ANGUSTIA Y DOLOR MENTAL

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La angustia en los límites, los límites de la angustia:
la marginación por el sufrimiento
Autor: Dr. Juan Carlos Tutté
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
J. Manrique: “Coplas por la muerte de su padre”.(1)
Intención
Esta comunicación intenta vincular una serie de conceptos: angustia, tradición y creatividad,
con un hecho de emergencia social: la marginación por el sufrimiento. Se trata de ideas
que a pesar de ser conocidas, no dejan de conllevar lo novedoso, atrapante y lo que es
más, lo promisorio.
Tradicionalmente el Psicoanálisis se ha desarrollado fundamentalmente en el campo de
las neurosis, y si bien con algunos intentos, ha “marginado” --aunque el término pueda resultar
fuerte-- los trastornos mentales más graves, lo que hoy encontramos como “nuevas patologías”
o —a mi juicio— “diferentes formas de manifestarse el sufrimiento humano”; la angustia en su
sentir más profundo.
Un hecho creativo lo constituye una experiencia comenzada hace varios años en el
Centro Diurno del Hospital Vilardebó (2) (2003) (3) (2006) (4) (2006) para el tratamiento grupal
de estos seres en los que el profundo nivel de sufrimiento termina en el desarraigo y el
aislamiento. Esta innovación ha resultado de indudable valor para el abordaje y futura
rehabilitación de estas personas, lo que ha conducido a replicarla a través del Centro de
Intercambio de APU (Asociación Psicoanalítica del Uruguay), con la formación de un grupo de
pacientes con estas características que viene funcionando desde hace casi un año.
Se enfatiza aquí el término "innovación" fundamentalmente en la posibilidad de encarar
éstas patologías con una orientación analítica (aunque no exclusivamente), a la vez que la
consolidación de lo grupal, ya que como veremos, para estos desórdenes el enfoque individual
se hace escasamente accesible en un abordaje psicoanalítico clásico.
Vinculando éstos hechos con la tradición, en un excelente artículo Wallerstein (5)
(Wallerstein, 1989, pp. 2 99-326) expone su perspectiva respecto de los principales desarrollos
1
históricos de la psicoterapia dinámica moderna, inclusive mencionando los conceptos de
“espectro de pacientes” y “espectro de psicoterapias”.
En otro de sus trabajos 6) (Wallerstein, 1989, pp 42-52), Wallerstein, abordando en
última instancia el problema de las filiaciones, en un momento argumenta: “Para muchos de
nosotros, Sigmund Freud sigue siendo nuestro objeto perdido, nuestro genio inalcanzable por
el cual nunca hemos hecho un duelo adecuado...”.
Imposible romper con el “padre del Psicoanálisis”, un duelo no conlleva deshacerse de
los objetos originales; no se trata sólo de la “sombra del objeto” (7) (Freud, 1917, pp235-255);
también el sendero luminoso que el genio creativo de Freud nos ha marcado. Hoy día el
Psicoanálisis se mantiene vivo y vigente por la evolución de sus ideas con los aportes creativos
de sus seguidores y lo que hoy nos mantiene unidos como disciplina, como movimiento, es la
posibilidad de un pluralismo de perspectivas teóricas a partir de los aportes innovadores que ha
recibido desde su creación .
En este sentido, puede considerarse psicoanalítica toda aquella forma de tratamiento
que tenga en cuenta los conceptos fundamentales de inconsciente y transferencia, aún cuando
la técnica podrá variar según los casos, desde que Psicoanálisis es “ciencia y arte” (8) (Bedó,
988,39-55)
La psicoterapia grupal existe desde hace mucho tiempo, y los grupos para el
tratamiento de este tipo de pacientes también (aunque con escaso desarrollo). Nuestro planteo
es novedoso, aunque no se trate de una “invención” por existir escasa literatura psicoanalítica
con las bases teórico-clínicas con las que venimos trabajando desde hace algunos años, en la
que el hecho clínico se considera relevante. Por ello decidimos tomar una viñeta del trabajo
realizado, para mostrar no sólo lo que se hace, sino en este caso particular, un viejo concepto
tan ligado a la historia misma de los desórdenes mentales graves.
Tal es la razón de encarar un término tradicionalmente anclado en la nosografía como
el de autismo —en el sentido de forma evolutiva terminal de los desórdenes mentales más
graves— otorgándole un giro actualizado, lo que nos permitiría adoptar una visión mucho más
alentadora, desde un marco conceptual bio-psico-social, donde abordajes con este enfoque
"desetiquetante" podrían significar una posibilidad de vida diferente para estos pacientes.
Considerando los desórdenes mentales dentro de este marco, la intención será mostrar
cómo el Psicoanálisis no sólo cobra vigencia sino que se
convierte en una herramienta
insustituible en estas circunstancias. Lo que guía este abordaje es un hecho de la experiencia
clínica: ¿cuál es el sentimiento más profundo de padres que consultan por un hijo joven que
comienza un desorden mental grave? No es acaso la pregunta de: ¿qué pasará con este hijo
cuando ya no estemos para cuidarlo?
La oportunidad de abordar estos desórdenes con las ideas que proponemos abre una
amplia posibilidad teórica y de investigación en lo concerniente a su estudio y su supervisión en
el trabajo clínico, a la vez de encender una luz en ese oscuro campo constituido por lo que
hemos denominado “desórdenes mentales graves y persistentes”. (9)
2
Antecedentes
I)
De nuestra experiencia
La línea marcada surge de la imbricación de conceptos mantenidos por una tradición,
término que lleva implícito el problema de las filiaciones, a la vez que de un bagaje clínico
adquirido en una experiencia hospitalaria transitada durante años, enriquecedora por demás:
los pacientes no leen libros para luego expresar sus padecimientos; los libros se escriben a
partir de la experiencia clínica.
En estas circunstancias es donde adquiere valor la intervención del psicoanalista
trabajando en los hospitales (10), en la comunidad, en las instituciones tal como viene haciendo
nuestra Asociación desde hace algunos años.
Es aquí donde la angustia, el sufrimiento humano, el dolor, al ponerse en contacto más
directo con lo tradicional, permiten procesos creativos e innovadores.
La angustia en sus múltiples manifestaciones (en el síntoma psíquico, en el cuerpo, en
las actuaciones) aparece entonces como una línea central que se va perfilando en un
continuum desde un extremo que linda con la Neurosis (y la “normalidad”) a través de un eje
que se va desplazando, atravesando las angustias de separación y extendiéndose hacia otro
extremo donde se muestra el dolor más profundo del alma humana, el sufrimiento en el límite
de la desesperación y la dimensión de lo dramático.
Se trata de una forma de angustia que ha recibido diferentes denominaciones según
los autores: angustia de fragmentación, angustia de desintegración, derrumbe psíquico,
angustia de muerte... Más allá de la terminología empleada, ésta muestra una situación de
“muerte psíquica”, que aleja al sujeto del “derecho a llevar una vida”. (11) (Modell, 1988, pp.5768)
En esta dirección es que venimos trabajando desde el año 2004, una vez que el
aprendizaje y la experiencia fueron sedimentando y dando espacio a nociones que, si bien no
creadas originalmente, nos permitieron tener un manejo conceptual a la vez que más
pragmático de las mismas.
Nos referimos a la idea de “espectro psicopatológico”(12), noción que relega los
síntomas a un lugar secundario a la vez que intenta dar cuenta de un continuum, donde entre
un extremo y el otro hay todo tipo de situaciones intermedias, ubicándose aquello que produce
efectos de mayor o menor daño psíquico transcurriendo entonces desde “estados más o menos
leves formando síntomas en la organización de la Neurosis, a lo que se constituye como
verdaderos agujeros de simbolización que pueden llegar al silencio psíquico de las psicosis”.
Con esta elocuente descripción, M. Casas(13) (1996) alude a un fenómeno que da
cuenta del despliegue de un amplio abanico extendido desde las situaciones psicopatológicas
3
más benignas hasta aquellas que testimonian un verdadero colapso como fracaso global en la
estructuración del aparato psíquico y el proceso de historización del sujeto.
La noción de “espectro psicopatológico” resulta entonces un concepto útil para
entender toda una continuidad que recorre la psicopatología, donde aún los límites saludenfermedad se tornan ambiguos y tienden a desvanecerse.
Se trata de un planteo que tendría lugar dentro de una conceptualización más amplia
del ser bio-psico-social que a su vez pondría en contacto con la idea de un criterio unitario para
los desórdenes mentales, situación ya largamente enfatizada por numerosos autores entre los
cuales destacamos, por la trascendencia de su obra, a un rioplatense: E. Pichon Rivière.(14)(El
proceso grupal)(15) (Macchioli, 2010, E. Pichon Rivière: la teoría de la enfermedad mental
única a través de algunos de sus recorridos nosográficos)
Sin querer poner en boca de Freud palabras que él nunca pronunció, creo que este
paradigma ya se encuentra esbozado en su vieja, pero cada vez más vigente, noción de series
complementarias (16) (Freud: 97, pp.309-325). A mi juicio se trata de un término al que Freud
alude para zanjar la alternativa de elegir entre factores exógenos y factores endógenos,
rompiendo con la idea de una causalidad lineal a favor de una multicausalidad en la etiología
de los desórdenes mentales.
II) De la experiencia con los grupos
En el marco conceptual de estas ideas, surge la experiencia de los tratamientos grupales para
este tipo de pacientes.
La noción antedicha de “espectro psicopatológico” surge según un criterio
psicoanalítico de la consideración de 3 factores1(9):
•
Un tipo de angustia predominante: en nuestros casos, angustia de separación y
angustia psicótica (en las neurosis: angustia de castración).
•
El empleo de mecanismos de defensa: en los casos graves, de tipo primitivo, arcaico
(en las neurosis, basados en la represión).
•
Un déficit estructural del aparato psíquico, en estos casos con las características de un
funcionamiento de relaciones predominantemente duales (en las neurosis, acceso a la
triangulación edípica).
Ubicamos así la situación de nuestros pacientes como patologías narcisistas (pacientes
border, limítrofes o marginales y psicóticos) incluyéndolos, dentro de un criterio amplio, como:
“desórdenes mentales graves y persistentes”. (9)
Con estos antecedentes, entendemos importante destacar nuestra propia experiencia
de aprendizaje y trabajo con grupos terapéuticos en el Centro Diurno del Hospital Vilardebó, del
cual surgen aportes que se fueron plasmando en un Proyecto. (17)(18)(19)(20)
1
Puede verse un desarrollo más extenso del origen de estos conceptos en (9).
4
El Centro Diurno está especializado en el cuidado y tratamiento de personas con
patologías mentales severas, en las primeras etapas de rehabilitación, promoviendo, a su vez,
la externación hacia otros servicios adecuados dentro de la red sanitaria.
Se reciben pacientes egresados recientemente de una hospitalización o que atraviesan
estados críticos y descompensaciones en las que es conveniente un acompañamiento de
contención no invasiva, pero que en todos los casos, son personas cuyos sufrimientos les
generan extensas limitaciones en su funcionamiento vital.
Desde el año 2002(2) el grupo de trabajo que actuaba en el Centro Diurno asistió a las
entrevistas de ingreso, observando que se repetían ciertas problemáticas que despertaron su
interés.
Básicamente, éstas estaban relacionadas con la escasa conciencia de la necesidad de
ayuda y tratamiento, las consiguientes dificultades de adhesión al mismo o el fuerte impacto
que producía la experiencia de transitar el mundo en estas condiciones, muchas veces
requiriendo situaciones de internación, así como las peculiaridades en los vínculos familiares y
sociales, teñidos usualmente de abandono, gran desconfianza y agresividad. Todos estos
obstáculos, a su vez, van determinando una situación de des-socialización, que acaba
terminando en una progresiva marginación y aislamiento.
Al hacer estas consideraciones, resultó imprescindible generar un espacio donde poder
trabajar estos complejos fenómenos, a su vez enmarcado dentro de un proyecto más amplio
tendiente a la rehabilitación de éstos pacientes.
En nuestra experiencia a lo largo de muchos años de trabajo, se nos fue dando una
pregunta que tal vez no tenía respuesta por la ambigüedad de su formulación: ¿cómo hacer
para que aquellos pacientes que sufren una internación o una crisis de desorganización
psicótica, que viven sumidos en un mundo que se les presenta paranoide y hostil, y del cual
tratan de escapar, puedan comprender —una vez eliminados los síntomas más ostensibles—
que deben continuar un tratamiento?
En otras palabras: ¿cómo hacer para que pacientes que no son concientes de una
necesidad de ayuda pudieran engancharse en proyectos de este tipo?
Esta situación, a nuestro juicio, de no tomarse en cuenta, lleva al fracaso por abandono
o desvinculación de cualquier experiencia terapéutica emprendida posteriormente.
Se trata de personas con un sufrimiento en los límites de lo tolerable, con limitaciones
que afectan su calidad de vida, con profundos sentimientos de soledad, vacío y desconfianza,
que por tales razones no logran acercarse por sí mismas a solicitar ayuda.
Muchas de ellas han sufrido experiencias de internación con un sentimiento que luego
aparece en la elaboración grupal como de un fortísimo impacto.
Algunos comentarios de pacientes:
P1: ¿Qué vas a hacer hablando con un psicólogo o un psiquiatra...? Esquizofrenia,
trastorno de la personalidad… mediante ellas buscan un rinconcito, un escudo contra la
5
sociedad... me arruinaron entre los policías y los doctores. (...) Vienen, dicen que te dan
una mano, y después te escupen...
P2 (en el grupo, comentando las etiquetas diagnósticas): …me fui mal, fue un fracaso.
(Silencio) Yo me acuerdo cuando me sacaron los doctores, es muy difícil entenderlo…
el doctor te evalúa, te dice que tenés esto o lo otro, pero al final no te explica qué es.
P3: Estoy internado por las pastillas… Yo tuve once internaciones, y salí igual desde la
primera, me pegaron una patada y afuera… no se por qué me internaron. Ta, andaba
en la calle con 17 años. En mi casa nadie contestaba o decían: llevalo al loquero y dale
choques eléctricos. Eso no se puede remediar. Le pegué a uno porque me provocó y
me mandaron 8 sesiones más. Es como si sintieras en la cabeza un choque de trenes,
praak…”
¿Cómo podrían entender personas, con tales supuestos, que nuestro propósito es el de
ayudarlos, si para ellos el tratamiento cobra el sentido de una agresión? Nos encontramos ante
una “puerta giratoria” por donde los pacientes entran y salen, ya sea de los centros de
internación o de los consultorios, sin lograr dar un sentido a sus tratamientos.
Lo primero así será lograr una mirada conjunta, lo que llamamos una “convergencia de
miradas”, (19) (20) (Inédito) que permita la adhesión a los tratamientos integrados,
farmacológicos, psicoterapéuticos y de rehabilitación psicosocial. Todos estos tratamientos
existen desde hace tiempo, pero ¿cómo lograr que los medios sean utilizados cuando los
pacientes, con las vivencias comentadas, al no establecerse ese necesario eslabón integrador,
lo que más quieren es alejarse de nosotros?
Por otra parte, se trata de personas en las que es muy difícil encarar tratamientos
individuales con el compromiso necesario. Se trata de pacientes que por su desconfianza, su
tendencia a las actuaciones, la dificultad para enfrentarse al dolor psíquico, determinan que un
tratamiento individual esté en permanente peligro, no sólo por sus características sino porque
llevan el compromiso de quien los trata a extremos muchas veces imposibles de sostener.
Es así que se establece un circuito de fracasos terapéuticos que se suceden sin cesar,
donde a su vez cada nuevo fracaso reitera situaciones históricas traumáticas de abandono que
no hacen sino perpetuar y a la vez ratificar que el otro, el mundo, no es confiable.
Reflexionando sobre estos antecedentes, nos surgió la necesidad de apelar a estos
dispositivos grupales, donde se torna imprescindible transitar desde una primera etapa de
consolidación grupal, la elaboración de experiencias terapéuticas fallidas, sean de internación o
de otro tipo, para poder dar un sentido a aquello que se está tratando y que los propios
pacientes no saben qué es.
Aparecen en su lenguaje términos como “soy un border”, “soy bipolar”, "tengo psicosis”,
”trastornos de conducta”, todo esto manejado a un nivel intelectual pero que al profundizarse lo
que aparece predominantemente es la remisión al cuerpo: el cerebro, lo hereditario, una
infección, la discapacidad, etc. que muestra que el sentido psíquico, afectivo, no está presente.
Algunos comentarios de pacientes:
6
P1-“Yo le pregunto al grupo qué es lo que tengo y cuándo se va a terminar, ¿por qué
me vino y por qué no se me va? Una silla rota tiene arreglo, ¿y porqué yo no me puedo
arreglar?”
P2-“Nos enfermamos por pensar mucho”.
P3-"tengo voces en la cabeza que me piden muchas cosas”.
P4-“Son nervios en la cabeza que se te corren en línea recta”.
P5-”Lo que pasa es que te falla el balero, te tomás la pastilla y ya está”.
P6- “Soy un superdotado”.
P7-“Lo mío es tan raro que es muy difícil entenderlo”.
Estas situaciones son tan complejas que aparecen sin cesar a lo largo del tratamiento y
que, al poder ser verbalizadas y elaboradas en forma compartida, constituirán el punto nodal
para lograr lo que a nuestro juicio se constituye como el hecho más importante para una
posterior continuidad de tratamientos con un enfoque más integral.
Se irá dando entonces la aparición paulatina de lo que consideramos es el “corazón”
del proceso: la antiguamente llamada conciencia mórbida queda sustituida por una auténtica
“necesidad de ayuda”; sus padeceres adquieren un sentido realmente psíquico a la vez que
tranquilizador cuando se sustituyen las fórmulas nosográficas por la comprensión del intenso
sufrimiento, la enorme sensibilidad y fragilidad presente en estas personas con la consiguiente
reacción defensiva frente al mundo que los rodea: la desconfianza, lo paranoide, la amenaza, la
agresión, finalmente la retracción y el aislamiento como último recurso al que apelar.(20)
¿Cómo podrían pacientes con estas características, una vez atenuados los síntomas,
reintegrarse a un mundo del que precisamente se han apartado ante la imposibilidad de
soportar tales vivencias?
Lo que entendemos como algo “nuevo y creativo”, lo novedoso y no tradicional es la
posibilidad de contar con un enfoque clínico teórico de este tipo, que sin negar el trabajo sobre
la dinámica grupal, no deja de prestar atención permanente a ese “corazón” de la conflictiva
grupal, con la finalidad básica de lograr la adhesión, el compromiso terapéutico.
La falta de un enfoque que jerarquice estos aspectos, a nuestro juicio, es lo que ha
llevado en gran parte a los fracasos terapéuticos. Los mismos comentarios de pacientes son
por demás evidentes:
P1- “Estoy sin ganas, se me cierran puertas”.
P2-”Quedé desvinculado”.
P3-”Me siento sepultado”.
Los pacientes nos enseñan: fuimos viendo que gran parte de lo que en los primeros
años se nos planteaba como problemas a resolver en las reuniones semanales de supervisión,
podían ser resuelto con una ayuda para nosotros inicialmente impensada, al volcar estos
problemas al dispositivo grupal.
7
A su vez, las enriquecedoras experiencias de supervisión resultan adecuadas no sólo
para analizar el material de las sesiones, sino como contenedoras de nuestras propias
ansiedades. (21)
Fue revelador para nosotros que en las situaciones grupales de transferencia,
contratransferencia y transferencias entrelazadas, muchas veces en la tarea de supervisión se
preguntaba a los terapeutas sobre cuál de ellos había formulado una intervención,
sorprendiéndonos la respuesta: fue tal o cual paciente.
En este contexto no habrá que olvidar: ¿quién cuida a los cuidadores? Si bien no
ahondaremos sobre este punto, debemos tener en cuenta que de no pensar sobre estos
riesgos a los que está expuesto el equipo de profesionales actuantes, corremos el riesgo de
que este nuevo grupo se transforme en un escenario donde se “actúen” los dramas y comedias
de lo que no está pudiendo ser dicho y tramitado.
Tampoco nos extenderemos sobre la conformación de los grupos ni las formulaciones
técnicas (20) aunque destacamos que actualmente, hemos trascendido el ámbito hospitalario y
comenzado a trabajar en la comunidad a través del Centro de Intercambio de APU.
III) Antecedentes en la tradición psicoanalítica de los tratamientos grupales para este tipo
de pacientes
Siguiendo los diferentes procesos socio-históricos, se puede aseverar que la forma de
tratamiento grupal ha resultado en algunos momentos y circunstancias fomentada, en otros
tantos frenada, e incluso erradicada.
Un breve recorrido por los paradigmas más referenciales sobre el trabajo con grupos
desarrollado a lo largo del siglo XX nos permitirá situar los antecedentes que más nos importan
para poder comprender el “corazón” de nuestro proyecto. Este recorrido no pretende ser
exhaustivo, a la vez que se centrará fundamentalmente en los modelos de orientación
psicoanalítica, sin desconocer la existencia de otras líneas de abordaje
En la literatura especializada (22) (Colli Alonso y Lorenzo, 2012) (23) (Fernández,1989)
(24)(Gómez Estevan,1997) existe acuerdo en que el primero en trabajar con grupos, en un
sentido científico y terapéutico, fue el Dr. Pratt en 1905. Pratt utilizó el denominado “modelo
educativo-inspiracional” para el tratamiento “moral” de pacientes con tuberculosis en la ciudad
de Boston.
Años después, Lazell elaboró su método para tratar enfermos psiquiátricos en el
hospital de Sta. Elizabeth.
Por la misma época, Sigmund Freud (25) (Freud, 192, pp66-36) recoge los aportes de
Le Bon, Tarde y Mac Dougall, y publica su “Psicología de las Masas y Análisis del Yo” (1920),
donde plantea la interacción con el otro y el líder de la masa, como un hecho humano esencial
en la constitución de la subjetividad.
8
En Estados Unidos, durante los años treinta, otro precursor, S. R. Slavson, llevó a cabo
terapia grupal con niños emocionalmente perturbados, en la cual se trabajaba desde una
modalidad lúdica y permisiva pero, a la vez, controlada.
Al final de esta década, y en este mismo país, Kurt Lewin, a partir de la Teoría de la
Gestalt, y como fruto de sus experiencias con grupos experimentales con niños, introduce el
concepto de “Dinámica de Grupos”, proponiendo que el grupo es un todo con propiedades
distintas a la suma de sus partes.
W. Bion marca un hito al sistematizar sus experiencias con grupos de pacientes
militares afectados por stress post-traumático. No podemos dejar de indicar aquí la importancia
de sus hipótesis e ideas, como es la de los “organizadores grupales”, los cuales explican que el
grupo excede la psicología del individuo, permitiendo pensarlo como una estructura en sí
misma, con derecho propio.
Ezriel y Taylor toman los aportes fermentales de Bion, para desarrollar con ellos sus
propias teorías. Al segundo, de hecho, le debemos el concepto tan extendido del “chivo
emisario”.
Por la misma época trabaja Foulkes, a quien se le adjudica la creación de la
psicoterapia grupo-analítica. A diferencia de Bion, quien interpretaba al grupo la transferencia
con el terapeuta, Foulkes, plantea que la función del terapeuta es analizar las múltiples
transferencias concurrentes: de los pacientes al terapeuta, de los pacientes entre sí, y de los
pacientes hacia el grupo; mientras que el material producido es analizado por la propia mente
grupal.
Aquí hay un punto de inflexión, ya que se comienza a pensar en el grupo realmente
“como un todo”. Se supera así la simple extrapolación de los conceptos del psicoanálisis
individual al ámbito de lo grupal.
La escuela francesa, con D. Anziew y R. Kaës a la cabeza, realizó contribuciones de
alto valor, introduciendo formulaciones imprescindibles tales como las “formaciones grupales
del psiquismo” o la “grupalidad psíquica” de D. Anziew (26) (El grupo y el inconciente), o bien el
"aparato psíquico grupal" de R. Kaës. (27)
A mediados del siglo XX, en Argentina, irrumpe E. Pichon Rivière, (28) (29) (El proceso
grupal.
Del
psicoanálisis
a
la
psicología
social)
muy influido
por
el
movimiento
contrainstitucional de su tiempo, que como respuesta a las carencias del contexto y sistema
hospitalario, pone en marcha dispositivos y experiencias grupales integradas por pacientes
psiquiátricos. Posteriormente, sistematizó su edificio teórico-clínico, con su Concepción
Operativa de Grupos.
Es a través de su trabajo que contamos hoy con valiosos aportes para el tratamiento
grupal, como es el “emergente” o “tarea”, la noción de “proceso en espiral”, y su
conceptualización del enfermo como un portavoz del conflicto del grupo familiar, llegando a
establecer la premisa de que la enfermedad es del grupo en sí.
9
La corriente pujante de Pichon Rivière será continuada y enriquecida más tarde por los
argentinos H. Kesselman, A. Bauleo, E. Pavlovsky y E. Paolini, tanto como por el uruguayo
Scherzer, quienes la extienden hasta España durante los años del exilio político.
En este país, a su vez, desarrollarán sus ideas autores como N. Caparrós, J. Campos y
A. Ávila Espada. (30) (Avila Espada y García de la Hoz, 1994, pp.317-357) Los dos primeros,
incluso, integran los paradigmas de Foulkes y Pichón Rivière, respectivamente, para formar el
llamado “Grupoanálisis operativo”. Paralelamente, R. Usandivaras, E. Rodrigué y R. Morgan, se
abren a trabajar con psicóticos en una clínica también de la grupalidad.
La línea kleiniana deja su huella en el proceso de evolución de los grupos por
psicoanalistas de la Escuela Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupo, cuyos
exponentes más sonados son E. Rodrigué, Langer y Grinberg.
Desde los Estados Unidos se suman Lieberman, Whitaker y Whitman, acrecentando
aun más las intervenciones terapéuticas grupales.
Otra línea influyente en el último tercio del siglo XX expone la necesidad de aunar
criterios terapéuticos, alcanzando la integración de las psicoterapias grupales. Referentes de
este movimiento más ecléctico y holístico, son psicoanalistas como Mullen y Rosembaum,
Scheidlinger, Glatzer, Durkin y Yalom. (31) (Psicoterapia de grupo en las crisis esquizofrénicas,
2011)
En cuanto a los desarrollos actuales, para mencionar algunos autores en el campo del
trabajo con grupos dirigidos a una población con patologías mentales graves, ubicamos en
España la obra de Rosa Gómez Estevan, quien trata una población similar a partir de la técnica
grupal analítico-operativa. En este mismo país, M. González de Chávez ha aplicado las
técnicas grupales en el tratamiento de la Esquizofrenia y ha investigado su eficacia. (32)(Tost
Pardell, Rodriguez Pulido y cols., 2011)
Entre los autores rioplatenses, además de los ya mencionados, se destacan los aportes
de muchos pensadores, terapeutas y clínicos que con sus enfoques críticos e innovadores
contribuyeron tanto al crecimiento y perfeccionamiento de abordajes para el tratamiento de la
psicosis como del Psicoanálisis en general. Algunos de ellos son M. y W. Baranger, J. Bleger, I.
Berenstein, J. Puget, J. C. De Brasi, García Badaracco, M. Viñar y M. y H. Garbarino, por citar
algunos nombres, en el entendido que muchos más contribuyeron en esta línea.
En una excelente revisión, con características de investigación e historia sobre
la evolución de la Psicoterapia Analítica de Grupo (PAG) realizada por miembros de la
Asociación Psicoanalítica del Uruguay, la Lic.A.Busto publica un trabajo en la R.U.P. en al año
1999.(33) donde realiza sus comentarios no sólo sobre los autores que han trabajado sobre
esta modalidad en Uruguay sino también en otros países de Latinoamérica (Argentina,Chile,
Brasil) incluyendo trabajos grupales sobre niños, adolescentes y pacientes psicóticos e incluso
en modelos integradores con otras disciplinas en un grupo llamado “Socioanálisis” coordinado
por M. Y H. Garbarino.
En el caso de M. Viñar, el autor aborda también la problemática del desamparo y la
marginación social considerados desde otros ámbitos. (34 ) (35)
10
Merece citarse el trabajo pionero de Matte Blanco, Ganzarain y Davanzo, en Chile, en el
estudio y la investigación de la Psicoterapia analítica de Grupo (P.A.G.), programa luego
difundido a otros países de América Latina y que continúa actualmente a través de otros
prestigiosos integrantes.(36)(Davanzo, Apuntes sobre la psicoterapia analítica de grupo en
Chile, 2006)
En nuestro país, se ha visto en los últimos años un interés creciente por esta
problemática en las Comunidades Terapéuticas y los Centros de Rehabilitación de la red
sanitaria, como son Castalia, Sur Palermo, C.N.R.P, el Centro Diurno Sayago y C.I.P.R.E.S.
Una visión panorámica de esta apretada síntesis la encontramos en el trabajo de I.
García Cabezas, (37) (Evolución de la psicoterapia en la Esquizofrenia, 2008) donde el autor
realiza una revisión de las modalidades psicoterapéuticas que entiende más importantes
(psicodinámicas, cognitivas, familiares y de grupo) aplicadas al campo de la Psicosis.
El autor comienza con un comentario acerca de que la necesidad de un enfoque
psicoterapéutico está presente en la Esquizofrenia desde hace más de 100 años con su
comienzo en la Escuela de Zurich dirigida por E. Bleuler, enfatizando que “esta necesidad
debería reivindicarse hoy más aún, en un medio en el que supuestamente prima la evidencia
científica frente a otros argumentos”. (37) (García Cabeza, 2008, pp.9-25)
Hace un recorrido desde Freud, Jung, Klein y sus continuadores (Bion, Rosenfeld,
Segal, etc.) y los interpersonalistas (Fromm Reichmann, Sullivan, Searles, Arieti).
Destaca también la influencia en la década de los 50 de Benedetti y Müller como
germen de la futura Sociedad Internacional para el tratamiento psicológico de la Psicosis.
La tendencia actual, marca el autor, seguiría la línea de los Modelos Integradores de
los diferentes abordajes en un esquema flexible.
Al comentar los modelos escandinavos (extendidos luego fuera de Europa hacia
Australia, E.E.U.U, Canadá), los considera pioneros e imagen principal de la integración y las
terapias combinadas (de lo que se hace eco en Barcelona J. Tizón)(38)(Tizón,2004,pp.97-129)
cuyos resultados indican que los pacientes que participan en éstos programas terapéuticos
tienen una mejor evolución y requieren menos antipsicóticos y hospitalizaciones, con un
impacto favorable en el ámbito económico y en la calidad de vida.
Nos interesan aquí estas consideraciones porque se destacan los beneficios de la
terapia de grupos, con especial énfasis en grupos de orientación analítica, dentro de un modelo
flexible e integrador.
Tomamos los conceptos anteriores de García Cabezas para cotejarlos con nuestro
trabajo, en lo que consideramos aportes con características “originales y creativas” dentro de
los modelos más actuales.
De acuerdo a nuestro marco referencial clínico, la noción de “espectro psicopatológico”
permite hacer extensivo los modelos actuales de tratamientos a lo que denominamos
patologías narcisistas, incluyendo dentro de éstas no sólo las psicosis, sino la enorme mayoría
de las patologías border.
11
Por tanto, nuestro proyecto de tratamiento va dirigido con un criterio más amplio a lo
que denominamos desórdenes mentales graves y persistentes, a la vez que coincidimos con el
autor que para el tratamiento de estos trastornos se hacen necesarios hoy día los modelos
integradores (modelo bio-psico-social).
No nos consideramos inventores de lo que implica un proceso de tratamiento grupal
con orientación analítica: proporcionar alivio y contención de las ansiedades paranoides y el
sufrimiento impensable, elaborar las fantasías y vivencias terroríficas acerca de la patología así
como trabajar las dificultades subjetivas, familiares y del entorno en el marco de las historias
personales.
Lo que sí se nos presenta como un hecho creativo y de aporte es la forma en que
nuestro planteo se integra en una aproximación rehabilitadora psicoterapéutica y psicoanalítica
--si bien no clásica ni exclusiva-- para tratar personas con los desórdenes mentales
comentados, de una forma que complementa el tratamiento psiquiátrico, psicofarmacológico y
psicológico convencional desde sus etapas iniciales, no concibiéndola como alternativa a los
mismos.
Fundamentalmente, conceptualizamos al grupo terapéutico como un conjunto humano
cuya finalidad es producir modificaciones significativas, prolongadas y de impacto variable,
según la singularidad de cada uno de sus integrantes, y en donde la propia estructura,
complejidad y dinámica de los fenómenos colectivos son el principal agente de cambio.
Nuestro objetivo fundamental es poder ofrecer una experiencia actualizada y novedosa
de tratamiento colectivo, que dé respuesta a una demanda numerosa y aún con escasas
soluciones, con el beneficio adicional de una mayor accesibilidad, facilitando el encuentro más
fluido con los sistemas de atención y los agentes sociales, donde se prioriza la reinserción
familiar y el fortalecimiento de los lazos con la comunidad, privilegiando una adhesión
verdaderamente comprometida con otras estructuras de tratamiento.
Frente a la novela sintomal y vital de estas personas, tanto como por la falta de
desarrollo de defensas más adecuadas contra el sufrimiento, se busca, entonces, formular con
ellos una “demanda de ayuda”, de forma de posibilitar el reconocimiento de síntomas y “la
adhesión al tratamiento”, hecho imprescindible para su cumplimiento y continuidad en una
situación de cronicidad.
Para este tipo de pacientes, entendemos que si bien el tratamiento se debe enmarcar
dentro de un equipo multidisciplinario de rehabilitación, un tratamiento grupal con una
orientación psicoanalítica que priorice estos aspectos ocupa un punto nodal, meollo y
verdadero corazón de un enfoque más integral. Sin el énfasis en lo expuesto, estos
tratamientos han quedado, como la experiencia lo demuestra, condenados al fracaso o a logros
muy limitados.
La intención entonces sería potenciar y fortalecer la inserción familiar, social y laboral
de esta población, de forma de mejorar las capacidades de comunicación, las relaciones
interpersonales y el acceso a los distintos tratamientos requeridos, a partir de un accionar
12
terapéutico desdramatizador, transformador y creador de un sentido vital de confianza y
esperanza hacia el futuro, recuperando el derecho a vivir una vida con dignidad.
En otras palabras, las posibilidades terapéuticas existen, pero para que sean eficaces deberán
ser usadas, y para ello tendrán que adquirir un sentido esperanzador para estas personas.
Podríamos entenderlo así: aunque los medicamentos existan, no tienen operatividad si
no se usan, y esto es extensivo a todo tipo de tratamientos.
IV) Del concepto tradicional de autismo a nuestra propia concepción
En el marco de las consideraciones realizadas, nos interesa destacar el concepto de autismo,
no en el sentido utilizado por Kanner y Asperger para referirse a las formas infantiles
tempranas, sino para enfatizar las consecuencias finales de la evolución de estos pacientes
que, sin tratamiento eficaz, convergen en la mayoría de los casos hacia el aislamiento y
marginación social.
El término autismo, cuyo significado literal sería “retirada en uno mismo”, proviene de la
Psiquiatría, refiriéndose a la forma terminal de un proceso de “transformación profunda y
progresiva de la persona, quien cesa de construir su mundo en comunicación con los demás,
para perderse en un pensamiento autístico, es decir, en un caos imaginario” (39 Ey, Bernard,
Brisset, 1975, pp.466-549).
Este proceso ha sufrido enormes variaciones en su conceptualización a través del
tiempo. Para Morel y Kraepelin se trata de dementes precoces; para Bleuler, de Esquizofrenia,
en el sentido de una disgregación de la personalidad.
Esquizofrenia(s), entonces, caracterizada por la ambigüedad y oscuridad conceptual
hasta el día de hoy, razón por la cual entendemos que la noción de “espectro psicopatológico”
concebida desde un modelo psicoanalítico permite dar un sentido más comprensivo para la
consideración de este tipo de pacientes, al mostrar las posibilidades evolutivas de los
desórdenes graves y persistentes con un criterio no ya nosográfico, sino en su potencial
desocializante.
Por otra parte, la noción de espectro no es nueva tampoco en la Psiquiatría. Ya
encontramos en Bleuler y la escuela de Zurich que, al tomar en cuenta la nueva Psicología de
las profundidades inconscientes de Jung, nos introducen en consideraciones tales como que
“los síntomas bleulerianos fundamentales forman un continuo con la normalidad y pueden
presentarse en formas relativamente moderadas y algunos de ellos, tales como la
ambivalencia, pueden encontrarse corrientemente incluso en los individuos normales”. (40)
(Esquizofrenia: tradición del término)
También H. Ey, maestro de la Psiquiatría, deja entrever esta noción en sus comentarios
en el capítulo sobre Clasificación y Psiquiatría, al afirmar: “Asimismo se puede constatar en lo
relativo al fondo, que no se trata de especies inmutables, sino de formas que en su mayoría
comportan un carácter de transición o de cambio y con potencial reversibilidad admisible
incluso para el caso de las psicosis crónicas”. (41) (Ey, Bernard, Brisset, 1975, pp.95-97)
13
Las consideraciones anteriores, que nos han llevado a incursionar en el terreno
psiquiátrico, las entendemos necesarias para ampliar nuestro enfoque de un tratamiento
integral al ámbito no sólo de las psicosis.
Pretendemos marcar una evolución en relación a lo tradicional al intentar ampliar el
campo de acción psicoanalítico hacia la consideración de los “desórdenes graves y
persistentes”, no para crear una confusión nosográfica conceptual, sino para considerar la
noción de autismo con un énfasis social en su potencial inexorablemente marginalizante para
toda una amplia gama de pacientes que los excluye de la posibilidad de una vida digna.
El tratamiento integral de estos desórdenes hoy en día es mundialmente aceptado y los
tratamientos integrales existen, pero aquella pregunta sobre cómo hacer con estos pacientes
para lograr que una adhesión y constancia en tratamientos muy largos pueda ser eficaz,
encuentra respuesta al enfatizar el desarrollo de la comprensión de la necesidad de ayuda, a la
vez que la elaboración de la penosa conciencia de un padecimiento que no logran entender.
Un tratamiento para algo que no cobra un sentido, en ese mundo que se les presenta
hostil y miran con desconfianza, no adquiere una demanda si previamente no se logra entender
que se trata de una forma defensiva ante un sufrimiento comprensible, para entonces lograr
esa convergencia de miradas con quienes se muestran dispuestos a ayudarles.
Si no logramos crear esa demanda, los tratamientos, por más que estén presentes,
quedarán las más de las veces condenados al fracaso y el futuro, en lugar de adquirir un
sentido esperanzador, se convierte para ellos en una única salida: la marginación social.
Terminamos entonces con una viñeta clínica y algunas reflexiones a partir de ella para
dar una visión clínica, siempre necesaria para clarificar conceptos teóricos como los expuestos.
Viñeta clínica y reflexiones finales
Se trata de un grupo de los que denominamos de egreso, integrado por pacientes con las
características comentadas, con un trabajo de duración limitada debido a la situación
intermedia del Centro Diurno, paso previo a la vez que “enganche” para continuar el ulterior
proceso de tratamiento y rehabilitación fuera del hospital.
En la sesión a mostrar ya se han trabajado el sentido de sus padecimientos, de la
necesidad de ayuda y la prosecución del tratamiento en otros centros, a la vez que se fueron
elaborando experiencias traumáticas de hospitalización, de tratamientos anteriores fallidos y del
uso de fármacos.
En estas circunstancias, ya próximos a la finalización del trabajo grupal, se da ésta sesión:
8 pacientes: M, G, F, JJ, R, E, N y Ro; 2 coordinadores
E: ¿Qué depara el futuro doctores?
Coord1: ¿Cómo sería eso? ¿Qué piensa el grupo sobre esto?
E: ¡Tirala al corner nomás!
Coord2: Se lo devolvemos al grupo.
JJ: Es importante el presente, no sólo el futuro.
Coord1: Puede ser confuso.
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E: Complejo no es confuso. ¿Vieron la película Solaris?
Coord1: Contala para que podamos intentar descifrar en el grupo lo que me planteás.
E: Una nave va alrededor de un planeta llamado Solaris. En la tripulación eran tres, dos
hombres y una mujer. Había uno al que la mujer se le había suicidado. Los otros
también tenían sus pecados. Al que mencioné primero le comenzaron a suceder cosas
raras. En un momento se levantó, y tenía la mujer al lado, no sé si la mató o qué… No
me acuerdo si la mató. Parece que el planeta tenía vida. Quería quedar bien con los
tres tripulantes dándole su mayor recuerdo. Pero era tal la molestia de este tripulante…
No dicen lo de los otros dos. Este protagonista se empieza a deshacer de la mujer que
Solaris le hacía idéntica. En aquellos años se creía que la materia estaba formada
por…
JJ: Átomos.
E: No, lo que forma los átomos…
JJ: Partículas.
E: No, esas partículas ¿cómo se llaman? (Silencio) Le dio una lluvia de micrones y
desapareció. Los otros hicieron lo mismo y la mataron. Después creo que recuerda a la
mujer, no, creo que no. Hace 15 años que la ví, sepan disculpar la memoria. Micrones
o neutrinos.
R: ¿Moléculas?
E: No. Se estaban estudiando los aceleradores de esas partículas. Esa película se
basaba en los descubrimientos científicos actuales para hacerla más realista. Es una
película que juega con los tiempos y es muy difícil de explicar. Se puede comparar con
otra: “El elegido”.
JJ: ¿Creen que hay vida en otros planetas?
Ro: Yo creo que sí.
F: Sí.
JJ: Yo creo que no.
Coord2: Y acá en el grupo, ¿cómo podemos entenderlo?
JJ: En el futuro, creo que no se va a encontrar vida en otro planeta sin ser la Tierra. ..
Coord2: ¿Y cómo se relaciona con la pregunta del futuro?
Ro: Pero te la planteó a vos.
Coord1: Vamos a pensarla en el grupo.
JJ: No se puede prever. Uno propone y Dios dispone.
Ro: Se pensaban cosas que no sucedieron para el 2000. Ya pasaron 11 años.
E: ….Hay que programar a corto plazo, qué vamos a hacer el año que viene.
JJ: Programar a corto plazo, por ejemplo, seguir con la panadería, la cooperativa,
seguir viniendo acá. Es un lindo espacio, por ustedes y por los compañeros. Programar
a corto plazo. Ya estamos casi a fin de año, faltan tres o cuatro meses y no soy adivino.
Coord 1: Esta pregunta por el futuro, esto de que termina el año… ¿Qué estará
pasando en el grupo, qué cosas habrá movilizado?
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JJ: Programar de a poco, conversando, preparándose. ¡Ah! Nancy está con la madre
enferma, por eso no viene…
Coord2: (…)
R: Yo no sé si había dicho que tengo un primo que no me quiere nada. Me adaptó el
dvd a la radio. Es de estos que están sólo en las buenas. (Silencio)
Coord2: ¿En qué se quedaron pensando?
JJ: Me quedé pensando en que faltan compañeros, falta Gabriel.
E: Hoy la verdad que no tengo ganas de hacer nada, estoy por compromiso.
Coord2: Pero a veces puede pasar que se puede tener altibajos y eso no anula el
futuro. Capaz lo que planteó E de la película, lo podemos pensar como que a veces el
futuro se ve como algo extraño. También tiene que ver con este proceso de grupo, las
actividades se van terminando y se preguntan qué pasará con ustedes. Gabriel lo había
preguntado, ¿esto sigue el año que viene? ¿Tiene que ver con lo que está pasando?
Ro: En parte sí.
Coord1: ¿Y la otra parte?
R: Lo que dijo E de qué nos deparará el futuro.
(Llega Gabriel)
G: ¿Hace mucho que empezaron?
Coord2: ¿Quién le cuenta a Gabriel?
Ro: Hablábamos de qué nos depara el futuro inmediato o no.
(Silencio)
JJ: Yo creo que como el hospital Vilardebó no hay ningún otro lugar. Por ejemplo poder
venir al Centro Diurno, hacer actividades, yo estoy haciendo panadería. A las personas
psiquiátricas antes no les daban actividades para hacer, los trataban sólo con
medicación... Acá yo he encontrado que puedo aprender a hacer otras cosas. ¡Hemos
hecho pizza!
E: (Pregunta la hora)
JJ: Es despacio porque mis tiempos son despacio. Como dice la profesora: “amasar
también es terapia”. Hay cerámica, computación, grupo de seguimiento. En
computación alguna cosa he aprendido Nosotros estamos acá porque en más o menos
grado todos tenemos problemas. Por suerte yo los diez mandamientos los cumplo bien
y trato de que cada día sea un día nuevo.
F: Yo por suerte tengo una familia buena. Mis hermanos me han ayudado mucho.
Vinieron a traerme al hogar en donde estoy. A veces los veo pero están lejos. Mi
hermano vive en X, se fue joven, con 17 años, se enamoró, se casó, tienen un hijo.
Ellos nunca se olvidaron de mí. Cuando estuve mal pesaba 62 kilos y ellos me
mandaban milanesas… Porque estuve mucho tiempo internado. (Silencio largo)
R: Yo sé hacer mayonesa con cuatro huevos, con dos cubos de provenzal, con aceite y
una cabeza de ajo. La hago más rica que cualquiera.
Ro: ¿No es mucho cuatro huevos para una cabeza?
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R: No, no. Tiene que ser. (…) (Silencio)
JJ: Un grupo lindo que hay acá es el de música. Yo algo entiendo de música porque
estuve en el coro del liceo. Inclusive hicimos una canción.
F: (Cuenta como se organizaron para exponer lo que hicieron)
Ro: Yo estoy desmotivada, porque ¿quién me va a llevar?
F: ¡Ah, te llevamos nosotros¡
JJ: Muchas cosas se solucionan acá. Uno se tiene que mover, buscar. Ahora tengo
todos los días algo diferente.
Coord2: Es difícil plantearse un futuro cuando pareciera que muchas cosas se les
complican. Pensemos como se relaciona esto con lo del futuro. Esto de que muchas
cosas se solucionan. También lo que planteaba E, cuando las cosas no se solucionan o
se detienen.
E: Es como la película, la insoportable levedad del ser.
Coord2: ¿Cómo es esto del ser?
E: Como algo débil y delicado.
Coord1: Como se sienten ustedes a veces, frágiles y vulnerables, tal vez para
integrarse al mundo. Ese ser tan sensibles que toda dificultad se les amplifica hasta
convertirse en algo dramático e insoluble.
E: Sí...
Ro: Pero con respecto a este grupo, ¿cómo sigue?
Coord1: Se retoma encuadre, cuando culmina se habla de que el grupo se interrumpe
pero no la rehabilitación, que si bien lo del grupo ha sido una etapa, esta finalización
aquí no significa ni que se termina la vida ni el tratamiento, que no se van a quedar
solos, etc.
Aquí terminamos en diciembre, pero más adelante acordaremos la fecha concreta,
entre todos.
R: ¿Cómo cuando estaba Soledad? (Coordinadora anterior)
Coord2: Ahí está, más cerca de diciembre definimos la fecha.
Coord1: En cuanto a tiempos, es diferente al proceso de rehabilitación en general que
van haciendo ustedes y que va a ir de la mano con lo que cada uno necesite. Lo que
ustedes plantean es que es momento de empezar a hablarlo. ¿Cómo sigue esto?
JJ: ¿Vamos dejando por acá?
R: ¿Qué vamos a hacer el año que viene?
Coord1: Esto también tiene que ver con el futuro o con el volver a atrás, con las
marchas y contramarchas por las que el grupo ha pasado pero también que la vida nos
depara.
JJ: (…) (Se refiere a los accidentes de tránsito)
R: Está más tranquila la gente en la calle, los que viven enfrente, los del puesto de
verdura. Están más tranquilos pero aún no me dan mucha confianza.
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Coord2: Estamos hablando de aprender a manejarse con las cosas. También aprender
a manejarse con las cosas inesperadas, con los accidentes, a tener más confianza....
en fin, a confiar en un futuro donde no se sientan tan vulnerables que la única salida
sea retraerse, para poder habitar el mundo sin tener que refugiarse en un Solaris.
Comentarios y reflexiones finales
Se consideró conveniente transcribir en forma íntegra esta sesión en este momento del
proceso grupal, si bien con las modificaciones que la ética impone, por considerar que ratifica
en la clínica lo argumentado previamente desde perspectivas más teóricas.
Muchas serían las líneas interpretativas que se podrían seguir, pero hay un hecho a
destacar: surge desde un dispositivo grupal donde los coordinadores son parte integrante,
emocionalmente comprometida, por lo que ese momento fue parte de una labor creativa que tal
vez sólo pudo vivirse en esa experiencia compartida. A su vez, las palabras lo dicen todo.
En este sentido, sin pretensiones de supervisión, vemos un proceso que en este
momento del grupo reactiva vivencias de desintegración: átomos, moléculas, muerte, otros
mundos; Solaris y en definitiva un futuro amenazador e incierto.
La labor de los coordinadores se dispone inicialmente a permitir desplegar el campo
donde no se interpreta un momento de transferencia negativa —“el primo que está sólo en las
buenas” — sino que por el contrario se va intentando integrar las vivencias de soledad,
incertidumbre, retracción, con vivencias de confianza, esperanza, en definitiva de apertura
hacia un futuro de vida. Futuro en un doble sentido: más restringido (el grupo) y más amplio: el
mundo. Todo esto sobre un trasfondo de comprensión, tranquilización y acompañamiento, tan
necesario para este tipo de pacientes, que debido a la fragilidad de su aparato psíquico, de su
Ser (42) (Freud, Conclusiones, ideas, problemas, 1938, pp301) se sienten tan vulnerables
frente a las experiencias a las que la vida cotidianamente nos enfrenta.
Todo para ellos parece vivirse en la dimensión de lo dramático, lo sin solución, como si
una caja amplificadora de sus emociones fuera transformando lo cotidiano en algo insoportable,
“la insoportable levedad del ser”.
Lo que la clínica muestra es que se ha transitado un proceso que, si bien deberá
continuar en ulteriores tratamientos de rehabilitación, toma un sentido de comprensión hacia
sus padeceres y por tanto, de necesidad ahora sí de una demanda necesaria de ayuda, donde
todo lo ulterior podrá ser puesto en movimiento; no se está sólo y se puede confiar en el otro.
Mucho más podría comentarse e incluso cuestionarse. A quienes la han vivido, esta
experiencia enseña que este dispositivo grupal, con las características comentadas, tiende a
“disparar” a la vez que un proceso posterior de tratamiento, la esperanza en un algo más
promisorio: evitar la soledad (esa Soledad asociada con el nombre de la coordinadora anterior),
el aislamiento y la retracción hacia un Solaris, término que en este caso sustituye con las
palabras propias del grupo en su aspecto más desocializante, el más teórico de autismo.
Indudablemente, dispositivos con estas características deberán ser objeto de
investigaciones ulteriores, pero desde el punto de vista clínico, no cabe duda de que se pone
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en marcha un proceso que con marchas y contramarchas, en espiral como diría P. Rivière, se
muestra abierto hacia un futuro y no hacia el derrumbe y la catástrofe terminal.
Tal es entonces el sentido de lo que una paciente comentó en un grupo, refiriéndose a
su enfermedad: “lo que yo tengo es una psicosis social”, exhortando luego a sus compañeros:
“una de nuestras dificultades es salir de ese mundo que nos construimos...”.
Un reconocimiento al equipo de trabajo que colaboró por la gente que reclama su derecho a
tener (construir) una historia que contar, en particular a mis compañeros: Dra. C. Ceroni, Lic.S.
Fernández y Lic.P. Argachá y a la Dra. S. Balparda, Directora del Centro de Intercambio de
APU y sus integrantes .
Mayo, 2012
Resumen:
Se intenta mostrar como la angustia en los límites del sufrimiento humano, conduce a la
marginación social, tal como la encontramos en un grupo de pacientes con “desórdenes
mentales graves y persistentes”. Esta denominación surge desde un marco referencial teórico
psicoanalítico donde la noción de espectro psicopatológico emerge como un concepto
innovador que nos permite un abordaje de este sufrimiento desde un dispositivo grupal. Se
enfatiza como “corazón” del proceso una serie de conceptos creativos y no tradicionales:
“convergencia de miradas”, “sentido de los padecimientos” y lo que sería principal, el
“reconocimiento de la necesidad de ayuda”, que se nos muestran, a partir de una experiencia
con estos pacientes en tratamientos grupales de orientación psicoanalítica, como un hecho
fundamental para la prosecución futura de un tratamiento rehabilitador más integral. Desde
esta perspectiva, la herramienta psicoanalítica se evidencia como fundamental para lograr que
pacientes con desórdenes que trascienden los límites de la Psicosis, puedan retomar su
derecho a llevar una vida digna. Las nociones anteriores nos llevarían a una nueva concepción
del Autismo desde una perspectiva social. Una viñeta clínica ilustra el proceso comentado.
Descriptores: Grupo psicoterapéutico, Patologías graves, Angustia-Dolor psíquico, Autismo,
Problema social.
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Abstract:
This article attempts to show how anxiety in the limits of human suffering leads to social
marginalization, as seen in a group of patients with "severe and persistent mental conditions".
This definition stems from a psychoanalytic theoretical framework where the psychopathological
spectrum emerges as an innovative concept that enables an approach to this suffering through
a group device. A series of creative, non-traditional concepts at the heart of this process are
emphasized: based on experience with these patients, the "convergence of looks", "making
sense of suffering" and, especially, the "acknowledgement of the need for help", are shown to
be decisive steps towards further implementation of a more comprehensive rehabilitation
therapy. From this perspective, the psychoanalytic tool is fundamental in order to help patients
with disorders that go beyond the limits of Psychosis seize their right to lead a dignified life. The
aforementioned concepts lead us to a new notion of Autism from a social perspective. A clinical
vignette illustrates this process.
Keywords: Psychotherapeutic group, Severe Pathologies, Anxiety-Psychic-pain, Autism, Social
issues.
Resumo:
Pretende-se mostrar como a angustia, nos limites do sofrimento humano, conduz a uma
marginalização social, tal como a encontramos num grupo de pacientes com “desordens
mentais graves e persistentes”. Esta denominação surge a partir de um marco referencial
teórico psicanalítico, no qual a noção de espectro psicopatológico emerge como um fato
inovador, que nos permite uma abordagem desses sofrimentos desde um dispositivo grupal.
Procura-se enfatizar, como “coração” do processo, uma série de conceitos criativos, e não
tradicionais: “convergência de olhares”; “sentido dos padecimentos” e, o que seria principal, o
“reconhecimento de uma necessidade de ajuda”, que se apresentam, a partir de uma
experiência com esses pacientes em tratamentos grupais de orientação psicanalítica, como um
fato fundamental para a continuação futura de um tratamento reabilitador mais integral.
Sob essa perspectiva, a ferramenta psicanalítica se evidencia como fundamental para
possibilitar que pacientes com determinados tipos de desordens, que transcendem os limites
da Psicose, possam retomar seu direito a levar uma vida digna. As noções anteriores nos
levariam a uma nova concepção do Autismo a partir de uma perspectiva social. Uma vinheta
clínica ilustra o processo comentado.
Palavras-chave: Grupo Psicoterapêutico; Patologias graves; Angústia-Dor Psíquica; Autismo;
Problema Social.
20
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