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“A los dieciocho años, con mi familia estábamos viviendo en Vietnam. Y en la embajada
norteamericana en Saigón me enrolé para servir a mí país. La guerra estaba en su fase final,
pero creía que era mi deber patriótico hacerlo. De hecho, viví en Vietnam durante la guerra.”
Es un ciudadano del mundo: su pasaporte tiene tapa azul y dice “United States of América”.
Tiene un muy marcado acento francófono, pero habla más alemán que inglés. En realidad,
nació en Marruecos, de madre norteamericana y papá francés. Se crió en Suiza primero y en
Francia después. Vivió y trabajó en decenas de países.
“Toda mi vida fui, básicamente, anunciante y de empresas de consumo masivo. Alimentos,
Golosinas, farmacéuticos... lo que me llevó a entender mucho de ese mercado. Pero siempre
fui anunciante, estuve de ese lado del mostrador.”
Tiene sentido de quién viene la frase. Philip Pérez es el Gerente de la Cámara Argentina de
Anunciantes y se desenvuelve en el mundo de la publicidad como pez en el agua. Lo conocen
todos y conoce a todos. Pero todos conocen a un Philip que no es él. No completamente.
¿Podemos desentrañar un poco más? De movida ya hay una historia casi de película atrás...
Mi familia es medio complicada de explicar. Depende de con quién esté, hablamos en francés,
inglés o castellano o los tres idiomas juntos... suele ser un caos comunicacional. Parte de la
familia está en Estados Unidos, parte en Suiza y la otra acá en Argentina. En mi casa se habla
castellano. Con mi hermano, en su casa (vive en EEUU) hablo en francés, pero con mi cuñada y
mis sobrinos, en inglés. Suena caótico, pero el mundo es cada vez más así. ¿Seremos una
familia precursora? (risas)... Pero es verdad; acaso seamos un reflejo de lo que es el mundo
hoy.
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Pero cómo naciste en Marruecos… empecemos por el principio.
Mi mamá, norteamericana, trabajaba en una base militar en Marruecos y mi padre ya vivía ahí.
Se conocieron y bueno... por eso nací ahí. En realidad, me crié fundamentalmente en Francia y
en Suiza, pero crecí en África y en Asia... una vida algo nómada. Sí, mis estudios universitarios
los hice en París.
¿Estudiaste publicidad?
Bueno... en Francia es un poco más complejo que eso... estudie administración, pero en
realidad era algo parecido al marketing con cosas de derecho... lo llaman “Escuela de
Comercio” y es algo muy parecido a un MBA. En realidad estudié finanzas, que era más
prestigiosa. Pero no me gustaba nada finanzas. Y llegué de a poco en mi camino en Marketing
y Ventas, que era lo que me gustaba. Y siempre me las arreglé para estar en Marketing...
Cuando empecé a trabajar, lo hice en una empresa suiza que después de algunos años, me
mandó a la Argentina.
Y cuáles son los desafíos que encontró un europeo en el marketing de un país emergente
como Argentina, a qué se debe que te hayas quedado acá y no hayas continuado con tu
espíritu nómada, si se me permite la expresión...
Si, claro. Sucede que en Europa, el Marketing es más aburrido., ¿Para qué se usa? Para
mantener el mercado, tu porción de torta. Las expectativas de crecer en volumen de ventas
son casi inexistentes. En cambio, en los mercados emergentes es todo buscar crecer. Y eso en
el marketing es mucho más divertido, buscar estos desafíos para conseguir nuevos volúmenes.
En realidad me quedé también porque conocí a mi esposa, formé mi familia, cambié de
empresa, la Argentina empezaba a crecer... fue una combinación ideal la que hizo que me
quede acá. Y desde el 2009 estoy acá en la CAA. Y siento una identificación total con la
problemática de los anunciantes.
Pero la charla toma de repente un cariz inesperado. Hay casi un recomenzar. Por alguna razón,
el tema de la comunicación (los idiomas) toma vuelo otra vez.
¿Cómo era París cuando vos estudiabas?
Muy activa. En realidad, casi toda ciudad que tiene muchos estudiantes tiene mucha actividad
cultural, mucha “movida”. Se leían nuevos autores franceses... pero curiosamente se
escuchaba (años 74/75) Piazzola. Estaba muy presente no sólo en los círculos culturales, sino
en las radios. Y en los años subsiguientes, del 76 en adelante, por el tema de los exiliados
políticos, la música argentina tomó una preponderancia muy relevante. No sé por qué vuelvo
al tema del principio, el de cómo me comunico... El francés es un idioma en extinción. Las
nuevas generaciones no hablan francés... Culturalmente, tiende a desaparecer. En mi familia y
en la de mi esposa, curiosamente, nuestros hermanos y sobrinos viven todos en los Estados
Unidos. Ahora que lo pienso bien, podría decirte que el idioma principal en mi familia es el
inglés, luego el castellano y en tercer lugar, el francés. Con mi papá y mi hermano hablo en
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francés, pero para abajo –generacionalmente- no. Y es un poco triste ver como tu idioma, el
que hablas con naturalidad, se va perdiendo... es triste. Me afecta.
¿Cuánto te afecta?, porque te cambió el rostro.
Mucho. No está bueno ver que una parte de tu formación cultural va irremediablemente a
desaparecer en mediano plazo y que no hay nada que hacer con ello.
Recuerdo que en una parte me dijiste que habías tenido paso por África y por Asia en tu
periplo cultural. Me podés contar un poco más, suena interesante tener una mirada tan
cosmopolita de la vida.
Amo viajar. Es lo que más me gusta hacer. Viajar y conocer otras culturas, lugares, ciudades,
cosas nuevas... es fascinante. Es de lo que más se aprende. Conozco muchos lugares del
mundo y también conozco la Argentina casi en su totalidad. Muy pocos lugares por ir me
quedan en este país inmenso que es de una belleza descomunal. Pero ahora, curiosamente,
me acuerdo de un viaje, una vez... para ir a conocer un volcán en Indonesia... qué locura...
Soy todo oídos...
Estaba trabajando ahí y no sé cómo se nos ocurrió que ir a visitar este volcán... el periplo era
así: levantarse a las dos de la mañana, cuatro horas de auto por caminos medios complejos,
luego cuatro horas a caballo por la selva, luego una hora más de trekking... fue llegar,
asomarse a la boca del cráter... unos dos o tres minutos nada más y luego, el camino de
regreso... una locura total semejante viaje, pero estar en un lugar al que muy pocas personas
han ido me resulta fascinante. Los lugares exóticos me pueden. Y también me gustan las
grandes ciudades... amo viajar. Y es la actividad que más me gusta hacer cuando no trabajo.
Cualquier viaje y si es con mi hija, mejor. Lo disfrutamos mucho ambos.
Que conozca lo que hay...
Siempre son viajes temáticos. No son viajes cualesquiera. Tiene que haber un tema que sea
central, un eje temático. No me gustan las vacaciones en la playa. De ninguna manera. Las
vacaciones tienen que dejar un aprendizaje, algo útil.
¿Y cuál fue tu viaje? ¿El que más te dejó?
Uhhh... ¿que me haya marcado?... ¡qué difícil decir!. Hice muchos y cada uno aporta. Tal vez
haya dos... capaz que el hecho de haber vivido en muchos lugares también me acorta mi
posibilidad de explicar un viaje particular... pero creo que Asia es tremenda. Extremo Oriente...
es demasiado grande, demasiado fascinante... es otro mundo, otro empuje, otro dinamismo,
es otra cosa que nos cuesta comprender. Hong Kong, Singapur, China... en breve nos van a
pasar por encima, mucho antes de que nos demos cuenta. La velocidad del desarrollo y
progreso de China, sobre todo, es impactante. Tienen otro enfoque, otra civilización, el rol de
las instituciones, de las inversiones, saben cómo y dónde invertir… es fenomenal.
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¿Tan así?
Sí. Y no estoy hablando de Argentina... estoy hablando de Occidente. No conseguimos
comprender el enorme poder de Oriente. Vamos a ser países satélites. Todos.
Me hablaste de dos lugares. Uno es Extremo Oriente. ¿El otro?
El Sur argentino. ¿Pero sabés por qué? Por la escala. No tiene una escala normal. En
inmensurable. Gigantesco. La Patagonia es abrumadora en toda su extensión. Uno no ve esto
en otros lados. NO es una escala humana. En Europa, hay paisajes lindos pero son a escala
humana. En el Sur, no. Nada es humano. Todo es descomunal en tamaño y en belleza. ...otro
viaje que nuca más voy a hacer y que además fue divertido...
Ahora sí... tenía que haber algo así...
Ja, sí... se me abrió la cabeza ahora! Guau... me acuerdo que en una época se me había
ocurrido correr carreras de autos antiguos. Corrí en Argentina varias y en Europa también,
pero recuerdo una que corrí que unía Londres con Pekín, en autos de los años 20... carreras de
6 semanas, divertidísimas. Yo no tenía seis semanas, entonces me acoplé con ellos en
Estambul y desde ahí, a Beijing. Todo Asia central. De Turquía a China pasando por Armenia,
Georgia, Azerbaiján, Turkmenistán, Kazajastán… unos lugares a los que turísticamente uno
jamás iría movido por la pasión de conocer... eso es otro mundo. Lugares que son demasiados
remotos... tan remotos como que nos quedamos varados en la arena en el medio del Mar
Caspio. Es decir... el barco en el que cruzábamos se quedó clavado en la arena, en el medio de
un mar inmenso. Algo incomprensible. Varados ahí, comiendo caviar... viajes locos. Eso fue en
el 2003...
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¿No corriste más?
Si... hice una que salió de Río a Buenos Aires, cruzó la Argentina, llegaba a Bolivia, Perú, bajar
por chile hasta el extremo sur y luego subir hasta buenos Aires... por unos caminos
desastrosos, inexistentes. Y no hay que olvidar que, en definitiva, son carreras de autos, Y si se
te rompe, nadie te espera, todos siguen. Y quedarse en el medio de Turkmenistán, solos… son
muy demandantes. De día y de noche se trabaja mucho. Son las carreras de los Autos Locos.
Me contaste de África también. ¿Viviste ahí o viajaste por ahí?
Trabajé y viajé. Mis experiencias ahí fueron, fundamentalmente, en la República del Congo, en
Zambia, en Zimbabwe, en Kenia... en el África central. Muy interesante, pero muy triste... unos
países de una pobreza extrema, de una corrupción también extrema, de una violencia
descomunal... Una pena. No se ve que pueda haber un progreso allí. Las luchas tribales
complejizan una situación por demás compleja. Occidente ha perdido mucho terreno allí y es
China la que ha aprovechado eso. Hoy hay más conciencia, pero sigue siendo un continente
tan extraordinario como difícil.
¿Volviste a Marruecos alguna vez?
Si... es un lugar extraordinario.
¿Y a París?
Sí, varias veces. Fui con mi hija también.
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¿Y cómo fue volver a París, de la que te fuiste siendo joven y con toda una vida por delante y
volver como padre?
Fue raro. Pero París está más linda que antaño. La vi mejor cuando volví que cuando me fui.
Creció mucho. Es una muy bella ciudad, muy cuidada. Pero es muy difícil vivir en París. No es
fácil, nada fácil.
¿Vos cómo te sentís? Digo... tu idiosincrasia, tu “yo interior”, ¿cómo se siente? ¿Francés,
estadounidense, suizo, argentino?
Buena pregunta... no me lo había puesto a pensar. Te voy a decir... creo que, por mentalidad,
me siento suizo cien por cien. Culturalmente, no tengo dudas que soy completamente francés.
De pasaporte y de identidad patriótica, perteneciente a una nación, soy estadounidense por
completo. Te voy a contar otra anécdota que va a resultar divertida. Divertida hoy…
Philip... sos una caja de sorpesas. Sabelo.
A los dieciocho años, con mi familia estábamos viviendo en Vietnam. Y en la embajada
norteamericana en Saigón me enrolé para servir a mí país. La guerra estaba en su fase final,
pero creía que era mi deber patriótico hacerlo. De hecho, viví en Vietnam durante la guerra.
Listo. Yo estoy para apagar el grabador, irme a escribir y ver qué hago con mi vida... Por favor,
necesito que me cuentes cómo era vivir en Saigón, en plena guerra.
En el lapso que yo viví, que fueron dos años, entre los 17 y los 18, se había firmado una tregua.
Todo previo a la caída final de Saigón. Y la verdad, no era para nada difícil vivir allí. A los 16
había vivido en Camboya, que sí estaba en guerra. Y ahí sí fue complicado, muy complicado.
Vivíamos en una ciudad sitiada, de la cual no se podía salir más que en avión y eso ya era
riesgoso. Con combates diarios con el Khmer Rouge que entraba y salía… y una ciudad en la
que a veces había y otras no había ni electricidad, ni combustible, ni agua. Dependíamos de lo
que llegara vía barco por el Mekong. Y ahora me acuerdo de algo... en esa época, los
americanos bombardeaban con los B-52 todo el frente de combate, que estaba a 30 km del
centro de Phnom Penh (la capital de Camboya) y si bien las bombas no se escuchaban, se
sentían. El piso vibraba, se movía todo. Era una ola vibratoria, como un sismo. Muy raro... una
experiencia, pero la guerra es una cosa horrible.
De todos esos periplos, esos lugares, ¿conservaste alguna amistad a lo largo de los años?
No. Imposible. Pasé en mi escolaridad por once colegios diferentes. No había forma de
establecer un vínculo con nadie, realmente.
Es evidente que tenés una adaptación a los cambios muy grande.
Si. Es verdad. Cuando uno cambia de colegio dos veces por año tiene, necesariamente, que
aprender a adaptarse al entorno y de desenvolverse en dicho entorno rápido y bien en
situaciones de crisis. Ese es el desafío.
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Con todo respeto: de ahí al Marketing, hay una “nada” de distancia. Tu vida fue marketing.
(piensa...) si. Efectivamente.
¿Dónde estará Philip Pérez en cinco años?
Quién lo sabe… Nunca pensé en estar veinticinco años en el mismo lugar. Y cinco años ahora es
mucho tiempo. No puedo planificar nada de acá a cinco años.
¡Te convertiste en un argentino más!
Es verdad...
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