La ciudad, ocupada por los sarracenos, había sido sitiada por las

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La ciudad, ocupada por los sarracenos, había sido sitiada
por las tropas de Carlomagno. Cuando éstas lograron abatir
las puertas de la muralla, un enemigo inesperado les salió
al encuentro: una terrible inundación de agua que se mezcla
con la sangre y que obliga a luchar a caballo, porque el
agua llega hasta la rodilla.
La evocación pertenece a un texto bien conocido por los
estudiosos de las literaturas románicas: se traía del fragmento
latino de un poema del siglo X. Martin de Riquer no tiene
dudas en cuanto a la localización de ¡a ciudad sitiada e
inundada: se puede dar por seguro —dice— Que se trata de
Gerona. De este modo, la más antigua referencia literaria
que existe de la vieja Gerunda dibuja de una vez con
dramática precisión sus dos grandes calamidades históricas;
con las listas trágicas de la sangre y del agua se puede
escribir su enlera trayectoria.
sagrado; veíanse en el tango los altares y las imágenes
de los santos, a la par de los muebles lujosos del rico
y los harapos del pobre.
En 1861, Julián de Chía encuentra agua por arriba, agua
por abajo, agua por dentro y fuera de las casas; el agua,
en fin, por todas partes. La burocrática referencia de! archivo
municipal es aún más elocuente: al retirarse el agua fueron
extraídos de la ciudad 59.000 metros cúbicos de barro.
En 1940, apenas superado el desastre de la guerra civil,
la inundación derriba varias casas y un puente y añade a la
lista un suplemento de 15 nuevas víctimas humanas. En 1970,
por fin, más de treinta calles convertidas en ríos, un barrio
entero transformado en laguna, tres cuartas partes de la
ciudad inundadas, dos mil comerciantes afectados, centenares
de viviendas anegadas, quinientos coches inutilizados, más
de quinientos millones de pérdidas. Los periódicos no
exageran al hablar de la riada del siglo.
Un friso estremecedor
Gerona se ha visto envuelta con demasiada frecuencia en
luchas no deseadas ni sentidas. Pero la guerra contra el agua
es la que ha deseado menos y la que ha soportado más.
El agua, protagonista
La primera noticia propiamente histórica de una inundación
se remonta al 28 de diciembre de 1367 y parece escrita
ayer mismo: El dia de los Inocentes el Ter se llevó el puente
nuevo que recientemente se habia construido sobre el
mismo rio. La inacabable inocentada de las riadas continuará
hasta hoy, con un promedio de diez inundaciones graves
por siglo. Los detalles de unas y otras componen un friso
estremecedor. Los ríos derribaron 2 casas en 1445, 7 en
1599, 15 en 1663, 33 en 1678. En 1639, según dicen las
crónicas, se podía navegar por la ciudad con barcas.
¿Qué es lo que arroja sobre Gerona una plaga periódica
tan semejante a las del antiguo Egipto? En primer lugar,
su situación geográfica. Además de una encrucijada, Gerona
es una confluencia. El río Ter modifica su curso más lógico
para pasar por la ciudad y encontrarse allí con el Onyar, que
a su vez recibe por la izquierda las aguas del Güell y por
la derecha las del Galligans. Cuatro ríos mezclados en un
punto preciso del mapa, al pie mismo de un recinto
amurallado, en el centro de un hueco natural con la
atmósfera húmeda y espesa, bajo un techo de nieblas y
de nubes. Ger Ond (cerca de la confluencia) sería la raíz
de Gerona según la discutible tesis de su origen celta.
En 1732, los religiosos de san Agustín, poseídos de terror
al ver la caída del puente y de cinco casas, se subieron a lo
alto de los tejados y, con un crucifijo en la mano, se pedían
perdón unos a otros. La inundación de 1843 arrasó 22 casas,
arruinó oirás 150 y mató a 115 personas; un testigo presencial,
el doctor Ametller, describe la catástrofe con el lenguaje
alambicado de la época: Revuelto estaba lo profano con lo
Con leyenda o sin ella, los ríos están ahí, y el-hómbre
de la calle incluso ha llegado a intuirlos en los versos
heráldicos del escudo ciudadano. El agua, en Gerona, siempre
es protagonista. A veces de un poema, como en el soneto
de Sagarra: sofá del pont camina l'aigua trista/és l'aigua
de la pluja de Tots Sants. A veces de una tragedia, como
en el relato de 1777: el oleaje de aquella turbulenta
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