Gordito relleno

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EL BARCO
D E VA P O R
Gordito relleno
Fina Casalderrey
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Tío Amancio, el paparazzi
M
nombre es Zoel. Me gusta.
La única persona de mi familia a la que
no le gusta mi nombre es el tı́o Amancio.
Dice que a un niño tan grande como yo no
le queda bien un nombre tan pequeño.
Mi padre y él discuten a menudo:
–Por ti, le habrı́amos puesto Robustiano,
¿no?
–Pues mira tú por dónde, si sigue ası́, no
le irı́a mal.
–¡Déjate de bobadas, Amancio! Sabes que
somos de complexión fuerte.
–Sı́, sobre todo desde que se fue Ana. Lo
que sois es obesos, Juan, ¡y no quieres admitirlo! ¿Tú sabes lo que estás haciendo?
Es cierto que soy un poco relleno, un poco
gordo... ¡Vaya, soy bastante mantecoso! Pero,
I
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hasta hace una semana, eso nunca habı́a sido
un problema. Solo al recordar lo que me ha
pasado en el campamento, se me eriza hasta
la pelusilla de los brazos.
Ahora mismo estoy en el hospital de
Montecelo con una costilla rota, los pies enyesados y problemas de hipertensión y colesterol, aunque no sé muy bien qué significa eso.
El tı́o Amancio trabaja aquı́ de médico endocrino. Mi padre dice que a esos médicos
no hay quien los soporte.
–¡Se meten hasta en lo que comes! –se enfada.
La señora Aurora, nuestra vecina, también
lo hace.
–¿Qué estás comiendo, Zoel? ¡Ay, si tu
madre pudiera verlo!
A mı́ me da mucha rabia, pero reconozco
que la señora Aurora es muy mayor y no
le hago caso. Lo del tı́o sı́ que es insoportable. A diario nos recuerda que nos va a
dar algo.
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–¿Sabes una cosa? Tú no deberı́as ser médico, sino paparazzi –le soltó mi padre.
Cuando mi padre y yo estamos solos, continuamos llamándole ası́.
–¡Ya viene el paparazzi, esconde las galletas
en seguida o no nos dejará en paz! –nos avisamos.
Para ser justo, el tı́o Amancio, malo, lo que
se dice malo, no es. A veces me regala cosas.
Todos los dı́as baja de su planta a verme.
Ayer mismo, como sabe que me gusta mucho
dibujar, me trajo este cuaderno de tapas duras tan bonito, unos lápices de colores y un
libro que... ¡Vaya tı́tulo, Andrea Macarrón
Grueso, el obeso de más peso!
¡Ya me he leı́do casi treinta páginas!
No puedo hacer otra cosa, por eso me he
puesto a escribir en el cuaderno mis memorias de lo que pasó en el campamento y de
lo aburrido que es estar aquı́.
Con el lápiz rojo le pondré en letras rotuladas un tı́tulo en la primera página: Pánico
en el campamento, La peor noche de mi vida
o quizás La Bruja del Ojo Verde...
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Lo dejaré para el final.
Andrea, el protagonista, no se parece en
nada a mı́. Andrea no tiene amigos y sus
compañeros de clase le cantan una canción
divertida que me he aprendido de memoria:
Gordito relleno
de pan con jamón,
le pinchan el culo
y hace explosión.
Si a mı́ me cantaran algo ası́, les contestarı́a: «Pues si hago explosión, ya podéis empezar a mover vuestro trasero, porque estaré
cerca para haceros saltar por los aires en mil
añicos».
Pero jamás me han dicho eso. Tengo muchı́simos amigos: Nabor, Vimara, Saleta,
Hugo, Vito, Irea...
Menos Saleta, que todavı́a está traumatizada por el pánico que pasamos en el campamento, todos los demás ya me han visitado. Mi tutor, don Elı́as, también ha venido
y me ha dicho:
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–Tienes que intentar olvidarlo. A esa bestia no le van a quedar ganas de repetir semejante barbaridad.
Yo no sé de qué bestia habla...
¡Por los tigres de Bengala! ¿Se referirá a la
Bruja del Ojo Verde?
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