovada.
Is 41, 13-20
“Yo, Yaveh, soy tu Dios, te tomo de la mano y te digo, no temas que Yo vengo a ayudarte. No temas raza de Jacob
más indefensa que un gusano. Yo soy tu socorro, dice Yaveh, el santo de Israel es el que te rescata. Mira que te
convierto en un rastrillo nuevo y con doble hileras de dientes. Molerás los cerros y los harás polvo y dejaras las
lomas como paja, las echaras al viento que se las llevará, el temporal las dispersará pero tú te alegraras en
Yaveh y te sentirás orgulloso con el Santo de Israel. Los pobres y los humildes buscan agua pero no la encuentran
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Dejar de Mendigar
y se les seca la lengua de sed pero yo, Yaveh, los escucho. Yo, Dios de Israel no los abandonaré. Haré brotar ríos
en los cerros pelados y vertientes en medio de los valles, convertiré el desierto en lagunas y la tierra seca en
manantiales, plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares; en las estepa plantaré cipreses, olmos y
alerces para que todos vean y sepan y miren y comprendan que esto lo ha hecho la mano del Yaveh y lo ha creado
el Dios Santo de Israel.”
Analicemos:
“Yo soy tu Dios te tomo de la mano y te digo” Dios no nos habla a la distancia, desde lejos. “Te tomo de la mano”,
quiere cercanía intimidad; “Te tomo de la mano” estoy acá, no estoy en mi trono, soy tu Papá. Dios quiere
contacto estrecho, hablar cara a cara, sin intermediarios. No le dice “te mando un mensajero porque Yo estoy muy
lejos”. Le dice “Te tomo de la mano y te digo, no temas que Yo vengo a ayudarte, no temas raza de Jacob más
indefensa que un gusano”.
Fabiana el 16 - 4 – 97 utiliza otro animalito
“Yo soy más pobre que una rata y si me hubieran propuesto sufrir para que nazca esta obra no hubiera
aceptado ni loca. Pero las cosas se fueron dando de una manera que sólo Dios sabe y puede hacer. Fui
llevando mi Cruz con tal ayuda de Jesús, que no lo hubiera hecho sola jamás. Recuerdo cuando Jesús me
dijo una vez: "Los más débiles, los más chiquititos, son los que más sufren por el pecado que hay en el
mundo". Me lo decía a mí frente a tanta debilidad de mi naturaleza.”
Isaías dice un gusano, Fabiana dice una rata pero los dos se sienten indefensos.
Como un gusanillo indefenso nos presentamos ante Dios en la intimidad. Ofrecemos nuestra debilidad, nuestra
vulnerabilidad, nuestra pobreza, presentamos nuestra nada para que el Todo la inunde, la colme.
“Yo soy tu socorro, el Santo de Israel es el que te rescata. Mira que te convierto en un rastrillo nuevo y con doble
hileras de dientes” En la intimidad Dios nos convierte en rastrillos nuevos y con doble hileras de dientes para
vencer los obstáculos y las artimañas del demonio que quiere hacernos perder el rumbo, la infancia espiritual, la
paz, el reinado de Jesús. Pero las hileras de dientes van perdiendo filo con el correr de las horas, se van gastando,
las puntas del rastrillo se van redondeando. El alma, en su andar cotidiano, comienza a comprobar que le resulta
más difícil vencer las tentaciones, le cuesta más que al principio desviar la mirada, tiene que esforzarse más para
permanecer indiferente a las conversaciones vanas y para dominar la lengua, entre otras debilidades. El aumento
del esfuerzo es la alarma que nos indica que el combustible está entrando en reserva y hay que volver a la Fuente
para llenar el tanque.
“Molerás los cerros y los harás polvo y dejaras las lomas como paja, las echaras al viento que se las llevará, el
temporal las dispersará pero tú te alegraras en Yaveh y te sentirás orgulloso con el Santo de Israel”
21-05-96
Hay pecados muy disimulados, que se disfrazan de "buena obra", pero detrás... y el pecado es pecado y
siempre va carcomiendo, desde adentro hacia afuera. Y tú reaccionas frente a él sin darte cuenta, como si
echara una gotita de agua en el aceite hirviendo... "Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás,
edificarás y plantarás" te dije una vez, ¿recuerdas?
Frente al alma centrada en Dios - en Jesús, presente en el Santísimo Sacramento - todo ardid del demonio se
pulveriza y desaparece. El alma centrada en Dios desde la intimidad con Él, se sorprende y se alegra al ver cómo
todo lo que sus enemigos dicen de ella o traman contra ella le rebota, le resbala, no le hace mella. Las piedras que
le arrojan se desintegran antes de tocarla como si tuviera un escudo protector (esto hace que el alma se sienta
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orgullosa pero sin vanagloriarse), pero el escudo se va debilitando con el correr de las horas y si no se vuelve a la
intimidad para cambiarlo por uno nuevo, los misiles comenzarán a perforar y dañar el alma.
“Haré brotar ríos en los cerros pelados y vertientes en medio de los valles, convertiré el desierto en lagunas y la
tierra seca en manantiales, plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares; en las estepa plantaré
cipreses, olmos y alerces para que todos vean y sepan, miren y comprendan que esto lo ha hecho la mano de
Yaveh y lo ha creado el Dios Santo de Israel.”
Is 43, 14-21
“No se acuerden más de otros tiempos ni sueñen ya más en las cosas del pasado pues Yo voy a realizar una cosa
nueva que ya aparece. ¿No la notan? Si, trazaré una ruta en las soledades y pondré praderas en el desierto, los
animales salvajes me felicitarán - ya sean lobos o buhos - porque le daré agua al desierto y los ríos correrán en
las tierras áridas para dar de beber a mi pueblo elegido, entonces el pueblo que yo me he formado me cantará
alabanzas”.
Oración
“Jesús acá estamos, venimos como gusanito indefensos, vulnerables,
necesitados de protección, de amparo.
Estamos cansados Señor. Siembra praderas nuevas en nuestras almas
para que podamos reposar.
Nos confundimos, nuestras brújulas comienzan a fallar. Le dijiste a Isaías
“trazaré una ruta en las soledades”, pues bien, necesitamos tu nuevo rumbo,
venimos a recibir tu nueva hoja de ruta.
Venimos como un desierto, con vida escasa.
Somos como el cerro pelado, con poca vegetación.
El paisaje de nuestras almas ha ido desmejorando con el correr de las horas.
La vida, tal como la creaste en nuestras almas desde en último encuentro de intimidad,
se fue gastando, se fue consumiendo.
Necesitamos que hagas brotar ríos que traigan nueva vida,
variedad de flores y especias aromáticas.
Planta en el desierto de nuestras almas cedros, acacias, arrayanes y olivares y en la estepa cipreses, olmos y alerces
¡Oh, qué casualidad, siete variedades de árboles! Infunde en nuestras almas los dones del Espíritu Santo para
nuestra felicidad, para la felicidad de muchos y para la Gloria de Dios. Amén”
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