Mala Onda», de Alberto Fuguet

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ARTÍCULOS I I CULTURA
La otra voz novelesca del Chile de los '80
«Mala Onda», de
Alberto Fuguet
MNMRÉSPIÑA
El autor, periodista,
profesor de literatura
y crítico teatral úe
Mensaje, presenta la
novela Mala Onda,
llamando la atención
sobre tres aspectos:
la revelación del
mundo hastiado y sin
horizontes de los que
detentaban el poder
hacia los'80 y al que
pertenece el
protagonista; la
presentación de la
ciudad por donde
transitan los
personajes, Santiago
en este caso,
extranjerizada y
extraña, pero
verdadero espacio de
la novela; y un
lenguaje Que por sí se
constituye en cuerpo
narrativo, historia, y
que es el que va
develando el universo
del protagonista con
sus múltiples
resonancias.
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uando en 1990 apareció
Sobredosis, un volumen de
relatos breves del Joven periodista Alberto Fuguet
(1964), algo sucedió en la
literatura chilena del momento. Y no
se trató sólo de las elevadas ventas
del libro o del éxito y la popularidad
alcanzados por el autor, sino de la
resonancia que aquellos cuentos tuvieron en un público especifico: la
Juventud chilena, bastante reacia,
aparentemente, a leer todo lo que sea
obligatorio en colegios y universidades. El titulo de esa obra ya hablaba
de un mundo y de una «estética»: en
la Jerga Informal designa un consumo exagerado y desequilibrante de
cualquier tipo de droga.
Su reconocimiento surgió paralelo a otro texto de Fuguet, La Azarosa
y Sobreezpuesta Vida de Enrique
Alekán. recopilación de una columna semanal aparecida durante varios
meses en el diario El Mercurio. Allí,
otro ghetto Juvenil se adueñaba del
argumento: losyupples santlagutnos
que pretenden manejarlos hilos de la
vida social y económica de! país.
Ambas publicaciones se sumaron a
las polémicas opiniones sobre la narrativa de Fuguet, porque mientras
muchos se encontraban con algo
propio en cada una de estas páginas,
el critico Ignacio Valente disparaba
en su trinchera dominical: «Estamos
ante un proceso humano regresivo,
de retorno a cierta forma de barbarie
sofisticada que no enaltece nuestra
literatura ni el porvenir cultural de la
nueva generación».
Todo este ambiente, en fin, había
preparado adecuadamente la aparición de la primera novela de Fuguet a
fines del año pasado, Mala Onda
(Editorial Planeta. Buenos Aires, 295
páginas). En relación al éxito y a la
estética anterior. Mala Onda no de-
C
cepciona: es la continuación y ampliación de esa voz, de ese tono, de ese
registro literario y lingüístico ensayado en sus libros anteriores.
Novela de tránsito e iniciación
La novela relata en primera persona
cinco días en la vida del joven
santlagulno Matías Vicuña, en septiembre de 1980. Estudiante de tercero
medio e hijo de una familia que rápl
damente se enriqueció durante el régimen militar. Vicuña regresa a Santiago de un viaje de estudios a Río de
Janeiro. Junto a la horda Insaciable de
sus compañeros de curso. Chile vive
los últimos momentos antes del Plebiscito de 1980, a través del cual se
aprobó la Constitución que hoy nos
rige. Sintiendo que sus días en Rio
fueron exultantes y totales, que el
amorocasional porlabrasileñaCassla
fue lo más importante en su corta
vida. Matías reaparece hastiado en
este «apestoso» Santiago de Chile, y su
vida ya no será la misma que antes de
partir con su curso. Ello le confiere a
Mala Onda ese carácter de novela «de
tránsito» o Iniciación, donde un personaje sufre transformaciones que
dejan paso a otra vida o, al menos, a
otra percepción de la realidad.
Pero el cambio de Matías es difuso
y casi gaseoso, difícil de precisar para
el lector y mucho más para el propio
protagonista. Se trata de una «mala
onda» general, un desajuste con el
mundo que lo circunda. En él, su
familia se le vuelve insoportable: un
padre donjuanesco y exitoso que
man llene sólo relaciones formales con
su esposa, una mujer cuya actividad
más importante es la peluquería, las
teleseries y el brillo social. Está también el colegio, donde sus compañeros
no pasan más allá del interés por la
música rock, la marlhuanao los panoMFNSA ÍF KT° i 13 SPPTlPMRRP IDO?
ASIÓLOS
I
•
CULTURA
plemente con negarlo. Al revés de
ramas de sábado en la noche. Está
lo que se ha dicho, no es ésta una
su ex novia, Antonia, quizás
literatura «viclosilla y decadenfutura comprometida de
te», sino el estilo vital, la definiun empresario de las altas
ción básica, la forma de vida
esferas. Está, en fin. el amde un importante sector chibiente chileno de septlem
leno, el que va quedando rebre de 1980: la euforia
tratado en las páginas de
prepotente de un régimen que
Mala Onda. Porque, se
triunfará, la borrachera de!
quiera o no. la novela es
sistema económico que en un
también una propuesta
par de años mostraría sus prorealista y, hasta cierto
fundas trizad uras.
punto, criollista: el
Y en medio de aquello, un
catastro más o menos
Matías Vicuña que no sabe bien lo
feroz de una tajada del
que quiere, que a ratos se engolosiChile contemporána con su soledad, con ansias de no
neo, el de los Jóvenes
sabe qué, y que en otras ocasiones se
que
consumen drogay
deprime, toma un trago tras otro, sale
alcohol, que tienen relacioa la calle, llama a sus compañeros que
nes sexuales indiscriminadas, que
detesta, olfatea una Unen de cocaína,
Albeto Fuguet
se sumergen en un «carrete» permanenbusca un hueco: «Y es que de un tiempo
te...
a esta parte, desde que lo supe, así está mi
En este sentido, la novela de Alberto Fugue!
vida: ni aquí ni allá, al medio y al lado, ni
se preocupa de un círculo bastante más amplio
dentro ni fuera», confiesa con abatimiento. Cuque el puro inundo juvenil. Es, también, la
riosamente, uno de los pocos momentos de aufotografía más o menos descarnada sobre la
tentica y emotiva relación humana se produce
familia. Porque los muchachos protagonistas del
cuando debe sostener en sus manos a un sobrino
relato provienen de un grupo disociado, donde lo
que la familia bautiza y donde él es el padrino:
que se podría llamar «libertad otorgada a los
t.We sorprende lo poco que pesa y lo bien que me
siento de tenerlo cerca mío. El chico es tibio y está hijos» es simplemente deslnterésy cada uno vive
despierto y se nota que es curioso. A veces me su propia vida. Las fiestas del sábado en la
noche, por ejemplo, ocurren en la casa de uno de
mira y siento que está de acuerdo con todo lo que
los compañeros de Matías cuya familia está
pienso; hasta me ¡o imagino dándome a entender
que yo podría ser su padre: porque el suuo es tan ausente, campo expedito para que los Jóvenes
aspiren la cocaína y beban tragos de exótica
hueiión y sus hermanas lo latean?.
factura. Al contrario de lo que se ha afirmado,
En su medio social, entonces, Matías es deMala Onda es una novela «moralista», en el
cepcionante, porque no cumple con las mínimas
amplio sentido de la palabra, porque expone una
y estereotipadas expectativas para las cuales fue
realidad negada o escamoteada de la vida chilecriado. Pero lo suyo no es un acto programático,
na, de la cual cada lector sacará conclusiones.
ni siquiera de rebeldía, sino mas bien la
exteriorizado!! de una sensación, que es la que
Una novela de la ciudad
recorre todo el vertiginoso relato: el hastío y la
búsqueda de un horizonte que vaya más allá de
la chata vida que le rodea. Hasta su postura anti
Relato de Iniciación, de tránsito y de búsquemilitar y anti Pinochet tiene mucho más de
da -Matías Vicuña sufre una transformación,
Intuición que de gesto Ideológico. Y en esta
indaga salidas, intenta sobrevivir-, y donde la
negación básica y casi animal del trlunfallsmo
casa no es un lugar para hallar respuestas. Mala
ambiente -el de una clase social y política está
Onda saca a sus personajes a la calle, a un
parte del hallazgo de Mala Onda: la revelación
Interminable viaje por Santiago, convirtiéndose
del verdadero mundo chileno que detentaba el
también en una novela de la ciudad.
poder en 1980 proviene aquí de uno de sus hijos,
Sus antecedentes más directos en la literatuy no de un ideólogo ni de un intelectual «progrera chilena contemporánea están, entre otros, en
sista».
textos como Frecuencia Modulada y Palomita
Blanca, de Enrique Lafourcade: en La DesesSemejantes revelaciones -quizás nunca experanza, de José Donoso (la simetría de este
puestas de esta manera en la narrativa chilena
titulo con Mala Onda no es casual): en Los Días
del período- nacen desde el Interior del grupo
Contados, de Fernando Alegría, en Gente de la
mostrado, y por esto poseen una carga de brutaCiudad, de Jorge Edwards y en el relato breve «El
lidad que pone en evidencia aspectos de cierta
ciclista del San Cristóbal», de Antonio Skármeta,
Juventud de clase media y alta -de sus familias,
textos que han Intentado rescatar el mundo de
de su entorno escolar- que no desaparecen simMENSAJE N» 412, SEPTIEMBRE 1992
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ARIICULOS
| | CULTURA
las calles y de la noche, las conexiones entre
zonas dispersas, los protagonistas públicos, esa
tierra de nadie que son los espacios abiertos.
Y el viaje de Matías hacia su propia Interiori
dad, hasta el fondo de su «apest amiento» y de su
•mala onda., ocurre paralelo a este viaje por
Santiago, ya que su casa es sólo lugar de reposo
momentáneo. En rigor, el verdadero espacio de
la novela está afuera: *Me acerco a la orilla y miro
hacia abajo. Ahí está todo Santiago: iní barrio,
lleno de árboles y edificios blancos, con balcones
y ventanales, el Club de Golf. Los Leones, consus
trampas de arena, esa cicatriz que es la avenida
Kennedy, el hlpermercado Jumi)o. el cerro Calan
y su observatorio platéetelo, lo cordillera que termina abnipta y seca allá por donde vive el Cox».
Matías reconstruye el Santiago de las clases
acomodadas en la década del 80, mostrando con
ello un circuito Inédito, los verdaderos lugares
donde las cosas ocurren, un Santiago actual,
extranjerizado y nada de «folklórico» o tradicional: bares sofisticados, pistas de alta velocidad,
rotondas, tiendas comerciales, shoppingscenler,
pumper ule... Asi, la novela consigue salirse de
los lugares habituales de la narrativa chilena:
fundos, campos con ríos y pastizales, casas
viejas, herrumbrosas y perfumadas donde
transcurrió la Infancia, barrios antiguos. Ilvlngs
de las clases pudientes, pensiones de mala suerte, playas aptas para el enamoramiento Juvenil.
La ciudad ha cambiado y así lo muestra el
recorrido de Matías Vicuña. Se trata de otra
sociedad, donde la tradición ha dado paso a una
materialidad de plastlcoy de cemento, de comercio
yankee, de dlscothequesy casas de masajes que
han transformada el antiguo rostrojuvenll hasta
homologarlo con ciudades de otros países. Ello
convierte a Mala Onda en una suerte de documento sobre la subterránea transformación del
paisaje nacional.
Una voz y un sonsonete
Y hay aquí testimonio de otra transformación, la que acusa el lenguaje de la novela. En
rigor, no se trata de una lengua •utilizada", sino
que el lenguaje de Mala Onda es la novela propiamente tal. No es que Fuguet lome tics del
habla callejera Juvenil, o escriba basándose en
Jergas y giros idlomáticos característicos de ciertos
grupos contemporáneos, sino que ese modo de
narrar, esa voz, ese sonsonete, atraviesan y son
el relato. Es sorprendente cómo se encontró un
tono persistente, una voz que en sus variados
matices va integrando el mundo individual y
social del protagonista, que encama su universo
y sus múltiples resonancias: lajuvenil, la hastiada, la drogada, la de la música rock norteamericana, la del malí, la de los Iniciados que encuentran en su mensaje cifrado la forma de
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distinguirse de otras generaciones y de otros
ambientes. Novela escrita de oído y desde el oído.
Mientras va por la calle Providencia: 'Elsol cae
sin problemas, tranquilo y sin rollos. Entro a una
óptica supennoclerna. Hay varios ajiches di? un
muy bronceado Julio Iglesias con anteojos,
sancochándosejunto al mar. La mina que atlcr.dt
anda con una che esas horribles chombas peluda*
que ha puesto de moda la Gina Zuánic en la tele.
Lepido que me muestre unos Ray-Ban. Megustan.
Ella me dice que me quedan bien. Como aún ando
con plata, los compro. Igual estancaros. Después
voy a tener que pedir a mi viejo que me reponga el
billete. Cero problema. Supongo», Fragmento de
undiálogo:« YovlalosPinken vivo-dice el Rustu-,
Había un chanchtto inflado, ya sabes, un pig
rosado, que flotaba over el público. Una salida
nocturna: «Pero rápidamente me cae la leja, escucho una pelada de Jorros, cacho que el Nacho y
compañía van a hacer su llegada triunfal y que en
ese pozo iluminado y seductor que chisporrotea
allá abajo está mi casa, un punto negro que no
emite ninguna luz...»
Parte esencial en la construcción de este
lenguaje que aspira y recoge el mundo del habla
coloquial, lo constituye la denominación de los
objetos, donde el sustantivo no existe prácticamente sin ei adjetivo publicitario que le da vida:
el bolso es Adidas, el jugo de naranja es Soprote.
lagallela es MacKay, los neumáticos son Flrestone,
las botellas no son de Jugo, sino de Néctar Watts...
Este lenguaje no es el simple pegoteo del aviso,
más la letra de la canción en Inglés, sumado at
giro idlomátlco en boga, sino que un discurso
-según diría un analista más estricto- que se
constituye en historia y en cuerpo narrativo. La
gracia de Mala Onda es que la realidad chilena,
el mundo del que se hace referencia, toma forma
precisamente porque ha existido este lenguajej
capaz de darle vida y hacerlo creíble.
Al final de la novela y después de variadas
peripecias. Matías Vicuña piensa que se ha sal
vado de la «mala onda». Juguetea con su bicicleta
(Benoilo) bajo la Virgen del Cerro San Cristóbal,
en un explícita alusión literaria, la del personaje
de «El ciclista del San Cristóbal», quien salva de
la muerte a su madre gracias a su triunfo en la
carrera del domingo. Este final de Mala Onda
clausura algo que también está presente en todo
el relato: las variadas referencias literarias que lo
conforman. Porque también la voz protagónica de
la novela está formada por otras voces: la de El
Cazador Oculto, deSallngery de Menosque Cero,
de Easton Ellls: de La Ciudad y los Perros, de
Vargas Llosa, entre otras. Ello convierte a su
tejido narrativo en algo más complejo y fascinante que lo que una primera lectura podría mostrar.
A la revelación del mundo chileno que aquí se
destapa, se une la variedad polifónica que produce el ensamble entre el lenguaje de la calle y el de
la literatura prestigiada, m
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