República de Colombia Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN CIVIL Magistrado Ponente: ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ Bogotá, D.C., dieciocho (18) de septiembre de dos mil trece (2013).(discutido y aprobado en Sala de 12 de agosto de 2013) Ref.: 54001-3103-003-2005-00027-01 Decide la Corte el recurso extraordinario de casación que interpusieron la demandante, señora CONSUELO LINDARTE DE LARA, y las personas que comparecieron al proceso como coadyuvantes de ella, señores LUZ YAMILE LARA LINDARTE DE SEGURA, SONIA DE JESÚS, GLORIA AMPARO, ANA CONSUELO, MYRIAM ROCÍO, ÁNGEL EDUARDO y CÉSAR ARMANDO LARA LINDARTE, frente a la sentencia proferida el 2 de septiembre de 2010 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, Sala Civil – Familia, en el proceso ordinario que aquélla promovió en contra de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO y del señor MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ (q.e.p.d.). ANTECEDENTES 1. Apreciadas en conjunto la demanda inicialmente presentada (fls. 163 a 179, cd. 1) y su reforma, contenida en el escrito con el que la parte actora descorrió el traslado de las excepciones previas que formularon los demandados (fls. 19 a 23, cd. 3), se concluye que las pretensiones elevadas por la parte actora consistieron en lo siguiente: 1.1. De manera principal, que se declarara que “por no haber consentimiento alguno por parte del señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ”, la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO “es inexistente”. 1.2. Subsidiariamente: 1.2.1. En primer lugar, que se declarara, por una parte, que “HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, desde el año de 1998 y hasta la fecha de su fallecimiento, era persona absolutamente incapaz, por estar afectado por el síndrome de demencia por INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA (VIH o SIDA)”; y, por otra, que en razón de tal incapacidad, “es nulo de forma absoluta el negocio jurídico por medio del cual éste, en asocio [con el] demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ”, constituyeron la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO. 1.2.2. En segundo término, que se declarara que, “por tener objeto y causa ilícitos, es nulo de forma absoluta el negocio A.S.R. EXP. 2005-00027-01 2 jurídico por medio del cual se fundó la persona jurídica sin ánimo de lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, a instancia del demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ”. 1.2.3. Como tercera pretensión, que se declarara que “por indeterminación del objeto, es nulo el ‘ARTÍCULO TERCERO. OBJETO’ de los estatutos de la persona jurídica sin ánimo de lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO”; que como consecuencia de ello, se dispusiera que “es nulo de forma absoluta todo el negocio jurídico” por medio del cual se constituyó dicha entidad; y que se ordenara “que las cosas deben volver al estado anterior al acto nulo”. 1.2.4. Y finalmente, que se declarara que “son nulos los artículos QUINTO, SÉPTIMO, NOVENO, EL PARÁGRAFO PRIMERO DEL ARTÍCULO DÉCIMO TERCERO Y EL LITERAL ‘a)’ DEL CAPÍTULO TERCERO, relativo a la destinación del Centro Comercial Palmeras, de los estatutos de la persona jurídica sin ánimo de lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO”; que como consecuencia de ello, ante “la imposibilidad de obrar como persona”, se dispusiera que “es nulo de forma absoluta todo el negocio jurídico” por medio del cual dicha entidad se constituyó; y que se ordenara “que las cosas deben volver al estado anterior al acto nulo”. 1.3. En las pretensiones principales, así como en las “primeras” y “segundas” subsidiarias, se solicitó que se declarara, además, que “el señor MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ A.S.R. EXP. 2005-00027-01 3 obró dolosamente, al haber hecho figurar que el señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ otorgaba su consentimiento para fundar” la referida persona jurídica. 1.4. Y en todas se pidió que se ordenara la inscripción de la sentencia en el registro de la Cámara de Comercio de Cúcuta y que se condenara a los demandados al pago de las costas del proceso. 2. En sustento de tales pretensiones, se adujeron los hechos que pasan a compendiarse. 2.1. La demandante es hija extramatrimonial del señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, quien falleció en la ciudad de Cúcuta el 12 de febrero de 2003, “en un estado económico de insolvencia total”, debido a que el demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, personalmente y por intermedio de la también accionada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, “se apoderó de todos y cada uno de [sus] bienes”. 2.2. El citado causante contrajo el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH o SIDA), razón por la cual estuvo varias veces hospitalizado, enfermedad que desde 1998 podía clasificarse en el “(…) ‘estadio clínico C’ (el más avanzado)”. 2.3. Para finales de marzo y principios de abril de 1999, según su historia clínica, el señor LINDARTE RODRÍGUEZ tenía 81 años de edad; padecía de “VIH SIDA”, “[n]eumopatía (enfermedad pulmonar intersticial difusa)”, “[t]uberculosis [m]iliar”, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 4 “[h]ipertrofia prostática (cáncer de la próstata)” e “[h]ipotirodismo”; y “presentó un cuadro clínico compatible con un [s]índrome [d]emencial subcortical por [v]irus de [i]nmunodeficiencia [h]umana”, conforme “los criterios de [d]iagnóstico [c]línico que describe la [l]iteratura [m]édica”, toda vez que “[l]os factores de riesgo reconocidos en la génesis de dicha demencia” son coincidentes con los que él tenía: “[h]istoria de pérdida de peso”, “[a]vanzada edad”, “[p]resencia de anemia”, “[n]iveles plasmáticos altos de carga viral y recuentos de células CD4 menores a 200”, así como con los “síntomas tempranos” que desarrolló: “[a]patía”, “[d]isprosexia (alteraciones en la atención)”, “[c]ompromiso en la concentración”, “[e]nlentecimiento mental” y “[c]ambios de comportamiento”. 2.4. “Según concepto médico, desde 1998, HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ era persona absolutamente incapaz, por padecer [s]índrome [d]emencial subcortical por [v]irus de [i]nmunodeficiencia [a]dquirida (VIH o SIDA)”. 2.5. señor No obstante lo anterior, el 15 de julio de 1999 el LINDARTE RODRÍGUEZ y el demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ constituyeron la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, mediante un “aparente acuerdo de voluntades”, puesto que “las firmas impuestas en el Acta No. 1 y en los Estatutos” de dicha persona jurídica, “no fueron realizadas” por aquél, es decir, que alguien, “incurriendo en el delito de falsedad en documento privado, (…) hizo una burda imitación” de su rúbrica. 2.6. “Para dar un viso de legalidad a la firma falsa, el día 30 de julio, al señor HUGO ARMANDO LINDARTE A.S.R. EXP. 2005-00027-01 5 RODRÍGUEZ, el demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ se lo llevó a rastras hasta la Cámara de Comercio de Cúcuta y allí, en presencia del Secretario de esa entidad, en un sello de presentación personal colocado al respaldo de la supuesta Acta No. 1, lo hizo firmar”, comportamiento que no implicó “consentimiento alguno”, como quiera que aquél se encontraba “en un estado de incapacidad absoluta, por padecer [s]índrome [d]emencial subcortical por [v]irus de [i]nmunodeficiencia [h]umana (VIH o SIDA), (…) que le impedía entender qué acto jurídico estaba realizando, pues sus facultades mentales eran nulas dado el profundo estado de apatía, disprosexia (alteraciones de atención), compromiso en la concentración y enlentecimiento mental, propios del síndrome demencial que padecía”. 2.7. “En suma, HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ no otorgó su consentimiento para la fundación de la persona jurídica sin ánimo de lucro llamada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO”. 2.8. La genuina causa para constituir dicha entidad, fue el propósito que tenía el demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ de “acabar de apoderarse de todo el cuantioso patrimonio” del señor LINDARTE RODRÍGUEZ, como se infiere del “ARTÍCULO QUINTO, LOS PARÁGRAFOS PRIMERO Y SEGUNDO DEL ARTÍCULO SÉPTIMO, EL ARTÍCULO NOVENO y EL ARTÍCULO DÉCIMO TERCERO de los mismos ESTATUTOS”. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 6 2.9. El artículo quinto, cuando alude “equivocadamente a ‘legado’”, trata de “una promesa de donación (…), de por sí nula cuando se refiere a bienes inmuebles, por no reunir los requisitos de toda promesa previstos en el artículo 89 de la ley 153 de 1887”. 2.10. La estipulación contemplada en el citado artículo séptimo, consistente en que uno de los miembros de la Junta Administradora de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO sería “un [r]epresentante del Tribunal Superior de Cúcuta elegido por su Sala Plena”, “en últimas imposible de cumplir, es de por sí nula en forma absoluta (…), por violar el artículo 6º de la Constitución Nacional”, habida cuenta de que los Magistrados que integran dicha Corporación, como empleados públicos que son, “no pueden atender la ‘curiosa orden’ (por llamarla de algún modo), que es[tá] a todas luces por fuera de la ley”. 2.11. La indicada promesa de donación “adolece de otro vicio de nulidad absoluta, al contradecir el artículo 1443 del Código Civil”, que instituye la donación como un acto “irrevocable”, ya que en el parágrafo primero del precitado artículo séptimo se contempló que los constituyentes de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO podían “revertir el derecho de dominio” de los bienes que le donaran, “para radicarlos una vez más en cabeza suya”. 2.12. El parágrafo segundo del mismo artículo séptimo es oscuro e ininteligible. “Sus contradicciones son, además de curiosas, leoninas, redactadas solamente A.S.R. EXP. 2005-00027-01 al 7 acomodo del demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ”. Asimismo, comporta una condición meramente potestativa, con los efectos de nulidad de que trata el artículo 1535 del Código Civil. 2.13. Son igualmente ostensibles las contradicciones del artículo noveno de los referidos estatutos, como quiera que “[e]s imposible saber si desde el comienzo MARIO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ y HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, eran los Presidentes, o si el uno era el Presidente y el otro el Vicepresidente”, así como establecer a “[c]uál Presidente debe nombrar la Junta Administradora”, si conforme dicha disposición estatutaria, “[e]l Vicepresidente reemplaza al Presidente en su ausencia definitiva”. 2.14. A partir del 30 de diciembre de 1998, fecha en la que entró a regir la Ley 489 de ese año, las fundaciones sin ánimo de lucro, incluso aquellas cuyo objeto sea prestar servicios de interés social, “solamente pueden establecerse como personas jurídicas por virtud de una nueva ley”, de lo que se sigue que, “por una u otra vía, la creación de la persona jurídica sin ánimo de lucro llamada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, es ilícita bien por el objeto, bien por la causa”. 2.15. “De conformidad con el artículo 1518 del Código Civil, el objeto de todo negocio jurídico debe ser determinado o, cuando menos, determinable bajo unas reglas concretas”, requisito que no cumple el artículo tercero de los mencionados estatutos, por la diversidad de actividades allí consagradas, sin que, además, en A.S.R. EXP. 2005-00027-01 8 relación con alguna de ellas, dada su particular naturaleza, se satisfagan las exigencias especiales previstas en el Código de los Recursos Naturales; en las Leyes 23 de 1973, 7ª y 9ª de 1979, 30 de 1992, 10, 99, 100 y 115 de 1993; y en el Decreto Ley 2737 de 1989. 3. La demanda primigeniamente presentada fue admitida por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Cúcuta, al que le correspondió conocer el asunto, mediante auto del 25 de febrero de 2005 (fl. 180, cd. 1), que se mantuvo en firme en virtud de la prosperidad de la acción de tutela que gestionó la actora frente a su revocatoria, decisión que había sido adoptada por el a quo como consecuencia de la reposición que contra él interpuso la parte demandada y que fue confirmada por el Tribunal en auto del 14 de septiembre de 2005 (fls. 22 a 29, cd. 2). Dicho proveído se notificó a los demandados de conformidad con lo previsto en los artículos 315 y 320 del Código de Procedimiento Civil, mediante los avisos que obran a folios 199, 200, 202 y 205 del cuaderno principal. 4. Los accionados, en un mismo escrito, respondieron la demanda y, en desarrollo de tal actividad, se opusieron a sus pretensiones, se pronunciaron de distinta manera sobre los hechos que les sirvieron de fundamento y propusieron la excepción meritoria que denominaron “FALTA DE LEGITIMACIÓN PARA OBRAR POR ACTIVA”, fincados en que la actora fue desheredada por su padre, “como consta en la escritura pública No. 384 de fecha 26 de marzo de 1999, de la Notaría Primera de A.S.R. EXP. 2005-00027-01 9 Cúcuta, registrada el 30 de marzo siguiente, que contiene el testamento del doctor LINDARTE RODRÍGUEZ y el desheredamiento de la demandante junto con la sentencia que reconoció una causa legal” para ello (fls. 346 a 371, cd. 1). 5. Por separado, los accionados formularon excepciones previas (fls. 9 a 17, cd. 3). En un mismo escrito, la parte actora se pronunció sobre tales defensas y reformó el libelo introductorio (fls. 19 a 23, cd. 3); el juzgado del conocimiento, mediante auto del 9 de marzo de 2009, desestimó aquellas, admitió la indicada reforma y corrió de ella traslado al extremo demandado (fls. 24 a 26, cd. 3), que guardó silencio. 6. Encontrándose el proceso en la fase probatoria, comparecieron, motu proprio, los señores Sonia de Jesús, Gloria Amparo, Ana Consuelo, Ángel Eduardo y César Armando Lara Lindarte, así como Luz Yamile Lara Lindarte de Segura, quienes, por intermedio del mismo apoderado que representó a la actora, solicitaron que se les reconociera “la calidad de coadyuvantes de la demandante señora CONSUELO LINDARTE DE LARA” (fls. 571 a 576, cd. 1). No obstante que dicha petición fue negada tanto en primera (auto del 29 de enero de 2008, fls. 577 y 578, cd. 1), como en segunda instancia (auto del 29 de mayo del mismo año, fls. 29 a 35, cd. 6), en razón de la prosperidad de una acción de tutela promovida por los citados intervinientes, el Tribunal Superior de Cúcuta, en auto del 13 de agosto de 2008, optó por revocar el primero de los señalados pronunciamientos para, en su defecto, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 10 acceder a la petición de los señores Lara Lindarte (fls. 50 a 56, cd. 6). 7. Mediante providencia que data del 11 de noviembre de 2008 (fl. 666, cd. 1), el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Cúcuta asumió el conocimiento del proceso, en cumplimiento de la orden comunicada en el oficio OJ-01500 del 29 de octubre del mismo año, librado por el Jefe de la Oficina Judicial, Dirección Seccional de Administración Judicial de Cúcuta, que aparece a folio 664 del cuaderno principal. 8. Dicha autoridad, una vez agotado el trámite de la primera instancia, le puso fin con sentencia del 21 de enero de 2010, en la que denegó las pretensiones elevadas en el escrito que marcó el inicio de la controversia e impuso el pago de las costas del proceso a la parte demandante (fls. 692 a 728, cd. 1), providencia que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, en la suya del 2 de septiembre del mismo año, confirmó, al desatar la apelación que interpusieron la actora y sus coadyuvantes (fls. 33 a 65, cd. 11). LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL 1. Luego de aseverar que en el litigio estaban cumplidos los presupuestos procesales y de descartar que existieran motivos que pudieran ocasionar la invalidación de lo actuado, el ad quem disertó, en abstracto, sobre los alcances del recurso de apelación; la capacidad de las personas, como regla A.S.R. EXP. 2005-00027-01 11 general, y su incapacidad, como excepción; y la nulidad tanto absoluta como relativa de los actos y contratos. 2. Seguidamente, previa alusión a la vigencia de la ley en el tiempo, advirtió que la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO fue constituida el 15 de julio de 1999 y que, por lo tanto, resultaba inaplicable en el sub lite la Ley 1306 de 2009, que empezó a regir el 5 de junio de dicho año. 3. Estimó que el “punto de partida” para toda “la valoración” que le correspondía efectuar, era establecer si el señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, para la época en la que se celebró el acto o contrato de constitución de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, era un incapaz absoluto por demencia y, al respecto, señaló: 3.1. “(…) las actuaciones en la vida civil de las personas legalmente capaces que no han sido declaradas en interdicción judicial por insanidad de juicio, están amparadas por la referida presunción de la capacidad y, en tal virtud, son válidas, mientras no se declare judicialmente lo contrario”, para lo que es “necesaria la plena prueba de que la persona que los celebró padecía entonces de una grave anomalía psíquica”. 3.2. Dicha demostración puede lograrse con “la prueba pericial”, empero ella no es el único medio que sirve a ese propósito, aserto que sustentó con la reproducción parcial de un fallo de esta Corporación. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 12 3.3. No puede aceptarse la calificación de “palmar error de hecho”, que la parte demandante hizo respecto de la “apreciación en conjunto” de las pruebas que efectuó el a quo, “porque lo cierto es que, salvo contadas excepciones, y este no es uno de esos casos excepcionales, en Colombia y según el principio de la apreciación racional de la prueba implantado en nuestro universo procesal civil por claro mandato del artículo 187 del Código de Procedimiento Civil, es deber del juez, y no mera facultad suya, valorar en conjunto los elementos de prueba para poder fundamentar en todos ellos, una decisión final”. 3.4. Obra en el plenario el “concepto científico” que en relación con la historia clínica del señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ elaboraron los doctores Jorge Luis Chinome Mesa y Martín Ayala, aportado por la demandante, en el que se concluyó lo siguiente: “Por todo lo anterior la probabilidad de que [el citado paciente] en los años 1997 empezara a presentar cambios en su esfera mental es alta, dichos cambios inicialmente son sutiles y se pueden confundir con síntomas de depresión, en estos casos de igual manera el paciente pudiese ser declarado interdicto, por lo cual es necesario ser acuciosos en el diagnóstico, la evolución clínica así lo hace precaver, que indefectiblemente curs[ó] hacia una demencia por VIH/SIDA (o encefalopatía por VIH o complejo demencial VIH/SIDA)”. 3.5. Del mismo modo, figura en el expediente el dictamen del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Seccional Norte de Santander, rendido por el doctor Jaime Manuel Mercado Cabarcas, psiquiatra forense 1012-B, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 13 quien expuso que, “ante la fuerza del concepto de los especialistas tratantes, de la revisión que (…) hice de la historia clínica y del estudio del expediente, CONCLUYO QUE EL SEÑOR DR. HUGO ARMANDO LINDARTE (FALLECIDO) comprendía plenamente la naturaleza de sus conductas y podía determinar su voluntad según esa comprensión”. 3.6. Adicionalmente, milita en la actuación otra experticia del mismo Instituto, pero de la Regional Bogotá, suscrita por el doctor Javier Augusto Rojas Gómez, médico especialista en psiquiatría, quien señaló que “no hay ningún elemento fiable y objetivo que permita demostrar que el hoy occiso no disfrutaba del uso de sus funciones mentales superiores para la época cercana a su fallecimiento y durante el curso de la enfermedad”. 3.7. “Para robustecer con demostración de certeza sobre la conclusión de los dictámenes periciales en relación con la plena capacidad mental del doctor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ para la época en la que celebró con el doctor MARIO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ la constitución de la FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, fueron oídos en declaración juramentada los doctores FABIO ANTONIO PEÑARANDA ORTEGA, ALFONSO RAMÍREZ NAVARRO, ex magistrados del Honorable Tribunal Superior de Cúcuta, y los testimonios de MARTHA BUENAHORA DE MARTÍNEZ, MARÍA NIEVES SÁNCHEZ LABRADOR, Dr. ÁNGEL SAMUEL SIERRA, Doctora ESTELA MENDOZA, ADIP NUMA HERNÁNDEZ, ANA AGUSTINA RODRÍGUEZ DURÁN, Dra. BEATRIZ BALNDO (sic) A.S.R. EXP. 2005-00027-01 14 DE PEÑARANDA, LILIE LARA SUAREZ, MIGUEL REINALDO ANGARITA GUERRERO, MARUJA PINO CELANO, ROSALÍA GÉLVES LEMUS, CONTRERAS, ANGARITA GABRIEL SAMUEL GUERRERO BURITICÁ, JULIA MARLENI GALLEGO, MIGUEL [y] EUDOCIA BECERRA MARÍA REINALDO MEJÍA”. 3.8. “En la misma dirección probatoria, aparecen los declarantes doctores JOSÉ ANTONIO PÁEZ OLIVARES y FABIO ANTONIO BERBESI ÁLVAREZ, quienes al testimoniar h[icieron] constar su calidad de médicos tratantes del doctor ARMANDO LINDARTE hasta el último momento de su vida, dejando expresa y definitiva constancia de su plena y absoluta capacidad mental, para la época de los sucesos materia del proceso y aún antes de su muerte. Son estos unos verdaderos testimonios técnicos”, de conformidad con los artículos 277, inciso final, y 228, numeral 2º, del Código de Procedimiento Civil. 3.9. Analizados en conjunto “todos esos diversos elementos probatorios, la Sala llega al convencimiento que se obtiene la certidumbre de que el doctor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ al celebrar el contrato de constitución de la entidad sin ánimo de lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO no estaba en incapacidad mental, es decir, demente (hoy persona con discapacidad mental), sino, por el contrario, [era] plenamente capaz”. 4. Pasó el Tribunal seguidamente a ocuparse de la nulidad “por objeto ilícito”, aspecto en torno del que coligió que, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 15 “[d]emostrado como quedó que el señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ gozaba de su plenitud mental y por ende era plenamente capaz al momento de celebrar el contrato de constitución de la FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, no entiende la Sala cómo se pregona la ilicitud del objeto, porque en ejercicio de la autonomía de la voluntad individual dispuso de sus bienes, todo en virtud de uno de los atributos del derecho de propiedad llamad[o] EL JUS ABUTENDI”. Añadió que de la prueba testimonial se desprende que él “no vivió en la pobreza como se quiere demostrar, al contrario, su vida, así lo relata esa prueba con vehemencia, fue digna y con los mejores cuidados”; que el objeto de la Fundación no es “contrario a ninguna norma de conducta preestablecida”, aparece en el acta contentiva de la constitución de la persona jurídica “debidamente identificado, indicando las cosas sobre la que recae [ese] acto jurídico, a la vez la forma de su cumplimiento y la prestación de sus servicios”, no es “moralmente imposible, ni prohibido por las leyes, ni contrario a las buenas costumbres ni al orden público”; que fue “determinado y armonizado” con “los intereses pretendidos por sus fundadores con respecto a los demás de la comunidad favorecida”; y que no comprendió una “universalidad jurídica”. 5. En cuanto hace a las cláusulas de los estatutos de la Fundación cuestionadas por la actora, observó: 5.1. La expresión “legado” utilizada al hacer referencia a su patrimonio, fue un error de redacción que “no tiene A.S.R. EXP. 2005-00027-01 16 (…) la trascendencia que el recurrente le pretende dar, porque su contenido es perfectamente inteligible y con esa misma inteligencia y significación se constituyó el patrimonio de la Fundación, se ha dirigido y administrado, e igualmente así lo entendió el propio recurrente y, en todo caso, ese error no implica la falta o ausencia de solemnidades o requisitos, o falta de objeto, objeto ilícito, falta de causa o causa ilícita, falta de consentimiento, etc., del acto cuestionado, que implique consecuencialmente a la luz del derecho, su nulidad”. 5.2. La previsión de que uno de los miembros de la Junta Administradora de la Fundación sería designado por el Tribunal Superior de Cúcuta “jamás se dinamizó, porque no entró a regir, simplemente fue un querer que se plasmó en el acto o contrato de constitución pero el que, por el desarrollo mismo de la institución, fue modificado como aparece en el registro de la Cámara de Comercio inscrito al 2003-08-13. En suma, no existe tampoco causal de nulidad alguna por este aspecto, que pueda invalidar el acto jurídico cuestionado”. 5.3. artículo 7º de En relación con el parágrafo segundo del los estatutos, se advierte que “los dos constituyentes están muertos y en la Fundación se operó el cambio de la Junta Administradora, siguiendo el procedimiento señalado en la misma disposición reglamentaria, y esos cambios y sustituciones directivas se fueron registrando legalmente en la Cámara de Comercio, cumpliendo así también con el principio de publicidad de los actos”. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 17 5.4. “Por la muerte de los fundadores tampoco hay que hablar del artículo 7 de los estatutos que regulaba la posibilidad de que tomaran parte de la renta para [la] congrua subsistencia de ellos; porque ya no tiene operancia, aun cuando, a pesar de la muerte de sus fundadores, la institución debe continuar, pues, en ese sentido de permanencia fueron redactados los estatutos desde su creación, por sus constituyentes”. 6. En definitiva, el ad quem concluyó que “la sentencia apelada debe confirmarse por estar ajustada a derecho, ya que la conclusión de todo lo estudiado es que tanto la pretensión principal como las subsidiarias deprecadas en la demanda, están llamadas al fracaso y, por ende, no existe motivo alguno para declarar la nulidad del contrato de creación de la FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, que fue, como se dijo, la misma decisión del Juez de primera instancia”. LA DEMANDA DE CASACIÓN Tres cargos propuso el recurrente contra la sentencia combatida. La Corte los estudiará en conjunto, como quiera que unas mismas razones orientaran su despacho adverso, según se ampliará más adelante. CARGO PRIMERO 1. Con fundamento en el motivo inicial consagrado en el artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, el censor A.S.R. EXP. 2005-00027-01 18 denunció que el fallo de segunda instancia violó indirectamente, por falta de aplicación, los artículos 6° de la Constitución Política, 1740, 1741, 1742, subrogado por el 2° de la Ley 50 de 1936, y 1746 del Código Civil, como quiera que el Tribunal no tuvo por probado, estándolo, que “los estatutos de la persona jurídica denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO adolecen de nulidad absoluta”; y supuso que ellos “fueron reformados” de tal modo que se superó la causa de su invalidez. 2. En concreto, el impugnante atribuyó al ad quem el error de haber supuesto que los estatutos que rigen la citada Fundación fueron reformados el 19 de agosto de 2003, puesto que “revisados uno a uno los 2054 folios que compone[n] los 10 cuadernos del expediente, en ninguna parte de ellos aparece el registro de la Cámara de Comercio del ‘2003-08-19’ al que se refir[ió] la sentencia impugnada”. 3. En desarrollo de la acusación, luego de reproducir el artículo séptimo de los estatutos y las apreciaciones del Tribunal con las que descartó que fuera nula la previsión allí contenida, consistente en que uno de los miembros de la Junta Administradora de la mencionada persona jurídica sería elegido por la Sala Plena del Tribunal Superior de Cúcuta, el recurrente expresó: 3.1. Para la fecha de la presunta reforma, el señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ ya había fallecido. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 19 3.2. Afirmar, como lo hizo el Tribunal, por una parte, que esa estipulación “nunca operó y fue un simple querer, es a todas luces pretermitir la prueba de la ilicitud”; y, por otra, aducir que no se “dinamizó, es algo realmente inusitado”. 3.3. Dicha previsión riñe abiertamente con el artículo 6º de la Constitución Política, toda vez que solamente “el constituyente o [el] legislador pueden asignar funciones a la rama jurisdiccional”. 3.4. Por consiguiente, es “evidente que la persona jurídica FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO no tiene el máximo organismo que la administre” y que, ante el fallecimiento de sus fundadores, “no puede funcionar”, por lo que es igualmente ostensible “su ilicitud”. 4. En definitiva, el recurrente solicitó casar la sentencia impugnada y, “en sede de instancia, revocar la de primer grado” para, en su lugar, “declarar prósperas las PRETENSIONES Y CONDENAS CUARTAS SUBSIDIARIAS planteadas en la demanda, y las consecuenciales de la nulidad absoluta deprecada”. CARGO SEGUNDO 1. También con apoyo en la causal primera de casación, se acusó el fallo de segunda instancia por ser indirectamente violatorio de “los artículos 1740, 1741, 1742, subrogado por el 2° de la Ley 50 de 1936, y 1746 del Código Civil, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 20 por falta de aplicación; y 1502, 1503 y 1504 de la misma obra, reformados por el 2º de la Ley 1306 de 2009, por errada interpretación, como consecuencia haber incurrido el Tribunal en los siguientes yerros: 1.1. Error de hecho consistente en no haber tenido por probado, estándolo, “que el señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, al tiempo de celebrar el negocio jurídico de creación de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, era persona absolutamente incapaz, por estar afectado del síndrome de demencia subcortical por VIH o SIDA”. 1.2. “Error de derecho al convertir las opiniones de unas personas en prueba testimonial para, con base en esas opiniones, tener[las] como prueba de una supuesta capacidad del difunto HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, al tiempo de celebrar el negocio jurídico de creación de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO. Esas opiniones fueron expresadas por: FABIO ANTONIO PEÑARANDA ORTEGA, ALFONSO RAMÍREZ NAVARRO, MARTHA BUENAHORA DE MARTÍNEZ, MARÍA NIEVES SÁNCHEZ LABRADOR, ÁNGEL SAMUEL SIERRA, ESTELA MENDOZA, ADIP NUMA HERNÁNDEZ, ANA AGUSTINA RODRÍGUEZ DURÁN, BEATRIZ BALNDO (sic) DE PEÑARANDA, LISLIE LARA SUÁREZ, MIGUEL REINALDO ANGARITA GUERRERO, MARUJA PINO CELANO, ROSALÍA GÉLVES LEMUS, CONTRERAS, GABRIEL SAMUEL BURITICÁ, GALLEGO, JULIA MIGUEL MARLENI REINALDO ANGRARITA GUERRERO, MARÍA EUDOCIA BECERRA MEJÍA, JOSÉ ANTONIO PÁEZ OLIVARES[,] FABIO ANTONIO BERBESI ÁLVAREZ, JOSÉ MANUEL MERCADO CABARCAS, JAVIER A.S.R. EXP. 2005-00027-01 21 AUGUSTO ROJAS GÓMEZ y una constancia emitida por JOSÉ ANTONIO ASSAF ELCURE”. 2. Puntualizó el recurrente que “[p]ara arribar al error de derecho, se violó el numeral 3º del artículo 228 del Código de Procedimiento Civil, que exige que el testigo declare única (…) y exclusivamente sobre los hechos que le constan y por consiguiente sus opiniones personales, no son prueba testimonial”. 3. En sustento de la acusación, su gestor adujo: 3.1. La aportación con la demanda del “dictamen médico” que obra del folio 51 al 54 del cuaderno principal. 3.2. La prueba pericial que solicitó y lo acontecido en relación con ella, en torno de la que destacó, por una parte, que en la experticia primigeniamente rendida por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Regional Norte de Santander, el “(…) médico legista, luego de admirar el rigor científico del concepto médico rendido por los [d]octores JOSÉ LUIS CHINOME y MARTÍN GERMAN AYALA GARCÍA, terminó no dando otro concepto científico, sino expresando una opinión, que dicho sea de paso, no tiene soporte científico alguno”; y, por otra, que en el dictamen que como prueba de la objeción que se formuló contra el anterior, rendido por el mismo Instituto, esta vez a través de su Regional Bogotá, el médico encargado del mismo se apartó de aquella conclusión y, adicionalmente, observó que de todas maneras “no hay ningún elemento fiable y objetivo que A.S.R. EXP. 2005-00027-01 22 permita demostrar que el hoy occiso no disfrutaba del uso de sus funciones mentales superiores para la época cercana a su fallecimiento”, concepto que ese mismo galeno luego aclaró. Precisado lo anterior, el censor concluyó que “que los médicos legistas no cumplieron con el objeto de la prueba y se limitaron a expresar que se apartaban, de un modo genérico, del concepto científico aportado al proceso, sin sustentar cuál p[odía] ser el error científico o técnico y su ‘experticia’; se limita[ron] a expresar sus opiniones sin sustento en literatura u otro tipo de soporte científico concreto sino en su opinión, muy respetable, pero no válida en el campo científico y jurídico”. 3.3. En todos los testimonios invocados por el Tribunal, incluidos los que rindieron “los médicos amigos del difunto y algunos que lo vieron sin siquiera tratarlo”, los deponentes se limitaron “a expresar que ellos en su opinión lo veían normal”, manifestación que no permitía inferir la sanidad mental del señor Lindarte Rodríguez. 3.4. Las condiciones que presentaba el paciente, conforme los datos contenidos en su historia clínica, considerada su edad y las múltiples enfermedades que padecía, impedían pensar que él se encontraba “totalmente en sus cabales”. 4. Como corolario de lo que expuso, el recurrente indicó que “[q]ueda demostrado el error de hecho en que incurrió el tribunal al no valorar la prueba documental (historia clínica) obrante en el proceso, la que basta una lectura para encontrar que el estado de salud del difunto no era optimo, por el contrario, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 23 era muy, pero muy precario, también se puede encontrar en tales documentos la prueba del suministro de medicamentos usados en caso de enfermedades mentales. De igual forma queda [acreditado] el error de derecho en que incurr[ió] el tribunal al convertir la opinión de unas personas en prueba testimonial”. 5. En tal orden de ideas, el impugnante solicitó casar el fallo del ad quem y que, en sede de segunda instancia, la Corte revoque la sentencia de primer grado para que, en su defecto, se declaren “prósperas las PRETENSIONES Y CONDENAS PRIMERAS SUBSIDIARIAS planteadas en la demanda y las consecuenciales de la INCAPACIDAD ABSOLUTA del difunto Hugo Armando Lindarte Rodríguez en relación con los actos cuya nulidad [fue] deprecada en este proceso”. CARGO TERCERO Se trata de la misma acusación en precedencia compendiada, empero con la modificación de que el error de derecho en ella atribuido al Tribunal, aquí se planteó como de hecho. CONSIDERACIONES 1. Sea lo primero advertir el alcance restringido del recurso extraordinario que se desata, como quiera que con él, en esencia, se busca infirmar la decisión desestimatoria que en las dos A.S.R. EXP. 2005-00027-01 24 instancias se adoptó, pero solamente en relación con las pretensiones “primeras subsidiarias” (cargos segundo y tercero) y “cuartas subsidiarias” (cargo primero), en el caso de estas últimas únicamente en cuanto concierne con la nulidad derivada de la previsión del artículo 7º de los estatutos de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, referida a que uno de los miembros de su Junta Administradora debía ser elegido por la Sala Plena del Tribunal Superior de Cúcuta. Las decisiones consistentes en negar las peticiones principales, las demás solicitudes incorporadas en las “cuartas subsidiarias” y las restantes con este carácter, no fueron controvertidas en casación, razón por la que adquirieron firmeza y, por lo mismo, no pueden ser revisadas, ni mucho menos alteradas por la Corte. La Sala, por consiguiente, circunscribirá su estudio, a los dos aspectos específicos cuestionados por el censor. 2. Tal delimitación de la impugnación permite observar que es factor común de las aludidas pretensiones, que en unas y otras lo perseguido por la actora estuvo enderezado a que se declarara la nulidad absoluta del negocio jurídico por medio del cual los señores HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ y MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ crearon la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO. En el caso de las pretensiones “primeras subsidiarias”, como consecuencia de que el citado LINDARTE RODRÍGUEZ era A.S.R. EXP. 2005-00027-01 25 un incapaz absoluto, debido a que, para la época en la que se celebró dicho acto, era discapacitado mental; y en el de las “cuartas subsidiarias”, en lo que tiene que ver con el recurso de casación (cargo primero), porque la previsión del artículo 7º de los estatutos de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, según la cual la elección de uno de los miembros de su Junta Administradora debería ser realizada por el Tribunal Superior de Cúcuta en Sala Plena, contradice abiertamente el artículo 6º de la Constitución Política. Correlativamente, es dable sostener que también en los cargos auscultados se avizora ese mismo elemento común, toda vez que con ellos se busca que las referidas súplicas se abran paso, en el caso de las “cuartas subsidiarias” con la limitación advertida, lo que sumado a las razones que pasan a elucidarse, explican el hecho de que la Corte hubiere conjuntado las tres acusaciones para resolverlas. 3. Decantado está por la jurisprudencia y la doctrina, que en atención al principio de que los negocios jurídicos sólo producen efectos respecto de quienes los celebran, como se desprende del artículo 1602 del Código Civil, ellos, por ende, son quienes, por regla general, se encuentran facultados para pretender su invalidación. No obstante lo anterior, consciente el legislador de que los actos y contratos, según particulares circunstancias, pueden afectar indirectamente a terceras personas, las habilitó para que, A.S.R. EXP. 2005-00027-01 26 excepcionalmente, busquen su anulación, en defensa de sus legítimos derechos. En tratándose de la nulidad absoluta, el artículo 1742 del Código Civil, subrogado por el 2º de la Ley 50 de 1936, prevé que dicha sanción “puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparezca de manifiesto en el acto o contrato”; que “puede alegarse por todo el que tenga interés en ello”; y que “puede asimismo pedirse su declaración por el Ministerio Público en el interés de la moral o la ley. (…)” (se subraya). Es claro, entonces, que la posibilidad de pedir que un específico negocio jurídico sea declarado nulo, no está dada a todas las personas sino que, por el contrario, la ley la reservó, en principio, a quienes lo celebraron y, de manera excepcional, a los terceros “que tengan interés en ello”. 4. Empero, como pasa a analizarse, no es cualquier “interés” el que debe existir en el tercero que pretenda que se declare la nulidad absoluta de un acto o contrato en el que no fue parte. Delanteramente, siguiendo los derroteros trazados en la norma precedentemente reproducida, debe excluirse como tal, el interés que se concrete en la defensa de la moral o de la ley, pues en estos supuestos el precepto, por una parte, radicó en el juez la potestad de disponer la nulidad oficiosamente, siempre y cuando el vicio que la produzca aparezca de manifiesto en el acto o contrato; A.S.R. EXP. 2005-00027-01 27 y, por otra, otorgó la potestad de pedir su invalidación al ministerio público. Por consiguiente, un tercero al contrato no puede reclamar que se declare su nulidad absoluta pretextando que él contradice el orden jurídico, la moral o las buenas costumbres. Si como ya se dijo, la razón de ser de la posibilidad de que un tercero pueda perseguir la invalidación de un negocio jurídico que le es ajeno, radica en que pueda defender sus particulares derechos o prerrogativas, cuando dicho negocio las lesiona, surge ostensible, entonces, que el “interés” contemplado en el artículo 1742 del Código Civil hace referencia a ese agravio y que, por lo tanto, las únicas personas, distintas a quienes lo realizaron, que tienen legitimidad para reclamar la nulidad absoluta de un acto o contrato, son aquellas que, como consecuencia de su celebración, sufren un perjuicio cierto. Sobre el particular, ha explicado la Corte que “(…) ‘en los casos en que la ley habla del interés jurídico para el ejercicio de una acción, debe entenderse que ese interés venga a ser la consecuencia de un perjuicio sufrido o que haya de sufrir la persona que alega el interés’; es más, con ese perjuicio ‘...es preciso que se hieran directa, real y determinadamente, los derechos del que se diga lesionado, ya porque puedan quedar sus relaciones anuladas, o porque sufran desmedro en su integridad’. Así se ha expresado ésta Corporación, añadiendo que ‘el derecho de donde se derive el interés jurídico debe existir, lo mismo que el perjuicio, al tiempo de deducirse la acción, porque el derecho no puede reclamarse de futuro...en las acciones de esa naturaleza tales principios sobre el interés para obrar en juicio se concretan en el calificativo de A.S.R. EXP. 2005-00027-01 28 legítimo o jurídico, para significar, en síntesis, que al intentar la acción debe existir un estado de hecho contrario al derecho’ (G. J. LXII P. 431)” (Cas. Civ., sentencia del 17 de noviembre de 1998, expediente No. 5016; se subraya). Vistas así las cosas, es pertinente añadir que el interés por el que se indaga “no es distinto al presupuesto material del interés para obrar que debe exhibir cualquier demandante, entendiendo por este el beneficio o utilidad que se derivaría del despacho favorable de la pretensión, el cual se traduce en el motivo o causa privada que determina la necesidad de demandar, que además de la relevancia jurídico sustancial, debe ser concreto, o sea existir para el caso particular y con referencia a una determinada relación sustancial; serio en tanto la sentencia favorable confiera un beneficio económico o moral, pero en el ámbito de la norma analizada restringido al primero, y actual, porque el interés debe existir para el momento de la demanda, descartándose por consiguiente las meras expectativas o las eventualidades, tales como los derechos futuros” (Cas. Civ., sentencia 031 del 2 de agosto de 1999, expediente No. 4937; negrillas fuera del texto). En suma, como en reciente fallo lo señaló la Sala, “[e]n punto del referido ‘interés’, es del caso precisar que la estructuración del mismo, para que legitime al tercero en la petición de ‘nulidad absoluta’ de un pacto en el cual no intervino, a más de económico, debe ser serio, concreto, actual y ostentar una determinada relación sustancial de la que aquel haga parte, e igualmente que en tal nexo tenga incidencia tanto el contrato A.S.R. EXP. 2005-00027-01 29 cuestionado, como la sentencia que deba emitirse en el juicio de invalidez” (Cas. Civ., sentencia de 31 de agosto de 2012, expediente No. 11001-31-03-035-2006-00403-01; se subraya). 5. En el presente asunto y, más exactamente en las pretensiones nominadas como “primeras” y “cuartas” subsidiarias, que son las relacionadas con los cargos auscultados, la señora CONSUELO LINDARTE DE LARA, aduciendo su condición de hija de HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, mas no de heredera del mismo, como lo precisó su apoderado en el escrito con el que descorrió el traslado de la excepción meritoria propuesta por los demandados (fls. 373 a 376, cd. 1), reclamó la nulidad absoluta del negocio jurídico que aquél y MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ celebraron para dar surgimiento a la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, debido, por una parte, a que su progenitor, para entonces, era una incapaz absoluto, como quiera que sufría de demencia subcortical por efecto del SIDA que padecía; y, por otra, a que la previsión contenida en el artículo 7º de los estatutos de la citada persona jurídica, consistente en que uno de los miembros de su Junta Administradora debía ser elegido por la Sala Plena del Tribunal Superior de Cúcuta, riñe abiertamente con el artículo 6º de la Constitución Política, en tanto que solo la ley, y no los particulares, pueden asignar funciones a las Corporaciones que conforman la rama jurisdiccional y a sus miembros. 6. El estudio de esas pretensiones requería, en primer lugar, establecer si la citada actora tenía legitimación para su formulación, habida cuenta de que ella no participó en el acto de creación de la aludida persona jurídica. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 30 Con ese propósito el interrogante que debía absolverse, era si la constitución de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, en la que intervino su padre como cofundador, le irrogó a la señora Lindarte de Lara un perjuicio del que se derivara un interés económico, concreto, serio y actual, en el sentido atrás explicado, que la habilitara para reclamar la nulidad absoluta que en las señaladas pretensiones reclamó. Y concluye la Corte que la respuesta a tal cuestión era, y es, negativa, como quiera que la conformación de la referida Fundación, en sí misma considerada, y los términos que consagraron sus creadores en los estatutos que la gobernarían, son actos de los que no se derivó ningún perjuicio a los derechos de la accionante, toda vez que esas actuaciones no significaron, per se, ninguna merma del patrimonio del señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ que desembocara en su insolvencia, que es, en esencia, el hecho alegado en la demanda, para justificar el interés de la actora, y que ella quiere revertir con el ejercicio de la acción. Si al momento de la muerte del citado causante, su situación económica hubiese sido precaria, como se insinuó en el libelo introductorio, tal estado de cosas no tuvo por causa la creación de la referida persona jurídica y, mucho menos, que en sus estatutos se previera que uno de los miembros de su Junta Administradora fuera elegido por el Tribunal Superior de Cúcuta, sino que tal situación habría sido el resultado de actos por completo independientes y distintos a los que se atacaron en este proceso. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 31 Ni siquiera considerado el hecho de que en el “ACTA No. 1” del 15 de julio de 1999, contentiva de las manifestaciones de voluntad expresadas por el señores LINDARTE RODRÍGUEZ y VÁSQUEZ RODRÍGUEZ para dar vida a la tantas veces mencionada persona jurídica (fls. 10 a 12, cd. 1), y en los estatutos que aprobaron en esa misma oportunidad (fls. 13 a 22, ib.), ellos insinuaron su intención, por una parte, de “contribuir con sus patrimonios personales al bienestar de la clases más necesitadas de la ciudad y aún de otros municipios del Departamento [de] Norte de Santander, y [de] auxiliar las obras que tengan por fin propagar la devoción a la Santísima Virgen María”; y, por otra, de donar parte de sus bienes, en particular, los locales y/o las rentas del “Centro Comercial Palmeras” y la casa en la que residía el primero, puede inferirse un agravio a los derechos de la accionante, pues esas manifestaciones no dieron lugar a la transferencia de algún bien, sino que recogieron simplemente el propósito de los nombrados de apoyar económicamente las actividades de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, lo que habría de materializarse posteriormente a través de específicos actos de disposición, que son por completo ajenos a este proceso. Desde otra perspectiva, independientemente de que la comentada estipulación consagrada en el artículo 7º de los estatutos riña o no con la Constitución Política, ya quedó dicho que cuando la petición de nulidad de un acto o contrato tiene por causa la defensa de la moral o de la ley, la legitimación para hacer tal reclamación está radicada exclusivamente en cabeza del ministerio público, independientemente de los poderes oficiosos del juez, y que, por consiguiente, no pueden los particulares enarbolar ese A.S.R. EXP. 2005-00027-01 32 motivo para solicitar la invalidación de un negocio jurídico en el que no fueron parte. 7. El análisis precedente permite concluir que los tres cargos que se examinan son intrascendentes, pues así resultara cierto que el Tribunal incurrió en los yerros que en ellos se denunciaron y que, por ende, hay mérito para casar su fallo, es incontestable que la Corte, al dictar el fallo de reemplazo, estaría compelida a desestimar las pretensiones “primeras” y “cuartas” subsidiarias, ante la detectada falta de legitimación de la demandante para reclamar la nulidad absoluta a que se contrajeron esas súplicas, por carecer de interés para deprecarla. 8. Ninguna alteración sufre la precedente conclusión de la Sala, por el hecho de que al proceso hayan concurrido como coadyuvantes de la demandante los señores Luz Yamile Lara Lindarte de Segura, Sonia de Jesús, Gloria Amparo, Ana Consuelo, Ángel Eduardo y César Armando Lara Lindarte, en su condición de herederos reconocidos del señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, pues en relación con ellos y por las mismas razones atrás consignadas, es igualmente predicable la falta de interés para pretender la declaración de nulidad absoluta aquí examinada, más cuando su intervención la dirigieron a que se acogieran “las pretensiones de la demanda con base en los supuestos de hecho, derecho y el material probatorio allegado legalmente” y la justificaron en que, pese a que la sentencia que se dicte en este asunto “no extiende sus efectos jurídicos” a ellos, sí “pueden afectarse” con tal pronunciamiento. A.S.R. EXP. 2005-00027-01 33 Al respecto, pertinente es memorar que en relación con el interés de los herederos para reclamar la nulidad absoluta de un negocio jurídico celebrado por su causante, la Corte ha expuesto lo siguiente: “Necesario es precisar, sin embargo, que personas hay que sin ser propiamente las celebrantes del negocio, no pueden ser consideradas como absolutamente extrañas al mismo, y por eso los efectos de aquel, sobrevenidas ciertas circunstancias, se radicarán en ellas. Trátase del fenómeno de la causahabiencia, a cuyo estudio se contrae la Corte, habida cuenta que no es tampoco este el lugar para caer en la ingenua y presuntuosa idea de abrazar uno a uno todos los eventos de los terceros. Así que se colma la necesidad de hoy memorando no más terceros que los causahabientes. Y no bien se mencionan éstos, y a punto salta la frase sentenciosa de que quien contrata no sólo lo hace para sí sino también para sus sucesores universales. Porque es verdad irrecusable que quien a este título obra, es el continuador del patrimonio del causante, se identifica con él, le recibe todos los elementos patrimoniales transmisibles, y en consecuencia se torna, incluso sin saberlo, en acreedor o deudor de las relaciones patrimoniales de aquél, salvo apenas algunas excepciones. “Vistas desde este ángulo las cosas, entonces, los herederos a ese título no son literalmente terceros, desde luego que sobrevenida la muerte del autor del contrato, inmediatamente ocupan allí su lugar. Entran a derechas en el contrato. “Con todo, cabe una distinción. Recuérdese que el anterior colofón ha partido de una premisa ineluctable cual es la de que se trate de cosas que el heredero ha recibido del causante, o sea de las que pueden ser objeto de transmisión por causa de muerte. Para decirlo en breve, de cosas que vienen en el patrimonio dejado por el causante. Porque hay derechos que surgen de la condición misma de heredero y que, por ende, el causante no ha podido transmitirle. Tal el derecho que él tiene a ciertas asignaciones forzosas. Si un contrato celebrado por su causante -por caso el de donación- hiere su derecho, velando por su interés propio A.S.R. EXP. 2005-00027-01 34 estará tentado a hostigar la eficacia y el alcance de convención semejante. En tal caso no habla en el puesto del causante; habla para sí propio. Sucederá de este modo cuando por ejemplo el testamento, cuyo autor obviamente es el causante, maltrate su derecho. Dirá que esa manifestación de voluntad pasó de largo ante ciertos límites, y que por lo tanto se la considere ineficaz en cuanto a lo suyo. Y así podrían citarse otras eventualidades. Lo importante es resaltar que en ocurrencias semejantes el heredero se coloca no en el contrato sino por fuera del mismo, porque juzga que enturbia sus derechos, perspectiva desde la cual es perfectamente válido afirmar que entonces fungirá de tercero” (Cas. Civ., sentencia de 30 de enero de 2006, expediente No. 1995-29402-02; se subraya). Es colofón de lo anterior, que no obstante la condición de herederos del causante HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ de los citados coadyuvantes, ellos son terceros en relación con los actos cuya nulidad absoluta se demandó en las pretensiones a las que la Corte circunscribió su examen y que, al igual que su progenitora, la primigenia actora, están desprovistos del interés exigido por la ley para elevar tales súplicas, como quiera que esos actos no les irrogaron ningún perjuicio a sus derechos, por la razones atrás dilucidadas. 9. En definitiva, se colige el fracaso de las tres acusaciones auscultadas. DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la A.S.R. EXP. 2005-00027-01 35 República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia proferida el 2 de septiembre de 2010 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, Sala Civil – Familia, en el proceso ordinario plenamente identificado al inicio de este proveído. Costas en casación a cargo de los recurrentes. Como agencias en derecho se fija la suma de $3.000.000.oo, como quiera que la demanda con la que se sustentó el recurso extraordinario no fue replicada por la parte demandada. La Secretaría de la Sala elabore la correspondiente liquidación. Cópiese, notifíquese, cúmplase y, en oportunidad, devuélvase el expediente al Tribunal de origen. MARGARITA CABELLO BLANCO RUTH MARINA DÍAZ RUEDA FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ ARIEL SALAZAR RAMÍREZ A.S.R. EXP. 2005-00027-01 36 ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ A.S.R. EXP. 2005-00027-01 37