Oficina Soviética DV D ’ S ¡Qué puntazo, La aventura (1960) Michelangelo Antonioni Avalon-FNAC, Madrid, 2007. ¡Esto es un puntazo, oye! Se muere Antonioni, y, venga, todo el mundo a hacer reseñas. Avalon no; Avalon va y edita en castellano el DVD de La aventura. (No por nada, pero es la de salida más difícil, porque la norteamericana Janus Films tiene bien agarrados los derechos.) Además, seguid oyendo, la han publicado en formato grande y extragrande. Grande, en doble DVD, añadiendo el corto La mirada de Michelangelo (2004) de Antonioni y el mediometraje Michelangelo Antonioni, la mirada que cambió el cine (2001) de Sandro Lai. ¿Interesante, no? Pues el extragrande es eso más el voluminoso libro Michelangelo Antonioni, filmografía completa (o La investigación, como reza en el resto del libro) de Seymour Chatman (no te llames a engaño, Paul Duncan, con todos los respetos, es el nombre del editor, pero se ha puesto como autor, ¡cosas que pasan!). ¿Que ya tienes el libro, que está muy bien? Pues te compras la grande. ¿Que no lo tienes? Pues directo a la edición extragrande, que un día es un día. Los colegas de esta oficina me están chinchando, porque dicen que la ocasión la pintan calva para hacer un homenaje a Michelangelo, uno de los padres absolutos del cine moderno (con Resnais y Godard). Vale. De acuerdo. Lo ha- 84 / El Viejo Topo remos de rechupete, para que no se diga. La aventura es una crónica de una muchacha (Monica Vitti, ¡cómo no!) que vive una aventura amorosa con el prometido de una amiga suya. La prometida desaparece, claro, y ya está la película (con suspense incluido). También es una excursión en yate, con miembros de la más alta burguesía de Palermo, con su tedioso pegarse la vida padre, como si fuese algo durísimo. Ocurre que Monica Vitti vive su amor como algo fuera de lo común, mientras la demás gente (incluido su amado) lo ven como absolutamente normal: aquí te pillo, aquí te mato, y adiós sentimientos. Y digo yo que ellos son muy normales, con lo duro que es vivir sin dar golpe, ¿verdad? Son, por poner un ejemplo, unos elevados chupópteros de dinero público vía la mafia. Por ejemplo, edificar una iglesia en un lugar perdido donde no hay ni curas ni feligreses. Pero es Sicilia, ¡ya se sabe! Es también un documento cinematográfico sobre una chica moderna en la tradicional plaza de Noto a principios de los años sesenta, rodeada de los lugareños hambrientos de carne joven. Lo habrá hecho un tío, de acuerdo, pero su denuncia del machismo de aquellos años es demoledora, vaya. O séase, igual que en un café de pueblecito de Cataluña a finales de los setenta, pero como algo más directo. Horroroso, vamos. Mangas y capirotes con el cine convencional Pero Antonioni no siempre fue conside- rado por lo que contaban sus películas, sino por cómo lo contaban. Desde sus comienzos, en 1950, con Cronaca di un amore, le dio por empezar y terminar sus secuencias de exteriores con campos vacíos de los protagonistas. Fruslerías, en apariencia. Pero conseguía así despistar al espectador, al tiempo que coleccionar imágenes documentales de su tiempo y circunstancia... en su primer largometraje. Diez años más tarde, empezó a sentir un olor rancio en el rodaje y en el montaje, como de cine de otra época, y decidió abrir las ventanas, para que se aireara. Entró aire fresco y, de paso, la modernidad del cine, claro. Tampoco es que Antonioni convirtiera sus películas en unos descosidos. No. Lo que pasa es que se miro las películas que se hacían y decidió retocar un poco los repuntes y las costuras. O séase, que ni corto ni perezoso, se apuntó a desmontar el montaje tal y como lo hacía el cine convencional. Cuatro ejemplos, para no cansaros. En las películas aburridas, las conversaciones importantes siempre son de cara. ¿Sí? Pues va a ser que no, ¡...a ver qué pasa! De espaldas, por supuesto. Tres años antes de que lo hiciera Jean-Luc Godard en Vivir su vida, rodó una de las secuencias principales ente Lea Masari y Monica Vitti de espaldas, como quien no quiere la cosa. Después vino la violación de la sacrosanta “línea de los ciento ochenta grados”: siempre se ejecutan los cambios de plano respetando el eje. ¿Y qué pasaría si se para el Cine La aventura! prescindiera de esa línea imaginaria? Probemos, se dijo Antonioni. En un plano vemos a la protagonista de cara, y en el siguiente, la vemos de espaldas (lo que dice Hollywood que no se puede hacer). O un picado de espaldas y un contrapicado de cara de la misma actriz, para más inri. ¿Se hundió el cine? Pues no, entró solamente el aire fresco del cine renovado, pero nada más, ¡no crean! ¿Qué más? Las costuras entre los personajes no le gustaban a Antonioni, siempre con la manida retórica del plano/ contraplano. ¿No gusta? Pues se cambia. En las secuencias de la isla, es un auténtico lío saber por donde aparecerá cada cual, al ser tomados inicialmente solos. Finalmente, el clamoroso hundimiento del juego de miradas como guía de la planificación. En un plano alguien mira de derecha a izquierda. En el cine convencional, después de este plano viene una panorámica, también de derecha a izquierda. ¿Sí? Pues de eso nada, monada. Por ejemplo, alguien mira de derecha a izquierda. Cambio de plano. Parece un plano de lo mirado, pero en una panorámica de izquierda a derecha. O séase, que ni hablar del peluquín: ¡todo el tinglado se va a hacer puñetas! O, mejor aún, un plano de alguien de mira. Plano que aparenta ser lo que ve, y de golpe vemos al personaje entrar por donde ni se nos ocurría imaginárnoslo (y que, por tanto, el plano no puede ser su mirada, ni por asomo). Por supuestísimo, se puede hacer más difícil: lo mismo, pero con panorámica. Ni que decir tiene que esto trocea y machaca las reglas de per- cepción del cine convencional, e inaugura la libertad de composición del cine moderno. Además, en esta película empieza a utilizar los tiempos muertos. Aunque, si a eso vamos, lo de “muertos” se lo inventó algún hombre, fijo. Porque, la verdad, chicas, vosotras veis la película y no encontráis este tiempo por ningún lado. En La aventura, lo que llaman tiempos “muertos” son precisamente los tiempos de las mujeres. Sin más, ¡ni menos! Lo que el señor Antonioni intentó hacer en 1960 –que lo consiguiera o no, es opinable, aunque para esta Oficina, lo consiguió– es traducir con su cámara los estados de ánimo de su protagonista femenina... ¡que tiene bemoles en 1960, cuando no había movimiento de mujeres! O séase: toda la cháchara masculina transcurre en segundo plano, como telón de fondo. Y todos los diálogos entre mujeres pasan al primer plano, y es entonces, al fallar la materia masculina, cuando el tiempo se muere, desfallece y la cosa no tiene pizca de interés para un espectador viril y americanizado. ¿Qué no? ¿Pájaras mías? Cuidadito, muchachitos: ¿por qué no volvéis a ver la película antes de callar? Consultando la Filmografía completa de Chatman, quizá os entré el apetito de ver alguna más. Alguna más, sí hay. Por ejemplo, Vellavisión editó en DVD La señora sin camelias (1953), La noche (1961) y El desierto rojo (1964), que luego fue reeditada por Suevia Films. Manga films se marcó un par de tantos con El eclipse (1962) y El misterio de Oberwald (1981). MGM, por no ser menos, editó Blow up, deseo de una mañana de verano (1966). Filmax se embaló con Las amigas (1954) y El reportero (1974), pero se quedó allí. La cosecha no está mal, a falta de siete largometrajes, pero faltan dos de imprescindible, vamos. Falta el primero, Cronaca di un amore, y, cómo no, falta El grito (1957). A ver, moreno, sin esto, ¿qué filmografía va a ser completa? Ninguna, digámoslo claro. En italiano, sí están disponibles, cómo no. Una dirección útil para las lectoras y lectores inteligentes –los italianos no son muy limpios jugando a la red, que digamos– es www.ibs.it. Vale: es algo cara, pero en cambio es segura. El que avisa no es traidor, que lo sepas. ¿Que queréis seguir con Antonioni? Por supuesto: en castellano hay una edición bastante completa de sus escritos, digamos, teóricos (aunque son muy prácticos), Para mí, hacer una película es vivir, Paidós, Barcelona, 2001. Bueno. Ya está. Apañadito, ¿no? ¡Di que sí! Si os aconsejo para ver y leer. ¿Qué más podéis pedir? PERO, CUIDADITO, porque la edición inicial de AvalonFNAC tiene un defecto: está incompleta. Falta la última secuencia. La podéis ver pulsando por secuencias (o sea, que estar, está) o ir al FNAC a que os la cambien por una fetén. Avalon la tiene ya, pero FNAC no la repone, ¡vete tú a saber porqué! !" o%i'i(": [email protected] El Viejo Topo / 85