QUIEBRAS, REPRESENTACION DE LAS. El artículo 971 del código

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357228. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo LIV, Pág. 1053.
QUIEBRAS, REPRESENTACION DE LAS. El artículo 971 del código mercantil, previene
que los mandatarios del fallido cesarán en sus funciones, desde el día en que llegue a su
noticia la suspensión de pagos; el artículo 1023 del propio ordenamiento, establece que las
compañías estarán representadas durante la quiebra, según lo hubieren previsto para el caso
los estatutos y, en caso de no ser así por los directores, gerentes, administradores o
liquidadores, y a falta de éstos, por un agente del Ministerio Público, distinto del designado
para representar acreedores ausentes; por lo que es indudable que este precepto se refiere a un
caso de representación, ya que no debe perderse de vista que los directores, gerentes y
administradores de una sociedad, son en sentido estrictamente jurídico, representantes de la
misma y no sus apoderados, toda vez que el mandante puede hacer lo que encomienda a su
mandatario, en tanto que el representado no está capacitado para efectuar los actos que en su
lugar realiza el representante, cosa que puede apreciarse fácilmente en el caso del incapaz, a
quien se nombra un tutor y también en el caso de las sociedades, puesto que la sociedad es un
ente moral al que se le imputan los actos que realizan determinadas personas físicas, en su
nombre (directores, gerentes, administradores), dentro de las facultades que les confiere el
estatuto legal, conforme al cual fue constituido; y es evidente que esa persona moral, no
puede obrar sino por conducto de sus órganos, los cuales, precisamente por esto, tienen
carácter de representantes y no propiamente de apoderados. Ahora bien, si el artículo 1023
del Código Civil previene que cuando no está previsto el caso en los estatutos, las compañías
serán oídas durante el juicio de quiebra, por conducto de sus representantes, es claro que
establece una representación, tanto por razón de las personas que designe para que
intervengan a nombre de la sociedad, como porque esta función que confiere a los
representantes de la misma, no es voluntaria sino que está interpuesta por el legislador; pero
esto significa que en el caso a que se refiere la ley, el fallido, ya sea de una persona individual
o una persona jurídica, sólo pueda intervenir directamente, pues no hay impedimento para
que lo haga por medio de apoderado, ya que la ley no sólo lo permite desde el momento en
que no lo prohibe, sino que el artículo 1447 del Código de Comercio, la autoriza
expresamente, cuando al referirse a la intervención del fallido en la rectificación de los
créditos, establece que se resolverá con aprobación del juzgado sobre exclusión de cada
crédito, por mayoría de votos, con vista de los documentos de que habla el artículo anterior, y
oyendo las reclamaciones u observaciones que los acreedores concurrentes y el fallido, por sí
o por su apoderado o gestor, estimaren oportunas sobre cada una de las partidas, y aunque es
verdad que los derechos que pierde el fallido en favor de la masa, no los puede ejercitar su
apoderado, designado con anterioridad a la declaración de quiebra, no ocurre lo mismo con
los derechos que conserva el fallido a pesar de dicha declaración, ya que el ejercicio de esos
derechos no se interrumpe, puesto que la declaración de quiebra no importa una incapacidad
absoluta del fallido, sino tan sólo una limitación a su capacidad, puesto que existen bienes
inembargables, respecto de los cuales el fallido conserva todas las acciones que le competen
en su carácter de propietario, o bien como administrador de los mismos, y existen también
acciones que se refieren a su persona, o que tienen por objeto derechos inherentes a ella, que
puede deducir ante los tribunales, y en estas condiciones, debe admitirse que para deducir
estas acciones o ejercitarles derechos, los apoderados constituidos con anterioridad a la
quiebra, continúan en el desempeño de su encargo, con tanta más razón cuanto lo que la ley
quiere es evitar perjuicios a los acreedores, por razón de los actos ejecutados por mandatarios
del fallido, en el ejercicio de derechos que corresponde al síndico de la quiebra, y ese objeto
se consigue limitando las funciones de los apoderados, de acuerdo con la limitación que ha
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sufrido el fallido, en cuanto a su capacidad; por otra parte, si el derecho que tiene el fallido de
ser oído en la quiebra y de intervenir en algunos actos de la misma, es un derecho que le
corresponde a él y no a la masa, debe admitirse que el apoderado constituido antes de la
declaración de quiebra, puede intervenir durante ésta, ejercitando tal derecho, y aun cuando
pudiera objetarse que esto puede admitirse respecto de un fallido individual, resulta
inaceptable cuando se trata de la quiebra de una compañía, dado que la función que tienen los
directores, gerentes, administradores y liquidadores de la misma, de representar a ésta durante
la quiebra, sólo existe a partir de la declaración de aquéllas, porque hasta ese momento se
determina si se previó en los estatutos, quiénes deben representar a la sociedad durante la
liquidación; de donde se sigue que no pueden delegar en los apoderados constituidos con
anterioridad, la facultad que aún tenían, también debe tenerse en cuenta, que la función de
representar a la sociedad, durante la quiebra, impuesta a los directores, gerentes o
administradores, no nace a partir del momento en que la quiebra es declarada, sino que se
determina desde el momento en que no se establece cosa en contrario en los estatutos. La ley
quiere que en éstos se fije quiénes habrán de representar a la sociedad, en el evento de una
quiebra, y por ello dispone que si no hace tal designación al formularse los estatutos, serán
los directores, gerentes, administradores o liquidadores, quienes representen a la sociedad
durante la quiebra; es decir, la ley suple, en tal caso, la voluntad de los socios, pero
refiriéndose al momento en que se formulen los estatutos, de tal manera que desde ese
momento se impone la función a las personas designadas para ese efecto o a los directores,
gerentes o administradores de la sociedad, si no se hizo tal designación de representar a la
sociedad durante la quiebra en el caso de que ésta llegue a ser declarada. Puede también
objetarse que refiriéndose al artículo 1023 del Código de Comercio, a un caso de
representación, no cabe la delegación de las funciones que el citado precepto impone
precisamente a los directores, gerentes, administradores y liquidadores de la sociedad, y que
dicho artículo establece un impedimento para que los representantes de la misma
comparezcan en el procedimiento de quiebra, por conducto de apoderados; pero no se debe
olvidar que si bien es cierto que conforme a la doctrina, no se debe delegar la representación,
es decir, todas las funciones propias del representante, haciendo que la responsabilidad que
éste tenía, pase a la persona en quien delega su representación, también es verdad que la
doctrina admite que el representante constituye apoderados para que desempeñen bajo su
vigilancia y naturalmente bajo su responsabilidad, las diversas funciones o atribuciones que
les impone la ley, en su carácter de representante; en otros términos, no se permite la
delegación total de la representación, pero se acepta que el representante constituya
apoderados para el desempeño de algunas funciones.
Amparo civil en revisión 6878/36. Compañía Azucarera Almada, S. C. P. , en liquidación. 27
de octubre de 1937. Mayoría de tres votos. Disidentes: Luis Bazdresch y Alonso Pérez
Gasga. La publicación no menciona el nombre del ponente.
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