los perros rabiosos - Hemeroteca Digital

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S67»
LOS P E R R O S
E l
O d e Agosto
de
IQOá
RABIOSOS
F * a í s , — ¿ C u á n d o les darán morcilla?
mos.—¿Han sido las judías ó el
miedo á las amenazas de García
Alix?
— H a n sido las judías—nos conQueridos fusileros: N o es flojo el
p«tardo que os damos en este nú- testó haciendo pucheros.
— S e lo contaremos al público—
moro.
' L o creíais vosotros extraordina- contestamos con m u y m a l humor,
rio y en colorines, porque así os lo — y que nos perdonen.
H a sido una repetición de la fáprometimos l a semana pat-ada, y ,
©n cambio, ahí lo veis t a n ordina- bula el g a t o al rato, el rato á la
euerda y la cuerda al palo. Las juriote como los demás.
Pero no creáis q u e h a sido u n días l e dieron el petardo al dibubromazo nuestro, sino un caso de jtwite, el dibujante nos lo dio á nosfuerza mayor. Es que á nosotros otros y nosotros al público.
Mas para la semana que viene no
nos h a dado otro petardo el dibuhabrá judías q u e Valgan. El e x jante.
traordinario saldrá por encima de
' Estamos justificados.
la
cabeza de Villa verde.
Y él, por su parte, se justifica
Y será monumental, garrafal,
can que le dieron otro petardo horroroso á sus intestinos ciertas alu- piíamidal, y sólo costará
bias que comió la otra noche y que
lo desmadejaran, lo tumbaron en el
lecho y le hicieron caer de las manos los lápices fusileros.
menos á los suscriptores, que, como
Vino á nosotros suspirando de los demás, se los daremos de gorra.
emoción.
i Animo á él, queridos!
• — P e r o entendámonos-—le diji-
UN PETARDO
una perra gorda
EL Fosib va á bablar del naevo Papa.
T por cierto que ya hablar con machisimo
trasto.
JSp FUSIL TO en.el nuevo Papa al hombre moiiesto, aeneillo, hamilde, al hijo del
pieblo.
Sa padre parece que faé secretario ó escribano, y él miemo era hace veinte aflos
p&rroco de aldea.
una hermana tiene casada con nn saoristán, y otra con un modesto comerciante.
Y no es eso sólo. Podia Pió X ser hijo del
pneblo, y sin embargo, ser orgalloso, altivo,
insoportable, como hay machos que descienden de la morralla social, y en cuanto
se elevan un poquito, ya tienn nn orgailo
que no hay qoien los aguante.
De esos se ha dicho qne son los peores,
los más odiosos.
PÍO X, al contrario. Es Papa, y ya vea
ustedes si tenía motivos para sentirse orgulloso. ¿Qaién como él?; ¿«iKlS V& :;««*
Los reyes le besan la, ^sandalia,{y todos
los eatóticos estánj pendientes de su voz.
Tiene más subditos que.niugúa emperador
de la tierra. Tieñe^más simpatías y más jeepetos que nadie.
T lin embargo, tiene un reloj d« ñiquel d9
diex pesetas. Calculen ustedes si serA malo
el reloj que gasta «IPs^st Hasta los obraros llevan relojes mejores.
El Papa sacó su reloj delante de la eorte
Pontificia, y dieen los corféspoüsaleB, que
al ver un relej táü malo, le did' vergttensa
y lo escondió de seguida bajo la sotana.
¿Vergüenza? ¿Y por ¡qué, Santísimo Padre? iSi precisamente el llevar ese reloj es
el honor m&s grande que puede tener un
Papa!
a
Amigos fusileros; si yo tuviera autoridad
para esas cosas derieales, os propondría
I qne, como saludtí al nuevo P«p», hicióse*
mos una suscripción para regalarle un reloj.
También Pió X tenía vergüenza de verse
él, humilde Sacerdote, servido por tanta
gente tan empingorotada.
—jCuántos ilustres funcionarios para servir á un hombre tan humilde 6 insignificante como yo soy!—dijo el Pontífice.
Bu humildad le engallaba. Un hombre
tan humilde como é), ara infinitamente mia
digno que los otros. A un hombre asi de
llano y de virtuiAO, hay muchos personajes
gordos que no merecen desealiarld el zapato.
¿Llano el Papa? A los periódicos les choca que lo sea tante. Pasea A pie; sf abre 61
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